Torreón Silente

Recuerdo del primer mensaje :

Magia:

Luci estaba concentrado principalmente en poner un pie delante del otro. Se mantenía lejos de la cabeza del grupo y lejos de la cola, pues tenía miedo tanto de ser el primero en enfrentarse al paisaje como de quedarse rezagado. Aparte de sus pasos también prestaba atención a las tres personas que le habían dirigido la palabra, asegurándose de tener al menos una a su alcance en todo momento. El daeliciano necesitaba nuevos referentes a los que aferrarse.

En cuanto a la fealdad de la ciudad, Luci hacía grandes esfuerzos por ignorarla. La zona por la que avanzaban parecía cada vez más y más ruinosa y los pocos edificios que se tenían en pie eran verdaderas abominaciones. Entre semejante escombrera no tardaron en ver una torre alzarse, claramente nueva y en buenas condiciones pero igualmente horrenda en sus términos estéticos. Por mucho que lo deseara no le quedaba más remedio que aceptar que ese era el posible refugio que había divisado la persona emplumada pues no había ningún otro sitio donde meterse. Se le escapó un gemido lastimero.

La torre (o más bien torreón) era altísima, de piedra gris y salpicada de diminutas ventanitas que auguraban un interior oscuro y frío. El único adorno que tenía era un ¿reloj? Parecía un reloj pero Luci no era capaz de interpretar la hora que marcaba. Tenía un puente sujeto por cadenas sobre un foso. Al acercarse el pelirrosa comprobó con alivio que no había huesos en él aunque olía terriblemente mal. << ¿Es que todo en esa ciudad es desagradable?>> pensó angustiado, cubriéndose la nariz con el cuello del pijama. No sería el primero en entrar, pero tampoco el último, simplemente seguiría al grueso del grupo a pasitos inseguros.

A Kahlo se le abrieron los ojos como platos cuando Iemai dijo que no eran mamíferos como había creído. Ella y Ulmara eran bastante más bonitas que un pájaro desplumado como para ser aves, pero era la única alternativa lógica que se le ocurría. Después de todo si iban a ser más próximas a Lethe. Le hubiera gustado saber más sobre ello pero le daba apuro ser cotilla e incomodarla con asuntos así. Además, con la descripción de su hogar ya tenía bastante chicha.

—¿Es mágico? —preguntó casi al son de Kradko. Eran pocos los mundos mágicos de los que sabía, como Ochroria o Daelicia, así que siempre suponía una sorpresa. No tenía ni idea de cómo funcionaba eso y cada vez lo tenía menos claro: que algunos pudieran hacer magia a pesar de no existir en su lugar de origen era por la influencia de la Luna, pero, ¿y en los otros? Se quedó algo ida mientras Kradko respondía, conectando nuevamente con la mención de “reptiles gigantes asesinos” que le hizo fruncir el ceño—. Yo soy de Varmania… es menos salvaje que Dryfus —pensó en los enormes insectos de su mundo, pero se los ahorró con una risa silenciosa—. Se vive bien, en ciudades muy bonitas y grandes. Hay muchísima vida, todo es muy verde y… bueno, no se parece en nada a esto —sonrió con pesar, señalando con un movimiento de cabeza su alrededor. Siempre que pensaba en su mundo se le encogía el pecho y no tenía la cabeza para describirlo mejor—. No hay magia como la que podemos hacer aquí, pero sí tecnología. ¿Tú podías hacer magia en el tuyo?

El ochrorio se alegró de que sus sospechas fueran ciertas y escuchó la explicación de Adam. Al menos lo intentó, porque le costaba imaginarse algunas de las cosas que decía el terrestre. No es que lo viera imposible, al fin y al cabo después de llegar a Rocavarancolia podía creerse casi cualquier cosa, pero no conseguía entender todas esas ideas juntas. Con esfuerzo y sin centrarse en los términos más difíciles dijo: -Entonces... ¿Es cómo un cuadro en el que puedes ver cualquier parte de La Tierra? Suena muy interesante.- Puede que sin haber visto algo similar en su vida tuviera las expectativas más altas de lo que cabría esperar, pero al ochrorio le encantaría comprobar cómo funcionaba un televisor. De momento, no parecía que fuera a ser posible.

