Luna Alta

Los meses que pasaron después de la salida a la playa transcurrieron muy rápido, principalmente por que no paré quieto en ese tiempo. Tenia mucho que hacer por mí mismo y además me cargaron con más trabajo un tanto inesperado.

Por un lado seguía asistiendo religiosamente a los entrenamientos de magia. A veces se apuntaba más gente, pero de forma general tan sólo éramos DL y yo. Además de eso DL estaba más raro que un perro verde, tenia cambios de humor que me desconcertaban al principio. Digo al principio por que pronto me di cuenta de las pautas que seguía. Era tan obvio que hasta yo me di cuenta, YO, que soy de lo más inepto en estas cosas. Sencillamente a DL le gustaba Shizel, y el que cargaba con su malhumor de forma casi constante era yo, salvo cuando Shiz estaba presente, en esos momento el humor del foner era increíblemente bueno. Le apoyé con aquello, soportando los días que parecía una colegiala con hormonas revolucionadas y el resto. También le iba soltando pullas e indirectas para que se lanzase de una maldita vez, pero o el foner me ignoraba en esos casos o de verdad no tenía ni idea de lo que le hablaba. Por mi parte a mí aquello me parecía fenomenal, y por eso y por que el foner era un buen amigo decidí brindarle mi apoyo.

Tema de amores aparte lo cierto es que mejoré una barbaridad en magia, llegué a sobrepasar con creces al foner, cuando busqué el por qué de este hecho me enteré de que las transformaciones dotadas de magia tenían varios escalafones y que los brujos estaban en un rango bastante alto mientras que los cambiantes estaban en el último escalón. Aún con esto y cuando hube pasado al foner le ayudé a mejorar su técnica para que no le sacara tanto y él no dejaba de sorprenderme con sus transformaciones, las cuales estaban cada vez mejor. Lo cierto es que el foner me agradeció ese hecho de una forma un tanto..... complicada. Su ayuda consistía en hacerme superar la timidez a base situaciones incómodas, y gracias a él lo cierto es que poco a poco me iba sonrojando menos y respondiéndole cada vez más a las insinuaciones que hacía. Pese a los altibajos nuestra relación de amistad se fortaleció y poco a poco hice mi primer mejor amigo.

Hablando de amigos estudiaba con Yttria siempre que se presentaba la ocasión, yo por mi parte estudiaba cosas sobre enredaderas y en qué mundos encontrarlas, concretamente a la bruja recuerdo haberle dicho en broma: "A este paso podré hacer una guía: "Enredaderas fantásticas y dónde encontrarlas"". A parte de eso también estudiaba un tema bastante complicado como eran las runas y el funcionamiento exacto de la magia. El segundo casi me hace querer tirarme al abismo un par de veces, pero con el apoyo de la bruja conseguí mantener la cabeza en su sitio.

Un día que estaba en la torre apareció Jack buscándome, lo primero que pensé fue que qué demonios querría de mi, pero luego recordé lo que me había propuesto y precisamente a eso venía. Le escuché atentamente y acepté unirme a su proyecto por dos razones, y ninguna era que fuese a pagarme que de hecho no lo hizo, pero con lo que conseguí a cambio me di por más que pagado. Esas razones fueron que podría visitar el mundo de Tap, lugar lleno de vegetación y del que podría sacar muchas de las semillas que había visto en los libros. Segundo, que podría trabajar con Sepalian, lo que era un gran honor y del cual aprendí muchas cosas útiles.

Mi primera visita al Macetero, pues así se llamaba aquel lugar, estuvo repleta de sorpresas, pues aunque había leído que en aquel lugar las cosas eran enormes no era lo mismo que verlo con tus propios ojos. En aquel lugar me sentí realmente pequeño, y por primera vez desde que me había transformado me sentí indefenso, como si aquel lugar pudiese tragarme para siempre. La flora era enorme y la fauna no se quedaba atrás. Si la avispa de Tap me había parecido grande no había esperado ver una pantera, aquel animal podía usarse como autobús sin exagerar. Por suerte gracias a Sepalian y su magia el felino se fue sin hacernos nada.

