Taberna del Mago Tuerto

-Vaya - es lo único que digo en respuesta a las palabras de Mikk, pero eso hace que sienta aún más curiosidad por conocer a esa otra chica, tengo que judgar por mí misma.

El rato pasa mientras hablamos y bebemos, más tarde el hombre dullahan sube al escenario y se pone a tocar su instrumento. Nunca he sido muy amante de la música, pero sé reconocer la buena música. Me sorprendo a media canción moviendo la cabeza y el extremo de la cola al compás de la música.

Al terminar la canción nos vamos, no sin antes despedirme y agradecer a Mikk la información y la bebida. Al violinista le hago un gesto de despedida con la mano pero no tengo muy claro si lo habrá visto. Al salir y poner rumbo a nuestra nueva casa decido que tengo que volver cuando tenga dinero, algunas personas parecen agradables.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

Surasara decidió preguntar a Mikk sobre el ejercito y sobre si había mas nagas como ella. La respuesta de este fue algo confusa, parecía haber alguien mas pero a juzgar por las palabras del hombre no seria ameno hablar con ella. "Dudo que haya otro brujo de las estirges si que de poco sirve preguntar, supongo que como mucho podría preguntar a otro brujos con dominio vivo si alguna vez tengo dudas"

En su cuello, orgullosa se impacientaba por el encierro picoteandole detrás de la oreja en un mudo pedido de libertad, por lo que cuando Marsi termino de hablar con el dullahan de nombre desconocido aun para ellos, tan solo espero el momento de marcharse susurrándole a estirge que se estuviera quieta mientras escuchaba la música del violinista con cierta fascinación. Sobretodo al verlo sacar del humo de su cuello el violín preguntando que cosas podría crear Marsi con el humo. Solo se quedaron en una canción pese a todo.

-Uhm volveremos algún día, a poder ser cuando tengamos dinero- sonrió a Mikk pues realmente había sido bastante amena la conversación con este, saliendo de la taberna. Afuera viendo el cielo abierto, orgullosa se escurrió por su cuello saliendo fuera y alzando el vuelo con un graznido de libertad mientras aquella que se habían quedado afuera se le unían, volando no muy lejos de ellos. Habían muchas cosas que solucionar pero poco a poco y tiempo, que era algo que les sobraba. Prometiendo con Surasara y Marsi verse pronto de nuevo, a poder ser en un día o dos se marcharon.

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A pesar de su falta de paciencia el tiempo hizo que todo pudiese regresar a la normalidad y antes del término del mes, pocos días después de que el draco hubiese alcanzado lo que si siguiese viviendo en Suecia se consideraría la mayoría de edad, ya se podía decir que se encontraba totalmente recuperado. Su ojo recuperó también la capacidad de enfocar y poco después pudo sentirse aliviado al constatar que ya no se trababa leyendo, que no necesitaba que alguien estuviese las veinticuatro horas al día pendiente de él por si se caía o montaba algún estropicio y que podía volver a tocar la batería. Resultó un alivio comprobar que podía retomar el aprendizaje desde donde lo había dejado, especialmente porque si podía tocar la batería, actividad que requería un elevado nivel de coordinación, podía darse por completamente rehabilitado. No obstante, todavía había algo por solventar y necesitaba hacerlo cuanto antes.

Desde que había conseguido sus primeras reservas mágicas, desde que había cumplido su precio por vez primera y una nueva faceta de él había surgido para ya no abandonarlo más, Noel no había vuelto a sentirse tan vacío como en aquel momento. Había vaciado hasta la última gota de reserva mágica que le quedaba primero cargando todos los amuletos que no estuviesen al máximo de su capacidad en aquel momento de entre los que disponían en el cuchitril y para los últimos resquicios restantes había adoptado la sugerencia de Vac de lanzar hechizos de impacto al aire. Lo hizo con rabia, cargándolos como si intentase derribar una fortaleza con ellos, mientras recordaba el motivo por el que quería deshacerse de toda su reserva. Y en cuanto se vio completamente vacío, no perdió el tiempo y enseguida comenzó a preparar con el hado infernal la cacería que había sugerido este durante la conversación que habían mantenido escasas horas tras haberse despertado del coma.

