Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Alyssa suspiró ante las respuestas de Alec, pero hizo lo que le pedía. No era la única persona intranquila en aquel lugar.
Sin embargo, lo último que dijo molestó bastante a la griega, hasta el punto de barajar tirarle una cuchara a la cabeza para ver si volvía a sus cabales, aunque claramente no iba a hacer algo así.

–No.
Esa fue su respuesta, en un tono que dejaba claro que no admitía réplicas.
>>No vengas con esas después de todo por lo que hemos pasado. ¿Acaso nos dejarías ir a cualquiera de nosotros si dijéramos algo así? ¿Nos dirías que bien y buena suerte?
Habría querido usar a alguien de ejemplo, pero solo se le ocurría Adam y… su pasado, algo  de lo que no iba a hablar.
Sin embargo, pensar en el pegaso le hizo darse cuenta de cuál era el motivo por el que el comentario de Alec había tocado una vena sensible: la situación le había recordado a lo que había pasado con el ruso, y lo que había hecho falta para que se diera cuenta de que no era un peligro para ellos.
No insistió más, de todos modos, el resto también habían dado su opinión y esperaba que la unilateralidad del asunto fuera suficiente para que Alec lo viera.

–La verdad, yo tampoco creo que nos ayuden –dijo en respuesta al otro tema de conversación. –Si quisieran hacerlo no nos habrían abandonado a nuestra suerte en primer lugar, o…
Dudó un segundo. Todavía le daban escalofríos al pensar en todo el tema de Setenta y Siete.
>>O dejado que nos matáramos entre nosotros.
Además, Alyssa no estaba segura de que quisiera su ayuda aunque la ofrecieran. ¿Por qué ahora y no antes?

Se acercó a Chromsa y Adam. Pensar en todo aquello la había hecho recordar que al ruso ni siquiera le había hablado en todo el día.

La respuesta fría de su amiga le hizo mirarla desconcertado. Al no encontrar ninguna muestra de empatía ni consuelo en Kahlo sintió un pinchazo en el pecho y se le humedecieron los ojos. No lo comprendía, ¿había cambiado algo más en ella aparte de su aspecto?

Se apartó de su camino y retrocedió hacia su armario. Las toxinas borraron toda la conversación de su mente, pero no cómo se sentía. De nuevo dio un respingo al ver a Kahlo de pronto junto a la ventana. Se obligó a sonreír.

-Kahlo, no te he visto entrar. Me alegra que estés bien -le dijo. Se abrazó a sí mismo, incómodo -Te ves muy bonita. Yo… no me siento muy bien. ¿Te importa dejarme solo? Ne… necesito estar solo.

No sabía por qué la presencia de su amiga le estaba incomodando tanto. ¿Sería por su aspecto? Era drástico, sin embargo no era tan monstruoso como el de otros de sus compañeros. No podía ser por el color blanco, pues tras tanto tiempo expuesto a otras culturas había perdido bastante significado. Como fuera, quería estar solo y llorar a gusto sin sentirse culpable.

Ante la tajante respuesta de sus compañeros Alec claudicó de decir nada de salir del torreón. No era totalmente cierto que no les dijera nada si querían irse, a Amira no la había detenido, solo le había dicho que tuviera cuidado fuera.

-Quizá sea lo mejor - respondió a Lethe.- Si sigo creciendo puede que no llegue a caber por la puerta y a ver como salgo luego - comentó con una sonrisa mezcla de resignación y tristeza.

Se detuvo antes de salir al patio, los pensamientos de Adam lo retenían allí. Al menos unos segundos más.

-No me voy fuera por ti, Adam - le aseguró al pegaso.- Es solo por si acaso. Si piensas muy fuerte seguro que me alcanzas ahí fuera - le dirigió una sonrisa de ánimo antes de salir y un guiño a Chromsa.

De vuelta bajo la lluvia Alec se estiró y crujió el cuello. Miró la estatua y después a la Luna Roja.

