Torreta Matakrakens
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Isma
Giniroryu
Seth
Aes
Kanyum
Rocavarancolia Rol
10 participantes
- Rocavarancolia Rol
Torreta Matakrakens
10/03/19, 06:50 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Única superviviente de las doce torretas que protegieron los acantilados de posibles ataques desde el mar antes del ataque de la Alianza de Mundos. La fachada occidental del edificio todavía está oscurecida por las llamas de Umbra Gala, el dragón de Basa que murió defendiendo esta posición. Su nombre se debe a que esta torreta fue esencial para repeler el ataque de una criatura marina de proporciones gigantescas traída por las corrientes uncidas. En la azotea todavía se hallan restos del nido donde vivieron la arpía dama Moreda y la cabeza del traidor inmortal Alastor Borodín: un pedestal en el centro y una techumbre medio derruida de tablones y alfombras.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreta Matakrakens
24/09/24, 01:24 am
Sus preguntas cayeron en ridículo cuando los gritos de Connor e Ethan -pero sobre todo de Connor- llenaron el cielo. Aún sin ver Nohlem podía imaginarse el panorama, y a pesar de que la energía pegada por la situación y las voces no era necesariamente mala, sí llegaba a ser frustrante al no poder ser partícipe en aquello. No obstante, esa delicada balanza entre los nervios y el miedo pronto se decantó por un lado al reconocer un sonido que, por desgracia, ya había vivido antes. Un derrumbamiento.
Ya estaba apartado para intentar ver lo que sucedía arriba, pero incluso con ese margen de seguridad su cuerpo dio un respingo en dirección contraria por instinto. Sus pensamientos enmudecieron, y por unos segundos demasiado largos no tuvo reacción ninguna. El silencio del shock se expandió a su alrededor como la capa de polvo que acababa de escupir el tejado, y no fue hasta que la maldición de Rick sesgó el aire que no fue capaz de poner un pie delante del otro. Le siguió en automático como una sombra, sin otra cosa que aportar que presencia, asomándose desde la prudencia para ver dentro del edificio.
Se congeló una vez más. La imagen de Connor inerte en el suelo fue el segundo golpe al ánimo, uno tan duro que, como si fuera un espectador fuera de su propio cuerpo, lo único que llegó a pensar al oir al neoyorkino fue “¿Cómo sabe que está vivo?”. Casi como si su respiración dependiera de la Connor, Nohlem no dejó de contener el aliento hasta que el primero respondió a su pregunta no formulada con toses y quejidos. Joder. Sí que estaba vivo. ¡Estaba vivo!
Regresó a su cuerpo, y con mucho más brío que antes el varmano se acercó al punto donde estaban. Desde esa postura no llegaba a ver las heridas de Connor, pero no había que ser muy listo para suponer la magnitud de estas. La imagen del insecto debajo del canadiense le hizo levantar el labio en un gruñido silencioso, una mueca compugnida entre el disgusto y la victoria, pero por supuesto lo ignoró por lo que apremiaba. Miró arriba, de donde aún caía polvillo y algún que otro resto, comprendiendo entonces la urgencia de la situación. Oír y reconocer a Ethan asomado a contra luz le dio vértigo.
—Joder, el techo… —justo de lo que se habían estado preocupando falsamente antes. Al comprender que lo mismo les caían encima con todo el tejado, se le cerró la garganta. Mientras se quitaba el collar tal como había pedido el londinense, con manos torpes y apuradas, se volteó en dirección a la puerta—. ¡Tenéis que bajarlos de arriba, rápido! —vociferó para retransmitir la orden. “Por favor, por favor” rogó simultáneamente para sí. Confiaba que con la levitación a medio castear fuese una petición redundante. Volvió la vista al frente, arrodillándose a un lado de ambos americanos (e invertebrado) para colgarle el talismán al pelirrosa, de espaldas, por debajo de la ropa y en contacto con su piel—. Tenemos que irnos. Tenemos que- tenemos que levantar a Connor. No podemos quedarnos aquí dentro —soltó a trompicones. Daba igual que el edificio aguantase más o menos estable un tiempo, las malas experiencias le pedían velocidad—. ¿Te puedes mover? ¿Estás bien?
Preguntas estúpidas como esas se acumulaban como grifo a punto de explotar en su mente, y es que aunque no necesitaba respuestas por el brillo azul de la parálisis o lo que obviamente era un estado deplorable, aquel era su mecanismo para seguir trabajando. Se echó las cosas -arco, carcaj- sobre el hombro dañado para tener libre el bueno antes de tantear como levantarlo. Al insecto lo sacaría a patadas si era necesario, como quien carga un mueble y arrastra una alfombra simultáneamente, pero su prioridad estaba bien clara.
—Ayúdame Rick —masculló sin aire al comenzar a alzar en peso a la mole que era su amigo de un hombro. El suyo se quejó palpitando, pero lo ignoró por necesidad. Vagamente sabía que era un error mover tan brusco a un herido de esas magnitudes, pero siempre mejor eso que desenterrar un cadáver—. Damian, Damian —le llamó, buscándole por encima de la masa que era Connor. No le gustaba que estuviera dentro con ellos, pero ya que era el caso...—. ¿Crees que puedes traerlo fuera?
Con un gesto de cabeza señaló al insecto maltrecho en el suelo.
y entonces para aliviar su dolor nohlem soltó a connor en la entrada le bajó los pantalones y comenzó a hacerle una gatomamada
—gogogogo
Ya estaba apartado para intentar ver lo que sucedía arriba, pero incluso con ese margen de seguridad su cuerpo dio un respingo en dirección contraria por instinto. Sus pensamientos enmudecieron, y por unos segundos demasiado largos no tuvo reacción ninguna. El silencio del shock se expandió a su alrededor como la capa de polvo que acababa de escupir el tejado, y no fue hasta que la maldición de Rick sesgó el aire que no fue capaz de poner un pie delante del otro. Le siguió en automático como una sombra, sin otra cosa que aportar que presencia, asomándose desde la prudencia para ver dentro del edificio.
Se congeló una vez más. La imagen de Connor inerte en el suelo fue el segundo golpe al ánimo, uno tan duro que, como si fuera un espectador fuera de su propio cuerpo, lo único que llegó a pensar al oir al neoyorkino fue “¿Cómo sabe que está vivo?”. Casi como si su respiración dependiera de la Connor, Nohlem no dejó de contener el aliento hasta que el primero respondió a su pregunta no formulada con toses y quejidos. Joder. Sí que estaba vivo. ¡Estaba vivo!
Regresó a su cuerpo, y con mucho más brío que antes el varmano se acercó al punto donde estaban. Desde esa postura no llegaba a ver las heridas de Connor, pero no había que ser muy listo para suponer la magnitud de estas. La imagen del insecto debajo del canadiense le hizo levantar el labio en un gruñido silencioso, una mueca compugnida entre el disgusto y la victoria, pero por supuesto lo ignoró por lo que apremiaba. Miró arriba, de donde aún caía polvillo y algún que otro resto, comprendiendo entonces la urgencia de la situación. Oír y reconocer a Ethan asomado a contra luz le dio vértigo.
—Joder, el techo… —justo de lo que se habían estado preocupando falsamente antes. Al comprender que lo mismo les caían encima con todo el tejado, se le cerró la garganta. Mientras se quitaba el collar tal como había pedido el londinense, con manos torpes y apuradas, se volteó en dirección a la puerta—. ¡Tenéis que bajarlos de arriba, rápido! —vociferó para retransmitir la orden. “Por favor, por favor” rogó simultáneamente para sí. Confiaba que con la levitación a medio castear fuese una petición redundante. Volvió la vista al frente, arrodillándose a un lado de ambos americanos (e invertebrado) para colgarle el talismán al pelirrosa, de espaldas, por debajo de la ropa y en contacto con su piel—. Tenemos que irnos. Tenemos que- tenemos que levantar a Connor. No podemos quedarnos aquí dentro —soltó a trompicones. Daba igual que el edificio aguantase más o menos estable un tiempo, las malas experiencias le pedían velocidad—. ¿Te puedes mover? ¿Estás bien?
Preguntas estúpidas como esas se acumulaban como grifo a punto de explotar en su mente, y es que aunque no necesitaba respuestas por el brillo azul de la parálisis o lo que obviamente era un estado deplorable, aquel era su mecanismo para seguir trabajando. Se echó las cosas -arco, carcaj- sobre el hombro dañado para tener libre el bueno antes de tantear como levantarlo. Al insecto lo sacaría a patadas si era necesario, como quien carga un mueble y arrastra una alfombra simultáneamente, pero su prioridad estaba bien clara.
—Ayúdame Rick —masculló sin aire al comenzar a alzar en peso a la mole que era su amigo de un hombro. El suyo se quejó palpitando, pero lo ignoró por necesidad. Vagamente sabía que era un error mover tan brusco a un herido de esas magnitudes, pero siempre mejor eso que desenterrar un cadáver—. Damian, Damian —le llamó, buscándole por encima de la masa que era Connor. No le gustaba que estuviera dentro con ellos, pero ya que era el caso...—. ¿Crees que puedes traerlo fuera?
Con un gesto de cabeza señaló al insecto maltrecho en el suelo.
y entonces para aliviar su dolor nohlem soltó a connor en la entrada le bajó los pantalones y comenzó a hacerle una gatomamada
—gogogogo
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: Torreta Matakrakens
24/09/24, 04:39 pm
Aunque no fue muy tranquilizador, escuchar de primeras el grito de Ethan le hizo alzar la cabeza en busca de lo que estaba pasando. Había como mínimo una pelea y estuvo mencionando un escudo que había perdido alguien. De seguido Connor exclamó con rabia una persecución y no quería ponerse en lo peor, justo lo contrario. Joder, ¡estaban persiguiendo a alguien! Uno de los malos, tenía que serlo. Con algo más de esperanza en su pequeño cuerpo, Damian se giró en dirección a los gritos y se fue movilizando con prudencia pero no por ello sin impaciencia ni ganas de guerra. Tuvo el arco preparado, aunque aún con los brazos bajados para ir mas ligero. Una ligerísima sonrisa aliviada se le estuvo dibujando entre tanta tensión pero...
Otro derrumbe.
Podría reconocer ese puñetero sonido de entre millones pues ya pudo vivirlo en sus propias carnes. La cara se le puso algo pálida, el ceño se le sostenía preocupado y bufó ansioso. No tardó en ir corriendo para allá, tenía la garganta con un nudo enorme porque no sabía si alguno o algunos de sus amigos se cayeron de los tejados.
—Me cago en la puta... —maldijo para sí al usar sus pies para correr, esperando que ninguno de esos escenarios oscuros dentro de su cabeza fuesen realidad. Les estaban ganando a los malos, ¿no? Sus amigos son fuertes, ¿no es así?
Pudo escuchar voces en la lejanía, cada vez más próximas al derrumbe hacia donde iban. Aniol... Aniol parecía estar hablando por lo que pudo reconocer y Ethan igual. Estaba cada vez más cerca de esa nube de polvo, quería ver el desenlace de ese desastre e implorar a todo lo que quería que no hubiese un amigo suyo ahí. Sin embargo, al llegar el chico se quedó perplejo. Su mirada tensa estuvo encima de la de Connor, apenas vislumbrando al bicho debajo de él en un foco de preocupación.
—¿Connor? ¿E-E-Estás bien tío? —estaba vivo y por lo visto entero pero dejó ir una duda general mencionando su nombre, mientras miraba a su alrededor, a sus amigos. Connor era fuerte, aguantó la caída pero no se le quitaba la preocupación, agarrándose el brazo derecho. Miró hacia arriba, en ese agujero que, a contraluz, habían dos figuras. Damian bajó los brazos, destensándolos en cuanto pudo reconocer a su mejor amigo y a su colega que le regaló su juguete de papel favorito—. ¡S-Si, bajad por favor os lo pido! ¡Nos piramos ya! —reiteró la petición de Nohlem con energías que no sabía de donde las estaba sacando, sabiendo que sería lo más inteligente de hacer y porque no quería mas amigos despeñándose de lo alto.
Una vez que pudo procesar lo sucedido, lo que le quedó por ver estuvo bien claro y debajo de Connor. Mientras sus amigos ayudaban al principio a Connor el italiano tuvo la mirada seria, abierta, ante lo que parecía ser un bicho medio aplastado con líquido saliéndosele de unas rajas que portaba. Pudo reconocerlo, ese puto bicho de mierda coleguita de esos cabrones que no paraba de dar por culo y al fin lo tenían. Connor lo habría machacado seguramente y ahí estaba, a huevo y en bandeja y a Damian le empezó a arder algo dentro de sí, un ansia candente que se le veía en sus ojos que atravesaban al herido e inmovilizado Raki.
—Claro, yo te lo arrastro fuera —dijo algo bajo y raspado y, sin apartar la mirada de su enemigo, hizo caso a Nohlem pero no sin antes meterle una patada a mala leche en el costado al bicho. Se colocó el arco de nuevo en el pecho y lo agarró de uno de los brazos con más fuerza de la necesaria, sentir que lo tenía en sus manos se sintió bien, demasiado bien, como si hubiese ganado al pilla pilla pero con alguien a quien le quería pisar la cabeza—. Nos vamos cucaracha —dedicó una mirada de puto asco a la cosa esa y sin ningún cuidado, que para qué, fue arrastrándolo fuera del lugar que peligraba más derrumbes con algo de prisa y, de paso, mala ostia.
Otro derrumbe.
Podría reconocer ese puñetero sonido de entre millones pues ya pudo vivirlo en sus propias carnes. La cara se le puso algo pálida, el ceño se le sostenía preocupado y bufó ansioso. No tardó en ir corriendo para allá, tenía la garganta con un nudo enorme porque no sabía si alguno o algunos de sus amigos se cayeron de los tejados.
—Me cago en la puta... —maldijo para sí al usar sus pies para correr, esperando que ninguno de esos escenarios oscuros dentro de su cabeza fuesen realidad. Les estaban ganando a los malos, ¿no? Sus amigos son fuertes, ¿no es así?
Pudo escuchar voces en la lejanía, cada vez más próximas al derrumbe hacia donde iban. Aniol... Aniol parecía estar hablando por lo que pudo reconocer y Ethan igual. Estaba cada vez más cerca de esa nube de polvo, quería ver el desenlace de ese desastre e implorar a todo lo que quería que no hubiese un amigo suyo ahí. Sin embargo, al llegar el chico se quedó perplejo. Su mirada tensa estuvo encima de la de Connor, apenas vislumbrando al bicho debajo de él en un foco de preocupación.
—¿Connor? ¿E-E-Estás bien tío? —estaba vivo y por lo visto entero pero dejó ir una duda general mencionando su nombre, mientras miraba a su alrededor, a sus amigos. Connor era fuerte, aguantó la caída pero no se le quitaba la preocupación, agarrándose el brazo derecho. Miró hacia arriba, en ese agujero que, a contraluz, habían dos figuras. Damian bajó los brazos, destensándolos en cuanto pudo reconocer a su mejor amigo y a su colega que le regaló su juguete de papel favorito—. ¡S-Si, bajad por favor os lo pido! ¡Nos piramos ya! —reiteró la petición de Nohlem con energías que no sabía de donde las estaba sacando, sabiendo que sería lo más inteligente de hacer y porque no quería mas amigos despeñándose de lo alto.
Una vez que pudo procesar lo sucedido, lo que le quedó por ver estuvo bien claro y debajo de Connor. Mientras sus amigos ayudaban al principio a Connor el italiano tuvo la mirada seria, abierta, ante lo que parecía ser un bicho medio aplastado con líquido saliéndosele de unas rajas que portaba. Pudo reconocerlo, ese puto bicho de mierda coleguita de esos cabrones que no paraba de dar por culo y al fin lo tenían. Connor lo habría machacado seguramente y ahí estaba, a huevo y en bandeja y a Damian le empezó a arder algo dentro de sí, un ansia candente que se le veía en sus ojos que atravesaban al herido e inmovilizado Raki.
—Claro, yo te lo arrastro fuera —dijo algo bajo y raspado y, sin apartar la mirada de su enemigo, hizo caso a Nohlem pero no sin antes meterle una patada a mala leche en el costado al bicho. Se colocó el arco de nuevo en el pecho y lo agarró de uno de los brazos con más fuerza de la necesaria, sentir que lo tenía en sus manos se sintió bien, demasiado bien, como si hubiese ganado al pilla pilla pero con alguien a quien le quería pisar la cabeza—. Nos vamos cucaracha —dedicó una mirada de puto asco a la cosa esa y sin ningún cuidado, que para qué, fue arrastrándolo fuera del lugar que peligraba más derrumbes con algo de prisa y, de paso, mala ostia.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Torreta Matakrakens
24/09/24, 08:44 pm
¿Cuánto podía llegar a torcerse el puñetero plan? Connor no tuvo tiempo de pensar en ello, pero no tardaría en descubrirlo. Su cuerpo impactó en pleno aire contra el del insecto con un golpe sordo, tras el barrido rápido de Ethan con la lanza, justo cuando aquel ser ya estaba siendo atraído hacia el suelo por el hechizo de Aniol. El motero pudo notar la dureza de aquellas placas quitinosas... Los diferentes relieves entre los brazos y la cintura como si de aberturas se tratase, antes de que ambos chocaran con contundencia contra el suelo. Fue un placaje en toda regla, donde todo el peso de su cuerpo cayó encima de su rival. Sólo que allí no había un suave césped que amortiguara una puta mierda, solo piedra fría y gris de las ruinas. Con el dulce sabor de la victoria, pues aquel cabrón estaba atrapado bajo él y con Aniol y Ethan cerca, Connor empezaría a mover su mano izquierda en busca del cuello. Con el objetivo de apretar y apretar y apretar para que no escapara de alguna forma. Pero no pudo.
