Taberna del Mago Tuerto

- No estoy segura, pero parece que sí- le contestó la vouivre, bajando más el tono.

Noel le dijo que a él también le inquietaban y le dijo telepáticamente que iba a intentar escuchar su conversación. Wen siguió bebiendo disimuladamente y esperó a que Noel le dijera de qué hablaban. Poco después, pudo ver la sorpresa en la cara del draco. Según le informó, no hablaban de ella, sino de ellos, exactamente teorizaban sobre su posible transformación que según ellos era la razón por la que estaba con Noel. “¿Creen que estoy con Noel porque mi dominio es que me torturen?” Wen se estremeció solo de pensarlo. Aspiró fuerte y dio un largo trago a su bebida.

- Es… desagradable, pero tiene sentido- dijo en un tono bajo-. En un mundo tan degenerado, sádico y morboso como Rocavarancolia creer eso de nuestra relación dada la información que tienen tiene sentido. Aunque la falta de cicatrices recientes en mi cuerpo debería darles otra idea, pero pueden suponer que con amigos como Gael, Giz y Nia es algo que podemos disimular fácilmente-. Wen calló y reflexionó unos segundos-. En realidad… creo que me tranquiliza. Si piensan eso quiere decir que no sospechan la verdad. No sé como sentirme realmente al respecto, pero sé que en cierta medida me alivia. ¿Tú qué opinas?

Noel trataba de actuar con toda la naturalidad posible, continuando con su bebida y deshaciendo de la forma más sutil posible el hechizo de amplificación sensorial: no quería seguir escuchando los comentarios de aquellos dos, se estaba poniendo malo. La idea le asqueaba tanto que, a pesar de que no era cierto, estaba empezando a sentirse sucio tan solo de imaginárselo. No obstante, no podía negar que la vouivre tenía razón cuando expresó su opinión al respecto, a pesar de que había resultado evidente que a ella también le había desagradado enormemente la idea.
—Es cierto, en realidad no es tan sorprendente que hayan llegado a semejante conclusión enfermiza —se mostró de acuerdo a pesar de todo—. La verdad es… Sí. Por mucho que me repugne, resulta bastante conveniente que corran esos rumores. Que crean lo que les dé la gana mientras eso sirva para que no vuelva a suceder lo mismo —añadió en tono grave, mirando directamente a la británica a los ojos con seriedad justo antes de darle un largo trago a su hidromiel. Ambos sabían a qué se refería sin necesidad de especificar.

El draco era completamente sincero. Poco le importaba su “reputación”. En el fondo, ese era el tipo de imagen que prefería que tuviesen de él: un monstruo sádico y peligroso. No obstante, aquellos rumores se encontraban a un nivel que le resulta repulsivo y por ello no pensaba desmentirlos, pero tampoco confirmarlos.

Cuando creía que podían dar el tema por zanjado, al menos en aquel instante ya que tampoco querían arriesgarse a que alguien les estuviese escuchando, las risas del grupo de baja calaña de la barra le taladraron los oídos e instintivamente giró la cabeza en su dirección con expresión malhumorada. La anestesia prevenía que le doliese, pero no por ello dejaba de resultarle desagradable escuchar las estridentes carcajadas de aquella panda de escoria. Se giró justo a tiempo para que su mirada se topase con el brazo del guerrero que presuntamente era su líder apuntando en su dirección mientras su rostro, enrojecido por el alcohol y enarbolando una expresión de diversión absoluta, se encontraba girado hacia sus compañeros mientras comentaba algo a voz en grito.

—Y parecía tonto el pollo  —les decía en un tono de voz tan elevado como festivo—. Se buscó una buena fuente de energía al mismo tiempo que un par de tetas. —Hizo una pausa para soltar una carcajada y fue entonces cuando se giró en dirección a la mesa ocupada por la pareja, topándose directamente con la mirada asesina que el draco le dedicaba en ese momento—. ¿Acaso digo alguna mentira, pajarraco? Debes de pasártelo muy bien en el dormitorio —le soltó mostrando una amplia sonrisa perversa—. ¿Y ella? ¿Pide más después de que la destroces? Vamos, vamos, deja de mirarme así y sácanos de dudas. Los chicos y yo tenemos mucha curiosidad.

