Torreón Sendar

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

La divisaron a lo lejos. Una enorme cueva vertical se alzaba desde la tierra, colosal, majestuosa e imponente sobre la calle, y con una vista espléndida sobre esta. Aceleró el paso por curiosidad y esperanza, porque que algo estuviera en mejor estado que las calles que habían atravesado... ya era mucho. Además, no quería seguir hablando de los Hijos de Bakaiar allí, fuera, al descubierto, como si pensar en ellos o mencionarles pudiera atraer al de antes.

Cuando llegaron, sonrió al reconocer un foso, porque le era familiar del hogar, y se maravilló aún más al ver la enorme superficie de madera que lo atravesaba y que conectaba con el edificio.
—No sé si esto es lo que buscábamos, pero tiene buena pinta.

No esperó a los demás. Se había fijado en unos inventos nuevos que sujetaban la madera del foso y que se introducían en la cueva, y quería investigar tanto eso, como el interior como todo lo que pudiera. Se adelantó al grupo y caminó por la lámina de madera con toda la curiosidad del mundo, hasta llegar a la lámina vertical. La reconoció, parecida a las de esa cueva donde despertaron, así que empujó con el hombro hasta que se movió. Y... una vez dentro, se quedó parado en la puerta. ¡Era enorme! ¡Y había un sinfín de cosas sin determinar!  
—¡Esto es alucinante! —exclamó mientras liberaba el camino para entrar.

Le temblaba la pierna derecha, pero de anticipación por querer explorarlo y entenderlo todo. Su mirada saltaba de un artefacto a otro, de una pared a otra, de un punto a otro. Y aún tenía que investigar los hierros que entraban y salían de la cueva y se anclaban a la lámina de madera del exterior. Necesitaba nombres para aquellas cosas nuevas. Ahora sería él quien preguntara a los demás.

Qwara había decidido quedarse en el torreón durante aquella salida por una mezcla de pragmatismo y cansancio. Por un lado no le parecía bien que solo se quedara Sarah vigilando, pues en caso de haber problemas era mejor estar acompañado, y por otro no había dormido bien aquella noche. Las noticias que habían traído del torreón Maciel le habían dejado mal cuerpo, pues saber lo que habían padecido sus habitantes era desalentador, y enterarse además de que ahora aquel condenado lagarto era más peligroso le quitaba el sueño a cualquiera.

La sudafricana permaneció vigilante en las almenas durante toda la expedición de sus compañeros, oteando las calles en soledad, y no volvió a sentir tranquilidad hasta que avistó a los suyos en la distancia y confirmó que estaban todos bien.


A partir de ese día el tiempo en el torreón empezó a pasar más rápido para la muchacha, como si el minutero del reloj nunca recorriera toda la esfera antes de caer la noche, y a medida que la rutina se apoderaba de su vida la relación con sus compañeros fue evolucionando en distintos grados de confianza. La convivencia a veces no era la mejor, pues ya había quedado más que patente que bajo aquel techo se reunían personalidades bastante fuertes, pero en el fondo todos cooperaban para que el barco se mantuviera a flote y cada uno ponía su granito de arena en aquella empresa.

En el tema de la magia Qwara había resultado ser una completa inútil, pues no era capaz de hilar ni el sortilegio más sencillo, pero lejos de desanimarse había seguido intentándolo con la esperanza de que en alguna ocasión cambiara algo. O al menos había sido así al principio. Con el paso de las semanas sus intentos habían empezado a espaciarse y la decepción, finalmente, había terminado alcanzándola. Intentó ocultarlo por todos los medios y, en cierta forma, lo había conseguido, pero cuando Toni les reveló lo que creía haber averiguado en las páginas de su libro su decepción se transformó en algo peor.

Si el miedo a la “cacería” que se desataría la noche de la Luna Roja no era suficiente para minar la moral de cualquiera, a la sudafricana se le sumó también el temor a ser de poca utilidad durante la misma. Parecía lógico pensar que los que tenían magia serían la defensa principal del grupo y saber que no estaba entre los elegidos la deprimía, pero tras lamentarse un tiempo empezó a darse cuenta de que esa línea de pensamiento estaba equivocada. Ella no era la única que no servía para lanzar hechizos, pues no todos en el torreón tenían ese don, y a pesar de todo sus compañeros seguían adelante con resolución dejando la suya propia por los suelos. No podía seguir así, eso estaba claro, y de la noche a la mañana se forzó a plantearse las cosas de otra manera.

A raíz de esa revelación personal sus esfuerzos en los entrenamientos diarios se redoblaron y Qwara continuó progresando, centrándose mucho más que antes en sus prácticas en solitario cuando el resto estaba ocupado con sus propios asuntos. Se marcó como objetivo personal, también, asegurarse de que la alimentación de los sendarios (y de los macieleros en extensión) era la adecuada, y además de ocuparse de los fogones casi todos los días se encargaba a sí mismo de dejarles menús por escrito en las cestas de comida a sus compañeros del otro torreón.

La morena también aprovechó sus propios ratos libres para memorizar el libro de mapas de la ciudad en la medida de sus capacidades, tratando de quedarse sobre todo con las calles más importantes y con las que serían las mejores rutas de huida en caso de que el grupo necesitara salir corriendo desde cualquier parte. Para cuando apareció la primera estrella Qwara ya era capaz de desenvolverse en las inmediaciones de Sendar sin ayuda, pero cuando las temperaturas empezaron a descender su radio de orientación había aumentado más aún y se sentía bastante confiada incluso en los viajes hasta Maciel.

