Torreón Maciel (Archivo VIII)
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Rocavarancolia Rol
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Alicia
Dal
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Aes
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20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/04/18, 08:35 pm
- Desde rocavarancolia. - Respondió. Claro que desde rocavarancolia, con todo lo que había pasado no era raro que hubiera perdido la chota, sobre todo siendo él. - Desde que...- Profundizar en ello no le era dificil. Era desde la muerte de sus amigos. Su pausa era casi fingida ¿Como podía pensar en ello con tanta facilidad? Unas imagenes que creía que le torturarían de por vida, que aunque siguieran siendo desagradables, siguiera sintiendo la perdida de todos, ya no eran las pesadillas que significaban. En su cabeza jugaba con esos pensamientos, más preocupado de que los chicos que le rodeaban notaran el asqueroso sociopata en el que se había convertido, el hecho de que en un mes hubiera superado lo que le había pasado. - Desde que...- repitio de forma falsa, que creyeran que le costaba mencionar el dia más de lo que lo hacía de verdad. - ... El dia que me encontrasteis.- Terminó el coreano. La frase no conectaba bien con la anterior y lo sabia. Al mismo tiempo sus ojos se humedecían. No le costaba que se le saltaran las lagrimas, pues en el fondo eran sinceras, siempre quería llorar.
- Baules por ahora. Pero si los ato no pasa nada siquiera y nunca lo hice en la otra habitación así que no salgo de la que estoy. Asi que si me dejais los ato y ya esta.
- Baules por ahora. Pero si los ato no pasa nada siquiera y nunca lo hice en la otra habitación así que no salgo de la que estoy. Asi que si me dejais los ato y ya esta.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/04/18, 09:14 pm
El belga apoyó los codos en sus rodillas y posteriormente la barbilla en las manos en actitud reflexiva, aunque su mirada atenta no se desvió en ningún momento del coreano. A medida que Hyun se explicaba Tayron cruzó varias miradas de incertidumbre con la noruega, la cual tampoco despegaba su atención del muchacho.
-Yo no estaba al tanto- admitió sin reproche al resto de sus compañeros pero con la clara duda de por qué nadie lo había mencionado hasta ahora. Se acarició la perilla- y no es de chalados.- aunque sí perturbador, pero eso, decidió guardárselo para sí.
-Coño- masculló en voz baja, levemente fastidiado por el comentario de Rad. ¿Acaso no era demasiado pensar que aquello también era algo extraño como lo del carabés?. Solo sonámbulo, es lo que había dicho. Por una vez quería creer que algo de todo aquello era normal.
Sin embargo, la respuesta posterior no tenía desperdicio. Tay se aclaró la garganta, a la espera de poder sacar algo entendible de entre las pausas e incoherencias de Hyun. Pensó que debía haber una tecla clave por la que el humano no encontraba las palabras adecuadas... o no quería encontrarlas, como filtrando información. Sintió lástima por él al notar sus ojos humedecerse- tampoco sabes si eres tú. Podría ser cualquiera de tu anterior habitación. ¿Nadie le ha visto hacerlo? ¿O si ha vuelto a pasar desde que se fue?.
Se incorporó con rapidez y al pasar por el lado del coreano le dio una palmada en el hombro de ánimo. Contempló los baúles con expresión seria.
-Vamos- soltó con suavidad- voy a ayudarte.
-Yo no estaba al tanto- admitió sin reproche al resto de sus compañeros pero con la clara duda de por qué nadie lo había mencionado hasta ahora. Se acarició la perilla- y no es de chalados.- aunque sí perturbador, pero eso, decidió guardárselo para sí.
-Coño- masculló en voz baja, levemente fastidiado por el comentario de Rad. ¿Acaso no era demasiado pensar que aquello también era algo extraño como lo del carabés?. Solo sonámbulo, es lo que había dicho. Por una vez quería creer que algo de todo aquello era normal.
Sin embargo, la respuesta posterior no tenía desperdicio. Tay se aclaró la garganta, a la espera de poder sacar algo entendible de entre las pausas e incoherencias de Hyun. Pensó que debía haber una tecla clave por la que el humano no encontraba las palabras adecuadas... o no quería encontrarlas, como filtrando información. Sintió lástima por él al notar sus ojos humedecerse- tampoco sabes si eres tú. Podría ser cualquiera de tu anterior habitación. ¿Nadie le ha visto hacerlo? ¿O si ha vuelto a pasar desde que se fue?.
Se incorporó con rapidez y al pasar por el lado del coreano le dio una palmada en el hombro de ánimo. Contempló los baúles con expresión seria.
-Vamos- soltó con suavidad- voy a ayudarte.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
14/04/18, 09:57 pm
Esa noche, Rocavarancolia elige dos atrevimientos y una verdad.
El primer atrevimiento lo transporta el viento de una noche bravucona. Centenas de chispas, como secuestradas de una gran hoguera, bailarán al ritmo del aullar del clima cerca de medianoche. Los polvos de fuego, que así se llaman, cargan consigo sonidos extraños que a veces recuerdan a una nana y a veces, a gritos de pánico.
El segundo atrevimiento es un robo. Otro. En esta ocasión, es la estatuilla del Bráriz la que desaparece. La figura tallada por Barael se aleja del torreón en plena madrugada, sin que nadie pueda verla partir.
Finalmente, la verdad: una verde, fina e inmadura, que crece con fuerza calmada e impasible al devenir que trae la Luna. De una pequeña grieta en el suelo del patio, surgirán los tallos de una planta nueva.
El primer atrevimiento lo transporta el viento de una noche bravucona. Centenas de chispas, como secuestradas de una gran hoguera, bailarán al ritmo del aullar del clima cerca de medianoche. Los polvos de fuego, que así se llaman, cargan consigo sonidos extraños que a veces recuerdan a una nana y a veces, a gritos de pánico.
El segundo atrevimiento es un robo. Otro. En esta ocasión, es la estatuilla del Bráriz la que desaparece. La figura tallada por Barael se aleja del torreón en plena madrugada, sin que nadie pueda verla partir.
Finalmente, la verdad: una verde, fina e inmadura, que crece con fuerza calmada e impasible al devenir que trae la Luna. De una pequeña grieta en el suelo del patio, surgirán los tallos de una planta nueva.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/04/18, 12:00 am
Sox hizo las otras preguntas importantes, por lo que Rádar cayó. No estaba seguro de si aquel chaval sabía lo de los síntomas, ni si debería explicárselo o era más feliz permaneciendo en la ignorancia. Luego pensó que él, en el fondo, prefería saberlo a llegar a aquella noche y encontrarse con dolor inimaginable y el mundo derrumbándose sin saber qué pasaba.
—La Luna Roja nos está cambiando —sus palabras no fueron dichas en voz muy alta, como si quisiera evitar el despertar de las pesadillas que podían ser sus propios futuros—. No sabemos en qué consiste esto, pero cosas que antes ni hacíamos ni podíamos hacer ahora sí. Lo tuyo parece mundano, pero quizás sea algo de ese estilo —en especial porque apareció algo después que lo del propio carabés y en las mismas fechas que la extraña intuición de Eriel que les llevó a la aurora aquella.
Cuando habló Tay se encogió de hombros.
—Es tan fácil como preguntarles. Si lo de los baúles empezó cuando llegó y terminó cuando se fue pues...
Un bostezo marcó la señal para prepararse para dormir. Rad se encontraba ya cansado, a pesar de no haber hecho nada destacable en el día. El tipo E, sin embargo, no pensó en eso, sino en que necesitaba una noche de sueño reparadora.
En ponerse el pijama estaba cuando algo empezó a sonar en el exterior del torreón.
—¿Eso es una nana? —preguntó a sus compañeros, con la extrañeza pintada en el rostro.
A él le sonaba como tal, desde luego, aunque era incapaz de comprender qué decía la letra.
—La Luna Roja nos está cambiando —sus palabras no fueron dichas en voz muy alta, como si quisiera evitar el despertar de las pesadillas que podían ser sus propios futuros—. No sabemos en qué consiste esto, pero cosas que antes ni hacíamos ni podíamos hacer ahora sí. Lo tuyo parece mundano, pero quizás sea algo de ese estilo —en especial porque apareció algo después que lo del propio carabés y en las mismas fechas que la extraña intuición de Eriel que les llevó a la aurora aquella.
Cuando habló Tay se encogió de hombros.
—Es tan fácil como preguntarles. Si lo de los baúles empezó cuando llegó y terminó cuando se fue pues...
