Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/01/18, 12:26 am
En cuanto llegaron al torreón, Neil no perdió tiempo y ayudó a Guille a sentarse en el sofá antes de limpiarse las lagrimas, remangarse y acercarse a donde habían dejado recostado a Eitne, usando rápidamente el hechizo de limpieza con el cual tenía bastante práctica.
- Voy... voy... voy a usar el grande, ¿vale, Eitne?- dijo, refiriéndose al hechizo, aunque el daeliciano se encontraba inconsciente todavía-. Voy a usar el grande.
Nervioso y temblando, pero decidido, miró a Pam como esperando alguna confirmación, ya que la consideraba la experta en magia del torreón, y procedió a realizar el hechizo sobre Eitne, esperando que fuera suficiente.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mental
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/01/18, 10:17 am
Sentía miedo y culpa mientras veia marchar a Eitne, ¿Y si no la volvía a ver? Pensó Guille y todo sería por su culpa, no podia seguir dejando que el grupo corriera peligro por su culpa.
Entonces busco con la mirada a Nime, que estaba siendo ayudada a levantarse por Milo, se quedo mirando a Milo como dandole las gracias sin que este le viese, a escondidas. La capitana y Neil se acercaron a él, la capitana estaba claramente herida y Neil claramente asustado. Entonces Adru le cogio de la mano, en un principio el iba a decir que no hacia falta ayuda que estaba bien, aunque fuera mentira no creería que mereciera esa ayuda, pero se dio cuenta que quizas todos la necesitaban. Sujeto la mano con fuerza, y despues la de Neil, quizas el podria ayudar de esta manera simplemente agarrando la mano de alguien que lo necesita, quizas si que fuera un inútil.
Mientra comenzaron a caminar se dio cuenta de las lágrimas de Adru, no dijo nada pero la sujeto la mano con firmeza, sin soltarla en todo el camino, intentado consolarla simplemente estando ahí, como si de alguna manera pudiera hacer algo para ayudar, aunque dentro de él solo sintiera culpa, arrepentimiento y miedo, aunque quizás esas dos manos le ayudaran más él.
El camino al Torreón se le hizo eterno, en silencio y sin poder dejar de pensar en todo lo que había pasado, asi iban a estar para siempre, no volverían nunca a sus casas, ese sería su hogar para siempre, Guillermo se hizo una promesa, si ese iba ser su casa para siempre haría que fuera un buen hogar, costase lo que costase.
Pronto llegaron al torren, que ya esta en movimiento, Pam había llegado antes y ya habia comenzado a organizarlo todo, Guillermo se dejo ayudar a sentarse por Neil, no dijo nada, solo se quedó ahi, sabiendo que no podría hacer mucho, mas que simplemente, rogar en silencio que Eitne se pusiera bien, deseando que alguien pudiera escuchar sus súplicas.
Entonces busco con la mirada a Nime, que estaba siendo ayudada a levantarse por Milo, se quedo mirando a Milo como dandole las gracias sin que este le viese, a escondidas. La capitana y Neil se acercaron a él, la capitana estaba claramente herida y Neil claramente asustado. Entonces Adru le cogio de la mano, en un principio el iba a decir que no hacia falta ayuda que estaba bien, aunque fuera mentira no creería que mereciera esa ayuda, pero se dio cuenta que quizas todos la necesitaban. Sujeto la mano con fuerza, y despues la de Neil, quizas el podria ayudar de esta manera simplemente agarrando la mano de alguien que lo necesita, quizas si que fuera un inútil.
Mientra comenzaron a caminar se dio cuenta de las lágrimas de Adru, no dijo nada pero la sujeto la mano con firmeza, sin soltarla en todo el camino, intentado consolarla simplemente estando ahí, como si de alguna manera pudiera hacer algo para ayudar, aunque dentro de él solo sintiera culpa, arrepentimiento y miedo, aunque quizás esas dos manos le ayudaran más él.
El camino al Torreón se le hizo eterno, en silencio y sin poder dejar de pensar en todo lo que había pasado, asi iban a estar para siempre, no volverían nunca a sus casas, ese sería su hogar para siempre, Guillermo se hizo una promesa, si ese iba ser su casa para siempre haría que fuera un buen hogar, costase lo que costase.
Pronto llegaron al torren, que ya esta en movimiento, Pam había llegado antes y ya habia comenzado a organizarlo todo, Guillermo se dejo ayudar a sentarse por Neil, no dijo nada, solo se quedó ahi, sabiendo que no podría hacer mucho, mas que simplemente, rogar en silencio que Eitne se pusiera bien, deseando que alguien pudiera escuchar sus súplicas.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/01/18, 10:43 pm
La niña libense no pudo hacer nada. Aunque trató de ponerse en pie –ni siquiera tenía un plan sobre qué hacer una vez lograra incorporarse–, no fue capaz. Temblaba como una hoja, le dolía todo, estaba demasiado nerviosa y demasiado aterrorizada. A duras penas era consciente de lo que pasaba a su alrededor, solo supo que en un momento Drusar estaba allí, y al otro no estaban ni él ni su atacante. Y Eitne…
—¡Eitne, Eitne! —fue lo que logró gritar Nime cuando el daeliciano dejó de chillar, temiendo que pasara lo peor. Gateó hacia él sin dejar de temblar, con los dientes castañeando, y cuando se trató de incorporar de nuevo, allí estaba Milo para ayudarla. Ni siquiera le dio las gracias, no podía apartar la vista de aquella carnicería azul.
Sin saber ni cómo, se vio arrastrada de vuelta al torreón. Si miraba a los demás, apenas reparaba en algo que no fuesen sus heridas. Su mente estaba digiriendo el hecho de que la muerte no iba a dejar de perseguirles. Que tal vez sucedería lo mismo una y otra vez hasta que no quedase ninguno.
Una vez en el torreón, las cosas no fueron muy diferentes. La mirada perdida de la libense seguía a los que podían hacer algo por Eitne; era incapaz de reaccionar. Nime se convirtió en una mera espectadora. Le dolía la cabeza, notaba la sangre seca que había resbalado por su nuca después del golpe, pero nada de aquello parecía importante. Eitne se iba a morir, pensaba, y Drusar había desaparecido. Era una forma suave de decirlo, teniendo en cuenta que habían tenido que huir al no poder hacer nada por él.
—¡Eitne, Eitne! —fue lo que logró gritar Nime cuando el daeliciano dejó de chillar, temiendo que pasara lo peor. Gateó hacia él sin dejar de temblar, con los dientes castañeando, y cuando se trató de incorporar de nuevo, allí estaba Milo para ayudarla. Ni siquiera le dio las gracias, no podía apartar la vista de aquella carnicería azul.
Sin saber ni cómo, se vio arrastrada de vuelta al torreón. Si miraba a los demás, apenas reparaba en algo que no fuesen sus heridas. Su mente estaba digiriendo el hecho de que la muerte no iba a dejar de perseguirles. Que tal vez sucedería lo mismo una y otra vez hasta que no quedase ninguno.
Una vez en el torreón, las cosas no fueron muy diferentes. La mirada perdida de la libense seguía a los que podían hacer algo por Eitne; era incapaz de reaccionar. Nime se convirtió en una mera espectadora. Le dolía la cabeza, notaba la sangre seca que había resbalado por su nuca después del golpe, pero nada de aquello parecía importante. Eitne se iba a morir, pensaba, y Drusar había desaparecido. Era una forma suave de decirlo, teniendo en cuenta que habían tenido que huir al no poder hacer nada por él.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/01/18, 02:32 pm
El trayecto de vuelta fue tortuoso para la edeel. Incluso aunque tratase de ignorar la herida de la cabeza, seguía ahí y resultaba dolorosa. El dolor tan solo se sumaba a la imagen de la pérdida de Drusar en su cabeza, así como a la del daeliciano con la pierna destrozada. El asreniano se había sacrificado para poder salvar a Eitne y ella… Ella no había podido hacer absolutamente nada. Una vez más les había fallado, o eso era lo que cruzaba por su mente de forma constante mientras se centraba en caminar aferrando su mano a la de Guille. <<Tengo que ser fuerte, por Eitne. También por Nime y Guille… Y por Neil>> trataba de recordarse mientras limpiaba los restos de lágrimas con su mano libre.
La vuelta al torreón la llevó a cabo de forma mecánica a partir de su resolución, y como Pelusa se había adelantado el grupo se encontró el puente ya bajado para que pudiesen entrar. La vista del edificio azuzó a Adru, quien volvió a observar a Eitne por primera vez desde que había tratado de librarlo de aquel monstruo, determinada a hacer todo lo posible por ayudarlo. Una vez dentro del torreón, Neil se encargó de llevar a Guille hasta un sofá, y ella dedicó una mirada culpable a Rox y Zob, que habían bajado a recibirles antes de ponerse en marcha siguiendo la dirección del brazo del nublino en busca de los trapos que habían pedido. Se los tendió a Pelusa mientras perdía el equilibrio, mareada por haber echado a correr teniendo una brecha en la cabeza, pero no se movió del sitio. Su mirada se posó sobre la misma persona que contaba con la atención de todos en ese momento entonces: Eitne tenía muy mal aspecto. Se arrodilló a su lado y mojó uno de los trapos en agua, escurriéndolo torpemente mientras le costaba enfocar.
