Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
04/09/16, 07:09 pm
Nononono. No quería pensar ni en el final del cuento, ni en las esperanzas que querían dar sus compañeros a los pequeños, y mucho menos en la simpleza abrumadora del final. Bien podrían haber sido ellos en aquella casa congelada, o en la siguiente. Nonononono, simplemente se levantó despacio y se retiró cuando los demás empezaron a despedirse. Ya en la otra habitación dijo un escueto <<Buenas noches>> antes de intentar dormir sumido en sus propios temores.
El dilema de los dioses y demonios cada vez ocupaba menos lugar en su mente, pero esta vez era por el simple hecho que sean lo que sean, ni Zob ni sus compañeros podían hacerles frente. El nublino cayó en un sueño intranquilo, impulsado por un gran cansancio. Hasta que llegaron los gritos. ¡Ah, claro! Si, si Pam había gritado por algo, y él había corrido y se había golpeado el pie, y...no espera, esto era diferente, y no era un sueño de algo pasado. Abrió los ojos bruscamente tratando de ubicarse a sí mismo mientras podía oír los llantos en la otra habitación.
Salió rápidamente, esta vez sin sufrir golpes, y vio como Rena le llevaba algo al pequeño que seguía llorando. ¿Es que acaso aquel lugar no podía darles una noche de paz? Logro escuchar un poco de lo que decían dentro al ir acercándose. Eitne estaba inconsolable y parecía que de nuevo algo los vigilaba.
- ¿Quieren que les avise a los demás? - dijo Zob parándose en el umbral de la puerta - digo...si algo nos ha estado viendo ya dos veces aquí, tal vez debamos cambiarnos de habitación y estar todos juntos...al menos por hoy.
Solo quería ayudar, no sabia si era buena idea juntarse, eso bien podía servirlos en bandeja (como en el cuento), pero si no hacía algo, terminaría por echarse en una cama y taparse con todas las mantas que pudiera.
El dilema de los dioses y demonios cada vez ocupaba menos lugar en su mente, pero esta vez era por el simple hecho que sean lo que sean, ni Zob ni sus compañeros podían hacerles frente. El nublino cayó en un sueño intranquilo, impulsado por un gran cansancio. Hasta que llegaron los gritos. ¡Ah, claro! Si, si Pam había gritado por algo, y él había corrido y se había golpeado el pie, y...no espera, esto era diferente, y no era un sueño de algo pasado. Abrió los ojos bruscamente tratando de ubicarse a sí mismo mientras podía oír los llantos en la otra habitación.
Salió rápidamente, esta vez sin sufrir golpes, y vio como Rena le llevaba algo al pequeño que seguía llorando. ¿Es que acaso aquel lugar no podía darles una noche de paz? Logro escuchar un poco de lo que decían dentro al ir acercándose. Eitne estaba inconsolable y parecía que de nuevo algo los vigilaba.
- ¿Quieren que les avise a los demás? - dijo Zob parándose en el umbral de la puerta - digo...si algo nos ha estado viendo ya dos veces aquí, tal vez debamos cambiarnos de habitación y estar todos juntos...al menos por hoy.
Solo quería ayudar, no sabia si era buena idea juntarse, eso bien podía servirlos en bandeja (como en el cuento), pero si no hacía algo, terminaría por echarse en una cama y taparse con todas las mantas que pudiera.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
04/09/16, 08:19 pm
Apenas había conseguido pegar ojo media hora antes, cuando un nuevo grito hizo que lo sentidos de Pam se despertasen poco antes que ella, por un segundo de angustia sintió su cuerpo paralizado, e incapaz de moverse sintió su corazón bombear fuertemente en sus sienes. Aquella angustiante sensación de parálisis, no tardo en desaparecer, notando por fin con claridad que el la habitación se había llenado y que aquel que había gritado era Eitne que parecía estar sufriendo el mayor ataque de pánico de su vida.
Pam había cogido la conversación ya empezaba, pero por lo que pudo entender todo era culpa de una pesadilla y de aquella niebla que empezaba a desaparecer fuera del torreón, no captando en esta la figura de la que hablaban. La mona del queso frunció el ceño, y levantándose de la cama, cerro todas las ventanas una por una, con cierta dificultad por su estatura, antes de girarse hacia el corrillo formado alrededor de Eitne.
Entre aquel cuento espeluznante, la pesadilla, la niebla extraña y la posibilidad de que de nuevo eran observados, estaba siendo una noche de mierda.
-La niebla se fue...y quien estaba en ella también. - murmuro Pam de forma tranquilizadora, todo lo posible, sin acercarse al niño que bastante nerviosos estaba ya. Decirle que una pesadilla era simplemente eso, que no tenia nada real, no serviría siendo tan pequeño. Incluso ella siendo mas mayor a veces tenia pesadillas y sueños tan realistas, que el fino hilo que diferenciaba la realidad del sueño, parecía volverse difuso. Conocía ese tipo de miedo y como lo conocía, sabia bien que no era agradable pasar por este, nada agradable.
Finalmente Pam cogió una sabana sin usar de uno de los baúles, acercándose a Eitne, atravesó el corrillo de gente no importante su llanto, sus gritos, o el suelo mojado por su orina, se acercó lo suficiente para echarle encima la sabana, cubriéndolo completamente en ella y rodeando a su vez su cuello levemente con sus brazos. Esa era la protección "natural" de todo niño contra las pesadillas, los monstruos o la mala suerte. Una protección que no protegía pero que por lo general servia igual como calmante mental.
- Shhh, se fue....ya no esta...nada te pasara, ni a ti ni a ninguno...solo fue una pesadilla por culpa de ese cuento...nada mas - murmuro en un tono suave, cerca de su oído, aun manteniendolo cubierto con la sabana, meciéndolo ligeramente. Pam no era alguien cariñoso por naturaleza, pero había tratado con niños pequeños casi desde siempre, así que cuidar de ellos le salia casi sin pretenderlo.
Pam había cogido la conversación ya empezaba, pero por lo que pudo entender todo era culpa de una pesadilla y de aquella niebla que empezaba a desaparecer fuera del torreón, no captando en esta la figura de la que hablaban. La mona del queso frunció el ceño, y levantándose de la cama, cerro todas las ventanas una por una, con cierta dificultad por su estatura, antes de girarse hacia el corrillo formado alrededor de Eitne.
Entre aquel cuento espeluznante, la pesadilla, la niebla extraña y la posibilidad de que de nuevo eran observados, estaba siendo una noche de mierda.
-La niebla se fue...y quien estaba en ella también. - murmuro Pam de forma tranquilizadora, todo lo posible, sin acercarse al niño que bastante nerviosos estaba ya. Decirle que una pesadilla era simplemente eso, que no tenia nada real, no serviría siendo tan pequeño. Incluso ella siendo mas mayor a veces tenia pesadillas y sueños tan realistas, que el fino hilo que diferenciaba la realidad del sueño, parecía volverse difuso. Conocía ese tipo de miedo y como lo conocía, sabia bien que no era agradable pasar por este, nada agradable.
Finalmente Pam cogió una sabana sin usar de uno de los baúles, acercándose a Eitne, atravesó el corrillo de gente no importante su llanto, sus gritos, o el suelo mojado por su orina, se acercó lo suficiente para echarle encima la sabana, cubriéndolo completamente en ella y rodeando a su vez su cuello levemente con sus brazos. Esa era la protección "natural" de todo niño contra las pesadillas, los monstruos o la mala suerte. Una protección que no protegía pero que por lo general servia igual como calmante mental.
- Shhh, se fue....ya no esta...nada te pasara, ni a ti ni a ninguno...solo fue una pesadilla por culpa de ese cuento...nada mas - murmuro en un tono suave, cerca de su oído, aun manteniendolo cubierto con la sabana, meciéndolo ligeramente. Pam no era alguien cariñoso por naturaleza, pero había tratado con niños pequeños casi desde siempre, así que cuidar de ellos le salia casi sin pretenderlo.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
04/09/16, 11:53 pm
Eitne acertó a señalar hacia la ventana como respuesta a las preguntas de sus compañeros, pero al mirar en aquella dirección el norteño solo vio un espeso banco de niebla y no entendió porque aquello podía asustar tanto al niño. Rena, que había bajado a por una infusión para el pequeño, dejó una taza sobre una silla para que se la tomara cuando se calmara y, poco a poco, el daeliciano logró tranquilizarse lo suficiente como para articular alguna palabra coherente a pesar de su tartamudeo. Apenas había empezado a hablar cuando volvió a gritar visiblemente aterrorizado, aferrándose con más fuerza al confuso irrense.
—¿Qué es lo que oc... ? —empezó a preguntar mirando de nuevo hacia la ventana, enmudeciendo al ver como la niebla desaparecía alrededor de una mujer de pelo blanco que flotaba en la distancia. La rocavarancolesa, pues para el hacker aquella era la conclusión mas lógica, centró su atención en el torreón durante unos segundos y luego se perdió en la negrura de la noche sin hacer amago de acercarse.
Al niño la visión de la mujer le había hecho entrar en pánico y, sin que el irrense pudiera evitarlo, se soltó de su abrazo y se alejó arrastrandose por el suelo, como si estuviera huyendo de algo. Los demás letarguinos se habían ido despertando y se habían acercado para ver que sucedía, todos en distintos estados de confusión y preocupación, pero fue Pelusa la que abrazó de nuevo al niño después de haber cerrado la ventana, envolviéndole con una sabana para que se sintiera más seguro.