En menos de un segundo todo se fue a la mierda.
El edificio rugió de una forma atronadora, como si fuera una bestia durmiente que hubiera despertado de su letargo y ahora se muriera de hambre. Y luego... El vacío. Connor ni siquiera emitió un grito, no pudo, porque durante la caída su mente creyó conveniente creer que había vuelto a la puta cueva subterránea. Otra vez hacia la oscuridad. Otra vez hacia aquel monstruo con garras y colmillos. Lo poco que duró el trayecto lo experimentó en una especie de shock. El miedo esperando una pausa entre el caos para desatarse como era debido, pero asomando ya con fuerza entre el velo de sus ojos. Verdadero terror. Como una tormenta negra. Ni siquiera era consciente de que todo su cuerpo estaba paralizado de cuello para abajo. No era consciente de lo vulnerable que era.
Y luego el dolor.
El choque contra el cuerpo del insecto amortiguó el duro y jodido aterrizaje. Aún así no fue suficiente y le sacó todo el aire de los pulmones con un suspiro agonizante. Su cuello se sacudió con fuerza y su frente recibió como saludo uno de los hombros de ese cabrón asqueroso, provocándole una pequeña brecha encima de la ceja. Allí donde sintió que las placas de su rival cedían y se partían con un sonoro "CRACK" debajo suya, también notó un ardor en su costado izquierdo tres segundos después. Costillas rotas. No podía razonar nada de lo que había ocurrido o siquiera dónde estaba. Pero su mente desbocada y asustada aquello lo supo con verdadera precisión. Quizás porque quería aferrarse a algo que tenía mínimamente sentido. Justo después, entre la polvareda que se asentaba en torno a ellos y el ruido de los cascotes desperdigados, Connor perdió la conciencia durante unos instantes. Fue un apagón breve, como una bombilla parpadeando con fuerza en un vano intento por dar algo de luz. Ése era su puto cerebro, luchando por mantenerse al menos en la semiinconsciencia. No escuchó gritos o palabras de ayuda. No escuchó nada hasta que la voz de Rick le devolvió de nuevo a la luz.
No fue capaz de hablar. Pero abrió los ojos cubiertos de polvo con lentitud y emitió una suerte de quejidos y toses que le provocaron llamas en el costado, al menos eso respondía a la pregunta del neoyorquino. Cuando Nohlem llegó, Connor volvió a toser con fuerza sin ser consciente que el "suelo" en el que estaba era más bien el insecto espachurrado. Ahora sí escuchaba palabras como un eco lejano ordenando que había que bajar de allí al polaco y al británico. La preocupación de Rick y la voz asustada de Aniol por su bienestar. Las preguntas del varmano y el tono alzado de Ethan recordando la sanación del collar. El tartamudeo de Damian...
-No puedo... moverme... No siento nada... Joder...- Farfulló con voz débil mientras el miedo empezaba a devorarlo poco a poco. Sin ser consciente del brillo azul que delataba que la parálisis se debía a un hechizo. Creyendo que se había partido la puta columna. Un cosquilleo familiar le embargó segundos después. El collar. Mientras era alzado entre gruñidos de dolor del suelo, apoyado en los hombros de Nohlem y Rick, la magia del colgante empezó a hacer efecto. Alivió el dolor y su mente empezó a volverse algo más clara. Más precisa. El azul del conjuro que rodeaba al inerte insecto y a él mismo... El techo derrumbado sobre ellos... Mientras empezaban a arrastrarlo lejos del peligro del edificio, Connor hizo un esfuerzo por girar la cabeza hacia el interior, causándole un leve mareo.- Hay que bajar a Aniol y a Ethan... de allí...- Masculló entre gruñidos de dolor y preocupación. Sin recordar que sus amigos ya habían hablado de eso mismo. Notaba un pinchazo en la punta del pie derecho mientras le arrastraban, además de un dolor general por todo el cuerpo lleno de magulladuras. No lo sabía, pero uno de sus dedos estaba girado en un ángulo imposible dentro del zapato.- Y no podemos abandonar ahí dentro... a ese puto cabrón de...- Su mente aletargada se quedó en silencio sorprendido y orgulloso cuando vio a aquel puto insecto destrozado siendo arrastrado con violencia por Damian hacia el exterior. Estaba hecho. Lo habían conseguido.
Cerró los ojos con cansancio y apoyó la cabeza en Nohlem, dejando que éste y Rick lo condujeran hacia el exterior.
En menos de un segundo todo se fue a la mierda.
El edificio rugió de una forma atronadora, como si fuera una bestia durmiente que hubiera despertado de su letargo y ahora se muriera de hambre. Y luego... El vacío. Connor ni siquiera emitió un grito, no pudo, porque durante la caída su mente creyó conveniente creer que había vuelto a la puta cueva subterránea. Otra vez hacia la oscuridad. Otra vez hacia aquel monstruo con garras y colmillos. Lo poco que duró el trayecto lo experimentó en una especie de shock. El miedo esperando una pausa entre el caos para desatarse como era debido, pero asomando ya con fuerza entre el velo de sus ojos. Verdadero terror. Como una tormenta negra. Ni siquiera era consciente de que todo su cuerpo estaba paralizado de cuello para abajo. No era consciente de lo vulnerable que era.
Y luego el dolor.
El choque contra el cuerpo del insecto amortiguó el duro y jodido aterrizaje. Aún así no fue suficiente y le sacó todo el aire de los pulmones con un suspiro agonizante. Su cuello se sacudió con fuerza y su frente recibió como saludo uno de los hombros de ese cabrón asqueroso, provocándole una pequeña brecha encima de la ceja. Allí donde sintió que las placas de su rival cedían y se partían con un sonoro "CRACK" debajo suya, también notó un ardor en su costado izquierdo tres segundos después. Costillas rotas. No podía razonar nada de lo que había ocurrido o siquiera dónde estaba. Pero su mente desbocada y asustada aquello lo supo con verdadera precisión. Quizás porque quería aferrarse a algo que tenía mínimamente sentido. Justo después, entre la polvareda que se asentaba en torno a ellos y el ruido de los cascotes desperdigados, Connor perdió la conciencia durante unos instantes. Fue un apagón breve, como una bombilla parpadeando con fuerza en un vano intento por dar algo de luz. Ése era su puto cerebro, luchando por mantenerse al menos en la semiinconsciencia. No escuchó gritos o palabras de ayuda. No escuchó nada hasta que la voz de Rick le devolvió de nuevo a la luz.
No fue capaz de hablar. Pero abrió los ojos cubiertos de polvo con lentitud y emitió una suerte de quejidos y toses que le provocaron llamas en el costado, al menos eso respondía a la pregunta del neoyorquino. Cuando Nohlem llegó, Connor volvió a toser con fuerza sin ser consciente que el "suelo" en el que estaba era más bien el insecto espachurrado. Ahora sí escuchaba palabras como un eco lejano ordenando que había que bajar de allí al polaco y al británico. La preocupación de Rick y la voz asustada de Aniol por su bienestar. Las preguntas del varmano y el tono alzado de Ethan recordando la sanación del collar. El tartamudeo de Damian...
-No puedo... moverme... No siento nada... Joder...- Farfulló con voz débil mientras el miedo empezaba a devorarlo poco a poco. Sin ser consciente del brillo azul que delataba que la parálisis se debía a un hechizo. Creyendo que se había partido la puta columna. Un cosquilleo familiar le embargó segundos después. El collar. Mientras era alzado entre gruñidos de dolor del suelo, apoyado en los hombros de Nohlem y Rick, la magia del colgante empezó a hacer efecto. Alivió el dolor y su mente empezó a volverse algo más clara. Más precisa. El azul del conjuro que rodeaba al inerte insecto y a él mismo... El techo derrumbado sobre ellos... Mientras empezaban a arrastrarlo lejos del peligro del edificio, Connor hizo un esfuerzo por girar la cabeza hacia el interior, causándole un leve mareo.- Hay que bajar a Aniol y a Ethan... de allí...- Masculló entre gruñidos de dolor y preocupación. Sin recordar que sus amigos ya habían hablado de eso mismo. Notaba un pinchazo en la punta del pie derecho mientras le arrastraban, además de un dolor general por todo el cuerpo lleno de magulladuras. No lo sabía, pero uno de sus dedos estaba girado en un ángulo imposible dentro del zapato.- Y no podemos abandonar ahí dentro... a ese puto cabrón de...- Su mente aletargada se quedó en silencio sorprendido y orgulloso cuando vio a aquel puto insecto destrozado siendo arrastrado con violencia por Damian hacia el exterior. Estaba hecho. Lo habían conseguido.
Cerró los ojos con cansancio y apoyó la cabeza en Nohlem, dejando que éste y Rick lo condujeran hacia el exterior.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreta Matakrakens
25/09/24, 02:45 pm
Airi terminó el hechizo de levitación sin trabarse a pesar de los nervios. Notó cómo la gravedad dejaba de tirar de su cuerpo y comenzó a elevarse, volviendo a poner el arco en posición en sus manos usando la memoria muscular que había adquirido. Su mente estaba centrar en elevarse del suelo, y prácticamente solo en eso, ya que para elle nunca había sido algo tan fácil como lo parecía para Aniol.
Los sonidos que provenían del tejado le apremiaban, y el sobresalto de oír romperse algo le hizo perder altura un instante, desestabilizándose. Cuando pudo ver lo que había realmente allí arriba, identificó primero el boquete que daba una sensación inestable a toda la bóveda y las dos figuras de pie sobre esta. No veía a Connor por ningún lado, pero tampoco a Raki o a otros enemigos o alimañas.
Recortó la distancia que faltaba hasta el edificio mientras escuchaba a Rick romper la puerta. Enseguida comprendió que Connor se había caído por aquel agujero al escuchar los gritos de los demás. Tragó saliva, aterrade por lo que pudiesen haber encontrado allí dentro, y centró su atención en Ethan y Aniol.
—N-no os acerquéis al borde —pidió con voz asustada. Debían bajar de allí lo más rápido posible.
Le sanaí aún sostenía el arco por inercia, sin tensar. Al darse cuenta de eso, guardó la flecha que tenía entre los dedos y se puso el arco al hombro. A su lado, Räg ya descendía sobre el tejado para ayudar, y le siguió en cuanto terminó de hacer aquellos movimientos que le distraían de la levitación.
Se prohibió mirar hacia abajo por el agujero a medida que se acercaba, por miedo a distraerse y perder el control, aunque el pensamiento de lo que podía encontrarse si lo hacía era casi peor. Aniol todavía tenía activa su propia levitación y eso le hizo sentir algo de alivio, ya que al menos el tejado no podía llevárselo a él por delante. Siguiendo a Räg se acercó a Ethan y se aferró a uno de sus brazos casi con desesperación, en una suerte de abrazo que podía ser un recibimiento caluroso o un consuelo por lo que acababa de vivir y que solo duró un instante, lo que tardó en afianzarse y tirar de él para sacarlo de allí entre los dos. Podía oír chirriar la estructura de la casa con cada movimiento.
Una vez le dejaron en suelo firme, Airi deshizo la levitación. Su mirada se quedó fija en cómo sacaban a Connor por la puerta echada abajo, inmóvil, magullado, pero vivo. Sintió que por fin podía respirar, al ver a todos reunidos en el mismo lugar, aunque el alivio duró poco. Enseguida vio también al insecto gigante. De cerca podía dar más reparo aún si cabía, pero lo que saltaba a la vista por encima de todo era el estado en que se encontraba, incluso peor que el de Connor. Quiso decirle a Damian que se alejase de él, al recordar los horrores de la tarde que se había pasado paralizade por su maldito dardo, pero parecía tan inmóvil como su compañero, y sería difícil que intentase algo en ese estado.
Costaba mirarle. Airi no quería enfrentarse al y ahora qué, no quería ver cómo se le escapaba aquel líquido verdoso. Le odiaba, sí, pero no era capaz de regodearse en la agonía de nadie. En vez de mirarle a él más tiempo del necesario, se acercó a Connor.
—¿Ha perdido el conocimiento? —preguntó con preocupación a Nohlem y Rick.
Los sonidos que provenían del tejado le apremiaban, y el sobresalto de oír romperse algo le hizo perder altura un instante, desestabilizándose. Cuando pudo ver lo que había realmente allí arriba, identificó primero el boquete que daba una sensación inestable a toda la bóveda y las dos figuras de pie sobre esta. No veía a Connor por ningún lado, pero tampoco a Raki o a otros enemigos o alimañas.
Recortó la distancia que faltaba hasta el edificio mientras escuchaba a Rick romper la puerta. Enseguida comprendió que Connor se había caído por aquel agujero al escuchar los gritos de los demás. Tragó saliva, aterrade por lo que pudiesen haber encontrado allí dentro, y centró su atención en Ethan y Aniol.
—N-no os acerquéis al borde —pidió con voz asustada. Debían bajar de allí lo más rápido posible.
Le sanaí aún sostenía el arco por inercia, sin tensar. Al darse cuenta de eso, guardó la flecha que tenía entre los dedos y se puso el arco al hombro. A su lado, Räg ya descendía sobre el tejado para ayudar, y le siguió en cuanto terminó de hacer aquellos movimientos que le distraían de la levitación.
Se prohibió mirar hacia abajo por el agujero a medida que se acercaba, por miedo a distraerse y perder el control, aunque el pensamiento de lo que podía encontrarse si lo hacía era casi peor. Aniol todavía tenía activa su propia levitación y eso le hizo sentir algo de alivio, ya que al menos el tejado no podía llevárselo a él por delante. Siguiendo a Räg se acercó a Ethan y se aferró a uno de sus brazos casi con desesperación, en una suerte de abrazo que podía ser un recibimiento caluroso o un consuelo por lo que acababa de vivir y que solo duró un instante, lo que tardó en afianzarse y tirar de él para sacarlo de allí entre los dos. Podía oír chirriar la estructura de la casa con cada movimiento.
Una vez le dejaron en suelo firme, Airi deshizo la levitación. Su mirada se quedó fija en cómo sacaban a Connor por la puerta echada abajo, inmóvil, magullado, pero vivo. Sintió que por fin podía respirar, al ver a todos reunidos en el mismo lugar, aunque el alivio duró poco. Enseguida vio también al insecto gigante. De cerca podía dar más reparo aún si cabía, pero lo que saltaba a la vista por encima de todo era el estado en que se encontraba, incluso peor que el de Connor. Quiso decirle a Damian que se alejase de él, al recordar los horrores de la tarde que se había pasado paralizade por su maldito dardo, pero parecía tan inmóvil como su compañero, y sería difícil que intentase algo en ese estado.
Costaba mirarle. Airi no quería enfrentarse al y ahora qué, no quería ver cómo se le escapaba aquel líquido verdoso. Le odiaba, sí, pero no era capaz de regodearse en la agonía de nadie. En vez de mirarle a él más tiempo del necesario, se acercó a Connor.
—¿Ha perdido el conocimiento? —preguntó con preocupación a Nohlem y Rick.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreta Matakrakens
25/09/24, 03:33 pm
La situación no tardó en virar hacia otros derroteros diferentes a lo que pudiera estar imaginando en su cabeza. Aún si escuchar las voces de los que estaban en el tejado era un poco tranquilizador, no sabían realmente qué estaba ocurriendo ni si en cualquier momento podrían torcerse las cosas. Y, por supuesto, como no podía ser de otra forma, se torcieron.
No llegó a alzarse más que unos centímetros del suelo casi a la vez que Airi cuando los gritos y el estruendo le dejaron paralizado en el sitio durante agónicos segundos. Un derrumbe, otra vez. La angustia en las voces de los demás, particularmente Aniol quien hizo una pregunta para la que solo quería escuchar una respuesta, alimentaba la suya propia.
El tiempo parecía haberse detenido, y los sonidos llegaban ensordecidos y como si el mjörní no fuese más que un espectador ajeno a la situación, incapaz de hacer nada. El sonido de Rick echando la puerta abajo, la petición de Ethan de que alguien recogiese al polaco…
Solo reaccionó cuando Nohlem gritó que tenían que bajar a los que se habían quedado arriba la realidad pareció empezar a regresar a su cauce. Connor... estaba vivo, ¿verdad? Eso es lo que creía haber comprendido. Es lo que quería entender de las palabras de los demás. En algún momento que ni siquiera había sido consciente, Damian también había accedido al interior del edificio para acercarse al lugar donde el techo se había derrumbado, y el texano junto a él... Aquello estaba mal. La petición que se le hizo al italiano le proporcionó más información sobre lo que había ocurrido. No quería ni pensar en el niño arrastrando…
No, tenía que moverse ya. Ethan y Aniol podían correr peligro sobre aquel tejado inestable. Entre él y Airi… De hecho, le sanaí ya se encontraba arriba, y apenas había sido consciente de cuándo se elevó hasta allí. Antes de entrar en una espiral de auto reproche por haber perdido tanto tiempo quedándose inmóvil, debía centrarse en lo que importaba.
