Barrio de los Mil Dioses

Eriel no estaba particularmente contento de no poder tocar la luz, cosa que a aquellas alturas no sorprendía en lo más mínimo al tipo E. Un recuerdo se abrió paso en su cabeza: el más joven de los nublinos tocando sin ningún cuidado un plato, pocos minutos antes de que el mundo se transformara en suplicio y agonía. Durante un momento aquel recuerdo le obligó a cerrar los ojos y respirar hondo. La situación no podía menos que frustrarle, pero sabía que el deseo de conocer respuestas había que seguirlo tomando todas las precauciones necesarias.

Así que se encargó de poner fin al parlamento.

—Son ya las once y cuarenta y nueve minutos. Deberíamos ir volviendo: el almuerzo no se preparará solo —se encargó de interrumpir de aquel modo a cualquiera que estuviera hablando, sin dejar de mirar a la aurora. Se preguntó qué otras habilidades les daría la famosa luna, y si a todas ellas se acostumbraría como poco a poco iba acostumbrándose a ser un reloj andante.

Sigue en el Torreón Maciel.

Entendía la preocupación de los demás al echar a volar, pero era la mejor baza que tenían a no ser que echasen a volar con su magia o pudieran rastrear a la ulterana con algún hechizo. Además, bastante enfadada estaba ya con Fah para encima crear mal ambiente con los demás, pero qué fácil habría sido enojarse con ellos. <<Respira hondo y aletea, desastre emplumado. Si la encontramos podré echarle la bronca>> pensó. Le hizo gracia la idea, porque parecía que su motivación principal era localizarla para, efectivamente, regañarle. <<Aunque si tan mayorcita es para salir por aquí sola, no nos hará caso y será en vano>>

Estaba claro que su motivación para dar con ella no era aquella, pero con cada aleteo que daba, con cada metro recorrido con sus amigos detrás, con cada calle oteada desde el aire, más refunfuñaba. Para colmo, pudieron escuchar cómo llegaban las provisiones. Si las perdían por su culpa... <<¿Por qué plumas podridas tenemos que salir a buscar a alguien que se va voluntariamente?>>

Pensaba en plantear ese "detalle sin importancia" de su convivencia cuando vio algo moverse en la calle. No tuvo que acercarse mucho para identificar a la ulterana que, para alegría o colmo de males, según se viera, parecía ilesa. Quizá, si la hubieran encontrado huyendo de algo, se le habría suavizado el enfado. Pero no. ¿Sonreía, acaso?

Descendió para dar el aviso. Les guió hasta ella y bajó a tierra a pocos metros del encuentro.
—No sé a qué juegas, criatura, mecagoentusplumas, pero vayamos de una vez a por las cestas.

Mónica rechinó los dientes ante el desafío de la roquense al echar a volar, sabiendo que realmente estaba frustrada no por ella, sino por culpa de la loca de Fahran. Sin embargo, al verla elevarse del suelo, masculló un par de improperios por lo bajo, elevando el tono estratégicamente en palabras como «cabezota» o «terca» e ignorando las palabras sensatas de Lorenzo o Lebra. Un punto de miedo le oprimía el pecho.

Siguieron a Sinceridad de cerca por las calles, casi sin prestar atención a los escombros que los rodeaban, y acabaron casi chocando con las cestas, pero no había señal de la cabeza hueca… ¡no! Un grito de Sinceridad les avisó de que se acercaba y, a la zaga de los demás, Mon corrió a su encuentro, uniéndose a la roquense para echarle la bronca. ¡La tía venía sonriendo! ¡Sonriendo!

—¡¿Pero tú…?! ¿Qué cojones? ¿Crees normal escaparte sin avisar para que te encontremos muerta en un rincón? —barbotó al llegar a su lado, con la voz temblando de rabia—. ¡Te podía haber pasado algo! —después se giró hacia Sinceridad y le dio un abrazo, reconociendo que se había asustado—. Siento haberme puesto así, Sincy. Me preocupé.

Respiró hondo mientras la adrenalina se escapaba de su cuerpo. —Ya que estamos fuera, ¿comida y sinhadres?

