Casa Gamides

Andamos, volamos y hacemos el tonto por las calles de Rocavarancolia. Desde luego, no sería yo la que iba a imaginar la posibilidad de estar de fiesta en una ciudad como esta. Algunos de los que componen el grupo bien nutrido que sale de la taberna están... digamos que exageradamente alegres –por suerte, no tenemos que arrastrar a ninguno por las calles–. Me pregunto adónde vamos, así que alzo el vuelo –un tanto errático, por cierto– y observo un edificio conocido por mí aunque no visitado un poco más adelante. ¡Qué interesante!

—¡Chicos! ¿Os hace una visitita a Gamides? –Les digo emocionada cuando desciendo a su lado. Al ver que la propuesta es apoyada, me giro hacia la calle por la que llegar a la casa y señalo hacia allí mientras grito–. ¡Adelante, mis valientes! ¡Vayamos cantando, como buenos piratas con ron hasta la coronilla! ¡Repetid conmigo!

La canción suena cuanto menos curiosa en el lenguaje de Rocavarancolia, pero consigo salir más o menos airosa del cambio de lengua.


Cuando llegamos al edificio, no dudo y abro la puerta de golpe. Pasamos todos y lo primero que hago es probar mi nueva voz.

—Qué lugar tan interesante. ¡Ups! ¿Y esta es mi voz como hombre? ¡Quiero verme! –Al llegar al espejo, a la impresión por mi voz más grave se le suma la visón de un ángel negro con el pelo bien corto, delgado y musculado, aunque no en exceso. No quiero pecar de narcisista, pero sería lo que definirían muchas chicas como un “tío bueno”. ¡Qué gracioso!

Al instante, me giro hacia el resto de transformados por la casa. Todos son reconocibles y, a la vez, los resultados son muy curiosos.

Vagamos por las calles de Rocavarancolia formando un ruidoso y considerablemente numeroso grupo. Observo sorprendido como aparece un dragón de humo al lado de Elliot y ella se monta en él. Sabía que como Dulahan tenía a una criatura así, pero era la primera vez que lo veía. Riéndome alzo el vuelo e intento seguirlos por el aire pero pronto deshecho la idea al ver que la risa y el estado de embriaguez no me permiten volar con normalidad. Vuelvo al suelo y sigo caminando con el resto.

Después de un rato recorriendo la ciudad sin rumbo, Adara alza el vuelo para ver dónde estamos y cuando aterriza propone una visita a un lugar cuyo nombre me suena pero no logro relacionar en estos momentos.
-¡Por mí como si buceamos en la Cicatriz, Maestra! –digo estúpidamente con una amplia sonrisa.
Me río de lo que dice Adara a continuación y cuando comienza a cantar intento seguirla como puedo, pues no conozco la canción en cuestión. El resultado es desastroso, lo cual provoca una vez más que me entre la risa floja mientras entramos al edificio circular.

Adara va delante y la sigo. Me voy fijando en la sala que nos rodea, que está llena de puertas y vacía salvo por unos cuantos espejos. Una voz desconocida hace que me vuelva hacia su dueño. Al ver a un Ángel Negro con el color de pelo de Adara caigo en la cuenta. << ¡La casa donde cambias de sexo! >>, recuerdo de pronto. Adara ahora era un hombre musculoso y con el pelo corto.
-¿Maestra…? –empiezo a decir con tono jocoso.
Tan pronto pronuncio la palabra abro mucho los ojos y me callo de pronto. Mi voz había sonado como la de una chica. Por supuesto sabía que yo también tenía que haber cambiado pero no puedo evitar sorprenderme aún así.
-Esto es extraño –digo entre risas con mi nueva voz.
Miro por primera vez hacia abajo y lo primero que noto son los pechos.
-¡Tengo tetas! –exclamo sin poder evitarlo para posteriormente echarme a reír de nuevo.
Lo primero que se me pasa por la cabeza es tocarlas pero consigo contenerme para acercarme a un espejo.

Mi cuerpo había cambiado por completo al de una mujer. En el reflejo una chica con, curiosamente, el pelo ligeramente más corto que yo que me devuelve la mirada. Ahora soy unos cuantos centímetros más bajo y mi cuerpo es más pequeño, aunque sigo teniendo la espalda algo ancha y conservo la buena forma física obtenida en los entrenamientos. Los pechos no eran demasiado grandes pero tampoco muy pequeños. Llevo un vestido negro que llega más o menos hasta las rodillas y que tiene dibujos de calaveras y otros motivos similares. Seguía llevando botas altas aunque eran más finas y de aspecto distinto. Los trozos de armadura que llevaba no están, tan sólo quedan los brazales que son un poco más cortos. Y encima de todo ello una chaqueta de cuero muy parecida a la que traje de la Tierra.
-Pues estoy bastante buena –digo para posteriormente echarme a reír mientras sigo contemplando mi reflejo.
Cuando la curiosidad por mis propios cambios me lo permite, me doy la vuelta para ver cómo ha afectado la Casa Gamides a los demás.

-¡Marchando a Gamides! –respondo alegremente a Adara mientras avanzo imitando una marcha militar. Sin embargo ella me hace cambiar el chip al mencionar a los piratas, y cuando empieza a cantar acabo dando vueltas alrededor de ella. ¡Reconozco la canción! La única cosa que le podría agradecer a mis primos pequeños era aquello mismo. No paraban de poner una y otra vez aquellos dibujos infantiles mortales de necesidad, pero aquella estúpida canción se me había pegado bestialmente años atrás. Todavía la recuerdo. Intenté seguir la traducción de Adara y canté con ella como pude, jodidamente motivado.

