Luna Alta

Noel y Giz no tardaron en dirigir su vista hacia el suelo pues los escalones se iluminaban y emitían un sonido según los pisaban.
-Definitivamente el que vivía aquí debía ser sordo, o no entiendo como podría vivir tranquilo con tanto maldito ruido. Pareciera que estuviésemos pisando un piano en el suelo... como en algún videojue...
El draco se paró a media frase al tiempo que se le borró la sonrisa de la cara, siendo sustituída por una expresión de sorpresa.

Cuando Giz había puesto la mano sobre el picaporte de la puerta, todo se volvió loco. El suelo y las paredes comenzaron a moverse frenéticamente, y el primer institinto del sueco fue elevarse en el aire.
-¿Qué diablos...? ¡Giz!
Vio que su amigo estaba siendo arrastrado sin remedio a toda velocidad por la puerta sobre la cual tenía la mano y sin apenas pensarlo se lanzó en picado hacia él ayudándose de un hechizo de impulso para reforzar el empuje. Con los brazos extendidos consiguió atraparlo antes de que se alejase demasiado y desapareciese por alguna esquina del demencial pasillo. Suspendido en medio de aquel caos en el aire y con el goliat en brazos, observó unos instantes como las habitaciones se movían sin control.
-Bien, después de frustar los intentos de secuestro por parte de la puerta... ¿Qué hacemos ahora? La maldita campana ahora se está moviendo, pero creo que puedo seguir su sonido con bastante precisión...
Aún así la habitación se movía muy rápido, tenían que trazar alguna clase de plan para poder entrar en ella e investigarla.

Tras vaciar de humo purpura la buhardilla y acabar con las estanterías la voz de Dama Aroma resuena en mi cabeza diciéndome que ya se ocupará ella de esa zona y que puedo seguir explorando. "¿Como sabe donde estoy si no hay ventanas? Mierda Matt.. que puede que te este escuchando... Patata.. Patata grande y patatosa." Voy pensando en mis gilipolleces mientras hago que los ventiladores se vuelvan a mi cuerpo y formando de nuevo el grupo de mini muñecos en los dos originales.

Bajo a la sala donde están todos los chicos que nos cuentan sus periplos. Bostezo de nuevo contándoles lo que hay arriba mientras que con el abanico de arena termino de sacar los cúmulos de bruma por la ventana. Tras un ratito comienzo a dejar de sentirme tan adormilado. Noel decide que nos separemos y a mi me toca ir al patio con Gael y Adara. De camino vamos desactivando los hechizos que vamos encontrando que por suerte son sencillas de desactivar. Con mover de sitio las cosas o tocarlas para que se activen es suficiente.

Llegamos al patio y a decir verdad me quedo boquiabierto. -¿Verde? No puedo creerme que haya este tipo de flores por aquí.- Digo a los chicos. A decir verdad lo único que había visto verde en la ciudad fueron las malas hierbas que crecían en el torreón y poco mas.

Los chicos nos separamos. Adara sale volando y el colaespina de Gael se va hacia la izquierda. -Bueno chicos, nos toca.- Hablo con mis muñecos que los adelanto delante mía para ir pisando. Voy pisando por donde hago pisar a los niños y al no encontrar nada activo un hechizo de percepción que me hace centrarme en un caminito a mi derecha. Hago que los maniquís vayan andando hasta que me topo con algo que no me imaginaba que pudiese estar alli. -¿Columpios?- Me acerco a la fila de los columpios y mientras que uno de mis muñecos toquetea unas flores que me han dado un escalofrio con mi percepción el otro se acerca a los columpios que al parecer es lo que me ha hecho que salte mi hechizo.

El muñeco toca uno de los columpios y de manera instantánea el columpio sale disparado hacia delante como si le hubiese empujado con mala leche haciendo que al regresar golpea al muñeco partiendomelo por la zona del hombro y tirándolo un par de metros detrás aterrizando sobre una especie de helecho. -¿Pero que mierda?- Digo mientras veo como todos los columpios empiezan a seguir al primero moviendose de manera bastante brusca y haciendo un sonido algo chirriante al moverse. Cuando voy a arreglar al muñeco de arena este se ha disuelto por completo. -Buf.. mierda.. que pereza.- Cojo el monton de arena y lo hago arrastrarse por el suelo hasta llegar al otro muñeco que lo adapta a su cuerpo volviendo a tener la misma forma que tenia al entrar.

Los columpios siguen moviéndose bruscamente por lo que me acerco a ellos y me apoyo en la barra. -¿Y que hago con vosotros?- Al apoyarme en los columpios puedo notar una vibración extraña. "Me imagino que será por el vaivén." El chirriar de los columpios me esta poniendo nervioso. -Ai por dios parad de una vez- Les grito mientras que me echo las manos a la cabeza. "Me pone de los putos nervios este sonidito."

