Torreón Letargo (Archivo VI)
+16
Giniroryu
Zarket
Lobo_Negro
Hiss
Rocavarancolia Rol
Kanyum
Seth
Naeryan
Lathspell
Evanna
Kial
Manasard
Yber
Jikan11
Red
Muffie
20 participantes
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.Personajes : Hyun-su: el medio coreano medio estadounidense, serio, callado, cobarde, enclenque y egoista impulsado por su miedo.
altura: 1,77m
peso: 67 kg (estilizado)
edad: 15 años
Heridas/enfermedades : -Cicatrices en: mano, pecho, hombro y mejilla.
-Cojera por herida a medio curar en gemelo.
Torreón Letargo (Archivo VI)
22/11/15, 09:34 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
La chica a la cual le había dado el martillo utilizó éste para arrancar, de uno de los edificios en ruinas, una puerta un tanto podrida y así utilizarla de escudo <<no era el uso que esperaba que le diera>>. Una vez tuvo la puerta le devolvió el martillo.
Milo inició la carga contra las bestias avanzando seguros y a un paso ligero. Una de las ratas tiró una primera espina causando el sobresalto de Hyung. Si podían disparar nada les paraba de acribillarles a todos ellos. Claramente les superaban las ratas en número. Hyung se asombró, sus compañeros seguían avanzando, no se esperaba semejante envalentonamiento. Los que se habían quedado detrás empezaron a lanzar huesos y piedras que cogían del suelo << ¿¡Pero que hacen!? ¿¡Quieren que nos disparen a nosotros!?>>. Hyung se aparto del grupo alarmado esperando una lluvia de espinas hacia ellos. La mirada hacia él de una de las ratas al apartarse un poco le provoco un sobresalto. Sin embargo poco le importó a la bestia Hyung pues se giró de nuevo hacia los que se dirigían a las cestas. La estrategia de distracción había hecho poco pues todos ellos seguían sin haber recibido un disparó y las ratas se centraban en Milo, Rox y Rena. Finalmente llegaron y empezaron a agarrar las cestas, Rox perdió una debido a una espina que quedó cerca de darle en la mano. Consiguieron cinco y tiraron el resto distrayendo a unas cuantas ratas.
Tocaba huir, Los niños empezaron a correr Hyung aceleró << ¡no puedo quedarme atrás!>>. Hyung fue todo lo rápido que pudo dejando atrás a los demás. Frenó una vez una vez oyó el grito eufórico de Rox; estaban a salvo. La celebración de la victoria de Rox le provoco una risa tímida y bajita a Hyung. Era contagiosa su felicidad y por muy poco que hubiera hecho Hyung él también consideraba eso su victoria. El grupo se tomo un rato para recuperar el aliento y decidirse en que iban a hacer ahora. La atención de varios se dirigió a una especie de torre no muy lejos de allí. Finalmente se decidieron por avanzar hacía ésta para verla mejor.
Llegaron a la torre fácilmente. Menos mal no tuvieron problemas al continuar su camino hacia ésta. Hyung se paró ante ella y echó un vistazo largo. Aquel edificio de gran tamaño debía de tener un total de al menos tres plantas de bastante altura. Se encontraba rodeado de una franja de tierra y cubierto de enredaderas escondiendo lo que parecía la puerta, identificada como tal debido a que ésta daba a un puente levadizo que conectaba el torreón con la calle.
-Eso debe de ser la puerta. Aunque no estoy muy seguro.- dijo en un tono bajo. - Si queréis entrar ir vosotros primeros, pero tener en cuenta que allí podría haber cualquier cosa.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
12/04/16, 10:58 pm
Cuando terminó la comida el irrense dejó escapar un ligero suspiro y se relajó un tanto, dejando el plato sobre la mesita y prestando atención a lo que acababa de decir Rox.
—¿Fiebre? —inquirió confuso—. No, no tengo fiebre, de hecho me encuentro perfectamente —comentó riendo, llevándose el dorso de la mano derecha a la frente para asegurarse—. Lo de la temperatura es de nacimiento, no te preocupes. Siempre ha estado varios grados por encima de lo normal… —aclaro algo dubitativo, restándole importancia con un gesto de la mano y rehusando de esta forma ahondar en el tema. Los moratones cortesía del encapuchado le seguían molestando, pero después de haber llenado el estómago se sentía bastante mejor. Unas cuantas horas de sueño más y se encontraría como nuevo.
Por la luz que entraba por la ventana debía de ser media tarde, aunque el chico no estaba del todo seguro, pues apenas había variación en la intensidad del sol de aquel planeta. En cualquier caso debía haberse perdido una conversación muy interesante sobre lo que podía motivar a los seres que habían acabado con los rataspines, pero decidió no preguntar al respecto, pues no quería tener malos sueños.
—Si que tenemos buenos chefs, si… —le dió la razón algo tarde, ligeramente atontado al tener por fin el estómago lleno—. Dales las gracias de mi parte, ¿de acuerdo? Yo mientras tanto dormiré un poco más. No tengo más pelusas en la cara, ¿verdad? —inquirió, deslizándose bajo las sábanas mientras movía el hocico en un gesto nervioso—. No quisiera tragarme alguna en sueños… —murmuró amodorrado.
Apenas unos segundos después el norteño volvía a estar dormido, y si por alguna razón el coreano trataba de despertarlo solo obtendría un ligero murmullo ininteligible de protesta en respuesta. Milo dormiría como un tronco durante las horas siguientes, completamente ajeno a lo movimientos de sus compañeros a su alrededor cuando llegara la hora de dormir. Había sido un día ajetreado y necesitaba descansar para recuperarse de sus heridas, pero a la mañana siguiente sería el primero en estar en pie.
—¿Fiebre? —inquirió confuso—. No, no tengo fiebre, de hecho me encuentro perfectamente —comentó riendo, llevándose el dorso de la mano derecha a la frente para asegurarse—. Lo de la temperatura es de nacimiento, no te preocupes. Siempre ha estado varios grados por encima de lo normal… —aclaro algo dubitativo, restándole importancia con un gesto de la mano y rehusando de esta forma ahondar en el tema. Los moratones cortesía del encapuchado le seguían molestando, pero después de haber llenado el estómago se sentía bastante mejor. Unas cuantas horas de sueño más y se encontraría como nuevo.
Por la luz que entraba por la ventana debía de ser media tarde, aunque el chico no estaba del todo seguro, pues apenas había variación en la intensidad del sol de aquel planeta. En cualquier caso debía haberse perdido una conversación muy interesante sobre lo que podía motivar a los seres que habían acabado con los rataspines, pero decidió no preguntar al respecto, pues no quería tener malos sueños.
—Si que tenemos buenos chefs, si… —le dió la razón algo tarde, ligeramente atontado al tener por fin el estómago lleno—. Dales las gracias de mi parte, ¿de acuerdo? Yo mientras tanto dormiré un poco más. No tengo más pelusas en la cara, ¿verdad? —inquirió, deslizándose bajo las sábanas mientras movía el hocico en un gesto nervioso—. No quisiera tragarme alguna en sueños… —murmuró amodorrado.
Apenas unos segundos después el norteño volvía a estar dormido, y si por alguna razón el coreano trataba de despertarlo solo obtendría un ligero murmullo ininteligible de protesta en respuesta. Milo dormiría como un tronco durante las horas siguientes, completamente ajeno a lo movimientos de sus compañeros a su alrededor cuando llegara la hora de dormir. Había sido un día ajetreado y necesitaba descansar para recuperarse de sus heridas, pero a la mañana siguiente sería el primero en estar en pie.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
15/04/16, 01:42 am
Miró al moreno de forma dudosa hasta que decidió creerle: después de lo abrigados que habían llegado los irrenses y lo rápido que se habían quedado en manga corta, tenía que ser cierto.
—Sin problemas ¡No hace falta más que ver como has dejado el plato para que sepan que cocinan bien!—lo recogió según este lo dejaba en la mesita, riendo con las muecas que hacía con el hocico. Empezaba a dudar que se hubiese creído su excusa—. Eeeeeh, ¡no, no, que va! No hay más pelusas a la vista.
Una vez abajo le tocó hacer varios viajes para poder llenar la bañera, escuchando a trozos la conversación que tenía lugar en el salón. Descartó por completo la idea de calentar el agua con tal de darse prisa, ya que la curiosidad hacía que no quisiese perderse nada de lo que sus compañeros dijesen de sus mundos y costumbres. Supo que se estaba asegurando un resfriado en cuanto llegó el momento de quitarse el jabón del cuerpo, pero al menos la modorra desapareció tras varios quejidos y lloriqueos por el agua helada. Ya aseado en el salón, procuró agenciarse una esquina del sofá para enterrarse en él, ocupar el mínimo espacio y recuperar calor, aún con el pelo mojado, estornudando de cuando en cuando.
No tuvo oportunidad de participar en un comienzo, ya que conversaciones sobre relaciones y familia eran justo algo en lo que el medio australiano no quería entrar.
«Ah sí, mis padres me odian y mi familia me hace el vacío, ¿que por qué? Ah, no, por nada en concreto. ¿Amigos? Muy bien gracias, hace más de un año que no los veo, a lo mejor se los ha comido una manada de dingos rabiosos y a los pocos que tenía en Corea a saber cuando los veré. ¿Me pasa alguien una mantita?».
Escuchar, igualmente, le alegró lo que quedaba de día. La emoción con la que el resto hablaba de sus familias le reconfortaba, y en cierta medida, le daba envidia. La intervención de Eitne, así como descubrir que el pequeño sabía hablar, y mucho, fue una de las sorpresas más gratas. Rox escuchó con fascinación todo lo que el daeliciano tenía que decir, haciendo varias preguntas en el trascurso, tanto sobre magia como de su abuela. Si de verdad tenían una posibilidad de aprender a hacer magia en Rocavarancolia, el chico gritaría de la emoción.
Al acabar la charla se sentía mejor, haciendo que el mal trago de la mañana quedase como un extraño recuerdo.
Ayudó a poner la mesa y a limpiar después de la cena, acoplándose a la propuesta de Rena para que Ain les entrenase. Por si servía de algo además de como compensación, se ofreció en enseñar lo que sabía de taekwondo, que aunque no tuviese un conocimiento exagerado siempre era mejor que nada. Cualquier detalle que les sirviese para sobrevivir les sería muy útil.
Hasta entonces, Rox se había estado aguantando el sueño: a la mínima que se quitó y escondió el binder bajo la almohada junto sus otras cosas, se acurrucó bien bajo las sábanas y la parka, sus ojos se cerraron solos.
—Sin problemas ¡No hace falta más que ver como has dejado el plato para que sepan que cocinan bien!—lo recogió según este lo dejaba en la mesita, riendo con las muecas que hacía con el hocico. Empezaba a dudar que se hubiese creído su excusa—. Eeeeeh, ¡no, no, que va! No hay más pelusas a la vista.
