Barrio de los Mil Dioses

Mientras los demás iban llegando Qwara empezó a juguetear con sus pulseras nerviosa, observando los alrededores con ojos llenos de inquietud a la espera de que algo se les echara encima. Pefka tenía razón, aquello debía ser el territorio de alguna manada de animales y ellos se estaban paseando tan tranquilos, así que debían avanzar en silencio y salir de allí cuanto antes. Casi todos parecían agotados, sin embargo, y al menos dos tuvieron que aligerar el estómago antes de pensar en continuar. Ante el penetrante olor de la bilis la morena arrugó la nariz ligeramente asqueada, pero fue la respuesta borde de la sueca a su pregunta lo que en verdad le molestó.

Aquello no llegó a mas, no obstante, pues Rua se disculpó por sus formas alegando estar aún afectada y la muchacha le quitó importancia con un gesto de la mano mientras los otros les iban dando sus nombres.
—Ella, disculpa —le respondió a Ulmara en voz baja cuando esta les pidió sus pronombres, tratando de que su sorpresa inicial no se reflejara en su tono. Debía ser una costumbre de su mundo el presentarse de ese modo y en cierta manera comprendía su utilidad—. Vengo del mismo sitio que ellos. —añadió, señalando a las otros seis terrícolas. «Somos muchísimos humanos... » pensó para si, contando rápidamente a los integrantes del grupo que aquella desgracia había terminado juntando.

Las circunstancias habían querido que se reuniera un grupo de personas bastante dispar, cada uno con sus propias manías y peculiaridades, pero aquel no parecía el momento indicado para analizarlo todo y Qwara trató de centrarse en lo que realmente importaba en aquellos instantes: salir de allí con vida. «Cuando demos con uno de esos refugios seguros ya habrá tiempo para socializar» se dijo, obligándose a pensar de forma positiva e impidiendo que la angustia volviera a dominarla.

La sudafricana, tras el pequeño debate al respecto, dio por zanjado el tema de empezar a moverse y abrió la marcha en la dirección que había indicado el tipo guapo que hablaba raro: la que iban siguiendo desde que habían salido en estampida de la plaza de la fuente. Mientras caminaba a paso ligero iba esquivando los excrementos que le salían al paso con elegancia, pero no perdía de vista los alrededores y mantenía en todo momento parte de su atención en el grupo junto al que viajaba.
—¿Tu estás bien? —se dirigió al español al percatarse de la sangre que se le escurría entre los dedos—. Eso tiene mala pinta... ten. —añadió tras unos instantes, llevándose la manos al bolsillo del pantalón y ofreciéndole un pañuelo de papel sin usar. Le quedaban tres más en el paquete empezado con el que había salido de casa.

Escuchó a varios presentarse, entre ellos la otra ave, cuya pregunta le descolocó al igual que el sitio de donde provenía, y la persona con rasgos felinos, los que junto a Iemai y Pefka , eran los que mas llamaban la atención por ser claramente distintos.

-También soy de la Tierra y soy “ella”, es decir una chica- respondió a Ulmara, en un voz suave sin apenas alzarla, tras escuchar a la chica llamada Maila y a Qwara hacer lo mismo. Tal vez alguna peculiaridad de su mundo así que suponía que contra antes corrigiese eso mas fácil seria comunicarse luego.  Todos los demás parecían humanos a excepción e esos cuatros. Aunque uno de ellos, ¿Nery's? hablaba de forma que Rua como mucho había escuchado en películas de pijerio absurdo y comedia barata <<¡Ultra me estas estresando de la total! ¿Siempre habla así? Es extrañisimo >> le parecía incluso agotador en pensar hablar así todo el tiempo. Ver confirmado que no era de la Tierra sino de un mundo que sonaba a chuchería, le dio ya mas sentido. En serio dudaba que ningún humano pudiera hablar así todo el tiempo sin acabar todo nervioso.

Igual Rua andaba hipersentitiva y de mal humor, así que todo lo procesaba con mas mala leche de lo habitual. Morderse la lengua para no ser excesivamente borde estaba costándole, por ello agradecía en el fondo que Qwara no hubiera entrada a la gresca por su borderio. Estaba demasiado en tensión y malhumorada para ser muy tratable, se conocía bastante bien. Tal vez mas tarde y mas tranquila, todo el asunto le hiciera gracia y se lo tomase de forma mas calmada, con humor ácido sin ser borde, pero no en ese momento.

Al menos algo rescatable de todo eso fueron las palabras de Sarah y el ver a Nery's apuntando a una dirección cualquiera, opuesta al lugar por donde habían venido. Era mejor que nada, igual no es como supieran orientarse en ese lugar. << En serio tanto nombre, no me voy a acordar ni de la mitad en un rato >> daba gracias que por ahora andaba medio acordándose de todos, pero estaba segura que se le iban a ir olvidando varias veces hasta acostumbrarse. Algunos eran demasiados extraños.