Los columpios siguen en movimiento por lo que les miro mal. "¡Parad de una puta vez!" Al momento todos los columpios se detienen. "¿Funcionó?" Me pregunto mientras avanzo hacia los columpios. Me fijo en un escarabajo del suelo que también esta inmóvil en pleno intento de echar a volar. "Oh... ha vuelto a pasar".

Me acerco al final del caminito que da a parar a la parte trasera del jardin. Un dolor punzante me atraviesa la cabeza y al echarme la mano a la cabeza los columpios vuelven a moverse. -Tiene que pararse de alguna manera.- Me digo mientras siguen moviéndose.

-A la mierda- Me digo a mi mismo mientras suelto toda la arena retenida en mi cuerpo menos la capa en la que tengo impresa las runas. Arrastro al muñeco que explota al llegar a la nube de arena formada por la desprendida por mi. -Dios que sonido mas asqueroso.- Digo con una mueca en la cara mientras la nube de arena se acerca al columpio que lo atraviesa sin dificultad haciendo su recorrido. "Tres.. dos... uno... ¡ahora!"

Cuando vuelve a atravesarlo creo un muro grueso de arena de unos treinta y cinco centímetros de grosor y la apelmazo para hacerla lo mas dura posible haciendo que el columpio choque haciendo un ruido metálico. Conforme choca el columpio hago avanzar la arena aprisionándolo dentro. -A ver si así paráis de una puta vez.-

Esperaba cualquier cosa tras agarrar el picaporte.

-Pero qué...-cualquier cosa excepto que la puerta intentara llevárselo a dar una vuelta rápida por la casa. Por suerte, no mucho después de notar el tirón, notó también como Noel tiraba de él en dirección opuesta. Soltó el manillar y se dejó coger por el draco-. Ufff... Gracias-a saber a dónde habría acabado yendo si hubiera seguido agarrado al manillar.

En cuanto comprobó que el suelo se movía, decidió que seguir agarrado a Noel no era mala idea. Por si fuera poco con el mareo que producía el verlo todo moverse a lo loco, los cambios de dirección de las fuentes de magia estaban comenzando a marear al asreniano. Acabó llegando a un punto en el que Giz se vio obligado a cerrar la gola.

Por un momento, la situación le hizo gracia. Parecían una parodia de los típicos cuentos terrestres con princesas indefensas, monstruos malignos y campanadas de boda; siendo aquí la princesa un lagarto; el príncipe, un draco y el malo, las campanas. Sin embargo pronto dejó sus estudios sobre la complejidad intelectual de los escritores de cuentos de la Tierra y se dispuso a barajar con Noel las opciones que tenían.

No tardaron en darse cuenta de que las habitaciones parecían se movían en un patrón fijo, por lo que decidieron que lo mejor era colocarse en el camino de la habitación de las campanadas, guiándose gracias al oído de Noel. Poco antes de que la pared de dicha habitación les golpeara, Giz los hizo intangibles a ambos. Una vez dentro deshizo el hechizo y plantó los pies en el suelo, agradeciendo que no se moviera.

Estaban dentro de una habitación amplia con baldosas blancas y negras, salteadas, y cuatro campanas moviéndose al unísono. Giz probó a abrir la gola, pero con todo el batiburrillo mágico que había, decidió que era más útil si la cerraba como medida preventiva para el mareo.

-¿Y ahora?-dirigió una mirada confusa a Noel-. ¿Probamos a pararlas?-no se le ocurría nada mejor.

—¿Pero qué es esto? Me cago en la leche. –¿Enredaderas? Espera, no sólo están las que van a por mis tobillos–. ¡Eh, no! Agh. –Me han encerrado, en casi un abrir y cerrar de ojos. Y encima hay otras subiendo por mis piernas–. ¡A la porra! –Dirijo un hechizo de corte a las enredaderas que tengo ya a la altura de los muslos– ¡Cuidado dónde tocáis! –y, a continuación, me lanzo con las alas endurecidas a cortar las que me han encerrado. ¡Coño, son más duras! Miro atrás y puedo comprobar que algunas se han detenido, mientras otras siguen–. Espera un momento… –¿Es coincidencia o solo se mueven las que les da la luz? Despliego un ala–. ¡Premio! –Se han detenido, tal como yo quería. Ahora… eh… me quedan las de enfrente, maldición. Agh, ¿qué puedo hacer? Hechizo, hechizo… la oscuridad sólo les detiene, así q– ¡Coño, parad de subir! –Hechizo de corte, más fuera. La hacer que les de la sombra no es una opción, no. Encima el fuego no funciona, maldita sea… Espera, Jack usaba un hech– ¡Joder! ¡Malditas furcias!

