El Cuchitril

El goliat asintió tras Gael y le dio la razón a Kaethe en que tal vez sería mejor separar los cadáveres del resto de comida, incluso aunque existieran hechizos. Gael además tenía espacio de sobra.

—Cierto, cierto.

Aparte, estaban volando las clásicas dagas de andar por casa y Giz no pudo hacer otra cosa que reírse.  Mientras tanto, visto que ya estaba todo hecho por ahora, decidió que lo mejor que podía hacer él era sentarse y servirse un té mientras escuchaba las puyas que iban y venían y los comentarios sobre el pasado. Había un punto muy nostálgico en aquella reunión, era bonito ver cuántos seguían allí a pesar del tiempo que había pasado y la violencia que caracterizaba la ciudad.

Giz se sumergió de lleno en esa nostalgia y no despegó el pico hasta que Noel no habló de protecciones.

—Además, te hemos preparado un traslocador de emergencia, que te teletransportará a casa en cuanto pulses el botón, si te hiciera falta. También sirve para los días perezosos —añadió, para quitarle un poco de hierro al asunto.

Tras dejar los muebles Gael volvió enseguida al piso de abajo. Jack había sacado un tema nostálgico para él, y no pudo evitar reír al recordarlo.
—Hacíamos lo que podíamos con lo que teníamos, ¿eh? —bromeó. Recordaba perfectamente los regalos de Jack y, antes de que él mismo se empezase a dedicar a las quimeras Jack lo había intentado por él. Parecía pertenecer a otra vida, pero su yo de doce años detestaba los cadáveres y tenía más dudas sobre qué iba a ser de él que otra cosa. «Menos mal que un año más tarde también conocí a Noel y Giz» se dijo, sin poder evitar sonreír. Tras la Luna se había quedado muy solo, encerrándose en la biblioteca a estudiar cosas que no tenía claro ni si le gustaban, y sus nuevos amigos le habían ayudado más de lo que probablemente eran conscientes.
»Quién nos ha visto y quién nos ve —añadió para el vampiro. En realidad se refería a muchas más cosas. Aparte de su inexperiencia tras la Luna, no pudo evitar pensar en todas las personas que habían vivido o pasado por el cuchitril desde que se habían mudado, al tratarse aquello de la bienvenida de Kaethe. Sin embargo, eran cosas en las que no quería pensar, no ese día.

Mientras el resto hablaban se disculpó y fue al taller a por la carne para Kaethe, que ya estaba cortada en trocitos cual sashimi.  La había preparado de antemano para que quedase bonita en la mesa de la merienda, ya que además en esa forma era más agradable de ver, suponía. Al regresar la puso en la mesa y ocupó su silla habitual. Cuando la ghoul expresó su alegría por la mudanza se notó su sinceridad a pesar de que no sabía ni qué palabras utilizar. No pudo evitar devolverle una gran sonrisa.
—¡Espero que te sientas como en casa! —exclamó, imitando un brindis con su taza de té.

Por desgracia de nuevo tuvieron que pasar a temas más serios. Noel y Giz ya habían dicho todo lo que era necesario, así que él solamente añadió:
—Es mejor tener siempre todo cargado, los sistemas defensivos, los amuletos… No es molestia para nosotros rellenarlos así que dínoslo en cualquier momento.
Esas cosas no se podían dejar para otro momento, así que prefería asegurarle a Kaethe que podía y debía comunicárselo fuese cuando fuese.

Gael no necesitaba ayuda para recoger la comida de Kae, así que Wen se quedó disfrutando de que Kae por fin se hubiera mudado.

-Y a nosotros tenerte aquí -le contestó abrazándola-. Lo peor de irme del burdel fue que ya no vivía contigo -le confesó en un tono más bajo, aunque esto era algo que Kaethe ya sabía.

Una vez volvió Gael con la comida de la ghoul cortada y presentada de una manera bastante bonita, todos se sentaron a la mesa a merendar.

-Poca broma con eso -añadió cuando Giz bromeó sobre usar el teletransporte para los días perezosos-. He de confesar que durante las obras de las termas lo usé un par de veces cuando estaba tan cansada que no me creía capaz de llegar aquí sin quedarme dormida en la primera esquina.

