Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
18/02/18, 11:49 pm
Al final, gracias a las palabras de Adru, Eitne acabó dando su consentimiento, y aunque aquella decisión no hizo menos horrible la situación si que mejoró las posibilidades de supervivencia para el daeliciano.
—Va a doler, Eitne, pero solo será un momento —le dijo con suavidad, decidido a no mentirle—. Luego todo ira bien, ya verás. —afirmó apretándole con suavidad el hombro para transmitirle toda su confianza. Milo temblaba por dentro, pero no quería que los demás se dieran cuenta, por eso cuando Zob se ofreció a ayudar el irrense se limitó a asentir con la cabeza y darle una suave palmada de agradecimiento en el hombro.
A partir de aquel momento el irrense guardó silencio, aunque antes le dijo a Guille que era mejor que saliera de la habitación, y comenzó a mentalizarse para lo que tenían que hacer a continuación. Había mantenido una breve conversación con Rena para decidir quien iba a amputar la pierna del niño y al final se iba a encargar él, pues su compatriota podría controlar mejor a Eitne si este se sacudía en mitad del proceso. El norteño conocía el proceso y lo había visto en persona en operaciones de emergencia, pero nunca había hecho nada parecido y se sentía mareado. Se decía una y otra vez que era necesario y eso le mantenía en el sitio, pero lo único que le apetecía era salir corriendo de aquella habitación.
—Muerde esto con fuerza —le dijo al niño antes de empezar pasándole un trozo de tela grueso—, seré muy rápido. —murmuró, indicándole a sus compañeros con un gesto que le mantuvieran sujeto a la cama.
Milo sujetó con firmeza el afilado cuchillo de caza que Eorlir había subido de la armería tras esterilizarlo con fuego y procedió apretando los dientes con fuerza. El daleliciando gritó en cuanto la hoja empezó a separar la carne, pero acto seguido cayó desmayado y aquello facilitó enormemente la sangrienta tarea. Solo hicieron falta otros dos cortes firmes para separar el miembro por completo, pero cuando este rodó sobre el colchón las piernas del hacker flaquearon.
—Hay que cerrarle la herida con el hechizo de restauración, pero antes tenemos que asegurarnos de que está completamente limpia. —logró decir conteniendo las nauseas, dejando el cuchillo a un lado y envolviendo la pierna mutilada con una toalla ensangrentada.
—Va a doler, Eitne, pero solo será un momento —le dijo con suavidad, decidido a no mentirle—. Luego todo ira bien, ya verás. —afirmó apretándole con suavidad el hombro para transmitirle toda su confianza. Milo temblaba por dentro, pero no quería que los demás se dieran cuenta, por eso cuando Zob se ofreció a ayudar el irrense se limitó a asentir con la cabeza y darle una suave palmada de agradecimiento en el hombro.
A partir de aquel momento el irrense guardó silencio, aunque antes le dijo a Guille que era mejor que saliera de la habitación, y comenzó a mentalizarse para lo que tenían que hacer a continuación. Había mantenido una breve conversación con Rena para decidir quien iba a amputar la pierna del niño y al final se iba a encargar él, pues su compatriota podría controlar mejor a Eitne si este se sacudía en mitad del proceso. El norteño conocía el proceso y lo había visto en persona en operaciones de emergencia, pero nunca había hecho nada parecido y se sentía mareado. Se decía una y otra vez que era necesario y eso le mantenía en el sitio, pero lo único que le apetecía era salir corriendo de aquella habitación.
—Muerde esto con fuerza —le dijo al niño antes de empezar pasándole un trozo de tela grueso—, seré muy rápido. —murmuró, indicándole a sus compañeros con un gesto que le mantuvieran sujeto a la cama.
Milo sujetó con firmeza el afilado cuchillo de caza que Eorlir había subido de la armería tras esterilizarlo con fuego y procedió apretando los dientes con fuerza. El daleliciando gritó en cuanto la hoja empezó a separar la carne, pero acto seguido cayó desmayado y aquello facilitó enormemente la sangrienta tarea. Solo hicieron falta otros dos cortes firmes para separar el miembro por completo, pero cuando este rodó sobre el colchón las piernas del hacker flaquearon.
—Hay que cerrarle la herida con el hechizo de restauración, pero antes tenemos que asegurarnos de que está completamente limpia. —logró decir conteniendo las nauseas, dejando el cuchillo a un lado y envolviendo la pierna mutilada con una toalla ensangrentada.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mental
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
19/02/18, 11:43 pm
Guillermo estaba ahi parado mirando sin pensar, su mirada perdida era la de un muñeco roto. Esto es lo que habia conseguido.
Rompiendo sus defensas Milo le miro y le dijo que se saliera, Guillermo por primera vez en mucho tiempo instintivamente le miro a los ojos, se sintió tan pequeño y se puso rojo, queria acompañar a Eitne habia sido su culpa, pero otra vez solo era un estorbo y salió, con la cabeza baja cobarde sabiéndose menos.
Una vez fuera vio que el animo no era mejor, no era solo el todos estaban preocupados. Siguió a Nime, Se sentó cerca, alrededor también estaba Rox y algunos mas. Pasado un rato de silencio. Con todas sus fuerzas se pego dos sonoras bofetadas a la vez con las dos manos, ya estaba bien de compadecerse, pero lo estaba pasando Eitne "no te adueñes de su dolor".
Ya era mayor seguramente hubiera cumplido los diez años sin darse cuenta, tenia que empezar a hacer cosas que enmendaran sus actos.
-Era se una vez, hace mucho mucho tiempo, donde no existia ni la tristeza ni el dolor, nadie se hacia viejo, ni se hacían heridas. Pandora era un niña buena y amable pero muy curiosa. Y el dia que su padre la trajo una caja sellada, no podía contenerse, necesitaba saber que habia en la caja, pero su padre la habia dicho que no debia abrirla pues eso le habían dicho los dioses.
-Una vez sola Pandora miro la caja por todos los lados, quizas si la abrir un poquito nadie lo notaria, lo suficiente como para ver que había dentro, pero antes de ver lo que habia la cerró rápidamente y se puso a hacer cosas por la casa, pero desde la caja escucho un aleteo, Pandora penso que era una animal, asi que le pareció cruel dejarlo ahi dentro y entonces escucho una voz desde dentro "Pandora déjanos salir el mundo nos necesita, el mundo no esta completo sin nosotros".
-Entonces Pandora se acerco, rompio el sello y abrí la caja. Derrepente un monton de bichos y animales terribles salieron, dejando las palabras de miedo, odio, ira a su paso, una babosa dejaba la envidia a su paso, un mosquito a su paso trajo el hambre, y una avispa el dolor. Pandora fue corriendo a cerrar la caja "Tonta, ya no puedes detenernos, somos las cosas malas de este mundo".
-Aun así corriendo Pandora cerro rápidamente la caja aunque de ella habia conseguido salir la enfermedad, la muerte, la ira y lo celos. Pandora se sentó en el suelo, en la calle se escuchaban peleas y gente llorando. El mundo se habia vuelto feo malvado y horrible. Entonces Pandora escucho una diminuta voz que venia de la caja "Pandora, Pandora no me dejes aquí sola, el mundo me necesita, el mundo no esta completo sin mi" Pandora desconfío ya la habían engañado una vez pero la voy era tan triste, tan pequeña, que Pandora al final la abrió, al abrirla salio una pequeña mariposa blanca, y al verla Pandora se sintió mas tranquila, era la esperanza, que salio a enfrentarse con todos los males.
Rompiendo sus defensas Milo le miro y le dijo que se saliera, Guillermo por primera vez en mucho tiempo instintivamente le miro a los ojos, se sintió tan pequeño y se puso rojo, queria acompañar a Eitne habia sido su culpa, pero otra vez solo era un estorbo y salió, con la cabeza baja cobarde sabiéndose menos.
Una vez fuera vio que el animo no era mejor, no era solo el todos estaban preocupados. Siguió a Nime, Se sentó cerca, alrededor también estaba Rox y algunos mas. Pasado un rato de silencio. Con todas sus fuerzas se pego dos sonoras bofetadas a la vez con las dos manos, ya estaba bien de compadecerse, pero lo estaba pasando Eitne "no te adueñes de su dolor".
Ya era mayor seguramente hubiera cumplido los diez años sin darse cuenta, tenia que empezar a hacer cosas que enmendaran sus actos.
-Era se una vez, hace mucho mucho tiempo, donde no existia ni la tristeza ni el dolor, nadie se hacia viejo, ni se hacían heridas. Pandora era un niña buena y amable pero muy curiosa. Y el dia que su padre la trajo una caja sellada, no podía contenerse, necesitaba saber que habia en la caja, pero su padre la habia dicho que no debia abrirla pues eso le habían dicho los dioses.
-Una vez sola Pandora miro la caja por todos los lados, quizas si la abrir un poquito nadie lo notaria, lo suficiente como para ver que había dentro, pero antes de ver lo que habia la cerró rápidamente y se puso a hacer cosas por la casa, pero desde la caja escucho un aleteo, Pandora penso que era una animal, asi que le pareció cruel dejarlo ahi dentro y entonces escucho una voz desde dentro "Pandora déjanos salir el mundo nos necesita, el mundo no esta completo sin nosotros".
-Entonces Pandora se acerco, rompio el sello y abrí la caja. Derrepente un monton de bichos y animales terribles salieron, dejando las palabras de miedo, odio, ira a su paso, una babosa dejaba la envidia a su paso, un mosquito a su paso trajo el hambre, y una avispa el dolor. Pandora fue corriendo a cerrar la caja "Tonta, ya no puedes detenernos, somos las cosas malas de este mundo".