En aquel lugar tuve suerte de encontrar varias enredaderas, concretamente seis tipos distintos. Sin embargo y aunque mi felicidad era máxima el brujo me advirtió que tuviera mucho cuidado con dos de ellas, ya que poseían un veneno bastante potente y que más me valía saber algo de magia o de alquimia para poder elaborar antídotos, que quizás si trataba de controlarlas sin estar listo ellas podían acabar matándome. A pesar de lo críptico que a veces era el brujo conseguí aprender muchas cosas de él, desde cuidar plantas hasta magia para plantas. Al final acabé mi labor en aquel lugar y no volví más, pero era bueno saber que ya tenía permiso para regresar aunque fuese yo solo. Pero de momento no tenía prevista una vuelta pronta a aquel lugar, no hasta al menos haber dominado las plantas que ya poseía. Durante esos meses se me ocurrió una idea para poder usar las enredaderas en casi cualquier lado. La idea era sencilla, consistía en meter las semillas dentro de tierra muy húmeda, esa tierra la encerré en cristal formando unas pequeñas bolas cristalinas que estrellaría contra el suelo en caso de necesitar que mis plantas me protegiesen o atacasen. Acostumbré a llevar esas bolas dentro de un par de bolsitas que llevaba atadas al cinturón.

A parte de todo esto yo tenia un proyecto propio que finalicé durante esos meses, y que pensaba dar como un regalo a mis amigos próximos. El proceso me llevo bastante tiempo, ya que las runas eran un tanto complicadas y yo tenía que ser autodidacta, sin embargo al final me dieron buen resultado y las preparé. Planeé una cena para la gente a la que le iba a ofrecer mis regalos. Sin embargo cuando avise a Shizel éste me dijo que no estaría por aquí para cuando se diese la cena. Con pena le ofrecí la pulsera antes de tiempo explicándole como funcionaba. Y ahora fuese donde fuese yo sabría que estaba a salvo mientras no apretase el botón. Ingenuo de mi.

La noche de la cosecha se desató una tormenta bastante potente y prácticamente arrastré a Yttria al faro. Desde lo alto se podía contemplar gran parte de la tormenta y los relámpagos que llenaban el cielo con su resplandor.

-Ya hace un año, es increíble lo rápido que ha pasado ¿no te parece?.- dije mirando al horizonte.- Si hace poco más de un año me hubieras dicho todo esto jamás lo hubiera creído. Y sin embargo aquí estamos.

Oh, se me olvidaba un detalle importante. Durante esos meses entrené con Matt, el brujo de la arena, mi control sobre las enredaderas, cosa que me ayudó a mejorar notablemente. El día después de la cosecha había vuelto a quedar con él en nuestro lugar de entrenamiento, y aunque no se lo habia dicho a nadie si algún día abandonaba la torre de hechicería planeaba mudarme a aquel barrio ya que podria tener un bonito jardin propio.

-Siento llegar tarde, anoche dormí poco. Echaba de menos la lluvia y esas cosas.- me excusé.- Asrena....- murmuré, al poco caí de que mundo hablaba, un mundo desértico y con lagartos-humanos como habitantes.- Dime, ¿que tienes previsto?

El chico se disculpa ante la tardanza aunque a decir verdad si se hubiese dado un poco mas de prisa hubiese sido yo el que le estaría pidiendo disculpas. Sonrío al ver como se acerca preguntando sobre como iría el entrenamiento de hoy. A decir verdad ya le había visto hacer crecer sus enredaderas pero a decir verdad necesitaba comprobar cual era su verdadera capacidad.

Sin mediar palabra de mi bolsa comenzó a brotar arena formando un cuerpo humano de la misma complexión de Sandy. Solo alguien que hubiese estado con nosotros dos notaria que la figura que había sacado era uno de los prototipos de la muñeca.  -Te presento a Sandy.- Digo mientras cruzo las piernas  y hago ascender mi sillón quedando a una altura en la que puedo ver perfectamente el jardín y al chico. -Has aprendido ha hacer crecer a tus enredaderas ¿Verdad?-

El chico me mira extrañado ante mis palabras por lo que para resultar mas criptico todavía hago que la muñeca comience a mover el cuello como si calentase y de un par de palmadas acompañada de un par de saltitos pequeños. -Hoy ella será tu instructora. Aunque solo hay una pequeña condición que le pongo yo al entrenamiento. Nada de magia. Usa tu cuerpo y sobre todo.- Hago una pausa para señalar a mi muñeca. -¡Dale vida al dominio!- Casi sin darle tiempo a reaccionar le lanzo a la muñeca rápidamente propinándole un golpe con la palma de la mano en el pecho haciéndole retroceder casi un metro.