Un bostezo marcó la señal para prepararse para dormir. Rad se encontraba ya cansado, a pesar de no haber hecho nada destacable en el día. El tipo E, sin embargo, no pensó en eso, sino en que necesitaba una noche de sueño reparadora.
En ponerse el pijama estaba cuando algo empezó a sonar en el exterior del torreón.
—¿Eso es una nana? —preguntó a sus compañeros, con la extrañeza pintada en el rostro.
A él le sonaba como tal, desde luego, aunque era incapaz de comprender qué decía la letra.
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/04/18, 05:41 pm
Barael miró complacido el resultado de su reto y volvió a lo suyo, como era costumbre. Las preguntas y los retos fueron y vinieron mientras se iban formando las espinas de la versión pesadillesca de Mihmi.
Entrenar, pelear, rutina y más rutina entre aquellas paredes...
Una suerte de grito en la lejanía lo sacó de sus ensoñaciones en el patio. Miró confundido al cielo y se encaminó dentro del torreón mientras varios murmullos comenzaban a sonar a su alrededor.
-A mi me ha parecido oír un grito a lo lejos en el patio. -Barael ya llevaba su nuevo estoque enfundado en su mano, desde la última salida nunca se alejaba más de cinco pasos de él. Se acercó apresuradamente al ventanuco más cercano y entrecerró los ojos. -Hay... ¿Luces? Luces moviéndose de un lado al otro. -No era difícil verlas entre toda aquella oscuridad. -Quizás deberíamos prepararnos. -El nublino sonaba alarmado, después de todo ya no se fiaba de nada en la ciudad.
Entrenar, pelear, rutina y más rutina entre aquellas paredes...
Una suerte de grito en la lejanía lo sacó de sus ensoñaciones en el patio. Miró confundido al cielo y se encaminó dentro del torreón mientras varios murmullos comenzaban a sonar a su alrededor.
-A mi me ha parecido oír un grito a lo lejos en el patio. -Barael ya llevaba su nuevo estoque enfundado en su mano, desde la última salida nunca se alejaba más de cinco pasos de él. Se acercó apresuradamente al ventanuco más cercano y entrecerró los ojos. -Hay... ¿Luces? Luces moviéndose de un lado al otro. -No era difícil verlas entre toda aquella oscuridad. -Quizás deberíamos prepararnos. -El nublino sonaba alarmado, después de todo ya no se fiaba de nada en la ciudad.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
16/04/18, 09:16 pm
Se le cayó el alma a los pies una vez más cuando Hyun confirmó que era una rareza que la ciudad le había dado. Era consciente cada vez a menudo de que desear normalidad sólo le devolvía frustraciones, pero eso no significaba que la mezcla de intranquilidad, decepción e irritación de siempre se hubiese ido a ninguna parte.
El coreano todavía no lograba arrancarse a sí mismo una confesión; Sox dudaba ya que fueran a conseguirla nunca. Por fortuna Tay rompió la atmósfera enrarecida y todos transicionaron de una forma u otra a prepararse para dormir. El carabés esperaba que Hyun no hiciese ruido sonámbulo, aunque la treta de atar los baúles funcionara para mantenerlos cerrados.
—Qué va a ser una na-...—había empezado a replicar con extrañeza a Rad cuando Barael subió desde el piso inferior a dar voz de alarma. El carabés se tomó un momento para rabiar antes de respirar hondo y sacar la cabeza de un tirón por el cuello del jersey que se estaba poniendo para dormir. "No me jodas, con lo tarde que es. No me jodas."
Se unió a Barael en la ventana a ver qué eran las luces aquellas y la estampa le recordó nítidamente, como a golpe de relámpago, su primera noche en la ciudad. Un grupo más grande que aquél sacando la cabeza por una ventana de las mazmorras y preguntándose si los murciélagos flamígeros serían peligrosos.
—Será algo estacional de los murciélagos —opinó con la lentitud que traicionaba que en realidad no estaba convencido de lo que decía. Un golpe de viento recorrió las cercanías del torreón trayendo consigo un sonido lejano, y Sox no habría sabido si darle la razón a Rad o a Barael—. Mierda. Ahora sí que lo oigo.
El coreano todavía no lograba arrancarse a sí mismo una confesión; Sox dudaba ya que fueran a conseguirla nunca. Por fortuna Tay rompió la atmósfera enrarecida y todos transicionaron de una forma u otra a prepararse para dormir. El carabés esperaba que Hyun no hiciese ruido sonámbulo, aunque la treta de atar los baúles funcionara para mantenerlos cerrados.
—Qué va a ser una na-...—había empezado a replicar con extrañeza a Rad cuando Barael subió desde el piso inferior a dar voz de alarma. El carabés se tomó un momento para rabiar antes de respirar hondo y sacar la cabeza de un tirón por el cuello del jersey que se estaba poniendo para dormir. "No me jodas, con lo tarde que es. No me jodas."
Se unió a Barael en la ventana a ver qué eran las luces aquellas y la estampa le recordó nítidamente, como a golpe de relámpago, su primera noche en la ciudad. Un grupo más grande que aquél sacando la cabeza por una ventana de las mazmorras y preguntándose si los murciélagos flamígeros serían peligrosos.
—Será algo estacional de los murciélagos —opinó con la lentitud que traicionaba que en realidad no estaba convencido de lo que decía. Un golpe de viento recorrió las cercanías del torreón trayendo consigo un sonido lejano, y Sox no habría sabido si darle la razón a Rad o a Barael—. Mierda. Ahora sí que lo oigo.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Alicia
Ficha de cosechado
Nombre: Siete
Especie: Idris
Habilidades: oido musical, orientación, reflejosPersonajes :- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
- Ri:Tengu. Aurva albina, 18 años. 170 cm
- Nero:Sin esencia, edeel. 18 años, 175 cm.
- Siete: idrino cosechado. 18 años. 172 cm.
Heridas/enfermedades : Cicatrices desiguales con forma de arañazo en los gemelos, que se extienden hacia la parte frontal de la pierna. Más anchas y verticales en la pierna derecha.
Status : So. FLUFFY.- Seon: aurva soñadora, 20 años. 163 cm
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
20/04/18, 12:42 pm
Siete se atrevió más adelante a escoger verdades, y continuó el juego con aire relajado. Al final, se había quitado la camiseta e incluso se había reido un buen rato y el cambio de atmosfera lo alcanzó de forma repentina. Escuchó a Hyun sujetando su ropa contra el pecho. Era un gesto que solo servía para descargar la tensión en el puño cerrado, y porque no le parecía el momento adecuado de vestirse, pero no se dio cuenta de que podía parecer que pretendía proteger la prenda de las manos largas del humano.
La tristeza se reflejó de vuelta en su rostro cuando vio las lágrimas de Hyun, solo en parte empatía desnuda. En realidad, no recordaba haber visto a Hyun hacer nada dormido, tan solo los desastres por la mañana que creyó que no hacía falta mencionar. Se preguntó si tenía algun mal recuerdo que incluyese baules, pero mantuvo el tacto de no preguntar. Asintió con Tayron y se vistió rápido.
Siete dio un respingo antes de que Rad llegara a hablar. Alerta, siguió la dirección del sonido y levantó la mirada al cielo. Chispas de hoguera y voces. Como la catedral, había algo sobrecogedor en el espectaculo; una magia que no les daba la bienvenida. Siete se sintió pequeño y expuesto. El idrino tenía la boca ligeramente abierta y los brazos cruzados sobre el pecho. Las ascuas parecían capaces de poder prender fuego en cualquier instante, pero aún más inquietante le parecía escuchar sufrimiento entre canciones. Daba la sensación, si cerraba los ojos, de que avisaban de que no habría un amanecer después.
Se sacudió los malos presagios, mordiendose los carrillos con fuerza.
- ¿Hay algo fuera que pueda estropearse? Ropa tendida, algo que no queramos que coja fuego.- murmuró. Aunque lo ultimo que quería era salir al patio entre aquello.
La tristeza se reflejó de vuelta en su rostro cuando vio las lágrimas de Hyun, solo en parte empatía desnuda. En realidad, no recordaba haber visto a Hyun hacer nada dormido, tan solo los desastres por la mañana que creyó que no hacía falta mencionar. Se preguntó si tenía algun mal recuerdo que incluyese baules, pero mantuvo el tacto de no preguntar. Asintió con Tayron y se vistió rápido.