—¿Qué tengo que hacer? —Pidió indicaciones, sintiéndose tan confusa y perdida tanto como por el palpitante dolor en la cabeza como por su falta de experiencia lidiando con una herida tan grave.
<<Vamos, Neil, sé que tú puedes ayudar e Eitne>> rogó para sí, no queriendo desconcentrar a su aurva mientras entonaba aquel hechizo que había sanado sus propias heridas con mucha eficacia varias semanas atrás. No obstante, incluso aun si contaban con aquel conjuro, sobre el estado de la pierna del daeliciano resultaba obvia una cosa: había perdido parte de esta e incluso aunque le curasen las heridas… Sacudió la cabeza, lo primero era asegurarse de que la vida de Eitne no corriese peligro.
La vuelta al torreón la llevó a cabo de forma mecánica a partir de su resolución, y como Pelusa se había adelantado el grupo se encontró el puente ya bajado para que pudiesen entrar. La vista del edificio azuzó a Adru, quien volvió a observar a Eitne por primera vez desde que había tratado de librarlo de aquel monstruo, determinada a hacer todo lo posible por ayudarlo. Una vez dentro del torreón, Neil se encargó de llevar a Guille hasta un sofá, y ella dedicó una mirada culpable a Rox y Zob, que habían bajado a recibirles antes de ponerse en marcha siguiendo la dirección del brazo del nublino en busca de los trapos que habían pedido. Se los tendió a Pelusa mientras perdía el equilibrio, mareada por haber echado a correr teniendo una brecha en la cabeza, pero no se movió del sitio. Su mirada se posó sobre la misma persona que contaba con la atención de todos en ese momento entonces: Eitne tenía muy mal aspecto. Se arrodilló a su lado y mojó uno de los trapos en agua, escurriéndolo torpemente mientras le costaba enfocar.
—¿Qué tengo que hacer? —Pidió indicaciones, sintiéndose tan confusa y perdida tanto como por el palpitante dolor en la cabeza como por su falta de experiencia lidiando con una herida tan grave.
<<Vamos, Neil, sé que tú puedes ayudar e Eitne>> rogó para sí, no queriendo desconcentrar a su aurva mientras entonaba aquel hechizo que había sanado sus propias heridas con mucha eficacia varias semanas atrás. No obstante, incluso aun si contaban con aquel conjuro, sobre el estado de la pierna del daeliciano resultaba obvia una cosa: había perdido parte de esta e incluso aunque le curasen las heridas… Sacudió la cabeza, lo primero era asegurarse de que la vida de Eitne no corriese peligro.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
13/01/18, 02:14 pm
El hechizo logra borrar los raspones y las rozaduras con éxito relativo, pero pierde su efecto curativo al llegar a la pierna de Eitne. La piel morada crece y se extiende de forma anómala sobre lo que queda de la articulación, sin importar la ausencia de hueso, carne o ligamento. El daño a la rodilla resulta claramente irreparable.
Mientras tanto, Eitne permanece inconsciente y sueña con dolores insoportables.
Mientras tanto, Eitne permanece inconsciente y sueña con dolores insoportables.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
21/01/18, 10:27 pm
Hyun nunca llegó a aparecer a pesar de que lo estuvieron buscando durante semanas. Milo quería creer que se había encontrado con alguien y estaba a salvo, pero después de tanto tiempo sin señales del humano hasta su característico optimismo empezaba a flaquear. Se cuidaba mucho de expresar sus dudas, sin embargo, al igual que se guardaba para si mismo las consecuencias del trato que había hecho con Rutilante para salvar la vida de Rox.
Milo no tardó mucho en percatarse de que el unicornio había tomado bastante a cambio del remedio para la parálisis del trasgo y el hechizo de curación, pues de un día para otro el irrense empezó a tener problemas para hacer magia. En los días buenos, que eran más bien pocos, el moreno podía realizar un par de hechizos antes de cansarse, pero el resto del tiempo era incapaz de emitir la más leve chispa mágica. Esa incapacidad iba de la mano de una fatiga casi crónica que le pasaba factura poco a poco, pero el chico se negaba a mostrar debilidad frente a sus compañeros y achacó sus deficiencias en el terreno de los sortilegios a una falta de capacidad natural.
—Supongo que se me da muy mal. —solía decir con una sonrisa de resignación cuando alguien le preguntaba tras un intento fallido, esforzándose por no perder el equilibrio cuando le abandonaban las fuerzas.
Con el paso de los meses lo único que delataba el agotamiento que le causaba la maldición de Rutilante eran unas ojeras pronunciadas que el norteño argumentaba con la falta de sueño, pero nada en sus acciones ni en su sonrisa habitual invitaba a las sospechas.
La rutina también le ayudaba a mantener las apariencias, pues se refugiaba en la familiaridad de sus tareas habituales para no dejarse vencer por el cansancio. Cuando se veía superado por el agotamiento, sin embargo, siempre encontraba un sitio lejos de las miradas de sus compañeros en las mazmorras. Aquel lugar le atraía de una forma irracional y el irrense pasaba mucho rato en la oscuridad sumido en sus pensamientos, pero no le daba demasiada importancia y se decía que aquel ambiente fresco y tranquilo le ayudaba a descansar. Allí abajo no tenía que mantener la sonrisa y podía relajarse durante un rato, lo que le permitía regresar junto a sus compañeros con las pilas cargadas.
Continuó entrenándose con las espadas, a pesar de todo, y ahora que la magia no era una prioridad para él le dedicó aun mas tiempo a su entrenamiento físico. Jugaba con los pequeños siempre que tenía oportunidad y continuó cultivando las relaciones con sus compañeros, por eso mismo se percató del extraño comportamiento de Guille. Desde que les había sorprendido con la celebración de a Navidad el niño se había ido encerrando más y más en si mismo, perdiendo poco a poco su habitual inquietud. Ya no se oía su risa en el torreón ni les deleitaba con sus extraños comentarios, pero nadie sabía que hacer para ponerle solución. El español rehuía las miradas de sus compañeros y siempre decía que todo estaba bien, pero cuando Milo se le acercaba para hablarle solía salir corriendo. El irrense no sabía que pensar, pero tampoco podía obligarle a hablar, así que practicaba con la flauta que el enano le había regalado con la esperanza de que eso le alegrara.
A Milo siempre le había gustado la música, pero nunca antes había tenido entre sus manos un objeto tan extraño. En Irraria se llevaba mucho el género electrónico y apenas había instrumentos, pero a pesar de todo el norteño se esforzó a en aprenderse los distintos sonidos que podía emitir aquel palo de madera agujereado. Lo hacía todo de oído, por lo que le costaba mucho progresar, pero poco a poco iba mejorando. A veces el sonido resultaba más melodioso que agónico y eso le arrancaba una amplia sonrisa.
Por otro lado estaba el fenómeno de las puertas que sonaban. En un principio todos creyeron que era alguien gastando una broma muy elaborada, pero cuando quedó claro que no era ninguno de los letarguinos empezaron a asustarse. Milo creyó, como muchos, que era cosa del Huésped de nuevo, pero nunca paso nada grave y con el tiempo todos empezaron a acostumbrarse a aquel extraño fenómeno. Tal vez era un fantasma tratando de llamar la atención o un algún poltergeist gracioso, pero lo cierto era que no le hacía daño a nadie y se convirtió en una parte más del día a día en aquella ciudad.
Aquella mañana Milo despertó tarde, cansado después de una noche de malos sueños, pero cuando bajo a la cocina y se unió a sus compañeros no dudo en apuntarse a la salida. Rox no estaba de acuerdo con aquella excursión y así se lo hizo saber a Rena y al norteño, pero ellos le aseguraron que todo saldría bien y partieron hacia las mazmorras. Que equivocados estaban.
El ataque de aquel ser invisible les había cogido por sorpresa a todos, pero Milo había sido incapaz de reaccionar a tiempo a nada. Había estado la mayor parte de la salida en silencio, pensando en sus cosas y notando los pinchazos en los músculos que la fatiga le producía, por eso se quedó paralizado cundo Guille empezó a asfixiarse. Mientras cargaba con Nime en dirección al torreón tratando de no pensar en la suerte que había corrido Drusar sus ojos no se apartaban de Eitne, reprochándose una y otra vez no haber estado mas atento.
El trayecto de vuelta y la llegada a Letargo fueron confusos, pero en cuanto el daeliciano estuvo tendido y pudieron echarle un vistazo a la herida el irrense tuvo claro que no iban a poder hacer nada por la pierna del niño. Durante unos segundos permaneció en silencio, rogando que el hechizo de curación de Neil funcionara, pero en cuanto la carne empezó a crecer sin control puso una mano en el hombro del sinhadre para detenerle.
—No va a servir —sentenció, negando con la cabeza. Tuvo que tragar saliva cuando se inclinó para observar mejor la rodilla destrozada del pequeño.
