Taberna del Mago Tuerto

Cuando Sekk entró en el edificio estaba calado hasta los huesos, pero al ulterano no parecía importarle demasiado. Aún tenía una expresión sombría y apenas prestaba atención a su alrededor, pero el ambiente animado del local le devolvió a la realidad de forma brusca. Había avanzado en la dirección que le había dicho Irianna hasta que, contra todo pronóstico, se había encontrado con un ciudadano de Rocavarancolia: un tipo sombrío que ocultaba su rostro con una capucha. Le había preguntado dónde se encontraba la taberna y, afortunadamente, se lo había indicado con voz rasposa, pero no se esperaba para nada aquel ajetreo. ¿Donde había estado aquella gente durante los últimos siete meses?

Si el aspecto monstruoso de algunos parroquianos le sorprendió no se reflejó en su expresión y, por el contrario, empezó a buscar a Jace con la mirada, estirando el cuello mientras caminaba para otear por encima de los presentes. Tan concentrado estaba en su tarea que no se percató del enorme minotauro que le salió al paso, echándole una jarra de cerveza por encima cuando chocó con él por accidente.
—Deberías mirar por donde vas, imbécil —gruñó el bovino, dedicándole una mirada burlona de superioridad—. ¿Acaso tienes dinero para pagarme la consumición? —preguntó, hinchándose por momentos con aire amenazante.

El berserker le miró con expresión confusa, intentando comprender lo que acababa de pasar, pero cuando empezó a asimilarlo una chispa de rabia incontrolable prendió en su mirada. Apretó los puños con fuerza, dispuesto a partirle los cuernos a aquel tipo, pero cuando fue a replicarle algo más importante llamó su atención.
—No me jodas… —susurró, reconociendo al americano sentado en una de las mesas por su cazadora. Su cabeza no estaba sobre sus hombros, pero aquel detalle no parecía afectarle demasiado—. ¿Cómo es posible? —preguntó en voz más alta, olvidándose del minotauro y pasándole de largo para acercarse a la posición de su amigo. Le acompañaba un pequeño grupo de desconocidos, dos de los cuales compartían su ausencia de azotea, pero el intara estaba demasiado pasmado como para fijarse en ese detalle.

Jace estaba atento a dama Estribo, asintiendo con cortas reverencias al no poder hacerlo con la cabeza. La imagen mental del dragón le puso el vello de punta, más si le añadía la información de que pertenecía a una asesina en sueldo.
¿En eso podía convertirse él?
Iba a tener una montura. Tenía dos veteranos para enseñarle, un libro entero sobre su nueva especie y compañeros. De lo poco que había ojeado del libro, al parecer aprendería a invocar objetos... y entre ellos armas.
Una chispa que no recordaba tener se avivó en su interior. El miedo que había sentido hasta ahora fue engullido de golpe por la emoción: la emoción de aprender a infundir terror a los monstruos que les habían mantenidos encerrados y a solas en un torreón cuando aún eran normales, la misma sensación que le recorría el cuerpo cada vez que había ganado una pelea a puñetazos en las calles bajas de Nueva York.

Jace sintió volver a ser él, aunque hubiese dejado de ser humano.

Antes de que su adrenalina se contagiase alrededor más de la cuenta, Mikk y el violinista interrumpieron. Dama Estribo le causaba cierto respeto, pero no tanto como el violinista. No habría sido capaz de explicar porqué, pero Jace se levantó de la silla para estrechar la mano con la que no sujetaba la cabeza a los dos. Una sensación agradable le recorrió ante la forma de hablar del primero.

«Wow, haha, gracias. A mi me mola tu nombre. ¡La verdad es que no me puedo quejar! El trato que he tenido ha hecho que perder la cabeza haya merecido la pena.»—rió, agradeciendo mentalmente el ofrecimiento del dullahan mayor—. «¡Mi nombre es Jace, encantaaaaaaaa- —su cuerpo se giró despacio a otro lado—. ...do.»