Al llegar a la entrada del edificio me vienen recuerdos de las pocas visitas que habíamos hecho al lugar. Era demasiado extraño, pero a la vez muy divertido, no sé por qué no he vuelto por aquí desde que me he transformado. La última vez que había estado allí me había convertido en una chiquilla a la que seguro que en el colegio le tiraban de las coletas… me pregunto cómo seré hoy en día. Me intento adelantar para entrar casi dando empujones a los demás y bruscamente aprecio ciertos cambios. La sala tiene espejos y veo que nadie pierde detalle de lo que ve en ellos, ni yo tampoco. Antes de poder fijarme en los demás mi propia mirada me atrapa, porque no puedo quitarle los ojos de encima. Para empezar… es clavada a mí. Quiero decir, apenas cambia. Tengo el pelo diferente, largo y con un recogido bajo. Me lo toco para asegurarme de que es real mientras me aproximo para ver mi cara más de cerca. Me fijo en que llevo unos pantalones ni cortos ni largos, holgados, y una camiseta que me cae un poco por el hombro, todo tan gastado como la ropa que llevaba antes de entrar, y de los mismos colores. Con el fuego los rasgos no se apreciaban bien, pero ya de cerca sí noto pequeñas diferencias en mi cara. Más… redonda y… no sé, pero claramente de chica. Entonces me llevo las manos a los pechos sin pensar y los palpo decepcionado.
-Pero sí… ¡si estoy plano! Estoy casi igual que antes –lloriqueo.
Al darme cuenta de esto pierdo el interés en mí mismo y me vuelvo hacia los demás.
-Pero qué… guapas y guapos que estáis, joder –digo con guasa, apoyando las manos en las caderas. Eso hace que me dé cuenta de otra cosa-. Hostia, casi ni caderas tengo. Soy tipo tabla de planchar.
Posiblemente no estoy siendo lo más educado del mundo, pero tengo la lengua más suelta que de costumbre y casi ni me doy cuenta.

Toima

El discurso del ulterano pasó de largo como una chachara incomprensible de borracho. Hipó una vez. Le dolia la cabeza de pensar que se lo tendria que repetir y por tres veces a algunos. Se llevó los dedos a la boca. En efecto, tenia cinco dientes partidos por la corona. No le servian de nada asi y no se iban a reparar solos. Tirando con fuerza, se los arrancó uno a uno hasta que la primera hilera frontal quedó casi desnuda. Por casualidad, de esa forma los colmillos de los lados que habian sobrevivido se realzaba, dandole un aspecto vampirico. Se rió al ver el reflejo que rebotaba su imagen detrás de la barra.

Nia

Le costó entender lo que decia Toima, pero lo que habia entendido de ello le hizo fruncir el ceño. ¿Porque habia mencionado algo tan pesimista como era la guerra cuando se lo estaban pasando tan bien? Dejó ese tema debajo de la alfombra tan pronto cuando decidieron ir a Gamides, la sonrisa volvio a ella. Aquello iba a ser divertido, porque hacia mucho que no iba un grupo tan grande a la casa de gamides.

Cantaron una canción de piratas y ron, cosa que Nia no sabia que era ni uno ni lo otro, pero pudo deducir que el ron era alcohol y que los piratas eran unos especie de fiesteros al margen de la ley, pero cantó de todas formas. Por su parte, el albino intentó cantar tambien. Intentó, mientras se apoyaba en la nublina al andar.

Cruzaron el umbral de la casa, Adara por delante y enseguida todos notaron el cambio. Los pelos, ropa, cuerpos, voces e incluso habla cambiaban y ante aquella estancia, rodeados de gente extraña, Taro, Niafaratra y un chico nublino de pelo oscuro se hallaban en el lugar en que Nia, Toima y Tania estaban segundos antes. La ulterana hipó y a continuación el pequeño ulterano que apenas habia cambiado rio por lo bajo.

Taro

-Te queda muy bien esa voz para tu nuevo cuerpo, Toima.-comentó, con una voz menos aguda que la de Nia.-Tu y yo tampoco es que cambiemos mucho...-
Se giró a los demás, riendo.
-Son estos los raros que cambian radicalmente.-se fijó en como todos se fijaban en el aspecto físico y no sabia porque lo encontraba extraño, que cambiaran tanto de uno a otro. Taro fruncio las cejas y apoyó las manos en la cintura, mirando con una mirada de reprovacion pero tambien divertida.
-Tambien vosotros, chicos...chicas-se corrigió.-... ¿es que no pensais nada más que en el pecho?-dijo mientras una sonrisa se formaba lentamente.- Ahora tambien teneis el pelo mucho más bonito.-

