Torreón Maciel (Archivo VIII)
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Kial
Tak
Rocavarancolia Rol
Lumichen
LEC
alpeca
Léthe0
Leonart
Bellota
Alicia
Dal
Neith2
Aes
Naeryan
Lops
Jack
20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
29/07/18, 04:16 pm
A Eriel no le pareció hacer gran efecto sus palabras, aunque pronto aparecieron más compañeros. Tayron no era al que había esperado, ya que probablemente estaba incluso peor que Eriel. Su presencia, de alguna forma, ayudó, y eso hizo suspirar al tipo E. Contemplarlos le hizo pensar, por un momento, que las formas de manejar aquellos temas que le habían enseñado no eran las idóneas. No en Rocavarancolia.
Luego Tay abrió la boca, y Rádar no pudo evitar el deseo de darle un puñetazo.
Inspiró hondo, con varios argumentos surgiendo al unísono en su mente. Todos coincidían en que aquello era una mala idea, incluso sin lo que decía Eriel.
—Yo también —coincidió tras Sox. Su estómago eligió ese momento para gruñir un poco y, después de que su cara se oscureciera de la vergüenza, fue a sacarse un plato. Siguió hablando, sin embargo, intentando convencer a Tay de no hacer aquello—. Mirad... No creo que haya que hacer planes. No hoy —casi le entraban ganas de reír al decir aquello: parecía tremendamente irónico que, de todos, él fuera el que estuviera expresando su rendición a la incertidumbre de los eventos que sucederían aquella noche. Aunque estaba más o menos seguros que la mayoría, si no todos, pensaban así—. No podemos saber si alguien será un peligro, si los seremos nosotros mismos o si lo será otro —consiguió no mirar a Barael al pronunciar sus palabras, aunque en su mente tenía claro que si alguien se convertía en algo peligroso ese sería el mayor de los nublinos. Sí miró, sin embargo, a Tay—. Abajo hay solo tres celdas, no podemos encerrarnos todos... ¿Y si soy yo el que se convierte en algo peligroso y necesitan tu ayuda para contenerme?
Negó con la cabeza, agobiado y sintiendo algo que no sentía desde hacía años: la posibilidad de tener un ataque de ansiedad. Era un torrente de agobio, el peso de un astro mágico en su conciencia, un río que circulaba muy por debajo de la superficie. Rad lo notaba, pero eran unos sentimientos sordos, amortiguados por lo único que en aquel momento podía llamar certeza. El momento llegaría, y ni él ni nadie podía hacer nada para adelantarlo, atrasarlo o evitarlo.
—No sabemos qué sucederá esta noche, ni la más mínima pista, así que... Solo podemos estar alertas y esperar que no pase nada malo —aquella admisión en voz alta fue, en muchos sentidos, un alivio para el carabés. Un alivio que ni siquiera había sabido que necesitaba.
Luego Tay abrió la boca, y Rádar no pudo evitar el deseo de darle un puñetazo.
Inspiró hondo, con varios argumentos surgiendo al unísono en su mente. Todos coincidían en que aquello era una mala idea, incluso sin lo que decía Eriel.
—Yo también —coincidió tras Sox. Su estómago eligió ese momento para gruñir un poco y, después de que su cara se oscureciera de la vergüenza, fue a sacarse un plato. Siguió hablando, sin embargo, intentando convencer a Tay de no hacer aquello—. Mirad... No creo que haya que hacer planes. No hoy —casi le entraban ganas de reír al decir aquello: parecía tremendamente irónico que, de todos, él fuera el que estuviera expresando su rendición a la incertidumbre de los eventos que sucederían aquella noche. Aunque estaba más o menos seguros que la mayoría, si no todos, pensaban así—. No podemos saber si alguien será un peligro, si los seremos nosotros mismos o si lo será otro —consiguió no mirar a Barael al pronunciar sus palabras, aunque en su mente tenía claro que si alguien se convertía en algo peligroso ese sería el mayor de los nublinos. Sí miró, sin embargo, a Tay—. Abajo hay solo tres celdas, no podemos encerrarnos todos... ¿Y si soy yo el que se convierte en algo peligroso y necesitan tu ayuda para contenerme?
Negó con la cabeza, agobiado y sintiendo algo que no sentía desde hacía años: la posibilidad de tener un ataque de ansiedad. Era un torrente de agobio, el peso de un astro mágico en su conciencia, un río que circulaba muy por debajo de la superficie. Rad lo notaba, pero eran unos sentimientos sordos, amortiguados por lo único que en aquel momento podía llamar certeza. El momento llegaría, y ni él ni nadie podía hacer nada para adelantarlo, atrasarlo o evitarlo.
—No sabemos qué sucederá esta noche, ni la más mínima pista, así que... Solo podemos estar alertas y esperar que no pase nada malo —aquella admisión en voz alta fue, en muchos sentidos, un alivio para el carabés. Un alivio que ni siquiera había sabido que necesitaba.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
29/07/18, 05:45 pm
Tay pasó los brazos por los hombros de Eriel cuando este se revolvió entre su cuerpo para aumentar el llanto. A su apretón lo correspondió con otro del mismo calibre, consolando al nublino y en cierta forma aprovechando aquel momento antes de la Luna. Antes de quizás perderle para siempre, o perderse él.
-No-no...- dijo apoyando la barbilla en su cabello- no lo sientas- el jamás había pedido perdón por llorar. Se daba cuenta ahora del cambio que había sufrido, meses atrás llorar era de débiles. Ahora no encontraba otro método mejor para poder ser fuerte de verdad.
Cuando Eriel regresó escuchó atentamense sus palabras, agachando la cabeza con dolor al escuchar el nombre “Daer” en voz alta, aquello provocaba emociones contradicctorias, la rabia por el monstruo y la tristeza por su antiguo amigo.
Tenía razón, puede que no sirviera de nada pero cómo soportar no haber intentado algo al menos para retrasarlo.
-El don de la Luna verdadero...- susurró con la llegada de Barael, pensativo. Aquello podía significar muchas cosas. Al mirar a los ojos del mayor de los hermanos recordó, era un momento incierto y jamás llegaría a saber quién dijo qué con total seguridad pero sí recordaba las frases de Barael, frases que en su momento no tenían ningún significado pero que ahora necesitaba creer. “No le niegues tu sonrisa ahora que ella estará aquí contigo”. Se llevó la mano al corazón. Si Dafne realmente estaba en él, si le veía, estaría tan nerviosa como él por descubrir en qué se convertiría. Y no le gustaría verle solo en una mazmorra. Miró a Barael y sintió la repentina necesidad de encogerse de hombros y simplemente dedicarle una sonrisa cansada. Un gesto tan natural como intentaba ser la mayoría del tiempo. Pero casi. Solo casi llegó.
-Está bien- asintió ante Rad y Sox, siempre sin ningún problema en reconocer que podía estar equivocado. No tenían a nadie más que no fueran ellos, merecían pasarlo juntos, sí. Y si notaba algo raro no tendría nada más que decirlo. Tayron habló una vez mirando al suelo, extrañado por hablar tanto y dar su opinión como hacía antes- nosotros tenemos que ser diferentes- al daeliciano, quiso decir- él empezó a comer carne, hasta ahora nadie ha presentado algo parecido que sepamos- quería creerlo, que volaría, que nadaría, cualquier cosa. Magia, no magia, le daba igual. Sólo quería seguir siendo él. Incluso aunque cambiara totalmente su aspecto, pero por dentro, él- merecemos algo distinto, mejor.
-No-no...- dijo apoyando la barbilla en su cabello- no lo sientas- el jamás había pedido perdón por llorar. Se daba cuenta ahora del cambio que había sufrido, meses atrás llorar era de débiles. Ahora no encontraba otro método mejor para poder ser fuerte de verdad.
Cuando Eriel regresó escuchó atentamense sus palabras, agachando la cabeza con dolor al escuchar el nombre “Daer” en voz alta, aquello provocaba emociones contradicctorias, la rabia por el monstruo y la tristeza por su antiguo amigo.
Tenía razón, puede que no sirviera de nada pero cómo soportar no haber intentado algo al menos para retrasarlo.
-El don de la Luna verdadero...- susurró con la llegada de Barael, pensativo. Aquello podía significar muchas cosas. Al mirar a los ojos del mayor de los hermanos recordó, era un momento incierto y jamás llegaría a saber quién dijo qué con total seguridad pero sí recordaba las frases de Barael, frases que en su momento no tenían ningún significado pero que ahora necesitaba creer. “No le niegues tu sonrisa ahora que ella estará aquí contigo”. Se llevó la mano al corazón. Si Dafne realmente estaba en él, si le veía, estaría tan nerviosa como él por descubrir en qué se convertiría. Y no le gustaría verle solo en una mazmorra. Miró a Barael y sintió la repentina necesidad de encogerse de hombros y simplemente dedicarle una sonrisa cansada. Un gesto tan natural como intentaba ser la mayoría del tiempo. Pero casi. Solo casi llegó.
-Está bien- asintió ante Rad y Sox, siempre sin ningún problema en reconocer que podía estar equivocado. No tenían a nadie más que no fueran ellos, merecían pasarlo juntos, sí. Y si notaba algo raro no tendría nada más que decirlo. Tayron habló una vez mirando al suelo, extrañado por hablar tanto y dar su opinión como hacía antes- nosotros tenemos que ser diferentes- al daeliciano, quiso decir- él empezó a comer carne, hasta ahora nadie ha presentado algo parecido que sepamos- quería creerlo, que volaría, que nadaría, cualquier cosa. Magia, no magia, le daba igual. Sólo quería seguir siendo él. Incluso aunque cambiara totalmente su aspecto, pero por dentro, él- merecemos algo distinto, mejor.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
29/07/18, 07:40 pm
Poco a poco empezó a aparecer gente y Eriel dio gracias de haberse limpiado la cara antes. Habría sido preocuparlos innecesariamente.