Definitivamente la nostalgia les había saludado a ambos. El vampiro le devolvió una sonrisa al fuego fatuo y asintió levemente cuando volvió al tema que les competía en aquellos momentos; tampoco él quería profundizar en los recuerdos. Estaban ayudando a mudarse a una amiga de todo el grupo y lo estaban pasando bien, qué demonios.
—Cuando menos os lo esperéis, os abriré una "bodeguita" en un lateral del edificio —bromeó—. Yo me alegro de que estéis todos aquí juntos y recogiditos, es una gilipollez pero me encanta, y mucho, venir y poder veros a todos y charlar con el grupo entero o quienes estéis, y que vayas a estar a partir de ahora pues mucho mejor, Kae —le dijo, mientras les miraba a todos.

Pero claro, también era cierto que ahora tenían allí una cabeza más a la que proteger (y una luchadora más si hiciera falta, que la chica no se quedaría atrás), y que por cercanía podía ser un objetivo en la ciudad. Iba a vivir con los mercenarios, así que le tocaba ponerse al día con las protecciones. No perdió el buen humor por cambiar de tema a aquel asunto, ya que simplemente era una especie de trámite necesario en Rocavarancolia.
—Hablando de defensas, yo debería actualizar la caja fuerte que os regalé para que Kae pueda usarla si quiere también. Otro día me paso y lo hacemos —les ofreció.

¡Ay por favor, pero qué mona eres Kaethe! Que vas a estar aquí como en tu casa, que lo sé yo… Porque vamos, es que lo va a ser.

—No tienes que decir nada, que aquí de dicharacheros ya somos unos cuantos —bromeo. Bueno, qué digo yo, broma un poco a medias.

»Pero sí, sobre las protecciones… Te podrían ir bien la verdad. Que igual ya las tienes al día —vete tú a saber, eh—. Pero no nos importa echarte una mano si es necesario. Y puedo hacerte un diseño fino, fino. ¡Precio amigo!

Teniendo el precio amigo un increíble descuento del 100%, por supuesto. Pero vamos, que eso si quiere.

—¡Che nada de abrir bodeguitas! Que nos llenas el vecindario de borrachos. O peor: de otros vampiros. —Es broma, claro. No creo que se refiera a un negocio… ¿Verdad?

La carne que había traído el fuego fatuo estaba emplatada de una manera especialmente bonita y además estaba rica. Cómo quería a sus amigos y cómo valoraba que fueran a convivir con aquellas excentricidades propias de la transformación que la Luna le había dado.
Se dejó abrazar por Wen con una sonrisa, aprovechando para abrazarla de vuelta con cariño. Sí que había echado de menos vivir con ella, aunque no hubieran dejado nunca de verse.

El tema de las protecciones no tardó en salir, y era algo que la ghoul esperaba. Normalmente no llevaba más que un par de amuletos, pues tampoco era que tuviera un trabajo de mucho riesgo, pero por otro lado sus amigos sí lo llevaban, y la vinculación de vivir con ellos hacía que ella misma pudiera convertirse en un objetivo.
—No, no lo llevo tatuado, pero ya presuponía que me iba a tocar con la mudanza —no era una molestia —le dedicó una sonrisa a Adara con el añadido—. Pues claro que me gustaría un diseño tuyo.

No iba a darle ningún apuro aceptar el resto de la ayuda. La falta de magia era un problema en ese aspecto, y prefería tener que pedir que recargaran todos sus amuletos as veces que hiciera falta antes que tener que convivir con la consecuencias de no hacerlo.

Noel

—A ver, es que el traslocador es demasiado útil. Si no lo uso más es porque esta ciudad es pequeña y cuando no es porque estemos reventados tras algún encargo volar con mis propias alas es mejor —aportó al respecto—. ¿Eso no debería llevar mucho rato, no? —le dijo a Jack cuando mencionó el tema de actualizar la caja fuerte—. Si no tienes prisa podéis hacerlo en un momento antes de que te vayas —sugirió.

Ya se lo imaginaba, pero la nublina estaba más que dispuesta a hacerles caso con el tema de las protecciones: con todo lo que habían sufrido como para no, y la ghoul no era ninguna idiota. Aun así le alivió tener la confirmación de que era receptiva a todo lo que le sugerían.
—Bueno, bueno —se dirigió a Adara cuando esta le ofreció hacerle el diseño—. ¿Y si prefiere mis diseños, qué? Habrá que hacer una competición a ver cuál le gusta más a Kae. Duelo a muerte con cuchillos, por supuesto, aunque no sé lo que será eso —adoptó una pose fingida de desconcierto.