Niafaratra

La ulterana gruñó. No tenia ni idea que su cuerpo habia cambiado, y por ello su voz le era extraña. Cuando el pequeño Taro hizo su comentario, no comprendio a que se referia pues no veia cambios en el chico, pues aun creia que era una chica. Arqueó una ceja y miró a su alrededor, algo confusa. Todos parecian las mismas personas pero sin embargo, algo cambiaba en ellas. Algunos eran más altos, otros más bajos, diferente peinado, silueta corporal. Ladeó la cabeza sin entenderlo, en parte porque estaba como una cuba y se acercó a quien creia que era Adara. Miró al espejo y no reconoció a su reflejo.
-¡Me cago en...! ¿¡Qué hace una watahré aquí!?-dijo, dando un salto hacia atrás mientras buscaba un cuchillo en su pechera, que ahora habia cambiado, adoptandose a la forma de su nuevo pecho. Le costó encontrar el cuchillo asi que desistio y blandio uno que estaba escondido en su pelo, ahora mucho más liso, pero igual de desigual y desordenado.
-¡No intentes imitarme! ¡Baja el arma y contesta! ¿¡Para quien trabajas!? ¿¡Quien te envia!? ¿¡Porque me imitas!?-gritó enfurecida y ebria. Cuando estuvo apunto de lanzarse contra el espejo, una mano en su hombro la detuvo. Quien la paró, era un chico nublino que bien podia tener la misma edad que Tania. Su cara estaba colorada a más no poder y de no ser por su voz habria sospechado quien era.
-¿Tú quien cojones eres?-bramó, alzando un cuchillo en señal de amenaza mientras se apartaba de él.
El nublino miró a los lados, nervioso o molesto antes de hablar.
-Amo Toima... Soy yo... Tania...-
La ulterana sacudio la cabeza exageradamente.
-No. No puede ser. No eres Tania. Tania es una chica y tiene voz de chica y cuerpo de chica. ¡Y yo me llamo Niafaratra!-
-No lo entiende. Es la casa, amo Toima, cambia a todos. ¡Mire por usted mismo!-dijo señalando a los presentes.
La ulterana dejó los ojos vagar en la sala, parandose en cada uno de los presentes. Estando de acuerdo con el nublino, pero demasiado orgullosa para reconocerselo tan solo soltó unas palabras.
-No es Toima. Es Niafaratra.-
Se hizo el silencio entre los dos y de pronto la ulterana dio un respingo.
-¡Entonces eso significa que...!-soltó antes de agarrarse los senos.-Wow...son blanditos...-dijo riendo por lo bajo mientras el nublino se torcia de verguenza y le era imposible pedirle que parase de hacer algo tan vergonzoso en publico.

Después de un rato, unos chupitos y unas buenas carcajadas más en la taberna decimos salir un rato por la ciudad. La chica sin cabeza de pronto hace aparecer una especie de dragón de humo que me queda completamente maravillado a la par que asustado. "Menuda pasada de tia..." Cantamos y andamos por las calles hasta que deciden pararse en un edificio circular que me traía buenos recuerdos.

-¿Vamos a entrar en Gamides?- Digo mientras los primeros comienzan a entrar en el edificio por lo que sonrío y comienzo a andar hacia la puerta.

"¿Como estaré de chica arenosa?" No me he visto reflejado en ningún sitio desde que me transformé en chico arena por lo que la idea de verme aunque sea en forma femenina me llama poderosamente la atención. Al entrar cierro los ojos mientras camino recto y cuento diez. Al abrir los ojos no puedo hacer nada mas que sonreír al ver la imagen que me devuelve el espejo. Una chica de arena ataviada con una túnica larga y ancha marrón oscura con capucha y unos guantes de cuero negro se refleja en el espejo. -Mmm vaya..- Digo mientras observo la túnica. -Me gusta.-

El tacto de la túnica y la libertad que me proporciona al ser ancha me conforta mucho. Al ponerme de canto para ver que culo me hace me sorprendo al ver la longitud de mi melena. Un largo melenon hecho de arena fina desciende hasta casi la altura de mis caderas.

Levanto la parte de abajo de la túnica y no puedo evitar soltar una carcajada al ver las chanclas que llevo puestas. Me recuerdan a las chanclas que utilizaba cuando me iba a pasar la tarde con mis amigos a la playa. -Muy interesante...- Me fijo en todos los detalles del reflejo mientras jugueteo con los mechones arenosos que al contacto con mi mano se deshacen haciéndome soltar un gritito mudo. -Mierda me voy a volver calva- La arena desperdigada en el suelo y en mi mano se revuelve de manera suave y delicada volviendo a su forma original. -Interesante.-

Después de un ratito mirándome me giro hacia el grupo mirando todas los cambios. Me llama poderosamente la atención un ángel negro bastante potente que por descarte debe ser Adara. -Joooder con el angelito.- Digo entre dientes. Gael comenta un par de cosas pero no le escucho bien por que los ultreanos están algo revueltos al ver sus cambios.

Mientras comienzo a acercarme al grupo Siloco comenta ser lady gaga al verse en el espejo. "Ese hombre tiene algo que no me gusta.. No se si será por las versiones que ha ido cantando el por el camino o por el arseniano muerto que le acompaña y nos mira como si estubieramos recubiertos de salsa barbacoa y con un cartel luminoso que pone cómeme.... No se pero Matt... mantente alejado." Al ver a Panchito como ha crecido y como nos sigue mirando con hambre hace que desconfíe un poco de él por lo que me alejo de ellos lo máximo posible. Veo a Adara de nuevo con una chica que por lo que deduzco debe de ser Noel por lo que me acerco a ellos lentamente y la agarro por la cintura hablándole por la espalda.

-Vaya guapa. ¿Que se te ha perdido por aquí?- Digo mientras la suelto y me pongo enfrente observándole de arriba a abajo. -Me gustan tus botas pero me quedo con mis chanclas.- Digo mientras levanto el pie. -Nos os queda mal el pelo corto a los dos señores pero donde este un buen melenon.- Digo sonriendo y jugueteando con mi pelo. -Y Adara.... Con tu permiso tengo que hacer una cosa- Sin decir nada mas me acerco a ella y le toco un pectoral apretando y disfrutando de la dureza.