-Aun así corriendo Pandora cerro rápidamente la caja aunque de ella habia conseguido salir la enfermedad, la muerte, la ira y lo celos. Pandora se sentó en el suelo, en la calle se escuchaban peleas y gente llorando. El mundo se habia vuelto feo malvado y horrible. Entonces Pandora escucho una diminuta voz que venia de la caja "Pandora, Pandora no me dejes aquí sola, el mundo me necesita, el mundo no esta completo sin mi" Pandora desconfío ya la habían engañado una vez pero la voy era tan triste, tan pequeña, que Pandora al final la abrió, al abrirla salio una pequeña mariposa blanca, y al verla Pandora se sintió mas tranquila, era la esperanza, que salio a enfrentarse con todos los males.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
21/02/18, 03:05 am
Si de algo iba aquel día, era de mirar a los ojos al dolor más horrible y decirle: "estás obsoleto, te he encontrado reemplazo". Eitne temblaba, a pesar de que cogía la mano de Adru, a pesar de que tanto ella como Neil, Pam, Zob, Rena o Milo velaban por él. Sintió una punzada de dolor, del otro, cuando pidieron a Guille que saliera. Él también era un niño, también era demasiado pequeño para contemplar algo así. Lo vio irse y quiso acompañarlo, no quería ser espectador de lo que iba a sufrir su propio cuerpo. Él también era demasiado pequeño para vivir lo que iba a pasar en aquella habitación fea. Pero iba a pasarle a él y a nadie más.
Con la tela separando sus dientes y los ojos anegados, llegó el remplazo. Duró un instante en el que todos sus músculos se tensaron, apretó la mandíbula con tanta potencia que supo el por qué de aquel trapo. Se aferró a la mano de Adru con toda la fuerza que jamás había usado y chilló, dejándose lo poco que aún quedaba bien en su garganta. Luego se acabó el instante y se cumplió su deseo: Eitne dejó de ser espectador de la carnicería que protagonizaba.
Con la tela separando sus dientes y los ojos anegados, llegó el remplazo. Duró un instante en el que todos sus músculos se tensaron, apretó la mandíbula con tanta potencia que supo el por qué de aquel trapo. Se aferró a la mano de Adru con toda la fuerza que jamás había usado y chilló, dejándose lo poco que aún quedaba bien en su garganta. Luego se acabó el instante y se cumplió su deseo: Eitne dejó de ser espectador de la carnicería que protagonizaba.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
22/02/18, 09:16 am
Empezar de nuevo. Nueva gente, nuevo torreón, su timidez de por medio. Volvía a ser difícil hablar, sentirse cómoda en las salas comunes. La presencia de otros sinhadres lo mejoraba, pero tampoco mucho al principio. Le costó acostumbrarse, aunque menos de lo que le había costado hacía meses, cuando empezó a convivir con gente que no era ni siquiera de su planeta. Se levantaba a mediodía y ayudaba en lo que hiciera falta, siempre con una sonrisa tímida en la cara. También siguió entrenando con Eorlir: había mejorado mucho y estaba animada de seguir con la esgrima. Había pasado de ser una torpe que no podía dar un par de estocadas sin perder el equilibrio a ser medianamente decente.
La confianza para salir a la calle fue volviendo progresivamente, mientras los recuerdos del día que se perdieron iban siendo relegados al fondo de su memoria. No quería recordarlo eternamente, y guardaba algo de esperanza en encontrar su viejo torreón y a sus compañeros vivos.
También notaba como su piel cambiaba a un tono más oscuro. Esto la tenía preocupada, y no dejaba de compararla con la de Eorlir para cerciorarse de que verdaderamente le estaba cambiando el color de la piel y no se estaba volviendo loca ella.
[…]
Aquel día no salió. No tenía ganas de madrugar para ello, así que se quedó durmiendo hasta tarde. Ayudó en lo que hiciera falta mientras el resto estaba fuera, y cuando vio que no hacía falta hacer más cogió una tabla de madera y un carboncillo y se puso a dibujar. Hacia demasiado que no lo hacía, aunque le gustase. No es que el material sobrase en aquella ciudad, y prefería que lo usase Eorlir, que verdaderamente tenía talento, no como ella, que se consideraba más bien mediocre. Se recostó contra la pared y dibujó de memoria Firande, tratando de recordar todo lo posible de su ciudad. La echaba de menos. «Ojalá poder volver…»
Cuando llegó la mona del queso corriendo a explicar que tenían un herido, dejó el dibujo a un lado y siguió sus órdenes…hasta que vio a Eitne. Se puso pálida y dejó lo que estaba haciendo, sin poder reaccionar apenas. Empezaba a sentir como le empezaban a sobrevenir las náuseas y tuvo que correr a la letrina para vomitar. Le costó volver al torreón tras ello, tratando de recomponerse del impacto mental que le había causado la escena. Miraba a Eorlir, destrozado, sin saber que hacer. No quería quedarse allí viendo lo que iba a pasar, pero tampoco quería dejar solo a Eitne. No fue hasta que su edeel decidió salir que ella consiguió a fuerza mental para irse. —¿Qué…vamos a hacer? —le costaba hablar. Se rascó la nuca, sin saber que decir a Eorlir para tranquilizarle.
La confianza para salir a la calle fue volviendo progresivamente, mientras los recuerdos del día que se perdieron iban siendo relegados al fondo de su memoria. No quería recordarlo eternamente, y guardaba algo de esperanza en encontrar su viejo torreón y a sus compañeros vivos.
También notaba como su piel cambiaba a un tono más oscuro. Esto la tenía preocupada, y no dejaba de compararla con la de Eorlir para cerciorarse de que verdaderamente le estaba cambiando el color de la piel y no se estaba volviendo loca ella.
[…]
Aquel día no salió. No tenía ganas de madrugar para ello, así que se quedó durmiendo hasta tarde. Ayudó en lo que hiciera falta mientras el resto estaba fuera, y cuando vio que no hacía falta hacer más cogió una tabla de madera y un carboncillo y se puso a dibujar. Hacia demasiado que no lo hacía, aunque le gustase. No es que el material sobrase en aquella ciudad, y prefería que lo usase Eorlir, que verdaderamente tenía talento, no como ella, que se consideraba más bien mediocre. Se recostó contra la pared y dibujó de memoria Firande, tratando de recordar todo lo posible de su ciudad. La echaba de menos. «Ojalá poder volver…»
Cuando llegó la mona del queso corriendo a explicar que tenían un herido, dejó el dibujo a un lado y siguió sus órdenes…hasta que vio a Eitne. Se puso pálida y dejó lo que estaba haciendo, sin poder reaccionar apenas. Empezaba a sentir como le empezaban a sobrevenir las náuseas y tuvo que correr a la letrina para vomitar. Le costó volver al torreón tras ello, tratando de recomponerse del impacto mental que le había causado la escena. Miraba a Eorlir, destrozado, sin saber que hacer. No quería quedarse allí viendo lo que iba a pasar, pero tampoco quería dejar solo a Eitne. No fue hasta que su edeel decidió salir que ella consiguió a fuerza mental para irse. —¿Qué…vamos a hacer? —le costaba hablar. Se rascó la nuca, sin saber que decir a Eorlir para tranquilizarle.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
24/02/18, 01:06 pm
Las palabras de Pelusa parecieron terminar de calar en Eitne y, para su alivio, el pequeño cedió a que llevasen a cabo aquella operación terrible. La sinhadre estaba tan asustada como el resto ante lo que iba a ocurrir a continuación, pero tenía claro que era mejor eso que dejar que Eitne se muriera. Un repentino recuerdo sobre aquella pesadilla horrible que había tenido le hizo aflojar el agarre en la mano del daeliciano momentáneamente, aunque se recompuso enseguida. No, no podían permitir que la vida de Eitne corriese peligro.
Era mucho más fácil repetirse aquella cantinela que realmente soportar aquella situación, no obstante. Algunos salieron del cuarto, pero ella no podía. Cuando llegó el momento hizo más firme el cierre de su mano sobre la de Eitne y tendió la otra hacia Neil que ya se acercaba para elaborar magia que pudiese ayudar al pequeño. No podía darle la mano o su aurva no sería capaz de hacer hechizos, eso lo sabía, pero la dejó caer sobre su espalda y trató de infundirle un ánimo irreal con la mirada. Probablemente no lo consiguió, porque no había rastro de positivismo en su interior en aquel momento.
Entonces comenzó. La edeel sintió como Eitne apretaba cada vez más y más su mano. Le hacía daño y parecía casi imposible que un niño pequeño pudiese llegar imprimir tanta fuerza, pero en ningún momento retiró la mano. Se obligó a observar la operación de Milo; no podía dejarlo solo en aquello, se decía, pero cuando le sobrevino una náusea tuvo que apartar la mirada. Obviamente resultaba desagradable de ver debido al aspecto, pero lo que de verdad retorcía las entrañas de Adru eran los gritos de Eitne. Sabía que el daeliciano gritaba por el dolor, pero sobre todo ella escuchaba en sus gritos que no podría volver a caminar y correr como antes. Se le empezó a nublar la vista y los ojos le ardían, al borde de las lágrimas. Apartó la mano de la espalda de Neil para frotarse rápidamente los ojos y volver a colocarla en su sitio, apoyando a su aurva.
Cuando todo acabó apenas escuchó la voz de Milo, ni siquiera estaba segura de lo que había dicho. Todavía sujetaba a Eitne. El pequeño hacía rato que había dejado de apretar, al perder el conocimiento, pero todavía se podía observar el sufrimiento del niño en las manos de ambos, enrojecidas y doloridas. Adru temblaba y se balanceaba ligeramente. Comprendió con retraso lo que había pedido el irrense e intentó moverse del sitio para ayudar con lo que pudiera. Pero no podía. Tan solo volvió a alargar el brazo hacia Neil. De todas formas su aurva era el único que podía ayudar de verdad. La impotencia, una vez más, se apoderaba de ella.
Era mucho más fácil repetirse aquella cantinela que realmente soportar aquella situación, no obstante. Algunos salieron del cuarto, pero ella no podía. Cuando llegó el momento hizo más firme el cierre de su mano sobre la de Eitne y tendió la otra hacia Neil que ya se acercaba para elaborar magia que pudiese ayudar al pequeño. No podía darle la mano o su aurva no sería capaz de hacer hechizos, eso lo sabía, pero la dejó caer sobre su espalda y trató de infundirle un ánimo irreal con la mirada. Probablemente no lo consiguió, porque no había rastro de positivismo en su interior en aquel momento.
