Los Silentinos charlan sobre sus hogares

Recuerdo del primer mensaje :

Un día, mientras se tomaba un descanso del trabajo y se comía una manzana para merendar, se dió cuenta que entre una cosa y la otra, no sabía apenas nada de sus compañeros de torreón, con la excepción de Chromsa. Interesado, miró a su alrededor a ver quien estaba en la sala. Encontró a Luci merendando y ya que había sido amable con Kolja aquellos días, decidió hablar con a él.
-Oye Luci, ¿Como es tu mundo? ¿Que hacías antes de acabar aquí?- le preguntó.

Kolja asintió cuando Kahlo le lanzó una mirada que claramente preguntaba si era verdad lo que decía Alec. Con la explicación de todos los colores que se daban en el mundo de la chica gato Kolja fue alzando las cejas.

-En la Tierra no tenemos tanta variedad de colores. O sea, los tonos pueden cambiar, pero en general tenemos el pelo o negro, marrón, rubio o pelirrojo. Cuando nos hacemos más viejos puede volverse gris o blanco, pero eso es cuestión de la edad. Verde, lila o azul solo los podemos conseguir con tintes.

-En cuanto a adornos, tengo varios tatuajes, pero en cuanto a cosas que puedo ponerme y quitarme solo los anillos de la barba. Tenía más en casa, pero claro, no tuve oportunidad de cogerlos antes de que Akeyo me durmiese y me trajese aquí.

La idea de que un humano no supiese afeitarse le hizo gracia. No sabía que medios tendrían en sus mundos, pero en la Tierra el acto de afeitarse era tan fácil como lavarse el pelo. Incluso un niño de seis años era capaz de pasarse la cuchilla sin cortarse.

-Kahlo, no se como será en tu planeta, pero algunos humanos llevamos barba por motivos de estética. También es motivo de diferenciación, pues no todos se pueden dejar una barba lo suficientemente frondosa como para que quede bien, a algunos incluso solo les crece por parches, no de forma uniforme. Además, no se como será para Alec, aunque me imagino que es igual,- dijo, mirándole- pero yo le tengo mucho aprecio a mi barba, afeitarme sería una medida extrema.

Lo que ya no le hizo tanta gracia fue la idea de Luci. Andar arreglando la barba de otro tío se le antojaba demasiado personal, no era algo que estuviese dispuesto a hacer, pero no se le ocurría una manera de negarse, aunque seguramente no fuese necesario, a Alec seguramente tampoco le hacía mucha gracia la idea. De todos modos...

-No estoy muy seguro de poder hacer nada por Alec con un simple cuchillo. Sin una tijeras seguramente acabaría haciendo un estropicio. Además, la única experiencia que tengo es con migo mismo, no soy barbero ni peluquero ni nada por el estilo. -argumentó.

-Oh, gracias - respondió cuando la varmana le devolvió el cumplido, esbozó una sonrisa.- Nadie me lo había dicho nunca. Bueno, a excepción de mi familia, pero ellos no cuentan - comentó con un gesto que le restaba importancia a aquel hecho.

>>Curioso, sí - coincidió con la chica.- Que en mi mundo sea de lo más raro y en tu zona del tuyo sea lo más común. Siempre me he enorgullecido de mi color de pelo.

Apartó la mirada del pelo de la varmana y la dirigió a Luci cuando empezó a hablar. Era interesante que hablasen de aquellas cosas con tanta normalidad, un soplo de aire fresco en contra de la ranciedad de la Tierra.

-¿Cuántos padres tienes Luci? - preguntó con curiosidad al pequeño, había mencionado a su padres y al padre de su hermana, era posible que sus padres fuesen separados. Al escocés le había entrado curiosidad.

-Sí, sí. Sé afeitarme, claro - respondió volviendo la mirada a la varmana.- Me enseñó mi padre en su momento, pero siempre decidí dejármela. Por varias cosas en realidad, una por estética como dice Kolja. La otra en realidad es por pereza en general, el vello me crece muy rápido y si decidiese ir siempre afeitado tendría que hacerlo todos los días. Trabajando en una granja me quita tiempo que necesito para otras cosas - se encogió de hombros. La forma en que respondió a lo de echarle un mano con la barba hizo pensar a Alec que debía de haberla incomodado. Se reprendió mentalmente por aquella metedura de pata y se apresuró a responder.- No, tranquilos era solamente una idea peregrina. Me las arreglaré, no os preocupéis - terminó con una sonrisa tranquilizadora. No es que le importase demasiado que Kolja tocase su barba, pero tampoco quería ponerlo en una situación incómoda a él.

