El Cuchitril (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Observamos multitud de casas en la zona de la Plaza de los Colaespina y… lo cierto es que no resulta fácil encontrar un buen lugar, pues los edificios que sí cumplen con los requisitos que buscamos, después por dentro son inhabitables. Caso destacable aquel que parecía ser un candidato perfecto… hasta que me llevé un buen golpe en el culo en el suelto bajo el que pisaba. ¡Y las astillas tampoco perdonan! Y Gael se ríe… “¡No tiene gracia!”, pero no me oye en la burbuja que acaba de crear.

Me llama la atención un edificio grande que veo a un lado de la calle. No tardo nada en señalárselo y decirles de acercarnos a él, aunque algunos ya se habían fijado en él. Dentro del edificio, cuya puerta se conserva en un estado decente –aunque chirría como mil demonios–, encontramos un panorama que, de haber estado en mejor estado, podría jurar con las manos en el fuego que se trata de una posada. ¡Y eso significa muchas habitaciones! Además, es prácticamente toda de pierda. Mientras pienso esto, nos repartimos todos entre el salón, aunque yo no tardo en subir las escaleras para observar cómo está el piso de arriba. Este edificio está muy pero que muy bien, el suelo es mucho más resistente que el de otros edificios y los desperfectos que tiene se pueden arreglar. Las ocho habitaciones de las que consta el piso son más que suficiente para todos, aunque los muebles sí es necesario cambiarlos.

—¿¡Cómo va por ahí abajo?! –grito a los que se han quedado–. ¡Por aquí cumple con los requisitos mínimos de calidad, aunque mejor que por ahora ahuyentemos a los de sanidad!–observo mirando los insectos que recorren los muebles carcomidos.

Toima

Bebió un trago corto, casi interrumpido. Iba a necesitar mucha más bebida si iba a tener que pasar por aquello, y la botella que ahora tenia amenazaba con vaciarse rápidamente. Arrugas acudieron a sus ojos que buscaron pasivamente algo en lo que centrarse mientras, por fin, contestaba a una de sus preguntas.
-No estoy borracho.-aclaró y, tras lo cual, se acabó la botella.

—Tal vez deberías probar suerte con los gatos —le respondió al saludo de Wen antes de volver a centrar su atención en el ulterano.
La impaciencia estaba clara en las palabras de Gael y, como a él, al sueco también le estaba mosqueando cada vez más que el argos sólo abriese la boca para gruñir o darle un trago a su bebida.

No se podía decir que lo que el ulterano proporcionó como única respuesta le hubiese cogido por sorpresa. En absoluto lo había hecho: era Toima. Pero no por ello su exasperación dejó de aumentar. Noel estaba más que harto de aquello. Se había repetido mucho más de las veces que lo hubiese podido tolerar. Se planteó seriamente si retomar su resolución del día anterior de hablarle en el único lenguaje que entendería: el de las hostias. Se había levantado de su sitio con bastante brusquedad e hizo un amago de moverse en su dirección. Sin embargo, permaneció en el sitio con todo el cuerpo en tensión y dejando escapar un chasquido de exasperación.

—Vamos a ver, pedazo de zopenco —estalló, finalmente, en tono airado—. Deja de hacerte más el imbécil de lo que ya eres y asume por una puñetera vez en tu vida las consecuencias de tu egoísmo. ¿Eres consciente de los quebraderos de cabeza que nos has provocado por no darte la jodida gana de lidiar como debes con un novato gilipollas? Estamos hasta los huevos de explicarte las cosas pero es evidente que lo que te sobra de visión te falta de oído. Es eso o no te importamos una mierda —le acusó—. Ilumíname, por favor: ¿cuál es el procedimiento que hay que seguir para introducir sensatez en esa superficie impenetrable que es tu mollera?

