Torreón Maciel (Archivo VIII)

Recuerdo del primer mensaje :

-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.

-Te seguimos hermanito.

Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.

Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.

-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges.  -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.

-Dos semanas. -Declaró en la cena de esa noche. -Si para cuando queden dos semanas hasta la Luna no hemos encontrado nada me iré a enfrentarme a la ciudad. Que se venga quien quiera.

Un último lance desesperado contra un destino inevitable.

El tiempo empezó a pasar y la rutina volvió a nacer de este, el nublino se impacientaba viviendo en aquellos muros, encarcelado y rumbo a una muerte segura. Aunque esta vez hubo cambios, la criatura le había succionado por completo y ya no podía usar magia, sin embargo podía seguir cargando el anillo bastante a expensas de quedarse más exhausto de lo habitual, lo cual le hizo más que deprimirse plantearse una pregunta.

¿Entonces como funciona?

Estaba intrigado y en su hilo de pensamientos acabó por relacionar cantidad de magia con la soltura mágica que se poseyera pero... ¿No era algo personal? ¿Cómo había aquel ser mermado su "capacidad diaria"? ¿Sería algo propio del ser y cantidad y soltura no tenían nada que ver?

Agh... Siempre preguntas.

La única alegría si sobrevivían a todo sería ser capaz de resolver la inmensa cantidad de preguntas que el nublino se había planteado a lo largo de su temprana vida.

Pero no todo era malo, después de todo aunque la cantidad de hechizos que podía hacer era considerable, la utilidad de estos ejecutados a una mano era escasa y ahora no se iba a cansar en entrenamientos mágicos. Todo ese tiempo y esfuerzo fue rápidamente dirigido a mejorar su entrenamiento físico y, para matar el tiempo y ahogar su impaciencia, hacer estatuillas de animales. No tardo en hacerse un apaño con madera tela y correas en el muñón para sujetar las piezas mientras tallaba, una especie de semi-tubo cubierto de tela. También trató de seguir el entrenamiento de Rad con la espada, pero no le acababan de convencer sus movimientos, había algo que él describía como "rígido", aunque si adoptó las rutinas.

Tuétano seguía apareciendo, pero esta vez el nublino se quedaba mirandola fíjamente, analizandola. Donde los huesos eran más delgados, donde no tenía, como se aunaban sus músculos y tendones para tirar de su cuerpo, hasta donde podía mover cada parte con aquel acorazamiento encima... Poco a poco iría perfilándola entera, todo era cuestión de paciencia.

La nueva de Charlie se hizo evidente y algo molesta, y aunque ya estaba más que acostumbrado a dormir con gente y molestias despertarse al son de "vuestros cráneos flotarán en el infinito éter del abismo" no era precisamente agradable. La de Sakrilt no despertó más que curiosidad en el nublino que se ofreció a echarle una mano a la clinger para poder mirar más de cerca pero esta lo mando, de manera poco sutil y gran variopinta, básicamente a la mierda. Sin embargo la tercera nueva fue la que más apreció el nublino, Dafne ahora poseía magia, al igual que su hermano la había ganado también, pero esta aprendía y realizaba a un ritmo voraz y lo más importante. Era capaz de realizar tantos hechizos como él había podido antes, pero ella tenía dos manos. De inmediato se acercó a ella, le daba igual como le miraran ella o Tay al hacerlo, era una baza esencial para enfrentarse a lo que viniera y... quería ver cuán lejos hubiera podido haber llegado el de no ser por Tuétano. No podía darle muchos consejos técnicos, para eso estaba Sox, pero sí sobre sensaciones, sobre todo para levitar objetos, contra que luchar y cuando dejarse ir, métodos para relajarse mejor, que emoción aportar a cada cosa, etc.

El tema del nuevo le rascaba un poco, pues aún nadie sabía nada de él y eso lo hacía impredecible. Pero tampoco iba a forzar nada... al menos de momento.


Barael descansaba en el sofá tras entrenar al lado del durmiente Sox, tallando a Mhímhi con tranquilidad, intentando evocar más detalles de aquel extraño sueño. Por el torreón ya había un Brariz del tamaño de una caja de zapatos para el que no necesitó su nuevo soporte, un aeva nublense y un arbusto con bayas típicas también de nubla que le había llevado bastante más tiempo, pero no se los guardaba ni nada parecido. Nunca había tallado o hecho algún juguete para sí mismo.

-Sí, está refrescando mucho en poco tiempo. -No apartó la mirada de la figura ni dejó de tallar. -Pero echaba de menos el viento, es agradable sentirlo de nuevo en la piel. Ahora solo falta que llueva. Y Eri, Sak no puede evitar que su cuerpo haga eso, no te sulfures.