El tipejo aderezó sus agravios con carcajadas todavía más estridentes, coreadas por su grupito, que tan solo aceleraron el bullir de la sangre del sueco, que había ido en aumento cada vez que el borracho abría su infecta boca. Noel ya se había levantado de la silla antes de que la risa impidiese seguir hablando al guerrero. Dejó su jarra sobre la mesa con tanta fuerza que la madera de ambas se astilló y se giró hacia la vouivre.
—Eso sí que no pienso tolerarlo —le dijo en tono tajante y airado.
Porque, aunque no le importase lo que pensasen sobre él, que le faltasen al respeto a Wen de aquella manera no había forma de que lo pudiese dejar pasar. Empezó a dirigirse hacia la barra a pasos largos y frenéticos.

Noel reafirmó la idea de que aquellos rumores eran convenientes, sobre todo para evitar que lo ocurrido con los mercenarios de Gar volviera a suceder. Aquel amargo recuerdo hizo que la mirada de Wen se ensombreciera por unos segundos. Aquello sería lo mejor. Ni desmentir ni confirmar. No a menos que se descubriera la verdad. Quizás no era el mejor rumor que podía correr sobre ellos, pero ciertamente se trataba de uno conveniente, y eso era lo que importaba.

Justo en el momento en el que dieron la conversación por zanjada, las risas de unos borrachos resonaron fuertemente. Aquel sonido molestaría a los oídos de cualquiera sin necesidad de que este fuera un draco, por lo que entendía que Noel se girara molesto en su dirección, aunque no se esperaba que sucediera aquello. Los borrachos también debían haber oído la conversación de los otros dos parroquianos, porque aquel guerrero los estaba insultando deliberadamente haciendo referencia a la supuesta transformación de la vouivre y a la razón de su relación. La vouivre se cabreó al instante. Realmente nunca le había importado lo que la gente pensara de ella y mucho menos cuando podía perfectamente degollarlos en aquel preciso momento y lugar y posiblemente a nadie le importara, pero aquello era algo que también afectaba a Noel.

La británica se levantó tras el draco cuando este fue al encuentro de los borrachos y lo paró cogiéndole del brazo lo suficientemente cerca como para que pudieran escucharle hablar.

- Noel, no vale la pena- dijo al pararle-. Tarde o temprano este tipo morirá ahogado por su propio vomito en algún callejón. Ni siquiera sus gritos lastimosos valen tu esfuerzo- terminó diciendo mientras le lanzaba una mirada envenenada al susodicho.

Se detuvo en seco al sentir el contacto de Wen y se giró hacia la chica cuando esta le habló, tratando de convencerle de lo que no tomase ninguna medida al respecto. Noel se obligó a calmarse un poco, a regañadientes. Sabía que la vouivre tenía razón, y si a ella no le parecía tan buena idea aplastarle el cráneo a aquel desgraciado tal vez debería hacerle caso.
—De acuerdo —concedió, resignado—. Pero déjame al menos que le informe amablemente de lo que le sucederá si no cierra esa apestosa bocaza suya —le pidió con un sarcasmo airado sin molestarse en bajar el tono de voz, asegurándose de que el tipo le escuchaba con claridad.

El individuo en cuestión había continuado riéndose y le dedicó una sonrisa insolente al draco cuando este se encaró hacia él.
—¿Por qué me insultáis? Yo solo intento mantener una conversación amistosa y animar un poco el ambiente. O qué pasa, pollo, ¿es que te avergüenzas de lo que eres? Eso sería muy patético por tu parte, sin intención de ofender —le espetó en un tono que daba a entender todo lo contrario a lo que afirmaba antes de volver a estallar en carcajadas.

El sueco apretó los puños, reprimiendo el impulso de dirigirlos hacia la cara de aquel imbécil y le habló con todo el desprecio que sentía en aquel momento, casi escupiendo las palabras.
—Te puedo asegurar que no me avergüenzo en absoluto de lo que soy y como no te disculpes ahora mismo y dejes de farfullar gilipolleces, vas a comprobarlo de primera mano —le amenazó.