—Si os traéis unos colchones de la otra habitación los podemos echar en el suelo para que entremos todos, Zob, pero vamos a estar algo apretados... —le respondió al nublino, poniéndose en pie y acercándose a la puerta—. Yo voy a por unos trapos limpios y un poco de agua. Vuelvo enseguida. —le dijo al muchacho, encaminándose hacia las escaleras mientras iluminaba el camino con su linterna.
Milo encontró lo que buscaba en el armario de los utensilios de limpieza y, por suerte, no tuvo que salir a por un cubo de agua porque había un par en la cocina. Al norteño no le asustaba la presencia de la mujer voladora, pero tampoco era un imprudente, así qué se aseguró de que la puerta del patio estaba bien cerrada antes de regresar a la tercera planta con los trapos bajo el brazo y un caldero en cada mano.
—Traigo algo para limpiar el suelo —anunció en cuanto regresó al cuarto—. Y esto es para Eitne. —añadió, apartando unos paños y uno de los cubos de agua para el pequeño daeliciano antes de empezar a fregar el suelo.
—¿Qué es lo que oc... ? —empezó a preguntar mirando de nuevo hacia la ventana, enmudeciendo al ver como la niebla desaparecía alrededor de una mujer de pelo blanco que flotaba en la distancia. La rocavarancolesa, pues para el hacker aquella era la conclusión mas lógica, centró su atención en el torreón durante unos segundos y luego se perdió en la negrura de la noche sin hacer amago de acercarse.
Al niño la visión de la mujer le había hecho entrar en pánico y, sin que el irrense pudiera evitarlo, se soltó de su abrazo y se alejó arrastrandose por el suelo, como si estuviera huyendo de algo. Los demás letarguinos se habían ido despertando y se habían acercado para ver que sucedía, todos en distintos estados de confusión y preocupación, pero fue Pelusa la que abrazó de nuevo al niño después de haber cerrado la ventana, envolviéndole con una sabana para que se sintiera más seguro.
—Si os traéis unos colchones de la otra habitación los podemos echar en el suelo para que entremos todos, Zob, pero vamos a estar algo apretados... —le respondió al nublino, poniéndose en pie y acercándose a la puerta—. Yo voy a por unos trapos limpios y un poco de agua. Vuelvo enseguida. —le dijo al muchacho, encaminándose hacia las escaleras mientras iluminaba el camino con su linterna.
Milo encontró lo que buscaba en el armario de los utensilios de limpieza y, por suerte, no tuvo que salir a por un cubo de agua porque había un par en la cocina. Al norteño no le asustaba la presencia de la mujer voladora, pero tampoco era un imprudente, así qué se aseguró de que la puerta del patio estaba bien cerrada antes de regresar a la tercera planta con los trapos bajo el brazo y un caldero en cada mano.
—Traigo algo para limpiar el suelo —anunció en cuanto regresó al cuarto—. Y esto es para Eitne. —añadió, apartando unos paños y uno de los cubos de agua para el pequeño daeliciano antes de empezar a fregar el suelo.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
05/09/16, 07:03 pm
La tensión producida acabó desapareciendo afortunadamente, y aunque solo era un cuento tenía que tener algo de verdad. Drusar se fue a la cama pensando en esos pobres cosechados y en si el relato estaba basado en una historia real. A partir de ahora debían tener más cuidado si decidían entrar en alguna casa, ya que no sabían si estaba ocupada o deshabitada.
<<Es como si el destino nos hubiera puesto ese libro de por medio, para ser más cautos la próxima vez...>> Esa noche no soñó con casas nevadas, pero sí con sus compañeros y él mismo compartiendo el final del cuento. Por suerte o por desgracia un fuerte grito de Eitne lo despertó de esa pesadilla, abrió los ojos de sopetón y pasó de estar dormido completamente a despierto y asustado en cuestión de segundos, sin ningún estado intermedio de adormilado.
Estaba al borde de la cama y debido al sobresalto casi se cayó de ella, creando una sensación de enfado y vergüenza por si lo había visto alguien. Escuchó a sus compañeros en el otro cuarto, tratando de averiguar lo que le había pasado al daeliciano. El lagarto sopesó la idea de volver a dormirse, el chico ya estaba bien cubierto y no parecía ser nada grave, pero la curiosidad y saber que tardaría mucho en conciliar el sueño le convencieron de levantarse.
-¿Qué es lo que ha pasado?- Preguntó mientras entraba dentro, quitando rápido la mirada del niño al descubrir que se había orinado encima.-¿Es el mismo bicho de la última vez?- Les dijo sin atreverse a mirar por la ventana por si estaba en lo cierto. Para el asreniano una cosa estaba clara, el torreón no era tan seguro como parecía en un principio.
<<Es como si el destino nos hubiera puesto ese libro de por medio, para ser más cautos la próxima vez...>> Esa noche no soñó con casas nevadas, pero sí con sus compañeros y él mismo compartiendo el final del cuento. Por suerte o por desgracia un fuerte grito de Eitne lo despertó de esa pesadilla, abrió los ojos de sopetón y pasó de estar dormido completamente a despierto y asustado en cuestión de segundos, sin ningún estado intermedio de adormilado.
Estaba al borde de la cama y debido al sobresalto casi se cayó de ella, creando una sensación de enfado y vergüenza por si lo había visto alguien. Escuchó a sus compañeros en el otro cuarto, tratando de averiguar lo que le había pasado al daeliciano. El lagarto sopesó la idea de volver a dormirse, el chico ya estaba bien cubierto y no parecía ser nada grave, pero la curiosidad y saber que tardaría mucho en conciliar el sueño le convencieron de levantarse.
-¿Qué es lo que ha pasado?- Preguntó mientras entraba dentro, quitando rápido la mirada del niño al descubrir que se había orinado encima.-¿Es el mismo bicho de la última vez?- Les dijo sin atreverse a mirar por la ventana por si estaba en lo cierto. Para el asreniano una cosa estaba clara, el torreón no era tan seguro como parecía en un principio.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
06/09/16, 12:00 am
Sin importar lo que dijesen todos, incluso ella misma, para suavizar el final del cuento, nada era capaz de hacer desaparecer la inquietud de Nime. Se creyese o no que aquello no iba a pasarles a ellos, no dejaba de ser una historia que dejaría mal cuerpo a cualquier niño acostumbrado a escuchar siempre finales felices, y especialmente si ese niño vivía una historia de terror en sus propias carnes.
Dormir resultó difícil de nuevo. Nime dio vueltas en la cama hasta que, de puro agotamiento, logró caer en un estado de duermevela. El grito, como a todos los demás, la trajo de vuelta a la realidad, aunque no de inmediato. Al erguirse repentinamente en la cama sintió palpitaciones suaves en la sien y mareo. Se encontraba algo desorientada, pero aunque logró localizar dueño del grito no pasó lo mismo con la causa. Nadie parecía herido ni había algo que no debiese haber en el cuarto. Aquello era suficiente para rebajar el nivel de alarma de la niña.
La libense se acercó al corrillo que rodeaba a Eitne frotándose los ojos, y olió la orina. Observó en silencio cómo todos intentaban tranquilizarle y, como no se aproximó a ninguna ventana, solo fue consciente de la niebla una vez Adru se la hizo notar. Por eso vio también cómo desaparecía misteriosamente. Apenas tuvo tiempo de pensar en lo nostálgico que resultaba sentir el frescor de la neblina, porque se oían comentarios de que alguien había estado allí abajo. Nime sentía cierto reparo de acercarse a observar a alguien que supuestamente ya no estaba, así que se quedó donde estaba. De noche no le gustaba acercarse a las ventanas. De todos modos no se veía nada en aquella oscuridad, y tal vez por eso deseó que la imaginación de los que se habían asomado les hubiese jugado una mala pasada.
Al ver volver a Milo con un cubo de agua y trapos, parte para el propio Eitne, se preguntó si estaría pasando mucha vergüenza aparte de miedo. En cualquiera otra circunstancia, Nime se habría reído de él, aunque esas circunstancias fuesen su vida anterior en Libo. Era lo que habría hecho en su casa si Sisek se hubiese hecho pis encima, y habría estado recordándoselo durante días. Sin embargo todo había cambiado radicalmente el día que la cosecharon; ella misma había estado a punto de mearse la noche en que algo los espió por la ventana.
La actitud tranquilizadora de todo el mundo la animó a aportar su granito de arena sin avergonzarse.
—¿Sabes? Yo aún me hice pis por última vez cuando ya casi tenía ocho. No pienso contar por qué. Pero no es para tanto, ¿verdad?
«Por lo menos no aquí».
Dormir resultó difícil de nuevo. Nime dio vueltas en la cama hasta que, de puro agotamiento, logró caer en un estado de duermevela. El grito, como a todos los demás, la trajo de vuelta a la realidad, aunque no de inmediato. Al erguirse repentinamente en la cama sintió palpitaciones suaves en la sien y mareo. Se encontraba algo desorientada, pero aunque logró localizar dueño del grito no pasó lo mismo con la causa. Nadie parecía herido ni había algo que no debiese haber en el cuarto. Aquello era suficiente para rebajar el nivel de alarma de la niña.