La mente de Jace se puso a funcionar a toda velocidad, perdiendo por completo la concentración en los veteranos para dar a paso un aluvión de pensamientos. Sekkeh acababa de entrar en la taberna, y de que mejor forma que molestando a un minotauro por su paso. Caminó hacia él con cierta duda en cuanto supo que se había percatado de su presencia. Una risa nerviosa aumentaba de volumen a medida que se acercaba a él con la cabeza en trance bajo su brazo. Tras estar frente a él, dejó de pensar por un instante.

«Raro de cojones, a que sí.»— su risa se calmó, dejando que su lenguaje visual fuese lo más sincero posible—.«Menos mal que no te has muerto, capullo.»

Pasó un brazo por encima del hombro de Sekkeh tras de golpearle con suavidad, esperando que no gritase a continuación o le apartase de un empujón. No tuvo que mirar atrás para ver al molesto minotauro.

«¡O-Oye, somos nuevos en esto! ¿Vale? No se lo tengas en cuenta...»— a continuación pensó como si hablase en susurros —.«Eh, ¿cómo se paga aquí y de donde saco el dinero para pagarle al tío-toro?

Lo cierto es que no le importaba. Alejó a Sekkeh rápido del minotauro para llevarlo junto a los veteranos, suponiendo que ahí estarían más seguros. Ahora sí que era incapaz ocultar su emoción, y no podía dejar de enviar mensajes y preguntas al rubio sobre como estaba, como había llegado hasta allí e incluso a decirle repetidas veces que se alegraba muchísimo de verle despierto.

Marsi vio al chico rubio entrar con aire despistado. No lo conocía, pero a juzgar por la reacción de Jace pensó que seguramente sería uno de sus compañeros, uno de los desaparecidos por los que les preguntaron en el torreón, tal vez. Tuvo el impulso de llevarse las manos a la cara cuando el novato chocó con un tipo enorme y con pinta de malas pulgas.

El violinista le puso a Mikk la mano en el hombro justo después de que Jace se levantara, confirmando que lo conocía.

-Si, creo que será mejor que me ocupe yo.

Los dos chicos volvieron a la mesa... con el minotauro detrás. Mikk lo interceptó, pasándole la mano por el hombro y haciendole dar la espalda a los novatos.

-Eyyyy, no te pongas así, hombre, es solo un novatillo. ¿O me vas a decir que en tu primera Luna eras la personificación de la gracia?- había un brillo antinatural en los ojos del brujo que nadie pudo ver, pero sí que pudieron notar el cambio en su voz. Una vibración mágica, la entonación perfectamente ensayada para provocar un efecto. Y estaba funcionando, el minotauro se calmaba por momentos- Vamos a la barra a buscarte otra copa, y pelillos a la mar.

-Er... sí, vale.

Era dificil que aquella criatura se perdiese en la multitud, pero cuando Marsi decidió que estaba lo bastante lejos saludó al recién llegado. El violinista hizo lo mismo, advirtiéndole que debían tener cuidado.

-''Hay muchas criaturas en esta ciudad que no toleran a los neotransformados tan bien como nosotros''

La naga se carcajeó con los pensamientos de Jace.

-Gracias chico - le respondió.- Y no te preocupes, estoy segura de que no eres el único que lo piensa aunque seas el único que lo expresa - se rió con ganas antes de tomar un sorbo de su bebida.

Saludó a Mikk y al violinista al verlos acercándose. Con la llegada del intara se sorprendió un poco, nunca lo había visto pero el nuevo dullahan parecía reconocerlo así que dedujo que sería un compañero de criba. Cuando se acercó lo observó con más detenimiento, había visto gente rubia en la ciudad, pero aquel pelo sumado a sus ojos sólo podían significar una cosa. Aunque si era cierta el pobre pelo de aquel chico...