Se había criado en un pueblo minero, al igual que Rena, y tras cruzar una mirada con su compatriota los dos llegaron a la misma conclusión: no disponían de las herramientas o conocimientos para tratar una herida semejante. En las minas había muchos accidentes por derrumbe (el padre del hacker había muerto en uno de ellos) y los miembros aplastados eran insalvables. EL riesgo de necrosis del tejido era elevado y por eso se solían amputar las extremidades destrozadas. En Irraria ese tipo de operaciones no eran traumáticas porque existían las prótesis, pero por lo que sabían en Daelicia no tenían aquellos avances tecnológicos. ¿Como se lo iba a tomar Eitne?
—Hay que amputarle la pierna, pero habría que despertarle para contárselo y que lo entienda antes de hacerlo —anunció, tratando de que no le temblara la voz. Respiro hondo una vez, para tranquilizarse, y volvió hablar—. Sería aconsejable que estuviera dormido mientras... bueno, ya sabéis. Conocemos un hechizo de sueño, ¿verdad? —inquirió, tocando el pelo del daeliciano con suavidad antes de comprobar si tenía fiebre con el dorso de su mano orgánica.
Intentaba no pensar en el destino de Drusar, pues la vida de Eitne dependía de ellos ahora y aquella crisis era prioritaria. Ya habría tiempo de llorarle cuando el niño estuviera fuera de peligro.
Milo no tardó mucho en percatarse de que el unicornio había tomado bastante a cambio del remedio para la parálisis del trasgo y el hechizo de curación, pues de un día para otro el irrense empezó a tener problemas para hacer magia. En los días buenos, que eran más bien pocos, el moreno podía realizar un par de hechizos antes de cansarse, pero el resto del tiempo era incapaz de emitir la más leve chispa mágica. Esa incapacidad iba de la mano de una fatiga casi crónica que le pasaba factura poco a poco, pero el chico se negaba a mostrar debilidad frente a sus compañeros y achacó sus deficiencias en el terreno de los sortilegios a una falta de capacidad natural.
—Supongo que se me da muy mal. —solía decir con una sonrisa de resignación cuando alguien le preguntaba tras un intento fallido, esforzándose por no perder el equilibrio cuando le abandonaban las fuerzas.
Con el paso de los meses lo único que delataba el agotamiento que le causaba la maldición de Rutilante eran unas ojeras pronunciadas que el norteño argumentaba con la falta de sueño, pero nada en sus acciones ni en su sonrisa habitual invitaba a las sospechas.
La rutina también le ayudaba a mantener las apariencias, pues se refugiaba en la familiaridad de sus tareas habituales para no dejarse vencer por el cansancio. Cuando se veía superado por el agotamiento, sin embargo, siempre encontraba un sitio lejos de las miradas de sus compañeros en las mazmorras. Aquel lugar le atraía de una forma irracional y el irrense pasaba mucho rato en la oscuridad sumido en sus pensamientos, pero no le daba demasiada importancia y se decía que aquel ambiente fresco y tranquilo le ayudaba a descansar. Allí abajo no tenía que mantener la sonrisa y podía relajarse durante un rato, lo que le permitía regresar junto a sus compañeros con las pilas cargadas.
Continuó entrenándose con las espadas, a pesar de todo, y ahora que la magia no era una prioridad para él le dedicó aun mas tiempo a su entrenamiento físico. Jugaba con los pequeños siempre que tenía oportunidad y continuó cultivando las relaciones con sus compañeros, por eso mismo se percató del extraño comportamiento de Guille. Desde que les había sorprendido con la celebración de a Navidad el niño se había ido encerrando más y más en si mismo, perdiendo poco a poco su habitual inquietud. Ya no se oía su risa en el torreón ni les deleitaba con sus extraños comentarios, pero nadie sabía que hacer para ponerle solución. El español rehuía las miradas de sus compañeros y siempre decía que todo estaba bien, pero cuando Milo se le acercaba para hablarle solía salir corriendo. El irrense no sabía que pensar, pero tampoco podía obligarle a hablar, así que practicaba con la flauta que el enano le había regalado con la esperanza de que eso le alegrara.
A Milo siempre le había gustado la música, pero nunca antes había tenido entre sus manos un objeto tan extraño. En Irraria se llevaba mucho el género electrónico y apenas había instrumentos, pero a pesar de todo el norteño se esforzó a en aprenderse los distintos sonidos que podía emitir aquel palo de madera agujereado. Lo hacía todo de oído, por lo que le costaba mucho progresar, pero poco a poco iba mejorando. A veces el sonido resultaba más melodioso que agónico y eso le arrancaba una amplia sonrisa.
Por otro lado estaba el fenómeno de las puertas que sonaban. En un principio todos creyeron que era alguien gastando una broma muy elaborada, pero cuando quedó claro que no era ninguno de los letarguinos empezaron a asustarse. Milo creyó, como muchos, que era cosa del Huésped de nuevo, pero nunca paso nada grave y con el tiempo todos empezaron a acostumbrarse a aquel extraño fenómeno. Tal vez era un fantasma tratando de llamar la atención o un algún poltergeist gracioso, pero lo cierto era que no le hacía daño a nadie y se convirtió en una parte más del día a día en aquella ciudad.
---------------------------------------
Aquella mañana Milo despertó tarde, cansado después de una noche de malos sueños, pero cuando bajo a la cocina y se unió a sus compañeros no dudo en apuntarse a la salida. Rox no estaba de acuerdo con aquella excursión y así se lo hizo saber a Rena y al norteño, pero ellos le aseguraron que todo saldría bien y partieron hacia las mazmorras. Que equivocados estaban.
El ataque de aquel ser invisible les había cogido por sorpresa a todos, pero Milo había sido incapaz de reaccionar a tiempo a nada. Había estado la mayor parte de la salida en silencio, pensando en sus cosas y notando los pinchazos en los músculos que la fatiga le producía, por eso se quedó paralizado cundo Guille empezó a asfixiarse. Mientras cargaba con Nime en dirección al torreón tratando de no pensar en la suerte que había corrido Drusar sus ojos no se apartaban de Eitne, reprochándose una y otra vez no haber estado mas atento.
El trayecto de vuelta y la llegada a Letargo fueron confusos, pero en cuanto el daeliciano estuvo tendido y pudieron echarle un vistazo a la herida el irrense tuvo claro que no iban a poder hacer nada por la pierna del niño. Durante unos segundos permaneció en silencio, rogando que el hechizo de curación de Neil funcionara, pero en cuanto la carne empezó a crecer sin control puso una mano en el hombro del sinhadre para detenerle.
—No va a servir —sentenció, negando con la cabeza. Tuvo que tragar saliva cuando se inclinó para observar mejor la rodilla destrozada del pequeño.
Se había criado en un pueblo minero, al igual que Rena, y tras cruzar una mirada con su compatriota los dos llegaron a la misma conclusión: no disponían de las herramientas o conocimientos para tratar una herida semejante. En las minas había muchos accidentes por derrumbe (el padre del hacker había muerto en uno de ellos) y los miembros aplastados eran insalvables. EL riesgo de necrosis del tejido era elevado y por eso se solían amputar las extremidades destrozadas. En Irraria ese tipo de operaciones no eran traumáticas porque existían las prótesis, pero por lo que sabían en Daelicia no tenían aquellos avances tecnológicos. ¿Como se lo iba a tomar Eitne?
—Hay que amputarle la pierna, pero habría que despertarle para contárselo y que lo entienda antes de hacerlo —anunció, tratando de que no le temblara la voz. Respiro hondo una vez, para tranquilizarse, y volvió hablar—. Sería aconsejable que estuviera dormido mientras... bueno, ya sabéis. Conocemos un hechizo de sueño, ¿verdad? —inquirió, tocando el pelo del daeliciano con suavidad antes de comprobar si tenía fiebre con el dorso de su mano orgánica.
Intentaba no pensar en el destino de Drusar, pues la vida de Eitne dependía de ellos ahora y aquella crisis era prioritaria. Ya habría tiempo de llorarle cuando el niño estuviera fuera de peligro.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
23/01/18, 12:30 am
No podía estar pendiente de todo, aunque buena parte de su atención se llevaba Eitne y Neil que parecía claramente nerviosos cuando empezó con el hechizo de curación, el cual fue evidente no surtía un efecto completo. No fue extraño para Pam el notarlo, ya lo esperaba. Ella misma había visto un trozo de hueso saltar de la pierna de Eitne cuando aquel bicho le ataco, su pierna estaba en demasiado mal estado, no es como si fuera dos piezas que pudiesen coserse o pegarse y ya esta. Se mordió los labios ansiosas cuando Milo finalmente menciono lo que ya estaba claro para ella.