Los encargos que hacía cada año a los contrabandistas de la Tierra no eran nunca en vano. Recientemente había descubierto una gran cantidad de memes de todas partes del planeta y toda clase de obras interesantes que o bien había dejado a medias o habían salido una vez Doce Punto se lo había llevado a la ciudad.

En ese momento sonó el timbre rúnico y, aunque con extrañeza inicial pues no esperaban a nadie más, no tardaron en confirmar mediante hechizos quién se trataba, por lo que el draco se levantó enseguida para recibirla.


Irianna

Tras los primeros pasos, los más sencillos y que no requerían moverse apenas de su casa, ahora venía la parte más complicada: empezar a recorrer las calles de la ciudad. Y lo que no eran las calles, que era la parte que más le preocupaba, en realidad. Por eso había decidido que poner sobre aviso a los amigos más adecuados que conocía en caso de que necesitase su ayuda, era lo más prudente. Llamó a la puerta y en pocos segundos le recibió Noel.
—Buenos días, quería hablar con vosotros sobre cierto asunto.
Aunque mantenía una sonrisa cordial, su tono delataba que no se trataba de algo trivial.

El draco la saludó de vuelta y pareció dirigir su mirada hacia el interior antes de responderle que pasase.
>>Con permiso —dijo mientras entraba, observando que no solo estaban allí los habitantes habituales de la casa, sino también Jack y una chica que parecía una ghoul a la que no conocía—. Hola a todos. ¿Seguro que es buen momento? Puedo volver más tarde si interrumpo algo.

La conversación continuó entre recuerdos, consejos y bromas. Jack recordó que tenía que actualizar la caja fuerte, y Gael asintió tras el comentario de Noel.
—Si no necesitas ningún grimorio o así, si no cuando puedas. Gracias por acordarte.

Adara y Noel se estaba picando en broma con el tema de los tatuajes cuando alguien llamó a la puerta e interrumpió la conversación.
—Viene el herrero a denunciarte por ese chiste —le dijo al draco cuando este ya se había levantado para abrir a quien fuera.

Gael esperaba que fuese Vac, al que no habían podido localizar, pues no estaba en el burdel cuando fueron a por las cosas de Kaethe. De hecho, le sorprendió ver que se trataba de Irianna. El fuego fatuo había levitado hasta la mitad del salón para ver quién era y la saludó con una sonrisa. Le preocupaban un poco sus palabras pero prefería no comerse la cabeza antes de que esta dijese nada.
—¡Hola! —Se hizo a un lado, abriéndole paso hacia la mesa, donde aún había una silla sin ocupar, la cual le señaló—. No es mal momento para nada, precisamente estábamos tomando té. Ahora mismo traigo una taza para ti.

Gael levitó hacia la cocina y volvió con un pocillo extra que puso delante de Irianna antes de volver a ocupar su asiento.

Wen sonrió ante las bromas de todos y bufó divertida con el pique entre Adara y Noel.

-Como niños -comentó en broma.

El sonido del timbre cogió a la vouivre un poco desprevenida, ya que no esperaban a nadie más, pero en seguida se resolvió el misterio al ver aparecer a la nebulomante.

-Hola, Irianna. No molestas, no te preocupes -la saludó con un gesto amable antes de volver a mirar a Kae y darse cuenta que debería presentarlas-. No sé si ya os conocéis. Sobras, esta es Irianna, ella y su amiga Kimbra estuvieron ayudándome con la investigación de Krabelin -la presentó aludiendo a cómo se habían conocido-. Irianna, ella es dama Sobras, nuestra nueva y muy esperada compañera de piso.

Las bromas se sucedían. El vampiro miró a Adara de fingido soslayo cuando le respondió y después este se rió «Japuta, seguro que serías la primera en esquilmarme las reservas si montara unas bodeguitas» se reía para sus adentros. Después les dio la razón a sus amigos en que podía actualizar la seguridad de la caja fuerte más tarde ese mismo día, o incluso en un rato... pero apenas había pasado un rato cuando llamaron al timbre. Pudieron ver que era Irianna y cuando entró, el vampiro le saludó con una sonrisa y un gesto de la mano. Wen se encargó de presentar a ambas chicas. Se le hacía raro llamar así a su amiga, pero era lo normal para las primeras veces con alguien nuevo.
—Solo una pequeña reunión para que se mude Dama Sobras. ¿Qué tal estás, qué necesitas? —dijo primero pero luego quiso rectificar. No había venido a su casa sino a la de sus amigos, así que les buscaría a ellos—. Ay, perdona. Si es para hablar con los mercenarios solamente, me puedo ausentar un momento.

