Biblioteca Mágica

La biblioteca era... No era como Yrio la había imaginado, pero no fue ninguna decepción. De hecho le encantó, ese aire de tranquilidad y seguridad tan raro ya en la ciudad, el polvo flotando en el aire dándole un toque mágico a la luz dorada que entraba por los ventanales... Y libros, cientos miles de libros ordenados (más o menos) en viejas estanterías que juntas formaban un laberinto. Yrio sabía lo que tenía que buscar, pero por un instante se sintió perdido y maravillado, plantado en la misma entrada. Pablo les explicó las normas de la biblioteca y al fin se decidió a emprender la búsqueda.

Necesitaba algún libro con técnicas de lucha o estrategias de combate, o tal vez algo que le diese alguna pista sobre cómo enfocar su entrenamiento. Trató de alejarse de los demás tanto como pudo por si se extrañaban de su elección. Ya sabía que mucha pinta de guerrero no tenía. Tras un rato estuvo por rendirse, al no encontrar más que biografías de guerreros con nombres impronunciables y cuentos infantiles que describían batallas antiguas tan espectaculares que Yrio dio por hecho que no eran más que fantasía. Un aleteo le alertó, justo cuando cerraba el sexto libro de biografías, y le hizo mirar hacia arriba. Varios libros sobrevolaban su cabeza.

-¡Es increíble!- exclamó- ¡Tengo que verlos de cerca!

Subió una silla a una mesa cercana y se encaramó a lo alto, pero en cuanto estuvo lo bastante alto para alcanzar los libros estos volaron hacia otro sitio, por lo que Yrio volvió a bajarse, bufando de fastidio, y buscó otra mesa en la que subirse. No supo cuánto tiempo malgastó en esa estúpida persecución, solo que ya se le habían cansado los brazos de tanto cargar la dichosa silla. En un acto desesperado saltó para atrapar un libro al vuelo, y sorprendentemente lo consiguió.

-Estate... quieto... cosa... dejame leerte- maldijo agarrado con fuerza al libro que pugnaba por escapar de sus brazos.

Entre las páginas que se movían de un lado a otro como locas, Yrio pudo leer algunos títulos sueltos ''Las leyes de la demiurgia'' ''Hechizos protectores para guardianes'' ''Maldiciones ofensivas'' No entendía muy bien la mayoría de las palabras, por lo que quedaron olvidadas en algun rincón de su cerebro, pero una se le grabó a fuego ''hechizos''. El libro escapó bruscamente haciendo caer al chico al suelo y dejándole un feo mordisco en la nariz.

-¡AUauauauauauauuuu!!

Rodó sobre sí mismo por le dolor y quedó tirado en el suelo de cara a una estantería. Una estantería donde la mayoría de los títulos de sus libros contenían la palabra ''hechizos'' o ''magia''. Yrio se puso en pie y pasó los dedos por los títulos, limpiando el polvo para leer sus lomos, cogiendo algún tomo para ojearlo. Sabía que estaba cometiendo un error garrafal, la magia solo era real en los cuentos ¿verdad? Tenía que buscar un libro de lucha, no uno de magia. Pero aquellos libros se le antojaban mucho más interesantes.

Cogió uno titulado ''Magia básica'', tampoco se sentía capaz de conseguir nada más, y se fue trotando felizmente hacia la salida, evitando nuevamente a sus compañeros por si le decían algo del libro.

Sigue en la Avenida de las Casas Carnivoras.

Tras una breve caminata llegamos por fin a la Biblioteca. Pablo les cuenta las normas de un libro por persona y entramos. Al contrario que la otra vez, yo intento buscar un diccionario o algún manual de lenguas para entender el maldito libro de "magia" que cogí el otro día, pero entre que hay como cientos de idiomas en la biblioteca, y muy pocos de los títulos los entiendo, lo dejo.

Después busco cualquier tomo que esté repetido en otro idioma, buscando la misma portada o misma autoría, hasta que me harté. Nunca he estado en una biblioteca tan rara y tan frustrante.
-Grrr.