-Me llamo Surásara - le dijo al intara acercándose a él, no dijo su lugar de procedencia ya que para el neotransformado debería estar claro.- Me alegro de que haya un compatriota más en la ciudad. ¿Quieres sentarte a tomar algo con nosotros? - le ofreció con un gesto.

La risa de Jace resonó en su cabeza, sobresaltandole visiblemente, pero al comprender que debía ser su forma de comunicarse ahora que no tenía boca se sintió algo estúpido.
—¿Muerto yo? El que podría pasar por un cadáver ahora mismo eres tu, pardillo. —le respondió con una media sonrisa, realmente aliviado de verle de tan buen humor a pesar de todo lo que había ocurrido aquella noche. Recordar lo de Sigrún volvió a ensombrecer sus pensamientos, pero el bombardeo telepático por parte del dullahan le mantuvo con los pies en la tierra y lo siguió hasta la mesa de los veteranos. La firmeza de los hombros del humano bajo su brazo se le antojaba un tanto irreal dada la situación, pero le apretó la clavícula con ligereza para transmitirle seguridad.

Cuando Mikk pasó a su lado e interceptó al minotauro, el ulterano recordó el encontronazo que había tenido con el susodicho segundos antes y volvió a tensarse, dispuesto a defenderse. El brujo, sin embargo, convenció al gigantón de que no merecía la pena y se lo llevó a la barra. Sekk parpadeó confuso, sorprendido de que lo hubiera calmado con tanta facilidad, pero cuando el violinista le advirtió de que debía de tener más cuidado su genio volvió a encenderse.
—¡Pero si ha sido él el que me ha tirado su bebida por encima! —gruñó con el ceño fruncido, goteando cerveza sobre el suelo. La presencia de Jace y el temor a volver a perder la razón, no obstante, evitaron que su enfado fuera a más—. Vale, vale, seré más cuidadoso de ahora en adelante, no es que pretendiera llegar buscando pelea... —aseguró, respirando hondo para tranquilizarse—. Lo cierto es que quería disculparme cuando he chocado con él, pero entonces me ha hablado de esa forma y he olvidado los buenos modales. —trato de justificarse. Ni siquiera él comprendía aún la facilidad con la perdía la paciencia.

Sacudió la cabeza tratando de despejar sus pensamientos y procedió a disculparse con los presentes.
—Siento la escena, de verdad, y gracias por evitar que fuera a más. En cuanto tenga dinero os invito a tomar algo para compensarlo, ¿de acuerdo? Me llamo Sekkeh Reikayame, por cierto, pero con Sekkeh es más que suficiente —se presentó, tendiéndole la mano a los veteranos—. Estaba preocupado por este individuo, pero veo que en realidad se lo estaba pasando en grande —añadió con una sonrisa, palmeando con fuerza la espalda de su compañero—. Estoy bien, de verdad, y he llegado caminando: un tipo raro me indicó el camino —respondió a grandes rasgos a las preguntas del neoyorquino—. Yo en cambio me alegro de haberte encontrado de una pieza... o de dos en su defecto. —se permitió bromear, dedicándole una mueca burlona.

Cuando la naga se presentó confirmó lo que ya había podido deducir al ver su pelo y sus ojos: era ulterana, como él, concretamente de Ibolia. Sekk se llevó la mano a las puntas de su cabello muerto en un gesto inconsciente, preguntándose como siempre que veía a otro de su especie que debía pensar de su aspecto.
—Eeeeh… bueno, supongo que una rápida si que puedo tomar —aceptó algo nervioso, retirándose el pelo mojado del rostro y echándoselo hacia atrás—. ¿Lleváis mucho tiempo en la ciudad? —preguntó a los presentes en general, tratando de no mirar con demasiada atención la cola de su compatriota.

