Taberna del Mago Tuerto

A pesar de haber perdido, Giz celebró las victorias tanto de Gael como de Noel. Con un 100% de las victorias para el grupo, independientemente de quien de ellos se llevara el dinero, todos ganaban promoción. El goliat auguraba un aumento de las actividades financieras. A la salida del anfiteatro se toparon con Karime, a quien también felicitaron. Sin embargo, el tema derivó en Saren y su ausencia desde el inicio del torneo y tanto la loba como los cuchitrileros consideraron oportuno rastrearlo para evitar preocupaciones innecesarias.

Según Karime, la última vez que lo vió afirmó que acabaría pasándose por la taberna y decidieron comenzar a buscar por allí. Debido a que Giz se había enfrentado a un gasto mágico menor que el fuego fatuo y a que el hechizo necesario para encontrarlo a estas alturas debía de ser de alta intensidad, fue él el encargado de llevarlo a cabo. Una vez brotaron las palabras, los ojos de Giz se volvieron negros y pudo seguir el rastro del idrino.

Efectivamente, Saren había llegado allí. Sin embargo, el hechizo perdía cualquier tipo de señal en una calle cercana, de forma abrupta poco después de salir de la taberna. Giz abrió entonces la gola y frunció el ceño. No le gustaba lo que percibía. Peor aún, no le gustaba lo que no percibía.

—Nos podemos preocupar con motivos —les confirmó, antes de pasar a explicarles lo que había logrado sacar en claro—. El rastro acaba aquí de forma brusca y la variante que he utilizado me habría permitido localizar a Saren incluso muerto, así que creo que podemos barajar el secuestro. —La facilidad con la que había expuesto las cosas podría dar a entender de forma errónea que no le había afectado lo suficiente. Sin embargo, Giz ya había empezado a ordenar sus ideas— Karime, ¿sabes de alguien que le guardara rencor de algún tipo?

Karime siguió al grupo perdiendo por completo la alegría con la que había salido del anfiteatro. Cabía una gran posibilidad de que fuera una falsa alarma, pero si no era así no podría hacer otra cosa que sentirse culpable.

En la taberna, el goliat fue el encargado de llevar a cabo el hechizo de rastreo, aunque Karime también hizo lo propio transformando su nariz para olfatear el ambiente. No era que no se fiara de la magia, sino que prefería asegurarse. El asreniano confirmó lo que ella se temía: a Saren le había pasado algo.

- ¡No!- exclamó casi sintiéndose ofendida porque creyeran que Saren pudiera levantar rencores.- Él solo dibuja, lee, vuela y entrena con vosotros, no hace otra cosa, no… No creo tenga problemas con mercaderes, no tiene mucho dinero, no ha tenido oportunidad de relacionarse con ellos. La logomante era de confianza, es decir, también trabajó para Shizel y el tatuador es vuestro amigo. No sé, no se ha relacionado con otros de la ciudad que yo sepa y nadie tendría motivos para secuestrarlo. ¿Quién querría secuestrar a un pajarito idrino? Si fuera por motivos sexuales lo entendería, pero nadie se toma tantas molestias por motivos sexuales.

Aunque al principio mantenían cierto optimismo acerca del motivo de la desaparición de Saren, este se esfumó cuando Giz confirmó que el rastro terminaba abruptamente en una calle cercana a la taberna. Al menos sabían que no había muerto gracias a que el goliat se había asegurado de que su sortilegio de rastreo incluía aquella eventualidad, pero el draco estaba de acuerdo con que aquello tenía bastantes papeletas para tratarse de un secuestro. Mientras Karime respondía a la pregunta del goliat, Noel dejó de prestar atención hacia el final de su respuesta, pues algo había hecho "clic" en su mente al asaltarle un recuerdo que había pugnado por salir desde que el asreniano expresó en voz alta su suposición. La expresión del sueco había cambiado a una de pasmo por la súbita comprensión y cuando la libense terminó de hablar, haciendo caso omiso deliberadamente a su última reflexión, él mismo tomó la palabra.
—Han sido ellos —dijo de pronto con un tono de voz que evidenciaría para todos los presentes, salvo la licántropo, de quién estaba hablando—. Han tenido que ser ellos. ¿Recordáis aquel día, en Serpentaria? Lo que nos contó Shizel... Preguntaron por "el idrino de la torre" y no se han vuelto a poner en contacto con él si se mantuvo fiel a su promesa. ¿Y si el idrino que buscaban era Saren?
Aunque había sido muy categórico al principio, el draco era consciente de que el secuestrador podría ser otra persona, pero la simple sensación de que probablemente estaba en lo cierto había bastado para crisparle los nervios.

