Luna Alta
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Luna Alta
02/08/11, 06:35 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Barrio cercano a Rocavaragálago. Es una de las zonas de Rocavarancolia donde las calles están en mejor estado, generalmente con un aspecto casi lujoso. La mayoría de casas son grandes y están bien decoradas, en no pocos casos dignas de llamarse palacios, con pocas viviendas que sigan en ruinas. Cerca del centro del barrio se encuentra el famoso Palacete.
- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
24/04/12, 11:43 pm
-¿¿Dos meses??- exclamó Mánia incrédula, prácticamente ignorando el beso de Vlad.
¿Cómo había podido dormir dos meses? Recordaba haberle pedido al íncubo usar sobre ella un hechizo de parálisis para poder recuperar magia, pero era imposible que el hechizo hubiese durado tanto << He perdido demasiado el tiempo>> se quejó mentalmente. Tampoco hizo demasiado caso a la mención del palacete, pues la mención de la comida le hizo olvidar todo lo demás. Dos meses sin comer era mucho tiempo, y sentía como si su estómago hubiese empezado a devorarse a sí mismo...
Cuando Vlad dejó la habitación para ir a preparar la cena, Mánia aprovechó la ocasión para explorar. Ya que iba a esperar, al menos etaría entretenida. La estancia era circular, pequeña, de techo muy alto. Estaba bastante limpia, pero se notaba que había estado abandonada ddurante mucho tiempo. No tenía demasiado mobiliario; una cama garnde con dosel, que ocupaba la mayor parte de la habitación, un arcón a los pies de esta, un pequeño tocador y la mesa con la silla bajo la ventana donde el íncubo había estado leyendo. Mánia inspeccionó todos los cajones, escondites y recovecos del cuarto, sin dejarse ni un solo rincón por explorar, ni una mota de plvo por examinar. Le costaba andar, pues además de los músculos entumecidos la falda del camisón le molestaba, aun así era incapaz de estarse quieta. Se preguntó si no habría una habitación más grande para ella en el palacete, pero fue echar un vistazo por la ventana y tener por seguro que era perfecta para ella. Estaba sin duda en la estancia más alta dle palacete, y desde allí tenía una vista preciosa de las montañas y de parte de la ciudad, ahora devorada por las tinieblas. Se sentó en la silla y apoyó la barbilla sobre los codos, admirando el paisaje y balanceando las piernas que no le llegaban al suelo. Una araña saltó desde el marco de la ventana y sorprendió a la muchacha, que le dio un manotazo en pleno vuelo y la mandó al suelo. No tuvo tiempo para sorprenderse de sus propios reflejos, fijó la vista en el insecto y este echó a arder. Así aprendería a asustarla, así aprendería a intentar atacar a la señora de la torre... Subiendo los pies a la silla y abrazándose las piernas Mánia se echó a reír como una niña.
Cuando Vlad volvió a por ella, lo primero que hizo fue quitarle una de las dagas que llevaba y rajarse la falda del camisón para que dejara de molestarle. Quedó un poco por encima de la rodilla, y ya cómoda dejó que Vlad la llevase en brazos hasta el comedor. Había filetes, poco hechos, y sopa de calabaza (o eso parecía) Comió con ganas, dejando a un lado los modales, y se bebió la copa de vino de un trago, demasiado rápido para alguien que no estaba acostumbrado a tomar alcohol.
-¿No tienes agua?- le pidió, dejando la copa a un lado algo empachada por la comilona.- ¿Y dulce? Hace mucho que no tomo dulce...
Lo más dulce que había tomado desde que la cosecharon aparte de la sopa de calabaza que acababa de engullir fueron unas peras grandes que venían a menudo en las cestas. Los frutos que usaba para maquillarse estaban buenos, pero eran muy ácidos...
-Espera...
Buscó compulsivamente alguna superficie reflectante donde mirarse, y vio con horror que no llevaba nada de maquillaje
-¿¿Y mis pinturas?? ¿¿Dónde están mis pinturas??
¿Cómo había podido dormir dos meses? Recordaba haberle pedido al íncubo usar sobre ella un hechizo de parálisis para poder recuperar magia, pero era imposible que el hechizo hubiese durado tanto << He perdido demasiado el tiempo>> se quejó mentalmente. Tampoco hizo demasiado caso a la mención del palacete, pues la mención de la comida le hizo olvidar todo lo demás. Dos meses sin comer era mucho tiempo, y sentía como si su estómago hubiese empezado a devorarse a sí mismo...
Cuando Vlad dejó la habitación para ir a preparar la cena, Mánia aprovechó la ocasión para explorar. Ya que iba a esperar, al menos etaría entretenida. La estancia era circular, pequeña, de techo muy alto. Estaba bastante limpia, pero se notaba que había estado abandonada ddurante mucho tiempo. No tenía demasiado mobiliario; una cama garnde con dosel, que ocupaba la mayor parte de la habitación, un arcón a los pies de esta, un pequeño tocador y la mesa con la silla bajo la ventana donde el íncubo había estado leyendo. Mánia inspeccionó todos los cajones, escondites y recovecos del cuarto, sin dejarse ni un solo rincón por explorar, ni una mota de plvo por examinar. Le costaba andar, pues además de los músculos entumecidos la falda del camisón le molestaba, aun así era incapaz de estarse quieta. Se preguntó si no habría una habitación más grande para ella en el palacete, pero fue echar un vistazo por la ventana y tener por seguro que era perfecta para ella. Estaba sin duda en la estancia más alta dle palacete, y desde allí tenía una vista preciosa de las montañas y de parte de la ciudad, ahora devorada por las tinieblas. Se sentó en la silla y apoyó la barbilla sobre los codos, admirando el paisaje y balanceando las piernas que no le llegaban al suelo. Una araña saltó desde el marco de la ventana y sorprendió a la muchacha, que le dio un manotazo en pleno vuelo y la mandó al suelo. No tuvo tiempo para sorprenderse de sus propios reflejos, fijó la vista en el insecto y este echó a arder. Así aprendería a asustarla, así aprendería a intentar atacar a la señora de la torre... Subiendo los pies a la silla y abrazándose las piernas Mánia se echó a reír como una niña.
Cuando Vlad volvió a por ella, lo primero que hizo fue quitarle una de las dagas que llevaba y rajarse la falda del camisón para que dejara de molestarle. Quedó un poco por encima de la rodilla, y ya cómoda dejó que Vlad la llevase en brazos hasta el comedor. Había filetes, poco hechos, y sopa de calabaza (o eso parecía) Comió con ganas, dejando a un lado los modales, y se bebió la copa de vino de un trago, demasiado rápido para alguien que no estaba acostumbrado a tomar alcohol.
-¿No tienes agua?- le pidió, dejando la copa a un lado algo empachada por la comilona.- ¿Y dulce? Hace mucho que no tomo dulce...
Lo más dulce que había tomado desde que la cosecharon aparte de la sopa de calabaza que acababa de engullir fueron unas peras grandes que venían a menudo en las cestas. Los frutos que usaba para maquillarse estaban buenos, pero eran muy ácidos...
-Espera...
Buscó compulsivamente alguna superficie reflectante donde mirarse, y vio con horror que no llevaba nada de maquillaje
-¿¿Y mis pinturas?? ¿¿Dónde están mis pinturas??
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
06/05/12, 06:55 pm
Vlad observó atentamente cómo su ama devoraba la comida que había cocinado tan deprisa, y se alegró de que tuviera tanta hambre cómo para no percatarse de los pequeños fallos que había cometido con las prisas de la preparación. Se sirvió un par de copas de vino que bebió con tranquilidad mientras la chiquilla se terminaba de saciar su hambre lobuna. Deleitándose con los juegos de luz de su piel, bañada por los claroscuros de las fatuas llamas de las velas, erectas en sus fastuosos candelabros.
-¿Algo dulce…?- repitió, pensativo, ante la pregunta de su ama. Algo tenía preparado, creía recordar.- Un segundo, mi señora.
Se levantó rápidamente para marchar hacia la cocina de nuevo, moviendo la cola de un lado a otro, inquieto. Finalmente encontró una bandeja de plata, cubierta por una tapa semicircular. Allí estaba, el postre. Lo tomó con cuidado casi reverencial y la llevó de nuevo al salón, dónde Mánia estaba teniendo un pequeño ataque de nervios a causa de la desaparición de su maquillaje.
-Tranquilícese, ama.- comenzó a decir en tono apaciguador, mientras dejaba la bandeja ante ella.- Ya habrá tiempo de conseguir sus cosméticos, no se apure. Entre tanto… le he traído lo que me pidió.
