Adru y Rox charlan sobre género

Los primeros días fueron muy largos. Vivían con miedo de que fuera lo que hubiese atacado a Mike siguiese en el torreón. Por suerte no ocurrió nada más. Eso la alivió enormemente cuando transcurrió la primera semana, convencida de que fuera lo que había matado a su amigo ya se había ido. Y, por supuesto, para ella significaba que la teoría de Pelusa no era acertada. No tenía sentido a fin de cuentas. Al transcurso de dos semanas Adru había recuperado buena parte de su habitual optimismo, aunque cada vez que salía al patio para encargarse del huerto las piedras que señalaban el lugar donde habían enterrado a Mike hacía que el suceso volviese para envenenar su mente de malos pensamientos. Cada vez sacudía la cabeza como tratando de quitárselos físicamente de encima. Había sido un accidente y no había nada que hacer. A veces ocurría, aunque fuese horrible.

A la semana del incidente, la edeel se había dado cuenta de que le había crecido mucho el pelo y había pedido ayuda para recortarse los bucles y el flequillo. No obstante, decidió que en lugar de cortarse la parte de atrás la recogería en una coleta que se hacía todas las mañanas antes de entrenar.

No obstante, algo más ocupaba la cabeza de la sinhadre desde hacía un tiempo y, una vez superados los primeros días, aquellas dos semanas no habían sido la excepción. Aquella mañana, tras haber finalizado su entrenamiento matinal y esperado a que todo el mundo se hubiese levantado y desayunado, buscó a Rox y le dijo que quería hacerle algunas preguntas sobre algo en lo que no podía dejar de pensar.
—Hum… Eso que nos contaste sobre ser chico a veces y a veces chica… He estado pensando mucho en eso. ¿Cómo se hace para saberlo?
La edeel le había dado muchas vueltas a cómo preguntar lo que quería saber, pero no supo formuarlo de otra manera.

Tras la muerte de Mike, el ambiente general del torreón se hizo pesado y extraño. Aunque hubiera paz y ningún rastro de monstruo, la tensión durante los primeros días era cortable con un cuchillo. Era similar a ver una cucaracha y luego perderla de vista en tu cuarto. Puede que no siga ahí dentro de media hora, pero el miedo a que aparezca en cualquier momento se te queda pegado hasta que te acostumbras.
En lo referente a Mike, sin embargo, las cosas para el coreano fueron algo más fáciles. Pasadas dos semanas, Rox estaba todo lo bien que podía estar. Claro que deshacerse de la conmoción no era fácil, mucho menos cuando todo había pasado en el mismo sitio en el que tenían que hacer vida, mas la extraña sensación de costumbre le hacía la situación más llevable. No era su primer cadáver, después de todo, y el cuello de Drake rompiéndose en una muerte inmediata era una imagen dificil de superar. Sumando el peso de la muerte de Ain, Drusar y la posible muerte de Hyun, Mike tristemente caía en el saco de "otro más".

Rox se encontraba en la habitación, escribiendo en hojas sueltas su suerte de diario. Había seguido el consejo de Pam, y desde hacía un tiempo apuntaba en frases esquemáticas cosas del día a día, como lo que había desayunado o cualquier evento destacable. De vez en cuando caía algún que otro recuerdo de la Tierra que no quisiese olvidar. Lo cierto es que la mayoría de días se le olvidaba que tenía que hacerlo.
Dejó las hojas a un lado en cuanto vio asomar a Adru, atento a lo que tuviera que decirle. La forma en la que hizo la pregunta despertó aún más su curiosidad. Se hizo a un lado, dándole espacio a la sinhadre por si quería sentarse.

—Pues... —arqueó las cejas fugazmente, pensando como responder. Luego bajó la cabeza, riendo de forma apurada—. Es complicado. Yo me di cuenta cuando tenía como... 15 años, más o menos, aunque venía de largo.

Guardó silencio unos instantes, mirando al suelo y pensando en como explicarse.
—Mm... A ver. Hay una cosa llamada "disforia". —explicó, mirando a la sinhadre—. Es algo que hace que te sientas muy mal al verte en el espejo, o cuando te tratan de chica si eres un chico y así. Es muy desagradable. Yo por ejemplo a veces tengo muchísima disforia, otras es muy suave, y a veces me da igual. Lo "normal" es que la gente con disforia cambie su cuerpo de forma permanente, pero yo no podría hacer eso. Es como que no quiero ser femenino, pero tampoco, hmm, ¿dejar de serlo?
Terminó, con una chispa de orgullo por haberse explicado como quería.
—¿Por qué lo dices, Adru? ¿Tienes dudas?