Tras haberlo debatido, decidieron que los incautos aquella ocasión serían los ochrorios y, en consecuencia, el draco decidió repasar los aspectos más importante sobre el planeta. Nunca había estado en Ochroria y ya no se acordaba demasiado de lo que había leído sobre este. Un par de lecturas le bastaron para constatar que no se trataba de un mundo especialmente peligroso, pero aun así el sueco decidió conseguir un pellizco de magia antes de realizar el viaje, que tal y como habían calculado les llevaría unos cuatro días. Una breve visita a los subterráneos acompañado del griego bastó para sonsacarles a los hombres bestia lo justo y necesario para no viajar completamente desprovisto de recursos esotéricos. Y también para saciar temporalmente aquella necesidad que se había visto acentuada en cuanto sus reservas se vaciaron por completo. Faltaba algo, y su propia naturaleza y los hábitos adquiridos tras varios años sembrando sufrimiento le exigían que llenase aquel hueco cuánto antes. Al draco le hizo falta visitar el Barrio Quemado en más de una ocasión para conseguir calmar unos nervios que, de otro modo, no hacían sino aumentar y causarle desde agobio hasta irritabilidad. Aunque hacía tiempo que creía ser consciente de lo dependiente que se había vuelto de los gritos, nunca había sufrido las consecuencias de verse privado de ello por tanto tiempo y no pudo sino reconocer que no se había imaginado que pudiera afectarle hasta aquel punto.

Todavía faltaban unos días para la cacería, ya que iban a tener que pasar varios fuera y habían tenido que seleccionar la fecha cuidadosamente. Noel se encontraba sentado en la mesa más apartada posible de la relativa poca clientela que frecuentaba la taberna a aquellas horas, con la mirada fija en el fondo de su vaso de vodka, expresión seria y tamborileando de forma inquieta con su bota sobre la madera del suelo, al tiempo que su cola se balanceaba erráticamente de vez en cuando, clara señal de su nerviosismo. Los hombres bestia lo habían calmado un poco, pero no era suficiente. Por ese motivo había decidido salir el solo a echar un trago. Había estado demasiado cerca de gritarle a Wen por una estupidez y, en ese momento, fue cuando supo que tenía que desaparecer por un rato hasta dejar de ser un hatajo de más de dos metros de intratabilidad.

El draco había visitado el barrio quemado antes de decidir que no le vendría mal un poco de alcohol en vena antes de volver y ya no estaba tan irascible como cuando abandonó el cuchitril. La principal fuente de su agitación en aquel momento era que ni siquiera se había disculpado apropiadamente y el sueco temía que su estado le jugase de nuevo una mala pasada y estropease aún más la situación en lugar de arreglarla. Tras exhalar aire con cansancio durante largos segundos, vació más de medio vaso de un solo trago.

(Tiempo paralelo al salto)

Ahí estaba de nuevo para conseguirle la droga a su jefa, era algo que ya se había vuelto costumbre en el tiempo que llevaba trabajando en la tienda. No entendía donde metía Heiss todo el alcohol que tomaba y aun menos como con esta conseguía realizar cada pedido sin fallar.

-Le voy a pedir un pago extra por tener que ser su recadero - murmuro DL sabiendo que no lo haría pues el también aprovechaba esos minutos de descanso. De todos modos no podía quejarse de su pago, que aunque no fuese una exageración no estaba mal.

Entro en la taberna con toda la intencional de ir directamente donde el trasgo cuando vio a alguien conocido sentado en un mesa bebiendo solo. Era imposible no notarlo a pesar de estar en una zona del local apartada, un draco de estínfalo destacaba en cualquier sitio, aunque en apariencia no quisiera. Se encontraba solo y aquello le extraño, eso sin contar que ver allí a Noel, aparte de la cara de mala leche que llevaba, le recordaba algo que había tenido que dejar aparcado y en lo que solo podía contar con alguien que tuviese alas. Trabajaba con Heiss que siempre era hosca y poco sociable, creía poder con Noel.