Toima

La botella acabada y la bronca de Noel hicieron que las espesas cejas de Toima se erizaran con rabia contenida ya que, le cabreaba que le tratasen así, pero por primera vez en su vida, entendia el porque. A medida que Noel proseguia, se le fue volviendo más arduo sin poder recurrir a la bebida hasta que al final rompio la botella con la mano al perder el control de su fuerza. Se sacudió y pequeñas y grandes lacas de cristal ensangrentado se precipitaron contra el suelo con un estruendo de percusión aguda. Toima resopló una vez y contestó a Noel.
-Más licor ayudaria sin duda, porque estoy empezando a lamentar no estar borracho...-
Aquella respuesta hostil pareció darle un empujón necesario y el ulterano comenzó a acelerarse y a hablar.
-No que vaya a ver mucho por un tiempo, supongo...-
Y, nada más decir eso, se sacó del bolsillo el pequeño vial con la nota, manchando ambos con su mano herida y ensangrentada. Dejó ambas sobre una mesa cercana y se adentró en el edificio.
-Medicina de parte de la bruja, supongo. No se lo que pone en la carta ni mi importa: No pienso tomarla.-

Se rascó la nariz con impaciencia.
-¿Dónde está Tania? ¿Durmió aquí? ¿Sigue dormida? ¿Ha dicho algo?-ametralleó con preguntas.

Al final se contuvo respecto a la botella, aunque con esfuerzo, cuando vio que Toima seguía dando tragos. Tanto daba, apenas quedaba ya líquido en su interior.

No pudo estar más de acuerdo con las palabras escogidas por Noel, que por lo menos lograron arrancarle unas cuantas palabras al argos. Le extrañó la historia acerca del frasco y la nota, porque ¿qué medicina querría darle Nia, si no estaba enfermo? Al menos, nada que no pudieran solucionar por su cuenta. Se acercó al papel a curiosear tan pronto Toima la dejó sobre el mesado al pasar. Para su sorpresa, no entendía ni una palabra.

La repasó, a pesar de que, como mucho, el idioma solo le sonaba remotamente, y solo pudo reconocer una palabra. «No puede ser». Miró a Noel, interrogante. Como no le preguntasen a la propia Nia, descifrar aquello iba a ser un dolor de cabeza… y de bolsillo.

En ese momento, Toima ya estaba haciendo preguntas sobre Tania, y el fuego fatuo respondió un poco desganado.
—Está arriba, supongo que dormida. Ayer no tenía muy buena cara, ¿sabes?

Toima tenía una capacidad envidiable para sacarlo de sus casillas. Sin embargo, no podía decir que no se pudiera creer lo que pasaba, pues aquel mastodonte que tenía delante no parecía saber actuar de otra manera. Noel bufó y se pasó una garra por el rostro buscando calmarse. Las ganas de retomar sus intenciones de la noche anterior habían vuelto de repente, pero con la cabeza más fría como la tenía con el paso de las horas reconocía que no sería la mejor idea.
—Yo sí que voy a tener que emborracharme para diluir tanto victimismo —resopló con hastío—. Haz lo que te dé la gana.

Cuando sacó la nota con la supuesta medicina, el draco echó un vistazo rápido en el que comprobó que no entendía una sola palabra de lo que allí había escrito. Estaba claro que el objetivo es que Toima no pudiese leerla, pero si ellos tampoco eran capaces de poco iba a servir. No obstante, había una única palabra que atrajo su atención tras unos instantes, al darse cuenta de que había un nombre en medio del galimatías que sí podía reconocer. La mirada que intercambió con el fuego fatuo dejó claro que estaban pensando en lo mismo. El sueco no sabía muy bien qué pensar y únicamente le dirigió un leve encogimiento de hombros para después, mientras el nigromante respondía a las preguntas de Toima, sacar de forma distraída el comunicador de su bolsillo y darle una vuelta en el aire como casualmente para después devolverlo a su sitio. A continuación entró en la cocina y sirvió leche en un plato con el que salió al momento.
—Me voy a darle el desayuno a Odin, que incluso él es más agradecido —anunció antes de dirigirse escaleras arriba.