Una vez abajo le tocó hacer varios viajes para poder llenar la bañera, escuchando a trozos la conversación que tenía lugar en el salón. Descartó por completo la idea de calentar el agua con tal de darse prisa, ya que la curiosidad hacía que no quisiese perderse nada de lo que sus compañeros dijesen de sus mundos y costumbres. Supo que se estaba asegurando un resfriado en cuanto llegó el momento de quitarse el jabón del cuerpo, pero al menos la modorra desapareció tras varios quejidos y lloriqueos por el agua helada. Ya aseado en el salón, procuró agenciarse una esquina del sofá para enterrarse en él, ocupar el mínimo espacio y recuperar calor, aún con el pelo mojado, estornudando de cuando en cuando.
No tuvo oportunidad de participar en un comienzo, ya que conversaciones sobre relaciones y familia eran justo algo en lo que el medio australiano no quería entrar.
«Ah sí, mis padres me odian y mi familia me hace el vacío, ¿que por qué? Ah, no, por nada en concreto. ¿Amigos? Muy bien gracias, hace más de un año que no los veo, a lo mejor se los ha comido una manada de dingos rabiosos y a los pocos que tenía en Corea a saber cuando los veré. ¿Me pasa alguien una mantita?».
Escuchar, igualmente, le alegró lo que quedaba de día. La emoción con la que el resto hablaba de sus familias le reconfortaba, y en cierta medida, le daba envidia. La intervención de Eitne, así como descubrir que el pequeño sabía hablar, y mucho, fue una de las sorpresas más gratas. Rox escuchó con fascinación todo lo que el daeliciano tenía que decir, haciendo varias preguntas en el trascurso, tanto sobre magia como de su abuela. Si de verdad tenían una posibilidad de aprender a hacer magia en Rocavarancolia, el chico gritaría de la emoción.
Al acabar la charla se sentía mejor, haciendo que el mal trago de la mañana quedase como un extraño recuerdo.
Ayudó a poner la mesa y a limpiar después de la cena, acoplándose a la propuesta de Rena para que Ain les entrenase. Por si servía de algo además de como compensación, se ofreció en enseñar lo que sabía de taekwondo, que aunque no tuviese un conocimiento exagerado siempre era mejor que nada. Cualquier detalle que les sirviese para sobrevivir les sería muy útil.
Hasta entonces, Rox se había estado aguantando el sueño: a la mínima que se quitó y escondió el binder bajo la almohada junto sus otras cosas, se acurrucó bien bajo las sábanas y la parka, sus ojos se cerraron solos.
- Kial
Ficha de cosechado
Nombre: Hyun-Su
Especie: Humano
Habilidades: memoria, habilidad mental (acertijos, adivinanzas),astucia.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/04/16, 06:32 pm
El resto de la tarde de ese día la paso en silencio, interrumpido éste por una tos o un estornudo cada cierto tiempo. La conversación le fue de poco interes, al menos no le importaba tanto como lo dura que era su vida. Esa noche volvio a dormir envuelto en mantas en el suelo frente a la puerta abierta q da al patio.
La siguiente semana pasó lenta, cuanto más disminuian sus nervios, acostumbrandose a vivir ahí, más crecía su tristeza y desesperación. Al quinto día ya era capaz de dormir en el interior con los demás, aunq con ciertas interrupciones para salir a respirar y ya de paso vaciar la vejiga.
Se intentó relacionar principalmente con los otros humanos, con los cuales solo tuvo unas pocas conversaciones principalmente con Rox. Con el que habló de cosas diferentes cosas según quien dirigiera la conversación. Cuando Rox hablaba solía ser de temas que le resultaban poco interesantes como música y gustos a lo que Hyung poco podía aportar. Cuando era él el que hablaba, aunq esto era poco frecuente, prefería contarle cosas como cómo de sus hermanos era el que peor hablaba ingles debido a que su miedo a los aviones le impedía visitar a sus abuelos en Estados Unidos, hablarle de su hermana, de corea... Pero estos temas acababan por deprimirle y terminaba por dejar de hablar de ellos. Era debido a que solo pensaba en si mismo que no llegó a darse cuenta de que el otro coreano no había dado nunca mucho detalle de su vida y a menudo cambiaba el tema.
La incomodidad que le producían los de las otras razas le impidió relacionarse demasiado con los de otros mundos, exceptuando con Eitne, que fue con el que más habló durante la semana. A menudo se avergonzaba de ello, pero se justificaba con razones, que, para él, con empezar por "es normal" ya tenían sentido. Eitne le escuchaba, y el que fuera más pequeño le subía el ego haciendole sentirse, irónicamente, muy maduro.
La semana terminó habiendo conseguido quedarse en la casa en todas las salidas en las que, al parecer, estaban alimentando a los rataspines; cosa a la que se oponía, pero dado que él no salía se lo callaba. Y a partir de la siguiente semana empezarían a explorar ya con más seguridad para salir. Esperaba poder ausentarse a esas salidas también, pero no pudo evitar amanecer el ultimo día nervioso, con miedo a salir.
La siguiente semana pasó lenta, cuanto más disminuian sus nervios, acostumbrandose a vivir ahí, más crecía su tristeza y desesperación. Al quinto día ya era capaz de dormir en el interior con los demás, aunq con ciertas interrupciones para salir a respirar y ya de paso vaciar la vejiga.
Se intentó relacionar principalmente con los otros humanos, con los cuales solo tuvo unas pocas conversaciones principalmente con Rox. Con el que habló de cosas diferentes cosas según quien dirigiera la conversación. Cuando Rox hablaba solía ser de temas que le resultaban poco interesantes como música y gustos a lo que Hyung poco podía aportar. Cuando era él el que hablaba, aunq esto era poco frecuente, prefería contarle cosas como cómo de sus hermanos era el que peor hablaba ingles debido a que su miedo a los aviones le impedía visitar a sus abuelos en Estados Unidos, hablarle de su hermana, de corea... Pero estos temas acababan por deprimirle y terminaba por dejar de hablar de ellos. Era debido a que solo pensaba en si mismo que no llegó a darse cuenta de que el otro coreano no había dado nunca mucho detalle de su vida y a menudo cambiaba el tema.
La incomodidad que le producían los de las otras razas le impidió relacionarse demasiado con los de otros mundos, exceptuando con Eitne, que fue con el que más habló durante la semana. A menudo se avergonzaba de ello, pero se justificaba con razones, que, para él, con empezar por "es normal" ya tenían sentido. Eitne le escuchaba, y el que fuera más pequeño le subía el ego haciendole sentirse, irónicamente, muy maduro.
La semana terminó habiendo conseguido quedarse en la casa en todas las salidas en las que, al parecer, estaban alimentando a los rataspines; cosa a la que se oponía, pero dado que él no salía se lo callaba. Y a partir de la siguiente semana empezarían a explorar ya con más seguridad para salir. Esperaba poder ausentarse a esas salidas también, pero no pudo evitar amanecer el ultimo día nervioso, con miedo a salir.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/04/16, 08:18 pm
Los días siguientes a aquella aventura Pam mantuvo una actitud algo mas cercana con el resto del grupo, no hablo demasiado aun así, pero si presto algo mas de atención a las conversaciones que se mantenían cuando no se encontraba en sus labores de costuras o en la cocina.
Aun no olvidaba aquel percance con Rox y su aparatito de música, ni la historia sobre la magia que había contado Eitne. Con aquello entendió que el prestar un poco mas de atención a como había vivido sus compañeros podía serle útil tanto para la convivencia, o mas bien a no estropear esta de forma innecesaria, como por simple interés. Al fin de cuentas el era el conocimiento y la magia, aparte de la libertad, lo que le llevó a aceptar ir a aquel mediocre lugar donde la suerte parecía mantenerse escondida la mayoría del tiempo.
El primer día de salida tras el encontronazo con lo seres, Pam no salió, mas interesada en coserse una bolsita con una camiseta medio deshecha para su munición. Al siguiente no solo se aventuro a salir sino que se mantuvo en su necesidad de seguir consiguiendo piedras, así como huesos de rataespinas cuando fueron a ver que había pasado finalmente con estas. Ahí descubrió que había crías supervivientes aunque no parecieran querer dejarse ver demasiado. Pam no se metió con ellas, aunque si estuvo algo curiosa al notar que le dejaban comida, tan solo lleno su bolsita improvisada de tela con huesesitos y piedras para luego volver al torreón. Aun no sabia que haría con los huesos pero ya se le ocurrirá algo, porque partido pensaba sacarles de un modo u otro.
Y no fue a la única porque a la vuelta y cuando su contenido fue visto por Eitne, el pequeño se interesó. Para Pam el niño le era a la vez extraño y poco útil en si, pero con el claro conocimiento que pese parecer mayor que ella por altura era apenas un niño pequeño su cercanía no le era molesta, ni siquiera su tartamudeo constante. Habia tratado con muchos niños pequeño durante su vida, todos hijos de ordeses, Eitne solo era uno mas algo mas calvo. Y tal vez por eso acceder a su sencilla petición no le fue raro.
Los días pasaron rápido y sin sobresaltos para la mona del queso, volviendo casi como uno días cotidianos, sabiendo prácticamente lo mismo que sabia cuando llegaron. Pam se frustraba, la calma le gustaba, la pasividad no. Podría pasarse el día cociendo, cocinando o limpiando, le gustaba hacerlo y le distraía, pero para hacer solo eso se habría quedado en su mundo. Quería averiguar cosas. Aunque fuera un poquito.
Y con todo eso, la semana transcurrió y Pam decidido que era momento de hacer algo diferente. Vivir los días tranquilos estaba genial, pero vivir sin ningún dato nuevo era cansino, había mucho que ver ahí fuera por mas miedo que diera.
Aquel día Pam se levanto con su horario habitual bajando a la cocina, colocándose encima su nuevo vestido hecho a base de un sencillo jersey, sus calcetines que le llegaban por el muslo y su nueva ropa interior.
Preparo su desayuno como cada día, esperando la llegada de los demás pues ese día quería proponer algo para variar un poco la rutina.
Aun no olvidaba aquel percance con Rox y su aparatito de música, ni la historia sobre la magia que había contado Eitne. Con aquello entendió que el prestar un poco mas de atención a como había vivido sus compañeros podía serle útil tanto para la convivencia, o mas bien a no estropear esta de forma innecesaria, como por simple interés. Al fin de cuentas el era el conocimiento y la magia, aparte de la libertad, lo que le llevó a aceptar ir a aquel mediocre lugar donde la suerte parecía mantenerse escondida la mayoría del tiempo.