El retroceso es mas debido a pillarle por sorpresa que por la fuerza del golpe pero el chico comienza a quejarse por lo que lanzo a la muñeca a por él para cortar la retaila de quejas del muchacho. -¡Deja de quejarte y lucha! ¡Pon en practica esa imaginación de la que hacemos gala los brujos enano!-Le digo recostándome en mi sillón.

-Que solo estamos calentando.- Digo para mì mientras veo a mi muñeca propinarle una sonora colleja tras cogerle por la espalda.

Las palabras del brujo me sorprenden y aun mas el golpe que me suelta la muñeca hecha de arena, golpe que me hace recular. Nunca me habían dado un golpe de esa manera, la arena compactada hacia que el golpe fuese mas duro de lo que debería ser. <<¿Sin magia? Este tío esta loco>>, pero mientras pensaba eso me llovió una colleja por parte de la nueva instructora.

Cabreado metí ambas manos en las bolsas y saque dos puñados de bolas. Las tiré contra el suelo y oí con satisfacción el ruido de cristales al romperse.

-Creced,- la muñeca había avanzado para soltarme otro golpe pero se vio interrumpida por la furia de la naturaleza creciendo a una velocidad vertiginosa. Eran el mismo tipo de enredaderas que tenía en la habitación, aún no me había atrevido a probar las otras. Pronto estuve rodeado de plantas que se alzaban hacia el cielo.- Destrozad esa muñeca.- Con satisfacción vi como la muñeca aunque trataba de esquivar las enredaderas la acabaron pillando entre unas cuantas, simplemente eran demasiadas plantas. Contemple como las extremidades eran arrancadas por las plantas dejando la arena, ya sin vida, desparramada por el suelo.

-Baja tú a pelear, que debe ser muy cómodo observar sin hacer nada.-le reté mirando hacia el brujo sentado en el sofá levitatorio.

La muñeca comienza a encajar los golpes de las enredaderas. Al cabo de un rato dejo que la muñeca sea destrozada por las plantas del chico para dejarle pensar un poco. Suelto una carcajada ante la propuesta del chico a luchar yo mismo por lo que comienzo a hablar. -Y eso hago Enredo, eso hago. Es hora de practicar con los dominios.-

Mientras le hablo la muñeca se recompone rápidamente y le hago crecer las cuchillas de arena de los antebrazos. -Regla de oro del combate. Jamas pierdas tu objetivo.- Al acabar la frase lanzo la muñeca hacia el chico que ha dejado de mirarla para dirigirse a mí haciendo que a su paso cercene todas las plantas que se ponen a su alcance. Al llegar a la altura del chico corta las enredaderas dejando su cuerpo al descubierto agarrándolo por el cuello alzándole y lanzando al brujo fuera de su defensa. Casi sin darle tiempo a responder a sus propias plantas las cerceno y alejo a la muñeca dejándola subida a un árbol muerto cruzada de brazos.

Si el chico intentase de nuevo el movimiento de antes lo único que conseguiría será que las plantas crezcan y crezcan para acabar cortadas por la muñeca. Esto es un entrenamiento de dominio y, como tal, el dominio es imaginación. Ese es el verdadero sentido del entrenamiento de hoy. Alimentar su imaginación ante un combate real y ¿Qué mejor forma de hacerle reaccionar que esta?. Lanzo de nuevo a la muñeca a por el chico que, como había supuesto se defiende lanzando las enredaderas a lo loco.

La técnica del chico es cuanto poco, pobre y predecible, lo achaco a la falta de practica ante situaciones de estrés por lo que al llegar la muñeca a su altura y soltarle un bofetón y un buen empujón le hablo. -¡Usa las enredaderas chico! Haz uso de tu dominio como tiene que ser. ¡No las dejes crecer! ¡Hazlas crecer!-

Del cuerpo de la muñeca salen una treintena de pequeñas esferas que salen disparas hacia el cuerpo del chico. Si alguna de ellas impactase sobre el chico tendrían el mismo efecto que una pelota de goma lanzada por una pistola de los anti-disturbios.