Refunfuñando me cambio de sección, buscando algo que me diga la función de los cristales, porque para algo han de servir, no creo que sean linternas. Así pues busco títulos que mencionen artefactos u objetos raros, pero solo consigo maravillarme con objetos legendarios, tales como armas o "grimorios", que a saber qué son. Pero una vez más, la magia aparece ligada a este tipo de artefactos, así que decido mirar en alguno de los libros que prometen hechizos y encantamientos de cuento, a ver si dan alguna pista de los cristales.

Con un par de esos manuales, dos ricos en ilustraciones, me voy a una mesa de trabajo y empiezo a pasar páginas en ambos, a la vez, buscando entre las imágenes alguna referencia a los cristales, hasta que doy con un individuo ataviado con túnica de colores y un collar repleto de estos. Por la ilustración se diría que hace gestos y logra el sortilegio de la página. << Esto no me dice nada... Pueden ser decorativos o meras linternas... >> Sin embargo, todas las ilustraciones referentes a algún hechizo tienen a un individuo o individua cargando esos cristales, ya sea como collar, en la mano, cinturón o lo que sea. << ¿Tendrá relación con la Magia? Esto es raro... >> Y teniendo en cuenta que no me creo eso de la Magia de este sitio y que en todo caso, es cosa de las Brujas Antiguas, llego a la conclusión de que simplemente usan los cristales por superstición.
-Meh.

Dejo los libros y vuelvo a la salida para esperar, y aprovechando que Yrio también está, le cuento lo de los cristales y lo que creo que son: artefactos de mera superstición, pero también le digo lo de que salen en ilustraciones relacionadas con magia.

Alder y Seon tomaron caminos separados al pisar por primera vez la biblioteca. Apenas se dedicaron una mirada vaga en la entrada, compartiendo la sensación de que no había nada que decir, y no había motivo alguno por el que ceñirse la una al paseo de la otra.
Alder había sido una visitante frecuente de las dos bibliotecas de su ciudad. Estaba acostumbrada a los paseos de los sacerdotes entre las estanterías y ya conocía los nombres de todos y ellos sabían el suyo. O lo habían sabido. Incapaz de ayudar en gran cosa a sus padres en sus respectivos trabajos, porque era torpe y poco cuidadosa con las telas e hilos y no sabía dibujar un plato, se había visto relegada a ayudar con las cuentas, a atender clientes - trabajo en el que rápidamente fue sustituida por Rashir, uno de sus hermanos, porque inexplicablemente algunos clientes salían ofendidos de la sastrería de su padre.- y luego, hastiada de las cosas monotonas, simplemente se había escaqueado de todo trabajo y empezado a acumular conocimientos demasiado diversos y poco concretos como para resultar utiles, en busca de algo interesante con lo que sacar a Seon y a ella misma de su casa.
Paseó por los titulos y los lomos con ojo critico y solo la distrajo Yrio cuando fue testigo de como un libro le mordía la nariz. La risa de Alder salió sin mala intención, y siguió mucho después de que Yrio se hubiera ido, a pequeñas rachas.
La magia le llamó la atención pero estaba segura de que ya tendrían titulos de ese estilo sus compañeros, y a los que siempre podía echarles un vistazo. No sabía que podía ser más útil y estaba segura de que era mejor no llevar una lectura de placer.

Seon por su parte había pasado su infancia entre libros. Gran parte de los tres ultimos años antes de la unión, muchos aurvas se volvían autodidactas y buscaban sobre los temas que más les gustaban. Ella sin embargo se había visto absorbida en seguida por la madre clara de su edeel, con quien compartía una extraña afinidad, reforzada por el hecho de que tenía talento para el dibujo. Ayudaba a estampar los tejidos del padre de Alder y resultaba en general mucho más util que su pareja a la familia de esta.
Asi que el paseo de Seon entre los libros de aquella biblioteca tan silenciosa y vacía, fue más curiosidad que verdadero interés en ninguna materia. Sabía que tenía un libro a su disposición, que contaría como suyo, pero como no tenía preferencias, buscó algo para Alder.