—¿Estáis… estáis bien? —preguntó con la angustia colándose en su voz. A simple vista no parecían heridos, pero… —. Tenéis que bajar de aquí cuanto antes… Entre los dos creo que podremos… —se dirigió a Ethan, algo dubitativo. Aniol seguía levitando, lo cual les ahorraba bastante tiempo—. Baja cerca de nosotros, por favor. Si notases que algo falla haz levitar a Ethan cuanto antes.
Aunque lo hubiesen estado practicando asiduamente, la levitación requería bastante esfuerzo y el humano pesaba más que cualquiera de los dos. Pero confiaba en que no fuese a ser tan complicado como podía parecer. Desde luego, haría todo su esfuerzo por mantener la concentración hasta que ambos humanos estuviesen a salvo en el suelo, intentando no pensar en lo que había sucedido allí donde el tejado estaba completamente derrumbado y que amenazaba con expandir su deterioro.
Al final no fue tan difícil como se había imaginado en algún escenario catastrófico en su mente, aunque no sin esfuerzo. Se había aferrado al brazo del medio japonés como si le fuese la vida en ello mientras mantenía toda su concentración en seguir levitando con el peso añadido. Suspiró de alivio y también deshizo su hechizo una vez los cuatro estuvieron pisando tierra firma.
El alivio duró apenas una fracción de segundo, porque la realidad con la que tenían que lidiar ahora era todavía peor. Connor… estaba claramente en mal estado. Parecía que casi podía repetir en su cabeza aquel fatídico día cuando los habían tirado a los subterráneos. El humano también había sufrido graves heridas entonces. Parecía que ya le habían dado el colgante, por lo que no había mucho más que pudieran hacer en ese momento por aliviarle. Con suerte, una vez volviesen a cargarlo podría recuperarse casi del todo.
—A lo mejor tenemos que llevarlo levitando entre varios… O… no lo sé —dijo con poco convencimiento tras la pregunta de Airi.
Y, finalmente, no pudo evitar más ver al insecto gigante, que presentaba un estado aun peor que el de Connor. Algo le mordió en el estómago ante aquella visión que quiso apartar de sus ojos enseguida, pero que no podría tan fácilmente de su mente. Que estuviese completamente paralizado le parecía un castigo justo después del miedo que habían pasado cuando uno de sus dardos habían alcanzado a le sanaí. Pero no era capaz de regocijarse en ver a nadie en un estado tan lamentable.
Sabía que no tenían muchas opciones, que no podían permitirse simplemente no hacer nada para que nadie más volviese a correr peligro de muerte. Pero no quería pensar ni en lo que iba a ocurrir después. No estaba preparado en absoluto.
---
Raki apenas había reaccionado desde que fue violentamente aplastado por el peso de su oponente. Ni siquiera porque estuviese paralizado de cuello para abajo, ni porque no sintiese ganas de gritar de dolor. Si no porque no podía. El dolor era terrible, pero no tenía fuerzas ni para demostrarlo. De su boca apenas salían quejidos, bajos pero constantes, que aumentaron un poco en intensidad cuando se vio arrastrado por aquel niño. Su cuerpo estaba completamente inmovilizado y al mismo tiempo lo sentía más de lo que lo había sentido nunca. Su hemolinfa brotaba por varias parte de su exoesqueleto, completamente agrietado, pero no sabía si era peor eso o el hecho de sentirse completamente indefenso. No, sin duda era lo segundo.
Una vez lo arrastraron fuera y parecían estar todos reunidos alrededor de él y el enorme humano que lo había aplastado... Miró en varias direcciones, dándose cuenta también de que tampoco podía mover sus antenas. Estarían completamente rotas, al igual que sus alas.
—Joder... —se le escaparía en voz baja.
<<Estoy más que jodido>>. Lo peor era que, por mucho que los odiase, sabía que no podía culpar a sus captores de aquello. No en el sentido de que él hubiese hecho lo mismo en su lugar. No era a los únicos a los que estaba odiando en aquel instante, de todas formas.
No llegó a alzarse más que unos centímetros del suelo casi a la vez que Airi cuando los gritos y el estruendo le dejaron paralizado en el sitio durante agónicos segundos. Un derrumbe, otra vez. La angustia en las voces de los demás, particularmente Aniol quien hizo una pregunta para la que solo quería escuchar una respuesta, alimentaba la suya propia.
El tiempo parecía haberse detenido, y los sonidos llegaban ensordecidos y como si el mjörní no fuese más que un espectador ajeno a la situación, incapaz de hacer nada. El sonido de Rick echando la puerta abajo, la petición de Ethan de que alguien recogiese al polaco…
Solo reaccionó cuando Nohlem gritó que tenían que bajar a los que se habían quedado arriba la realidad pareció empezar a regresar a su cauce. Connor... estaba vivo, ¿verdad? Eso es lo que creía haber comprendido. Es lo que quería entender de las palabras de los demás. En algún momento que ni siquiera había sido consciente, Damian también había accedido al interior del edificio para acercarse al lugar donde el techo se había derrumbado, y el texano junto a él... Aquello estaba mal. La petición que se le hizo al italiano le proporcionó más información sobre lo que había ocurrido. No quería ni pensar en el niño arrastrando…
No, tenía que moverse ya. Ethan y Aniol podían correr peligro sobre aquel tejado inestable. Entre él y Airi… De hecho, le sanaí ya se encontraba arriba, y apenas había sido consciente de cuándo se elevó hasta allí. Antes de entrar en una espiral de auto reproche por haber perdido tanto tiempo quedándose inmóvil, debía centrarse en lo que importaba.
—¿Estáis… estáis bien? —preguntó con la angustia colándose en su voz. A simple vista no parecían heridos, pero… —. Tenéis que bajar de aquí cuanto antes… Entre los dos creo que podremos… —se dirigió a Ethan, algo dubitativo. Aniol seguía levitando, lo cual les ahorraba bastante tiempo—. Baja cerca de nosotros, por favor. Si notases que algo falla haz levitar a Ethan cuanto antes.
Aunque lo hubiesen estado practicando asiduamente, la levitación requería bastante esfuerzo y el humano pesaba más que cualquiera de los dos. Pero confiaba en que no fuese a ser tan complicado como podía parecer. Desde luego, haría todo su esfuerzo por mantener la concentración hasta que ambos humanos estuviesen a salvo en el suelo, intentando no pensar en lo que había sucedido allí donde el tejado estaba completamente derrumbado y que amenazaba con expandir su deterioro.
Al final no fue tan difícil como se había imaginado en algún escenario catastrófico en su mente, aunque no sin esfuerzo. Se había aferrado al brazo del medio japonés como si le fuese la vida en ello mientras mantenía toda su concentración en seguir levitando con el peso añadido. Suspiró de alivio y también deshizo su hechizo una vez los cuatro estuvieron pisando tierra firma.
El alivio duró apenas una fracción de segundo, porque la realidad con la que tenían que lidiar ahora era todavía peor. Connor… estaba claramente en mal estado. Parecía que casi podía repetir en su cabeza aquel fatídico día cuando los habían tirado a los subterráneos. El humano también había sufrido graves heridas entonces. Parecía que ya le habían dado el colgante, por lo que no había mucho más que pudieran hacer en ese momento por aliviarle. Con suerte, una vez volviesen a cargarlo podría recuperarse casi del todo.
—A lo mejor tenemos que llevarlo levitando entre varios… O… no lo sé —dijo con poco convencimiento tras la pregunta de Airi.
Y, finalmente, no pudo evitar más ver al insecto gigante, que presentaba un estado aun peor que el de Connor. Algo le mordió en el estómago ante aquella visión que quiso apartar de sus ojos enseguida, pero que no podría tan fácilmente de su mente. Que estuviese completamente paralizado le parecía un castigo justo después del miedo que habían pasado cuando uno de sus dardos habían alcanzado a le sanaí. Pero no era capaz de regocijarse en ver a nadie en un estado tan lamentable.
Sabía que no tenían muchas opciones, que no podían permitirse simplemente no hacer nada para que nadie más volviese a correr peligro de muerte. Pero no quería pensar ni en lo que iba a ocurrir después. No estaba preparado en absoluto.
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Raki apenas había reaccionado desde que fue violentamente aplastado por el peso de su oponente. Ni siquiera porque estuviese paralizado de cuello para abajo, ni porque no sintiese ganas de gritar de dolor. Si no porque no podía. El dolor era terrible, pero no tenía fuerzas ni para demostrarlo. De su boca apenas salían quejidos, bajos pero constantes, que aumentaron un poco en intensidad cuando se vio arrastrado por aquel niño. Su cuerpo estaba completamente inmovilizado y al mismo tiempo lo sentía más de lo que lo había sentido nunca. Su hemolinfa brotaba por varias parte de su exoesqueleto, completamente agrietado, pero no sabía si era peor eso o el hecho de sentirse completamente indefenso. No, sin duda era lo segundo.
Una vez lo arrastraron fuera y parecían estar todos reunidos alrededor de él y el enorme humano que lo había aplastado... Miró en varias direcciones, dándose cuenta también de que tampoco podía mover sus antenas. Estarían completamente rotas, al igual que sus alas.
—Joder... —se le escaparía en voz baja.
<<Estoy más que jodido>>. Lo peor era que, por mucho que los odiase, sabía que no podía culpar a sus captores de aquello. No en el sentido de que él hubiese hecho lo mismo en su lugar. No era a los únicos a los que estaba odiando en aquel instante, de todas formas.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreta Matakrakens
26/09/24, 01:37 pm
La confianza desbordante que desprendían las palabras de Ethan surtieron más efecto en el niño del que podría esperarse. Connor era uno de los integrantes más fuertes del grupo, siempre hábil con la maza, siempre protegiéndoles a todos e incluso enfrentándose a un oso enorme. No hacía falta tener muchas luces para intuir que el propio Damian aspiraba a ser como él. Y en su caso... envidiaba la manera que tenía de dar un paso al frente cuando la situación lo requería.
Se decía así mismo que no podía ser su final mientras entrecerraba los ojos al suave tacto de Ethan. Los dedos del chico acariciaron su cabello con mimo y Aniol se dejó llevar pegando la cabeza a su pecho, sin conseguir aislarse del todo de la humareda a su alrededor, y percatándose de que al menos el medio japonés parecía igual de ileso que él.
La llegada de la otra parte del grupo fue apropiada para ambos, pronto las voces familiares de sus amigos llegaron desde los pisos inferiores. Aniol no movió ni un músculo en ese abrazo eterno hasta que Räg y Airi ascendieron para ayudarles. Por suerte su hechizo de levitación seguía activo y pudo seguirles con la torpeza y debilidad de a quien le queda poca magia hasta pisar tierra firme. Una vez allí la escena parecía sacada de una película de esas que sus padres le prohibían ver. Entender que Connor seguía vivo, no obstante, hizo que su nariz moqueara y sus ojos dieran paso a un montón de lágrimas silenciosas. En el tejado asintió en dirección al mjorní para indicarle que no se encontraba herido, y así era, pero eso no quitaba que lo que más deseaba en ese momento fuera volver al torreón. El motero le había prometido que jugarían a los caballitos. Y aunque sabía que no se daría en ese mismo día romper un juramento estaba feo.
—¡Connor! —esgrimió, sin querer acercarse demasiado para no perturbar la tarea que tenían Rick y Nohlem. Al ver al granta tuvo que hacer verdadero acopio de todas sus fuerzas para no correr hacia él en pos de que le consolara con su calidez. Lo mismo le ocurrió con Damian, a quien le mandó una mirada cargada de pucheros. Se alegraba tanto de que estuviera bien. Era como si el pequeño niño-soldado de hacía unos instantes se hubiera esfumado por arte de magia y ahora solo quedara el Aniol del principio. Pero sabía que no era cierto. Ese chiquillo nunca habría paralizado a dos personas—. ¡Lo sientu! ¡Lo sientu mucho! ¡Tuve que darte con el conjuro a ti también porque iba a hacer una cosa rara! —su voz declaraba urgencia, necesitaba que comprendiera que no lo había hecho aposta, por absurdo que pudiera parecerle. Cuando el polaco prosiguió, su tono se tiñó de una rabia latente, el esperpento en el que se había convertido el insecto no le despertó demasiada lástima. Al fin y al cabo... no era nada comparado con los restos de Aria—. Fue él... —lo acusó con un dedo incriminatorio—. Activó una runa contra el suelo... —explicó, la imagen se le había quedado grabada tan a fuego en su memoria que lo recordaba a la perfección.
Se decía así mismo que no podía ser su final mientras entrecerraba los ojos al suave tacto de Ethan. Los dedos del chico acariciaron su cabello con mimo y Aniol se dejó llevar pegando la cabeza a su pecho, sin conseguir aislarse del todo de la humareda a su alrededor, y percatándose de que al menos el medio japonés parecía igual de ileso que él.
La llegada de la otra parte del grupo fue apropiada para ambos, pronto las voces familiares de sus amigos llegaron desde los pisos inferiores. Aniol no movió ni un músculo en ese abrazo eterno hasta que Räg y Airi ascendieron para ayudarles. Por suerte su hechizo de levitación seguía activo y pudo seguirles con la torpeza y debilidad de a quien le queda poca magia hasta pisar tierra firme. Una vez allí la escena parecía sacada de una película de esas que sus padres le prohibían ver. Entender que Connor seguía vivo, no obstante, hizo que su nariz moqueara y sus ojos dieran paso a un montón de lágrimas silenciosas. En el tejado asintió en dirección al mjorní para indicarle que no se encontraba herido, y así era, pero eso no quitaba que lo que más deseaba en ese momento fuera volver al torreón. El motero le había prometido que jugarían a los caballitos. Y aunque sabía que no se daría en ese mismo día romper un juramento estaba feo.
—¡Connor! —esgrimió, sin querer acercarse demasiado para no perturbar la tarea que tenían Rick y Nohlem. Al ver al granta tuvo que hacer verdadero acopio de todas sus fuerzas para no correr hacia él en pos de que le consolara con su calidez. Lo mismo le ocurrió con Damian, a quien le mandó una mirada cargada de pucheros. Se alegraba tanto de que estuviera bien. Era como si el pequeño niño-soldado de hacía unos instantes se hubiera esfumado por arte de magia y ahora solo quedara el Aniol del principio. Pero sabía que no era cierto. Ese chiquillo nunca habría paralizado a dos personas—. ¡Lo sientu! ¡Lo sientu mucho! ¡Tuve que darte con el conjuro a ti también porque iba a hacer una cosa rara! —su voz declaraba urgencia, necesitaba que comprendiera que no lo había hecho aposta, por absurdo que pudiera parecerle. Cuando el polaco prosiguió, su tono se tiñó de una rabia latente, el esperpento en el que se había convertido el insecto no le despertó demasiada lástima. Al fin y al cabo... no era nada comparado con los restos de Aria—. Fue él... —lo acusó con un dedo incriminatorio—. Activó una runa contra el suelo... —explicó, la imagen se le había quedado grabada tan a fuego en su memoria que lo recordaba a la perfección.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreta Matakrakens
27/09/24, 06:24 pm
Se había empezado a formar un pequeño caos, aunque no era para menos. Dentro, las preocupaciones por Connor eran enormes, tanto como por los que seguían allí arriba. Daba gracias de que Räg y Airi fueran capaces de subir con magia para traerlos de nuevo hasta el suelo antes de que se formaran más boquetes. Asintió desde donde estaba a las palabras del varmano, estaba de acuerdo en que todos tenían que salir de allí cuanto antes. En cuanto al motero... -Joder...- aunque con preocupación, esa palabra en bajito tenía un tinte de "alivio". Estaba para el arrastre, cierto, pero al menos seguía vivo y tenían el amuleto para curarle. -Se pasará en un rato, aguanta- le respondió intentando tranquilizarle mientras Nohlem le colgaba el amuleto, aunque los nervios propios no ayudaran. No sabía cuanto se regeneraría, pero hasta que llegaran al torreón se contentaba con que se estabilizara.
El varmano no tuvo que decir nada para que el neoyorquino empezara a hacer fuerza por su lado en cuanto ambos estuvieron en posición y entre los dos fueron levantando a Connor. Menos mal que los entrenamientos ayudaban bastante y no estaba solo, pero cargar con su compañero hasta el refugio no iba a ser una tarea sencilla. Sin pausa, pero con cierta dificultad aunque intentaran no tardar, fue acercándose hasta la entrada para salir de allí. -Ya están en ello, tranquilo- dijo con calma a Connor, con una pizca de dulzura del que quiere convencer que lo peor ya ha pasado. En breve estarían todos juntos, de momento necesitaba que su compañero siguiera con vida y avisara si algo empeoraba. También esperaba que el italiano pudiera con el letarguino solo, a unas malas podía volver un momento en cuanto el motero estuviera a salvo. Solo echó un vistazo atrás, comprobando que estaba incluso peor que su compañero, antes de cruzar la puerta. La patada la escuchó, luego se limitó a centrarse en el peso que cargaba dejando la mente en blanco.
