Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

Ulmara se tomó el comentario de Luci a Maila como una respuesta a su propia pregunta y tomó una de las galletas. No tuvo tiempo de echarsela a la boca cuando la chica de piel oscura se acercó a ella y… ¡oh no! Cuando le preguntó si se encontraba bien, Ulmara tuvo un instante en el que quiso que se la tragara la tierra. Hizo acopio de todas sus fuerzas para poder mentirle con todo el disimulo posible.

—No es nada, falta de sueño —le dedicó una sonrisa torpe a la humana antes de añadir—. Aunque, la verdad, no me importaría salir al patio. Nos estamos apiñando aquí dentro. —<<Y me vendría genial un poco de aire>>.

Fuera se encontró con una estatua enorme y de aspecto… ¿nuevísimo? Contrastaba con la cantidad de desperfectos que habían visto en otras, durante su estancia en la ciudad; en especial con la de su patio, pintada y sin placa. Lo hacía, de hecho, de la misma forma en la que este torreón contrastaba con Séndar. En realidad, Ulmara tenía muchas preguntas sobre muchos temas, pero decidió empezar por la menos comprometida:

—¿Sabéis algo de este tal Silente? Es el… ¿Patrón de la torre? La nuestra tiene un bigote de tizne, muy bonito —se rio—. Pero no tiene nombre.

Se acordó entonces de la galleta que aún tenía y le dio el primer bocado.

Después de colocar las sillas, Kradko oyó su nombre en algún momento y prestó más atención a la tal Iemai después. Se acercó a agarrar una galleta y una taza de té.

—Sí, la verdad es que yo ya me he acostumbrado a ver gente de mundos muy distintos —respondió a lo que la cercana había comentado antes de sentarse. Continuó con disgusto claramente fingido en su tono—: Perooo… hay demasiados simios. ¿Crees que hay muuuchos mundos con simios?

No iba en serio, pero le gustaba hacer aquella broma aunque fuera un tanto infantil… En fin, ella sabrá lo que hace. Supuestamente.

La mayoría de conversaciones a su alrededor no suscitaban mucho interés para Lethe, al tratarse esencialmente de formalidades varias y datos que realmente no necesitaba así que se estaba limitando a estar allí en silencio. Pero hubo un tema en concreto que acaparó su atención: al parecer el otro grupo vivía cerca de un faro y, por ende, del mar. Luci se le adelantó a preguntar al respecto y temía y a la vez estaba segura de cuál iba a ser la respuesta.

Si no hubiese sido porque de verdad quería saber más detalles acerca del mar, tal vez hubiera seguido a Amira y a una de las mamíferas emplumadas al patio. La enderth tampoco era fan de estar rodeada de tanta gente en el mismo sitio, aunque lo cierto era que no le resultaba tan problemático como lo hubiese sido meses atrás. Sin duda la convivencia continua con otras once personas le había hecho adquirir experiencia en… bueno, en al menos no sentirse completamente abrumada. Decir que tenía dotes sociales era una afirmación demasiado arriesgada.

—Teniendo ese cochambroso río como referencia sospecho que la respuesta es sí —dijo tras Luci—. ¿O tenéis alguna buena noticia que compartir al respecto?

Ante el piropo de Iemai Kahlo se llevó la mano al pelo, escondiendo un mechón tras la oreja con una ligera sonrisa.

—Kradko… —reprendió a la clinger sin mucha convicción, aún con la sonrisa que procuró esconder tras la taza con un sorbo. Lo cierto es que le había hecho gracia y se había convertido en un pensamiento recurrente, pero estaba feo decirlo—. La verdad es que sí es sorprendente la cantidad de humanos que hay —prosiguió en voz más baja—. La Tierra debe de estar bien poblada.

Durante unos segundos atendió a todo y nada a la vez, permitiendo que sus oídos se centrasen en aquello que llamase su atención. Captó vagamente la descripción de Nerys de su hogar y las preguntas sobre el mar de la ciudad, lo cual abrió su curiosidad.
—¿Cómo es vuestro mundo, Iemai? —ya había roto el hielo con ella así que continuar la conversación sería sencillo.