Al final la edeel se decantó por un libro de historia de la ciudad. No era lo que ella consideraba más util, pero no era una estupidez después de todo. Además asi tendría alguna respuesta, más allá de las tonterías que le habían metido en la cabeza a Seon. Por debajo de todas sus bromas y tonterías y de su reconciliación, tenía un pesimismo negro sobre aquel lugar.
Seon mientras buscaba algo para Alder, encontró un libro de recetas y decidió llevarselo para Atol, que siempre cocinaba. Además, seguía siendo un regalo indirecto a Alder, que siempre había tenido mucho apetito.

Jack
Cuando los demás se fueron de Serpentaria, Nia me recordó que teníamos que buscar información sobre la planta en la biblioteca, así que aquí estamos, de nuevo envuelto en otro hechizo de protección. Me adelanto y abro la puerta pero me detengo al segundo: hay un rastro reciente, varios en realidad, pero de estos logro reconocer unos cuantos. Vuelvo a cerrar y le digo a Nia en un susurro:
-Aquí hay cosechados, y cerca de la puerta. Reconozco a varios de los que traje yo.-añado un tanto nervioso.-Que no nos vean...Nos vemos dentro.

Me deshago en humo y asciendo buscando una ventana abierta, por donde luego me cuelo hasta la estantería más próxima. Me pego a la superficie de esta y me asomo, aún en forma de humo, para echar un ojo a los cosechados. Logro localizar a Yrio y Alder, así como un par desconocidos. << Seon andará por ahí, tengamos cuidado >> Me quedo unos minutos más siguiéndoles desde las estanterías, disfrutando de sus fragancias, curioso y alerta a partes muy distintas. Me recuerdan a nuestra primera visita a la biblioteca, nuestras primeras salidas por la ciudad... Y mentalmente les deseo lo mejor, dentro de la dureza de la criba y la ciudad, que crezcan en las calles y en un tiempo que sean ciudadanos de pleno derecho. Quizá una parte de mí les ayudaría pero no, han de apañarse sólos, trabajar en equipo y sobrevivir.

Y yo tengo cosas que hacer, así que me voy a la sección de herbología y allí me materializo, deshago el hechizo de protección y me cubro con uno de opacidad. Luego empiezo a buscar información sobre la flor "salmofer". << Aquí hay de todo... Plantas carnívoras gigantes... Y esa se mueve... ¿Dónde estás florecita? >>

Nia

Y pusieron rumbo a la biblioteca. Jack le dio más detalles, un nombre una localización y una condición de quien le pedia aquella flor. La ulterana casi entró directamente a la biblioteca, sin darse cuenta de que habia cosechados dentro. El vampiro la paró en el acto, habiendose dado cuenta él. Dijo que tendrian que ir con sigilo y acto seguido se hizo humo, colandose por una ventana. Nia suspiró y se frotó los ojos mientras lanzaba un hechizo para volverse invisible. Cerró la puerta con el ruido mínimo y pasó adentro. En efecto, varios cosechados estaban ahi reunidos. Nia vaciló unos instantes. Nunca habia estado tan cerca de los cosechados, tan cerca para ayudarles o darles alguna pista... lo que fuera. Alzó la mano en su dirección, como intentando agarrarles pero su sentido común se antepuso y los pequeños dedos se cerraron entorno al aire. Suspiró y se dirigio a la sección que creia correcta para encontrar información de la planta.
Entre tomos y tomos de libros, pudo distinguir uno lo bastante interesante para llamar su atención. En completo silencio, lo abrio y examinó el índice. Un apartado especialmente dedicado a plantas de propiedades extraordinarias en Libo fue la señal para saber que habia dado en la diana. Buscó a Jack entre los pasillos de la biblioteca y, tras encontrarle, señaló aquel apartado. Pasó las hojas a toda prisa y mostró al vampiro las páginas que hablaban sobre en esas plantas. Susurrando, decidió romper el silencio.
-Tenemos dos opciones. Una, es ir de noche y encontrarlas fácilmente. Otra, es ir ahora mismo y engañandolas con un hechizo luminico, sacar las buenas de las malas. ¿Qué dices?-preguntó, algo preocupada, ya que sabia de la debilidad de los vampiros a la luz solar. No le importaba esperar, pero tambien estaba bastante emocionada por emprender aquella aventura cuanto antes.