—¿Se te ocurre qué podrían querer de Saren unos cazarrecompensas? —Volvió a inquirir a la libense—. Si posee algo de valor o... Algún aspecto de su transformación que pueda interesar a alguien.
Inconscientemente se había arrimado a Wen mientras hablaba, aunque evitó mirarla y también dar más detalles acerca de qué clases de cosas se refería con lo último que había dicho. Lo que no dijo, no obstante, es que existía la posibilidad de que si los de Gar habían atrapado a Saren también podría ser en venganza hacia ellos, si lo habían visto en alguna ocasión mientras entrenaba en la bahía con el grupo. Aquel asunto se había complicado con un simple rastro.

- ¿Quiénes son ellos?- preguntó confusa, no le gustaba nada el tono de voz del draco.- ¿Por qué querrían a Saren?

Karime no entendía que estaba pasando y se estrujaba la mente para averiguar la posible razón por la que podrían haber secuestrado al selkie.

- ¿Cazarrecompensas?- preguntó sorprendida.- Bueno, vale, a ver…- intentó tranquilizarse.- Ya os he dicho que no tiene nada de valor, es decir, el único dinero que sé que ha tenido fue el que sacó del trabajito ese que hizo.- la libense se paró a pensar durante algunos segundos si algo en la habitación del selkie le había llamado la atención, pero además de los libros y el material de dibujo, no parecía que tuviera nada de valor.- Él se transforma en un pájaro gigante, pero no como yo, no como yo me transformo en loba. Él se saca su piel de detrás de la oreja, se la pone y vuela.- la loba rió sin ganas.- No es que su transformación implicara que la piel le saldría detrás de la oreja, eso ha sido idea suya.

La sorpresa del rastro lo dejó lívido. Saren por sí mismo no tenía ningún motivo para borrar rastros, así que aquello apestaba a problemas serios. Y estaba cansado de lidiar con muertes de amigos, agotado, y era la primera posibilidad que se le venía a la cabeza. Cada vez era más fácil de aceptar pero nunca, ni una vez, menos doloroso. Aun así no sabían nada, cabían muchas posibilidades todavía, y Karime ya estaba dando detalles. La mención al día de serpentaria lo petrificó, porque encajaba, encajaba perfectamente, y más sumando que tenían la costumbre de teletransportarse, no tenían ni que borrar el rastro.

―Habrá que averiguarlo ―musitó―. Karime, ¿podrías preguntar a otros amigos suyos? Nosotros podemos intentar averiguar algo en la biblioteca. También cabe la posibilidad de que le hayan confundido con alguien… ―y en ese caso el pronóstico no sería muy bueno. ¿Y si en vez de liberarlo se habían deshecho de él…? Habían pasado demasiados días. No quería ni pensarlo.

Hablaron para compartir la información reuniéndose al día siguiente y comenzar la búsqueda con los medios que tuvieran a mano. Si era cosa de cazarrecompensas se podría escuchar algo entre la escoria de la ciudad, tal vez.

Sigue en el cuchitril.

La inminente llegada de la Luna había contribuido a llenar el local, pero los cuchitrileros no tuvieron problemas para encontrar sitio. Vac se acercó a la barra al ser el encargado de pedir la primera ronda, y tras conversar unos minutos con el trasgo, regreso junto a sus amigos con unas cuantas jarras levitando a su alrededor.

El hado repartió la bebida eficientemente y se dejó caer en una silla libre, alzando su vaso en señal de brindis y dando un largo trago.
—Oíd, ¿que os parece si hacemos una barbacoa en la bahía un día de estos? —sugirió de pronto— Podríamos invitar a Saren, tal vez eso le anime un poco —le preocupaba que el estado de ánimo del muchacho no hubiera mejorado en los últimos meses.