Entonces comenzó. La edeel sintió como Eitne apretaba cada vez más y más su mano. Le hacía daño y parecía casi imposible que un niño pequeño pudiese llegar imprimir tanta fuerza, pero en ningún momento retiró la mano. Se obligó a observar la operación de Milo; no podía dejarlo solo en aquello, se decía, pero cuando le sobrevino una náusea tuvo que apartar la mirada. Obviamente resultaba desagradable de ver debido al aspecto, pero lo que de verdad retorcía las entrañas de Adru eran los gritos de Eitne. Sabía que el daeliciano gritaba por el dolor, pero sobre todo ella escuchaba en sus gritos que no podría volver a caminar y correr como antes. Se le empezó a nublar la vista y los ojos le ardían, al borde de las lágrimas. Apartó la mano de la espalda de Neil para frotarse rápidamente los ojos y volver a colocarla en su sitio, apoyando a su aurva.
Cuando todo acabó apenas escuchó la voz de Milo, ni siquiera estaba segura de lo que había dicho. Todavía sujetaba a Eitne. El pequeño hacía rato que había dejado de apretar, al perder el conocimiento, pero todavía se podía observar el sufrimiento del niño en las manos de ambos, enrojecidas y doloridas. Adru temblaba y se balanceaba ligeramente. Comprendió con retraso lo que había pedido el irrense e intentó moverse del sitio para ayudar con lo que pudiera. Pero no podía. Tan solo volvió a alargar el brazo hacia Neil. De todas formas su aurva era el único que podía ayudar de verdad. La impotencia, una vez más, se apoderaba de ella.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
24/02/18, 07:42 pm
Se sintió agradecida de que Eitne aceptara, pese a lo que le estaba en si pidiendo, pues solo mientras el daeliciano viviera podría buscar una solución en el futuro. Pues la encontraría, fuese como fuese, Pam aun creía en la suerte pese que a esta daba indicios de abandonarles un poco mas cada día.
La mayoría del grupo abandonó la habitación y la mona del queso no los culpó, no pensó que fuesen cobardes o que apreciaran menos a Eitne por ello. SI no iba a soportarlo era mejor que se quedasen fuera, como un muro, un apoyo a la distancia de Eitne. Milo fue quien decidió dar el paso final y Pam, seria, se preparó para limpiar toda la zona en cuanto este terminase, se concentro en la pierna, en nada mas, no necesitaba ver las expresiones de Eitne para sentir su dolor, sus gritos desesperados, su llanto destrozaron sus oídos cuando Milo comenzó, intentando ser lo mas rápido que la situación se lo permitía.
La mona del queso apretaba los dientes tan fuerte que la mandíbula le dolía, con paños calientes y esterilizado en las manos para limpiar en cuanto todo terminase y cuando el instante llego, Pam ya era incapaz de oír, sus oídos aun pitaban por los gritos de Eitne, pero trabajo, diligente, rápida, sudorosa por la tensión, limpiando toda la zona circundante de la herida, asegurándose, que pese a la grotesca imagen ninguna esquirla de huesos fuese a causar problemas, antes de permitirle a Neil cauterizar la herida y dejar el muñón que acompañaría a Eitne hasta que buscasen una solución. El sinhadre era el único que podía hacerlo y Pam se sentía frustada por ello...por no poder ser mas de ayuda, por no poder hacer mas por Eitne de lo que ya había hecho.
Busco el rostro de Eitne con la mirada, unos segundos, solo unos segundos, había quedado inconsciente, su imagen pequeña...pues incluso si el niño era mas alto que ella, le parecía pequeño, frágil incluso en esos momentos. La imagen real del niño que realmente era. ¿Habia hecho lo correcto al convencerlo? ¿Se había equivocado a casi obligarle a Eitne a decir sí a la intervención?¿Tal vez...?
Pam respiraba con dificultad, con las manos temblorosas sosteniendo su vestido manchado de sangre por haber limpiado la herida de Eitne. Su corazón latía tan fuerte que lo sentía en sus oídos aun medio ensordecido tras los gritos. Sentía que toda la seguridad que había mostrado, toda le entereza ante la situación; para dar ordenes, para dirigirlos, para convencer al niño de la mutilación...le abandonaban por momentos, volviéndose en su contra. Pues si incluso creía en la suerte y que algún día podría hacer algo con Eitne...en esos momentos, se sentía como si hubiese la causante de su condena, del dolor que estaba sufriendo y de los difíciles tiempos que le esperaba con una pierna menos.
-Yo...yo...¿hice...hice bien? ¿hice bien...al convencerlo, verdad?- susurro levantando la mirada lavanda llena de estupor, de real miedo, sintiendo como sus pulmones aprecian querer oprimirse en pequeño pecho mientras buscaba recuperar el control de si misma. No sabía si esperaba que el resto, que estuvieran de acuerdo con ella o que le recriminasen su insistencia, no sabía nada-Siento...siento como le hubiese obligado... a vivir un duro tiempo...hasta que encontremos solución...- susurro buscando calmarse, mientras se mordida con fuerza los labios inferior y su mirada, se posaba en Neil y su tratamiento y no en ninguno de los demás.
La mayoría del grupo abandonó la habitación y la mona del queso no los culpó, no pensó que fuesen cobardes o que apreciaran menos a Eitne por ello. SI no iba a soportarlo era mejor que se quedasen fuera, como un muro, un apoyo a la distancia de Eitne. Milo fue quien decidió dar el paso final y Pam, seria, se preparó para limpiar toda la zona en cuanto este terminase, se concentro en la pierna, en nada mas, no necesitaba ver las expresiones de Eitne para sentir su dolor, sus gritos desesperados, su llanto destrozaron sus oídos cuando Milo comenzó, intentando ser lo mas rápido que la situación se lo permitía.
La mona del queso apretaba los dientes tan fuerte que la mandíbula le dolía, con paños calientes y esterilizado en las manos para limpiar en cuanto todo terminase y cuando el instante llego, Pam ya era incapaz de oír, sus oídos aun pitaban por los gritos de Eitne, pero trabajo, diligente, rápida, sudorosa por la tensión, limpiando toda la zona circundante de la herida, asegurándose, que pese a la grotesca imagen ninguna esquirla de huesos fuese a causar problemas, antes de permitirle a Neil cauterizar la herida y dejar el muñón que acompañaría a Eitne hasta que buscasen una solución. El sinhadre era el único que podía hacerlo y Pam se sentía frustada por ello...por no poder ser mas de ayuda, por no poder hacer mas por Eitne de lo que ya había hecho.
Busco el rostro de Eitne con la mirada, unos segundos, solo unos segundos, había quedado inconsciente, su imagen pequeña...pues incluso si el niño era mas alto que ella, le parecía pequeño, frágil incluso en esos momentos. La imagen real del niño que realmente era. ¿Habia hecho lo correcto al convencerlo? ¿Se había equivocado a casi obligarle a Eitne a decir sí a la intervención?¿Tal vez...?
Pam respiraba con dificultad, con las manos temblorosas sosteniendo su vestido manchado de sangre por haber limpiado la herida de Eitne. Su corazón latía tan fuerte que lo sentía en sus oídos aun medio ensordecido tras los gritos. Sentía que toda la seguridad que había mostrado, toda le entereza ante la situación; para dar ordenes, para dirigirlos, para convencer al niño de la mutilación...le abandonaban por momentos, volviéndose en su contra. Pues si incluso creía en la suerte y que algún día podría hacer algo con Eitne...en esos momentos, se sentía como si hubiese la causante de su condena, del dolor que estaba sufriendo y de los difíciles tiempos que le esperaba con una pierna menos.
-Yo...yo...¿hice...hice bien? ¿hice bien...al convencerlo, verdad?- susurro levantando la mirada lavanda llena de estupor, de real miedo, sintiendo como sus pulmones aprecian querer oprimirse en pequeño pecho mientras buscaba recuperar el control de si misma. No sabía si esperaba que el resto, que estuvieran de acuerdo con ella o que le recriminasen su insistencia, no sabía nada-Siento...siento como le hubiese obligado... a vivir un duro tiempo...hasta que encontremos solución...- susurro buscando calmarse, mientras se mordida con fuerza los labios inferior y su mirada, se posaba en Neil y su tratamiento y no en ninguno de los demás.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- alpeca
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
25/02/18, 01:21 pm
El sinhadre apoyó la espalda en el muro y se deslizó lentamente hasta quedarse sentado en el suelo. Le dolía la cabeza horrores. Enterró la cara en las manos, respirando hondo. Estaba en tensión, sabía que en cualquier momento oiría el grito desgarrador de Eitne cuando le amputaran la pierna. Había salido para no presenciarlo, pero daba igual. No podría huir de eso.
Miró a su aurva, sin saber bien que contestarle. ¿Qué podían hacer en esa situación? No tenían conocimientos de medicina, no tenían acceso a nada que les pudiera ayudar mínimamente. Lo único que se les daba bien hacer era... dibujar. Se sentía impotente ante una situación que les venía demasiado grande.
-No lo sé, Ina... Sólo... espero que podamos volver a casa... "enteros, al menos..."
Al cabo de lo que le pareció una eternidad empezaron los gritos. Eorlir se mordió el labio inferior tan fuerte que empezó a sangrar. La respiración se le aceleró, empezó a hiperventilar. Cogió fuerte la mano de Ina, cerrando los ojos. Las lágrimas empezaron a brotarle de los ojos sin poder evitarlo. Por dentro rezaba, rezaba para que lo que estuvieran haciendo fuera lo correcto, para que la amputación de la pierna de Eitne le salvara la vida. Perdió la noción del tiempo, sintiendo sólo la sangre que le salía del labio, los gritos del pequeño en su cabeza y el contacto de la mano de su aurva. Temblaba, con los pelos de punta, acurrucado, hecho una bola sentado en un rincón del patio.
Miró a su aurva, sin saber bien que contestarle. ¿Qué podían hacer en esa situación? No tenían conocimientos de medicina, no tenían acceso a nada que les pudiera ayudar mínimamente. Lo único que se les daba bien hacer era... dibujar. Se sentía impotente ante una situación que les venía demasiado grande.