La libense se acercó al corrillo que rodeaba a Eitne frotándose los ojos, y olió la orina. Observó en silencio cómo todos intentaban tranquilizarle y, como no se aproximó a ninguna ventana, solo fue consciente de la niebla una vez Adru se la hizo notar. Por eso vio también cómo desaparecía misteriosamente. Apenas tuvo tiempo de pensar en lo nostálgico que resultaba sentir el frescor de la neblina, porque se oían comentarios de que alguien había estado allí abajo. Nime sentía cierto reparo de acercarse a observar a alguien que supuestamente ya no estaba, así que se quedó donde estaba. De noche no le gustaba acercarse a las ventanas. De todos modos no se veía nada en aquella oscuridad, y tal vez por eso deseó que la imaginación de los que se habían asomado les hubiese jugado una mala pasada.
Al ver volver a Milo con un cubo de agua y trapos, parte para el propio Eitne, se preguntó si estaría pasando mucha vergüenza aparte de miedo. En cualquiera otra circunstancia, Nime se habría reído de él, aunque esas circunstancias fuesen su vida anterior en Libo. Era lo que habría hecho en su casa si Sisek se hubiese hecho pis encima, y habría estado recordándoselo durante días. Sin embargo todo había cambiado radicalmente el día que la cosecharon; ella misma había estado a punto de mearse la noche en que algo los espió por la ventana.
La actitud tranquilizadora de todo el mundo la animó a aportar su granito de arena sin avergonzarse.
—¿Sabes? Yo aún me hice pis por última vez cuando ya casi tenía ocho. No pienso contar por qué. Pero no es para tanto, ¿verdad?
«Por lo menos no aquí».
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
07/09/16, 10:35 pm
En un instante la niebla se desvaneció, y en el centro de la misma Adrune pudo ver a aquella mujer de pelo blanco.
—¡Se ha llevado la niebla! —Dijo señalando hacia la ventana con expresión de sombro.
Eitne parecía aterrorizado por algo, pero los mayores ya se estaban ocupando de él. Adrune conocía bien el miedo que provocaban las pesadillas a alguna gente, pues tenía de ejemplo a Neil, a quien en aquellos momentos vio intentando calmar al daeliciano frotándole la espalda y, era muy obvio para ella, evitando sacar a relucir su propio miedo.
>>Que va —le respondió a Drusar—. Había una mujer que se ha llevado la niebla, pero ya se ha ido —explicó como si fuese lo más normal del mundo. Resultaba obvio que no había nada de lo que preocuparse y que el suceso no estaba relacionado con el terror de Eitne—. Voy a buscar agua al pozo para que Eitne se pueda bañar. Te podemos acompañar Neil y yo en el baño para que no tengas miedo, pero ya verás cómo te sientes mejor después de lavarte.
La edeel, como de costumbre, empleaba los consejos que les escuchaba a sus padres para tratar de solucionar aquellos sucesos cotidianos.
A continuación haría tal y como dijo y empezaría a llenar la bañera en varios viajes desde el pozo, mojando el torreón en el proceso en varios lugares debido a que la falta de iluminación y su poco cuidado no eran una buena combinación. Trataría de convencer a Eitne para que se metiese en la bañera y le acompañaría si era necesario. Después ayudaría a mover colchones para la propuesta que habían hecho de dormir todos en el mismo sitio, pareciéndole una idea muy divertida.
—¡Se ha llevado la niebla! —Dijo señalando hacia la ventana con expresión de sombro.
Eitne parecía aterrorizado por algo, pero los mayores ya se estaban ocupando de él. Adrune conocía bien el miedo que provocaban las pesadillas a alguna gente, pues tenía de ejemplo a Neil, a quien en aquellos momentos vio intentando calmar al daeliciano frotándole la espalda y, era muy obvio para ella, evitando sacar a relucir su propio miedo.
>>Que va —le respondió a Drusar—. Había una mujer que se ha llevado la niebla, pero ya se ha ido —explicó como si fuese lo más normal del mundo. Resultaba obvio que no había nada de lo que preocuparse y que el suceso no estaba relacionado con el terror de Eitne—. Voy a buscar agua al pozo para que Eitne se pueda bañar. Te podemos acompañar Neil y yo en el baño para que no tengas miedo, pero ya verás cómo te sientes mejor después de lavarte.
La edeel, como de costumbre, empleaba los consejos que les escuchaba a sus padres para tratar de solucionar aquellos sucesos cotidianos.
A continuación haría tal y como dijo y empezaría a llenar la bañera en varios viajes desde el pozo, mojando el torreón en el proceso en varios lugares debido a que la falta de iluminación y su poco cuidado no eran una buena combinación. Trataría de convencer a Eitne para que se metiese en la bañera y le acompañaría si era necesario. Después ayudaría a mover colchones para la propuesta que habían hecho de dormir todos en el mismo sitio, pareciéndole una idea muy divertida.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/09/16, 03:44 am
Eitne chocó contra los pies de Rox y frenó en seco de forma casi inconsciente. Había soñado con ella. Había soñado con ella. Había soñado con ella y no podía quitárselo de la cabeza. La noche, la niebla, la niña. Todo estaba ahí tal cual había ocurrido en su sueño. El muchacho respiró con dificultad entre los sollozos. A su alrededor pasaban cosas pero Eitne no oía, no hablaba, no veía. El niño alzó sus manos. Las miró. Eran pequeñas, eran rechonchas, eran de un morado tan oscuro como tranquilizador. Eran suyas. Volvió a respirar. Giró las manos. Volvió a girarlas. Seguían siendo suyas. No era un monstruo por fuera y no quería serlo por dentro. Solo estaba él, sin garras ni colmillos.
El niño pasó a llorar en silencio. Poco a poco fue adquiriendo conciencia de dónde estaba y, si bien no obtuvo la seguridad de que no iba a pasar nada, sí que fue alimentando la duda. Las voces de sus compañeros le llenaban los oídos ahora. Podría no pasar nada, claro. Conocía la magia, conocía las cosas que se podían hacer y había tenido Rocavarancolia suficiente como para saber que no podía fiarse. Pero, ¿y si solo había sido coincidencia? De pronto sintió sus pantalones mojados y se llevó la mano a estos. Era pis. Se había meado. No le dio importancia porque no la tenía. Era un niño. Y aun así se ruborizó ligeramente. Continuó repitiéndose que no era más que una coincidencia y se aferró a las sábanas que lo cubrían.
No tardó mucho antes de que lograra ponerse de pie. Intentó hablar de nuevo pero el tartamudeo y el hipo y el llanto silencioso aún duraban y no logró articular nada. Se rodeó con la manta que le había traído Pam, asintió a la proposición de Adru de que le acompañaran y caminó en silencio al baño, con pasos temblorosos y húmedos. El muchacho estaba esforzándose por concentrarse en todo lo que ocurría a su alrededor, pero de vez en cuando la voz de su conciencia le hablaba y le recordaba lo que había pasado: había soñado con lo que había ocurrido. <<O ha sido casualidad>> necesitó autocorregirse.
Eitne se desnudó sin ningún tipo de pudor, no era algo de su mundo, y se metió en la bañera una vez estuvo el agua donde debía. Para el resto del torreón seguía visiblemente afectado y ausente, internamente se sentía presente de más. Había movilizado a todo el torreón en mitad de la noche y le habían rodeado y cuidado y ayudado y estaban limpiando su orina y aún así seguían siendo amables con él. El agua estaba fría y la habitación oscura, pero sabía que no estaba solo. Lloró de nuevo con fuerza en la bañera, incrédulo de la suerte que había tenido de caer en aquel secuestro con todos sus compañeros de torreón y aterrado al mismo tiempo de pensar en tantas cosas horribles que podían pasarles. <<Solo somos niños>> pensó, hiperconsciente de aquel detalle tan doloroso.
Una vez se sintió limpio, el muchacho se secó y salió de la bañera. La gente seguía cerca de él y Eitne se sentía protegido y ligeramente más relajado. Cuando volvió a la habitación, vestido con ropas feas de la torre, ya no lloraba e incluso se sorprendió de ver que realmente habían tirado los colchones por el suelo.
—G-g-g-gracias y l-lo —una hipada le obligó a repetir —l-l-lo siento m-mucho.
Toda la vergüenza que no había podido sentir antes, llegó ahora por haber obligado a tanta gente a estar pendiente de él. Y aun así sentía que debía explicarles lo que había pasado para asegurarse de que, de ser real, no acabaran igual que en su sueño.
—S-soñé con la n-niebla —les comenzó a explicar —. E-era de noche, c-c-como aquí y —le temblaban los labios. Le daba miedo que no le creyeran y al mismo tiempo no podía callarse porque le daba más miedo que se murieran por su culpa—. T-también había u-una niña dentro, c-como a-aquí. Y os… os… —estaba a punto de llorar de nuevo. Lo notaba en los ojos y en la nariz. Respiró hondo y apretó los párpados, forzando a las lágrimas a caer y acabó la frase —. Os c-comía a t-t-todos.
>>A mí m-m-me convertió en un m-mounstro y… n-no sé. N-no sé. L-l-lo s-siento mucho —ellos no lo sabían, pero esta vez les pedía perdón porque en el sueño habían muerto por su culpa.
