Torreón Letargo (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Llegamos a las afueras del torreón, que esta completamente cubierto de enredadera, a primera vista no se ve la puerta, así que me pongo a buscarla ...
-Ayudarme por favor - les pido a Elliot y a Gael - ...
Comienzo a golpear con la punta del bate suavemente sobre las enredaderas, esperando oír algo que no sea la madera golpeando contra la piedra bajo de las enredaderas ...

Drew se despertó sudado. Estaba seguro de haber dormido más de la cuenta. Una corazonada le hizo mirar por la ventana. Había alguien.

-Venga, venga, vamos -apremió Sepalian a los criados, que ya estaban acercándose con los barriles. Extendió una mano con un pequeño amuleto y susurró algo que sonó como un crujido de madera. Las enredaderas del torreón crecieron para formar un puente que se fue haciendo cada vez más liso.
-Coged los barriles con las manos, la carretilla no puede pasar por aquí -indicó el brujo. Usó las enredaderas de sus bolsillos para arrastrarla vacía sobre el puente.
Alzó la vista y reparó en el cosechado.
-Oh, no... -suspiró.

Me despierto. Cuando me levanto, dispuesta a bajar, me percato de que hay un chico mirando por la ventana. No lo conozco... ¿Será aquel del que nos habló Adara el otro día? Me acerco a él para saludarlo, pero parece sorprendido, así que, sin decir nada, sigo su mirada...
Abajo, frente al torreón, hay un grupo de personas con una carretilla, donde llevan varios barriles. Por lo que parece, tienen intención de hacer algo en el torreón. No sé quiénes son ni qué pretenden exactamente, y en esta ciudad no te puedes fiar de nadie... Sin embargo, no parecen peligrosos. No mucho, al menos. Respiro hondo. Será mejor que averigüe quiénes son y cuáles son sus intenciones.
- ¡Eh! - grito. - ¿Qué estáis haciendo?

Sepalian se sobresalta y se quitz la máscara para evitar ser reconocido. Aunque su ropa verde no fuera a ayudar mucho en la tarea.
-Venimos a cuidar las hiedras, cosechados. Manteneos en vuestros asuntos y que no me entere yo de que habéis tratado de dañarlas.
Sepalian se sorprendie mucho al ver el pequeño huerto que habían preparado. "En el fondo los cosechados son tan adorables..."
Sin embargo no puede interferir con la cosecha. Coloca unas agujas en la tierra sobre las que hace un hechizo para evitar que su agua se filtre al huerto o que sus hechizos se escapen de las hiedras a las que tienen que afectar. Solamente espera que a los cosechados no se les ocurra usar las agujas como arma. Con un gesto indica a los criados que viertan el agua.

- ¿Las hiedras? - inquiero, sorprendida. Me fijo más en el hombre que me ha hablado... Me suena de algo, pero no sé de qué. Quizás ya lo haya visto antes. Creo que sí... Me quedo pensativa. - No las hemos dañado...
Entonces, caigo en la cuenta.
- ¡Ya sé quién eres! El tipo ese tan extraño que nos encontramos en la Sede de los Taumaturgos. El que nos echó un discurso sobre que no debíamos pisar las flores...
Hubo algo en sus palabras que en su momento me llamó la atención. Sigo pensando, mientras espero a que me confirme su identidad.

Sepalian la ignoró y siguió colocando agujas mientras los criados regaban. Cuando hubo terminado, empezó a dibujar una intrincada red de símbolos en la tierra sobre la que crecían las enredaderas.
-Creo que dije cosas más interesantes pero, ciertamente, no deberíais pisar mis flores. Ni estas preciosas hiedras, y no solamente porque yo vaya a enfadarme.

