Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Mientras los pensamientos volvían a su cabeza, si es que en algún momento se habían ido de verdad, Chromsa se iba encontrando peor. Además de que se estaba abrumando emocionalmente, el cansancio físico también estaba aumentando. Sus piernas estaban totalmente agarrotadas, estaban al límite de ese día si no quería dañarlas. Cuando comenzaron a empañársele los ojos, Adam le preguntó lo que pasaba. Entonces rompió en llanto mientras se sentaba en el suelo como podía con su nueva anatomía.

-¡No, Adam. No está bien, esto no está bien! La Acromía me ha dado poderes, pe-pero ahora soy distinto. ¿¡Cómo va a aceptarme mi familia!? ¿Cómo van a creer a un monstruo que dice ser su hijo que lleva desaparecido un año? ¡No pueden verme así! No...No...- gritaba al borde de un ataque de nervios. El ochrorio se había llevado las manos a la cabeza y, cuando se perdió en su ansiedad, se abrazó a si mismo.

Posiblemente escuchó llegar a Lethe y Kradko y cómo se iba Amira, pero nada de eso le importaba en ese momento. Andaba con la mirada perdida en aquellas piernas tan distintas a las que había tenido hasta hace poco y solo giró la cabeza asustado momentáneamente cuando Alec cayó al suelo, aumentando aún más su nerviosismo. Fue en aquel movimiento cuando notó que las hojas, que ahora estaban en el suelo, se habían amontonado a su alrededor y, de algún modo que no llegaba a entender, era como si le estuvieran abrazando a la altura de la cintura. Aquello lo reconfortó un poco, pero no lo suficiente para calmarlo.

Ver a Lethe al bajar por las escaleras alivió mucho al pegaso, confirmando así que todos estaban bien, o al menos vivos. La mujer pájaro fue de las que tuvieron un cambio mas bien positivo, su nuevo plumaje y su pico eran bellos para estándares del ruso. Aunque no fuese la intención de Lethe su pregunta acerca de su identidad bajaron sus ánimos, estaba claro de que nada conservaba ya de su antiguo cuerpo, aparte de aquellas plumas que poblaban sus antebrazos y tobillos.

—<<Es... preciosa>> —se le escapó su opinión.

Justo cuando miró de vuelta al ochrorio de semblante triste le habló. Era normal pensar así, él añora a su familia. Cualquiera con sus sentimientos entraría en pánico por temor a no ser reconocido por sus seres más cercanos. Sus nuevos lagrimales no le permitían llorar y lo único que mostraba su pena, su aflicción por ver a Chromsa así eran sus orejas gachas hacia atrás y resoplidos de ansiedad. No supo qué decir en cuanto se encogió en el suelo, limitándose a sentarse para estar a su altura y acompañarlo como muestra de consuelo.

Tuvo suerte de estar sentado, Alec provocó otro temblor que de normales, y si hubiera estado de pie, lo tumbaría contra el suelo, aun no controla del todo bien caminar sobre pezuñas y ser cuadrúpedo.

Amira se marchó. No especificó mucho sus motivos pero todo era justificable a este punto y la observó partir a saber donde pero confiando en ella, tampoco la veía como una persona capaz de hacer ninguna locura.

Las hojas de nuevo se movieron, supuso que a voluntad del ochrorio por ver que se amontonaban a su alrededor.

—<<Chromsa… mírame por favor>> —relinchando un poco “habló” a su pareja, haciendo toques con su pezuña derecha al suelo para llamar su atención—. <<No… sé que decirte ahora mismo y... no conozco a tu familia pero... pero yo pienso que ninguno de ellos te va a ver como un monstruo, de ninguna manera. Has cambiando por fuera pero sigues siendo tú, y tu familia te querrá independientemente de eso.>> —escogió con mucho cuidado lo que tuvo que decir pero esas palabras las sentía, las sentía de verdad y esperaba animar a su pareja con ellas.

Luci parpadeo varias veces mirando incrédulo a Kahlo. ¿De verdad estaba bien con su cambio? No estaba fea, y no había sangrado como los demás, así que tenía algo de sentido, pero aun así…

-¡Yo no pedí alas roñosas! -protestó, aún en sus trece -Ni pedí bultos feos en la frente, ni pedí todo este dolor. ¡Ni la sangre! ¡Y Adam es un caballo!