Kahlo, Lethe y una de las invitadas, Iemai, se unieron al grupo y comenzaron a hablar de sus mundos. Al parecer el planeta de la cercana era muy mágico y neblinoso. -Me imagino que vosotros estaréis acostumbrados a tanta niebla, aunque tiene que ser un poco tedioso tener que convivir con tanta. Aun así, tiene que ser bastante interesante poder ver un lugar así.- Aquellos sucesos de los que hablaba lo desconcertaban. ¿Tan raros eran?

De la descripción de Dryfus no podía sacar una imagen mental a excepción de que lo habitaban clingers como Kradko, muy pocos como Lethe (cosa que ya pudo comprobar el día que conocieron a Kirés) y lagartos gigantes que teniendo en cuenta la experiencia no quería ni imaginarse. En cambio Varmania parecía un mundo mucho más acogedor. No podía saber como de avanzada era su tecnología, pero el abundante verdor le encantaba. Si por algún casual de la Acromía podía ir a los mundos del resto de sus compañeros, estaba apuntando que lugares visitaría seguro.

-Yo vengo de Ochroria. Es un mundo también con bastantes plantas, aunque suelen estar cerca de los ríos ya que el resto de la tierra es bastante árida. Diría que es más colorido que esta ciudad, aunque para algunos de mi mundo sería igual. Es una cosa especial de Ochroria, los colores que se perciben y la nitidez varían para cada uno. Según la Iglesia tiene que ver con cómo de cerca estamos de la Acromía.- respondió a la pregunta de la cercana.

Por supuesto que no. No había buenas noticias algunas en aquel lugar podrido. El mar que describían era tal y como había imaginado tras ver el putrefacto río.
—Prefieren sacar el pescado de otros mundos antes que sanear sus aguas para poder tener fauna marina de calidad —negó con la cabeza en dirección a la mesa: parecía que estaba hablando más consigo misma que con los demás—. Menudos merluzos.

La enderth refunfuñaría por lo bajini un poco más, pero el resto parecía estar mucho más interesado en la charla acerca de los mundos de cada uno. De todas formas si algo le llamó la atención fue el descubrir que se había equivocado con Iemai y la otra emplumada: no eran mamíferas. ¿Se habría llevado la misma impresión errónea con el tipo que le drogó? Bueno, qué más daba. Era un mamífero de espíritu de todas formas, siendo así de chalote.

—Ya habéis oído a Kradko: Dryfus es un planeta poco amable. No tiene nada que envidiar a este vertedero en ese aspecto, en realidad. Aparte de los reptiles gigantes hay muchas otras criaturas, igual de enormes y peligrosas. Los volcanes no son mucho más mansos tampoco… —Hizo una pausa, pensando qué más podía contar acerca de su mundo natal—. Los clinger arbóreos viven en árboles de proporciones similares también, que por lo que parece en vuestros mundos suelen ser más bien pequeños. Ella y yo somos de zona costera, no obstante. Por suerte, porque los arbóreos son terriblemente cerrados de mente, si me preguntáis.

Al final había hablado más de lo que pretendía, pero una vez empezó se dio cuenta de que podía contar bastantes cosas sobre Dryfus que posiblemente resultarían infrecuentes para los demás.

“¡Oye a mí no me mires, que yo tampoco sé!”

Eso fue lo que pensó Alyssa cuando Adam la miró después de que Chromsa les preguntara por el tema del televisor, y también habría querido decirlo en voz alta pero no iba a hacerlo en público. Lo único que pudo hacer es encogerse de hombros hacia el ruso con todo el disimulo que pudo.  
Encima la descripción que el ruso terminó por darle a Chromsa era… ¿Incorrecta? Aquello estaba siendo muy extraño para ella. Por un lado no le parecía que describiera bien lo que eran, pero cada vez que intentaba pensar en una explicación mejor… no le salía nada más
complejo que “artefactos donde se ven cosas”.
–Ehhm... algo así  –acabó respondiendo a Chromsa al final, por no quedarse callada todo el rato.
>>Imagínate lo que has dicho del cuadro, pero con  imágenes en movimiento así en general. Lo que se puede ver y el cómo… no sabría explicarlo de una forma que tenga sentido, la verdad –respondió, empezando a sentirse incómoda otra vez. –Esto sería mucho más fácil enseñarlo que decirlo, la verdad, pero tampoco podemos hacer eso.