La reacción del borracho fue emitir un sonido de burla y volver a reírse estruendosamente. Sus compañeros, no obstante, habían empezado a adquirir un aire más serio y algunos cuchicheaban entre ellos. Noel se encontraba demasiado centrado en el guerrero como para prestar atención a lo que decían.

Para la suerte de Wen, Noel decidió abstenerse de empezar una pelea con aquel individuo y se limitó a advertirle de a lo que se enfrentaba, pero él, sin embargo, siguió insultando y provocando sin importarle ni siquiera los cuchicheos de sus amigos. El cabreo de Wen era palpable.

- Ey, intento salvar tu culo, pedazo de mierda. Si él decide hacerte suplicar por una muerte dulce, no seré yo quien le pare esta vez- le advirtió, consciente también de que el enfado de Noel no hacía más que aumentar.

—¿Pero no habíamos quedado en que mis gritos no merecían la pena? Deberías hacerle caso a ella o esta noche probablemente te quedarás sin f…
—Oye, Cerril… creo que no deberías provocar a este tipo.
El aludido se giró hacia el compañero que le había interrumpido enarcando una ceja todo lo que su embriaguez le permitió.
—¿Desde cuándo te has vuelto un cobarde, Relario? ¿De verdad le tienes miedo al pollo?
—Es uno de ellos. Es uno de los de la Brecha.
—¿Y a mí qué? ¡Bobadas! Seguro que todo lo que se dice sobre ellos no son más que rumores. Una panda de mercenarios glorificados, eso es lo que son.
—Escúchanos —los secuaces daban muestras de empezar a ponerse cada vez más nerviosos—. Al principio no le reconocimos, pero no hay más dracos en la ciudad y tiene que tratarse de… Ese grupo es peligroso.
—¡He oído que incluso ella también es peligrosa! —afirmó otro casi tan ebrio como su líder señalando a Wen—. Los mercenarios de la brecha, el vampiro que trabajaba en el burdel, el hado infernal y ella acabaron con los de Gar. Mucha gente lo vio…
—Este tipo ha matado a Verkan, Cerril —añadió un tercero en un tono de voz claramente tembloroso.

Noel había estado a punto de perder por completo el autocontrol después de que el tal Cerril replicase a Wen, pero los acontecimientos habían sufrido un giro inesperado y la rabia que hasta hacía escasos minutos impregnaba sus venas había comenzado a diluirse mientras asistía con enorme deleite al intento de disuasión de la escoria que acompañaba a aquel individuo. Casi podía paladear el miedo que adivinaba en las miradas que les dedicaban mientras trataban de convencer a su líder de que era mejor no buscarse problemas con ellos. A los cuchitrileros les había llevado tiempo, pero su fama como “individuos a los que no convenía cabrear” se había catapultado después del derramamiento de sangre que había tenido lugar en las calles aledañas a aquella misma taberna.

Aunque el borracho parecía no querer dejarlos en paz, sus compañeros comenzaron a intentar persuadirlo para que se callara, reconociéndolos como aquellos que habían matado a los mercenarios de Gar. Casi se hinchó de orgullo cuando sus compañeros, asustados, le advertían sobre lo peligrosos que eran y de lo poco conveniente que sería seguir metiéndose con ellos.

- Ya has oído a tus amigos. Es mejor que les hagas caso o lo que les hicimos a ellos no será nada en comparación con lo que te haremos a ti si sigues por ese camino- le dijo como advertencia final, esperando que aquel borracho entrara en razón y cesara sus provocaciones. Realmente aquel día no le apetecía tener que preocuparse por las manchas de sangre en su ropa, ya que era obvio que si seguía así, Noel no se iba a reprimir y no parecía que nadie fuera salir en auxilio del pobre desgraciado.

Cerril quedó mudo y tragó sonoramente saliva como si se acabara de percatar de a qué se enfrentaba exactamente, pero su borrachera y su orgullo rápidamente se deshicieron de su instinto de supervivencia y volvió a sonreír burlonamente.

- Dime la verdad, pollito, te pones así porque quieres ser el único que la humille, ¿eh?