Tayron se deshizo del anillo con rapidez cuando Barael decidió recopilar todos los momentos en los que había ayudado el grupo. De quedarse el belga habría seguido la línea de Rad, ¿acaso el resto no habían ayudado en absoluto?. Pero no tenía sentido resaltarlo, porque al humano le sobraban las palabras.
-No se puede ser más idiota- lo miraba incrédulo, intentanto recordar el momento en el que el nublino se había vuelto tan necio. ¿Buscar algo que los ayudara contra Tuétano solo?. Decidió retirarse antes de que sus impulsos le controlaran demasiado. No quería acabar a golpes.
Aquella noche sin embargo soñó algo extraño, no se lo dijo a nadie, ni siquiera a Dafne, pero se sumergió en las primeras semanas en la ciudad, cuando estaban en las mazmorras y el pelo de Nad no sangraba. Eorlir e Inna reían, y Barael hablaba con él como antes. Por un momento, y aunque nunca lo admitiría, no quiso despertarse.



Pasó el tiempo y la Luna se acercaba lentamente. Tayron creía notarlo, por mucho que Charlie le tomara por maniático, pero empezaba a sentirse distinto. En lo que respectaba a su aguante mágico este parecía aumentar, pero quién mas sorpresas daba era Dafne, sospechaba que no tardaría en alcanzarle a él y a Sox si no lo había hecho ya. Jugar con ella a levitar no tenía ningún desperdicio.
Las noches llenas de sudor y sentirse observado continuaron con la misma periocidad habitual, con la excepción de que a veces se encontraba con alguna polilla gigante girando la esquina o posada en el techo, pero no de manera persistente. El humano estaba completamente seguro de que querían comerle, quizás engordarían el día de la Luna y se tirarían en picado contra su cuerpo pero no mucha gente con la que lo comentó le tomó en serio.

Acostumbrarse a Charlie fue más fácil de lo que pensaba, excepto cuando se despertaba solo en una de sus noches y el único sonido procedía del estadounidense, por ello, procuró acostarse antes que su compañero humano. Acostumbrarse a Tuétano no lo era tanto, le molestaba que supiera con tanta exactitud donde se encontraban y cúantos eran. Al belga no se le ocurría muchas formas de evitar el día señalado, pero lo que más claro tenía es que debían buscar una solución cuanto antes.



Aquella mañana se despertó con el peso de la noruega en su cintura, estaba deslizando los dedos por el interior de su pijama y recorría con lentitud sus costillas con dedos fríos. El cabello le caía sobre el rostro y le hacía cosquillas en las mejillas, olía a humedad. Hacía tres minutos que había despertado pero decidió mantener los ojos cerrados por dos motivos, disfrutaba de aquel contacto y temía que desapareciera al revelar su estado. El segundo, era difícil engañar a Dafne y aprovecharía hasta el último segundo. No duró mucho tiempo puesto que la noruega decidió pellizcarle el pezón al notar un suspiro extraño.
-¡Ay!- se quejó al instante, ella le llamo idiota tras plantarle un beso en la frente. Tay la observó desde su posición boca arriba en la cama, era perfecta. Decidió incorporarse y ella se sentó sobre sus rodillas como si fuera una niña pequeña- ¿entonces ya hemos pasado a esa parte en la que aquí abajo...- señaló a un punto en el aire, como si los estuvieran observando a través de una pantalla- ponen más dieciocho y los peques tienen  que irse a la cama?- otro pellizco, esta vez rieron juntos. El chico la apretó contra si, notando las respiraciones descompasadas y quedando sus ojos a la altura de la barbilla de ella. Se sentía privilegiado, podía contemplar cada una de sus pecas y quedar maravillado con la profundidad de sus ojos, inspiró en su pelo mientras ella le acariciaba la nuca.

-No digas una de tus frases raras ahora- sonrió tras cubrirlos a ambos un poco con las sábanas tras notar que la temperatura había descendido- dime, ¿qué tienes que gusta tanto?- ella entornó los ojos, el rubor de sus mejillas le proporcionaba vitalidad- lo digo en serio- contestó tras una respuesta graciosa de la chica- fíjate, la gente se te acerca, Barael- su nombre sin ningún tono de reproche sonó extraño en sus labios- también Hyun- con el coreano esbozó una sonrisa involuntaria, no lo diría en voz alta pero notaba como evitaba su presencia. Dafne cambió la expresión de la cara, limitándose a la seriedad solo para prestarle atención pero aquel gesto, que duró apenas unos segundos, le recordó algo. A su cabeza acudió una espada manchada de sangre y el cuerpo del carabés en el suelo, acudió la reina y los cuernos de Dafne. Ella se percató inmediato. “¿Qué pasa?”. Tayron dudó- ¿cómo puede ser esto bueno?- los miedos se instalaban en su pecho. ¿Mataría por Dafne? ¿Podía acabar con todo el torreón de ser necesario por una sola vida?- lo que tenemos quiero decir, ¿no es tóxico?. O loco al menos, en una ciudad como esta ligarte tanto a una persona- ella negó con la cabeza, recuperando la sonrisa inicial. Le apartó el pelo de los ojos con suavidad- lo que somos, es extraño.
-Es mejor no ponerle nombre a las cosas, Tay.
Tay pensó que llevaba razón, se conformaba con lo que habían construido hasta ahora. Pensar más en ello cuando dentro de poco uno de los dos podía transformarse en una araña gigante era desperdiciar el tiempo.
Dafne se levantó dándole una palmadita en el hombro.
-No me des esos sustos así de pronto, lo estropeas- le guiñó un ojo. Tayron devolvió el gesto.
-Está bien, se me ocurre un juego para compensar.