-Te lo dije - le soltó a Rad tras las palabras de Tayron.- Podemos hacer recapitulación de nuestras cosas y tratar de aventurar nuestras transformaciones. Si os apetece para pasar el rato, si no nada... - su voz se fue apagando poco a poco dándose cuenta de que igual no era buena idea.
-De todas formas - dijo rápido para cambiar de tema,- yo también quiero pasar el día con vosotros. Simplemente pasar el día. Ya no hay que entrenar, ni hacer magia, ni cocinar. Simplemente estar juntos.
Y con aquellos que ya no están con nosotros. Pero eso ya no lo añadió.
-Te lo dije - le soltó a Rad tras las palabras de Tayron.- Podemos hacer recapitulación de nuestras cosas y tratar de aventurar nuestras transformaciones. Si os apetece para pasar el rato, si no nada... - su voz se fue apagando poco a poco dándose cuenta de que igual no era buena idea.
-De todas formas - dijo rápido para cambiar de tema,- yo también quiero pasar el día con vosotros. Simplemente pasar el día. Ya no hay que entrenar, ni hacer magia, ni cocinar. Simplemente estar juntos.
Y con aquellos que ya no están con nosotros. Pero eso ya no lo añadió.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
30/07/18, 04:37 pm
El día avanzo lenta y dolorosamente. A cada rato volvía a llorar, incapaz de frenarse. Llegó un punto en que no le quedaban lagrimas que acompañaran los gemidos. Y luego estaba el silencio, fuera de los llantos ocasionales y algun que otro intercambio, nadie hablaba. El silencio remataba el ambiete, hacia verdaderamente pesada la tarde, nada que le distrajera.
Radar no fue el único en vomitar. En un par de ocasiones durante la limpieza Hyun no pudo controlarse.
En la noche todos se mudaron a la habitacion de los nublinos. Durmió con Tayron, preocupado. Sin saber cómo poder ayudarle, cómo consolarle. Con miedo a fallar como amigo. Triste también por su lado, y apenas acostumbrado al contacto físico. Un contacto que le era incomodo, pero agradecido, seguro, en momentos compartió los llantos con el otro humano.
Realmente no pegó ojo nadie de la habitacion o no lo pareció. En el silencio se oía claramente los suaves gemidos que se turnaban por echar los chicos, las respiraciones entrecortadas, los jadeos. Hyun en la completa oscuridad prefería entretenerse concentrandose en los ruidos de sus compañeros, en el tacto de Tayron, de la cama, en su situación. Abriendo los ojos cada cierto tiempo. Lo que fuera antes de permitirse irse a otros sitios en su cabeza.
Lo que habían pasado le daba miedo, recordarlo; pero nada le daba tanto miedo como el futuro. La luna. Y aquello en lo que Daer se había convertido. Le aterrorizaba poder dejar de ser él, ni lo que pudiera hacer después ni ninguna otra cosa. Le daba miedo no regresar a casa, todavía. <<Estupido>> aun con lo seguro que era que nunca volvería, no dejaba de tener esa esperanza. No dejaba de querer irse a su piso, ver a su hermana, a su madre, abrazarla. Hacer como que era un niño normal, aun cuando había vivido cosas peores que cualquiera de sus abuelos. Recibir continuos "pobrecito" y "ahora ya estas bien". Olvidar rocavarancolia, a Dafne, a Charlie, a Amaro, a Bandrael, a Ran, lo que sentía y lo que había sentido. Una vez más rompió a llorar.
La primera semana fue dificil. Hyun no podía hacerse cargo de los sentimientos de Tayron, tenía miedo a fallarle. Él se sentía ya muy mal por si mismo y no quería ni creía poder lidiar con el humano. Trataba de evitarle y con ello estaba perdiendo a su mejor amigo en el torreón. Hyun sabía que estaba mal, que estaba solo. Sox todavía le provocaba demasiado respeto como para acercarse. Pero con Rigel consiguió un poco rellenar ese hueco, por poco que se hubieran hablado realmente en el torreon. Rigel era lo que necesitaba entonces, alguién que le consolara, alguién que le entretuviera, alguién con quien hablar.
Tayron acabó por mudarse a la cama de Eriel. Le dolía verlo, pensar que había fallado a Tay, sabía que no hubiera hecho nada de otra manera, que no podría. Pero eso no le quitaba los celos, ni la pena que se daba a si mismo. Las noches eran duras, apenas dormía y no parecía que iba a parar de llorar. Los cambios muchas veces vienen sin más, y poco a poco o derrepente, tu cabeza hace click y los aceptas, cómo la muerte de Charlie y Dafne. Pero la luna era un cambio que conocía, era un terror que se acercaba progresivamente, era un cambio que esperabas, y del que no sabías si te recuperarías. Era cada vez peor.
Ya llevaba unos cuantos días durmiendo poco entre pesadillas y las secuelas de estas, y los últimos días vivía con unnudo en la garganta y un vacio en el estomago, sin hambre ni capacidad de comer casi. Esa última noche la había pasado en vela, se levanto y tragó saliva como hacía cada cierto tiempo, asegurandose de que seguía podiendo tragar o respirar. Abajo hablaban, hablaban de lo que estaba por llegar. Cuanto más alto les oía mayor era el vacio de su estomago. Por un lado quería distraerse, siempre pensaba que en su mente era peor, pero oir en alto los miedos que compartían era horrible. Hyun se quedo a cierta distancia de la charla. Le tenía un poco de miedo a unirse como si nada a una conversación en la que estuviera Tayron, pero lo que él humano había dicho no era cierto. A rocavarancolia no le importaba que mereciera quién, y por eso el coreano estaba vivo. Sin embargo fue lo que dijo Eriel lo que uso para dar un paso al centro.
- Si - dijo con no demasiada fuerza. Tampoco lo creía con seguridad. Pero quizás estar juntos hacia más llevable lo que se les venía encima, esa especie de santa claus del horror que era la luna, en el fondo Hyun desaba que fuera así.
Radar no fue el único en vomitar. En un par de ocasiones durante la limpieza Hyun no pudo controlarse.
En la noche todos se mudaron a la habitacion de los nublinos. Durmió con Tayron, preocupado. Sin saber cómo poder ayudarle, cómo consolarle. Con miedo a fallar como amigo. Triste también por su lado, y apenas acostumbrado al contacto físico. Un contacto que le era incomodo, pero agradecido, seguro, en momentos compartió los llantos con el otro humano.
Realmente no pegó ojo nadie de la habitacion o no lo pareció. En el silencio se oía claramente los suaves gemidos que se turnaban por echar los chicos, las respiraciones entrecortadas, los jadeos. Hyun en la completa oscuridad prefería entretenerse concentrandose en los ruidos de sus compañeros, en el tacto de Tayron, de la cama, en su situación. Abriendo los ojos cada cierto tiempo. Lo que fuera antes de permitirse irse a otros sitios en su cabeza.
Lo que habían pasado le daba miedo, recordarlo; pero nada le daba tanto miedo como el futuro. La luna. Y aquello en lo que Daer se había convertido. Le aterrorizaba poder dejar de ser él, ni lo que pudiera hacer después ni ninguna otra cosa. Le daba miedo no regresar a casa, todavía. <<Estupido>> aun con lo seguro que era que nunca volvería, no dejaba de tener esa esperanza. No dejaba de querer irse a su piso, ver a su hermana, a su madre, abrazarla. Hacer como que era un niño normal, aun cuando había vivido cosas peores que cualquiera de sus abuelos. Recibir continuos "pobrecito" y "ahora ya estas bien". Olvidar rocavarancolia, a Dafne, a Charlie, a Amaro, a Bandrael, a Ran, lo que sentía y lo que había sentido. Una vez más rompió a llorar.
La primera semana fue dificil. Hyun no podía hacerse cargo de los sentimientos de Tayron, tenía miedo a fallarle. Él se sentía ya muy mal por si mismo y no quería ni creía poder lidiar con el humano. Trataba de evitarle y con ello estaba perdiendo a su mejor amigo en el torreón. Hyun sabía que estaba mal, que estaba solo. Sox todavía le provocaba demasiado respeto como para acercarse. Pero con Rigel consiguió un poco rellenar ese hueco, por poco que se hubieran hablado realmente en el torreon. Rigel era lo que necesitaba entonces, alguién que le consolara, alguién que le entretuviera, alguién con quien hablar.
Tayron acabó por mudarse a la cama de Eriel. Le dolía verlo, pensar que había fallado a Tay, sabía que no hubiera hecho nada de otra manera, que no podría. Pero eso no le quitaba los celos, ni la pena que se daba a si mismo. Las noches eran duras, apenas dormía y no parecía que iba a parar de llorar. Los cambios muchas veces vienen sin más, y poco a poco o derrepente, tu cabeza hace click y los aceptas, cómo la muerte de Charlie y Dafne. Pero la luna era un cambio que conocía, era un terror que se acercaba progresivamente, era un cambio que esperabas, y del que no sabías si te recuperarías. Era cada vez peor.