El primer día de salida tras el encontronazo con lo seres, Pam no salió, mas interesada en coserse una bolsita con una camiseta medio deshecha para su munición. Al siguiente no solo se aventuro a salir sino que se mantuvo en su necesidad de seguir consiguiendo piedras, así como huesos de rataespinas cuando fueron a ver que había pasado finalmente con estas. Ahí descubrió que había crías supervivientes aunque no parecieran querer dejarse ver demasiado. Pam no se metió con ellas, aunque si estuvo algo curiosa al notar que le dejaban comida, tan solo lleno su bolsita improvisada de tela con huesesitos y piedras para luego volver al torreón. Aun no sabia que haría con los huesos pero ya se le ocurrirá algo, porque partido pensaba sacarles de un modo u otro.
Y no fue a la única porque a la vuelta y cuando su contenido fue visto por Eitne, el pequeño se interesó. Para Pam el niño le era a la vez extraño y poco útil en si, pero con el claro conocimiento que pese parecer mayor que ella por altura era apenas un niño pequeño su cercanía no le era molesta, ni siquiera su tartamudeo constante. Habia tratado con muchos niños pequeño durante su vida, todos hijos de ordeses, Eitne solo era uno mas algo mas calvo. Y tal vez por eso acceder a su sencilla petición no le fue raro.
Los días pasaron rápido y sin sobresaltos para la mona del queso, volviendo casi como uno días cotidianos, sabiendo prácticamente lo mismo que sabia cuando llegaron. Pam se frustraba, la calma le gustaba, la pasividad no. Podría pasarse el día cociendo, cocinando o limpiando, le gustaba hacerlo y le distraía, pero para hacer solo eso se habría quedado en su mundo. Quería averiguar cosas. Aunque fuera un poquito.
Y con todo eso, la semana transcurrió y Pam decidido que era momento de hacer algo diferente. Vivir los días tranquilos estaba genial, pero vivir sin ningún dato nuevo era cansino, había mucho que ver ahí fuera por mas miedo que diera.
Aquel día Pam se levanto con su horario habitual bajando a la cocina, colocándose encima su nuevo vestido hecho a base de un sencillo jersey, sus calcetines que le llegaban por el muslo y su nueva ropa interior.
Preparo su desayuno como cada día, esperando la llegada de los demás pues ese día quería proponer algo para variar un poco la rutina.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
17/04/16, 08:22 pm
Nime subió más tarde, cuando arrancaba la conversación sobre las familias del grupo. Estuvo encantada de participar, pero también de escuchar, especialmente por detalles como el de la magia en la familia de Eitne. En comparación su familia era muy poca cosa, y aun así tomó la palabra cuando tuvo ocasión. Aquello consiguió que el mal trago de la mañana fuese pasando y, al acabar el día, la niña se fuese a dormir agotada, tanto que no se despertó en mitad de la noche en ningún momento.
En los días siguientes su estancia en Rocavarancolia comenzó a volverse un poco menos monótona. Se acostumbró al ambiente y a sus compañeros, empezando a apreciar especialmente a aquellos que le hacían caso sin tratarla como si tuviese cinco años. Se atrevió a pedir que la dejasen participar en las prácticas de lucha que se llevaron a cabo, y aunque nadie se lo impidió, la propia niña se dio cuenta de la diferencia que había entre ella y los demás. Su torpeza era embarazosa y hacía que, más que participar, mirase y practicase al lado de los demás, pero no pensaba rendirse. A fin de cuentas ella tenía demasiada confianza en sí misma como para aceptar que alguien le dijese que no era necesario que aprendiese a defenderse. También era una cuestión de orgullo.
Donde sí tuvo que tragarse el orgullo fue cuando, tras una insinuación de Eitne, le fue imposible seguir eludiendo los baños. De los demás aprendió trucos como usar un trapo para bañarse o, simplemente, pedir ayuda para hervir y transportar una olla de agua. No le preocupaba particularmente estar asquerosa, pero tuvo que admitir que resultaba un tanto incómodo.
La única vez que volvió a alejarse del torreón fue una vez en que siguió a los mayores hasta la plaza, no a por comida, sino para observar a los rataespines, después de que se hubiese confirmado que habían sido diezmados. No le habían gustado en su primer encuentro, pero ahora le daban lástima. No se sintió muy segura durante la salida, pero se tranquilizaba diciéndose que los peligros que habían conocido en días anteriores ya no lo eran o, al menos, sabían cómo quitárselos de encima.
Después de una semana sin incidentes, Nime estaba de bastante buen humor. Además, era un día especial. Desde antes de irse de Libo había estado restando días en su cabeza, y ahora que por fin había llegado el que esperaba, estaba en otro mundo y lejos de su familia y amigos, pero no iba a dejar que eso le estropease la celebración.
Nime salió de su cama y espió a su alrededor, con una amplia sonrisa. Era bastante temprano, la mayoría seguían todavía allí, aparentemente dormidos, así que se encaramó de un salto a la cama más cercana, que resultó ser la de Milo, y, para despertarlo, dio otro salto sobre el colchón a la vez que alzaba la voz.
—¡Despertad! ¡Hoy es mi cumpleaños!
A eso lo siguió un grito asustado de la propia libense y el golpe del somier contra el suelo. La cama, que ya no parecía muy bien ensamblada de por sí, se había desplomado por culpa de aquel salto. Nime perdió el equilibrio y cayó de espaldas contra las piernas de Milo, con suerte sin llegar a darse con la cabeza en el suelo. Inevitablemente se echó a reír armando una buena escandalera, más bien poco preocupada por la que acababa de liar.
En los días siguientes su estancia en Rocavarancolia comenzó a volverse un poco menos monótona. Se acostumbró al ambiente y a sus compañeros, empezando a apreciar especialmente a aquellos que le hacían caso sin tratarla como si tuviese cinco años. Se atrevió a pedir que la dejasen participar en las prácticas de lucha que se llevaron a cabo, y aunque nadie se lo impidió, la propia niña se dio cuenta de la diferencia que había entre ella y los demás. Su torpeza era embarazosa y hacía que, más que participar, mirase y practicase al lado de los demás, pero no pensaba rendirse. A fin de cuentas ella tenía demasiada confianza en sí misma como para aceptar que alguien le dijese que no era necesario que aprendiese a defenderse. También era una cuestión de orgullo.
Donde sí tuvo que tragarse el orgullo fue cuando, tras una insinuación de Eitne, le fue imposible seguir eludiendo los baños. De los demás aprendió trucos como usar un trapo para bañarse o, simplemente, pedir ayuda para hervir y transportar una olla de agua. No le preocupaba particularmente estar asquerosa, pero tuvo que admitir que resultaba un tanto incómodo.
La única vez que volvió a alejarse del torreón fue una vez en que siguió a los mayores hasta la plaza, no a por comida, sino para observar a los rataespines, después de que se hubiese confirmado que habían sido diezmados. No le habían gustado en su primer encuentro, pero ahora le daban lástima. No se sintió muy segura durante la salida, pero se tranquilizaba diciéndose que los peligros que habían conocido en días anteriores ya no lo eran o, al menos, sabían cómo quitárselos de encima.
Después de una semana sin incidentes, Nime estaba de bastante buen humor. Además, era un día especial. Desde antes de irse de Libo había estado restando días en su cabeza, y ahora que por fin había llegado el que esperaba, estaba en otro mundo y lejos de su familia y amigos, pero no iba a dejar que eso le estropease la celebración.
Nime salió de su cama y espió a su alrededor, con una amplia sonrisa. Era bastante temprano, la mayoría seguían todavía allí, aparentemente dormidos, así que se encaramó de un salto a la cama más cercana, que resultó ser la de Milo, y, para despertarlo, dio otro salto sobre el colchón a la vez que alzaba la voz.
—¡Despertad! ¡Hoy es mi cumpleaños!
A eso lo siguió un grito asustado de la propia libense y el golpe del somier contra el suelo. La cama, que ya no parecía muy bien ensamblada de por sí, se había desplomado por culpa de aquel salto. Nime perdió el equilibrio y cayó de espaldas contra las piernas de Milo, con suerte sin llegar a darse con la cabeza en el suelo. Inevitablemente se echó a reír armando una buena escandalera, más bien poco preocupada por la que acababa de liar.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
18/04/16, 08:03 pm
Los días pasaron como una exhalación en cuanto tuvo algo más que hacer que limpiar y salir a por comida. Llos entrenamientos le resultaron tremendamente divertidos, aunque le dolió en el orgullo descubrir que era más torpe de lo que pensaba. Por mucho que tuviese fuerza física estaba claro que en cuanto se tuviera un poco de técnica iban a poder con ella, aunque su adversario fuese un palillo como Rox, así que se esforzó en suplir esa carencia y ponerse al nivel de sus compañeros. En el tema de las armas estaban todos igual de pez. Rena solo había visto armas como esas en ilustraciones y juegos retro, asi que algunas no sabía ni cómo se cogían. Seguía sintiéndose más cómoda saliendo con el escudo y poco más, pero no iba a ser suficiente, lo sabía, así que fue probando con varias. Se enamoró de un hacha de mano con un sencillo adorno grabado en la hoja, y una espada corta tan simplona como ella.
Era de esperar que las personas con las que más tratase fuesen Ain y Rox, sus compañeros de entrenamiento. Intentó acercarse a Milo, pero el chico parecía algo más seco y en cierto modo Rena tenía la impresión de que la evitaba, por lo que prefirió dejarle espacio. Los críos le resultaban mucho más divertidos que sus propios hermanos. Sentía debilidad por Nime, que era tan trasto como lo era ella de cría, pero intentaba ser amable con todos ellos.
En las salidas posteriores al incidente no ocurrió nada remarcable, salvo que pudieron comprobar con exactitud los daños que habían ocasionado los encapuchados. Pam sacó infinidad de huesecillos de entre los escombros, y solo vieron un par de crías de rataspín que no se atrevieron a encararles. Rena les dejó parte de comida con disimulo cuando se encontró a uno de esos bichos esmirriados lo bastante cerca. No podía no hacerlo, ellos tenían de sobra, y unos bichos tan pequeños no iban a comer mucho tampoco. Acabó comentando su idea en el grupo, y aunque hubo un par de ceños fruncidos nadie se negó de forma abierta.
El cumpleaños de Nime le golpeó la cabeza como un martillazo. Como Milo, ella también estaba aún en la cama cuando el pequeño incordio hizo su anuncio.
-¿¿¿Pero qué cojones???- gritó pegando un salto casi literal en su propia cama. Miró en todas direcciones, desorientada y con el corazón desbocado, hasta que localizó a Nime.- ¡Maldito bicho, yo te mato!
Levantó a la niña del suelo y rodeándole la cintura con un brazo al tiempo que le sujetaba los pies empezó a zarandearla cabeza abajo por la habitación.
-¡Casi me da un ataque al corazón! - le echó en cara.