-No perdemos nada yendo por allí, igualmente no sabemos a donde dirigirnos -añadió con un tono suave, era mejor eso que quedarse allí parados. Comenzó avanzar por donde Nery's había indicado con paso ágil y esquivando las minas en forma de huesos y excrementos, no fijándose en el humano con pijama de cuerpo completo hasta que Qwara se percató de que andaba sangrando. Ante eso, elevo rápidamente las cejas, mirando alrededor aun mas impaciente y desconfiada, con una nueva alarma resonando en su cabeza. Ya no era una cuestión de simplemente no hacer mucho ruido. Si había animales por ahí cerca, una manada, bichos sueltos, lo que fuera, olerían seguramente la sangre. Si antes había prisas por irse de ahí, Rua sentía que ahora había incluso mas prioridad en largarse cagando leches.

- Sera mejor ir algo mas rápido...esta sangrando. Y si hasta yo pienso que luce como una señal de 'aviso para comer', no tengo muchas ganas de ver que tipo de comensales hay en este lugar. Sigamos hablando luego- indico Rua con un tono suave pero claro, directo y casi decisivo, de que no podían seguir de cháchara, no al menos en ese lugar. Ya tendrían luego tiempo para presentaciones, quejas, maldiciones, orientarse y todo lo demás. Pues teniendo entre ellos a alguien que gritaba a los cuatro vientos “carne fresca” con su sangre, la prioridad era salir por patas de allí lo mas rápido y silenciosamente que pudieran. Nada mas que eso.

-Yo también  Fleur... yo también. Saldremos de esta... tenemos que hacerlo.- Le contestó a la francesa con un estremecimiento y un más que evidente miedo en su ser, mientras le cogía la mano por unos instantes. En parte para tranquilizarla y por otra parte porque ella misma lo necesitaba. Más personas del grupo empezaron a presentarse. La chica iba a ayudar a aquella humana a levantarse pero se le adelantó el chico musculoso, Nery´s. Usaba expresiones que se parecían a las que usaban algunas personas pijas y ricas en la Tierra, y para la hawaiana era una forma de expresarse un tanto ridícula y algo forzada. Aunque Maila salió de dudas sobre si era de esos pijos cuando el chico dijo que venia de Frivowaldanny. <<¿Frivowaldanny? ¿Cómo se les ha ocurrido un nombre así de complicado?>> Pensó la hawaiana dándose cuenta de lo sencillo y cutre que era el nombre de su mundo.

La serenidad de Sarah también le sorprendió, lo que le hizo pensar a Maila si aquella chica tenía sangre en las venas.<<¿Cómo puede estar así de tranquila?>> Pensó mientras cambiaba el peso del cuerpo de una pierna a otra, visiblemente nerviosa y con ganas de largarse de ahí.

La sangre del español y el comentario de Rua le pusieron los pelos de punta, quizás el reptil ese podía oler la sangre, si. <<Pero que estoy diciendo, seguro que ese cabrón puede oler cualquier cosa>>. Se dijo con pesar y mirando instintivamente a todos lados. El gesto de Qwara ayudando al español le gustó, y Maila decidió que ya le caía bien. Algunos del grupo empezaron a caminar y la hawaiana miró a la francesa con miedo y algo de decisión.

-Vayamos con ellos, ¿vale? Parecen buenas personas, y será mejor que estemos acompañadas-. Le dijo al oído mientras la abrazaba fuerte. Maila sentía miedo, claro, y dudaba de que se le fuera a pasar pronto o de que se le fuera a pasar alguna vez. Pero al menos no estaban solas, y en la lista de deseos que tenía en su cabeza desde que había llegado a la ciudad ese era el primer requisito.

El hijo de lunas esperaba junto al resto, echando miradas furtivas hacia los lados y hacia atrás de vez en cuando. Tomaba nota mental de sus nombres... y de sus rasgos y sus formas de hablar. Se tendría que acostumbrar a tratar con ellos, pero no dejaba de ser como si tratase con bestias nuevas. Eran de lo más extraños, por supuesto, pero eso cobró sentido en cuanto aprendió que venían de mundos o planos distintos. En seguida, su tren mental se lanzó a intentar averiguar cómo lunas estarían unidos esos mundos, o dónde estaban colocados, entre otras mil preguntas. Pero consiguió centrarse en el presente, en Rocavarancolia. En el grupo. Y en lo que hablaban.
—Yo... no tengo buenas noticias. Todos venís de uno u otro mundo... Y yo vengo del mismo que esas dos moles de violencia que habéis visto en la fuente. Espero que no hayan traído a más Hijos de Bakaiar a la ciudad.