No iba a mentir. La idea de ayudar a Adru en un tema como ese le hacía muy feliz.

La sinhadre apoyó una mano sobre la barbilla y miraba a Rox con expresión medio fascinada mientras escuchaba su explicación, tratando de poner toda su atención en lo que decía para poder entenderlo bien en lugar de distraerse con alguna araña correteando por la pared.
—Pues… sí —respondió a su última pregunta. Tenía muchas dudas y le costaba encontrar las palabras para plantearlas—. Es que yo a veces creo que no es nada importante ser una chica o un chico… Quiero decir, yo misma. O sea… Hay mucha gente que me decía que me comportaba de forma muy masculina. Y a mí no me molesta para nada. Sé que a otra gente le enfada que le digan algo así. Y, además, ¿qué es sentirse una chica? En realidad no sé la respuesta por mucho que lo piense. ¿La mayoría de la gente si lo sabe, no? Entonces, cuando nos explicaste lo de tu género yo le di muchas vueltas y el otro día pensé… ¿A lo mejor es que yo tampoco soy una chica sin más? No lo sé… No tengo ningún problema cuando me veo en el espejo, me da igual cómo soy mientras a Neil no le moleste mi aspecto. Así que supongo que no tengo esa “disoforia” de la que hablas…
Adru no sabía explicarse mejor y era consciente de que a lo mejor estaba liando demasiado a Rox, pero también sentía que era algo importante y que debía hablarlo con él.
>>Pero, uhm… ¿Cómo cambian de cuerpo? ¿En tu planeta se puede hacer eso? —Preguntó sorprendida ante aquel último trozo de información que le había proporcionado el coreano.

Rox escuchó con atención, asintiendo cada poco para indicar que seguía el hilo. Cuando Adru acabó, se llevó una mano a los labios, mordiéndoselos al pensar. Había conocido a más gente trans y NB por Internet, e incluso en persona, pero nunca les había preguntado por su disforia. Le costaba imaginar que no tuvieran ni un poco, ¿por qué cambiar sino? ¿Por qué no ahorrarse todos los problemas?
La última pregunta le devolvió al presente.

—Ah, claro, no sé si exiten las operaciones en tu mundo... En la Tierra la medicina está muy avanzada. Si un órgano te falla, pueden abrirte y curártelo, o incluso cambiarlo. Luego te cosen y se cierra la herida. —hizo gestos, como si cosiera el aire—. ¡Te pueden cambiar hasta el corazón! Pero te duermen antes, claro. Sino sería muy traumático. —hizo una mueca breve de horror y rio suavemente—. Si eres un chico pero naciste con el cuerpo de una chica, pueden quitarte el pecho y, eh... darte "otras cosas". Y hormonas para que te cambie la voz o tus rasgos sean más masculinos y cosas así. De chico a chica igual.

Ahora que lo pensaba, le enorgullecían muchas cosas de su planeta. Habían llegado a todo eso, y aunque Rox estuviera seguro de no querer pasar por quirófano, el hecho de que existieran era bastante sorprendente de por sí.

—Y de lo otro... No sé, Adru, tampoco soy un experto. Sé que varía mucho para cada persona, pero... no sé si sin disforia es lo mismo. Bueno, venimos de mundos diferentes. No puedo decirte que eres o que dejas de ser. —miró al suelo, pensativo. Puede que fuera más sútil, que los roles de género en su planeta tuviesen un contexto diferente y por ende el problema perdiese potencia—. Pero creo que te entiendo. A mi me pasaba parecido al principio, y creo que hasta sigo con dudas. Mira, hagamos algo.

Cogió el papel en el que estaba escribiendo antes y dibujó una raya, en cada extremo de esta puso "chica" y "chico" respectivamente.

—¿Dónde te ves? No tienes porqué escoger un polo, te puedes poner en cualquier sitio de la raya. Yo... —inspeccionó el papel, dudando antes de hacer una marca a 1/4 de chico— diría que estoy aquí.
Le tendió el lápiz con una pequeña sonrisa, esperando que con eso pudieran arrojar algo más de luz a sus dudas.