Por un instante pareció que aquel asunto finalmente se resolvería en aquel mismo momento. Las palabras de sus compinches parecían haber comenzado a calar en el guerrero y el rostro del mismo había palidecido visiblemente dentro de la rojez propia de la embriaguez. Se estaba acobardando y el sueco se cruzó de brazos esperando a lo siguiente que saliese de la ebria garganta de aquel tipejo, que suponía que se trataría de algo que lejanamente se podría interpretar como una disculpa, lo justo para ahorrarse problemas. Supuso mal.

Cerril parecía dispuesto a que lo que le arrancasen de su garganta fuesen gritos y, si era lo que pretendía, desde luego había ido bien encaminado. Ante su última provocación, el draco se hartó y llegó a la conclusión de que si quería que cerrase la boca iba a tener que encargarse personalmente. El sueco ya había comenzado a evaluar la situación desde el mismo momento en el que sus pasos se habían dirigido hacia la barra y tenía una idea bastante clara de a qué se enfrentaba: no podían superar a aquel desgraciado a base de fuerza bruta; al menos no sin la ayuda de la forma alternativa de Wen y aquella no era una opción. Lo más eficaz sería apoyarse en la magia, a fin de cuentas sus tres secuaces por mucho que hubiesen intentado disuadirlo era muy probable que le ayudasen. Eran dos contra cuatro y, a pesar de que estos últimos se encontraban en distintos estados de embriaguez y eso equilibraría un poco la balanza, seguían superándoles en número.

Lo primero que hizo fue lanzar un hechizo de fatiga hacia el guerrero. Probablemente llevase protecciones físicas y mágicas, pero no todo el mundo añadía una cláusula para protegerse de hechizos de tipo orgánico. Además, su estado haría todavía más efectivo aquel hechizo.
—Esta corre de mi cuenta —le comunicó al trasgo girándose hacia él esbozando una sonrisa maliciosa.
El dueño del local, que había asistido a toda la escena emitiendo algún que otro gruñido de descontento, tan solo asintió con la cabeza sin perder el gesto malhumorado y, cuando el draco comenzó, ante la atenta mirada de toda la clientela, a sacar a rastras a Cerril del local agarrándolo del cuello y propinándole alguna que otra patada, pareció perder interés en la escena y continuó limpiando vasos como si nada hubiese ocurrido.

Cerril farfullaba incoherencias y trataba de desembarazarse de Noel, pero su estado le impedía funcionar correctamente. El sueco lo arrojó fuera de la taberna con una patada en la parte posterior de sus rodillas, haciéndolo caer al suelo. Sus secuaces habían tardado en reaccionar, pero dos de ellos se habían lanzado hacia él. El sueco dejó que sus protecciones se ocupasen de parar los primeros golpes. En cuanto se le acabaron las ancladas, dejó saltar las runas del sistema defensivo, bloqueando por completo los primeros intentos de herirle por parte de aquel grupo de borrachos. Uno de ellos había sacado una espada, mientras que otro intentaba conjurar un hechizo sin éxito debido a su inestable pronunciación. El tercero parecía haber decidido que Wen sería un oponente más fácil y trataba de hacerle daño mientras comprobaba que se equivocaba.

El draco invocó su hacha y asestó un tajo al secuaz que se había lanzado hacia él con la espada por delante, esquivando su torpe embate con una finta lateral. Sus protecciones estaban a punto de caer por completo, pero lo mismo se podía decir de las de sus oponentes. Noel conjuró un hechizo de luz ochroria, que pilló totalmente por sorpresa a los tres individuos al encontrarse sus reflejos disminuidos. El conjuro los cegó y aumento el embotamiento de sus mentes, y el draco no se hizo de rogar. Una llamarada oscura prendió a su alrededor una vez finalizó la letanía y los primeros gritos no se hicieron esperar. Una sonrisa de sádica satisfacción asomó en las comisuras de sus labios.
—¿Todavía seguís teniendo ganas de más? —les preguntó con sorna.
Al parecer así era, pues uno de los secuaces de Cerril se lanzó arma en mano y con furia contra él. Noel se puso en posición defensiva mientras su hacha se preparaba para darle la bienvenida y trató de localizar a la vouivre con la mirada.