Jack
Entre la emoción de estar a escasos metros de los cosechados y el nerviosismo y miedo a que nos vean, la tarea de buscar datos sobre la maldita flor se vuelve torpe. También de vez en cuando me palpo la ropa, temeroso de pronto de haber olvidado mis petacas, pensamiento estúpido y que rápidamente se ve derrumbado por la realidad, aunque sigue erre que erre.

Al rato se me acerca Nia con un libro y el apartado perfecto: toda la info necesaria. Sonrío y me callo una exclamación de júbilo, pues quiero salir de aquí YA.
-Hum... Podemos ir de día, ahora mismo vaya. Tengo las pilas cargadas y en lo que dure el hechizo de protección ya habremos terminado. Y si no pues me escondo en algún sitio o bajo tierra.-digo rápidamente, para tranquilizarla y en parte convencerme de poder salir a la luz del día.-Ay, vámonos antes de que secuestre a las monadas recién cosechadas.-digo riendo.

Luego vuelvo a convertirme en humo y a escurrirme estantería arriba, luego por la ventana y de nuevo a la luz de la calle. En cuanto Nia salga, al portal
Sigue en Libo

Todo el camino de mal humor, joder como se habían puesto, vale es cierto les había dado poco tiempo para reaccionar pero se lo estaba tomando a la tremenda, la biblioteca no debía estar a mas 5 minutos a pie, y mi humor era insuperable hoy nadie podía pincharme mi burbujita de felicidad, por fin había salido de aquel torreón infernal, por fin sentía el viento en la cara.

Un cacho después de cinco minutos unos diez mas o así llegamos a la biblioteca, claramente aquellos mapas engañaban en distancia, si hubiera sabia que era tanto si habría dado mas tiempo para que se prepararan.

Llegue a las puertas de la biblioteca muy ansioso, y sin para mucho a esperar abro la puerta con suavidad para no armar mucho jaleo.

Cruzo el umbral y veo que la biblioteca tiene un buena iluminación, nada mas entrar hay una estantería con libros y me acerco a verla, no puedo evitar el fijarme que la sección esta ordenada, y esta estantería concretamente tiene la letra "A", y la primera sección dentro de esa letra es la de "Absurdo", viendo esto no puedo evitar soltar una risilla, pero por dentro pienso:

<<Si la biblioteca esta ordenada así el libro que estoy buscando sera mas fácil de encontrar>>

Me adentro en la biblioteca con el resto y veo a una persona sentada en un sillón, deduciendo que se trata del bibliotecario me acerco a preguntarle si puedo llevarme un libro, y cuando su respuesta es afirmativa me dedico a vagabundear por la biblioteca mirando las secciones y viendo si algún libro me interesa, pero ninguno parece contener la información que yo busco hasta que en un lateral de la biblioteca doy con lo que parece una "L", desplazándome por esa sección voy mirando los libros y uno de ellos me llama la atención, miro su portada y emito un ruidito de satisfacción, la portada muestra una ciudad que no esta en ruinas pero que guarda cierto parecido con Rocavarancolia y en el cielo una gigantesca luna de color sangre.
Para cerciorarme abro el libro y observo un idioma que no conozco pero en sus margenes trae cosas que si entiendo, habiendo visto eso me doy por contento y me reúno con los demás y les digo:

-Ya he encontrado el libro que quiero por mi podemos irnos, os espero en la puerta de salida por si tenéis algo que hacer aquí todavía.-Cosa que hago solo para que no se cabreen mas.