…

¿Dónde? ¿Qué he hecho? Eh… me recuerdo protestando contra las enredaderas con palabras mas o menos bonitas y luego… vacío… esta oscuridad. ¿Oh, es posible que este sea el hechizo que intentaba recordar? Me pregunto si estarán muertas de todo… Al menos parece que me han dejado de subir. Alzo el brazo y las enredaderas de enfrente, las más duras, ceden sin casi ofrecer resistencia. ¿Debería desconvocar ya el hechizo? Sí, podría estar consumiendo mis reservas de forma exagerada.

Regresa la luz con un destello repentino. Negro, negro. Puntos de luz. Borroso… borroso… Gradualmente recupero la visión, la conciencia llega de repente. ¡Por poco no me desmayo! Debo haber consumido demasiada magia, tengo que regresar ya con Gael y Matt. Alzo el vuelo un poco como puedo y con la vista baja, aún no puedo mirar demasiado hacia la luz. Cuando me alzo lo suficientemente alto veo los efectos de mi hechizo en parte de la vegetación. ¿Pero hasta donde lo he convocado? Cerca del perímetro de la zona climatizada empiezo a dejar ver enredaderas y otras plantas muertas. Se me ha ido la pinza, ¡con razón estoy como estoy ahora! Necesito sentarme un rato.

Y cuando aterrizo en el mismo lugar en el que he despegado, eso es lo primero que hago. Estoy agotada.

Apartó hierbajos con hocico y cola, rebuscando en el jardín hacia una zona donde creía haber sentido algo. Un montoncito de tierra se interpuso en su camino, pero al ir a rodearlo acabó cayendo de nuevo, resbalando entre tierra y plantas. Estando ya bajo tierra se incorporó y estiró sus patas para comprobar que no había torcido ninguna al caer. «Creo que te has llevado más hostias de muerto que de vivo, amigo» le dijo mentalmente al colaespina. En el tunel algo le llamó la atención, estaba cubierto de runas, y siguiéndolas llegó al interior de una caseta a la que se podía acceder desde el suelo. «Bingo. Pero ojalá hubiera sido Adara la que encontrase esto, seguro que entendía la función de las runas y si esconden algún truco». Las examinó con atención, recurriendo a su todavía escaso conocimiento del tema, y lo único que sacó en claro era que se detonaban desde la caseta, pero no sabía cuál era su función. «Lo mejor será empezar a borrar por las del túnel... espero que no sea una trampa o un truco». Con las patas del colaespina empezó a rasgar las paredes del tunel, para poder deformar las runas grabadas allí.

Tras ponerse de acuerdo el goliat y el draco lograron entrar en la habitación valiéndose del hechizo de intangibilidad que realizó Giz sobre ambos. Nada más entrar se volvieron tangibles de nuevo y observaron la sala. El suelo era ajedrezado y en ella había cuatro campanas... ¿Cuatro? El oído del draco enseguida notó que el tañido de la campana venía desde una única dirección, sin embargo las cuatro se movían...
-Creo que sólo una es de verdad -le dijo a Giz para posteriormente explicarle el por qué.

Se acercaron a una de las campanas que presumiblemente eran falsas y la examinaron. El tacto parecía real, pero ambos sabían que las texturas se podían imitar también con hechizos. Noel probó a darle un golpe con el hacha con el mismo resultado. Era una ilusión perfecta... salvo porque carecía de sonido.

Ya que no se les ocurría de que forma podrían desactivar el hechizo de ilusión, se centraron en la campana real. El sueco permaneció pensativo con los brazos cruzados unos instantes.
-Veamos... está sonando permanentemente, así que deberíamos suponer que el sonido tendrá que ver con toda la locura esa de ahí fuera -comentó pensativamente para luego encogerse de hombros-. Comprobémoslo.
Sin más lanzó un hechizo de insonorización que envolvió la campana.

Al instante las otras tres campanas ilusorias desaparecieron y el silencio volvió a reinar en la habitación. Al mismo tiempo, el draco y el asreniano pudieron notar que el cuarto se detenía. El circuito debía haber parado.
-Bingo -se volvió sonriendo hacia su amigo-. Ya casi lo tenemos.
No les llevó mucho rato más decidir que lo que tenían que hacer era quitar el badajo de la campana. Tras inspeccionar el interior de esta pudieron ver que estaba permanentemente levitando en su interior y siendo movida por algún hechizo. En cuanto Noel cogió el badajo con las manos y lo sacó, deshizo el hechizo de insonorización. Evidentemente la campana ya no tañía y pudieron comprobar, para su satisfacción, que la habitación se mantenía quieta.