La tensión se respiraba, Eitne seguía inconsciente por el mismo dolor, y si debían avisarle iba a ser difícil sintiéndose como se sentía. No iba a se runa tarea sencilla, no tenia medios para curar su pierna...pero también corrían el riesgo que sino moría por la infecciona lo haría al cortarla. Era riesgos fuese como fuese << SI se la cortamos aun hay posibilidades, pero si lo dejamos así va a morir sin remedio >> pensó Pam sintiendo el sudor recorriendo su vestido por su espalda. Respiro hondo intentando calmar sus pensamientos que estaba pronto a volverse histéricos. << No, calma, calma...aun se puede hacer algo, vayamos por pasos , venga Pam, tu puedes, maldita sea. La suerte estara de nuestra parte esta vez, debe estarlo >> pensó abriendo los ojos que había mantenido cerrados buscando calmarla ansiedad que empezaba a hacer mella en ella.
- Bien, no hay otra forma- suspiro Pam frunciendo el ceño, mirando a sus compañeros y Eitne con la preocupación atorada en su garganta- Vamos a subirlo arriba a una cama, hay toallas preparadas, debemos tener en todo momento agua caliente y asegurarse que el torniquete que le hice se quede ajustado....es preferible que no haya riego sanguíneo en la zona a que se desangre...ya no es recuperable de todos modos- dijo Pam sonando algo dura y fria pero relatando una realidad, dando indicaciones de forma clara, mirándolos de una forma tan penetrante que no aceptaba replicas- Hay que dividirse, subiremos y Neil curara a Adru que se dio un golpe fuerte, Guille y Nime subid también que os intentare curar yo, Neil necesita mantener toda la magia que pueda. Sin quejas, os necesitamos en plena forma a todo el mundo- dijo Pam mirando a los tres, sin haber perdido detalles de los golpes que recibieron en la lucha contra el lagarto mimetico. Miró a los restantes con nerviosismos pero decidida- Que alguien se encargare de intentar despertar a Eitne mientras sano a estos dos, y que alguien lo ayude a sostenerlo porque va a dolerle horrores cuando se despierte de la inconsciencia....y buscad un arma de filo, bien afilada...aseguraros de esterilizarlo con calor o podría coger una infección. Aunque si alguien se le ocurre algo mejor para evitar un mal peor, que lo haga, pero daros prisa- dijo rápidamente haciéndole un gesto a Rena para que cogiera a Eitne y pudieran subirlo- ¡A moverse todo el mundo! - dijo sin alzar la voz pero igual de impaciente y con la tensión evidente en su pequeña espalda sudorosa mientras subía rápidamente a las habitaciones tras Rena, esperando que los mas pequeños le siguieran.
La tensión se respiraba, Eitne seguía inconsciente por el mismo dolor, y si debían avisarle iba a ser difícil sintiéndose como se sentía. No iba a se runa tarea sencilla, no tenia medios para curar su pierna...pero también corrían el riesgo que sino moría por la infecciona lo haría al cortarla. Era riesgos fuese como fuese << SI se la cortamos aun hay posibilidades, pero si lo dejamos así va a morir sin remedio >> pensó Pam sintiendo el sudor recorriendo su vestido por su espalda. Respiro hondo intentando calmar sus pensamientos que estaba pronto a volverse histéricos. << No, calma, calma...aun se puede hacer algo, vayamos por pasos , venga Pam, tu puedes, maldita sea. La suerte estara de nuestra parte esta vez, debe estarlo >> pensó abriendo los ojos que había mantenido cerrados buscando calmarla ansiedad que empezaba a hacer mella en ella.
- Bien, no hay otra forma- suspiro Pam frunciendo el ceño, mirando a sus compañeros y Eitne con la preocupación atorada en su garganta- Vamos a subirlo arriba a una cama, hay toallas preparadas, debemos tener en todo momento agua caliente y asegurarse que el torniquete que le hice se quede ajustado....es preferible que no haya riego sanguíneo en la zona a que se desangre...ya no es recuperable de todos modos- dijo Pam sonando algo dura y fria pero relatando una realidad, dando indicaciones de forma clara, mirándolos de una forma tan penetrante que no aceptaba replicas- Hay que dividirse, subiremos y Neil curara a Adru que se dio un golpe fuerte, Guille y Nime subid también que os intentare curar yo, Neil necesita mantener toda la magia que pueda. Sin quejas, os necesitamos en plena forma a todo el mundo- dijo Pam mirando a los tres, sin haber perdido detalles de los golpes que recibieron en la lucha contra el lagarto mimetico. Miró a los restantes con nerviosismos pero decidida- Que alguien se encargare de intentar despertar a Eitne mientras sano a estos dos, y que alguien lo ayude a sostenerlo porque va a dolerle horrores cuando se despierte de la inconsciencia....y buscad un arma de filo, bien afilada...aseguraros de esterilizarlo con calor o podría coger una infección. Aunque si alguien se le ocurre algo mejor para evitar un mal peor, que lo haga, pero daros prisa- dijo rápidamente haciéndole un gesto a Rena para que cogiera a Eitne y pudieran subirlo- ¡A moverse todo el mundo! - dijo sin alzar la voz pero igual de impaciente y con la tensión evidente en su pequeña espalda sudorosa mientras subía rápidamente a las habitaciones tras Rena, esperando que los mas pequeños le siguieran.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
23/01/18, 06:59 pm
Eitne despertó con un grito lastimero, tal y como había acabado su sueño. Abrió los ojos, cortó el chillido y miró a todas partes, desorientado. Lo primero que pensó fue que estaba muerto. Que el lagarto se lo había comido. Pero el dolor apagado que le nacía de la pierna le indicaba lo contrario. El niño apretó los dientes con fuerza y chilló de nuevo, esta vez para adentro, haciéndose daño en la garganta. Algo le oprimía el muslo con tanta fuerza que Eitne supo que ejercía de barrera para impedir un dolor peor. Alrededor de la rodilla notaba una sensación extraña, como un hijo roto del frío y el calor.
Las lágrimas encontraron un cauce viejo a través de su cara. El cuerpo entero comenzó a picarle y Eitne sudó, preludio de un ataque de ansiedad. Recordó los lengüetazos y cerró los ojos, arrugando los párpados. El sudor comenzó a escocerle en las heridas que aun habían sobrevivido y, extrañamente, sintió que aquel malestar le reconfortaba tanto como lo distraía del mayor foco de dolor.
Poco a poco cogió consciencia de dónde estaba. Volvió a mirar a su alrededor, esta vez sabiendo lo que veía, y reconoció a Milo. Con cuidado de no hacer gestos brucos y, sobre todo, de no destaparse, Eitne se giró un poco y le dirigió una mirada llorosa y llena de desesperanza.
—¿Mi-Milo?
El niño no sabía qué preguntar, porque sabía que no le gustaría ninguna respuesta.
Las lágrimas encontraron un cauce viejo a través de su cara. El cuerpo entero comenzó a picarle y Eitne sudó, preludio de un ataque de ansiedad. Recordó los lengüetazos y cerró los ojos, arrugando los párpados. El sudor comenzó a escocerle en las heridas que aun habían sobrevivido y, extrañamente, sintió que aquel malestar le reconfortaba tanto como lo distraía del mayor foco de dolor.
Poco a poco cogió consciencia de dónde estaba. Volvió a mirar a su alrededor, esta vez sabiendo lo que veía, y reconoció a Milo. Con cuidado de no hacer gestos brucos y, sobre todo, de no destaparse, Eitne se giró un poco y le dirigió una mirada llorosa y llena de desesperanza.
—¿Mi-Milo?
El niño no sabía qué preguntar, porque sabía que no le gustaría ninguna respuesta.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
24/01/18, 05:19 am
Mientras dejaba las toallas, por la mente de Rox navegaban todo tipo de imágenes macabras sobre lo que había podido suceder. Todas le dejaban el cuerpo hecho un flan y las mejillas ardiendo por la rabia. Sin embargo, ninguna le hizo juicio alguno a lo que realmente era.
Cuando vio la pierna de Eitne tuvo que taparse la boca y mirar a un lado, conteniendo las náuseas. No había forma de describirlo, no podía haberse imaginado tal desastre, ni aunque se lo hubieran descrito con pelos y señales. El repudio que le daba era suficiente como para no querer volver a mirar, y eso que la sangre ni siquiera era roja.
Mantuvo la distancia, con sudores fríos y el cuerpo demasiado descompuesto como para intervenir, pronunciarse o ayudar en más de lo que le pedían. Simplemente, acribillaba con la vista a todos menos a Eitne mientras su voz interior gritaba «os lo dije» una y otra vez, frustrada y asustada a la par. Quería culparlos a todos. Luego, culpar a la ciudad, a lo que le hubiera hecho eso al daeliciano y, por último, muy, muy en el fondo, culparse a si misma. No era el momento de estar enfadada con el mundo, mas le resultaba imposible no estarlo entre aquel cóctel de sentimientos. Cuando Milo dijo que habría que amputar, sin embargo, la rabia de la coreana se fundió en debilidad, tanto física como mental. La fuerza se le escapaba con cada bocanada de aire, y el "os lo dije" en bucle se convirtió en "no quiero estar aquí".