Era de esperar que las personas con las que más tratase fuesen Ain y Rox, sus compañeros de entrenamiento. Intentó acercarse a Milo, pero el chico parecía algo más seco y en cierto modo Rena tenía la impresión de que la evitaba, por lo que prefirió dejarle espacio. Los críos le resultaban mucho más divertidos que sus propios hermanos. Sentía debilidad por Nime, que era tan trasto como lo era ella de cría, pero intentaba ser amable con todos ellos.
En las salidas posteriores al incidente no ocurrió nada remarcable, salvo que pudieron comprobar con exactitud los daños que habían ocasionado los encapuchados. Pam sacó infinidad de huesecillos de entre los escombros, y solo vieron un par de crías de rataspín que no se atrevieron a encararles. Rena les dejó parte de comida con disimulo cuando se encontró a uno de esos bichos esmirriados lo bastante cerca. No podía no hacerlo, ellos tenían de sobra, y unos bichos tan pequeños no iban a comer mucho tampoco. Acabó comentando su idea en el grupo, y aunque hubo un par de ceños fruncidos nadie se negó de forma abierta.
El cumpleaños de Nime le golpeó la cabeza como un martillazo. Como Milo, ella también estaba aún en la cama cuando el pequeño incordio hizo su anuncio.
-¿¿¿Pero qué cojones???- gritó pegando un salto casi literal en su propia cama. Miró en todas direcciones, desorientada y con el corazón desbocado, hasta que localizó a Nime.- ¡Maldito bicho, yo te mato!
Levantó a la niña del suelo y rodeándole la cintura con un brazo al tiempo que le sujetaba los pies empezó a zarandearla cabeza abajo por la habitación.
-¡Casi me da un ataque al corazón! - le echó en cara.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
19/04/16, 06:04 pm
En cuanto Rox se hubo hecho con tareas para mantenerse ocupado, los próximos días se hicieron bastante amenos. Creándose poco a poco una rutina, el humano se despertaba temprano, antes de desayunar iba a la última planta para hacer ejercicio (encontrándose en ocasiones con Milo, que subía con el mismo objetivo que él) tras lo que bajaba con el resto para pasar el rato y comer. Mantuvo a punto su higiene tras los entrenamientos y algunas noches subía a la azotea donde, de nuevo, se encontraba al irrense tomando el aire, con lo que aprovechaba para hablar con él. El tema estrella siempre era Irraria y las múltiples diferencias respecto a la Tierra, y de la misma forma en la que a él no le gustaba entrar en detalles personales, Rox no forzó a Milo a hablar de aquello que no quisiese. Además, intuyó que tenía vértigo por las caras que ponía cada vez que se sentaba en el borde, por lo que no se pasaba más de la cuenta tonteando con asomarse si eso le ponía nervioso, por muy divertido que le resultase.
Los entrenamientos era la parte que más disfrutaba del día, especialmente con la parte de enseñar. Ver a Ain, Rena y Nime tratando de hacer un spagat era la mejor moneda con la que podían pagarle su parte de las clases. Bromeaba mucho con ellos para hacerlo más suave, y sobre todo, para evitar que la menor tirase la toalla, cosa por la que no tuvo que preocuparse demasiado. Ain tenía bastante más práctica en lo suyo que él, y Rox pudo afirmar que comerse el suelo del torreón no era lo mismo que comerse una esterilla. Así como tampoco lo era comerse un golpe humano que uno de Rena.
El coreano no tenía problemas en socializar con todos sus compañeros de torreón siempre que estuvieran dispuestos a conversar. Irónicamente, con los humanos le costaba muchísimo más abrirse que con el resto, evitando bajo todo concepto dar muchos detalles de sí mismo. Tampoco es que diera más información a los no-terrícolas, pero la sensación de cohibición era mucho menor. Con los más pequeños (y no tan pequeños) procuró ejercer de canguro cuando el cansancio del día no conseguía vencerlo. Nunca había tenido hermanos pequeños, mucho menos alienígenas, pero no tenía que esforzarse demasiado por actuar de forma natural con ellos. Les dio las reglas de algunos juegos terrestres, y alguna que otra vez terminó involucrado de lleno en el juego en sí.
De los humanos con el que realmente llegó a conversar, apartando los entrenamientos con Ain, fue con Hyung, aún tras haber creído que por ser coreano pudiese ser como los de su clase. Le daba cosa verle apartado del resto y en ciertos sentidos, le entendía. Tras asegurarse de que no le molestaba o rompía su burbuja de espacio personal, Rox le hizo compañía en sus ratos libres, sin poner quejas de su tarea de oyente o proveedor de temas triviales que les mantuviesen distraídos. El chico no parecía querer meterse en sus asuntos y no tendía a preguntar por la vida del medio-australiano, cosa que agradecía profundamente.
A pesar de tener los ánimos por los suelos ante la idea de salir con la posibilidad de encontrarse una criatura peor que los encapuchados, Rox no se perdió ninguna expedición cuando la escasez de comida así se lo requería. No se fijó en la ausencia de rataspines adultos hasta que estuvieron fuera, apoyando la idea de Rena de alimentarlos a la primera. Si bien no conseguían amaestrarlos, amansarlos como a gatos de abuela era una buena opción.
El décimo día le costó levantarse por su cuenta, y ya podía considerar los gritos de Nime como el peor despertador y castigo divino por no madrugar.
—¿Cumpleaños...?— empezó frotándose los ojos con parsimonia, pero con el estruendo del mueble rompiéndose, por poco saltó de la cama. La voz de la irrense terminó de despertar a su cerebro, aunque su cuerpo se moviese de forma torpe a la hora de sentarse al borde del mueble—. Rena, por fa, no intentes cargarte a Nime otra v-...
Un bostezo le interrumpió, el cual a su vez quedó cortado en cuanto vio la estampa que había en la cama de al lado. Entre la irrense zarandeando a la pequeña, el mueble destrozado con Milo aún sobre él y las risas de Nime, el coreano necesitó varios segundos en silencio antes de reaccionar. Se dio un golpecito en la rodilla antes de romper a reír. Trató de estirarse al levantarse, pero quedó en mero tropezón.
—¡P-Pero que os pasa, en serio! —se acercó a los tres, conteniendo malamente un ataque de risa (así como las ganas de echarse a dormir de nuevo) para ayudar a Milo a levantarse y después mirar a Nime girando la cabeza en su mismo ángulo—. ¿¡Es tu cumpleaños!? ¡Felicidades bichito! ¿Cuántos cumples?
Los entrenamientos era la parte que más disfrutaba del día, especialmente con la parte de enseñar. Ver a Ain, Rena y Nime tratando de hacer un spagat era la mejor moneda con la que podían pagarle su parte de las clases. Bromeaba mucho con ellos para hacerlo más suave, y sobre todo, para evitar que la menor tirase la toalla, cosa por la que no tuvo que preocuparse demasiado. Ain tenía bastante más práctica en lo suyo que él, y Rox pudo afirmar que comerse el suelo del torreón no era lo mismo que comerse una esterilla. Así como tampoco lo era comerse un golpe humano que uno de Rena.
El coreano no tenía problemas en socializar con todos sus compañeros de torreón siempre que estuvieran dispuestos a conversar. Irónicamente, con los humanos le costaba muchísimo más abrirse que con el resto, evitando bajo todo concepto dar muchos detalles de sí mismo. Tampoco es que diera más información a los no-terrícolas, pero la sensación de cohibición era mucho menor. Con los más pequeños (y no tan pequeños) procuró ejercer de canguro cuando el cansancio del día no conseguía vencerlo. Nunca había tenido hermanos pequeños, mucho menos alienígenas, pero no tenía que esforzarse demasiado por actuar de forma natural con ellos. Les dio las reglas de algunos juegos terrestres, y alguna que otra vez terminó involucrado de lleno en el juego en sí.
De los humanos con el que realmente llegó a conversar, apartando los entrenamientos con Ain, fue con Hyung, aún tras haber creído que por ser coreano pudiese ser como los de su clase. Le daba cosa verle apartado del resto y en ciertos sentidos, le entendía. Tras asegurarse de que no le molestaba o rompía su burbuja de espacio personal, Rox le hizo compañía en sus ratos libres, sin poner quejas de su tarea de oyente o proveedor de temas triviales que les mantuviesen distraídos. El chico no parecía querer meterse en sus asuntos y no tendía a preguntar por la vida del medio-australiano, cosa que agradecía profundamente.
A pesar de tener los ánimos por los suelos ante la idea de salir con la posibilidad de encontrarse una criatura peor que los encapuchados, Rox no se perdió ninguna expedición cuando la escasez de comida así se lo requería. No se fijó en la ausencia de rataspines adultos hasta que estuvieron fuera, apoyando la idea de Rena de alimentarlos a la primera. Si bien no conseguían amaestrarlos, amansarlos como a gatos de abuela era una buena opción.
El décimo día le costó levantarse por su cuenta, y ya podía considerar los gritos de Nime como el peor despertador y castigo divino por no madrugar.
—¿Cumpleaños...?— empezó frotándose los ojos con parsimonia, pero con el estruendo del mueble rompiéndose, por poco saltó de la cama. La voz de la irrense terminó de despertar a su cerebro, aunque su cuerpo se moviese de forma torpe a la hora de sentarse al borde del mueble—. Rena, por fa, no intentes cargarte a Nime otra v-...
Un bostezo le interrumpió, el cual a su vez quedó cortado en cuanto vio la estampa que había en la cama de al lado. Entre la irrense zarandeando a la pequeña, el mueble destrozado con Milo aún sobre él y las risas de Nime, el coreano necesitó varios segundos en silencio antes de reaccionar. Se dio un golpecito en la rodilla antes de romper a reír. Trató de estirarse al levantarse, pero quedó en mero tropezón.
—¡P-Pero que os pasa, en serio! —se acercó a los tres, conteniendo malamente un ataque de risa (así como las ganas de echarse a dormir de nuevo) para ayudar a Milo a levantarse y después mirar a Nime girando la cabeza en su mismo ángulo—. ¿¡Es tu cumpleaños!? ¡Felicidades bichito! ¿Cuántos cumples?
- ♪♫♬:
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
20/04/16, 01:25 am
Pasó la mayor parte de la tarde correteando alrededor de los conversadores, interesada en lo que sus compañeros contaban pero demasiado nerviosa como para concentrarse todo el tiempo. Se le quedó la boca abierta con la historia de Eitne, y decidió que era aún más lógico que tenían que salir a buscar la magia. Ella aportó todo lo que Neil no contó y quisieron saber acerca de los aurvas y edeels, aunque la niña seguía viendo muy raro que ninguno de aquellos chicos tuviesen sus respectivas partes claras u oscuras.