-Solos otra vez Lunaza - comentó mientras andaba a sentarse a la base de la estatua.- Tú, yo y Silente aquí fuera. Silente no es muy hablador, es de piedra ya sabes, y algo me dice que tu vas a ser igual de silenciosa que nuestro amigo. Creo que ya has dicho todo lo que tenías que decir esta noche - notaba temblores a sus pies, sus plantas ahora tan sensibles a las vibraciones le decían que había muchos temblores por muchas partes de la ciudad. Si aquello sucedía todos los años a Alec no le extrañaba que muchos edificios se hubieran derrumbado.- Tú llegas y la ciudad tiembla, te adora o te teme, quizá ambas cosas - el pensamiento de si estaba loco por hablar con cosas inanimadas pasó por la mente del escocés, pero luego pensó que quizá a aquellas alturas ya era indiferente si lo estaba o no. Suspiró y volvió a levantar la vista.- Creo que puedo entender ahora muchas más cosas que antes.

En aquellos momentos, en los que estaba dolorido tanto física como mentalmente, el ochrorio agradecía mucho las palabras y la compañía de Adam. En el fondo, agradecía la presencia de todos y que, a pesar de lo que había ocurrido hace poco, estuvieran bien. Nunca se habría esperado vivir aquella "aventura", y mucho menos que tras muchos veces acabara así. Y, aún con todos los peligros y los daños, habían conseguido sobrevivir a Rocavarancolia.

No llegó a participar en la conversación para que Alec no se marchara, principalmente porque en un principio todavía estaba pensativo con los miedos de hacía unos instantes y porque, cuando iba a intervenir, Lethe le sugirió que saliera al patio. Era la mejor opción si de verdad quería salir, no les convenía separarse en aquel momento. Se limitó a devolverle el guiño al escocés con una leve sonrisa antes de que saliera y, mirando de nuevo a Adam, le dijo: -Tranquilo. Todos estamos un poco afectados por tantos cambios y necesitan tiempo para asimilarlo. Se van por eso, no por ti.-

Chromsa escuchó atentamente las opiniones al respecto de lo que había preguntado, si bien dos cosas lo distrajeron un poco. Lo primero es que, a pesar de la lluvia que seguía cayendo, le parecía seguir escuchando a Alec a lo lejos. Lo segundo es que, con el pequeño temblor que había provocado el terrestre, la figura de madera se había caído (por suerte no fuera de la mesa). Aunque Adam se decantaba por una idea más positiva, la mayoría pensaba que seguirían solos. Quería pensar como su pareja, aunque la experiencia en la ciudad no le hacía dudar de la otra opción. El olor dulzón que había notado en el ambiente se intensificó cuando Alyssa se les acercó y lo distrajo momentáneamente. Después, mientras que usaba un hechizo de levitación para colocar bien la figura dio su opinión: -No os falta razón a ninguna, ya nos advirtieron de que nadie nos ayudaría, pero... Hemos conseguido sobrevivir hasta la Luna, hemos logrado lo que querían que hiciéramos. Ahora podrían cambiar las cosas, o eso espero. Pero sí, estoy con Lethe en que por hoy deberíamos pasar la noche.- Finalmente añadió: -Como mínimo creo que nos vendría bien buscar si hay información sobre lo que nos ha dado la Luna. Al menos a mí sí me gustaría saber porque las hojas me hacen caso. Tal vez en la biblioteca haya algún libro que hable de eso.-

No culpaba a los demás por no pensar igual de positivo que él, al fin y al cabo, ¿qué iban a esperar ya de los ciudadanos de esta ciudad que los dejaron a su suerte, en un torreón pedido en mitad de un sitio en ruinas? Adam solo quiso apoyarse en lo mejor, que después de tantísimos momentos desagradables algo bueno vendrá. Sin embargo tampoco quiso rechazar la idea de que alguien vendrá a explicar su condición, que quizás y solo quizás sea posible de algún modo volver a como era antes, quería aferrarse a eso aunque fuese a la desesperada.