Bajaron al poco, reuniéndose con el resto.
-No estoy tan seguro de querer que llueva- le respondió a Barael en tono neutral por primera vez en tanto tiempo. Intercambió una mirada cómplice y divertida cuando Dafne le echó una chaqueta por encima al comatoso Sox e intentaba recuperar los apuntes arrugados- creo que tendríamos goteras por todos lados- comentó con un deje de aburrimiento fingido- por cierto ¿queréis jugar a algo?- esperaba que no se notara que no se le había ocurrido en el momento como había querido dar a entender- pero no muy alto, no queremos que nuestro empollón se desvele.

El proceso de asimilación al que le llevaron las respuestas de Sox, fue lento. Al principio engañandole; haciendole pensar que en verdad habia sido capaz de aceptarlo sin problemas. Pero eso era al principio y conforme avanzaba el resto del día también lo hacía el vacio de su estomago, a partir de cierto punto tambien le empezaron a temblar las manos. Era un trmblor sutil, y no paraba. Estaba nervioso. Y aunque había momentos en los que olvidaba un poco como se sentía, cada vez que pensaba en tuetano o en esa tarde, se renovaban sus nervios. Cómo tomarse el hecho que estaba en un torreón con fecha de caducidad. Se suponía que salía en todas las salidas con ellos con el fin de que el destino fuera el que decidiera cuando iba a morir ¿Pero era de verdad el destino si no se iba de un sitio en el que sabía que le matarían? <<Si>> lo era. Destino como tal no existía o al menos eso decía creer en la tierra. Pero fuera moriría solo igualmente. Además de que elegir huir sería darle otra victoria a su cobardía, y encima de una forma irracional. Y si pensaba en ello se cabreaba, su cobardía otra vez dictandole que hacer.

Las horas con estas noticias pasaron aun más lentas que de costumbre, empeoradas con los recordatorios casuales de su situación a los que le mantenía su mente. Otra tarde vacia de contenido, llena de paseos por un torreon que cada vez se sabía más. Y después la noche y sus pesadillas y sus recuerdos. Otra mañana con ojeras.

Los días fueron pasando y el coreano pasaba con ellos sin ninguna relevancia real en el torreón. Hyun era inutil al fin y al cabo y se engañaba si pensaba que serviría de cualquier ayuda dentro y fuera del torreón. Dentro no hacia mucho más que limpiar. Fuera, en las salidas en las que acababa, siempre era el que decia "esto es peligroso", "esto no me gusta"... Y le molestaba, lo sabia, se asqueaba pero seguía haciendolo en todas y cada una de las salidas.

Dentro del torreón se fue haciendo amigo, como poco unidireccionalmente, de Dafne, y también de Charlie, con los que hablaba cuando podía. Pues por mucho que se hubiera autoimpuesto un castigo por la muerte de sus amigos, el aburrimiento no tardó en hacerle romperlo; y el coreano no tardó tampoco en acabar por hablar también con Tayron dado que pillar a Dafne sola era dificil. Poco a poco tambien se fue haciendo a la compañía de ellos, irónicamente de nuevo los de su raza. Había momentos en los que genuinamente hasta se reía. Por las noches incluso se empezaba a dormir sin problemas. Le era más facil, y en ello había algo muy muy mal.

Las últimas noches dejaron de atormentarle los recuerdos y empezó a atormentarle la culpabilidad ¿Podía acaso haberlo superado?Cómo podía dormir tranquilo? Sus amigos habían muerto aquellos que salvaron su vida y cuidaron de él por meses, el único sitio en el que se había sentido en casa de verdad, y ya no sentia sus muertes practicamente. No era justo, no lo merecían y sin embargo Hyun una vez más les había dado justo eso, les había fallado una y otra vez. El coreano no podía sentirse más miserable, más asqueroso, llamaba una y otra vez a unos sentimientos que ya no sentía, con la esperanza de demostrarse ser algo mejor de lo que sabía que era <<Un monstruo>>. Y ese fue el pensamiento que también le desperto por la mañana. Era muy pronto; no como el resto de días esta vez se había despertado pronto, al igual que dormido. Lamentablemente eso hizo que los demás tardaran en llegar, en distraerlo. Y ya no podía conciliar el sueño de nuevo.