En cuanto salieron al pasillo se cercioraron de que todo había parado y regresaron. Los demás debían estar ocupándose del jardín todavía.
-Ahí arriba había un parque de atracciones, pero ya lo hemos desmantelado -comentó cuando llegaron junto al resto- ¿Cómo os va a vosotros? ¿Dónde se ha metido Gael?
Depués de ponerse al corriente buscó a dama Aroma y le tendió el badajo de la campana.
-En parte ha sido decepcionante su falta de instinto asesino; pero bueno, aún así nos dio algún que otro quebradero de cabeza, aquí lo tienes -comentó sonriendo jocosamente.

Llegó el momento de cobrar, así que es hora de que empiece a negociar con lo que Noel me remarcó. Me levanto mientras la clienta está contando monedas y le interrumpo de la forma más correcta que se me ocurre.

—No se moleste con el pago aún, dama Aroma –le digo con tono decidido, pero sin dejar de lado la cortesía–. Conocemos de su interés por los grimorios que residen en la buhardilla, más debemos manifestar también una inclinación personal por los volúmenes que residen ahí arriba. –Clara, directa–. Nos agradaría que nos dejara echar un vistazo a los compendios ahí guardados. No se me escapa que sus conocimientos en materia de magia son extensos –No es peloteo vacío, creo firmemente en ello y así procuro que lo parezca–, así que en caso de que algunos grimorios no le resulten demasiado interesantes… –Dejo una brevísima pausa en la que se sobreentiende mi motivación–. Siempre podríamos encargarnos de esos.

A pesar del cansancio, Giz había acabado bastante contento. Estaba agotado, pero de alguna manera se lo había pasado bien. Había tenido que darle mucho al coco y había recordado que no tenía tan entrenada la gola como creía. Sin embargo, todavía se pondría más feliz cuando Adara sugirió lo de los grimorios y dama Aroma aceptó no dándoles uno a cambio, si no dos. En ese momento, Giz irradiaba tal cantidad de felicidad que debía ser casi cancerígeno.

-¡Muchísimas gracias, dama Aroma!-tuvo que contenerse un poco para sonar serio y no como un cosechado ante un tomo de magia básica- Puedes contar con nosotros para cualquier otra cosa-le dio la sensación de que esta vez no supo contenerse del todo. Su gola abriéndose y cerrándose involuntariamente le confirmó sus sospechas.

Entre todos, echaron un vistazo y se acabaron por decidir por un par de grimorios. Todos parecían útiles, por lo que la elección fue un poco al azar. Una vez con ellos en su haber, se despidieron de dama Aroma y el grupo partió de vuelta a casa. Si bien en un primer momento Giz había creído que la bruja los había utilizado para pasar el rato, ahora no podía caerle mejor.

Los días tras el incidente con el licantropo me mantuve cerca de Wedn lo máximo que pude intentando no agobiarla demasiado. Los momentos en los que no me encontraba cerca de ella siempre solía hacer que llevase cerca a alguna de mis pequeñas creaciones. No se si ella detectaba a sus silenciosos vigilantes pero yo me sentía mucho mas seguro dejando a buen recaudo a la chica.

Mis dos primeros meses han pasado de manera extraña al estar centrado en el estudio de mis habilidades como espectro de arena. En los únicos momentos en los que aparté mi atención en los libros fueron en los truncados ataques a la británica por parte de los mercenarios. Tras el último incidente decidí centrarme en otros asuntos para no acabar perdiendo la poca cordura que tengo. El brujo Enredo me fue de gran ayuda al pedirme que le guiase a la hora de sus practicas con su dominio.

A decir verdad no tenia ni idea de su dominio, yo nunca me había planteado como podrían ser otro tipo de dominio que no fuese la partícula de arena. El chico parecía algo perdido a mi parecer en lo que se trataba de control. Me recordaba a mi hace un año cuando intentaba levantar sin éxito si quiera una pequeña nube de arena. Y, a decir verdad, al ver ahora a mis creaciones me hacia estar orgulloso de lo que había conseguido por mi mismo.

Lo primero que teníamos que conseguir era un lugar donde poder entrenar tranquilos. Los jardines tenían lo necesario para el entrenamiento del chico pero, al pasar allí un par de días, acabé temiendo que en una de mis lecciones particulares acabase cabreando a Sepalian y me acabase convirtiendo en abono para sus queridas plantas por lo que la semana siguiente la pasamos buscando un lugar propicio para nosotros. El lugar escogido fue uno de los jardines muertos del barrio de Luna Alta.