Miró en derredor buscando alguna forma de desviar la atención y dio con Lethe que llevaba allí desde casi el principio pero apenas había abierto el pico. La enderth no tenía pelo, cosa evidente, pero podía tirarse por otra cosa.

-Oye, Lethe, ¿en vuestra especie como va el color de las plumas? - le preguntó.

Lethe se mantuvo en silencio mientras comía, atendiendo a la conversación entre sus compañeros. Aprender cosas nuevas nunca era algo malo, pero no estaba escuchando nada sobre lo que quisiera profundizar al respecto incluso si algunos conceptos como los tatuajes le eran desconocidos. En general entendió que hablaban de adornos y de pelos de mamíferos, dos temas que le resultaban indiferentes. Estuvo a punto de hablar cuando Luci dijo algo de tener varios padres, preguntándose cómo era eso posible ya que no encajaba en absoluto con sus conocimientos sobre los tipos de reproducción de los mamíferos, pero dado que Alec se le adelantó preguntando siguió en su mutismo. Fue el propio humano, no obstante, quien finalmente le hizo una pregunta y la enderth se acercó, viendo su oportunidad de entrar en la conversación.

—Pues veamos… Recuerdo que mi madre tenía el plumaje blanco con algunas violetas y mi padre… Solo recuerdo que era completamente gris. Tal vez tuviera algún otro color, pero no lo recuerdo. Y desconozco si existen más combinaciones, no he vuelto a ver a ningún otro enderth desde que murieron —explicó.

—Bueno, el pelo negro no existe en mi mundo. Me extrañó de hecho ver a tanta gente con él. Y los que mencionas tampoco son lo habitual.
Kahlo frunció el ceño, mirando a Kolja con confusión: ¿por qué le contaba todo aquello? Era un poco como un niño explicando algo que acaba de descubrir.
—En mi mundo también —añadió poco impresionada. Según hablaba se sentó en el sofá, cruzándose de piernas—. Prefiero caras limpias, simple y llamamente. No me interesan las barbas ni los hombres con ella.

A Kahlo le habría encantado centrarse en una conversación sobre las plumas de Lethe o los preciosos colores de la piel y pelos daelicianos, pero hubo un tema que le llamó bastante más: progenitores. Escuchó aquello de "el padre de mi hermana" de pasadas, sin tiempo a procesar la frase hasta que Alec la trajo de nuevo a la mesa. En Varmania los divorcios no eran algo raro, aunque sí algo mal visto. Tener hijos fuera del matrimonio era una bandera roja aún mayor, y no se imaginaba lo que sería compartir casa con un hermanastro o lo que fuera el vínculo de sangre que les uniese. La granta no pudo evitar fruncir el ceño, obligándose de hecho a suavizarlo: ya había juzgado a la familia de Luci una vez y no iba a permitirse hacerlo una segunda por mucho que su confusión fuera inmensa. La mención de Lethe sobre sus padres, y más concretamente sobre su especie, la terminó de descolocar. Si apenas tenía ese recuerdo de ellos debió haberlos perdido muy joven, y aunque sabía que la enderth era dura (y quizás algo insensible a sus ojos) Kahlo tenía ganas tanto de preguntar con preocupación como de cortarse. Había dejado caer el dato con demasiado soltura.

—¿No has vuelto a ver... a nadie más de tu especie? —preguntó con cautela y claro asombro—. ¿Cómo es eso posible?

Los chicos rechazaron la idea de ayudarse con las barbas, algo que Luci no comprendía ya que les habían pedido ayuda a él y Kahlo momentos antes, pero lo dejó pasar. Cuando Alec le preguntó cuántos padres tenía ladeó la cabeza, confuso.

-Pues tengo a mi padre y a mi madre, como todo el mundo -respondió. Después meditó un poco por si el humano se había referido a otra cosa -Y luego está el padre de mi hermana. Mi hermana y yo venimos de la misma madre y de padres distintos. ¡Es taaaaaaan mona! Es rosita como mamá y yo pero tiene el pelo violeta de su padre.

La conversación pasó a Lethe, que no había dicho palabra hasta el momento. En opinión de Luci las plumas de Lethe eran mucho más bonitas que as de sus padres, y estaba a punto de decirlo cuando la enderth confesó que había perdido a su familia hacía tiempo.