Por muy maravillosos que fuesen sus cambios, Luci seguía sin comprender por qué tenían que sufrir con ellos. Ya habían sufrido bastante con la maldita criba, ¿y ese era su premio?

-¿Y ahora qué, eh? ¿Vamos a volver así a casa? ¿Y dónde están los monstruos del Consejo? ¡Ya salió la maldita Luna Roja! ¡¿Dónde demonios están?!

Según hablaba fue incorporándose y avanzando hacia Kahlo, desplegando sin percatarse las alas y subiendo progresivamente el tono de voz. Cuando se dio cuenta de que estaba gritando se tapó la boca con las manos.

-Lo siento -se disculpó -No quería gritarte. Tú no tienes la culpa. Es solo… Tengo mucho miedo, Kahlo.

Escondió el rostro tras las manos, no sabía si por vergüenza o por cansancio.

-Quiero volver a mi casa.

A la clinger le daba bastante cosa tener que bajar otra vez tan pronto aunque, por suerte para ella, un primer vistazo le reveló que todo parecía estar un poco más calmado. Menos mal. Mientras se estaba cerciorando de aquello, Amira respondió a la pregunta de Lethe por ella. No tenía nada más que añadir a la descripción del nuevo Adam equino que les hablaba de forma tan particular.

Por lo que parecía a los humanos les encantaba el aspecto de la enderth. Aunque ella misma lo encontraba un bastante intimidante, lo cierto es que a ella le resultaba muy alieno, no parecía para nada la misma persona. Era como si a ella misma le hubiera crecido un caparazón entero totalmente distinto al anterior. De la misma forma, cuando miraba a Lethe le costaba ver a quien había conocido hasta entonces en su nueva fisonomía. Si no fuera por ciertos detalles como la voz, pensaría que la habían suplantado.

No obstante, no podía estar más de acuerdo en que su nuevo aspecto era espectacular. Y otros no se quedaban atrás, ahora que su cabeza por fin le dejaba prestar algo de atención al resto. Tanto Alec como Amira tenían un aspecto imponente, uno por su mismo tamaño y aspecto prácticamente monstruoso y la otra de una forma mucho más sutil que la Kradko no podía poner en palabras. Por otro lado, Chromsa era una extraña mezcla entre nuevo y conocido, mientras que el equino Adam directamente se había tornado en una especie totalmente distinta. Ambos, por ello, destilaban un aire salvaje. Incluso bestial.

—Amira… —Le dijo en cuanto esta expresó su necesidad de salir—. Ten cuidado, ¿vale? Todo es extraño ahora y… Creo que ahora somos más… como capaces. Supongo. Pero puede ser peligroso. Así que ten cuidado —se repitió.

Tan pronto abandonó el torreón, el caos se estalló de nuevo. Aunque esta vez era Alec el causante. No solo había partido una silla, que al fin y al cabo le parecía bastante natural en su situación, sino que de la frustración hizo temblar el suelo. Kradko, que no sabía cómo reaccionar ante ello, se quedó congelada en el sitio. Pero no le quedaba duda que, de algún modo, el escocés fue el que provocó tal fenómeno. Estaba empezando a comprender que los cambios prometidos estaban yendo más allá de lo que podía apreciar a simple vista.

Atendió a la explicación de Amira y una chispa de comprensión asomó en sus ojos al conectar la confusa perorata de Kradko con aquella nueva información. Comprobó por ella misma el fenómeno al recibir un halago, que también vino de parte de Alec por un método mucho más conocido como era el sonido a través del aire.
—Hum… Grafcias… Zupongo —dijo mirando tanto a la mola que era ahora el escocés como el caballo alado que resultó ser Adam. Recibir cumplidos no se encontraba entre lo que se le daba bien.

El segundo humano parecía estar ocupado con Chromsa, quien parecía tener una especie de crisis por su nuevo aspecto. Le resultaba muy extraño estar recibiendo todos aquellos pensamientos de Adam y no estaba muy segura de si debía intervenir en aquella conversación. Se sentía más torpe que nunca con las palabras, y con motivo.