Noel, como no podía ser de otro modo, se hartó del comportamiento del borracho y le agarró para sacarlo a rastras del local. A diferencia de lo que había pensado Wen, los amigos del sujeto sí que intentaron ayudarle, pero Wen evitó que el último de ellos les siguiera cogiéndole de cuello y lanzándolo contra una esquina ayudada de un hechizo de impacto. No debió calcular bien la dirección, porque el borracho en vez de caer al suelo impactó contra una mesa que había en el camino destrozándola en el proceso. Wen arrastro con ayuda de algunos hechizos al susodicho hasta la puerta y lo lanzó al exterior. Luego se giró hacia el interior.

- Sigan disfrutando de la tarde- dijo, invocando su doble guadaña y saliendo tras su contrincante.

Con su arma en ristre, la vouivre saltó sobre el borracho consiguiendo alcanzarle varias veces antes de que este se asentara sobre el suelo y comenzara su ofensiva aunque no de forma muy eficaz, debido a su borrachera. Wen comprobó la situación de Noel, ya que él se enfrentaba a tres, pero vio que dominaba la situación por el momento, por lo que se concentró en su propio contrincante. La vouivre siguió luchando con su doble guadaña, combinando los ataques con algún hechizo si era preciso. En cierto momento, pudo percibir una brecha importante en las defensas de su contrincante, la cual aprovechó la británica para dar por zanjado el asunto y golpeó fuertemente la cabeza del borracho con el mango de su arma, haciendo que este cayera inconsciente al suelo.

Wen entonces se volvió hacia la otra lucha y pudo ver como uno de los amigos de Cerril se abalanzaba sobre Noel y otro le cubría la retaguardia para atacar tras él. Wen no lo dudó e hizo un barrido con su doble guadaña consiguiendo cercenar los tendones del segundo atacante, haciendo que este cayera al suelo entre gritos.

Noel no se había dado cuenta a tiempo de que el segundo secuaz trataba de atacarle por la espalda, pero por suerte Wen sí. Viendo que la chica ya se había encargado eficazmente de dos de los cuatro, el draco decidió que iba siendo hora de hacer lo mismo con la pareja restante. Bloqueó la espada de su oponente con su arma y, al instante, enganchó su pierna a la de su oponente para después tirar hacia atrás y hacerle caer al suelo. El sueco le clavó el puño del hacha en la mano, apretando con fuerza mientras se regocijaba gracias a los gritos de dolor de su oponente. A continuación conjuró un rápido hechizo de inmovilización con el que cubrió a los dos secuaces que todavía seguían conscientes y recogió la espada que el que había tirado al suelo dejó caer. El sueco la alzó, colocándola sobre el pecho de su propio dueño y la bajó de un golpe seco… Para desviarla en el último momento y clavar su ropa al suelo con ella. No pretendía matar a ninguno de ellos, pero el rostro desencajado acompañado con el grito de terror que el individuo había proferido es lo que le había hecho escoger aquel hechizo en lugar del de parálisis. Tres fuera de combate. Únicamente quedaba el tal Cerril, que había estado teniendo problemas para mantener el equilibrio debido al cóctel que conformaban su borrachera, la fatiga y la confusión producida por la luz ochroria.

Cerril se encontraba efectivamente en un estado lamentable, pero no dejaba de ser un guerrero. La lucha era lo suyo, la visión de las refriegas avivaba su instinto y la adrenalina le ayudó a sacar sus últimas fuerzas, así como su enorme maza, y echar a correr en dirección al draco con la intención de partirle su emplumado cráneo…

Pero Noel, que se encontraba prácticamente en plenas facultades y por tanto su capacidad de reacción no estaba afectada, comenzó a conjurar rápidamente un truco que había aprendido en una de las últimas clases a las que había asistido con Deferentia. El sortilegio envolvió a Cerril en un aura púrpura, pero el guerrero no detuvo su avance ya que no tuvo ningún efecto más sobre él. O eso creía. Dedicándole una amplia sonrisa burlona, el sueco alzó el vuelo justo antes de encontrarse al alcance de Cerril y este emitió un gruñido antes de intentar detener su carrera… Sin éxito.