Lo encontramos casi por casualidad pero, a decir verdad, parecía tener todo lo necesario para que entrenásemos. Las clases que le daba al chico no solo le resultaban a él fructíferas sino, en gran medida, me ayudaban a la hora de seguir practicando con mi querida arena. Nos llevamos bastantes horas de practica aunque al chico se le ve bastante motivado. Para mi gusto, su dominio es mucho menos versátil que el mio pero seguro que con maña se puede hacer algo bastante productivo con sus enredaderas. El control de un ser vivo me resulta interesante, sobre todo cuando descubrí que sus plantas podían hablar con Enredo. En esos momentos le envidio bastante dado que me encantaría saber que es lo que piensa mi arena de mi pero, siendo sinceros, al no estar viva puede pensar poco.

Intercalaba las clases con el chico con las mías propias haciendo que esos dos meses pasasen casi volando. Tanto por lo entretenido en ocasiones de nuestros entrenamientos como del desfase temporal que me proporcionaba mis propias practicas. Las noches solía pasarlas en Serpentaria aunque me dejaba caer en muchas ocasiones por el cuchitril a ver a mis amigos y comentarles las cosas de la torre para que estuviesen enterados de los movimientos de los nuevos.

La noche de la cosecha la había pasado con Gael en Arsena. Al enterarme que el era el cosechador de ese mundo no pude evitar implorarle casi de rodillas que me dejase acompañarlo para ayudarle con su búsqueda. Habíamos vuelto por la mañana del día siguiente visiblemente cansados de nuestra excursión aunque la visita fue la mar de entretenida al ir acompañado de un amigo como él.

En las dunas de Asrena maravillé al chico con mis trucos tontos de dominio. Moviendo dunas enteras y haciendo formas con ella. Un par de veces incluso me permití dar un susto a un pequeño grupo de Arsenianos con mis figuras haciendo que soltásemos unas buenas risotadas tanto Gael como yo. Agradezco esta noche bastante al divertirme como nunca. La sensación de libertad y de superioridad del momento me hacia crecerme de una manera que ya no recordaba de cuando estaba en la tierra.

Al volver de nuestra cosecha me despido de Gael y pongo rumbo al jardín donde había quedado con Enredo para continuar con su entrenamiento. Al llegar veo que el chico aun no ha llegado por lo que me lanzo un hechizo de vela para arrancar mi cansancio tirando lejos la pelotita resultante. Ese hechizo me seguía dando un poco de asco aunque la verdad de haberlo tenido en mi época joven de salidas terráqueas hubiese sido muy grande la cantidad de posibilidades que hubiese generado.

Saco de mi bolsa una buena cantidad de arena que al hacer contacto con el suelo comienza a aglomerarse formando un gran sillón orejero donde me siento apoyando mi cabeza en uno de los reposabrazos y dejando mis piernas caer en el otro mientras miro al cielo. "Bienvenidos a Rocavarancolia nuevos. Espero ver a mas de la mitad cuando toda la criba acabe." Esos pensamientos me hicieron volver a mi época de cosechado repasando cada momento vivido. Algunos me provocaban risa y otros simplemente, me ponían de muy mala leche.

Escucho unos pasos al fondo de la casa donde se encontraba el patio por lo que me incorporo acomodándome en el sillón y espero a que el chico este cerca para comenzar a hablarle. -Buenos días madrugador. ¿Preparado para una nueva clase? Hoy en Arsena he estado pensando en varias cosas que vamos a tener hoy en cuenta.-

Los meses que pasaron después de la salida a la playa transcurrieron muy rápido, principalmente por que no paré quieto en ese tiempo. Tenia mucho que hacer por mí mismo y además me cargaron con más trabajo un tanto inesperado.

Por un lado seguía asistiendo religiosamente a los entrenamientos de magia. A veces se apuntaba más gente, pero de forma general tan sólo éramos DL y yo. Además de eso DL estaba más raro que un perro verde, tenia cambios de humor que me desconcertaban al principio. Digo al principio por que pronto me di cuenta de las pautas que seguía. Era tan obvio que hasta yo me di cuenta, YO, que soy de lo más inepto en estas cosas. Sencillamente a DL le gustaba Shizel, y el que cargaba con su malhumor de forma casi constante era yo, salvo cuando Shiz estaba presente, en esos momento el humor del foner era increíblemente bueno. Le apoyé con aquello, soportando los días que parecía una colegiala con hormonas revolucionadas y el resto. También le iba soltando pullas e indirectas para que se lanzase de una maldita vez, pero o el foner me ignoraba en esos casos o de verdad no tenía ni idea de lo que le hablaba. Por mi parte a mí aquello me parecía fenomenal, y por eso y por que el foner era un buen amigo decidí brindarle mi apoyo.