Sobre los pronombres... Para los suyos no era tan importante, pero entendía que fuera necesario saberlo, por ejemplo, para hablarse entre ellos o referirse a los otros. Le pilló de nuevas la cuestión, no obstante, tan acostumbrado a que todos se reconocieran sin problemas en la ciudad de los Seguidores.
—A mí tratadme como "él", aunque el género para nosotros es mínimo porque principalmente nos distinguimos por la luna bajo la que nacemos, que nos da unos rasgos distintos —dijo, pensativo.

Nunca había tenido que hablar de aquello, ni cuestionárselo. Ahora lo hacía, porque la división por género debería tener algún motivo de peso, y en el suyo en cambio eran infértiles así que ya daba igual.
—Propongo que sigamos mientras hablamos. Si esto es una ciudad, debe tener puntos de interés aquí y allá para orientarnos o saber a dónde ir, digo yo. O siempre podemos trepar a una de esas moles de piedra y otear desde las alturas —señaló a los edificios más altos que les rodeaban.

Sabía que no era buena idea si tenía en cuenta que había bestias en la zona, depredadoras además. Pero si avanzaba el día y se perdían, no les quedaría otra. O eso pensaba. Así que en cuanto se movieran, les acompañaría. Iría vigilando y, para desagrado del resto, inspeccionando los excrementosde la zona. Pero había demasiados, algunos recientes, otros no tanto, y no podía pararse a averiguar mucho así que lo haría en pocas ocasiones.

Maila no paraba de repetirle que todo saldría bien y que compartía su miedo pero aquello no relajaba a la francesa, que inquieta, se dedicaba avanzar al tiempo que fijaba su atención en unos y otros. No sabía que pensar sobre la mayoría de ellos pero empezaba a notar mayor comodidad con el muchacho de pelo blanco que le había hablado de manera amable dos veces, también la chica que cargaba y que había vomitado la segunda parecía simpática, aunque no sabía su nombre. En cambio no terminó de encajar la facilidad de Rua para hablar de "avisos de comida" pero Fleur ya conocía a un par de chicas así en el convento y no había tenido problemas. Aunque aquella muchacha parecía todo lo contrario a una nodriza, estaba segura de que si tía Célestine la viera así vestida le echaría agua bendita en la cara. Observó su elegancia incluso en un momento tan vulnerable como el vómito, ¿habría vestido ella así de tener oportunidad?.

-Ella- les dijo a los seres de otro mundo, intentando no intercambiar miradas por vergüenza, aún no estaba preparada para entablar conversaciones mayores y prefería mantenerse entre las humanas y el chico que sangraba por el labio. Sin embargo, Pefka dijo información relevante y Fleur se vio obligada a hablar para salir de horribles dudas.

Tras las últimas palabras de consuelo de la hawaiana se separó de ella con una caricia en la mano y esquivando a los demás hasta llegar a aquel tipo extraño.
-Disculpa- dijo a su lado con un hilillo de voz y los ojos disparatados mirando de un lado a otro- has dicho que provienes de su mundo, ¿Sabrías decir si es capaz de seguirnos?- miró atrás, buscando quizás consuelo por sentirse fuera de lugar al participar de manera tan activa por primera vez, pero sus ojos se dirigieron al chico que hablaba pijo, le sonrió tímidamente antes de volver a sus preguntas y que notara su enrojecimiento en las mejillas, aunque lo disimulaba con los parches que le había salido en la piel por el esfuerzo de la carrera- ¿o como evitarle?- esperaba fervientemente que así fuera, pues agradecería a Dios más que nunca que sus caminos se hubieran cruzado con el desconocido- si es capaz de olernos, estoy dispuesta a dejar mi pañuelo en una dirección equivocada- se le ocurrió aunque con pena- podríamos despistarle.- dijo, no sin alarma en su voz.

Pese a todo, al resto del grupo parecía importarle bastante presentarse antes de nada. Como si saber sus nombres les fuese a ayudar a sobrevivir antes de encontrar los refugios. Con todo Iemai dio su nombre cuando lo hizo el resto, presentándose también con sus pronombres como Ulmara, cosa que los demás no empezaron a hacer hasta darse cuenta de que su género podía no ser intuitivo de un vistazo.

Lo peor de todo era que, como decía el que tenía la coraza blanca, aquel lugar estaba lleno de restos de la presencia de alguna criatura de tamaño medio, a juzgar por sus deposiciones. Ellos no solo estaban haciendo ruido en su zona sino que habían dejado su olor por ahí, de forma especialmente intensa gracias al vómito y la sangre. Si no hubiesen empezado a andar de nuevo, Iemai habría insistido mucho más enfadada.