Los motes:

Adru se había pensado por primera vez, a excepción de cuando estuvo herida, sobre si salir o no en aquella ocasión, pero lo más seguro era que Neil acompañase al grupo por si necesitaban que les curase y ella no pensaba dejar a su aurva solo. Le extrañaron algunas ausencias como la de Milo, quien hasta aquel momento había participado en casi todas las excursiones también, pero también tenía sentido que tras lo ocurrido más gente decidiese quedarse en el torreón por si pasaba algo. Eitne no se podría defender de nada en su estado y Rena, que era la más fuerte del grupo, los acompañaba en aquella búsqueda del torreón de Ellie y Lulú.

Siguiendo las indicaciones que habían recibido de los tres chicos que habían ido en busca de Erevelin la última vez el grupo acabó en un sitio en el que no habían estado nunca. No eran más que ruinas, como casi toda la ciudad, pero la mayoría de edificios que conservaban alguna parte medio intacta parecían de estilos dispares y diferentes a los que habían visto hasta el momento.
—Hum… ¿Veis alguno una torre parecida a la nuestra por aquí?
La edeel trotaba de aquí para allá y oteaba hacia donde nadie sabía, porque poco se podía vislumbrar en aquel entramado de calles plagadas de ruinas. No se separó mucho de Neil en ningún momento, de todos modos.

El entierro fue rápido, tan rápido como fueron capaces para evitar la llegada de carroñeros, algo necesario pero injusto. A Neil le hubiera gustado poder velar al muerto y darle un entierro más digno y más elaborado que eso. De todos aquellos que habían perdido, Mike era el único al que podían honrar en su funeral y quizás honrar a su vez a todos los demás, pero ni eso tenían permitido, no si querían evitar el ataque de depredadores atraídos por el olor a muerte. Cuando el día siguiente despertaron con los graznidos de los carroñeros que habían desenterrado el cadáver de Mike, Neil solo pudo llorar de impotencia. Ni siquiera una muerte y despedida digna se podían permitir.

Neil pasó decaído los días siguientes, tallando diariamente, con cuidado de no hundirse demasiado, figuritas de animales del mundo de Mike que pedía a Rox que le describiera para dejárselas como ofrenda en su tumba, con la intención fantasiosa de que eso ayudara a su alma a encontrar el camino de vuelta a su mundo. Seguramente en aquella ciudad las almas se quedaban vagando eternamente y aquello era algo que aterraba a Neil.

Aquella mañana decidieron por fin visitar al grupo de Erevelin, cosa que en cierta manera alegró a Neil, ya que cabía la posibilidad de que pudiera aprender nuevos y útiles hechizos, aunque la idea de salir al exterior siempre era algo terrible para él, aunque a estas alturas el miedo era algo tan habitual que la mayoría del tiempo se mantenía como un ruido sordo de fondo, más que como algo palpable. Lo que era una suerte, pues de no ser así probablemente se habría vuelto loco hacía ya tiempo.

Sintiéndose incómodo y alerta, Neil siguió al grupo en su avance, sintiendo como la presión en sus oídos aumentaba debido a la tensión y por un momento se taponaron tanto que solo fue capaz de oir el amortiguado sonido de sus pisadas cruzando aquel horrible socabón en el suelo. "Adru está al otro lado" se dijo, "ella nunca te dejaría caer". El aurva temblaba de frío e impresión mientras caminaba precavida y lentamente por aquel paso improvisado. Caer no era una opción.

En cuanto todos estuvieron por fin al otro lado, y sin querer pensar todavía en la vuelta, Neil suspiró aliviado y emprendió de nuevo el camino y no fue hasta que giró a mirar hacia atrás para comprobar que nada les seguía que se percató de algo.

- ¿Hiss?- preguntó parándose en seco al ver que no se encontraba por ningún lado-. Ey, ¿habéis visto a Hiss? Hace un rato estaba aquí.

La inquietud comenzó al escalar por la espalda del aurva, asustado por la posibilidad de un ataque que podían haber sufrido y del que no se habían percatado, pero en seguida esa inquietud fue sustituida por algo más. En seguida, Neil dio un paso en aquella dirección y luego otro. El sinhadre nunca había sentido algo como aquello ni sabía exactamente qué era, pero no quiso cuestionarlo ni pudo evitarlo, solo sabía que debía ir ahí, algo estaba llamándole y tenía que responder al llamado.