Amira asintió ante las palabras de la cercana, aunque no sabía si creérselas. Probablemente no quisiera tener encima el foco por estar mal y estuviera poniendo una excusa, aunque teniendo en cuenta cómo era la ciudad, tampoco descartaba que hubiera dormido mal de verdad. Fuera como fuese, la francesa respetaba que Ulmara no quisiera decir más. Asintió ante su petición de salir y ella misma fue al patio tras la cercana, pues tampoco se sentía cómoda rodeada de gente y sus compañeros podían hablar con el resto de invitados.

Una vez fuera respiró hondo, algo menos agobiada. Las preguntas de Ulmara sobre la estatua le recordaron a su pesadilla. Tras la novedad de la estatua, no se había preguntado mucho más sobre Silente, pero ahora tenía dudas sobre cuál había sido su papel en la historia de Rocavarancolia, si había estado cuando se destruyó la ciudad, qué pensaba de todo lo que aquel lugar cruel hacía «Si tenía un puesto tan importante, seguro que lo apoyaba».
—Lo que pone en la placa solo: hicieron la torre en su memoria y fue Capitán del cuerpo de Espías, pero ya. Tampoco pone cuando murió ni nada, igual eso ayudaba a saber si este torreón es más nuevo de verdad —respondió a su pregunta. La verdad es que le hacía cierta gracia que hubieran vandalizado la estatua del otro torreón en algún momento y que no lo hubieran borrado aún, y no pudo contener una risilla.

Ulmara soltó un bufido que parecía una suerte de carcajada sarcástica. Amira tenía razón, un poco más de información en la dichosa plaquita les habría servido para ubicarse un poco en la temporalidad rocavarancolesa. A veces se preguntaba si los días duraban igual, si las semanas eran las mismas o qué nombre tendrían los días en este lugar, pero parecía ser poco importante, visto lo visto.

—Según los de arriba, se ve que no nos merecemos ni saber la fecha en la que nos muramos —respondió justo antes de suspirar. Los ojos se le volvieron a humedecer levemente y se los secó, frotándoselos para seguir con la farsa de su entereza. Decidió que tal vez era mejor volver a temas más mundanos—. ¿Qué tal es vuestro grupo? ¿Funcionáis bien?

Era pura curiosidad. En Séndar predominaban los humanos, y el frivy, a pesar de la diferencia entre los dos mundos, compartía cosas en lo referente a hábitos de sueño y comida. A Iemai y a ella no les había quedado más remedio que adaptarse un poco a esa mayoría y funcionaban bien a pesar de algunos roces. Sin embargo, este nuevo grupo era muy variado y se preguntaba si no habrían chocado más entre ellos hasta lograr organizarse.

Alec devolvió la sonrisa al frivy tras beber un sorbo de su propia taza de té. Por lo que contaba de su mundo parecía un lugar interesante y el escocés se preguntó si tendrían robots con lo que poder tener sexo. No dudaba de que los humanos terminarían desarrollando aquella vía en algunos años.

-Vaya, vuestro tiempo de descanso suena mejor que el nuestro. No me habría importado nada cambiar uno por otro - comentó con una mirada significativa y una sonrisa pícara.

>>¿Escocia? Verde, húmeda y con el mejor alcohol terrestre - rió.- Bromas a parte yo vivo en una granja, rodeada de campos de labranza, animales y colinas que estaban verdes casi todo el año. Cerca hay un pueblo grande donde vamos a clase mis hermanos y yo, también es donde vive mi mejor amigo. Es un lugar tranquilo, silencioso cuando te acostumbras al sonido de los animales. Supongo que debe ser muy distinto a una ciudad enorme donde por la noche se celebran orgías - repuso con una sonrisa.- ¿Tenéis la ciudad dividida por sectores o la tenéis organizada de otra forma? - preguntó más por no finalizar la conversación con Nery´s que por tener verdadera curiosidad.

Se acercó un poco más al frivy con la excusa de apoyar la espalda contra la pared.

Luci hizo una mueca cuando le confirmaron que, como el resto de la ciudad, el mar era feo y estaba lleno de monstruos. Ya no tenía muchas ganas de visitarlo.

Asintió efusivamente al comentario de Chromsa. Adam era muy valiente y muy fuerte y se alegraba de que no se lo hubiesen comido en su primer día. La risa del chico enorme de pelo platino le distrajo y le pareció oír la palabra orgía en su conversación, lo que llamó su atención rápidamente. Puso la oreja, pero Alec estaba describiendo su hogar como ya había oído un montón de veces, así que perdió el interés. Quería oír datos nuevos, no viejos.