Mientras caminaban comenzaron a hablar de sus procedencias e Iemai decidió aprovechar la conversación para tratar de calmar un poco los nervios. Le interesaba, después de todo, y tenía bastantes preguntas para cuando pudiesen hablar con calma, empezando por el motivo de que el chico de Frivowaldanny hablase de esa manera incluso después de haber bebido de la misma fuente que los demás.

—Puede que encontremos algún edificio en buen estado si vamos hacia donde veamos los más altos. Supongo que serán zonas menos ruinosas si los edificios altos siguen de pie —dijo cuando se hablaba de los posibles refugios—. Yo digo que vayamos hacia allí —añadió señalando hacia la costa, donde se podían ver algunas construcciones de envergadura considerable en la distancia.

Iemai se sorprendió realmente cuando el articulado reveló que conocía los monstruos de les habían atacado en la plaza de la fuente. «Esas cosas… ¿también eran cosechados?». No comprendía por qué los habían traído junto a los demás. No tenía sentido, pero nada allí lo tenía.
—Espera un momento —soltó mirando a Pefka—. Si sabes qué son, ¿quiere decir que sabes cuáles son sus hábitos y qué pueden hacer?
Fleur estaba preguntándole prácticamente lo mismo en ese momento, pero como elaboró mejor sus preguntas la dejó continuar a ella. Probablemente tenían más de lo que preocuparse en ese momento, y el propio Pefka parecía más interesado en las heces repartidas por aquel barrio, pero Iemai quería saber. Necesitaba información para sentir que tenía las cosas bajo control.

Aramara, estoy perdida.

Creo que me he dado cuenta de en cuántos modos lo estoy cuando han llegado el resto de seres extraplanares. Poco a poco, la mayoría han dejado caer sus pronombres y sus lugares de origen. Uno de ellos ha demostrado que su dialecto, incluso afectado por la fuente, es tan retorcido que no desaparece del todo. Creo que si habla mucho me acabará dando dolor de cabeza, pero lo importante es que no sé qué son, ni cómo es el lugar del que vienen, ni cómo funcionan. Son todo nuevo.

Tampoco sé dónde estoy. Osea, sé su nombre: Rocavarancolia. Pero no sé qué seres la habitan. No sé qué seres habitan estas calles concretas, manchándolas de mierda y basura. No sé hacia dónde ir para salir de su territorio, perfectamente podríamos estar andando hacia el epicentro porque ninguno de nosotros sabemos nada. Podrían oler la sangre del humano o el vómito de Rua y perseguirnos hasta matarnos, o podrían simplemente ver a distancia como algunos Otros, con lo que también podrían seguirnos por muy limpios que hubieramos sido con su lugar. Mi corazón hace eso de entusiasmarse de más y me tiembla un poco el cuerpo, pero no te engañes, Aramara, con el nervio también viene cierta excitación.

Camino y escucho las conversaciones a medias, creo que en parte porque solo puedo ver a medias a los interlocutores (¡te juro que el sol me está matando!), pero también porque hablar contigo me ayuda a serenarme.  

Una humana sin presentar (intuyo su pronombre) suma a todo el caos de nuestra situación la posibilidad de que nos espíen. No capto que trata de rebajar algo de tensión hasta que no he acabado de responderle:

—Existen hechizos para ver a lo lejos, no descartes tan rápido que no nos observen.

Luego Pefka nos revela que es él, oigo, y me comenta lo poco importante que es el género para él y su especie.

—Gracias.

Le dedico solo media sonrisa, todo lo que tengo en una situación así, pero enseguida la pierdo cuando nos habla de los Hijos de Bakaiar. ¿Tal vez un dios? Lo único que puedo hacer al respecto es esperar más explicaciones por su parte, explicaciones que ya le han pedido otros. Con suerte, Iemai tendrá razón y siguiendo la dirección que señala, podremos charlar más distendidamente dentro de la seguridad de un torreón.

Mientras tanto, yo solo pido que se haga de noche, Aramara.

Parecía que todos estaban de acuerdo en alejarse cosa que aliviaba al frivy, lo último que le apetecía era ser devorado entre mierda y huesos por nuevos depredadores el primer día de sus vacaciones.

-Vaya, supersois la tronchy´x de humanis. -De doce ocho eran humanos y habría jurado haber visto a más de ellos en la plaza y si no se equivocaba ningún otro frivy lo cual le alegraba y entristecía a partes a partes iguales pues le molestaba que de los suyos no se eligiera a más gente pero le aliviaba saber que no se toparía con ningún fan y podría fingir ser lo que quisiera. Nada de fama, nada de estrés.