- Por ahí...-murmuró levemente, más para sí mismo que para el resto, sin dejar de mirar el camino que debía seguir-. Yo... yo tengo que ir por ahí. Adru, ahí. Tenemos que ir ahí- le dijo a su edeel, queriendo convencerla de ello. Neil nunca iba a ningún lugar sin la compañía ni la aprovación de Adru y esperaba que esta no fuera la primera vez.

Que Rox y Milo decidieran quedarse le hizo replantearse si había sido una buena idea salir. Ser la mayor del grupo era mucha responsabilidad, aunque el número real de enanos a controlar se hubiera reducido a Guille, dado el sorprendente desarrollo de Adru. Pero después de un par de vueltas más decidió que había hecho bien en salir. Tenían un buen equilibrio de gente mágica y músculo y que no fuera un grupo tan grande podría facilitarles el moverse rápido. Además, sabía que Pam tendría que verle el jeto al enano esclavista y no quería que tuviese que enfrentarse a ello sola, se quedaba más tranquila sabiendo que ella estaría allí, mirando al enano de forma amenazadora para que se pensase dos veces si abrir la bocaza.

<< Y nos prometieron magia>> se animó.

Ya no se torturaba tanto mentalmente por no ser capaz de hacer magia, aunque ver a sus compañeros practicar le seguía dando una envidia horrible. Iba asumiendo cual era su rol dentro del grupo y que cada uno tenía el suyo, como en un videojuego, y eso lo hacía menos amargo; no tenía que preocuparse de saber magia si sabía que tenía a uno o dos compañeros a su lado que la harían cuando el grupo lo necesitara.

Siguieron las indicaciones que les habían dado los de Sendar y acabaron en otro barrio malrollero, de esos que había a cientos en la ciudad. Este por lo menos tenía algún que otro edificio interesante, por desgracia ninguno se parecía remotamente a Letargo.

-¿Si no se parece a nuestro torreón cómo cojones vamos a saber que es el bueno? -dijo, mosqueada.

Vio una especie de torre escalonada a la que le faltaban cachos de los pisos superiores, pero de la que se podía distinguir perfectamente los grabados en los muros inferiores y los huecos que imaginó habrían contenido antes adornos como piedras preciosas. Sabía que era un suicidio entrar en ninguno pero era tentador pensar en los tesoros que podría haber dentro.

El comentario de Neil la sacó de su fantasía.

-¿Hiss?

Miró alrededor y no vio a la chica por ninguna parte. Era raro, juraría que había cruzado el puente justo detrás de ella. El pánico empezó a acelerarle el pulso.

-No ha podido irse ella sola por ahí, no es tan estúpida -dijo. Sacó su arma y agarró a Guille para tenerlo cerca. No se fiaba un pelo -Deberíamos volver sobre nuestros pasos por si se ha despistado. Y si no la encontramos nos volvemos.

<<No pienso perder a nadie más.>>

Adru había torcido el gesto ante la posibilidad de que no pudiesen distinguir el torreón, intentando acordarse de qué habían dicho exactamente los visitantes. No estaba teniendo mucho éxito, pero de todas formas se olvidó por completo del asunto cuando Neil hizo alusión a la desaparición de Hiss. La edeel se sobresaltó. ¿Cómo podían no haberse dado cuenta? Estaba dispuesta a hacer lo que Rena había dicho, pero de pronto su aurva estaba actuando de forma extraña.
—¿Neil? —Preguntó acercándose más a él—. ¿Por qué tenemos que ir por ahí…? ¡Esperad! A lo mejor Hiss se perdió en una de estas calles y Neil sabe por dónde hay que ir.
El chico parecía muy convencido de lo que decía y a la edeel, después de todo lo que habían pasado, no le parecía para nada descabellado que su aurva pudiese sentir qué camino debían seguir. A fin de cuentas estaban cambiando.