Ver de nuevo al resto sano y salvo a la claridad del exterior fue todo un alivio que le sacó un pequeño suspiro y una timidísima sonrisa. -Menos mal- comentó sin demasiada fuerza, apartando la preocupación de que Ethan y Aniol siguieran la caída del tejano. -Creo... creo que no- respondió a le sanaí, mirando a Nohlem por si había notado algún cambio en su compañero -pero la caída le ha afectado bastante.- La idea de Räg no era una mala opción, aunque sentía mal pedirles que se ocuparan ellos de llevarlo luego de que hubieran gastado parte de su magia ya con el rescate. Confiaba en que tenía las fuerzas suficientes y mejor sería que alguien se encargara de vigilar mientras volvían.
Aunque eso quedaría para un poco más adelante, pues Aniol volvió a poner el foco en lo único en lo que Rick no quería fijarse ahora mismo, aunque inevitablemente iba a tener que hacerlo tarde o temprano. -Ya veo...- dijo con seriedad en la mirada siguiendo el dedo del niño hasta el insecto humanoide. Lo herido que estaba lo convertía en una imagen lamentable, aunque no por ello de una de la que sintiera lástima. El cómo lo habían sacado, un poco (además de que probablemente jugara en su contra para la segunda parte del plan, si le preguntaban a él), pero después de todo no podía olvidar lo que les habían hecho. ¿Habría sido un intento de llevarse a Connor por delante muriendo o tal vez había intentado escapar sin éxito? No tenía clara la respuesta, ambas eran muy factibles con lo que sabían de su forma de actuar.
Se quedó en silencio mirándole, pensando en aquello sin poder culparlo (aunque no por ello quitándole peso a lo que había pasado) cuando cualquiera de ellos habría intentado algo así si estuvieran en su lugar. Miró de nuevo al grupo y, aunque con las mismas reticencias que algunos de ellos, acabó por hacer una pregunta amarga. -¿Qué... hacemos?- su tono era bajo, serio pero con la inseguridad interna del que no sabía que iba a pasar a continuación. La idea era interrogarle, pero no se sentía muy seguro quedándose allí fuera con dos heridos si nadie vigilaba. Tampoco sabía si el bicho podría aguantar el viaje de vuelta, temía más por eso que porque se le acabara el hechizo cuando tampoco estaban tan lejos. Escucharía primero al resto antes de decidir qué hacer.
El varmano no tuvo que decir nada para que el neoyorquino empezara a hacer fuerza por su lado en cuanto ambos estuvieron en posición y entre los dos fueron levantando a Connor. Menos mal que los entrenamientos ayudaban bastante y no estaba solo, pero cargar con su compañero hasta el refugio no iba a ser una tarea sencilla. Sin pausa, pero con cierta dificultad aunque intentaran no tardar, fue acercándose hasta la entrada para salir de allí. -Ya están en ello, tranquilo- dijo con calma a Connor, con una pizca de dulzura del que quiere convencer que lo peor ya ha pasado. En breve estarían todos juntos, de momento necesitaba que su compañero siguiera con vida y avisara si algo empeoraba. También esperaba que el italiano pudiera con el letarguino solo, a unas malas podía volver un momento en cuanto el motero estuviera a salvo. Solo echó un vistazo atrás, comprobando que estaba incluso peor que su compañero, antes de cruzar la puerta. La patada la escuchó, luego se limitó a centrarse en el peso que cargaba dejando la mente en blanco.
Ver de nuevo al resto sano y salvo a la claridad del exterior fue todo un alivio que le sacó un pequeño suspiro y una timidísima sonrisa. -Menos mal- comentó sin demasiada fuerza, apartando la preocupación de que Ethan y Aniol siguieran la caída del tejano. -Creo... creo que no- respondió a le sanaí, mirando a Nohlem por si había notado algún cambio en su compañero -pero la caída le ha afectado bastante.- La idea de Räg no era una mala opción, aunque sentía mal pedirles que se ocuparan ellos de llevarlo luego de que hubieran gastado parte de su magia ya con el rescate. Confiaba en que tenía las fuerzas suficientes y mejor sería que alguien se encargara de vigilar mientras volvían.
Aunque eso quedaría para un poco más adelante, pues Aniol volvió a poner el foco en lo único en lo que Rick no quería fijarse ahora mismo, aunque inevitablemente iba a tener que hacerlo tarde o temprano. -Ya veo...- dijo con seriedad en la mirada siguiendo el dedo del niño hasta el insecto humanoide. Lo herido que estaba lo convertía en una imagen lamentable, aunque no por ello de una de la que sintiera lástima. El cómo lo habían sacado, un poco (además de que probablemente jugara en su contra para la segunda parte del plan, si le preguntaban a él), pero después de todo no podía olvidar lo que les habían hecho. ¿Habría sido un intento de llevarse a Connor por delante muriendo o tal vez había intentado escapar sin éxito? No tenía clara la respuesta, ambas eran muy factibles con lo que sabían de su forma de actuar.
Se quedó en silencio mirándole, pensando en aquello sin poder culparlo (aunque no por ello quitándole peso a lo que había pasado) cuando cualquiera de ellos habría intentado algo así si estuvieran en su lugar. Miró de nuevo al grupo y, aunque con las mismas reticencias que algunos de ellos, acabó por hacer una pregunta amarga. -¿Qué... hacemos?- su tono era bajo, serio pero con la inseguridad interna del que no sabía que iba a pasar a continuación. La idea era interrogarle, pero no se sentía muy seguro quedándose allí fuera con dos heridos si nadie vigilaba. Tampoco sabía si el bicho podría aguantar el viaje de vuelta, temía más por eso que porque se le acabara el hechizo cuando tampoco estaban tan lejos. Escucharía primero al resto antes de decidir qué hacer.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreta Matakrakens
30/09/24, 06:52 pm
La bajada fue cuanto menos, curiosa. Era una sensación similar a la de descender por un acantilado con la única firmeza de una cuerda floja, vertiginosa cuanto menos. No quiso darle muchas vueltas ni poner pegas porque lo verdaderamente grave les esperaba abajo pero darse cuenta de que lo único que le mantenía suspendido eran dos críos que apenas y pesaban lo que él juntos fue una experiencia que desde luego no quería repetir. Cuando tocó suelo murmuró un gracias silencioso y tras darle una palmada tanto a Rag como a Airi en señal de que ya le podían soltar se encaminó escopeteado hacía Connor.
La preocupación pronto se tiñó de una amargura asfixiante al darse cuenta de que efectivamente, habían paralizado al grandullón y tras verle cabecear en un sin sentido de conciencia decidió apartar la mirada por su propio bien. Sabía que se recuperaría, que saldría de esa pero la imagen no dejaba de ser chocante, no dejaba de asemejarse a cuando un oso le había rebanado medio pecho. Si aún le quedaba cierta empatía por el escarabajo, desapareció tan pronto lo vio, como si su mente hubiera decidido desconectar un cable a sabiendas de que mantenerlo funcional solo le iba a estorbar.
Por desgracia entre la pena y el más absoluto odio había un punto intermedio donde si bien no le deseaba bien alguno a aquel insecto, tampoco le apetecía que Damian jugase a los playmobil con él.
-Damian, anda, ten cuidado, lo necesitamos consciente. -Se tragó el por ahora para sí mismo, tras aquella caída si quiera le daba mucho más tiempo de vida. -Ahora es cuando supuestamente le interrogamos.
Respondió a Rick en una mezcla de incertidumbre y realización entre otras cosas porque era el menos interesado en hacerlo. Su idea era el plan de captura, pero las preguntas le parecían tan insignificantes a esas alturas que sabía que poco le iba importar ninguna respuesta que recibiesen. Ninguna explicación sería suficiente motivo para hacer más livianas las tumbas de ambas crías y ningún razonamiento podría justificar sus actos.
Respiró hondo en el sitio, se echó parte del flequillo hacía atrás como un escape a su nerviosismo y se acercó a aquel ser para colocarlo de mejor forma. Incluso en su desdén hubo tacto, quizá por costumbre o quizá porque no le salía ser desagradable de primeras con ningún otro ser vivo. Le tomó con cuidado bajo los hombros y le sentó reposando su respaldo en la pared de aquella casa derruida. Nada de aquello serviría para calmar su dolor, lo sabía, pero al menos podría estar más cómodo para escucharlos.
-Seré claro contigo, yo no estoy interesado en preguntarte nada pero si me gustaría al menos presentarme. -Se arrodillo a su lado por inercia, primero para buscar entre sus bolsillos por si tenía algún hechizo más o contaba con los dardos paralizantes y segundo para poder mirarle directamente. Que supiera quién era. -Me llamo Ethan, te lo digo porque bueno, no pude decirte nada cuando nos envenenasteis las cestas, ni cuándo decidisteis tirarnos al vacío tras ayudar a una de vuestras compañeras. Creo que ahora es importante que al menos sepas quienes somos porque hazme caso, ninguno de nosotros quería llegar a este punto.
Se acomodó a su lado de cuclillas, tenía una mano ahora apoyada en su lanza a modo de bastón improvisado. Su mirada se fue fugazmente al grupo, para poder reafirmarse en sus palabras. Eran críos, harapientos niños llenos de polvo y sangre seca. Adolescentes a lo sumo que como el resto habían sufrido un secuestro injusto. Bastante tenían con todo lo sucedido como para que encima decidieran hacer una carnicería con ellos.
-La primera se llamaba Serena, era una muchacha asustada como el resto, su mayor pecado fue querer comerse una manzana, la otra era Aria. ¿Sabes? Estaba tan enferma que apenas se podía levantar de la cama, no habría podido hacer daño a nadie ni aunque quisiese y lo último que supe de ella es que me tocó barrer los restos que nos dejasteis en la puerta. Sus restos. ¿Entiendes la situación verdad?
No buscaba su empatía, en absoluto, pues ya habían demostrado suficientes atrocidades como para saber la calaña que eran. Lo que quería es que se supiera sus nombres, que se fuera a la tumba reconociendo al menos a aquellos a los que había matado. Quería que eso fuera lo último que se le quedara grabado, no por venganza, en absoluto, si no por mera justicia. Aquella cucaracha solo era un cómplice más, uno que al estar rodeado de monstruos había decidido convertirse en uno. Hasta cierto punto podía incluso comprenderlo, claro estaba, ahora le tocaba ser consecuente de sus propios actos.
Nadie había tenido piedad con aquellas niñas y desde luego que no sería él quien ahora la tuviera por ellos.
La preocupación pronto se tiñó de una amargura asfixiante al darse cuenta de que efectivamente, habían paralizado al grandullón y tras verle cabecear en un sin sentido de conciencia decidió apartar la mirada por su propio bien. Sabía que se recuperaría, que saldría de esa pero la imagen no dejaba de ser chocante, no dejaba de asemejarse a cuando un oso le había rebanado medio pecho. Si aún le quedaba cierta empatía por el escarabajo, desapareció tan pronto lo vio, como si su mente hubiera decidido desconectar un cable a sabiendas de que mantenerlo funcional solo le iba a estorbar.
Por desgracia entre la pena y el más absoluto odio había un punto intermedio donde si bien no le deseaba bien alguno a aquel insecto, tampoco le apetecía que Damian jugase a los playmobil con él.
-Damian, anda, ten cuidado, lo necesitamos consciente. -Se tragó el por ahora para sí mismo, tras aquella caída si quiera le daba mucho más tiempo de vida. -Ahora es cuando supuestamente le interrogamos.
Respondió a Rick en una mezcla de incertidumbre y realización entre otras cosas porque era el menos interesado en hacerlo. Su idea era el plan de captura, pero las preguntas le parecían tan insignificantes a esas alturas que sabía que poco le iba importar ninguna respuesta que recibiesen. Ninguna explicación sería suficiente motivo para hacer más livianas las tumbas de ambas crías y ningún razonamiento podría justificar sus actos.
Respiró hondo en el sitio, se echó parte del flequillo hacía atrás como un escape a su nerviosismo y se acercó a aquel ser para colocarlo de mejor forma. Incluso en su desdén hubo tacto, quizá por costumbre o quizá porque no le salía ser desagradable de primeras con ningún otro ser vivo. Le tomó con cuidado bajo los hombros y le sentó reposando su respaldo en la pared de aquella casa derruida. Nada de aquello serviría para calmar su dolor, lo sabía, pero al menos podría estar más cómodo para escucharlos.
-Seré claro contigo, yo no estoy interesado en preguntarte nada pero si me gustaría al menos presentarme. -Se arrodillo a su lado por inercia, primero para buscar entre sus bolsillos por si tenía algún hechizo más o contaba con los dardos paralizantes y segundo para poder mirarle directamente. Que supiera quién era. -Me llamo Ethan, te lo digo porque bueno, no pude decirte nada cuando nos envenenasteis las cestas, ni cuándo decidisteis tirarnos al vacío tras ayudar a una de vuestras compañeras. Creo que ahora es importante que al menos sepas quienes somos porque hazme caso, ninguno de nosotros quería llegar a este punto.
Se acomodó a su lado de cuclillas, tenía una mano ahora apoyada en su lanza a modo de bastón improvisado. Su mirada se fue fugazmente al grupo, para poder reafirmarse en sus palabras. Eran críos, harapientos niños llenos de polvo y sangre seca. Adolescentes a lo sumo que como el resto habían sufrido un secuestro injusto. Bastante tenían con todo lo sucedido como para que encima decidieran hacer una carnicería con ellos.
-La primera se llamaba Serena, era una muchacha asustada como el resto, su mayor pecado fue querer comerse una manzana, la otra era Aria. ¿Sabes? Estaba tan enferma que apenas se podía levantar de la cama, no habría podido hacer daño a nadie ni aunque quisiese y lo último que supe de ella es que me tocó barrer los restos que nos dejasteis en la puerta. Sus restos. ¿Entiendes la situación verdad?
No buscaba su empatía, en absoluto, pues ya habían demostrado suficientes atrocidades como para saber la calaña que eran. Lo que quería es que se supiera sus nombres, que se fuera a la tumba reconociendo al menos a aquellos a los que había matado. Quería que eso fuera lo último que se le quedara grabado, no por venganza, en absoluto, si no por mera justicia. Aquella cucaracha solo era un cómplice más, uno que al estar rodeado de monstruos había decidido convertirse en uno. Hasta cierto punto podía incluso comprenderlo, claro estaba, ahora le tocaba ser consecuente de sus propios actos.
Nadie había tenido piedad con aquellas niñas y desde luego que no sería él quien ahora la tuviera por ellos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreta Matakrakens
01/10/24, 03:11 am
—Es porque estás paralizado —respondió a Connor buscando un motivo agradable al que no sintiera nada, una esperanza que él mismo necesitaba. No quería que su amigo quedara parapléjico, la simple consideración de esto reducía toda su entereza, un miedo tan mudo y grande como el parásito de la culpa que de él se alimentaba. La patada que le dio Damian al invertebrado fue un placer desagradable, pues si bien era un reflejo de sus propias frustraciones, también era una violencia que le inquietaba viniendo de uno de los más pequeños. Pero él le había pedido cargarlo, así que…
Joder, es que hasta para eso. Puta responsabilidad. Como pesaba.
Como también pesaba Connor a pesar de estar siendo cargado entre dos. Le encantaría meterse con él, llamarle flojo del carajo u osogrifo castrado, pero por desgracia no estaba el tema para bromas, como tampoco el americano consciente para oirle siquiera.
—No se te ocurra morirte —susurró en su lugar, pestañeando repetidas veces para evitar lo humillante. Bien agarrado a él podía sentir su pulso, pero llegados a este punto bien podría ser el propio de lo agitado que lo tenía.
Al menos los que quedaban en el techo estaban a salvo -todo lo asalvo que se podía estar a la interperie-, y por un momento y por su propio bien se aferró a aquella esperanza, incluso si sus preguntas eran lógicamente un continuo regreso al lamentable estado de Connor.
—No… lo sé —respondió a Airi, lanzando un breve vistazo al pelirrosa—. Creo. Pero le he- le he puesto el colgante. Se está curando.
Sus inquietudes resurgieron con las disculpas de Aniol y una mano invisible cerró sus tripas al oír a quien culpaba. Que el bicho se retorciera como animal atrapado era lógico y esperable, pero si Nohlem no le juzgaba por ello no era tanto una cuestión racional como sí mera saturación de sentimientos. Cansado, angustiado, inseguro, aterrado- el varmano no podía incluir la ira en su parrilla ahora mismo. Al menos la propuesta de Räg le hizo abrir un poco más los ojos en una expresión algo positiva, pues su idea le gustaba. Si lo levitaban sería más fácil de llevar, por no decir que dolería bastante menos. Al final eran dos chicos más bajos cargando de una torre, inevitablemente le harían trizas las piernas de tanto arrastrarlo, y su hombro tampoco estaba para aguantar el camino entero de vuelta.