Una vez estuvo en su cuarto, tras llamar a su gato que apareció por la puerta de cualquiera sabe dónde y colocarle el plato sobre el que se abalanzó sin esperar un instante, Noel convocó un hechizo insonorizador a su alrededor y dejó el comunicador sobre la mesa mientras abría la comunicación únicamente con la náyade.
—¿Me recibes, Nia? —comprobó mientras se apoyaba sobre su escritorio con las manos en los bolsillos y observaba a Odin lamiendo ávidamente el desayuno. Espero a tener respuesta antes de proseguir—. Espero no haberte despertado, ayer fue un día muy largo. Aunque aquí nos hemos levantado pronto. Cierto mastodonte sin cerebro el que más —ironizó—. Acaba de volver siendo tan gilipollas como de costumbre y con una nota tuya indescifrable. Podemos entender por dónde van los tiros pero… ¿Puedo solicitar una traducción a distancia? No puede oírnos.

A Wen no le extrañó ni las reclamaciones de Gael y Noel al argos, ni el pasotismo ni la indiferencia de este, y durante toda la conversación no fueron pocas las veces en las que la vouivre pensó que el ulterano se merecía un guantazo con la mano abierta, pero, al contrario que sus pensamientos, la británica se limitó a preparase el desayuno y tomárselo de forma desganada, bien esperando a que Toima lograra demostrar aunque solo fuera un poco de sentido común, bien esperando a que no lograra que la irritación de todos los que ahí se encontraban, ella incluida, aumentara, trabajo que se le daba francamente bien.

A pesar de que sabía de sobra que el razonamiento de Toima era algo fuera de regla y que prácticamente era imposible hacerle entrar en razón, le molestó especialmente que preguntara por Tania después de lo que le había hecho pasar.

- Si yo fuera ella, no querría verte el pelo en una buena temporada- se limitó a decir, resoplando para evitar decir algo realmente ofensivo. Las acciones de Toima la ofuscaban a una velocidad increíble.

Toima

Con la mirada un poco hosca, el ulterano se encogió de hombros ante los comentarios de los demás.
-¿Y a mi que?-dijo con falso desinteres.-Yo he sido al que le disparó una flecha. No tengo nada de lo que sentirme culpable.-
Con la mirada siguió a Noel. No sabia si por paranoia o porque ya se la habian liado en otras ocasiones, comenzo a diseccionar cada gesto que hacia. Algo tramaba. Y el ulterano no podia evitar asociarlo con la carta y la medicina.
Se metió en la cocina y, de uno de sus escondites secretos sacó una alforja mediana de cerveza y comenzó a vertir la bebida por su garganta.

Nia

La ulterana tardó un poco en responder. Por su voz, sonaba algo adormilada y confusa, pero a medida que siguio hablando pareció despejarse.
-Ah no... nada... No te preocupes.-respondió de primeras algo somnolienta. Cuando le contó cual era el problema la ulterana pareció algo confusa.-Juraria no haber cometido ningun error gramatical... Bueno, mi frances no está distillée del todo.-comentó con una risilla antes de proceder a explicar que ponia.-Básicamente, el vial adjunto con la carta es un suero llamado Veritaserum o, más popularmente conocido como el suero de la verdad. Su funcionamiento es bien sencillo: Aunque no hará que nuestro argos gruñón se ponga a contarnos todo, si que le impedirá ocultar cosas, mentir o callarse si se le pregunta. Me he tomado la libertad de mandaroslo pues su comportamiento se esta convirtiendo cada día en más problemas, imagino que sobretodo para vosotros.-
Tras aquello, bostezó y pareció beber algo.
-¿Algo más?-