-¡Eso es terrible! -dijo, aferrándose a la manta con la que se cubría -¿Y has estado sola todo este tiempo? Debió ser muy duro.

No podía imaginarse vivir sin su familia, ya le estaba costando en la ciudad, pero por lo menos no estaba completamente solo. Ahora tenía algo más de sentido que Lethe fuera tan fuerte (y tan borde)

Desde luego con la explicación de Luci ya entendía mejor lo que quería decir con “varios padres” ya que sabía vagamente del concepto de familia que tenían los mamíferos por otras conversaciones. Aun así no sabía por qué usaban términos confusos, pero no es que fuese de su incumbencia.

Respecto a su propio tema de padres, se encogió de hombros cuando el daeliciano afirmó que su situación era terrible.
—Tenía tres años cuando murieron en una cacería —respondió a su pregunta—. No hubiese sido menos duro porque ellos estuviesen ahí, créeme. Los clinger… bueno, digamos que no saben mucho de mi especie.
Lo cierto era que no le apetecía demasiado explicar por qué decía aquello, sobre todo porque tampoco quería que cambiasen su opinión sobre Kradko por algo que no sería justo para la pequeña.
>>Creo haber mencionado en otra ocasión que los enderth somos escasos, pero quizás os hicisteis la idea equivocada —se dirigió entonces a Kahlo—. Cuando digo escasos me refiero a “la mayoría de clinger no ven más de uno o dos enderth en su vida, quizás ninguno” tipo de escasos. Lo mismo aplica a los propios enderth, solo que siempre vemos mínimo uno, claro: nosotros mismos. En donde yo vivía no había más enderth, ni yo he viajado fuera del pueblo ni ningún otro ha venido de visita —se encogió de hombros.

Kolja suspiro aliviado cuando Alec también declino la opción de que el vikingo se ocupara de cuidarle la barba. La conversación de las plumas de la pájaro le sacó el tema de la cabeza finalmente. El hecho de que no hubiese visto otro Enderth desde que sus padres murieron era chocante. La especie debía de estar en serio peligro de extinción. Lo que si que explicaba algunas cosas era el hecho de que sus padres hubiesen muerto en una cacería. No era de extrañar entonces que siempre tocase tanto los cojones con correr en vez de luchar.

-Entonces vuestra especie debe de estar al borde de la extinción, si sois tan pocos. ¿Como llegó hasta ese punto? No se, no me imagino la extinción de una especie inteligente, normalmente somos los que provocamos la extinción, no los que la sufrimos.- Pensó en voz alta, sin darse cuenta de que podía estar tocando una vena sensible.- Aunque claro, en la Tierra la única especie inteligente somos los humanos, quizás sea diferente si convivís dos en el mismo planeta.

Atendió a la explicación de Luci y al principio estuvo un poco confuso. Parecía que su madre y su padre se hubiesen divorciado pero por como hablaba el chico del tema...

-Oooooh, entiendo - dijo finalmente cuando le llegó la iluminación.- Me gusta que estéis tan avanzados en ese aspecto - comentó sonriente.- A nosotros aún nos falta para ello me temo.

Las palabras de Lethe le hicieron fruncir el ceño, aquello era raro. Kolja expresó en voz alta el tren de pensamiento del escocés que se mesó la barba pensando en que el tacto del alemán debía ser equivalente al de un ladrillo.

-No supuse que erais tan escasos - comentó con el ceño aún fruncido.- Había pensado que erais un pequeño pueblo en comparación a los clinger, pero un pueblo al fin y al cabo.

Ahora entendía más cosas de la enderth. Aquella conversación estaba resultando fructífera para conocerse todos un poco más.

Las palabras de Luci no le sorprendieron más de lo que ya le habían sorprendido antes, aunque sí que alivió un tanto su desagrado que lo hablase con naturalidad y pareciera llevarse bien con su hermana. Casi sentía envidia. Claro que le resultaba igualmente chocante, ya bastante tensa era la relación con su hermano de sangre como para colmo tener un hermanastro y una figura paterna extra. Se preguntaba si aquello era normal en otros sitios, sin llegar a comprender que veía Alec de ideal en el asunto. Procuró no arrugar el morro.