—Si os queda magia sería fantástico. Yo todavía puedo lanzar…
Su voz fue muriendo poco a poco, según su focus cambiaba de un punto a otro. La necesaria intervención de Ethan para que Damian no se cebase con el insecto le alivió más de lo escrito -él no sabía como enmendar “su error”- a la vez que le fue quitando el aliento en espectación. Era consciente de lo que tocaba. Asímismo, la pregunta de Rick se le antojó primero ridícula, después familiar. “Interrogarlo, por supuesto”, pero, claro- una cosa es que supiera qué venía a continuación y otra que tuviera todas las ganas de que sucediese, y en esa reticencia sí se identificaba. Visto que el londinense acomodaba al atrapado, Nohlem fue apartándose poco a poco de Connor, lento para no hacerle daño y que Rick entendiera sus intenciones y o lo bajase con él al suelo, o se preparase para aguantar su peso solo. Con Connor paralizado se reducía en número aquellos que estaban dispuestos a hacer el trabajo sucio, y por desgracia se sabía uno de ellos.
Mientras se acercaba escuchó atento como Ethan se presentaba, masajeando su hombro adolorido y equilibrando el peso de los objetos que llevaba como forma de desligar su corazón. El discurso del londinense ardía, ardía de una forma que distaba de ser gratificante. Si por lo pronto el karma tenía ese sabor no le estaba encantando, pues el regusto de la pérdida eclipsaba el de la victoria. Los nombres tenían peso, poder, y aunque dárselo a un enemigo parecía un error, el granta empezaba a entender porqué lo hacía. Hablarle de Serena, de Aria… era un dolor necesario. Les daba cara, historia, memoria. Y a él, la rabia y el valor necesarios. Tomó aire para llenarse de templanza y luego lo empujó contra los dientes inútilmente.
—Me sorprendería que lo entendiese —contestó tras el moreno, mordaz pero comedido, pues temía solapar su habla—. Yo soy Nohlem —continuó más alto—. Tengo 17 años y soy quien os mandó vuestra “sutileza” de vuelta con una flecha en el pecho cuando matásteis a Serena. El grandullón medio inconsciente es Connor y casi lo mata un monstruo cuando una explosión vuestra nos llevó a todos bajo tierra, y ese de ahí —señaló a le sanaí con el pulgar—, es Airi, a quien casi le paralizas el corazón.
Tomó aire de nuevo. Podía seguir, pero era emocionalmente incapaz. No era lo mismo mantener la compostura hablando con un repelente hombre rico que hacerlo con un asesino.
—¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre? —preguntó finalmente, sin decoros. No le importaba realmente, no cambiaría ni sus sentimientos ni el resultado, pero si algo quería marcar era la diferencia entre ellos y los de Letargo. Aunque fuera, le concedería esa mínima humanidad al condenado insecto gigante.
Joder, es que hasta para eso. Puta responsabilidad. Como pesaba.
Como también pesaba Connor a pesar de estar siendo cargado entre dos. Le encantaría meterse con él, llamarle flojo del carajo u osogrifo castrado, pero por desgracia no estaba el tema para bromas, como tampoco el americano consciente para oirle siquiera.
—No se te ocurra morirte —susurró en su lugar, pestañeando repetidas veces para evitar lo humillante. Bien agarrado a él podía sentir su pulso, pero llegados a este punto bien podría ser el propio de lo agitado que lo tenía.
Al menos los que quedaban en el techo estaban a salvo -todo lo asalvo que se podía estar a la interperie-, y por un momento y por su propio bien se aferró a aquella esperanza, incluso si sus preguntas eran lógicamente un continuo regreso al lamentable estado de Connor.
—No… lo sé —respondió a Airi, lanzando un breve vistazo al pelirrosa—. Creo. Pero le he- le he puesto el colgante. Se está curando.
Sus inquietudes resurgieron con las disculpas de Aniol y una mano invisible cerró sus tripas al oír a quien culpaba. Que el bicho se retorciera como animal atrapado era lógico y esperable, pero si Nohlem no le juzgaba por ello no era tanto una cuestión racional como sí mera saturación de sentimientos. Cansado, angustiado, inseguro, aterrado- el varmano no podía incluir la ira en su parrilla ahora mismo. Al menos la propuesta de Räg le hizo abrir un poco más los ojos en una expresión algo positiva, pues su idea le gustaba. Si lo levitaban sería más fácil de llevar, por no decir que dolería bastante menos. Al final eran dos chicos más bajos cargando de una torre, inevitablemente le harían trizas las piernas de tanto arrastrarlo, y su hombro tampoco estaba para aguantar el camino entero de vuelta.
—Si os queda magia sería fantástico. Yo todavía puedo lanzar…
Su voz fue muriendo poco a poco, según su focus cambiaba de un punto a otro. La necesaria intervención de Ethan para que Damian no se cebase con el insecto le alivió más de lo escrito -él no sabía como enmendar “su error”- a la vez que le fue quitando el aliento en espectación. Era consciente de lo que tocaba. Asímismo, la pregunta de Rick se le antojó primero ridícula, después familiar. “Interrogarlo, por supuesto”, pero, claro- una cosa es que supiera qué venía a continuación y otra que tuviera todas las ganas de que sucediese, y en esa reticencia sí se identificaba. Visto que el londinense acomodaba al atrapado, Nohlem fue apartándose poco a poco de Connor, lento para no hacerle daño y que Rick entendiera sus intenciones y o lo bajase con él al suelo, o se preparase para aguantar su peso solo. Con Connor paralizado se reducía en número aquellos que estaban dispuestos a hacer el trabajo sucio, y por desgracia se sabía uno de ellos.
Mientras se acercaba escuchó atento como Ethan se presentaba, masajeando su hombro adolorido y equilibrando el peso de los objetos que llevaba como forma de desligar su corazón. El discurso del londinense ardía, ardía de una forma que distaba de ser gratificante. Si por lo pronto el karma tenía ese sabor no le estaba encantando, pues el regusto de la pérdida eclipsaba el de la victoria. Los nombres tenían peso, poder, y aunque dárselo a un enemigo parecía un error, el granta empezaba a entender porqué lo hacía. Hablarle de Serena, de Aria… era un dolor necesario. Les daba cara, historia, memoria. Y a él, la rabia y el valor necesarios. Tomó aire para llenarse de templanza y luego lo empujó contra los dientes inútilmente.
—Me sorprendería que lo entendiese —contestó tras el moreno, mordaz pero comedido, pues temía solapar su habla—. Yo soy Nohlem —continuó más alto—. Tengo 17 años y soy quien os mandó vuestra “sutileza” de vuelta con una flecha en el pecho cuando matásteis a Serena. El grandullón medio inconsciente es Connor y casi lo mata un monstruo cuando una explosión vuestra nos llevó a todos bajo tierra, y ese de ahí —señaló a le sanaí con el pulgar—, es Airi, a quien casi le paralizas el corazón.
Tomó aire de nuevo. Podía seguir, pero era emocionalmente incapaz. No era lo mismo mantener la compostura hablando con un repelente hombre rico que hacerlo con un asesino.
—¿Y tú? ¿Cuál es tu nombre? —preguntó finalmente, sin decoros. No le importaba realmente, no cambiaría ni sus sentimientos ni el resultado, pero si algo quería marcar era la diferencia entre ellos y los de Letargo. Aunque fuera, le concedería esa mínima humanidad al condenado insecto gigante.
- ♪♫♬:
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Personajes :- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
- Damian: Humano italiano (1.35m)
Síntomas : En ocasiones se desconcentra con más facilidad. Sufrirá de vez en cuando migrañas con aura.
Armas :- Adam: Cimitarra y cuerpo de caballo. La incomodidad
- Damian: Dientes
Daga
Status : muñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñonesmuñones
Humor : ajjaj- Adam Petrov: Humano ruso (1.85m)/Pegaso (Cuarto de Milla)
Re: Torreta Matakrakens
01/10/24, 11:21 pm
Lo bueno de llevárselo fue que el bicho del demonio no hacía intentos de salir por patas, es más, fue mucho más sencillo de lo que el italiano intuyó al llevárselo. Supuso que estaba relacionado con el brillo azul que lo estuvo envolviendo, lo mismo que a Connor cuando lo vio despeñado también y que tuvo sentido al oír a Nohlem que se encontraba paralizado. Una ligera sonrisa se le escapó al escuchar a su colega Aniol siendo el responsable de haber dejado quietos a los dos, el segundo involuntario pero se le hizo un puto crack por haber logrado eso.
Se fijó también en las numerosas heridas que traía consigo la mosca gorda, así como en los gruñidos de dolor de aquella criatura que, ademas de retornar a su rostro apático nuevamente e inspirar una indiferencia fría y rara en el chiquillo, un sentimiento de querer dar más patadas se le encendía y algún que otro pensamiento intrusivo asomaba por su subconsciente.
Toda esa suma de apatías era resultado de no verlo siquiera como a una persona así como con el pollo y eso, por desgracia, le hizo tener menos miramientos que, de no ser por el comentario de Ethan, hubiera hecho más que solo una patada y una “ligera” arrastrada por el suelo a tirones de brazo. Asintió a regañadientes pues confiaba en que harían lo necesario para hacerlo cantar y, de paso, aprender de ello pues una parte suya estaba realmente curiosa de lo que le caería encima al bicho.
Le cedió la custodia a Ethan, encogiendo el rostro un poco por dejar de sentir el agarre que le mantenía seguro y fuerte pero igualmente se sumó cerca de los presentes, mirando al cabronazo ese con la misma cara que arrastró momentos atrás, llena de intenso desprecio y asco sobre todo.
Tuvo la mirada fija en el herido mientras Ethan comenzó presentándose. ¿Se merecía saber nombres siquiera? Ni un escupitajo mal dado merecía esa cosa pero las palabras de su amigo fueron muy ciertas. Mencionó cada maldita putada que se habían cobrado de gratis para comenzar y Damian torció aun más el rostro, suspirando y mordiéndose la lengua por no maldecirlo cada puto segundo.
Por eso su mirada cuando se cruzó con la de Ethan y, luego, con la del resto, era muy lejos de ser triste. Estaba apagada y llena de rencor infantil que no daba lugar a interpretaciones, una ira que parecía reventar bajo una fría carcasa que la contenía, un fuego caótico que quería devorar al bicho malnacido en cuanto Ethan volvió a continuar al mencionar a Serena y a Aria. Dos personas con las que no se llevó bien pero, al final, dos personas que él conoció al menos un poco y dos personas que le arrebataron. Su amigo tenía razón, una solo quiso comer y otra solo estaba mala en la cama. Fueron dos conceptos de los que supo y vivió perfectamente: querer comer y ver a su mamá mala. ¿Entonces merecían estar muertas?
No.
Nohlem continuó, hablando también con la verdad por delante y trajo consigo recuerdos de como les jodieron la vida en aquella vuelta. De nuevo, el recuerdo de su brazo y esa puta sensación tan desagradable y dolorosa lo carcomía por dentro. Era todo culpa de ellos, ¿qué tenía que entender esa moscarda de mierda? Connor casi la cascó por culpa de ese oso y el pollo dio un porculo de cojones, agradeciendo de que se haya ido al otro barrio. Airi igual, casi se la llevan pero no lo lograron, pero sí lograron que Damian tuviese noches en vela, pensando una y otra vez en lo cerca que estuvo de perder a alguien tan jodidamente bueno como es Airi.
Su corazón aceleró, apretando los dientes con tantas cosas amargas que pudo recordar y su mirada más y más llena de odio. Odiaba sentirse así, se sentía mal y le ardía la cara y le dolían las manos de tanto apretarlas. Sin embargo eso no lo pudo controlar, de esa vorágine de sentimientos, que la mitad ni lograba comprender, no podía ponerles freno y solo hacían crecer. No sabía si esos pensamientos eran malos ni buenos, en su mutis inusual y constante se leía que dentro del italiano se mezclaban ideas, o buenas, o malas.
Esos cabrones no van a entender nada, ni tampoco importa que tenga un nombre esa cosa.
Se fijó también en las numerosas heridas que traía consigo la mosca gorda, así como en los gruñidos de dolor de aquella criatura que, ademas de retornar a su rostro apático nuevamente e inspirar una indiferencia fría y rara en el chiquillo, un sentimiento de querer dar más patadas se le encendía y algún que otro pensamiento intrusivo asomaba por su subconsciente.
Toda esa suma de apatías era resultado de no verlo siquiera como a una persona así como con el pollo y eso, por desgracia, le hizo tener menos miramientos que, de no ser por el comentario de Ethan, hubiera hecho más que solo una patada y una “ligera” arrastrada por el suelo a tirones de brazo. Asintió a regañadientes pues confiaba en que harían lo necesario para hacerlo cantar y, de paso, aprender de ello pues una parte suya estaba realmente curiosa de lo que le caería encima al bicho.
Le cedió la custodia a Ethan, encogiendo el rostro un poco por dejar de sentir el agarre que le mantenía seguro y fuerte pero igualmente se sumó cerca de los presentes, mirando al cabronazo ese con la misma cara que arrastró momentos atrás, llena de intenso desprecio y asco sobre todo.
Tuvo la mirada fija en el herido mientras Ethan comenzó presentándose. ¿Se merecía saber nombres siquiera? Ni un escupitajo mal dado merecía esa cosa pero las palabras de su amigo fueron muy ciertas. Mencionó cada maldita putada que se habían cobrado de gratis para comenzar y Damian torció aun más el rostro, suspirando y mordiéndose la lengua por no maldecirlo cada puto segundo.
Por eso su mirada cuando se cruzó con la de Ethan y, luego, con la del resto, era muy lejos de ser triste. Estaba apagada y llena de rencor infantil que no daba lugar a interpretaciones, una ira que parecía reventar bajo una fría carcasa que la contenía, un fuego caótico que quería devorar al bicho malnacido en cuanto Ethan volvió a continuar al mencionar a Serena y a Aria. Dos personas con las que no se llevó bien pero, al final, dos personas que él conoció al menos un poco y dos personas que le arrebataron. Su amigo tenía razón, una solo quiso comer y otra solo estaba mala en la cama. Fueron dos conceptos de los que supo y vivió perfectamente: querer comer y ver a su mamá mala. ¿Entonces merecían estar muertas?
No.
Nohlem continuó, hablando también con la verdad por delante y trajo consigo recuerdos de como les jodieron la vida en aquella vuelta. De nuevo, el recuerdo de su brazo y esa puta sensación tan desagradable y dolorosa lo carcomía por dentro. Era todo culpa de ellos, ¿qué tenía que entender esa moscarda de mierda? Connor casi la cascó por culpa de ese oso y el pollo dio un porculo de cojones, agradeciendo de que se haya ido al otro barrio. Airi igual, casi se la llevan pero no lo lograron, pero sí lograron que Damian tuviese noches en vela, pensando una y otra vez en lo cerca que estuvo de perder a alguien tan jodidamente bueno como es Airi.
Su corazón aceleró, apretando los dientes con tantas cosas amargas que pudo recordar y su mirada más y más llena de odio. Odiaba sentirse así, se sentía mal y le ardía la cara y le dolían las manos de tanto apretarlas. Sin embargo eso no lo pudo controlar, de esa vorágine de sentimientos, que la mitad ni lograba comprender, no podía ponerles freno y solo hacían crecer. No sabía si esos pensamientos eran malos ni buenos, en su mutis inusual y constante se leía que dentro del italiano se mezclaban ideas, o buenas, o malas.
Esos cabrones no van a entender nada, ni tampoco importa que tenga un nombre esa cosa.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreta Matakrakens
03/10/24, 03:59 pm
Mientras era llevado por Nohlem y Rick, el canadiense se debatió en una semi inconsciencia. Las voces eran ecos lejanos que apenas era capaz de distinguir del todo, como si le estuvieran hablando al otro lado de una pared. Sonidos algo distorsionados y graves. Aún así, la voz inconfundible de Aniol pidiendo disculpas resultó ser algo más clara que las demás. Quizás porque gritó su nombre. Al igual que las del varmano y el neoyorquino por ser los más cercanos a él. Era todo un puto alivio que el primero le confirmara que su parálisis era solo culpa del hechizo y que el segundo le dijera que ya estaban poniendo a salvo a Aniol y Ethan... Connor dejó escapar un leve gruñido conforme, antes de que su cabeza se inclinara de nuevo hacia delante sin mucho control.
Por otro lado, si no caía del todo en un profundo desmayo era porque le ardían las putas costillas rotas y le mantenían despierto. Puede que el colgante estuviera haciendo de las suyas y reparando poco a poco las fracturas, pero el día anterior ya había tenido trabajo suficiente y no gozaba de toda la carga mágica. Empezaba a aliviarle el dolor y unir los huesos cada vez más, pero... No iba a curarse del todo, no hasta que volvieran al torreón. Aún así, no era la primera vez que se encontraba en una situación parecida. Recordaba perfectamente el fuego de aquellas garras clavándose en su carne y arrancando parte del músculo. Y había sobrevivido... ¿no? Además, ahora tenía un aliciente mucho mejor para vivir que la mera supervivencia: venganza.