Si no fuese porque no tenía boca humana para expresarlo sonreiría ante la respuesta de Alec y Chromsa, sintiendo que necesitaba esos comentarios. Nunca estuvo tan requerido de apoyo, estar rodeado de seres queridos que lo consuelen. Alyssa apoyó muchísimo en ello cuando se aproximó a su lado, agradeciendo infinidad de veces su cercanía. Era irónico. Durante todo el mes anterior a la luna rechazaba ese tipo de comportamientos de parte de los demás prefiriendo distanciarse y ahora deseaba más que nunca contacto.

—<<Tenéis razón, por ahora será mejor pasar la noche y ya se verá lo que pase mañana>> —afirmó dándoles la razón, meneando su gran cabeza de arriba a abajo asintiendo—. <<Buena idea Chromsa, puede ser que haya información allí sobre nosotros. A unas malas podemos informarnos>> —apoyó a su pareja con esperanzas de saber más sobre su cuerpo equino—. <<Por cierto chicos, yo, ¿debería dormir aquí abajo? No se si voy a caber por las escaleras>> —preguntó a todos derivando esa duda de su propio sueño. Adam no es demasiado consciente se su propio tamaño, prefiriendo formular la pregunta.

Percatándose de que Alyssa se encontraba cerca de él giró su cabeza hacia ella.

—<<¿Cómo te encuentras Alyssa?>> —preguntó por cortesía a la griega. Sentía la necesidad de hablar con ella, todavía sentía esa punzada de culpa por distanciarse de ella también—. <<Y, quería decirte que... perdona por no haber hablado mucho estas semanas con contigo, con vosotros. Me alegro de que hayas venido tú también a mi lado>> —en sus pensamientos son apreciables tonos de alegría, notándose que al pegaso le caía muy bien Alyssa, quizás pasándose un poco diciendo sin filtro lo que sentía.

Kradko estaba de acuerdo con Alyssa. Nadie necesitaba marcharse ni dejaría que lo hiciera a menos que fuera por propia voluntad. Para la clínger, bastante era que Amira se hubiera ido. Estaba muy preocupada por lo que le podría pasar, pero al menos había sido una decisión que había tomado ella misma. Para su alivio, a Alec le pareció buena idea la propuesta de Lethe, así que decidió salir al patio.

Aparte del tema sobre la ayuda, estaba totalmente de acuerdo con el resto en que, por ahora, debían centrarse en pasar la noche primero. Aún la cabeza bastante y, a pesar de la siesta que se dio dentro de la pupa, se notaba aún cansada.

—¡Sí! Creo que tenéis razón —les reafirmó—. Creo que podríamos empezar a preparar la cena incluso. Una buena comida para un día como hoy. ¿A alguien le apetece cocinar conmigo?

Por suerte Alec le hizo caso y no hubo que discutir más acerca de aquel asunto, ni tampoco se alargó mucho más la discusión sobre si irían en su ayuda o no. A Lethe al final aquello no le importaba: si nadie acudía tan solo tendrían que seguir como hasta el momento y cuando se acostumbrasen a sus nuevos cambios ya verían cómo encontrar a algún ciudadano que pudiese darle alguna indicación. Seguían teniendo la promesa de Kirés de que iría a ayudarles tras la Luna. No es que confiase al cien por cien en las palabras de un desconocido, pero tampoco tenía motivos para pensar que les hubiese mentido. ¿Para qué ofrecerse siquiera cuando no tenía por qué?

—Buena idea —respondió a Kradko—. Pezcado con guarnición de verduras, ¿qué te parefe?
A la enderth le aliviaban dos cosas en ese instante: poder entretenerse con algo rutinario y notar que cada ver resultaba más evidente que le iba costando menos pronunciar las palabras correctamente. No es que fuese la persona más habladora de la habitación de normal, pero su nueva circunstancia la avergonzaba más de lo que estaba dispuesta a admitir y prefería mantenerse parca en palabras.

>>Adam, zolo es un poco raro efcucharte en la cabeza, pero nadie va a abandonarte por efo —le aseguró al escuchar la conversación que estaba teniendo con Chromsa—. Pero ahora que lo pienfo… ¿Seguirás comiendo lo mismo con ese cuerfpo? —Se preguntó mientras limpiaba el pescado.