Kahlo se unió al grupo con otra de las invitadas, la cual empezó a hablar un poco de su mundo. Le llamó mucho la curiosidad la forma en la que lo describió, y quería saber a qué se refería con que era “mágico” y a que pasaban cosas que no tenían sentido, pero no entró en detalle y la humana no se atrevió a preguntar. Con un poco de suerte alguien lo haría por ella ya que tanto Kradko como Kahlo parecían interesadas también.

Los de su torreón hablaron también de sus mundos, aunque nada que ella no supiera ya, salvo por un detalle: Aquella fue la primera vez que Alyssa notó a Lethe hablar abiertamente mal de algo de su mundo que no fueran sus peligros, pero pasó muy rápido. ¿Arbóreos había dicho?

–¿Cerrados de mente? ¿A qué te refieres? –Creía que lo había pensado, pero en seguida se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta, y se arrepintió casi al instante de abrir la boca. En realidad no había nada malo en preguntar aquello y lo de arrepentirse venía más de los miedos irracionales de Alyssa. Lethe era alguien que la intimidaba, aunque no estaba muy segura de por qué, así que no se llevaban mucho. De hecho, aquella podía ser la primera vez que la humana le preguntaba algo directamente.

Para Amira era obvio que la cercana no estaba tan bien como quería dejar ver, pero no iba hacerla sentir incómoda preguntándole más al respecto. Prefería dejarla que siguiera procesando sus sentimientos por ella misma.

—Lo que no entiendo es cómo no les han guillotinado ya —se encogió de hombros. Los ciudadanos que habían conocido tampoco parecían precisamente enfadados con la situación, aunque les habían traído aquí como a ellos. Ella nunca compartiría esa complicidad, era algo que tenía claro.

>> Sí, bueno. A veces hay algún roce, pero supongo que es lo normal. ¿Vuestro grupo que tal? Parecéis ser de mundos muy variados…—le hubiera gustado soltar que los roces eran por Kolja, pero hablar mal de él a sus espaldas, y a gente de otro torreón, no era algo que le pareciese bien. Ya tenían a Lethe para decirle a la cara lo que pensaban, no tenían que airear sus problemas fuera del torreón— ¿O también hay un montón de humanos y poca gente de otros sitios? — creía que lo habían dicho, pero no lo recordaba, así que prefería un recordatorio.

Ulmara agradeció la no insistencia sobre su propio estado de ánimo, al final todo lo que necesitaba era distraerse un poco. De hecho, la respuesta de Amira fue suficiente para que la cercana soltara una carcajada sonora y le devolivera un gesto de entendimiento, asintiendo con la cabeza.

—A nosotros nos pasa igual, estamos bastante bien considerandolo todo —en ese instante pensó en las bajas que habían sufrido en Maciel por tan solo tener al enemigo en casa.

>>Somos un grupo con mucho carácter y, aunque nos entendemos cada vez mejor, cada día es una nueva oportunidad para picarse con algo —reconoció. Le habría gustado añadir que a veces disfrutaba de los piques, pero decidió que era mejor omitirlo. Por si acaso—. El grupo que hemos venido engaña un poco, todos los que se han quedado en el torreón son humanos como tú, salvo por uno. Aunque si no supiese un poco de vosotros, algunos podríais pasar por especies diferentes. ¿Cómo puede ser que seáis tan variados físicamente? —era una pregunta retórica, aunque lo único que podía ser indicativo de ello es que Ulmara realizó una nueva pregunta—. ¿Cómo es... Kratko? ¿Kradko? Me llama mucho la atención.