Siete dio un respingo antes de que Rad llegara a hablar. Alerta, siguió la dirección del sonido y levantó la mirada al cielo. Chispas de hoguera y voces. Como la catedral, había algo sobrecogedor en el espectaculo; una magia que no les daba la bienvenida. Siete se sintió pequeño y expuesto. El idrino tenía la boca ligeramente abierta y los brazos cruzados sobre el pecho. Las ascuas parecían capaces de poder prender fuego en cualquier instante, pero aún más inquietante le parecía escuchar sufrimiento entre canciones. Daba la sensación, si cerraba los ojos, de que avisaban de que no habría un amanecer después.
Se sacudió los malos presagios, mordiendose los carrillos con fuerza.
- ¿Hay algo fuera que pueda estropearse? Ropa tendida, algo que no queramos que coja fuego.- murmuró. Aunque lo ultimo que quería era salir al patio entre aquello.
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- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
21/04/18, 12:42 pm
Todo ponía al tipo E de los nervios.
Rocavarancolia cambiaba a ojos vista, por si no fuera poco con la cuenta atrás de su cabeza para saber que la Luna Roja se acercaba. Desconocía qué eran las auroras luminosas, si quizás meras señales de la cercanía de la Luna Roja u otra cosa, pero era algo, en su mayor parte, ignorable. Las estrellas no tanto: aquella bóveda que le había recordado a la de su ciudad de origen era cada vez más distinta al vacío de meses atrás. Cada noche había más puntos helados clavados en las alturas, y una en concreto un sector entero del cielo, hasta entonces impolutamente vacío, se llenó de estrellas. Cuando a la noche siguiente Rádar miró al cielo se le encogió el corazón al comprobar lo distinto que era del de solo unas semanas atrás. En otras circunstancias quizás habría disfrutado, pero sabiendo que aquello era una cuenta atrás para una posible transformación en araña no tenía ganas de fijarse en lo estético de aquel cielo.
El frío también había llegado para quedarse, según parecía. Bien era cierto que no todos los días eran igual de helados, pero siempre había que salir abrigado, y por la mañana siempre había rocío en el patio. Rádar, acostumbrado a aquellos meses de monotonía climática, todavía tenía difícil apreciar algo que también, y a todas luces, era producto de la Luna Roja.
Para colmo seguían viendo a Tuétano, volando sobre el grupo como un pájaro carroñero. Cada vez que la veía el carabés recordaba que en cuanto saliera aquel astro probablemente iría a aplastarles la cabeza a todos, y luego aquella noción se le quedaba en la cabeza el día entero, mientras observaba los cambios de Rocavarancolia. No, era imposible que así apreciara una cuenta atrás que, a fin de cuentas, le llevaba a su muerte.
Todo esto hacía que durmiera mal. Aquella ciudad siempre le había proporcionado un descanso nefasto, pero los niveles que estaba alcanzando aquello le parecían preocupantes. El miedo, la preocupación y la hostilidad que sentía hacia aquella ciudad solo agravaban la calidad del paupérrimo descanso que de por sí ofrecía Rocavarancolia, lo cual no ayudaba en ninguno de los problemas diarios.
Rádar soltó un grito que más que ahogado había sido asfixiado y enmudecido. Los ojos se abrieron, convertidos en un pozo que mostraban el horror que sentía acerca de lo que había soñado y de lo que había hecho. Unos segundos después se movió su mano, temblorosa, con la que se acarició el sudor de su cara. No se atrevía todavía a moverse, no con el estómago revuelto como lo tenía.
En unos minutos, sin embargo, lo hizo. Un vistazo fuera le hizo comprobar que apenas clareaba, con el sol todavía escondido tras el horizonte. En su mente apareció la hora: eran las cinco y cuarenta y dos de la mañana. Que quedaran todavía dieciocho minutos para el amanecer le trajo sin cuidado, sabía que no iba a volver a dormir y prefería no estar rodeado de sus compañeros en aquel momento, aunque estuvieran dormidos.
Cuando salió al pasillo una oleada de náuseas lo recorrió, en esta ocasión al recordar lo que les había hecho. Las grotescas formas que les obligó a asumir, su muerte, la forma en la que los usó como meras herramientas para sobrevivir... Rádar se tuvo que sentar por fin, en el primer escalón de las escaleras, con una mano ahogando las arcadas que le vinieron. Sus ojos acabaron llenos de lágrimas, tanto por aquel esfuerzo como por lo que había hecho.
Para cuando pudo llegar al sofá ya el amanecer estaba mucho más cercano, con el cielo en aquel momento extraño donde ya su color no era oscuro pero todavía no había ningún rayo solar. A Rádar aquello, sin embargo, no podía darle más igual. Se sentó con pesadez en el sofá y bufó, todavía con lágrimas, recordando lo que había sentido en aquella pesadilla.
Recordaba a la perfección aquella desesperación por sobrevivir y el asco que sentía por lo que hacía, pero a pesar de aquello su tozudez a cejar en sus acciones. El haber cometido los crímenes nauseabundos que había perpetrado a pesar del asco que se había dado era lo que más le revolvía el estómago. ¿En qué quedaba su odio a Rocavarancolia, en qué quedaba su censura a la ciudad, en qué quedaba su repugnancia a la nigromancia rocavarancolesa después de aquello? Había hecho probablemente algo muy parecido a lo que miles de rocavarancoleses habrían hecho a lo largo de la historia de la ciudad, y a pesar de que no le había gustado tampoco había dudado. Rádar siempre había pensado que había límites que nunca traspasaría, disyuntivas en las que prefería elegir la muerte o el tormento antes que el triunfo, y descubrir que no le desagradaba profundamente. Por su cabeza pasó la pregunta de si los a los habitantes de aquella ciudad infernal les sucedía lo mismo.
No podía consolarse con que solo había sido un sueño, no en aquel momento, al menos. Todavía estaba demasiado reciente, todavía recordaba lo real que había sido, y lo consciente que había sido. En ese momento, con tanta cercanía, todavía sabía que aquello no había sido una película de su subsconciente.
Rocavarancolia cambiaba a ojos vista, por si no fuera poco con la cuenta atrás de su cabeza para saber que la Luna Roja se acercaba. Desconocía qué eran las auroras luminosas, si quizás meras señales de la cercanía de la Luna Roja u otra cosa, pero era algo, en su mayor parte, ignorable. Las estrellas no tanto: aquella bóveda que le había recordado a la de su ciudad de origen era cada vez más distinta al vacío de meses atrás. Cada noche había más puntos helados clavados en las alturas, y una en concreto un sector entero del cielo, hasta entonces impolutamente vacío, se llenó de estrellas. Cuando a la noche siguiente Rádar miró al cielo se le encogió el corazón al comprobar lo distinto que era del de solo unas semanas atrás. En otras circunstancias quizás habría disfrutado, pero sabiendo que aquello era una cuenta atrás para una posible transformación en araña no tenía ganas de fijarse en lo estético de aquel cielo.
El frío también había llegado para quedarse, según parecía. Bien era cierto que no todos los días eran igual de helados, pero siempre había que salir abrigado, y por la mañana siempre había rocío en el patio. Rádar, acostumbrado a aquellos meses de monotonía climática, todavía tenía difícil apreciar algo que también, y a todas luces, era producto de la Luna Roja.
Para colmo seguían viendo a Tuétano, volando sobre el grupo como un pájaro carroñero. Cada vez que la veía el carabés recordaba que en cuanto saliera aquel astro probablemente iría a aplastarles la cabeza a todos, y luego aquella noción se le quedaba en la cabeza el día entero, mientras observaba los cambios de Rocavarancolia. No, era imposible que así apreciara una cuenta atrás que, a fin de cuentas, le llevaba a su muerte.
Todo esto hacía que durmiera mal. Aquella ciudad siempre le había proporcionado un descanso nefasto, pero los niveles que estaba alcanzando aquello le parecían preocupantes. El miedo, la preocupación y la hostilidad que sentía hacia aquella ciudad solo agravaban la calidad del paupérrimo descanso que de por sí ofrecía Rocavarancolia, lo cual no ayudaba en ninguno de los problemas diarios.
-
Rádar soltó un grito que más que ahogado había sido asfixiado y enmudecido. Los ojos se abrieron, convertidos en un pozo que mostraban el horror que sentía acerca de lo que había soñado y de lo que había hecho. Unos segundos después se movió su mano, temblorosa, con la que se acarició el sudor de su cara. No se atrevía todavía a moverse, no con el estómago revuelto como lo tenía.