A pesar de estar tan contento como un perro al que van a sacar a pasear, Jace se mantuvo a raya mientras Sekk se presentaba a los veteranos, un trabajo complejo cuando no hablar suponía "no pensar" y dejar la mente relativamente en blanco.
Se alegraba de no haber obtenido una reacción negativa, de tener a un amigo presente para no ser el único nuevo del lugar, pero sobre todo de que estuviera bien. Para entretenerse le dio varias vueltas a su jarra de cerveza, por poco cometiendo el error de volcar el líquido demasiado deprisa sobre su cuello justo como dama Estribo el había advertido que no hiciera.

El intara podría haber recibido una chispa fugaz de preocupación por parte del dullahan, cuyo humo había pasado a fluir de forma lenta. No le recordaba tan agresivo, y aunque suponía que era cuestión de la transformación y la Luna Roja, si el chaval de por sí podía partirle la mandíbula de un puñetazo, de lo que era capaz ahora...
Se quitó la imagen del cadáver de Sigrún de la cabeza. Ahora, ni nunca, era un buen momento para recordar aquello.

El humo de su cuello comenzó a dispersarse con más rapidez en cuanto escuchó que le mencionaba.
«¡Eh! Mira quien es la niñera de quien. Adivina quien tuvo que cargarte todo el camino desde las calles hasta el torreón, so listo.»—soltó una carcajada mientras le daba un codazo según Sekk le palmeaba la espalda. Una risa más estridente la siguió, alzando un poco la cabeza en sus manos para dejar que el resto pudiera verla con claridad. Aún tenía el pelo algo humedecido, y el neoyorquino seguía pensando que su cabeza se había ahogado—. «Lo que tienes es envidia, ahora no soy un paquete completo de atractivo sexual, sino dos. Vengo en fascículos.»

Volvió a dar un sorbo a su bebida, tomando de nuevo asiento de forma despreocupada. No quería romper el ambiente, pero tenía que hacerlo de todas formas tarde o temprano.
«No deberíamos quedarnos demasiado. Hay gente en nuestro torreón que seguramente estará de mal humor...»—una imagen de Roaxen y Ruth le cruzó por la mente—.«Cuando volvamos quizás hasta hayan hecho arder Letargo.»

- << Si vas a meterte en peleas antes asegúrate de que no vas a morir en el intento>>- advirtió Marsi al intara.

Los dos novatos no se quedaron mucho, pero sí lo suficiente para que el berseker se tomara una cerveza rápida y para hacerles un pequeño resumen de su vida en la ciudad. Realmente no se podía decir que en su grupo fuesen veteranos, pues solo llevaban un año como transformados, pero la dullahan podía estar orgullosa de su trayectoria. El violinista prefirió no dar muchos detalles, y se limitó a asegurar que llevaba mucho tiempo en la ciudad, pero que había pasado en esa taberna la mayor parte. Les dieron un par de consejos rápidos, y Marsi les dijo donde podían encontrala si necesitaban ayuda.

-<< Por el momento vivo en la Sede de los Taumaturgos, con Sura, y no creo que vaya a mudarme pronto. Es uno de los refugios a los que tendreis que mudaros, imagino que mañana os darán los detalles. Dama Onyx y Evelhan están en el otro, en Serpentaria, que es para hechiceros sobretodo, pero en realidad no te ponen ninguna pega para entrar en uno o en otro sea cual sea vuestra transformación.>>- explicó.

Se despidieron acordando volver a verse pronto, y cuando los novatos se fueron siguieron por su cuenta con la fiesta. El violinista volvió al escenario y Marsi volvió a su jarra. Bebió un poco demasiado aquella noche, cosa de la que se arrepintió al día siguiente.

Sura observó atentamente al intara y se fijó en que el chico miraba de vez en cuando a su cola. Reacción a la que la chica sonreía. Se quedaron los justo para tomar una ronda, la ibolense entendía que tenían que volver al torreón con el resto de sus compañeros y se despidió de los chicos.