De todas las especies que conocía, era la única que le habría parecido 100% extraplanar desde el principio. Probablemente la habría considerado un monstruo si no se la hubiera encontrado en un ambiente amistoso como este. Así, lo que sentía era una inmensa curiosidad.

Luci no pudo entender qué rayos era un televisor, ni con la explicación de Adam ni con la de Alyssa. Por suerte los tenía a mano para interrogarles más a fondo en cualquier momento, cosa que no ocurría con Iemai. Su mundo era mágico, decía ¡Mágico! Por como lo describió, el daeliciano no sabía si era un lugar hermoso o terrorífico. También se preguntó qué habría llevado a Iemai a aceptar ir a Rocavarancolia si ya había magia en su mundo. << Puede que fuera todo cosa del humo verde >> pensó.

-Mi mundo no se parece en nada a este -explicó cuando le llegó el turno de palabra -Aquí todo es gris y descolorido y todo huele mal y es feo. En mi mundo los colores son más… vivos, todo es más armónico. Mi ciudad estaba cubierta de nieve casi todo el año, las calles estaban siempre limpias y había música en las plazas y olía a comida y…

De pronto se sintió triste. No, su mundo no se parecía en nada a Rocavarancolia, ni a ningún otro.

-¿Lo echas de menos? -Se arrepintió al instante de haber hecho esa pregunta. No quería arruinar el ambiente con temas deprimentes -¡Lo siento! -dijo tapándose la boca con las manos – Olvida eso. Cuéntanos más cosas de tu mundo, porfa.

—Ehhh… —Adam se quedó algo bloqueado y confuso ante la respuesta de Chromsa, el cual se hubiese prolongado bastante más si no fuese por la intervención de Alyssa—. Uhh… ¡Sí! Algo así de ese estilo, si —opinó el ruso, echando mucho en falta el tener un diccionario para poder definir un televisor en condiciones.

Con su cabeza apoyada en su mano escuchó a Iemai. Aquella mujer pájaro dijo proceder de un mundo mágico. Sonaba tan fantástico, un mundo con magia.

—De la Tierra seguro que ya te han contado —supuso al ver que los humanos tampoco escaseaban en el grupo de los sendarios—. Y... creo que el tuyo parece mucho más interesante que el mío —añadió algo cortado, indicando con sutileza lo mismo que Luci de invitar a Iemai que contase un poco más.

Iemai pensó que tal vez no había sido buena idea resumir las extrañezas de su mundo sin dar detalles. Aquello solo había espoleado más la curiosidad de los demás. Sin embargo, disfrutó bastante escuchándoles. Cada vez que había oído a otros hablar de su mundo de origen desde que llegó a la ciudad hacía meses, se había dedicado a observar su expresión con cautela, capturando la nostalgia y los buenos recuerdos que iluminaban o ensombrecían sus miradas, como si estos pudiesen sacarles de Rocavarancolia temporalmente. No todos evocaban buenos recuerdos, como le pasaba a ella misma, y era por eso que le gustaba, de alguna manera, sentirse partícipe en la nostalgia de los demás. Tal vez así podía evocar sus propios, aunque escasos, buenos recuerdos.

En aquella ocasión no fue diferente, y aunque Iemai quería ser cordial y hacerles preguntas, había demasiados interlocutores que, además, le habían hecho a ella sus respectivas preguntas debido a su historia a medias.
—La verdad… —Vaciló ligeramente al intentar responder a Luci. El daeliciano había dicho que no tenía por qué contestar, así que ella le sonrió de vuelta tranquilizadoramente y procedió a intentar aclarar el tema de la magia, probablemente en lo que el resto tenían más interés. Le resultaba más fácil fingir que su vacilación se debía a que la nostalgia era insoportable, más que recordar el hecho de que ya no tenía un lugar al que volver—. Supongo que puedo hablaros un poco más de la magia en la Cercanía. Para mí era normal que la magia estuviese en todas partes, hasta que llegué aquí y oí hablar de otros mundos donde ni siquiera la conocen. Me refiero a cosas como que los animales puedan vivir flotando en la niebla… como las tortugas y las pirañas. Siempre me ha parecido natural —comentó con una pequeña risa. No lo estaría comentando de no ser por las reacciones que había cosechado la misma historia en el pasado—. Yo nunca he podido hacer magia, ni conocí en persona a nadie que pudiese, pero los que la hacían podían iluminar las ciudades, invocar criaturas de otros planos, domar animales peligrosos o, incluso, ver el futuro.
»Pero a mí también me gustaría haceros preguntas —dijo entonces—. Por ejemplo, ¿qué es realmente la acromía? —Se dirigió al Ochrorio primero, con curiosidad.