En unos minutos, sin embargo, lo hizo. Un vistazo fuera le hizo comprobar que apenas clareaba, con el sol todavía escondido tras el horizonte. En su mente apareció la hora: eran las cinco y cuarenta y dos de la mañana. Que quedaran todavía dieciocho minutos para el amanecer le trajo sin cuidado, sabía que no iba a volver a dormir y prefería no estar rodeado de sus compañeros en aquel momento, aunque estuvieran dormidos.
Cuando salió al pasillo una oleada de náuseas lo recorrió, en esta ocasión al recordar lo que les había hecho. Las grotescas formas que les obligó a asumir, su muerte, la forma en la que los usó como meras herramientas para sobrevivir... Rádar se tuvo que sentar por fin, en el primer escalón de las escaleras, con una mano ahogando las arcadas que le vinieron. Sus ojos acabaron llenos de lágrimas, tanto por aquel esfuerzo como por lo que había hecho.
Para cuando pudo llegar al sofá ya el amanecer estaba mucho más cercano, con el cielo en aquel momento extraño donde ya su color no era oscuro pero todavía no había ningún rayo solar. A Rádar aquello, sin embargo, no podía darle más igual. Se sentó con pesadez en el sofá y bufó, todavía con lágrimas, recordando lo que había sentido en aquella pesadilla.
Recordaba a la perfección aquella desesperación por sobrevivir y el asco que sentía por lo que hacía, pero a pesar de aquello su tozudez a cejar en sus acciones. El haber cometido los crímenes nauseabundos que había perpetrado a pesar del asco que se había dado era lo que más le revolvía el estómago. ¿En qué quedaba su odio a Rocavarancolia, en qué quedaba su censura a la ciudad, en qué quedaba su repugnancia a la nigromancia rocavarancolesa después de aquello? Había hecho probablemente algo muy parecido a lo que miles de rocavarancoleses habrían hecho a lo largo de la historia de la ciudad, y a pesar de que no le había gustado tampoco había dudado. Rádar siempre había pensado que había límites que nunca traspasaría, disyuntivas en las que prefería elegir la muerte o el tormento antes que el triunfo, y descubrir que no le desagradaba profundamente. Por su cabeza pasó la pregunta de si los a los habitantes de aquella ciudad infernal les sucedía lo mismo.
No podía consolarse con que solo había sido un sueño, no en aquel momento, al menos. Todavía estaba demasiado reciente, todavía recordaba lo real que había sido, y lo consciente que había sido. En ese momento, con tanta cercanía, todavía sabía que aquello no había sido una película de su subsconciente.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
29/04/18, 02:49 pm
Las chispas se probaron inofensivas con el paso del tiempo. No volvieron a repetirse, pero estar pendiente del cielo permitió que Sox también advirtiera los cambios de los que de otra forma se habría enterado sólo por sus compañeros.
El cielo siguió llenándose de estrellas noche a noche. Costaba apreciarlo con tranquilidad cuando el patio estaba lleno de murciélagos, pero a veces antes de dormir Sox se asomaba un rato a la ventana a contemplarlo. Se preguntó cuándo pararía, y si volverían a ocultarse de nuevo en algún punto. De momento seguían apareciendo, a veces incluso en masa, y saberlo resultaba un consuelo a los ojos sorprendente en lo que antes había sido la oscuridad plomiza de la noche. Al carabés le transmitía una sensación de avance, de que las cosas volvían a como deberían ser. Rocavarancolia se corregía a sí misma.
El frío había llegado para quedarse. Era agradable estar echado en el sofá con una manta o haciendo cualquier cosa cerca del brasero mientras el viento aullaba fuera, pero significaba renunciar a placeres diarios distintos. Ya no se podía ir descalzo por el torreón y salir al patio para cualquier cosa a veces se volvía una tarea ingrata.
Sox llenaba el tiempo con tareas del torreón: mantenerlo adecentado le transmitía una sensación de estabilidad, de continuidad agradable. Mantenía las manos ocupadas y a sí mismo cuerdo haciendo algo necesario, que mejoraba las condiciones en las que vivían aunque hubiese que volver a lavar los platos al día siguiente o planchar fuera una tarea prácticamente inútil. Era una clase de progreso que se reseteaba cada día, pero que le permitía aun así mirar el trabajo ya hecho y quedar satisfecho.
Traducir los hechizos que quedaban también ocupó parte de su tiempo, pero para cuando transcurrieron aquellas dos semanas todavía le quedaba uno. No era casualidad: el carabés estaba perdiendo progresivamente la paciencia con la tarea. Tenía la familiaridad de unos deberes escritos, pero con el tiempo cada vez era más flagrante que sólo era una imitación barata, que no satisfacía lo que Sox realmente echaba de menos. No había límite de tiempo para entregarlo, ni puntuación sobre la que mejorar, y Sox no podría saber nunca si se había equivocado traduciendo algo porque nadie iba a corregir su trabajo. Era un recuerdo más de que estaban allí a la deriva, y sentir que estaba haciendo una tarea completamente obsoleta le ponía de mal humor. Con el tiempo terminó por abandonar el esfuerzo del todo y sintió apenas una fracción de la culpabilidad que había esperado. Rocavarancolia ya traía bastantes motivos por los que preocuparse: no quería añadirse más.
El cielo siguió llenándose de estrellas noche a noche. Costaba apreciarlo con tranquilidad cuando el patio estaba lleno de murciélagos, pero a veces antes de dormir Sox se asomaba un rato a la ventana a contemplarlo. Se preguntó cuándo pararía, y si volverían a ocultarse de nuevo en algún punto. De momento seguían apareciendo, a veces incluso en masa, y saberlo resultaba un consuelo a los ojos sorprendente en lo que antes había sido la oscuridad plomiza de la noche. Al carabés le transmitía una sensación de avance, de que las cosas volvían a como deberían ser. Rocavarancolia se corregía a sí misma.
El frío había llegado para quedarse. Era agradable estar echado en el sofá con una manta o haciendo cualquier cosa cerca del brasero mientras el viento aullaba fuera, pero significaba renunciar a placeres diarios distintos. Ya no se podía ir descalzo por el torreón y salir al patio para cualquier cosa a veces se volvía una tarea ingrata.
Sox llenaba el tiempo con tareas del torreón: mantenerlo adecentado le transmitía una sensación de estabilidad, de continuidad agradable. Mantenía las manos ocupadas y a sí mismo cuerdo haciendo algo necesario, que mejoraba las condiciones en las que vivían aunque hubiese que volver a lavar los platos al día siguiente o planchar fuera una tarea prácticamente inútil. Era una clase de progreso que se reseteaba cada día, pero que le permitía aun así mirar el trabajo ya hecho y quedar satisfecho.
Traducir los hechizos que quedaban también ocupó parte de su tiempo, pero para cuando transcurrieron aquellas dos semanas todavía le quedaba uno. No era casualidad: el carabés estaba perdiendo progresivamente la paciencia con la tarea. Tenía la familiaridad de unos deberes escritos, pero con el tiempo cada vez era más flagrante que sólo era una imitación barata, que no satisfacía lo que Sox realmente echaba de menos. No había límite de tiempo para entregarlo, ni puntuación sobre la que mejorar, y Sox no podría saber nunca si se había equivocado traduciendo algo porque nadie iba a corregir su trabajo. Era un recuerdo más de que estaban allí a la deriva, y sentir que estaba haciendo una tarea completamente obsoleta le ponía de mal humor. Con el tiempo terminó por abandonar el esfuerzo del todo y sintió apenas una fracción de la culpabilidad que había esperado. Rocavarancolia ya traía bastantes motivos por los que preocuparse: no quería añadirse más.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
02/05/18, 11:25 pm
Aquella mañana, mientras comenzaba a salir el sol, uno de los cosechados se levantó de su cama y bajó las escaleras del torreón de forma extremadamente lenta y cuidadosa para no hacer crujir los escalones. Con el mismo cuidado caminó hacia la cocina y comenzó a hurgar en las cestas para extraer un pedazo de carne fresca. Probablemente el último. Qué importaba.
Daerhien ya se había salido con la suya antes, nadie había notado todavía que a veces desaparecían algunas porciones de carne de las cestas. No podía evitar lo que estaba a punto de hacer, y cada día iba a peor. La comida que se servía en la mesa le resultaba cada vez más asquerosa, y el problema ya no era la falta de azúcar. Lo único que se veía capaz de comer sin sentir asco era aquello. Ya no podía reprimirse más. Ni siquiera se planteó que la carne no podría seguir desapareciendo sin justificación alguna.