Una vez en la taberna el sueco se sentó a la mesa con el resto mientras echaba un trago a su hidromiel. Vac había insistido en invitar, como de costumbre, pero el draco pensaba pillarlo desprevenido más adelante durante la noche y por eso aceptó tan solo emitiendo una leve queja para no levantar sospechas.
—Tenemos la bahía muy vista y las barbacoas en la playa son demasiado mainstream —replicó a su hermano con una sonrisa impertinente—. Mejor vamos a tocarle las narices a Sepalian que tiene un buen jardín en el que montar fiestas. Nah, pero es buena idea, a ver si el periquito de la destrucción se entretiene y…

Nombrar a Saren pareció tener el efecto de una invocación. Mientras Noel hablaba, Toima lo interrumpió con una frase que le hizo dirigir una mirada incrédula al ulterano. La incredulidad no duró mucho, porque el sonido de la puerta se oyó enseguida, y allí estaban ellos. El draco derramó su vaso al levantarse de golpe de la silla, arrastrándola ruidosamente en el proceso. Sus ojos se habían abierto considerablemente y una expresión de amenaza rezumante que contrastaba radicalmente con la desenfadada y jocosa que había mantenido hasta el momento se traslució claramente en su rostro. Inmediata e impulsivamente se acercó a la silla en la que estaba sentada Wen y acercó un brazo que ya empezaba a temblar para sujetarla. La mirada de Noel desprendía un odio y una rabia tan intensos que no hubiese resultado extraño que alguno de los destinatarios de la misma hubiese caído fulminado misteriosamente. Se había producido un pesado silencio en todo el local, fruto de aquella tensión silenciosa que, aunque el sueco no podía fijarse en el resto de sus amigos, sabía que había invadido a todos y cada uno de ellos.

Y lo que leyó en la mirada de Verkan fue todo lo que necesitó para pasar a la acción. Noel comenzó a entonar sortilegios defensivos mientras se dirigía a toda prisa hacia la puerta de la taberna. En aquel momento solo le importaba una cosa. Era algo que necesitaba desde hacía demasiado tiempo y no atendería a ninguna razón. Lo haría incluso aunque luchase solo. Lo haría incluso aunque fuese una completa locura. Pero si alguno de ellos llegaba vivo al día siguiente sería por encima de su cadáver.

Toima y Tania

El ulterano tenia una jarra de cerveza fresca y la tanteaba de vez en cuando. No habia podido relajarse los últimos dias. Sus paranoias le acechaban cada noche y su vigilancia, aunque no habia cambiado en especial, si que se habia tornado más paranoica por ello y aquella tensión, aunque estuviese acostumbrado a ella, le destrozaba por dentro.
Vac propuso una barbacoa en la playa y que invitasen al novato que, al parecer no habia cantado sobre ellos cuando los de Gar lo secuestraron. Toima estaba de mal humor, debido a su falta de sueño, asi que puso en palabras su opinion, haciendo de ellas una broma que nadie más le encontraria la gracia.
-No, que el pescado frito me sienta mal.-Y entonces soltó una carcajada seca antes de volver a su jarra fresca. La colleja de la nublina fue la primera reacción general.

No fue mucho tiempo después, que el ulterano se levantó de pronto, y gruñó en dirección a la puerta, mostrando los dientes.
-Están viniendo. Esos capullos estan viniendo hacia aquí.-fue lo que oyeron de sus propias palabras. Los cuchitrileros se quedaron callados entonces. Cuando entraron, les dedicaron una mirada a los cuchitrileros y Noel se puso de pie, dispuesto a ir tras ellos. Toima iba detrás de él, muy esceptico, pero igual de iracundo. Esta noche correria la sangre.

Tania se encontraba en su silla. Miraba a la puerta y a los demás. Queria demostrarles que podia ayudar. Si ellos iban a arriesgar sus vidas, ¿porque ella no? Le temblaba una mano. Quizas era pánico. No queria morir. Sus adversarios eran monstruos y magos. ¿Qué podia hacer ella contra eso? Sin embargo, odiaba sentirse tan inutil. Buscaba consejo con la mirada, mientras examinaba a los que se iban levantando.