Las evidencias de vida en aquella ciudad más allá de los cosechados y los miembros del Consejo les llegaron primero en forma de pregones y más tarde en fugaces encuentros con ciudadanos. Aquellos rocavarancoleses en el mejor de los casos parecían poco dispuestos a contarles nada, pero en el peor de ellos resultaban aterradores y reforzaban en parte la creencia de que la Luna solo les traería desgracia.


Qwara había montado guardia junto a Ulmara durante buena parte de la noche, charlando con ella de cosas intrascendentes mientras dejaban pasar el rato, pero cuando el alba empezó a clarear la sudafricana le comentó a su compañera que pensaba cerrar los ojos un ratito. La cercana no puso objeciones, afortunadamente, y en cambio eligió enfrascarse en su libro de Poe por millonésima vez mientras la humana dormitaba un poco recostada contra la pared de piedra.

La morena tuvo tiempo de soñar con cuervos que auguraban cosas malas y con latidos de corazón que retumbaban bajo el suelo acusadores, pero cuando el grito de Fleur le trajo de vuelta a la vigilia le dió la impresión de que había cerrado los ojos hacía apenas unos segundos.
—¿P-pero qué… ? —murmuró con un hilo de voz, apoyándose en una silla para incorporarse mientras a su alrededor los despertares turbulentos se sucedían uno detrás de otro.

Necesito unos segundos para comprender lo que estaba ocurriendo, pues aún tenía telarañas del suelo enredadas en sus pensamientos, pero cuando por fin lo logró algunos de sus compañeros ya se habían movilizado para ayudar. Tras la francesa, Rúa y Nery’s habían escapado a duras penas de sus pesadillas particulares, y ahora los tres se encontraban en distintos estados de shock. Era el frivy, quizás, el que peor pinta tenía, pues se había echado al suelo y había vomitado sobre el piso tras soltar un grito desgarrador.
—¿Estás bien? Solo ha sido un sueño... —se unió a las atenciones de Fleur, la cual se había acercado tambaleante a pesar de su estado.

Conteniendo una arcada por el penetrante olor la morena se agachó junto al CoMo para ayudarle a levantarse, poniendo una mano sobre su hombro con suavidad para no asustarlo aún más. Estaba temblando.

Iemai no tardó en encender la cocina de leña y poner a calentar un cazo con agua al que echó algunas hierbas y una olla con leche. Las infusiones que podían hacer con las hierbas que venían en las cestas no eran más que agua ligeramente picante, pero sería mejor que la leche para quienes tuviesen el estómago cerrado después de haber dormido mal. La cercana simplemente pensaba que el mero hecho de llevarse algo caliente al estómago ayudaría.

Cuando Pefka bajó la pilló vertiendo el líquido en los recipientes. Iemai se giró para ver a quién pertenecían los pasos y saludó al hijo de lunas.
—No es raro tener malos sueños estando en una situación así. —Suspiró. Ella también tenía pesadillas recurrentes y dolorosas, que la hacían despertarse sudando. Se sentía sometida a un estrés inmenso y su instinto de supervivencia estaba siempre demasiado alerta—. Por suerte tenemos ropa suficiente aquí. Mientras solo sea un poco de frío podremos con ello —le respondió cuando se quejó del frío.

Pefka se encargó de cortar fruta mientras los fogones estaban ocupados, así que cuando las cacerolas empezaron a emitir algunas diminutas burbujas Iemai se dirigió de nuevo a las escaleras.
—Si empiezan a hervir quítalas, por favor —le dijo antes de subir.

Ya arriba volvió a entrar en la habitación y echó un vistazo a su alrededor antes de hablar. Quienes habían tenido una mala noche tenían muy mal aspecto.
—El desayuno está listo —diría, alzando la voz lo justo y necesario—. Si alguien todavía no quiere bajar puedo subirle algo caliente para beber. Infusión o leche.

Ulmara la miró con preocupación, con sus ojos fijos en los irises extraños de la albina. La veía tan débil, tan vulnerable y tan familiar que se le descompuso el alma durante un instante, antes de que respirara hondo y le hablase con cierta suavidad.

—Tu sangre es roja, Rua, y lo que sea que haya pasado en la pesadilla se ha quedado en ella cuando despertaste, eso te lo prometo. —Curó las heridas de la humana pasando sus manos sobre su piel cuidadosamente. Habría limpiado también la sangre con magia, pero solo tenían un hechizo para limpiar ropa, que además ella no podía utilizar—. Ya está. Y no pidáis perdón —dijo con cierta seriedad, casi severa, tanto para ella como para Fleur. En cuestión de segundos Nery's se había despertado también, visiblemente afectado, y acabó vomitando. Sin querer miró de nuevo a Fleur, mientras se levantaba a ayudarlo. Volvió a respirar hondo—. Otra pesadilla, supongo —respondió a la sueca.

El estado general del torreón no era muy halagüeño esa mañana. Tres personas se habían despertado a la vez con un malestar horrible producido por pesadillas y Ulmara solo pudo preguntarse cuándo le tocaría a ella. ¿Cómo lo llevaría? ¿Se quedaría en shock, sin palabras? ¿Lloraría? ¿Vomitaría? ¿Qué tipo de debilidad mostraría? ¿Podría contener todo el caos de dudas que se la comía por dentro o explotaría como una burbuja? Habían descubierto que los iban a cazar y, si la dichosa Luna Roja no llegaba pronto, Ulmara se preguntaba si no acabarían rindiéndose todos.

Volvió a coger aire, esta vez aferrada con todas sus fuerzas al colgante que llevaba al cuello, cambiando el olor a vómito por el intenso aroma que inundaba su puesto vigía durante las noches de niebla más espesa. Mientras Fleur y Qwara acompañaban al frivy, ella decidió que era la más indicada para limpiar el vómito, debido justo a su colgante.