Kahlo quería tocar la Luna y habría seguido mirándola a través de la ventana como una polilla ansiosa por la luz de no ser por lo mucho que le desconcertaron las palabras de Luci. Giró el rostro hacia a él con la confusión pintada en el rostro, especialmente marcada al notar lo sincero que era su tono.

—Pero si acabas de... —la confusión dio paso a la preocupación, y la preocupación al malestar. Se apartó de la ventana, perdiendo parte del magnetismo lunar, preguntándose si esa amnesia repentina era cosa del astro o la forma en la que el daeliciano demostraba su molestia hacia ella. Ante el miedo de que fuera lo segundo optó por la solución más sencilla: agachar la cabeza y marcharse—. Claro... Lo siento.

Cerró la mano para sentir el tacto de sus anillos según salía, buscando su confort. Había bajado con Luci en mente y solo había conseguido hacerle sentir peor, pero... ¿acaso estaba mal que se sintiera bien? ¿No era adecuado alegrarse por lo que la Luna les había dado? Se quedó ahí, eclipsada en tierra de nadie, debatiéndose moralmente en si bajar para comprobar el estado de los demás o darse más tiempo. Quería saber como estaban, inquieta por su bienestar, por la posibilidad de que se odiasen como se odiaba Luci, pero también quería, no, necesitaba respirar bajo la luz roja sin complejos, sentirse radiante por una vez en los últimos treinta días. No podía lidiar aún con los sentimientos de los demás.

Con la certeza de estar haciendo lo incorrecto Kahlo se atavió con un poncho para proteger sus alas de la tormenta y subió a la azotea para estar más cerca del cielo.

La situación estaba lejos de haberse solucionado, pero al menos las cosas se fueron calmando poco a poco. Además, ahora tenían un plan que seguir al día siguiente.

Cuando Adam se giró para hablar fue… raro. Sabía que era Adam, pero aun así ver a un caballo girarse hacia a tí para luego escuchar voces en tu cabeza era algo a lo que tendría que acostumbrarse.
–Estoy… bien, creo. Todo lo bien que se puede estar.
La disculpa que vino después fue también inesperada. No tanto porque no tuviera sentido que se disculpara sino más bien porque, con todo lo que estaba pasando, el aislamiento de Adam estaba muy atrás en su lista de preocupaciones.

–Oh. Esto… No te preocupes por eso –le respondió. Además, ella había estado poco habladora también, aunque eso sí había sido un poco culpa del ruso, pero no iba a sacar el tema ahora.

>>Tan solo acuérdate la próxima vez que se te ocurra hacerlo… y no lo hagas.
Alzó la mano con la intención de ponerla en su lomo, un poco el equivalente a poner una mano en el hombro de alguien, pero paró a medio camino. Aquello era todo muy raro, y no sabía si se lo iba a tomar bien o mal.
En retrospectiva probablemente habría dado igual lo que hiciera. Todos estaban perdidos, y Adam probablemente más que el resto. Su pregunta sobre donde dormir era un buen ejemplo de ello.
–Pues...no tengo ni idea –respondió. –Estoy tan perdida como tú.

Kradko sugirió preparar la cena y Alyssa no puso ninguna pega, comer ayudaría a distraerse. Especialmente ahora que se acababa de sacar el tema de dormir y empezaba a darse cuenta de que sus nuevos “cuernos” probablemente le iban a dar problemas también, aunque comparado con… casi todos, no estaba en situación de quejarse.

Las flores de sus ramas seguían floreciendo y cayendo a un ritmo regular. Muy bonito a primera vista, pero no tardaría en darse cuenta de otro problema: el suelo no tardaría en llenarse de pétalos caídos, y no tenía ni idea de cómo evitarlo, o si tan siquiera se podía parar.