El niño pasó a llorar en silencio. Poco a poco fue adquiriendo conciencia de dónde estaba y, si bien no obtuvo la seguridad de que no iba a pasar nada, sí que fue alimentando la duda. Las voces de sus compañeros le llenaban los oídos ahora. Podría no pasar nada, claro. Conocía la magia, conocía las cosas que se podían hacer y había tenido Rocavarancolia suficiente como para saber que no podía fiarse. Pero, ¿y si solo había sido coincidencia? De pronto sintió sus pantalones mojados y se llevó la mano a estos. Era pis. Se había meado. No le dio importancia porque no la tenía. Era un niño. Y aun así se ruborizó ligeramente. Continuó repitiéndose que no era más que una coincidencia y se aferró a las sábanas que lo cubrían.
No tardó mucho antes de que lograra ponerse de pie. Intentó hablar de nuevo pero el tartamudeo y el hipo y el llanto silencioso aún duraban y no logró articular nada. Se rodeó con la manta que le había traído Pam, asintió a la proposición de Adru de que le acompañaran y caminó en silencio al baño, con pasos temblorosos y húmedos. El muchacho estaba esforzándose por concentrarse en todo lo que ocurría a su alrededor, pero de vez en cuando la voz de su conciencia le hablaba y le recordaba lo que había pasado: había soñado con lo que había ocurrido. <<O ha sido casualidad>> necesitó autocorregirse.
Eitne se desnudó sin ningún tipo de pudor, no era algo de su mundo, y se metió en la bañera una vez estuvo el agua donde debía. Para el resto del torreón seguía visiblemente afectado y ausente, internamente se sentía presente de más. Había movilizado a todo el torreón en mitad de la noche y le habían rodeado y cuidado y ayudado y estaban limpiando su orina y aún así seguían siendo amables con él. El agua estaba fría y la habitación oscura, pero sabía que no estaba solo. Lloró de nuevo con fuerza en la bañera, incrédulo de la suerte que había tenido de caer en aquel secuestro con todos sus compañeros de torreón y aterrado al mismo tiempo de pensar en tantas cosas horribles que podían pasarles. <<Solo somos niños>> pensó, hiperconsciente de aquel detalle tan doloroso.
Una vez se sintió limpio, el muchacho se secó y salió de la bañera. La gente seguía cerca de él y Eitne se sentía protegido y ligeramente más relajado. Cuando volvió a la habitación, vestido con ropas feas de la torre, ya no lloraba e incluso se sorprendió de ver que realmente habían tirado los colchones por el suelo.
—G-g-g-gracias y l-lo —una hipada le obligó a repetir —l-l-lo siento m-mucho.
Toda la vergüenza que no había podido sentir antes, llegó ahora por haber obligado a tanta gente a estar pendiente de él. Y aun así sentía que debía explicarles lo que había pasado para asegurarse de que, de ser real, no acabaran igual que en su sueño.
—S-soñé con la n-niebla —les comenzó a explicar —. E-era de noche, c-c-como aquí y —le temblaban los labios. Le daba miedo que no le creyeran y al mismo tiempo no podía callarse porque le daba más miedo que se murieran por su culpa—. T-también había u-una niña dentro, c-como a-aquí. Y os… os… —estaba a punto de llorar de nuevo. Lo notaba en los ojos y en la nariz. Respiró hondo y apretó los párpados, forzando a las lágrimas a caer y acabó la frase —. Os c-comía a t-t-todos.
>>A mí m-m-me convertió en un m-mounstro y… n-no sé. N-no sé. L-l-lo s-siento mucho —ellos no lo sabían, pero esta vez les pedía perdón porque en el sueño habían muerto por su culpa.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
08/09/16, 02:47 pm
Si no le hubiesen avisado los demás, Rena ni se habría percatado de la niebla, mucho menos de la tipa peliblanca que se la llevó. En cuanto señalaron la ventana se puso en pie de un salto y pudo verla de reojo, alejándose. Fue gracias a Adru que se enteró de qué demonios estaba pasando.
-¿Pero qué cojones? ¿Es que en esta ciudad no saben lo que es la intimidad? Vamos a tener que poner cortinas.
Intentaba quitarle hierro al asunto, pero de verdad le incomodaba que cualquiera pudiera flotar hasta la ventana y espiarles, o colárseles en el torreón. Tal vez cerrar las ventanas por las noches sí sería buena idea.
Se llevaron a Eitne a lavarse. Habían quedado en dormir todos en el mismo cuarto para estar más seguros, así que ayudó a mover colchones y cedió su cama a alguien para dormir ella en el suelo, cerca de los enanos. ''Si entra algún bicho por la ventana le parto los morros'' Había prometido, completamente convencida. No quería volver a cometer el error de quedarse dormida o no enterarse de lo que estaba pasando.
-¿Pero qué cojones? ¿Es que en esta ciudad no saben lo que es la intimidad? Vamos a tener que poner cortinas.
Intentaba quitarle hierro al asunto, pero de verdad le incomodaba que cualquiera pudiera flotar hasta la ventana y espiarles, o colárseles en el torreón. Tal vez cerrar las ventanas por las noches sí sería buena idea.
Se llevaron a Eitne a lavarse. Habían quedado en dormir todos en el mismo cuarto para estar más seguros, así que ayudó a mover colchones y cedió su cama a alguien para dormir ella en el suelo, cerca de los enanos. ''Si entra algún bicho por la ventana le parto los morros'' Había prometido, completamente convencida. No quería volver a cometer el error de quedarse dormida o no enterarse de lo que estaba pasando.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
09/09/16, 01:43 am
Milo ya había acabado de limpiar el suelo cuando Adru dijo que iba a llenar la bañera con agua del pozo para que Eitne se bañara, así que se puso en pie para acompañarla. Siguió a la hiperactiva sinhadre escaleras abajo hacia el patio y le ayudó a llenar y transportar los cubos desde el patio hasta el baño. El irrense, precavido, echaba un vistazo al negro cielo cada vez que salían a la calle, pero solo los murciélagos flamígeros sobrevolaban el torreón y no tuvieron ningún sobresalto.
—No corras tanto, Capitana. —murmuraba de vez en cuando cuando la edeel derramaba algo de agua por el camino sin que, aparentemente, sirviera de nada. El suelo no tardó mucho en estar encharcado en varios puntos.
Mientras Eitne se bañaba el norteño se dedicó a fregar el torreón, sumido en sus pensamientos, y para cuando acabó el daeliciano ya había regresado al cuarto. Milo atendió a la explicación en silencio, preocupado por las similitudes que el niño veía entre su sueño y lo que había pasado al despertar. El irrense era de la opinión de que solo habían sido coincidencias, pero entendía los miedos del pequeño, así que trato de tranquilizarle con tacto.
—No eres un monstruo, Eitne, y no nos vamos a dejar comer tan fácilmente —le aseguró con una media sonrisa—. Además, estoy seguro de que le resultaríamos indigesto a cualquier mal bicho que intentara comernos. —añadió en broma, acostándose cuando el chico estuvo seguro en su cama.
La idea de esparcir colchones por el suelo para que todos pudieran dormir en la misma habitación al menos aquella noche había calado y ahora el dormitorio estaba lleno, pero el hacker no le dio demasiada importancia e intento dormitar un rato. No lo logró apenas y antes de que despuntara el alba ya había salido sin hacer ruido de la habitación para comer algo en la cocina. La falta de sueño le había obsequiado con una pronunciadas ojeras, pero no se percató de ello y empezó a prepararse el desayuno: una infusión caliente con leche, unas verduras salteadas con carne y especias picantes, y algo de pan irrense.
—No corras tanto, Capitana. —murmuraba de vez en cuando cuando la edeel derramaba algo de agua por el camino sin que, aparentemente, sirviera de nada. El suelo no tardó mucho en estar encharcado en varios puntos.
Mientras Eitne se bañaba el norteño se dedicó a fregar el torreón, sumido en sus pensamientos, y para cuando acabó el daeliciano ya había regresado al cuarto. Milo atendió a la explicación en silencio, preocupado por las similitudes que el niño veía entre su sueño y lo que había pasado al despertar. El irrense era de la opinión de que solo habían sido coincidencias, pero entendía los miedos del pequeño, así que trato de tranquilizarle con tacto.
—No eres un monstruo, Eitne, y no nos vamos a dejar comer tan fácilmente —le aseguró con una media sonrisa—. Además, estoy seguro de que le resultaríamos indigesto a cualquier mal bicho que intentara comernos. —añadió en broma, acostándose cuando el chico estuvo seguro en su cama.
La idea de esparcir colchones por el suelo para que todos pudieran dormir en la misma habitación al menos aquella noche había calado y ahora el dormitorio estaba lleno, pero el hacker no le dio demasiada importancia e intento dormitar un rato. No lo logró apenas y antes de que despuntara el alba ya había salido sin hacer ruido de la habitación para comer algo en la cocina. La falta de sueño le había obsequiado con una pronunciadas ojeras, pero no se percató de ello y empezó a prepararse el desayuno: una infusión caliente con leche, unas verduras salteadas con carne y especias picantes, y algo de pan irrense.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/09/16, 01:39 pm
La cabeza de Rox estaba todavía en un mundo aparte debido al cansancio, por lo que sus reacciones y ayudas fueron lentas y torpes. No entendía de lo que hablaban, ni a quién se suponía que habían visto, pero se conformaba con las explicaciones básicas de Adru. Lo último que necesitaba era ponerse a pensar en fantasmas y presencias. En lo que se llevaron al daeliciano a bañarse y limpiaron el suelo, la medio australiana puso su granito de arena llevando colchones a la habitación. Poco más podía hacer.
