El Cuchitril

Giz sonrió con cierta pena a las palabras de la vouivre. Perder la noción del tiempo sonaba al cien por cien a un error que Matt cometería y podría haber sido incluso un comentario gracioso en otras circunstancias, pero su intuición seguía diciéndole que no, que esta vez lo habían perdido de otra manera más definitiva. El goliat asintió al vampiro y se levantó del taburete con prestreza, mientras Noel y Gael apuntaban cómo proceder. Si Matt estaba en las listas de los guardias podrían resolver el entuerto mucho más rápido. Si no... Sin saberlo pensó en lo mismo que el fuego fatuo: iba a ser una tarea bastante tediosa si debían ir por su cuenta, buscando en cada mundo. Y lo peor: tal vez no sacaran en claro nada.

Volvió a asentir a Adara y habló por fin.

—Dadme un segundo —pidió, y subió a su habitación a por amuletos. Podría no necesitarlos, pero prefería no jugársela si la situación se torcía. En cuanto volviera, añadiría un simple—: Listo.

Giz estaba dispuesto para partir.

Si hubiera sido en otro momento, Wen hubiera resoplado molesta por los inconvenientes que Matt estaba generando, pero tal y como pintaba la situación la vouivre casi deseaba que esto terminara precisamente echándole la bronca a Matt por preocuparlos, ya que claramente sería el final más positivo.

Con un suspiro cansado y sin querer pensar en el final más probable, la británica se levantó de su asiento llevándose su libro con ella.

-Voy a cambiarme -informó a sus amigos antes subir a su habitación a dejar el libro y ponerse ropa más adecuada para ir a la explanada de los portales o incluso para viajar a algún mundo vinculado si la ocasión lo requería.

Por un momento, Wen estuvo tentada a dejar sus armas, que siempre llevaba encima, en la habitación como una manera de convencerse de que la situación no iba a ser tan grave como parecía, pero rápidamente terminó desistiendo. Hubiera pocas posibilidades o no de encontrar a Matt, Rocavarancolia era lo que era y la experiencia le había enseñado a prepararse para la peor situación.

-Estoy lista -informó una vez volvió a la sala.

Una vez estuvieron todos listos, allá que fueron. Primero hacia la explanada de los portales, donde no les supieron decir nada al respecto. Después, y divididos para cubrir más terreno, se repartieron los mundos vinculados. Con sus más y sus menos dificultades, consiguieron darles un buen barrido buscando al espectro desaparecido... sin éxito. Y con las mismas manos vacías, volvieron al Cuchitril.

El vampiro había creído que junto a sus amigos tendría más suerte, en un primer momento, pero desde que le habían dicho que en la ciudad no le habían encontrado se había ido viniendo abajo. Se excusó un momento para ir a echarse agua en la cara y despejarse un poco, pero ni eso ni el lingotazo que le dio a su petaca le ayudaron. Ahora que tampoco habían dado con él más allá de los portales, se desplomó del todo en la silla cuando volvió con ellos al salón, cansado de no tener respuestas y de la incertidumbre de buscar y buscar y buscar sin tener ni idea de absolutamente nada.
—Joder, ¿y ahora qué? No se me ocurre nada más ahora mismo.

La búsqueda fue altamente frustrante y agotadora. Los guardianes de los portales no tenían ni idea sobre nada. Incluso se encontraba Xalkoth entre ellos, a quien pudieron hacerle más preguntas ya que lo conocían. No es que tuviera excesiva confianza en que el peculiar clinger les fuese a ser de mucha ayuda dado su historial, pero al menos era un rostro conocido. De todas formas preguntaron a varios guardias más y su respuesta fue la misma: Matt no contaba en ningún registro como ciudadano que había cruzado un portal desde hacía tiempo.

Cada vez se habían abierto más mundos vinculados, muchos que era la primera vez a los que echaba un vistazo siquiera y en los que apenas tuvo tiempo de observar muy por encima cómo era la zona alrededor del portal, porque no estaban allí para hacer turismo. Los resultados, que fue lo que habían hecho el proceso más frustrante, fueron los que ya esperaba: nada en absoluto.