En cuanto Kahlo salió por la puerta Luci olvidó que hubiese entrado en primer lugar. Se quedó de pie junto al armario envuelto en una nubecilla de toxinas que le hacína olvidar una y otra vez qué hacía ahí y por qué estaba mirando hacia la puerta. Al final la sensación de incomodidad y el miedo lo llevaron por inercia a su nido en el armario, donde se hizo una bola de sollozos. Esta vez si llanto no duró tanto, algo le había hecho perder fuerza. O puede que fueran los estornudos que le provocaba el polvo de sus propias alas. Conforme las lágrimas remitían y su vista se perdía en los detalles de la habitación teñida de rojo, la tristeza daba paso a la rabia, pero a una rabia cansada. No tenía ya ganas de gritar ni de desquitarse con nada. Era como si todas sus fuerzas se hubiesen quedado en el periodo de criba, y ahora que habían llegado al final, a pesar de no verle sentido ni compensación no tenía ganas de seguir peleando. La luz de la luna las piernas, que sobresalían de su escondite, y le producían un suave hormigueo. Luci se concentró en ese hormigueo, en el caos de la tormenta ahora libre de los gritos de sus compañeros, y sin darse cuenta se quedó dormido.

Despertó al rato con un sobresalto. Durante unos segundos solo vio rojo, hasta que sus ojos pudieron enfocar dónde estaba y su cerebro asimilar toda la información de lo que había ocurrido. Seguían en el torreón, estaban vivos, la Luna Roja había salido y los había cambiado, nadie les había ofrecido volver a casa. Las preguntas se agolparon en su mente y los sentimientos negativos retomaron su marcha. Alguien lo llamó para cenar. No tenía nada de hambre, de hecho tenía náuseas, pero si sus amigos habían reunido ganas para ponerse a cocinar significaba que las cosas no estaban tan mal y eso era un alivio.

Se armó de valor para salir de su escondite. Quería comprobar de primera mano que todos estaban bien, y no podía hacerlo cubierto de sangre y vómito y en ropa interior. Usó un hechizo de limpieza en sí mismo que le costó más de lo esperado y buscó entre la ropa que había escondido en los baúles del cuarto. Se puso un vestido de tirantes atado al cuello que no le estorbase con las alas y un chal por encima, porque seguía haciendo frío. También se puso un gorro de lana para tapar los horribles bultos que le habían salido en la frente. No tenía ningún espejo a mano pero solo tocarlos le daban ganas de ponerse a chillar. Así, con su estrafalario atuendo en el que prefirió no pensar mucho bajó a la cocina. Lo primero que hizo fue mirar alrededor a ver quiénes estaban.

-¿Puedo ayudar en algo? -preguntó.

La idea de buscar información de aquellas transformaciones fue bien acogida, si bien en aquellos momentos había cosas más importantes como saber que harían esa noche. Kradko propuso cenar y, hasta ese momento el ochrorio no había pensado en que tenía hambre. Tampoco es que tuviera demasiada teniendo en cuenta todo lo que había sucedido, pero no dudaba que le vendría bien para aliviar el cansancio. Intentó levantarse para ofrecerse a ayudar en la cocina, pero al mover las piernas el dolor (soltó un pequeño quejido por ello) le hizo entender que todavía no estaba en condiciones de forzarlas.

La dudas tanto de Adam como de Lethe le hicieron pensar sobre la condición de su pareja. Hasta donde sabía los caballos eran herbívoros pero tal vez que el ruso hubiera sido humano antes pudiera influir en lo que podía comer. -Bueno, por lo menos creo que no tendrá problemas con las verduras.- aportó y siguió diciendo: -Si no siempre podrías intentar comerte...- Chromsa dudó ante la idea que había estado a punto de proponer. Las hojas eran una opción hasta que encontraran algo de comida que pudiera sentarle mejor, pero una parte de él se negaba a ello en rotundo. Inconscientemente, incluso las hojas se alejaron ligeramente del pegaso. -Mejor no.- dijo rompiendo su silencio.

Aunque todavía no era consciente del todo, el brujo no estaba dispuesto a perder sus hojas así, aunque sí podía ofrecerlas para otra cosa. -Desde luego sería complicado que subieras. Al menos hoy deberías dormir aquí; para mañana pensaremos alguna alternativa. Si quieres puedo quedarme aquí contigo, incluso puedo usar las hojas para hacer el suelo un poco más blandito.- respondió a Adam con una sonrisa.