Kahlo escuchó pacientemente las descripciones de sus compañeros. Aunque ya conocía de oído sus mundos le gustaba enterarse de detalles nuevos, como una niña que oye el mismo cuento con cada vez más añadidos, pero por supuesto el plato fuerte era el mundo de Iemai, un capítulo nuevo. Los ojos se le fueron abriendo más y más a cada trozo de información: animales que flotan sin agua, videntes e invocadores. Puede que en Rocavarancolia hubiera murciélagos en llamas, pero eso no compensaba todo lo feo que le sobraba. Dejó la taza en la mesa con el rostro iluminado de la emoción. A su yo pasado le habría echado para atrás saber de gente capaz de invocar criaturas desconocidas, pero su visión de las cosas había cambiado con sus propias capacidades mágicas. Seguía habiendo un factor desconocido en todo ello, pero ahora lo consideraba una luz a la que acudir tentada y no asustada.

—Es una pena, ¡poderes así tienen que ser toda una ventaja en este sitio! —dijo con aire ensoñador mientras volvía a apoyar la espalda en su asiento, pues había inclinado el cuerpo hacia delante para escuchar mejor a Iemai. Aún no se explicaba como era que viniendo de un mundo mágico la cercana no pudiera hacer magia pero ella sí, a pesar de que en Varmania no hubiera tal cosa. Sin embargo estaba demasiado ensmismada para darle vueltas en detalle y, después de todo, nadie comprendía con exactitud la Luna—. Me encantaría verlo… —sus ojos vagaron en el contenido de su taza un instante antes de devolverlos a sus compañeros—. Me encantaría ver todos vuestros mundos. Puede que Drifus menos… —añadió en tono dubitativo aposta y luego rio suavemente.

Lo decía con toda sinceridad. Ochroria, Daelicia, la Tierra que “conocía” relativamente bien gracias a Amira y los libros de Crepúsculo… cada uno tenía sus propios imanes para ella.

Compartía por los demás la curiosidad por cómo eran los propios. Mundos de origen e infancias tan diversas les daban perspectivas totalmente distintas, hasta Kradko veía eso claro. Incluso Lethe tenía una visión bastante menos amable de su propio planeta. Sí, su planeta tenía sus peligros, pero tampoco lo compararía a Rocavarancolia. ¡No era lo peor, ni mucho menos! De hecho, causó hasta una pregunta de Alyssa que la clinger no dudó en atajar con sus propias impresiones.

—¡Sí! Son como… Que están todo el día trabajando y obsesionados con que todo tiene que ser productivo y útil, incluso ellos mismos. Solo trabajan y duermen y comen comida sencilla… ¡No tienen pez enrocado con lentrekas! Casi no comen pescado porque viven en árboles. ¿Te puedes creer?

»¡Pero eh! Que Dryfus también es un planeta con cosas bonitas y guays… ¡Y hay comida muy rica! —Remató. No se le había escapado el comentario de Kahlo.

Todos ofrecían sus propias impresiones y artilugios sobre sus planetas. Siempre sintió curiosidad por todos, pero especialmente por lo que contaba Luci sobre los colores en su mundo. Por lo que entendía del resto, sus planetas eran similares a Dryfus en ese sentido. ¿Qué es lo que haría Daelicia tan distinta en ese aspecto? Creía recordar que alguna vez ya le preguntó sobre eso. Por supuesto, el planeta de Iemai también le despertaba una gran curiosidad.