La sinhadre escuchó la explicación con la boca semiabierta: todo lo que le decía Rox le sonaba a magia, pero sabía que no existía en su planeta.
—Los médicos de la Tierra tienen que ser gente muy lista —comentó con auténtica admiración hacia lo que le había descrito que podían hacer.
Le hubiese gustado preguntar muchas preguntas, como qué clase de hierbas tan potentes usaban para poder dormir a una persona y que no se enterase de que le estaban cambiando el corazón, pero se dijo que debía centrarse en lo que importaba en aquel momento.

—¿Ah, sí? —Inquirió con curiosidad cuando el coreano hizo alusión a que comprendía como se sentía ella porque había sentido algo parecido—. A ver… —Estiró la cabeza con interés para ver mejor qué estaba dibujando Rox.
Prestó mucha atención a todos sus movimientos y aceptó el lápiz cuando se lo pasó, observando alternativamente al humano y la marca que este había dibujado en el papel. Finalmente se llevó el lápiz a la barbilla y pensó. ¿Se sentía ella más chica que chico? ¿Al revés, como parecía ser el caso de Rox? Creía que no, pero tampoco tenía respuesta para la pregunta “¿se sentía chica?”. Tal y como había planteado de forma atropellada, Adru no tenía ni idea de en qué consistía sentirse uno u otro, solo que hasta que Rox no había hablado de su género nunca había pensado de verdad sobre ello.

Un tanto nerviosa finalmente decidió acercar el lápiz al papel. Tal vez…
—Pues… Creo que yo lo pondría… ¿Aquí?
La sinhadre hizo una marca justo en el medio de las palabras “chico” y “chica” y volvió a mirar, insegura, a Rox.

El australiano no pudo evitar esbozar una sonrisa. En base a la conversación, su respuesta fue la que imaginaba. La incertidumbre de la sinhadre le recordaba a su yo de hace años, e incluso a uno no tan lejano, y verse reflejado en ella removió su interior.

—¿Sabes? Cuando tenía tu edad me daba mucho miedo darle vueltas a como me sentía. A qué era. Era más fácil callarme y pensar en cualquier otra cosa. —aunque no hubiese tanta diferencia de edad entre ambos, había llovido mucho desde entonces—. Hasta hace nada me aterraba lo que opinasen de mí los demás. Con tal de que me aceptaran me he comido demasiada mierda, incluso por parte de algunos amigos.

Suspiró con suavidad, cambiando el tono de voz a uno más agudo.
—¿Yo? Solo soy una chica a la que le gustan mucho los deportes. Lo que pasa es que no soy como las otras. ¡No soy trans, es solo que me gusta más la ropa de tíos! —dijo, haciendo como que hablaba con alguien más, la mismas frases que habían salido de su boca tantas veces antes. Sintió asco al repetirlas—. Y mientras, decían que solo lo hacía por estar más cerca de los chicos de mi clase. Luego porque era una marimacha y una lesbiana.

Apoyó los codos en sus rodillas y se llevó ambas manos a la cara, masajeándose las mejillas antes de destapar sus ojos. A pesar de todo, la sinhadre podría ver que sonreía.

—Pero qué les importa. La cuestión es que... me he dado cuenta de que no busco la aceptación de la gente. Es decir, sienta bien, claro, pero no espero que me entiendan. Solo quiero ser yo. —miró a la sinhadre, luego al dibujo—. Sé quien tengas que ser, Adru. Sé tu misma. —se apresuró en añadir—.  O mismo. No dejes que los demás te quiten eso. A ellos no les incumbe tu género ni lo que hay en tus pantalones, solo a ti. Perdona el monólogo, pero ojalá me lo hubieran dicho a mi en su momento.

Le pidió el lápiz de vuelta para señalar el punto que ésta había marcado en el papel.
—Por si quieres saber más, lo que hay aquí se llama "género no binario". En corto, NB. —escribió las siglas en el folio—. No está ni de un lado, ni del otro. Yo también lo soy aunque esté más lejos del centro que tú.

Adru asintió a Rox de forma reflexiva. No comprendía del todo lo que el coreano le contaba, pero creía entender lo suficiente.
—La gente a veces es muy rara, ¿verdad? Quiero decir… Preocupándose por cosas que no les afectan.
Lo siguiente que explicó el coreano sí que le costó bastante más comprenderlo, pues la propia sinhadre jamás se había planteado la posibilidad de no ser una chica hasta ese mismo momento, y además…
>>¿Marimacha? —Inquirió confusa, no comprendiendo lo que significaba aquella palabra—. ¿Y por qué ibas a ser lesbiana solo por eso? Digo… No tiene nada que ver que te gustasen solo las chicas o no.
Empezaba a pensar que los humanos pensaban de forma muy extraña y posiblemente por eso Rox había tenido tantos problemas para saber qué era a pesar de que sabía que era perfectamente posible. Se notaba que al coreano no le gustaba recordar aquello y no le gustó pensar que había gente tan mala como para hacer sufrir así a su amigo. Aunque había aprendido la lección en aquellos meses a ese respecto: había personas verdaderamente malvadas, como el hombre escorpión.