-De hombre tienes un polvazo muy curioso- Le sonrío picaramente. "¿Matt? ¿Que coño se supone que haces desgraciado? Tienes que dejar la bebida macho. Quita la mano de su pecho pero ya... pero es taaaaaaaaan durito....." Me separo un par de pasos y vuelvo a mirarme en el espejo. -Señores.. ¿Donde puedo pillar una túnica así por aquí?¿Hay una especie de boutique El Monstruito o algo parecido? Me gusta..-

Al final el lugar escogido fue Gamides, lo cual me hizo sonreír para mis adentros ya que hacía tiempo que no iba. Y quieras que no molaba perderse entre sus pasillos con otro cuerpo.
-Buah... Cuando vinimos la primera vez fue de locos...-murmuro, recordando los tiempos de mi cosecha, pero Norou no vino ese día.-Ya veremos en qué te conviertes, chaval.-río, antes de entrar.

Una vez dentro, el cambio se logró de manera inconsciente, fugaz, excepto por el repentino peso del pecho y el subidón de los tacones. La melena rubia se desparramaba por la espalda y sobre los pechos, engalanados en un corsé por encima de estos, negro y con detalles en rojo oscuro en los bordes y en el centro, así como una hilera de pinchos en el borde superior. Un vestido de cola, no muy largo, del mismo carmesí se extiende desde el corset, arrastrándolo por el suelo, pero abierto por la parte delantera para poder correr sin problemas, mostrando así unas mallas de cuero ajustadas que desaparecen en unas botas del mismo material, que llegan hasta la rodilla y se soportan en un taconazo de aguja de metal. Los brazos, desnudos hasta el codo, se visten de reluciente cuero negro hasta las mismas yemas de los dedos.
Mordiéndome el labio inferior por la visión de los demás, doy una vuelta frente a un espejo para disfrutar de todo mi nuevo aspecto, viendo así que el corset cierra con unos tirantes de hilo, apresados en unos piercings a la espalda, trenzados. << Ni los he notado, vaya >> ¿Y mis dagas? Levanto la cola y por fin veo mis dagas, aunque también han cambiado: ahora son dos círculos de metal, con una cruz interior, de donde salen cuatro hojas retráctiles, bastante afiladas. << Wow, tengo que conseguirme unas así >>

Complacido, me llevo una mano a la cintura mientras doy un taconazo y descubro una fusta nuevecita enganchada de la cintura. Lo golpeo contra mi mano abierta riendo y hago un recorrido circular de los demás, centrándome en Adara, que también es objeto de deseo de Matt. Fulmino con la mirada al espectro y me acerco al nuevo chico, recorriéndole de arriba abajo con la miraa y luego con la fusta, acabando en su barbilla
-Ten cuidado, guapetón.-río bromeando y luego le arreo, sin mucha fuerza, a la mano del espectro.-Baja esas manos, se mira pero no se toca.-vuelvo a reír.-Ldy Jacqueline presente.

Incluso Panchito ha adoptado forma femenina... << Vaya con el hechizo! Y Noel... ¡ñam! ¡Siloco también! Y Gael...es muy jovencita jeje. ¿Y Norou? >>
-¿Estáis seguros de que ha sido buena idea traer a este vampiro a este sitio con tanta belleza femenina y masculina?Si fuérais todos más mayores... Ay...-luego busco apoyo en alguien y miro a Matt.-Fijo que Matt entiende lo que quiero decir... ¡No he dicho nada! Es todo broma, ¡seguid berreando y cantando!.-con tono serio pero bromeando, o al menos intentándolo. << Ay, vigila tu lengua, ¡Jack! No, si les pareceré un enfermo... >>

Y como la misma magia del lugar, la petaca con la sangre de Norou cuelga a otro lado de la cintura, la cual descubro al mirarme de reojo en un espejo buscando al chaval entre el gentío. Me la llevo a la boca pero solo para olisquearla y luego sisear entre los colmillos, bien visibles, al volver a cerrarla sin probarla. << Necesito controlarme o alejarme... >>
-Lady Jaqueline tiene seeeed, ¿algien de entre tanta belleza femenina y masculina se ofrece como voluntariooo?-se me escapa con voz cantarina, suave. << Van borrachillos... no se acordarán de todo, ¿cierto? Esperemos... >>

Al observar a los demás, no puedo evitar llevarme unas impresiones favorables, quien más quien menos.

—No estáis nada mal, preciosos míos –digo en respuesta a Noel pero hablando en general–. Y bueno, Gael, mejor que sobre que no que falte. ¡Estás monísima! Y tú, Noel, una ropa cuanto menos curiosa, ¡pero me gusta!

Parece que me cuerpo ha creado una cierta fascinación entre un sector que, curiosamente, era actualmente femenino. Matt empieza a tocar mis pectorales y Jack me pasa revista de arriba abajo. El colmo llega cuando la ahora vampiresa me pone la fusta en la barbilla.

—¡Atrás, lagartas! Quiero conservar mis ropas íntegras hasta el final de la noche –exclamo señalando mis ropas compuestas por unos capri rojos y negros, estilo militar y una camisa sin mangas de un color gris intermedio, ni claro ni oscuro. Jack ya había apartado antes al arenoso, pero no quise desperdiciar la ocasión para decir algo como eso.
››Oh, siempre hubo algo que quise hacer. –Mientras pronuncio estas palabras, hago el desagradable gesto de rascarme…–. Oh, ahora entiendo qué se siente al rascarse las pelotas. Toda la vida usando esta expresión y sin saber lo que era, mecachis.

Oigo lo que dice la "señorita Jaqueline" y le replico:

—Lo siento, preciosa, pero no deseo pareja para esta noche. –Me río a carcajada limpia y vuelvo a observar a los presentes–. En serio, hombres o mujeres seguís siendo igual de guapos.