-No lo sé, Ina... Sólo... espero que podamos volver a casa... "enteros, al menos..."
Al cabo de lo que le pareció una eternidad empezaron los gritos. Eorlir se mordió el labio inferior tan fuerte que empezó a sangrar. La respiración se le aceleró, empezó a hiperventilar. Cogió fuerte la mano de Ina, cerrando los ojos. Las lágrimas empezaron a brotarle de los ojos sin poder evitarlo. Por dentro rezaba, rezaba para que lo que estuvieran haciendo fuera lo correcto, para que la amputación de la pierna de Eitne le salvara la vida. Perdió la noción del tiempo, sintiendo sólo la sangre que le salía del labio, los gritos del pequeño en su cabeza y el contacto de la mano de su aurva. Temblaba, con los pelos de punta, acurrucado, hecho una bola sentado en un rincón del patio.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
25/02/18, 06:39 pm
Todo iba a salir bien. Todo iba a salir bien. Todo iba a salir bien. Las manos de Zob estaban temblando mientras se mantenía de pie allí. El pequeño estaba preparado, Milo listo para cortar. Todo iba a salir bien. Pero no. El grito de Eitne rompió cualquier defensa que pudiera tener. Aun amortiguado, Zobriel lo sintió dentro de su cabeza. Las manos le temblaron al punto de casi hacerle caer los trapos limpios que tenia listo para cualquier eventualidad. El sonido era macabro y tan súbitamente como había gritado, el daeliciano se calló para dejarlos continuar. Era como un zumbido que estaba no solo en los oídos del nublino. Hubiera preferido que con el grito terminara todo, pero ahora ellos debían continuar.
Milo termino, los demás estaban callados. El había cometido el error de pestañear y ahora tenía los ojos nublados por las lagrimas que luchaba por mantener dentro de él. Era por el bien del pequeño. Tenía que vivir y seguir adelante hasta la Luna. Pero aquello había sido demasiado, aun a pesar de haber pensado esa misma frase muchas veces antes. Pam lo saco de su ensimismamiento cuando corrió a ver la herida, Zob pestañeo varias veces antes de acercarse dejándole espacio a Neil para que pueda curarlo. La escena era terrible. Se sentía tentado de sacudir al enano hasta que despertara, el miedo estaba ya tan dentro del nublino por todos sus compañeros perdidos, que la garganta le dolía por evitar gritar el nombre de su amigo.
Las palabras de Pam también le cayeron como un golpe frio. Su cabeza le gritaba que sí, pero sus ojos le decían que no estaba seguro. El desesperado niño gris se quedo parado al costado de sus amigos esperando para poder ayudar mientras balbuceaba algo. Ni siquiera el mismo se entendió, porque el mismo no sabía que debía decir, o que quería expresar, pero bien pudo haber sido algo como "estuvo bien, tiene que vivir".
Milo termino, los demás estaban callados. El había cometido el error de pestañear y ahora tenía los ojos nublados por las lagrimas que luchaba por mantener dentro de él. Era por el bien del pequeño. Tenía que vivir y seguir adelante hasta la Luna. Pero aquello había sido demasiado, aun a pesar de haber pensado esa misma frase muchas veces antes. Pam lo saco de su ensimismamiento cuando corrió a ver la herida, Zob pestañeo varias veces antes de acercarse dejándole espacio a Neil para que pueda curarlo. La escena era terrible. Se sentía tentado de sacudir al enano hasta que despertara, el miedo estaba ya tan dentro del nublino por todos sus compañeros perdidos, que la garganta le dolía por evitar gritar el nombre de su amigo.
Las palabras de Pam también le cayeron como un golpe frio. Su cabeza le gritaba que sí, pero sus ojos le decían que no estaba seguro. El desesperado niño gris se quedo parado al costado de sus amigos esperando para poder ayudar mientras balbuceaba algo. Ni siquiera el mismo se entendió, porque el mismo no sabía que debía decir, o que quería expresar, pero bien pudo haber sido algo como "estuvo bien, tiene que vivir".
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/02/18, 11:35 pm
Al final la realidad era la que era. Eitne tenía que perder la pierna si quería seguir con vida y perderlo a él no era una opción. Por suerte para Neil y su cobardía, no tuvo que ser él quien lo dijera en voz alta, sino Pam, haciendo que el aurva se avergonzara más de si mismo al no ser capaz de hacer nada más que llorar mientras el daeliciano se enfrentaba a la perdida de su pierna y todos le ayudaban a sobrellevar esa realidad. Quizás por esa vergüenza, por masoquismo o porque quería mostrarle a Eitne que él también le apoyaba, a pesar de que el niño solo podía concentrarse en su dolor y sus gritos, fue que Neil decidió acercarse a la camilla improvisada donde Eitne iba a ser "operado" mucho antes de que solicitaran su asistencia con la magia. Y aunque la mano de Adru en su espalda tenía que ser reconfortante por inercia, Neil supo al instante que aquella imagen, la sangre y los gritos iban a ser los protagonistas de sus pesadillas desde ese momento en adelante. Probablemente, no siempre fuera la pierna de Eitne la cortada, probablemente todos sus compañeros pasarían por aquella experiencia en sus sueños, probablemente incluso la mayoría terminarían muertos al final. A Neil se le estrujó el corazón ante el pensamiento de que aquello que sabía iba a vivir en sus pesadillas podría pasar con Eitne de un momento a otro.
Con el apoyo silencioso de la mano de Adru a su espalda y todavía atormentado por los ecos de los gritos de Eitne sonando en sus oídos aún cuando este ya había caído desmallado, siguió las órdenes de Milo y Pam cuando estos le indicaron cómo y cuándo tenía que llevar a cabo los hechizos necesarios para que la herida de Eitne no se infectara y pudiera sanar debidamente y no cayera en una infección o complicara el resultado de la operación. O todo lo debidamente que una perdida de pierna puede sanar. Neil tampoco estaba muy seguro de considerar que aquello había sido un éxito. Los gritos y la sangre de Eitne en su mente se mezclaban con la imagen de Drusar desapareciendo de su vista. Quizás, si no se encontrara agotado física y mentalmente tendría las fuerzas suficientes para vomitar.
Cuando terminó con el último de los hechizo necesarios una enorme pesadez cayó sobre su cuerpo, como si toda la tensión y el cansancio del día hubieran estado aguardando a ese momento, a que la adrenalina comenzara a disiparse, como si su agotamiento anterior hubiera sido solo una muestra de lo que se avecinaba, para caer sobre él de una sola vez, haciéndole tener un mareo repentino, tropezar hacia atrás y simplemente desplomarse en el suelo desmallado acompañando al daeliciano en la inconsciencia.
Con el apoyo silencioso de la mano de Adru a su espalda y todavía atormentado por los ecos de los gritos de Eitne sonando en sus oídos aún cuando este ya había caído desmallado, siguió las órdenes de Milo y Pam cuando estos le indicaron cómo y cuándo tenía que llevar a cabo los hechizos necesarios para que la herida de Eitne no se infectara y pudiera sanar debidamente y no cayera en una infección o complicara el resultado de la operación. O todo lo debidamente que una perdida de pierna puede sanar. Neil tampoco estaba muy seguro de considerar que aquello había sido un éxito. Los gritos y la sangre de Eitne en su mente se mezclaban con la imagen de Drusar desapareciendo de su vista. Quizás, si no se encontrara agotado física y mentalmente tendría las fuerzas suficientes para vomitar.
Cuando terminó con el último de los hechizo necesarios una enorme pesadez cayó sobre su cuerpo, como si toda la tensión y el cansancio del día hubieran estado aguardando a ese momento, a que la adrenalina comenzara a disiparse, como si su agotamiento anterior hubiera sido solo una muestra de lo que se avecinaba, para caer sobre él de una sola vez, haciéndole tener un mareo repentino, tropezar hacia atrás y simplemente desplomarse en el suelo desmallado acompañando al daeliciano en la inconsciencia.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
02/03/18, 08:14 pm
Cuando Guille despierte*, encontrará entre las sábanas una figura de madera con forma de aeva, un ave de corral típica de Nubla.
*tras el salto
*tras el salto
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
03/03/18, 04:52 pm
El desmayo de Neil la hizo reaccionar por fin y se levantó de un salto para recoger a su aurva. Dijo que ella se ocuparía del chico, que podían continuar cuidando de Eitne, y lo llevó al aurva a la cama tras asegurarse de que solo había perdido el conocimiento y no tenía ninguna herida visible. Permaneció a su lado hasta que despertó, y solo cuando comprobó con alivio que Neil no corría peligro, se puso en marcha de nuevo. Ayudó en lo que pudo, a limpiar o en cualquier tarea que estuviese a su alcance. Por la noche alguien vio una luz en el cielo, una estrella. Era grande y brillante, pero era la primera vez que la veían. La edeel la observó en silencio junto a Neil, preguntándose qué podría significar. A lo mejor era Drusar, se dijo. Una vez habían salvado a Eitne del peligro, la muerte del asreniano volvió a cobrar importancia y a ocupar una buena parte de su mente. Si el daeliciano hubiese insistido en que no quería que le salvasen la vida a pesar del alto precio, sin duda le había explicado que entonces el sacrificio de Drusar habría sido en vano. Para la edeel, el asreniano era un héroe.
La pesadumbre y la tristeza se apoderaron del torreón a partir de ese momento. Adrune no podía evitar recordar el periodo durante el que apenas había podido moverse y lo mal que lo había pasado cada vez que miraba al daeliciano. Lo cual era constantemente, ya que la edeel estuvo pendiente durante todo el mes de ayuda al pequeño a desplazarse a donde lo necesitase, ya fuese escaleras arriba, abajo, a bañarse o a utilizar las letrinas. Se sentía demasiado responsable, incluso si aquella vez no había provocado directamente la catástrofe como durante el incendio. No había sido lo suficientemente fuerte, Drusar había tenido que morir para que el resto pudiese estar allí.