Aunque su papel fuera el mismo que el de una maceta -y no fuese a cambiar por la impotencia-, Rox subió con el resto. Por primera vez comprendía perfectamente como se había sentido Hyun cuando estaba con ellos. Le daba igual si era egoista, el miedo le impedía hacer nada, le impedía seguir enfadada, a ofrecerse a sujetar a Eitne o siquiera acercarse a más de 3 metros de la cama. Lo único que quería era desaparecer, volver a casa, esconderse, cerrar los ojos y taparse los oídos como un niño. No era quien para reclamarle nada a nadie si tampoco podía reclamarse a si misma.
La vocecilla de Eitne y su mirada lastimera fue la gota que colmó el vaso. Apoyando la espalda en la pared, se dejó caer poco a poco hasta quedar sentada en el suelo. Estaba atenta a la conversación, atenta al momento para alejarse del cuarto.
Cuando vio la pierna de Eitne tuvo que taparse la boca y mirar a un lado, conteniendo las náuseas. No había forma de describirlo, no podía haberse imaginado tal desastre, ni aunque se lo hubieran descrito con pelos y señales. El repudio que le daba era suficiente como para no querer volver a mirar, y eso que la sangre ni siquiera era roja.
Mantuvo la distancia, con sudores fríos y el cuerpo demasiado descompuesto como para intervenir, pronunciarse o ayudar en más de lo que le pedían. Simplemente, acribillaba con la vista a todos menos a Eitne mientras su voz interior gritaba «os lo dije» una y otra vez, frustrada y asustada a la par. Quería culparlos a todos. Luego, culpar a la ciudad, a lo que le hubiera hecho eso al daeliciano y, por último, muy, muy en el fondo, culparse a si misma. No era el momento de estar enfadada con el mundo, mas le resultaba imposible no estarlo entre aquel cóctel de sentimientos. Cuando Milo dijo que habría que amputar, sin embargo, la rabia de la coreana se fundió en debilidad, tanto física como mental. La fuerza se le escapaba con cada bocanada de aire, y el "os lo dije" en bucle se convirtió en "no quiero estar aquí".
Aunque su papel fuera el mismo que el de una maceta -y no fuese a cambiar por la impotencia-, Rox subió con el resto. Por primera vez comprendía perfectamente como se había sentido Hyun cuando estaba con ellos. Le daba igual si era egoista, el miedo le impedía hacer nada, le impedía seguir enfadada, a ofrecerse a sujetar a Eitne o siquiera acercarse a más de 3 metros de la cama. Lo único que quería era desaparecer, volver a casa, esconderse, cerrar los ojos y taparse los oídos como un niño. No era quien para reclamarle nada a nadie si tampoco podía reclamarse a si misma.
La vocecilla de Eitne y su mirada lastimera fue la gota que colmó el vaso. Apoyando la espalda en la pared, se dejó caer poco a poco hasta quedar sentada en el suelo. Estaba atenta a la conversación, atenta al momento para alejarse del cuarto.
- ♪♫♬:
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/01/18, 09:12 pm
Eorlir no tardó mucho en acostumbrarse a la vida en el nuevo torreón. Nuevos compañeros con los que pronto cogió cierta confianza, especialmente con los sinhadres, al ser los más cercanos a sus costumbres. De todos modos, una nueva sensación de incomodidad cuando alguien se le acercaba demasiado pronto empezó a molestarle. Intentaba ignorarla, pero más de una vez se encontraba excusándose con los demás para pasar algunos minutos a solas. Le preocupaba, sobre todo con Ina, con la que estaba más acostumbrado a estar y la que probablemente notara más acusadamente ese cambio en su conducta.
Aunque albergaba la esperanza de reencontrarse con su grupo algún día, tardó un tiempo en volver a salir a la ciudad. No quería repetir una experiencia similar tan pronto. Además, Ina tampoco estaba mucho por la labor, y no la podía culpar. Estableció una rutina en la que desayunaban (Ina lo hacía tarde, ya que ella seguía levantándose a mediodía), ayudaban en las tareas del torreón y por la tarde salía al patio con Ina a practicar con los estoques. Poco a poco se empezó a notar en forma, e Ina recuperó la buena cara después del susto del desastre de la excursión fallida. Por la noche pintaba con lo poco que tenía. Una vez cogió confianza con sus compañeros de torreón, hasta pidió pintarles algun retrato. La pintura, el arte, era de las pocas conexiones que tenía de su vida anterior a esa ciudad, y se aferraría a ello todo lo que pudiera. Aún así, nunca lograba relajarse del todo. No quería que otro desastre le sorprendiera con la guardia baja. Habían salido relativamente bien parados la vez anterior, y estaba convencido que en la próxima ocasión la suerte no les sonreiría tanto.
Los demás perdieron poco a poco la esperanza de encontrar a su compañero perdido, y aunque él se resistió todo lo que pudo, al final se convenció de que no vería nunca más a Monica, Lorenzo y el resto. No creía que estuvieran muertos, al menos no todos, pero la ciudad era enorme, y con todos los posibles peligros que les acechaban cuando salían hubieran necesitado demasiado tiempo para volver a encontrar su viejo torreón. Sólo esperaba que Hyun se hubiera encontrado con los del otro torreón, o que por lo menos hubiera encontrado un sitio donde resistir por su cuenta. Pero con Rocavarancolia de por medio, incluso esa esperanza muchas veces resultaba ridícula.
Eorlir e Ina decidieron quedarse en el torreón en la expedición a las mazmorras que propusieron a raíz de la mención de Guille, uno de los pequeños del torreón, de niños viviendo allí. Mientras esperaban a que los excursionistas volvieran, se dedicó a ayudar en el torreón en lo que hiciera falta, aprovechando también que los ocasionales, pero molestos ruidos de gente llamando a puertas esa mañana habían callado y podía relajarse un poco. Sin embargo, cuando el grupo volvió quedó patente de que la ciudad tan sólo les había dado un breve respiro. El grupo volvió... pero no volvieron enteros. Y según dijo Pam cuando pudo recomponerse de la carrera que había hecho para volver al torreón, tenían un herido grave. El sinhadre no dudó y siguió las ordenes de la mona del queso con rapidez, intentando mantener la cabeza fría para cuando los heridos entraran en el edificio. Aun así, cuando vio la pierna de Eitne, se quedó una fracción de segundo paralizado, blanco. Recordó a Barael y la forma en la que perdió una mano. No era un experto en medicina, pero supo antes de que lo dijeran los demás que eso no se podía salvar. Eitne perdería esa pierna. Empezó a sentir sudores fríos, a notar una sensación de irrealidad.
-Voy a... "no." por algo de la armería... "otra vez" Ahora os sigo... "Otra vez no." -Bajó deprisa a la armería. Cuando llegó, dio un puñetazo en la pared, magullándose un poco la mano, tratando de serenarse. ""No, maldita sea, otra vez NO. Otra vez lo mismo, otra vez alguien que está al borde de la muerte, OTRA VEZ." Reprimía un grito de frustración, respirando agitadamente. Estaba al borde de un ataque de ansiedad, y tan sólo logro contenerse aferrándose a la necesidad de encontrar un arma afilada
Tardó un poco en lograr recuperar mínimamente la compostura. Cogió lo que necesitaba y subió con los demás, sintiéndo que a poco que sucediera iba a estallar. Al poco de subir presenció como Eitne recuperaba la consciencia. La forma frágil con la que habló, la visión del cuerpo tendido y la mirada rota que tenía el pequeño casi fueron suficientes para que Eorlir se derrumbara de nuevo. El grito seguía en su garganta, reprimido. Miró al chiquillo, sin atreverse a hablar, y se apoyó en una pared, cogiendose las manos, que le temblaban sin parar.
Aunque albergaba la esperanza de reencontrarse con su grupo algún día, tardó un tiempo en volver a salir a la ciudad. No quería repetir una experiencia similar tan pronto. Además, Ina tampoco estaba mucho por la labor, y no la podía culpar. Estableció una rutina en la que desayunaban (Ina lo hacía tarde, ya que ella seguía levantándose a mediodía), ayudaban en las tareas del torreón y por la tarde salía al patio con Ina a practicar con los estoques. Poco a poco se empezó a notar en forma, e Ina recuperó la buena cara después del susto del desastre de la excursión fallida. Por la noche pintaba con lo poco que tenía. Una vez cogió confianza con sus compañeros de torreón, hasta pidió pintarles algun retrato. La pintura, el arte, era de las pocas conexiones que tenía de su vida anterior a esa ciudad, y se aferraría a ello todo lo que pudiera. Aún así, nunca lograba relajarse del todo. No quería que otro desastre le sorprendiera con la guardia baja. Habían salido relativamente bien parados la vez anterior, y estaba convencido que en la próxima ocasión la suerte no les sonreiría tanto.
Los demás perdieron poco a poco la esperanza de encontrar a su compañero perdido, y aunque él se resistió todo lo que pudo, al final se convenció de que no vería nunca más a Monica, Lorenzo y el resto. No creía que estuvieran muertos, al menos no todos, pero la ciudad era enorme, y con todos los posibles peligros que les acechaban cuando salían hubieran necesitado demasiado tiempo para volver a encontrar su viejo torreón. Sólo esperaba que Hyun se hubiera encontrado con los del otro torreón, o que por lo menos hubiera encontrado un sitio donde resistir por su cuenta. Pero con Rocavarancolia de por medio, incluso esa esperanza muchas veces resultaba ridícula.