Amira anunció entonces que iba a salir y Lethe se preguntó si debería intentar impedírselo, o acompañarla. Finalmente solo vio como salía con preocupación: le estaba costando procesar todo lo que ocurría a su alrededor y su capacidad de reacción estaba terriblemente mermada.

Y para más perca, tampoco es que se le diese tiempo a procesar nada. Un estruendo de madera cediendo bajo el peso de Alec fue seguido de… Un jodido terremoto. Lethe perdió el equilibrio al ser tan inesperado y tuvo que hacer aspavientos fuertes con sus nuevas alas para no caer al suelo. ¿Había provocado aquello el humano con su puño?
—De locof…

Pasaron muchas cosas en muy poco tiempo y Alyssa fue capaz de reaccionar a algunas, pero no a todas.
Por un lado estaban los cumplidos. Varias personas hablaron de lo bonita que se la veía y aquello resultó vergonzoso e incómodo para ella, pero no solo por los motivos que uno podría pensar, sino también por…
“¿De verdad estaba bien?”

Bastaba un vistazo a su alrededor para buscar ejemplos pero, a esas alturas, la dríade ya se había dado cuenta de que, en la lotería de posibles cambios a tocar, se encontraba entre las que habían salido mejor paradas.
Alyssa no tenía derecho a quejarse, y no sabía si quería. Había dolido un poco, pero no había sufrido prácticamente nada en comparación con lo que le había tocado a otros, como Lethe. También sabía ya que, aunque tendría que acostumbrarse a sus cambios, no eran algo que la llevaría a odiarse o algo por el estilo. Aun así, cada vez que alguien le recordaba lo bonita que se la veía no podía evitar pensar si aquello estaba… mal.

Tampoco fue capaz de pararse a pensar mucho en si estaba bien o mal sentirse así, porque a sus pensamientos se sumaron los de Adam, y muy deprisa.
No pudo evitarlo, se le contagió la angustia y se llevó las manos a las orejas en un intento de silenciar algo que seguía oyendo con total claridad. Varios no pudieron soportarlo tampoco y se marcharon. Quería irse también pero…
“No.”
Tal vez fuera porque literalmente sabía lo que Adam estaba pensando, pero enseguida se dio cuenta de que si lo dejaban solo haríamos de sus miedos una realidad. No podía hacerle eso.

En algún momento Kradko volvió, con lethe, y Alyssa sintió un alivio enorme al ver que al final todo había salido bien para la enderth. Al mismo tiempo no pudo evitar quedarse mirando al ave unos segundos sin darse cuenta de que podía ser incómodo. Compartía la opinión de Alec pero no dijo nada. No sabía lo que la propia ave opinaba al respecto y no quería incomodarla si no estaba de acuerdo, como le había pasado a la griega antes.
Con tantas cosas en la cabeza casi ni se enteró de que Amira se marchaba. ¿De verdad era buena idea aunque ella dijera que estaba todo bien? ¿No habría sido mejor si alguien la acompañaba? Nadie puso pegas asi que tampoco lo hizo ella. Aun así…

Un estruendo la distrajo: Alec, rompiendo una silla en la que había intentado sentarse.
No pudo evitarlo, se echó a reír. Quizás no fuera apropiado, pero había sido demasiado ridículo, y tampoco le duró mucho la risa, porque el golpe que vino después hizo que se levantara de un brinco, tanto por el temblor como por el susto que se llevó.

–¡Oye!¡Intenta no dar esos sustos! –Le soltó directamente, algo que no era muy propio de ella, pero la humana sentía una euforia que no era normal, y que más adelante descubriría que era debido a la Luna, pero no ahora. Lo que sí pasó ahora fue que, de forma un poco impulsiva, le lanzó un hechizo de levitación a la mole de pinchos.
–Arreglado. Ya no tienes que sentarte.

Tras lanzar el hechizo fue consciente de dos cosas: La primera fue que, como había sospechado en la azotea, su magia funcionaba mucho mejor. Antes levantar una silla estaba en el límite de sus fuerzas, y hacer flotar a Alec no parecía haber costado demasiado.
La otra fue la cuchara que se le había pegado al tremor.