-Buenas...hace tiempo que no nos vemos- saludo DL con un gesto luciendo con su cabello negro y su piel ligeramente oscura,cambiando sus ojos a dorados. De todos modos su voz seguía siendo la misma ante las dudas- Es raro encontrarte por aquí sin Koval alrededor, aunque me facilitas la cosa también.- añadió viendo el contenido del vaso de Noel- Te invito a otra, así aprovecho mis minutos de descanso y secuestro el tuyo. Quiero proponerte algo.- dijo directamente con una sonrisa notando la cola del draco moverse nerviosamente, yendo a pedirle al trasgo otro vodka, y una cerveza para el mismo, antes de ponérselo enfrente Noel y sentarse a su mesa.

Alzó la vista con cierta sorpresa al escuchar una voz conocida aunque no demasiado familiar dirigiéndose a él, pero enseguida asoció aquella apariencia y la voz con su dueño. El draco frunció el ceño ante las palabras del cambiante y no tuvo tiempo de responderle cuando este ya se había levantado para pedir algo. El sueco vació el resto del contenido de su vaso de un solo trago mientras el foner se alejaba, como una especie de recurso que, tal vez si lo pensaba con suficiente intensidad, le daría la fuerza de voluntad que necesitaba en aquel instante para tratar con el cambiante. No sabía qué podía querer de él y el encuentro más largo que había tenido con este no había sido precisamente… serio. De hecho el indicativo más claro en aquellos instantes de que su estado de ánimo era taciturno se trataba de que, a pesar de que estaban en el “lugar de los hechos”, aquella fue la primera ocasión en la que no tuvo que contener una risotada ante el pensamiento. Aunque tal vez si Gael estuviese por allí, ausencia que había hecho notar el propio cambiante, ni siquiera su irritabilidad le hubiese impedido mostrar una amplia sonrisa burlona al tener un cómplice.

Pero no era aquel el caso, por lo que el sueco se limitó a aceptar el vaso gruñendo más que vocalizando un “gracias”.
—No planeaba emborracharme pero a lo mejor es una buena idea —dijo por fin, acercándose el vaso mientras pintaba una mueca sarcástica en su rostro antes de volver a la misma expresión ceñuda que parecía haberse instalado en sus rasgos desde que había salido del barrio quemado—. ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres?
<<Estoy expectante>> añadió para sí mientras, tras haberle dado un par de vueltas al vaso sobre la mesa, se tomaba otro largo trago. Era cierto que estaba expectante, pero tal vez no en un sentido demasiado bueno.

Era evidente para el cambiante que el draco no estaba de un humor para lanzar cohetes, pero hacia tiempo que no lo veía a pesar de saber donde estaba el cuchitril, o aprovechaba ahora o saber cuando volvería a encontrárselo o tenia tiempo para buscarlo en su casa. "El mejor lugar donde tratar ciertos negocios es aquel donde haya alcohol, así que, aprovechemos"

-Bueno, no me iré por las ramas...quería pedirte que me echaras un mano para formas mis alas adecuadamente y aprender a volar con ellas. - dijo con normalidad tomando un trago de su cerveza. No pretendía pedirle que le ayudara por la cara, ya había prendido de sobra como se hacían las cosas en la ciudad, por lo que tras unos segundos añadió ante las dudas- Te pagaría por las clases, claro. Me bastaría con lo básico, ya luego seguiría por mi cuenta. Eres la única persona que conozco que tiene alas en un cuerpo humanoide -añadió DL con simpleza refriendo con eso a que le era imposible pedirle esa ayuda a Saren a pesar de que la tranformacion de este también tuviese aquellos dos miembros extras, pues dudaba que fuese igual volar con un cuerpo de ave a volar con un cuerpo humano. Sabia que estaba Wintel también, pero hacia tanto tiempo que no lo veía que eso era aun mas improbable. Por lo que tras hablo pensado con antelación, solo le quedaba Noel.

La petición le cogió por sorpresa, aunque solo en parte. En realidad no sabía qué esperar en absoluto de la petición del cambiante, por lo que cualquier cosa le hubiese extrañado y precisamente por eso no lo hizo demasiado. El sueco era consciente de que las miradas que le dirigía al foner no debían destilar amabilidad precisamente, porque ni se encontraba en el mejor momento posible para mantener aquella conversación ni realmente quería aceptar su petición.