Kradko y Kahlo se unieron a su grupito trayendo a una de las chicas emplumadas con ellas. ¿Iemai era su nombre? Daba igual, el caso es que la varmana le había preguntado por su mundo y él quería enterarse. ¿Tendrían todos la piel oscura o serían variados como en la Tierra? Cogió otra galleta y la mojó en el té para que se ablandase antes de darle un mordisquito.

Adam pudo ver desde el rabillo del ojo que Alyssa lo siguió. Estuvo alegre por ella, observando que ya no predominaba tanto esa faceta insegura y en sus adentros aplaudió su valentía al querer seguirlo. En parte se veía reflejado en ella, como cuando llegó el primer día y no hacía más que sentirse avergonzado e inseguro. No fue fácil pero logró quitar gran parte de esos sentimientos y ser más cercano con personas nuevas, acercándose mucho más a su antigua faceta extrovertida.

Sin embargo, los elogios de Chromsa apoyados por la afirmación de Luci hicieron que Adam se sintiese verdaderamente halagado por ello entrelazando sus dedos algo nervioso. No quiso sentirse así de bien por cometer lo que él consideró una imprudencia pero… realmente qué más daba.

—No, no. A eso no lo llamaría ser valiente —negó con modestia expresando su ligera sonrisa de todo menos rechazo por los halagos.

Después dirigió su mirada a Kradko y a Kahlo. Estaban soltando una incógnita sobre la que él podría dar una respuesta, o al menos intentarlo.

—Bueno, por lo que sé en la Tierra hay algunos países con demasiada población. Pero no me hagas mucho caso tampoco sé demasiado sobre esos temas —respondió a Kahlo recalcando ser algo ignorante del tema.

Adam recibió una pregunta de Chromsa. Miró algo pensativo a Alyssa, sabía perfectamente lo que es pero, ¿explicar exactamente qué es un televisor? Escuchó de todos cuando llegó al torreón sobre sus mundos y un poco sobre ellos y el ochrorio no fue la excepción. Tampoco se puede permitir explicarlo como si fuese algo de todos los días. Inconscientemente se acercó un poco a su amigo para explicarlo, tomando asiento donde pudo.

—Mira Chromsa. En nuestro mundo, los televisores son como unas… cajas que puedes “encender” enchufándolas a una fuente de energía que llamamos electricidad —comenzó a explicar intentando ser lo más claro posible—. Y lo que puedes hacer con los televisores es ver en ellos a través de la pantalla que tienen —siguió explicando simulando tener un televisor en sus manos, indicando con su palma la parte imaginaria donde está la pantalla—, y se pueden ver, por ejemplo, otras personas dando las noticias de lo que pasa en todo el mundo y muchas más cosas. Bueno, eso es un televisor o por lo menos uno de la Tierra, perdona si ha sido algo lioso es que es tan normal para mí que no sé ni explicarlo—terminó mirando a Chromsa algo nervioso, esperando haber logrado que lo entendiese.

A su alrededor parecían estar hablando del mar de Rocavarancolia y diferencias culturales, pero Iemai había terminado conversando con Kradko y Kahlo antes de incorporarse en la conversación general. El insecto gigante se había acercado a ella al escuchar su nombre, y por su actitud no parecía demasiado madura. Iemai estaba segura de que aún era una niña.
—En nuestro torreón también hay bastantes humanos —les dijo, y añadió específicamente para Kradko—: Es lo más frecuente en muchísimos mundos, ¿no os lo parece? Los cercanos no somos mamíferos y aun así nos parecemos muchísimo a los humanos, frivys y muchos otros.

La varmana le preguntó por su propio mundo, y fue entonces cuando se dio cuenta de que no veía a Ulmara por ningún lado. «¿Adónde habrá ido?» se preguntó.
—Verde, pero cubierto de niebla espesa casi todo el tiempo —respondió. Aquella era la parte fácil, pero no sabía cómo afrontar las partes más chocantes de la Cercanía, y tal vez se la notaba vacilar ligeramente. Decidió que no era buena idea hablar sobre los lejanos en un primer encuentro, tras haber visto las reacciones de sus compañeros en el pasado—. Nuestro mundo es… mágico, supongo que esa es la forma más fácil de decirlo. No me refiero solo a que la magia sea algo normal en nuestro mundo, que lo es, aunque no todos pueden usarla. Me refiero a que pasan cosas que, para muchos de vosotros, no tienen sentido. No es tan sorprendente como Rocavarancolia, de todas formas —añadió con una sonrisa de disculpa por ser tan imprecisa—. ¿Qué hay de vuestros mundos?  —preguntó mirando a quienes la estuviesen escuchando en aquel momento. Algunos ya habían estado comentando cosas de su cultura, pero la cercana se había unido demasiado recientemente a la conversación grupal para hacer preguntas concretas. En realidad deseaba cederle el foco de la conversación a otro cuanto antes.