Estaba guardando el colchón cuando empezaron a bajar. Al menos había llegado a levantarse de la cama. A la propuesta de Tayron se encogió de hombros. Quizás hasta conseguía distraerse del pensamiento que le despertó.

Siete le daría vueltas los días siguientes a aquello de levantar las manos. Rocavarancolia conseguía que sintiera falta de propósito, o más bien, la falta de soluciones, de agencia que quizás ya había tenido antes de llegar. Había sido un marioneta a sus propios impulsos, y ahora  seguía los hilos de algo más grande que él mismo. Llamarlo la armonía hubiera sido muy halagador para la sombra de la ciudad, cada día más revuelta y nublada y ventosa. El cielo se llenaba lentamente de estrellas como en preparación de un marco. Destino, en cambio, sugería una gloria que no existía. La rutina regresó al torreón de forma incoherente. Eran otra vez poco más que niños organizando limpiezas y charlando en los sofas o dandose con palos. Había un traqueteo de pasos diario, como un runrún apaciguador. Siete probó nuevos platos al cocinar, tratando de dar variedad. Más colores en las ensaladas, mas especias si hacía caldos. En la medida de lo posible, tuvo las manos ocupadas en los consuelos sencillos, porque era más fácil de esa forma. Fuera lo que pensaran los demás, Siete veía chicos cansados y relaciones, sin pizca de heroicidad presente en el hecho de existir. 


No destino o armonía, pero una certeza. La luna, que Rad cada vez avisaba con más datos cuando le preguntó, y que Siete encontró perturbador que creyera que saber los minutos era necesario. Cuando lo escuchó la primera vez, se le retorció la cara un instante y luego hundió los hombros y se restregó la frente y se revolvió el pelo. 
Un "gracias" falto de ánimo, que no necesitaba explicaciones. La supuesta luna roja y tuétano eran más inmediatos que todo lo que había sucedido hasta entonces y Siete no pensó demasiado en quien faltaba en aquel edificio. 


Salkrit empezó a quedarse pelada de forma repulsiva, como un pescado dado la vuelta, y fue dejando abandonadas cáscaras de piel de insecto, que arrojaron al foso. Otros lo hicieron, Siete no quería asomarse.


Con Charlie hablando en sueños llenándolos de malos augurios y Dafne cada vez aprendiendo más y más rápido y con magia mas poderosa, la cuenta atrás de Rad estaba omnipresente en la cabeza de Siete. ¿Qué manos podían levantar? Ya estaba cayendo todo. Se tomó en serio la preocupación de Tayron y ofreció tapiar la ventana con alguna sábana clara y madera, para evitar que pasaran adentro del torreón.


En esas semanas, Siete se acostumbró a levantarse con un nudo en el estómago y peso en el pecho. La ansiedad, siempre dos capas por debajo de otros sentimientos mundanos, sin otra solución para ella que dejarla estar. Siempre había sido cobarde, pero nunca había tenido tantos miedos. Tuétano le arrancó tres respingos que casi fueron un salto. Un día se le cayó un cuchillo al suelo mientras cocinaba y creyó que se le salía el corazón por la boca. Luego lo hizo reír. Era un tipo patético. 


Como de costumbre, Siete estaba en medio del grupo, aunque no haciendo nada en particular. Había dejado fruta picada encima de un taburete que hacía las veces de mesa, y ofrecido vasos de leche de umbra a los presentes. Tapó con  una manta a Sox, solo por si acaso. El viento hacía un ruido deprimente en el patio, que le hizo sentir nostalgia del rugido del mar revuelto y el sonido de las olas contra la arena.


Tayron parecía en medio de una conspiración, y Siete levantó la vista atento en especial por la falta de improvisación en aquella propuesta. 


- Es posible que le venga bien distraerse- dijo Siete, sentado en el suelo y apoyado contra un sofá, mientras desayunaba. Echó el brazo en la dirección de Sox con suavidad y le dio un toque en el hombro-. ¿Que tienes planeado?

Tay sonrió vilmente ante la respuesta afirmativa del grupo. Era un juego sencillo que al menos los de su mundo conocerían, se preguntó cómo no se les había ocurrido antes.