Al reencontrarse con los demás una vez hubieron terminado el rastreo y con pocas palabras confirmaron lo que ya decían los rostros, se acercó a Wen y se mantuvo a su lado de vuelta a casa y una vez ya dentro. Si fuese por él, dejaría de preocuparse más y aceptaría lo que ya creía muy evidente, pero sabía lo mucho que estaba afectando todo aquello a la vouivre.

Por otra lado, una parte de él en realidad sentía cierta… extrañeza, incluso casi se podría decir que curiosidad morbosa: ¿por qué Matt había desaparecido de aquella forma sin dejar rastro ninguno, aunque estuviese muerto? ¿Tanto se le había ido la pinza al espectro de arena en aquel tiempo como para que alguien lo hubiese querido eliminar de forma tan definitiva de la faz de Rocavarancolia?

Ante la pregunta de Jack tan solo pudo emitir un pequeño suspiro, sin dejar de apretar ligeramente los hombros de su pareja.
—Creo que hemos agotado las opciones —respondió a su pregunta en un tono que denotaba cansancio—. Ya solo se me ocurre que se esté ocultando por algún motivo y se haya asegurado de hacerlo muy bien —. Por supuesto, tan solo lo dijo para no volver a sentenciarlo a muerte en voz alta, pero no creía que se tratase de eso realmente—. Y si ese es el caso solo podríamos esperar a que reapareciese por su cuenta.

La búsqueda fue agotadora e inútil. Ni siquiera en los mundos en los que era más probable que se pudiera perder había rastro de Matt, y los guardias no sabían nada de él.
—Eso parece —dijo tras Noel—. Por mucho que nos moleste, lo único que podemos hacer ahora es intentar encontrar a las últimas personas que le vieron, si es que no hemos sido nosotros mismos. También intentar averiguar si tenía algún problema con alguien, de dinero o lo que fuera —el fuego fatuo suspiró—. Que su rastro esté escondido tan bien que no podamos ni encontrar sus huesos solo nos deja la posibilidad de que esté oculto, sea cosa de él o de otros.
Al decir aquello se revolvió el pelo con cansancio. No se iba a poder quitar aquel asunto de la cabeza en horas, porque, si bien estaba vivo o muerto, ¿por qué debía ocultarse? ¿Alguien lo había asesinado y no quería enfrentarse a la ira de sus amigos de la Brecha? De todas las múltiples posibilidades, aquella era la que le parecía más probable, pero prefería no decirlo tan directamente.

Vale, eso ha sido… Frustrante. Joder, ¡es que no hay ni rastro! Ni la más pequeña pistita de mierda que al final resulte llevar a ninguna parte. No hay hilo de donde tirar.

—Estoy bastante segura de que hay alguna forma de viajar por los portales sin que se entere nadie, pero… no sé, no veo lógica a que hiciera eso —digo. Estoy nerviosa, no paro de agitar la pierna y la verdad, tengo ganas de pegarle una patada a algo—. Tiene estar por aquí. Dentro de este planeta como mínimo. Dónde ya…

Dónde o cómo.

La situación no pintaba bien en absoluto y Giz se sentía cansado más a nivel mental que físico o mágico. Habían hecho todo lo posible para dar con Matt y ni su magia ni su propia gola habían servido para nada. No había registro del espectro entrando por ningún portal y no había ni rastro de él en ninguno de los mundos, los cuales visitaron uno por uno con muy poca esperanza. O al menos así lo fue para el goliat. La paranoia que venía a veces con su transformación se acrecentaba en momentos así, especialmente cuando sus habilidades de rastreo no daban resultado. ¿Qué motivos habría para que Matt desapareciese borrando todo rastro y sin dar una explicación? ¿Por qué no habría acudido a ellos, sus amigos (mercenarios, además) en busca de ayuda antes de esconderse?

Se apalancó en uno de los taburetes con pesadumbre, nada más llegar, y ante cada mención a Matt estando vivo y oculto, más claro se volvía el presentimiento de que no era el caso, pero Giz no era una arpía, solo alguien poniéndose en lo peor.

—El problema es que, si no es cosa suya, habría un tercero tomándose muchísimas molestias para que no le encontremos y eso me preocupa —pensó en voz alta, tras rumiar todo lo que dijeron sus amigos. De repente Giz pensó en que a lo mejor Matt no estaba muerto, sino secuestrado. Y en Rocavarancolia había tantos monstruos y tanta variedad de tortura para conseguir magia que, por un momento, prefirió que el espectro de arena hubiera fallecido—. Podríamos preguntar por él en los bajos fondos... —sugirió siguiendo el hilo de las posibles deudas o problemas con alguien, pero sin esperanza en obtener resultado.