Kolja agradeció con un asentimiento que Nerys le dejase examinar las armas que había traído, sin embargo antes de que pudiese hacerlo Alec se acercó con una taza de té para su invitado. En un primer momento no comprendió la mirada que el escocés le lanzó, pero entonces se giró para mirar al frivy, al atractivo frivy, y los engranajes de su cerebro llegaron a una conclusión. La verdad es que a él no le interesaba de esa forma, así que Alec podía haberse ahorrado la mirada, pero claro, nunca habían hablado de esos temas entre ellos, de hecho era una sorpresa que a Alec si le interesase de aquella forma.

Pero bueno, a él le daba igual, cada cual a lo suyo, así que se encogió de hombros y sin decir nada se acercó a la esquina en las que estaban apoyadas las armas. Como sospechaba, la misma aleación de metal que las suyas, chapucera por decir poco, y en el mismo estado de desgaste. No sabía si tenían a alguien que entendiese de armas medievales en su torreón, desde luego el frivy seguramente no, a juzgar por la descripción de su mundo, más avanzado tecnológicamente que la Tierra, pero esperaba que por lo menos les estuviesen dando unos cuidados mínimos.

Volvió a donde Nerys cuando hubo comprobado el estado del equipo que había traído. Alec y el todavía estaban juntos, charlando, pero bueno, no es como si fuese a lanzarse a su entrepierna, así que no dudo en acercarse para hablar con el invitado.

-Si, lo que pensaba, son iguales a las que tenemos aquí- mencionó cuando estuvo lo suficientemente cerca.- Sin embargo, hay algunas cosas que si pueden arreglarse, un par de cosas menores que puedo aquí, sin una forja. Si quieres puedes llevarte algunas de las armas que he arreglado y dejas estas aquí, un intercambio para no ir vaciando la armería de un solo torreón- propuso.

-Pero bueno, eso podemos hacerlo más tarde, voy a ir a por un par de las galletas de Luci, que no he podido desayunar nada con la mañana tan ajetreada que hemos tenido.- se autocontestó, no queriendo llevarse al frivy y que luego Alec se lo echase en cara. No estaba de humor para discusiones, con la maldita pesadilla todavía tan reciente.

Así que allí se fue, a por las galletas, casi babeando.

A Kradko le divirtieron las reacciones de los demás a su broma. También le pareció que la explicación de Iemai sobre su mundo le pareció muy confusa, pero a la vez fascinante.

—¿Es mágico? —Preguntó sorprendida.

Sentía curiosidad sobre las implicaciones que podía tener aquello, sobre todo porque lo tomó literalmente. Había visto y experimentado la magia, claro. ¿Pero un mundo mágico? En su cabeza se figuró imágenes de llamas conjuros flotando por ahí y cosas como cercanos siendo de pronto empujados por hechizos de impacto salidos de la nada. Se rio un poco por lo bajo antes de responder.

—¡Pues yo vengo de Dryfus! Es un mundo muuuy grande en el que vivimos los clinger y también algunos enderth… Los enderth son como Lethe, ¿sabéis? Pero hay muy poquitos. ¡Así que venimos del mismo mundo! Hay también reptiles gigantes asesinos muuuy peligrosos pero las ciudades son seguras.

A Kahlo se le abrieron los ojos como platos cuando Iemai dijo que no eran mamíferos como había creído. Ella y Ulmara eran bastante más bonitas que un pájaro desplumado como para ser aves, pero era la única alternativa lógica que se le ocurría. Después de todo si iban a ser más próximas a Lethe. Le hubiera gustado saber más sobre ello pero le daba apuro ser cotilla e incomodarla con asuntos así. Además, con la descripción de su hogar ya tenía bastante chicha.