Tema de amores aparte lo cierto es que mejoré una barbaridad en magia, llegué a sobrepasar con creces al foner, cuando busqué el por qué de este hecho me enteré de que las transformaciones dotadas de magia tenían varios escalafones y que los brujos estaban en un rango bastante alto mientras que los cambiantes estaban en el último escalón. Aún con esto y cuando hube pasado al foner le ayudé a mejorar su técnica para que no le sacara tanto y él no dejaba de sorprenderme con sus transformaciones, las cuales estaban cada vez mejor. Lo cierto es que el foner me agradeció ese hecho de una forma un tanto..... complicada. Su ayuda consistía en hacerme superar la timidez a base situaciones incómodas, y gracias a él lo cierto es que poco a poco me iba sonrojando menos y respondiéndole cada vez más a las insinuaciones que hacía. Pese a los altibajos nuestra relación de amistad se fortaleció y poco a poco hice mi primer mejor amigo.

Hablando de amigos estudiaba con Yttria siempre que se presentaba la ocasión, yo por mi parte estudiaba cosas sobre enredaderas y en qué mundos encontrarlas, concretamente a la bruja recuerdo haberle dicho en broma: "A este paso podré hacer una guía: "Enredaderas fantásticas y dónde encontrarlas"". A parte de eso también estudiaba un tema bastante complicado como eran las runas y el funcionamiento exacto de la magia. El segundo casi me hace querer tirarme al abismo un par de veces, pero con el apoyo de la bruja conseguí mantener la cabeza en su sitio.

Un día que estaba en la torre apareció Jack buscándome, lo primero que pensé fue que qué demonios querría de mi, pero luego recordé lo que me había propuesto y precisamente a eso venía. Le escuché atentamente y acepté unirme a su proyecto por dos razones, y ninguna era que fuese a pagarme que de hecho no lo hizo, pero con lo que conseguí a cambio me di por más que pagado. Esas razones fueron que podría visitar el mundo de Tap, lugar lleno de vegetación y del que podría sacar muchas de las semillas que había visto en los libros. Segundo, que podría trabajar con Sepalian, lo que era un gran honor y del cual aprendí muchas cosas útiles.

Mi primera visita al Macetero, pues así se llamaba aquel lugar, estuvo repleta de sorpresas, pues aunque había leído que en aquel lugar las cosas eran enormes no era lo mismo que verlo con tus propios ojos. En aquel lugar me sentí realmente pequeño, y por primera vez desde que me había transformado me sentí indefenso, como si aquel lugar pudiese tragarme para siempre. La flora era enorme y la fauna no se quedaba atrás. Si la avispa de Tap me había parecido grande no había esperado ver una pantera, aquel animal podía usarse como autobús sin exagerar. Por suerte gracias a Sepalian y su magia el felino se fue sin hacernos nada.

En aquel lugar tuve suerte de encontrar varias enredaderas, concretamente seis tipos distintos. Sin embargo y aunque mi felicidad era máxima el brujo me advirtió que tuviera mucho cuidado con dos de ellas, ya que poseían un veneno bastante potente y que más me valía saber algo de magia o de alquimia para poder elaborar antídotos, que quizás si trataba de controlarlas sin estar listo ellas podían acabar matándome. A pesar de lo críptico que a veces era el brujo conseguí aprender muchas cosas de él, desde cuidar plantas hasta magia para plantas. Al final acabé mi labor en aquel lugar y no volví más, pero era bueno saber que ya tenía permiso para regresar aunque fuese yo solo. Pero de momento no tenía prevista una vuelta pronta a aquel lugar, no hasta al menos haber dominado las plantas que ya poseía. Durante esos meses se me ocurrió una idea para poder usar las enredaderas en casi cualquier lado. La idea era sencilla, consistía en meter las semillas dentro de tierra muy húmeda, esa tierra la encerré en cristal formando unas pequeñas bolas cristalinas que estrellaría contra el suelo en caso de necesitar que mis plantas me protegiesen o atacasen. Acostumbré a llevar esas bolas dentro de un par de bolsitas que llevaba atadas al cinturón.

A parte de todo esto yo tenia un proyecto propio que finalicé durante esos meses, y que pensaba dar como un regalo a mis amigos próximos. El proceso me llevo bastante tiempo, ya que las runas eran un tanto complicadas y yo tenía que ser autodidacta, sin embargo al final me dieron buen resultado y las preparé. Planeé una cena para la gente a la que le iba a ofrecer mis regalos. Sin embargo cuando avise a Shizel éste me dijo que no estaría por aquí para cuando se diese la cena. Con pena le ofrecí la pulsera antes de tiempo explicándole como funcionaba. Y ahora fuese donde fuese yo sabría que estaba a salvo mientras no apretase el botón. Ingenuo de mi.