El paseo hasta Gamides transcurrió tranquilo, al menos en lo referente a peligros. El grupo montó bastante escándalo, cantando por el camino una canción de piratas a la que Vac se unió animado. Elliot les sobrevolaba montada en Deatach, y al igual que Vac, era la única que conservaba la compostura. El hado observó con una sonrisa a sus compañeros, mientras sus ojos despedían un brillo algo malicioso, al día siguiente algunos iban a arrastrar una buena resaca.

No tardaron en avistar el edificio, y cuando llegaron a el, Vac cedió el paso a sus compañeros, entrando en último lugar. En cuanto traspasó el umbral de la puerta, sintió los cambios en su cuerpo y se acercó al primer espejo de cuerpo entero que vio.

Un hada infernal bastante mas baja que él le devolvió la mirada. Su cabello había crecido y lo llevaba algo alborotado, enmarcando su rostro, dándole un aspecto asalvajado. Las alas a su espalda eran mucho mas estilizadas, y estaban menos apolilladas, lo que le daba un aspecto mas armonioso. Sus ojos eran algo mas grandes, las pestañas eran mas espesas y alargadas, y los labios resultaban mas carnosos. Tenía unas curvas bien definidas y unos bonitos pechos, firmes y suaves, como pudo comprobar el mismo con las manos. Vestía unos pitillos oscuros de tela vaquera, un top palabra de honor de color blanco grisáceo y, por encima de este, un corpiño por debajo del pecho, de color negro, con bordados escarlatas y un cordón del mismo color. Unas pulseras adornaban sus muñecas, completando su atuendo. En conjunto estaba muchisimo mejor que en su forma masculina. También llevaba su guitarra a la espalda, al igual que la calabaza, atada al cinturón.

-¿Qué tal el cambio? -pregunto dirigiéndose al grupo, con una voz mucho mas melodiosa y cristalina-, vosotros estáis bastante bien.

Le llamó la atención la ulterana que había sido Toima, que parecía estar enfrentándose a alguien al otro lado del espejo. Siloco no había tardado en arrimarse al ángel negro que era ahora Adara, pero la guerrera les había rechazado en tono de broma. Los distintos comentarios de los chicos le hicieron reír, pero prefirió dejarles que se acostumbraran a su nuevo aspecto antes de continuar la juerga. Mientras esperaba, el hada quitó el corcho de la calabaza y le dio un buen trago al hidromiel, saboreandolo complacida y relamiéndose los labios con gesto goloso.

Eran altas horas de la madrugada y había seguido junto a Jack a los demás hasta un lugar llamado Gamides.


Antes de entrar en el extraño edificio algo que dijo Jack me escamo, ¿transformarme? ¿Qué quería decir con eso? Todos entraron por la puerta y sin darme cuenta me quede afuera debatiendo sobre el asunto ensimismado.


¿En que me transformaría? ¿En animal? ¿En monstruo? ¿ o solo volveríamos a ser humanos quizás? Muchas preguntas volaban en mi mente mientras cruzaba la puerta.


Sentí el cambio de inmediato, la referencia de mi vista era mas bajo, la forma de mi cuerpo era diferente, la forma de moverme, el peso de mi cabello, presión en mi pecho, mi peso…demasiadas cosas pero nada me hacia sentir para nada fuera de lugar, obviamente algo había cambiado pero ¿el qué? No estaba seguro, aunque pronto descubrí la respuesta al encontrarme de frente con un espejo nada mas entrar en el edificio.


Me había transformado en una mujer. Tenia una larga cabellera negra azabache lisa que caía como una cascada por mi espalda casi terminando en el suelo, el cuerpo era atlético, pero de una palidez y suavidad exquisita, incluso la imagen de todas las cicatrices lo cubría no podía competir con ello. Tenia el pecho envuelto fuertemente por unas vendas, aun así no podía ocultar lo evidente: tenía pechos. El kimono que tenia también cambio a temas florales aunque la disposición de este en mi cuerpo no cambio seguía arrastrando las mangas por los suelos. Tenía la cara más redonda, los ojos más grandes y la boca más pequeña con los labios más gruesos. Lo único que no había cambiado eran los vendajes de mis manos y pies descalzos.


Por un momento dude y me toque lentamente la cara, efectivamente aquella mujer era yo. No había conocido a mi madre, pero viendo mí reflejo en el espejo seguramente seria una mujer muy hermosa.


“Que clase de brujería es esta-dije para nadie-“


Después de un largo rato contemplándome en el espejo decidí seguir hacia adelante donde podía sentir a los demás, el espectáculo que allí me esperaba no tenia precio: todos habían cambiado su sexo, todos los que eran chicos ahora eran chicas y todas las chichas eran chicos aun así su Ki no había cambiado para nada y casi todos seguían igual de borrachos.
Me acerque a Jack, sabia que era él por su ki pero estaba completamente cambiado, una mujer enormemente exuberante que me sacaba mas de medio metro de estatura.