Eorlir e Ina decidieron quedarse en el torreón en la expedición a las mazmorras que propusieron a raíz de la mención de Guille, uno de los pequeños del torreón, de niños viviendo allí. Mientras esperaban a que los excursionistas volvieran, se dedicó a ayudar en el torreón en lo que hiciera falta, aprovechando también que los ocasionales, pero molestos ruidos de gente llamando a puertas esa mañana habían callado y podía relajarse un poco. Sin embargo, cuando el grupo volvió quedó patente de que la ciudad tan sólo les había dado un breve respiro. El grupo volvió... pero no volvieron enteros. Y según dijo Pam cuando pudo recomponerse de la carrera que había hecho para volver al torreón, tenían un herido grave. El sinhadre no dudó y siguió las ordenes de la mona del queso con rapidez, intentando mantener la cabeza fría para cuando los heridos entraran en el edificio. Aun así, cuando vio la pierna de Eitne, se quedó una fracción de segundo paralizado, blanco. Recordó a Barael y la forma en la que perdió una mano. No era un experto en medicina, pero supo antes de que lo dijeran los demás que eso no se podía salvar. Eitne perdería esa pierna. Empezó a sentir sudores fríos, a notar una sensación de irrealidad.
-Voy a... "no." por algo de la armería... "otra vez" Ahora os sigo... "Otra vez no." -Bajó deprisa a la armería. Cuando llegó, dio un puñetazo en la pared, magullándose un poco la mano, tratando de serenarse. ""No, maldita sea, otra vez NO. Otra vez lo mismo, otra vez alguien que está al borde de la muerte, OTRA VEZ." Reprimía un grito de frustración, respirando agitadamente. Estaba al borde de un ataque de ansiedad, y tan sólo logro contenerse aferrándose a la necesidad de encontrar un arma afilada
Tardó un poco en lograr recuperar mínimamente la compostura. Cogió lo que necesitaba y subió con los demás, sintiéndo que a poco que sucediera iba a estallar. Al poco de subir presenció como Eitne recuperaba la consciencia. La forma frágil con la que habló, la visión del cuerpo tendido y la mirada rota que tenía el pequeño casi fueron suficientes para que Eorlir se derrumbara de nuevo. El grito seguía en su garganta, reprimido. Miró al chiquillo, sin atreverse a hablar, y se apoyó en una pared, cogiendose las manos, que le temblaban sin parar.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
26/01/18, 10:19 pm
Milo ayudó a trasladar a Eitne en silencio, cuidándose de que el niño no se despertara durante el trayecto hasta la habitación, y cuando lo acomodaron en la cama se quedó a su lado mientras los demás iban trayendo las cosas que había pedido Pam. El irrense tenía la impresión de que el tiempo pasaba muy despacio y su mirada se perdía más allá de la ventana, pero cuando el daeliciando se agitó en sueños le prestó toda su atención.
—Hola, Eitne —le saludó con una pequeña sonrisa cuando el pequeño habló, pasandole los dedos por el cabello rizado—. Estas gravemente herido, por eso te duele la pierna —le explicó, tratando de transmitirle confianza con sus gestos a pesar de la terrible situación.
Antes de seguir hablando intercambio una mirada con Rena, por ser ambos los más capacitados para explicarle la situación, y sin dar muchos rodeos procedió a explicarle lo que tenían que hacer. Su discurso no fue frío ni impersonal, pero tampoco sonó aterrorizado, y se aseguró de reflejar seguridad en sus palabras para que el daeliciano no se asustara más de la cuenta.
—No podemos curarte la pierna, Eitne, por eso tenemos que quitártela antes de que la herida te corrompa la carne... —añadió, pero se detuvo un momento y observó al chico en silencio. Quizá llenarle la cabeza con términos complicados no era buena idea—. Suena más fuerte de lo que es, pero te aseguro que no es para tanto. Miranos a Rena y a mi, ¿no te gustan nuestras prótesis? Cuando podamos regresar a casa te conseguiremos una igual para la pierna —aseguró, dedicándole una sonrisa afectuosa mientras volvía a acariciarle el pelo—. Con el hechizo apropiado ni siquiera sentirás dolor. —agregó con más confianza de la que sentía.
Dar una noticia así a un niño pequeño no era fácil ni agradable, pero alguien tenía que hacerlo. Tenían que ser fuertes precisamente por ellos.
—La última palabra la tienes tu, Eitne —murmuró, apretándole la mano con suavidad—. Piensatelo bien y no te asustes. Estamos aquí contigo. —concluyó, manteniendo su sonrisa con estoicidad.
—Hola, Eitne —le saludó con una pequeña sonrisa cuando el pequeño habló, pasandole los dedos por el cabello rizado—. Estas gravemente herido, por eso te duele la pierna —le explicó, tratando de transmitirle confianza con sus gestos a pesar de la terrible situación.
Antes de seguir hablando intercambio una mirada con Rena, por ser ambos los más capacitados para explicarle la situación, y sin dar muchos rodeos procedió a explicarle lo que tenían que hacer. Su discurso no fue frío ni impersonal, pero tampoco sonó aterrorizado, y se aseguró de reflejar seguridad en sus palabras para que el daeliciano no se asustara más de la cuenta.
—No podemos curarte la pierna, Eitne, por eso tenemos que quitártela antes de que la herida te corrompa la carne... —añadió, pero se detuvo un momento y observó al chico en silencio. Quizá llenarle la cabeza con términos complicados no era buena idea—. Suena más fuerte de lo que es, pero te aseguro que no es para tanto. Miranos a Rena y a mi, ¿no te gustan nuestras prótesis? Cuando podamos regresar a casa te conseguiremos una igual para la pierna —aseguró, dedicándole una sonrisa afectuosa mientras volvía a acariciarle el pelo—. Con el hechizo apropiado ni siquiera sentirás dolor. —agregó con más confianza de la que sentía.
Dar una noticia así a un niño pequeño no era fácil ni agradable, pero alguien tenía que hacerlo. Tenían que ser fuertes precisamente por ellos.
—La última palabra la tienes tu, Eitne —murmuró, apretándole la mano con suavidad—. Piensatelo bien y no te asustes. Estamos aquí contigo. —concluyó, manteniendo su sonrisa con estoicidad.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/01/18, 02:33 am
Nime no se enteró de mucho durante un rato. El ajetreo superaba su dolor de cabeza, como si todo se moviese más rápido de lo que pudiese procesar. No empezó a reaccionar hasta que comprendió que Eitne no se iba a morir. Gracias a la magia había dejado de perder sangre… o lo que fuera aquel líquido azul. Todavía había esperanza.
Se levantó e intentó seguir a los demás por las escaleras, aunque al pasar al lado de Pelusa le dijo:
—Cura a los demás primero, lo mío no es nada. —Y era verdad, se decía, en especial en comparación con lo de Eitne. O Drusar. La niña se frotó el golpe de la cabeza y tocó la sangre seca. Ya había parado de sangrar y no dolía demasiado. Sí le dolían las cervicales, que habían recibido la mayor parte del impacto, pero aquello no le impedía moverse, y por tanto para ella no era preocupante.
Se quedó bastante cerca de la puerta dle cuarto, incapaz de mirar a Eitne más que de reojo por culpa del destrozo de su pierna. Tampoco fue capaz de mirar a los ojos a nadie, aunque trataba de comprobar a base de vistazos rápidos que los demás heridos estuviesen bien.
Se sentía culpable. Había empezado a procesar lo ocurrido, y a pesar de que se había puesto a la defensiva, cerca de Guille y Eitne, lo único que pudo hacer fue salir despedida al primer golpe. Ella o Guille podrían haber sido los que estuviesen en aquella cama ahora. No podrían haber hecho nada ni aunque el ataque no los hubiese cogido por sorpresa, y ese pensamiento era aterrador.
Cuando Eitne despertó, Nime levantó la mirada del suelo, esperanzada, pero entonces escuchó las palabras de Milo y la poca entereza que le quedaba debido al shock se vino abajo. ¿Acaso no era obvio que aquella herida no se iba a quedar sin consecuencias? ¿Por qué la magia era tan traicionera e inútil cuando más se la necesitaba?
La libense no pudo hacer otra cosa que abandonar la habitación tratando de no llamar la atención. Tenía la puerta al lado. Se apoyó con una mano en la pared y se dirigió al hueco de las escaleras, hacia arriba, y allí se derrumbó, más que tomar asiento. Comenzaron los espasmos previos al llanto ya no fue capaz de contenerlo más. Aunque acallase sus sollozos, no podía dejar de llorar. Pensaba «lo siento» una y otra vez. No sabía qué era lo que lamentaba. Probablemente todo. Sentía haber sido inútil allí afuera. Sentía no haberse opuesto a salir. Sentía que le debía una disculpa a cada muerto o desaparecido. ¿Por qué se había ido de Libo? ¿Qué pintaba en aquella ciudad?
