Luna Alta

Noel

Noel reprimió la risa una vez más ante la escueta conversación entre los irrenses y se limitó a sonreír con diversión intercambiando una mirada con Gael. Este les indicó que ya habían llegado a su destino y el draco detuvo sus pasos y se giró para encararlos, suponiendo que ya había llegado el momento de despedirse pues si algo le había quedado claro acerca de aquellos novatos era que no pretendían alargar aquel encuentro. El fuego fatuo, no obstante, añadió algo más que pareció captar el interés del raigaurum y el draco se cruzó de brazos mientras esperaba.
—Tengo entendido que mal no vive —aportó tras el gruñido de desencanto del raigaurum—. Siempre puedes intentar quitarle el puesto, al fin y al cabo siendo irrense tienes ventaja sobre Lugh porque eso te convierte en pila alcalina auto-recargable. Claro que tener ese empleo significa trabajar activamente para el Consejo.
Dejó la cuestión en el aire. Él no trabajaría ni loco para el Consejo fuera de su obligación como cosechador, donde no tenía elección alguna y era plenamente consciente de ello, pero tal vez el raigaurum no fuese de su misma opinión.

Sigue en el Cuchitril.


Krono Rádem

Mientras su mirada se deslizaba por la fachada del edificio que Koval había señalado como el que buscaban, asistió con interés a la conversación que mantenía el resto acerca de las posibilidades de Kin de aprovechar sus dones para ganarse la vida y sintió curiosidad por qué clase de infraestructuras empleaban en Rocavarancolia que requiriesen de energía eléctrica. Había asumido que la magia sustituía por completo a la tecnología, con las limitaciones que ello conllevaba en ocasiones, pero al parecer no era del todo cierto.
—Es probable que yo pueda encontrar utilidad a tus dones si necesitas un empleo temporal —le dijo a su amigo cuando halló un hueco en la conversación—. Voy a requerir de una fuente de energía para el aparejo. Creo que sería sustituible por magia de forma rentable a largo plazo, pero en los comienzos tu ayuda solventaría algunos obstáculos.
A continuación desvió nuevamente la mirada del grupo hacia la casa de Dama Puente. El kairós no pretendía presionar en ningún momento, pero su ansía por entrar resultaba evidente para cualquier observador con mayor capacidad que el propio Archime para leer el lenguaje corporal.

Sigue en la explanada de los portales.

Mientras Noel hablaba, Kin se guardó las ganas de replicar, porque no se merecían una salida borde, pero se moría de ganas por aclararles el motivo por el que almacenar energía era tan "sumamente divertido" y por qué lo evitaba constantemente. Por otro lado, tampoco le apetecía trabajar para el consejo, y en eso sí que parecía estar de acuerdo con el draco.

Archi intervino entonces con su propia propuesta. Habría preferido que la dijese en otro momento y lugar, sin aquellos tipos delante. Se debía a que no podía negarse, pero no quería admitir los motivos delante de nadie. Aquellos dos, sin embargo, ya debían de saberlo de sobra.
—Sabes que te debo dinero. Lo haré. —Haría lo que fuese necesario con tal de pagar aquella deuda.

—Bien, pues entonces nosotros ya nos vamos —dijo el fuego fatuo, consciente de que había sido su interrupción la que los había retrasado de reunirse con dama Puente—. Suerte en los negocios.
Kin esperó un par de segundos más, hasta que fue evidente que el kairós no iba a dar las gracias a sus guías, y lo maldijo por ello, porque no había sido él quien había tenido la idea de preguntar.
—Gracias por traernos hasta aquí. —Estaba a punto de darse la vuelta para ir hacia la puerta, pero recordó otra cosa—. Mi nombre es Kin, por cierto. Nos vemos. —Al final, tras varios minutos de charla informal, se dio cuenta de que no había motivos para recelar por dar un nombre. Aunque tarde, prefería reparar aquella falta de cortesía después de comprobar que, aunque extraños, aquellos dos eran rocavarancoleses corrientes, o todo lo corrientes que podían ser los rocavarancoleses.

