Barrio de los Callejones sin Salida

Aunque tenía la capacidad para seguir una conversación a la vez que trabajaba en su más reciente paciente, Edén no dejó de mirar al pobre gatito en ningún momento, un poco preocupado de que algo se le hubiera escapado y fuera fatal.

-Creo firmemente que con un poco de trabajo saldrá adelante, pero no será fácil, Yttria -le advirtió mientras valoraba su nivel de desnutrición-. Va a requerir de atención y cuidados continuos. Claramente ha estado sin acceso a alimento ni la posibilidad de conseguirlo por sí mismo bastante tiempo y su cuerpo se ha adaptado a ello en consecuencia, por lo que no será prudente alimentarlo de forma normal por el momento y necesitará de alguien pendiente durante todo el día para alimentarlo poco a poco y ayudar a que su estomago se acostumbre a una nutrición adecuada. Además, es posible que requiera de ciertas curas que también necesiten de atención constante -explicó con sus manos flotando por encima del animal revisando sus heridas más superficiales-. Te comunico todo esto, Yttria, porque aunque tú has encontrado al animal, no eres responsable de él. No al menos que quieras serlo. Si lo deseas, puedes dejar al gatito aquí conmigo. Yo puedo cuidarlo hasta que se recupere y conozco a alguien especializada en animales que puede encargarse de él o encontrarle un nuevo hogar, ya que no va a ser posible para él volver al mundo salvaje si es que alguna vez perteneció a él. Aunque ciertamente ella está más especializada en animales de gran tamaño, pero seguro que podrá hacer una excepción con nuestro pequeño amigo.

Edén sabía que Yttria sería una gran dueña para el pequeño gato, pero no iba a ser quien forzara una relación no deseada. Si la bruja quería mantener al gato, el atlante le enseñaría cómo cuidarlo y su tratamiento, si decidía que su intención había sido solo salvarlo y no quedarse con él, Edén se encargaría de buscarle un buen hogar.

Frunció el ceño ante las palabras de Edén y luego miró al gato. Ya había supuesto que no iba a ser fácil devolverle a la salud cuando le había visto, tan escuchimizado que apenas se mantenía en pie solo. Yttria tenía tiempo y ganas de sobra para cuidarle, y aunque la magia curativa nunca había llamado su atención lo bastante como para ponerse a estudiarla siempre podía aprender uno o dos hechizos básicos si con eso ayudaba al gatito. Por poder hasta podía aprender los complicados, pero eso llevaría un tiempo del que tal vez no disponía.

—No. Quiero quedármelo —respondió con decisión.
Probablemente fuera una tontería, pero aquel gato la había elegido a ella en cierto modo. Luna Alta no era un mal barrio, la gente no lo evitaba como podía hacer con otros, así que antes que ella tenían que haber pasado por allí muchas otras personas. Y ninguna de ellas se había preocupado por él, o él no se había acercado a ninguna de ellas. No entendía qué motivos habían hecho que fuera precisamente a ella a la que le maullase lastimeramente, a la que se acercase en busca de ayuda, pero había sido suficiente para decidir en ese momento que iba a quedárselo.
»No dudo de que podrías encontrarle una buena casa, pero… se acercó a mí, siento que es una señal.

Una sonrisa terrosa se estiró en la cara del atlante ante la seguridad de Yttria.

-Muy bien, así será -concluyó sin ceremonia y así la nueva familia del gatito fue elegida.

Tras algunos hechizos más, Edén consideró que, por el momento, el animal se encontraba fuera de peligro inmediato y procedió a preparar los ungüentos para las heridas más visibles y superficiales.

-Aún así -volvió a hablar mientras majaba hierbas-, el pequeño deberá quedarse al menos una noche aquí conmigo. No solo porque necesita estar vigilado en todo momento, sino porque prefiero ver cómo va evolucionando al menos la primera noche. Si lo deseas puedes quedarte aquí, pero imagino que querrás preparar tu hogar para tu nuevo compañero -divagó mientras untaba el primer ungüento en una de las patas del gato-. Si quieres, puedo darte una lista preventiva de lo que puede necesitar durante sus cuidados especiales para que ya lo tengas preparado.

Al pasar a la otra pata, Ramiro, que no se había atrevido a acercarse aún al gato, revoloteó un poco sobre su cabecita, como si estuviera observando con interés el trabajo de Edén.