La búsqueda de Matt, primero en la explanada de los portales y luego en diversos mundos vinculados, había sido agotadora e infructuosa. Una vez concluyeron que no se encontraba en ningún mundo vinculado, Wen volvió con los demás al Cuchitril cabizbaja, de la mano de Noel, pero sin dejar de cabilar sobre las posibilidades.

-Puede que se esté ocultando en la ciudad, ¿pero por qué no nos habría pedido ayuda antes de recurrir a ocultarse? ¿Qué le pudo pasar tan grave como para que considerara que no podíamos ayudarle? -pensó en voz alta una vez llegaron de nuevo a casa y luego una idea asaltó su mente-. ¿Y sí...? ¿Y sí quedó encerrado en Sinhdro?

Aunque veía improbable que Matt hubiera ido a ese mundo en concreto, la posiblidad siempre estaba ahí y de ser así habrían perdido al brujo de la arena para siempre. Era cierto que en la explanada les habían dicho que Matt no había cruzado ningún portal en mucho mucho tiempo, pero tal y como decía Adara había formas de viajar por los portales sin que nadie se enterara. Con una sacudida de cabeza, Wen siguió hablando.

-Sí, podemos... podemos preguntar en los bajos fondos o incluso en el mercado. No es que eso vaya a ayudar, pero a lo mejor si está escondido la noticia de que le estamos buscando llega a sus oídos y quizás así intente contactar con nosotros. O si alguien lo está escondiendo es posible que se ponga nervioso y dé un paso en falso.

Wen sabía que estaba divagando, pero se sentía un poco impotente. A pesar de todo lo aprendido, evolucionado y conseguido en la ciudad, todavía a veces sentía que el control se le escapaba de las manos y era incapaz de hacer nada.

El cierre del Burdel era algo esperado desde el accidente de Caín, pero no por ello dejaba de doler menos. Aunque se había criado en una familia de pastores nómadas y estaba acostumbrada a cambiar de sitio donde vivir, siempre había sido con sus cosas, su caravana y su familia. Tener que mudarse sola era algo nuevo, y más tras los varios años de estabilidad que le había ofrecido aquel sitio en una ciudad como Rocavarancolia. El miedo a lo desconocido y a vivir en soledad, por suerte, no le había durado mucho. Sus amigos, no, su familia de la Brecha le había ofrecido vivir con ellos, y lo había ofrecido tras agradecérselo mil y una veces.

Preparar la mudanza no había sido tan difícil. Kaethe siempre había sido una persona bastante frugal, acostumbrada a moverse. Lo que más tenía era ropa, así como material para tejer y coser, pero fuera de eso a penas contaba con los muebles básicos y poca decoración: algunos cráneos de animales herbívoros y algunas plantas, afición que había cogido hacía pocos meses. Tal vez era por estar muerta, pero el ser capaz de cuidar y mantener vida le llenaba de orgullo y le hacía sentir bien. Y eran muy bonitas.

Sin embargo, cuando había llegado el momento, la ghoul no podía volver a evitar sentirse nerviosa. Aquello significaba dejar atrás el Burdel y todo lo que había pasado, cerrar un capítulo de su vida y empezar uno nuevo. No es que no quisiera que pasase, pero no podía evitar una punzada de ansiedad. ¿Y si iba todo mal? ¿Y si acababa mal con sus amigos por compartir casa?

Suspiró y cogió sus cosas. Si algo bueno tenía el que la Luna la hubiera matado, era ser lo bastante fuerte para valerse por sí misma llevando cosas.

Enterarse del accidente de Cain y de todo lo que conllevaba había sido una noticia aún más impactante para él que la desaparición inexplicable de Matt. Por lo menos todos se encontraban vivos y, a excepción de los daños que había sufrido el invocador, bien. Pero el Burdel iba a cerrar de forma permanente y casi todos sus amigos de aquel lugar se mudaban a Nubla. No es que fuese una despedida para siempre, pero sin duda iban a verlos con muchísima menos frecuencia y le daba lástima.