Cuando Lethe dijo la edad a la que perdió a sus padres y les hizo ver la escacez de su especie Kahlo se llevó una mano a la boca, consternada.
—Por los santos...
Ahora comprendía muchas cosas de la joven, y aunque había rodado los ojos otras tantas veces con su falta de educación con aquello la enderth se justificaba. No podía ni imaginar por todo lo que tenía que haber pasado. Kahlo miró con reproche a Kolja, exasperada por su nulo tacto con un tema como ese. «Especie inteligente», pensó, «pero no emocionalmente hablando». Puede que Lethe no fuera precisamente sentimental, pero uno no iba comentando la extinción de la estirpe de otros así como así; ella también sentía curiosidad, pero la habría expuesto de otras formas.

—¿Entonces quién te crió, cómo aprendiste todo? ¿Te acogieron los clingers? —preguntaba cada cosa despacio, tanteando. No podía haber vivido sola desde los 3 años—. Tiene que haber más de tu especie en algún lugar de tu mundo, sino...
Kahlo había experimentado lo que era sentirse la única en su especie desde el momento en el que llegó a Rocavarancolia, y lo odiaba. Lethe había vivido así toda su vida. Sus respetos por ella aumentaron inconscientemente.

Luci no comprendía qué había de avanzado en su explicación sobre su familia.

-¿Qué os falta para qué? -le preguntó a Alec, confuso. Por lo que el humano le había contado su familia parecía perfectamente normal.

Cuando Lethe les contó un poco más sobre cómo había sido su vida Luci imitó inconscientemente el gesto de Kahlo, llevándose las manos a la boca.

-Lethe, lo siento mucho… -dijo con un hilo de voz. La muerte era algo inevitable, pero que el Demiurgo reclamase a alguien para dejar a una niña pequeña sola era simplemente cruel. Incluso si alguien se había ocupado de ella no podía imaginarse cómo habría sido crecer siendo tan… diferente a todo el mundo a su alrededor. Él era diferente, nunca había conocido a nadie con su misma condición, e incluso con todo el apoyo que había recibido de sus padres a veces se sentía incómodo y extraño. Pero lo suyo no era nada comparable a lo de Lethe, ella y Kradko no tenían nada que ver. Sintió el impulso de por lo menos tomarle la mano a la enderth para mostrarle apoyo, pero temía que estuviese fuera de lugar y acabase incomodándola.

No pudo evitar mirar a Kolja unos segundos. Le había trastocado que dijera que ellos eran los que solían extinguir especies, sin embargo le daba miedo preguntar al respecto.

-En mi mundo no hay más, eh, especies. Solo estamos nosotros. No había conocido a gente tan diferente de mi hasta que llegué a la ciudad.

Lethe miraba a unos con desconcierto y a otros con aire pensativo. Algunas de aquellas cosas ni siquiera se las había planteado muy seriamente. Incluso un término tan obvio como “extinción”.
—Pues sí, supongo —le respondió a Kolja al respecto—. Y no tengo ni idea de qué fue lo que paso ni creo que nadie lo sepa realmente. Sé de la existencia de antiguas ruinas enderth porque he leído al respecto, pero nunca he podido visitar ninguna. Sé que… tienen tecnología extraña, incomprensible para nosotros en la actualidad, pero no sé los detalles.
Alguien con buena capacidad de observación podría notar que, dentro de su habitual tono, aquel era un tema de interés para Lethe aunque su actitud estuviese siendo la de siempre.

A continuación se giró hacia Kahlo para responder a sus preguntas.
—Sí, claro, me crié entre los clinger de mi pueblo. Me trataron como uno de ellos… para lo bueno y lo malo. Los clinger maduran mucho antes que nosotros, es algo que comprendí con el paso de los años. —Negó con la cabeza, no queriendo profundizar mucho en aquello por los mismos motivos que no se había extendido antes—. Los hay, claro que sí, pero como ya he dicho somos muy pocos —añadió ante la apreciación de la varmana.

Miró a Luci con desconcierto, ¿por qué se disculpaba? ¿Era lástima por lo que había contado? Tenía que ser eso, pero…
—No lo sientas, así son las cosas —replicó con sencillez.
Miró a unos y otros y casi sintió ganas de echarse a reír al darse cuenta del ambiente que se había generado.
>>Por mí podéis seguir hablando de pelos y dibujos en la piel, ¿eh?

-Suena como si tu mundo estuviese en una etapa post-apocalíptica, que interesante- pensó, de nuevo en voz alta.