Ya llevaba unos cuantos días durmiendo poco entre pesadillas y las secuelas de estas, y los últimos días vivía con unnudo en la garganta y un vacio en el estomago, sin hambre ni capacidad de comer casi. Esa última noche la había pasado en vela, se levanto y tragó saliva como hacía cada cierto tiempo, asegurandose de que seguía podiendo tragar o respirar. Abajo hablaban, hablaban de lo que estaba por llegar. Cuanto más alto les oía mayor era el vacio de su estomago. Por un lado quería distraerse, siempre pensaba que en su mente era peor, pero oir en alto los miedos que compartían era horrible. Hyun se quedo a cierta distancia de la charla. Le tenía un poco de miedo a unirse como si nada a una conversación en la que estuviera Tayron, pero lo que él humano había dicho no era cierto. A rocavarancolia no le importaba que mereciera quién, y por eso el coreano estaba vivo. Sin embargo fue lo que dijo Eriel lo que uso para dar un paso al centro.
- Si - dijo con no demasiada fuerza. Tampoco lo creía con seguridad. Pero quizás estar juntos hacia más llevable lo que se les venía encima, esa especie de santa claus del horror que era la luna, en el fondo Hyun desaba que fuera así.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
31/07/18, 12:17 am
Las palabras de Tay le infundir on algo que no podría llamarse optimismo, pero que sí le hizo sentirse más fuerte frente a aquella espera incierta. Habían sobrevivido, habían resistido frente a todo lo que la ciudad les había echado encima. Merecían una recompensa.
—En todo caso, en unas horas se acabó —terció mientras tomaba asiento junto a los demás. Miró el desayuno que había preparado Eriel con cierta desgana. No tenía apetito, el estómago entretenido con mil cosas distintas que no tenían nada que ver con la comida, pero no quería echar a perder el esfuerzo del nublino. Al final dio un bocado.
—¿Cuánto queda? —terminó por preguntar a su compatriota. No se le había escapado que había dicho "esta noche"—. ¿Has dejado de sentirlo ahora que ya es el día?
Eriel ofreció un cambio de tema y Sox no sabía cómo le hacía sentir. Seguía sin ser una conversación completamente cómoda pero como mínimo no le producía el rechazo categórico de hace unos meses, y en aquel ambiente de desear lo mejor en las últimas horas que podían, de alguna forma no resultaba fuera de lugar limitarse a desear poderes e ignorar todo lo que podía salir mal.
—Yo no he sentido nada —admitió—. No me ha salido nada, ni siento que me observan ni que tiran de mí hacia ninguna parte.
Hizo una pausa mientras intentaba recapitular algo, lo que fuera.
—Creo que no cambiaré mucho —terminó. No se le ocurría nada más que aventurar—. ¿O me habéis notado vosotros algo raro?
—En todo caso, en unas horas se acabó —terció mientras tomaba asiento junto a los demás. Miró el desayuno que había preparado Eriel con cierta desgana. No tenía apetito, el estómago entretenido con mil cosas distintas que no tenían nada que ver con la comida, pero no quería echar a perder el esfuerzo del nublino. Al final dio un bocado.
—¿Cuánto queda? —terminó por preguntar a su compatriota. No se le había escapado que había dicho "esta noche"—. ¿Has dejado de sentirlo ahora que ya es el día?
Eriel ofreció un cambio de tema y Sox no sabía cómo le hacía sentir. Seguía sin ser una conversación completamente cómoda pero como mínimo no le producía el rechazo categórico de hace unos meses, y en aquel ambiente de desear lo mejor en las últimas horas que podían, de alguna forma no resultaba fuera de lugar limitarse a desear poderes e ignorar todo lo que podía salir mal.
—Yo no he sentido nada —admitió—. No me ha salido nada, ni siento que me observan ni que tiran de mí hacia ninguna parte.
Hizo una pausa mientras intentaba recapitular algo, lo que fuera.
—Creo que no cambiaré mucho —terminó. No se le ocurría nada más que aventurar—. ¿O me habéis notado vosotros algo raro?
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
31/07/18, 12:47 am
La noche de atrevimiento o verdad ya queda lejos para los cosechados, pero para Rocavarancolia apenas ha pasado un suspiro ansioso. La verdad que salió a luz ha crecido a las vísperas de la Luna y hoy, en un rincón del patio, ha surgido un quiste en el cemento. El bulto en el suelo no es muy llamativo, la grieta que lo cruza no es muy preocupante; la planta que lo corona, sin embargo, destaca enmarcada en un paisaje yermo como es el patio de Maciel.
Consta unicamente de un tallo cubierto de espinas, una hoja a cada lado y una flor roja, vibrante. La disposición de los pétalos recuerda a un hombre ahorcado. Quizás lo más inquietante son los ojos que han crecido allí donde debería ir la cabeza. Ojos con sus irises verdes y sus pupilas negras. Diminutos. Ojos que miran con nerviosismo a un lado y a otro.
Algo preocupa a aquella planta. Y no es para menos. Augurando la llegada de la luna, el suelo tiembla, pero es una sacudida tan leve que solo ella la nota.
Consta unicamente de un tallo cubierto de espinas, una hoja a cada lado y una flor roja, vibrante. La disposición de los pétalos recuerda a un hombre ahorcado. Quizás lo más inquietante son los ojos que han crecido allí donde debería ir la cabeza. Ojos con sus irises verdes y sus pupilas negras. Diminutos. Ojos que miran con nerviosismo a un lado y a otro.
Algo preocupa a aquella planta. Y no es para menos. Augurando la llegada de la luna, el suelo tiembla, pero es una sacudida tan leve que solo ella la nota.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
01/08/18, 01:08 pm
Siete hizo por ser útil porque la alternativa era un vacío donde solo le esperaban sus errores. Arrastraba consigo la vergüenza de no poder decir que se prefería muerto, o asegurar que habría hecho distinto de darle otra oportunidad. Aun así, le dolían sus decisiones. Le dolía pensar en Daer y su ausencia, y en cómo lo habían tratado después de su muerte. La muerte de otros más valientes lo mantenía allí con vida, a la espera de una nueva guillotina.
Fue después, con su casa limpia y devuelta a una semblanza de espacio seguro, increíblemente vacía y silenciosa, que Siete se echó a llorar sin saber pararse. Incluso los pasos parecían acallados, menos frecuentes ahora que cuatro personas faltaban. Siete seguía esperando aun así, habituado a rutinas que le habían arrebatado de golpe, voces y gestos. Soñaba que abrían el portón y estaban allí los cuatro. Sus manos habían dejado de contar platos de más para la mesa, pero algo en él esperaba. Por las noches, cuando realmente nadie hacia ruido, Siete estaba solo y dejaba que lo inundara la desesperación.
Cuidar de los demás era más sencillo que resolver su propia maraña de sentimientos. Siete creía además que aquello era lo que debía a los demás, después de abandonarlos. Así que hacía lo que podía, calentaba infusiones especiadas para después de los derrumbes, ofrecía consuelo en manos apoyadas en otras, gestos de mimo como los que él había recibido de pequeño. Estaba para ellos, para escuchar y llorar discreto después. Limpiaba, hacía camas, reordenaba para agruparlos en los espacios comunes. Usaba las pocas palabras de consuelo que aun creía sinceras.
Otras tareas tuvo que abandonarlas, sin embargo. La primera vez que había ido a cocinar, la carne cruda entre sus dedos lo había manchado de sangre. La sensación del musculo partido y las fibras descubiertas le hizo soltar el pedazo por instinto y lavarse las manos. Siete tuvo que dejar de encargarse de los platos principales. Incluso cuando preparaba pescado y carne para otros, no era capaz de tomarlo para sí.
El tiempo se les escapó entre las manos, con la certeza constante de la fecha de la Luna Roja. Aquella última noche juntos Siete se arrebujó bajo las sabanas con la sensación al cerrar los ojos de que se preparaba para un golpe. Se despertó varias veces, con una mezcla de alivio y decepción ante la madrugada. Las últimas horas las pasó dormido de forma que cuando bajó, ya todos estaban fuera de la cama. La falta de descanso le palpitaba en las sienes, y la ansiedad le había cerrado el estómago. Venía escuchando la conversación desde las escaleras.
- Hola- saludó a media voz. Se buscó dónde colocarse entre los demás, atento a la conversación en la medida que le era posible.
Fue después, con su casa limpia y devuelta a una semblanza de espacio seguro, increíblemente vacía y silenciosa, que Siete se echó a llorar sin saber pararse. Incluso los pasos parecían acallados, menos frecuentes ahora que cuatro personas faltaban. Siete seguía esperando aun así, habituado a rutinas que le habían arrebatado de golpe, voces y gestos. Soñaba que abrían el portón y estaban allí los cuatro. Sus manos habían dejado de contar platos de más para la mesa, pero algo en él esperaba. Por las noches, cuando realmente nadie hacia ruido, Siete estaba solo y dejaba que lo inundara la desesperación.
Cuidar de los demás era más sencillo que resolver su propia maraña de sentimientos. Siete creía además que aquello era lo que debía a los demás, después de abandonarlos. Así que hacía lo que podía, calentaba infusiones especiadas para después de los derrumbes, ofrecía consuelo en manos apoyadas en otras, gestos de mimo como los que él había recibido de pequeño. Estaba para ellos, para escuchar y llorar discreto después. Limpiaba, hacía camas, reordenaba para agruparlos en los espacios comunes. Usaba las pocas palabras de consuelo que aun creía sinceras.
Otras tareas tuvo que abandonarlas, sin embargo. La primera vez que había ido a cocinar, la carne cruda entre sus dedos lo había manchado de sangre. La sensación del musculo partido y las fibras descubiertas le hizo soltar el pedazo por instinto y lavarse las manos. Siete tuvo que dejar de encargarse de los platos principales. Incluso cuando preparaba pescado y carne para otros, no era capaz de tomarlo para sí.