Y, sin más dilación, destapó las viandas. Habría recurrido al manoseado tópico del “voila” francés. Por suerte para él y para la literatura, había olvidado el galo, así que se conformó con descubrir en silencio los escarchados corazones violetas, del tamaño de una manzana pequeña. Guiado por habladurías, había ido hacia la llamada Torre Leprosa, en busca de aquellos supuestos manjares, consciente de que en su hogar no habría nada dulce que ofrecerle a su ama cuando despertase. No había sido tarea fácil abrir en canal a aquellas molestas y ágiles criaturas, del tamaño de un perro, sólo armado con sus dos dagas y su machete. Había sido capaz de matar a cinco antes de que acudieran en bandada a devorarlo, y se vio obligado a huir, abrumado por la aplastante horda de piel blancuzca, provista de colmillos y garras afiladas cómo crueles cuchillas chillonas. Los cadáveres de sus enemigos vencidos aún pendían de ganchos en el sótano, abiertos y congelados con el mismo hechizo con el que había conservado aquellos bocados.
-Tengo entendido que están especialmente buenos. Supongo que sus propietarios también lo sabían, porque combatían cómo condenados para evitar que se los quitara. No fue cosa fácil y… bueno, son para usted.- dijo algo nervioso, poco acostumbrado a hacer regalos, mientras se rascaba la nuca, mirando al suelo.
Ahora cavilaba sobre dónde conseguir aquellos cosméticos que su ama tanto necesitaba. Había gastado todo su dinero en el vino, y quizás tardara en conseguir más. El truco de prostituirse y apuñalar le había funcionado un par de veces, pero sabía que la suerte no lo iba a acompañar siempre. En aquella ciudad habitaban monstruos más fuertes y más inteligentes que él, y de cruzarse con uno de ellos, sabía que la artimaña le podía costar cara. Quizás podía volver a negociar con el muchacho tuerto del burdel, aunque ese aire calculador no le gustaba en absoluto. Conocía esa expresión perfectamente: Había sido la que él usaba antes de que la Luna lo dotara de aquella perversa impulsividad. Quizás debiera informarse del precio de sus fluidos antes de volver a recurrir a él cómo intermediario. Un sexto sentido, del que normalmente está dotado todo aristócrata que se precie, le decía que le estaban engañando. Quizás fueran las reminiscencias aún presentes de su paranoia. De una forma u otra, tendría que sacar dinero de algún sitio…
-¿Algo dulce…?- repitió, pensativo, ante la pregunta de su ama. Algo tenía preparado, creía recordar.- Un segundo, mi señora.
Se levantó rápidamente para marchar hacia la cocina de nuevo, moviendo la cola de un lado a otro, inquieto. Finalmente encontró una bandeja de plata, cubierta por una tapa semicircular. Allí estaba, el postre. Lo tomó con cuidado casi reverencial y la llevó de nuevo al salón, dónde Mánia estaba teniendo un pequeño ataque de nervios a causa de la desaparición de su maquillaje.
-Tranquilícese, ama.- comenzó a decir en tono apaciguador, mientras dejaba la bandeja ante ella.- Ya habrá tiempo de conseguir sus cosméticos, no se apure. Entre tanto… le he traído lo que me pidió.
Y, sin más dilación, destapó las viandas. Habría recurrido al manoseado tópico del “voila” francés. Por suerte para él y para la literatura, había olvidado el galo, así que se conformó con descubrir en silencio los escarchados corazones violetas, del tamaño de una manzana pequeña. Guiado por habladurías, había ido hacia la llamada Torre Leprosa, en busca de aquellos supuestos manjares, consciente de que en su hogar no habría nada dulce que ofrecerle a su ama cuando despertase. No había sido tarea fácil abrir en canal a aquellas molestas y ágiles criaturas, del tamaño de un perro, sólo armado con sus dos dagas y su machete. Había sido capaz de matar a cinco antes de que acudieran en bandada a devorarlo, y se vio obligado a huir, abrumado por la aplastante horda de piel blancuzca, provista de colmillos y garras afiladas cómo crueles cuchillas chillonas. Los cadáveres de sus enemigos vencidos aún pendían de ganchos en el sótano, abiertos y congelados con el mismo hechizo con el que había conservado aquellos bocados.
-Tengo entendido que están especialmente buenos. Supongo que sus propietarios también lo sabían, porque combatían cómo condenados para evitar que se los quitara. No fue cosa fácil y… bueno, son para usted.- dijo algo nervioso, poco acostumbrado a hacer regalos, mientras se rascaba la nuca, mirando al suelo.
Ahora cavilaba sobre dónde conseguir aquellos cosméticos que su ama tanto necesitaba. Había gastado todo su dinero en el vino, y quizás tardara en conseguir más. El truco de prostituirse y apuñalar le había funcionado un par de veces, pero sabía que la suerte no lo iba a acompañar siempre. En aquella ciudad habitaban monstruos más fuertes y más inteligentes que él, y de cruzarse con uno de ellos, sabía que la artimaña le podía costar cara. Quizás podía volver a negociar con el muchacho tuerto del burdel, aunque ese aire calculador no le gustaba en absoluto. Conocía esa expresión perfectamente: Había sido la que él usaba antes de que la Luna lo dotara de aquella perversa impulsividad. Quizás debiera informarse del precio de sus fluidos antes de volver a recurrir a él cómo intermediario. Un sexto sentido, del que normalmente está dotado todo aristócrata que se precie, le decía que le estaban engañando. Quizás fueran las reminiscencias aún presentes de su paranoia. De una forma u otra, tendría que sacar dinero de algún sitio…
- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
07/05/12, 06:13 pm
Mánia miró con ojos golosos las chucherías que Vlad le presentaba. Cogió uno entre sus manos, y lo mordió sin hacer la más mínima mueca por el frío. Estaban deliciosos, de un dulzor almibarado que no llegaba a empalagar. Mánia lamía y sorbía los cristales de hielo en los que los corazones se fragmentaban. Tan solo acabó uno, y se llevó otro más en su paseo por el castillo.
Pidió a Vlad que le hiciese una visita guiada por lo que sería su nuevo hogar. El palacete no era muy grande, al menos no para lo que Mánia conocía de Libo, siendo propiedad de la alta nobleza, pero las habitaciones eran amplias, de techos altos y esa esencia orgullosa e imponente que le trajo gratos recuerdos de su mundo. También estaban bastante limpias para lo viejo que era el edificio.
-Has hecho un buen trabajo...- comentó lo más alto que su orgullo le permitía
El sótano fue la primera parada. Servía de bodega y alparecer también de despensa... de la forma más macabra imaginable. Había varios cadáveres repartidos, entre ellos los de los dragones cuyos corazones le habían servido de postre. Mánia decidió ignorar esos y buscar el más fresco de las criaturas de sangre roja. Un colaespina fue el elegido; lo desgarró con las uñas y se empapó los dedos con su sangre para pintarse la cara. Dos líneas rojas bajaban de sus ojos, y en las comisuras de sus labios teñidos de carmesí asomaban un par de colmillos dibujados. Un resultado tosco, como los primeros intentos en el torreón Letargo, pero válido a ojos de la chiquilla.
-Servirá, por ahora, pero no tardes en conseguirme maquillaje... -dijo observando su reflejo en una botella vacía.
Aparte del comedor y una pequeña cocina, había un gran salón con un piano que ni siquiera sonaba; varias habitaciones en los pisos superiores todas ricamente decoradas y que aun mantenían restos de sus antiguos propietarios, y un suntuoso baño. Mánia supuso que los retretes estarían fuera, y al asomarse a una ventana para comprobarlo vio entre la vegetación un adosado para el servicio. El jardín era una selva, y las plantas habían engullido incluso las estatuas, que se adivinaban bajo el musgo. Iban a necesitar bastante tiempo y magia... << Pero eso ya no es problema mio>> pensó felizmente, subiendo las escaleras a saltitos. Tener a alguien tan dispuesto a complacerla como Vlad le había devuelto gran parte de su antigua mentalidad de muñequita mimada de la nobleza.
Además de la torre en la que ella dormía había una más. Era un poco más grande y sus paredes estaban cubiertas de estanterías que casi llegaban a techo. Apenas conservaban la mitad de los libros que debían haber albergado, y entre los títulos Mánia solo encontró novelas históricas y biografías aburridas.
-Se han llevado todos los libros interesantes- se quejó.
Miró hacia arriba y vio, justo encima de las estanterías, una hilera de ventanucos por los que de día entraría algo de luz, aunque probablemente no la suficiente para iluminar toda la estancia. Mánia sonrió de forma pícara y saltó sobre un sillón para impulsarse. Trepó por las estanterías rápidamente y sin echar de menos siquiera sus garras, y llegó a la altura de los ventanucos. Tuvo que valerse de un hechizo para abrirlos, pero logró salir al exterior sin problema, pues era bastante menuda a pesar de lo estrecho del hueco.