A Noel le sorprendió que la ulterana diese por hecho que deberían entender el idioma que había elegido para la nota.
—No pongo en duda tu dominio del francés, Nia, pero… Aquí nadie lo ha estudiado. De hecho no sé por qué crees que sí —comentó dejando escapar una leve risa.  Le producía cierta curiosidad el que la náyade hubiera decidido estudiar un lenguaje de la Tierra y que además no hubiese elegido el inglés como sería lo lógico—. Bien, respecto al Veritaserum… Sí, sé para que se utiliza, y te agradezco la ayuda, aunque colárselo va a costar bastante. Pero en realidad lo que más me escama ahora mismo es el hecho de que lo lleve encima. Quiero decir… Ha estado ahí. ¿A qué fue? ¿Le has informado tú ya sobre la decisión de ayer?
No se le ocurría el motivo por el que el argos hubiera podido ir a la botica, especialmente porque el día anterior había estado evadiéndoles por completo.

Nia

La ulterana calló unos segundos cuando Noel preguntó sobre Toima.
-Si, estuvo aquí.-dijo cortadamente. A ambos les interesaba que no les contase a los cuchitrileros sobre la bolsa de dinero asi que contó el resto.-Al parecer se habia metido e n una pelea en el bar. Matanza le sacó medio muerto de ahí y le trajo a la botica. Le cure y le puse el botellin mientras estaba inconsciente.-reveló al draco.

La historia de Nia no le sorprendió mucho y tan solo rodó los ojos a pesar de que su interlocutora no podía verle.
—Ya veo… Gracias de nuevo por ocuparte. Ahora solo tenemos que pensar cómo hacer que se tome el suero, aunque este es capaz de coserse la boca con tal de evitar decir nada —suspiró con cansancio—. Eso es todo, nos vemos.
Cortó la comunicación y dejó el aparato donde estaba. Odin seguía dando buena cuenta de la leche por lo que decidió esperar a que terminase antes de bajar con el plato, tratando de dar la impresión de que su tardanza se debía a eso. Mientras descendía las escaleras, no obstante, estableció un canal telepático con Gael y Wen.

<<La nota estaba en francés, porque por algún motivo Nia parecía creer que lo entenderíamos. Al parecer Toima volvió a meterse en una pelea mientras estaba en la taberna, aunque al menos esta vez fue con alguien de su tamaño. Matanza lo llevó a la botica mientras estaba medio inconsciente y Nia aprovechó para colarle el Veritaserum… No va a ser fácil conseguir que se lo tome sin que se dé cuenta. Si es que llegamos a hacerlo, ¿crees que deberíamos?>>.
La pregunta iba dirigida inequívocamente al fuego fatuo ya que la vouivre no podía hacer uso de la telepatía. El draco dudaba: por una parte estaría bien que Toima fuese completamente sincero con ellos por una vez, porque nunca había forma de saber qué se le pasaba por la cabeza; por otra estaba harto, demasiado harto, de lidiar con alguien tan duro de mollera como el ulterano. Pasó en dirección a la cocina sin dedicar una mirada al argos a lavar el plato que llevaba en las manos.

La respuesta de Toima a los comentarios y su posterior huida hicieron que el fuego fatuo se frotase el pelo y suspirase con cansancio, sin añadir ya nada en voz alta –no hacía ninguna falta–. Más bien esperaba el regreso de Noel, sabiendo lo probable que era que no hubiese perdido el tiempo allá arriba.

La telepatía lo tomó por sorpresa, pero atendió con interés.  No pudo no preocuparse por lo que escuchó, por qué clase de lío había organizado el argos esa vez. Se cansaba incluso a sí mismo siendo constantemente tan precavido y desconfiado, pero se preguntaba si había algo más que debieran saber acerca de su trifulca de taberna.

«La verdad... No es algo que querría hacerle a un amigo» le respondió telepáticamente al draco, sin excluir a Wen, «pero ya no sé ni qué deberíamos hacer con Toima. No es que necesitemos que confiese nada, lo que nos hace falta es que siente la maldita cabeza».