–Oye Alec, ¿por qué tienes pegada la cuchara?

Kahlo miró a Luci como a una pintura cuyo significado no lograba descifrar, el éxtasis que le provocaba la Luna era superior que considerar que hubiera gente disconforme con el milagro, ni siquiera con motivos. Ella se había asustado, sí, pero tras ver a Alyssa, a Lethe, a sí misma, tras entender todo ese misticismo en torno a ese día... Sencillamente no tenía la empatía para el menor. El nombre de Adam añadió más peso a su confusión: de todas las personas, ¿acaso debía sentir lástima por él?

Que el daeliciano le gritase y se alzase hacia ella de esa forma no fue de su agrado, y su rostro pasaría de la incomprensión a la inexpresividad según reculaba. No compartía sus miedos, y ni siquiera su perdón suavizó su semblante, aunque el mal ambiente sí afectaría a sus nervios: las toxinas que liberó en una cantidad considerable le hicieron ligeras cosquillas en las alas, imperceptibles para ella al ser más leves que el hormigueo de su nueva sangre. Ladeó el rostro evitando sus ojos y se acercó a la ventana.

—Yo no —respondió después. Estaba harta de tener miedo y no quería volver a casa. Eso último le hizo pensar, aunque la Luna seguía teniendo más fuerza, especialmente ahí donde su luz la bañaba mejor. Claro que quería ver a su familia, pero sobre todo quería que la vieran así, ser objeto de admiración y el origen de un cuento. Ya no podría dedicarse a la orfebrería, pero... ¿qué le tenía que importar eso ahora? Abrió un poco más las alas—. Ojalá no estuviese lloviendo —masculló con pena.

Después del susto del temblor de suelo y antes de que Alec pudiera llegar a disculparse por algo que, ni siquiera entendía pero que, estaba seguro de que había provocado él sintió un tirón en el estómago que no identificó pero que le resultó familiar. No tardó en comprobar que ya no estaba sobre suelo firme. Un "escalofrío" más intenso que el anterior se extendió por su cuerpo y más cubiertos, esta vez más lejanos, se pegaron al cuerpo del tremor.

-¿Que yo doy sustos? A ti esos cuernos te han aflojado algún tornillo tía - respondió intranquilo. Si por golpear el suelo había provocado un miniterremoto como la nueva dríade lo dejase caer iban a acabar todos en el subsuelo.- Y yo que sé, si ni siquiera sé como he hecho lo del temblor voy a saber por qué se me pegan los cubiertos - comentó.- La Luna esta me va a volver tarumba del todo. Bájame antes de que pase alguna otra cosa rara.

Cuando consiguió tranquilizarse un poco sintió otro "escalofrío" pero esta vez fue distinto, en vez de ir hacia fuera lo notó correr por su piel hacia dentro. Alec no sabría explicar la sensación más que con aquellas palabras ya que no entendía que el campo magnético que sus nervios habían desatado se había retraído hasta desaparecer. Lo siguiente que oyó fue el tintineo de los cubiertos al caer al suelo. Recogió uno y lo miró con cara extraña.

-Cada vez entiendo menos, os lo juro - dijo pasando la mirada del cubierto al resto.- Pero quizá deba irme yo también antes de que os haga daño a alguno.

El ajetreo a su alrededor quedaba de fondo, muy a lo lejos en los pensamientos del ochrorio. Chromsa solo escuchaba en esos momentos las voces de su familia, gritando cuando él apareciera por su casa. ¿Llegarían al punto de atacar a esa "bestia" para protegerse? No habían tenido nunca problemas con animales salvajes, principalmente porque donde vivían no había ningún animal peligroso, pero no sabía qué podría ocurrir. Y esas dudas solo alimentaban aún más el miedo y la angustia. Ahora ni las hojas conseguían amortiguar el frío que sentía.