-¿Ya sabes qué nombre le vas a poner?

Las pulseras seguían moviéndose y chocando entre ellas sin hacer sonido alguno. Hacía muchos años, cuando se había transformado, vibraba cada vez que absorbía su dominio, y en aquellos momentos estaba tan nerviosa que casi parecía que volviera a hacerlo de nuevo. Quería que aquel gato siguiera adelante, y aunque confiaba plenamente en Edén su lado más pesimista no podía evitar pensar lo contrario. El mundo, y más Rocavarancolia, era duro y cruel. El cómo había acabado el pobre animal lo demostraba; ¿por qué iba a ser amable ahora?

—Iré a preparar todo, sí. Dame…dame la lista —se le atragantaban las palabras. Había sido una decisión rápida, porque sabía que a más lo pensase más le costaría tomarla. Pero no se veía capaz de pasar allí la noche, preocupada y en vela, porque se sentiría culpable de molestar en el trabajo de Edén. La preocupación no iba a dejarle dormir igual, pero al menos en Serpentaria estaría sola sin molestar a nadie.

Ante el nombre sí dudó. Ninguno le lograba convencer demasiado; demasiados nombres de ficción que no le terminaban de pegar, palabras relacionadas con la noche o lo oscuro que sonaban demasiado genéricas… Podía pensárselo más, pero creía que darle un nombre cuanto antes era lo correcto. Y bueno, si iba a acabar tirando de clichés igualmente, porque sabía que acabaría pasando, al menos escogería el de otro gato negro de ficción.
—Salem.

Edén volvió a sonreir con amabilidad hacia la bruja, pero no dejó de majar hierbas y mezclarlas con distintos productos.

-Escribiré esa lista en cuanto termine de remendar a nuestro pequeño amigo -le indicó mientras untaba un poco de la pasta que había hecho sobre una pequeña herida en el costado del animal-. Ya no me queda mucho y en seguida estaré contigo. Si quieres, puedes esperar en mi cocina. Hay té y algunas pastas. Siéntete libre de servirte cuanto gustes -le indicó con un gesto de su cabeza y, como si hubiera sido una orden, Ramiro salió disparado volando hacia dicha cocina y comenzó a revolotear entre los gabinetes.

El atlante en cierta medida esperaba que un té tranquilizara a dama Yttria, pero parecía bastante nerviosa incluso después de que Edén le hubiera asegurado que por el momento se encontraba fuera de peligro, por lo que decidió distraerla con algo más.

-Salem es un nombre muy bonito, ¿significa algo en tu mundo? No logro discernir su origen.

Se le escapó una pequeña sonrisa con la última pregunta. Iba a ser complicado de explicar a un no humano que aquel nombre venía de un sitio donde habían hecho una caza de brujas, y que por eso que lo llevase aquel gato resultaba tan irónico, por lo que decidió obviarlo en la explicación.
—Es de una serie de televisión de hace muchos años en la Tierra. El gato negro de una familia de brujas se llamaba así. Me pareció…adecuado.

Asintió ante lo del té, y tras confirmarle que iría a la cocina siguió a Ramiro a esta. El colibrí era una presencia bienvenida, porque le ayudaba a distraerse un poco de todo. Sabía que el gato iba a estar bien, pero no podía evitar cierto pesimismo. Se preparó un té de menta con bastante azúcar y se dedicó a mordisquear de manera distraída una pasta mientras se enfriaba lo bastante como para que no se quemase al beberlo.

-Oh, sí, he oído hablar de la televisión terrestre. Un artilugio bastante curioso, la verdad -comentó mientras terminaba de vendar las heridas del gato-. Ciertamente parece un nombre bastante adecuado para nuestro pequeño amiguito -contestó y luego se dirigió al gato lanzando sobre él un hechizo de sueño inducido para mantenerlo quieto y dormido mientras sanaba-. Muy bien, Salem, hora de descansar.

Con algunos movimientos más de manos, lanzó otros hechizos sobre el gato, pero estos más enfocados a que nada perturbara su estado y de alerta en caso de que algo externo le alcanzara. Luego, levitó de un cajón un papel y una pluma, que hechizó para que escribiera todo lo que le iba dictando en murmullos mientras por otro lado iba limpiando la zona de trabajo. Edén, limitado desde su transformación por los movimientos lentos y pausados, había adquirido una habilidad remarcable a la hora de poner en funcionamiento y controlar varios hechizos a la vez.