La respuesta de Gael le alivió bastante debido a que no estaba muy seguro de que obligarle a beber el suero de la verdad fuese lo mejor y, sobre todo, a ahorrarse el quebradero de cabeza que suponía planear cómo colársela a un argos sin que se enterase.
<<Creo que es más fácil que siente literalmente la cabeza en una silla que que entre una pizca de sensatez en esa fortaleza impenetrable de imbecilidad>> respondió transmitiendo una sensación de hartura acompañando la frase. <<Es evidente que no vamos a sacar nada  bueno de él, así que le voy a explicar lo que se decidió ayer porque Nia al parecer no lo hizo y por mí como si luego se traslada a vivir a la taberna, que parece ser que el pobre necesita emborracharse para “aguantarnos”>>.

Finalizó el enlace telepático tras el sarcasmo teñido de contrariedad y se encaró hacia Toima una vez más. Le habló en tono tranquilo aunque se podía notar cierta exasperación en su expresión.
—Ya que te gusta tanto colaborar para hacernos las cosas más fáciles, tu parte del sueldo la vamos a ahorrar durante una temporada para que puedas pagar la mitad del desastre. Yo en tu lugar administraría bien lo que tengas ahorrado hasta ahora —le advirtió mientras ya salía de la cocina.
Si el argos no decía nada, Noel simplemente seguiría su camino en dirección a las escaleras.

Ante la respuesta de Toima, la vouivre no pudo hacer otra cosa más que mirarlo con la boca abierta por la incredulidad. “¿Qué no tienes nada de lo que sentirte culpable? ¿¡Qué no tienes nada de lo que sentirte culpable!?” Wen respiró hondo durante algunos segundos para calmarse, ya que si no lo hacía terminaría tirándose encima de Toima y no precisamente en su forma humana. “Quizás así aprendería a meterse con gente de su tamaño”.

Aunque escuchó atentamente la conversación telepática no añadió nada, tanto porque no tenía esa habilidad como porque estaba completamente de acuerdo con Gael y Noel, por lo que no tenía nada que aportar. Ciertamente sería un milagro que Toima dejara de ser un egoísta y tomara sus propias responsabilidades, pero tenía que ser algo que saliera de él, sino no se conseguiría nada.

Cuando Wen terminó su desayuno, se encaminó a buscar a Noel, al que encontró a punto de subir las escaleras.

- Noel, me voy un momento a buscar a Ornlu. Hace mucho que no le saco de la habitación y querría que tomara un poco de aire. Vuelvo enseguida- le informó, despidiéndose con un beso y un movimiento de mano.

La británica no tardó mucho en llegar al burdel, encontrándose un animado e hiperactivo lobezno deseoso de salir a corretear o, al menos, poder moverse por otro sitio que no fuera la habitación. Luego de aprovechar para estirarse un poco en su poste y de prepararlo todo, vouivre y lobezno salieron del burdel para volver al Cuchitril.

Aunque no había pasado mucho tiempo desde que había salido, Wen supuso que Noel se encontraría aun en su habitación por lo que subió directamente a esta para encontrarse con él, esperando poder distraerle de lo ocurrido aquella mañana con alguna conversación interesante.

Wen entró a la habitación cerrando la puerta a su camino con Ornlu correteando tras ella y jugueteando entre sus pies alegremente. La británica, para evitar tropezarse, le dio un puntapié cariñoso para que se apartara de su camino, y fue a sentarse a la cama. Aquel día, como el anterior, habían sido agotadores, pero también intensos, por lo que parecía que había muchas cosas de las que hablar.

Comenzaron hablando de la nueva cosecha, de las impresiones que les habían causado y de las circunstancias en las que los habían cosechado. Luego hablaron de la Tierra, de Kiruna y de Londres, de los momentos que habían pasado todos juntos y en los que habían patinado ellos dos solos.