—Gracias, Iemai —le dijo a su compatriota mientras se levantaba de la cama de Rua y buscaba en los baúles un trapo viejo, una prenda que supiese que nadie utilizaba—. Voy a limpiar esto primero —dijo señalando el vómito con una mano y alzando con la otra su colgante para explicarles por qué—, aunque me vendrá bien alguien capaz de limpiar la ropa con el conjuro —acabó. No tenía muchas ganas de limpiar después el vómito del trapo a mano, pero tampoco tenían magia para limpiar el vómito directamente del suelo, así que había que usar estos trucos.

-¿F-Fleur? ¿Estás ahí? -Dijo en voz demasiado alta. Le costaba distinguir su voz entre los gritos y a penas se escuchaba a sí mismo. Seguía sin abrir los ojos con las manos pegadas a los oídos y cuando Qwara puso la mano en su hombro el miedo se apoderó de él recordando lo que le acababa de pasar hacia apenas unos segundos y soltó un grito asustado, apartándose bruscamente y tirándose hacia un lado. Su hombro chocó con brusquedad con la piedra y empezó a arrastrarse hasta dar con una pared, donde se encogería sobre si mismo sumido en su propia pesadilla.

Buscaba desesperado una y otra vez algo en sus piernas como si intentara meter sus manos en unos bolsillos inexistentes.

El nombrado asintió. También él había despertado temblando en mitad de varias noches, muchas más de las que solía experimentar en su mundo natal. Siempre incluían persecuciones mortales, derrumbamientos a su paso por la ciudad o incluso había presenciado la batalla entre sus lunas y la Luna Roja. No era de extrañar con todo lo que tenían que lidiar allí. Ya no era solo tener que sobrevivir en un mundo extraño sino la incertidumbre del despertar, de la mañana siguiente, de lo que podría pasar en cualquier momento.
—No, no es raro, doy fe —asintió con una sonrisa cansada—. Y sí, claro, mientras se mantenga estable no pasa nada. Y si no siempre podemos intentar cazar algo peludo —se rió, pero aunque lo decía en serio esperaba no tener que llegar a eso. No sabía si los demás serían capaces... y no sabía si él lo sería, siquiera, si se daban de bruces con algo superior a todos.

Cuando la cercana le dejó instrucciones, asintió con la cabeza y siguió a lo suyo. Después, cuando llegó el momento, hizo lo que le había dicho y aprovechó el fuego para poner carne y pan. Escuchaba los murmullos de arriba y sinceramente esperaba que bajasen, pues lo mejor que podían hacer ahora para olvidar las pesadillas era distraerse y pasar tiempo con el resto del grupo. Eso sí, podían no tener muchas ganas ahora mismo de socializar, y por eso tampoco subió. Prefería esperar junto a los fogones.

Las palabras serenas pero firme de Ulmara a la asegurarle que su sangre era roja, trajeron un instante de paz en el cuerpo de la sueca. Ya no era ella sola, no estaba imaginándolo, alguien más se lo estaba afirmando. La desazón que aun sentía menguo paulatinamente, poco a poco junto con el agitado latido de su corazón y su respiración aun alterada.

El sentir el cosquilleo en sus palmas, aquel que se sentía cuando las heridas sanaban la devolvieron completamente al presente, mirando como los cortes en sus palmas, hecho por sus uñas al haber estado apretando los puños, sanaban gracia a la magia de la cercana. Su palmas y dedos seguían manchados de sangre, ligeramente seca, sangre roja. Rua se mordió el labio inferior, casi sintiéndose estúpida del alivio de sentía de ver sus manos manchadas de sangre y no de miel.

Aun así, cuando sus heridas fueron sanadas y el dolor desaprecio, miro de nuevo hacia donde Nerys aprecia haber rechazado el contacto de Qwara y la ayuda de Fleur para ser sacado de allí, era evidente que estaba aún sumido en lo que sea que le hubiera acosado en sus sueños. Rua no podía más que compadecerlo, los recuerdos de su propio sueño aun fresco la estremecían, pero hacia cuanto podía por anclarse a esa realidad tangible y conocida y ponerse en movimiento.

El tacto de la piedra bajo sus pies, dio más claridad a esa realidad por sobre la del sueño. Era piedra, esa insulsa piedra que pisaba a diario y no una extraña madera que crujía bajo sus pasos. Definitivamente había sido la pesadilla más vivida en sonidos, en sensaciones de su vida…pero no dejaba de ser eso.

- Yo puedo limpiar el trapo luego con magia...me ayudara a centrarme un poco - dijo Rua hacia Ulmara en primera instancia, ella no había causado el estropicio que Ulmara limpiaría, pero había sido también causante de que hubiera tal alteración en el torreón ese día, ella Fleur también y Nerys, parecían que los tres habían tenido de todos menos un sueños calmado y apacible aquella noche.

- Parece…solo reaccionar bien a Fleur- comento Rua apenas ante el estado del frivy, dijo viendo a la francesa- Tal vez…si ella le habla reaccione y se dé cuenta, que solo fue una pesadilla o algo así - añadió dudosa porque no tenía idea igual del porqué del estado de este o que habría soñado tan grave para tenerlo acurrucado en un rincón habiendo vomitado y todo. Ella no sabía que más hacer, le habían mencionado vagamente que algunas veces cuando afectaba sin quererlo ni controlar a sus compañeros eran entre confuso y calmante…tal vez porque les dejaba en blanco algunos segundos o algo así…no sabría describir la sensación más allá de lo que había oído que parecían sentir a veces al tocarla. ¿Serviría para que Nerys se tranquilizase, aunque fuese un poco si se quedaba en blanco por algunos segundos? << Pero yo no controlo esto…no se ni como lo hago… y no ocurre siempre >> pensó mordiéndose el labio inferior no muy segura si proponerlo, si funcionaria siquiera, en cualquiera de los sentidos.