Entonces se dio cuenta de que un silencio tenso se estaba formando, poco a poco, sobre el pequeño grupo. Había que cambiar el tema de conversación, pero no sabía a que. Su mente todavía estaba dominada por lo que había dicho Lethe, todo tan diferente y tan excitante comparado con lo que el conocía. Se fijó en que la que menos había hablado sobre su mundo era Kahlo, que solo había participado para comentar un par de cosas y la mención sobre su familia.

-¿Y tu mundo como es Kahlo? ¿Que costumbres tenéis? ¿Que planeabas hacer antes de venir aquí? Me imagino que tu familia tendría interes en que continuases el negocio familiar, si dices que te sabes desenvolver bien.- preguntó, no sabiendo que iba derecho a meterse en otro tema delicado.

Alec sí que se quedó confuso con la respuesta de Luci.

-Espera, te referías a que vivís todos juntos ¿no? - preguntó con el ceño fruncido.- Tú, tu padre, tu madre, tu hermana y el padre de tu hermana o ¿lo he entendido mal? - esperaba que no o lo que había dicho antes no tendría ni pies ni cabeza.

Asintió a los que decía Lethe estando de acuerdo con Kahlo y Luci, era algo horrible y esperaba no saber nunca lo que se sentía al ser el único de tu especie en un lugar. Sin embargo cuando Kolja abrió la boca empezó a desear ser el único humano en la sala.

-TÍO - le reprendió con la voz ligeramente escandalizada. Una cosa es que la enderth dijese que no le importaba y otra cosa restregarle por la cara aquello.

Eso, y ahora cambiaba de tema como quien se cambia de ropa interior por la mañana, que colleja tenía en esos momentos.

La llamada de atención de Alec penetró hasta su cerebro lógico, realizando que había estado hablando en voz alta como si nada sobre temas bastante delicados. Los colores subieron a su cara a una velocidad alarmante, dando la impresión de que dentro de poco empezaría a brotarle la sangre por las orejas, ojos, boca y nariz para encontrar una ruta de escape.

-Yo..., perdonad, disculpadme, me he sobrepasado. Disculpa Lethe, no quería sonar insensible, ni abrir una vieja herida, me he dejado llevar. Siento mucho que perdieses a tus padres a una edad tan temprana, de verdad- intentó disculparse. -Dios, a veces si que soy más tonto que un ladrillo- murmuró en voz baja, para si mismo, aunque seguramente todos le oyesen.

A Kahlo le alivió un poco ver que Lethe no se tomaba las preguntas con pesimismo y que efectivamente había sido criada por clingers. Al menos, pensó, debía ser mejor que estar sola, aunque ni siquiera estaba completamente segura de ello. Seguía chocándole que fuera así habiendo una diferencia entre especies tan radical como esa; no era simple cuestión de pieles, de morro o alturas, es que si comparaban a la pequeña clinger con la enderth no había parecido ni en el blanco de los ojos. Kolja abrió su bocaza para hacer otro comentario de peor gusto todavía que esta vez sí que le hizo reaccionar, tomar aire ruidosamente y mirarle como si dudase de la inteligencia de su especie. Menos mal que para defender esta cuestión se encontraba Alec, el cual se alarmó tanto como ella y replicó. Primero estaba su punto de vista sobre la ciudad como una prueba en la que vivir aventuras, ahora esto, ¿es que acaso el rubio vivía en un libro de fantasía y no procesaba bien la realidad?
No tardó en disculparse, cosa que sí que la sorprendió aunque no lo demostrase físicamente. Seguía con expresión indignada e incómoda.

—Al menos lo admite —comentó mordazmente habiendo oído su última frase. ¿De verdad esperaba que respondiera preguntas sobre su hogar después de eso? Ni siquiera sabría por donde empezar, y para colmo el muy inoportuno había apuntado al tema del negocio familiar, cosa que aún le achicaba el pecho—. Mi mundo es grande, lleno de vida y civilizado, y mi plan era disfrutar de mi vida con normalidad lejos de este desastre.

Por si no era obvia su molestia aquella sería toda su aportación al tema. La fuente del problema no era solo la demostración de falta de empatía y educación de Kolja, el chico se había disculpado a fin de cuentas. Los motivos, sumados a las nulas ganas de sufrir comentarios y preguntas desagradables, estarían lejos de la comprensión de los allí presentes, y su objetivo es que así siguiera. Sobre su mundo podría hablar, pero para hacerla cantar sobre su vida personal haría falta mucho más.