El daeliciano enfiló las escaleras que llevaban a la armería, esta vez con tanta impaciencia que casi no prestó atención al crujido de los escalones. Salivaba. No pudo ni esperar a llegar abajo para empezar a hincarle el diente al pedazo de carne sin ninguna mesura. La textura blanda y jugosa le hizo olvidar que existían los modales.
Daerhien ya se había salido con la suya antes, nadie había notado todavía que a veces desaparecían algunas porciones de carne de las cestas. No podía evitar lo que estaba a punto de hacer, y cada día iba a peor. La comida que se servía en la mesa le resultaba cada vez más asquerosa, y el problema ya no era la falta de azúcar. Lo único que se veía capaz de comer sin sentir asco era aquello. Ya no podía reprimirse más. Ni siquiera se planteó que la carne no podría seguir desapareciendo sin justificación alguna.
El daeliciano enfiló las escaleras que llevaban a la armería, esta vez con tanta impaciencia que casi no prestó atención al crujido de los escalones. Salivaba. No pudo ni esperar a llegar abajo para empezar a hincarle el diente al pedazo de carne sin ninguna mesura. La textura blanda y jugosa le hizo olvidar que existían los modales.
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
03/05/18, 06:33 pm
-¿Una muda de piel ígnea cantante? -Preguntó al carabés mientras seguía observando las ascuas en la lejanía. Un suspiro de cansancio acompaño los cantos. -La verdad ni siquiera sería tan raro.
-Hay un par de sabanas y algo más de ropa. ¿Alguien me ayuda a quitarlas? -Antes siquiera de una respuesta el nublino ya se encaminaba hacia las escaleras. -También deberíamos preparar las cestas por si tenemos que irnos de aquí... -Un bostezo acompaño el terminar de su frase.
_____________________________________________________________________________
Los días pasaban y el temporal se enfriaba con ellos a ojos de las nuevas estrellas pero lo más sorprendente de todo para Barael eran los rasguños de verdor que empezaban a notarse, sutiles, nimios, pero definitivamente inesperados. Incluso en el patio había ahora un pequeño tallo luchando por crecer que él mismo regaba de vez en cuando, curioso de como se desarrollaría y qué tipo de nueva planta descubriría.
Más monotonía, más paredes. La primera de las postillas ya era casi una garra mal formada, otras dos parecían seguir su rumbo y otras dos más eran manchas ya en su muñón.
No le provocaban más que preguntas sobre el don que la Luna le daría en aquel triste paraje después de todo, había algo sobre transformarse en la Luna que le perturbaba, algo peor que un cambio físico, algo que tendría sentido con la historia de Hurza y Harex y como se había desarrollado todo, que el mismo habría hecho de similar manera si lo que quisiera fuera un ejército.
Pero visto como se tomaban casi todos lo físico parecía mejor callar sobre ello.
Una mañana más el nublino subía las escaleras tras descansar en las mazmorras para estirarse en el patio mientras sentía la brisa y se comía algún bollo cuando la figura de Daer le sorprendió ahí mismo, devorando ávidamente un pedazo de carne cruda.
Sorpresa, miedo y silencio se juntaron para formar aquella escena, el daeliciano parecía a punto de echar a correr, ponerse a llorar o quizás ambas al mismo tiempo mientras que el nublino contemplaba estupefacto. Pasó a mirar a su muñón para volver a mirar a Daer y con ello le surgieron las palabras. Ahora que se fijaba parecía haber perdido peso.
-Procuraré traer más carne de las cestas y la esconderé en las mazmorras. -Declaró. -Si necesitas algo más o te sientes raro avisa. A mí si te sientes más seguro, pero avisa. -Un tono más autoritario surgió en la última frase, el mismo que solía usar para mandar cosas a sus hermanos que sabía que no les gustaban. Eriel había sido con quien más lo había usado.
Rad entraba del patio con el pelo chorreando, ojeroso y algo decaido. No preguntó, ya lo haría alguien de aquel grupo.
Empezó su rutina de nuevo, el viento frio en el patio le reconfortaba y aclaraba sus pensamientos.
¿Hoy íbamos a las montañas?
Había sido un despertar muy extraño como para aclararse.
-Hay un par de sabanas y algo más de ropa. ¿Alguien me ayuda a quitarlas? -Antes siquiera de una respuesta el nublino ya se encaminaba hacia las escaleras. -También deberíamos preparar las cestas por si tenemos que irnos de aquí... -Un bostezo acompaño el terminar de su frase.
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Los días pasaban y el temporal se enfriaba con ellos a ojos de las nuevas estrellas pero lo más sorprendente de todo para Barael eran los rasguños de verdor que empezaban a notarse, sutiles, nimios, pero definitivamente inesperados. Incluso en el patio había ahora un pequeño tallo luchando por crecer que él mismo regaba de vez en cuando, curioso de como se desarrollaría y qué tipo de nueva planta descubriría.
Más monotonía, más paredes. La primera de las postillas ya era casi una garra mal formada, otras dos parecían seguir su rumbo y otras dos más eran manchas ya en su muñón.
No le provocaban más que preguntas sobre el don que la Luna le daría en aquel triste paraje después de todo, había algo sobre transformarse en la Luna que le perturbaba, algo peor que un cambio físico, algo que tendría sentido con la historia de Hurza y Harex y como se había desarrollado todo, que el mismo habría hecho de similar manera si lo que quisiera fuera un ejército.
Pero visto como se tomaban casi todos lo físico parecía mejor callar sobre ello.
Una mañana más el nublino subía las escaleras tras descansar en las mazmorras para estirarse en el patio mientras sentía la brisa y se comía algún bollo cuando la figura de Daer le sorprendió ahí mismo, devorando ávidamente un pedazo de carne cruda.
Sorpresa, miedo y silencio se juntaron para formar aquella escena, el daeliciano parecía a punto de echar a correr, ponerse a llorar o quizás ambas al mismo tiempo mientras que el nublino contemplaba estupefacto. Pasó a mirar a su muñón para volver a mirar a Daer y con ello le surgieron las palabras. Ahora que se fijaba parecía haber perdido peso.
-Procuraré traer más carne de las cestas y la esconderé en las mazmorras. -Declaró. -Si necesitas algo más o te sientes raro avisa. A mí si te sientes más seguro, pero avisa. -Un tono más autoritario surgió en la última frase, el mismo que solía usar para mandar cosas a sus hermanos que sabía que no les gustaban. Eriel había sido con quien más lo había usado.
Rad entraba del patio con el pelo chorreando, ojeroso y algo decaido. No preguntó, ya lo haría alguien de aquel grupo.
Empezó su rutina de nuevo, el viento frio en el patio le reconfortaba y aclaraba sus pensamientos.
¿Hoy íbamos a las montañas?
Había sido un despertar muy extraño como para aclararse.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
04/05/18, 06:09 pm
Rádar supo exactamente cuantos minutos pasó con la cara escondida entre las manos en aquel salón, todavía incapaz de digerir aquella pesadilla vomitiva. «¿Acaso hay algo en esta ciudad que no lo sea?» se preguntó, recordando todo lo que había visto y vivido allí. Las amenazas de Tuétano, la muerte de Nad, aquel Templo con cadáveres medio podridos, la fosa común gigante, los muertos del cementerio... En Rocavarancolia solo veía horror y espanto por doquier. El tipo E comenzó a pensar que no era extraño que la oscuridad del lugar comenzara a colarse por su subsconciente, o que este mismo le hubiera presentado una elucubración de cómo era su yo rocavarancolés.
El recuerdo del cementerio le trajo a la cabeza las palabras de los muertos, que Dafne se encargaba de recordar de cuando en cuando. Y su pesadilla, cercana, le hizo recordar un detalle: las cuatro ausencias en las cartas de sus amigos. Idéntico al número de ellos que, según aquellos cadáveres enloquecidos, morirían pronto.
Un escalofrío recorrió con violencia el cuerpo del tipo E, más cercano a un espasmo. Se acababa de asomar a un pozo de horror y locura del que intentó huir corriendo, con su mente comenzando a intentar racionalizar todo aquello. Se puso de pie mientras llegaba a la conclusión de que aquello había sido una trampa de su subsconciente, un acto producto del terror que le daba el cambio que traía la Luna Roja. Un cambio que no olvidaba nunca, con una cuenta atrás en su cabeza que marcaba el día que pasaría a ser, al menos para el resto de la ciudad, un rocavarancolés.
Era irónico que el propio subsconciente al que Rádar echaba la culpa llevara un rato intentando olvidar los detalles más escabrosos de la pesadilla: su libertad, la consciencia que había poseído en ella, la completa voluntariedad y terquedad de las decisiones que había tomado.