Sin darme tiempo a responder la misma muñeca remodelada con cuchillas se lanza a cortar mis plantas, pero justo antes y sin que el brujo lo note hago que den semillas que caen a la tierra húmeda.

La muñeca me saca del circulo de enredaderas y corta el resto, repito la misma operación que antes y mas semillas caen al suelo. Vuelvo a sacar bolas de las bolsas pero la muñeca las corta como si nada. Pronto capto su pauta de ataque y las palabras del brujo me dan una pista. <<No tengo que usar el dominio como hasta ahora, si no que tengo que ir más allá>>. Vi a la muñeca a punto de lanzarme lo que parecían pelotas hechas de arena y no pude evitar recordar a Gaara con una de sus técnicas de arena. <<Si eso me da de lleno me van a salir unos buenos cardenales>>. Avance un paso y prácticamente grite:

-Protegedme,- las semillas que estaban a mis pies comenzaron a crecer pero no de la forma que yo esperaba, yo esperaba una pared vegetal que repeliese las bolas sin embargo las enredaderas hicieron otra cosa. Crecieron por mi cuerpo rodeándolo y deslizándose por encima de mi ropa y piel, no lo bastante rápido sin embargo ya que una de las bolas impacto contra mi hombro y otra se dirigía contra mi cara y tuve que poner el brazo para repeler el golpe, el impacto de bolas de arena compacta a esas velocidad me hizo soltar un grito de dolor. Pronto las plantas me rodearon por completo dejando un hueco para los ojos, por la forma me recordaba a una armadura medieval hecha de enredaderas. Sorprendido mire mis manos, pero estaban ocultas por una maraña de verde.

La muñeca volvió a la carga para cercenar de nuevo las plantas y antes de que llegase se me ocurrió una idea que podía funcionar. En el momento en que tuve a tiro su cuerpo hecho de arena le propine un puñetazo, sin embargo mi intención no era hacerle daño pues sabia que no podía, pero la acción era un tanto inesperada y la pille por sorpresa. En el momento en que mi "mano" hizo contacto con la superficie arenosa las enredaderas volvieron a moverse, pero hacia su cuerpo, sujetando sus brazos al principio para impedir que cortase nada y finalmente atándola por completo inmovilizándola. Yo di un paso atrás y contemple mi obra algo asombrado por que hubiese funcionado. Aun me dolían el hombro y el brazo pero miré sonriente al brujo.

Las esferas salen despedidas al chico que las bloquea de una manera cuanto menos, peculiar. Observo desde mi posición la maraña verde del chico y suelto una carcajada. Lanzo a la muñeca con las cuchillas reblandecidas para no acabar trinchando al chico pero al llegar a su altura hace algo que me hace arrugar la nariz.

El brujo le propina un puñetazo flojo y sin sustancia a la muñeca pero lo que me hace detenerla es el notar como de su puño salen enredaderas que comienzan de manera algo lenta a subir por el exterior de mi creación. Sonrío al ver que el chico parece ser que sigue mis consejos por lo que decido subir un poco el nivel del entrenamiento.

La maraña de enredaderas que oprime a mi muñeca comienza a temblar cuando parto a la mitad a la muñeca haciendo que su mitad inferior camine hacia atrás mientras que la superior se mantiene con los brazos cruzados negando con la cabeza. Uno las dos partes mientras hablo con el chico. -No esta mal el traje pero...- En la pausa comienzo a mover a la muñeca al rededor de él para que compruebe que su movilidad se ha vuelto muy reducida al encontrarse anclado en el suelo. -Ahora no puedes moverte. y por lo tanto eres el blanco mas fácil al que se ha enfrentado la niña.-

Del antebrazo de la muñeca sale una hoja larga que saca para empuñar como si de una katana se tratase. Lanzo a la muñeca a por el cuerpo liado del chico como si fuese a atacar con el arma pero hago que se agache para cogerlo por sorpresa afilando su pie para que al lanzar su pie contra sus piernas corte la base de las enredaderas barriendo al chico haciendo que separe los pies del suelo.