Ornlu correteó a sus pies y la británica lo recogió del suelo para darse fuerzas. Había varias cosas que rondaban su cabeza desde el día anterior en el que había ido a la Tierra y necesitaba hablarlas con Noel urgentemente, bien para sentirse tranquila, bien para tomar ciertas decisiones.

Con el lobezno apretado entre sus brazos, Wen se sentó en la cama algo nerviosa.

- Oye, Noel, ¿puedo preguntarte algo?- comenzó un tanto indecisa y claramente insegura-. ¿Qué piensas… de Church? De nuestra relación y nuestra despedida… ¿Qué pensaste en ese momento?

Antes de subir, Wen le hizo saber que saldría para buscar a su lobo, por lo que el draco se despidió de ella antes de continuar su camino hacia la habitación, todavía con la cabeza echando humo debido a la irritante conversación con el argos. Por ello invirtió su tiempo hasta que la vouivre regresó en descargar parte de su frustración practicando furiosamente con la batería, aunque no por encontrarse irritado olvidó insonorizar el cuarto antes de empezar. Para cuando la británica volvió ya se encontraba bastante más calmado y una muestra de ello era que había sacado los apuntes de runas para seguir intentando comprender aquel lenguaje defensivo que parecía haber sido específicamente diseñado para que cualquiera que intentase estudiarlo lo dejase por imposible. Él podía ser tan terco como Toima para ciertas cosas, no obstante, y de todos modos si Adara lo había conseguido quería decir que no era imposible descifrar lo que a primera vista parecía requerir un máster en criptología.

Dejó los apuntes a un lado al escuchar los pasos de Wen y su mascota en el pasillo. No  había rastro de Odin desde que regresara al cuarto, pero el sueco casi lo agradeció ya que Ornlu estaba allí: aquellos dos podían armar bastante jaleo cuando se juntaban, ya que uno solía mantener una actitud de desdén hacia el otro mientras este último intentaba hacerse su amigo, lo cual resultaba en escenas tan cómicas como recurrentes y, por tanto, cansinas.

Ya que no habían tenido tiempo desde que volvieron a Rocavarancolia, era natural que lo primero de lo que hablasen nada más llegar fuese de sus experiencias cosechando. El draco se interesó especialmente por el trabajo de su pareja en aquel mundo todavía desconocido para él, tanto por este hecho como porque era la primera vez que la chica ejercía de cosechadora, pero él a su vez no escatimó en detalles acerca de su encuentro con los dos enderth. La conversación derivó inmediatamente después en comentar la inolvidable experiencia que había sido regresar a la Tierra por un día, durante la cual Noel se permitió una última punzada de nostalgia, a la cual ya había aceptado no ser completamente inmune a pesar de todo.

No se le pasó por alto el nerviosismo de Wen cuando esta desvió la conversación, dubitativa, hacia un suceso muy concreto; pero esperó a que finalizase únicamente inquiriendo con la mirada. La pregunta le cogió por sorpresa. Había dado por hecho que aquella parte en concreto de la visita a la Tierra no sería de la que hablasen precisamente cuando rememorasen la visita a su mundo de origen, pero la británica lo estaba sacando a colación cuando solo había transcurrido un día tras esta. Noel abrió la boca como para responder algo pero volvió a cerrarla, inseguro sobre qué decir. ¿Qué había sentido? Lo cierto era que ni él mismo lo tenía muy claro. El draco se encontraba cerca de su escritorio cuando la vouivre le lanzó la pregunta, por lo que aprovechó el tiempo que le concedieron los pasos hasta alcanzar la cama y los movimientos de acomodarse a su lado para pensar su respuesta.