El tiempo se les escapó entre las manos, con la certeza constante de la fecha de la Luna Roja. Aquella última noche juntos Siete se arrebujó bajo las sabanas con la sensación al cerrar los ojos de que se preparaba para un golpe. Se despertó varias veces, con una mezcla de alivio y decepción ante la madrugada. Las últimas horas las pasó dormido de forma que cuando bajó, ya todos estaban fuera de la cama. La falta de descanso le palpitaba en las sienes, y la ansiedad le había cerrado el estómago. Venía escuchando la conversación desde las escaleras.
- Hola- saludó a media voz. Se buscó dónde colocarse entre los demás, atento a la conversación en la medida que le era posible.
-
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
01/08/18, 02:43 pm
Todos parecían concordar en que querían pasar juntos aquel día. Rad tenía una expresión que casi podía definirse como sonrisa ante aquello: no era alegría, ni tranquilidad, ni esperanza. Era algo más difuso que nada de aquello, y a la vez mucho más potente. Daba igual qué acabara por surgir de la oscura sima ante la que se encontraban, fuera lo que fuera al menos podrían encararlo juntos.
La pregunta de Sox le hizo resoplar, haciéndole cierta gracia que el tipo A no tardaría mucho en comprender...
—Ni de lejos, de hecho se me ha afinado —haberse levantado con aquella nueva precisión casi lo había asustado, en especial teniendo en cuenta que hacía meses que la habilidad de medición del tiempo se había estabilizado por completo—. Nueve horas, siete minutos y treinta segundos... Coincide con el atardecer, de hecho —no había sido muy difícil descubrir aquello una vez había comparado las dos mediciones temporales que la Luna parecía haberle regalado.
Saludó con la cabeza a Siete, escuchando las palabras de su compatriota. No se le ocurría qué podía ser, probablemente porque no conocían realmente ninguna de las transformaciones. No hizo ese apunte, sin embargo: aquello no era más que una forma de pasar aquellas últimas horas, ¿así que qué más daba?
—No, y no tengo ni idea de qué puede significar eso. Quizás tus cambios han sido muy sutiles, o... no sé. Muy a nivel celular, quizás —Rad ni siquiera sabía qué pensar acerca de la aparente situación del tipo A. Luego se preguntó si la clasificación mágica influía de alguna manera en la transformación, o si eran temas independientes—. Yo... diría que la Luna me dará la gloriosa transformación de reloj andante, pero casi parece que ya lo soy.
Había un punto de sarcasmo en aquellas palabras. Una forma de expresar frsutración, incertidumbre y miedo.
La pregunta de Sox le hizo resoplar, haciéndole cierta gracia que el tipo A no tardaría mucho en comprender...
—Ni de lejos, de hecho se me ha afinado —haberse levantado con aquella nueva precisión casi lo había asustado, en especial teniendo en cuenta que hacía meses que la habilidad de medición del tiempo se había estabilizado por completo—. Nueve horas, siete minutos y treinta segundos... Coincide con el atardecer, de hecho —no había sido muy difícil descubrir aquello una vez había comparado las dos mediciones temporales que la Luna parecía haberle regalado.
Saludó con la cabeza a Siete, escuchando las palabras de su compatriota. No se le ocurría qué podía ser, probablemente porque no conocían realmente ninguna de las transformaciones. No hizo ese apunte, sin embargo: aquello no era más que una forma de pasar aquellas últimas horas, ¿así que qué más daba?
—No, y no tengo ni idea de qué puede significar eso. Quizás tus cambios han sido muy sutiles, o... no sé. Muy a nivel celular, quizás —Rad ni siquiera sabía qué pensar acerca de la aparente situación del tipo A. Luego se preguntó si la clasificación mágica influía de alguna manera en la transformación, o si eran temas independientes—. Yo... diría que la Luna me dará la gloriosa transformación de reloj andante, pero casi parece que ya lo soy.
Había un punto de sarcasmo en aquellas palabras. Una forma de expresar frsutración, incertidumbre y miedo.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
02/08/18, 07:29 pm
Tayron cambiaba la mirada entre los presentes de manera intermitente conforme llegaban y se sintió más seguro y por una vez, aunque ya hubieran coincidido todos en una habitación antes, también menos solo. Puede que fuera el día del astro rojo, que los unía, pero no quería despedirse de ellos y seguir su camino. El caos y la muerte los había hecho indispensables para él, insustituíbles, y aunque algún día encontrara otro sitio u otra gente sabía que ellos serían el único hogar al que quizás podía volver. Y le daba miedo que la Luna lo arruinase. Miró a Hyun recordando el día en que se lo contó todo y casi sentía el impulso de preguntar por qué le evitaba tanto en medio de todos. Sólo quería tranquilidad, que la Luna saliese un mes más tarde. Que todo volviese a ser como antes pero estando igual de unidos.
-Nueve horas- repitió- casi parece que te regodeas recordándolo- hizo un intento de broma para calmar sus nervios por primera vez en un tiempo.
-Nueve horas- repitió- casi parece que te regodeas recordándolo- hizo un intento de broma para calmar sus nervios por primera vez en un tiempo.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 01:22 am
Empezaron a hablar de estar juntos y el nublino calló, aquel desastre había mostrado de sobra que él no pertenecía allí y así era. Y no le preocupaba, Barael se lo tomaba ya como devenir natural de las cosas tras todo aquel mes, simplemente no eran lo mismo. Todo avanzó hacía los síntomas mientras que Hyun y Siete llegaban, pero él no habló de ello, no sabía más que preguntas así que lo consideraba inútil.
Últimamente nunca hablaba.
-Parece la mejor opción. -Fue casi un susurro mientras aquel maniquí móvil se volteaba para dejar a la familia sola un rato. Quería volver a sus estatuas, a su mundo imaginario de tranquilidad y cariño, relajarse y vaguear antes de unirse a ellos para la vigía antes de la Luna.
Ya podía ver a Per cuando notó aquello, el retoño verde que había estado en el patio había florecido y tenía...
¿Ojos...?
Barael se acercó atónito, aquella flor con forma de persona que miraba a su alrededor agitada había sacado al nublino de su apatía, aunque parecía ignorarle. Barael no tardó en arrimar sus estatuas y echarse a contemplar la flor, estudiándola, maravillado de como una planta había desarrollado órganos animales.
Y así fue pasando el tiempo, entre contemplar a aquella maravilla y añadir nuevos detalles a sus pequeñas mientras se planteaba que hacer con su vida. En algún momento su hermano vino a llevárselo con los demás y él simplemente se dejó llevar recogiendo las tallas y despidiéndose mentalmente de aquella cosita. Y allí pasó el tiempo, sentado con sus estatuas mientras los demás hablaban, añadiendo escasamente algo si lo veía necesario o para no preocupar a su hermano.
Poco a poco fue pasando la tarde, el nublino lo notaba, nervios por todas partes, sonrisas forzadas para mantener la calma, el mismo no había comido nada en todo el día por culpa lo que significaba.
Había acabado todo, pero aún quedaba Tuétano. En los últimos minutos Barael empezó a rezarle a la Luna por un don rápido y poderoso para todos, algo con lo que pudieran parar a una ciudadana transformada con experiencia contando solo con su propia muerte. Era todo lo que quería ahora.
-Chicos. -Dijo alto para todos. El mayor de los nublinos extendió a Eru hacia el centro de la mesa y comenzó a hablar por su propio pie por primera vez desde hacía un mes. Se atragantó un poco, le costaba ponerse a dar anuncios después de todo. -En una familia siempre hay algún que otro problema. -Comenzó. -Son muchas personas que opinan diferente y es normal acabar chocando, pero el solucionar todo ello y mantenerse juntos es lo que los hace tan fuertes. Precisamente la Luna os puede dar cosas que os hagan chocar y querer cosas diferentes, así que me gustaría que pase lo que pase mirarais a esta estatua y recordarais todo lo que habéis vivido y como os ha unido para que os apoyaseis ahora que no sabemos qué pasará. -Barael comenzó a colocar las estatuillas de los caídos en la mesa, quedándose para él a Nar y a Cad. -No es mucho, pero espero que os sirva para evitar lo que sea que se os meta en la cabeza con la Luna.
Últimamente nunca hablaba.
-Parece la mejor opción. -Fue casi un susurro mientras aquel maniquí móvil se volteaba para dejar a la familia sola un rato. Quería volver a sus estatuas, a su mundo imaginario de tranquilidad y cariño, relajarse y vaguear antes de unirse a ellos para la vigía antes de la Luna.
Ya podía ver a Per cuando notó aquello, el retoño verde que había estado en el patio había florecido y tenía...
¿Ojos...?
Barael se acercó atónito, aquella flor con forma de persona que miraba a su alrededor agitada había sacado al nublino de su apatía, aunque parecía ignorarle. Barael no tardó en arrimar sus estatuas y echarse a contemplar la flor, estudiándola, maravillado de como una planta había desarrollado órganos animales.
Y así fue pasando el tiempo, entre contemplar a aquella maravilla y añadir nuevos detalles a sus pequeñas mientras se planteaba que hacer con su vida. En algún momento su hermano vino a llevárselo con los demás y él simplemente se dejó llevar recogiendo las tallas y despidiéndose mentalmente de aquella cosita. Y allí pasó el tiempo, sentado con sus estatuas mientras los demás hablaban, añadiendo escasamente algo si lo veía necesario o para no preocupar a su hermano.
Poco a poco fue pasando la tarde, el nublino lo notaba, nervios por todas partes, sonrisas forzadas para mantener la calma, el mismo no había comido nada en todo el día por culpa lo que significaba.