El entusiasmo por la barbacoa, por la posibilidad de una celebración y un poco de relax, se aguó de forma instantánea en cuanto Toima abrió la boca. Estaban en un sitio lleno de gente, y aun así el encuentro no podía ser más incómodo. Enseguida pudo verlos entrar, sintió la silla de Noel arrastrándose por el suelo cuando se levantó. No habría tenido intención alguna de buscar gresca, pero todo había cambiado al ver sus miradas. La determinación de Noel le parecía muy impulsiva, pero no había modo de eludir ese enfrentamiento, ni había motivos para posponerlo. Por si fuera poco, eran más que ellos. Él también se levantó, pero echó un vistazo a Tania, que parecía nerviosa. Negó con la cabeza y le hizo un gesto con la mano para que se quedara allí. Podía pasarle cualquier cosa, no tendrían reparos con ella como no los habían tenido con Yloh. Sabía que llevaba el papel a mano, pero Tania no era de las que huían. Buscó a Mikk con la mirada y se quedó más tranquilo al saber que estaba allí. Mientras hubiera algún conocido en la taberna, Tania estaba a salvo en su interior.

Lamentando llevar solo el cuerpo del varmano más fresco, el fuego fatuo siguió a los demás al exterior, murmurando también protecciones de alto nivel y buscando acto seguido el mango de la espada que llevaba al cinto. Definitivamente, la luz rojiza hacía el escenario más perfecto. La Luna lo envalentonaba, lo hacía más salvaje y, como a él, a todos los demás.

Al principio, Giz había ido un poco a regañadientes a la taberna. Había contratado a DL para recoger las muestras de los cosechados transformándose porque él tenía demasiado trabajo por delante y, aunque no demasiado, le dolía en el bolsillo encontrarse de cachondeo más que en su laboratorio. Por suerte, salir de fiesta siempre acababa siendo algo agradable y no tardó mucho en olvidarse de aquel gasto. Se encontraba hablando de barbacoas, concepto terrestre que había aprendido hace algún tiempo y del que no veía demasiada diferencia de "Comer y fiesta", y se preguntaba si no se le estaría escapando algún matiz que las hiciera realmente especiales, cuando Toima les alertó de quienes se acercaban.

Giz frunció el ceño ante la visión de Rodar, anfibio que generaba probablemente la mayor de sus apatías, y apenas tuvo tiempo de decir nada antes de que Noel saliera en estampida, seguido del resto. La luna le hacía bullir la sangre tanto como a sus compañeros y no tardó en decidir unirse. Sacó el carcaj de su saco sin fondo y se lo ató al cinturón antes de conjurarse unas protecciones físicas y mágicas convenientemente respaldadas. Antes de salir, le ofreció a Tania un aparato parecido al que utilizaban los cuchitrileros, para teletransportarse a su laboratorio, y le pidió que tuviera cuidado. Miloslava y Lean se encontraban ya en el barrio de los gigantes y la recibirían con los brazos abiertos si se dejaba aparecer por allí. Sobre todo Lean, que tenía dificultad natural para cerrarlos. Giz por su parte abandonó el edificio y persiguió a los suyos con un hechizo de vuelo.

La Luna todavía no había salido y la sangre bullía por las venas de Wen. Estaba deseando echar a volar tan alto como pudiera, transformarse en humana, caer al vacío y esperar hasta el último momento para volver a retomar el vuelo. Estaba pletórica, pero esperaría a desatar esa pasión para más entrada la noche, cuando la luna estuviera en su apogeo. Por el momento, iba a disfrutar del principio de la noche con sus amigos en la Taberna.

- Si vamos a invitar a Saren deberíamos invitar también al chucho pulgoso.- comentó la vouivre a la idea de la barbacoa.- No sé si os habéis dado cuenta, pero se pasa el día pegada a su culo, es como una garrapata.- durante unos segundos quedó callada barajando mentalmente la posibilidad de que aquella fuera la verdadera transformación de la licántropa, pero luego se quitó la idea de la cabeza riendo.