Se levantó e intentó seguir a los demás por las escaleras, aunque al pasar al lado de Pelusa le dijo:
—Cura a los demás primero, lo mío no es nada. —Y era verdad, se decía, en especial en comparación con lo de Eitne. O Drusar. La niña se frotó el golpe de la cabeza y tocó la sangre seca. Ya había parado de sangrar y no dolía demasiado. Sí le dolían las cervicales, que habían recibido la mayor parte del impacto, pero aquello no le impedía moverse, y por tanto para ella no era preocupante.
Se quedó bastante cerca de la puerta dle cuarto, incapaz de mirar a Eitne más que de reojo por culpa del destrozo de su pierna. Tampoco fue capaz de mirar a los ojos a nadie, aunque trataba de comprobar a base de vistazos rápidos que los demás heridos estuviesen bien.
Se sentía culpable. Había empezado a procesar lo ocurrido, y a pesar de que se había puesto a la defensiva, cerca de Guille y Eitne, lo único que pudo hacer fue salir despedida al primer golpe. Ella o Guille podrían haber sido los que estuviesen en aquella cama ahora. No podrían haber hecho nada ni aunque el ataque no los hubiese cogido por sorpresa, y ese pensamiento era aterrador.
Cuando Eitne despertó, Nime levantó la mirada del suelo, esperanzada, pero entonces escuchó las palabras de Milo y la poca entereza que le quedaba debido al shock se vino abajo. ¿Acaso no era obvio que aquella herida no se iba a quedar sin consecuencias? ¿Por qué la magia era tan traicionera e inútil cuando más se la necesitaba?
La libense no pudo hacer otra cosa que abandonar la habitación tratando de no llamar la atención. Tenía la puerta al lado. Se apoyó con una mano en la pared y se dirigió al hueco de las escaleras, hacia arriba, y allí se derrumbó, más que tomar asiento. Comenzaron los espasmos previos al llanto ya no fue capaz de contenerlo más. Aunque acallase sus sollozos, no podía dejar de llorar. Pensaba «lo siento» una y otra vez. No sabía qué era lo que lamentaba. Probablemente todo. Sentía haber sido inútil allí afuera. Sentía no haberse opuesto a salir. Sentía que le debía una disculpa a cada muerto o desaparecido. ¿Por qué se había ido de Libo? ¿Qué pintaba en aquella ciudad?
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/01/18, 02:21 pm
Hay momentos para los que nunca llegas a estar preparado. Ser elegido para viajar a un sitio que prácticamente era inalcanzable, ver a tus amigos desaparecer frente a tus ojos...no había muchos mas de esos momentos en la vida de Zob, pero de lejos, este se llevaba la corona. Incluso la sangre de su grisáceo cuerpo parecía querer huir lejos de allí abandonando la piel del pequeño mientras su cerebro asimilaba de golpe la situación. Cortarle la pierna a Eitne. Sin más.
Había vivido algunas situaciones parecidas con el ganado de su mundo pero de ninguna manera podían...y sin embargo, era lo lógico. El tierno Eitne que pintaba cosas en las paredes y lanzaba hechizos sin propósito en el patio. Antes de que pudiera notarlo los demás ya estaban moviéndose, era mejor no perder tiempo después de todo. Pero en algún lugar dentro de Zobriel, algo no quería moverse. Normalmente hubiera saltado y corrido y hecho cualquier cosa para ayudar a sus amigos, pero ahora non solo era capaz de seguirlos y hacer algunas acciones mecanicas mientras llevaban al daeliciano arriba. El mundo pasaba demasiado lento y la vez rápido frente a él. Caminaban y todos parecían destrozados. Pero a diferencia de ellos, Zob no era capaz de desahogarsede alguna forma en aquel momento.
No lloro, ni se desespero, por fuera al menos, solo se quedo con los ojos abiertos, sin parpadear desde hace rato. Se sentía sobrepasado por todo. Miro a Milo y a Eitne, a Pam y a Eitne, al suelo y a Eitne. Solo se quedo allí parado cerca de la cama sin mudar la expresión de su rostro esperando por la respuesta del pequeño mientras la boca se le secaba mas y mas y el nudo de su garganta se cerraba dolorosamente.
Había vivido algunas situaciones parecidas con el ganado de su mundo pero de ninguna manera podían...y sin embargo, era lo lógico. El tierno Eitne que pintaba cosas en las paredes y lanzaba hechizos sin propósito en el patio. Antes de que pudiera notarlo los demás ya estaban moviéndose, era mejor no perder tiempo después de todo. Pero en algún lugar dentro de Zobriel, algo no quería moverse. Normalmente hubiera saltado y corrido y hecho cualquier cosa para ayudar a sus amigos, pero ahora non solo era capaz de seguirlos y hacer algunas acciones mecanicas mientras llevaban al daeliciano arriba. El mundo pasaba demasiado lento y la vez rápido frente a él. Caminaban y todos parecían destrozados. Pero a diferencia de ellos, Zob no era capaz de desahogarsede alguna forma en aquel momento.
No lloro, ni se desespero, por fuera al menos, solo se quedo con los ojos abiertos, sin parpadear desde hace rato. Se sentía sobrepasado por todo. Miro a Milo y a Eitne, a Pam y a Eitne, al suelo y a Eitne. Solo se quedo allí parado cerca de la cama sin mudar la expresión de su rostro esperando por la respuesta del pequeño mientras la boca se le secaba mas y mas y el nudo de su garganta se cerraba dolorosamente.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/01/18, 04:14 pm
La señal ya estaba dada. Irónicamente, las palabras de apoyo de Milo eran su pistoletazo de salida, y aún sabiéndole mal tras aquel "estamos aquí contigo", Rox no pretendía quedarse de espectadora ni un segundo más. Con discreción, abandonó la habitación, allá donde la escena no estuviera en su campo de visión.
Nime había salido antes que ella y la duda le abarcó. No quería estar en la habitación con el resto, pero tampoco quedarse a solas mientras pasaba. Sin embargo, quizás fuera soledad lo que la menor buscaba. Finalmente, la necesidad de calor humano le pudo, y siguió los pasos de la libense con precaución.
Era como si volviera a tener 5 años y acabara de despertar de una pesadilla en medio de la noche, esperando a los pies de la cama de sus padres, con miedo a recibir una regañina por despertarlos, pero con más miedo aún de volver a su cuarto.
Había conseguido encapsular relativamente bien sus sentimientos gracias al shock, mas al ver a la morena llorar en silencio, todos y cada uno de ellos se volvieron contra ella como si de un enjambre de avispas se tratase.
—Nime—masculló finalmente. Aquello había sido tan difícil como lo había sido preguntar a sus padres si podía dormir con ellos.—¿Me puedo sentar contigo?
Era más una pregunta retórica, puesto que ni esperaba respuesta ni pensaba obligarla a responder. Tomó asiento a su lado y, despacio, pasó un brazo por su hombro, atenta a cualquier gesto para apartarlo o no. De repente se sentía culpable, muy culpable, por haberse enfadado con todos.
Nime había salido antes que ella y la duda le abarcó. No quería estar en la habitación con el resto, pero tampoco quedarse a solas mientras pasaba. Sin embargo, quizás fuera soledad lo que la menor buscaba. Finalmente, la necesidad de calor humano le pudo, y siguió los pasos de la libense con precaución.
Era como si volviera a tener 5 años y acabara de despertar de una pesadilla en medio de la noche, esperando a los pies de la cama de sus padres, con miedo a recibir una regañina por despertarlos, pero con más miedo aún de volver a su cuarto.
Había conseguido encapsular relativamente bien sus sentimientos gracias al shock, mas al ver a la morena llorar en silencio, todos y cada uno de ellos se volvieron contra ella como si de un enjambre de avispas se tratase.
—Nime—masculló finalmente. Aquello había sido tan difícil como lo había sido preguntar a sus padres si podía dormir con ellos.—¿Me puedo sentar contigo?
Era más una pregunta retórica, puesto que ni esperaba respuesta ni pensaba obligarla a responder. Tomó asiento a su lado y, despacio, pasó un brazo por su hombro, atenta a cualquier gesto para apartarlo o no. De repente se sentía culpable, muy culpable, por haberse enfadado con todos.
- ♪♫♬:
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/01/18, 06:37 pm
No se equivocó, la respuesta de Milo no le gustaba. Conforme hablaba el irrense, el daeliciano negaba con más insistencia y lloraba más fuerte.
—N-n-no, no, no, n-no, no —era todo lo que salía de su boca.
Eitne quería huír de aquella escena, saltar de la cama y correr lejos; pellizcarse hasta despertarse o saltar por la ventana. En su lugar, en un impulso inconsciente, con el último atisbo de esperanza que albergaba, levantó la manta y deseó que las palabras de Milo se revelaran como la gran mentira que eran. En su lugar, el vacío de su estómago cogió carrera y Eitne sufrió arcadas. Su pierna... La ropa estaba llena de sangre, de sangre azul, de la que daba miedo, de la suya. Y su pierna... Tapó la manta entre arcada y arcada y no se esforzó en limpiar el hilo de babas que colgaba de su boca.