Tras aquello, se fijó en un detalle mientras volvía a colocar las hojas como estaban hacía unos momentos. Encima de algunas hojas había pétalos que no recordaba haber visto antes. De hecho, no podía controlarlos y al mover las hojas cayeron al suelo. El ochrorio intentó ver a su alrededor por si podía encontrar el origen de aquello y, además de encontrar más pétalos por el salón, vio caer algunos de la cabeza de Alyssa. No tardó en comentárselo un tanto extrañado: -Alyssa, creo que tus ramas están floreciendo más de la cuenta. No había visto nunca algo así.- Por si no se percataba, le señaló un pequeño montón que se estaba formando a los pies de la terrestre.

Adam agachó la cabeza, asintiendo a lo que Alyssa le dijo. La griega le restó importancia pero el pegaso tomó en serio ese “no lo hagas”, eso le faltó: pensar lo que estaba haciendo. De ahora en adelante procurará ser más consecuente con sus acciones.

La intervención de Lethe, sin embargo, le sorprendió un poco. No solía hablar mucho con la mujer pájaro y su respuesta fue cálida, incluso reconfortante. Fue un comentario que no pidió pero que, igualmente, lo necesitaba. A eso le siguió otro dilema: la comida. Es verdad. Es un caballo y los caballos no comen carne, no comen nada que no sea pasto o de origen vegetal, o al menos eso pensaba el ruso.

—N-no lo sé —respondió. Tuvo de pronto un pequeña pavor a comer. ¿Y si le sentaba mal? ¿Y si su dieta realmente no correspondía a la de un caballo, siendo un pegaso? Para intentar aclarar sus dudas intervino su pareja, quien pensaba que unas verduras no caerían mal a su nuevo estómago—. Vale. Intentaré con las verduras a ver… —su respuesta fue cortada por el abrupto silencio de Chromsa. Tampoco supo que era exactamente a lo que se refería pero prefirió no dar más vueltas al asunto—. S-seguramente me sentarán bien, solo necesito… que me las traiga alguien por favor.

Por otro lado y cambiando de tema, el ochrorio lo convenció de dormir abajo, ya habrá más tiempo para pensar en una alternativa mañana. Su proposición de dormir con él, sin embargo, hizo que menease su cabeza en negación. En otras circunstancias sería distinto pero su condición… lo hizo temer de que su pareja hiciese sobreesfuerzos innecesarios.

—No Chromsa. No hace falta —negó mentalmente, intentando ser firme pero no siendo muy sincero en parte—. No… me gustaría que pasases una mala noche por mí. Estarás mejor durmiendo en una cama en condiciones. Y... y yo estaré bien… de verdad—. Deseaba todo lo contrario, lo quería a su lado pero no dormiría tranquilo si Chromsa fuese a tener una  mala noche por su culpa.

Pero, inevitablemente, absolutamente todos deseos de tenerlo cerca se le escaparon de su mente, manifestándolos sin filtro.

Alyssa dejaba caer sus pétalos al mismo tiempo que sus flores ubicadas en su cabeza florecían. Ella era como un árbol y de su cuerpo el olor frutal que el pegaso olió con sus nuevas fosas nasales desde un principio emanaba constantemente, conque de ahí venía el olor.

Como Lethe seguramente bien sabría, Kradko no le iba a decir que no a preparar pescado. Aunque su caminar era un poco torpe por las alas que estaban tomando forma, se dispuso a ello enseguida. Estuvo bien centrada en la tarea hasta que oyó comentar acerca del posible cambio de dieta de Adam. Parecía que aquella clase de mamíferos eran herbívoros en la Tierra. Aquello hizo que dudara.

—Ehhh… ¿Deberíamos preparar algo más con el pescado? O igual puedo hacer extra de verduras. —Nada sabía la clinger sobre la alimentación de los equinos.