“Mas te vale que esto no sea permanente porque si es así prepárate para recibir la mayor paliza de tu vida y mira que no me importa que ahora seas mujer porque yo también lo soy-dije resoplando con los brazos en jarra mirando hacia arriba a la cara de la enorme mujer-”


Mi voz era tremendamente suave y dulce, esa amenaza había parecido mas bien un elogio con aquella voz…

Me entretengo un buen rato observando los cambios de todos. El primero que me llama la atención es Siloco, pues tiene un aspecto igual de estrafalario como mujer que como de costumbre. Me echo a reír cuando afirma parecerse a una famosa cantante de la Tierra.
Las reacciones de los ulteranos son bastante dispares y si bien Nia parece cómoda con su cuerpo masculino no se puede decir lo mismo de Toima. Me vuelve a entrar la risa floja cuando veo que se amenaza a si mismo en el espejo. No puedo evitar fijarme en como Toima y realmente casi todos se tocan sus tetas sin reparo.
-Y yo que temía que me tomarais por un pervertido… ¡Pues yo no voy a ser menos! –digo sonriendo estúpidamente mientras me llevo las manos a los pechos.
-¡Que blanditas! Creo que si fuese una tía me pasaría así todo el día –digo riéndome mientras me estrujo los pechos de todas las formas posibles.
Me obligo a parar para seguir satisfaciendo mi curiosidad por el resto y me fijo esta vez en Gael. El Fuego Fatuo no había cambiado demasiado, cosa que el mismo hace notar a voz en grito.
-¡Gael no tiene tetas! Creo que tienes suerte de ser un hombre –bromeo sin cortarme ni un pelo.

Mientras me seguía riendo del pobre Gael, noto como alguien me agarra por la cintura. Las manos arenosas dejan bien claro que se trata de Matt, quien empieza a piropearme. Me aparto de él con el ceño fruncido.
-Oye, oye, no me seas pervertido… o pervertida, según se mire –digo fingiendo enfado-. Y manda narices que sólo ligue cuando soy una chica –sigo bromeando para posteriormente echarme a reír.
Sin embargo la que peor parada sale es Adara, que se ve acosada no solo por Matt sino también por Jack, quien ahora es una vampira con una larga melena rubia, y Siloco, que se enfurruña por uno de los comentarios de Adara. Es entonces cuando el nigromante se fija en los demás y repara en mí. De pronto comienza a dar saltitos de forma muy cómica y me empiezo a reír a carcajadas ante su comentario y posteriores gesto.
-Sí señor, tienes razón, ¡compis de chupa! –digo entre risas mientras lo imito poniéndome yo también las gafas de sol y saltando al mismo tiempo que él… O lo intento, porque pierdo el equilibrio considerablemente unas cuantas veces.

Paro de saltar cuando oigo una nueva voz femenina desconocida. Se trataba de Vac esta vez, quien ahora tenía el aspecto de una hermosa hada. También me fijo en Norou, que ahora era una chica muy mona pero que seguía teniendo aspecto de guerrera.
-La mayoría salís ganando con los cambios –comento con una carcajada-. Salvo Gael, claro está –sonrío ampliamente de forma burlesca-. Bueno, y las chicas, las prefiero fuera de Gamides qué queréis que os diga –me vuelvo a reír.

Cuando satisfago por fin la curiosidad por completo vuelvo a fijarme en la habitación. Estaba llena de puertas cerradas.
-¡Es un agravio! Tantas puertas cerradas y nadie abre ninguna, ¿venís? –digo mientras me acerco a una al azar y la abro.
Detrás de la puerta hay una habitación con un par de ventanas poco iluminada. Es larga pero bastante estrecha… y está llena de mesas por todas partes colocadas de forma totalmente aleatoria. Intento abrirme paso por la habitación pero es bastante complicado.
-Joder, entre el nivel de alcohol en sangre, que está casi a oscuras y el pésimo sentido del ahorro de espacio de quien haya decorado esto… -despotrico mientras no paro de golpearme contra las mesas.
Cuando llego a la mitad de la habitación me golpeo fuertemente en la pierna contra una mesa pequeña.
-¡Aaay, estúpida mesa estúpida! –exclamo mientras la golpeo.
Con el impacto la mesa sale despedida. Justo hacia la ventana abierta que tenía enfrente. Con el impulso acabo saliendo yo mismo también despedido agarrado a la mesa. Cuando el mueble y yo atravesamos la ventana, apenas me da tiempo a fijarme en que he vuelto a mi cuerpo de siempre mientras caigo. Hasta que mi cerebro vuelve a ponerse en marcha y recuerdo que tengo alas. Me quedo parado en el aire sujetando la mesita con cara de asombro un instante.
-Casi me mato -comento como quien no quiere la cosa.
Pocos segundos después comienzo a partirme de risa hasta casi quedarme sin respiración. Entre el peso de la mesa y que no estoy en plenas facultades, hago varios quiebros extraños en el aire y me cuesta mantenerme, por lo que planeo como puedo de vuelta al interior de Gamides, donde inmediatamente vuelvo a convertirme en una chica. Intento decir algo pero la risa no me lo permite, así que me limito a seguir avanzando hasta el final de la habitación.

Al abrir la puerta me encuentro con una habitación de aspecto muy similar a la primera pero sin espejos. En esta lo único que hay es un enorme piano blanco y dorado.
-Hostia, un piano… ¡Gael! –llamo al Fuego Fatuo que venía justo detrás de mí-. ¿Qué te parece si repetimos la actuación de la taberna? –propongo con una gran sonrisa mientras levanto la tapa que cubre el teclado-. Yo hago de mano izquierda y tú de mano derecha.
Me siento en la esquina izquierda del banco frente al piano esperando la respuesta de Gael.

Wen no podía parar de reir. Le estaba costando disimular la risa o disminuir su volumen para no incomodar a Noel, tanto que a veces parecía que se ahogaba.

Cuando Adara dijo de ir a Gamides, instantáneamente Wen recordó las dos únicas veces en las que había estado ahí. “Quien me diría que volvería, y de esta manera.” Se dijo mientras salía con todos de la taberna. Miró hacia ambos lados buscando a la cobra, pero no la encontró, así que supuso que se había vuelto a los pozos. “Demasiado ruido para ella, espero que no le haya pasado nada.”