-Mmm- se demoró dándole un bocado a una manzana y disfrutando ser el centro de atención por unos segundos- no estoy acostumbrado a esto- Dafne le propinó un cocotazo por sorpresa desde la retaguardia, se estaba acostumbrando a reñirle de esa forma- está bien está bien, a ver- el belga se acomodó en en una silla al revés, con las piernas abiertas y la barbilla apoyada en el respaldo, paseó brevemente la mirada por los humanos allí presentes- es el clásico juego de verdad o reto. Se trata de elegir entre responder una pregunta con total sinceridad o realizar una prueba. Quien se raje o no cumpla deberá desprenderse de una prenda- lo cual, se calló para él, era bastante más divertido teniendo en cuenta el frío de la mañana- por ejemplo- debía cortar el hielo- supongamos que empieza Hyun y me elige a mí, yo decido verdad porque soy un cagado- ahogó una risilla, dando a entender cuáles eran sus pensamientos sobre lo que era ser valiente o no en el juego y subestimando el poder de las preguntas- a Hyun le interesa mucho mi vida gástrica así que decide preguntar “Tay, ¿alguna vez le has echado el muerto a otro cuando se te ha escapado un pedo?". A lo que yo respondería sí, varias- Dafne pegó un pequeño bote a su lado- lo siento- se excusó rápido poniendo una mano sobre la de ella- no siempre iba a ser Charlie, Charlie, tienes vía libre para atacarme- a pesar de que se refería en el juego, la colleja del estadounidense fue más fuerte pero mereció la pena- ahora yo elijo a Sox, decide prueba y le pido que se tire dos horas sin revisar apuntes, por si alguien lo dudaba falla y se quita una prenda. Si no queréis responder a algo pasa lo mismo ¿lo vais pillando?- se frotó las palmas de las manos, en parte por el frío y en parte porque ya se le estaban ocurriendo ideas maquiavélicas- por cierto, va de ir a matar, aquí no hay hermanos ni amigos, es más diver. ¿Quién empieza?.

Miró con el ceño fruncido a su hermano y torció el gesto un poco.

-No me molesta que lo haga o no - le explicó.- Lo que me jode es que lo deje en la habitación de regalo. No le cuesta nada recogerlo y además es bastante asqueroso de tocar. Aunque me pregunto cómo lo hará.

Tay propuso un juego y cuando explicó cómo funcionaba una sonrisa boba cruzó el rostro del nublino. Por alguna razón poder hacer preguntas poco discretas le había alegrado el día.

-¡Empiezo yo, empiezo yo! - pidió.- Tay, ¿verdad o reto? - le preguntó al humano y éste eligió el reto.- Bien, te reto a que levante un cubo de agua por encima de Dafne dándole la espalda - propuso tras un rato de pensar con una sonrisa.

Un toque en el hombro le sacó a medias de su sueño; aun así Sox se despertó con brusquedad y parpadeó rápidamente antes de conseguir orientarse. Casi todos estaban ahora en el salón y las hojas de los apuntes no estaban donde las había dejado: debía de haberse quedado dormido. Al incorporarse y notar que algo resbalaba del sofá al suelo se dio cuenta de que alguien le había puesto una chaqueta y una manta encima en algún momento. Las recogió y miró alrededor, pero Tay estaba explicando en aquel momento las reglas de un juego y no pudo discernir quién había sido.

Fuera el viento aullaba aunque Sox tardó un poco en identificarlo como tal. Mierda, la colada. Normalmente no había problemas al tenderla, pero es que normalmente tampoco había tanto viento. El carabés olió el peligro al prestar más atención a la descripción que hacía Tay e informó enseguida de que no iba a unirse, pero que iba a quedarse a mirar.

—Pero sabed que en mi residencia soy monitor, así que tengo la obligación moral de intervenir si esto se pasa de rosca —advirtió con humor antes de salir al patio a por la ropa. Aprovechó para terminar de desperezarse con agua del pozo, y al regresar despejó la mesa de la cocina para poder planchar mientras veía cómo se desarrollaba el juego.

Sacó de uno de los cajones el escudo enano que usaban sólo para planchar, porque era demasiado minúsculo para servir para nada más. No era una tarea muy necesaria: no era una prioridad ni se notaba mucho cuándo una prenda estaba arrugada a menos que fuera una camiseta, pero le daba una vaga sensación de satisfacción, de cosa accesible y fácil, el que todo estuviera doblado y guardado en los baúles en lugar de tener que rebuscar entre prendas arrugadas y hechas una bola. También le daba algo útil que hacer en días aburridos. Sox no había sabido cómo hacerlo al principio a mano, pero los terrícolas del torreón habían sido los que le habían dicho cómo y dado la idea de usar el escudo. Calentó el metal con magia y se puso a la tarea, con el oído puesto a los demás.

—Ajá, un examen sorpresa —comentó con cierta malicia ante el desafío que le habían puesto a Tay—. La mejor clase de examen.