Fuera hacía viento y frío, y estaba oscuro, pero a Mánia le encantó poder respirar aire fresco de nuevo. Llevaba mucho tiempo encerrada y estaba deseando salir, explorar el nuevo territorio donde se habían asentado y sobretodo probar su nuevo poder. Caminó agachada por el tejado, con cuidado de no resbalar con las tejas sueltas, y se encaramó al remate metálico de la torre.
-Desde aquí se ve todo el barrio!!- dijo ilusionada, mirando en todas direcciones. Era difícil distinguir edificios en la oscuridad, no había demasiadas luces, pero sí que podía decir cuáles estaban enteros y cuáles reducidos a escombros.- ¿Tendremos vecinos?- No le agradaba mucho la idea, pero ¿hacía cuanto que no se relacionaba con nadie más que sus compañeros...? o más bien ¿hacía cuánto que no se relacionaba con nadie aparte de Vlad? Tenía curiosidad y avidez por caras nuevas.... Quería ver las nuevas dimensiones de Rocavarancolia...
Pidió a Vlad que le hiciese una visita guiada por lo que sería su nuevo hogar. El palacete no era muy grande, al menos no para lo que Mánia conocía de Libo, siendo propiedad de la alta nobleza, pero las habitaciones eran amplias, de techos altos y esa esencia orgullosa e imponente que le trajo gratos recuerdos de su mundo. También estaban bastante limpias para lo viejo que era el edificio.
-Has hecho un buen trabajo...- comentó lo más alto que su orgullo le permitía
El sótano fue la primera parada. Servía de bodega y alparecer también de despensa... de la forma más macabra imaginable. Había varios cadáveres repartidos, entre ellos los de los dragones cuyos corazones le habían servido de postre. Mánia decidió ignorar esos y buscar el más fresco de las criaturas de sangre roja. Un colaespina fue el elegido; lo desgarró con las uñas y se empapó los dedos con su sangre para pintarse la cara. Dos líneas rojas bajaban de sus ojos, y en las comisuras de sus labios teñidos de carmesí asomaban un par de colmillos dibujados. Un resultado tosco, como los primeros intentos en el torreón Letargo, pero válido a ojos de la chiquilla.
-Servirá, por ahora, pero no tardes en conseguirme maquillaje... -dijo observando su reflejo en una botella vacía.
Aparte del comedor y una pequeña cocina, había un gran salón con un piano que ni siquiera sonaba; varias habitaciones en los pisos superiores todas ricamente decoradas y que aun mantenían restos de sus antiguos propietarios, y un suntuoso baño. Mánia supuso que los retretes estarían fuera, y al asomarse a una ventana para comprobarlo vio entre la vegetación un adosado para el servicio. El jardín era una selva, y las plantas habían engullido incluso las estatuas, que se adivinaban bajo el musgo. Iban a necesitar bastante tiempo y magia... << Pero eso ya no es problema mio>> pensó felizmente, subiendo las escaleras a saltitos. Tener a alguien tan dispuesto a complacerla como Vlad le había devuelto gran parte de su antigua mentalidad de muñequita mimada de la nobleza.
Además de la torre en la que ella dormía había una más. Era un poco más grande y sus paredes estaban cubiertas de estanterías que casi llegaban a techo. Apenas conservaban la mitad de los libros que debían haber albergado, y entre los títulos Mánia solo encontró novelas históricas y biografías aburridas.
-Se han llevado todos los libros interesantes- se quejó.
Miró hacia arriba y vio, justo encima de las estanterías, una hilera de ventanucos por los que de día entraría algo de luz, aunque probablemente no la suficiente para iluminar toda la estancia. Mánia sonrió de forma pícara y saltó sobre un sillón para impulsarse. Trepó por las estanterías rápidamente y sin echar de menos siquiera sus garras, y llegó a la altura de los ventanucos. Tuvo que valerse de un hechizo para abrirlos, pero logró salir al exterior sin problema, pues era bastante menuda a pesar de lo estrecho del hueco.
Fuera hacía viento y frío, y estaba oscuro, pero a Mánia le encantó poder respirar aire fresco de nuevo. Llevaba mucho tiempo encerrada y estaba deseando salir, explorar el nuevo territorio donde se habían asentado y sobretodo probar su nuevo poder. Caminó agachada por el tejado, con cuidado de no resbalar con las tejas sueltas, y se encaramó al remate metálico de la torre.
-Desde aquí se ve todo el barrio!!- dijo ilusionada, mirando en todas direcciones. Era difícil distinguir edificios en la oscuridad, no había demasiadas luces, pero sí que podía decir cuáles estaban enteros y cuáles reducidos a escombros.- ¿Tendremos vecinos?- No le agradaba mucho la idea, pero ¿hacía cuanto que no se relacionaba con nadie más que sus compañeros...? o más bien ¿hacía cuánto que no se relacionaba con nadie aparte de Vlad? Tenía curiosidad y avidez por caras nuevas.... Quería ver las nuevas dimensiones de Rocavarancolia...
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
07/05/12, 09:56 pm
Vlad siguió de un lado a otro a Mánia, apuntando mentalmente las nuevas tareas durante su devenir por el palacete. Libros y maquillaje. Aquello lo llevaba a la misma tesitura planteada anteriormente: Necesitaba dinero. Cuanto antes. Quizás debiera recurrir al invocador de demonios, aunque recelaba por naturaleza de él. Ahora, recapacitó, era parte de ese grupo de criaturas que se hombre se dedicaba a subyugar alegremente, y se debería andar con cuidado. Quizás debiera ir a recabar información sobre su transformación más concienzudamente antes de volver a encararse a él.
Sumido en estos pensamientos de carácter económico, hizo una reverencia ante Mánia ante el discreto reconocimiento, alagado.
-Vivo para serviros, mi señora.- dijo con voz aterciopelada, antes de seguirla a toda prisa hacia la pequeña biblioteca de la torre.
Contempló la lúgubre estancia bajo la tenue luz de las velas. Las estanterías estaban medio vacías, víctimas del saqueo, como un mausoleo profanado. Aquella visión dañaba los ojos rasgados de Vlad, en cuya vida los libros habían sido el único divertimento que lo sacaba de aquella burbuja de esfuerzo extenuarte diario impuesto por sus progenitores. Además, ahora la palabra escrita no sólo era un pasatiempo, sino un poderoso medio para sobrevivir en un medio hostil y desconocido, lleno de misterios e incógnitas cuyas respuestas sólo se hallaban plasmadas entre tapas de cuero.
El conde estaba terriblemente sumido en aquellos pensamientos. Quizás fuera por eso por lo que tardó demasiado en percatarse de que su ama estaba saliendo por la ventana. Alarmado y sacado de las profundidades de su psique de un golpe seco con ecos de silencio, se apresuró a seguirla, ejecutando atropelladamente un conjuro de levitación. Unos segundos después, salía volando a través de la ventana, flotando delante de Mánia, que disfrutaba de las magníficas vistas nocturnas sin aparentar ser consciente del tremendo peligro que corría pendiendo de aquel borde metálico y oxidado.
-Eh... Ama, creo que sería conveniente que bajara de ahí. La puedo coger y… bueno, llevarla a un lugar más seguro. El suelo, por ejemplo. Sí, el suelo sería una opción interesante. Además… tenemos cosas que hacer. Podríamos dar un paseo por la ciudad, si le apetece, e ir acostumbrándonos a los aires del lugar. ¿Qué le parece…?
Aunque Vlad de verás deseaba ver la ciudad y mostrársela más detenidamente a Mánia, gran parte del ofrecimiento tenía su por qué en el temor a que la muchacha se tronchara las piernas cómo palillos en la caída. Aunque tenía suficiente magia cómo para curarla, ver a su ama fracturada en el suelo, llorando de dolor, no estaba en su lista de cosas que visionar urgentemente.
Sumido en estos pensamientos de carácter económico, hizo una reverencia ante Mánia ante el discreto reconocimiento, alagado.
-Vivo para serviros, mi señora.- dijo con voz aterciopelada, antes de seguirla a toda prisa hacia la pequeña biblioteca de la torre.
Contempló la lúgubre estancia bajo la tenue luz de las velas. Las estanterías estaban medio vacías, víctimas del saqueo, como un mausoleo profanado. Aquella visión dañaba los ojos rasgados de Vlad, en cuya vida los libros habían sido el único divertimento que lo sacaba de aquella burbuja de esfuerzo extenuarte diario impuesto por sus progenitores. Además, ahora la palabra escrita no sólo era un pasatiempo, sino un poderoso medio para sobrevivir en un medio hostil y desconocido, lleno de misterios e incógnitas cuyas respuestas sólo se hallaban plasmadas entre tapas de cuero.