—Ualaaa. ¿Peces y tortugas que flotan? Suena raro, pero… ¿Te imaginas pescar un pez con la mano? ¡Lethe, ni siquiera tendrías que usar una caña!

Sobre la "televisión" no iba mal desencaminado por las respuestas de Adam y Alyssa, aunque esta última había incluido que las cosas que salían por ese artilugio no solo eran estáticas. -(¿Entonces puedes ver que está haciendo cualquier ser en La Tierra? Que interesante.- pensó. Aquel artilugio tenía pinta de ser muy útil, pero a su vez también eliminaba cualquier rastro de privacidad, ¿no?

Siguieron hablando de los mundos de los que venían. Lethe añadió un poco de información sobre Dryfus que seguía sin sonar más esperanzador, aunque lo de que hubiera árboles enormes le llamaba mucho la atención. Por supuesto que en el bosque cercano a su casa en Ochroria había visto algún árbol más grande que el resto, pero por cómo lo decía daba de la impresión de que no podían compararse. Al parecer, también había una división de tribus entre los clingers y, para la suerte de todos, Kradko no pertenecía a los arbóreos. Por otra parte, Chromsa se imaginaba que Luci viniera de un mundo tan colorido como el que describía, aunque no sabía que era aquello de "nieve".

Iba a preguntar al respecto cuando Iemai explicó lo extraño de la niebla de su mundo. El ochrorio se quedó con los ojos abiertos de par en par al oír como los peces vivían en ellas. Todo lo que podían hacer los magos también sonaba interesante, pero aquello es lo que más le sorprendió. -Eso es extraño desde luego. Me gustaría verlo.- dijo con una sonrisa provocada por el comentario de Kradko.

Entonces la invitada se dirigió a él con una pregunta sobre un tema que le encantaba. Empezó a explicar: -Verás. La Acromía Primordial es un vacío del que surgió toda la materia de Ochroria y a lo que todo tiene que volver algún día. Es el equilibrio perfecto al que aspiramos y tenemos que conseguir a través del esfuerzo de todos. Aunque no suele influir abiertamente en nosotros, puede enviar algún mensaje a veces que las Iglesias Espiritual y Terrenal se encargan de transmitirnos a través de su palabra.- Siendo la cercana una desconocida no iba a incluir sus propias ideas de momento. Era algo que, aunque ya le había contado a algunos del grupo, todavía le costaba decir. Siguió: -Lo que decía del color tiene que ver con que los ochrorios nacemos con una vista diferente unos de otros. Algunos pueden ver muy bien pero sin distinguir colores o ver todos los colores posibles y no ver ni lo que tiene al lado. Cuanto menos colores ves más cerca estás de la Acromía. En mi caso veo un poco borroso y puedo percibir un número razonable de colores, estaría justo en el medio.- Algo que no había comentado aun de sus ideas era sus creencias sobre el color. Según la Iglesia los colores no son más que imperfecciones surgidas de la lucha de los dioses al coger trozos del vacío de la Acromía, que no tiene ningún color. Pero teniendo en cuenta que en primer lugar los dioses no serían necesarios con el poder de la Acromía, ¿por qué crearía los colores si ella era el equilibrio? Tal vez, la Acromía no tiene ningún color porque absorbe todos los colores al igual que pasa con la luz. En ese caso no habría alguien más o menos cercano a la Acromía como tal, sino gente que ve de una forma u otra a la Acromía.

Le sorprendió recibir una pregunta directa de Alyssa, aquella chica que hablaba poco y con la enderth todavía menos. No llegó a responder, porque Kradko se le adelantó ofreciendo una descripción simplista pero que, en su opinión, cumplía el propósito.
—Lo cual no quiere decir que el esfuerzo y la dedicación sean algo negativo —se apresuró a añadir, no obstante—. Pero ellos se pasan. No saben divertirse en absoluto, solo trabajar.

La descripción que ofreció Iemai sobre aquel mundo llamado La Cercanía captó también el interés de Lethe. Cuando mencionó que era mágico no le había dado tanta importancia, pues estaba bastante segura de que la ciudad cochambre en la que se encontraban también podía calificar como tal y pues vaya una cualidad redentora, pero los detalles, unos en concreto, sí lograron captar poderosamente su atención. Una vez más, la pequeña clinger se adelantó a su respuesta y no pudo evitar dejar soltar una pequeña risa ante su comentario.