Yrio bufó al pasar por el lado de Stefan entrando en la biblioteca. Le hubiese gustado tomarse su tiempo para poder ir con tranquilidad y no con el tipejo ese y sus prisas, pero no podía desaprovechar una salida. Buscó con Seon las secciones de magia, ya que el bibliotecario no parecía muy por la labor ese día de darles el libro que necesitaban. Ninguno tenía ni idea de runas, ni siquiera sabían lo que eran, así que tardaron un buen rato en encontrar libros con esa temática. Una vez localizados Yrio se puso a copiar información, ya que no podía llevarse ningun libro. Revisó como cuatro o cinco tomos, varias veces, para asegurarse de que había copiado los símbolos correctamente. Sabía que el mínimo fallo echaría todo a perder.

-Creo... que ya tenemos todo lo que veníamos a buscar...

Se les había ocurrido la idea un día que coincidieron estudiando el mismo libro de magia a la vez y se pusiern a hablar de posibles aplicaciones de los hechizos en distintas situaciones. Era como un juego de estrategia, muy divertido, y habían terminado trazando un plan entre los dos que estaban decididos a llevar a cabo.

Logro alcanzarles a mitad de camino, aunque luego no les digo nada sino que me mantengo todo el camino en guardia, pero llegamos sin problemas. Observo a los tres entrar a buscar sus libros y les despido con un gruñido acompañado de un gesto de cabeza, para después seguirlos sin mucho ánimo.

Una vez dentro, vago entre las estanterías recordando mis largas lecturas en Libo, recuerdos que se encadenan a unos y otros y empiezan a asfixiarme. Lo peor es cuando llega el recuerdo de cuando decidí venir aquí y la pesadilla en todo su sangriento esplendor.
-Maldita sea...-mascullo, saliendo a trompicones de la sección donde estoy y luego sentarme en los escalones de la entrada.-Les esperaré aquí...

Al rato sale Stefan y todo se suma en una exclamación cabreada con los puños cerrados, gesticulando.
-Por la Gran Madre... ¿Cómo se te ocurre irte solo y encima invitarnos a acompañarte? Vale que haya poca distancia, pero has leído el bestiario, maldito... -<<Os voy a tener obligar a entrenar a todos para que podáis salir y al menos decir "sé defenderme"...>> pero no lo expreso en voz alta pues al ver su libro, este llama mi atención.-Eh... Eso se supone que es la Luna Roja que veneran aquí... ¿Has aprendido algo?-pregunto, curioso pero guardando otras mil preguntas que estaría haciéndole de estar de mejor ánimo.

Cuando salgo hay un enfadado Atol esperándome a la entrada, el cual exclama un improperio y después me recrimina el haber salido solo, bajo la cabeza pero antes de que de una explicación señala el libro y me hace una pregunta a la que contesto encantado:

-No, aún no he aprendido nada, sin embargo el libro contiene anotaciones que pueden ser interesantes para comprender a las gentes de esta ciudad, las cuales me consta que existen pero a quienes aún no hemos visto.

Mientras explico esto me siento junto a Atol y dirijo mi mirada hacia una de las fuentes, sigo pensando en un par de cosas cuando me doy cuenta de una cosa que ha dicho Atol y curioso le pregunto:

-¿Gran Madre? ¿Es la diosa a la que adoras? ¿Que tipo de religiones existen en Libo?,- Atol tarda un par de minutos en contarme todo brevemente, lo cual no hace mas que plantearme mas preguntas y una cosa que Atol me dice me deja muy interesado.- ¿ Adoráis a los felinos?, Yo tengo....tenia un gato, espera debo de tener por aquí.....-rebusco en mis bolsillos y saco una cartera de un color desgastado que en principio era negro, miro dentro y encuentro una fotografía, la saco y se la enseño a Atol.- Mira esto es una fotografía de mi gato, se llama Sombra,- en la foto se puede ver un gato negro de proporciones grandes tumbado sobre una cama.- Es muy cariñoso, era un gato callejero pero recogí de la calle,- le cuento la historia en breves palabras.