-Un placer conocerte Sekkeh - le dijo al intara antes de que se fuera.- Me gustaría conversar contigo en otra ocasión si no tienes inconveniente - la ulterana no conocía a demasiados de su raza en la ciudad, y quería relacionarse con alguno.

Cuando se fueron se quedó con sus amigos bebiendo y charlando mientras la luna roja brillaba en el cielo. La naga movía la cola al compás de la música del violinista.

Tesón

Cuando se hizo el silencio y los músicos se alejaron de donde habían estado, a Tesón le costó volver al mundo real. Había estado tanto rato bajo el hechizo de la música que pasar de eso al barullo de la taberna le pareció digno de la más alta condena por herejía... ¡Pero había encontrado un sitio en donde podría escuchar música! Le había gustado tanto y le hacía tanta ilusión tener un lugar así que podría soportar los silencios y ruidos de los clientes.

Los músicos se habían reunido con el grupo aquel... Que ahora era más grande... <<Ese macho... Me suena...>> pensó al verle la cara. No conseguía ubicarlo y no le iba a preguntar, pues la cercanía de los músicos le intimidaba. ¿Y si hacía algo que le granjeara no poder volver? Mejor quedarse apartado y...

Ni loco. Se acercó, se paró entre ambos, y habló rápido y sin dejar de sonreír.

—N-no sé quiénes sois n-ni importa quién soy pero... ¡Pero me ha encantado! Llevo toda la cosecha sin escuchar nada decente así que muchas gracias por tocar y cantar así. ¡Pasadlo bien!

Al callar, se marchó a la carrera, esta vez atravesando la puerta sin miramientos. Se podría decir que era feliz. Pero le quedaba una cosa por hacer. Pasó por delante del sin cabeza y del otro, además. Miró fijamente a Sekk sin ubicarle todavía así que se fue pensativo hacia Maciel.



Alice

La bruja se divirtió bastante solo de ver y escuchar a Jace, su forma de expresarse, su forma de probar a beber como Marsi le indicaba... Con suerte se llevarían bien con él, cosa que no parecía difícil. <<Pero primero que aprenda y que todos los nuevos se empiecen a adaptar a esto>> Sura llegó al rato y se sentó con ellos, y poco después apareció otro novato, ulterano como ella, que por lo visto era compañero de torreón de Jace (y ante quien también se presentó como Onyx). Había tenido un pequeño percance con otro cliente, cosa que al principio no preocupó a la bruja pues sabía que no les convenía pelearse con alguien que pudiera llevar mucho tiempo en la ciudad... Pero por suerte Mikk lo solucionó y Alice pudo respirar tranquila.

—Tened cuidado que no tendréis tanta suerte con todo el mundo... Y somos de la cosecha anterior, así que tenéis que tratarnos de usted o señorías —bromeó en respuesta a Sekk.

Cuando se fueron los novatos, apareció un fantasma emplumado para ¿felicitar? a Mikk y el violinista y luego se fue como si nada. Alice parpadeó rápido y mucho, y miró a sus compañeros.

—Corramos un tupido velo anti-fantasmas... ¡Bueno! Parecían majos, ¿no? ¿Alguien baila conmigo si este par de fantásticos músicos tocan algo más? —inquirió con una sonrisa sin mirar a nadie en especial.

Vio la escena ocurrido entre Sekk y el minotauro con incomodidad, respirando aliviado cuando Jace los saco de allí y Mikk se encargo de todo. Ellos apenas llevaba un año en la ciudad, poco podría hacer contra alguien así.

El dullahan y su amigo no se quedaron mucho mas, Dhelian asegurándose de presentarse al recién llegado por su nombre rocavrancoles, Evelhan Kaw. Le alegraba mucho que se llevaran tan bien, le era bonito ver aquello siendo que el era tan único a sus compañeros de torreón.