El conde estaba terriblemente sumido en aquellos pensamientos. Quizás fuera por eso por lo que tardó demasiado en percatarse de que su ama estaba saliendo por la ventana. Alarmado y sacado de las profundidades de su psique de un golpe seco con ecos de silencio, se apresuró a seguirla, ejecutando atropelladamente un conjuro de levitación. Unos segundos después, salía volando a través de la ventana, flotando delante de Mánia, que disfrutaba de las magníficas vistas nocturnas sin aparentar ser consciente del tremendo peligro que corría pendiendo de aquel borde metálico y oxidado.
-Eh... Ama, creo que sería conveniente que bajara de ahí. La puedo coger y… bueno, llevarla a un lugar más seguro. El suelo, por ejemplo. Sí, el suelo sería una opción interesante. Además… tenemos cosas que hacer. Podríamos dar un paseo por la ciudad, si le apetece, e ir acostumbrándonos a los aires del lugar. ¿Qué le parece…?
Aunque Vlad de verás deseaba ver la ciudad y mostrársela más detenidamente a Mánia, gran parte del ofrecimiento tenía su por qué en el temor a que la muchacha se tronchara las piernas cómo palillos en la caída. Aunque tenía suficiente magia cómo para curarla, ver a su ama fracturada en el suelo, llorando de dolor, no estaba en su lista de cosas que visionar urgentemente.
- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
10/05/12, 10:16 pm
Mánia se había puesto la mano a modo de visera, algo aparentemente absurdo pues estaba todo oscuro, pero a sus ojos una luz le deslumbraba... Un destello tintineante, como llamas al viento. La niña buscó el origen del brillo y descubrió un grupo de murciélagos flamígeros revoloteando alrededor de las torres del palacete, chamuscando y cazando mosquitos. Mánia dedicó su atención a las criaturas, fascinada, e invocó algunas llamitas imitando las de las alas de los murciélagos, tratando de atraerlos. No funcionó, siguieron cazando, y Mánia bufó y volvió su atención al íncubo, que había salido a buscarla.
-Es un lugar seguro-se defendió,poniéndose en pie sobre las tejas, aún agarrada al pico metálico.- Me gustan los sitios altos...
Sus ojos buscaron las llamas del murciélago más cercano, que sí parecía atraído por sus juegos. Invocó más llamas haciéndolas bailar entre sus dedos, solo para comprobar que el murciélago simplemente estaba despistado... o más bien había descubierto los mosquitos que rondaban a la niña en busca de su sangre. Mánia aplastó uno en su muslo y bufó con fastidio.
-Podríamos explorar los otros palacetes... No parece que estén habitados la mayoría. A lo mejor hay ropa decente en alguno...
La costumbre de coger lo que necesitaba de cualquier edificio vacío le había quedado de su criba. Acostumbrada a tener todos sus caprichos sin pagar por ellos más que una sonrisa fingida, no se le pasó por la cabeza que pudiera haber mercados en los que comprar ropa, mucho menos que necesitaban dinero para conseguirla.
El murciélago finalmente se acercó lo suficiente a Mánia, y la chica no pudo resistir la tentación... Se soltó del pico y saltó para agarrar al pobre animal, cayendo sin remedio desde la torre. Abajo estaba el patio y, aunque algunas plantas frenaron ligeramente la caída, no evitó que aterrizase con un desagradable crujido de huesos. Logró ponerse en pie, milagrosamente, y miró la mano que sujetaba al murciélago, que estaba demasiado tieso... El animal había muerto de un infarto, al parecer, y ella se había partido ambas piernas y la cadera, además, tenía la mano destrozada por quemaduras y mordiscos, provocados por el murciélago en un intento desesperado por escapar.
-Se ha muerto- fue lo único que dijo, mirando al Vlad que aun seguía en lo alto de la torre. No sabía si le había oído pero... << Voy a gastar mucha magia si curo esto...>> -Vlad!! Baja aquí y cúrame!!- gritó.
-Es un lugar seguro-se defendió,poniéndose en pie sobre las tejas, aún agarrada al pico metálico.- Me gustan los sitios altos...
Sus ojos buscaron las llamas del murciélago más cercano, que sí parecía atraído por sus juegos. Invocó más llamas haciéndolas bailar entre sus dedos, solo para comprobar que el murciélago simplemente estaba despistado... o más bien había descubierto los mosquitos que rondaban a la niña en busca de su sangre. Mánia aplastó uno en su muslo y bufó con fastidio.
-Podríamos explorar los otros palacetes... No parece que estén habitados la mayoría. A lo mejor hay ropa decente en alguno...
La costumbre de coger lo que necesitaba de cualquier edificio vacío le había quedado de su criba. Acostumbrada a tener todos sus caprichos sin pagar por ellos más que una sonrisa fingida, no se le pasó por la cabeza que pudiera haber mercados en los que comprar ropa, mucho menos que necesitaban dinero para conseguirla.
El murciélago finalmente se acercó lo suficiente a Mánia, y la chica no pudo resistir la tentación... Se soltó del pico y saltó para agarrar al pobre animal, cayendo sin remedio desde la torre. Abajo estaba el patio y, aunque algunas plantas frenaron ligeramente la caída, no evitó que aterrizase con un desagradable crujido de huesos. Logró ponerse en pie, milagrosamente, y miró la mano que sujetaba al murciélago, que estaba demasiado tieso... El animal había muerto de un infarto, al parecer, y ella se había partido ambas piernas y la cadera, además, tenía la mano destrozada por quemaduras y mordiscos, provocados por el murciélago en un intento desesperado por escapar.
-Se ha muerto- fue lo único que dijo, mirando al Vlad que aun seguía en lo alto de la torre. No sabía si le había oído pero... << Voy a gastar mucha magia si curo esto...>> -Vlad!! Baja aquí y cúrame!!- gritó.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
14/05/12, 12:00 am
Vlad se mantuvo en el aire, inmóvil, mientras contemplaba los veloces acontecimientos que se atropellaban ante sus ojos, con el semblante congelado en un gesto de incrédulo y pálido terror inexpresivo. Sus ojos se mantuvieron quietos cómo los de una estatua de mármol durante unos segundos, contemplando a la chiquilla en el suelo. Y es que, tras haber oído aquel sonoro crack de huesos al partirse cómo palillos, estaba recapacitando seriamente si le había dado un infarto. Instantes más tarde, al escuchar la voz de su ama, apremiando desde abajo, reunió el valor suficiente cómo para buscarse el pulso en el pecho. Tras unos rápidos y bruscos tanteos, concluyó en que el corazón aun le latía, aunque había amenazado con partirle las costillas y salirle disparado de la caja torácica, para posiblemente darle en la cara a algún desafortunado transeúnte nocturno. Cuando la sangre le volvió a fluir por la cabeza con normalidad y el cerebro volvió a funcionar, salió disparado hacia el suelo, en busca de la chiquilla. Y es que los engranajes de su mente giraban a mil revoluciones por segundo y amenazaban con salirse de sus ejes y darle un buen leñazo a alguien en su viaje rotatorio hacia la libertad.
Más concentrado en los huesos de Mánia que en las nuevas y preocupantes tendencias de sus órganos internos de escapar de sus respectivos lugares en violentas tentativas con intenciones violentas, el conde rodeó a la chiquilla, con sumo cuidado. Frenético, hizo un rápido diagnóstico del problema. Y es que había estado contemplando tanto tiempo absorto la perfecta belleza de su señora que no le era muy difícil comprobar que las cosas no estaban en el lugar en el que deberían estar. Parecía que, presas de un arranque anárquico, el esqueleto de la chiquilla hubiera decidido revolverse contra el orden establecido y, de cintura para abajo, irse cada cual por su lado. No sería tan grave si en el intento no se hubieran quebrado como astillas.
Sorprendido por la impasibilidad de la niña ante el brutal trauma óseo que padecía, Vlad decidió colocar rápidamente los huesos en su lugar, impresionado ante el silencio de su ama que cualquier humano hubiera llenado con agónicos gritos muy poco varoniles. Cuando se aseguró de que todas las articulaciones estaban donde debían estar y que las piernas no se doblaban por unas nuevas en ángulos extraños, se armó de toda la energía que pudo obtener y lanzó los hechizos de curación con velocidad y precisión profesionales gracias a los litros de adrenalina que le recorrían las venas.
Cuando estuvo seguro de que Mánia estaba entera y sana de nuevo, se irguió con expresión aparentemente serena, para poco después dejarse caer al suelo cuan largo era, presa del cansancio provocado por el estrés. Una vez sobre la verde y mullida colcha de espesura, cerró los ojos y lanzó un largo suspiro de alivio y extenuación.
-Si la señorita lo encontrara oportuno…-comenzó a decir con voz débil.- podríamos ir... de visita… al gran palacio del barrio. Es bastante… llamativo, y aun no he... estado allí.