Tras una primera semana en la que nadie parecía tener fuerzas para nada, ella misma incluida, la edeel comenzó a recuperar un poco el ánimo. Tenía que mantener la entereza, si no lo hacía ella, ¿qué pensarían los más pequeños? La respuesta era obvia al observar sus rostros y sus escasas energías. No cabía esperar otra cosa dada la situación de Eitne, pero Guille se culpaba de lo ocurrido y Nime tampoco parecía estar pasándolo bien. Por ello, a partir de entonces se esforzó por proponer juegos a los niños, tarea que resultó más complicada de lo que podría parecer ya que Adru solo sabía jugar a cosas que requerían moverse, correr concretamente. Preguntó a sus compañeros y entre todos compartieron algunos juegos simples que se podían jugar sentados, como el veo-veo o el tres en raya e hizo lo posible por animar a los pequeños a jugar, aunque no se negaba a que se uniese cualquiera.
Para el final de aquel tiempo, Adrune se encontraba bastante más vital y positiva que el fatídico día, aunque aquel nuevo shock había hecho aún más mella en ella y resultaba evidente. Esa mañana fue la primera en despertarse, como venía siendo costumbre desde las últimas semanas. Se levantó de la cama tratando de no hacer ruido, porque sabía que sus compañeros dormirían todavía un buen rato más, y se dirigió al patio con la intención de practicar un poco. Necesitaba hacerse más fuerte.
La pesadumbre y la tristeza se apoderaron del torreón a partir de ese momento. Adrune no podía evitar recordar el periodo durante el que apenas había podido moverse y lo mal que lo había pasado cada vez que miraba al daeliciano. Lo cual era constantemente, ya que la edeel estuvo pendiente durante todo el mes de ayuda al pequeño a desplazarse a donde lo necesitase, ya fuese escaleras arriba, abajo, a bañarse o a utilizar las letrinas. Se sentía demasiado responsable, incluso si aquella vez no había provocado directamente la catástrofe como durante el incendio. No había sido lo suficientemente fuerte, Drusar había tenido que morir para que el resto pudiese estar allí.
Tras una primera semana en la que nadie parecía tener fuerzas para nada, ella misma incluida, la edeel comenzó a recuperar un poco el ánimo. Tenía que mantener la entereza, si no lo hacía ella, ¿qué pensarían los más pequeños? La respuesta era obvia al observar sus rostros y sus escasas energías. No cabía esperar otra cosa dada la situación de Eitne, pero Guille se culpaba de lo ocurrido y Nime tampoco parecía estar pasándolo bien. Por ello, a partir de entonces se esforzó por proponer juegos a los niños, tarea que resultó más complicada de lo que podría parecer ya que Adru solo sabía jugar a cosas que requerían moverse, correr concretamente. Preguntó a sus compañeros y entre todos compartieron algunos juegos simples que se podían jugar sentados, como el veo-veo o el tres en raya e hizo lo posible por animar a los pequeños a jugar, aunque no se negaba a que se uniese cualquiera.
Para el final de aquel tiempo, Adrune se encontraba bastante más vital y positiva que el fatídico día, aunque aquel nuevo shock había hecho aún más mella en ella y resultaba evidente. Esa mañana fue la primera en despertarse, como venía siendo costumbre desde las últimas semanas. Se levantó de la cama tratando de no hacer ruido, porque sabía que sus compañeros dormirían todavía un buen rato más, y se dirigió al patio con la intención de practicar un poco. Necesitaba hacerse más fuerte.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
05/03/18, 06:27 pm
El pitido en sus oídos era bastante menos agudo, pero aun así lo seguía sintiendo, o al menos eso creía. Zob había corrido a ayudar en el momento que Adru sacaba a Neil de la habitación. Su reacción había sido mucho mas rápida de lo que su cerebro proceso lo que estaba haciendo. Un momento después se encontraba frente a la sangre de Eitne. No recordaba mucho de eso después, aunque estaba seguro que no se desmayo. Al final lo prefería así, solo había tomado consciencia de todo aquello al salir de la habitación, después de un buen rato. Había visto al pequeño dormido aun mientras no acaba de creer todo aquello y necesitaba de un poco de aire. Por lo menos ya había pasado.
Los días siguientes fueron bastante difíciles y complicados. Se había acercado a su amigo morado para hablar con él. Su cerebro le decía que tenía que mostrarle su apoyo, pero no era capaz de articular las palabras adecuadas, así que más o menos, seguía conversando con él y preguntándole cosas sobre su abuela y su mundo. Quería confesarle que lo sentía, que no pudo hacer nada para ayudarlo, pero no podía. Y tampoco podía achucharle a gusto por su remordimiento. Lo que si hacía, era buscar un lugar apartado todos los días y lanzar el hechizo que Eitne tanto usaba. Después de unos días aprendió a apuntar lejos. A las cosas que ya había visto antes se le sumaron un par de resultados nuevos que no le conto a nadie, aunque se reía un poco de sí mismo al notar la gran cantidad de veces que salieron unos frejoles. "Vaya Zobriel, sí que eres hábil" le decía su cabeza con la voz de su abuela "Zobriel de Nubla, el señor de los frijoles". Afortunadamente siempre que volteaba su cabeza, nunca había nadie que lo espiara y se riera de él.
Por otro lado los cambios en la ciudad y en su vida eran mas rápidos que nunca, pasado todo el alboroto, el nublino cayó en cuenta que Drusar había caído también, y aunque no lo habían llorado en su momento, no era algo tan simple. Drusar había salido con el varias veces, y aunque no se habían comunicado mucho, admiraba que siempre estaba allí callado en las sombras pero presente. No pidió detalles de lo que paso. Por miedo o porque prefería no saberlo, el caso es que parecía que la ciudad le agradaba arrebatarlos uno tras otro. Desde lo que sucedió aquel día, Zob salió en todas las veces que necesitaron ir por comida, unos días mas paranoico que otros, pero ya no falto a ninguna de aquellas salidas. Y en ellas se había vuelto más silencioso que antes.
Al final el torreón lo calmaba. Por más miedo y angustia que pasara algunos días, las cosas dentro de sus paredes y en su jardín, lo hacían todo mas sobre llevable. Siempre podían reír un poco o simplemente hacer cosas cotidianas, al menos dentro de lo que se consideraba cotidiano en aquel sitio. La sorpresa fue cuando pudo ver una estrella, o dos, y unas pocas mas. Nunca había dejado de verlas en su mundo, ni siquiera después de los regaños y gritos de sus familiares, y ahora solo se sentaba a veces en el patio a verlas sin que nadie lo cuestionara. Normalmente en el crepúsculo el estaba dentro con los demás, calentito y teóricamente seguro. Pero desde que empezaron a aparecer mas y mas con el avance del tiempo, Zobriel se sentaba un rato afuera apoyado en la estatua a verlas.
Con la llegada de aquella mañana se obligo a levantarse. de alguna manera no había dormido bien, es decir, no había descansado, porque durmió como un tronco. Aun así tenia sueño y se levanto a pura fuerza de voluntad. bajo con desgano las escaleras y se lanzo sobre los muebles de la sala a esperar que alguien más bajara y tener alguien con quien hablar y no dormirse mientras ayudaba en la cocina.
Los días siguientes fueron bastante difíciles y complicados. Se había acercado a su amigo morado para hablar con él. Su cerebro le decía que tenía que mostrarle su apoyo, pero no era capaz de articular las palabras adecuadas, así que más o menos, seguía conversando con él y preguntándole cosas sobre su abuela y su mundo. Quería confesarle que lo sentía, que no pudo hacer nada para ayudarlo, pero no podía. Y tampoco podía achucharle a gusto por su remordimiento. Lo que si hacía, era buscar un lugar apartado todos los días y lanzar el hechizo que Eitne tanto usaba. Después de unos días aprendió a apuntar lejos. A las cosas que ya había visto antes se le sumaron un par de resultados nuevos que no le conto a nadie, aunque se reía un poco de sí mismo al notar la gran cantidad de veces que salieron unos frejoles. "Vaya Zobriel, sí que eres hábil" le decía su cabeza con la voz de su abuela "Zobriel de Nubla, el señor de los frijoles". Afortunadamente siempre que volteaba su cabeza, nunca había nadie que lo espiara y se riera de él.
Por otro lado los cambios en la ciudad y en su vida eran mas rápidos que nunca, pasado todo el alboroto, el nublino cayó en cuenta que Drusar había caído también, y aunque no lo habían llorado en su momento, no era algo tan simple. Drusar había salido con el varias veces, y aunque no se habían comunicado mucho, admiraba que siempre estaba allí callado en las sombras pero presente. No pidió detalles de lo que paso. Por miedo o porque prefería no saberlo, el caso es que parecía que la ciudad le agradaba arrebatarlos uno tras otro. Desde lo que sucedió aquel día, Zob salió en todas las veces que necesitaron ir por comida, unos días mas paranoico que otros, pero ya no falto a ninguna de aquellas salidas. Y en ellas se había vuelto más silencioso que antes.
Al final el torreón lo calmaba. Por más miedo y angustia que pasara algunos días, las cosas dentro de sus paredes y en su jardín, lo hacían todo mas sobre llevable. Siempre podían reír un poco o simplemente hacer cosas cotidianas, al menos dentro de lo que se consideraba cotidiano en aquel sitio. La sorpresa fue cuando pudo ver una estrella, o dos, y unas pocas mas. Nunca había dejado de verlas en su mundo, ni siquiera después de los regaños y gritos de sus familiares, y ahora solo se sentaba a veces en el patio a verlas sin que nadie lo cuestionara. Normalmente en el crepúsculo el estaba dentro con los demás, calentito y teóricamente seguro. Pero desde que empezaron a aparecer mas y mas con el avance del tiempo, Zobriel se sentaba un rato afuera apoyado en la estatua a verlas.
Con la llegada de aquella mañana se obligo a levantarse. de alguna manera no había dormido bien, es decir, no había descansado, porque durmió como un tronco. Aun así tenia sueño y se levanto a pura fuerza de voluntad. bajo con desgano las escaleras y se lanzo sobre los muebles de la sala a esperar que alguien más bajara y tener alguien con quien hablar y no dormirse mientras ayudaba en la cocina.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mentalPersonajes : ·Guillermo: Humano Brujo de las Pendicularia
·Sarah: Humana y enterradora
Armas : ·Guillermo: ¿El poder de la amistad? y manos.