No pasó mucho hasta que Luci bajó de nuevo, poco a poco, parecía que casi todos se iban reuniendo de nuevo en el salón. Supuso que el olor de la comida iría llamando al resto poco a poco. ¡Se esforzaría porque así fuera!

—¡Luci! —Exclamó genuinamente contenta de verle— Nos irían bien un par de manos extra. Creo. Ehhh… ¡Mira, esto! Podrías cortarlo en daditos.

La actividad le estaba viniendo muy bien a la clinger. Tanto, que hasta se olvidó de su dolor de cabeza y casi casi de sus alas aún en desarrollo.

Como cabía esperar nadie conocía con seguridad la respuesta a su pregunta, pero al menos todos parecían de acuerdo en que lo mejor sería que Adam se limitase a comer verduras por el momento. Con ello en mente, separó más de las que hubiera usado normalmente si solo fuesen a ser el acompañamiento del pescado, aunque tampoco demasiadas porque suponía que el ruso tal vez no tuviera excesivas ganas de comer.

La aparición de Luci le produjo cierto alivio, ya que no había visto al daeliciano desde que había intentado ayudarle con un resultado completamente contrario a lo que pretendía, justo antes de que se le desprendiese el pico. Sintió un escalofrío al recordar aquella terrorífica situación en la que se había visto envuelta hacía… ¿Cuánto? Probablemente menos de una hora, quizá dos, pero para ella parecía casi como si hubiese sucedido hace tiempo o en un sueño. En cualquier caso, parecía que Kahlo había logrado animarle un poco. Pudo fijarse bien en sus cambios. Otro más que ahora disponía de plumas. Si el ambiente fuese otro tal vez habría hecho algún comentario sarcástico acerca de que querían quitarle el monopolio del plumaje, pero tras haber convivido en aquel torreón durante siete meses con gente con más sentido del tacto que ella había aprendido un poco acerca de cuándo callarse algunas cosas. Solo algunas.

—Ayúdanos con las verduras fi quieres, Lushi. Vamos a hacer máz para Adam —respondió a su pregunta.

Kradko se ocupó de seguir atendiendo al daeliciano y Lethe volcó su atención en la pareja (¿era solo una impresión que tenía ella o eran una pareja literal… románticamente hablando? Le confundían esas cosas y realmente le importaba poco), que hablaban acerca de la hora de dormir.

—¿Os habéis olvidado de la magia? Alguien podrá subir a Adam con levitafión y, si ef necesario, itang… intage… Bueno, ya sabéis a qué me reciero —chasqueó la lengua con fastidio: cuando hablaba más seguido se trababa más, y la palabra “intangibilidad” parecía estar un poco fuera de su alcance en ese momento—. Digo yo.

Luci se alegró muchísimo de ver a Kradko en tan buen estado, y se alegró todavía más de ver a Lethe con pico de nuevo, aunque fuera uno diferente. Se olvidó de sus modales y le dio un abrazo sin pedirle permiso primero, incluso le importó un pimiento que hablase raro, o que su nuevo aspecto diese un poco de miedo, pues no se acercaba ni de lejos a la visión de pesadilla que había sido tan solo unos momentos antes.

Se puso con gusto con las verduras. La cocina era algo estrecha para su nueva forma, así que se sentó en un lateral de la mesa desde donde podía controlar lo que pasaba también en el salón. Eligió varias zanahorias. Recordaba que Reina le había dicho en alguna ocasión que a los caballos les gustaban las zanahorias. << Ahora que lo pienso, ¿dónde está Reina? >> No la había visto en toda la tarde, tampoco sabía dónde estaban Amira, Kahlo o Kolja. A Alec lo había visto de refilón en el patio. Supuso que si no había alarma en el grupo es porque estaban bien, ¿no?

Los pensamientos de Adam seguían llegándole, aunque de forma mucho menos apabullante. Seguían teñidos de miedo, pero uno un poco distinto. Luci sonrió con tristeza.

-Podríamos bajar los colchones y dormir aquí todos juntos, creo que sería lo más cómodo -sugirió.

Había muchas diferencias de tamaño y nuevos apéndices, algo le decía que sus camas de siempre no iban a ser suficientes.