Y tras decir esto, entró en uno de aquellos sueños de vigilia, en los que más descansaba que dormía, pues el conde aun no había aprendido a hacerlo de otra forma. Eludiendo a los enemigos que pudieran aprovechar el momento para asaltarle y a los que acechaban en los rincones oscuros de su mente, Vladimir decidió tomarse aquel merecido medio descanso, que su cuerpo descuajeringado tanto le pedía.
Más concentrado en los huesos de Mánia que en las nuevas y preocupantes tendencias de sus órganos internos de escapar de sus respectivos lugares en violentas tentativas con intenciones violentas, el conde rodeó a la chiquilla, con sumo cuidado. Frenético, hizo un rápido diagnóstico del problema. Y es que había estado contemplando tanto tiempo absorto la perfecta belleza de su señora que no le era muy difícil comprobar que las cosas no estaban en el lugar en el que deberían estar. Parecía que, presas de un arranque anárquico, el esqueleto de la chiquilla hubiera decidido revolverse contra el orden establecido y, de cintura para abajo, irse cada cual por su lado. No sería tan grave si en el intento no se hubieran quebrado como astillas.
Sorprendido por la impasibilidad de la niña ante el brutal trauma óseo que padecía, Vlad decidió colocar rápidamente los huesos en su lugar, impresionado ante el silencio de su ama que cualquier humano hubiera llenado con agónicos gritos muy poco varoniles. Cuando se aseguró de que todas las articulaciones estaban donde debían estar y que las piernas no se doblaban por unas nuevas en ángulos extraños, se armó de toda la energía que pudo obtener y lanzó los hechizos de curación con velocidad y precisión profesionales gracias a los litros de adrenalina que le recorrían las venas.
Cuando estuvo seguro de que Mánia estaba entera y sana de nuevo, se irguió con expresión aparentemente serena, para poco después dejarse caer al suelo cuan largo era, presa del cansancio provocado por el estrés. Una vez sobre la verde y mullida colcha de espesura, cerró los ojos y lanzó un largo suspiro de alivio y extenuación.
-Si la señorita lo encontrara oportuno…-comenzó a decir con voz débil.- podríamos ir... de visita… al gran palacio del barrio. Es bastante… llamativo, y aun no he... estado allí.
Y tras decir esto, entró en uno de aquellos sueños de vigilia, en los que más descansaba que dormía, pues el conde aun no había aprendido a hacerlo de otra forma. Eludiendo a los enemigos que pudieran aprovechar el momento para asaltarle y a los que acechaban en los rincones oscuros de su mente, Vladimir decidió tomarse aquel merecido medio descanso, que su cuerpo descuajeringado tanto le pedía.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
14/05/12, 09:11 pm
Mánia se quedó inmóvil mientras Vlad le curaba los huesos rotos. La cara de susto que traía el íncubo le hizo reír a carcajadas, pero las aplacó al notar que era más difícil que los huesos se quedasen en su sitio si no paraba de moverse.
-La mano- dijo tendiéndosela, humeante y llena de ampollas.
Una vez curada se puso en pie y caminó por la hierba a grandes zancadas, mirándose los pies. Necesitaba una pedicura urgente...<< Ojalá tuviese esmalte de uñas...>> Mientras ella paseaba por las zonas más despejadas del jardín, Vlad le proponía una excursión, un palacete mucho más grande y vistoso que el que habían elegido como vivienda. Sonaba bien, sonaba muy bien. Creyó conveniente añadir el esmalte de uñas a su lista de objetos imprescindibles y de primera necesidad, que el íncubo debía conseguirle, pero al girarse para darle la orden lo encontró desplomado en el suelo, exhausto.
-Eh! No es hora de dormir!- le reprendió, dándole una patada en el costado.
Ciertamente no eran horas de dormir para ella, que había estado dos meses en letargo... Por suerte para Vlad, algo distrajo a Mánia de la regañina: Era un comunicado. A Mánia casi le da un vuelco al corazón al oír el nombre de su mundo, de su tierra. Prestando atención a la noticia, acabó soltando un bufido.
-¿Pena de exilio? ¿En un desafío? Se están volviendo locas...
Lo habitual en Libo era ejecutar al hombre que desafiaba a la noble en caso de que fallara, Mánia ya había visto bastantes casos de ese tipo, demasiados casos para la opinión de las altas esferas. Mánia negó con la cabeza y miró a Vlad echado en el suelo. No parecía el tipo de hombre que desafiaría a una noble de Libo, y al mismo tiempo sí lo parecía. Cuando era más pequeña, Mánia solía jugar a imaginarse como duquesa; ¿sería capaz de mandarle ejecutar si fallase? Mánia se acuclilló junto al hombre y le apartó el pelo para verle la cara.
-Si me fallas... definitivamente lo haré.
Dejó al íncubo dormido en la hierba y entró de vuelta al palacete, a registrar y devorar todos los libros que encontrase a su paso...
Ya estaba bien entrada la mañana cuando Mánia se dio cuenta de que había amanecido. Estaba absorta, leyendo una recopilación de biografías de los reyes arácnidos para niños, que tenía unas adorables y sangrientas ilustraciones. Se estiró en el diván donde había estado echada y salió en busca de desayuno. No había nada listo para comer directamente, todo necesitaba cocinarse, por lo que necesitaría a Vlad
-Hmmm....
Salió al jardín, y lo encontró exactamente en el mismo sitio donde lo había dejado. Le dio unos toquecitos con el pie para despertarle, y se puso a hacer dibujos con las gotas de rocío en su piel.
-Vlad, levanta, tengo hambre. ¿Y no decías que me ibas a llevar a otro palacete? Venga, despierta- le ordenó, en un tono que más que una ama imponente parecía una niña despertando a sus padres en día de fiesta.
-La mano- dijo tendiéndosela, humeante y llena de ampollas.
Una vez curada se puso en pie y caminó por la hierba a grandes zancadas, mirándose los pies. Necesitaba una pedicura urgente...<< Ojalá tuviese esmalte de uñas...>> Mientras ella paseaba por las zonas más despejadas del jardín, Vlad le proponía una excursión, un palacete mucho más grande y vistoso que el que habían elegido como vivienda. Sonaba bien, sonaba muy bien. Creyó conveniente añadir el esmalte de uñas a su lista de objetos imprescindibles y de primera necesidad, que el íncubo debía conseguirle, pero al girarse para darle la orden lo encontró desplomado en el suelo, exhausto.
-Eh! No es hora de dormir!- le reprendió, dándole una patada en el costado.
Ciertamente no eran horas de dormir para ella, que había estado dos meses en letargo... Por suerte para Vlad, algo distrajo a Mánia de la regañina: Era un comunicado. A Mánia casi le da un vuelco al corazón al oír el nombre de su mundo, de su tierra. Prestando atención a la noticia, acabó soltando un bufido.
-¿Pena de exilio? ¿En un desafío? Se están volviendo locas...
Lo habitual en Libo era ejecutar al hombre que desafiaba a la noble en caso de que fallara, Mánia ya había visto bastantes casos de ese tipo, demasiados casos para la opinión de las altas esferas. Mánia negó con la cabeza y miró a Vlad echado en el suelo. No parecía el tipo de hombre que desafiaría a una noble de Libo, y al mismo tiempo sí lo parecía. Cuando era más pequeña, Mánia solía jugar a imaginarse como duquesa; ¿sería capaz de mandarle ejecutar si fallase? Mánia se acuclilló junto al hombre y le apartó el pelo para verle la cara.
-Si me fallas... definitivamente lo haré.
Dejó al íncubo dormido en la hierba y entró de vuelta al palacete, a registrar y devorar todos los libros que encontrase a su paso...
Ya estaba bien entrada la mañana cuando Mánia se dio cuenta de que había amanecido. Estaba absorta, leyendo una recopilación de biografías de los reyes arácnidos para niños, que tenía unas adorables y sangrientas ilustraciones. Se estiró en el diván donde había estado echada y salió en busca de desayuno. No había nada listo para comer directamente, todo necesitaba cocinarse, por lo que necesitaría a Vlad
-Hmmm....
Salió al jardín, y lo encontró exactamente en el mismo sitio donde lo había dejado. Le dio unos toquecitos con el pie para despertarle, y se puso a hacer dibujos con las gotas de rocío en su piel.
-Vlad, levanta, tengo hambre. ¿Y no decías que me ibas a llevar a otro palacete? Venga, despierta- le ordenó, en un tono que más que una ama imponente parecía una niña despertando a sus padres en día de fiesta.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
15/07/12, 10:08 pm
- Spoiler:
- Vlad se levantó lentamente, entumecido, mientras intentaba reorganizar su mente mientras la voz dulce y apremiante y las suaves caricias lo sacaban de su vigilia. Abre los ojos y vio a su ama acuclillada a su lado, jugando con el agua que el rocío había dejado sobre su piel. Un poco entumecido, forzó los mecanismos de su mente a comenzar a girar, resistiéndose estos al principio, chirriando molestos, machacando entre sus dientes la molesta chatarra que el sopor atascaba en los engranajes.