Estaba bebiendo un trago de su bebida cuando Toima habló y su cuerpo se tensó al instante. En cuanto entraron el vaso de la vouivre dio un golpe seco sobre la mesa y agarró el brazo del draco, aunque no sabía exactamente si era para contenerlo a él o a ella misma. Los mercenarios no estuvieron mucho tiempo dentro de la taberna, aunque la británica esperaba que no se alejaran demasiado. Cuanto más se acercaba a la puerta del local siguiendo al draco, más claro tenía que aquella noche correría la sangre, tan roja como la propia Luna que los iluminaría.

La idea de la barbacoa pareció gustar, aunque Toima tuvo que poner la guinda, como siempre: si Tania no lo hubiera acollejeado lo habría hecho el propio hado. Fue el argos, sin embargo, el que primero advirtió la llegada de los de Gar. La llegada del grupo de mercenarios y el cruce de miradas con los cuchitrileros hicieron que el local se sumiera en el silencio. Les estaban provocando, y el sonido de la silla de Noel al arrastrarse fue el pistoletazo de salida.

Vac había observado en silencio la escena, recorriendo al otro grupo con su afilada mirada, pero no hizo parecía tener prisa, y para cuando el último de sus compañeros salía por la puerta, él aun seguía sentado con Tania.
—¿Tendrás cuidado? —le preguntó con una pequeña sonrisa. Conocía bien a la chica, y sabía que nada la retendría dentro de aquel local si decidía salir a ayudarlos—, no creo que me lo perdonara si te pasara algo por nuestra culpa. Ninguno de nosotros lo haría, quiero decir —añadió corrigiéndose. El griego se puso en pie sin esperar la respuesta de la nublina y apuró su jarra de un trago, dejándola sobre la mesa con un golpe seco y enfilando la salida de la taberna.

La luz de la Luna Roja lo baño en cuanto puso un pie en la calle, estremeciendo todas sus terminaciones nerviosas y saturandole los sentidos. La magia bullía con fuerza en su interior, ansiando ser liberada, y todos sus instintos le exigían que derramara la sangre de sus mas acérrimos enemigos. Vac, borracho de poder, conjuro sobre si mismo protecciones de alto nivel y alzó el vuelo, acelerando para alcanzar a sus compañeros. No quería perderse la fiesta.

Continúa en las Calles.

Una vez que volvimos al torreón y comprobamos que los demás estaban bien, dejamos el libro en Letargo y nos dirigimos a la Taberna. Cuando estábamos cerca, algunas onyces bajaron del cielo por el que nos seguían (les había dicho que hicieran eso para no molestar a Marsi) y nos bloquearon el paso juntándose y haciendo un muro neblinoso.
¡No sigas!
¡Hay peligro delante, deja que siga ella sola!
—Quitad de en medio—mascullé.

Avancé un paso y me hicieron hueco, pero no para la varmana.
—Dejadla pasar. Volved al cielo, dejadla pasar.
¡Pero...!
—¡Ahora!—grité.

Ya me había dado cuenta antes de que las buenas palabras no servirían con ellas. Así que, tras el grito, obedecieron.
—Lo siento, Marsi... No se atreverán a hacerte nada, te lo aseguro.

Seguimos adelante mientras pensaba en sus palabras. ¿Habría algo peligroso realmente? Tendría que verlo para creerlas...

Y vaya que si lo vimos. Empezamos a oír ruidos como de magia en una calle aledaña. Cuando llegamos a la esquina, lo que vimos fue espectacular. Y peligroso.
Te lo dije.

—Vámonos de aquí.

Nos alejamos del lugar a todo correr hacia la Taberna. <<¡Había varios de mi sueño!>> Pero no dije nada para no dar en qué pensar a Marsi, suficiente tenía ya con lo suyo. Lo curioso del asunto fue que la encontramos sin problema mientras que en algunas ocasiones habíamos pasado por la zona sin verla. <<¿Mantendrán ocultos algunos lugares durante la cosecha?>> Tenía sentido. <<¿Y el Anfiteatro? Bueno, mantener eso oculto... el lugar era enorme...>>
—A ver si hay suerte y le encontramos.
Eso, tú rodéate de dullahans. ¡Acabarás sin cabeza!
—Quedaos fuera.
¡Ni hablar! ¿Y si pasa algo?
Tenía razón, así que dejé a una que me acompañara.