Nieve empezó a hablar para sí en sus brazos y no pudo evitar reir con el pensamiento de que necesitaban permiso pues se imaginaba a Garoni metiéndole un palo de pinchos por el culo como hubiese insinuado siquiera negarse.

Maniquí revelo para sorpresa un poco de todos que esas dos malas bestias eran elegidos de su mundo y Fleur y una de las... ¿cercanas? o algo así le preguntaron lo mismo.

-Esa hiperes una muy buena pregunta y una muy buena opción. -Dijo en tono aprobatorio primero mirando a ambas y luego a Fleur. -Y ultrano te preocupes Pef, al lado de esos monstruos todos aquí incluido tu parecemos unos monísimos e inofensivis peluchitos.

La otra cercanis habló y esta vez sí que le sorprendió bastante lo que dijo. -¿Magia? ¿Ultrasabeis magia? Mira, mejor hiperhablamos después de todo esto. -Nieve empezó a toquecitos y a ponerse nerviosa  cosa que se le hizo absolutamente adorable a Nery´s,pero la situación apremiaba y lo que decía tenía sentido. Acercó su cara a la suya y con una amable sonrisa intentó tranquilizarla con su voz. -Vale vale, megatienes razón, no te superpreocupes. -Se separó de ella y entonces habló para todos. -Eh, la humani en mis brazos superdice que las mierdas puestas así parecen marquis territoriales y que ultratenemos que irnos ya de aquí. Hiperno se vosotros pero yo le hiperharía caso, supersalgamos de aquí a una zona sin petar de amenazas y ya allí veremos.

Escucho aparentemente atenta los comentarios de las personas, incluso miró a Toni cuando dijeron que estaba herido fingiendo preocupación. De los comentarios de Pefka se quedó con dos datos, sobre el nacimiento bajo una luna y sobre trepar a algún sitio alto para ver mejor. Le gustaron los comentarios de Kyllikki si solo dejara de hablar tan bajo y dejara de tener tanto miedo habría podido decir más cosas, pensó Sarah con un poco de desprecio por la pérdida de potencial debido a su debilidad. Su mirada se iba moviendo de uno a otro, y sus pensamientos los juzgaba de manera fría como si hiciera la lista de la compra.

“Parece útil por su inteligencia, aunque le falta fuerza.
Parece poder moverse con facilidad cuando deje de lagrimear y templar.
Útil parece tranquila y sabe explorar.
Parece estar en forma y ser sensata cuando se le pase el susto.
Tranquila, en forma, parece buena líder sería la más indicada para dirigir.
Esta alerta y parece muy en forma.
Parece entender la gravedad de quedarnos aquí y tiene buena vista.
Tranquila y se mueve de una manera muy preparada como si fuera parte del ejército.
Útil parece rápido y tiene un cuerpo en forma, aunque su acento altera a las demás personas.
No sé qué estará pensado, pero parece decido.
Ni idea de como sigue vivo ese chaval.”

-Creo que estaban demasiado ocupados en intentar matarse el uno al otro para seguirnos- dijo para tranquilizar- pero tampoco estamos a salvo aquí- y fingió preocupación.
Apoyo la prisa de Rua y comenzó a moverse en la dirección que había señalado Iemai.

El hijo de lunas se vio en un aprieto de repente. Se había convertido en el centro de atención de prácticamente todo el grupo al haberles hablado de los hijos de Bakaiar. Pero como las preguntas y comentarios giraban en torno a lo mismo, intentó mantener la calma e ir a lo seguro. Por suerte, o por desgracia, sabía bastante, así que habló con seguridad pero rápido. Muy rápido y sin dejar de caminar.
—Eh... A ver, por partes. No hace falta despistarle porque estamos lejos y aquí huele fatal sin mucho esfuerzo. Conviví varios ciclos con ellos, como esclavo, así que sé demasiado —hizo una pausa para respirar con ganas y siguió—: Vayamos hacia donde decís, cuanto más lejos mejor. Y... si os consuela, si nos cruzamos con el asesino quizá yo pueda intermediar para que no os mate a cambio de servirle entre todos.

Sobre lo último no tenía garantías, por supuesto, pero no quería que el grupo se asustase o preocupase demasiado, aunque la vida como esclavos en esa ciudad en ruinas se le antojaba mucho peor que en su mundo de origen. Es más, era tan mala la propuesta que sabía que, de darse, solo unos cuantos serían esclavos: los más útiles. Al resto los mataría. ¡Pero bueno! Bastante tenían con estar perdidos y sin provisiones, y con tantas preguntas e incógnitas. Ojalá avistaran algo útil en la ruta que decía una de las criaturas emplumadas, pero mientras seguiría fascinado por las cuevas tan altas que salían de la tierra. Las habían llamado "edificios" o "ruinas", pero para él eran todo un lujo.