—Hace falta mucha maña y práctica para pescar un pez con la mano, probablemente naden en esa niebla igual que si fuese un fluido. No subestimes a los peces. Pero no creo que una caña fuese la mejor forma, ciertamente… ¿Quizás una red? ¿Cómo se pescan esos peces… o no se hace?

De pronto se vio dirigiendo una ristra de preguntas a la cercana, a fin de cuentas lo que estaba contando el resto ya lo había oído en otras ocasiones así que ni siquiera necesitaba dividir su atención. Cuando fue algo consciente de su arrebato se sintió algo avergonzada, pero aun así quería conocer la respuesta a sus preguntas y no abrió el pico.

Aunque no llegó a decir nada, Alyssa pestañeó varias veces de forma muy aparente, y con todavía más curiosidad que antes, cuando Iemai describió más su mundo. Se parecía mucho al tipo de cosas que ella misma había esperado de Rocavarancolia cuando aceptó ir, antes de que se destaparan todas las mentiras. Aparte, aquello le hizo preguntarse el motivo por el que la cercana aceptaría dejar su mundo. ¿Le habrían prometido algo diferente? ¿O quizás simplemente había sucumbido al humo verde como sus compañeros?

Chromsa habló de su religión. Fue un tema sobre el que, en parte por su cabezonería de no querer llevarse bien con el ochrorio, no quiso prestar atención. Aún así no pudo evitar mirar y escuchar cuando habló de su propia visión, preguntándose si sería similar a los casos de la Tierra y haciendo que, inevitablemente, tuviera que imaginar al ochrorio con gafas. Probablemente se la habría escapado una risita, pero ahora su atención (y miedos) estaban priorizando el “problema” de haber abierto conversación con Lethe.
Antes de que la enderth pudiera decir nada Kradko se le adelantó,cosa que Alyssa agradeció internamente porque ahora la conversación era de grupo, y sin que la atención estuviera fija en nadie concretamente. Por desgracia su recién obtenida calma solo duró unos pocos segundos.
Por supuesto ninguno de los dos habitantes de Dryfus podían saberlo, pero todo lo que dijeron sobre su mundo a partir de aquel momento golpeó cerca de casa para la griega. Demasiado cerca.

“El tiempo que pierdes divirtiéndote es tiempo que no se usa para traernos comida a la mesa”
Aquel recuerdo le vino a la cabeza repentinamente y, junto a este, lo que había sentido el día que le habían dicho aquello: tristeza, ansiedad, remordimientos…
Apretó los dientes a la vez que todas sus emociones se veían sustituidas por rabia. En aquel entonces todavía creía no solo que ellos tenían razón, también creía que ella formaba parte del “nosotros”. Ahora sabía que no.

La pequeña risa de Lethe ante algo que acababa de decir Kradko trajo a la humana de vuelta al presente. Relajó la postura y descansó la postura esperando que nadie se hubiera dado cuenta, mientras intentaba centrarse en la “comida muy rica” que Kradko había mencionado para distraerse a sabiendas de que, casi con total seguridad, no iba a compartir gustos con la clinger. El pescado no era lo suyo.

Estaba en el presente, con gente que no tenía que ver y haciendo algo que debería ser divertido. Si, estaban atrapados en una ciudad peligrosa y terrible, pero aun así habían encontrado espacio para hacer algo como aquello.
“Eso significaba que ellos no tenían razón, ¿verdad?”

¿Verdad?

Aún tras la disculpa Luci se sintió mal por haberle preguntado a Iemai si echaba de menos su hogar, había sido desconsiderado e intrusivo. Por suerte la chica no se lo tuvo en cuenta.

-¡Tortuguitas voladoras! ¡Qué adorable! -exclamó, juntando las manos en un gesto maravillado. Sólo había visto tortugas una vez en su vida, en la Ciudad del Mar, y eran rositas, con caparazones irisados y preciosas. Tal vez las del mundo de Iemai fueran más oscuras, igual que lo eran ellas, o puede que no para poder fundirse mejor en la niebla. Como fuera era algo que le encantaría ver.