Se despidió de Cain con la mano y siguió al grupo sin parar de reir por el escándalo y el estado en el que se encontraban todos. Algunos alzaron el vuelo, entre ellos la dullahan sobre su dragón. “Es bonito.” Le dijo Kaethe a la vouivre, que iba a su lado. Wen también hubiera pensado lo mismo, aunque nunca reconocerlo, pero, dado su estado actual, lo único que dijo fue: “¿Crees que de serpiente me lo podría tragar de un bocado?” La ghoul rió alegremente, mientras ambas se acercaban más al grupo.

Por el camino, Wen le contó a Kaethe las dos veces que ella había estado en Gamides, y esta se emocionó pensando en la forma que podría tomar como chico. Cuando entraron, Wen dio de lleno con un espejo en el que pudo ver como apenas había cambiado desde la última vez que había estado ahí. Seguía siendo un atractivo chico moreno de ojos grises, aunque su pelo era levemente más largo que la vez anterior. Llevaba la misma vestimenta que la otra vez: pantalones cazadora de cuero sin una manga, vaqueros, botas y camiseta de manga corta, todo ello en negro, excepto la camiseta que, esta vez, era de color morado. Conservaba sus guantes y su pañuelo en la frente tapándole la gema, y sus joyas habían cambiado a pulseras de cuero trenzado y de pinchos en la muñeca del brazo descubierto. Su collar con las llaves de La Granja, al igual que sus guantes y su pañuelo, eran lo único que no había cambiado.

Quiso ver si la gema había cambiado, por lo que miró a su alrededor para comprobar que nadie la miraba, lo que no hizo falta ya que todos miraban ensimismados sus nuevas imágenes. No es que se avergonzara de su gema, ni nada parecido, pero desconfiaba por naturaleza de los desconocidos. Desconocidos como la dullahan.

Tras ver que su reluciente gema no había sufrido ningún cambio, volvió a esconderla y entonces se fijó en el resto. Los antes chicos se palpaban los pechos fascinados.

- De verdad que sois de lo más simples. - rió con su nueva voz.

Matt, Siloco y Jack parecían coquetear con Adara, que se había convertido en un chico francamente atractivo. Gael se lamentaba por su falta de pecho y Toima discutía con la chica de su reflejo. Wen reía sin parar, sobretodo después de, al entrar en otra habitación, ver como Noel lanzó una mesa por la ventana, siguiéndola de cerca.

La verdad era que le estaba empezando a doler la tripa de tanto reir, pero, aun así, cuando Noel invitó a Gael a repetir la actuación de la taberna en la habitación del piano, Wen solo se retiró el pelo de la cara como había visto hacer muchas veces a Church, negó con la cabeza y murmuró: “Esto va a ser divertido.”

La casa Gamides se ha llenado de bullicio por todas las voces hablando a la vez, comentando cambios propios o ajenos. Veo que Adara tiene mucho éxito, pero también llaman muchísimo la atención Siloco y Panchito. Y Toima parece que desconfía de su reflejo. Y mientras tanto, los que solíamos ser chicos seguimos enfrascados hablando sobre tetas.
-Muy amable, Noel -le respondo en tono agriado cuando mi falta de pechos le llama la atención. Y encima Wen nos llama simples por estar fascinados por el tema-. No todos los días te crecen un par de tetas de sopetón, mujer -le respondo al chico que ahora es Wen (y por lo cual dudo sobre si corregirme o no en lo de "mujer").
Al cabo de un rato, cuando Noel vuelve a mencionarme diciendo que no salgo ganando con el cambio me acerco a él disimuladamente
-Pues si yo soy plana, tú la pagas -le digo saboreando la venganza mientras alargo un brazo rápidamente para tocarle una teta y después ponerme fuera de su alcance conteniendo la risa. Ni al borde de la muerte se me ocurriría hacerle eso a una chica de verdad, pero siendo Noel me hacía gracia.

Poco después empezó la exploración de la casa. Salir de allí era un verdadero reto, pero ya que estábamos no perdíamos nada investigando más. La primera de las puertas llevó a una habitación llena de mesas donde Noel tuvo un percance. Tuve que contenerme la risa mientras se tropezaba con las mesas y cuando despareció por la ventana me mondé yo solo. Inluso seguía haciéndome gracia cuando dice que casi se mata, especialmente por cómo lo dice. El propio Noel se parte y yo me encierro en una burbuja de silencio para hacer lo propio -conjurada a duras penas- porque es imposible que no se me pegue la risa.

En la siguiente habitación había un piano. Tenía vagos recuerdos de que había un piano aquí. El draco de estínfalo no tarda en sugerir un nuevo show gratuíto. Sonrío ampliamente y me coloco del lado del piano que me ofrece, para empezar a aporrearlo sin ton ni son, cantando los dos a dúo de nuevo... para disfrute o no de los presentes.

Por fin escucho una suave voz, hasta ahora mutis, que proviene de quien innegablemente es Norou, versión femenina. No pierde sus formas atléticas, ni su atuendo, pero disminuyo en altura y el pelo le llegaba casi al suelo. Y pálida, casi tanto como yo en un día sin beber. Como única ropa distinta llevaba el pecho apretado bajo más vendas << Eso debe ser incómodo... >> Y no parecía nada complacido con la situación, cosa que quedó demostrada con lo que dijo al acercarme, aflorando una sonrisa a mis labios.
-¿Y si lo fuera?-murmuro mientras la fusta le recorre de arriba abajo, sin reparo alguno.-Así estás deliciosa a la vista.-ronroneo para luego soltar una carcajada y alejarme.-No, en cuanto salgamos, volverás a ser tú. Molaría tener una sala así en el Burdel...-digo de pronto, relamiéndome.-En cuanto a lo de la paliza... No me tientes, ricura.