—¿Qué me has hecho? —aulló enfurecido el guerrero mientras se dirigía sin poder detenerse ni aminorar su marcha hacia el sólido muro de piedra delante del cual se había encontrado el draco segundos antes.
Cerril apenas tuvo tiempo de gritar algún insulto dirigido hacia Wen y Noel antes de estamparse de cara contra la pared y caer de bruces al suelo, lo que puso fin al hechizo de zapatos traidores.

El sueco se acercó a Wen pasando por encima de Cerril sin mirarlo, mientras este emitía quejidos de dolor y su nariz, rota, sangraba abundantemente.
—Creo que ya va siendo hora de pagar la cuenta e irnos, ¿no? —le preguntó a la británica con total tranquilidad, como si hasta ese momento hubiesen seguido bebiendo tranquilamente en su mesa.

Wen se levantó tranquilamente y comenzó a echarle hechizos de limpieza a sí misma y a su arma, para luego desinvocarla. Parecía que Noel podía perfectamente con los dos borrachos que quedaban en pie y no quería ser ella quien le quitara un poco de sana diversión, así que se limitó a acomodarse la ropa y el pelo mientras esperaba a que Noel dejara de jugar con ellos. Cuando el draco se le acercó sugiriéndole pagar la cuenta, Wen resopló mandando a volar su flequillo en otra dirección y puso cara resignación, como si todo eso hubiera sido una tediosa tarea.

- Si. Ornlu debe estar ansioso por su ración de carne de hoy. Creo que siente la mudanza acercarse, porque está más nervioso que de normal- comentó tranquilamente mientras entraba a la taberna sonriendo al draco.

Una vez dentro observó el destrozo que había ocasionado al tirar a uno de los borrachos contra una mesa, hizo una mueca y mascullo “culpa mía”. La pareja se acercó a la barra luego de coger las cosas que habían dejado abandonadas sobre su mesa.

- Cóbrame lo que nos hemos tomado- pidió al trasgo, para luego añadir-. Y la mesa también.

El trasgo les cobró las consumiciones sin apenas mirarlos y luego siguió limpiando vasos.

- Para la clientela habitual, la primera es gratis- dijo, refiriéndose a que no iba a cobrarles el destrozo esa vez.

Probablemente, el trasgo valorara más que se hubieran desecho de aquella cuadrilla que de lo que pudiera costar la mesa.

Enredo acompañó al dullahan hacia la taberna y cuando salieron de la niebla se sintió ligeramente más seguro, al menos ahora podía ver lo que había a su alrededor con claridad.

-Perdona lo de "chico dullahan" no me quedé con tu nombre - en realidad no lo habían dicho, pero era una buena forma de hacer que se presentase.- Veo que eres humano, ¿de dónde? si no es indiscrección claro - preguntó por hacer el camino más ameno.

-Disculpa lo del torreón, no tenía intención de causar problemas - se disculpó,- sólo quería echaros una mano, no pensé que las cosas se fueran a salir tan de madre.

Se mantuvo callado poniendo sus pensamientos en orden hasta que llegaron a la taberna.

-Bueno, aquí estamos - le dijo señalando el edificio.- Estoy seguro de que reconocerás al violinista fácilmente y posiblemente dama Estribo ya esté dentro. Si necesitas algo más en lo que pueda ayudarte... - comentó dando a entender que si no lo había se iría por donde había venido.

Caminar por Rocavarancolia sin miedo era una sensación rara y agradable a la vez. No es como si pudiera fiarse de la ciudad aún, pero por lo menos sentía haberse ganado el respeto de esta sobreviviendo.
A pesar de que iba mirando a todas partes, no prestaba especial atención a nada en concreto. Cuando Enredo le habló estaba algo despistado mirando al cielo, cosa fácil de notar cuando no había dejado de enviar sensaciones de curiosidad.