—Ha sido una pesadilla entonces... —se frotó los ojos y volvió a sentarse en su cama, bostezando cada poco rato—. No pidas perdón, Eitne. Debes haber pasado mucho miedo, es normal... Pero no te preocupes, solo ha sido un mal sueño.
En lo que todo el mundo se hubo asentado en sus respectivas camas, Rox dejó caer el cuerpo pesadamente y no tardó en ser presa del sueño. Al parecer el destino debía haber encontrado divertida aquella última frase.
Unos segundos le hicieron falta para asimilar su nuevo escenario. Los recuerdos de su pesadilla eran espantosamente nítidos, y tan pronto como sus ojos se adaptaron a la oscuridad y pudo reconocer el lugar como la habitación del torreón, el corazón se le achicó. Sus movimientos al erguirse resultaron robóticos.
Estaba rodeada. La gran mayoría de sus compañeros dormía en la misma habitación debido al incidente de escasas horas atrás, detalle que consiguió que se le tensaran cada uno de los músculos del cuerpo para luego, inevitablemente, echarse a temblar. En un intento de buscar calma y no romper a llorar se tapó ambos ojos con una mano, pero esta no tardó en mojarse con las primeras lágrimas. Recordaba como la habían echado. Recordaba sus miradas de asco y de desprecio. Recordaba como la habían apuntado con sus armas. Las amenazas de Pam, los cuchicheos sin sentido... había soñado con todos ellos, pero, ¿y si seguía haciéndolo? No podía decir a ciencia cierta cuantas veces había despertado ya esa noche. Que Eitne hubiera tenido también otra pesadilla no hacía más que incrementar su inseguridad.
Una de sus rodillas comenzó a picar e incluso a doler, acompañada por una fuerte presión en el pecho que le hizo aún más difícil respirar, como si la flecha que le había atravesado un pulmón siguiera ahí, efectos de la propia ansiedad y terror que sentía en el momento. Quería salir de ahí, pero el miedo le había congelado y no conseguía detener las lágrimas. No debía hacer ruido, ni siquiera se podía permitir el lujo de sollozar. Se clavó los dedos en un brazo para asegurarse de estar despierta y, a pesar del dolor, hasta que las marcas de sus uñas dejaron la piel totalmente roja no se detuvo. Armándose de valor (o más bien movida por el miedo de despertarlos) y clavándose de nuevo las uñas por pura inercia, salió de la cama.
Cada hueco de suelo estaba ocupado por un colchón, pero por suerte su cama era de las cercanas a la puerta, con lo que pasar por lo que para ella era ahora una manada de leones durmiendo no fue tan difícil como podría haberlo sido.
No emitió ningún tipo de ruido fuera hasta que hubo bajado la mitad de las escaleras, lugar donde dejó escapar un suspiro agobiado. El frío de la noche no tardó en congelarle los pies, pero fue el sonido proveniente de la cocina lo que le heló la sangre. Su reacción inmediata fue subir de vuelta un escalón y sujetarse de la pared, plantándose sin moverse lo más mínimo unos segundos que se sintieron como una eternidad. Con un puño apartó las lágrimas que en algún momento volvieron a asomar y, rezando por qué está vez no sucediera nada malo, bajó, en parte atraída por el buen olor.
De todas las personas que podía encontrarse, fue a ser justamente la que más había mostrado pena y casi compasión por ella en su sueño. Milo estaba preparándose el desayuno, y por las ojeras que tenía probablemente había dormido menos que ella. La poca luz que entraba le indicaba que apenas estaba saliendo el sol en ese momento. Apoyándose todavía en la pared, Rox trató de llamar su atención, aunque su voz falló estrepitosamente; el nudo en su garganta era tal, que la primera vez que pronunció su nombre lo hizo de forma inaudible hasta para sí misma.
—¿Milo...? —no se separó del lugar, esperando primero la reacción de su compañero para saber si podía confiar, o por el contrario, debía correr.
—Ha sido una pesadilla entonces... —se frotó los ojos y volvió a sentarse en su cama, bostezando cada poco rato—. No pidas perdón, Eitne. Debes haber pasado mucho miedo, es normal... Pero no te preocupes, solo ha sido un mal sueño.
En lo que todo el mundo se hubo asentado en sus respectivas camas, Rox dejó caer el cuerpo pesadamente y no tardó en ser presa del sueño. Al parecer el destino debía haber encontrado divertida aquella última frase.
Unos segundos le hicieron falta para asimilar su nuevo escenario. Los recuerdos de su pesadilla eran espantosamente nítidos, y tan pronto como sus ojos se adaptaron a la oscuridad y pudo reconocer el lugar como la habitación del torreón, el corazón se le achicó. Sus movimientos al erguirse resultaron robóticos.
Estaba rodeada. La gran mayoría de sus compañeros dormía en la misma habitación debido al incidente de escasas horas atrás, detalle que consiguió que se le tensaran cada uno de los músculos del cuerpo para luego, inevitablemente, echarse a temblar. En un intento de buscar calma y no romper a llorar se tapó ambos ojos con una mano, pero esta no tardó en mojarse con las primeras lágrimas. Recordaba como la habían echado. Recordaba sus miradas de asco y de desprecio. Recordaba como la habían apuntado con sus armas. Las amenazas de Pam, los cuchicheos sin sentido... había soñado con todos ellos, pero, ¿y si seguía haciéndolo? No podía decir a ciencia cierta cuantas veces había despertado ya esa noche. Que Eitne hubiera tenido también otra pesadilla no hacía más que incrementar su inseguridad.
Una de sus rodillas comenzó a picar e incluso a doler, acompañada por una fuerte presión en el pecho que le hizo aún más difícil respirar, como si la flecha que le había atravesado un pulmón siguiera ahí, efectos de la propia ansiedad y terror que sentía en el momento. Quería salir de ahí, pero el miedo le había congelado y no conseguía detener las lágrimas. No debía hacer ruido, ni siquiera se podía permitir el lujo de sollozar. Se clavó los dedos en un brazo para asegurarse de estar despierta y, a pesar del dolor, hasta que las marcas de sus uñas dejaron la piel totalmente roja no se detuvo. Armándose de valor (o más bien movida por el miedo de despertarlos) y clavándose de nuevo las uñas por pura inercia, salió de la cama.
Cada hueco de suelo estaba ocupado por un colchón, pero por suerte su cama era de las cercanas a la puerta, con lo que pasar por lo que para ella era ahora una manada de leones durmiendo no fue tan difícil como podría haberlo sido.
No emitió ningún tipo de ruido fuera hasta que hubo bajado la mitad de las escaleras, lugar donde dejó escapar un suspiro agobiado. El frío de la noche no tardó en congelarle los pies, pero fue el sonido proveniente de la cocina lo que le heló la sangre. Su reacción inmediata fue subir de vuelta un escalón y sujetarse de la pared, plantándose sin moverse lo más mínimo unos segundos que se sintieron como una eternidad. Con un puño apartó las lágrimas que en algún momento volvieron a asomar y, rezando por qué está vez no sucediera nada malo, bajó, en parte atraída por el buen olor.
De todas las personas que podía encontrarse, fue a ser justamente la que más había mostrado pena y casi compasión por ella en su sueño. Milo estaba preparándose el desayuno, y por las ojeras que tenía probablemente había dormido menos que ella. La poca luz que entraba le indicaba que apenas estaba saliendo el sol en ese momento. Apoyándose todavía en la pared, Rox trató de llamar su atención, aunque su voz falló estrepitosamente; el nudo en su garganta era tal, que la primera vez que pronunció su nombre lo hizo de forma inaudible hasta para sí misma.
—¿Milo...? —no se separó del lugar, esperando primero la reacción de su compañero para saber si podía confiar, o por el contrario, debía correr.
- ♪♫♬:
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/09/16, 06:51 pm
Milo estaba dando los últimos retoques al salteado cuando la voz de la medio coreana le sobresaltó por lo inesperado de la misma, provocándole un espasmo que apunto estuvo de llevarse todo su trabajo al suelo. Ya era la segunda vez desde que habían llegado a la ciudad que la humana le sorprendía de aquella forma. La saludó con normalidad, sin embargo, disimulando la mini taquicardia que acababa de experimentar.
—Buenos días, Rox. ¿Has dormido bien? —preguntó con interés, aún dándole la espalda mientras retiraba la sartén del fuego—. Yo no he pegado ojo y he bajado a cocinar un poco. ¿Te apetece desayunar conmi... ? —añadió mientras se giraba, no llegando a terminar su segunda pregunta al toparse con la expresión deshecha de su compañera. Había estado llorando y parecía asustada—. ¿Estás... estás llorando? ¿Por qué lloras? ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien? —soltó de carrerilla tras unos instantes de silencio, mordiéndose la lengua cuando la última cuestión salió de su boca. Era más que evidente que no estaba bien.
Durante unos segundos que se le antojaron interminables el norteño no supo que hacer, moviéndose al final por inercia para ofrecerle un asiento a la medio australiana. Le sirvió un vaso de agua y lo dejó sobre la mesa a su alcance, cambiando el peso de una pierna a otra sin saber que hacer a continuación. Se obligó a calmarse, sin embargo, pues su nerviosismo no iba a servir para nada en aquella situación.
—¿Quieres contarme qué es lo que te ha pasado, Rox? —preguntó con cuidado, la preocupación pintada en el rostro—. Podemos comer algo mientras tanto... —añadió aún de pie—. Solo si te apetece, claro.