El daeliciano seguía sin comprender. ¿Es que en la Tierra no era así?

-Claro que vivimos todos juntos, los padres tienen que estar con sus hijos -respondió -¿No es así en tu mundo? Me dijiste que vivías con tus padres y tus hermanos.

No hizo ningun comentario sobre las inapropiadas palabras de Kolja. No le parecía interesante en absoluto, solo terriblemente triste, pero el chico acabó percatándose de su error cuando le llamaron la atención y pidió disculpas, y Lethe no parecía molesta con el tema.

Kahlo fue la siguiente en ser interrogada y sus respuestas fueron tan escuetas que quedaba bastante claro que no quería hablar sobre el tema. Luci conocía un par de detalles sobre la vida de la varmana que los demás no, pero tampoco mucho. La chica era muy reservada en cuanto a detalles personales y aunque Luci no conocía las razones lo respetaba, no a todo el mundo le gustaba hablar de sí mismo. Aun así una pregunta le quemaba en la garganta.

-¿Cómo te engañaron para venir? -preguntó, para luego apresurarse a añadir: -Si quieres contárnoslo, claro, si no quieres no hace falta. – Se cubrió la cabeza con la manta y agarró su taza como si fuera algo preciado, sonriendo con tristeza -A mi me dijeron que era especial y que podría ir a un mundo donde existía la magia y ni me lo pensé. Cada vez que lo recuerdo me siento tan tonto. Estaba enfadado con mis amigos y toda la escena parecía algún tipo de sueño, ni siquiera le hice preguntas a ese chico raro de los pájaros. Le dije que sí y ya.

No tenía todos los datos, pero salvo conflictos familiares y pequeños desencuentros (y tal vez salvo el caso de Lethe y Kradko) todos tenían vidas perfectamente normales y decentes. El cambio era brutal, y a veces se planteaba si la Carandela disfrazada de chico pálido no estaría intentando darles algún tipo de lección.

Había dejado escapar un bufido sarcástico al escuchar a Kolja. <<Divertidísimo, ¿quieres cambiarte por mí? Estoy segura de que durarías al menos cinco segundos antes de ser devorado por el primer reptil gigante al que te lanzarías de cabeza con lo que para él es un cuchillito romo>>. La respuesta que no se llegó a producir casi le quemaba en la lengua, la acidez pugnando por ser expulsada hacia el exterior. Pero, aparte de que otros ya habían llamado su atención y el humano incluso se había disculpado, si algo hubiese odiado más Lethe que no dejar salir el sarcasmo era provocar otra de las pataletas de Kolja que no eran más que una pérdida de tiempo para todos. Se limitó a sonreír con actitud burlesca, aunque realmente provocada por su monólogo interior. A continuación suspiró y rodo ligeramente los ojos ante las palabras exactas de la disculpa. Para ella ni siquiera era aquel el punto, pero estaba claro que no valía la pena prolongar aquella conversación.
—Disculpas aceptadas —resolvió decir finalmente.

Kahlo no dio mucha información sobre su mundo y la enderth no entendía por qué la reticencia. Estaba claro que no le apetecía, pero teniendo en cuenta como había reaccionado ante su propio relato no sabía qué podría resultarle perturbador de su propia situación como para no querer compartirlo. Probablemente cosas de mamíferos, se dijo, y desde luego ella no iba a ser quien insistiera. El galimatías familiar de Luci volvía a resultarle confuso, pero en general el concepto de familia más allá de dos padres cuidando de un hijo le era desconocido. Y no podía decir que tuviese demasiada experiencia con eso tampoco, además.

El daeliciano le hizo otra pregunta a la varmana y además dio información sobre cómo le habían traído a él allí. ¿Chico de los pájaros? Bueno, el tal Noel era una especie de mamífero pájaro, pero probablemente Luci se refería a otra cosa. No le llevó demasiado tiempo darse cuenta, no obstante, de que si los habían traído a todos en el mismo día lo más seguro era que hubiese sido una persona diferente en cada planeta.
—Drogas —dijo después de que el daeliciano terminase de hablar—. Al menos el tipo que vino a buscarme a mí es lo que usó—. Se notaba el resentimiento en su tono de voz como siempre que recordaba aquel encuentro y sus consecuencias.
No dio más detalles porque, a fin de cuentas, la pregunta inicial había sido para Kahlo.