Aquel cabrón estaba justo ahí. Con ellos. Connor no podía permitirse perderse como un gilipollas aquel momento tan esperado. No después de todo el esfuerzo y el dolor conseguido. Y fue esa determinación junto con la ayuda del colgante lo que le permitió recobrar la consciencia, no como para participar en un puto concurso de preguntas o para hablar con mucha coherencia, joder... Pero ahora las voces ya no sonaban cavernosas y lejanas. Recobró esa parte de la agilidad mental justo cuando Ethan le estaba hablando a aquel bicho sobre Serena y Aria. Connor torció el gesto cansado y agotado, por el dolor aún latente de sus costillas y por la rabia. No solo por lo que aquel grupo le había hecho a ellos, también por la puñetera impotencia de no poder hacer nada él mismo. Se había pasado noches en vela deseando acabar con aquellos hijos de puta, no solo por el insomnio. Y ahora que tenían uno al alcance de su maza... No podía hacer una mierda. Atrapado en su propio cuerpo paralizado y malherido y por su mente aletargada.
Connor dejó que las palabras de Ethan y Nohlem calaran en él. Palabras de reproche y dolor. Rabia y sufrimiento. Recordó el veneno en las cestas de la comida y la garganta hinchada y morada de Serena, que podría haber sido la de todos. Recordó la explosión y la caída al vacío. La lucha y la sangre. Las garras y los colmillos. Recordó la vuelta a casa, ensangrentados y cansados, solo para descubrir a Aria convertida en puta carroña a las puertas del Torreón. Sí... Connor estaba paralizado y agotado, pero su rabia ansiaba liberarse de aquel cuerpo inútil y quemar a ese cabrón. Le espabilaba, animándole a luchar contra el potente hechizo que Aniol había usado contra los dos y que eran incapaces de superar. Sus amigos necesitaban que aquel bicho supiera sus nombres, los de todo aquellos que habían estado torturando durante meses. Y el motero no podía más que entender aquel hilo de pensamientos. Ese hijo de puta debía morir y lo último que sabría sería los nombres de sus asesinos. Pero ellos necesitaban saber cosas también, más allá del nombre de aquel bicho. Necesitaban respuestas.
-Se llama... "Muerto"... ¿verdad?- Respondió él mismo a la pregunta de Nohlem formulada al insecto. Su voz apenas un bufido entre dientes usando toda la conciencia que tenía, que no era mucha, para sonar lo más ácido y venenoso posible. Su ojo derecho se había cerrado, pues aunque la herida de su ceja ya estaba curada, le había entrado un poco de sangre. Su ojo izquierdo en cambio miraba al bicho con rabia, con un rostro derrotado que se esforzaba por expresar cómo se sentía. Colérico.- Porque ya estás...- Soltó un leve gruñido torciendo el gesto y movió la cabeza de un lado a otro, como si estuviera luchando por no desmayarse-... muerto, pedazo de mierda... Eso es lo que eres... Un puñetero y jodido...- Su voz se perdió así misma y con un gruñido Connor se quedó en silencio.
Aún consciente, lo que era un puto logro. Aún así, hablar resultaba un esfuerzo demasiado grande para su garganta irritada y adormecida. Era como si su cuerpo estuviera muerto más que paralizado. Su ojo izquierdo, en cambio, mostraba toda la vida que no podía mostrar de cuello para abajo. Y ese ojo enrojecido estaba clavado en el insecto con una rabia asesina. Deseando que la parálisis terminara y aquel cabronazo siguiera vivo aún, solo para tener su trozo del puto pastel. Casi como un perro rabioso esperando que le soltaran de la correa para poder dar rienda suelta a la violencia.
Por otro lado, si no caía del todo en un profundo desmayo era porque le ardían las putas costillas rotas y le mantenían despierto. Puede que el colgante estuviera haciendo de las suyas y reparando poco a poco las fracturas, pero el día anterior ya había tenido trabajo suficiente y no gozaba de toda la carga mágica. Empezaba a aliviarle el dolor y unir los huesos cada vez más, pero... No iba a curarse del todo, no hasta que volvieran al torreón. Aún así, no era la primera vez que se encontraba en una situación parecida. Recordaba perfectamente el fuego de aquellas garras clavándose en su carne y arrancando parte del músculo. Y había sobrevivido... ¿no? Además, ahora tenía un aliciente mucho mejor para vivir que la mera supervivencia: venganza.
Aquel cabrón estaba justo ahí. Con ellos. Connor no podía permitirse perderse como un gilipollas aquel momento tan esperado. No después de todo el esfuerzo y el dolor conseguido. Y fue esa determinación junto con la ayuda del colgante lo que le permitió recobrar la consciencia, no como para participar en un puto concurso de preguntas o para hablar con mucha coherencia, joder... Pero ahora las voces ya no sonaban cavernosas y lejanas. Recobró esa parte de la agilidad mental justo cuando Ethan le estaba hablando a aquel bicho sobre Serena y Aria. Connor torció el gesto cansado y agotado, por el dolor aún latente de sus costillas y por la rabia. No solo por lo que aquel grupo le había hecho a ellos, también por la puñetera impotencia de no poder hacer nada él mismo. Se había pasado noches en vela deseando acabar con aquellos hijos de puta, no solo por el insomnio. Y ahora que tenían uno al alcance de su maza... No podía hacer una mierda. Atrapado en su propio cuerpo paralizado y malherido y por su mente aletargada.
Connor dejó que las palabras de Ethan y Nohlem calaran en él. Palabras de reproche y dolor. Rabia y sufrimiento. Recordó el veneno en las cestas de la comida y la garganta hinchada y morada de Serena, que podría haber sido la de todos. Recordó la explosión y la caída al vacío. La lucha y la sangre. Las garras y los colmillos. Recordó la vuelta a casa, ensangrentados y cansados, solo para descubrir a Aria convertida en puta carroña a las puertas del Torreón. Sí... Connor estaba paralizado y agotado, pero su rabia ansiaba liberarse de aquel cuerpo inútil y quemar a ese cabrón. Le espabilaba, animándole a luchar contra el potente hechizo que Aniol había usado contra los dos y que eran incapaces de superar. Sus amigos necesitaban que aquel bicho supiera sus nombres, los de todo aquellos que habían estado torturando durante meses. Y el motero no podía más que entender aquel hilo de pensamientos. Ese hijo de puta debía morir y lo último que sabría sería los nombres de sus asesinos. Pero ellos necesitaban saber cosas también, más allá del nombre de aquel bicho. Necesitaban respuestas.
-Se llama... "Muerto"... ¿verdad?- Respondió él mismo a la pregunta de Nohlem formulada al insecto. Su voz apenas un bufido entre dientes usando toda la conciencia que tenía, que no era mucha, para sonar lo más ácido y venenoso posible. Su ojo derecho se había cerrado, pues aunque la herida de su ceja ya estaba curada, le había entrado un poco de sangre. Su ojo izquierdo en cambio miraba al bicho con rabia, con un rostro derrotado que se esforzaba por expresar cómo se sentía. Colérico.- Porque ya estás...- Soltó un leve gruñido torciendo el gesto y movió la cabeza de un lado a otro, como si estuviera luchando por no desmayarse-... muerto, pedazo de mierda... Eso es lo que eres... Un puñetero y jodido...- Su voz se perdió así misma y con un gruñido Connor se quedó en silencio.
Aún consciente, lo que era un puto logro. Aún así, hablar resultaba un esfuerzo demasiado grande para su garganta irritada y adormecida. Era como si su cuerpo estuviera muerto más que paralizado. Su ojo izquierdo, en cambio, mostraba toda la vida que no podía mostrar de cuello para abajo. Y ese ojo enrojecido estaba clavado en el insecto con una rabia asesina. Deseando que la parálisis terminara y aquel cabronazo siguiera vivo aún, solo para tener su trozo del puto pastel. Casi como un perro rabioso esperando que le soltaran de la correa para poder dar rienda suelta a la violencia.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreta Matakrakens
04/10/24, 01:40 pm
Su pregunta pronto tuvo respuesta incluso sin las palabras de sus compañeros, pues Connor todavía movía la cabeza. Parecía encontrarse mal, pero Nohlem ya le había puesto el colgante y tenía fe en que aquel artefacto prácticamente le hubiese curado para cuando pudiese empezar a moverse. La idea de llevarlo levitando de Räg le pareció buena y asintió, puesto que era la única manera de alejarse de allí rápido por si aparecían los compañeros del insecto.
Airi trató de no centrar su atención en lo que ocurría más allá con su prisionero, pero no pudo ignorarlo más cuando Nohlem decidió unirse al interrogatorio. Le sanaí se adelantó a tomar su lugar para ayudar a Rick a apoyar a Connor, aunque su diferencia de altura con el canadiense no lo hacía nada fácil.
Por supuesto, no había podido evitar oír todo lo que se decía. Las palabras de Ethan le revolvieron por dentro de mil maneras. Despertaron su ira, el miedo que había vivido durante aquellos encuentros. Cuando Nohlem se unió, tuvo un efecto parecido. Sentía las ganas de pagarles con la misma moneda vívidas, de la misma manera que no quería ponerse a su altura. El insecto ya había prácticamente causado su propia muerte, así que no necesitaban hacer mucho más que intentar sonsacarle algo e irse de allí cuanto antes.
La provocación de Connor le hizo apartar la mirada. Le sanaí estaba cada vez más inmerse en sus pensamientos. Ojalá acabase rápido. Ojalá se marchasen al torreón y ojalá no volviesen a ver nunca más a sus enemigos. Aunque eso tenía la certeza de que iba a ocurrir, y no quería ni pensar en cómo iban a ser los próximos encuentros.
Airi trató de no centrar su atención en lo que ocurría más allá con su prisionero, pero no pudo ignorarlo más cuando Nohlem decidió unirse al interrogatorio. Le sanaí se adelantó a tomar su lugar para ayudar a Rick a apoyar a Connor, aunque su diferencia de altura con el canadiense no lo hacía nada fácil.
Por supuesto, no había podido evitar oír todo lo que se decía. Las palabras de Ethan le revolvieron por dentro de mil maneras. Despertaron su ira, el miedo que había vivido durante aquellos encuentros. Cuando Nohlem se unió, tuvo un efecto parecido. Sentía las ganas de pagarles con la misma moneda vívidas, de la misma manera que no quería ponerse a su altura. El insecto ya había prácticamente causado su propia muerte, así que no necesitaban hacer mucho más que intentar sonsacarle algo e irse de allí cuanto antes.
La provocación de Connor le hizo apartar la mirada. Le sanaí estaba cada vez más inmerse en sus pensamientos. Ojalá acabase rápido. Ojalá se marchasen al torreón y ojalá no volviesen a ver nunca más a sus enemigos. Aunque eso tenía la certeza de que iba a ocurrir, y no quería ni pensar en cómo iban a ser los próximos encuentros.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreta Matakrakens
04/10/24, 09:37 pm
El odio era un sentimiento muy fuerte que Räg nunca había sentido con aquella intensidad. Odiar el sabor de un plato en particular que le hacía torcer el gesto cuando se veía obligado a comerlo, la desaprobación ante las actitudes de algunas personas de su entorno y odiar como repercutían en él algunas de ellas… Nada se equiparaba a aquella sensación que se le hacía completamente ajena. Lo más parecido que creía haber experimentado antes era el horror y la desolación que le inspiraba la historia antigua de su propio mundo cada vez que se les recordaba en forma de terribles errores que los mjörnís jamás debían volver a cometer. Quizás por los paralelismos que se podían extrapolar de la situación a una escala mucho menor. Quizás, simplemente, porque nada de aquello era justo.
Odiaba encontrarse allí, viéndose obligado a actuar de una forma que jamás se hubiese imaginado. Odiaba que Aniol y Damian estuviesen involucrados en algo que ni siquiera los adultos deberían tener que vivir. No odiaba a Ethan, pero odió las palabras que le dirigió al italiano. Odiaba ver a sus compañeros de aquella manera, cada cual mostrando distintas formas de manejar una situación que no tenía sentido.
Y no lo tenía porque no comprendía el proceso para llegar hasta allí. Porque, por supuesto, él también odiaba al insecto que se encontraba moribundo y paralizado ante ellos. Que había herido gravemente a Connor hacía escasos momentos, que casi les había hecho perder a Airi… Y probablemente tuviese implicación en muchas otras de las desgracias que les habían sucedido. Las que más dolían, de hecho, ya las estaba listando el medio asiático, y recordar las vidas perdidas solo le hacía odiar más.
Y se odiaba a sí mismo por ello. Ni siquiera tenía claro por qué. ¿Era porque no debía sentir ese odio o era porque a pesar de todo se veía incapaz de actuar en consecuencia? Su única prioridad había sido llevarse a Connor de allí, y de hecho algunos de sus compañeros se habían mostrado favorables a su idea, pero… Por supuesto, tenía que esperar.
A lo mejor, lo que más odiaba que una parte de él simplemente quería dejar allí al insecto, que no creía que pudiese sobrevivir mucho más tiempo con aquellas heridas y no sentirse tan directamente responsable de su muerte. Una solución hipócrita, pero de las pocas que se veía capaz de aceptar.
O a lo mejor simplemente odiaba que existiesen personas que le hubiesen acorralado a encontrarse frente semejante dilema. Una parte de él hubiese querido preguntarle algo muy sencillo al insecto, pero no era capaz. No sabía si simplemente estaba paralizado por la ansiedad una vez más o le aterraba conocer la respuesta.
Casi por inercia se acercó a Airi, quien tampoco parecía estar sobrellevando bien todo aquello, y también incapaz de regodearse en lo que estaba ocurriendo apartó la mirada. La opción más hipócrita no era posible porque ni siquiera la persona que creía que necesitaban llevarse de allí cuanto antes, Connor, estaba dispuesta a irse. Solo quedaba esperar y… ¿Y qué?
No lo sabía. No tenía la más remota idea. ¿Era todo aquello alguna suerte de prueba a la que estaba destinado por ser un sanguinario? A fin de cuentas, su vida y el entramado de sus pensamientos parecían haberse convertido en una bola de nieve que se formó desde aquel fatídico día en el que descubrió su condición. No sabía en qué creer ni qué era justo o injusto. Solo quería que terminase.
---
Raki hubiese permanecido inmóvil incluso si no lo estuviese obligando un hechizo. Su cabeza, libre de él, estaba fija en un punto inespecífico del cielo y al principio ni se inmutó cuando comenzaron a hablarle. Se tuvo que forzar a escuchar, porque le estaba costando no ocupar toda su capacidad mental en el terrible dolor que sentía en todo su cuerpo inmóvil. En realidad, si se forzó es porque era mejor eso que pensar en lo que inevitablemente iba a suceder... Aunque el humano que compartía una porción de su situación en ese momento se aseguró de recordárselo. Si hubiese podido, se habría reido.
—Claro, vayamos con eso. Hola, Ethan, Nohlem, Connor y todos los demás... Soy Muerto.
Durante unos instantes parecía que no iba a añadir nada más. Ni siquiera había movido la cabeza y su vista seguía mirando al mismo punto en el vacío. Finalmente, miró de reojo hacia aquellos que le habían hablado.
>>No sé para qué os molestáis en contarle todo eso a un Muerto como yo. Creo que vuestro grandullón es el que tiene el enfoque más apropiado dada la situación. Hice lo que tenía que hacer para sobrevivir... —hizo otra pausa, más breve en esa ocasión—. O eso es lo que se me dio a entender, al menos. Hay ciertas cosas que, definitivamente, no entiendo. Aunque siendo un Muerto ya no importan en lo más mínimo.
Aunque no lo mostrase en sus palabras neutras, en buena medida porque no era físicamente capaz de nada más, había rencor en su mente. Un rencor que se seguía extendiendo más allá de los presentes. El clinger se había hecho algunas preguntas en ocasiones ya que algunas cosas no le terminaban de cuadrar, pero tampoco le había importado lo suficiente conocer la respuesta, pues matar o morir no era muy distinto a lo que ya conocía. No obstante, ahora que había sido declarado oficialmente muerto, empezaba a arrepentirse de no haber tratado de razonar aquello que no encajaba. Se sentía patético, dudando de esa manera estando al borde de la muerte.
Odiaba encontrarse allí, viéndose obligado a actuar de una forma que jamás se hubiese imaginado. Odiaba que Aniol y Damian estuviesen involucrados en algo que ni siquiera los adultos deberían tener que vivir. No odiaba a Ethan, pero odió las palabras que le dirigió al italiano. Odiaba ver a sus compañeros de aquella manera, cada cual mostrando distintas formas de manejar una situación que no tenía sentido.
Y no lo tenía porque no comprendía el proceso para llegar hasta allí. Porque, por supuesto, él también odiaba al insecto que se encontraba moribundo y paralizado ante ellos. Que había herido gravemente a Connor hacía escasos momentos, que casi les había hecho perder a Airi… Y probablemente tuviese implicación en muchas otras de las desgracias que les habían sucedido. Las que más dolían, de hecho, ya las estaba listando el medio asiático, y recordar las vidas perdidas solo le hacía odiar más.
Y se odiaba a sí mismo por ello. Ni siquiera tenía claro por qué. ¿Era porque no debía sentir ese odio o era porque a pesar de todo se veía incapaz de actuar en consecuencia? Su única prioridad había sido llevarse a Connor de allí, y de hecho algunos de sus compañeros se habían mostrado favorables a su idea, pero… Por supuesto, tenía que esperar.