Sigue en el Torreón Sendar

Estaban presentándose entre todos, Toni no fue capaz de memorizar más nombres que el de Rua, la sueca que vomitaba igual que las serpientes echaban agua, y Fleur.

Uno de las criaturas estaba diciendo que él venía del mismo mundo que los que habían provocado la estampida. En ese instante comprendió que el sonido de rotura de caña era en realidad los huesos de los que llegaban hasta las garras de aquellas criaturas. Era buen momento para que comosellame, el del mismo, mundo dijera qué capacidades tenían. Como si le leyese la mente, una de las chicas le preguntó.

Toni seguía sin entender nada, la discusión sobre el género de cada ser le parecía absurdo, si naces chica eres ella, si naces chico eres el, el resto son estupideces. Mientras presenciaba todo aquello, notó como la sangre aminoraba, la mayoría se le estancaba en la lengua asique de vez en cuando tenía que escupir. Incluso en una de las ocasiones en las que escupió sangre, vio como una de las chicas lo miraba con preocupación.

—¿Tu estás bien? — una chica negra se dirigió a Toni—. . Eso tiene mala pinta... ten. —añadió llevándose la manos al bolsillo del pantalón y ofreciéndole un pañuelo de papel sin usar.

Toni no supo como reaccionar, realmente era la única persona que se dirigía directamente a él — Gra-gra-gracias— dijo Toni con los ojos como platos mientras aceptaba el pañuelo de papel.

Uno de los seres hablaba de tal forma que parecía que escupía arcoiris con cada movimiento de lengua. Cuando terminó la primera frase, en la que le decía algo de humanos a Toni ya se le instauró un fuerte dolor de cabeza que no se le quitó en todo lo que duró el día.

— Pero entonces ¿hacía dónde nos dirigimos?— dijo antes de escupir los restos de sangre— podemos seguir teniendo esta maravillosa conversación sobre los géneros bajo un techo ¿no?

Sigue en el Torreón Sendar

Aunque iban sin apenas rumbo conocido, el nombrado se sentía bien. Estaban explorando y tendrían que apañarse como pudieran. Echaba de menos a su montura, obviamente, y les habría venido bastante bien su presencia. Aún así, estaba cómodo. Iba fresco, cambiaba el arco de hombro para descansar de vez en cuando y miraba a su alrededor con precaución. Había cambiado las altas temperaturas, la hierba y la tierra por aquellas ruinas, pero si esa era la voluntad de las lunas, se adaptaría.

Buscaban una zona con edificios extraños y símbolos, pero Pefka buscaba otras cosas.
—Yo quiero encontrar algo que me sirva... Madera estaría genial. Si podemos entrar en alguna ruina y llevarme una poca...—decía mientras miraba los edificios a un lado y otro de las calles.

No lo haría por su cuenta. Si no tenía apoyo, no se arriesgaría a entrar en una cueva a medio derrumbarse. Pero aún no habían llegado a la zona que dijo Nery's así que quizás tuviera oportunidad antes o en el camino de vuelta.

No miró realmente Nery's en ningún momento mientras salían, no sin antes echarse al hombro una de las bolsas que había fabricado para cargar cosas, sus disculpas le valían poco en realidad. Se sabía rencorosa y le daba lo mismo, mas no puso pegas sobre el lugar al que dirigirse por simple y llana practicad: daba igual a donde fueran, a excepciones de los lugares donde dejaban las cestas, por que ya los conocían por un lado y por evitar la posibilidad de encontrarse al dragón por otro. La idea de explorar era ver su descubrían algo nuevo y a poder ser, que no intentase matarlos, para variar.

Rua se mantuvo silenciosa, mirando cuidadosa alrededor, con la ballesta apuntando hacia abajo, junto al pequeño grupo que formaba, mas reducido de lo que era habitual en las veces que habían salido. Era curioso como todos se apuntaba a la hora de ir por comida, pero a la hora de investigar o explorar el numero se reducía enormemente. Era evidente que aun existía el miedo, posiblemente cierto shock, por el ultimo encontronazo que tuvieron aquellos que salieron por comida aquel nefasto día. Rua no podía culparlos, es mas, los entendía.