Había algo, no obstante, que estaba haciendo que lo considerase mucho más seriamente de lo que lo hubiera hecho en cualquier otro momento. Le ofrecía dinero. Obviamente si el cambiante hubiese pretendido que le enseñase por amor al arte se habría negado al momento, pero no se trataba solo de eso. Dirigió su vista una vez más hacia la bebida que, aunque aquella en concreto no la había pagado él mismo, ya había comenzado a carcomerle el pensamiento de que no debería malgastar sus ahorros en alcohol ahora que había tomado aquella decisión que lo dejaría con la cartera vacía como no fuese completamente estricto. Por ello también había aceptado sin rechistar que DL le invitase y por eso la compensación económica por enseñarle cuatro cosas al cambiante le resultaba bastante tentadora en aquellos instantes.

—Me lo pensaré —dijo finalmente para después terminar de vaciar su vaso—. De momento acepto enseñarte las nociones sobre cómo despegar y mantenerte en el aire una vez sepas formar las alas, podemos discutir el precio después porque no sé cuánto tiempo va a consumir en total. Luego tendrías que practicar por tu cuenta hasta que seas capaz de mantenerte al menos durante un rato.
Desde luego no pensaba dedicar más tiempo del estrictamente imprescindible para ganarse el pago que le ofrecía y en su mente comenzaba a buscar formas de que aquellas clases no fuesen totalmente una pérdida de tiempo, aunque el dinero compensase un poco, para él.

Para ser honesto consigo mismo, DL no esperaba que el draco fuese a aceptar su oferta, o como había dicho pensársela. El dinero solía atraer la aceptación pero viendo el humor agriado de Noel en esos momentos era obvio que dudaría. Sentía curiosidad  sobre lo que le pasaba, pero no existía la suficiente confianza con el draco como para preguntarle por lo que simplemente siguió con el tema inicial.

-Por mi no hay problema de empezar cuanto antes, hoy no puedo claro, debo volver al trabajo. Y el lugar...pues realmente no me importa donde sea- respondió pensativo sobre eso. Preferiría ir a un mundo vinculado para practicar, iba a hacer el ridículo de forma increíble cuando intentase volar, por lo que contra menos espectadores mejor por lo que termino diciéndolo-Aunque bueno, preferiría ir a un mundo vinculado realmente, pero lo dejo a tu elección.- añadió dejandole escoger.

-Ah...otra cosa que ya puede te guste menos- añadió acordándose de un detalle importante y que sino era capaz de realizar las clases no servirían de nada. Habia intentado con imágenes con dibujos improvisando, fallando, pero no había forma. Una cola no había problemas era puro musculo y huesos, las alas estaba ahuecadas para permitir alzar un cuerpo que superaba el doble del tamaño de estas, como era el caso de un humano, y eso era lo que no conseguía. Las plumas no eran un problema sabia el diseño idóneo pero el interior era otra cosa- Necesitaría tocar tus alas, en movimiento a poder ser...intente formar huesos ahuecados y músculos un millón de veces, consigo moverlas apenas pero pesan demasiado para alzar el vuelo. Es como tener un par de miembros emplumados inútiles colgando de la espalda- añadió terminándose su cerveza y sabiendo que estaba haciendo un pedido la mar de extraño, pero había gastado sus opciones, por lo que lo dejaba a su elección.

Sigue en Macetero

Noel enarcó una ceja ante la sugerencia de llevar a cabo las clases en un mundo vinculado. En realidad él había pensado que si aceptaba continuar, arrastraría al cambiante con él a alguno para aprovechar el tiempo, pero teniendo en cuenta los términos establecidos hasta el momento al draco le resultaba muy prematuro.
—No voy a desplazarme hasta un mundo vinculado para enseñarte cómo despegar. Podemos empezar en las montañas y luego ya se verá —afirmó categórico.