Iemai subió en ese momento avisando que había preparado el desayuno, Rua solo pensar en comer algo se le revolvía todo, pero pensar en un vaso de leche calentita o incluso una infusión que terminara de calmar los nervios ya sentara su estómago, para no seguirle el rumbo al frivy, le vendría genial.

- Yo si quiero una infusion- admitito la sueca sin pensarlo mucho.

Rua dirigió una mirada donde Nerys y humedeciéndose los labios que sentía aun secos y sintiéndose un poco incomoda ahí parada en medio de la sala sin saber si bajar, si quedarse, si ir donde Ulmara o donde Nerys, hablo de nuevo.

-Tal vez…suena loco pero…¿creéis que si lo toco, y hay suerte que lo que sea que me ocurre le haga efecto, logre calmarse aunque sea un instante para que reaccione? No si funcionaria igualmente- no estaba segura de nada o si era sano siquiera que lo que pasaba con sus compañeros a veces cuando la tocaban fuera bueno, peor en esos momentos se sentía un tanto fuera de lugar.

Por si no fuera poco Nery´s se despertó en circunstancias parecidas y empezó a vomitar. La hawaiana no sabía por qué estaba pasando aquello, pero sí intuía que no podía ser casualidad. De repente tres de sus compañeros habían despertado entre terribles pesadillas, y aunque teniendo en cuenta que estaban en Rocavarancolia y eso era normal las palabras de Fleur seguían pesándole. <<Ha hablado sobre la Luna Roja... Ha dicho que la ha visto>>. Pensó mientras observaba la incomodidad de la francesa ante su contacto. La chica conocía lo suficientemente bien a su amiga para saber  cuándo le ocultaba algo u omitía información, y aunque en un principio creyó que era por el miedo a la pesadilla el hecho de que no la mirara a los ojos la delataba. No se le escapó cómo erguía los hombros o cómo la evitaba con la mirada. La hawaiana frunció el ceño y decidió llegar al fondo de aquel asunto después de asegurarse de que se encontrara bien.

Fleur se dirigió rápidamente a ayudar a Nery´s y por unos segundos Maila se quedó en tierra de nadie sin saber qué hacer. Una parte egoísta de ella aún estaba atrapada en instantes anteriores cuando la francesa la había evitado. Sin embargo la hawaiana se serenó y llegó a la cuestión de que ese tema era irrelevante ahora mismo. El único que parecía afectado de forma grave todavía parecía ser el frivy, ya que Ulmara había logrado tranquilizar a Rua y la propia Fleur estaba un tanto mejor mientras le hablaba con Qwara a Nery´s. Mientras tanto Iemai y Pefka habían bajao para preparar la comida, sobretodo para los afectados. Maila se acercó a Nery´s como el resto y negó con la cabeza ante la propuesta de la sueca.

-No sé si es buena idea, Rúa.- Comentó visiblemente preocupada por el frivy.- Ya está bastante confuso, creo que eso solo lo empeoraría-. La hawaiana intentó hablar con voz tranquila para no alertarlo más aún. Quizás era cierto que solo Fleur podría tranquilizarlo, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados sin hacer nada.-Eh, Nery´s... Somos nosotros. No sé dónde estabas antes pero ya ha pasado. Estás a salvo...- Dijo en un intento de consolarlo. En su interior se preguntó si sus propias palabras serían ciertas.

Fleur lanzaría una mirada de severa preocupación hacia Qwara cuando la chica se agachó a su lado, su pesadilla resultó horrible y demasiado real pero estaba claro que el chico se encontraba peor, al parecer sumido en una especie de ataque o shock. No sabía por qué se llevaba las manos a los oídos o qué es lo que estaba viendo, lo que estaba claro es que en ese momento no estaba allí. Cuando Nery´s reaccionó dándose un golpe y rehuyendo  del contacto de la morena Fleur también emitió un pequeño grito por el sobresalto y por temor a que se hiciera daño.

>>¿Qué esta buscando en sus bolsillos?<<. Fleur abrió más los ojos cuando pareció reconocerla. Con mucha delicadeza se acercaría hacia la nueva posición que el chico había tomado y se puso a su lado, algo temerosa y ajena a lo que pasaba a sus espaldas y mirando a Qwara de vez en cuando. No quería entrar en su espacio personal pero la francesa deslizó los dedos de su mano izquierda por dentro del bolsillo, hasta encontrar una especie de pastillas, sin pensarlo le ofreció una.
—Sí, Nery´s soy yo... —le contestaría tras Maila, por un momento estableció contacto visual con ella pero le rehuyó la mirada con velocidad centrándose en ayudar al prójimo. Eso era lo que mejor se le daba, al parecer— estoy aquí, estás en Sendar, seguro que tomándote esto te sientes mejor —pondría con timidez y suavidad su mano en el hombro del chico esperando que al menos dejara de encogerse sobre sí mismo y poco a poco fuera recuperándose— era una pesadilla Nery´s, pero estamos aquí... ya ha terminado —con disimulo y calma ahora sí fue capaz de realizar el hechizo de limpieza sobre su ropa interior sin que le temblaran las manos, aunque no fuera consciente seguro que el chico agradecía incorporarse sin pudor con esa mancha tan visible.