·Sarah: Lanza y pala
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
05/03/18, 09:29 pm
<<Caminaba por Rocavarancolia, el viento movía la lluvia a su alrededor y solo podia ver la mojada tierra hasta el horizonte, hasta donde alcanzaba la vista. Un rayo de luz golpea su espalda, siente su calor, y se gira mientras el viento mece su pelo y su ropa es ondeada por este, parando de llover. El sol sale de entre las nubes y las disipa. El sol y la luna roja bañan de luz todo el lugar, y se reflejan en los charcos que recuerdan la lluvia.
Del suelo como si siempre estuvieran ahí plantadas, cientos de brazos salen del suelo, moviéndose sutilmente, fingen ser flores que crecen y se mueven al ritmo de una danza.
La luz se filtra atraves de las gotas de agua que quedan en el aire, iluminando el tranquilo baile, con una luz sutil teñida de rojo.>>
No era la primera vez que Guille tenia ese sueño, ya se había repetido alguna vez durante este mes, pero era la primera vez que lo veía tan vividamente, lejos de inquietarle, le trajo esperanza, se dio cuenta que en su caja todavía habia esperanza, siempre estaba ahí.
Los primeros dias estuvieron marcados por el miedo y la culpa, rehuir la mirada de los miembros del Torreón y esconderse de Eitne, pero su conversación con Eitne y Nime, habian conseguido liberar la carga que llevaba, aunque fuera en parte. Los próximos días los paso con Eitne y Nime, esa discusión le habia unido mas a ellos aun, se pasó el día intentando hacer reír a Eitne. Algun dia le devolvería Etnie lo que le debía, pensaba.
Mientras se levantó pudo sentir entre sus sábanas, un objeto que le molestaba, metió la mano para ver que era, y saco una figurita de madera de lo que parecia una gallina.
-Mis Cucoosssss!!!! Donde están mis cucos!!??-y se levantó corriendo dirección a la cama de Eitne- Miraa Eitne!! He encontrado un Cuco, creo que habia que darselo algun viejooooo. A mi hermano le gustaban mucho los juegos de Zelda.
Los bueno de los niños es que sus heridas se curan muy rápido, y no solamente las físicas, en su naturaleza esta sobrevivir. Poco a poco habia empezado a hablar con más naturalidad de su hermano delante de Eitne y Nime, y de esa forma que tanto le asustaba en pasado.
La culpa no desaparecería en ese mes, pero aprendería a canalizarla.
Del suelo como si siempre estuvieran ahí plantadas, cientos de brazos salen del suelo, moviéndose sutilmente, fingen ser flores que crecen y se mueven al ritmo de una danza.
La luz se filtra atraves de las gotas de agua que quedan en el aire, iluminando el tranquilo baile, con una luz sutil teñida de rojo.>>
No era la primera vez que Guille tenia ese sueño, ya se había repetido alguna vez durante este mes, pero era la primera vez que lo veía tan vividamente, lejos de inquietarle, le trajo esperanza, se dio cuenta que en su caja todavía habia esperanza, siempre estaba ahí.
Los primeros dias estuvieron marcados por el miedo y la culpa, rehuir la mirada de los miembros del Torreón y esconderse de Eitne, pero su conversación con Eitne y Nime, habian conseguido liberar la carga que llevaba, aunque fuera en parte. Los próximos días los paso con Eitne y Nime, esa discusión le habia unido mas a ellos aun, se pasó el día intentando hacer reír a Eitne. Algun dia le devolvería Etnie lo que le debía, pensaba.
Mientras se levantó pudo sentir entre sus sábanas, un objeto que le molestaba, metió la mano para ver que era, y saco una figurita de madera de lo que parecia una gallina.
-Mis Cucoosssss!!!! Donde están mis cucos!!??-y se levantó corriendo dirección a la cama de Eitne- Miraa Eitne!! He encontrado un Cuco, creo que habia que darselo algun viejooooo. A mi hermano le gustaban mucho los juegos de Zelda.
Los bueno de los niños es que sus heridas se curan muy rápido, y no solamente las físicas, en su naturaleza esta sobrevivir. Poco a poco habia empezado a hablar con más naturalidad de su hermano delante de Eitne y Nime, y de esa forma que tanto le asustaba en pasado.
La culpa no desaparecería en ese mes, pero aprendería a canalizarla.
- ☽◯☾:
BRUJA 1.ªHabla.BRUJA 2.ªPregúntanos.BRUJA 3.ªÁ todo te responderemos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
06/03/18, 03:59 am
Rox tampoco sabía como cortar el hielo. Tenía la sensación de que si se esforzaba demasiado en hablar terminaría derrumbándose como Nime, y aún estando en la situación en la que estaban, lo último que quería era que la vieran llorar, porque una vez empezara no podría parar. Al menos los nervios y el malestar inicial se fueron diluyendo, no porque la situación le diera menos miedo, sino porque al menos tenía a quien acudir, sabiendo que el resto estaba igual que ella.
La voz de Nime la pilló desprevenida y, aunque fuera con una pregunta como esa, le reconfortó que hubiera tema de conversación, una evasión menor a lo que estaba pasando pocos metros allá.
Movió con suavidad la mano sobre el hombro de la libense sin apretar, a sabiendas que estaba herida.
—No lo sé, Nime. —las palabras se le atoraban en la garganta, y costó más de un empujón hacerlas salir—. Si Eitne se queda sin pierna... va a necesitar mucha ayuda. Como yo cuando me quedé paralizado. Pero... las cosas ya no pueden ir a peor. Quiero pensar que es imposible.
Los gritos de Eitne le produjeron dentera y la dejaron sin aire. Deseó, con más fuerza que nunca, tener todavía su reproductor de música para aislarse del mundo, agarrar a Nime y a Guille, ahora presente en escena, y llevárselos a cualquier otra parte, donde no se oyeran los alaridos. Pero muy a su pesar, estaba petrificada. Atrajo contra sí a la libense y bajó la cabeza para llorar. Todo el estrés tenía que salir de alguna forma.
—Nada puede ir a peor...
Y no fue exactamente así. Tras la tormenta llegaron los daños, y entre los daños la noticia de la muerte de Drusar. Se sintió estúpida por no haberse fijado antes en su ausencia y todavía más culpable si cabía. Con eso y la terrible experiencia del daeliciano, durante la primera semana se unió a la desgana y la pena, el sentimiento general. Hasta la comida parecía formar parte de aquello. Aún procuraba estar a solas cuando sentía la imperiosa necesidad de llorar, pero no era ni la mitad de reservada de lo que lo había sido hasta entonces. Para bien o para mal, el saco hermético que había hecho con sus sentimientos durante la cosecha se había rasgado, y poco le importaba admitir estar triste y dejar verse así.
La única excepción era Eitne, con el cual se esforzaba en fingir. Si había alguien que lo estaba pasando peor que los demás era él, y lo mínimo que podía hacer Rox para hacerle sentir mejor era darle las pocas fuerzas que tenía, fueran sinceras o no.
La coreana sentía haber tocado fondo, a tal punto que le asustaba haber sobrevivido solo para morir en un arrebato. No podía estar así eternamente, y por fortuna, el resto tampoco. Los ánimos fueron poco a poco mejorando gracias al apoyo mutuo; después de todo, era la única opción que les quedaba, y más bajo no podían caer. Cada incidente le hacía apreciar más a sus compañeros -o más bien, familia-, y los esfuerzos por mejorar se hicieron notar en ella. Rox recuperó parte del estado con el que había llegado a la ciudad, todo claro, sin caer de vuelta en la ingenuidad.
Su relación con Milo y Rena llegó al grado de confianza que había tenido con sus mejores amigos en Australia, y puede incluso que superior debido al constante maremoto de sentimientos, la convivencia y los malos ratos sufridos en común. Dentro de su rutina la joven volvió a entrenar como antes, participaba en aquello que supusiera un entretenimiento (especialmente si involucraba a los más pequeños), salía a por cestas con relativa normalidad y, llegada la noche, se dedicaba religiosamente a observar las estrellas desde la azotea a modo de catarsis. Su pelo había crecido lo sufiente como para poder recogérselo en una pequeña cola y evitar que resultara molesto, siendo un detalle que no le importaba lo suficiente como para cortárselo, ni siquiera aunque le delatase un aire más femenino. Dentro de lo que cabía, Rox se encontraba a gusto otra vez.
Sin embargo, esa mañana despertó angustiada. Había soñado con sus amigos de Corea, Bae y otro chico, cuyo nombre y rasgos ahora peleaba por recordar. Su rostro había aparecido como un manchurrón mal enfocado en sus recuerdos, y solo sabía con certeza que era alto y tenía el pelo teñido. Le había visto antes de desaparecer, antes de llegar a Rocavarancolia, y había sido uno de los dos últimos seres humanos con los que se había relacionado en su planeta natal, pero no hallaba manera de definirle. Volver al pasado le asustó. Olvidar pasos de baile, el ritmo y letras de algunas canciones era normal, su vieja dirección o el nombre de sus compañeros de clase, poca cosa, pero, ¿alguien que había sido cercano?
Se levantó con la mente rebuscando en recuerdos, solo para encontrarse con más parches de los que le habría gustado. ¿Tanto tiempo había pasado? ¿Cuánto llevaban atrapados en la ciudad? Tampoco se acordaba. Quizás demasiado. Quizás, de hecho, iba siendo hora de sincerarse con ciertas cosas a sus amigos.
Bajó al salón para desayunar. Abajo ya estaba el nublino, al cual vio de pura chiripa al ir ida en sus pensamientos.
—Buenas Zob. ¿Ya has desayunado? —una conversación le ayudaría a despejarse—. Tienes cara de sueño.
La voz de Nime la pilló desprevenida y, aunque fuera con una pregunta como esa, le reconfortó que hubiera tema de conversación, una evasión menor a lo que estaba pasando pocos metros allá.
Movió con suavidad la mano sobre el hombro de la libense sin apretar, a sabiendas que estaba herida.