-¿Cuánto llevo durmiendo…?- preguntó en voz alta, más para si mismo que para su compañera.- Oh, creo recordar que quedan unos filetes de colaespina que podría hacer… y tendré que coger las armas y… Pasemos dentro, creo que podré organizarme mejor.
Se levantó de un salto y marchó a paso decidido dentro del palacete. Se dirigió primero a la cocina, pues saciar a Mánia era su principal prioridad. Rápidamente, pero no por ello siendo menos cuidadoso, Vladimir preparó un buen filete, dejándolo poco echo. Tras servirlo en la mesa con cubertería para ella sola, fue a tomar sus armas, colocándose los cintos y asegurándose de llevar cuanto pudiera necesitar en materia de armamento.
Se miró al espejo de la habitación de lo alto de la torre, para asegurarse de que todo estaba en su sitio. Se percató entonces que, bajo sus pantalones ajustados, el bulto de su erección intentaba llamar su atención, apremiante. Ciertamente, desde que había tenido lugar su transformación, esa sexualidad olvidada durante una adolescencia reprimida y brutalizada por su nueva naturaleza lo instaba cada poco tiempo a saciar sus ansias de placer, sobre todo tras despertar. Por supuesto, esto era una novedad para el conde, que, dada la ligereza de su sueño y la cautividad a la que había sometido a sus instintos hormonales, no había sido muy dado a tener alteraciones físicas de tal índole.
Se lamió los dedos y sus garras, pensativo, barajando la posibilidad de calmar sus ánimos por la vía rápida mientras Mánia comía para así estar más sobrio y centrado en el viaje. No tardó en convencerse a sí mismo y tomó asiento en el hueco de la ventana, apoyándose en el marco de esta y contemplando la ciudad, mientras se retiraba las vestiduras en pos de su sexo cautivo. Tomó su endurecido miembro entre sus manos, tenso por su apetito insaciable de placer. Su mano lo rodeó con suavidad y cierta delicadeza, disfrutando del contacto largo tiempo ansiado, y comenzó a masturbarse lentamente, usando únicamente el índice y el pulgar en un principio, atrapándose en un abrazo semejante a un anillo, jugando con el deseo de cubrirse por entero con la mano. Mientras el ritmo aceleraba lentamente, entrecerró los ojos y, lamiéndose los dedos, comenzó a fantasear con su ama, imaginando que sus caricias para despertarlo hubieran estado dirigidas a otra parte de su cuerpo diferente al torso. Un buen despertar, sin duda. Se relamió pensando en su lengua, en sus manos y en su piel blanca cómo el alabastro moviéndose sobre él, cómo una muñeca que engañosamente aparenta ser frágil, en sus garras recorriéndole y en el sabor de sus pircings….
Unos gemidos leves escaparon de su garganta, mientras echaba la cabeza hacia atrás, ahogándolos para que no resonaran por todo el palacete, pues había dejado la puerta abierta. La velocidad de su mano se había vuelto frenética y poco a poco se iba aproximando al deseado clímax. Mientras se acercaba a ese apoteosis, unos temblores lo recorrieron por completo y, imaginando no ser él quien tomara su miembro, terminó deshaciéndose en un explosivo éxtasis.
Aún aturdido, se limpió valiéndose de la lengua e intentó volver a la realidad. Su ama debía de estar acabando de comer. Se levantó, se ajustó la ropa y bajó escaleras abajo a su encuentro.
-¿Marchamos ya, mi señora? -Inquirió con una leve inclinación, mientras se echaba la capa por encima.
Las puertas del jardín se abrieron y, tras dejar marchar a las dos sombras en la noche, se volvieron a cerrar, sumiendo de nuevo la calle en el silencio.
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- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
23/07/12, 08:54 pm
Mánia siguió felizmente a Vlad hasta el comedor del palacete y se sentó a la mesa a devorar su desayuno con ansia. Rocavarancolia no había podido con su personalidad caprichosa y mandona, pero sí con sus modales y su paladar exquisito, aunque esto ultimo no tardaría en recuperarlo.
Al acabar, fue a buscar algun lugar donde asearse un poco. Se lavó bien la cara y bajó a la bodega en busca de más sangre púrpura con la que maquillarse. El vestido horrible y destrozado que llevaba era la unica ropa a su alcance por le momento, por lo que encontrar ropa nueva en abundancia y acorde a sus gustos era su máxima prioridad.
Vlad había desaparecido de pronto. Bueno, en realidad no sabía cuanto tiempo llevaba el íncubo ausente, tampoco es que le prestara demasiada atención salvo cuando lo necesitaba para algo, pero tenían que irse ya... Subió a su dormitorio a por sus armas, que debían estar por algun sitio guardadas y a medio camino se topó con él.
-No puedo salir desarmada- le espetó como si fuese la mayor obviedad del mundo y Vlad un estúpido por no haberse dado cuenta.
Se colocó las garras que para su sorpresa y agrado estaban limpias y bien afiladas y rescató algunas de sus joyas, como las orejas de oro, tal vez su recuerdo más preciado de Libo.
-Ahora sí. Vámonos- Ordenó regresando a la entrada y saliendo por la puerta.
Sigue en el Palacete.
Al acabar, fue a buscar algun lugar donde asearse un poco. Se lavó bien la cara y bajó a la bodega en busca de más sangre púrpura con la que maquillarse. El vestido horrible y destrozado que llevaba era la unica ropa a su alcance por le momento, por lo que encontrar ropa nueva en abundancia y acorde a sus gustos era su máxima prioridad.
Vlad había desaparecido de pronto. Bueno, en realidad no sabía cuanto tiempo llevaba el íncubo ausente, tampoco es que le prestara demasiada atención salvo cuando lo necesitaba para algo, pero tenían que irse ya... Subió a su dormitorio a por sus armas, que debían estar por algun sitio guardadas y a medio camino se topó con él.
-No puedo salir desarmada- le espetó como si fuese la mayor obviedad del mundo y Vlad un estúpido por no haberse dado cuenta.
Se colocó las garras que para su sorpresa y agrado estaban limpias y bien afiladas y rescató algunas de sus joyas, como las orejas de oro, tal vez su recuerdo más preciado de Libo.
-Ahora sí. Vámonos- Ordenó regresando a la entrada y saliendo por la puerta.
Sigue en el Palacete.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
10/08/12, 01:07 am
Vlad volvió al interior de su palacete, cruzando distraídamente la verja y los jardines para volver al oscuro y bizarramente hogareño edificio que desde hacía tiempo habían convertido en su morada. Un tanto cansado, cruzó las estancias, cargando el saco y sin pararse mucho a comparar el lujo decadente y las viejas glorias de los escudos nobiliarios ya herrumbrosos con su antiguo hogar en la Tierra, cómo solía hacer cuando no estaba enfrascado en la lectura o corriendo de un lado a otro en busca de dinero o recursos con los que evitar que él y su ama murieran de inanición. Y para pagar sus lujos y sus caprichos, que dibujaban esas sonrisas infantiles en su rostro que tanto lo gratificaban. Pero no estaba situación de pararse a pensar. Estaba cansado y los miembros le pesaban más de lo normal, y tenía la mente embotada por el sopor del agotamiento. Era una ardua tarea seguirle el ritmo a Mánia, convencerla para que no se pusiera en peligro o para hacerla entrar en razón en general, y necesitaba un descanso.
Aunque aún debía ser diligente, o la casa correría el riesgo de caer presa del abandono y el caos en el que se hallaba sumida, o incluso peor. Fue a colocar en el vestidor de su ama todas las nuevas prendas que habían encontrado en el Palacete, que no eran en absoluto pocas. Y no fue hasta que las vio todas en su sitio, en un perfecto orden simétrico y funcional, listas para que Mánia fuera probárselas y las volviera a desordenar, cuando se retiró a sus aposentos.
Dejó la puerta entornada y se apresuró hacia el borde de su cama, dónde se desnudó lentamente, casi sin fuerzas. Se quitó los cintos, disfrutando de ese placer indescriptible de retirarse las tiras de cuero cargadas de hierros afilados y pesados que parecían tirar de él hacia el suelo, cómo liberándose. Prosiguió eliminando la escasa vestimenta que llevaba puesta, que no eran más que los pantalones, las botas y los brazaletes de cuero tachonado. Finalmente desnudo, se acomodó entre las sábanas, casi sin taparse, dado que su excitación casi constante le hacía estar acalorado a prácticamente todas horas.
Poco después de limpiarse los dedos con su larga lengua con lentitud reptiliana, cerró los ojos y, vencido por el cansancio y el sueño, se echó a dormir.