Mientras se preparaba la cena, Adrune subió como un torrente escaleras arriba para llevar a cabo la idea que había tenido de juntar dos camas para que su aurva, Eitne y ella pudiesen dormir más cómodamente sin separarse, cosa que sabía que a Neil le daba mucho miedo. De las camas que quedaban libres, decidió que tenía que probar cual sería la mejor, así que no tardó en lanzarse de golpe sobre la más cercana… Con resultados catastróficos. Había tenido la mala suerte de toparse de pleno con una de las camas poco estables que habían sido “arregladas” por Rasqa, por lo que el catre cedió ante el golpetazo, provocando un estruendo considerable, una habitación llena de astillas de madera que milagrosamente no se clavó en el trasero y un moretón en el citado lugar. Cuando apareció la primera persona que fue a comprobar qué había sucedido tan solo colocó una mano tras la cabeza y compuso una amplia sonrisa mientras explicaba “no es culpa mía, estaba rota”. Y es que la edeel no creía estar mintiendo: que una cama aguantase tan poco tenía que ser porque estaba rota en primer lugar. El tiempo hasta que la cena estuvo lista lo dedicó a barrer las astillas, a sugerencia de Neil, quien previno que lo hiciese con las manos y por tanto se convirtiese en un alfiletero de madera.
Una vez resuelto el incidente, Adrune probó otra cama, esta vez con más delicadeza al principio (aunque no al final), y aparatosamente la movió para juntarla con la cama que habían estado usando Eitne, Neil y ella. Probablemente los niños se beneficiarían más de aquel cambio, pues Adru ahora tenía más espacio para moverse mientras dormía y las posibilidades de que los empujase o les diese un golpe inconscientemente se reducían. Ello no impidió que a la mañana siguiente amaneciese con la manta de su cama en el suelo y habiéndoles arrebatado la mitad de la suya.
Lo único que previno a Adrune de salir a realizar una excursión por su cuenta, pues estaba claro que tenía que cumplir con sus responsabilidades como Capitana, fue el hecho de centrarse en el entrenamiento. Ella también pidió ayuda a Ain para que le enseñase a manejar las espadas y el arco por lo menos, tratando de aplicar los consejos que siempre le daba su padre para que evitase abarcar demasiado en poco tiempo.
Aquella mañana dormía profundamente gracias al cansancio y la voz de Nime, lejos de sobresaltarla, le hizo despertarse pesadamente mientras entreabría los ojos y bostezaba sonoramente, tratando de enfocar su vista. Solo cuando su cerebro procesó la palabra que había dicho la libense, se levantó de golpe y corrió hacia la pequeña para felicitarla… O esa era su intención, porque tuvo que volver a tumbarse de súbito en la cama debido al mareo que le había producido levantarse tan bruscamente. Rox se le adelantó por los pelos, pero aun así, la edeel se acercó a la libense con una gran sonrisa, ignorando por completo el enfado de Rena.
—¡Felicidades, Nime! ¡Neil, despierta! ¡Hay que preparar algo especial para Nime hoy! —se dirigió de nuevo hacia las camas, aunque probablemente no quedase nadie despierto en el torreón debido a todo aquel jaleo.
Lo siento, era esta porquería o nada.
Mientras se preparaba la cena, Adrune subió como un torrente escaleras arriba para llevar a cabo la idea que había tenido de juntar dos camas para que su aurva, Eitne y ella pudiesen dormir más cómodamente sin separarse, cosa que sabía que a Neil le daba mucho miedo. De las camas que quedaban libres, decidió que tenía que probar cual sería la mejor, así que no tardó en lanzarse de golpe sobre la más cercana… Con resultados catastróficos. Había tenido la mala suerte de toparse de pleno con una de las camas poco estables que habían sido “arregladas” por Rasqa, por lo que el catre cedió ante el golpetazo, provocando un estruendo considerable, una habitación llena de astillas de madera que milagrosamente no se clavó en el trasero y un moretón en el citado lugar. Cuando apareció la primera persona que fue a comprobar qué había sucedido tan solo colocó una mano tras la cabeza y compuso una amplia sonrisa mientras explicaba “no es culpa mía, estaba rota”. Y es que la edeel no creía estar mintiendo: que una cama aguantase tan poco tenía que ser porque estaba rota en primer lugar. El tiempo hasta que la cena estuvo lista lo dedicó a barrer las astillas, a sugerencia de Neil, quien previno que lo hiciese con las manos y por tanto se convirtiese en un alfiletero de madera.
Una vez resuelto el incidente, Adrune probó otra cama, esta vez con más delicadeza al principio (aunque no al final), y aparatosamente la movió para juntarla con la cama que habían estado usando Eitne, Neil y ella. Probablemente los niños se beneficiarían más de aquel cambio, pues Adru ahora tenía más espacio para moverse mientras dormía y las posibilidades de que los empujase o les diese un golpe inconscientemente se reducían. Ello no impidió que a la mañana siguiente amaneciese con la manta de su cama en el suelo y habiéndoles arrebatado la mitad de la suya.
Lo único que previno a Adrune de salir a realizar una excursión por su cuenta, pues estaba claro que tenía que cumplir con sus responsabilidades como Capitana, fue el hecho de centrarse en el entrenamiento. Ella también pidió ayuda a Ain para que le enseñase a manejar las espadas y el arco por lo menos, tratando de aplicar los consejos que siempre le daba su padre para que evitase abarcar demasiado en poco tiempo.
Aquella mañana dormía profundamente gracias al cansancio y la voz de Nime, lejos de sobresaltarla, le hizo despertarse pesadamente mientras entreabría los ojos y bostezaba sonoramente, tratando de enfocar su vista. Solo cuando su cerebro procesó la palabra que había dicho la libense, se levantó de golpe y corrió hacia la pequeña para felicitarla… O esa era su intención, porque tuvo que volver a tumbarse de súbito en la cama debido al mareo que le había producido levantarse tan bruscamente. Rox se le adelantó por los pelos, pero aun así, la edeel se acercó a la libense con una gran sonrisa, ignorando por completo el enfado de Rena.
—¡Felicidades, Nime! ¡Neil, despierta! ¡Hay que preparar algo especial para Nime hoy! —se dirigió de nuevo hacia las camas, aunque probablemente no quedase nadie despierto en el torreón debido a todo aquel jaleo.
Lo siento, era esta porquería o nada.
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.Personajes : Zobriel: Nublino transformado en Basilisco
Kyllikki: Humana cosechada.
Armas : Zobriel: Malicioso, Colmillo veneno, Cuchillada, Cola veneno
Kyllikki: Elataquedelasmilteoriascientificasypseudocientificasmasinutildetodoslostiempos
Status : Disponible para cualquier debate ilógico
Humor : Culpable de dibujar horrible y hacer chistes peores aun
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
20/04/16, 08:02 am
La tarde dio paso a la noche, y las conversaciones borraron mucho de aquel malestar general. Zob escuchó atentamente todo lo que decían. Aurvas y edeels. Brujas dulces. Magia. Se mantuvo callado pensando en que tenía Nubla de especial para que los dioses la visitaran en festivales, y no como en los demás mundos. Por otro lado ya hablaría con el daeliciano después sobre su abuela. En cuanto a los demás solo comento que en Nubla conocía de magia pero él no tenía idea de cómo hacerla.
Poco a poco la conversación fue decayendo, se durmió y dejo atrás aquel día. Durante la siguiente semana el pequeño dedico gran esfuerzo en sentirse como alguien más útil. Participo moderadamente alejado de los entrenamientos, pero siguió de cerca de Adru con los arcos, pidiéndole ayuda de vez en cuando. También se agencio una daga mellada para trabajar más cómodo en el huerto. Hasta ahora no había nada en especial en él. Solo había cortado unas cuantas enredaderas del torreón, pero ninguna había enraizado bien aún. A la cocina la había dejado en manos de Neil y los demás letarguinos, pero ayudaba, siempre que podía, al pequeño Eitne a lavar los trastes.
La semana paso como una pequeña sonrisa, entre una y otra cosa, las labores de Zob empezaban a parecerle tan pequeñas como él mismo se sentía. Era inminente que se decidiera a salir a ayudarlos, o a buscar plantas para el jardín pero no encontraba el momento adecuado.
Despertó aquel día temprano, el lecho era cómodo y la mañana fría como para ser tan tonto para levantarse así sin más. El grito de Nime lo sobresalto, junto con el alboroto que se armo. Se había incorporado, así que se volvió a recostar y se cubrió los ojos. Quizá debiera salir por fin del torreón. En lo poco que había convivido con sus compañeros ya se le ocurrió lo que podría pasar. Un pequeño colorido se moriría por decorar el lugar. Neil se esforzaría por una cena magnifica, y no estaría de más arreglar un poco la mesa para la cena. Sonrió para si mismo, no era exacto, pero podría apostar un postre a que no estaba muy desencaminado.
- Sera mejor levantarse - murmuro.
Aquel día Zobriel saldría y seria util para sus compañeros. Pero sobretodo se demostraría que en una semana, era ya un elegido un poco más digno de estar allí.
Poco a poco la conversación fue decayendo, se durmió y dejo atrás aquel día. Durante la siguiente semana el pequeño dedico gran esfuerzo en sentirse como alguien más útil. Participo moderadamente alejado de los entrenamientos, pero siguió de cerca de Adru con los arcos, pidiéndole ayuda de vez en cuando. También se agencio una daga mellada para trabajar más cómodo en el huerto. Hasta ahora no había nada en especial en él. Solo había cortado unas cuantas enredaderas del torreón, pero ninguna había enraizado bien aún. A la cocina la había dejado en manos de Neil y los demás letarguinos, pero ayudaba, siempre que podía, al pequeño Eitne a lavar los trastes.
La semana paso como una pequeña sonrisa, entre una y otra cosa, las labores de Zob empezaban a parecerle tan pequeñas como él mismo se sentía. Era inminente que se decidiera a salir a ayudarlos, o a buscar plantas para el jardín pero no encontraba el momento adecuado.
Despertó aquel día temprano, el lecho era cómodo y la mañana fría como para ser tan tonto para levantarse así sin más. El grito de Nime lo sobresalto, junto con el alboroto que se armo. Se había incorporado, así que se volvió a recostar y se cubrió los ojos. Quizá debiera salir por fin del torreón. En lo poco que había convivido con sus compañeros ya se le ocurrió lo que podría pasar. Un pequeño colorido se moriría por decorar el lugar. Neil se esforzaría por una cena magnifica, y no estaría de más arreglar un poco la mesa para la cena. Sonrió para si mismo, no era exacto, pero podría apostar un postre a que no estaba muy desencaminado.
- Sera mejor levantarse - murmuro.
Aquel día Zobriel saldría y seria util para sus compañeros. Pero sobretodo se demostraría que en una semana, era ya un elegido un poco más digno de estar allí.