«Jace. Soy... ¿era? de Estados Unidos.»—se llevó una mano al pecho mientras una chispa de nostalgia se incendiaba en él. ¿Hacía cuanto no le preguntaban por la Tierra? A parte de las historias que compartía con Sekkeh, no había mencionado su lugar de origen con mucha gente más. No lo pretendía, pero por lo bajo se preguntó si Enredo habría sido un humano como él. En seguida más sensaciones que inspiraban calma le hicieron llegar.— «¡A mi no me pidas perdón por eso, hombre! El ambiente estaba cargado, sé que no ibas con malas intenciones. Roaxen se pone siempre un poco...»

Varias palabras se amontonaron deprisa: nervioso, irascible, pelmazo, coñazo, idiota... sin llegar a elegir ninguna en concreto.
Giró la muñeca deprisa, como si pasase lista mientras pensaba adjetivos. Finalmente se encogió de hombros.

«Y más después de toda la mierda que nos ha pasado hoy, hah.»—habría sonreído de forma infantil de haber podido, pero a cambio se limitó a darle unas palmaditas en el hombro al brujo. Se contuvo en acariciar al panda rojo que iba con él.—«¡Muchas gracias por traerme, tío! Supongo que con esto te debo más de una.»

La música gritaba a Jace entrar. Ya podía imaginarse bebiendo cerveza, aunque el no tener cabeza le hacía debatirse muchas cosas. Con pensamientos de agradecimiento y un gesto de mano se despidió de Enredo, entrando con prisa y nervios en la taberna.

Las primeras impresiones no fueron las que imaginaba. Un "¡¡HOSTIA!!" fue lo primero que pensó, cosa que más que probable enviase a todos los presentes y por ello se tuviera que esforzar por hacerse pequeño y pasar desapercibido. Por suerte no muchos repararon en él.
Se fijó en toda la clase de seres que gritaban y cantaban allí, en los músicos en el escenario, en que el suelo estaba pegajoso por las bebidas derramadas y aunque se habría sentido tremendamente asustado tiempo atrás... coño, ahora llevaba la cabeza bajo el brazo.  
Al ver a la otra dullahan no muy lejos suya su humo ascendió casi como un signo de exclamación. Se acercó a ella y al grupo con una mezcla de incertidumbre, gusanillo y emoción. No pensó nada destacable hasta estar cerca suya.

«¡E-Ey, dama Estribo!»—Alzó un brazo, acomodándose la cabeza. —«¿He tardado mucho? Veo que os lo montáis bien.»

El chico les vió enseguida. Marsi le señaló una silla vacía para que pudiese sentarse.

- <<No has tardado, tranquilo. Me alegra que al final hayas podido venir. ¿Quieres tomar algo? Hace un tiempo que trabajo aquí a tiempo parcial, así que puedo invitarte>>

Marsi estaba bastante orgulosa de poder al menos pagarse sus propias copas, e invitar a sus amigos. Ya no tenía que depender de Mikk o del violinista.

-<< La persona que quería presentarte está ahí>>- señaló al violinista, que tocaba sobre el escenario. Se había quitado la chaqueta y arremangado la camisa y bailaba con Mikk con una alegría un tanto sospechosa. A Marsi se le escapó un poco de vergüenza entre los pensamientos- <<Vale... es posible que haya bebido un poco. Pero él me ayudó muchísimo cuando me transformé, y me ha dejado su libro sobre dullahans para que te lo de.>>

Le puso delante un libro que había visto mejores tiempos, encuadernado en piel negra sin título ninguno y mal encuadernado.

-<< Aquí viene todo lo básico; las estirpes, los objetos vinculados, las monturas... Cuidalo bien porque como le pase algo a este libro iré a por ti>>- señaló a Jace con un dedo cargado de amenaza, pero inmediatamente relajó el gesto y dejó escapar una risita- << Bueno si tienes cualquier duda puedo responderte yo, a él aún le quedan un par de canciones.>>

Habían llegado con tiempo y tomaron asiento en cuanto consiguieron secarse, Dhelian a su estirge salir de debajo de la capucha, subiéndose sobre el filo de la mesa donde comenzó limpiarse las plumas. El nuevo dullahan no tardo en llegar y le sonrió al verlo aparecer, dejando a su amiga explicarle lo que necesitaba antes de decir nada no queriendo interrumpir.