El sueco hizo ademán de levantarse, pero antes de que pudiese darle las últimas instrucciones a DL mientras lo hacía, este volvió a hablar y el sueco, quien en ese momento apoyaba las garras sobre la mesa con clara intención de estar a punto de abandonar la silla, permaneció en esa postura varios segundos dirigiendo al cambiante una mirada penetrante. Desplazó la mirada hacia el vaso de vodka, lamentablemente vacío en ese instante y frunció claramente el ceño antes de levantarse al fin.
—Pásate mañana por el cuchitril a mediodía —le dijo finalmente sin más—. Ya me encargo yo del problema. Que tengas un buen día —añadió a modo de despedida con un tono tan ligera como innecesariamente siniestro y una sonrisa a juego y sin intención de aclarar a que ”problema” se refería.
No pensaba dejar que le toquetease, pero el draco tenía en mente una solución que terminó por formarse en su cabeza mientras se dirigía hacia la puerta de la taberna. Retrasar su vuelta en aquel instante era una buena idea, pues aquella escapada no había terminado siendo precisamente apaciguadora.

Sigue en el Laboratorio genemante.

Había quedado con Wen en la taberna una vez hubiese finalizado la misión, pues sabía que aquel mercader moroso poquita cosa no tardaría más de cinco minutos en acojonarse y devolverle el oro que demandaba su cliente. Se había equivocado: no tardó más de tres. Era un encargo simple y que podía ser llevado a cabo por uno solo, por lo que siendo el draco el más desocupado en el cuchitril se había ofrecido a encargarse él mismo. La vouivre, por su parte, también tenía que atender sus propios asuntos antes de reunirse con él y por tanto no le sorprendió ser el primero en llegar a la taberna habiendo finalizado tan rápido su trabajo.

Cuando se acercó a la barra para pedir una jarra de hidromiel notó que dos personas sentadas en una mesa cercana a la barra le seguían con la mirada, pero ignoró el hecho mientras se dirigía al trasgo, que aquel día parecía especialmente gruñón. La causa de su malhumor estaba clara, no obstante: un tipo que tenía pinta de guerrero de alguna clase y de llevar algunas copas de más se reía ruidosamente junto a un grupo de gente entre los que reconoció a alguno de los individuos más rastreros y cobardes con los que se había topado trabajando en alguna ocasión.  El sueco, obligado a usar un hechizo de anestesia antes de que el dolor le impidiese mantener el auto control, no pudo sino simpatizar con el tabernero en aquel instante ni reprimir el comentario que  le dedicó mientras el trasgo le servía.

—Si me invitas a una ronda te saco gratis la basura del local —le ofreció en tono sarcástico, sabiendo que el dueño de la Taberna del Mago Tuerto conocía perfectamente cuál era su ocupación.

—No me tientes que a lo mejor acepto —gruñó el trasgo deslizando la jarra de hidromiel hacia él.

Al regresar a la mesa que había elegido con su bebida, observó de reojo al brujo y la licántropo que volvieron a seguirle con la mirada, con el ceño ligeramente fruncido pero relegando aquel hecho al rincón de “irrelevante” en su cabeza. No sabía qué problema tenían con él pero mientras se tratase solo de mirarle no podía importarle menos: allá ellos si querían perder el tiempo así. Simplemente les dio la espalda mientras empezaba a beber su bebida esperando a que llegase la británica.

Wen entró a la taberna seria, pero con un brillo de felicidad en los ojos. Su alegría se debía a una gran oferta que había conseguido en el mercado por unas telas que necesitaba para la remodelación del Cuchitril. La vouivre había estado mirando mucho por su dinero últimamente, ya que la próxima perdida de su trabajo fijo unido a la incertidumbre sobre cómo ganarse la vida, le hacían pensar que quizás necesitara de cierta solvencia en un futuro, por lo que se había decidido a ser más ahorrativa de lo que acostumbraba.

La británica había quedado aquel día con Noel en la taberna para pasar el rato tranquilamente, ya que entre las reformas, el trabajo y la búsqueda de sustituto, habían tenido poco tiempo para descansar. Wen localizó con la mirada al draco en cuanto entró por la puerta, le saludó con un movimiento de cabeza y se acercó a la barra donde pidió “lo mismo que Noel” al trasgo. Una vez tuvo su jarra en la mano, se unió a Noel en la mesa.

- He tenido una suerte increíble hoy en el mercado- le dijo luego de haberse sentado-. Puede que todas las malas sombras de la ciudad estén haciendo una convención en el desierto. Podríamos jugar a tentar a la suerte. Venga, hoy cocina Toima- sugirió divertida.