—¿Es mágico? —preguntó casi al son de Kradko. Eran pocos los mundos mágicos de los que sabía, como Ochroria o Daelicia, así que siempre suponía una sorpresa. No tenía ni idea de cómo funcionaba eso y cada vez lo tenía menos claro: que algunos pudieran hacer magia a pesar de no existir en su lugar de origen era por la influencia de la Luna, pero, ¿y en los otros? Se quedó algo ida mientras Kradko respondía, conectando nuevamente con la mención de “reptiles gigantes asesinos” que le hizo fruncir el ceño—. Yo soy de Varmania… es menos salvaje que Dryfus —pensó en los enormes insectos de su mundo, pero se los ahorró con una risa silenciosa—. Se vive bien, en ciudades muy bonitas y grandes. Hay muchísima vida, todo es muy verde y… bueno, no se parece en nada a esto —sonrió con pesar, señalando con un movimiento de cabeza su alrededor. Siempre que pensaba en su mundo se le encogía el pecho y no tenía la cabeza para describirlo mejor—. No hay magia como la que podemos hacer aquí, pero sí tecnología. ¿Tú podías hacer magia en el tuyo?

El ochrorio se alegró de que sus sospechas fueran ciertas y escuchó la explicación de Adam. Al menos lo intentó, porque le costaba imaginarse algunas de las cosas que decía el terrestre. No es que lo viera imposible, al fin y al cabo después de llegar a Rocavarancolia podía creerse casi cualquier cosa, pero no conseguía entender todas esas ideas juntas. Con esfuerzo y sin centrarse en los términos más difíciles dijo: -Entonces... ¿Es cómo un cuadro en el que puedes ver cualquier parte de La Tierra? Suena muy interesante.- Puede que sin haber visto algo similar en su vida tuviera las expectativas más altas de lo que cabría esperar, pero al ochrorio le encantaría comprobar cómo funcionaba un televisor. De momento, no parecía que fuera a ser posible.

Kahlo, Lethe y una de las invitadas, Iemai, se unieron al grupo y comenzaron a hablar de sus mundos. Al parecer el planeta de la cercana era muy mágico y neblinoso. -Me imagino que vosotros estaréis acostumbrados a tanta niebla, aunque tiene que ser un poco tedioso tener que convivir con tanta. Aun así, tiene que ser bastante interesante poder ver un lugar así.- Aquellos sucesos de los que hablaba lo desconcertaban. ¿Tan raros eran?

De la descripción de Dryfus no podía sacar una imagen mental a excepción de que lo habitaban clingers como Kradko, muy pocos como Lethe (cosa que ya pudo comprobar el día que conocieron a Kirés) y lagartos gigantes que teniendo en cuenta la experiencia no quería ni imaginarse. En cambio Varmania parecía un mundo mucho más acogedor. No podía saber como de avanzada era su tecnología, pero el abundante verdor le encantaba. Si por algún casual de la Acromía podía ir a los mundos del resto de sus compañeros, estaba apuntando que lugares visitaría seguro.

-Yo vengo de Ochroria. Es un mundo también con bastantes plantas, aunque suelen estar cerca de los ríos ya que el resto de la tierra es bastante árida. Diría que es más colorido que esta ciudad, aunque para algunos de mi mundo sería igual. Es una cosa especial de Ochroria, los colores que se perciben y la nitidez varían para cada uno. Según la Iglesia tiene que ver con cómo de cerca estamos de la Acromía.- respondió a la pregunta de la cercana.

Por supuesto que no. No había buenas noticias algunas en aquel lugar podrido. El mar que describían era tal y como había imaginado tras ver el putrefacto río.
—Prefieren sacar el pescado de otros mundos antes que sanear sus aguas para poder tener fauna marina de calidad —negó con la cabeza en dirección a la mesa: parecía que estaba hablando más consigo misma que con los demás—. Menudos merluzos.

La enderth refunfuñaría por lo bajini un poco más, pero el resto parecía estar mucho más interesado en la charla acerca de los mundos de cada uno. De todas formas si algo le llamó la atención fue el descubrir que se había equivocado con Iemai y la otra emplumada: no eran mamíferas. ¿Se habría llevado la misma impresión errónea con el tipo que le drogó? Bueno, qué más daba. Era un mamífero de espíritu de todas formas, siendo así de chalote.