-Es bueno verte de nuevo, soy Evelhan Kaw, por si no te acuerdas de mi nombre. Puedes decirme Kaw o Evelhan, como prefieras -dijo saludándole con la mano, mientra la estirge dejaba de acicalarse las plumas y miraba con sus ojillos negros la cabeza de Jace con especial atención. Dhelian le dio un golpecito en el pico sabiendo lo que pasaba. Estaba interesada en la cabeza de este o mas concretamente, en sus ojos- Haz el muerto -dijo sonriendo con buen humor y el pobre pájaro le miro ofendido, pero lo hizo cayendo plomo con la patas hacia arriba, perdiendo toda la dignidad y mirándole mal. o todo lo mal que poda mirarle un pájaro cabezón. Dhelian sonrió acariciando su barriga con un dedo antes de dirigirse de nuevo al dullahan.

-En cuanto puedas deberías poner tu cabeza a buen recaudo en un bolsa sin fondo o en algún lugar donde llevarla, para no llevarla todo el tiempo bajo el brazo -comentó mirando esta y sonriendo amigablemente- Aunque con nosotros aquí nada va a pasarle, bienvenido a la ciudad de lo borrachos- añadió tomando un trono de cerveza de caramelo y haciendo un gesto al bullicio que tenían Mikk y el violinista.

Tomo asiento justo como dama Estribo le indicó, sin pegar la espalda al respaldo en expresión de curiosidad.

«¿De verdad puedo pedir algo?»—la imagen de una cerveza fría le hizo vibrar el cuerpo y el corazón. Se moría por una, pero tan pronto como lo pensó cayó en la primera pregunta que tenía que hacerle a la dullahan.—«Espera, ¿cómo se supone que bebemos nada si no tenemos boca? ¿Con embudos o algo así?»

Soltó una risa al imaginárselo, la cual se fue apagando progresivamente. Ya no era solo bebida, sino comida. ¿¡Tendría que dársela a alguien para que la masticase, o inyectársela en vena!?
La imagen del otro dullahan bailando en el escenario le quito cualquier duda de un golpe. Si bien se quedó hipnotizado mirándole, volviendo a reírse al notar la vergüenza que emanaba dama Estribo. El que debería de ser su maestro ya le caía bien. Nadie podía ser mala persona bailando de aquella manera después de haber perdido la cabeza.

Con la mano libre, sujetó el libro que le había ofrecido la joven. Jace encontraba agradable lo hecho pedazos que se encontraba, su textura y, de haber podido oler más allá de la mezcla que se condensaba en la taberna, seguramente le habría gustado el olor a viejo que emanaba. Lo abrió por una página al azar con un movimiento rápido de muñeca, examinando con determinación la parte que había caído: las monturas. Cuando dama Estribo le señaló, sus hombros se tensaron, haciendo que cerrase el libro para luego dejar escapar una risa similar, quizás algo más nerviosa por no saber que tan en serio lo decía.

«Lo pillo, protegeré el librito como si fuera mi propia cabeza. ¡Esto junto con la libreta y el boli, debe ser navidad en Rocavarancolia!»

Justo en ese momento se fijó en la figura que tenía a un lado. Le reconoció al momento, recordando más bien tarde que no podía exactamente sonreír. De igual forma, su buen humor se habría estado enviando a los que le rodeasen en ese instante, y más después de observar lo adorable que le resultaba la estirge.

«¡Sí, claro! El de los pájaros guays.»—trató de quedarse con su nombre, fallando en el intento.— «Creo que me quedaré con Kaw. Es más fácil de recordar... y suena a pájaro.»

Como si fuera una voz de fondo, Jace comenzó a repetir en voz baja y en tono agudo "caw caw" varias veces. Terminó apoyando la espalda, dejando el libro con sumo cuidado sobre la mesa y la cabeza sobre el regazo, poniendo su atención de nuevo en el escenario.

«¿Y no tendréis una de esas bolsas de sobra, por casualidad?»—tiró de un mechón de pelo de su cabeza, marcando el ritmo de la música con un pie.— «¡Quiero entrar en la ciudad de los borrachos oficialmente sin pensar en la cabeza!»