- Puede que las dijeras, pero no las recuerdo bien... Sólo me acuerdo de eso, y de tu despedida. Nos llamaste larvas o algo por el estilo. - Me interrumpo. ¿Larvas? Puede que sea sólo una especie de insulto, pero algo me dice que no es así. - Eso, sí. Larvas. ¿Por qué? ¿Y por qué no debemos pisar las flores si no es para enfadarte?
Aguardo a que me responda. No estoy dispuesta a que me ignore. Si lo hace, seguiré insistiendo sobre el tema... Seguro que, tarde o temprano, y si realmente se trata de algo más que de una simple despedida, me dice algo interesante.

-Sois larvas, todos vosotros, os guste o no. Y más os vale que os guste. De todas formas os acabará gustando haber sido larvas -explicó Sepalian con una sonrisa tan amable como cruel era su tono de voz.
-Y puede que las flores las defienda yo, pero digamos que no hace falta que lo haga con las enredaderas de vuestro torreón. Ellas son las verdaderas dueñas.

- Pero... pero... - digo. Hay algo que no termino de entender. ¿Cómo que somos larvas? Sacudo la cabeza. Finalmente, acabo ignorando su advertencia sobre las plantas y su charla sobre las enredaderas. Hay algo que me interesa más. - Sigo sin comprender. ¿Larvas... de qué?

-Creo que ya te he contado demasiado. Deberás esperar a que otro cuidadano más brusco te lo diga de golpe -dijo el brujo. Terminados los símbolos, realizó un rápido pase de manos y la planta se hinchó de agua.
-Así se mantendrá fresca hasta le Luna Roja -aventuró-. Ha sido un placer, cosechada, pero tengo que irme. No bajéis la guardia si no queréis que, en vez de la mitad, muráis tres cuartos de vosotros.
E, ignorando cualquier pregunta, Sepalian Xila se alejó del torreón.

- Pero... ¡Espera! ¡Espera un momento! - grito. Sin embargo, el hombre se aleja con rapidez del torreón. Suspiro. Tenía demasiadas preguntas. De todas formas, será mejor que mañana comente esta conversación con mis compañeros. Creo que podría sernos de ayuda para comprender un poco mejor por qué estamos aquí.
Me aparto de la ventana, pensando, y me tumbo en la cama. Enseguida me quedo dormida.

Nia se despierta. No recordaba mucho de lo que habia pasado ayer, e, increiblemente Harm seguia dormido.
-Debio de quedarse hasta tarde despierto.-sentencio Nia. Se levanta, con hambre y se estira. Suelta un pequeño gemido al hacerlo y sale de la habitación, buscando gente y, comida. Mira entre los restos de comida y encuentra pan y algo que recordaba vagamente a carne Y, tras sentarse a la mesa, comienza a comer en silencio mientras sus pequeñas piernas que no llegaban al suelo, pataleaban, aburrida.
-¿Que podré hacer hoy?-pregunta al infinito...
De pronto, Harm le habla.
<<Vayamos a la biblioteca. Ahi hay libros. Libros que pueden sernos utiles.>>
-Pero si no estan los mayores ni...-
<<Estoy yo. Y no te preocupes. Esta cerca. Lo siento.>>
Nia se asegura los cuchillos en el cinto y el arma en la espalda y decide, finalmente salir.
(CONTINUA EN LA BIBLIOTECA MÁGICA)

Terminé de leer. Ya oscurecía y de las (aproximadamente) 2000 paginas que tenia el libro, me habria leido 500. No tarde en cogerle el truco al alfabeto y gramática de Rocavarancolia.
Esas paginas, en su mayor parte, eran teoría.
Antes de cerrar el libro, miré el siguiente capítulo.
"Hechizos menores"
-Mañana. -dije en bajo.

Me puse de pié y fui a la armeria a ver qué mas había por ahi. Las dagas eran buenas, tendria que practicar más con ellas.

Nia entra de vuelta en el torreon, notablemente cansada. Se sienta a la mesa y deja el libro ahi. Suspira. Abre su cuento por donde lo habia dejado y se sume en una lectura silenciosa.