Aunque aún debía ser diligente, o la casa correría el riesgo de caer presa del abandono y el caos en el que se hallaba sumida, o incluso peor. Fue a colocar en el vestidor de su ama todas las nuevas prendas que habían encontrado en el Palacete, que no eran en absoluto pocas. Y no fue hasta que las vio todas en su sitio, en un perfecto orden simétrico y funcional, listas para que Mánia fuera probárselas y las volviera a desordenar, cuando se retiró a sus aposentos.
Dejó la puerta entornada y se apresuró hacia el borde de su cama, dónde se desnudó lentamente, casi sin fuerzas. Se quitó los cintos, disfrutando de ese placer indescriptible de retirarse las tiras de cuero cargadas de hierros afilados y pesados que parecían tirar de él hacia el suelo, cómo liberándose. Prosiguió eliminando la escasa vestimenta que llevaba puesta, que no eran más que los pantalones, las botas y los brazaletes de cuero tachonado. Finalmente desnudo, se acomodó entre las sábanas, casi sin taparse, dado que su excitación casi constante le hacía estar acalorado a prácticamente todas horas.
- Spoiler:
- Se frotó la erección distraídamente con los dedos, casi sin ganas de tener un orgasmo. Tardó un rato, en su estado de adormecimiento, en tomar fuerzas suficientes cómo para masturbarse en condiciones. Mientras cerraba los ojos y se relamía tímidamente, echando la cabeza hacia atrás sobre la almohada, recordó la noche que había pasado con Mánia en el palacete, y en aquel paraíso aterciopelado de la habitación de los cojines. Mientras recordaba cada centímetro de inmaculada y suave piel de su ama sobre él, fue aumentando el ritmo, ansioso por terminar, hasta que finalmente alcanzó el narcótico clímax, en el que tuvo que dejar escapar un leve gemido apagado por el sueño y el cansancio. La velocidad fue descendiendo tan rápido cómo había aumentado, y su mano se deslizó con delicadeza de su miembro a su torso, limpiando sus jugos de su blanca piel.
Poco después de limpiarse los dedos con su larga lengua con lentitud reptiliana, cerró los ojos y, vencido por el cansancio y el sueño, se echó a dormir.
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- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
10/08/12, 01:27 am
Mánia llegó pletórica dando saltitos y esquivando las grietas en los adoquines mientras caminaba. Vlad llevaba todo su botín, por supuesto, y ella sencillamente se limitaba a seguirle canturreando. Al llegar su casa rápidamente se quitó la ropa y correteó por su habitación mientras el íncubo ordenaba sus nuevas prendas en el vestidor. Parecía demasiado cansado como para prepararle un baño, así que, como única excepción lo hizo ella misma valiéndose de magia. El baño del palacete, menos lujoso que los que habían visitado aquella tarde, tenía una bañera de patas de león más grande y profunda que la que tenían en Letargo, así que Mánia se hundió durante al menos una hora en agua prácticamente hirviendo. Cuando estuvo limpia se quedó un buen rato delante de su ropa nueva. Hacía tiempo que planeaba una visita a sus antiguos compañeros, para saber cómo les iba. No es como si le importasen... (o al menos nunca lo reconocería) pero sí que tenía curiosidad, pues apenas sabía de sus transformaciones. De oída sabía que parte estaba en una torre cerca de la Plaza de la Fuente. << Mañana podría ir a echarle un vistazo...>>
Fue al cuarto de Vlad a informarle de sus planes y se lo encontró profundamente dormido. Trepó sobre él pero no hubo forma de despertarle, estaba claro que estaba agotado. << Me habré pasado un poquito?>> Se hizo un ovillo a su lado y se durmió también, dejando su decisión en el aire hasta el dia siguiente...
---------------------------
No había manera, Vlad nos e despertaba y ella quería irse. En un acto desesperado, le escribió una nota dándole el día libre y decidió ir por su cuenta. Prácticamente vació el vestidor al completo para elegir una vestimenta adecuada y estrenó su novísimo set de maquillaje. Sus garras estaban listas pero le faltó el detalle de las provisiones, olvidándose completamente incluso de desayunar. Salió como un relámpago por la puerta probando su velocidad ahora que no tenía que cargar con el peso del íncubo, saboreando el sentimiento de absoluta libertad.
''Vlad, he ido a ver a los demás. A lo mejor vuelvo en el día. Mánia~''
Sigue en la Torre Serpentaria.
Fue al cuarto de Vlad a informarle de sus planes y se lo encontró profundamente dormido. Trepó sobre él pero no hubo forma de despertarle, estaba claro que estaba agotado. << Me habré pasado un poquito?>> Se hizo un ovillo a su lado y se durmió también, dejando su decisión en el aire hasta el dia siguiente...
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No había manera, Vlad nos e despertaba y ella quería irse. En un acto desesperado, le escribió una nota dándole el día libre y decidió ir por su cuenta. Prácticamente vació el vestidor al completo para elegir una vestimenta adecuada y estrenó su novísimo set de maquillaje. Sus garras estaban listas pero le faltó el detalle de las provisiones, olvidándose completamente incluso de desayunar. Salió como un relámpago por la puerta probando su velocidad ahora que no tenía que cargar con el peso del íncubo, saboreando el sentimiento de absoluta libertad.
''Vlad, he ido a ver a los demás. A lo mejor vuelvo en el día. Mánia~''
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- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
26/08/12, 12:15 am
Vlad despertó de su placentero y profundo sueño, aun sedado por los sopores oníricos, se enderezó en la cama y se encontró, sorprendido, con una nota de su ama, dándole el día libre al completo. Optó por no preocuparse por la seguridad de Mánia, sabiendo que podría apañárselas perfectamente sola. El único inconveniente podría ser, quizá, que tuviera que rascarle con estropajo las tripas de algún individuo con el que hubiera tenido algún encontronazo durante su siguiente baño. Tras preguntarse qué diablos podría hacer durante su tiempo libre, se decidió por ir a dar un paseo por el cementerio pues, a fin de cuentas, eran lugares tranquilos dónde se sentía normalmente bastante a gusto en La Tierra, y no había visitado el de Rocavarancolia. Se vistió rápidamente, se echó los cintos y las armas encimas, y marchó resuelto a través de las escaleras, estancias y jardines hasta la puerta de hierro, que cerró tras de sí.
Continúa en el Cementerio
Continúa en el Cementerio
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- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
04/09/12, 06:55 pm
Mánia llegó con una extraña sensación de derrota, a pesar de haber conseguido lo que quería... Más o menos. Aprovechando la Luna Roja y el revuelo con los recién transformados, había recuperado sus sandalias de oro macizo y algunas cosas que se había dejado en el torreón. Decidió dejar atrás la lencería, pues tampoco era suya, y podría venirle bien a alguna pobre damisela que quisiera huir de la horteridad y el mal gusto.
Después de un baño que de nuevo tuvo que prepararse ella sola (Vlad estaba fuera por alguna razón) se vistió de forma sencilla y empezó a preparar el viaje. Hizo la lista de cosas que necesitaba, la coartada que utilizaría y los hechizos que le harían falta para mantenerla. Algunas debía comprarlas y eso no le hacía especial gracia. Luego vació completamente su armario y seleccionó la ropa que se llevaría. Nada de oro, lo que dejaba fuera muchas de sus joyas y complementos. Nada de orejas de gato y nada de calaveras con cuernos, emblemas de la nobleza y los andróginos. Por suerte el rojo y el violeta no estaban vetados, y había conseguido muchas prendas de tela de rejilla y cuero que podía usar. Se haría con algo de dinero de Libo para comprar ropa nueva.
-Necesitaré una casa también.- pensó en voz alta- Un apartamento sencillo estará bien, y...
¿Y qué haría con Vlad? Se había acostumbrado a su compañía y a sus atenciones ¿Se lo llevaría? << ¿Y si no quiere venir?>> pensó, preocupada. Había tomado a Vlad por un complemento más, como un bolso o una espada que te llevas de viaje, pero llevárselo a su tierra natal durante un tiempo indefinido... Se sentó en la cama con su lista en el regazo, esperando a que el íncubo llegase.
Después de un baño que de nuevo tuvo que prepararse ella sola (Vlad estaba fuera por alguna razón) se vistió de forma sencilla y empezó a preparar el viaje. Hizo la lista de cosas que necesitaba, la coartada que utilizaría y los hechizos que le harían falta para mantenerla. Algunas debía comprarlas y eso no le hacía especial gracia. Luego vació completamente su armario y seleccionó la ropa que se llevaría. Nada de oro, lo que dejaba fuera muchas de sus joyas y complementos. Nada de orejas de gato y nada de calaveras con cuernos, emblemas de la nobleza y los andróginos. Por suerte el rojo y el violeta no estaban vetados, y había conseguido muchas prendas de tela de rejilla y cuero que podía usar. Se haría con algo de dinero de Libo para comprar ropa nueva.
-Necesitaré una casa también.- pensó en voz alta- Un apartamento sencillo estará bien, y...