Gael solo sonrió al escuchar el nombre y luego comenzó a conjurar el hechizo de vuelo. Tenían algo de prisa, a fin de cuentas, porque todo el cuchitril estaría esperando la comida en el plato a su hora. Pensaba en que siempre le divertía conocer a los novatos. En sus primeros meses como transformados se los veía perdidos –o no tan perdidos, aunque Krono era un caso excepcional–, enfadados con el mundo, o todo a la vez. Pero al final, se adaptaban, y reencontrarse con ellos de vez en cuando era como una caja de sorpresas.

Según le había dicho tras ver el mapa, el palacete que Lemus había visto desde la montaña no quedaba demasiado lejos, no había que atravesar ni la cicatriz para llegar a este lo cual era un alivio. A pesar de la de veces que habían pasado por allí a Samika seguía sin parecerle tranquilizador.

No tomare el camino de la otra vez para ir a la montaña, ya que solo seria alargarlo, sino que recorrieron las calles cercanas. Samika prestaba especial atención a los sonidos, a tener siempre a sus compañeros cerca en donde pisaba, siempre con el bastón por delante. No quería sorpresas de mal gusto.

Los edificios medios derruidos y las calles  en mal estado fueron dando aso a edificios enormes que Lemus se encargo de describirle, textualmente: "como una de esas casona que tenia la gente que cagaba oro". Explicación que posteriormente Samika ya se encargo de traducir de una forma menos escatologica, y mas real, a Ergot, ya que como era normal en el, cuestiono aquella frase. Aquellas casas parecían estar en un mejor estado que las de alrededor, aunque descuidadas en su gran mayoría.

La existencia de estas le daba un toque majestuoso a la ruinosa ciudad, destacando como un cristal brillante entre carbón, y Samika se lamento de no poder ver sus fachadas. Al menos la presencia de dichos edificios dejaba claro que no estaban muy lejos del palacete.

-Con tantas casas abandonadas me empiezo a plantear donde vive la gente de este lugar- comento Samika, prefiriendo pensar en los habitantes como gente y no como monstruos, siguiendo su camino en la búsqueda del palacete y cuyo mapa llevaba alguno de sus compañeros. La perspectiva de poder vivir en una de esas enormes casas, igual que si fuese una marquesa, le resultaba tanto atrayente como soñador. Y una forma muy tonta de escapar de la cruda y cruel realidad descubierta tras la ultima conversación con los letarguinos.

Samika suspiro, alejando aquellos pensamientos de su mente y poniendo de nuevo su atención en el camino. No podía despistarse allí afuera. Nunca.

Esa vez no habría que pasar por la fosa de huesos. De hecho, iban a explorar una zona totalmente nueva, y eso traía además de emoción bastante miedo. No sabían cuán segura sería, no si encontrarían monstruos o trampas. Por si acaso, Twixy's trató de estar alerta. Y le costó.

Una vez pasaron el laberinto de callejuelas roñosas y el paisaje de edificios derruidos al que ya estaban acostumbrados, entraron en una zona más interesante. Las casas también estaban en bastante mal estado, en su mayoría, pero las que se conservaban bien eran realmente... bonitas. Twixy's nunca había visto edificios así, con fachadas tan elaboradas, aquellas formas elegantes. De hecho preferiría vivir en algún sitio de esos en lugar de en el torreón. << Superpodríamos decorarlo y vivir en una casa total que te rompes>> pensó. Describió un par en voz alta para Samika, como buenamente pudo, y gracias al comentario de Lemus aprendió que esas eran las casas que tenía la gente de dinero en su mundo. ¿Significaba que estaban en el que sería el barrio chic de Rocavarancolia? << ¡Qué ilu!>>

Una vez más volvían a explorar la ciudad, y aquella vez tocaba lo que parecía ser el barrio rico de la misma. Aunque la arquitectura de las casas del lugar llamaba la atención de Kirés no podía decirse que estuviera tan emocionado con ellas como otros de su mismo grupo. La cantidad de detalles innecesarios le llamó la atención, eso sí, sobre todo por el contraste con los propios edificios de su mundo, donde la funcionalidad era lo primero y la belleza quedaba en un plano secundario.