Pero apoyaba su decisión, por supuesto, y al menos había algo positivo en todo aquello: Kaethe no había querido abandonar la ciudad y el grupo no había tardado en ofrecerle alguna de las habitaciones que ahora tenían vacías desde la marcha de Tania y Toima. La ghoul había aceptado y el draco estaba más que contento de contar con la mejor amiga de Wen, que por supuesto también se había convertido en una muy buena amiga suya, como adición a su peculiar familia.

Había llegado por fin el día de la mudanza, y por esa vez no quería pensar en ninguna de las movidas que no parecían querer dejarles descansar y centrarse en el recibimiento de su amiga.
—¿Esto es todo? —le preguntó para estar seguro cuando llegaron para ayudarle a cargar con sus cosas y recogiendo ya una de las cajas que la nublina había preparado—. Entre todos estarás mudada en un único viaje. ¿Has decidido ya qué habitación prefieres? La de Toima es un poco más grande que la de Tania, y te prometo que la hemos limpiado a fondo —le aseguró con una risa.

Por el momento no podía evitar seguir refiriéndose a aquellos cuartos con el nombre de sus antiguos dueños y de hecho sintió cierta punzada de nostalgia al hacerlo. Pero pronto una de ellas sería renombrada a “la habitación de Kaethe”. Una parte de él esperaba que fuese la de Toima, porque lo cierto era que casi prefería acordarse de la otra nublina antes que del problemático ulterano. Sacudió mentalmente la cabeza: no quería pensar en él tampoco.

Eran tiempos extraños. Giz jamás se habría imaginado un universo en el que Cain dejara de trabajar o el burdel cerrara, pero tampoco se habría imaginado a Toima y Tania tomando distancias, ni muchas de las cosas que habían pasado en los últimos años. Por suerte, en esta ocasión la baja laboral del brujo y el retiro de Toima trajeron consigo algo bueno: Kaethe quería seguir en la ciudad y ahora tenían una habitación para ella. La ghoul era parte de la familia desde hacía tiempo, igual que lo eran Vac o Jack, y que se uniera al cuchitril era motivo de ilusión.

El goliat se había ofrecido a ayudar también con la mudanza, pero como carecía de la fuerza de otros, las cajas que traía consigo le seguían en el aire, levitando tras de sí.

—Deberías haber visto la de cosas que sacamos de ahí —bromeó. Toima no era una persona tan, tan sucia y, probablemente, lo más extraño que encontraron fueron cuchillos bien escondidos. Durante unos instantes pensó en él y en Tania y deseó que estuvieran bien, pero luego volvió al presente—. Además creo que en su habitación entra más luz, le vendrá bien a las plantas —sugirió.

Gael ya estaba más que acostumbrado a aquellas alturas a que la estabilidad en Rocavarancolia no existía. Podías considerar que algo era lo más inamovible que, aun así, podía desaparecer de un día para otro. No era algo a lo que quisiese darle demasiadas vueltas, por su propia salud mental, pero de nuevo se habían encontrado con una de esas situaciones con el cierre del burdel. Era cierto que, al final, todo estaba bien y sus amigos solo se irían a tomar un descanso lejos de allí, pero sumado a lo de Toima y Tania solo le hacía sentir un poco extraño en su propio mundo.

Sin embargo, aquel incidente trajo consigo la mudanza de Kaethe al cuchitril. Su familia se había hecho más pequeña tras la marcha del argos, pero de nuevo tenía un miembro más, y Gael se alegraba de que la ghoul no decidiese abandonar también la ciudad con el resto de miembros del burdel. Ya bastantes amigos cercanos se habían alejado —o directamente desaparecido— en los últimos tiempos.

Gael había optado por la misma táctica que Giz e intangibilizó los muebles de Kaethe para sacarlos del burdel y hacerlos levitar detrás de sí, como si fueran globos. Las mudanzas en Rocavarancolia en realidad eran una gozada, porque aparte de no cansarse particularmente, no había que maniobrar en puertas ni escaleras para mover el mobiliario.