En un primer momento no escuchó la pezuña de Adam golpear el suelo, pero cuando empezó a hablarle mentalmente, giró la cabeza en su dirección sin dejar de abrazarse. Se fijó en la expresión del pegaso y no tenía que pensar demasiado para darse cuenta de que a su pareja le afectaba verle así. Le escuchó sin apartar su mirada llena de lágrimas. Cuando acabó, bajó la mirada al suelo en silencio. Todavía tenía muchas dudas, pero lo que le decía el ruso tenía mucho sentido. Dentro de los cambios que había sufrido, todavía podía reconocerse que era ochrorio y, de momento, no le parecía que hubiera cambiado su forma de ser. Seguía siendo Chromsa. Tal vez podría costarles en un principio, pero ¿cómo podía dudar de su familia? Por supuesto que lo recibirían con los brazos abiertos. Además, le resultó irónica la situación cuando hacía justo unos instantes iba a decirle algo parecido al terrestre.

Volvió a mirar al pegaso y, limpiándose los ojos, dijo: -Adam... Yo... Gracias. Es solo que tengo mucho miedo. Están pasando demasiadas cosas y no tengo claro cómo sentirme. Solo quiero volver a verlos.- Siguió sentado, pero se había calmado lo suficiente para volver a centrarse en el presente. Sus dudas todavía distaban de haber desaparecido, pero de momento había conseguido dejarlas a un lado.

Miró al resto de los que se encontraba en la habitación. Se alegró de ver a Lethe bien y, aunque no lo dijo de momento, sí que concordó con que estaba guapa. Todavía quedaban muchas preguntas sobre la Luna, los cambios y... Fue cuando Alec mencionó de marcharse que cayó en la cuenta de algo importante: -Esto... ¿Y ahora qué? Quiero decir... Nos dijeron que teníamos que sobrevivir hasta hoy. Lo hemos conseguido, ¿pero qué tenemos que hacer ahora? ¿Nos vendrán a buscar o tendremos que ir a ver a alguien?-

Mientras esperaba respuesta de Chromsa pudo ver de fondo y gracias a su amplia visión a Alyssa levantando en peso a Alec con su magia. No pudo creer el poder que la griega tenía en sus manos, ¿cuánto podría pesar Alec ahora si con solo golpear el suelo lo hacía temblar todo bajo sus pies? Ya no solo la veía distinta por fuera, todos, de hecho, han cambiado y Adam temía que les afectasen más cosas desconocidas.

Regresando al ochrorio le alivió que sus palabras hayan servido para animarlo, reflejando sus cálidos sentimientos al levantar sus orejas de nuevo y hacer un ligero vaivén con su cola.

—<<No te preocupes, vas a reunirte dentro de pronto con ellos ya lo verás. Además tienes razón, han pasado cosas rarísimas esta noche y creo que nadie de aquí tiene las ideas muy ordenadas de momento>> —respondió con mejores ánimos, buscando no pensar demasiado en su condición tanto por sí mismo como para no ser una molestia para los demás.

—<<Eso es cierto, debería venir alguien a darnos explicaciones al menos>> argumentó de vuelta, solo quería respuestas—. <<Alec, no pasa nada, no vas a hacer daño a nadie y tampoco hace falta que te vayas>> —intentó detener al escocés. Por una parte el pegaso lo hizo para reconfortar a Alec pero también, en el fondo, no quería que otro más se fuese por sus pensamientos.

—<<..pero no quiero que se vayan por culpa de mis pensamientos, no quiero...>> —aun seguía sin controlar bien su telepatía, expresando inconscientemente su necesidad actual.

Sin embargo era natural que Alec sintiese eso con lo enorme que es ahora, sumando esos pinchos que poblaban todo su cuerpo. El tamaño de su amigo le hizo recordar el suyo propio. Desde que cambió de cuerpo era lo que más le confundía: su propio tamaño. Una tarea tan simple como mantener el equilibrio en sus cuatro patas se le dificultaba mucho al inicio. Notaba como sus grandes pulmones necesitaban más aire, como sus amplias carnes se movían, la sensación de caminar sobre sus uñas, mover su nueva cabeza o menear su cola.

—<<Yo creo que vendrán, seguro. A estas alturas nos deberían ayudar>> —agachó un poco más la cabeza, sentía cansancio tanto mental como físico y además era de noche.

—<<Dios, qué sueño>> —pensó en su cabeza.