Las voces se le antojaban un susurro en comparación al grito. ¿Hasta qué punto había sido aquel sonido la voz de Qwara? ¿Y la de Maila? ¿Estaba Fleur intentando calmarle o tan solo era otra jugarreta de su mente? Ni siquiera sabía si de verdad había salido de aquella sala del juzgado.

En su intento desesperado y nervioso no logró agarrar la pastilla y al final se rindió volviendo a cubrirse los oídos en un intento inútil de mitigar los sonidos. Sollozando para si mientras esperaba a que todo pasase.

Sintió algo en el hombro y los gritos se detuvieron. Tenía muchísimo miedo. Le asustaba tanto lo que pudiera ver al abrirlos que sus sollozos se cortaron dejando tan solo el callado temblor de su cuerpo como fuente de sonido. Aún así giró la cabeza con inseguridad y abrió los ojos despacio. Siempre atendería a esa voz. Sin falta.

Las aguas se habían calmado y generaban pequeñas olas suaves, pero ahora eran completamente negras, repletas de la sangre de los cadáveres flotando en esta que le miraban fijamente. Recordaba ahora una de sus pesadillas y la vivía de nuevo.

Rehuyó la vista de su propio regazo para centrarse en la francesa que gentilmente le hablaba y trataba ofreciéndole una de sus pastillas. Agarró la pastilla tímidamente, como si se fuera a esfumar según la tocara, y se la llevó a la boca colocándola debajo de su lengua. En los escasos segundos que la tuvo pareció relajarse. Simplemente notar su remedio como debía ser y donde debía estar ya le había calmado. Se inclinó hacia delante abrazándose a la francesa y pegando su cara al estomago de esta.

-Por favor superno te vayas. -Le rogó a Fleur.

Serían varios segundos hasta que dejara de temblar. Un minuto hasta que Fleur notaría como dejaba llorar y una par mas para que los brazos que la rodeaban se relajaran, pasando a ser un abrazo suave en vez de un agarre desesperado.

Rua se ofreció a limpiar los trapos y Ulmara se lo agradeció mientras ella se encargaba todavía del vómito. Aprovechó para prestar atención al estado de Nery’s y, durante un instante, no sabía lo que veía. Tenía ante sí a un muchacho que había perdido el miedo a las alturas en cuestión de meses y ahora estaba sufriendo como loco, ido completamente por algo tan simple como una pesadilla. Era descorazonador de observar, pero también  era descorazonador que lo primero que se le pasó por la cabeza fue que aquello era un síntoma de inmensa debilidad.

Asintió cuando Maila le dijo a Rua que su idea no era buena.

—No es el momento —le dijo con seriedad, mientras acababa de limpiar el suelo. Dejó los trapos allí mismo, se levantó y añadió—: Mejor haz tu magia aquí. —Esta vez, trató de sacar una sonrisa que no le salió del todo bien.

Estaba nerviosa, o incómoda, o las dos cosas, y no podía dejar de mirar hacia el frivy, como si tirara de ella como un imán, solo para sentir lástima de él como si fuese un cervatillo herido de gravedad. Se sentía despreciable, de alguna manera. Intercambió miradas de desconcierto con las demás chicas de la habitación antes de decidirse por bajar a la cocina, donde se sentiría más a salvo de los prejuicios adquiridos por su educación cercana y las grietas que se les abrían. Por suerte, había gente más capaz que ella para cuidarlo en ese momento.

—Madre mía —suspiró nada más bajar, en cuanto Pefka y Iemai aparecieron ante sus ojos—. Menuda forma de empezar la noche. Digo, el día…

Se limitó a servirse el desayuno, dio las gracias de nuevo y se sentó a la mesa con actitud ausente. No fue consciente, claro, pero en ningún momento estableció diálogo (o monólogo) con Aramara.

Qwara apartó la mano cuando Nery’s retrocedió con brusquedad, golpeándose contra el suelo de piedra antes de arrastrarse hasta dar con la espalda en la pared. La morena no esperaba semejante reacción y dudaba sobre cuál era la respuesta adecuada en aquella situación, así que volvió a enderezarse con expresión preocupada y le dejó espacio.
—¿Quizás no me ha reconocido… ? —masculló para nadie en particular, rascándose la palma reseca con la que había tocado al frivy en un deje nervioso. La sudafricana empezaba a aborrecer sus manos de forma inconsciente.

Afortunadamente el chico se mostró mucho más receptivo a la aproximación de Fleur y reaccionó bien cuando la francesa le tendió sus pastillas. Rua había propuesto utilizar su extraña habilidad con él para intentar tranquilizarle, pero Maila y Ulmara la habían disuadido de ello mientras la cercana terminaba de limpiar el vómito.
—Parece que empieza a volver en sí. —señaló, mordiéndose ligeramente el labio ante la lamentable estampa que ofrecía el CoMo.

En su fuero interno creía que marcharse en aquel momento no era lo indicado, pues cargarle el muerto a las otras chicas le parecía de mal gusto, pero antes de darse cuenta ya estaba siguiendo a Ulmara escaleras abajo. Se había disculpado al abandonar la habitación huyendo del penetrante olor y de la ominosa sensación que tres pesadillas de semejante calibre en la misma noche le producían, pero para cuando llegó a la cocina apenas sentía remordimientos.
—Y que lo digas… —replicó tras la cercana, sirviéndose una taza de leche caliente antes de ofrecer su ayuda a Iemai y Pefka para preparar algo sólido que llevarse a la boca.