El Odio es por mucho el placer mas duradero. El hombre Ama con prisas, pero llega a Odiar con mucha calma.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
21/04/16, 03:33 pm
Los días pasaron lentos para Eitne, pero el tiempo entre ellos transcurría cada vez con más fluidez y el niño morado se sentía más a gusto entre las paredes de su nueva casa. No había manera de sacarse la añoranza del pecho, pero los nuevos amigos que estaba haciendo la suavizaban. En Daelicia jamás habia estado rodeado de tanta gente joven, ni tan dispar, y de alguna manera la cercanía con ellos le ayudaba a olvidar el sitio en el que vivían.
El daeliciano se entregó de lleno a la cara más pacífica de aquel secuestro multitudinario: no salía ni entrenaba. Le daba miedo ver a los otros niños aprendiendo artes marciales y no quería creer que llegaran a necesitar recurrir a ellas nunca, se aferraba a la esperanza de que todo se solucionaría "tan fácil" como había sido con las ratitas y los seres encapuchados. Así, todo lo que hacía a diario era hablar, limpiar, comer y hablar de nuevo.
Para Eitne, las conversaciones eran algo especialmente importante si quería conocer a fondo a sus compañeros, pero también eran un filón de confianza para él. El muchacho era tan cándido que ya sentía fuerte las relaciones que mantenía con sus compañeros de habitación. Unos días por unos y otros por otros, era raro que no acabaran jugando a algo o hablando de cualquier cosa que se les presentara. Sin embargo, con la gente de la otra habitación tampoco se sentía demasiado alejado. Con Hyung hablaba a menudo y sentía una suerte de conexión con él por el hecho de que compartían el secreto de sus respectivos miedos. Asimismo, Zob se había convertido en uno de sus compañeros de limpieza y "jardinería".
Durante aquellos días, Eitne observó que Pam volvía de las excursiones con huesos y le preguntó expresamente si podría buscarle a él alguna pieza bonita, también le valían piedras o cristales rotos. El daeliciano seguía con su interés decorativo y había desalojado de ropa uno de los baules (apretandola en otro) para llenarlo con todo lo que encontrara que pudiera servir para mejorar el aspecto del torreón. Actualmente apenas tenía cuatro cosillas traidas por la mona del queso, hojas y ramas secas que habían sacado Zob y él del jardín y astillas y un par de trozos de madera de la cama rota por Adru. Le faltaba algo para unir las piezas y crear algo bonito, pero al menos se aseguraba de que no le faltaría material para trabajar.
Lo peor para el niño fueron las noches, y no por las guerras de sábanas que mantenían Neil y él con Adru mientras dormían, sino porque era el momento del día en el que más consciente era de dónde estaban y la gente que le faltaba. Sin embargo, día tras día, lograba dormir más fácil. Así, cuando Nime los despertó gritando, el muchacho se levantó con buen genio y descansado, aunque confuso por todo lo que ocurría frente a sus narices.
Eitne tuvo que contener las ganas de reír al ver a Rena zarandeando a Nime y el cuadro que había quedado con la cama de Milo rota. <<Podré coger más madera de ahí>> se dijo contento mientras se incorporaba y se bajaba de la cama con cierto cuidado torpe, para no dar a Neil ni a Adru.
—B-Buenos días —logró decir a todos antes de bostezar. El daeliciano se limpio las pitarras de los ojos y añadió—: ¡Felicidades, Nime!
Se preguntaba qué se haría por costumbre en el mundo de la libense para celebrar estos días.
El daeliciano se entregó de lleno a la cara más pacífica de aquel secuestro multitudinario: no salía ni entrenaba. Le daba miedo ver a los otros niños aprendiendo artes marciales y no quería creer que llegaran a necesitar recurrir a ellas nunca, se aferraba a la esperanza de que todo se solucionaría "tan fácil" como había sido con las ratitas y los seres encapuchados. Así, todo lo que hacía a diario era hablar, limpiar, comer y hablar de nuevo.
Para Eitne, las conversaciones eran algo especialmente importante si quería conocer a fondo a sus compañeros, pero también eran un filón de confianza para él. El muchacho era tan cándido que ya sentía fuerte las relaciones que mantenía con sus compañeros de habitación. Unos días por unos y otros por otros, era raro que no acabaran jugando a algo o hablando de cualquier cosa que se les presentara. Sin embargo, con la gente de la otra habitación tampoco se sentía demasiado alejado. Con Hyung hablaba a menudo y sentía una suerte de conexión con él por el hecho de que compartían el secreto de sus respectivos miedos. Asimismo, Zob se había convertido en uno de sus compañeros de limpieza y "jardinería".
Durante aquellos días, Eitne observó que Pam volvía de las excursiones con huesos y le preguntó expresamente si podría buscarle a él alguna pieza bonita, también le valían piedras o cristales rotos. El daeliciano seguía con su interés decorativo y había desalojado de ropa uno de los baules (apretandola en otro) para llenarlo con todo lo que encontrara que pudiera servir para mejorar el aspecto del torreón. Actualmente apenas tenía cuatro cosillas traidas por la mona del queso, hojas y ramas secas que habían sacado Zob y él del jardín y astillas y un par de trozos de madera de la cama rota por Adru. Le faltaba algo para unir las piezas y crear algo bonito, pero al menos se aseguraba de que no le faltaría material para trabajar.
Lo peor para el niño fueron las noches, y no por las guerras de sábanas que mantenían Neil y él con Adru mientras dormían, sino porque era el momento del día en el que más consciente era de dónde estaban y la gente que le faltaba. Sin embargo, día tras día, lograba dormir más fácil. Así, cuando Nime los despertó gritando, el muchacho se levantó con buen genio y descansado, aunque confuso por todo lo que ocurría frente a sus narices.
Eitne tuvo que contener las ganas de reír al ver a Rena zarandeando a Nime y el cuadro que había quedado con la cama de Milo rota. <<Podré coger más madera de ahí>> se dijo contento mientras se incorporaba y se bajaba de la cama con cierto cuidado torpe, para no dar a Neil ni a Adru.
—B-Buenos días —logró decir a todos antes de bostezar. El daeliciano se limpio las pitarras de los ojos y añadió—: ¡Felicidades, Nime!
Se preguntaba qué se haría por costumbre en el mundo de la libense para celebrar estos días.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/04/16, 01:24 am
Cuando Rox salió de la habitación, Milo se sumió en un sueño tan profundo que ni siquiera se removió en su cama cuando Adru entró en la habitación mas tarde y redujo a astillas uno de los somieres libres. El estruendo fue de campeonato, pero el irrense, completamente agotado, se limitó a esconder la cabeza debajo de las sabanas y continuó soñando en silencio. A la mañana siguiente despertó descansado, pero para él el incidente de la sinhadre quedó en una simple anécdota divertida sobre la patosidad de la muchacha y su propio pachorrismo al respecto. De haber sido una emergencia real, sin embargo, no habría estado a la altura, y saber eso ensombreció un tanto su buen humor matutino.
Durante aquella semana el norteño fue creándose poco a poco una rutina que logró mantener unicamente a fuerza de voluntad, pues años de fugitivo le habían apartado de cosas tan amenas como aquella. Se levantaba pronto por las mañanas, casi al rayar el alba, y subía a la última planta a hacer ejercicio. Allí coincidía de vez en cuando con Rox, que madrugaba por los mismos motivos que él, y cuando acababan bajaba a desayunar a la cocina, donde se reunía con el resto de sus compañeros. Invertía su tiempo libre durante el día en trastear en su ordenador tratando de organizar los archivos que tenía guardados y en relacionarse con los demás, aunque casi siempre acababa jugando con los mas pequeños. En el fondo Milo era un crío y disfrutaba como un enano con aquellas cosas, pero a pesar de todo contaba poco de si mismo a los demás letarguinos. No era fácil para él hablar de su pasado después de haber estado la mayor parte de su vida escondiéndose, y aunque había momentos en los que sentía la necesidad de hacerlo al final siempre guardaba silencio.
Por las noches solía subir a la azotea a observar aquel extraño cielo negro sin estrellas, aunque siempre se mantenía a una distancia prudencial de las almenas. Los mareos que en un principio había achacado a la falta de costumbre cuando estaba en un sitio alto habían resultado ser una señal inequívoca de que padecía un vértigo extremo, y desde que estaba al tanto del mismo era incapaz de subir de día. A pesar de todo disfrutaba aquellos retiros nocturnos, pues le ofrecían una buena oportunidad para pensar en sus cosas, y cuando coincidía con Rox solía hablar con ella sobre Irraria. Era durante aquellas conversaciones cuando más tentado estaba de compartir con alguien su turbio pasado, pues desde el encuentro con los encapuchados su confianza con la coreana había aumentado considerablemente, pero al final se lo pensaba mejor y desechaba la idea. No era un tema para tratar de buenas a primeras y no se le ocurría como sacarlo a colocación.
También incorporó los entrenamientos con espada a su rutina, pero practicaba por su cuenta, y aunque se planteó unirse a las sesiones de Ain, Rena y Rox, al final terminó dejándose llevar por su tendencia habitual a cierto individualismo. Hacía poco progresos, eso era cierto, pero poco a poco se iba habituando al peso del arma y al terminó de la semana se planteó probar con dos espadas.
El día anterior se había quedado hasta tarde practicando en la sala de entrenamiento y por eso se le habían pegado las sábanas, pero nada le había preparado para aquel despertar. Cuando Nime se encaramó en su cama y empezó a saltar, el somier, que debía estar dañado, se desplomó por completo, lo que despertó bruscamente a Milo.
—¿Pero qué... ? —murmuró con dificultad, apartando las sábanas que le tapaban la cara mientras trataba de enfocar la escena. Seguía adormilado a pesar de todo, pero la risa de Nime y las amenazas de Rena le despejaron del todo—. ¿Tu cumpleaños? Pues felicidades, trasto, pero ya te vale. —comentó riendo mientras aceptaba la ayuda de Rox para incorporarse.
Durante aquella semana el norteño fue creándose poco a poco una rutina que logró mantener unicamente a fuerza de voluntad, pues años de fugitivo le habían apartado de cosas tan amenas como aquella. Se levantaba pronto por las mañanas, casi al rayar el alba, y subía a la última planta a hacer ejercicio. Allí coincidía de vez en cuando con Rox, que madrugaba por los mismos motivos que él, y cuando acababan bajaba a desayunar a la cocina, donde se reunía con el resto de sus compañeros. Invertía su tiempo libre durante el día en trastear en su ordenador tratando de organizar los archivos que tenía guardados y en relacionarse con los demás, aunque casi siempre acababa jugando con los mas pequeños. En el fondo Milo era un crío y disfrutaba como un enano con aquellas cosas, pero a pesar de todo contaba poco de si mismo a los demás letarguinos. No era fácil para él hablar de su pasado después de haber estado la mayor parte de su vida escondiéndose, y aunque había momentos en los que sentía la necesidad de hacerlo al final siempre guardaba silencio.