El miembro 'Aes' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 18

-Reto- dijo sin pensarlo si quiera- por supuesto- Tayron se relamió los labios, una gran parte del grupo acogió el juego sin  problemas y se disponían a probar suerte. Eriel tomó la iniciativa y al belga no le cogió por sorpresa que fuera el primer elegido. “Quien inventa, experimenta.” No supo muy bien por qué pero en cuanto escuchó el reto del nulbino se imaginó que el resto irían por aquellos derroteros. Era la manera más divertida de darle fuerte. Eriel lo pagaría caro.
-Lo acepto- fijó su mirada en los ojos grisáceos del chico y levantó la barbilla en un gesto claro de chulería- aunque te has equivocado, levitar se me da de puta madre.

Comienzo del Juego.

Aunque decirlo era más fácil que hacerlo, una vez Dafne se colocó en la posición establecida y arguyendo amenazas sobre lo que podía caerle si fallaba el humano se concentró. Ese era su punto negativo, si sus compañeros seguían en la misma línea los actos tendrían doble consecuencia, las relacionadas al juego, y lo que la noruega creyera conveniente.

-Atended- y la magia acudió a sus manos con el cosquilleo común, sintió la adrenalina en su cuerpo y la espectación a su alrededor, que le ponía más nervioso si cabía. Charlie lanzó varias frases para distraerle pero logró levantar el cubo sin problemas, aunque notó cierto desequilibrio al estar casi rebosando agua. Tayron notó el tirón de esfuerzo al estar levitando de espaldas pero en principio lo realizó sin problemas aunque el objeto se tambaleó en varias ocasiones, escapándose un poco el líquido. Dejó escapar el aliento cuando la base del barreño se apoyó en el suelo con sutileza
-Lo siento, vais a quedaros sin ver mi envidiable cuerpo, aunque si os sirve de consuelo he quedado privado de ver a Dafne empapada- y terminó riéndose. Luego se giró hacia Sox- toma nota- le dijo claramente en un tono provocador, quién sabía si así animaba al carabés a participar de manera directa en el juego, o simplemente a picarse en otro momento que no fuera reto o verdad.

-Bien, bien- su mirada llena de confianza se paseó por las víctimas. Finalmente se detuvo en el joven de ojos entre el amarillo y el verde- Siete, ¿verdad o reto?- preguntó mientras su mente trabajaba con velocidad- así me gusta- aplaudió cuando el idrino se decantó por prueba. Era de los suyos- Elige a una persona que se restriegue una fruta en las orejas y ombligo- Tay era lo suficientemente malicioso como para dejar unos segundos de espera- y limpia el jugo con la lengua.

Siete observó expectante al cubo moviendose, mordiendose las ganas de dar alguna indicacion en voz alta, por si acaso. Estaba sonriendo con la fanfarronería y se rió breve cuando se dirigió a Sox, corriendo a taparse la boca después. 



Cruzó miradas con Tayron y se puso derecho, entendiendo que le iba a tocar. Siete tardó unos segundos en decidir que quería hacer. Aunque la honestidad era parte de como se había criado, eso no significaba que quisiera hablar de cualquier cosa. 

- Desafío- dijo, sonando poco convencido. Escuchó con atenció y arrugó la cara en una mueca, luego sonriendo otra vez. 

Siete se giró para registrar quien participaba, y quién, en su gesto, le daba ya una respuesta sobre si era bien recibido.

- ¿Quien sea?- preguntó con un rastro de malicia y un brillo en los ojos. Se levantó sin anunciar nada en concreto y cortó media fruta madura. Cuando se giró de nuevo al grupo, le corría zumo por la mano-. Tayron, con permiso...


Le manchó la oreja con cuidado, usando tan sólo los dedos. Los humanos tenían un oido bulboso y extraño, que siempre le había llamado la atención. De hecho, era un rasgo compartido, con menores diferencias, entre el resto. Su idea no había sido explorar la diferencia con la lengua, pero le valía como oportunidad. 
El estómago si lo frotó con la fruta, antes de abandonarla en uno de los taburetes que funcionaban como mesilla.

Sonrió nervioso, a medio camino del desafío y acercó la lengua a la oreja. Acabó poniendo los labios sobre el lóbulo y tanteó cómo lamer la mancha de fruta de su piel. Era, simultáneamente, una experiencia muy extraña y familiar. La forma le era extranjera, pero era carne y piel contra su lengua.
Limpió en un lameton lo que había resbalado por el cuello y bajó a seguir con la piel del estómago. Estaba dulce y era pegajoso, y a Siete le estaba entrando la risa. Suponía que la gracia del desafío era hacerlo de forma sugestiva, pero no puso especial interés en ello. Bastaba que era como besarle la tripa a Tayron y que le iba a pasar la lengua por encima. Lamió rápido y se limpió la boca con el dorso de la mano.