A lo mejor, lo que más odiaba que una parte de él simplemente quería dejar allí al insecto, que no creía que pudiese sobrevivir mucho más tiempo con aquellas heridas y no sentirse tan directamente responsable de su muerte. Una solución hipócrita, pero de las pocas que se veía capaz de aceptar.
O a lo mejor simplemente odiaba que existiesen personas que le hubiesen acorralado a encontrarse frente semejante dilema. Una parte de él hubiese querido preguntarle algo muy sencillo al insecto, pero no era capaz. No sabía si simplemente estaba paralizado por la ansiedad una vez más o le aterraba conocer la respuesta.
Casi por inercia se acercó a Airi, quien tampoco parecía estar sobrellevando bien todo aquello, y también incapaz de regodearse en lo que estaba ocurriendo apartó la mirada. La opción más hipócrita no era posible porque ni siquiera la persona que creía que necesitaban llevarse de allí cuanto antes, Connor, estaba dispuesta a irse. Solo quedaba esperar y… ¿Y qué?
No lo sabía. No tenía la más remota idea. ¿Era todo aquello alguna suerte de prueba a la que estaba destinado por ser un sanguinario? A fin de cuentas, su vida y el entramado de sus pensamientos parecían haberse convertido en una bola de nieve que se formó desde aquel fatídico día en el que descubrió su condición. No sabía en qué creer ni qué era justo o injusto. Solo quería que terminase.
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Raki hubiese permanecido inmóvil incluso si no lo estuviese obligando un hechizo. Su cabeza, libre de él, estaba fija en un punto inespecífico del cielo y al principio ni se inmutó cuando comenzaron a hablarle. Se tuvo que forzar a escuchar, porque le estaba costando no ocupar toda su capacidad mental en el terrible dolor que sentía en todo su cuerpo inmóvil. En realidad, si se forzó es porque era mejor eso que pensar en lo que inevitablemente iba a suceder... Aunque el humano que compartía una porción de su situación en ese momento se aseguró de recordárselo. Si hubiese podido, se habría reido.
—Claro, vayamos con eso. Hola, Ethan, Nohlem, Connor y todos los demás... Soy Muerto.
Durante unos instantes parecía que no iba a añadir nada más. Ni siquiera había movido la cabeza y su vista seguía mirando al mismo punto en el vacío. Finalmente, miró de reojo hacia aquellos que le habían hablado.
>>No sé para qué os molestáis en contarle todo eso a un Muerto como yo. Creo que vuestro grandullón es el que tiene el enfoque más apropiado dada la situación. Hice lo que tenía que hacer para sobrevivir... —hizo otra pausa, más breve en esa ocasión—. O eso es lo que se me dio a entender, al menos. Hay ciertas cosas que, definitivamente, no entiendo. Aunque siendo un Muerto ya no importan en lo más mínimo.
Aunque no lo mostrase en sus palabras neutras, en buena medida porque no era físicamente capaz de nada más, había rencor en su mente. Un rencor que se seguía extendiendo más allá de los presentes. El clinger se había hecho algunas preguntas en ocasiones ya que algunas cosas no le terminaban de cuadrar, pero tampoco le había importado lo suficiente conocer la respuesta, pues matar o morir no era muy distinto a lo que ya conocía. No obstante, ahora que había sido declarado oficialmente muerto, empezaba a arrepentirse de no haber tratado de razonar aquello que no encajaba. Se sentía patético, dudando de esa manera estando al borde de la muerte.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carismaPersonajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Torreta Matakrakens
06/10/24, 08:44 pm
-(Claro...)- se dijo mentalmente asintiendo levemente a las palabras del londinense. Rick tenía muchas preguntas, aunque le costaba todavía asimilar de que iban a poder hacerlas por fin. Aún así, tanto la situación en la que estaban y la incertidumbre pesimista de lo que pasaría en cuanto terminaran de hablar lo mantenían alerta e intranquilo. Lo que le dijo Ethan primero a Damian se le antojaba amargo por eso mismo, no tenía nada claro cómo iría todo en los siguientes minutos y, ciertamente, temía los posibles resultados aún entendiendo todo el odio acumulado.
No tardó en acomodar a Connor junto al resto, esforzándose un poco más para compensar el hombro del varmano y la diferencia de altura de le sanaí hasta que su compañero estuviera en el suelo, junto a la pared. Hecho eso, el neoyorquino se intentó mentalizar y escuchó a quienes ya se estaban dirigiendo al insecto humanoide. Su expresión seria pasó ligeramente a un poco de sorpresa, una totalmente bienvenida eso sí, viendo cómo estaban siendo las intervenciones de Ethan y Nohlem. La falta de confianza y todas las discusiones le pasaban factura en cuanto a los escenarios que se había creado para ese momento, pero que el londinense se molestara en sentarlo y cómo estaban hablando le dio una pizca de esperanza de que no se repetiría otro "mensaje". Y hablando de mensajes, estaba de acuerdo con lo que estaban transmitiendo ambos. Ninguno quería estar enfrentándose a toda la mierda que estaban viviendo y ni Serena ni Aria se merecían aquel horrible final. Solo de recordar los últimos momentos de la escocesa, sumado a cada trampa y ataque, tenía más que claro que no iba a poder perdonarlos nunca. Al menos quería respuestas, por pocas que fueran.
Mientras que aquello le había permitido dejar de lado momentáneamente la negatividad que la ciudad parecía hacer crecer en todo el mundo, otros detalles le hicieron volver a la cruda realidad con más fuerza. La mirada de Damian le dio escalofríos, más triste si cabía que toda esa ira y rencor que se reflejaban en sus ojos viniera de un niño. Pero lo que le dejaba claro que todavía quedaba mucho por delante fue Connor. Rick giró rápidamente la cabeza hacia el motero, tan sorprendido de que todavía estuviera despierto como preocupado por lo que habría hecho de no estar paralizado teniendo en cuenta sus amenazas. No le parecería raro que "Muerto" no sobreviviera con todas sus heridas incluso si se le pasaba el hechizo, aunque ellos mismo habían salido de los subterráneos en una situación similar, pero en lo que no quería ni pensar es que uno de ellos acelerara el proceso. El neoyorquino también se percató del estado de Räg y Airi, apartados y visiblemente incómodos con todo aquello. -(¿En qué puta mierda nos hemos metido?)- se preguntó con el ánimo por los suelos. Ya había tenido algunas reticencias con la salida y ahora, igual que sus compañeros, solamente quería largarse de allí cuanto antes. Pero todavía no era el momento.
El bicho acabó por hablar, siguiéndole el juego al texano con el mote que le había dado. Dado que le sanaí y el mjörní era lo más cercano que iban a tener a alguien vigilando, el neoyorquino se decidió a acercarse por fin hasta el miembro de Letargo sin quitarle ojo mientras le escuchaba. Quitando cierto pasotismo, había algunas cosas que le habían llamado la atención y, a la misma vez, lo desconcertaban aún más. -¿Quién fue? ¿Los del discurso, uno de los vuestros?- le preguntó serio, con una pizca de enfado. -Porque nosotros tampoco entendemos nada- añadió por último antes de tomar un poco de aire para seguir con toda la calma que pudiera. Cabreado no creía que fuera a sacarle nada y, ahora que tenían un punto del que tirar, no iba a ser quien lo desechara.
-Mira, algo a lo que llegamos pronto a la conclusión es que a todos nos habían traído con mentiras y medias verdades aquí. A cada uno se nos prometió algo solamente para que aceptáramos entrar en lo que sea que sea esto, pero en vez de jugar con sus reglas nos unimos para sobrevivir. Entonces...- fue diciendo para terminar encogiéndose de hombros con la cuestión que hizo a continuación -¿qué diferencia había en un principio entre todos nosotros?- Aquello era una de las cosas a las que le había dado vueltas desde hacía tiempo y uno de los motivos por los que no quería seguir el camino de la guerra y la venganza. No le era tan complicado imaginarse que, en otras circunstancias, tal vez el insecto habría cambiado el lugar con cualquiera de los presentes. -Todos estábamos igual de jodidos, ¿por qué luchar y sumar más mierda cuando se podría haber buscado otra forma? Ni siquiera sabíamos que había más gente y no dudamos en abrir la puerta para ayudar a Aria...- las emociones borboteaban por todo su cuerpo con cada pregunta, con cada argumento que buscaba entender qué había ido mal. Por un momento, la impotencia y la frustración lo tomaron cuando comentó: -Hasta confiamos en Karin... ¿Acaso nunca dudasteis?- Rick tuvo que apartar la mirada, llevándose una mano a la frente mientras notaba sus dientes en tensión. Sentía que de un momento a otro alguna lágrima se le podría escapar, pero se negaba allí.
Si por él era, escucharía lo que pudieran conseguir sacarle y lo dejaría allí. Por lo que había dicho Aniol, los daños que había sufrido el insecto eran en su mayoría por su propia culpa, así que no tendría ningún cargo de conciencia por abandonarle. Lo veía una forma justa de que pagara parte de sus crímenes, pues ellos mismos se habían visto en la situación y, mientras que esta vez no era siquiera la intención, cuando Letargo les tendió la trampa era para que murieran. Dependería de "Muerto" el cómo acabaría una vez se fueran, pero Rick, aunque tal vez no fuera lo mejor, esperaba que viviera y volviera a su refugio. No por simpatía, sino para que reflexionara e hiciera reflexionar a todo su grupo. Esperaba que todo lo que estaban diciendo les hiciera ser conscientes de las atrocidades que habían hecho y cargaran con la culpa para, con una suerte que era consciente que era casi imposible, les dejaran de una vez por todas en paz.
No tardó en acomodar a Connor junto al resto, esforzándose un poco más para compensar el hombro del varmano y la diferencia de altura de le sanaí hasta que su compañero estuviera en el suelo, junto a la pared. Hecho eso, el neoyorquino se intentó mentalizar y escuchó a quienes ya se estaban dirigiendo al insecto humanoide. Su expresión seria pasó ligeramente a un poco de sorpresa, una totalmente bienvenida eso sí, viendo cómo estaban siendo las intervenciones de Ethan y Nohlem. La falta de confianza y todas las discusiones le pasaban factura en cuanto a los escenarios que se había creado para ese momento, pero que el londinense se molestara en sentarlo y cómo estaban hablando le dio una pizca de esperanza de que no se repetiría otro "mensaje". Y hablando de mensajes, estaba de acuerdo con lo que estaban transmitiendo ambos. Ninguno quería estar enfrentándose a toda la mierda que estaban viviendo y ni Serena ni Aria se merecían aquel horrible final. Solo de recordar los últimos momentos de la escocesa, sumado a cada trampa y ataque, tenía más que claro que no iba a poder perdonarlos nunca. Al menos quería respuestas, por pocas que fueran.
Mientras que aquello le había permitido dejar de lado momentáneamente la negatividad que la ciudad parecía hacer crecer en todo el mundo, otros detalles le hicieron volver a la cruda realidad con más fuerza. La mirada de Damian le dio escalofríos, más triste si cabía que toda esa ira y rencor que se reflejaban en sus ojos viniera de un niño. Pero lo que le dejaba claro que todavía quedaba mucho por delante fue Connor. Rick giró rápidamente la cabeza hacia el motero, tan sorprendido de que todavía estuviera despierto como preocupado por lo que habría hecho de no estar paralizado teniendo en cuenta sus amenazas. No le parecería raro que "Muerto" no sobreviviera con todas sus heridas incluso si se le pasaba el hechizo, aunque ellos mismo habían salido de los subterráneos en una situación similar, pero en lo que no quería ni pensar es que uno de ellos acelerara el proceso. El neoyorquino también se percató del estado de Räg y Airi, apartados y visiblemente incómodos con todo aquello. -(¿En qué puta mierda nos hemos metido?)- se preguntó con el ánimo por los suelos. Ya había tenido algunas reticencias con la salida y ahora, igual que sus compañeros, solamente quería largarse de allí cuanto antes. Pero todavía no era el momento.
El bicho acabó por hablar, siguiéndole el juego al texano con el mote que le había dado. Dado que le sanaí y el mjörní era lo más cercano que iban a tener a alguien vigilando, el neoyorquino se decidió a acercarse por fin hasta el miembro de Letargo sin quitarle ojo mientras le escuchaba. Quitando cierto pasotismo, había algunas cosas que le habían llamado la atención y, a la misma vez, lo desconcertaban aún más. -¿Quién fue? ¿Los del discurso, uno de los vuestros?- le preguntó serio, con una pizca de enfado. -Porque nosotros tampoco entendemos nada- añadió por último antes de tomar un poco de aire para seguir con toda la calma que pudiera. Cabreado no creía que fuera a sacarle nada y, ahora que tenían un punto del que tirar, no iba a ser quien lo desechara.
-Mira, algo a lo que llegamos pronto a la conclusión es que a todos nos habían traído con mentiras y medias verdades aquí. A cada uno se nos prometió algo solamente para que aceptáramos entrar en lo que sea que sea esto, pero en vez de jugar con sus reglas nos unimos para sobrevivir. Entonces...- fue diciendo para terminar encogiéndose de hombros con la cuestión que hizo a continuación -¿qué diferencia había en un principio entre todos nosotros?- Aquello era una de las cosas a las que le había dado vueltas desde hacía tiempo y uno de los motivos por los que no quería seguir el camino de la guerra y la venganza. No le era tan complicado imaginarse que, en otras circunstancias, tal vez el insecto habría cambiado el lugar con cualquiera de los presentes. -Todos estábamos igual de jodidos, ¿por qué luchar y sumar más mierda cuando se podría haber buscado otra forma? Ni siquiera sabíamos que había más gente y no dudamos en abrir la puerta para ayudar a Aria...- las emociones borboteaban por todo su cuerpo con cada pregunta, con cada argumento que buscaba entender qué había ido mal. Por un momento, la impotencia y la frustración lo tomaron cuando comentó: -Hasta confiamos en Karin... ¿Acaso nunca dudasteis?- Rick tuvo que apartar la mirada, llevándose una mano a la frente mientras notaba sus dientes en tensión. Sentía que de un momento a otro alguna lágrima se le podría escapar, pero se negaba allí.
Si por él era, escucharía lo que pudieran conseguir sacarle y lo dejaría allí. Por lo que había dicho Aniol, los daños que había sufrido el insecto eran en su mayoría por su propia culpa, así que no tendría ningún cargo de conciencia por abandonarle. Lo veía una forma justa de que pagara parte de sus crímenes, pues ellos mismos se habían visto en la situación y, mientras que esta vez no era siquiera la intención, cuando Letargo les tendió la trampa era para que murieran. Dependería de "Muerto" el cómo acabaría una vez se fueran, pero Rick, aunque tal vez no fuera lo mejor, esperaba que viviera y volviera a su refugio. No por simpatía, sino para que reflexionara e hiciera reflexionar a todo su grupo. Esperaba que todo lo que estaban diciendo les hiciera ser conscientes de las atrocidades que habían hecho y cargaran con la culpa para, con una suerte que era consciente que era casi imposible, les dejaran de una vez por todas en paz.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreta Matakrakens
09/10/24, 12:26 pm
Otra ronda de reproches. El discurso emocional del chico de los ojos bicolor le recordaba a Kiyut oponiéndose a Garaten, siempre por detrás, y solo con sus amigos ya muertos. La inocencia del muchacho podía ser digna de una carcajada, si la situación en la que se encontraba tuviese pizca de gracia. «Solo los mejores» era como solia referirse Garaten a aquellos que sobrevivirían hasta la Luna Roja. Abstracto, para tratarse de un número. Ni siquiera les habían dicho que abarcase un torreón en específico, por mucho que sobreviviesen todos hasta el final.
—¿Nunca os habéis preocupado por qué pasara cuando llegue la Luna? —le respondió al muchacho, pero luego su mirada saltó de uno a otro, empezando por Ethan, Nohlem y después Connor—. ¿Si tendréis que competir incluso entre vosotros, al final? ¿Os arrepentiréis entonces de no haber quitado más competencia del medio? ¿Competencia a la que ni conocéis ni conoceréis nunca?
Las palabras del clinger se vieron interrumpidas por un quejido que emitió sin poder evitarlo. El dolor lacerante le sirvió como advertencia para detener sus palabras. No iba a hacerles entender nada, simplemente veían las cosas de maneras diferentes. Él ya no estaba tampoco en la situación de plantearse si el curso de acción que ellos habían tomado era el correcto. ¿Habían? Garaten siempre estaba detrás de las decisiones más inhumanas, apremiando a todos con que la pasividad podía matarlos algún día. Y Raki eso lo sabía. En su mundo también era cierto, por eso había continuado viviendo como siempre lo había hecho. Lo que nunca había compartido con el ulterano eran sus creencias tan rígidas sobre otros "xenomorfos", y por tanto odiaba que las personas a las que había atacado en el pasado ahora tuviesen un nombre.
—Si queréis un nombre os daré uno más interesante que el mío —dijo de pronto. Sus pensamientos inconexos lo llevaron en círculo al principio de a conversación—. Garaten. Alto, pálido, pelo morado. Si queréis hablar de muertos, hablad con él. Fue quién decidió cómo ibais a morir cada uno de vosotros.