Había acabado todo, pero aún quedaba Tuétano. En los últimos minutos Barael empezó a rezarle a la Luna por un don rápido y poderoso para todos, algo con lo que pudieran parar a una ciudadana transformada con experiencia contando solo con su propia muerte. Era todo lo que quería ahora.
-Chicos. -Dijo alto para todos. El mayor de los nublinos extendió a Eru hacia el centro de la mesa y comenzó a hablar por su propio pie por primera vez desde hacía un mes. Se atragantó un poco, le costaba ponerse a dar anuncios después de todo. -En una familia siempre hay algún que otro problema. -Comenzó. -Son muchas personas que opinan diferente y es normal acabar chocando, pero el solucionar todo ello y mantenerse juntos es lo que los hace tan fuertes. Precisamente la Luna os puede dar cosas que os hagan chocar y querer cosas diferentes, así que me gustaría que pase lo que pase mirarais a esta estatua y recordarais todo lo que habéis vivido y como os ha unido para que os apoyaseis ahora que no sabemos qué pasará. -Barael comenzó a colocar las estatuillas de los caídos en la mesa, quedándose para él a Nar y a Cad. -No es mucho, pero espero que os sirva para evitar lo que sea que se os meta en la cabeza con la Luna.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 09:00 am
—Por supuesto que no —resopló ante las palabras de Tay—. Simplemente si vosotros preguntáuis, yo respondo. Y tampoco viene mal que sintáis un poquito lo que yo —una pequeña sonrisa ladeada había acompañado a sus últimas palabras. Un intento de broma en un momento donde estas podían ser tan adecuadas como inadecuadas.
El día pasó de una forma extraña: el tiempo a veces parecía dilatarse, a veces parecía contraerse. Ni siquiera la nueva percepción que Rad sentía sobre los segundos era capaz de aliviarle aquello, como si su habilidad se hubiera convertido en arena seca ante sus ojos. Todavía era capaz de sentirlo, claro, pero el peso de la Luna Roja en el fondo de su conciencia y los nervios provocados por la incertidumbre le dificultaba percibir el tiempo en la otra forma. La de un chiquillo de diecisiete años, en vez de la de... lo que estuviera transformándolo aquel astro.
Habían estado juntos, todos ellos, eso sí. En ocasiones hablaban, en ocasiones no. El tipo E no podía saber de verdad qué pasaba por sus mentes, pero podía imaginárselo. En el fondo sabía que todos estaban igual. Les diría cuánto quedaba si preguntaban, pero no con la afinación anterior. Horas y minutos. De cuartos de hora en cuartos de hora, de diez minutos en diez minutos, de cinco en cinco, de uno en uno: conforme el momento se acercaba más reduciría su afinación.
No volvió a hablar de segundos, sin embargo. No tenía sentido cuando cambiaban constantemente.
Las palabras de Barael le hicieron sentir sentimientos difíciles de definir, como el propio nublino. Ahora que había aceptado que ninguna institución competente iba a solucionar el problema convivir con él era, a la vez, más fácil y más difícil que antes. En cualquier caso agradecía, al menos un poco, aquellas figuras. Esperar que aquello ayudara era una esperanza fútil, pero ante aquella incertidumbre las esperanzas fútiles eran lo único que tenían.
Los últimos minutos pesaron mucho en su conciencia. Los últimos segundos, más.
«Diez»
¿Qué serían cuando llegara al cero? ¿Qué les pasaría?
«Nueve»
¿Serían ellos mismos, se reconocerían al mirarse en el espejo?
«Ocho»
¿Serían ellos mismos en su propia mente, el lugar más importante de todos?
«Siete»
¿Cambiarían para ser como Daer o como Tuétano? ¿Se transformarían para convertirse en otros seres, unos que no fueran monstruosos pero que tampoco fueran ellos mismos?
«Seis»
La Luna Roja inundaba su conciencia. Su luz empezaba a filtrarse en el patio conforme iba saliendo. La luz del sol menguaba incluso más rápido de lo normal en los atardeceres de Rocavarancolia.
«Cinco»
Rodeado de sus compañeros Rádar se sentía asfixiado y respirando, solitario y acompañado. Todos estarían juntos, todos estarían cerca, unos de otros, para ayudarse de ser necesario. Y todos sufrirían su dolor (físico, o peor) en solitario.
«Cuatro»
El suelo tembló, como habia temblado más veces, ese día y los precedentes. El miedo a un trauma producido unos meses atrás siguió aflorando en su conciencia, devolviéndole por un momento la tensión de aquel momento. Y a ese miedo le siguieron el resto de cosas que lo aterrorizaban en aquel momento.
«Tres»
Miedo a que su cuerpo se descoyuntara de agonía y se volviera irreconocible. Miedo a cambiar, a perderse para siempre, a que un día mirara sus cicatrices y le fueran indiferente. Miedo a que, en algún momento del futuro cercano o lejano, no sintiera ni una pizca de dolor al recordar a Sakrilt, a Charlie, a Dafne, a Daer. A Inna y Eorlir. A la pequeña Nad.
«Dos»
Fuera se cuajaba una tormenta que permanecería días, semanas, un mes entero encima de Rocavarancolia. Fuera (y dentro) el suelo volvió a temblar. Fuera Rocavaragálago se encendía, preparándose para liberar el polen que aceleraría el cambio de la cosecha. Fuera Rocavarancolia se preparaba para dar la bienvenida a su madre, reina y señora, igual que hacían sus habitantes. Fuera la Luna Roja comenzaba a inundar los cielos, con la rotundidad y la seguridad que solo podía poseer aquella magia salvaje y primordial convertida en piedra.
«Uno»
Dentro, Rádar temblaba de pavor, nervios y expectación. Dentro, Rad observaba la profunda sima ante la que se encontraba, la puerta cerrada que empezaba a abrirse, revelando lo que había detrás. Dentro, el carabés se veía obligado a cambiar, a mutar, a dejar atrás, cuanto menos, parte de lo que había sido, y con toda probabilidad todo lo que podría haber conseguido en otras circunstancias.
Dentro, el tipo E temblaba como un recién nacido ante el nuevo, terrible y desconocido mundo que pronto se abriría para él.
El día pasó de una forma extraña: el tiempo a veces parecía dilatarse, a veces parecía contraerse. Ni siquiera la nueva percepción que Rad sentía sobre los segundos era capaz de aliviarle aquello, como si su habilidad se hubiera convertido en arena seca ante sus ojos. Todavía era capaz de sentirlo, claro, pero el peso de la Luna Roja en el fondo de su conciencia y los nervios provocados por la incertidumbre le dificultaba percibir el tiempo en la otra forma. La de un chiquillo de diecisiete años, en vez de la de... lo que estuviera transformándolo aquel astro.
Habían estado juntos, todos ellos, eso sí. En ocasiones hablaban, en ocasiones no. El tipo E no podía saber de verdad qué pasaba por sus mentes, pero podía imaginárselo. En el fondo sabía que todos estaban igual. Les diría cuánto quedaba si preguntaban, pero no con la afinación anterior. Horas y minutos. De cuartos de hora en cuartos de hora, de diez minutos en diez minutos, de cinco en cinco, de uno en uno: conforme el momento se acercaba más reduciría su afinación.
No volvió a hablar de segundos, sin embargo. No tenía sentido cuando cambiaban constantemente.
Las palabras de Barael le hicieron sentir sentimientos difíciles de definir, como el propio nublino. Ahora que había aceptado que ninguna institución competente iba a solucionar el problema convivir con él era, a la vez, más fácil y más difícil que antes. En cualquier caso agradecía, al menos un poco, aquellas figuras. Esperar que aquello ayudara era una esperanza fútil, pero ante aquella incertidumbre las esperanzas fútiles eran lo único que tenían.
Los últimos minutos pesaron mucho en su conciencia. Los últimos segundos, más.
«Diez»
¿Qué serían cuando llegara al cero? ¿Qué les pasaría?
«Nueve»
¿Serían ellos mismos, se reconocerían al mirarse en el espejo?
«Ocho»
¿Serían ellos mismos en su propia mente, el lugar más importante de todos?
«Siete»
¿Cambiarían para ser como Daer o como Tuétano? ¿Se transformarían para convertirse en otros seres, unos que no fueran monstruosos pero que tampoco fueran ellos mismos?
«Seis»
La Luna Roja inundaba su conciencia. Su luz empezaba a filtrarse en el patio conforme iba saliendo. La luz del sol menguaba incluso más rápido de lo normal en los atardeceres de Rocavarancolia.
«Cinco»
Rodeado de sus compañeros Rádar se sentía asfixiado y respirando, solitario y acompañado. Todos estarían juntos, todos estarían cerca, unos de otros, para ayudarse de ser necesario. Y todos sufrirían su dolor (físico, o peor) en solitario.
«Cuatro»
El suelo tembló, como habia temblado más veces, ese día y los precedentes. El miedo a un trauma producido unos meses atrás siguió aflorando en su conciencia, devolviéndole por un momento la tensión de aquel momento. Y a ese miedo le siguieron el resto de cosas que lo aterrorizaban en aquel momento.
«Tres»
Miedo a que su cuerpo se descoyuntara de agonía y se volviera irreconocible. Miedo a cambiar, a perderse para siempre, a que un día mirara sus cicatrices y le fueran indiferente. Miedo a que, en algún momento del futuro cercano o lejano, no sintiera ni una pizca de dolor al recordar a Sakrilt, a Charlie, a Dafne, a Daer. A Inna y Eorlir. A la pequeña Nad.