—Si te soy sincero, no lo sé. Quiero decir… Podría decir que me sentí un tanto incómodo, y es cierto, pero… Imagino que no es exactamente eso lo que preguntas. —Se rascó la nuca, dubitativo. Le costaba hilar lo que trataba de expresar—. Creo que no lo comprendí. Aunque no es algo que yo tuviese que juzgar. No es… asunto mío —dijo sin pensar demasiado. Un par de segundos después volvió a hablar de súbito—. Y con eso no quiero tratar de transmitir desinterés sino que, bueno, lo vi como algo que te pertenecía solo a ti y a tus recuerdos y no me corresponde a mí… —Dejó escapar una risa nerviosa—. Ni siquiera sé si me estoy haciendo entender. Pero si tu pregunta es si me molestó, pues… No negaré que me cogió desprevenido ni tampoco diré que me haya agradado presenciarlo, pero eso es todo —finalizó mientras observaba a Ornlu revolverse en el regazo de su dueña, esperando que estale confirmase si le había dado la respuesta que buscaba.

Wen sonrió tímidamente a Noel y apretó más entre sus brazos a Ornlu, como si fuera un peluche.

- Yo… estaba preocupada porque pensaras lo que no era… es decir… Church siempre fue una persona muy especial para mí y aun a pesar de todo lo que ocurrió nunca lo vi de otra manera que no fuera como un hermano, pero ya que nada en mi vida ha sido normal nunca, parece que mis relaciones tampoco podrían serlo-. Wen agachó la mirada y suspiró-. Aquello… aquello salió de mí de forma natural y si volviera de nuevo a ese momento lo repetiría, porque creo que fue la despedida perfecta para lo que significó esa relación y esa persona en mi vida. Fui con la intención de que fuera la despedida que nunca pude tener con Maggie, así que en cierto sentido también fue una manera de despedirme de ella-. Finalmente, Ornlu se removió demasiado como para que Wen pudiera mantenerlo sujeto, por lo que le liberó-. He querido muchísimo a Church durante toda mi vida, pero como ya dije frente a la tumba de Maggie, ese amor es muy diferente al que siento por ti. Y precisamente por lo que eres y lo que representas para mí, no me imagino esa despedida sin tu presencia. El cierre perfecto de mi vida pasada para abrazar sin contemplaciones lo que soy ahora. Se podría decir que Church representaba mi pasado y tu mi presente y mi futuro. Por eso no quería que hubiera malentendidos o que si tenías alguna inquietud, te la guardaras para ti- terminó diciendo de manera insegura.

Permaneció varios segundos en silencio tras escuchar toda la explicación de Wen al respecto, sin apartar la mirada de ella en ningún momento. Tal vez porque él mismo era una persona que no se comía la cabeza respecto a sus relaciones personales y no trataba de encontrarles ningún significado trascendente: le bastaba con tener claro quiénes eran aquellos por los que estaba dispuesto a dejarse incluso la piel si era necesario. Una leve sonrisa asomó en sus labios justo antes de decidirse a hablar.
—Creo que soy demasiado simple —reflexionó en voz alta, encogiéndose ligeramente de hombros—. Pero tengo algo por seguro: era importante y necesario para ti. No necesito saber ni entender nada más que eso, a pesar de que no pudiera evitar sentirme fuera de lugar… No, creo que no es eso lo que me hace sentir incómodo, al menos no únicamente. Wen, yo siempre… tengo miedo de no ser suficiente. Soy consciente de que no debería tratar de compararme con nadie ni pensar de esta manera, pero no puedo evitarlo. Tal vez cómo me sentí al respecto representaba justo eso: la incertidumbre de si puedo contribuir a que sientas que, de alguna manera, merece la pena dejar tantas cosas importantes atrás después de todo… —Negó con la cabeza como replicándose a sí mismo—. Me siento un tanto egoísta pensando de ese modo; pero, a pesar de eso, creo que ya me has dado la respuesta. Y por ello lo único que puedo añadir es que entonces me alegro de haber estado presente cuando necesitabas que lo estuviera, porque eso también es lo que yo quiero: estar siempre que tú quieras que esté.