Como de costumbre, cuando abrí los ojos el sol ya inundaba la habitación. La ventanita, estaba cerrada para no dejar pasar el olor que desprendían las enredaderas de fuera. Hoy, para mi sorpresa, no me sentía cansada ni me dolía nada. Estaba llena de vida y energía. Me levanté de un salto de la cama. Los demás dormían a mi alrededor. Pasé por delante de sus camas intentado no despertarles. Bajé las escaleras y, una vez en el salón me comí una manzana mientras miraba la pared. ¿Que demonios haría hoy? Estuve un buen rato sentada, absorta en mis pensamientos. Después me levanté y decidí bajar a la armería a poner un poco de orden allí a falta de algo mejor que hacer. Era un caos de espadas, arcos, mazas, lanzas, dagas, escudos... todo tirado por los suelo. Suspiré irritada. Comencé a organizar las espadas por tamaño y a colocarlas en los estantes. Metí las dagas en unos baúles, puse los arcos contra la pared... cuando acabé, todo estaba perfectamente colocado. Me puse a rebuscar un rato en los baúles que no había abierto. Uno estaba lleno de flechas de distintos colores y distintas medidas. El siguiente tenía un montón de collares y pulseras de oro... ¿Que pinta esto aquí? Cogí una pulsera y noté un leve cosquilleo en las manos... ¿Que dem...? La dejé caer en el baúl de nuevo. Luego agarré una especie de piedra. - Ah! - grité cuando uno de los bordes de ésta me cortó. Una gotita de sangre cayó sobre la piedra y, para mi asombro, se iluminó. Era un resplandor muy suave, casi ni se notaba... pero emitía luz, lo sabía. Me quedé impresionada. Sin pensármelo, cogí un carcaj y tiré todas las flechas al suelo. Luego lo rellené con las piedras, collares y pulseras que había en el baúl. Me lo cargué a la espalda. Subí arriba corriendo. Todos seguían durmiendo. Lo pensé por un segundo... ¿Que iba a poder decirme ellos? Sabían lo mismo que yo. Resople resignada. Fui a por la guitarra de Vacuum y de su funda saqué la libretita y el trozo de carbón que había. "Estoy en el burdel" garabateé y dejé la libreta sobre él para que la viese cuando se despertase. Después, subí a la última planta a por mis cariocas y me fui del torreón.

Continua en el Burdel de Dama Espasmo

Me despierto algo desorientado ... los dos últimos días han sido muy monótonos, así que no he hecho nada interesante, cuidar del huerto, comidas frugales y entrenar, tanto magia como armas ... en la magia no he hecho progresos, solo me sale el hechizo de curación y aunque me agota menos ... es el único que se, con las armas he progresado mas, o eso creo ... no tengo nadie con quien medirme en condiciones ...
Me incorporo y mi cuaderno de partituras cae al suelo, lo recojo desconcertado y veo la nota que ha dejado Elliot ... espero que este bien, pero lo de salir sola ... no me convence, suspirando bajo al patio y cojo agua para darme un baño ... después de secarme bien me pongo unos pantalones negros de tela basta y una camiseta negra de tirantes, me calzo las Converse y bajo a atender el huerto, lo riego un poco y me subo a la cuarta planta ... antes de entrar me fijo en las enredaderas, parecen muy bien cuidadas, y en el suelo hay unas agujas extrañas ... me agacho a coger una, pero antes de tocarla aparto la mano, estarán ahí por algo, me subo a la cuarta planta, cogiendo antes mi guitarra que esta junto a mi cama, y hago unos estiramientos y unos calentamientos ...
Agarro la espada corta y me pongo a entrenar, cuando acabo con la espada corta empiezo con la bastarda .... ya apenas noto el peso, y cuando termino con la bastarda empiezo con las cimitarras ...
Estoy entrenado todo lo que puedo, hasta que venga alguien ...