A lo siguiente, en cambio, asintió de forma enérgica.
—Eso es: Rox siempre será Rox… Y por supuesto la Capitana también será siempre la Capitana. O el Capitán. Aunque me gusta como suena Capitana… —Adoptó una pose pensativa por unos segundos, pero volvió a su postura enérgica enseguida—. ¡Eso no importa!

El coreano le explicó todavía más cosas y la edeel volvió a mirar el punto que había escrito sobre el papel mientras asimilaba en su cabeza toda la nueva información.
—NB suena guay… Es como si fuese un nombre en clave —dijo dejando escapar una risa—. Entonces… Aunque pongas el punto en cualquier sitio entre “chica” y “chico” eres NB, pero no siempre lo mismo. ¡Lo pillo! —Afirmó con convencimiento.
De algún modo se sentía muy contenta con aquella conversación. No sabía muy bien por qué pero aquel concepto desconocido le había puesto de muy buen humor y notaba una sensación parecida al ¿alivio? No estaba muy segura, o seguro, pero sí lo estaba de otra cosa.
>>Gracias, Rox. Espero que no te importe que te venga a preguntar cuando me surja alguna duda.

El joven se encogió de hombros, con gesto resignado cuando Adru preguntó la conexión de su identidad de género con ser lesbiana.
—Complejos humanos, supongo. La lógica de muchos es que si te vistes como un chico es porque te gustan las chicas, pero en fin.

Para Rox tenía especial gracia aquella lógica, sobre todo cuando él mismo dudaba de su alosexualidad. Dejando eso a un lado, Adru por su parte parecía estar en éxtasis con toda su clase de teoría, y eso le entusiasmaba encarecidamente. Le alegraba participar y ser capaz de ayudar a la sinhadre, poder arrojar luz en algo tan delicado como es descubrirse a uno mismo. Los cambios que esta tenía entre concentración y explosión le sacaban la sonrisa. Cuando él había descubierto el término de lo que era y que había otros como él, había sentido tanto alivio como miedo. Esperaba que la peli-morado pudiera saltarse esa última parte, y se prometió hacer todo lo posible porque así fuera.

—¡Exacto! Tiene usted un sobresaliente, Adru. —asintió despacio con la cabeza, con solemnidad burlona. Al terminar se le escapó una risa—. ¡No hay de qué, Capi! Me tienes para lo que sea, ¿queda claro? Pregúntame lo que quieras cuando te haga falta.

Se puso en pie frente a la sinhadre, levantando una mano para chocarla y “saldar el trato”.

—Y si alguien se mete contigo, tú me lo dices y yo le doy una patada donde duela —añadió, en un tono que no pretendía ser muy serio. Automáticamente después sonrió, desenfadado—. Aunque aquí no se va a dar el caso, desde luego. ¿Vas a contárselo a Neil?

Había adoptado una pose triunfante cuando Rox le dijo que tenía un sobresaliente y a continuación dio una palmada de la emoción.
—¡Sí, maestro! —Le dijo cuando el coreano le pidió que le preguntase siempre que fuese necesario.
>>Si alguien se mete conmigo yo misma le daré una patada —aseguró riendo—. Y si se meten contigo también. —Permaneció pensativa unos instantes—. O podemos darles una patada cada uno.
La sinhadre estaba segura de que podía defenderse ella misma, pero ya que Rox había dicho primero que le daría una patada al idiota que se le ocurriese decir alguna estupidez sobre su género le pareció justo que formasen una alianza de darse el caso.

La siguiente cuestión le hizo adoptar una actitud más reflexiva, pero dio pronto con la respuesta.
—Sí, tengo que decírselo. Pero creo que prefiero esperar a tenerlo un poco más claro antes de decírselo a él y a los demás. Quiero entenderlo bien yo antes de nada.
Le iba a resultar difícil guardárselo para sí sin contárselo a Neil, pero al menos podría hablar de ello con Rox siempre que quisiera.