La aparición del fantasma le trastoco y su estirge le grazno al verlo. Dhelian la miro curioso y esta le dejo llegar el mensaje con que reconocía esa apariencia de su nido. Dhelian tardo un poco en entender que se refería a Maciel y frunció un poco el ceño. Habia escuchado por sus estirges de un pájaro grande matando a una de ellas durante la cosecha ¿era ese? No, no podía ser, de así el ave le habría atacado aunque fuese un fantasma, no es como si notase la diferencia.

Ya lo averiguaría. Su propio dominio se lo haría saber en cuanto se lanzaran con saña contra alguno de los transformados de Maciel.

-¡Yo!- se apunto de inmediato el brugho ala oferta de Alice, olvidándose por un momento de esa pequeña cuenta pendiente. La luna roja recorría su cuerpo, drogandole y dándole mas energías que nunca, quería moverse, jugar, beber, aun a riesgo de saber lo que pasaría si lo hacia. Quería divertirse- Debemos darle una buena bienvenida resacosa a la nueva criba - exclamo el niño consciente que en cuanto bebiera un poco se le iría la cabeza del todo, peor estaba demasiado de buen humor. Aunque esta vez, se aseguraría que su pobre dominio no sufriera también las consecuencias.

Marsi intentó hacerse pequeña en el sitio. Sabía que ella sería la primera a la que Alice miraría para sacar a bailar. Que Dhelian se ofreciera fue como un regalo de los espíritus.

Corrió un tupido velo por lo del fantasma, cosa que no hicieron Mikk y el violinista. Al primero parecía haberle hecho mucha gracia que Tesón saliese de la nada para felicitarle, y su lucidez le dio lo justo para reconocer que posiblemente era alguien que él mismo había cosechado. No se mostró ofendido porque no le reconciese.

Se subió al escenario a trompicones, y Marsi se levantó un poco para estar atenta.

-Bueno milagros y monstruosidades, parece que para los jóvenes la noche a terminado pero para nosotros vejestorios no ha hecho más que empezar.- se oyeron vítores- Esta se la dedico a los humanos de mi generación, y a todos los comecerebros que seguro ha repartidos por la sala, ¡aullad para mi!

Trasgos, ghouls, y otras criaturas estallaron en rugidos y gritos, que se fueron aplacando según la banda empezó a tocar.

La bruja había pensado en sacar a Marsi, sí, pero sabía que no estaría cómoda así que les vino de perlas a ambas que Dhelian se apuntara. Se levantó y se acercó a su amigo.

—Vigila que Hugin no acabe en la bebida de nadie, o que aparezca cierto piromante y te nos secuestre, ¿eh? —bromeó y lo acompañó con un codazo suave.

Casi seguidamente, Mikk y el violinista se alejaron de su mesa y se dirigieron al escenario. Alice, sus palmas y unas cuantas de sus onyces sumaron sus voces al jaleo que se armó al acabar Mikk.

Y luego a bailar. No reconocía la canción, pero le enganchó rápido el ritmo y la letra... Bueno, la forma de cantar, que entender entendía poco o nada. Las pocas onyces que le habían acompañado al interior de la Taberna se quitaron de en medio y se subieron al techo. A la bruja no le costó mucho adaptarse al ritmo e incluso en algunas ocasiones coreaba la canción por mera imitación de lo que oía. Pero intentó no alejarse de la mesa, y de hecho de vez en cuando buscaba a Marsi con la mirada y le sonreía o le guiñaba un ojo para que no se sintiera sola o mal.

—<<Que les den a los novatos si mañana estamos medio muertos, que esta noche es de fiesta>> —comentó al acabar la canción y volver a la mesa, pero sin sentarse sino que se apoyó en el respaldo de la silla—<< Está todo el mundo a su bola, algunos tan, tan mal, que podemos bailar todo lo mal que queramos o hacer lo que sea que mientras no moleste nadie nos va a decir nada. O podemos hacer otra cosa si os apetece... Nada de cartas o estirges borrachas>> —bromeó—<<Llevamos una Luna entera aquí, diablos, ¡nos merecemos toda la fiesta que queramos!>>

Sura entró en la taberna con fría tranquilidad. Había dejado el cuerpo de su amiga en su habitación y había corrido a avisar a la gente que importaba. Eso incluía a sus compañeros de Serpentaria, a los cuales no les había sentado nada bien la noticia, y al violinista y Mikk.