Iemai se quedó apoyada en el marco de la puerta, observando a Ulmara limpiar y percatándose de que Nery’s era quien seguía más fuera de sí. Cuando Rua preguntó si su extraña habilidad sería de ayuda estaba a punto de decir lo mismo que Maila, así que se limitó a asentir cuando Ulmara también le dio la razón. Para empezar lo más probable era que no pasase nada, y el frivy ya estaba bastante saturado como para que se le acercase más gente.

Como Rua le había pedido una infusión, la cercana bajó las escaleras de nuevo y empezó a servir una taza del cazo que Pefka ya había apartado del fuego para hacer su propio desayuno. Ulmara y Qwara llegaron a la cocina poco después, y ante el comentario de su compatriota Iemai solo pudo suspirar.
—Voy a subirle esta taza a Rua —les informó. La sudafricana había ofrecido su ayuda para cocinar, pero en ese momento era Pefka quien estaba haciendo uso de los fogones.

En cuanto le hubo dejado la infusión a Rua volvería abajo para tomarse su propio desayuno, incluso si el malestar generalizado de esa mañana en el torreón le había quitado el apetito.
—¿Deberíamos salir a por comida hoy? —preguntó Iemai, mirando de reojo a las cestas restantes sobre el mesado.

Al poco de estar a lo suyo, la gente empezó a bajar. Traían mala cara, suspiros y comentarios afectados por el despertar de los demás, y Pefka también suspiró. Se hizo a un lado también cuando pidieron el fuego, por descontado.
—Siento mucho que hayan tenido tan mala noche, pero ojalá podamos animarles y que tengan mejor día —intentó sonreír.

Lo malo es que no sabía cómo levantarles el ánimo, más allá de con comid... ¡eh! A Nery's por ejemplo le gustaba bailar con él, y aunque quizá no estuvieran en condiciones de brincar en el patio, siempre podían improvisar algo más tranquilo, como sentarse a improvisar alguna canción, o canciones de sus mundos, hablar de cosas más amenas, o de la magia o las criaturas que habían visto a lo lejos y de las que él estaba tomando notas. Lo propondría como plan complementario para después de salir, o si no salían para hacerlo cuando los demás estuvieran mejor.
—Si os apetece salir, yo me apunto. Y si no hace falta, podríamos echar el día más tranquilamente. Podríamos cantar cosas de nuestros mundos, relajarnos, contarnos cosas, hablar de lo que sea... no sé. Yo he tomado nota de bestias que hemos visto a lo lejos, por ejemplo.

Si era sincera con ella misma, tampoco creía que su lo que sea que provocase en la gente fuese a funcionar y si era aun más sincera consigo misma, no se sentía cómoda con ello. Pero las prontas palabras de Maila y Ulmara que la hicieron desistir de su sugerencia, incluso si lo veía perfectamente razonable en esos momentos de forma mental, no dejaron de provocarle una desazón interna, especialmente las duras palabras de Ulmara.

Su razón le decía que no había intentando decírselo de malas, que tenía sentido, porque era evidente que Nery’s, estaba mal, saturado y que la ayuda de Fleur estaba siéndole buena. Pero Rua no estaba bien, porque más que aparentara estarlo y se hubiera recuperado en gran medida del susto como para lograr el hechizo de limpieza, , no estaba bien. No era algo excepcionalmente visible, era más una sensación de incomodidad emocional.

El miedo que ya había sentido durante aquellos meses, al ver confirmado que seguía produciendo esas extrañas reacciones en sus compañeros volvió…y con ello de nuevo la fuerte impresión, sin sentido real, porque Ulmara la había tocado para curarla sin miedo, de que la desconfianza del resto aumentaría sobre ella. Causar algún tipo de malestar en la gente, por mínimo que fuese, nunca podía ser algo bueno.

Apenas ayudo a Ulmara a limpiar, Rua se sentó en su cama, abrazando sus rodillas, agradeciendo la infusión entregada por Iemai poco después y forzándose a sí misma a no continuar con el repentino tic nerviosos que sufría. Sus brazos estaban llenos de líneas rojizas, allá donde insistentemente y sin darse cuenta, se rascaba la piel, como si aún intentara cerciorarse que encontraría de pronto pelaje creciendo en ellos.

Rua miro hacia Nerys que abrazaba a Fleur buscando tranquilizarse, con la infusión entre sus manos sintiendo como el calorcito que desprendía parecía calmar un poco la ansiedad que parecía formar un nudo en su garganta. Por el sueño, por la sensación cuando esta la abandono hurgando en su pecho, por las palabras ultimas y sobre todo por el inevitable agobio de que, aunque fuera absurdo, este pareciera intentarle decir algo. << Cálmate Rua, estas…sobreanalizando demasiado, fue un maldito sueño, por el estrés. En un futuro próximo vamos a enfrentar monstruos que van a querer cazarnos y tu estúpida mente te jugo una mala pasada >> quería creer que era eso por ser lo más lógico. Peor no es como si pudiera decir que la lógica tuviera mucho sentido desde hacía meses a su alrededor.

Sentía la mandíbula tensa, inspiro y expiro en profundidad tomando un sorbo más del té hasta que pasado unos largos minutos que le parecieron eternos y sin soltar su taza, se levantó de nuevo de la cama. Dirigió una mirada hacia donde se encontraban sus compañeros, resitúo el tic de rascarse los brazos de nuevo, sosteniendo la taza firmemente con ambas manos. Quería salir del cuarto, necesitaba que le diera un poco el aire.