«Dos»
Fuera se cuajaba una tormenta que permanecería días, semanas, un mes entero encima de Rocavarancolia. Fuera (y dentro) el suelo volvió a temblar. Fuera Rocavaragálago se encendía, preparándose para liberar el polen que aceleraría el cambio de la cosecha. Fuera Rocavarancolia se preparaba para dar la bienvenida a su madre, reina y señora, igual que hacían sus habitantes. Fuera la Luna Roja comenzaba a inundar los cielos, con la rotundidad y la seguridad que solo podía poseer aquella magia salvaje y primordial convertida en piedra.
«Uno»
Dentro, Rádar temblaba de pavor, nervios y expectación. Dentro, Rad observaba la profunda sima ante la que se encontraba, la puerta cerrada que empezaba a abrirse, revelando lo que había detrás. Dentro, el carabés se veía obligado a cambiar, a mutar, a dejar atrás, cuanto menos, parte de lo que había sido, y con toda probabilidad todo lo que podría haber conseguido en otras circunstancias.
Dentro, el tipo E temblaba como un recién nacido ante el nuevo, terrible y desconocido mundo que pronto se abriría para él.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 10:31 am
9 horas, le dio otro salto el estómago, era tan poco. Tan inevitable. Hyun respiró una vez más con fuerza.
- Y a mi no me va el corazón bien.- Era extraño volver a decirlo en alto, también era raro que hablara de forma tan directa. Y Hyun era el primer sorprendido, pero ya estaban al filo de su final para bien o para mal. Y quizás en este caso si que funcionara el sistema que tenía su padre Jung de hacerle superar los miedos, quizás si enfrentaba, aunque fuera hablando, la realidad. Luego estaba lo de su sintoma, no lo escondia, pero sabia que quizás solo lo sabian Sox, Siete, Tay y poco más. - Quizás la luna me lo pare del todo y la palme sin más. Sería irónico.- Era un intento de chiste. Añadió una risa, que no pudo si no resultar amarga. No. Seguía siendo horrible hablar de ello y pensarlo. Se le saltaron un poco las lagrimas. - ¿Que significará eso para mi cuando salga la luna? - Miraba a Siete, pues no se sentia todavia comodo. Esperaba que la conversación siguiera siendo ese intento de alegre que llevaba todo el rato siendo. Que ésta siguiera escondiendo lo cagados que estaban, lo tristes que estaban.
El día siguió lento, más lento que nunca y desagradable a cada rato que había silencio. Era horrible, esperaba que la falta de sueño le permitiera dormir, le hiciera caer tras la comida y poder despertar al otro lado de lo que hubiera pasado pero no. Las horas siguieron sin más y Hyun solo podía dejar pasar los segundos. Sentía que quedaba menos y que no podía hacer nada. Era como si hiciera un mal trabajo en parar el tiempo y en el proceso eternalizara la horrible e inevitable espera espera. Pero aun así y aunque fuera lentamente, la hora llegaba. El nublino dio una de sus extrañas charlas "motivacionales", quizás la última. Ni Eriel ni Bandrael ni Zobriel sonaban tan extraños pero quizás era una cosa de su planeta, y Hyun empezaba a aceptarlo. Aun así no pudo evitar mencionar en voz baja:
- Esto no cambiara ni ayudara a nada.- Solo aquel que hubiera estado muy cerca del humano lo habría oido, si es que había alguien así de cerca.
Finalmente llegó la hora, la inmensa luna se alzaba delante suya sobre un fondo negro, bañando el patio con luz roja y robandole a Hyun el ultimo aire que quedaba en sus pulmones, cerrandole la garganta. Y tras los segundos más largos de la vida de Hyun, todo se volvió negro. La conciencia de Hyun no duró lo suficiente ni para sentir su caida al chocar con el suelo. Solo le dio tiempo a maldecir, a maldecir por su vida, su suerte y a maldecir porque no quería morir <<Me cago en todo>>. Se desplomó en la puerta al patio.
- Y a mi no me va el corazón bien.- Era extraño volver a decirlo en alto, también era raro que hablara de forma tan directa. Y Hyun era el primer sorprendido, pero ya estaban al filo de su final para bien o para mal. Y quizás en este caso si que funcionara el sistema que tenía su padre Jung de hacerle superar los miedos, quizás si enfrentaba, aunque fuera hablando, la realidad. Luego estaba lo de su sintoma, no lo escondia, pero sabia que quizás solo lo sabian Sox, Siete, Tay y poco más. - Quizás la luna me lo pare del todo y la palme sin más. Sería irónico.- Era un intento de chiste. Añadió una risa, que no pudo si no resultar amarga. No. Seguía siendo horrible hablar de ello y pensarlo. Se le saltaron un poco las lagrimas. - ¿Que significará eso para mi cuando salga la luna? - Miraba a Siete, pues no se sentia todavia comodo. Esperaba que la conversación siguiera siendo ese intento de alegre que llevaba todo el rato siendo. Que ésta siguiera escondiendo lo cagados que estaban, lo tristes que estaban.
El día siguió lento, más lento que nunca y desagradable a cada rato que había silencio. Era horrible, esperaba que la falta de sueño le permitiera dormir, le hiciera caer tras la comida y poder despertar al otro lado de lo que hubiera pasado pero no. Las horas siguieron sin más y Hyun solo podía dejar pasar los segundos. Sentía que quedaba menos y que no podía hacer nada. Era como si hiciera un mal trabajo en parar el tiempo y en el proceso eternalizara la horrible e inevitable espera espera. Pero aun así y aunque fuera lentamente, la hora llegaba. El nublino dio una de sus extrañas charlas "motivacionales", quizás la última. Ni Eriel ni Bandrael ni Zobriel sonaban tan extraños pero quizás era una cosa de su planeta, y Hyun empezaba a aceptarlo. Aun así no pudo evitar mencionar en voz baja:
- Esto no cambiara ni ayudara a nada.- Solo aquel que hubiera estado muy cerca del humano lo habría oido, si es que había alguien así de cerca.
Finalmente llegó la hora, la inmensa luna se alzaba delante suya sobre un fondo negro, bañando el patio con luz roja y robandole a Hyun el ultimo aire que quedaba en sus pulmones, cerrandole la garganta. Y tras los segundos más largos de la vida de Hyun, todo se volvió negro. La conciencia de Hyun no duró lo suficiente ni para sentir su caida al chocar con el suelo. Solo le dio tiempo a maldecir, a maldecir por su vida, su suerte y a maldecir porque no quería morir <<Me cago en todo>>. Se desplomó en la puerta al patio.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 11:53 am
Eriel aventuró con el resto cosas de sus posibles transformaciones. No sabía ni qué pensar para sí mismo, le atraía una aurora. Qué significaba aquello no tenía ni idea, no sabía cómo iba a cambiar. Quizá no cambiara en absoluto. Al menos físicamente.
Eriel comió como no había hecho en meses. Hubo gente que apenas tocó la comida pero no le molestó. Entendía que por nervios hubiese gente que no comiese, él era todo lo contrario, cuanto más nervioso más comía.
Eriel se forzó a sonreír a todo el mundo. Era la mejor forma de darles ánimos, de decir que no pasaría nada, de darse ánimos a sí mismo. Después de esa noche todo cambiaría, aunque el más joven de los nublinos esperaba que no cambiase nada, si acaso la relación que todos tenían con Barael.
El tiempo pasó, Eriel no sabría decir cómo pes se le hizo eterno. Cuando echó de menos a su hermano salió a por él y lo llevó dentro. El gesto de su hermano le pareció muy tierno y le sonrió agradecido por aquello.
A falta de un minuto para la salida de la Luna, según Rad y Eriel se fiaba de la percepción de su amigo, salió al patio acompañado por su hermano para observar la salida.
Por la expresión del carabés el nublino fue prediciendo lo que quedaba en segundos. El sol se ocultó, la ciudad se oscureció y a lo lejos se oyó un relámpago.
La Luna Roja se alzó, apenas un trozo visible en el horizonte. Más hermosa de lo que Eriel jamás imaginó, mucho más que cualquier dibujo o grabado suyo. Era casi hipnótica, como si demandase atención de todo el mundo, y lo consiguiese.
El nublino miró a Rad y se fijó en algo que le aparecía en la cara. También otra cosa en el brazo. Se acercó y de pronto notó que le costaba ligeramente moverse, como si tuviese los músculos agarrotados.
-Oye, Rad, no quiero alarmarte pero creo que te están saliendo lunares por la piel - le dijo.- Mírate al agua a ver si no es cos... ¡AH! - Eriel sintió dos tirones muy dolorosos en la espalda y que algo le bajaba por ella. Metió una mano y tocó lo que le corría espalda abajo. Sacó la mano llena de sangre.
Rápidamente se quitó la camiseta, notaba los músculos raros. También sintió una sensación de agobio que nunca había experimentado.
-¿Qué rayos tengo en la espalda? - preguntó, no seguía doliendo pero escocía horrores. A su lado oyó a su hermano soltar un improperio y luego gritar de dolor. Cuando Eriel lo miró vio como se sujetaba el muñón. Más allá, junto a la puerta, Hyun estaba tirado en el suelo.
Aquello era la Luna, esa era su transformación y todos iban a pasar por ella quisieran o no.
Eriel comió como no había hecho en meses. Hubo gente que apenas tocó la comida pero no le molestó. Entendía que por nervios hubiese gente que no comiese, él era todo lo contrario, cuanto más nervioso más comía.