Y entramos. El local, oscuro, tenuemente iluminado por velas me gustó desde el primer momento. Había criaturas de todo tipo tanto en las mesas como tras la barra, de las cuales algunas nos miraron con desprecio, otras con indiferencia y otras ni se molestaron. La onyce que me acompañaba se pegó al techo adoptando la forma de una araña. No me separé de Marsi ni un momento mientras caminábamos por el interior, aunque le dejaría espacio si encontrábamos al otro dullahan.

Mientras caminaban, los tres amigos empezaron a discutir sobre a donde ir a continuación. A Bran y a Saren les apetecía tomar algo, y el idrino llevaba algo suelto para invitar a los otros dos, pero Pablo no estaba muy convencido, y cuando explicó sus motivos el chico no pudo evitar echarse a reír. El vampiro no estaba al corriente de que la cuenta completa de aquella fiesta la había pagado Vac, y el selkie tuvo que explicárselo, aclarándole que si realmente le debía dinero a alguien, era al hado infernal.
—Deberías comentárselo en algún momento —añadió, palmeandole el hombro antes de poner rumbo hacia la taberna.

El local estaba concurrido cuando llegaron, y se respiraba el que el idrino creía que era el típico ambiente de la Luna Roja. Todos estaban mas o menos eufóricos, y aunque alguno gruñía de mas, no eran casos destacables. El trío se acercó a la barra y Saren pidió tres copas, una de sangre humana para el vampiro, y dos de licor de muertos en vida para Bran y para él. El norteño había perdido parte de su buen humor recién recuperado en la botica, y necesitaba algo fuerte para no seguir dándole vueltas.

La bebida le bajó por la garganta, espabilándole rápidamente, y cuando echó un vistazo a la clientela para ver si los cuchitrileros estaban presentes, su mirada se topó con las dos novatas. La varmana no era difícil de reconocer como dullahan, y mas si conocías al violinista de la taberna, pero la chica humana no tenía una transformación llamativa, y el abanico de posibilidades era demasiado amplio como para catalogarla a primera vista. Parecían perdidas, y como muchas de las miradas que les dirigieron los parroquianos no animaban a preguntar nada, el idrino llamó su atención con un gesto y las invitó a acercarse.
—Mi nombre es Saren, y pertenezco a la cosecha anterior a la vuestra —se presentó, obviando a sus dos amigos por si ellos no se sentían tan sociables—. Si necesitáis ayuda con algo os puedo echar una mano —ofreció—, y lo digo porque los mas veteranos pueden ser difíciles de tratar —aclaró con una sonrisa—. En cualquier caso... ¿puedo suponer que andáis buscando al violinista? No sería extraño teniendo en cuenta tu transformación —comentó, dirigiéndose a Marsi—, y lo cierto es que él ya se está acercando hacía aquí —concluyó, saludando al susodicho cuando salió de entre la clientela.

Me di cuenta de la rpesencia de dos novatas cuando nos sirvieron las bebidas. Con una sonrisa me dirigí a mis compañeros, mirando a la dullahan.

—Parece que han rodado cabezas esta Luna.

Las transformadas todavía estaban lejos, así que solté una risita que oculté con mi vaso. Tomé un trago mientras Saren se presentaba, agradeciendo la fuerte sensación del licor bajando por mi garganta, que contribuía maravillosamente a la euforia lunera. Tras esto examiné a las dos recién transformadas con una amplia sonrisa. No había pensado en encargarme particularmente de nadie en pleno proceso de transformación, pero bien miraod podía ser interesante.

—Curiosa forma de pasar el primer día como ciudadanas, en una taberna —«aunque no más curiosa que la mía, pero lo de meterse a la secta de la locura es insuperable»—. Vosotras sí que sabéis —bromeé. Volví a dar un trago, tras lo que pasé a dar un semblante más turbador—. A mí podéis llamarme Bastel, novatillas. Fui compañero de torreón de este idrino desinteresado.