Casi le sorprendió más oír la risa de la griega que el mismo terremoto. Y por si no fuera suficiente, esta decidió hacer flotar al gigantón. Y la verdad, al ver tal absurda estampa no pudo evitar seguir las risas durante unos segundos.

Cuando se le pasó la tontería, se percató de que aquello no hubiera tenido que resultar tan sencillo a Alyssa. En el pasado ya tenía dificultades para hacerla levitar a ella, levantar a una mole como era Alec ahora no debía ser muy sencillo. O no debería. «Me pregunto si… ¡Tal vez puedo hacer magia ahora!». Por desgracia, tras un par de intentos infructuosos le quedó claro que ni gota. Aunque no dejaría de intentarlo en otras ocasiones, aquello le desilusionó un poco.

—¡No vas a hacer daño a nadie! —Apoyó las palabras de Adam—. No somos taaan blanditos.

Sin embargo, no estaba tan de acuerdo con la otra conversación.

—Yo no creo que nos vayan a ayudar —dijo segura de sus palabras—. No lo han hecho cuando más lo necesitábamos… No lo espero ahora.

Tal vez en otras circunstancias le habría causado gracia la “solución” de Alyssa ante el problema de Alec, pero en ese instante tan solo quería… ¿El qué? Lo cierto es que no lo sabía. Estaban todos bien, aunque ahora le preocupaba Amira, y sus propios dolores y molestias habían remitido lo suficiente como para volver a ser persona. Le dio la razón a Kradko en que no les iba a pasar nada por unos cuantos terremotos de un calibre tan pequeño.
—Fi no te importa mojarte zal al patio para que no derribez nada sobre nosotros, con ezo es suficiente —le dijo a Alec.

La enderth tampoco pasó por alto los intentos de Kradko por hacer magia, sin éxito. Aquello la dejó aún más confusa respecto a su situación actual. Alyssa, que durante meses no había sido capaz de invocar ni una chispita, había logrado levitar a la mole que era ahora el escocés y la niña clinger, en cambio, no recuperaba lo que había perdido. No vio oportuno comentar nada, pero posó una garra sobre el hombro de la pequeña tratando de reconfortarla.

Se inició una discusión acerca de qué ocurriría con ellos entonces. Algunos parecían creer que recibirían ayuda de los misteriosos habitantes de la ciudad, otros no. La enderth se inclinaba por darle la razón al segundo grupo, pero le parecía extraño que después de aquel discursito de hacía meses y haberse convertido en aquellas cosas ahora simplemente fuese a permanecer todo igual. No se le ocurría nada positivo qué decir, no obstante, y tampoco quería contribuir con más negatividad.
—Centrémonoz en pasar la noche —dijo finalmente.

Alyssa suspiró ante las respuestas de Alec, pero hizo lo que le pedía. No era la única persona intranquila en aquel lugar.
Sin embargo, lo último que dijo molestó bastante a la griega, hasta el punto de barajar tirarle una cuchara a la cabeza para ver si volvía a sus cabales, aunque claramente no iba a hacer algo así.

–No.
Esa fue su respuesta, en un tono que dejaba claro que no admitía réplicas.
>>No vengas con esas después de todo por lo que hemos pasado. ¿Acaso nos dejarías ir a cualquiera de nosotros si dijéramos algo así? ¿Nos dirías que bien y buena suerte?
Habría querido usar a alguien de ejemplo, pero solo se le ocurría Adam y… su pasado, algo  de lo que no iba a hablar.
Sin embargo, pensar en el pegaso le hizo darse cuenta de cuál era el motivo por el que el comentario de Alec había tocado una vena sensible: la situación le había recordado a lo que había pasado con el ruso, y lo que había hecho falta para que se diera cuenta de que no era un peligro para ellos.
No insistió más, de todos modos, el resto también habían dado su opinión y esperaba que la unilateralidad del asunto fuera suficiente para que Alec lo viera.

–La verdad, yo tampoco creo que nos ayuden –dijo en respuesta al otro tema de conversación. –Si quisieran hacerlo no nos habrían abandonado a nuestra suerte en primer lugar, o…
Dudó un segundo. Todavía le daban escalofríos al pensar en todo el tema de Setenta y Siete.
>>O dejado que nos matáramos entre nosotros.
Además, Alyssa no estaba segura de que quisiera su ayuda aunque la ofrecieran. ¿Por qué ahora y no antes?