El tipo E se levantó temblando y se dirigió hacia el patio, carente ya de la oscuridad nocturna. El amanecer, todavía cercano, ya había pasado (bien lo sabía él sin necesidad de asomarse a una ventana), y un sol con escasa relevancia para aquel mundo había, no obstante, aparecido ya en el cielo, negándose a admitir la casi nula importancia que poseía.
Se lavó la cara para, todavía con las manos apoyadas en la barbilla, quedarse a mirar su reflejo en el agua del cubo. Aquella imagen poco tenía que ver con la del Rádar que había llegado meses atrás: su pelo se había desteñido y estaba más largo de lo que solía llevarlo, unas ojeras que nunca había tenido ahora eran visibles, la expresión de decisión que siempre había tenido ahora era de cansancio y tensión... El carabés se preguntó si aquella cara se deformaría mucho cuando pasaran cuarenta y tres días y doce horas. Si la araña del patio de Margalar había tenido, alguna vez, una cara parecida a la suya.
Un impulso le llevó a hacer su siguiente movimiento: meter la cabeza entera en el cubo. Cuando la sacó del agua, con buena parte de su pelo chorreando y sus dientes castañeando, se preguntó qué hacía arriesgándose a un catarro, pero Rádar ignoró aquella voz. Fuera para distraerse con una sensación física desagradable, fuera para despertarse, o fuera para despejarse, lo cierto era que había necesitado aquello.
Sacudiéndose el agua de la cara, el tipo E enfiló hacia el torreón, todavía con una cara que dejaba claro que no estaba muy feliz en ese momento. Necesitaba una toalla, y luego recordar a qué peligro de Rocavarancolia querían enfrentarse aquel día.
El recuerdo del cementerio le trajo a la cabeza las palabras de los muertos, que Dafne se encargaba de recordar de cuando en cuando. Y su pesadilla, cercana, le hizo recordar un detalle: las cuatro ausencias en las cartas de sus amigos. Idéntico al número de ellos que, según aquellos cadáveres enloquecidos, morirían pronto.
Un escalofrío recorrió con violencia el cuerpo del tipo E, más cercano a un espasmo. Se acababa de asomar a un pozo de horror y locura del que intentó huir corriendo, con su mente comenzando a intentar racionalizar todo aquello. Se puso de pie mientras llegaba a la conclusión de que aquello había sido una trampa de su subsconciente, un acto producto del terror que le daba el cambio que traía la Luna Roja. Un cambio que no olvidaba nunca, con una cuenta atrás en su cabeza que marcaba el día que pasaría a ser, al menos para el resto de la ciudad, un rocavarancolés.
Era irónico que el propio subsconciente al que Rádar echaba la culpa llevara un rato intentando olvidar los detalles más escabrosos de la pesadilla: su libertad, la consciencia que había poseído en ella, la completa voluntariedad y terquedad de las decisiones que había tomado.
El tipo E se levantó temblando y se dirigió hacia el patio, carente ya de la oscuridad nocturna. El amanecer, todavía cercano, ya había pasado (bien lo sabía él sin necesidad de asomarse a una ventana), y un sol con escasa relevancia para aquel mundo había, no obstante, aparecido ya en el cielo, negándose a admitir la casi nula importancia que poseía.
Se lavó la cara para, todavía con las manos apoyadas en la barbilla, quedarse a mirar su reflejo en el agua del cubo. Aquella imagen poco tenía que ver con la del Rádar que había llegado meses atrás: su pelo se había desteñido y estaba más largo de lo que solía llevarlo, unas ojeras que nunca había tenido ahora eran visibles, la expresión de decisión que siempre había tenido ahora era de cansancio y tensión... El carabés se preguntó si aquella cara se deformaría mucho cuando pasaran cuarenta y tres días y doce horas. Si la araña del patio de Margalar había tenido, alguna vez, una cara parecida a la suya.
Un impulso le llevó a hacer su siguiente movimiento: meter la cabeza entera en el cubo. Cuando la sacó del agua, con buena parte de su pelo chorreando y sus dientes castañeando, se preguntó qué hacía arriesgándose a un catarro, pero Rádar ignoró aquella voz. Fuera para distraerse con una sensación física desagradable, fuera para despertarse, o fuera para despejarse, lo cierto era que había necesitado aquello.
Sacudiéndose el agua de la cara, el tipo E enfiló hacia el torreón, todavía con una cara que dejaba claro que no estaba muy feliz en ese momento. Necesitaba una toalla, y luego recordar a qué peligro de Rocavarancolia querían enfrentarse aquel día.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/05/18, 06:14 pm
Alguien había sugerido últimamente comprobar por sí mismos los límites de la ciudad. Desde la misma azotea del torreón podían verse las montañas en el horizonte, pero no qué había más allá. En los libros de que disponían no existía ninguna referencia clara, y en aquella ausencia total de pistas era imposible saber si se debía a que no había nada digno de mención allí o a que los rocavarancoleses repudiaban aquella zona. Habían dedicado algunos de los últimos días a encontrar una ruta despejada por la ciudad que condujese a un paso montañoso.
Sox topó de bruces con Daer cuando bajó a por sus cosas para salir; el daeliciano estaba subiendo a toda prisa desde las mazmorras. El carabés se frotó el brazo dolorido y gruñó algo pero no le otorgó más importancia.
Sigue en las Calles.
Sox topó de bruces con Daer cuando bajó a por sus cosas para salir; el daeliciano estaba subiendo a toda prisa desde las mazmorras. El carabés se frotó el brazo dolorido y gruñó algo pero no le otorgó más importancia.
Sigue en las Calles.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
06/07/18, 05:23 pm
Miradas caídas, ánimos bajos... pero al menos no había pasado nada. Barael consoló un poco a su hermano de vuelta pues él no estaba triste, a decir verdad no esperaba nada con aquella salida, solo fue pura curiosidad la que lo movió a decir el sí.
Vuelta a una rutina tardía aviso a todo el mundo que quería hablar algo después de cenar, estaba ciertamente a gusto tras dar aquel paseo, salir a estirar las piernas como en nubla y alejarse de aquellas paredes le reconfortaba pese a lo peligroso de la actividad.
El sonido de los cuchillos y los tenedores se fue apagando poco a poco, mientras Daer, sentado al lado del nublino, fue pasándole la poca comida que tenía y fingiendo que se acababa lo poco que había cogido para no preocupar a nadie. Al final Barael tomó la palabra.
-Bueno pues... -No había encontrado ninguna forma de empezar a hablar de aquello con sutileza así que trató de explicarse lo mejor que pudo. -Em... ¿Os acordáis que os dije que el anillo había brillado y por eso fui a cogerlo? Pues no, no. Em... -Siguió rápido con un gesto antes de que alguien se le echara al cuello como esperaba que iba a pasar. -En aquel momento sentí algo, que quería ir hacia allí, hacia la ciudadana muerta. Fue un impulso muy fuerte pero con toda la tensión y el dolor y el polvo ni siquiera sabía muy bien que había pasado así que no dije nada pero hoy ha vuelto a pasar y esta vez sin ningún alboroto de por medio. -Paró un momento para tomar aire y observar bien a todo el mundo. Y también para ver como se explicaba. -Cuando empecé a guiaros simplemente me deje llevar fui mirando el camino y pensaba que os estaba guiando de verdad hacia la otra parte pero llegó la cueva y me di cuenta de que había estado queriendo llegar allí sin saber que era. Poco a poco fui queriendo cada vez más lo que había dentro hasta que bueno, di con un cadáver con una bolsa y dentro de la bolsa el hechizo... y ahí acabo fulminante aquella sensación.
Miró a todos, no sabía cómo se había explicado ni como se tomarían la nefasta conclusión a lo que ello llevaba pero ahí estaba, ya lo había soltado.
-No nos olvidemos de esto por supuesto. -El muñón garrado se colocó encima de la mesa, totalmente descubierto.
Vuelta a una rutina tardía aviso a todo el mundo que quería hablar algo después de cenar, estaba ciertamente a gusto tras dar aquel paseo, salir a estirar las piernas como en nubla y alejarse de aquellas paredes le reconfortaba pese a lo peligroso de la actividad.
El sonido de los cuchillos y los tenedores se fue apagando poco a poco, mientras Daer, sentado al lado del nublino, fue pasándole la poca comida que tenía y fingiendo que se acababa lo poco que había cogido para no preocupar a nadie. Al final Barael tomó la palabra.
