Primer sueño de José Antonio

Se terminó de erguirse cuando vio el sobresalto del pez. Cuanto más sonreía más se parecía a su padre. Aquella imagen le hizo ver lo lejos que estaban sus padres y el sentimiento aquel le dio una sensación de calidez extraña.
- Pues me vendría muy bien tu luz, no veo apenas y las formas parecen difusas. Quiero ir hacia el Faro, lo mismo allí puedo encontrar algo- dijo dando un par de pasos para ponerse al lado del pez- ¿Vamos?

La sensación de miedo comenzó a dar paso al pavor absoluto. Temblaba con cada paso. No solo por ir con un pez con la cara de su padre, sino por el tono de su voz, por la sensación que tiraban de él. Era como si tuviera amarrado el pecho con una cuerda y mil forzudos tiraran de ella.

- ¿Falta mucho para llegar?

Le costaba enfocar la mirada, hasta el punto de dejar de vislumbrar al pez en algunas ocasiones.

- Mirlo, ¿puedes no mirarme tanto? - pidió Toni con toda la dulzura que pudo- es que de verdad tienes la misma cara que mi padre. Y yo no veo medusas.

- Si mejor, pero llamame Tóni. Oye ¿puedes cambiar la cara a tu antojo?- en la voz del muchacho se notaba la sorpresa pero forzaba por no mostrarlo- Si es así mejor que te pongas otra cara, porque mi madre me da el mismo miedo que mi padre. Verás, no tengo buena relación con ellos, son un poco hijos de puta.

Era la primera vez que hablaba así de sus padres, pero le pareció tan liberador que repitió mentalmente el insulto varias veces.

- Me encantaría ir más rápido pero esque no puedo, mi cuerpo no hace todo lo que quiero. ¿Cómo haces lo de la cara? Me encantaría hacerlo, es que siempre me caigo de cara y esta ciudad está todo empedrada, igual en una mala caída la dejo en una piedra y me vendría como muy bn.

Toni veía de reojo los enormes ojos que parecían nadar plácidamente mientras lo observaban, tragó saliva y siguió a Mirlo.

- ¿Más rápido? Pero si se me van a salir los pulmones por la boca. No me da la vida mamá, digo Mirlo. ¿Sabes que hay un pájaro con tu nombre?- dijo extrañado por su propia ocurrencia.

Se sorprendió cuando vio los corales pero más cuando supo que eran corales fantasmas.

- La verdad que la única persona que me demostraba cariño era mi abuela, asique puta o no, jamás la insultaría.

Toni ponía de su parte para andar más rápido pero le era imposible. Recordó una canción y quiso contárselo a Mirlo pero en lugar de eso solo dijo en voz baja:"Estoy cansada de llevar esta estrella que pesa tanto".

- ¿Soy un mono? ¿Los monos no son más peludos?- mientras lo decía, despegaba el cuello de la camiseta de su piel y miraba a su pecho completamente imberbe.

- ¡Qué no puedo andar más rápido! Lo intento pero no puedo- No sabía cómo decírselo de otra forma para que lo entendiese.

>>Se ve el faro desde aquí, parece que no estamos tan lejos ¿no?

Un escalofrio le recorrio el cuerpo cuando Mirlo hablaba con toda normalidad si aquellos pájaros con su nombre tenían la cara de sus padres. La naturalidad con la que hablaba le pareció aterradora.

- Si ves que no quieres acompañarme, creo que puedo ir yo solo, lo digo como parece que te estoy molestando, tampoco quiero eso.

Le dió mucha ternura la negativa de Mirlo a abandonarlo. Se le fue en cuanto volvió a ver el rostro de su madre en la cara del pez.

Una vez que llegó al faro, el camino le pareció una eternidad, pero a su vez un solo paso. Notaba que una ligereza que por un instante, tuvo la sensación de que saldría flotando hasta llegar a la superficie.
- Pues tengo dos opciones- le dijo a Mirlo mientras sonreía- o entramos al faro o me tiro al acantilado. Y aunque me parece llamativa la segunda idea creo que optaré por entrar. ¿Me ayudas?

Toni se dirigió a la puerta e intento abrirla con toda la fuerza que pudo. La madera chirriaba.

Una escalera inmensa se presentaba ante ellos. Toni se turnaba para mirar la escalera y a Mirlo de reojos. EL pez le ayudó a abrir el portón, seguramente lo hizo él solo, pero sus fuerzas se habían ido por completo. No sería capaz de subir aquellas escaleras.

- Mirlo, creo que me vas a tener que dejar aquí, creo que voy a morir, no tengo pruebas pero tampoco dudas- dijo girándose hacia el pez y que un escalofrío le recorriera la espalda al ver el rostro de su madre.- Esto va a acabar conmigo, no estoy acostumbrado a tanto ejercicio ¿Si me arrastras tú? Nose igual me puedes llevar a caballito, de mar, pero caballito igualmente.

Le parecía tan ridículo todo, la sensación de terror no se había ido del todo, aun tenía la sensación de que iba a morir en nada. Lo matarían sus padres, lo enterrarían en algún coral iridiscente y nadie más lo recordaría.

Cuando el pez le permitió subirse, Toni sintió alivio. Pero cuando, una vez arriba, las aletas de Mirlo se convirtieron en las manos de su padre y de su madre, Toni gritó todo lo fuerte que pudo. Al ver como una de las manos tenía las uñas pintadas del color marrón mate preferido de su madre y la mano peluda de su padre se aferraban a él al subir, hiperventilo tanto que casi pierde la consciencia.
—Bájame, prefiero morir— gritó mientras a su alrededor solo veía movimiento. No era capaz de soltarse por más que tiraba, realmente prefería morir antes que dejar que sus padres volvieran a tocarlo.