La muñeca le propina una patada a la altura de la espalda haciendo que el chico salga disparado contra un muro pudiendo escuchar un grito lastimero del interior de la maraña muerta de enredaderas al impactar el pie de la muñeca contra él. Mientras el chico vuela por el aire para estrellarse contra la pared, la muñeca se adelanta y lo agarra por las lianas sueltas tirando de él para evitar el choque y lanzarlo contra el suelo en dirección contraria.

El chico rueda por el pavimento envuelto en sus enredaderas hasta acabar postrado en el suelo. Al determinar que el entrenamiento ha quedado ya listo por hoy hago que la muñeca le ponga un pie en el pecho verde de su armadura y haciendo de su mano una cuchilla abra de un tajo la maraña para dejar al descubierto su pecho. -Bueno creo que es suficiente por hoy.- Le digo bajando mi sillón al suelo. -Ahora voy a curarte lo que sea que te haya producido el entrenamiento. Espero que hayas entendido el sentido de todo esto.- Le comento mientras me acerco al chico tumbado en el suelo y me apoyo sobre el hombro de mi muñeca.

-¿Puedes andar?- Le pregunto mirándole desde arriba. El verle tirado por el suelo lleno de enredaderas muertas me hace demasiada gracia. Mas de la que nunca podría asumir ante nadie. Creo que en ese último movimiento me he sobrepasado un poco al ver que las enredaderas están un poco manchadas de sangre por lo que quito a la muñeca de encima y hago levitar al chico.

-A ver dime que te duele.-

Sin poder preverlo me llovieron golpes por todas partes, pero gracias a la armadura vegetal los golpes se amortiguaron. Aún con todo el tirón que dio hacia atrás me abrió un labio haciéndome sangrar. El resultado fue que acabé por los suelos casualmente cerca de las primeras semillas que hice soltar. <<Al fin un golpe de suerte>>.

Di unas órdenes que el brujo no pudo oír y aunque él lo había dado por acabado me negaba a dejar aquella humillación impune, pensaba destrozar aquella figura de arena. El brujo abrió mi cobertura vegetal y me hizo levitar preguntándome que me dolía. <<Todo, pedazo de cabrón>>, pero no lo dije en voz alta, solo sonreí por que se la acababa de jugar.

La muñeca ahora inmóvil estaba atravesada por un aglomeramiento de enredaderas unidas formando una especie de taladro que habían surgido a su espalda. Las plantas se empezaron a desenrollar haciendo un efecto de aspa que esparció la arena por todo el patio.

-Regla de oro del combate. Nunca pierdas tu objetivo ¿no?,- dije con una sonrisa,- Y ahora si que se acabo que me duele toooooodo.

Le dije al brujo que no hacia falta que me curase, que podía hacerlo yo solo.

-Oye, que no te parezca mal. Ya había dado las ordenes antes de que dijeras que se acabó,- <<Podría haber parado pero..... quería un poco de venganza>>.- Que intenso, ¿esta es la diferencia de un año para otro?

Tras sacar al chico del capullo noto como mi figura esta siendo atacada por lo que me giro lentamente para ver como unas enredaderas destrozan a mi creación. Miro al brujo con una mirada de desaprobación y suelto un profundo suspiro dejándome caer sobre mi sillón que se acerca rápidamente a mi.

-Bueno, cuando seas mi objetivo, tendrás mi mirada sobre ti no te preocupes.- Hago que los granos se reagrupen a la espalda de mi sillón formando de nuevo la muñeca que saluda con la mano al chico desde atrás.

-No es solo una luna de diferencia Enredo.- Le digo haciendo que la figura se descomponga y forme un asiento para el chico. -Toma asiento si quieres.- Le digo señalando la silla. -Yo he tenido que aprender solo. No he tenido la suerte de poder pedir ayuda alguien. Para llegar a donde estoy han hecho falta muchisimas mas horas de las que puedes imaginar. Tu eres un novato, yo con el tiempo que llevas jugando con tus plantas yo no había conseguido muchos progresos. Creo que no había llegado ni al tema de las esferas lisas. También tienes que pensar que mi dominio..- hago una pausa para intentar encontrar una explicación racional pero continuo hablando sin haberla encontrado.