Incuso si les había dado indicaciones  de "mas o menos" donde se encontraban viviendo, ese "mas o menos" en Rocavarancolia donde cada edificio estaba ruinoso o era engañoso, era sinónimo de perderse. Pam que era la que mas recordaba las descripciones dadas vagamente sobre como llegar iba mas adelante, pensativa sin dejar de mirar alrededor, al menos hasta que la repentina exclamación de Niel le hizo voltearse y ver que ciertamente no había rastro de Hiss.

Sorprendida la niña se asomo rápidamente y con cuidado a la brecha de huesos, pero no había signos de que se hubiese caído y de hacerlo, mínimo la habrían escuchado.<<¿Se ha evaporado sin hacer ni un solo sonido? Que demonios...>> no tenía ningún sentido que Hiss no hubiera gritado o dicho algo y que solo hubiese hecho "caput" y nada mas.

-No tiene sentido que no la hayamos oído irse o algo- dijo Pam mordiéndose el labio inferior ansiosa, medio de acuerdo con Rena de que debían encontrarla hasta que las palabras de Adru mas fuertes que las de Neil llegaron a sus oídos- ¿Sabe donde fue acaso? - pregunto alzando una ceja con extrañeza viendo atentamente al aurva. <<No, no si la hubiera visto habría dicho algo de antemano en cuanto la vio alejarse...¿intuición? Ya  estas alturas ni me sorprendería...>>

- Vayamos donde dice Neil un momento, tal vez Hiss haya ido por allí o haya decidido volver al torreón de último minuto, no estamos tan lejos realmente y esta zona mínimo, la conocemos bastante bien...- No estaba aun así del todo convencida que hubiera vuelto por su cuenta sin mínimo avisar, pero tampoco le tranquilizaba que alguien de repente despareciera sin emitir ningún ruido. Le recordaba demasiado a como dijeron que Hyun había desaparecido de repente tiempo atrás, y al que nunca encontraron, y si había sido algo así lo que le había ocurrido a Hiss, tenían un enorme problema.

<<No, tranquila, seguro que está por donde dice Neil >> pensó Pam frunciendo el ceño, queriendo borrar todos esos pensamientos pesimistas que tanto atraían los malos augurios. Necesitaban creer en la suerte incluso si esta últimamente estaba un poco tocapelotas.

Se quedó entre el grupo del los letarginos, camino intentando fijarse en cada paso que daba. Tenia miedo, pero se sentia bien, se sentía protegido entre sus compañeros.

La repentina desaparición de Hiss, le hizo acercase a Rena, que ella  le agarró para protegerlo. Neil parecía que sabia hacia donde se habia dirigido, ya que todo el mundo comenzó a seguirle.

Guille se preocupo, ¿que habría pasado?, no habia visto ningun monstruo, y Hiss estaba hace un segundo ahí, no podia desaparecer así. ¿Porque era todo tan peligroso? ¿Porque cada vez que salían tenía que ocurrir algo? Guille deseo que la volvieran a encontrar, la muerte de Mike. ¿No iban a estar siempre juntos?

Con esos pensamientos en la cabeza Guille comenzo a caminar cerca de Rena tras los pasos de Neil, que parecía tener muy claro dónde dirigirse.

Neil se quedó callado cuando Adru dijo que él sabía por dónde se había ido Hiss. Si bien no era cierto que quisiera ir por ahí porque lo supiera, tampoco sabía si la atracción estaba ahí por eso. Todavía no sabía por qué la sensación le guiaba en esa dirección.

Con el beneplácito de su edeel, e ignorando un poco al resto de sus compañeros en pos de no perder la sensación, siguió por el camino que su mente estaba marcando, sin parar de andar, pero girándose todo el rato para comprobar que le estaban siguiendo.

No tuvieron que andar mucho para dar con el lugar al que su cuerpo les estaba guiando. El edificio era oscuro, agradable a la vista para el aurva, pero de apariencia descuidada.

- Yo... creo que...- murmuró indeciso. Por supuesto, quería entrar, pero a pesar de la sensación todavía era consciente de que se encontraba en la ciudad y que podía ser peligroso-. Podríamos... entrar... ¿quizás?