-listo. - recordó con retraso que le tocaba señalar a alguien y volvió a girarse para decidir- Daer, ¿verdad o desafío?

-Es verdad. -Contestó a Tay. -Esperemos que el nido haga de parche. -El nublino parecía concentrado en lo que tenía entre manos aunque la navaja no se movía tan rápido como de costumbre. Casi a cada tallada, el nublino se paraba a soplar y mirar que había hecho, frunciendo el ceño la mayoría de las veces como si no le acabara de convencer nunca.


Levantó la mirada un momento para responder a su hermano. -Es solo un trozo grande de "piel", no me seas quisquilloso ahora, con las que liabas en los campos de eblu*.

-Parece divertido. ¿Por qué no?-Dijo sin más.

Su hermano se lanzó sin más a encabezarlo y él no se opuso, siguió la corriente y levantaba la vista de vez en cuando para comprobar que el cubo flotaba en la dirección correcta. Un reto fácil. Miró toda la escena y recordó. Noches y tardes en la tienda principal, sus hermanos jugando y los mayores bebiendo mientras sus manos moldeaban un nuevo juguete. Una pequeña sonrisa se asomo en el nublino.
Siete le sorprendió eligiendo reto aunque el reto de Tay no, era algo que por supuesto aquel humano plantearía. La escena no tenía precio, era una fantasía extraña entre razas ajenas que no tardo en calentar levemente al nublino. Recordó a Per y a su manía de acercarse tímidamente por las noches pero con su objetivo claro y a lo juguetona que se volvió Brinava al poco...

Paró de tallar y miró lo que quedaba de aún de él, aquellas cosas negras en un desagradable muñón, cicatrices asomándose por las mangas y una mano llena de durezas, incluso más de lo que había estado... ¿Qué pensarían al verme?

Finalmente Daer lo señaló y escogiendo verdad para no tener que moverse, aquella pregunta le pilló desprevenido.

¿No se supone que fueran cosas alegres?

-Hmmm... -Tenía que pensarlo mucho. -¿De qué me arrepiento...? -Automáticamente el leve silbido de un virote llenó su mente, su hermano cargando con una simple niña... Una caída que casi los mata, su brazo siendo triturado mientras el dolor no le dejaba ni desmayarse con los gritos de su hermano, una bestia pasando de él y yendo a por su hermano, dejándolo desprotegido... Una sombra metiéndose entre su ropa, succionándole hasta el último atisbo de magia.

-De no haber reaccionado a tiempo. -La sonrisa desapareció mucho más rápido de lo que se había formado. -De no haber podido hacer nada. <<Si tan solo...>> -De ser débil.

Sin más volvió a su figurilla y le preguntó al siguiente.

-Hyun, ¿verdad o reto?

Eblu:

-Bien, pues que sea verdad. -Pensó por un momento que sería y lo que debería ser era tan obvio que aburría.

-Creo que ya sabes la pregunta que todos queremos hacerte. -Barael le hablaba mirándolo fijamente y sin ningún tipo de filtro. -Pero... Si no lo has dicho ya tus razones tendrás y voy a respetar eso. <<O al menos esperar un tiempo>>

-Así que cuéntanos qué es lo más vergonzoso que has hecho o te ha pasado antes de venir aquí.

-Quien sea- confirmó el belga con la misma malicia que el idrino, sin embargo, este fue mas astuto. Tayron permaneció expectante mientras Siete cortaba la fruta madura y también paseó la mirada por los presentes, ¿A quién escogería?, ahora mismo no había amigos. Solo jugadores.
Cuando se dirigió hacia él el rubor acudió a sus mejillas involuntariamente y le quedó la duda interna de si lo había elegido por venganza, o únicamente porque lo deseaba, lo cual era mucho más atractivo de pensar. De todas formas para él no era un castigo, Siete estaba bueno, y no todos en el torreón podrían decir que habían sido lamidos por él.