El comentario sobre los pétalos de Alyssa quedó un poco en segundo plano para el ochrorio cuando Adam contestó a su propuesta. Por supuesto un buen descanso le vendría bien después de aquello y a diferencia de otros del grupo no consideraba que sus cambios le dificultarían dormir en una cama, pero no quería dejarlo solo. La idea de dormir sobre las hojas le resultaba bastante apetecible y ya desde hacía bastante había pensado en cómo sería dormir con Adam y lo mucho que le gustaría, aunque aquellos sueños no contemplaban que el ruso fuera ahora un animal. Por todo ello intentó notar algo en sus palabras que confirmara sus dudas de que su pareja no hablaba en serio. Por suerte, Adam todavía no controlaba controlar toda su telepatía y se enteró de lo que pensó justo después de hablar.

Si antes Chromsa se había puesto un poco más serio con sus palabras, aquellos pensamientos le devolvieron una sonrisa sincera acompañada de un rubor de mejillas. Poniendo los brazos en jarra le habló en un principio con cierto tono bromista que dio paso a un tono acogedor: -Mira que a veces eres tonto. ¿Llevamos juntos ya meses y has pensado algo así? Me preocupo tanto por tí como tú por mí, no voy a dejar que lo pases mal si puedo evitarlo y menos aun con todo lo que ha pasado hoy. Además... a mi también me gustaría.-

No tardaron en aparecer nuevas soluciones al problema de pasar la noche. -Es verdad. Teniendo en cuenta que parece que ahora parece que tenemos más facilidad para la magia no creo que costara mucho subirte.- comentó sobre la propuesta de Lethe. Aun con todo no sabía si con el peso y el tamaño de Adam podría subirlo, pero podían probarlo.

Luci dio otra idea que, aunque llevaría unos cuantos viajes entre plantas, coincidía con él en cuanto a lo idoneidad para el momento; -Creo que prefiero esa alternativa. Cuesta incluso menos y además nos vendrá bien para estar un poco más relajados. Si después de la cena me encuentro mejor creo que podría traer alguna.- A una pequeña parte del ochrorio le apenaba no poder dormir a solas con Adam, pero entendía que era lo mejor para aquella noche. Tenía la sensación de que no iba a ser una noche fácil para la mayoría.

Estando en frente de Chromsa no se percató de su fuga de pensamientos y mucho menos fue consciente de lo que dijo exactamente. Lo que dijo su pareja le ablandó bastante el nuevo corazón equino del ruso. Si no fuese por su nueva fisionomía estaría rojísimo de la vergüenza pero aun conservó su mirada esquiva y pose de introversión, encogiéndose un poco en sí mismo. Había confianza entre todos pero malinterpretó las palabras de Chromsa  y pensó que se refirió a los dos como “estar juntos” como de índole más de pareja. Eso lo avergonzó bastante, antes tendría que preparar el cuerpo para cuando los demás escuchen que son novios.

Y pensando en los demás, que la mayoría de los presentes se preocupasen tanto dando soluciones a cómo iba a dormir o comer conmovió al pegaso. Estaba habituado a recibir algo de apoyo pero a esa magnitud definitivamente no.

—<<Luci… Chromsa… De verdad…>> —iba a ser modesto, pero se detuvo un segundo—. <<...muchísimas g-gracias por todo chicos. Me encantaría ayudar a bajar los colchones, pero si puedo retirar algo por compensar puedo hacerlo, al menos puedo empujar cosas>> —declaró siendo consciente de que con su nuevo tamaño no sería tan difícil esa tarea.

—<<Y tampoco os sobreesforcéis bajando colchones, estos cambios han debido de ser muy duros para vosotros>> —advirtió fijándose sobre todo en el fauno, al haber sido testigo de su cambio y todos los dolores que el ochrorio tuvo que sufrir para ello.

Lamentaba un poco ser incapaz de hacer casi nada, si al menos tuviese magia las cosas serían más fáciles pero creyó ciegamente que le sería imposible sin manos humanas.