-Bueno pues... -No había encontrado ninguna forma de empezar a hablar de aquello con sutileza así que trató de explicarse lo mejor que pudo. -Em... ¿Os acordáis que os dije que el anillo había brillado y por eso fui a cogerlo? Pues no, no. Em... -Siguió rápido con un gesto antes de que alguien se le echara al cuello como esperaba que iba a pasar. -En aquel momento sentí algo, que quería ir hacia allí, hacia la ciudadana muerta. Fue un impulso muy fuerte pero con toda la tensión y el dolor y el polvo ni siquiera sabía muy bien que había pasado así que no dije nada pero hoy ha vuelto a pasar y esta vez sin ningún alboroto de por medio. -Paró un momento para tomar aire y observar bien a todo el mundo. Y también para ver como se explicaba. -Cuando empecé a guiaros simplemente me deje llevar fui mirando el camino y pensaba que os estaba guiando de verdad hacia la otra parte pero llegó la cueva y me di cuenta de que había estado queriendo llegar allí sin saber que era. Poco a poco fui queriendo cada vez más lo que había dentro hasta que bueno, di con un cadáver con una bolsa y dentro de la bolsa el hechizo... y ahí acabo fulminante aquella sensación.
Miró a todos, no sabía cómo se había explicado ni como se tomarían la nefasta conclusión a lo que ello llevaba pero ahí estaba, ya lo había soltado.
-No nos olvidemos de esto por supuesto. -El muñón garrado se colocó encima de la mesa, totalmente descubierto.
- Equilibrio:
Un blanco mas oscuro que el negro.
Un negro mas claro que el blanco.
El gris se desborda en mil tonos.
Y el arcoiris se hunde en monotonia.
Vivimos caminando el sendero dejado por los muertos.
Mientras brindamos nueva muerte a nuestro paso para extenderlo.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
06/07/18, 06:16 pm
La vuelta al torreón fue pesada, y Rad solo tuvo ánimos para forzar cierto ritmo en la marcha. Una vez salieron del angosto desfiladero su capacidad para saber la hora del día no fue necesaria: todos podían ver el bajo nivel del sol, y cómo seguía bajando a un ritmo alarmante.
El tipo E se sentía, en especial, hastiado y apático. El mar a un lado, el desierto interminable al otro, y allí arriba, en el espacio, una Luna Roja que se acercaba de forma inexorable. La única forma que se le ocurría de intentar escapar era encontrar la puerta que conectaba Rocavarancolia con su mundo, pero no se sentía con ánimos para siquiera proponerlo. Lo más probable, de todas formas, era que estuviera en el Castillo, y desde luego no quería arriesgarse a molestar a quien viviera allí.
Tan pronto llegó se hizo su propia cena, movido por el hambre que llevaba. Apenas consistió en un bocadillo grande con diversa fruta y carne de las cestas, lo cual le hizo pensar en otra forma en la que Rocavarancolia había trastocado su vida. Siempre había intentado asegurarse de una nutrición lo más perfecta posible, y de una hidratación óptima. Al fin y al cabo sabía que el mejor rendimiento solo se lograba con la mejor salud.
Hasta aquello se lo había arrebatado aquella ciudad.
El carabés se sentó en un sillón con un suspiro cansado. Se preguntó, con aquel cronómetro de su cabeza, cuánto más perdería por culpa de Rocavarancolia. Su puesto en el ranking cruzó por su cabeza, seguido por los amigos de Carabás, el futuro con el que había soñado y por el que tanto había trabajado, los rivales a los que había hecho morder el polvo, el descanso de una buena cama, la seguridad, la comodidad de la civilización. La posibilidad de que su cuerpo mutara hasta hacerse irreconocible, algo que no por haberlo enterrado había superado. La caída, la agonía al curarse con el anillo, el miedo de las hienas, las amenazas de Barael.
Otros flashes cruzaron por su cabeza: la existencia de otros mundos. El palacete. Algunas de las personas que había conocido allí. La libertad rocavarancolesa, que consideraba irritante, también surgió en su mente. El tipo E, terminada la cena, frunció el ceño y se negó a seguir por aquel camino. No quería enfrentarse a determinados pensamientos, a un nivel apenas consciente sabía que aquello sería demasiado difícil y doloroso. Aunque no quisiera admitirlo, lo cierto era que prefería limitarse a despotricar contra Rocavarancolia por haberle engañado.
El fin de sus cavilaciones coincidió con el inicio de las explicaciones de Barael. Rádar lo miró con una expresión cansada, que iba mutando en desasosiego conforme el nublino hablaba. La revelación final mutó aquel sentimiento en un horror seco, casi tranquilo. La Luna Roja arañó su mente, con su cercanía cada vez mayor conforme pasaba el tiempo
«¿Qué somos? ¿Qué somos y en qué nos vamos a convertir?» se preguntó. La angustia que sentía era menos fiera que la que solía sentir. El tipo E estaba un poco menos ahogado, y un poco más en alerta, que en otras ocasiones.
Sabía que en cuarenta y tres días saldrían de dudas.
El tipo E se sentía, en especial, hastiado y apático. El mar a un lado, el desierto interminable al otro, y allí arriba, en el espacio, una Luna Roja que se acercaba de forma inexorable. La única forma que se le ocurría de intentar escapar era encontrar la puerta que conectaba Rocavarancolia con su mundo, pero no se sentía con ánimos para siquiera proponerlo. Lo más probable, de todas formas, era que estuviera en el Castillo, y desde luego no quería arriesgarse a molestar a quien viviera allí.
Tan pronto llegó se hizo su propia cena, movido por el hambre que llevaba. Apenas consistió en un bocadillo grande con diversa fruta y carne de las cestas, lo cual le hizo pensar en otra forma en la que Rocavarancolia había trastocado su vida. Siempre había intentado asegurarse de una nutrición lo más perfecta posible, y de una hidratación óptima. Al fin y al cabo sabía que el mejor rendimiento solo se lograba con la mejor salud.
Hasta aquello se lo había arrebatado aquella ciudad.
El carabés se sentó en un sillón con un suspiro cansado. Se preguntó, con aquel cronómetro de su cabeza, cuánto más perdería por culpa de Rocavarancolia. Su puesto en el ranking cruzó por su cabeza, seguido por los amigos de Carabás, el futuro con el que había soñado y por el que tanto había trabajado, los rivales a los que había hecho morder el polvo, el descanso de una buena cama, la seguridad, la comodidad de la civilización. La posibilidad de que su cuerpo mutara hasta hacerse irreconocible, algo que no por haberlo enterrado había superado. La caída, la agonía al curarse con el anillo, el miedo de las hienas, las amenazas de Barael.
Otros flashes cruzaron por su cabeza: la existencia de otros mundos. El palacete. Algunas de las personas que había conocido allí. La libertad rocavarancolesa, que consideraba irritante, también surgió en su mente. El tipo E, terminada la cena, frunció el ceño y se negó a seguir por aquel camino. No quería enfrentarse a determinados pensamientos, a un nivel apenas consciente sabía que aquello sería demasiado difícil y doloroso. Aunque no quisiera admitirlo, lo cierto era que prefería limitarse a despotricar contra Rocavarancolia por haberle engañado.
El fin de sus cavilaciones coincidió con el inicio de las explicaciones de Barael. Rádar lo miró con una expresión cansada, que iba mutando en desasosiego conforme el nublino hablaba. La revelación final mutó aquel sentimiento en un horror seco, casi tranquilo. La Luna Roja arañó su mente, con su cercanía cada vez mayor conforme pasaba el tiempo
«¿Qué somos? ¿Qué somos y en qué nos vamos a convertir?» se preguntó. La angustia que sentía era menos fiera que la que solía sentir. El tipo E estaba un poco menos ahogado, y un poco más en alerta, que en otras ocasiones.
Sabía que en cuarenta y tres días saldrían de dudas.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
07/07/18, 01:08 pm
La mente de Tay podía ser tan fantasiosa como realista llegado el momento. Allí, ya en Maciel, con las piernas cansadas y una nueva muda sin la presencia arenosa del fracaso solo podía contemplar una alternativa. Sobrevivir, juntos. Tampoco olvidaba a sus compañeros del faro, ya empezaba a lamentar el momento en el que se les comunicara la información obtenida. El caso es que ahora necesitaban más cooperación que nunca, si todo apuntaba a que estaban atrapados era la mejor opción. Tenían que acabarse las exploraciones solitarias de Barael y por su parte también lidiaría con las partes de sí mismo que más le ponía en peligro.