-Voy a bajar a que me dé un poco el aire. Creo que, si lográis que Nerys se levante, también le vendría bien. – añadió viendo a Nery’s con lastima, fuese lo que fuese que lo hubiera dejado así, debía ser horrible- Si necesitáis ayuda para bajarlo, avisad…- dudo antes de seguir, pero prefirió no hacerlo, las miro antes de dirigirse hacia las escaleras. Por un momento sintió la necesidad de llevarse la sabana consigo y envolverse en ella, como cuando era niña para desaparecer. Pero un flash de un recuerdo de su sueño, le hizo desistir. Abandono el cuarto sosteniendo la taza entre las manos apenas con el pantalón corto con el dormía y la ancha camiseta.

Una vez abajo miro al grupo reunido en la salita y aunque su rumbo inicial era el quicio de la puerta que daba al patio, se negó a si misma aquello. No podía sumergirse en algo así, solo había sido una maldita pesadilla. Haciendo fuerzas de si misma, se sentó a la mesa, mas no probo bocado, seguía teniendo el estómago cerrado, solo bebiendo de su infusión mientras los escuchaba hablar. Planeaba sobre si salir o sino hacerlo. Rua no quería salir de darse el caso, tenían comida por ese día y había llevado el día anterior comida al grupo del otro torreón así que no debería tener problemas tampoco.

Rua distrajo su mirada en su bebida, moviendo su contenido con la cucharilla de forma medio hipnótica, medio prestando atención medio sin hacerlo, aunque si capto los intentos de Pefka porque vieran de quedarse y hablar de algo, despejarse. Seguía teniendo una estúpida inseguridad taladrándole la conciencia por culpa del sueño y no lograba sacársela, era demasiado estúpido, asi que uniendo fuerzas habalo de nuevo. Aquello era algo que necesitaba despejar.

- Sobre eso de hablar...¿Podría contaros mi sueño antes de que Nery’s baje? No quiero alterarlo haciendole recordar su pesadilla…pero yo necesito contarlo, no puedo sacármelo de la cabeza. Por favor…aunque sea para poder olvidarlo, o no voy a ser capaz de dejar de darle vueltas en todo el dia. – no la había sentido como tal al menos, había tenido pesadillas miles y miles de veces, el estrés no era algo nuevo en su vida, lo había sufrido de más en su trabajo. Viaje, estudios, intentos de dietas estrictas, dormir mal o pocas horas, no era algo nuevo el cansancio físico y anímico y las pesadillas de muchos tipos había poblado sus sueños en numerosas ocasiones. Pero esta pesadilla aun parecía estar revolviéndole las tripas.

Cuando Nery´s accedió a tomarse la pastilla Fleur exhaló un gran suspiro, impaciente por ver si de verdad harían resultados. Para su alivio el frivy comenzó a calmarse y la francesa pudo notar como su nerviosismo lo hacía a la par que el suyo.
—No voy... a irme —le diría con sinceridad y sintiendo verdadera lástima por su estado. El abrazo la cogió por sorpresa pero no lo rehuyó, Nery´s lo necesitaba y a decir verdad ella también. Ahora mismo la única persona que quería que la rodeara con sus brazos era la misma a la que prefería en el otro extremo del torreón, pero la joven depositó su confianza en el chico y se dejó hacer, disfrutando de un pequeño momento en silencio. No volvió a hablarle hasta que la tensión corporal y los temblores del frivy desaparecieron por completo— si te encuentras mejor deberíamos bajar con los demás... creo que nos sentará bien, ¿te parece? —aún estaba extrañada por tanto contacto físico y deseaba desaparecer por un par de horas, pero eso significaría llamar aún más la atención de todos y de su amiga. Así que no era una opción.

Ante la no negativa del chico Fleur bajaría de manera cercana a él por si volvía a desplomarse o lo que fuera. Parecía que Rúa quería contar algo. Ella se sentó con mirada ausente y con la infusión entre las manos, pero si alguien se fijaba vería que no probaba sorbo.

>>No me interesa tu sueño<< Pensó, sin mirar a la sueca. >>No es apropiado ahora, no quiero escucharlos, a ninguno<< En aquellos momentos eran los pensamientos más abrasivos y defensivos los que se apoderaban de ella.

Cuando aceptaron escucharla, Rua suspiro levemente, estando dispuesta a iniciar cuando vio a Nery’s bajando junto con Fleur. Dudo sobre si empezar pues, aunque el frivy se veía más tranquilo capaz evocase algo desafortunado de su propia pesadilla. Fleur tampoco parecía estar muy bien, andaba sumida en sus pensamientos

- Esta bien, intentare explicarlo lo mas rapido que pueda, no quiero que Fleur o Nery's se sientan mal- añadió algo incomoda antes de iniciar, se acordaba bastante bien de muchos detalles. Inicio con lo primero que recordaba con ella jugando a la gallinita ciega, con sus ojos vendados, con su hermano pequeño que le pidió buscarle. El momento de quitarse la venda y verse en una casa ajena a la suya, una casita de madera rodeada de bosque y sin rastro de su hermano. Como ese lugar desconocido y como en el momento lo sintió normal, como si hubiera acabado ahí de vacaciones o algo parecido. Su intento de buscar a su hermano por el lugar, como vio aquellas fotos de su familia donde ella no parecía…y las cuales sus dos madres y su hermano iban progresivamente convirtiéndose en osos. Fue lo mas rapida y precisa que pudo en su explicacion.

A partír de ahí hasta su explicación se sintió confusa incluso para ella.

-Escuché las voces de mis madres y mi hermano viniendo de fuera de la casa y me escondí, no sé porque, pero esas fotos me asustaron…y eran sus voces, pero se escuchaban más ronca, como gruñidoss – añadió Rua suavemente mirando su taza, incomoda y algo ansiosa-. Las luces se encendían allá donde yo entraba…y se apagaban cuando salía de una habitación, por si solas. Daba igual donde fuera, ocurria lo mismo.– añadio contando como acabo en el segundo piso de la extraña casa, sin tener opciones de salir ahora porque las luces encendiéndose a su paso en la oscuridad alertaban de su posición en la casa.