Sura aparentaba tranquilidad pero cualquiera que la conociera un mínimo sabría que aquella era la calma que precedía a la tormenta. La naga no había perdido una amiga, había perdido una hermana. Estaba furiosa y parte de su ser clamaba sangre, mucha sangre. En la taberna a veces había peleas, Sura a la vez deseaba que estallase una y que no lo hiciese. No sabría si alguien terminaría muerto.

Le hizo un gesto al trasgo y éste sirvió la bebida que habitualmente tomaba la ulterana, en los últimos tiempo se había vuelto una asidua del lugar, no sólo por la bebida si no por la música. Tomó un largo trago de su copa y esperó a que el violinista terminase su canción para acercarse a él.

-Necesito hablar contigo, Violinista - le dijo con una voz que a la propia naga le sonaba artificial.- Es importante - le dirigió una mirada cargada de una mezcla entre pesar e ira, aunque el enfado no iba para nada dirigida al dullahan.

Sura siguió al dullahan con estudiada tranquilidad, evitando mirar a nadie a los ojos, evitando rozar a alguien. No sabía que podía hacerla saltar como si de un resorte comprimido se tratase, por eso prefería evitar la mayoría de las cosas.

Y ahí estaba, la pregunta obvia. La pregunta que sólo tenía una respuesta posible, una respuesta difícil. Sura apretó los puños clavándose ligeramente las garras y cogió aire para decir aquello que le desgarraba el corazón.

-Marsi ha muerto - dijo por segunda vez aquella noche. Se suponía que al ser la segunda vez debía doler menos que la primera, que ya se habría adaptado al hecho de que había vuelto a perder una hermana. Pero no era así, no dolía menos si no más. Las heridas como esa no se cerraban nunca, sólo podías intentar hacer oídos sordos al dolor. Pero siempre estaban ahí, sangrando.

Por norma a Sura no se la habría escapado el estado del violinista, la habían entrenado para fijarse en aquellas cosas, pero aquel no era un día en el que la naga fuera a estar pendiente de ello.

-No lo sé - dijo alanzando las manos con impotencia.- Yo... me desperté esta madrugada sobresaltada por un grito, un grito mental - acalaró.- Hubo algo en ese grito que me puso los pelos de punta, no era el típico de cuando te haces un corte o te das con la puerta en un dedo. Era de agonía, de dolor, de muerte- miró al violinista al humo.- Me di toda la prisa que pude pero cuando llegué... Ya estaba muerta - cerró los puños con más fuerza que antes y no notó las gotas de sangre deslizarse al suelo.- No sé cómo pudo pasar, su habitación estaba intacta y Marsi habría vendido cara su cabeza. No vi a nadie salir de su habitación. Tampoco tenía heridas.

-No sé que harán mis compañeros pero yo no pienso dejar ésto así - declaró.- No sé quién ha sido pero puedo prometerte que lo encontraré y, cuando lo haga, le haré tales cosas que hasta el draco de estínfalo más depravado de la ciudad se estremecerá. Derramará tantas lágrimas que un millar de hados infernales se sentirán saciados - hizo una pausa. Su voz destilaba un odio profundo, una rabia insondable que parecía tener más antigüedad que unas simples horas.- Y, cuando acabe con él, deseará no haber tocado a mi familia.

-Por eso quería pedirte algo - respiró hondo tratando de calmarse.- Tú conoces esta ciudad y a la gente de aquí mejor que yo. Me vendría bien información si estás dispuesto a compartirla.