—No, por favor, no quiero... No, no, no —los mocos le hicieron pompas en la nariz.
Su llanto cogió fuerza, el niño se llevó las manos a la cara y berreó de manera inconsolable. ¿Y si no volvían nunca? ¿Y si no tenía la opción de viajar a Irraria? Iba a quedarse roto para siempre, iba a quedarse cojo; inútil. Sintió una punzada de rencor hacia todos sus compañeros: hacia los que estaban con él por no haberle ayudado antes y mejor; hacia los que se quedaron en Letargo por no haberles acompañado en una salida tan peligrosa; hacia Guille, por haber insistido en arriesgarse por cuatro niños muertos; hacia Milo, por ser el portador de la mala noticia; hacia los que estaban cerca y no hablaban y hacia los que se habían ido de la habitación...
Sin embargo, la angustia de Eitne no discriminaba, y el mayor rencor lo sentía hacia sí mismo. Hacia las palabras que había soltado como un estúpido esa misma mañana y que ahora le roían el cráneo desde dentro. «Nada sale bien aquí. Nada sale bien. Nada sale bien», se repetía mientras lloraba.
—N-n-no, no, no, n-no, no —era todo lo que salía de su boca.
Eitne quería huír de aquella escena, saltar de la cama y correr lejos; pellizcarse hasta despertarse o saltar por la ventana. En su lugar, en un impulso inconsciente, con el último atisbo de esperanza que albergaba, levantó la manta y deseó que las palabras de Milo se revelaran como la gran mentira que eran. En su lugar, el vacío de su estómago cogió carrera y Eitne sufrió arcadas. Su pierna... La ropa estaba llena de sangre, de sangre azul, de la que daba miedo, de la suya. Y su pierna... Tapó la manta entre arcada y arcada y no se esforzó en limpiar el hilo de babas que colgaba de su boca.
—No, por favor, no quiero... No, no, no —los mocos le hicieron pompas en la nariz.
Su llanto cogió fuerza, el niño se llevó las manos a la cara y berreó de manera inconsolable. ¿Y si no volvían nunca? ¿Y si no tenía la opción de viajar a Irraria? Iba a quedarse roto para siempre, iba a quedarse cojo; inútil. Sintió una punzada de rencor hacia todos sus compañeros: hacia los que estaban con él por no haberle ayudado antes y mejor; hacia los que se quedaron en Letargo por no haberles acompañado en una salida tan peligrosa; hacia Guille, por haber insistido en arriesgarse por cuatro niños muertos; hacia Milo, por ser el portador de la mala noticia; hacia los que estaban cerca y no hablaban y hacia los que se habían ido de la habitación...
Sin embargo, la angustia de Eitne no discriminaba, y el mayor rencor lo sentía hacia sí mismo. Hacia las palabras que había soltado como un estúpido esa misma mañana y que ahora le roían el cráneo desde dentro. «Nada sale bien aquí. Nada sale bien. Nada sale bien», se repetía mientras lloraba.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/01/18, 10:27 pm
Adrune se mordía el borde del pulgar mientras atendía a la explicación acerca de lo que ocurriría con la pierna de Eitne. Dirigió varias miradas alternativas y preocupadas de Milo y Rena al inconsciente daeliciano, a veces también a Neil y a alguno de sus compañeros cercanos. No hacía falta pensar mucho para saber que al pequeño no iba a gustarle la idea. A ella, desde luego, le hubiese horrorizado que le dijesen que tenían que cortarle la pierna. No tanto por lo doloroso que sonaba, que incluso para alguien tan temerario como la edeel resultaba una perspectiva aterradora, si no por todo lo que implicaba perder la extremidad. No obstante, en el estado que estaba la pierna del pequeño… se podría decir que incluso con los limitados conocimientos de la sinhadre sobre anatomía y medicina no le costaba creer que lo que había explicado Milo tenía sentido.
Se dejó llevar, figuradamente ya que seguía los pasos de su aurva de forma automática, al piso de arriba tras las indicaciones que dio Pelusa. Se sentía incapaz de tomar decisiones en aquel momento, por lo que agradeció que le dijeran todo lo que debía hacer. Se dejó curar la herida por Neil sin hacer comentarios y sin ser capaz de apartar la vista de cómo metían a Eitne en una cama. Se sentía muy impotente, una vez más. Tanto por la situación como por saber que no iba a poder hacer nada más que observar. Y Drusar aparecía en sus pensamientos de tanto en cuanto, aunque la preocupación por el daeliciano era más apremiante en aquellos momentos.
Varios salieron del cuarto cuando Eitne se despertó, pero ella no fue capaz de moverse ni un solo centímetro mientras Milo le explicaba al pequeño lo que tenían que hacer. El irrense había sido directo y, según le parecía a Adru, elegido bien las palabras, pero el rechazo de Eitne no se hizo esperar. Todavía inmóvil mientras el pequeño sufría un ataque de pánico predecible, tardó un buen rato en empezar a reaccionar. Con la mirada fija en un punto en el vacío finalmente se movió, levantándose de la cama donde estaba sentada y acercándose a la del daeliciano. Se agachó para ponerse a su altura a un lado de la cama y finalmente le miró.
—¿Confías en Rena y Milo, verdad? Ellos siempre saben lo que es mejor para nosotros… —Hizo una pausa larga, tragando saliva visiblemente. Le costaba que la voz no le temblase—. Sé que es desagradable, pero deberías fijarte en cómo está tu pierna. No se puede curar tal y como está y es muy peligroso dejarla así. Tienes que ser valiente, no podemos perder a nadie más. Yo te daré la mano todo el tiempo para darte fuerzas.
Estiró levemente el brazo posándolo sobre la cama, al alcance de Eitne y giró la cabeza, no queriendo que el niño viese las lágrimas que habían comenzado a brotar de uno de sus ojos a pesar de sus esfuerzos.
Se dejó llevar, figuradamente ya que seguía los pasos de su aurva de forma automática, al piso de arriba tras las indicaciones que dio Pelusa. Se sentía incapaz de tomar decisiones en aquel momento, por lo que agradeció que le dijeran todo lo que debía hacer. Se dejó curar la herida por Neil sin hacer comentarios y sin ser capaz de apartar la vista de cómo metían a Eitne en una cama. Se sentía muy impotente, una vez más. Tanto por la situación como por saber que no iba a poder hacer nada más que observar. Y Drusar aparecía en sus pensamientos de tanto en cuanto, aunque la preocupación por el daeliciano era más apremiante en aquellos momentos.
Varios salieron del cuarto cuando Eitne se despertó, pero ella no fue capaz de moverse ni un solo centímetro mientras Milo le explicaba al pequeño lo que tenían que hacer. El irrense había sido directo y, según le parecía a Adru, elegido bien las palabras, pero el rechazo de Eitne no se hizo esperar. Todavía inmóvil mientras el pequeño sufría un ataque de pánico predecible, tardó un buen rato en empezar a reaccionar. Con la mirada fija en un punto en el vacío finalmente se movió, levantándose de la cama donde estaba sentada y acercándose a la del daeliciano. Se agachó para ponerse a su altura a un lado de la cama y finalmente le miró.
—¿Confías en Rena y Milo, verdad? Ellos siempre saben lo que es mejor para nosotros… —Hizo una pausa larga, tragando saliva visiblemente. Le costaba que la voz no le temblase—. Sé que es desagradable, pero deberías fijarte en cómo está tu pierna. No se puede curar tal y como está y es muy peligroso dejarla así. Tienes que ser valiente, no podemos perder a nadie más. Yo te daré la mano todo el tiempo para darte fuerzas.
Estiró levemente el brazo posándolo sobre la cama, al alcance de Eitne y giró la cabeza, no queriendo que el niño viese las lágrimas que habían comenzado a brotar de uno de sus ojos a pesar de sus esfuerzos.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientaciónPersonajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
29/01/18, 01:20 am
No es que Neil confiara mucho en sí mismo, y menos teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba, pero había tenido la vaga esperanza de que el hechizo consiguiera sanar la pierna de Eitne lo suficiente como para que la curación fuera posible con el tiempo. No solo el hechizo no había logrado curarlo, sino que además la única solución era amputar su pierna. Si quería que Eitne viviera tendría que ver cómo le quitaban la pierna. Aquella terrible noticia hizo temblar de miedo al aurva.
Con un asentimiento mecánico y llorando en silencio, el sinhadre cumplió la orden que le había dado Pam y guió a su edeel al piso superior donde procedió a curarla intentando no mirar hacia el lugar en el que habían recostado al daeliciano, pero eso no evitó que escuchara como Milo le explicaba que tenían que cortarle la pierna.
Mientras Eitne suplicaba por su pierna, Neil solo podía quedarse sentado donde hasta hace poco había estado curando a Adru, mirando en dirección contraria a sus compañeros, llorando en silencio y susurrando para si mismo "Lo siento" una y otra vez, consciente de que si él no fuera un inútil quizás Eitne podría haber mantenido la pierna y Drusar no hubiera caído por aquel agujero.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.