Por las noches solía subir a la azotea a observar aquel extraño cielo negro sin estrellas, aunque siempre se mantenía a una distancia prudencial de las almenas. Los mareos que en un principio había achacado a la falta de costumbre cuando estaba en un sitio alto habían resultado ser una señal inequívoca de que padecía un vértigo extremo, y desde que estaba al tanto del mismo era incapaz de subir de día. A pesar de todo disfrutaba aquellos retiros nocturnos, pues le ofrecían una buena oportunidad para pensar en sus cosas, y cuando coincidía con Rox solía hablar con ella sobre Irraria. Era durante aquellas conversaciones cuando más tentado estaba de compartir con alguien su turbio pasado, pues desde el encuentro con los encapuchados su confianza con la coreana había aumentado considerablemente, pero al final se lo pensaba mejor y desechaba la idea. No era un tema para tratar de buenas a primeras y no se le ocurría como sacarlo a colocación.
También incorporó los entrenamientos con espada a su rutina, pero practicaba por su cuenta, y aunque se planteó unirse a las sesiones de Ain, Rena y Rox, al final terminó dejándose llevar por su tendencia habitual a cierto individualismo. Hacía poco progresos, eso era cierto, pero poco a poco se iba habituando al peso del arma y al terminó de la semana se planteó probar con dos espadas.
El día anterior se había quedado hasta tarde practicando en la sala de entrenamiento y por eso se le habían pegado las sábanas, pero nada le había preparado para aquel despertar. Cuando Nime se encaramó en su cama y empezó a saltar, el somier, que debía estar dañado, se desplomó por completo, lo que despertó bruscamente a Milo.
—¿Pero qué... ? —murmuró con dificultad, apartando las sábanas que le tapaban la cara mientras trataba de enfocar la escena. Seguía adormilado a pesar de todo, pero la risa de Nime y las amenazas de Rena le despejaron del todo—. ¿Tu cumpleaños? Pues felicidades, trasto, pero ya te vale. —comentó riendo mientras aceptaba la ayuda de Rox para incorporarse.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
27/04/16, 01:44 pm
Si algo había empezado a hacer Nime, eso era no tomarse en serio las amenazas de Rena. De ahí que mientras colgaba boca abajo lo único que hiciera fuese reír. Eso sí, mientras decía, distorsionado por las sacudidas:
—¡Lo siento!
No sonaba demasiado convincente, entre unas cosas y otras.
Cuando fue dejada en el suelo otra vez empezó a hablar sin parar, respondiéndoles a todos y añadiendo lo que habría explicado si no se hubiese roto la cama.
—¡Pues cumplo nueve! —dijo mirando a Rox—. Y… y… si estuviésemos en mi casa comeríamos dulces todos juntos. Aunque aquí no hay azúcar… ¡Y siento mucho lo de la cama! —En esa parte miró específicamente a Milo—. Pero no es culpa mía, es de las camas, ¿verdad, Adru? —Pensaba que como mínimo ella no iba a culparla—. Seguro que se puede arreglar, luego. ¿Vamos a desayunar? ¿Sí?
Ahora que se había despertado todo el mundo lo mejor que podía hacer la niña era distraerlos. Estaba contenta y eso se notaba en su forma de hablar y de moverse. No concebía saltarse un día de cumpleaños y por eso no se había parado ni a pensar en la situación en que estaban. Lo que había dicho Adru de que Neil podía cocinar algo bueno para la ocasión le parecía una forma excelente de celebrar el cumpleaños teniendo en cuenta sus circunstancias actuales.
—¡Lo siento!
No sonaba demasiado convincente, entre unas cosas y otras.
Cuando fue dejada en el suelo otra vez empezó a hablar sin parar, respondiéndoles a todos y añadiendo lo que habría explicado si no se hubiese roto la cama.
—¡Pues cumplo nueve! —dijo mirando a Rox—. Y… y… si estuviésemos en mi casa comeríamos dulces todos juntos. Aunque aquí no hay azúcar… ¡Y siento mucho lo de la cama! —En esa parte miró específicamente a Milo—. Pero no es culpa mía, es de las camas, ¿verdad, Adru? —Pensaba que como mínimo ella no iba a culparla—. Seguro que se puede arreglar, luego. ¿Vamos a desayunar? ¿Sí?
Ahora que se había despertado todo el mundo lo mejor que podía hacer la niña era distraerlos. Estaba contenta y eso se notaba en su forma de hablar y de moverse. No concebía saltarse un día de cumpleaños y por eso no se había parado ni a pensar en la situación en que estaban. Lo que había dicho Adru de que Neil podía cocinar algo bueno para la ocasión le parecía una forma excelente de celebrar el cumpleaños teniendo en cuenta sus circunstancias actuales.
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
29/04/16, 12:44 pm
Rena dejó a Nime en el suelo y volvió a sentarse en la cama, bostezando aparatosamente. Se había mareao un poco por levantarse de forma tan brusca, aunque había actuado más como impulso y solo era vagamente consciente de la situación. Poco a poco fue asimilando la conversación. Era el cumpleaños de la enana, algo positivo, y por eso todo el jaleo. Los críos querían hacer una fiesta o algo por el estilo. La cama de Milo se había roto. Cuando se dio cuenta de esto se echó a reir casi para sí misma, en parte por la situación en parte por su propia estupidez.
-Yo... voy a echarme agua en la cara para quitarme el empanamiento. Ya me informaréis de los planes de hoy.- dijo recuperando la compostura- No tardeis mucho en bajar.
Bajó las escaleras de forma pesada, como si cada paso le diese pereza. Se lavó la cara con agua fría del pozo para despejarse y funcionó, vaya si funcionó.
-¡Joder qué fría!
Ya había gente desayunando. Rena saludó con un gesto y cogió un bollo de una cesta.
-Parece que es el cumpleaños de la mini trasto.- dijo para explicar el jaleo del piso de arriba.
-Yo... voy a echarme agua en la cara para quitarme el empanamiento. Ya me informaréis de los planes de hoy.- dijo recuperando la compostura- No tardeis mucho en bajar.
Bajó las escaleras de forma pesada, como si cada paso le diese pereza. Se lavó la cara con agua fría del pozo para despejarse y funcionó, vaya si funcionó.
-¡Joder qué fría!
Ya había gente desayunando. Rena saludó con un gesto y cogió un bollo de una cesta.
-Parece que es el cumpleaños de la mini trasto.- dijo para explicar el jaleo del piso de arriba.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
02/05/16, 03:04 am
—¡Eso es un buen puñado de años! Habrá que celebrarlo en condiciones, ¡pero si alguien aporta algo mejor que romper camas, se agradece!
Como era de esperar, los que aún quedaban dormidos despertaron con el ruido. No había muchas cosas que sirvieran para un cumpleaños en el torreón, aunque el entusiasmo de los más pequeños por celebrarlo era el elemento más importante. El cumpleaños de la libense le hizo pensar en como funcionarían los años en los demás, e incluso su esperanza de vida, pero prefirió apartarlo de momento y dar por hecho que serían similares a las vidas humanas. Quizá preguntase por las edades del resto aprovechando la situación.
Se volvió al mueble roto, tocando la madera con un pie. Apartó un poco el colchón con ambas manos, asegurándose de que estaba bien.
—Al menos esto se puede aprovechar. El somier es lo único mal parado... —miró a Milo y soltó una carcajada—. Y no sé si tu espalda también. Pero Nime tiene razón, ¡a desayunar primero!
Se estiró en condiciones y, con la excusa de hacer la cama, esperó a que se adelantase la mayoría para coger su binder e ir al baño a ponérselo. Le daba igual que sus compañeros de habitación viesen la prenda, sin embargo seguía escondiéndola por pudor. No tardó en bajar y hacerse hueco entre los ya presentes para desayunar.
—¡Buenas! ¿Se ha escuchado mucho el ruido? Se nos ha roto otra cama.— dio un mordisco a una pera tras lavarla con la manga de su camiseta. Tras eso miró a Nime unos instantes para guiñarle un ojo, tapándose luego la boca al hablar al tener aún trozos de fruta en ella—. ¡Tenemos que hacer una fiesta o algo! Una idea sería romper camas del otro cuarto para compensar un poco... Peeeero no me hagáis mucho caso de todas formas.
No tenía idea de que tipo de plan habrían pensado los demás más allá de una comida especial, mas Rox se sentía con energía suficiente para apuntarse a lo que surgiera.
Como era de esperar, los que aún quedaban dormidos despertaron con el ruido. No había muchas cosas que sirvieran para un cumpleaños en el torreón, aunque el entusiasmo de los más pequeños por celebrarlo era el elemento más importante. El cumpleaños de la libense le hizo pensar en como funcionarían los años en los demás, e incluso su esperanza de vida, pero prefirió apartarlo de momento y dar por hecho que serían similares a las vidas humanas. Quizá preguntase por las edades del resto aprovechando la situación.
Se volvió al mueble roto, tocando la madera con un pie. Apartó un poco el colchón con ambas manos, asegurándose de que estaba bien.
—Al menos esto se puede aprovechar. El somier es lo único mal parado... —miró a Milo y soltó una carcajada—. Y no sé si tu espalda también. Pero Nime tiene razón, ¡a desayunar primero!
Se estiró en condiciones y, con la excusa de hacer la cama, esperó a que se adelantase la mayoría para coger su binder e ir al baño a ponérselo. Le daba igual que sus compañeros de habitación viesen la prenda, sin embargo seguía escondiéndola por pudor. No tardó en bajar y hacerse hueco entre los ya presentes para desayunar.
—¡Buenas! ¿Se ha escuchado mucho el ruido? Se nos ha roto otra cama.— dio un mordisco a una pera tras lavarla con la manga de su camiseta. Tras eso miró a Nime unos instantes para guiñarle un ojo, tapándose luego la boca al hablar al tener aún trozos de fruta en ella—. ¡Tenemos que hacer una fiesta o algo! Una idea sería romper camas del otro cuarto para compensar un poco... Peeeero no me hagáis mucho caso de todas formas.
No tenía idea de que tipo de plan habrían pensado los demás más allá de una comida especial, mas Rox se sentía con energía suficiente para apuntarse a lo que surgiera.
- ♪♫♬:
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
02/05/16, 05:37 pm
Escucho escándalo en el piso de arriba, algo poco habitual pues era bastante temprano para que la mayoría empezara a despertar. Pam miró hacia el techo, con el ceño fruncido ligeramente, pensando cuan conveniente seria poder ver a través de las paredes y el ahorrarse el subir para saber que estaba pasando.