Dudaba que estar tan cerca de la muerte, otra vez, pues ya había sufrido algo parecido en la fuente apenas llegaron, motivase demasiado a salir a terreno no explorado con el riesgo que conllevaba sin saber siquiera si obtendrían algo. Posiblemente de ella haber sufrido lo mismo, también se  plantearía si salir o no. Ver morir a alguien frente a ti, y mas si era como habían dicho....no, había tenido suficiente de eso con lo de la fuente, un hecho en el que no le gustaba pensar demasiado porque sino su convicción de salir se vería reducida a cero.

Ademas que el lugar al que iban, 'sitios con muchos simbolismo' daba una mala pinta impresionante. Rua era atea, pero no por eso no reconocía simbolismos que parecían de culto a algo, cuando lo veía. Estatuas medio derruidas, paredes derrumbada con lo que parecía letras en algún idioma desconocido, y que estaba segura que no decían: “Hola bienvenido, pase y llévese todo lo que guardo en mi interior que tranquilo no seras castigado”.

Había visto demasiadas veces la momia para fiarse un carajo.

Y tal vez allí no hubiera una pirámide ni nada parecido, pero ruinas y simbologías desconocidas, nunca era mensajes positivos para los saqueadores. Eso y que esa ciudad era una cacho perra traicionera.

La voz de Pefka sonó cerca suya, que estaba atenta a todo mientras este hablaba sobre la posibilidad de buscar madera. Alzo una ceja, sin entender el objetivo de ello o que pretendería hacer con ella.

-Si vamos a entrar en algún edificio, que sea uno que no tenga símbolos raros en paredes. Al menos en las que les queden de pie- porque ahí podían verse algunos derrumbes que parecían tener posiblemente habitaciones estables dentro de sus estructuras- No me fío mucho de eso. No sabemos que ponen. Podrían ser advertencias, avisos...o hasta un jodida nana inofensiva, pero como en esta ciudad todo nos quiere matar o comer, mejor no ir las bravas a colarnos sin mas -  añadió Rua, que todo lo que tenia de descarada, lo tenía de precavida, al menos con cosas que podían ocasionar su muerte.

Si podía evitarse la tontería de saltar por lo aires por entrar en una habitación, donde no sabían si encontrara algo, solo por no poder leer tallado en la pared “¡Cuidado, bomba a tus pies, gilipollas!” mejor que mejor.

Tal vez había visto demasiadas películas en su vida, pero bueno todo lo que estaban viviendo era tan extraordinario como una, sino mas.

Qwara no tenía muchas ganas de salir y sin embargo allí estaba, pues la poca cantidad de gente que se había apuntado a aquella excursión no auguraba un buen final para la misma si no aumentaban los integrantes. La sudafricana había madrugado bastante y se había refugiado en la azotea, el lugar al que últimamente acudía para estar sola con sus pensamientos, pero debido a esto había llegado tarde a desayunar y se había perdido la discusión matutina en directo. A pesar de todo el torreón tenía buena acústica y las voces habían llegado hasta arriba, pero la muchacha no había dicho nada al respecto tras unirse al resto en la cocina y tras un apático saludo se había agenciado una pieza de fruta y había ido a prepararse para la salida.

Solo llevaba encima un cuchillo de caza afilado que había enfundado sobre su muslo derecho, pues confiaba más en sus piernas que en su capacidad para usar las armas que tenían en el torreón, y su única armadura era una sudadera oscura con capucha que había encontrado en uno de los baúles de ropa. Sus zapatillas apenas hacían ruido mientras caminaba y su aportación a cualquier conversación fue nula durante buena parte del trayecto, pues lo único que rondaba su mente mientras trataba de mantener su atención en las calles que recorrían era la desastrosa salida en la que se habían alejado tanto del torreón.

Iba tan pendiente de buscar amenazas que apenas se dió cuenta del cambio de arquitectura tan brusco en los edificios que les rodeaban, señal inequívoca de que habían entrado en alguna localización particular de aquella ciudad demencial. El misticismo era palpable entre las diversas estatuas y edificaciones que salpicaban aquel barrio, dándole a aquel paisaje ruinoso una atmósfera ominosa, y el aire frío tan diferente del que recorría las calles de Johannesburg le provocaba escalofríos.
—Hmmm… —fue su única aportación al diálogo que mantuvieron Pefka y Rua, un murmullo distraído que no era ni una afirmación ni una negación pero que cualquiera de los dos podía interpretar de ambas formas en respuesta a sus respectivas palabras.