A pesar de todo su atención se centraba en todo lo demás por si alguna amenaza les salía al paso. Demasiadas veces les habían pillado por sorpresa ya, y el enderth estaba harto de ello. “Por una vez me gustaría detectar a los enemigos antes de que estos nos vieran, y no al revés.

–Probablemente el número de habitantes es tan inferior al número total de edificios que simplemente por eso no vemos a nadie –respondió al comentario de Samika –Pero gente hay, ya hemos visto a unos pocos al menos.

Dicho aquello el enderth decidió trepar las ruinas del edificio más cercano para poder tener una visión mejor de lo que les rodeaba. La mitad del ascenso lo cubrió de un salto que logró ayudándose de sus alas, y el resto fue simple escalada. Quizás no podía compararse a los clingers en aquello, pero kirés era un escalador excelente para los estándares de su raza, y probablemente para los de la mayoría de las especies de su torreón, si no todas. Al menos hasta ahora era el único que lo hacía.

Sigue en el Palacete.

Enredo había vuelto al torreón con el panda en brazos y con una burbuja de calor a su alrededor para que no tuviese un brusco cambio de temperatura. Al entrar en su habitación Sombra empezó a perseguirlo maullando y, cuando al brujo le quedó claro que lo que quería era curiosear lo que tenía en brazos se agachó y dejó que el gato olfatease al recién llegado. Sombra bufó y se alejó para echarse en un rincón.

Con el transcurrir de los días quedó claro que el panda iba a ser muy activo cuando creciese, el pelaje se le oscureció ligeramente y abrió los ojos. Cuando tenía hambre demandaba comida y poco a poco empezó a deplazarse por la habitación aunque de forma precaria, como si se estuviese acostumbrando a caminar. El italiano no tardó en buscarle un nombre sencillo.

El brujo no podía posponer más lo de sus muebles así que quedó con Per y DL en Luna Alta un día de aquella semana. Tuvo que llevarse al panda y decidió hacerlo en la jaula de Sombra a fin de poder controlarlo.

Llegó al barrio con la jaula flotando tras él y con el animal durmiendo plácidamente. Allí esperó a que llegasen las personas con las que se había citado.

Antes de ver a Enredo, lo primero que vio fue la jaula. El cambiante llego con su habitual aspecto del ultimo tiempo, salvo algunas excepciones, la piel verde clarisima, casi amarillenta y el cabello de un verde mas oscuro. En cierta forma era similar a los carabeses.

-Así que ese es el otro bichillo con el que conviviremos ¿Ya tiene nombre? -fue lo que dijo nada mas llegar viendo al pequeño animal peludo metido en la jaula- ¿Porque lo has traído?- preguntó extrañado de que el brujo trajera su mascota aquella reunión, siendo esta apenas una cría. Este aprecia dormido sin inmutarse por nada y DL se pregunto si se llevaría igual de bien con aquella bola de pelos como se llevaba con la bola negra.

De por si el hecho de tener mascota le resultaba extraño, pero no era quien para quejarse. De todas formas le gustaba los animales y había sobrevivido a un mono volador, así que podía con lo que sea. Lo que si se preguntaba era de donde pensaba sacar tiempo Enredo por cuidar a sus mascotas y cuidar a sus pacientes cuando los tuviera.

Miro la casa atentamente, pensando en ello, pues lo de los apacientes le recordaba las remodelaciones que tendrían que hacer. Ya tenían una idea aproximada de como la querían.

-Traje el croquis del interior de la casa tal y como la queremos, estaría bien que Per la vea -dijo  señalando su bolsa, pues no era la primera vez que hablaban de lo que querían tener allí dentro. Aparte de los muebles tendrían que ver lo de los cuartos, así que cuando Per llegara se lo mostrarían.

-Se llama Wyck - repondió a su pregunta con una sonrisa.- Pues lo he traído porque aún no puede valerse por sí mismo y no puedo dejarlo solo, eso y que creo que Sombra no le tiene mucho aprecio aún.