—Buenos días, Rox. ¿Has dormido bien? —preguntó con interés, aún dándole la espalda mientras retiraba la sartén del fuego—. Yo no he pegado ojo y he bajado a cocinar un poco. ¿Te apetece desayunar conmi... ? —añadió mientras se giraba, no llegando a terminar su segunda pregunta al toparse con la expresión deshecha de su compañera. Había estado llorando y parecía asustada—. ¿Estás... estás llorando? ¿Por qué lloras? ¿Ha pasado algo? ¿Estás bien? —soltó de carrerilla tras unos instantes de silencio, mordiéndose la lengua cuando la última cuestión salió de su boca. Era más que evidente que no estaba bien.
Durante unos segundos que se le antojaron interminables el norteño no supo que hacer, moviéndose al final por inercia para ofrecerle un asiento a la medio australiana. Le sirvió un vaso de agua y lo dejó sobre la mesa a su alcance, cambiando el peso de una pierna a otra sin saber que hacer a continuación. Se obligó a calmarse, sin embargo, pues su nerviosismo no iba a servir para nada en aquella situación.
—¿Quieres contarme qué es lo que te ha pasado, Rox? —preguntó con cuidado, la preocupación pintada en el rostro—. Podemos comer algo mientras tanto... —añadió aún de pie—. Solo si te apetece, claro.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
10/09/16, 11:50 pm
En lugar de reírse por el salto que dio, parte del susto se le contagió a ella por igual, con lo que se aferró con más fuerza a la pared mientras trataba de ocultar como le temblaban los brazos y piernas, soltando finalmente el que debía ser el mayor suspiro de alivio de su vida. Aparentemente estaba de vuelta en la realidad.
Se animó a alejarse de las escaleras para acercarse al irrense, aún con rasgos de duda en cada uno de sus movimientos. Saludó con un ruido afirmativo, a sabiendas de que si hablaba corría el riesgo de que se le quebrara la voz aún más. Gracias a los dioses no tuvo que responder inmediatamente, ya que el moreno no tardó en comprender como estaba, mas sí se maldijo por preocuparle en exceso y asimismo, por haberse descuidado; ¿tanto se notaba que había estado llorando?
—¿Ah? —se llevó una mano al rostro y, efectivamente, se encontró restos de lágrimas todavía en él. Genial. Se apresuró en quitarlas, pero por una vez no se forzó a sonreír. No podía ni iba a ocultar que había pasado un mal trago—. Me acabo de despertar... he tenido una pesadilla. Varias. —se corrigió —. Estabais todos aquí y...
Un nuevo nudo le impidió continuar. Tomó asiento y cogió el vaso de agua en cuanto lo tuvo a mano para recuperar el habla tras beber. No dejó de mirar de reojo a su compañero de forma instintiva, buscando cualquier atisbo de anormalidad que le indicase peligro antes de desahogarse con seguridad. No hubo ninguno: era el Milo de siempre, uno especialmente preocupado. Una larga bocanada de aire le llenó los pulmones mientras cerraba los ojos para calmarse, apretando el vaso entre ambas manos antes de soltarlo todo. El asentimiento a la última pregunta no tardó en llegar.
—S-Sí, pero... no te preocupes. Por favor. Solo... Solo son los nervios. —tomó otra calada de aire y fijó la vista en el agua—. He tenido sueños muy extraños. No sé si ha sido por el cuento, por Eitne o... —se apartó el flequillo de la cara y resopló. Tardó unos instantes en continuar—. En el último... me despertaba en el torreón. Estabais todos abajo y al verme aparecer... me apuntabais con las armas. N-No os acordabais de mi, o no sabíais quien era. Decíais que solo os conocía por haber soñado con vosotros y que estaba contaminada, o algo así... Me pedíais que me marchara, pero... —se llevó una mano al pecho, como si buscase la punta de la flecha sobresaliendo—. No llegué a salir...
"Con vida"
No pudo terminar la frase. La mano que mantenía en el vaso hacía cada vez una presión más y más fuerte, por lo que se vio obligada a soltarlo.
Se animó a alejarse de las escaleras para acercarse al irrense, aún con rasgos de duda en cada uno de sus movimientos. Saludó con un ruido afirmativo, a sabiendas de que si hablaba corría el riesgo de que se le quebrara la voz aún más. Gracias a los dioses no tuvo que responder inmediatamente, ya que el moreno no tardó en comprender como estaba, mas sí se maldijo por preocuparle en exceso y asimismo, por haberse descuidado; ¿tanto se notaba que había estado llorando?
—¿Ah? —se llevó una mano al rostro y, efectivamente, se encontró restos de lágrimas todavía en él. Genial. Se apresuró en quitarlas, pero por una vez no se forzó a sonreír. No podía ni iba a ocultar que había pasado un mal trago—. Me acabo de despertar... he tenido una pesadilla. Varias. —se corrigió —. Estabais todos aquí y...
Un nuevo nudo le impidió continuar. Tomó asiento y cogió el vaso de agua en cuanto lo tuvo a mano para recuperar el habla tras beber. No dejó de mirar de reojo a su compañero de forma instintiva, buscando cualquier atisbo de anormalidad que le indicase peligro antes de desahogarse con seguridad. No hubo ninguno: era el Milo de siempre, uno especialmente preocupado. Una larga bocanada de aire le llenó los pulmones mientras cerraba los ojos para calmarse, apretando el vaso entre ambas manos antes de soltarlo todo. El asentimiento a la última pregunta no tardó en llegar.
—S-Sí, pero... no te preocupes. Por favor. Solo... Solo son los nervios. —tomó otra calada de aire y fijó la vista en el agua—. He tenido sueños muy extraños. No sé si ha sido por el cuento, por Eitne o... —se apartó el flequillo de la cara y resopló. Tardó unos instantes en continuar—. En el último... me despertaba en el torreón. Estabais todos abajo y al verme aparecer... me apuntabais con las armas. N-No os acordabais de mi, o no sabíais quien era. Decíais que solo os conocía por haber soñado con vosotros y que estaba contaminada, o algo así... Me pedíais que me marchara, pero... —se llevó una mano al pecho, como si buscase la punta de la flecha sobresaliendo—. No llegué a salir...
"Con vida"
No pudo terminar la frase. La mano que mantenía en el vaso hacía cada vez una presión más y más fuerte, por lo que se vio obligada a soltarlo.
- ♪♫♬:
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/09/16, 04:57 am
La humana, al parecer, había tenido varias pesadillas y la habían alterado bastante. Tomó asiento y alcanzó el vaso de agua con una mano temblorosa, bebiendo para, presumiblemente, recuperar la capacidad de hablar tras haberse cortado a mitad de frase. Después de tomar una profunda bocanada de aire lo primero que le dijo que que no se preocupara, un comentario que en opinión del irrense estaba fuera de lugar porque le era imposible no hacerlo, pero se calló y la dejó hablar. Milo escuchó su relato sobre el sueño con expresión indescifrable, chasqueando la lengua con desagrado cuando afirmó que los letarguinos la habían amenazado al no reconocerla y habían intentado expulsarla del torreón.
—Sabes que eso no podría ocurrir, ¿verdad? Fuiste la primera persona que me encontré en la ciudad, es imposible que eso se me olvide —afirmó con rotundidad, observándola durante unos segundos en silencio—. Deja que te ponga algo para desayunar antes de seguir, anda... —murmuró al ver como sujetaba el vaso, acercándose a la encimera con decisión.
Sirvió el salteado en un par de platos y los colocó sobre la mesa con cuidado, cortando algo de pan para acompañar. También preparo dos infusiones con leche y llevó cubiertos para los dos, tomando asiento frente a la muchacha una vez estuvo todo listo. Dejó que probara la comida y el hizo lo propio, saboreando el primer bocado en silencio sin llegar a disfrutarlo. Había sido una noche extraña y le inquietaban aquellos sueños tan perturbadores, tanto el de Eitne como los de Rox, pero no tenía muy claro que significaban. ¿Solo eran pesadillas o había algo más detrás? Estaban en la ciudad de lo imposible, a fin de cuentas, y ya habían visto otras cosas raras en el tiempo que llevaban allí. Pensar que eran algo más que malos sueños era, sin embargo, demasiado precipitado, pero había detalles que le escamaban.
Solo dio un par de bocados más antes de dejar el tenedor sobre el plato, impaciente por oír el resto de lo que Rox tenía que decir. Podía imaginar que, con la pesadilla tan fresca, hablar no le debía resultar fácil en aquel momento, pero contarlo en voz alta le vendría bien y, además, podría servir para que recuperara su sonrisa habitual. Era un tontería, pero al norteño se le antojaba antinatural no verla en su rostro y necesitaba que la medio australiana volviera a sonreír.
—Sabes que me puedes contar cualquier cosa, ¿verdad? —inquirió con cuidado, mirándola con atención—. Puedes confiar en mi, Rox. —añadió con seguridad, asiendo su taza con mano firme para darle un buen trago.
—Sabes que eso no podría ocurrir, ¿verdad? Fuiste la primera persona que me encontré en la ciudad, es imposible que eso se me olvide —afirmó con rotundidad, observándola durante unos segundos en silencio—. Deja que te ponga algo para desayunar antes de seguir, anda... —murmuró al ver como sujetaba el vaso, acercándose a la encimera con decisión.