Cada paso que se alejaban de su refugio encogía de miedo el corazón de Nery´s en cada salida. Aquel miedo lo hacía estar atento al cielo, a la tierra, a grietas en la roca desgastada que en sus ojos podrían ser marcas de algo peor que el simple paso del tiempo. Siempre llevaba esa sensación consigo que rozaba la paranoia desde la muerte de Veriel y lo único que lo lograba impulsar era su sentido del deber y la supervivencia. Aquella salida formaba parte de aquello. Quería encontrar algo que le confirmase su teoría de que solo tenían que sobrevivir cierto tiempo y si el destino les sonreía algo de magia o alguna clase de artefacto con la que poder respirar, ligeramente, más tranquilos. Sin embargo aquella visión terminó por hacer que el miedo brotara por encima de la cautela. El paso del resto de la ciudad a aquel sitio había sido como una puñalada para él. La arquitectura del lugar desde luego no era la más homogénea del universo pero aquel sitio era diferente, muy diferente.

Observaba los adornos desgastados y rotos de las mismas calles sobre las que ahora caminaban, las estatuas y arcos caídos que otrora debían ser obras de arte imperecederas. Era un conjunto, como si hubieran atravesado un umbral a una zona completamente diferente de la ciudad y toda la arquitectura le parecía transmitir la intención de no solo ser admirada y respetada, si no también temida.

Pero lo peor de todo aquello era que-No hemos tardado ni diez minutos en llegar... -Fue un comentario suelto para todos. La idea de que tenían aquella zona tan cerca le revolvía el estomago. Por supuesto ya habían pasado por allí en su huida. Pero claro. Estaba demasiado ocupado huyendo. Se le veía claramente nervioso e inconforme con aquello, pero el mismo lo había propuesto y no pensaba retirarse. -Supercreo que hay algo de madera por los escombros, pero debe de estar podrida... y si vamos a entrar... - Calló temeroso un rato de aquella idea. -Tenemos que hacerlo en alguno que no esté tan mal y si, evitemos las inscripciones raras que no estén en marcos o adornos claramente. Ah, y que estén escritas como si las tallase en piedra uno de nosotros en vez de un escultor... -Los ojos del frivy saltaban nerviosos de un lugar a otro hasta que se posaron en el arco de una entrada con una inscripción legible.

Lo leyó para todos. -Templo a Nyar´Hastur, dios oscuro de la podredumbre. -Detrás de aquel arco solo había un gran amasijo de escombros con media pared y olor a moho. Que toda aquella zona pudiese ser una de culto a dioses solo hacía que se preocupase más de donde se habían metido.

Entonces una idea cruzo por su mente. «¿A qué tipo de cosas rezan aquellos capaces de conquistar o sentenciar mundos?» -Si esto... esto definitivamente no pinta bien... -Su mano dudaba de si agarrar ya el sable o no y estaba tenso como ninguno de allí lo habían visto estos días, pareciendo incluso más alto que de costumbre. -¿Qué hacemos?

Cuando Maila dijo que no podíamos desconfiar de todo el mundo a Toni casi le da una embolia pulmonar, un ictus, un infarto de miocardio y terminaba llenando las paredes con sus sesos confundidos y desesperados.

- Maila, no es desconfiar de todo el mundo, entiendo que no querais tener conflictos abiertos, pero para poder confiar te tienen que dar motivos para hacerlo ¿no? De la misma manera que para desconfiar te los tienen que dar, y creo que Nerys nos lo ha dado hasta para pedir putos disculpas. Que vaya disculpas tambien te digo.

Para Toni la única que había tenido una reacción coherente había sido Rua, se estaban jugando la vida y era obvio que alguien tenia mas información. Parecía que el resto no tenía intención de saber más, que les sobraba con lo que tenían, parecían estar agusto, no querer conflictos, ser y estar y si morían pues morían.

- Dejadlo, ha sido error mio el intentar saber más, ya hablaré yo con Nerys e intentaré saber por mi cuenta- La idea de mantener una conversación con Nerys a solas no le hacía mucha ilusión, pero si para sobrevivir tenía que meterse al barro lo haría.
Toni se sorprendió de aquella rabia que le nacía desde le vientre. Nunca había sido tan lanzado, nunca le gustaron los conflictos, pero parecía estar agusto.

Cuando iban saliendo intentó olvidar esa ira, el conflicto, todo. SI iban a salir tenían que volver todos vivos. TOni había hecho una bandolera con una camiseta: le hizo un nudo en la parte inferior y con un pantalón de pijama trenzó las piernas y las anudó en las mangas.

Toni se acercó a Rua, ella tenía una ballesta, si había que ensartar a alguien ella lo haría.
Cuando llegaron al sitio, Nerys se puso a leer la inscripción. Este preguntó qué hacían, Toni se dirigió a él y le dijo, sin que el resto pudieran percatarse.

- Nerys, cuando volvamos quiero hablar a solas contigo, por favor- Sin dejar que este le contestase, se volteó a los demás y dijo- Yo prefiero amputarme un pie antes de entrar en un templo, a saber que nos encontramos.