Eriel se forzó a sonreír a todo el mundo. Era la mejor forma de darles ánimos, de decir que no pasaría nada, de darse ánimos a sí mismo. Después de esa noche todo cambiaría, aunque el más joven de los nublinos esperaba que no cambiase nada, si acaso la relación que todos tenían con Barael.
El tiempo pasó, Eriel no sabría decir cómo pes se le hizo eterno. Cuando echó de menos a su hermano salió a por él y lo llevó dentro. El gesto de su hermano le pareció muy tierno y le sonrió agradecido por aquello.
A falta de un minuto para la salida de la Luna, según Rad y Eriel se fiaba de la percepción de su amigo, salió al patio acompañado por su hermano para observar la salida.
Por la expresión del carabés el nublino fue prediciendo lo que quedaba en segundos. El sol se ocultó, la ciudad se oscureció y a lo lejos se oyó un relámpago.
La Luna Roja se alzó, apenas un trozo visible en el horizonte. Más hermosa de lo que Eriel jamás imaginó, mucho más que cualquier dibujo o grabado suyo. Era casi hipnótica, como si demandase atención de todo el mundo, y lo consiguiese.
El nublino miró a Rad y se fijó en algo que le aparecía en la cara. También otra cosa en el brazo. Se acercó y de pronto notó que le costaba ligeramente moverse, como si tuviese los músculos agarrotados.
-Oye, Rad, no quiero alarmarte pero creo que te están saliendo lunares por la piel - le dijo.- Mírate al agua a ver si no es cos... ¡AH! - Eriel sintió dos tirones muy dolorosos en la espalda y que algo le bajaba por ella. Metió una mano y tocó lo que le corría espalda abajo. Sacó la mano llena de sangre.
Rápidamente se quitó la camiseta, notaba los músculos raros. También sintió una sensación de agobio que nunca había experimentado.
-¿Qué rayos tengo en la espalda? - preguntó, no seguía doliendo pero escocía horrores. A su lado oyó a su hermano soltar un improperio y luego gritar de dolor. Cuando Eriel lo miró vio como se sujetaba el muñón. Más allá, junto a la puerta, Hyun estaba tirado en el suelo.
Aquello era la Luna, esa era su transformación y todos iban a pasar por ella quisieran o no.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 03:35 pm
Tayron no tuvo mucho más que contestar a Rad, de hecho, no habló demasiado en el tiempo de espera. Era interminable la sensación de que lo que habían estado esperando tanto tiempo iba a llegar por fin. El “para qué”. No se sentía especial, sino desafortunado. Aunque al menos, entre sus amigos. Un grupo de desafortunados que habían tomado una decisión errónea.
Esperó y esperó hasta que Barael alzó la voz y lo miró con ojos empañados cuando descubrió en su mano una figura de Dafne. Su cara volvió a ser una mueca de dolor, pero esta vez estaba en el mundo real, lejos de su burbuja. Acercó la mano hacia la estatuilla, no le hacía falta para recordar quién quería ser pero necesitaba cualquier cosa que recordara a Dafne. La deslizó por sus dedos.
-Gracias- le habló directamente al nublino, conteniendo las ganas de marcharse solo a las mazmorras- gracias, Barael -era todo lo que podía decir.
El momento fue brutal, se hallaba sentado es las escaleras que precedían la planta baja cuando oyó un murmullo y supo lo que era al instante. Porque a penas hacía siete minutos le había preguntado al carabés cúanto quedaba, y aunque sin don, él también contó los últimos segundos en su cabeza. Como esperando unos fuegos artificiales, que la tierra se partiera en dos o que unas naves gigantes de otros mundos salvadores descendieran del cielo y aullaran “Se ha acabado, niños.” “Despertad”
Y lo haría en su cama, en su pueblo de bélgica, como antes.
Pero el sonido de un peso muerto y varios gritos y voces de alarma lo sacaron de su realidad paralela. El humano se levantó con rapidez agrupándose con sus compañeros. Cuando vio el cuerpo de Hyun echó a correr, alarmado.
-¡Tíos!- llegó hasta a él derrapando con la rodilla en el suelo, como hacía un mes lo hizo con la noruega. No podía repetirse, la escena no podía volver a ocurrir. Las lágrimas acudieron a él antes que cualquier otra cosa de nuevo. Estaba condenado a perder- ¡Hyun! Por favor, despierta- seguía llamando a voces al resto de sus amigos, no podía perder al coreano ahora, la ciudad terminaría por llevárselo a él para siempre entonces. Le dio algunas palmadas en la cara, pero no reaccionaba. ¿Qué le estaba pasando?. La luz fúnebre y roja de la luna parecía enfocarlos, Tay apenas la había mirado un segundo. Inmensa, sublime y dominante ante él. ¿Qué terminaría pasándole a él?- por favor... ¡eh, eh, Hyun!- en su mente las culpables eran las lágrimas. Pero ya llevaba un rato rascándose los ojos y a penas fue consciente de que ya estaba ocurriendo, cuando un dolor en la rabadilla le sorprendió.
Esperó y esperó hasta que Barael alzó la voz y lo miró con ojos empañados cuando descubrió en su mano una figura de Dafne. Su cara volvió a ser una mueca de dolor, pero esta vez estaba en el mundo real, lejos de su burbuja. Acercó la mano hacia la estatuilla, no le hacía falta para recordar quién quería ser pero necesitaba cualquier cosa que recordara a Dafne. La deslizó por sus dedos.
-Gracias- le habló directamente al nublino, conteniendo las ganas de marcharse solo a las mazmorras- gracias, Barael -era todo lo que podía decir.
El momento fue brutal, se hallaba sentado es las escaleras que precedían la planta baja cuando oyó un murmullo y supo lo que era al instante. Porque a penas hacía siete minutos le había preguntado al carabés cúanto quedaba, y aunque sin don, él también contó los últimos segundos en su cabeza. Como esperando unos fuegos artificiales, que la tierra se partiera en dos o que unas naves gigantes de otros mundos salvadores descendieran del cielo y aullaran “Se ha acabado, niños.” “Despertad”
Y lo haría en su cama, en su pueblo de bélgica, como antes.
Pero el sonido de un peso muerto y varios gritos y voces de alarma lo sacaron de su realidad paralela. El humano se levantó con rapidez agrupándose con sus compañeros. Cuando vio el cuerpo de Hyun echó a correr, alarmado.
-¡Tíos!- llegó hasta a él derrapando con la rodilla en el suelo, como hacía un mes lo hizo con la noruega. No podía repetirse, la escena no podía volver a ocurrir. Las lágrimas acudieron a él antes que cualquier otra cosa de nuevo. Estaba condenado a perder- ¡Hyun! Por favor, despierta- seguía llamando a voces al resto de sus amigos, no podía perder al coreano ahora, la ciudad terminaría por llevárselo a él para siempre entonces. Le dio algunas palmadas en la cara, pero no reaccionaba. ¿Qué le estaba pasando?. La luz fúnebre y roja de la luna parecía enfocarlos, Tay apenas la había mirado un segundo. Inmensa, sublime y dominante ante él. ¿Qué terminaría pasándole a él?- por favor... ¡eh, eh, Hyun!- en su mente las culpables eran las lágrimas. Pero ya llevaba un rato rascándose los ojos y a penas fue consciente de que ya estaba ocurriendo, cuando un dolor en la rabadilla le sorprendió.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 04:01 pm
No le dió ninguna estatua a nadie en particular, aunque sabía quién cogería o rechazaría la de Dafne inmediatamente, el nublino solo asintió mientras volvía a su apatía normal, esta vez con un claro nerviosismo que acabó por impedirle detallar nada más.
Siguió a su hermano afuera, que menos que ver la Luna al fin con él después de tantas cosas. Al menos eso se lo habían ganado, pasase lo que pasase, habían sobrevivido y se convertirían en dioses.
El momento estuvo claro pues la cara de Rad fue un poema del acercamiento, pero aunque sabía que iban a cambiar nada había preparado al nublino para aquello. Todo fue rápido, la luz roja bañándolos, el primer resquicio de la Luna, hermosa, superior e imponente sobre el cielo alzándose como el ente de poder que era y en un instante... Oyó detrás de si el caer de un cuerpo y se giró un segundo para comprobar a Hyun tirado en el suelo y a Tay yendo a por él. Volvió a girararse preocupado y nervioso solo para encontrarse la camiseta de su hermano empezando a sangrar por la espalda.
-Eri... -Quiso comenzar, pero su propio cuerpo no se lo permitió. -¡MIERDA, ¿QUE?! -Su muñón empezó a arder y a chillar de dolor y Barael con ello mientras lo agarraba, solo podía compararlo a otra vez Tuétano reventándolo con su pie mientras el añillo lo curaba. Apretó los dientes y empezó a emitir una mezcla entre gritos y gruñidos humanos mientras luchaba por respirar y por mantenerse de pie, pero pronto la mandíbula se unió a aquella fiesta macabra y alguna zona en su cadera debió gustarle y decidió sumarse también.
Barael se tiró al suelo sin poder articular palabras coherentes ni ver nada. Lo único que veía, sentía, y pensaba, era dolor. Apenas podía siquiera respirar entre grito y grito.
Siguió a su hermano afuera, que menos que ver la Luna al fin con él después de tantas cosas. Al menos eso se lo habían ganado, pasase lo que pasase, habían sobrevivido y se convertirían en dioses.
El momento estuvo claro pues la cara de Rad fue un poema del acercamiento, pero aunque sabía que iban a cambiar nada había preparado al nublino para aquello. Todo fue rápido, la luz roja bañándolos, el primer resquicio de la Luna, hermosa, superior e imponente sobre el cielo alzándose como el ente de poder que era y en un instante... Oyó detrás de si el caer de un cuerpo y se giró un segundo para comprobar a Hyun tirado en el suelo y a Tay yendo a por él. Volvió a girararse preocupado y nervioso solo para encontrarse la camiseta de su hermano empezando a sangrar por la espalda.