La sociedad clinger arbórea que describió Kradko le pareció aberrante. No podía concebir un mundo donde no hubiera sitio para el ocio y el placer. Se alegró de que ninguna de sus amigas hubiese tenido que sufrir en una sociedad así y también, para variar, oír algo bonito de Dryfus.

Se le fue un poco la cabeza perdido en sus propios pensamientos mientras sus amigos hablaban. Pensó que nunca había intentado aprender a cocinar pescado como en Dryfus, pensó en las similitudes que la religión de Chromsa tenía con la suya, con el mundo ideal y la vuelta a la Acromía como a las manos del Demiurgo y que el final y el principio fueran blancos, el color de la muerte. Pensó en que Chromsa estaría muy mono con gafas. Se le enfrió el té mientras escuchaba y lo recalentó con magia.

-¿Alguien quiere otra taza? Puedo prepararla en un momento -ofreció.

Ulmara y Amira volvieron dentro una vez su conversación acabó. A la cercana le había venido bien aquel rato a solas para evadirse, tanto del miedo que arrastraba tras la pesadilla, como de aquel escenario tan multitudinario que era el interior. Ya no le lloraban los ojos, aunque su cerebro siguiese con el runrún, y le apetecía prestar atención al resto de los anfitriones. De hecho, llegó en un punto en el que le fue bastante fácil incorporarse con el resto del grupo.

—Redes, sí —respondió a la chica aviar a la vez que se acercaba, esbozando como buenamente pudo un amago de sonrisa en la cara.

En lugar de sentarse, buscó una pared cercana al grupo y se apoyó de un costado, con los brazos cruzados y ojos curiosos. La mirada se le iba de unos a otros, o bien por los colores, o por los hocicos, o por las plumas, o por... ¿ser un insecto enorme e inteligente? La cosa es que, había tantos frentes abiertos para su sentido de la maravilla, que bién podía parecer que simplemente estaba atendiendo a la conversación como una más. En Rocavarancolia todo era posible y eso le ayudaba a asimilarlo todo mejor, pero lo nuevo seguía siendo nuevo.

La cercana no hablaría salvo que se dirigieran personalmente a ella, pero sí que se aseguró de responder al daeliciano con un "no, gracias" lo más educado posible, cuando les ofreció más té.

Mientras Iemai hablaba sobre su mundo, Adam no paraba de sorprenderse de lo fantástico que sonaba todo, casi pareciendo sacado de una película. Ya ni sabía el por qué de la sorpresa a esas alturas pero era tan abrumador el pensar que mágicos mundos pudiesen coexistir al mismo tiempo que la Tierra. Quién diría que hace relativamente poco estaba conociendo a seres de otros lugares del universo para socializar con ellos, resultando en que, actualmente, los considera una de sus mejores experiencias en cuanto a amistades se trata.

Conservando el buen humor sacó una pequeña risa por lo que Kradko contestó. Pensó divertido en gigantescas ballenas surcando el cauce de esa niebla tan misteriosa, conservando preguntas que prefirió guardarse por no agobiar a la cercana como su duda acerca de cómo llegarán a hidratarse esos peces. Seguramente la respuesta sacaría justificaciones mágicas que el ruso siquiera podría imaginar.

Iemai dirigió una duda que Adam y muchos de Silente tuvieron ya antaño y Chromsa habló de sus creencias. Se centró en escucharlo, todo sonaba muy místico y misterioso y ciertamente era interesante. Un poco raro le parecía eso de que ver menos te “acerca” a la Acromía y de pronto cayó en algo, ¿cómo que un poco borroso? Esperó que no fuese problema para Chromsa, por lo menos parece algo positivo según sus creencias.

—¿Si no es molestia puedes hacer un poco para mí? —pidió a Luci quien se ofreció. No le entusiasma mucho el té pero Adam quiso probarlo, lo mismo sabe bien.