Se acercó a Chromsa y Adam. Pensar en todo aquello la había hecho recordar que al ruso ni siquiera le había hablado en todo el día.

La respuesta fría de su amiga le hizo mirarla desconcertado. Al no encontrar ninguna muestra de empatía ni consuelo en Kahlo sintió un pinchazo en el pecho y se le humedecieron los ojos. No lo comprendía, ¿había cambiado algo más en ella aparte de su aspecto?

Se apartó de su camino y retrocedió hacia su armario. Las toxinas borraron toda la conversación de su mente, pero no cómo se sentía. De nuevo dio un respingo al ver a Kahlo de pronto junto a la ventana. Se obligó a sonreír.

-Kahlo, no te he visto entrar. Me alegra que estés bien -le dijo. Se abrazó a sí mismo, incómodo -Te ves muy bonita. Yo… no me siento muy bien. ¿Te importa dejarme solo? Ne… necesito estar solo.

No sabía por qué la presencia de su amiga le estaba incomodando tanto. ¿Sería por su aspecto? Era drástico, sin embargo no era tan monstruoso como el de otros de sus compañeros. No podía ser por el color blanco, pues tras tanto tiempo expuesto a otras culturas había perdido bastante significado. Como fuera, quería estar solo y llorar a gusto sin sentirse culpable.

Ante la tajante respuesta de sus compañeros Alec claudicó de decir nada de salir del torreón. No era totalmente cierto que no les dijera nada si querían irse, a Amira no la había detenido, solo le había dicho que tuviera cuidado fuera.

-Quizá sea lo mejor - respondió a Lethe.- Si sigo creciendo puede que no llegue a caber por la puerta y a ver como salgo luego - comentó con una sonrisa mezcla de resignación y tristeza.

Se detuvo antes de salir al patio, los pensamientos de Adam lo retenían allí. Al menos unos segundos más.

-No me voy fuera por ti, Adam - le aseguró al pegaso.- Es solo por si acaso. Si piensas muy fuerte seguro que me alcanzas ahí fuera - le dirigió una sonrisa de ánimo antes de salir y un guiño a Chromsa.

De vuelta bajo la lluvia Alec se estiró y crujió el cuello. Miró la estatua y después a la Luna Roja.

-Solos otra vez Lunaza - comentó mientras andaba a sentarse a la base de la estatua.- Tú, yo y Silente aquí fuera. Silente no es muy hablador, es de piedra ya sabes, y algo me dice que tu vas a ser igual de silenciosa que nuestro amigo. Creo que ya has dicho todo lo que tenías que decir esta noche - notaba temblores a sus pies, sus plantas ahora tan sensibles a las vibraciones le decían que había muchos temblores por muchas partes de la ciudad. Si aquello sucedía todos los años a Alec no le extrañaba que muchos edificios se hubieran derrumbado.- Tú llegas y la ciudad tiembla, te adora o te teme, quizá ambas cosas - el pensamiento de si estaba loco por hablar con cosas inanimadas pasó por la mente del escocés, pero luego pensó que quizá a aquellas alturas ya era indiferente si lo estaba o no. Suspiró y volvió a levantar la vista.- Creo que puedo entender ahora muchas más cosas que antes.

En aquellos momentos, en los que estaba dolorido tanto física como mentalmente, el ochrorio agradecía mucho las palabras y la compañía de Adam. En el fondo, agradecía la presencia de todos y que, a pesar de lo que había ocurrido hace poco, estuvieran bien. Nunca se habría esperado vivir aquella "aventura", y mucho menos que tras muchos veces acabara así. Y, aún con todos los peligros y los daños, habían conseguido sobrevivir a Rocavarancolia.