—Ya habéis oído a Kradko: Dryfus es un planeta poco amable. No tiene nada que envidiar a este vertedero en ese aspecto, en realidad. Aparte de los reptiles gigantes hay muchas otras criaturas, igual de enormes y peligrosas. Los volcanes no son mucho más mansos tampoco… —Hizo una pausa, pensando qué más podía contar acerca de su mundo natal—. Los clinger arbóreos viven en árboles de proporciones similares también, que por lo que parece en vuestros mundos suelen ser más bien pequeños. Ella y yo somos de zona costera, no obstante. Por suerte, porque los arbóreos son terriblemente cerrados de mente, si me preguntáis.

Al final había hablado más de lo que pretendía, pero una vez empezó se dio cuenta de que podía contar bastantes cosas sobre Dryfus que posiblemente resultarían infrecuentes para los demás.

“¡Oye a mí no me mires, que yo tampoco sé!”

Eso fue lo que pensó Alyssa cuando Adam la miró después de que Chromsa les preguntara por el tema del televisor, y también habría querido decirlo en voz alta pero no iba a hacerlo en público. Lo único que pudo hacer es encogerse de hombros hacia el ruso con todo el disimulo que pudo.  
Encima la descripción que el ruso terminó por darle a Chromsa era… ¿Incorrecta? Aquello estaba siendo muy extraño para ella. Por un lado no le parecía que describiera bien lo que eran, pero cada vez que intentaba pensar en una explicación mejor… no le salía nada más
complejo que “artefactos donde se ven cosas”.
–Ehhm... algo así  –acabó respondiendo a Chromsa al final, por no quedarse callada todo el rato.
>>Imagínate lo que has dicho del cuadro, pero con  imágenes en movimiento así en general. Lo que se puede ver y el cómo… no sabría explicarlo de una forma que tenga sentido, la verdad –respondió, empezando a sentirse incómoda otra vez. –Esto sería mucho más fácil enseñarlo que decirlo, la verdad, pero tampoco podemos hacer eso.

Kahlo se unió al grupo con otra de las invitadas, la cual empezó a hablar un poco de su mundo. Le llamó mucho la curiosidad la forma en la que lo describió, y quería saber a qué se refería con que era “mágico” y a que pasaban cosas que no tenían sentido, pero no entró en detalle y la humana no se atrevió a preguntar. Con un poco de suerte alguien lo haría por ella ya que tanto Kradko como Kahlo parecían interesadas también.

Los de su torreón hablaron también de sus mundos, aunque nada que ella no supiera ya, salvo por un detalle: Aquella fue la primera vez que Alyssa notó a Lethe hablar abiertamente mal de algo de su mundo que no fueran sus peligros, pero pasó muy rápido. ¿Arbóreos había dicho?

–¿Cerrados de mente? ¿A qué te refieres? –Creía que lo había pensado, pero en seguida se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta, y se arrepintió casi al instante de abrir la boca. En realidad no había nada malo en preguntar aquello y lo de arrepentirse venía más de los miedos irracionales de Alyssa. Lethe era alguien que la intimidaba, aunque no estaba muy segura de por qué, así que no se llevaban mucho. De hecho, aquella podía ser la primera vez que la humana le preguntaba algo directamente.

Para Amira era obvio que la cercana no estaba tan bien como quería dejar ver, pero no iba hacerla sentir incómoda preguntándole más al respecto. Prefería dejarla que siguiera procesando sus sentimientos por ella misma.

—Lo que no entiendo es cómo no les han guillotinado ya —se encogió de hombros. Los ciudadanos que habían conocido tampoco parecían precisamente enfadados con la situación, aunque les habían traído aquí como a ellos. Ella nunca compartiría esa complicidad, era algo que tenía claro.

>> Sí, bueno. A veces hay algún roce, pero supongo que es lo normal. ¿Vuestro grupo que tal? Parecéis ser de mundos muy variados…—le hubiera gustado soltar que los roces eran por Kolja, pero hablar mal de él a sus espaldas, y a gente de otro torreón, no era algo que le pareciese bien. Ya tenían a Lethe para decirle a la cara lo que pensaban, no tenían que airear sus problemas fuera del torreón— ¿O también hay un montón de humanos y poca gente de otros sitios? — creía que lo habían dicho, pero no lo recordaba, así que prefería un recordatorio.