—No lo sé, Nime. —las palabras se le atoraban en la garganta, y costó más de un empujón hacerlas salir—. Si Eitne se queda sin pierna... va a necesitar mucha ayuda. Como yo cuando me quedé paralizado. Pero... las cosas ya no pueden ir a peor. Quiero pensar que es imposible.
Los gritos de Eitne le produjeron dentera y la dejaron sin aire. Deseó, con más fuerza que nunca, tener todavía su reproductor de música para aislarse del mundo, agarrar a Nime y a Guille, ahora presente en escena, y llevárselos a cualquier otra parte, donde no se oyeran los alaridos. Pero muy a su pesar, estaba petrificada. Atrajo contra sí a la libense y bajó la cabeza para llorar. Todo el estrés tenía que salir de alguna forma.
—Nada puede ir a peor...
Y no fue exactamente así. Tras la tormenta llegaron los daños, y entre los daños la noticia de la muerte de Drusar. Se sintió estúpida por no haberse fijado antes en su ausencia y todavía más culpable si cabía. Con eso y la terrible experiencia del daeliciano, durante la primera semana se unió a la desgana y la pena, el sentimiento general. Hasta la comida parecía formar parte de aquello. Aún procuraba estar a solas cuando sentía la imperiosa necesidad de llorar, pero no era ni la mitad de reservada de lo que lo había sido hasta entonces. Para bien o para mal, el saco hermético que había hecho con sus sentimientos durante la cosecha se había rasgado, y poco le importaba admitir estar triste y dejar verse así.
La única excepción era Eitne, con el cual se esforzaba en fingir. Si había alguien que lo estaba pasando peor que los demás era él, y lo mínimo que podía hacer Rox para hacerle sentir mejor era darle las pocas fuerzas que tenía, fueran sinceras o no.
La coreana sentía haber tocado fondo, a tal punto que le asustaba haber sobrevivido solo para morir en un arrebato. No podía estar así eternamente, y por fortuna, el resto tampoco. Los ánimos fueron poco a poco mejorando gracias al apoyo mutuo; después de todo, era la única opción que les quedaba, y más bajo no podían caer. Cada incidente le hacía apreciar más a sus compañeros -o más bien, familia-, y los esfuerzos por mejorar se hicieron notar en ella. Rox recuperó parte del estado con el que había llegado a la ciudad, todo claro, sin caer de vuelta en la ingenuidad.
Su relación con Milo y Rena llegó al grado de confianza que había tenido con sus mejores amigos en Australia, y puede incluso que superior debido al constante maremoto de sentimientos, la convivencia y los malos ratos sufridos en común. Dentro de su rutina la joven volvió a entrenar como antes, participaba en aquello que supusiera un entretenimiento (especialmente si involucraba a los más pequeños), salía a por cestas con relativa normalidad y, llegada la noche, se dedicaba religiosamente a observar las estrellas desde la azotea a modo de catarsis. Su pelo había crecido lo sufiente como para poder recogérselo en una pequeña cola y evitar que resultara molesto, siendo un detalle que no le importaba lo suficiente como para cortárselo, ni siquiera aunque le delatase un aire más femenino. Dentro de lo que cabía, Rox se encontraba a gusto otra vez.
Sin embargo, esa mañana despertó angustiada. Había soñado con sus amigos de Corea, Bae y otro chico, cuyo nombre y rasgos ahora peleaba por recordar. Su rostro había aparecido como un manchurrón mal enfocado en sus recuerdos, y solo sabía con certeza que era alto y tenía el pelo teñido. Le había visto antes de desaparecer, antes de llegar a Rocavarancolia, y había sido uno de los dos últimos seres humanos con los que se había relacionado en su planeta natal, pero no hallaba manera de definirle. Volver al pasado le asustó. Olvidar pasos de baile, el ritmo y letras de algunas canciones era normal, su vieja dirección o el nombre de sus compañeros de clase, poca cosa, pero, ¿alguien que había sido cercano?
Se levantó con la mente rebuscando en recuerdos, solo para encontrarse con más parches de los que le habría gustado. ¿Tanto tiempo había pasado? ¿Cuánto llevaban atrapados en la ciudad? Tampoco se acordaba. Quizás demasiado. Quizás, de hecho, iba siendo hora de sincerarse con ciertas cosas a sus amigos.
Bajó al salón para desayunar. Abajo ya estaba el nublino, al cual vio de pura chiripa al ir ida en sus pensamientos.
—Buenas Zob. ¿Ya has desayunado? —una conversación le ayudaría a despejarse—. Tienes cara de sueño.
- ♪♫♬:
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
07/03/18, 04:08 pm
Despertar tras "la operación" fue lo mejor y lo peor que vivió Eitne nunca. Buena parte del dolor cesó, pero fue entonces cuando la ausencia se hizo más notoria. Ese día no quiso hablar con nadie, no dio las gracias, no hizo ningún tipo de preguntas y tan solo abrió la boca cuando descubrió que no era capaz de bajar por sí mismo al baño. A la vergüenza que sentía por no valerse por sí mismo ni para usar la letrina, se le unió el shock de comprobar por primera vez que no tenía un segundo pie que apoyar.
Así, la primera semana fue la peor. Después del fatídico primer día, descubrió que Drusar había muerto por salvarle. Se había muerto y su cuerpo había desaparecido, no tenían nada que enterrar ni honrar, otra vez. Se esfumó todo el rencor que sentía hacia sus compañeros por no haber actuado con más rapidez cuando lo atrapó la bestia y lo llenó la culpa y el horror. Eitne no habló apenas durante esa semana. Se obligaba si sus compañeros insistían, pero por lo general se pasaba el día en silencio, tumbado de lado, con la vista clavada en la ventana.
La primera conversación que tuvo con sus amigos fue clave para que recuperara el habla, con ellos y con los más mayores. La segunda semana hubo una pequeña mejora, Eitne se sentía con predisposición a hablar. Cada vez que alguien subía a hablar con él, Eitne se sentaba, recostado contra la cabecera de la cama, y daba golpecitos en el colchón para que se acercaran. Seguía necesitando ayuda para moverse, pero cada vez le costaba menos pedirla. Además, sabía que Neil y el resto de magos estaba trabajando en una muleta. Hablar, sin embargo, tenía sus riesgos y, aunque Eitne evitaba hablar de su accidente y del muñón con el que convivía, había veces que lloraba más que hablaba.
A principios de la tercera semana comenzó a sentirse atado a la cama y dio, por fin, sus primeros pasos. Al principio fueron poco más que un par de saltos, de una cama a otra; poco a poco aprendió a balancearse y consiguió llegar hasta las ventanas, que se convirtieron en un enlace con su antigua vida móvil. Cuando escuchaba ruidos fuera, se acercaba a observar; a veces saludando, otras en silencio. Disfrutaba viendo a sus compañeros entrenar porque, de alguna forma, se percataba de que se recuperaban también de lo que había pasado. Su parte preferida de entre todas las cosas que veía hacer a sus amigos era el hechizo púrpura diario que realizaba Zob. Cada vez que invocaba un garbanzo, Eitne sentía que el día sería bueno, por algún motivo.
Descubrió también que el anochecer le traía una sensación placentera; había algo en ese momento del día que le devolvía el sentir y que le hacía como cosquillas; algo que le reforzaba el ánimo. Eitne se sentaba a contemplarlo en el alfeizar. Era el momento más bonito de todos, incluso en un cielo tan feo como el de Rocavarancolia, el anochecer lo teñía de colores brillantes. Al final, él también se quedaba a contar estrellas y se acostaba tan tarde, que su horario recordaba al de los sinhadres. Por suerte para él, se dio cuenta de que escuchar su voz le ayudaba a dormir y se hablaba a sí mismo en susurros todas las noches. Eitne no volvió a sufrir insomnio.
Para finales de aquella semana, Eitne ya tenía muletas y asideros en las letrinas. Seguía necesitando ayuda, sobre todo para las escaleras, pero el daeliciano se esforzaba en aprender a moverse de nuevo por sí solo. Para hacer las cosas más fáciles, pidió bajar su cama a la planta baja o, en su defecto, que le permitieran dormir en el sofá. Al final acabó cayendo la cama. Eitne se encargaba de agradecer y reagradecer a todo el mundo lo que hacían por él y, a la vez, de evitar que se sobrecargaran.
La última semana, Eitne por fin se sentía bien dentro de lo que cabía en su nueva situación. Vivir en la planta baja le hacía sentir más integrado al grupo y le permitía salir al patio, en lugar de observarlo desde la ventana. Hablaba más y comía con todos, así descubrió que la comida perdía sabor (o Neil perdía facultades). No se le pasó por alto que Hiss se comía la carne medio cruda tampoco, pero jamás dijo nada.
Poco a poco, Eitne retomó sus prácticas de magia y comenzó a practicar el hechizo de moldeo de forma diaria. El daeliciano guardó la madera que sobró de la fabricación de la muleta. Cuando nadie miraba, la trataba con el conjuro e intentaba darle la forma de su pie. Le costaba mucho ser preciso sin que le descubrieran (porque en el fondo se avergonzaba) y trabajaba en cada ratito que le sobrara. Guardaba la madera debajo del sofá.
......
De forma normal, Eitne no se habría despertado hasta casi la hora de comer, pero aquella mañana Guille bajó con la fuerza de una estampida de vhadkhas y el daeliciano entornó los ojos, confundido. Se incorporó en la cama, envuelto en mantas, y fijó su vista en lo que el humano le traía.
—¿Qué es un cuco? —preguntó, mientras volvía a la realidad—. Se parece mucho a las aves de corral que cuida papá —al menos en forma. Al ser una talla de madera, costaba saber con precisión si representaba uno de ellos o un Cuco, o algún otro pájaro similar—. ¿Cómo se juega a celda? —preguntó con interés.
Mentalmente, cruzó los dedos para que no fuera un juego de correr. No tardó en darse cuenta de que había gente fuera, tanto en la cocina como en el patio y esbozó una sonrisa. El torreón parecía más vivo ahí abajo.