Y en otro orden de cosas le hablo de las religiones que hay en mi mundo, que las hay a patadas. Y luego cambiando de tema y sabiendo que Seon e Yrio deben estar a punto de salir me vuelvo a Atol y le digo:

-Atol, cuando lleguemos al torreón voy a probar a hacer magia, lo cual aún no he probado, si resulta que no soy apto para ello quiero que me entrenes en el manejo de las armas, quiero ser útil y tienes razón no debí marcharme casi sin avisar, fue una tontería por mi parte, no volverá a pasar.- Y levantándome miro por encima de los tejados para mirar si se puede ver el torreón desde aquí, pero si se ve es casi inconfundible debido a la marea de edificios que hay.

Sigue en el Torreón Letargo.

Seon se internó con Yrio en busca libros, y como se habia olvidado su propia libreta se limitó a observar con entusiasmo los apuntes del chico, y a tratar de memorizar todo lo que leía.
Se olvidó de Stefan por un rato, mientras los planes hechos en común se le presentaban llenos de promesas y posibilidades. Las semanas habían servido, en tanto que su magia mejoraba y ella se hacia mas fuerte, para reforzar su espíritu de superación; y la falta de incidentes, para desterrar un poco el miedo y la culpabilidad de los primeros días.
Regresó junto al grupo sin hacer comentarios acerca de Stefan. Su actitud no le parecía correcta, y quizás demasiado despreocupada, pero en eso el torreón ya tenía un historial interesante en el que sin ir mas lejos participaba Tap y su edeel
"Pero Alder siempre desconfía más que tú, y lleva dos semanas haciendo ejercicio hasta caer rendida, y Tap tiene veneno, y ya ha demostrado tener sentido comun. Este chico actúa como si nunca le hubiera pasado nada malo, ni hubiera dependido de nosotros para sobrevivir."

Tras un ultimo repaso e Yrio cerró la libreta, con todas sus anotaciones. Todos esperaban ya en la puerta, Atol y Stefan hablando de... religiones y gatos. Yrio se permitió mirar el retrato de reojo, curioso por ver qué tipo de animales adoraban en el mundo de Atol << Qué mono...>> pensó, aunque el dibujo era tan... realista, y brillante. En otro momento tenía que preguntarle por el autor.

-Vámonos, ya que parece que hay prisa...- dijo, guardandose la libreta entre la ropa y ajustándose el escudo.

Aunque estaba un poco molesto pronto su expresión se volvió alegre ante las posibilidades que les ofrecía su plan. Tenía ganas de empezar cuando antes.

Sigue en el Torreón Letargo.

Miro pensativo el libro y asiento, lentamente:
-Cierto... Solo hemos visto a las dos criaturas del discurso... Tenemos tiempo de sobra para enterarnos de qué pasa aquí...-

Después me pregunta sobre lo que dije de la Gran Madre y le cuento cómo es Libo en cuanto a religión, cultura, lo que hace que vuelvan los recuerdos. Pero al poco de hablar sobre los Grandes Felinos, saca una cartera y de esta un trozo de ¿papel? ¡Ah, un retrato de su gato!
-Jo, qué hermoso. Y donde debe, cómodamente en una cama que haya elegido.

Lo que sí me pilla desprevenido es que me pida entrenarle en el manejo de armas, pero acepto enérgicamente <<Nos vendrá bien>>
-Pues claro. Así podrás irte sólo cuando quieras y decir que al menos sabes defenderte!-exclamo, levantándome y dándole una poderosa palmada en la espalda.-No perdamos tiempo pues.-añado cuando salen los demás.

Pero... Hay algo en sus anteriores palabras a lo que aún no le veo sentido... Algo que voy pensando por el camino y que le comentaré luego.

Sigue en el Torreón Letargo.