Sus compañeros estaban ofreciéndole las habitaciones disponibles a Kaethe, por lo que él también opinó.
—La más grande es mejor, tiene más espacio para añadir después otros muebles si quisieras. Y no te asustes por lo que han dicho estos —añadió, señalando a Giz y Noel con la cabeza por los comentarios sobre la limpieza—. Toima era un desastre pero no llegaba a niveles preocupantes de guarrería.
«Aunque igual era gracias a Tania» dudó mentalmente. Igual que sus compañeros, no disfrutaba pensando en aquellas habitaciones vacías, pero después de lo que les había hecho pasar el argos en los últimos años, aquello era lo mejor para todos. Por otro lado no dudaba que, por su personalidad, la convivencia con Kaethe fuese a ser buena.

El accidente de Caín y la decisión del resto del personal del burdel de cerrar el local le había pillado bastante de sorpresa. Estaba agradecida de que todos, con sus más y sus menos, estuvieran bien y hubieran tomado la decisión libremente, pero iba a echar de menos el burdel y a sus amigos, ya que no podría verlos con tanta frecuencia, y más teniendo en cuenta que su nuevo negocio la iba a mantener bastante ocupada. Como punto positivo Kae, a la que más había echado de menos cuando ella se mudó al Cuchitril, iba a volver a vivir con ella. Además, en el mejor momento teniendo en cuenta que, tras la marcha de Toima y Tania, tenían libres dos muy buenas habitaciones.

-Tú de todas maneras échale un ojo a las dos, pero sinceramente en la de Toima tendrás el doble de espacio que en tu habitación del burdel, mejor orientación y, como ha dicho Giz, mejor luz. Creo que te gustará -le dijo guiñándole un ojo mientras cargaba una de las cajas de Kae. Sinceramente, entre la magia de Giz y Gael y que la ghoul no tenía mucho, Wen no necesitaba cargar mucho más de una caja.

El accidente, el posterior cierre y la mudanza fueron las gotas que colmaron el vaso del vampiro. Nunca había logrado discernir en qué punto Cain y él se habían distanciado tanto, habían dejado de verse y tratarse en general. No tenía ni idea. Solo había mantenido un poco el contacto con Norou... y muy de vez en cuando. Para colmo, que el Burdel cerrara fue un golpe para él. Se había criado allí, básicamente. Había ido su refugio durante su cosecha y posteriormente su hogar y también su primer trabajo durante mucho tiempo, y por consiguiente le traía siempre infinidad de recuerdos, de todo tipo y color, y con tantas de sus amistades. Le costaría volver a pasar por delante cuando lo cerraran del todo y lo viera chapado, desmantelado y víctima de rapiñar lo que no se llevaran sus anteriores inquilinos. Él mismo había invertido tanto tiempo y esfuerzo en el Burdel que le enfadaba y le entristecía asumir que ya se había acabado, pero así era Rocavarancolia. Si jugabas con fuego, aquí te ibas a quemar sí o sí. Le fastidiaba que ahora tuviera que pasar por delante del edificio con cierta congoja por culpa de otros, pero no iba a implicarse con el viejo Burdel ni intentar nada. Pasaría al olvido.

Sus amigos volaron del Burdel y cada cual se buscó su hueco aquí y allá. No se informó mucho sobre los detalles de cada uno pero sí que le alegró que Kaethe se mudaría con los de la Brecha. Le hizo tanta ilusión que alguien se quedara cerca que prestó su ayuda para hacer el traslado, aunque era muy poca cosa y con la magia acabarían tan pronto que realmente la mudanza le parecía una excusa ideal para reunir al grupo otra vez. Él se cargaría las cajas encima, porque no había experimentado las mudanzas en la Tierra de forma activa y quería vivirlo plenamente.
—A las malas, siempre podemos prenderle fuego de manera controlada y purificar la habitación —sugirió ante los comentarios sobre el dormitorio de Toima—. O nos metemos algunos a limpiarlo pero escoba en mano, nada de magia; la experiencia completa —siguió bromeando, pero sí que no le haría ascos a pelearse contra el polvo o la suciedad si fuera necesario.

En definitiva, todo el plan con sus amistades le hacía mucha ilusión, y se le notaba. La familia cuchitrilera estaba bien cerquita y le encantaba.

Putísima mierda.

En fin, ahora le tocó al burdel. No es el primer accidente de este estilo en la ciudad, claro, pero cuando algo así pilla a tus amigos pues jode. Pero en fin, shit happens, right?. Al final nadie salió herido y ayudamos a nuestros amigos en lo que pudimos. Perder el burdel es más que el edificio o el negocio en sí, al menos para mí. Supongo que es el momento de dejar algo atrás, aunque cuántas cosas han pasado allí. ¿Supongo que por eso he decidido no acompañarles a buscar a Kaethe? Yo qué sé, tiempos raros.