¿Y qué haría con Vlad? Se había acostumbrado a su compañía y a sus atenciones ¿Se lo llevaría? << ¿Y si no quiere venir?>> pensó, preocupada. Había tomado a Vlad por un complemento más, como un bolso o una espada que te llevas de viaje, pero llevárselo a su tierra natal durante un tiempo indefinido... Se sentó en la cama con su lista en el regazo, esperando a que el íncubo llegase.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
04/09/12, 08:04 pm
Vlad franqueó las rejas del jardín del palacete. Cruzó las estancias en busca de su ama, que hacía las maletas, empacando aparentemente todo lo imprescindible, lo cual significaba, en términos de Mánia, una cantidad considerable de objetos.
-¿A dónde vamos?- inquirió el conde, enarcando una ceja. Su ama le contó rápidamente la reunión del consejo y lo que a Libo concernía. Sopesó la situación detenidamente.
Ahora mismo podía recibir clases del nigromante y comenzar su entrenamiento de verdad. Acceder a poder de verdad. Lo había deseado desde la salida de la Luna… Pero ahora había algo más importante. Había edificado una vida alrededor de alguien, y le parecía poco leal dejarla ahora. Además, no tenía intención de quedarse solo en aquel agujero: Le costaría acostumbrarse a no ir recogiendo ropa y recolocándola.
-Bueno…-suspiró, encogiéndose de hombros- Supongo que tendré que guardar esto…
Seguidamente, se retiró los cintos que le unían a sus múltiples armas e introduciéndolos en uno de aquellos sacos mágicos que desafiaban las leyes de la física.
-¿Cuándo nos vamos? Cuénteme el plan, por favor.-dijo mientras iba recogiendo metódicamente, con la habilidad que da la experiencia, y empacando todo para la travesía.
-¿A dónde vamos?- inquirió el conde, enarcando una ceja. Su ama le contó rápidamente la reunión del consejo y lo que a Libo concernía. Sopesó la situación detenidamente.
Ahora mismo podía recibir clases del nigromante y comenzar su entrenamiento de verdad. Acceder a poder de verdad. Lo había deseado desde la salida de la Luna… Pero ahora había algo más importante. Había edificado una vida alrededor de alguien, y le parecía poco leal dejarla ahora. Además, no tenía intención de quedarse solo en aquel agujero: Le costaría acostumbrarse a no ir recogiendo ropa y recolocándola.
-Bueno…-suspiró, encogiéndose de hombros- Supongo que tendré que guardar esto…
Seguidamente, se retiró los cintos que le unían a sus múltiples armas e introduciéndolos en uno de aquellos sacos mágicos que desafiaban las leyes de la física.
-¿Cuándo nos vamos? Cuénteme el plan, por favor.-dijo mientras iba recogiendo metódicamente, con la habilidad que da la experiencia, y empacando todo para la travesía.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
04/09/12, 08:24 pm
Mánia oyó llegar a Vlad y se puso en pie rápidamente. Estuvo a punto de decirle que no se iban, que se marchaba ella sola, pero el íncubo parecía decidido a irse con ella.
-Vlad... No tienes que venir si no quieres. Tendré... Estoy en parte traicionando a mi tierra... o salvándola, no lo sé, el caso es que no es algo que quiera hacer en compañía. Yo..- no sabía cómo continuar, pero Vlad seguía empacando cosas.
Suspiró, y le contó su plan. Se haría pasar por estudiante, tenía una poción para sumarle edad por si no podía ocultar sus quince años. Pasaría un tiempo en la Capital, evaluando el entorno y haciendo viajes esporádicos a otras zonas. Allí prepararía su informe y su plan, debidamente pulido, y luego regresaría a Rocavarancolia.
-Tengo que presentarme ante la reina y explicarle en qué situación se encuentran, tengo que convencerlas de que acepten el trato o... Será un desastre, Vlad, un verdadero desastre, yo no quiero luchar contra mi gente, pero si aquí sospechan que puedo traicionarles...
Como si temiera que pudieran escucharles, se calló y comprobó las ventanas y los rincones de la habitación.
-Vlad... No tienes que venir si no quieres. Tendré... Estoy en parte traicionando a mi tierra... o salvándola, no lo sé, el caso es que no es algo que quiera hacer en compañía. Yo..- no sabía cómo continuar, pero Vlad seguía empacando cosas.
Suspiró, y le contó su plan. Se haría pasar por estudiante, tenía una poción para sumarle edad por si no podía ocultar sus quince años. Pasaría un tiempo en la Capital, evaluando el entorno y haciendo viajes esporádicos a otras zonas. Allí prepararía su informe y su plan, debidamente pulido, y luego regresaría a Rocavarancolia.
-Tengo que presentarme ante la reina y explicarle en qué situación se encuentran, tengo que convencerlas de que acepten el trato o... Será un desastre, Vlad, un verdadero desastre, yo no quiero luchar contra mi gente, pero si aquí sospechan que puedo traicionarles...
Como si temiera que pudieran escucharles, se calló y comprobó las ventanas y los rincones de la habitación.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Luna Alta
04/09/12, 08:48 pm
-A veces, señorita.- comenzó a decir Vlad, sin parar de hacer preparativos.- las soluciones heroicas clásicas, cómo elegir un bando y combatir hasta la muerte, se quedan en simple apariencia. Sería una bonita historia para contar a las generaciones futuras cómo cayó sobre una pila de cadáveres mutilados de enemigos, pero en la práctica… ¿a quién habría servido? No a Rocavarancolia, que se encontraría con un mundo desolado y no aprovechable. Tampoco a Libo, que sólo se quedaría con el orgullo de haber resistido hasta el mismo final. Y, desde luego, tampoco les habría hecho mucha gracia a los integrantes de la susodicha pila de cadáveres. ¿Por qué hacer un sacrificio supererogatorio fútil y estéril cuando se puede mediar con la palabra para no derramar una gota de sangre de tus hermanos? Así lo veo yo. No está traicionando a nadie, ama. Los está salvando. Y yo debo ayudarla… ¿No se lleva las plataformas de oro? En mi opinión, demasiado pesadas, pero dado que la gravedad no es un problema relevante en nuestra situación…
Vlad elevó las piezas de vestuario a las que apelaba, mirándola con gesto tranquilo. Lo habían educado para ser educado, heroico y herrumbrosamente anticuado. Pero nadie le había dicho en ningún momento que tuviera que ser estúpido.
Vlad elevó las piezas de vestuario a las que apelaba, mirándola con gesto tranquilo. Lo habían educado para ser educado, heroico y herrumbrosamente anticuado. Pero nadie le había dicho en ningún momento que tuviera que ser estúpido.
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
- InvitadoInvitado
Re: Luna Alta
04/09/12, 08:59 pm
Mánia se quedó mirando al íncubo con la cabeza ladeada durante todo su discurso. Hbaía captado sus intenciones y habia despejado sus dudas << Puede que sí me venga bien traérmelo>> Le ayudaría, sobretodo a resistir como una ciudadana más, en un apartamento normal y sin la posibilidad de ver a Madre ni su antogua casa...
Vlad le preguntó sobre las plataformas de oro y Mánia se percató de algo.
-¡No sabes casi nada de las costumbres de mi mundo!- Tenía que explicárselo todo en un tiempo record para irse cuanto antes.- Bueno, el oro podía llevarlo cuando era andrógina, pero el pueblo llano no puede. Tú... puedes pasar perfectamente por un ciudadano de la Capital si te ocultamos los cuernos y la cola...
Se sentó y le habló con detalle del protocolo que debía seguir en Libo como hombre, las tareas propias de su sexo que debía desempeñar, la forma de dirigirse a ella y a otras mujeres. Por suerte era en esencia como se había estado comportando hasta ahora, así que no habría problema. Lo único que faltaba era conseguirle el disfraz (tenía un hechizo para eso) y hacerse con dinero de Libo. En una noche estarían instalados y habrían comenzado a trabajar...
Vlad le preguntó sobre las plataformas de oro y Mánia se percató de algo.
-¡No sabes casi nada de las costumbres de mi mundo!- Tenía que explicárselo todo en un tiempo record para irse cuanto antes.- Bueno, el oro podía llevarlo cuando era andrógina, pero el pueblo llano no puede. Tú... puedes pasar perfectamente por un ciudadano de la Capital si te ocultamos los cuernos y la cola...
Se sentó y le habló con detalle del protocolo que debía seguir en Libo como hombre, las tareas propias de su sexo que debía desempeñar, la forma de dirigirse a ella y a otras mujeres. Por suerte era en esencia como se había estado comportando hasta ahora, así que no habría problema. Lo único que faltaba era conseguirle el disfraz (tenía un hechizo para eso) y hacerse con dinero de Libo. En una noche estarían instalados y habrían comenzado a trabajar...
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