La pareja comenzó una conversación banal sobre varias cuestiones que relajó bastante el ambiente, pero Wen no pudo disfrutar de ello, ya que una pareja de parroquianos no dejaban de mirarla y hablar descaradamente, lo que solo conseguía que la vouivre se tensara.

- Noel- le llamó interrumpiendo lo que estaba diciendo-. Ahí hay dos que no dejan de mirarme. Me están poniendo muy nerviosa- le informó, temiendo que hubieran descubierto su secreto y que fueran a saltar sobre ella de un momento a otro.

Wen llegó por fin y el sueco la saludó alzando una mano mientras sujetaba su jarra con la otra y esperó a que volviese de la barra con su bebida y le pusiese al día sobre su visita al mercado. El sueco no pudo evitar una carcajada sarcástica ante el comentario.
—No, por favor, eso ni con la ayuda de una anti-mala sombra. Tú no presenciaste la transformación de la cocina de Letargo durante mi primera Luna cuando se le ocurrió que tal vez un poco de sangre y tripas de pescado podían quedar bien con el paisaje. Porque me niego a llamarle a eso cocinar —bromeó.

La vouivre le siguió contando sus hallazgos en el mercado y él a su vez le resumió en pocas palabras el encargo del que había vuelto (“hice amago de sacar un arma y solo le faltó mearse en los pantalones”), pero la conversación relajada llegó a su fin cuando la británica le advirtió que al parecer él no era el único que había atraído miradas nada más llegar a la taberna.
—¿Son por casualidad un brujo y una licántropo? —le preguntó en tono moderado.
Eran clientes bastante habituales de la taberna y aunque no recordaba sus nombres sí era consciente de cuáles eran sus transformaciones a pesar de que no eran evidentes a simple vista.

En cuanto Wen le confirmó que sí, Noel le explicó, bajando aún más la voz, que a él también le habían estado observando insistentemente y por eso había decidido darles la espalda. Pero compartía la inquietud de la vouivre, ya que era muy diferente que un par de parroquianos aburridos se dedicasen a contarle las plumas de la cabeza y otra que observasen insistentemente a Wen. Simplemente no se podían permitir fiarse de nadie.
<<Voy a poner el oído>> le informó pasando directamente a la vía telepática para mayor precaución.

Conjuró silenciosamente un hechizo de amplificación sensorial tan solo en el oído que se encontraba más cerca de la citada pareja y pocos segundos después, Wen pudo comprobar como los ojos del sueco se abrían de par en par.
<<Eh… pues efectivamente están hablando de ti, pero no por lo que crees. Para ser preciso, hablan de nosotros>>. El draco hizo una pausa en su informe telepático: le estaba costando un poco asimilar lo que estaba escuchando. Se forzó a seguir, pues suponía que la vouivre estaría completamente intrigada y desconcertada. <<Están diciendo… que se rumorea que no quieres hablar de tu dominio como bruja maldita porque se trata de algo poco agradable. La propia tortura, concretamente. Y que estás conmigo porque… bueno, soy un draco de Estínfalo, ya sabes>>. En el mensaje iba implícito el asombro y el desagrado que le producía aquella afirmación. El sueco ni siquiera había sido nunca consciente de que la gente pudiera haberse fijado en un don nadie como él hasta el punto de que corriesen rumores como aquel, y  ni siquiera creía que mucha gente supiese que Wen se presentaba como bruja maldita porque la vouivre evitaba el trato con desconocidos en la medida de lo posible. Por lo visto había subestimado las ganas de la gente de meter las narices en la vida privada de los demás.

- No estoy segura, pero parece que sí- le contestó la vouivre, bajando más el tono.

Noel le dijo que a él también le inquietaban y le dijo telepáticamente que iba a intentar escuchar su conversación. Wen siguió bebiendo disimuladamente y esperó a que Noel le dijera de qué hablaban. Poco después, pudo ver la sorpresa en la cara del draco. Según le informó, no hablaban de ella, sino de ellos, exactamente teorizaban sobre su posible transformación que según ellos era la razón por la que estaba con Noel. “¿Creen que estoy con Noel porque mi dominio es que me torturen?” Wen se estremeció solo de pensarlo. Aspiró fuerte y dio un largo trago a su bebida.