-Mi dominio es... para mi es muy sencillo, al igual que a ti el tuyo debería de serlo. He pasado la mayor parte de este año y pico practicando casi en todo momento a controlar la arena. Haciendo mis figuras y jugando con ellas. Simplemente puedo decirte que tienes que practicar, no tienes que imitar a nadie. Simplemente busca la forma en la que estés mas cómodo. Mis primeros meses no era capaz ni de levantar un muro fino de arena. Y anoche estuve moviendo dunas con mi amigo Koval. No se si le conoces. Suele ser de esta altura y brilla con llamas azules. Un buen tío en general.-

Al darme cuenta que comienzo a desperdigar me en mi conversación decido centrarme. -Muy bien. Esta ha sido la primera vez que has hecho algo por el estilo ¿Verdad? ¿Qué podrías decirme del entrenamiento?¿Alguna duda?- Digo entrelazando los dedos y recostándome en mi sitio.

Mire con desconfianza el sillón antes de sentarme, pensaba que podía deshacerse con facilidad, o que el brujo podía quitarlo para que me sentase en el suelo, pero no fue así. Incluso descubrí que era un asiento cómodo.

-Y me resulta sencillo, casi instintivo. Pero a la vez es muy complicado, quiero decir.... No me viste al principio, las plantas no me obedecían, y cuando lo hacían trataban de joderme para ser sinceros. Nuestros dominios son distintos, muchísimo. Para empezar las enredaderas no son tan versátiles como la arena, y es difícil encontrar un uso al dominio. Quiero decir que lo mas fácil con mi dominio es atar cosas, impedir que se muevan, pero yo no podría crear cosas como tu. Al fin y al cabo las plantas están atadas a la tierra, sacarlas de ahí significa la muerte.- dije pensativo.

-Koval.... Sí, sé quién es.- dije recordando al chico que ya había visto algunas veces.- Sí, ha sido la primera vez que hago algo como esto. ¿Dudas? Miles, para empezar qué hacer con mi dominio. Lo que pasa es que tienes razón, soy yo el que debe encontrar mi propio estilo para el dominio. Y en esto poca gente puede ayudarme.- repuse pensando en que tendría que encontrar cosas nuevas para mi dominio o si no me quedaría estancado.- Respóndeme una cosa, ¿como pensaste tu lo de las figuras de arena? Quizá así me saque alguna idea para lo mío.

-En realidad lo de las figuras... salio por que si. Quiero decir. Siempre me gusto hacer castillos en mi casa.- Dije sin saber muy bien que responder. -Las primeras veces que conseguí usar la arena simplemente eran nubes casi sin consistencia alguna. Se podría decir que es mi manera de jugar con ella.- Digo haciendo que un torrente de arena salga de mi bolsa partiéndose en dos formando un búho, exactamente igual que el que usaba de paraguas que nos sobrevuela y se posa en la oreja del sofá, y el otro torrente forma una especie de pez con grandes aletas que se queda flotando a mi lado mientras le acaricio.

-Ademas, no me digas no son monadas. Son pequeñas obras de arte. Son mis niños, todos y cada uno de ellos. Aun recuerdo mis primeras figuras. Que por cierto me dijo tu amigo Svarosky, también conocido como Atol, que os hicieron una visita cerca de una avenida y que mis amigos os vieron con ellos. Esos fueron mis primeros errores a decir verdad. Utilicé unas runas que salieron malos por lo que parecía. Ellos tenían que buscar presas, y por desgracia, vosotros erais unas presas demasiado sencillas.- Digo soltando una gran risotada.

-Pero no fue algo personal. Yo los solté en mi desierto. No se si lo has llegado a ver pero es precioso todo lleno de arena como esta hasta donde se pierde la vista. Allí solté a la manada y a un caballo.. por llamarlo de alguna manera... Lo bauticé como Pesadilla. No se que habrá sido de ese pobre desgraciado. Pero aun asi hay muchos prototipos de mis creaciones. En eso que estas sentado es uno de mis muñecos de practicas.- Digo señalando la silla donde esta el chico. -A decir verdad no es un buen prototipo, pero para jugar un rato no esta mal ¿No crees?-