Pero vamos a centrarnos un poco en el presente. ¡Hoy viene Kaethe! Y la verdad, me apetece que se venga. Si es que es una tía de puta madre. Es raro tener a alguien nuevo por aquí. Desde que Toima y Tania se marcharon no hemos tenido más que alguna visita de tanto en cuanto. Pero ya. Irá bien llenar uno de los cuartos vacíos.

Hay algo que sí puedo hacer mientras no llegan. Algo que está en mi sangre —o parte de ella, vamos. Algo que está implo… ¿impro…visado? ¿Imprentado? Joder, lo que sea. Que lo llevo en mis putos genes y a tomar por saco:

—¡Té con pastas!

Y tal como lo digo, los oigo trastear fuera. Justo a tiempo diría, estoy casi lista preparando las pastas y el agua pues ahí está, ya calentita. Tan solo debería escoger un té. O no. Mejor les dejo a ellos que elijan lo que quieran, que para algo son mayorcitos ya.

—¡Pero mira quién tenemos por aquí! Bienvenida Kaethe, estaba justo preparando té y pastas como buena británica que soy.

Sonrió y saludó a sus amigos cuando llegaron, a medida que las dudas respecto al futuro se desvanecían poco a poco. Estaba tan cómoda con ellos que era tonto preocuparse por si la convivencia iría mal; claro que no lo iría, eran amigos y se llevaban bien.
—Sí, es todo —le dijo a Noel. Después de tanto en la ciudad estaba muy acostumbrada a que en cada mundo tuvieran ideas muy distintas respecto a muchas cosas, y la cantidad de objetos que era “normal” tener parecía ser una de ellas. Le daba igual, ella no necesitaba mucho y, además, siempre había oportunidades para conseguir más muebles en la ciudad o en otros mundos vinculados.

Tenían razón, y gracias a la magia con un solo viaje les bastó para llevar todas sus pertenencias. La conversación derivó a cual de las dos habitaciones quería quedarse, y rió ante las múltiples bromas.
—Ah no, llevo teniendo que limpiar a mano muchos años, déjame descansar un poco antes de que me vuelva a tocar—le dijo a Jack entre risas —. Pero creo que me quedaré la de Toima, por lo que decís.

El espacio para muebles nuevos le era más secundario, pero le interesaba la luz y el tener hueco para más plantitas. A lo mejor podía conseguirse unas macetas más grandes para plantas de mayor tamaño, y aquello le hacía ilusión.
No tardaron en llegar, y Adara les saludó con promesas de té y pastas y le dedicó una sonrisa. Como odiaba a veces estar muerta, porque el no poder probar una comida que había dejado de saberle rica hacía años le seguía pareciendo lo peor que le había concedido la ciudad.

Noel dejó escapar una breve risa ante el comentario de Gael sobre lo que habían exagerado Giz y él.
—Estoy convencido de que solo era así porque Tania le hacía de madre —dijo sin saber que el propio fuego fatuo había pensado lo mismo—. Deberíamos hacerle un monumento a Tania e ir a llevarle una compensación económica por daños y perjuicios.
Sabía que la nublina no aceptaría ni se sentiría cómoda con algo así, pero si no fuese el caso no le hubiese parecido descabellado intentar compensarla de alguna forma. Lo que había tenido que soportar esa chica no era ni medio normal.
Suspiró para sus adentros. No había podido evitar volver a pensar en aquellos dos… Pero confiaba en que la conversación virase por completo hacia otros derroteros pronto.

Entre todos parecían haber convencido a Kaethe de que escogiese la habitación más grande, y en lo que duró esa breve conversación ya estaban siendo recibidos por Adara en la puerta de casa.
—¿Y cómo buena británica también has preparado algo incomible como, por ejemplo, un par de brazos en descomposición? —se jactó—. Por lo menos ahora tenemos a alguien que lo apreciaría.

No esperaría a una respuesta mientras simplemente pasaba con la caja para llevarla al nuevo cuarto de la ghoul, aunque su oído le permitiría escuchar cualquier comentario de camino. Dejaría allí la caja y bajaría nuevamente.