No llegó a participar en la conversación para que Alec no se marchara, principalmente porque en un principio todavía estaba pensativo con los miedos de hacía unos instantes y porque, cuando iba a intervenir, Lethe le sugirió que saliera al patio. Era la mejor opción si de verdad quería salir, no les convenía separarse en aquel momento. Se limitó a devolverle el guiño al escocés con una leve sonrisa antes de que saliera y, mirando de nuevo a Adam, le dijo: -Tranquilo. Todos estamos un poco afectados por tantos cambios y necesitan tiempo para asimilarlo. Se van por eso, no por ti.-

Chromsa escuchó atentamente las opiniones al respecto de lo que había preguntado, si bien dos cosas lo distrajeron un poco. Lo primero es que, a pesar de la lluvia que seguía cayendo, le parecía seguir escuchando a Alec a lo lejos. Lo segundo es que, con el pequeño temblor que había provocado el terrestre, la figura de madera se había caído (por suerte no fuera de la mesa). Aunque Adam se decantaba por una idea más positiva, la mayoría pensaba que seguirían solos. Quería pensar como su pareja, aunque la experiencia en la ciudad no le hacía dudar de la otra opción. El olor dulzón que había notado en el ambiente se intensificó cuando Alyssa se les acercó y lo distrajo momentáneamente. Después, mientras que usaba un hechizo de levitación para colocar bien la figura dio su opinión: -No os falta razón a ninguna, ya nos advirtieron de que nadie nos ayudaría, pero... Hemos conseguido sobrevivir hasta la Luna, hemos logrado lo que querían que hiciéramos. Ahora podrían cambiar las cosas, o eso espero. Pero sí, estoy con Lethe en que por hoy deberíamos pasar la noche.- Finalmente añadió: -Como mínimo creo que nos vendría bien buscar si hay información sobre lo que nos ha dado la Luna. Al menos a mí sí me gustaría saber porque las hojas me hacen caso. Tal vez en la biblioteca haya algún libro que hable de eso.-

No culpaba a los demás por no pensar igual de positivo que él, al fin y al cabo, ¿qué iban a esperar ya de los ciudadanos de esta ciudad que los dejaron a su suerte, en un torreón pedido en mitad de un sitio en ruinas? Adam solo quiso apoyarse en lo mejor, que después de tantísimos momentos desagradables algo bueno vendrá. Sin embargo tampoco quiso rechazar la idea de que alguien vendrá a explicar su condición, que quizás y solo quizás sea posible de algún modo volver a como era antes, quería aferrarse a eso aunque fuese a la desesperada.

Si no fuese porque no tenía boca humana para expresarlo sonreiría ante la respuesta de Alec y Chromsa, sintiendo que necesitaba esos comentarios. Nunca estuvo tan requerido de apoyo, estar rodeado de seres queridos que lo consuelen. Alyssa apoyó muchísimo en ello cuando se aproximó a su lado, agradeciendo infinidad de veces su cercanía. Era irónico. Durante todo el mes anterior a la luna rechazaba ese tipo de comportamientos de parte de los demás prefiriendo distanciarse y ahora deseaba más que nunca contacto.

—<<Tenéis razón, por ahora será mejor pasar la noche y ya se verá lo que pase mañana>> —afirmó dándoles la razón, meneando su gran cabeza de arriba a abajo asintiendo—. <<Buena idea Chromsa, puede ser que haya información allí sobre nosotros. A unas malas podemos informarnos>> —apoyó a su pareja con esperanzas de saber más sobre su cuerpo equino—. <<Por cierto chicos, yo, ¿debería dormir aquí abajo? No se si voy a caber por las escaleras>> —preguntó a todos derivando esa duda de su propio sueño. Adam no es demasiado consciente se su propio tamaño, prefiriendo formular la pregunta.

Percatándose de que Alyssa se encontraba cerca de él giró su cabeza hacia ella.

—<<¿Cómo te encuentras Alyssa?>> —preguntó por cortesía a la griega. Sentía la necesidad de hablar con ella, todavía sentía esa punzada de culpa por distanciarse de ella también—. <<Y, quería decirte que... perdona por no haber hablado mucho estas semanas con contigo, con vosotros. Me alegro de que hayas venido tú también a mi lado>> —en sus pensamientos son apreciables tonos de alegría, notándose que al pegaso le caía muy bien Alyssa, quizás pasándose un poco diciendo sin filtro lo que sentía.