-Oh, entonces aquellos lobos eran cosa tuya,- no podía enfadarme con el brujo ya que no tenia culpa alguna.- No te preocupes, eso fue hace mucho, no creo que ahora tuviera muchos problemas con ellos ¿no crees?,- dije riéndome.- Sí, he visto el desierto, aunque lamento discrepar en cuestión de gustos, es bonito, pero aun no he visto anda que supere la belleza del Macetero, el desierto está demasiado muerto, en la selva siempre hay vida, no importa donde mires. Por supuesto esa es mi opinión, y aunque respeto tu opinión no la comparto. Pero eh, tenemos algunas cosas en común supongo. Ambos somos humanos ¿no? ¿puedo preguntarte donde te criaste? Si no te parece incorrecto que lo haga.- dije arrugando un poco el ceño creyendo que se lo tomaría a mal.- Y por cierto, mas que para jugar será para apalizarme.- dije riéndome abiertamente.

Como era ya habitual, no mucha gente procesa el mismo afecto al desierto como yo. En el caso de Enredo tenia sentido, puesto que sus marañas no podrían crecer en los vastos suelos arenosos de Malyadar.

Las preguntas del chico comenzaron a centrarse en mi persona por lo que recostándome en sillón y suspirando comienzo a contarle el lugar donde me había criado. A decir verdad muchos datos de mi vida quedan en el tintero al no ver demasiado interés en darle datos de mi vida al chico. Esa era mi vida pasada y, a decir verdad, no me interesa que el chico sepa demasiado de quien era en la tierra.

Tras comentarle varias anécdotas al brujo empiezo a dar la conversación por terminada por lo que comienzo a recoger el sillón y el pez flotante en la bolsa para darle a entender que el entrenamiento de hoy ha concluido por completo. Tras despedirme del aprendiz y ponerle un par de tareas para su dominio me encamino a la torre Serpentaria para comer algo al notar mi estomago rugir.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Vac no alcanzó a su destino, a medio camino perdió altura repentinamente y se vio obligado a aterrizar en un tejado abandonado con cierta brusquedad. Se llevó las manos a las rodillas y flexionó estas últimas mientras tomaba aire, tratando de recuperar el control sobre si mismo. Mientras sobrevolaba la ciudad, su visión se había enturbiado repentinamente y había perdido la fuerza que le mantenía en el aire.

Su agotamiento estaba a punto de dejarle fuera de combate, ya le había pasado unas cuantas veces en los últimos meses, pero nunca fuera de su habitación. El griego maldijo, alzando la mano para apoyarse en una chimenea de ladrillo que había a su lado, pero los borde de su visión se tiñeron de negro y la chimenea osciló, dividiéndose en dos. Vac parpadeó confuso buscando aun un punto de apoyó, pero hizo la elección incorrecta y su mano atravesó la imagen de la chimenea, arrastrándole tras ella al suelo.

No llegó a sentir el golpe contra el tejado, estaba inconsciente mucho antes.

Noel sobrevoló la ciudad hasta el barrio de Luna Alta, en dirección al lugar donde Deferentia los instruía. Sin embargo, al poco de entrar en el espacio aéreo de la zona, la presencia de Feliks en uno de los tejados llamó su atención. El hado nunca había acudido a las clases con su fénix y se preguntó qué hacía por allí. De todos modos cabía la posibilidad de que Vac estuviese con él…

En cuanto estuvo lo bastante cerca como para ver el cuerpo del hado tirado sobre el tejado, aceleró el vuelo y aterrizó rápidamente sobre él, haciendo saltar unas cuantas tejas debido a la brusquedad.

—¿Vac? ¡Vac!
Por unos instantes el temor de que sus palabras en el cuchitril hubiesen sido agoreras en lugar de tratarse de una mera broma se apoderó de él, pero al acercarse pudo escuchar el sonido de la respiración de su hermano y sintió un gran alivio. No había tardado en imaginarse un nuevo ataque por parte de los mercenarios de Gar y su humor volvió a ensombrecerse de forma momentánea como durante los meses pasados. Se agachó para zarandearlo hasta que este dio signos de despertarse por fin y, a continuación, el draco lo ayudó a ponerse en pie.
—¿Qué te ha pasado? —inquirió con evidente preocupación en su tono de voz.