La noche de la cosecha se desató una tormenta bastante potente y prácticamente arrastré a Yttria al faro. Desde lo alto se podía contemplar gran parte de la tormenta y los relámpagos que llenaban el cielo con su resplandor.

-Ya hace un año, es increíble lo rápido que ha pasado ¿no te parece?.- dije mirando al horizonte.- Si hace poco más de un año me hubieras dicho todo esto jamás lo hubiera creído. Y sin embargo aquí estamos.

Oh, se me olvidaba un detalle importante. Durante esos meses entrené con Matt, el brujo de la arena, mi control sobre las enredaderas, cosa que me ayudó a mejorar notablemente. El día después de la cosecha había vuelto a quedar con él en nuestro lugar de entrenamiento, y aunque no se lo habia dicho a nadie si algún día abandonaba la torre de hechicería planeaba mudarme a aquel barrio ya que podria tener un bonito jardin propio.

-Siento llegar tarde, anoche dormí poco. Echaba de menos la lluvia y esas cosas.- me excusé.- Asrena....- murmuré, al poco caí de que mundo hablaba, un mundo desértico y con lagartos-humanos como habitantes.- Dime, ¿que tienes previsto?

El chico se disculpa ante la tardanza aunque a decir verdad si se hubiese dado un poco mas de prisa hubiese sido yo el que le estaría pidiendo disculpas. Sonrío al ver como se acerca preguntando sobre como iría el entrenamiento de hoy. A decir verdad ya le había visto hacer crecer sus enredaderas pero a decir verdad necesitaba comprobar cual era su verdadera capacidad.

Sin mediar palabra de mi bolsa comenzó a brotar arena formando un cuerpo humano de la misma complexión de Sandy. Solo alguien que hubiese estado con nosotros dos notaria que la figura que había sacado era uno de los prototipos de la muñeca.  -Te presento a Sandy.- Digo mientras cruzo las piernas  y hago ascender mi sillón quedando a una altura en la que puedo ver perfectamente el jardín y al chico. -Has aprendido ha hacer crecer a tus enredaderas ¿Verdad?-

El chico me mira extrañado ante mis palabras por lo que para resultar mas criptico todavía hago que la muñeca comience a mover el cuello como si calentase y de un par de palmadas acompañada de un par de saltitos pequeños. -Hoy ella será tu instructora. Aunque solo hay una pequeña condición que le pongo yo al entrenamiento. Nada de magia. Usa tu cuerpo y sobre todo.- Hago una pausa para señalar a mi muñeca. -¡Dale vida al dominio!- Casi sin darle tiempo a reaccionar le lanzo a la muñeca rápidamente propinándole un golpe con la palma de la mano en el pecho haciéndole retroceder casi un metro.

El retroceso es mas debido a pillarle por sorpresa que por la fuerza del golpe pero el chico comienza a quejarse por lo que lanzo a la muñeca a por él para cortar la retaila de quejas del muchacho. -¡Deja de quejarte y lucha! ¡Pon en practica esa imaginación de la que hacemos gala los brujos enano!-Le digo recostándome en mi sillón.

-Que solo estamos calentando.- Digo para mì mientras veo a mi muñeca propinarle una sonora colleja tras cogerle por la espalda.

Las palabras del brujo me sorprenden y aun mas el golpe que me suelta la muñeca hecha de arena, golpe que me hace recular. Nunca me habían dado un golpe de esa manera, la arena compactada hacia que el golpe fuese mas duro de lo que debería ser. <<¿Sin magia? Este tío esta loco>>, pero mientras pensaba eso me llovió una colleja por parte de la nueva instructora.

Cabreado metí ambas manos en las bolsas y saque dos puñados de bolas. Las tiré contra el suelo y oí con satisfacción el ruido de cristales al romperse.

-Creced,- la muñeca había avanzado para soltarme otro golpe pero se vio interrumpida por la furia de la naturaleza creciendo a una velocidad vertiginosa. Eran el mismo tipo de enredaderas que tenía en la habitación, aún no me había atrevido a probar las otras. Pronto estuve rodeado de plantas que se alzaban hacia el cielo.- Destrozad esa muñeca.- Con satisfacción vi como la muñeca aunque trataba de esquivar las enredaderas la acabaron pillando entre unas cuantas, simplemente eran demasiadas plantas. Contemple como las extremidades eran arrancadas por las plantas dejando la arena, ya sin vida, desparramada por el suelo.

