Los Silentinos charlan sobre sus hogares

Recuerdo del primer mensaje :

Un día, mientras se tomaba un descanso del trabajo y se comía una manzana para merendar, se dió cuenta que entre una cosa y la otra, no sabía apenas nada de sus compañeros de torreón, con la excepción de Chromsa. Interesado, miró a su alrededor a ver quien estaba en la sala. Encontró a Luci merendando y ya que había sido amable con Kolja aquellos días, decidió hablar con a él.
-Oye Luci, ¿Como es tu mundo? ¿Que hacías antes de acabar aquí?- le preguntó.

Alec asintió a las palabras de Kolja, sabía que en la India y algunos sitios de África era común que un hombre tuviera varias mujeres. Era ridículo sin embargo que no se pudiera dar el caso contrario, pensar en ello le ponía de mal humor y le daba dolor de cabeza.

-Podría ser - respondió a Luci. Aquel humo podría haber sido mágico sin duda por lo que sabían de la gente de aquel lugar.- A mí la chica que me trajo aquí me hizo levitar en el aire cuando no me creí lo de la magia. Fueron unos centímetros solo, pero aún así me hizo sentir raro la verdad.

>>A mí no me mintió - dijo Alec pensativo.- O al menos no me pareció que me mintiera en ningún momento. De hecho creo recordar que me dijo que no podía mentirme... No lo sé - sacudió la cabeza.- Quizá me mintiera en todo...

Kahlo no pudo suavizar su expresión confusa cuando Kolja les contó aquello. No lo entendía. ¿Tener hijos fuera del matrimonio estaba bien visto pero no tener más de una pareja? ¿Por qué tener varias esposas cuando tener más de una pareja ya era aparentemente tan malo? ¿Por qué solo podían los hombres? Su impresión general de los machos humanos no hacía sino empeorar por momentos, y al igual que Lethe guardó silencio. El mundo de Luci parecía más fácil de digerir. Apartó sus pensamientos con una sacudida de cabeza,  devolviendo la atención al otro tema.

—Quien sabe —respondió a Luci—. Hace un tiempo hablé con Reina sobre esto y no pudimos llegar a ninguna conclusión lógica —se encogió de hombros resignada y luego miró a Alec con cara de pocas impresiones—.¿Te dijo que te iba a traer a un mundo ruinoso donde ibas a tener que sobrevivir rapiñando comida de una bañera? Estoy sorprendida.

Suspiró con derrota. No era un tema agradable para ella, puede que para ninguno, y tampoco tenía muchas ganas de seguir por esos derroteros. Miró el espejo que el escocés les había hecho, tratando de no sumirse en lo mucho que había perdido.

—Cuando me dijo que podía irme con ella sonó bien, pero... —quería pensar que todo era culpa del humo, que de no ser por él su juicio habría estado mucho más fino, pero lo cierto es que no lo tenía claro. En la situación en la que había estado hasta irse con un vendedor de opio de los bajos fondos le hubiera servido con tal de huir—. Espero que esa dichosa Luna salga pronto. Me da igual si nos drogaron o nos hechizaron, quiero volver a casa.

Definitivamente no quería saber nada de romance mamífero. Sonaba complicado, horrible y… ¿En realidad quería saber algo de romance en general? Nunca se había tenido que plantear esa cuestión por motivos evidentes… ¿O no? De pronto se vio preguntándose a sí misma si cualquiera en sus circunstancias hubiera obviado por completo aquella parte. Nunca había pensado lo más mínimo en el asunto, sin más. Y lo cierto era que no le preocupaba de igual manera. Se descubrió encogiéndose de hombros mentalmente.

Cuando se dio cuenta de que se había abstraído por completo de la conversación y volvió a atender a lo que decían estaban hablando nuevamente del asunto de los engaños para que aceptasen ir a un lugar que no conocían de nada prácticamente sin hacer preguntas.
—El mamífero emplumado que me drogó tampoco puedo decir que me mintió, ahora bien: omitir omitió todo lo importante el muy hijo de lucios.
Lethe no era consciente, pero aquella frase no tenía el mismo significado para ella que para los demás: a la enderth sí le habían dicho que la ciudad era peligrosa. Pero como dryfense eso no le parecía un motivo suficientemente disuasorio por sí mismo. Ahora bien: aquellos eran peligros que no le eran familiares, por lo que en el fondo se trataba de la misma mierda con distinto olor.

No se comentó nada más sobre las familias, así que Kolja pensó que finalmente habían conseguido aclarar ese tema, para volver a centrarse en la noche del secuestro, si es que se le puede llamar secuestro, después de firmar un contrato aceptando venir a Rocavarancolia no se podía hablar de un secuestro tal cual, quizás de publicidad engañosa.