Se dijo que eran capaces, con seguridad solo habían perdido a la pequeña del grupo, no lo estarían haciendo tan mal, si aguantaban así... ¿Cuánto quedaría hasta la Luna?.
El rumor de su garganta deseosa al beber se interrumpió con las palabras de Barael. Tayron no era un chico intuitivo pero aquella vez previó algo malo tras aquel inicio. Sus ojos se posaron fijamente en los del nublino, como si por taladrarle con la mirada pudiera leer su mente. Lo que llegó después le robó el apetito. Se atrevió a mirar a su hermano directamente, era la reacción que más esperaba. ¿Estaría al tanto? ¿Qué debía decir?. No lograba encontrar las palabras adecuadas.
Pero fue el muñón lo que realmente le sobresalto en su silla, fue un acto reflejo mirarse su propia mano con horror, notaba un temor creciente en el abdomen y como no pudo evitar llevarse la mano a la boca. La imagen de una araña descomunal se coló en su cabeza sin poder ser expulsada.
-¿Esto es normal?- rompió el silencio, su voz tembló un tanto. ¿Y si era producto del anillo?. ¿Tardarían mucho el resto que se habían sometido a él en presentar enfermedades similares?. Una pensamiento más llameante y oscuro que no quería imaginar advertía del posible efecto del astro rojo.- Rad...- susurró, planteando algo que sabía que nunca podría prometer no hacer- ¿Cuánto queda para la Luna?.
Se dijo que eran capaces, con seguridad solo habían perdido a la pequeña del grupo, no lo estarían haciendo tan mal, si aguantaban así... ¿Cuánto quedaría hasta la Luna?.
El rumor de su garganta deseosa al beber se interrumpió con las palabras de Barael. Tayron no era un chico intuitivo pero aquella vez previó algo malo tras aquel inicio. Sus ojos se posaron fijamente en los del nublino, como si por taladrarle con la mirada pudiera leer su mente. Lo que llegó después le robó el apetito. Se atrevió a mirar a su hermano directamente, era la reacción que más esperaba. ¿Estaría al tanto? ¿Qué debía decir?. No lograba encontrar las palabras adecuadas.
Pero fue el muñón lo que realmente le sobresalto en su silla, fue un acto reflejo mirarse su propia mano con horror, notaba un temor creciente en el abdomen y como no pudo evitar llevarse la mano a la boca. La imagen de una araña descomunal se coló en su cabeza sin poder ser expulsada.
-¿Esto es normal?- rompió el silencio, su voz tembló un tanto. ¿Y si era producto del anillo?. ¿Tardarían mucho el resto que se habían sometido a él en presentar enfermedades similares?. Una pensamiento más llameante y oscuro que no quería imaginar advertía del posible efecto del astro rojo.- Rad...- susurró, planteando algo que sabía que nunca podría prometer no hacer- ¿Cuánto queda para la Luna?.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades: Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
07/07/18, 05:17 pm
El camino de vuelta fue notablemente fúnebre comparado con el de ida; a nadie le quedaban ganas de cantar. Para Sox ese lapso de tiempo transcurrió intentando descubrir de dónde le provenía todo ese desasosiego. No había esperado de verdad encontrar nada mejor al otro lado de lo que había en el suyo: ninguna ciudad intacta, y tampoco un portal de vuelta a sus casas. En el fondo, terminó cayendo en la cuenta, había esperado encontrar más de lo mismo. Por eso no había estado preparado para aquel golpe bajo.
Barael quería hablar con ellos. Sox creyó que tenía que ver con lo que fuera que habían encontrado en la cueva, y tampoco estuvo preparado para esa segunda sacudida.
Su mente había empezado a trabajar despacio, perpleja, cuando el nublino les habló de por qué había encontrado el anillo y el papel realmente; el inicio de una deducción, unir los puntos y preguntarse si su habilidad rara era que le atraían los objetos valiosos.
No tuvo tiempo de completarla. Su tren de pensamientos frenó en seco en cuanto vio el muñón, del que salían claramente protuberancias duras y negras. Uñas. Barael no siempre llevaba el brazo mutilado cubierto por la manga, y a veces había podido vislumbrarse aquel inicio de negro, aunque Sox habría podido jurar que no era tan pronunciado como ahora. No le había otorgado importancia: había creído, había querido creer que eran costras, lunares. Al carabés le embargó en ese momento un absurdo sentimiento de traición.
Tay preguntó cuánto quedaba para la Luna Roja, Rad respondió con su exactitud habitual: un signo más de la anormalidad que se extendía poco a poco a todos ellos. Iban a hablarlo. Iban a quedarse allí sentados, y sacarlo en claro, y aceptarlo como normal, aceptar que era otra cosa que la Luna Roja les echaba encima y que no podían elegir. Tal vez volvieran a tener esa conversación en unos días, o cada semana, y quien confesaba cada vez era una persona distinta.
Y aunque era lo correcto, lo que había que hacer, Sox sintió que se asfixiaba.
—Necesito un momento —dijo abruptamente, y se levantó con brusquedad en dirección al patio. Pudo parecer que estaba enfadado pero su mente en ese momento estaba muy lejos.
El viento que ya empezaba a arrastrar la tarde le produjo alivio momentáneo. Sox se frotó los brazos, con la carne de gallina por el contraste entre aquello y lo acalorado que había vuelto de la larga marcha, y se sentó al borde del pozo. No había nada que mirar salvo el muro y el cielo, pero no había venido allí a mirar nada.
Sox recordaba la charla anterior que habían tenido al respecto. Cómo Rad había hablado de su percepción del tiempo, Tay de que a veces sentía que le observaban. Rarezas pero que todavía podían hacerse pasar por dones, poderes. Aquel muñón que había puesto Barael sobre la mesa había plantado también sobre ella posibilidades más siniestras.
Él no notaba nada. Nada. Desconocía por completo si era bueno o una señal de lo peor estaba por llegar, y la incertidumbre al respecto le oprimía con fuerza el pecho.
Barael quería hablar con ellos. Sox creyó que tenía que ver con lo que fuera que habían encontrado en la cueva, y tampoco estuvo preparado para esa segunda sacudida.
Su mente había empezado a trabajar despacio, perpleja, cuando el nublino les habló de por qué había encontrado el anillo y el papel realmente; el inicio de una deducción, unir los puntos y preguntarse si su habilidad rara era que le atraían los objetos valiosos.
No tuvo tiempo de completarla. Su tren de pensamientos frenó en seco en cuanto vio el muñón, del que salían claramente protuberancias duras y negras. Uñas. Barael no siempre llevaba el brazo mutilado cubierto por la manga, y a veces había podido vislumbrarse aquel inicio de negro, aunque Sox habría podido jurar que no era tan pronunciado como ahora. No le había otorgado importancia: había creído, había querido creer que eran costras, lunares. Al carabés le embargó en ese momento un absurdo sentimiento de traición.
Tay preguntó cuánto quedaba para la Luna Roja, Rad respondió con su exactitud habitual: un signo más de la anormalidad que se extendía poco a poco a todos ellos. Iban a hablarlo. Iban a quedarse allí sentados, y sacarlo en claro, y aceptarlo como normal, aceptar que era otra cosa que la Luna Roja les echaba encima y que no podían elegir. Tal vez volvieran a tener esa conversación en unos días, o cada semana, y quien confesaba cada vez era una persona distinta.
Y aunque era lo correcto, lo que había que hacer, Sox sintió que se asfixiaba.
—Necesito un momento —dijo abruptamente, y se levantó con brusquedad en dirección al patio. Pudo parecer que estaba enfadado pero su mente en ese momento estaba muy lejos.
El viento que ya empezaba a arrastrar la tarde le produjo alivio momentáneo. Sox se frotó los brazos, con la carne de gallina por el contraste entre aquello y lo acalorado que había vuelto de la larga marcha, y se sentó al borde del pozo. No había nada que mirar salvo el muro y el cielo, pero no había venido allí a mirar nada.
Sox recordaba la charla anterior que habían tenido al respecto. Cómo Rad había hablado de su percepción del tiempo, Tay de que a veces sentía que le observaban. Rarezas pero que todavía podían hacerse pasar por dones, poderes. Aquel muñón que había puesto Barael sobre la mesa había plantado también sobre ella posibilidades más siniestras.
Él no notaba nada. Nada. Desconocía por completo si era bueno o una señal de lo peor estaba por llegar, y la incertidumbre al respecto le oprimía con fuerza el pecho.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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