-Eri... -Quiso comenzar, pero su propio cuerpo no se lo permitió. -¡MIERDA, ¿QUE?! -Su muñón empezó a arder y a chillar de dolor y Barael con ello mientras lo agarraba, solo podía compararlo a otra vez Tuétano reventándolo con su pie mientras el añillo lo curaba. Apretó los dientes y empezó a emitir una mezcla entre gritos y gruñidos humanos mientras luchaba por respirar y por mantenerse de pie, pero pronto la mandíbula se unió a aquella fiesta macabra y alguna zona en su cadera debió gustarle y decidió sumarse también.
Barael se tiró al suelo sin poder articular palabras coherentes ni ver nada. Lo único que veía, sentía, y pensaba, era dolor. Apenas podía siquiera respirar entre grito y grito.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 04:43 pm
La luz sanguina se colaba por la puerta, aunque el peso sobre su conciencia era una prueba mejor que cualquiera visual. Rádar no miró más allá, no quería y no podía observar el astro que iba a cambiar sus vidas para siempre, no con la presencia perenne que había ocupado en su mente. Todavía necesitaba, al menos, unos minutos antes de enfrentarse a aquello.
La voz de Eriel lo sacó de su ensimismamiento. El tipo E intentó sobreponerse al ahogo que le provocaba aquella luna para comprender y decir algo ante las palabras del nublino. Un vistazo a su mano izquierda confirmó que, de hecho, habia dos lunares nuevos en su piel. Uno de un rojo intenso, otro de un azul casi tan claro como el blanco.
—¿Esto es?
Su murmullo fue bajo y extraño. Rad sentía cierto sentimiento anticlimático, aunque no podía dejar de sentir que aquellas pecas no eran todo. Aquello se mezclaba con alivio, pero también con frustración. No podía ser que el "premio" a todo aquello que había pasado fueran unas simples manchas en la piel, no era justo. Resultaba casi ridículo que el miedo a perderse a él mismo desembocara en... aquello.
Los gritos acabaron con una línea que podría haber acabado en la mezcla de alegría, ira e histeria. A su alrededor sus compañeros sufrían dolores y heridas, que no provocaron sino alivio en el tipo E. Contempló horrorizado las heridas de Eriel, dando medio paso atrás, solo para escuchar las palabras de Tay. Su mente quedaba inundada por la Luna Roja y tantas emociones que resultaba imposible describirlas o, tan solo, deshacer el nudo que habían formado.
Contemplar a Hyun le provocó un terror abisal en sus entrañas, un terror que le hacía recordar las palabras del humano aquella misma mañana. A su alrededor los gritos de agonía seguían, incluso aumentaban. Rádar sacudió la cabeza, sobrepasado, ahogado y enterrado por el caos, por las circunstancias, por el astro que gobernaba en los cielos.
«Tengo que limpiarles la sangre» decidió, sabiendo que no podía curarlos y que no tenían anestesia alguna. Apenas lo único que podía hacer era intentar mantenerlos a salvo y lo menos sufrientes posible.
Sabiendo aquello decidió colgarse la vaina de su espada al cinturón, como cada vez que salía, y luego salir fuera. Se paró un momento ante Tay, quien seguía con Hyun, y lo tomó del hombro.
—¡Tienes que meterlo adentro —era una petición urgente, más que una orden, aunque intentó que se le entendiera claramente entre el ruido de la tormenta y los gritos de dentro—. ¡No estáis seguro aquí fuera, Tay, y menos con esta tormenta! ¡Mételo en el torreón! —Tayron era el único que parecía un poco menos sufriente, por lo que Rad confiaba en que pudiera hacerlo.
En su salida al patio, donde pronto acabó empapado, no dejó de mirar al suelo, intentando mantenerse ajeno a la Luna Roja. La había visto de reojo, y aquello había sido suficiente para ahogarlo con su belleza, pero por esa misma razón se negaba a mirarla directamente. Rádar temía olvidar lo que debía hacer si la observaba.
Caminaba encorvado hacia el pozo, luchando contra el viento y la tormenta. El clima parecía haber enloquecido más allá de toda medida, como si solo aquella fuerza fuera digna de recibir a la Luna Roja. A medio camino el suelo volvió a temblar, un temblor mucho más notable que cualquiera que hubieran vivido aquel día y los anteriores. Rádar acabó cayendo por fin al suelo, sintiendo que se mordía la lengua y escupía sangre, pero aquello no lo detuvo. Se levantó, llegó al pozo y empezo a subir agua por el cubo.
«Aunque lo más probable es que el cubo acabe lleno del agua de la lluvia, no del agua del pozo» pensó, con cierta ironía.
La voz de Eriel lo sacó de su ensimismamiento. El tipo E intentó sobreponerse al ahogo que le provocaba aquella luna para comprender y decir algo ante las palabras del nublino. Un vistazo a su mano izquierda confirmó que, de hecho, habia dos lunares nuevos en su piel. Uno de un rojo intenso, otro de un azul casi tan claro como el blanco.
—¿Esto es?
Su murmullo fue bajo y extraño. Rad sentía cierto sentimiento anticlimático, aunque no podía dejar de sentir que aquellas pecas no eran todo. Aquello se mezclaba con alivio, pero también con frustración. No podía ser que el "premio" a todo aquello que había pasado fueran unas simples manchas en la piel, no era justo. Resultaba casi ridículo que el miedo a perderse a él mismo desembocara en... aquello.
Los gritos acabaron con una línea que podría haber acabado en la mezcla de alegría, ira e histeria. A su alrededor sus compañeros sufrían dolores y heridas, que no provocaron sino alivio en el tipo E. Contempló horrorizado las heridas de Eriel, dando medio paso atrás, solo para escuchar las palabras de Tay. Su mente quedaba inundada por la Luna Roja y tantas emociones que resultaba imposible describirlas o, tan solo, deshacer el nudo que habían formado.
Contemplar a Hyun le provocó un terror abisal en sus entrañas, un terror que le hacía recordar las palabras del humano aquella misma mañana. A su alrededor los gritos de agonía seguían, incluso aumentaban. Rádar sacudió la cabeza, sobrepasado, ahogado y enterrado por el caos, por las circunstancias, por el astro que gobernaba en los cielos.
«Tengo que limpiarles la sangre» decidió, sabiendo que no podía curarlos y que no tenían anestesia alguna. Apenas lo único que podía hacer era intentar mantenerlos a salvo y lo menos sufrientes posible.
Sabiendo aquello decidió colgarse la vaina de su espada al cinturón, como cada vez que salía, y luego salir fuera. Se paró un momento ante Tay, quien seguía con Hyun, y lo tomó del hombro.
—¡Tienes que meterlo adentro —era una petición urgente, más que una orden, aunque intentó que se le entendiera claramente entre el ruido de la tormenta y los gritos de dentro—. ¡No estáis seguro aquí fuera, Tay, y menos con esta tormenta! ¡Mételo en el torreón! —Tayron era el único que parecía un poco menos sufriente, por lo que Rad confiaba en que pudiera hacerlo.
En su salida al patio, donde pronto acabó empapado, no dejó de mirar al suelo, intentando mantenerse ajeno a la Luna Roja. La había visto de reojo, y aquello había sido suficiente para ahogarlo con su belleza, pero por esa misma razón se negaba a mirarla directamente. Rádar temía olvidar lo que debía hacer si la observaba.
Caminaba encorvado hacia el pozo, luchando contra el viento y la tormenta. El clima parecía haber enloquecido más allá de toda medida, como si solo aquella fuerza fuera digna de recibir a la Luna Roja. A medio camino el suelo volvió a temblar, un temblor mucho más notable que cualquiera que hubieran vivido aquel día y los anteriores. Rádar acabó cayendo por fin al suelo, sintiendo que se mordía la lengua y escupía sangre, pero aquello no lo detuvo. Se levantó, llegó al pozo y empezo a subir agua por el cubo.
«Aunque lo más probable es que el cubo acabe lleno del agua de la lluvia, no del agua del pozo» pensó, con cierta ironía.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/08/18, 04:52 pm
Mientras Tayron aun estaba junto a Hyun, de pronto escuchó una voz.
—No os preocupéis: no está muerto.
El humano, y realmente cualquiera que se encontrase consciente y cerca, podría reconocer enseguida aquella voz. Pertenecía a alguien a quien conocían bien, aunque Tayron el que más, por supuesto.
La figura traslúcida de Dafne había llegado flotando por encima del muro en algún momento entre el caos.
—Hola... Estoy... Estoy de vuelta. Más o menos.
La chica parecía nerviosa, como si no supiera qué decir y desvió la mirada unos instantes. A fin de cuentas, ¿cuál era el protocolo para regresar tras morir y en forma de fantasma?
—No os preocupéis: no está muerto.
El humano, y realmente cualquiera que se encontrase consciente y cerca, podría reconocer enseguida aquella voz. Pertenecía a alguien a quien conocían bien, aunque Tayron el que más, por supuesto.
La figura traslúcida de Dafne había llegado flotando por encima del muro en algún momento entre el caos.
—Hola... Estoy... Estoy de vuelta. Más o menos.
La chica parecía nerviosa, como si no supiera qué decir y desvió la mirada unos instantes. A fin de cuentas, ¿cuál era el protocolo para regresar tras morir y en forma de fantasma?
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