- Es… desagradable, pero tiene sentido- dijo en un tono bajo-. En un mundo tan degenerado, sádico y morboso como Rocavarancolia creer eso de nuestra relación dada la información que tienen tiene sentido. Aunque la falta de cicatrices recientes en mi cuerpo debería darles otra idea, pero pueden suponer que con amigos como Gael, Giz y Nia es algo que podemos disimular fácilmente-. Wen calló y reflexionó unos segundos-. En realidad… creo que me tranquiliza. Si piensan eso quiere decir que no sospechan la verdad. No sé como sentirme realmente al respecto, pero sé que en cierta medida me alivia. ¿Tú qué opinas?

Noel trataba de actuar con toda la naturalidad posible, continuando con su bebida y deshaciendo de la forma más sutil posible el hechizo de amplificación sensorial: no quería seguir escuchando los comentarios de aquellos dos, se estaba poniendo malo. La idea le asqueaba tanto que, a pesar de que no era cierto, estaba empezando a sentirse sucio tan solo de imaginárselo. No obstante, no podía negar que la vouivre tenía razón cuando expresó su opinión al respecto, a pesar de que había resultado evidente que a ella también le había desagradado enormemente la idea.
—Es cierto, en realidad no es tan sorprendente que hayan llegado a semejante conclusión enfermiza —se mostró de acuerdo a pesar de todo—. La verdad es… Sí. Por mucho que me repugne, resulta bastante conveniente que corran esos rumores. Que crean lo que les dé la gana mientras eso sirva para que no vuelva a suceder lo mismo —añadió en tono grave, mirando directamente a la británica a los ojos con seriedad justo antes de darle un largo trago a su hidromiel. Ambos sabían a qué se refería sin necesidad de especificar.

El draco era completamente sincero. Poco le importaba su “reputación”. En el fondo, ese era el tipo de imagen que prefería que tuviesen de él: un monstruo sádico y peligroso. No obstante, aquellos rumores se encontraban a un nivel que le resulta repulsivo y por ello no pensaba desmentirlos, pero tampoco confirmarlos.

Cuando creía que podían dar el tema por zanjado, al menos en aquel instante ya que tampoco querían arriesgarse a que alguien les estuviese escuchando, las risas del grupo de baja calaña de la barra le taladraron los oídos e instintivamente giró la cabeza en su dirección con expresión malhumorada. La anestesia prevenía que le doliese, pero no por ello dejaba de resultarle desagradable escuchar las estridentes carcajadas de aquella panda de escoria. Se giró justo a tiempo para que su mirada se topase con el brazo del guerrero que presuntamente era su líder apuntando en su dirección mientras su rostro, enrojecido por el alcohol y enarbolando una expresión de diversión absoluta, se encontraba girado hacia sus compañeros mientras comentaba algo a voz en grito.

—Y parecía tonto el pollo  —les decía en un tono de voz tan elevado como festivo—. Se buscó una buena fuente de energía al mismo tiempo que un par de tetas. —Hizo una pausa para soltar una carcajada y fue entonces cuando se giró en dirección a la mesa ocupada por la pareja, topándose directamente con la mirada asesina que el draco le dedicaba en ese momento—. ¿Acaso digo alguna mentira, pajarraco? Debes de pasártelo muy bien en el dormitorio —le soltó mostrando una amplia sonrisa perversa—. ¿Y ella? ¿Pide más después de que la destroces? Vamos, vamos, deja de mirarme así y sácanos de dudas. Los chicos y yo tenemos mucha curiosidad.

El tipejo aderezó sus agravios con carcajadas todavía más estridentes, coreadas por su grupito, que tan solo aceleraron el bullir de la sangre del sueco, que había ido en aumento cada vez que el borracho abría su infecta boca. Noel ya se había levantado de la silla antes de que la risa impidiese seguir hablando al guerrero. Dejó su jarra sobre la mesa con tanta fuerza que la madera de ambas se astilló y se giró hacia la vouivre.
—Eso sí que no pienso tolerarlo —le dijo en tono tajante y airado.
Porque, aunque no le importase lo que pensasen sobre él, que le faltasen al respeto a Wen de aquella manera no había forma de que lo pudiese dejar pasar. Empezó a dirigirse hacia la barra a pasos largos y frenéticos.