-Baja tú a pelear, que debe ser muy cómodo observar sin hacer nada.-le reté mirando hacia el brujo sentado en el sofá levitatorio.

La muñeca comienza a encajar los golpes de las enredaderas. Al cabo de un rato dejo que la muñeca sea destrozada por las plantas del chico para dejarle pensar un poco. Suelto una carcajada ante la propuesta del chico a luchar yo mismo por lo que comienzo a hablar. -Y eso hago Enredo, eso hago. Es hora de practicar con los dominios.-

Mientras le hablo la muñeca se recompone rápidamente y le hago crecer las cuchillas de arena de los antebrazos. -Regla de oro del combate. Jamas pierdas tu objetivo.- Al acabar la frase lanzo la muñeca hacia el chico que ha dejado de mirarla para dirigirse a mí haciendo que a su paso cercene todas las plantas que se ponen a su alcance. Al llegar a la altura del chico corta las enredaderas dejando su cuerpo al descubierto agarrándolo por el cuello alzándole y lanzando al brujo fuera de su defensa. Casi sin darle tiempo a responder a sus propias plantas las cerceno y alejo a la muñeca dejándola subida a un árbol muerto cruzada de brazos.

Si el chico intentase de nuevo el movimiento de antes lo único que conseguiría será que las plantas crezcan y crezcan para acabar cortadas por la muñeca. Esto es un entrenamiento de dominio y, como tal, el dominio es imaginación. Ese es el verdadero sentido del entrenamiento de hoy. Alimentar su imaginación ante un combate real y ¿Qué mejor forma de hacerle reaccionar que esta?. Lanzo de nuevo a la muñeca a por el chico que, como había supuesto se defiende lanzando las enredaderas a lo loco.

La técnica del chico es cuanto poco, pobre y predecible, lo achaco a la falta de practica ante situaciones de estrés por lo que al llegar la muñeca a su altura y soltarle un bofetón y un buen empujón le hablo. -¡Usa las enredaderas chico! Haz uso de tu dominio como tiene que ser. ¡No las dejes crecer! ¡Hazlas crecer!-

Del cuerpo de la muñeca salen una treintena de pequeñas esferas que salen disparas hacia el cuerpo del chico. Si alguna de ellas impactase sobre el chico tendrían el mismo efecto que una pelota de goma lanzada por una pistola de los anti-disturbios.

Sin darme tiempo a responder la misma muñeca remodelada con cuchillas se lanza a cortar mis plantas, pero justo antes y sin que el brujo lo note hago que den semillas que caen a la tierra húmeda.

La muñeca me saca del circulo de enredaderas y corta el resto, repito la misma operación que antes y mas semillas caen al suelo. Vuelvo a sacar bolas de las bolsas pero la muñeca las corta como si nada. Pronto capto su pauta de ataque y las palabras del brujo me dan una pista. <<No tengo que usar el dominio como hasta ahora, si no que tengo que ir más allá>>. Vi a la muñeca a punto de lanzarme lo que parecían pelotas hechas de arena y no pude evitar recordar a Gaara con una de sus técnicas de arena. <<Si eso me da de lleno me van a salir unos buenos cardenales>>. Avance un paso y prácticamente grite:

-Protegedme,- las semillas que estaban a mis pies comenzaron a crecer pero no de la forma que yo esperaba, yo esperaba una pared vegetal que repeliese las bolas sin embargo las enredaderas hicieron otra cosa. Crecieron por mi cuerpo rodeándolo y deslizándose por encima de mi ropa y piel, no lo bastante rápido sin embargo ya que una de las bolas impacto contra mi hombro y otra se dirigía contra mi cara y tuve que poner el brazo para repeler el golpe, el impacto de bolas de arena compacta a esas velocidad me hizo soltar un grito de dolor. Pronto las plantas me rodearon por completo dejando un hueco para los ojos, por la forma me recordaba a una armadura medieval hecha de enredaderas. Sorprendido mire mis manos, pero estaban ocultas por una maraña de verde.

La muñeca volvió a la carga para cercenar de nuevo las plantas y antes de que llegase se me ocurrió una idea que podía funcionar. En el momento en que tuve a tiro su cuerpo hecho de arena le propine un puñetazo, sin embargo mi intención no era hacerle daño pues sabia que no podía, pero la acción era un tanto inesperada y la pille por sorpresa. En el momento en que mi "mano" hizo contacto con la superficie arenosa las enredaderas volvieron a moverse, pero hacia su cuerpo, sujetando sus brazos al principio para impedir que cortase nada y finalmente atándola por completo inmovilizándola. Yo di un paso atrás y contemple mi obra algo asombrado por que hubiese funcionado. Aun me dolían el hombro y el brazo pero miré sonriente al brujo.