A quien tampoco había visto previamente aquí era a Wedn, quien ahora era un mozo bastante atractivo, de ojos grises, tez morena, conservando sus guantes y pañuelo a lo que se añadía unos vaqueros, cazadora de cuero sin mangas, botas y camiseta corta en morado. Planto las manos en la cintura, refunfuñando, y exclamo:
-Esta casa debería prohibir la entrada a gente con estados alterados...-vuelvo haciendo resonar los tacones junto a Norou y le cojo del brazo.-Ven, vamos a explorar esto. Y si nos perdemos... ya saldremos.

Noel y Gael también se adentran en los pasillos, pero no les seguimos sino que vamos abriendo puerta al azar. Pero entre que la situación es bastante incómoda, entre que en alguna habitación nos hemos topado con material fetichista microsegundos antes de dar un portazo y alejarme, y el gesto mosqueado de la chica Norou, decido volver con los demás para irnos cuanto antes. Si no querían fiesta, ya seguiría yo al llegar a casa...<< Y este chaval... A saber si hizo lo de la sangre por haber bebido o por voluntad propia... En el caso de esto último... >> Me estremezco al tiempo que dejo de pensar, por si Norou nota algo, << cosa idiota porque el chaval lo nota todo jaja >>

Pero acabamos perdiéndonos. Empiezo a hartarme cuando llegamos a una sala circular, ocupada solo por diez puertas y la de entrada es falsa. En el centro, un par de taburetes de estilo recargado y una mesita de té.
-Qué demonios...

Cansado, realizo el hechizo de intangibilidad sobre ambos y comenzamos a atravesar todo el maldito edificio hacia la salida, pero en su lugar veo a Gael y Noel tocando un piano y al parecer, cantando. Me acerco a ellos, divertido, y deshago el hechizo para luego empezar a dar palmadas al ritmo de la caótica melodía. Eso sí, la primera la doy con fuerza buscando asustarlos, ya que salimos de una pared a su espalda << Hehehe >>

El hada siguió a Noel y a Gael por la casa hasta llegar a una estrecha habitación plagada de mesas. El draco se puso nervioso al avanzar tropezando con ellas, por lo que acabo lanzando una de ellas por una ventana, siguiéndola aferrado con las manos. Vac rió con ganas, trasladando las carcajadas a la mente de sus compañeros en deferencia a Noel. Cuando el chico volvió a entrar con la mesa, sin parar de reír, continuaron su camino hasta llegar a una habitación en cuyo centro descansaba un piano. Noel le sugirió a Gael repetir el espectáculo de la taberna, y los dos chicos no se demoraron en ponerse a aporrear el teclado.

El hada continuó bebiendo de su calabaza mientras coreaba la canción con ganas, disfrutando de la función como el que mas. Cuando los chicos terminaron, Vac se dio cuenta de que era realmente tarde y propuso que dieran por finalizada la fiesta. El cansancio estaba empezando a hacer mella en el griego, y tenia ganas de echarse a dormir. Todos parecían de acuerdo, así que se pusieron a buscar la salida. Tras un rato, terminaron por encontrarla, aunque estaba bastante mas alejada de lo que recordaban.

-Dormid bien, caballeros -les deseo el hado, que acababa de volver a su forma normal-. Mañana sera un gran día -rió el griego por lo bajo.

Se encaminó con Wen y Kaethe de vuelta al burdel, comentando los mejores momentos de la noche. Mientras caminaban, el hado echaba curiosamente en falta su forma femenina. Le habría gustado conservar ese aspecto durante unos días, sentía curiosidad por como le tratarían los demás, pero no sabía si era posible alargar la influencia del edificio fuera de el. El griego sacudió la cabeza, despejando sus ideas, y continuo caminando, arrebujándose bajo la chaqueta y dando otro trago al hidromiel.

Continua en el Burdel de Dama Espasmo.

Gael acepta la propuesta y nos ponemos a aporrear el piano a lo loco mientras volvemos a cantar la canción de la taberna a voz en grito. Durante la "actuación" Jack y Norou aparecieron a nuestra espalda y el vampiro comenzo a dar palmadas de sopetón sin que nos lo esperásemos. Me sobresalto un poco internamente por el repentino ruido pero no me inmuto por fuera aparentemente. Tan sólo giro la cabeza y le echo la lengua a Jack al ver que su cara denota que pretendía asustarnos a propósito. Vuelvo a casi ahogarme de risa cuando acabamos la canción y me levanto haciendo reverencias.
-Gracias, gracias, esta obra de arte perdudará por los siglos de los siglos en Rocavarancolia -digo entre carcajadas-. Especialmente la parte instrumental.

Poco después Vac propone que nos vayamos y todos estamos de acuerdo en que ya ha durado bastante la juerga. Me lo estaba pasando como nunca pero lo cierto es que el cansancio empezaba a hacer mella en mí. Después de unos cuantos intentos logramos en contrar la salida de la laberíntica Gamides.

Nos despedimos de Vac, Kaethe y Wen y el resto nos dirigimos primero a la Sede y luego a Serpentaria. Por el camino hacia la Sede todavía vamos cantando a pleno pulmón nuestra canción y no paramos de reír.


Sigue en la Torre Serpentaria.