-Hola Per - saludó.- ¿Qué tal tú y tus compañeros? - preguntó con curiosidad porque hacía tiempo que no veía a ninguno de los sendarios.- Bueno, directo al grano. Bien pues mira, aquí mi amigo y yo estábamos pensando en remodelar esta casa para vivir y por supuesto necesitaremos muebles, tanto básicos como camas hasta cosas más elaboradas como unos armarios específicos - explicó sin irse mucho por las ramas.- Tenemos aqui unos planos de lo que queremos y va a haber que echar abajo algunos muros a fin de quede como lo queremos. Básicamente quiero contratar tus servicios como carpintero, si tú no tienes inconveniente claro.

El cambiante observo a Per detenidamente, al contrario de los letarguinos, según el sabia al menos, el grupo de maciel no había tenido buenas relaciones con lo sendarios de aquella cosecha, principalmente por el intento de golpe de estado inter-torreones de RR. Habían pasado casi dos cosechas desde aquello, pero si algo había terminado entendiendo DL, es que lo que pasaba en al cosecha no siempre se quedaba en ella. Las malas relaciones o los rencores podían permanecer incluso después de esta. 

Aunque realmente, aparte del encontronazo con el robo de la comida, poco enfrentamiento tuvo el mismo con ellos. Por lo que no debía haber problemas, aun así dejo que Enredo explicara lo principal a Per cuando llego entregándole el croquis de la casa cuando ambos brujos terminaron de hablar.

-Mascotas, tenemos eso -señalo el panda rojo que tenía Enredo en su jaula- Y un gato -respondió a eso DL mientras pensaba en lo demás- Sí vamos a necesitar camas, varias realmente, con capacidad de soportar buen peso, huecos para las alas, para colas o alguna diferencia importante en la estructura física, que puedan adaptarse - añadió pues eso era necesario para el cuarto de los pacientes, nunca se sabia que iba a llegarte a la casa para ser tratado. Iba a costar mas, pero por suerte ambos tenia ahorros suficientes- También necesitamos hacer cambios en la casa, cambiar puertas de sitios o poner muros y ver si es posible crear nuevas habitaciones.  -añadió entrando la casa y dejando la puerta abierta para que ambos entraran y Per pudiera ver el edificio por dentro.

-En efecto, mi compañero tiene razón - dijo el brujo invitando al nublino a pasar a la casa.- Voy a necesitar camas adaptables a cualquier ergonomía. También como ya te he dicho voy a necesitar muebles básicos, sillas, mesas... para nuestro día a día y otras más especiales para mis pacientes y sus acompañantes.

Guió al brujo por la casa, el día anterior el italiano había ido y limpiado con magia todo el polvo y la mayor parte de escombros. Fue diciéndole como quería el lugar. Prácticamente la planta baja era su lugar de trabajo a excepción de la cocina que quería colocarla al lado de la sala de pacientes y de las escaleras.

Una vez terminó el tour y le hubo enseñado los planos le preguntó:

-Bueno, ¿cómo lo ves? ¿Mucho trabajo? - una sonrisa marcaba la cara del brujo.

Shizel no había perdido el tiempo después de la fiesta. Saber que su objetivo, trabajar para el castillo como embajador, era posible, le había insuflado un nuevo empuje de energía. Renovó sus visitas a mundos vinculados, que había espaciado entre el torneo y sus planes de regreso a Idris, y se dejó ver más por Nubla como figura pública dando demostraciones de magia. Comenzó a pasar más horas en la biblioteca documentándose.

Giz le había dado señas de una persona a la que podía consultar, y a la que de hecho el idrino ya conocía. Mánia, la embajadora de Rocavarancolia en Libo que les había acompañado en la visita oficial.

En Rocavarancolia no había oposiciones. Shizel ya se lo esperaba, pero eso no significaba que no fuesen a probar su valía. La mención de honor en el torneo era buena publicidad, y también sus credenciales como mentalista, pero el skrýmir era consciente de que si alguien de obligaciones similares avalaba su candidatura el proceso sería mucho más fluido. Después de todo no era tan veterano en la ciudad y no disponía de los contactos de algunos.

Tras una mediación de Ka, que entre sus allegados era la que tenía un trato más cercano con la embajadora de Libo, había avisado de su intenciones el día anterior, enviando un lacayo grotesco con un mensaje. Había obtenido luz verde y ahora esperaba frente a un palacete en Luna Alta, a la espera de ser recibido.