Sirvió el salteado en un par de platos y los colocó sobre la mesa con cuidado, cortando algo de pan para acompañar. También preparo dos infusiones con leche y llevó cubiertos para los dos, tomando asiento frente a la muchacha una vez estuvo todo listo. Dejó que probara la comida y el hizo lo propio, saboreando el primer bocado en silencio sin llegar a disfrutarlo. Había sido una noche extraña y le inquietaban aquellos sueños tan perturbadores, tanto el de Eitne como los de Rox, pero no tenía muy claro que significaban. ¿Solo eran pesadillas o había algo más detrás? Estaban en la ciudad de lo imposible, a fin de cuentas, y ya habían visto otras cosas raras en el tiempo que llevaban allí. Pensar que eran algo más que malos sueños era, sin embargo, demasiado precipitado, pero había detalles que le escamaban.
Solo dio un par de bocados más antes de dejar el tenedor sobre el plato, impaciente por oír el resto de lo que Rox tenía que decir. Podía imaginar que, con la pesadilla tan fresca, hablar no le debía resultar fácil en aquel momento, pero contarlo en voz alta le vendría bien y, además, podría servir para que recuperara su sonrisa habitual. Era un tontería, pero al norteño se le antojaba antinatural no verla en su rostro y necesitaba que la medio australiana volviera a sonreír.
—Sabes que me puedes contar cualquier cosa, ¿verdad? —inquirió con cuidado, mirándola con atención—. Puedes confiar en mi, Rox. —añadió con seguridad, asiendo su taza con mano firme para darle un buen trago.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/09/16, 06:14 pm
Eitne logró dormir de forma intermitente durante un par de horas aquella noche; siempre con el miedo revoloteando en su conciencia, hasta que se alejaba lo suficiente de ella. El niño veía el chiringuito que habían montado para tranquilizarle como una suerte de cúpula protectora como las que invocaban las brujas a veces, pero aun así no era suficiente para calmarlo del todo. En la imagen que el daeliciano se formaba, la cúpula tenía grietas por las que podía colarse cualquier cosa. Así, Eitne logró dormir, pero no descansar.
Despertó de su decimotercera cabezada entre sudores frios, tiritando y con la vejiga reclamando su atención con ligereza suficiente como para que no fuera urgente. Eitne tenía claro que no bajaría al patio hasta que no hubiera entrado la mañana un poco más y la gente estuviera despierta. El daeliciano se incorporó en el colchón, se mordió las uñas hasta que no quedaron uñas que morder y entonces, se levantó.
A pesar de que intentó avanzar con cuidado, su torpeza natural no le impidió dar algún que otro golpe con el pie a varios de sus compañeros. No pidió perdón por miedo a acabar de despertarlos con su voz y simplemente continuó abriéndose paso hasta el esqueleto de su cama. Una vez dio con él, se sentó a su lado, en el suelo y se apoyó en él por un costado. La ventana por la que había visto la niebla quedaba frente a él, cerrada y lo más lejos posible. Eitne cruzó los brazos sobre el somier de madera y apoyó la cabeza. Sus ojos se cerraron rápidamente, debido al cansancio, pero no tardó en abrirlos de nuevo.
El daeliciano se había apoyado mal y su peso hizo que la cama se arrastrara ligeramente, provocando un chirrido desagradable que duró poco, pero lo suficiente para romper con su somnolencia. Eitne se mordió el labio y apretó los ojos con fuerza, esperaba no haber despertado a nadie tanto como esperaba no volver a romper a llorar. Instintivamente se aovilló, hundió la cabeza entre sus brazos y sus piernas y miró fijamente a la ventana. <<No os tengo miedo>> se mintió a sí mismo, dirigiéndose a los monstruos de la ciudad de una forma que probablemente jamás lograría en voz alta, sin tartamudeos. Su boca volvió a buscar entre los dedos de sus manos unas uñas que ya apenas existían. Eitne era puro nervio y ansiedad en aquel instante.
Despertó de su decimotercera cabezada entre sudores frios, tiritando y con la vejiga reclamando su atención con ligereza suficiente como para que no fuera urgente. Eitne tenía claro que no bajaría al patio hasta que no hubiera entrado la mañana un poco más y la gente estuviera despierta. El daeliciano se incorporó en el colchón, se mordió las uñas hasta que no quedaron uñas que morder y entonces, se levantó.
A pesar de que intentó avanzar con cuidado, su torpeza natural no le impidió dar algún que otro golpe con el pie a varios de sus compañeros. No pidió perdón por miedo a acabar de despertarlos con su voz y simplemente continuó abriéndose paso hasta el esqueleto de su cama. Una vez dio con él, se sentó a su lado, en el suelo y se apoyó en él por un costado. La ventana por la que había visto la niebla quedaba frente a él, cerrada y lo más lejos posible. Eitne cruzó los brazos sobre el somier de madera y apoyó la cabeza. Sus ojos se cerraron rápidamente, debido al cansancio, pero no tardó en abrirlos de nuevo.
El daeliciano se había apoyado mal y su peso hizo que la cama se arrastrara ligeramente, provocando un chirrido desagradable que duró poco, pero lo suficiente para romper con su somnolencia. Eitne se mordió el labio y apretó los ojos con fuerza, esperaba no haber despertado a nadie tanto como esperaba no volver a romper a llorar. Instintivamente se aovilló, hundió la cabeza entre sus brazos y sus piernas y miró fijamente a la ventana. <<No os tengo miedo>> se mintió a sí mismo, dirigiéndose a los monstruos de la ciudad de una forma que probablemente jamás lograría en voz alta, sin tartamudeos. Su boca volvió a buscar entre los dedos de sus manos unas uñas que ya apenas existían. Eitne era puro nervio y ansiedad en aquel instante.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/09/16, 06:58 pm
Rena consiguió un par de horas de descanso, milagrosamente, porque el resto de la noche estuvo con sueños extraños de personas con niebla en lugar de pies y Eitnes de varios colores señalándolas. No fueron pesadillas, solo sueños raros. La despertó una suave patada en un pie, y al abrir los ojos se dio cuenta de que había empezado a amanecer.
Abrió los ojos, pegados por las legañas, y miró a su alrededor. Eitne no estaba donde lo habían dejado la noche anterior, sino sentado al otro lado de la habitación. Rena se incorporó tratando de no hacer ruido, sentándose en el colchón con las piernas cruzadas.
-Eh.- saludó en voz muy baja para no despertar al resto.- ¿Lograste dormir?
Abrió los ojos, pegados por las legañas, y miró a su alrededor. Eitne no estaba donde lo habían dejado la noche anterior, sino sentado al otro lado de la habitación. Rena se incorporó tratando de no hacer ruido, sentándose en el colchón con las piernas cruzadas.
-Eh.- saludó en voz muy baja para no despertar al resto.- ¿Lograste dormir?
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/09/16, 09:36 pm
Se secó las lágrimas con la muñeca y se giró hacia los demás. Durante mucho tiempo se dedicó a rebotar de un lado a otro. Veía lo que pasaba y oía lo que decían, pero no era capaz de concentrarse, de enfocar las imágenes. Estaba absorto en pensar en los próximos minutos, horas, días. Pensaba en que pasaría con él. Querría hablar con Eitne, desahogarse como hacía en la tierra con su hermana, pero Eitne tenía sus propios problemas.
Después del baño que le prepararon Adru y Milo, Eitne fue capaz de explicarles un poco. Para Hyung eso no podía ser coincidencia. Notaba cierta aceleración en su corazón. Abrió la boca para quejarse, lamentarse, llorar, tenía ganas de gritar. Sin embargo, trabándose un poco, dijo:
-S-siento que hayas tenido que pasarlo así.- Era suficiente. No lo había dicho muy alto, pero creyó haber sido oído.
Poco a poco la habitación se fue llenando de colchones. Por un lado desearía haber sido capaz de traer el suyo, pero no. No podía estar durmiendo con tanta gente en una habitación con solo una ventana. Además todavía le daba vueltas a lo que pasó con el cuento.
- Yo necesito domir en un sitio abierto.- Dijo mientras salía del dormitorio y tras un breve silencio añadió -Buenas noches- De cualquier manera no quería alejarse y esa noche la pasó en el otro dormitorio.
Antes de acostarse observó su "calendario" los días que llevaban, los que faltaban. Los días posteriores se le hacían largos y pesados en sus pensamientos. Creía que no podría dormirse. Su cabeza iba de una preocupación a otra. Aún así no sabía cuándo atravesó la barrera entre pensamiento y sueño volviéndose todo negro. A la mañana siguiente se despertó más descansado que ninguno de los días atrás. Con la mano se limpió algunas babas secas que se le habían quedado en el moflete y se incorporó destapándose. Abrió la ventana dejando pasar el frio. Todavía era pronto. Después de quedarse un rato mirando la ciudad, se volvio a la cama una última vez para recuperar el calorcito que le había prestado a las mantas. Pensó un breve segundo en la noche anterior y como un eco, sólo por un detalle le recordó sus quebraderos de cabeza. Primero uno solo, que poco a poco atraía al resto. Viéndose sin que hacer y con pocas ganas de darle rienda suelta a su mente, que sólo le daba disgustos. decidió buscar a sus compañeros, quizás ahora podría hablar con Eitne.
Después del baño que le prepararon Adru y Milo, Eitne fue capaz de explicarles un poco. Para Hyung eso no podía ser coincidencia. Notaba cierta aceleración en su corazón. Abrió la boca para quejarse, lamentarse, llorar, tenía ganas de gritar. Sin embargo, trabándose un poco, dijo:
-S-siento que hayas tenido que pasarlo así.- Era suficiente. No lo había dicho muy alto, pero creyó haber sido oído.