Salimos del torreón andando con paso rápido pues el tiempo apremiaba, estuve casi todo el tiempo en silencio perdido en mis pensamientos. En cierta parte del camino mire hacia Atol y un pensamiento me asalto:

<<Yo quiero salvarla por ser una compañera, pero para Atol debe de ser peor aun, es una mujer con rasgos gatunos, las dos cosas que mas veneran en su mundo>>

Llegamos a la biblioteca, y entramos con prisas, los pare a ambos y les dije:

-Mirad no sabemos que es lo que tiene Macack, aunque creo que puede ser tres cosas, un veneno, aunque esta opción me parece menos viable, magia, o una enfermedad, las dos ultimas parecen más posibles, así que dividamonos para cubrir mas terreno, Serok vete a la zona de venenos y antídotos, Atol prueba en la de magia y yo mismo iré a los libros que traten de enfermedades. Cuando hayamos encontrado algún libro interesante nos reuniremos en esa mesa,- dije señalando una mesa cercana a la entrada.

Dicho esto busque los libros que debía llevar para poner en común, y encontré seis libros que parecían adecuados para buscar cosas me dirigí a la mesa donde habíamos quedado, me senté y comencé a ojear los libros que había encontrado con el fin de localizar algo.

Al poco rato vi llegar desde diferentes direcciones a Atol y Serok, también llevaban libros y cuando se sentaron les dije:

-Vamos a mirar si encontramos algo en estos libros, si no vemos nada buscaremos mas.

Y dicho eso me concentre en el libro que tenia entre mis manos y me perdí entre el bosque de sus palabras y dibujos.

La explicación no provoca otra cosa que miedo, desconfianza y desconcierto, allí donde esperaba ver el remedio. Rápidamente Stefan y Serok se armaron y, aunque en un principio intenté llevarla con nosotros, tenían razón. La reacción del terrícola debería haberme sorprendido, después de todo lo que dijo en el día, pero no ahondó mucho en mí, ya que sólo tenía ojos para Macak y una temblorosa Seon.

Por el camino, corriendo, iba analizando lo que Macak nos dijo antes... Y por ello me costó irme sin ella, por dejarles con Pablo y Tap, ya que si a ella le pasaba eso, <<¿por qué no a ellos? Lo dijo, incluso, "luego los matarán a ellos"... Y lo que dijo luego, todo... Qué demonios...>> Pensando eso aceleré la carrera, convenciéndome, o intentándolo, de que lograríamos una cura, pero con la sombra de similitud con la pesadilla el pronóstico no era muy bueno...

Al entrar, Stefan tomó la iniciativa y dividió las zonas de búsqueda, pero cuando se fue yo me acerqué al bibliotecario y, educadamente pero apresurado, le pregunté
-Buenas. Tenemos a una compañera enferma o herida... O envenenada, no lo sabemos. Pero tiene un brazo ennegrecido y dice que fue por culpa de un fantasma y...

Pero sin ni siquiera mirarme, me corta con un gesto cansado y señala una sección:
-Las enciclopedias de sanación están allí.-y se va a otra parte.

Se va dejándome con la palabra en la boca... Estupendo. Pero tenía algo, así que echo a correr hacia donde me dijo y empiezo a coger libros, buscando dibujos o alguna palabra que pueda tener conexión con el problema. Pero no hay forma. Lo mínimo que encuentro en ilustraciones de heridas negras o por magia, está en un idioma que no conozco. Y no solo tengo ese problema, sino que no paro de ver a Macak devorando a nuestra gente cada vez que pienso en cómo estarán en Letargo <<Tenemos que volver, no deberíamos habernos ido... No somos nada, no podemos hacer nada contra lo desconocido... Al menos Alder y Seon están separadas... Aunque eso también podría ser malo... Maldita sea>>

Desisto. Al rato de buscar y de casi arrojar libros unos sobre otros en una mesa, me rindo y me dirijo al punto de reunión, serio y con los brazos caídos
-Aquí no hay nada que podamos hacer. No deberíamos habernos ido... No. Yo me voy, a no ser que encontráseis algo...

Serok tampoco parece haber encontrado nada, así que se suma rápidamente. En cuanto Stefan habla, nos ponemos de nuevo a correr hacia Letargo, pero al pasar por recepción el Bibliotecario se lleva una mirada de enfado, aunque si lo piensas, seguramente se ría de eso luego.