Los sueños de Vac no fueron agradables, y a pesar de que su consciencia trataba de recuperar el control para sacarlo de allí, el cuerpo y la mente del hado estaban completamente agotados, por lo que le fue completamente imposible regresar a la realidad. Unas horas después, la voz de su hermano tiró de él de vuelta a la consciencia, y el griego parpadeó confuso ante los zarandeos del draco.
-Para, para -le pidió al sueco con voz ligeramente pastosa, incorporándose con su ayuda y apoyando la espalda en la chimenea-. Estoy bien, o eso creo -masculló, frotándose los ojos y masajeandose las sienes, se sentía como si lo hubieran apaleado.
No sabía que había soñado, y apenas si recordaba como había llegado allí. Después de aterrizar en aquel tejado al perder altura el hado tenía la mente en blanco, y desistió de intentar recordar cuando le sobrevino una punzada de dolor en la cabeza al tratar de hacerlo.

Feliks estaba a su lado, y al parecer había estado vigilando su sueño, procurando que no le pasara nada. Se notaba mas descansado, eso tenía que reconocerlo, pero aun así seguía en un estado similar al que tenía cuando se había levantado aquella mañana.
-No estoy seguro, creo que no duermo lo suficiente -respondió a su hermano cuando ordeno sus ideas los suficiente-, y lo poco que duermo apenas me sirve para nada -añadió, mas para si que para el sueco-. ¿Qué hora es? -preguntó, tanteándose los bolsillos de la chaqueta. Dio con sus cigarrillos y sacó uno, encendiéndolo con su mechero y dejando que el humo plateado despejara sus ideas y le quitara el mal sabor de boca.

Por la posición del sol debía de estar empezando a atardecer, lo que significaba que llevaba unas cuantas horas recuperando sueño perdido. Estaba claro que no iba a llegar tan pronto como creía a la clase con Deferentia.

El sueco le dejó espacio a su hermano para que se acomodara y se sentó enfrente de él con los brazos cruzados mientras se explicaba.
—¿Que no duermes lo suficiente? No debes de dormir una mierda para haberte caído redondo de esta manera —le dijo tras responderle a su pregunta sobre la hora—. No puedes seguir así, ya se te notaba cansado últimamente pero no sabía hasta que punto estabas mal. ¿Qué habría ocurrido si por casualidad se hubieran pasado nuestros queridos amigos por aquí? —continuó empleando cierto tono de reproche. Era cierto que, dada su situación, quedarse indefenso de aquella manera como le habia sucedido a su hermano era altamente arriesgado—. ¿Te preocupa algo? —inquiró recuperando el matiz de preocupación en la voz. El draco recordaba su propia época de insomnio, motivada por un cúmulo de pensamientos agobiantes que lo atormentaban a diario.

La respuesta del draco le confirmó lo que ya sabía, llevaba varias horas en blanco. Escuchó con atención como su hermano le reprochaba lo que podría haber pasado si le hubieran encontrado los mercenarios de Gar en su lugar. Vac ya sabía todo eso, pero no lo había podido evitar, aunque empezaba a entender que tenía un problema. Se daba cuenta tarde, pero era demasiado testarudo para reconocerlo. Su hermano debía intuir que le pasaba algo, porque no tardó en preguntar.
-Al menos tenía a Feliks conmigo -dijo, en respuesta a las primeras palabras del sueco mientras palmeaba el costado de su compañero-, si hubiera pasado algo él me habría protegido.
No contesto inmediatamente a la pregunta de su hermano, no sabía como responder porque él mismo no sabía que le estaba pasando.

Tras unos instantes en los que trato de reflexionar sobre el asunto, el hado empezó a hablar, no muy seguro de lo que iba a decir.
-No lo se Noel, no se si me puede preocupar algo mas aparte de lo de Wen y esos gilipollas de Gar -empezó, exhalando el humo del cigarro y observándose las manos-. Esto de no dormir lo arrastro ya hace tiempo, y cuando concilio el sueño o caigo inconsciente me asaltan pesadillas que luego no recuerdo. No se que me pasa, pero hasta obtener magia me cuesta cada día mas. Es una chorrada, se lo que soy y lo acepto, pero aun así... no se, no se que decir. ¿No llegamos tarde a la clase con Deferentia?, se va a poner paranoica si no aparecemos -dijo, poniéndose en pie y tratando de cambiar de tema. Era cierto en cualquier caso que si no se ponían en marcha iban a llegar con retraso.