Poco a poco la habitación se fue llenando de colchones. Por un lado desearía haber sido capaz de traer el suyo, pero no. No podía estar durmiendo con tanta gente en una habitación con solo una ventana. Además todavía le daba vueltas a lo que pasó con el cuento.
- Yo necesito domir en un sitio abierto.- Dijo mientras salía del dormitorio y tras un breve silencio añadió -Buenas noches- De cualquier manera no quería alejarse y esa noche la pasó en el otro dormitorio.
Antes de acostarse observó su "calendario" los días que llevaban, los que faltaban. Los días posteriores se le hacían largos y pesados en sus pensamientos. Creía que no podría dormirse. Su cabeza iba de una preocupación a otra. Aún así no sabía cuándo atravesó la barrera entre pensamiento y sueño volviéndose todo negro. A la mañana siguiente se despertó más descansado que ninguno de los días atrás. Con la mano se limpió algunas babas secas que se le habían quedado en el moflete y se incorporó destapándose. Abrió la ventana dejando pasar el frio. Todavía era pronto. Después de quedarse un rato mirando la ciudad, se volvio a la cama una última vez para recuperar el calorcito que le había prestado a las mantas. Pensó un breve segundo en la noche anterior y como un eco, sólo por un detalle le recordó sus quebraderos de cabeza. Primero uno solo, que poco a poco atraía al resto. Viéndose sin que hacer y con pocas ganas de darle rienda suelta a su mente, que sólo le daba disgustos. decidió buscar a sus compañeros, quizás ahora podría hablar con Eitne.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
11/09/16, 10:41 pm
Despegó la vista del vaso y dejo caer otro suspiro aliviado, esta vez menos cargado.
—Eso mismo pensé yo... —por fin, una pequeña sonrisa cruzó su rostro. Le aliviaba sobremanera saber que la versión no-onírica del irrense no olvidara aquel detalle—. Gracias, Milo.
Hizo su trabajo en mantener aquella sonrisa viva todo lo que pudo (apenas unos segundos), mientras jugueteaba con el vaso y el movimiento del agua, ausente. Debía ordenar sus pensamientos antes de soltar información sin ton ni son, aunque la idea de preparase un guión fue pronto reemplazada por el olor de la comida. Tenía el hambre cortada debido a los nervios, el nudo de garganta y la reminiscencia de las pesadillas, pero debía admitir que el buen aspecto del desayuno le incitaba a comer.
—¿Lleva picante...? —preguntó en voz baja, más para sí misma que para el irrense. El olor característico de las especias ya le estaba respondiendo. Se llevó un poco del salteado a la boca y efectuó otra mueca que pretendía ser una sonrisa, pero fallaba en el intento. Su mirada dejaba clara la añoranza que sentía—. Está riquísimo. Me recuerda a la comida de mi madre.
Disfrutó de cada bocado despacio, mas era consciente de que el malestar no iba a desaparecer hasta que lo soltase todo. La comida y las palabras del moreno le habían quitado las constantes ganas de llorar, o al menos lo habían hecho de momento. De todas formas, la coreana sabía que no sería capaz de mirar a la cara a Pam o a Drusar y mantener el rostro con normalidad durante una temporada.
Alzó la mirada hacia Milo en cuanto este volvió a hablar. En acto reflejo apretó el tenedor y asintió con suavidad. No quería llorar otra vez, aunque fuera de puro alivio o alegría.
—G-Gracias, de veras... necesitaba oír eso. Es ridículo que me haya asustado tanto por un par de sueños, pero... —se llevó una mano rápidamente a los ojos para evitar soltar ninguna lágrima más. Su vista divagaba entre el plato, la mesa y Milo. Perdió el hilo unos largos segundos al mirarle el hocico, ida; escenas del segundo sueño pasaron a carcomerle el pensamiento—. Irrenses. En uno de ellos había irrenses. Aparecí en una cueva... No. Una mina. Estaba muy oscuro y llevaba un mono de trabajo que no me dejaba casi respirar. —sus palabras fueron saliendo progresivamente más deprisa—. Alguien me salvó de un derrumbamiento y me dijo que huyera de... de algo. No llegué a ver que era, solo escuché chillidos y corrí. Llegué hasta una sala que... —inspiró— que estaba llena de cadáveres. No me había fijado hasta entonces porque todo el mundo llevaba máscaras para respirar, pero tenían la nariz como tú y Rena...
Abrió los ojos como platos al mencionar a su compañera. Rena. Su padre había estado en el sueño. Quería creer que era casualidad, que su subconsciente se había inventado hechos sin ton ni son, pero desde que había llegado a Rocavarancolia tenía en mente que las cosas no eran tan sencillas.
—El padre de Rena estaba allí. V-Vivo, quiero decir. Me confundió con ella. Por eso el traje me quedaba grande, era el suyo...
Se apartó el flequillo con ambas manos y dio un trago a la infusión, dando suaves pero constantes golpecitos al suelo con un pie. Necesitaba hablar con ella en cuanto pudiera, aunque fuera solo por si acaso. Milo, por su parte, no tardaría en escuchar el resto de sueños, los cuales Rox procuró explicar lo mejor que pudo aún estando tan nerviosa: el circo, la muñeca, la ropa cosida a su piel. Rocavarancolia en perfecto estado, tal como se mostraba en el cuento que Adru les había leído, las palabras de las arpías y cada detalle que aún no hubiera mencionado. De cuando en cuando, la medio australiana haría pequeñas pausas para comer o simplemente respirar.
—Eso mismo pensé yo... —por fin, una pequeña sonrisa cruzó su rostro. Le aliviaba sobremanera saber que la versión no-onírica del irrense no olvidara aquel detalle—. Gracias, Milo.
Hizo su trabajo en mantener aquella sonrisa viva todo lo que pudo (apenas unos segundos), mientras jugueteaba con el vaso y el movimiento del agua, ausente. Debía ordenar sus pensamientos antes de soltar información sin ton ni son, aunque la idea de preparase un guión fue pronto reemplazada por el olor de la comida. Tenía el hambre cortada debido a los nervios, el nudo de garganta y la reminiscencia de las pesadillas, pero debía admitir que el buen aspecto del desayuno le incitaba a comer.
—¿Lleva picante...? —preguntó en voz baja, más para sí misma que para el irrense. El olor característico de las especias ya le estaba respondiendo. Se llevó un poco del salteado a la boca y efectuó otra mueca que pretendía ser una sonrisa, pero fallaba en el intento. Su mirada dejaba clara la añoranza que sentía—. Está riquísimo. Me recuerda a la comida de mi madre.
Disfrutó de cada bocado despacio, mas era consciente de que el malestar no iba a desaparecer hasta que lo soltase todo. La comida y las palabras del moreno le habían quitado las constantes ganas de llorar, o al menos lo habían hecho de momento. De todas formas, la coreana sabía que no sería capaz de mirar a la cara a Pam o a Drusar y mantener el rostro con normalidad durante una temporada.
Alzó la mirada hacia Milo en cuanto este volvió a hablar. En acto reflejo apretó el tenedor y asintió con suavidad. No quería llorar otra vez, aunque fuera de puro alivio o alegría.
—G-Gracias, de veras... necesitaba oír eso. Es ridículo que me haya asustado tanto por un par de sueños, pero... —se llevó una mano rápidamente a los ojos para evitar soltar ninguna lágrima más. Su vista divagaba entre el plato, la mesa y Milo. Perdió el hilo unos largos segundos al mirarle el hocico, ida; escenas del segundo sueño pasaron a carcomerle el pensamiento—. Irrenses. En uno de ellos había irrenses. Aparecí en una cueva... No. Una mina. Estaba muy oscuro y llevaba un mono de trabajo que no me dejaba casi respirar. —sus palabras fueron saliendo progresivamente más deprisa—. Alguien me salvó de un derrumbamiento y me dijo que huyera de... de algo. No llegué a ver que era, solo escuché chillidos y corrí. Llegué hasta una sala que... —inspiró— que estaba llena de cadáveres. No me había fijado hasta entonces porque todo el mundo llevaba máscaras para respirar, pero tenían la nariz como tú y Rena...
Abrió los ojos como platos al mencionar a su compañera. Rena. Su padre había estado en el sueño. Quería creer que era casualidad, que su subconsciente se había inventado hechos sin ton ni son, pero desde que había llegado a Rocavarancolia tenía en mente que las cosas no eran tan sencillas.
—El padre de Rena estaba allí. V-Vivo, quiero decir. Me confundió con ella. Por eso el traje me quedaba grande, era el suyo...
Se apartó el flequillo con ambas manos y dio un trago a la infusión, dando suaves pero constantes golpecitos al suelo con un pie. Necesitaba hablar con ella en cuanto pudiera, aunque fuera solo por si acaso. Milo, por su parte, no tardaría en escuchar el resto de sueños, los cuales Rox procuró explicar lo mejor que pudo aún estando tan nerviosa: el circo, la muñeca, la ropa cosida a su piel. Rocavarancolia en perfecto estado, tal como se mostraba en el cuento que Adru les había leído, las palabras de las arpías y cada detalle que aún no hubiera mencionado. De cuando en cuando, la medio australiana haría pequeñas pausas para comer o simplemente respirar.
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