-Claro, claro, si insistes...- el humano se acercó para frecer sus orejas y se levantó la camiseta, intercambió una mirada extraña con la noruega cuando el jugo entró en contacto con su ombligo y el idrino empezó con las orejas. El aliento de Siete le rozaba el cuello y notó como no podía controlar el ritmo de su respiración, alterado por los nervios y lo divertido del momento, pero también por la morbosidad que había en todo aquello. Cuando limpió de un lametón lo que le había resbalado por el cuello abrió más los ojos por la sorpresa.
-Te emocionas, comprensible- apostilló mientras disfrutaba riendo del contacto de la lengua en su abdomen y de la propia risa de Siete. La segunda parte de la prueba no fue tan sexy, pero eso no importó para la inoportuna imaginación de Tayron. Había desviado la mirada todo el tiempo hacia el glifo en el brazo de Siete, pero le bastó agachar la cabeza para tener una poderosa visión- guau- al mismo tiempo que reía se imaginó deslizando la mano hacia la cabeza de siete y  guiándola hacia abajo. Aquella postura le recordaba a su primer encuentro sexual, un compañero de instituto y él se habían pegado en clase y habían acabado sentados frente al director en silencio y sin dejar de fulminarse con los ojos. El encuentro terminó en los cuartos de baño y aunque no fue la mejor experiencia significó bastante. Si siete solo supiera mover la lengua como aquel muchacho...- ¡Ay!- Dafne le pegó un pellizco, divertida, pero cortando a tiempo que la sangre se agolpara en sitios que no tocaba. Tayron lo agradeció en silencio y le apretó la mano, se conocían lo suficiente como para reconocer determinados rostros, Dafne había reaccionado a tiempo. En cierto modo le gustó aquella territorialidad, aunque fuera sana, pero el sentirse deseado por ella y que en cierta forma fingiera un mínimo enfado la hacía más atractiva. Otra cosa que le encantaba era que le aceptase tal y como era, no todas las novias salían con bisexuales y a ella no parecía importarle que sintiera deseo por chicos más allá de estropear la relación.  
-No lo pilles por costumbre- le dijo de broma al idrino cuando este acabó, lamentándolo en silencio.

La prueba siguió su curso y tras la verdad de Daer le llegó el turno a Barael. Tayron puso especial atención, aunque inmerso en el juego, por un momento dejó al lado los malos roces.
-¡Pero bueno Daer!- gruñó poniéndose de pie, pese a los ánimos de la noruega a que siguiera sentado- en serio, no me apetece- realizó un inciso breve para continuar con el daeliciano- ¿pero qué pregunta es esa?- aunque algo en el silencio inicial del nublino le hizo sentir que debía callarse. Lo cierto es que la pregunta tenía lo suyo y dudaba de qué habría contestado él. Se aclaró la garganta para tapar la incómoda respuesta de Barael. ¿A qué se refería exactamente?. Podrían ser muchas cosas. Tayron se sorprendió sintiendo las ganas de decir “no eres débil” y querer apoyar una mano en el hombro. Pero no podía, había un muro en medio construido por el brillo de una navaja, aunque ahora sabía que estaba formado por menos ladrillos de los que pensaba. Quizás con el tiempo... .

Y ahora, Hyun. El misterioso e indescifrable Hyun. Sin duda varias preguntas acudían a su mente pero no era el momento. “Nunca es el momento”, se dijo.
-Espero que supere al susto que me dio Rad aquella madrugada- animó.

El juego no tardo mucho en meterse en lo sexual, como esperaría cualquiera de la gente. Aunque al coreano lo pillo desprevenido debido a la falta de chicas en el grupo. Hyun pasó rapido de sorpresa a asco al ver a quien se dirigía Rigel. Estaba claro que Hyun esperaba que Rigel fuera a por Dafne o que se negara teniendo Dafne novio. No iba a hacer ningún comentario, pero el poco animo con el que se habia apuntado al juego se había esfumado. Y las siguientes pruebas no solo no lo animaron, si no que apagaron un poco al resto del grupo; sobre todo la respuesta de Barael, que parecía intencionada a bajarles a todos los humos. El coreano estaba seguro de que Daer no la había preguntado para que le dieran una respuesta seria, o al menos lo dudaba, nadie querría sacar un tema así, pero ahí estaban.

Hyun respondio naturalmente "verdad" con miedo a que le pidieran nada gay si decía reto. Pero el nublino,  por razonable que fuera el interes por su pasado, y hacerlo saber, solo hizo que le fuera más dificil animarse a seguir jugando al hablar sobre su pasado, removiendo los remordimientos que le perseguían por las noches, aunque al final no fuera ni a preguntar por el.

- Espera, tengo que pensar...- Dijo todavia apagado a la verdad que le pidió el nublino. La pregunta era más dificil de lo que parecía. Hyun presionaba los labios en señal de estar pensando. - Creo que la vez que confundí durante toda una conversación con uno de mis primos a mi primo y mi tio. No espera, fue peor...- una sonrisa vergonzosa se abrió camino por su cara. - Bueno eso- apartó el tema rapido. No había desarrollado mucho la historia y tampoco quería. Tenía que elegir a quien le seguiría, Tayron ya habia sido y a Dafne le daba cosa por si Tayron lo malinterpretaba, dado que ya pasaba mucho tiempo con ellos, asi que solo le quedaba uno.

- Charlie ¿Verdad o atrevimiento?