Así, la primera semana fue la peor. Después del fatídico primer día, descubrió que Drusar había muerto por salvarle. Se había muerto y su cuerpo había desaparecido, no tenían nada que enterrar ni honrar, otra vez. Se esfumó todo el rencor que sentía hacia sus compañeros por no haber actuado con más rapidez cuando lo atrapó la bestia y lo llenó la culpa y el horror. Eitne no habló apenas durante esa semana. Se obligaba si sus compañeros insistían, pero por lo general se pasaba el día en silencio, tumbado de lado, con la vista clavada en la ventana.
La primera conversación que tuvo con sus amigos fue clave para que recuperara el habla, con ellos y con los más mayores. La segunda semana hubo una pequeña mejora, Eitne se sentía con predisposición a hablar. Cada vez que alguien subía a hablar con él, Eitne se sentaba, recostado contra la cabecera de la cama, y daba golpecitos en el colchón para que se acercaran. Seguía necesitando ayuda para moverse, pero cada vez le costaba menos pedirla. Además, sabía que Neil y el resto de magos estaba trabajando en una muleta. Hablar, sin embargo, tenía sus riesgos y, aunque Eitne evitaba hablar de su accidente y del muñón con el que convivía, había veces que lloraba más que hablaba.
A principios de la tercera semana comenzó a sentirse atado a la cama y dio, por fin, sus primeros pasos. Al principio fueron poco más que un par de saltos, de una cama a otra; poco a poco aprendió a balancearse y consiguió llegar hasta las ventanas, que se convirtieron en un enlace con su antigua vida móvil. Cuando escuchaba ruidos fuera, se acercaba a observar; a veces saludando, otras en silencio. Disfrutaba viendo a sus compañeros entrenar porque, de alguna forma, se percataba de que se recuperaban también de lo que había pasado. Su parte preferida de entre todas las cosas que veía hacer a sus amigos era el hechizo púrpura diario que realizaba Zob. Cada vez que invocaba un garbanzo, Eitne sentía que el día sería bueno, por algún motivo.
Descubrió también que el anochecer le traía una sensación placentera; había algo en ese momento del día que le devolvía el sentir y que le hacía como cosquillas; algo que le reforzaba el ánimo. Eitne se sentaba a contemplarlo en el alfeizar. Era el momento más bonito de todos, incluso en un cielo tan feo como el de Rocavarancolia, el anochecer lo teñía de colores brillantes. Al final, él también se quedaba a contar estrellas y se acostaba tan tarde, que su horario recordaba al de los sinhadres. Por suerte para él, se dio cuenta de que escuchar su voz le ayudaba a dormir y se hablaba a sí mismo en susurros todas las noches. Eitne no volvió a sufrir insomnio.
Para finales de aquella semana, Eitne ya tenía muletas y asideros en las letrinas. Seguía necesitando ayuda, sobre todo para las escaleras, pero el daeliciano se esforzaba en aprender a moverse de nuevo por sí solo. Para hacer las cosas más fáciles, pidió bajar su cama a la planta baja o, en su defecto, que le permitieran dormir en el sofá. Al final acabó cayendo la cama. Eitne se encargaba de agradecer y reagradecer a todo el mundo lo que hacían por él y, a la vez, de evitar que se sobrecargaran.
La última semana, Eitne por fin se sentía bien dentro de lo que cabía en su nueva situación. Vivir en la planta baja le hacía sentir más integrado al grupo y le permitía salir al patio, en lugar de observarlo desde la ventana. Hablaba más y comía con todos, así descubrió que la comida perdía sabor (o Neil perdía facultades). No se le pasó por alto que Hiss se comía la carne medio cruda tampoco, pero jamás dijo nada.
Poco a poco, Eitne retomó sus prácticas de magia y comenzó a practicar el hechizo de moldeo de forma diaria. El daeliciano guardó la madera que sobró de la fabricación de la muleta. Cuando nadie miraba, la trataba con el conjuro e intentaba darle la forma de su pie. Le costaba mucho ser preciso sin que le descubrieran (porque en el fondo se avergonzaba) y trabajaba en cada ratito que le sobrara. Guardaba la madera debajo del sofá.
......
De forma normal, Eitne no se habría despertado hasta casi la hora de comer, pero aquella mañana Guille bajó con la fuerza de una estampida de vhadkhas y el daeliciano entornó los ojos, confundido. Se incorporó en la cama, envuelto en mantas, y fijó su vista en lo que el humano le traía.
—¿Qué es un cuco? —preguntó, mientras volvía a la realidad—. Se parece mucho a las aves de corral que cuida papá —al menos en forma. Al ser una talla de madera, costaba saber con precisión si representaba uno de ellos o un Cuco, o algún otro pájaro similar—. ¿Cómo se juega a celda? —preguntó con interés.
Mentalmente, cruzó los dedos para que no fuera un juego de correr. No tardó en darse cuenta de que había gente fuera, tanto en la cocina como en el patio y esbozó una sonrisa. El torreón parecía más vivo ahí abajo.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
07/03/18, 11:32 pm
Nime no respondió a Rox con palabras. Lo miró, que era aún más difícil para ella. Quería creerle y que fuera cierto, pero lo más seguro era que aquella mirada también reflejase sus dudas. Además, pronto empezaron los gritos. De nada servía intentar no oírlos. Era suficiente con saber que estaban. La libense cerró los ojos con fuerza y se agarró a su vez al brazo de Rox. Empezó a sentir fuertes palpitaciones en la cabeza. Y temblaba. Eso no cambió con la llegada del silencio, ni siquiera cuando empezó a pasar el tiempo.
Nime no se atrevió a ver a Eitne hasta que había caído la noche, y porque debía dormir en la misma habitación que él. A pesar de que ya lo sabía, no tenía muy claro qué era lo que iba a ver cuando se topase de frente con el daeliciano. ¿Qué diría? ¿Qué pensaría? ¿Les odiaría? Así, los remordimientos empezaron a atacar a Nime, que tardó días en ser capaz de hablar con Eitne para pedirle disculpas.
Con Guille las cosas no habían sido muy diferentes. Nime le guardaba rencor por haber sugerido aquella salida, pero terminó por darse cuenta de que si ella quería el perdón de Eitne, para Guille sería lo mismo. Porque era obvio que era consciente y se culpaba, ya no era el mismo Guille en el que la realidad no calaba. Nime consiguió entender que la verdadera culpable era la ciudad, y que hicieran lo que hicieran siempre corrían riesgos.
Aquellas palpitaciones que había sentido el día que se golpeó la cabeza volvieron a repetirse más veces. La niña pensó que se había roto algo en el cerebro, pero no se lo dijo a nadie para no preocuparlos. Al fin y al cabo, se decía, podía pensar normal. Aunque durante aquellos achaques su visión se volvía algo nublada.
Los días tranquilos volvieron al torreón, aunque se trataba de una paz lúgubre. La aparición repentina de las estrellas no sucedió en el mejor momento, pero aquel misterio tenía a la niña en vilo. Se preguntaba si sería algo mágico, tal vez, y aunque especular no servía de mucho, era un buen tema de conversación. Conversar y jugar eran de las pocas cosas buenas que les quedaban.
Nime se despertó sobresaltada con la voz de Guille, lo que la hizo resoplar.
—Para un día que no me despierta Adru vas y lo haces tú —le soltó. El objeto que tenía, sin embargo, no tardó en atraer su atención—. ¿Lo ha hecho Neil?
Nime no se atrevió a ver a Eitne hasta que había caído la noche, y porque debía dormir en la misma habitación que él. A pesar de que ya lo sabía, no tenía muy claro qué era lo que iba a ver cuando se topase de frente con el daeliciano. ¿Qué diría? ¿Qué pensaría? ¿Les odiaría? Así, los remordimientos empezaron a atacar a Nime, que tardó días en ser capaz de hablar con Eitne para pedirle disculpas.
Con Guille las cosas no habían sido muy diferentes. Nime le guardaba rencor por haber sugerido aquella salida, pero terminó por darse cuenta de que si ella quería el perdón de Eitne, para Guille sería lo mismo. Porque era obvio que era consciente y se culpaba, ya no era el mismo Guille en el que la realidad no calaba. Nime consiguió entender que la verdadera culpable era la ciudad, y que hicieran lo que hicieran siempre corrían riesgos.
Aquellas palpitaciones que había sentido el día que se golpeó la cabeza volvieron a repetirse más veces. La niña pensó que se había roto algo en el cerebro, pero no se lo dijo a nadie para no preocuparlos. Al fin y al cabo, se decía, podía pensar normal. Aunque durante aquellos achaques su visión se volvía algo nublada.
Los días tranquilos volvieron al torreón, aunque se trataba de una paz lúgubre. La aparición repentina de las estrellas no sucedió en el mejor momento, pero aquel misterio tenía a la niña en vilo. Se preguntaba si sería algo mágico, tal vez, y aunque especular no servía de mucho, era un buen tema de conversación. Conversar y jugar eran de las pocas cosas buenas que les quedaban.
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Nime se despertó sobresaltada con la voz de Guille, lo que la hizo resoplar.
—Para un día que no me despierta Adru vas y lo haces tú —le soltó. El objeto que tenía, sin embargo, no tardó en atraer su atención—. ¿Lo ha hecho Neil?
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/03/18, 05:59 pm
Había oído movimiento en el interior, por lo que la edeel detuvo sus prácticas de tiro y volvió al interior arco en mano y carcaj al hombro para ver quién había llegado. Saludó con un efusivo “buenos días” a Zob y Rox y corrió en dirección a la armería para guardar el arma, antes de volver como una centella a la cocina. Todo ello en el transcurso de apenas dos minutos.
—Qué hambre… Creo que hoy tampoco esperaré a que baje Neil para hacer el desayuno: podría comerme varias cestas de comida yo sola. No os preocupéis, compartiré con vosotros —añadió dejando escapar una risotada mientras se tapaba la boca como si hubiese hecho alguna clase de broma graciosa.
—Qué hambre… Creo que hoy tampoco esperaré a que baje Neil para hacer el desayuno: podría comerme varias cestas de comida yo sola. No os preocupéis, compartiré con vosotros —añadió dejando escapar una risotada mientras se tapaba la boca como si hubiese hecho alguna clase de broma graciosa.
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