Noel reafirmó la idea de que aquellos rumores eran convenientes, sobre todo para evitar que lo ocurrido con los mercenarios de Gar volviera a suceder. Aquel amargo recuerdo hizo que la mirada de Wen se ensombreciera por unos segundos. Aquello sería lo mejor. Ni desmentir ni confirmar. No a menos que se descubriera la verdad. Quizás no era el mejor rumor que podía correr sobre ellos, pero ciertamente se trataba de uno conveniente, y eso era lo que importaba.

Justo en el momento en el que dieron la conversación por zanjada, las risas de unos borrachos resonaron fuertemente. Aquel sonido molestaría a los oídos de cualquiera sin necesidad de que este fuera un draco, por lo que entendía que Noel se girara molesto en su dirección, aunque no se esperaba que sucediera aquello. Los borrachos también debían haber oído la conversación de los otros dos parroquianos, porque aquel guerrero los estaba insultando deliberadamente haciendo referencia a la supuesta transformación de la vouivre y a la razón de su relación. La vouivre se cabreó al instante. Realmente nunca le había importado lo que la gente pensara de ella y mucho menos cuando podía perfectamente degollarlos en aquel preciso momento y lugar y posiblemente a nadie le importara, pero aquello era algo que también afectaba a Noel.

La británica se levantó tras el draco cuando este fue al encuentro de los borrachos y lo paró cogiéndole del brazo lo suficientemente cerca como para que pudieran escucharle hablar.

- Noel, no vale la pena- dijo al pararle-. Tarde o temprano este tipo morirá ahogado por su propio vomito en algún callejón. Ni siquiera sus gritos lastimosos valen tu esfuerzo- terminó diciendo mientras le lanzaba una mirada envenenada al susodicho.

Se detuvo en seco al sentir el contacto de Wen y se giró hacia la chica cuando esta le habló, tratando de convencerle de lo que no tomase ninguna medida al respecto. Noel se obligó a calmarse un poco, a regañadientes. Sabía que la vouivre tenía razón, y si a ella no le parecía tan buena idea aplastarle el cráneo a aquel desgraciado tal vez debería hacerle caso.
—De acuerdo —concedió, resignado—. Pero déjame al menos que le informe amablemente de lo que le sucederá si no cierra esa apestosa bocaza suya —le pidió con un sarcasmo airado sin molestarse en bajar el tono de voz, asegurándose de que el tipo le escuchaba con claridad.

El individuo en cuestión había continuado riéndose y le dedicó una sonrisa insolente al draco cuando este se encaró hacia él.
—¿Por qué me insultáis? Yo solo intento mantener una conversación amistosa y animar un poco el ambiente. O qué pasa, pollo, ¿es que te avergüenzas de lo que eres? Eso sería muy patético por tu parte, sin intención de ofender —le espetó en un tono que daba a entender todo lo contrario a lo que afirmaba antes de volver a estallar en carcajadas.

El sueco apretó los puños, reprimiendo el impulso de dirigirlos hacia la cara de aquel imbécil y le habló con todo el desprecio que sentía en aquel momento, casi escupiendo las palabras.
—Te puedo asegurar que no me avergüenzo en absoluto de lo que soy y como no te disculpes ahora mismo y dejes de farfullar gilipolleces, vas a comprobarlo de primera mano —le amenazó.

La reacción del borracho fue emitir un sonido de burla y volver a reírse estruendosamente. Sus compañeros, no obstante, habían empezado a adquirir un aire más serio y algunos cuchicheaban entre ellos. Noel se encontraba demasiado centrado en el guerrero como para prestar atención a lo que decían.

Para la suerte de Wen, Noel decidió abstenerse de empezar una pelea con aquel individuo y se limitó a advertirle de a lo que se enfrentaba, pero él, sin embargo, siguió insultando y provocando sin importarle ni siquiera los cuchicheos de sus amigos. El cabreo de Wen era palpable.

- Ey, intento salvar tu culo, pedazo de mierda. Si él decide hacerte suplicar por una muerte dulce, no seré yo quien le pare esta vez- le advirtió, consciente también de que el enfado de Noel no hacía más que aumentar.