Si alguien merecía haber sido aplastado por los cosechados de Sendar más que él, ese era el ulterano.
—¿Nunca os habéis preocupado por qué pasara cuando llegue la Luna? —le respondió al muchacho, pero luego su mirada saltó de uno a otro, empezando por Ethan, Nohlem y después Connor—. ¿Si tendréis que competir incluso entre vosotros, al final? ¿Os arrepentiréis entonces de no haber quitado más competencia del medio? ¿Competencia a la que ni conocéis ni conoceréis nunca?
Las palabras del clinger se vieron interrumpidas por un quejido que emitió sin poder evitarlo. El dolor lacerante le sirvió como advertencia para detener sus palabras. No iba a hacerles entender nada, simplemente veían las cosas de maneras diferentes. Él ya no estaba tampoco en la situación de plantearse si el curso de acción que ellos habían tomado era el correcto. ¿Habían? Garaten siempre estaba detrás de las decisiones más inhumanas, apremiando a todos con que la pasividad podía matarlos algún día. Y Raki eso lo sabía. En su mundo también era cierto, por eso había continuado viviendo como siempre lo había hecho. Lo que nunca había compartido con el ulterano eran sus creencias tan rígidas sobre otros "xenomorfos", y por tanto odiaba que las personas a las que había atacado en el pasado ahora tuviesen un nombre.
—Si queréis un nombre os daré uno más interesante que el mío —dijo de pronto. Sus pensamientos inconexos lo llevaron en círculo al principio de a conversación—. Garaten. Alto, pálido, pelo morado. Si queréis hablar de muertos, hablad con él. Fue quién decidió cómo ibais a morir cada uno de vosotros.
Si alguien merecía haber sido aplastado por los cosechados de Sendar más que él, ese era el ulterano.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Torreta Matakrakens
09/10/24, 07:57 pm
Ethan escuchó en silencio, con la pesadumbre cargando sus hombros y la pena ahogada en su garganta. Durante aquel último mes se había hecho a la idea de que para sobrevivir tendrían que matar, pero claro, la concepción era una pelea salpicada en sangre, con el corazón bombeando tanta adrenalina que el rematar a otro ser vivo se sintiera no mucho más lejano que el hogar del que venían. No era así, en absoluto. El ambiente era frío, con una brisa meciendo suavemente su cabello. Había calma, tanta que la conciencia de lo que le tocaba hacer martilleaba su nuca como una ponzoña y dolorosa verdad. No quería ejecutar a nadie.
El apoyo de Nohlem le hizo sostener con más fuerza la lanza sintiéndose acompañado, pero la dura realidad de Connor fue como un golpe directo al estómago. Se llevó una mano a la boca por pura inercia, pues el mal de estómago había llegado a su garganta tan rápido que apenas le había dado tiempo a tragar para calmar sus ánimos. El temblor vino al momento, lo suficientemente sutil como para que sostener el arma con ambas manos pareciera más un acto de firmeza que una flaqueza que trataba de ocultar. Tenía miedo, ya no de ser cazado, si no de precisamente, tener que hacerlo.
Las palabras de Rick no fueron más que lo que le hubiera gustado poder expresar en otras circunstancias, unas donde la sangre no se hubiera resecado en su piel creando unas escamas que nunca podría llegar a limpiar por mucho que lo intentara. Todas las muertes, todo aquel lugar… Esa maldita ciudad parecía estar diseñada para volverles locos, para que dudaran de hasta aquellos en los que más confiaban. Era cruel, despiadada pero sobre todo, era certera. Por eso, cuando la cucaracha volvió a hablar no tuvo ninguna réplica que poder darle. Porque tenía razón, no se sabían ninguna de todas las normas. Desconocía si solo bastaría con sobrevivir hasta la salida de la luna roja, si podrían irse todos o si había plazas limitadas. Si quiera sabía si los grupos habían sido creados a propósito o si el mero hecho de despertar juntos no fue más que una desdicha coincidencia.
-Es verdad, no lo sabemos. Nadie de nosotros tiene ni puta idea sobre qué va todo esto.
No buscaba su comprensión así como tampoco buscaba comprenderlo de más. Podía entenderle, pero no le regalaría una empatía que ya solo guardaba para sus compañeros. Tantos días movidos, tanta desgracia junta le había hecho olvidarse sobre la funesta fecha marcada y sobre todo lo que ello podía conllevar.
-Pero hasta que ese momento llegue, supongo que solo nos queda hacer lo mismo que vosotros. -Chasqueó la lengua, incapaz de ser tan sangriento como lo era el canadiense. - Protegernos de los demás, de aquello que no seamos nosotros mismos.
Cuando a cambio obtuvo otro nombre su expresión cambió, primero fue notoria confusión pero poco a poco, como quien conecta las piezas de un puzzle muy difusas asintió despacio. Lo reconocía, no de ninguna salida, si no de las escasas veces que habían logrado acercarse al otro torreón a investigar. Siempre estaba dentro, claro, como las ratas.
-Gracias. -Respondió esta vez con sinceridad antes de girarse al resto del grupo, la mirada endurecida en una mezcla de pesadumbre y firmeza. -Chicos… creo que si no tenéis más preguntas, deberías de recoger a Connor y llevaros a los niños de vuelta al torreón.
Sabía que no podría atrasar más la hora pero al menos, podría darles una oportunidad a todos aquellos que no quisieran formar parte de ese horror. Era lo único que podía ofrecerles, la ignorancia.
El apoyo de Nohlem le hizo sostener con más fuerza la lanza sintiéndose acompañado, pero la dura realidad de Connor fue como un golpe directo al estómago. Se llevó una mano a la boca por pura inercia, pues el mal de estómago había llegado a su garganta tan rápido que apenas le había dado tiempo a tragar para calmar sus ánimos. El temblor vino al momento, lo suficientemente sutil como para que sostener el arma con ambas manos pareciera más un acto de firmeza que una flaqueza que trataba de ocultar. Tenía miedo, ya no de ser cazado, si no de precisamente, tener que hacerlo.
Las palabras de Rick no fueron más que lo que le hubiera gustado poder expresar en otras circunstancias, unas donde la sangre no se hubiera resecado en su piel creando unas escamas que nunca podría llegar a limpiar por mucho que lo intentara. Todas las muertes, todo aquel lugar… Esa maldita ciudad parecía estar diseñada para volverles locos, para que dudaran de hasta aquellos en los que más confiaban. Era cruel, despiadada pero sobre todo, era certera. Por eso, cuando la cucaracha volvió a hablar no tuvo ninguna réplica que poder darle. Porque tenía razón, no se sabían ninguna de todas las normas. Desconocía si solo bastaría con sobrevivir hasta la salida de la luna roja, si podrían irse todos o si había plazas limitadas. Si quiera sabía si los grupos habían sido creados a propósito o si el mero hecho de despertar juntos no fue más que una desdicha coincidencia.
-Es verdad, no lo sabemos. Nadie de nosotros tiene ni puta idea sobre qué va todo esto.
No buscaba su comprensión así como tampoco buscaba comprenderlo de más. Podía entenderle, pero no le regalaría una empatía que ya solo guardaba para sus compañeros. Tantos días movidos, tanta desgracia junta le había hecho olvidarse sobre la funesta fecha marcada y sobre todo lo que ello podía conllevar.
-Pero hasta que ese momento llegue, supongo que solo nos queda hacer lo mismo que vosotros. -Chasqueó la lengua, incapaz de ser tan sangriento como lo era el canadiense. - Protegernos de los demás, de aquello que no seamos nosotros mismos.
Cuando a cambio obtuvo otro nombre su expresión cambió, primero fue notoria confusión pero poco a poco, como quien conecta las piezas de un puzzle muy difusas asintió despacio. Lo reconocía, no de ninguna salida, si no de las escasas veces que habían logrado acercarse al otro torreón a investigar. Siempre estaba dentro, claro, como las ratas.
-Gracias. -Respondió esta vez con sinceridad antes de girarse al resto del grupo, la mirada endurecida en una mezcla de pesadumbre y firmeza. -Chicos… creo que si no tenéis más preguntas, deberías de recoger a Connor y llevaros a los niños de vuelta al torreón.
Sabía que no podría atrasar más la hora pero al menos, podría darles una oportunidad a todos aquellos que no quisieran formar parte de ese horror. Era lo único que podía ofrecerles, la ignorancia.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreta Matakrakens
10/10/24, 02:48 am
Tuvo ganas de mandar a callar a Connor, y lo más frustrante es que no podía; por no estar ni en su situación ni en el derecho de hacerlo, por entender de donde venía, porque era su puto amigo… pero si darle humanidad a un invertebrado gigante era difícil para cualquier varmano, dársela a un asesino era un sobresfuerzo, y con qué velocidad esas amenazas barrían el castillo de naipes que tanto temple les había costado construir. Era esperable que tras aquello el insecto no les diera su nombre real. “Muerto” habló y Nohlem apretó los labios, respirando hondo por la nariz. Si abría la boca solo saldría ácido de ella, eso, claro, si es que encontraba las palabras para hablar primero. Ahora mismo en su cuerpo había más impotencia que furia, y nada, absolutamente nada inteligente que decir.
Por suerte esa mierda de teatrillo no le tocaba a ellos solos, y cuando Rick tomó el relevo y las luces del escenario se apartaron de su persona, Nohlem soltó el aire que había estado inconscientemente aguantando. Incluso si el final fue a sus oídos como preguntarle a un manzano por qué no da uvas, el granta bendecía su participación. Aguardó las respuestas, y como no, el alivio duró muy poco.
“¿Nunca os habéis preocupado por qué pasará cuando llegue la Luna?”.
Una nueva duda acababa de ser sembrada en un jardín que ya estaba atestado de ellas, y sorprendentemente a pesar de lo naturalizadas que ya tenía la mayoría a este punto, esta caló con fuerza bruta. Si Nohlem había sido capaz de mantener su mundo mínimamente regio ahora se tambaleaba desde la base. Miró a Ethan, a Rick y a Connor, siguiendo lento y en desorden la mirada del bicho, cayendo pesadamente en las implicaciones de lo que aquello suponía. Nunca había pensado en la Luna como una prueba, solo como una meta, pero… Joder, es que- ¿por qué coño pensaban que era una competencia en primer lugar? O lo que es peor, ¿por qué no?
Por mucho que quisiera ocultarlo para no darle el gusto al insecto, en su ceño se veía su molestia, su alarma e incertidumbre. Si tenían que matarse entre todos, si eso realmente eran unos “juegos del hambre” como habían dicho los humanos en un comienzo… Joder, ¿qué iba a ser de ellos?
Trató de reengancharse a la conversación con la voz de Ethan pero su cabeza se repetía como un eco, cada vez más bajo, sí, pero persistente. El londinense tenía razón, nadie tenía ni idea, claro, nadie- pero…
Irónicamente fue Muerto quien le terminó de sacar del bucle al darle algo nuevo en lo que pensar, algo tan sencillo pero valioso como un nombre, un intercambio por los suyos. “Garaten”. Nohlem parpadeó varias veces, ligeramente sorprendido por la ayuda, preguntándose si habría un motivo oculto detrás, si era un acto de genuina redención o inquina contra su compañero. Pensar que el tal Garaten era el único responsable sería simplista, de mierda estaban todos hasta el cuello, pero si querían señalar a un máximo culpable, un principal objetivo… Bueno, ya tenían a quien.
Acabada la charla llegaba la peor parte.
Al oír las últimas palabras de Ethan la respiración del granta se volvió lenta y manual, e incluso sin estar haciendo ningún tipo de esfuerzo físico tuvo que cambiar de nariz a boca para recibir aire. Con Connor fuera de combate sabía perfectamente que le tocaba a él quedarse, y es verdad que prefería que hubiese cuantos menos espectadores posibles. Nohlem sabía que aquel era un mal necesario: si lo dejaban ahí moriría de todas formas, si no desangrado lentamente devorado por algún monstruo. Si lo dejaban vivir volvería para matarlos. No había otra. Abandonarlo sería fácil y sus manos se mantendrían limpias, pero también era un riesgo que no quería correr. Además…
Competencia.
Menos competencia.
Se agarró a la madera de su arco, tratanto de interiorizar su ansiedad a base de fijar la vista en el ser que tenía delante (un invertebrado gigante de los feos, algo fácilmente interpretable como criatura peligrosa), y con eso más o menos en mente se fue serenando, una tirita temporal tan endeble como papel mojado. Ojalá pudiera simplemente empaparse de rabia como cuando lucharon contra el jabalí o cuando Connor machacó el cuerpo del cánido, pero su corazón llevaba un impermeable que lejos de ayudar le estaba asfixiando.
—Id yéndoos, por favor —insistió sin atreverse a mirar a nadie, casi un ruego.
Sus pupilas dilatadas por la angustia iban de las heridas de Muerto al suelo, y su cabeza de cavilación en cavilación. ¿A dónde debía apuntar? ¿Al cuello? ¿Al tórax? ¿Sería el exoesqueleto demasiado duro para una flecha? Para ellos en Varmania usaban pistolas, no arcos. ¿Y si rebotaba? ¿Y si le clavaba uno de sus propios dardos paralizantes? ¿Y si…?
Por suerte esa mierda de teatrillo no le tocaba a ellos solos, y cuando Rick tomó el relevo y las luces del escenario se apartaron de su persona, Nohlem soltó el aire que había estado inconscientemente aguantando. Incluso si el final fue a sus oídos como preguntarle a un manzano por qué no da uvas, el granta bendecía su participación. Aguardó las respuestas, y como no, el alivio duró muy poco.
“¿Nunca os habéis preocupado por qué pasará cuando llegue la Luna?”.
Una nueva duda acababa de ser sembrada en un jardín que ya estaba atestado de ellas, y sorprendentemente a pesar de lo naturalizadas que ya tenía la mayoría a este punto, esta caló con fuerza bruta. Si Nohlem había sido capaz de mantener su mundo mínimamente regio ahora se tambaleaba desde la base. Miró a Ethan, a Rick y a Connor, siguiendo lento y en desorden la mirada del bicho, cayendo pesadamente en las implicaciones de lo que aquello suponía. Nunca había pensado en la Luna como una prueba, solo como una meta, pero… Joder, es que- ¿por qué coño pensaban que era una competencia en primer lugar? O lo que es peor, ¿por qué no?
Por mucho que quisiera ocultarlo para no darle el gusto al insecto, en su ceño se veía su molestia, su alarma e incertidumbre. Si tenían que matarse entre todos, si eso realmente eran unos “juegos del hambre” como habían dicho los humanos en un comienzo… Joder, ¿qué iba a ser de ellos?
Trató de reengancharse a la conversación con la voz de Ethan pero su cabeza se repetía como un eco, cada vez más bajo, sí, pero persistente. El londinense tenía razón, nadie tenía ni idea, claro, nadie- pero…
Irónicamente fue Muerto quien le terminó de sacar del bucle al darle algo nuevo en lo que pensar, algo tan sencillo pero valioso como un nombre, un intercambio por los suyos. “Garaten”. Nohlem parpadeó varias veces, ligeramente sorprendido por la ayuda, preguntándose si habría un motivo oculto detrás, si era un acto de genuina redención o inquina contra su compañero. Pensar que el tal Garaten era el único responsable sería simplista, de mierda estaban todos hasta el cuello, pero si querían señalar a un máximo culpable, un principal objetivo… Bueno, ya tenían a quien.
Acabada la charla llegaba la peor parte.
Al oír las últimas palabras de Ethan la respiración del granta se volvió lenta y manual, e incluso sin estar haciendo ningún tipo de esfuerzo físico tuvo que cambiar de nariz a boca para recibir aire. Con Connor fuera de combate sabía perfectamente que le tocaba a él quedarse, y es verdad que prefería que hubiese cuantos menos espectadores posibles. Nohlem sabía que aquel era un mal necesario: si lo dejaban ahí moriría de todas formas, si no desangrado lentamente devorado por algún monstruo. Si lo dejaban vivir volvería para matarlos. No había otra. Abandonarlo sería fácil y sus manos se mantendrían limpias, pero también era un riesgo que no quería correr. Además…
Competencia.
Menos competencia.
Se agarró a la madera de su arco, tratanto de interiorizar su ansiedad a base de fijar la vista en el ser que tenía delante (un invertebrado gigante de los feos, algo fácilmente interpretable como criatura peligrosa), y con eso más o menos en mente se fue serenando, una tirita temporal tan endeble como papel mojado. Ojalá pudiera simplemente empaparse de rabia como cuando lucharon contra el jabalí o cuando Connor machacó el cuerpo del cánido, pero su corazón llevaba un impermeable que lejos de ayudar le estaba asfixiando.
—Id yéndoos, por favor —insistió sin atreverse a mirar a nadie, casi un ruego.
Sus pupilas dilatadas por la angustia iban de las heridas de Muerto al suelo, y su cabeza de cavilación en cavilación. ¿A dónde debía apuntar? ¿Al cuello? ¿Al tórax? ¿Sería el exoesqueleto demasiado duro para una flecha? Para ellos en Varmania usaban pistolas, no arcos. ¿Y si rebotaba? ¿Y si le clavaba uno de sus propios dardos paralizantes? ¿Y si…?
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