Sigue en el Torreón Letargo.

A paso rápido llegaron a la biblioteca. Saren prefirió quedarse fuera así que Shizel entró con decisión en el interior del edificio, acompañado por Aleksei y Branniel. Se permitió dirigir una breve mirada de anhelo a las mesas bañadas por la luz de la tarde: ahí había pensado pasar plácidamente el día...
Acto seguido se plantó delante del bibliotecario con los brazos cruzados, y dijo con el tono de quien no está acostumbrado a que le pongan pegas:
-Magia de combate. Necesito saber qué títulos hay a mi alcance y dónde están, rápido a ser posible.

Tras ser debidamente mandado a paseo por Biblios, Shizel se tuvo que conformar con revisar frenéticamente los estantes cuyos títulos parecían más asequibles. Quien cargó con el mayor peso de dicho curso de acción fue el pobre Aleksei, a quien el idrino iba entregando los volúmenes para poder revisar las estanterías con mayor libertad. Branniel se había perdido entre los estantes un poco más atrás y al idrino no le había importado mientras no se retrasasen al salir.
"Compendio de duelistas de Trámara"... "Magia roja y ámbar, enciclopedia detallada"... "Artefactos mágicos de batalla en las cargas de Esfronax"... Nada de aquello le servía. Bufó frustrado.

Al cabo de un tiempo desistió en su búsqueda: todo aquello que parecía jugoso estaba muy por encima de sus posibilidades. Así pues trasladó sus hallazgos a la mesa más cercana que encontró y hojeó los tomos lo justo para saber si eran lo que le interesaba, sin examinarlos todo el tiempo que le gustaría. Tenía prisa.
Una vorágine de títulos e imágenes pasó ante sus ojos, algunas tan gráficas que tuvo que apartarlas de su vista con una mueca, sin saber si alegrarse o no de que los hechizos desmembradores estuviesen muy por encima de sus energías en ese momento. Los hechizos de ataque y de defensa muchas veces iban emparejados, por lo que aprovechó para echar un vistazo con interés a aquella sección.
Había formas mágicas de fortificar el torreón... Se le ocurrió que a RR aquella noticia le sonaría a campanas celestiales, y luego recordó que estaba demasiado drogado para enterarse. El recordatorio hizo que la idea de que estaba perdiendo un tiempo precioso volviese a aguijonear su cerebro.

Pasado un rato el idrino empezó a agobiarse ante la sobrecarga de información superflua. Él no quería batirse en duelo con ningún experto; simplemente quería alguna referencia de magia ofensiva que aunque no fuese una filigrana, fuese efectiva para andar por Rocavarancolia con las espaldas cubiertas. El espectáculo que el desconocido del cabello rubio les había proporcionado el día anterior demostraba a las claras que la magia era mucho más eficiente para defenderse que una espada o incluso una escopeta, a su entender.
Se obligó a dejar a un lado de mala gana un volumen donde se detallaba con claridad la hechicería de combate utilizada en los buenos tiempos del Anfiteatro, y echó mano a un librito que en un principio había tomado por un diccionario.
Lo hojeó a toda prisa. Entrevió diagramas y anotaciones similares a aquellas que presentaba el libro de Saren, por lo que supuso que como aquél podía tratarse de una especie de manual muy abreviado. Las instrucciones eran extremadamente breves y daban muchas cosas por sabidas, pero si lo cotejaba con los libros más completos que tenían en Maciel quizá fuese capaz de llenar aquellos huecos...

"Será suficiente", pensó. Otro día comprobaría si podía cambiar el libro que se había llevado la primera vez: de momento le pediría el préstamo a Aleksei. Agitó el libro en el aire para que Biblios viera que no había trampa ni cartón y salió el primero a paso decidido de la biblioteca. Dejaría las investigaciones sobre la Luna Roja para otro momento.

Sigue en la Cicatriz de Arax.