La verja del jardín se abrió para Shizel, y con unos segundos de diferencia también el portón de entrada. Mánia aguardó en la puerta a que el idrino cruzase el camino de piedra que unía ambas entradas, y cuando lo tuvo delante lo saludó asintiendo con la cabeza, entrecerrando los ojos, la forma típica libense. Vestía de la forma más recatada que nadie le había visto, con una falda negra de tubo, una blusa morada transparente (con sujetador negro debajo) y tacones altos.

-Bienvenido.- dijo escuetamente. En su mirada había una nota de curiosidad.- Pasa, por favor.

La casa era oscura, de techos altos y ricamente decorada. En el recibidor había cuadros clásicos libenses, que conforme se adentraban en el palacete también se intercalaban con obras de la Tierra. Mánia condujo a Shizel hasta un solarium octogonal que daba a la parte delantera del jardín, cuyo mobiliario casi se limitaba a una mesa de desayuno, y a un lado un juego de sillones con una mesa baja de cristal, donde se sentaron. El jardín era una selva contenida, donde podían encontrarse tanto especies autóctonas rescatadas como de varios mundos con climas similares a Rocavarancolia. Desde ese ángulo se podía ver un pequeño invernadero en una esquina.

Mánia invitó a Shizel a ponerse cómodo, y ella misma cruzó las piernas acomodándose en el sillón. Hizo sonar una campanilla y al momento llegó Vlad con una bandeja metálica en la que traía una tetera humeante, vasos de cristal coloreado y pasteles. El íncubo también había elegido a conciencia su vestimenta, o Mánia la había elegido por él. Pantalones lisos, camisa negra bien abotonada con las mangas remangadas, el pelo recogido y sus encantos contenidos al mínimo.  Puso la bandeja en la mesa y sirvió el té, que tenía un aroma afrutado, dedicándole a Shizel una sonrisa torcida.

-Suficiente. Vete.- dijo Mánia, que se había dado cuenta del gesto del íncubo. Cuando se hubo ido empezó a hablar.- La verdad es que me sorprendió la petición de Karime. ¿De qué querías hablar?

Ver un edificio bien cuidado por aquella zona era un gusto, para variar. De la casa de Enredo y DL el idrino había visto demasiado del proceso intermedio como para que entrase limpiamente en esa categoría.

—Me interesa obtener un puesto como embajador en el castillo, de forma similar a la tuya —desde que se había vuelto skrýmir, tal vez por la psicología de la transformación en sí o quizá por haber pasado a tratar de forma continua con el conglomerado que era la sociedad de Rocavarancolia, Shizel tendía a decir las cosas con menos rodeos—. No se me ha ocurrido mejor persona a la que pedir asesoramiento que a ti. Tengo entendido que también perteneces a estas últimas cosechas —nunca se sabía con las transformaciones de la gente: Mánia bien podía tener cien años. Sin embargo la información de Giz le había corroborado lo contrario.

Mánia ladeó la cabeza. ¿Le estaba pidiendo ayuda? ¿A ella?

-Sí, bueno, llevo cuatro años en la ciudad- empezó a echar cristales de miel al té, algo nerviosa- Pero no sé en qué podría ayudarte. Yo simplemente presenté ante el Consejo la propuesta de alianza con Libo y preparé el proyecto, acabar como embajadora tan solo fue, por así decirlo, un daño colateral.

Dio vueltas al té con una cucharilla. Se sentía un poco torpe en aquella situación. No es como si ella hubiese tenido alguna preparación para llegar a embajadora, se había empeñado en algo y lo había conseguido, tan simple como eso. Aunque, si lo pensaba detenidamente, su posición privilegiada antes de ser cosechada sí que le había dejado unos conocimientos del funcionamiento de su propio mundo y unos contactos que no tenía cualquiera. Se llevó al cuchara a la boca.

-¿De qué mundo habías pensado ser embajador? Creo que en realidad lo único que te haría falta sería un conocimiento en profundidad de la cultura de ese mundo y contactos. Que personas influyentes de ese mundo confíen en ti, que crean tus palabras... o que las teman. Depende de qué tipo de relación tenga Rocavarancolia con el mundo en cuestión.