Cuando terminó, se acercó a Yttria en la cocina y le extendió la lista.

-La mayoría de ellos puedes encontrarlos sin problema en el mercado, pero te recomendaría que algunos, los que he subrayado, los adquieras en la botica -le indicó con una sonrisa amable.

Al principio iba a echar solo un vistazo rápido a la lista, pero con la sugerencia de que algunos concretos los comprara en la botica decidió que lo mejor sería revisarla detalladamente por si acaso tenía alguna duda. No creía tener mayor problema en conseguirlo todo antes de que Salem estuviera lo bastante bien como para llevárselo a casa.

—¿Hay algo que requiera alguna preparación especial? No sé demasiado de alquimia —lo de hacer pociones sonaba muy bonito cuando lo había leído en Harry Potter, pero la verdad es que esperar y seguir los pasos a la perfección era aburrido. Había probado a hacer un par de cosas muy básicas, pero fuera de ahí se le escapaban demasiadas cosas. Y no era el momento de cagarla.

Dejó la lista sobre la mesa, a su lado, por si tenía que apuntar algo más, y le dio un sorbo al té, mientras atendía a cualquier cosa más que le dijera Edén.

Edén se sentó frente a Yttria, más por costumbre que por realmente necesitarlo. Su considerable tamaño solía intimidar a la gente, sobre todo cuando la diferencia de altura aumentaba al encontrarse su interlocutor sentado, por lo que el atlante se había acostumbrado a sentarse durante las conversaciones que no requerían que estuviera en movimiento.

-En un principio no -alivió su preocupación-. Las instrucciones de cómo se administra cada poción y ungüento están detalladas ahí y en un principio deberían poder venderte la mezcla ya terminada, pero si tienes dudas o crees que no está completa puedes volver aquí y yo lo revisaré por ti. Personalmente prefiero hacer mis propias mezclas al momento, pero la verdad es que la mayoría de lo que te he indicado son básicos para los que no vale la pena gastar recursos y tiempo cuando es algo tan común y barato.

Él mismo habría hecho todo lo necesario si el tiempo se lo hubiera permitido, pero tendría que estar muy pendiente los próximos días de Salem y tampoco podía dejar de lado sus otros clientes, por lo que esperaba que la adquisición de lo que había apuntado en la lista no le supusiera un gran problema a Yttria.

Asintió a sus palabras, volviendo a revisar la lista por encima. Confiaba plenamente en el atlante, y en verdad el precio era lo que menos le importaba en aquel momento, pero le daba aún más seguridad que no quisiera enriquecerse a costa de su necesidad. Le hubiera dado igual pagarle lo que fuera si era necesario, y precisamente aquello podía haber hecho que fuera fácil de timar.

Se terminó el té y se levantó de la mesa, doblando el papel en el que estaba apuntado todo lo que necesitaba comprar primero en una mitad y luego en otra. Tras eso lo guardó en el bolsillo, y finalmente se dirigió a Edén.
—De verdad, muchas gracias. Vendré mañana con todo.

Se despidió con un gesto de la mano y se encaminó a su primera parada, el mercado.

Edén asintió cuando Yttria quedó conforme con la lista y comenzó a recoger la mesa al ver que la bruja se preparaba para irse.

-Las gracias no son necesarias. Tú eres quien ha salvado a ese gatito de la muerte más cruel -le contestó con un asentimiento de cabeza a su despedida-. Aquí estaremos. Ten un día agradable.

Con un movimiento de la mano, el atlante cerró la puerta tras Yttria y, una vez comprobado que Salem se encontraba respondiendo correctamente al tratamiento y que los hechizos estaban férreamente en su sitio, sacó de nuevo su mortero y las hierbas que había estado mezclando antes de la aparición de la bruja.

-¿Por dónde íbamos, querido Ramiro? -preguntó al aire, sin percatarse que el susodicho se encontraba dormitando junto a un ratoncillo de campo en su hombro-. ¡Ah, sí! Como iba diciendo, no puedes esperar ser el dueño y señor de todas las flores del jardín. Los otros colibríes...