-Bueno...ya bajara alguien -murmuro encogiéndose de hombros, si alguien se había matado allí arriba seguro se enteraría tarde o temprano, no había necesidad de dejar el fuego y subir a mirar. Solo esperaba que no ensuciaran demasiado, seria un inconveniente tener que ponerse a limpiar cuando ella lo que quería era salir.
Y tal como creyó, no tardo mucho en ver bajar a Rena que se perdió en el patio para espabilarse con el agua. La vio regresar mientras tomaba su desayuno. Parpadeó despacio ante la mención de un cumpleaños, sabía lo que era por supuesto, aunque en si ella nunca hubiese tenido uno, en la casa donde había vivido siempre se celebraban por todo lo alto. Nunca le había visto mucho sentido, en su caso un cumpleaños solo significaba que llevaba un año mas de vida como esclava.
Aunque si recordaba que a los ordeses que cumplían años les gustaba recibir obsequios. ¿Querría Nime algo de eso también? Nunca había dado un regalo en si, aunque si tuvo que hacer algunos, como grandes comidas. Allí eso estaba difícil. Aunque...si había algo que podía darle.
Se levantó de la mesa yendo a la cocina, tomó un par de frutas de la cesta y cuchillo en mano comenzó a cortarla con cuidado. Habia hecho eso algunas veces para los pequeños ordeses, ayudaba que se estuvieran quietecitos un rato. Tras terminar volvió a la mesa viendo que el resto había bajado, colocándole el plato enfrente a Nime, con la fruta cortada con forma de unos animalillos de su mundo similares a unos pequeños gatos y en el fondo del plato, con trozos de fruta cortada, venia el nombre de Nime.
-Supongo esto valdrá- no era de ella ser detallista, pero se decía que en los cumpleaños había que atraer a la suerte con regalos al cumpleañero. Y en esos momento estando en ese lugar, cualquier mala suerte a un compañero, podía salpicar a los demás. Ademas, Nime apenas era un niña pequeña y Pam aunque no soportara mucho a los críos, tampoco les deseaba males. Y ella no había tenido regalos nunca, de ningún tipo, así que suponía por eso tenía tan mala suerte.
-Me gustaría salir hoy a explorar un poco, algo mas que solo ir por las cestas -comentó sin andarse por las ramas, antes de que empezarana despistarse por el cumpleaños de Nime- Seguimos sin saber de este sitio.
-Bueno...ya bajara alguien -murmuro encogiéndose de hombros, si alguien se había matado allí arriba seguro se enteraría tarde o temprano, no había necesidad de dejar el fuego y subir a mirar. Solo esperaba que no ensuciaran demasiado, seria un inconveniente tener que ponerse a limpiar cuando ella lo que quería era salir.
Y tal como creyó, no tardo mucho en ver bajar a Rena que se perdió en el patio para espabilarse con el agua. La vio regresar mientras tomaba su desayuno. Parpadeó despacio ante la mención de un cumpleaños, sabía lo que era por supuesto, aunque en si ella nunca hubiese tenido uno, en la casa donde había vivido siempre se celebraban por todo lo alto. Nunca le había visto mucho sentido, en su caso un cumpleaños solo significaba que llevaba un año mas de vida como esclava.
Aunque si recordaba que a los ordeses que cumplían años les gustaba recibir obsequios. ¿Querría Nime algo de eso también? Nunca había dado un regalo en si, aunque si tuvo que hacer algunos, como grandes comidas. Allí eso estaba difícil. Aunque...si había algo que podía darle.
Se levantó de la mesa yendo a la cocina, tomó un par de frutas de la cesta y cuchillo en mano comenzó a cortarla con cuidado. Habia hecho eso algunas veces para los pequeños ordeses, ayudaba que se estuvieran quietecitos un rato. Tras terminar volvió a la mesa viendo que el resto había bajado, colocándole el plato enfrente a Nime, con la fruta cortada con forma de unos animalillos de su mundo similares a unos pequeños gatos y en el fondo del plato, con trozos de fruta cortada, venia el nombre de Nime.
-Supongo esto valdrá- no era de ella ser detallista, pero se decía que en los cumpleaños había que atraer a la suerte con regalos al cumpleañero. Y en esos momento estando en ese lugar, cualquier mala suerte a un compañero, podía salpicar a los demás. Ademas, Nime apenas era un niña pequeña y Pam aunque no soportara mucho a los críos, tampoco les deseaba males. Y ella no había tenido regalos nunca, de ningún tipo, así que suponía por eso tenía tan mala suerte.
-Me gustaría salir hoy a explorar un poco, algo mas que solo ir por las cestas -comentó sin andarse por las ramas, antes de que empezarana despistarse por el cumpleaños de Nime- Seguimos sin saber de este sitio.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
02/05/16, 10:52 pm
El asreniano atendió a las diferentes explicaciones sobre las habilidades de los Capuchas Rojas. Eran suposiciones, si, pero por algo había que empezar. Si era cierto que solo atacaban en defensa propia no había de qué preocuparse, al fin y al cabo solo consistiría en evitar cruzarse en su camino y si así fuera no atacarles. No tenían pinta de ser un “peligro real”... Después de comer se despidió del resto para subir a la azotea, en un vano intento de observar a las criaturas mencionadas.
El resto del día lo pasó intentando elegir un arma, tenía decidido que saldría en la próxima excursión y aunque los seres de aquel día no parecían tan peligrosos otros si podían serlo. Tenía que estar preparado, por lo que cuando casi era de noche entró en la armería en busca de algo adecuado. El lagarto no tenía ni idea de lo que era una espada, un hacha o una ballesta. Por lo que decidió que llevaría la herramienta que más usaba en su mundo: un cuchillo. Al menos por ahora...
Ya en la cena sintió curiosidad cuando Eitne mencionó “magia para volar”. <<¿Magia para volar? Seguro que sería más practico que ir andando medio perdido>> Los días pasaron, en los que Drusar vio su oportunidad para salir fuera con su recién estrenada arma. Ayudó a preparar todas las comidas y sobre todo se quedó por las noches mirando el cielo. Daba lástima ver un cielo tan oscuro y muerto.
No socializó mucho con sus compañeros en esa semana, tenía pensado conocerlos desde fuera, observándoles hablar con el resto. No era tímido para nada, solo quería defenderse de un quizás futuro dolor.
En el día actual se levantó un poco más tarde, y de hecho fue por el fuerte sonido de la cama al romperse. Se incorporó mientras se pasaba la mano por la cresta y miraba al resto de sus compañeros que seguían en la habitación, era imposible no ver las claras diferencias entre todos. Bajó las escaleras con pasos lentos influenciados por el sueño, la anterior noche había observado la ciudad sin tener en cuenta el dormir y obviamente le había pasado factura. Ya en el salón se encontró algunos madrugadores.
-Hola.-Saludó mientras cogía algo para desayunar. Se alegró al escuchar la propuesta de la mono del queso, tenía ansías de descubrir algo nuevo de Rocavarancolia.-Yo también quiero explorar, cuanto más sepamos más ventaja tendremos a la hora de sobrevivir. A propósito, ¿que es ese “cumpleaños” de Nime?
El resto del día lo pasó intentando elegir un arma, tenía decidido que saldría en la próxima excursión y aunque los seres de aquel día no parecían tan peligrosos otros si podían serlo. Tenía que estar preparado, por lo que cuando casi era de noche entró en la armería en busca de algo adecuado. El lagarto no tenía ni idea de lo que era una espada, un hacha o una ballesta. Por lo que decidió que llevaría la herramienta que más usaba en su mundo: un cuchillo. Al menos por ahora...
Ya en la cena sintió curiosidad cuando Eitne mencionó “magia para volar”. <<¿Magia para volar? Seguro que sería más practico que ir andando medio perdido>> Los días pasaron, en los que Drusar vio su oportunidad para salir fuera con su recién estrenada arma. Ayudó a preparar todas las comidas y sobre todo se quedó por las noches mirando el cielo. Daba lástima ver un cielo tan oscuro y muerto.
No socializó mucho con sus compañeros en esa semana, tenía pensado conocerlos desde fuera, observándoles hablar con el resto. No era tímido para nada, solo quería defenderse de un quizás futuro dolor.
En el día actual se levantó un poco más tarde, y de hecho fue por el fuerte sonido de la cama al romperse. Se incorporó mientras se pasaba la mano por la cresta y miraba al resto de sus compañeros que seguían en la habitación, era imposible no ver las claras diferencias entre todos. Bajó las escaleras con pasos lentos influenciados por el sueño, la anterior noche había observado la ciudad sin tener en cuenta el dormir y obviamente le había pasado factura. Ya en el salón se encontró algunos madrugadores.
-Hola.-Saludó mientras cogía algo para desayunar. Se alegró al escuchar la propuesta de la mono del queso, tenía ansías de descubrir algo nuevo de Rocavarancolia.-Yo también quiero explorar, cuanto más sepamos más ventaja tendremos a la hora de sobrevivir. A propósito, ¿que es ese “cumpleaños” de Nime?
- InvitadoInvitado
Re: Torreón Letargo (Archivo VI)
04/05/16, 04:05 pm
Rena miró con curiosidad a Pam mientras trapicheaba con las frutas. Se había servido un vaso de umbra para no atragantarse con el bollo y daba un trago de vez en cuando, relamiendose los bigotes anaranjados que le dejaba sobre los labios.
-¡Buah, qué habilidad!- exclamó admirada cuando la mona terminó el regalo para Nime. Aunque se defendía, ella no era el colmo de la destreza, así que apreciaba y envidiaba a la gente que era capaz de hacer detalles así.- Seguro que se vuelve loca, le va a encantar.
El plan del día parecía decantarse por salir a explorar. En un principio, y en parte por el encontronazo con los encapuchados, Rena no tenía especial interes en alejarse del torreón más de lo necesario, pero era cierto que no iban a averiguar nada de por qué estaban allí si no investigaban.
-Preguntaremos a los pajarracos si han visto algo interesante desde su puesto de vigía.
Con pajarracos se refería a los compañeros que tenían por costumbre subir al último piso.
-¡Buah, qué habilidad!- exclamó admirada cuando la mona terminó el regalo para Nime. Aunque se defendía, ella no era el colmo de la destreza, así que apreciaba y envidiaba a la gente que era capaz de hacer detalles así.- Seguro que se vuelve loca, le va a encantar.
El plan del día parecía decantarse por salir a explorar. En un principio, y en parte por el encontronazo con los encapuchados, Rena no tenía especial interes en alejarse del torreón más de lo necesario, pero era cierto que no iban a averiguar nada de por qué estaban allí si no investigaban.
-Preguntaremos a los pajarracos si han visto algo interesante desde su puesto de vigía.
Con pajarracos se refería a los compañeros que tenían por costumbre subir al último piso.
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