-¿Pero vosotros no tuvisteis que firmar un contrato accediendo venir aquí?- preguntó.

Cuando Alec mencionó que la mujer en realidad no le había mentido en ningún momento, Kolja se puso a recordar aquella noche. Estaba claro que no le había contado toda la verdad, y que algunas de las cosas que le dijo eran un poco... vagas, formuladas para que la otra persona las interpretase de forma errónea, pero ninguna había sido una mentira directa.

-A mi Akeyo tampoco me mintió, aunque esta claro que no me dijo ni la mitad de lo que debería haberme dicho- apoyó las palabras del escoces.

Kolja esperó a las respuestas y una vez las obtuvo, se excusó, alegando que tenía que volver con los ganchos, que no se iban a hacer solos.

Para Luci la expresión graciosa de Lethe alivió un poco el ambiente tan deprimente que se había instalado en la conversación. Se tapó la boca con ambas manos para ahogar una risa que quedó solo en un bufido muy poco refinado.

Respecto a la conversación en sí, empezaba a ver un patrón: Todos habían sido drogados con esa especie de humo verde, y a ninguno les habían mentido directamente, si no que habían omitido información importante. Desde el punto de vista del daeliciano el consentimiento que se da cuando no tienes toda la información no es válido pero estaba claro que los monstruos que llevaban esa ciudad no opinaban lo mismo. ¿Seguían tal vez unas normas establecidas? ¿Un código de las carandelas?

La pregunta de Kolja lo sacó de sus cavilaciones.

-¿Contrato? ¡Yo no firmé nada! Fui a recoger mis cosas para irme y de pronto estaba en esa cama asquerosa en la que nos despertamos.

Cuando pensaba que podía acercarse a una posible explicación saltaban más preguntas. ¿Por qué Kolja había firmado y los demás no? Más adelante se enteraría de que sólo los que venían de la Tierra habían tenido que firmar un contrato. ¿Qué hacía a los terrícolas diferentes a los demás? Luci pasaría muchas horas muertas dándole vueltas a esa cuestión.

-Sí, a eso me quería referir - respondió a Lethe. No se molestó por la pulla de la varmana, era evidente que se había expresado mal.- Omitió partes de la verdad, y la adornó. Pero no mintió.

La expresión de la enderth le hizo reír a carcajadas, estaba claro que no tenían las mismas expresiones, para ella debía significar algo como "hijo de puta" pero al escocés le hizo mucha gracia. Y justo en ese momento el ruido de Luci fue muy gracioso también cosa que le hizo reír más. Le sentó bien reírse de forma genuina, hacía mucho ya que no sentía aquella felicidad.

-Yo también firmé un contrato para venir - aseguró el escocés.- De hecho la puta pluma me pinchó en la mano para firmar con sangre, de eso me acuerdo. Y que esa chica tenía aquellos juguetes raros que se movían por su cuenta. Supongo que eran mágicos o algo.

Más tarde se enteró de que solo ellos tenían que firmar un contrato. Le pareció raro pero como no iba a encontrar respuesta a su pregunta desechó rápidamente aquello, no tenía sentido comerse el tarro cuando tenía cosas mejores que solucionar.

Después de todo contrato venía un apretón de manos y muchas veces eso bastaba para saldar un asunto, con el riesgo que suponía, claro, no dejar las legalidades por escrito. Era una norma básica, algo de menos de medio dedo de frente, no firmar nada sin leer, no aceptar nada sin firmar. Kahlo solo había dado el apretón.

—¡Yo tampoco firmé nada! —comentó con los ojos bien abiertos—.¿Por qué a vosotros sí os dio un contrato?
No es que a Kahlo le gustase como sonaba eso de la firma de sangre, de hecho, haber dado permiso por escrito para aceptar ir allí hacía del secuestro algo voluntario, aunque hubiera droga de por medio, cosa que la aterrorizaba y no envidiaba en absoluto. Eran esas diferencias las que la descolocaban, perdiéndola en la confusión. Si de verdad no les habían mentido -cosa que la varmana no llegaba a recordar pues estaba empeñada en que la habían engañado, fuera como fuese-, que hubieran omitido información y hecho firmar a los humanos, toda la situación de Rocavarancolia se volvía especialmente espeluznante. No era lo mismo un secuestro que una estafa con "acuerdo", como parecía ser el caso de Alec y Kolja, y quien sabe el porqué de esos distintos matices.

Kahlo seguiría pensando en todo aquello, aún sabiendo que no obtendría respuesta alguna. Lo único que sacó en claro es que si los humanos habían firmado era porque su captor deseaba tenerlos agarrados con cuerda corta. Nada bueno para ellos.