Conto como intento esconderse en el primer cuarto que vio, un baño donde vio su reflejo. Rizos rubios, pelaje en el rostro, en hombros, suave y corto, pero pelaje al fin de cuentas. Como alterada por su reflejo partió el espejo con la pequeña silla que llevaba consigo, cortándose con los cristales.

-Mi…mi sangre…mi sangre parecía miel, pegajosa y espesa…no era roja, eso no era sangre, pero aun así salia de mis heridas– murmuro mordiéndose el labio inferior levantando la vista para ver a Ulmara, esperando que ahora entendiera el porqué de sus crisis de rato antes, porque le hizo aquella extraña pregunta en primer lugar- Escuche la voz de mis madres alarmadas por el ruido y corrí a otro cuarto. Era el cuarto de mi hermano…o al menos de un niño- negó con la cabeza, suspirando profundamente, tomo un sorbo de su té, humedeciéndose los labios antes de continuar. Intento explicar como intento salir del cuarto, por la ventana del segundo piso y como no llego a tiempo.

- Cuando entraron…solo eran mama Nora, Ebba y Isak, ellos, como personas normales no osos. Pero no me reconocían, según ellas no tenían otra hija…y mi madre Nora me amenazó con un cuchillo. – añadió Rua con un suspiro algo agobiado pero hablando seriamente mirándoles, fijamente sabiendo que posiblemente su sueño sonaba ridículo y no suficientemente malo para tenerla tan nerviosa. Pero era difícil de expresar la ansiedad, el agobio, los sonidos, la sensación abrumadora de saber que algo no estaban bien y no era realista pero aun así sentirlo cada roce de la ropa, cada ruido y el dolor como estar viviéndolo realmente.

- Fue ahi que me di cuenta que mis brazos estaban llenos de pelaje rubio, tenía garras…el oso, era yo -murmuro Rua mirándolos aun sin bajar la mirada, negó con la cabeza- No sé qué paso muy bien después, pero mi madre me clavo el cuchillo en el pecho- trago saliva con dificultad aun recordando el dolor tocando instintivamente su pecho como si aún recordase el dolor  y la sensación como si quisiera confirmar que no existía herida alguna- Y luego…lo vi, como si estuviera fuera de mi cuerpo ya. Uno de los peluches del cuarto se movió hacia mi cuerpo y con una pequeñas garras comenzó a hurgar en mi herida. Esa sensación me acompaño incluso al despertar…y escuche la voz de mi hermano viniendo del muñeco.- añadió cabizbaja mirando su taza recordando las palabras con una claridad casi abrumadora, porque aun despierta durante un corto tiempo, la siguió escuchando-  Nada de lo que eres te pertenece, gallinita ciega. Ni siquiera la miel –murmuro la sueca, con la taza de infusión en sus manos observando lo que quedaba del líquido ya medio tibio.

Aun así, lo bebió, buscando esos escasos segundos para serenarse. Se sentía como si se hubiera sacado algo de dentro y aunque había funcionado la intranquilidad continuaba. Era una pesadilla, solo una pesadilla, lo sabía, pero no podía evitar sentirse incomoda con ella por alguna razón.

- Se que es una pesadilla, lo se. Pero se sintio extraño, muy real de alguna forma. Maldita sea...debo sonar como una loca. - murmuro frustrada, no querian que le repitiera eso de que solo habia sido un sueño, ya lo sabia era conciente de ello, pero no podia evitar la impresion de que esa pesadilla era una mezcla de temores, de sentirse diferente, de que algo pasaba con ella.

El potente ansiolítico surtió su efecto y los pensamientos del frivy poco a poco pasaron a ser poco más que ruido blanco. Una oleada de alivio lo recorrió cuando al fin se relajaron sus músculos y pudo volver a respirar con normalidad. Sin embargo había algo que aún no se iba de su cuerpo.

Apeas reaccionó a las palabras de la francesa pero cuando esta empezó a moverse él la siguió automáticamente dejándose llevar por su presencia. Apenas reaccionaba a ningún estímulo y simplemente bajó abrazándose a sí mismo sin separarse de Fleur.

Acabó por sentarse al lado de ella simplemente porque ella lo hizo y se quedó allí. Mirando un vació en la mesa y sin reaccionar mucho a su alrededor. Ni siquiera cuando Kiki se acercó y lo consoló unos momentos hubo mucha reacción por su parte. Tampoco con el discurso de Rua.

Sea lo que fuera que hubiese tomado parecía haberlo dejado completamente adormecido y atontado pero la aparición de la palabra hermano logró captar su atención, haciendole prestar atencion a lo que decía Rua.

-Yo la vi... -Empezó a hablar asustado y sin mucha consistencia. -Hablábamos en un juicio e hizo explotar a todos a-a-a mi hermana y rompí y discutimos pero entonces me paralizó en el aire y m-me tocó y... -Se encogió asqueado y apretó su mano clavándose las uñas en los brazos recordando el dolor y el placer. Por suerte para él estaba demasiado drogado para ejercer fuerza hasta sangrar. -No había ropa, solo luz. Y cuando se quitó el velo pude verla, ver que era la Luna. Sentí... todo el poder. Creo que aún puedo sentirlo. -Dijo mirándose su mano con algo de miedo solo para levantar la cabeza y preguntar a todos.

-¿Era eso una Diosa? -Su mirada un tanto desesperada denotaba que no preguntaba aquello en broma.