Je, pues me tendría que poner con ello pronto. Que sino luego lo dejo y… Bueno, tampoco es que tenga mucho que hacer ahora. Venga, mañana me pongo que lo tengo despejado.

—Ya verás, ya. Te va a ir fino, fino —digo. Prosigo lanzando una mirada de soslayo a Noel—. Y no es por chulear como se cree el pollo sueco este. De hecho no sé ni de qué habla, y mira que he estado en peleas callejeras. —Lo que no es mentira. He estado en unas cuantas.

Finalmente me río con el comentario que hace Gael tras oír la puerta. ¡Ah, pero si es Dama Enigma! Que sí que estábamos en medio de la bienvenida de Kae, pero no creo que pase nada.

—Buenaaas —saludo.

Miró a Noel con interés cuando este se ofreció a diseñar las protecciones haciendo uno de esos memes que, aunque no entendía mucho del todo, le gustaba ver y tratar de aprender a usarlos correctamente. El no ser de la Tierra había hecho que se perdiera muchas bromas que hacían sus amigos durante años, pero ahora que Noel conseguía encontrar a gente que lo traía se había molestado en ver muchas cosas de cultura terrestre.

El comentario de Gael cuando llamaron a la puerta fue lo que la hizo reírse en alto, como el culmen de todo aquel chiste. No es que esperasen a nadie, pero al fin y al cabo sus amigos tenían negocios y lo mismo era algo de eso. La idrina que entró, a la que presentaron como Irianna, que parecía preocupada por interrumpir algo. Dejó que Wen la presentase. No es que le importase demasiado que, si era una conocida de sus amigos, supiera su nombre real, pero precisamente que estuvieran hablando de protecciones y peligro hizo que agradeciera que sus amigos hubieran usado el que reservaba para desconocidos.

—¡Ah, no te preocupes! La mayor parte de la mudanza ya está hecha, así que no interrumpes nada importante —sonrió, recalcando lo que habían dicho ya sus amigos. Aprovechó también para secundar a Jack en que si quería hablar solo con los de la Brecha no tenía problemas en ausentarse momentáneamente junto al vampiro.

Giz se había abstraído de las conversaciones que se iban sucediendo, se quedó absorto mirando sin mirar la mesa con todo lo que tenía encima. Concentrado (y distraído), repiqueteaba con los dedos en su taza de té, todavía caliente, sin pensar realmente en nada.  A veces le llegaba alguna palabra suelta, pero no la unía al resto. "Cuchillos", "Herrero", "Niños", "Pollo sueco"... Giz creía que sabía lo que estaban diciendo, pero la realidad es que se sobresaltó levemente al escuchar el timbre y, cuando pensó en las palabras que había captado, entendió que se había perdido. Confió en que no pasaba nada por aquella ausencia, pues no era algo nuevo en él, y simplemente trató de tomar conciencia de lo que ocurría en ese instante.

—Buenas, Irianna —la saludó, separando una mano de la taza para hacerle un gesto de bienvenida—. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó, a riesgo de repetir algo que ya se había dicho mientras se abstrajo.

Noel

Como había sonado la puerta no tuvo tiempo de responder adecuadamente a los diversos comentarios de sus amigos, pero se rio con ganas con cada uno de ellos.
—Buenas, Irianna —la saludó aun teniendo que contener la risa.

Cuando le explicó que quería hablar con ellos y sugirió que podía volver más tarde les dirigió una breve mirada inquisitiva al resto, pero enseguida entendió que a nadie le parecía mal que la dejase pasar en ese mismo momento. Todo se aseguraron de hacérselo saber y Gael le indicó un lugar donde sentarse, así que el draco volvió a su sitio. Si bien la idrina era difícil de leer porque a su especie se le daba muy bien mantener un lenguaje corporal calmado en casi todo momento, estaba bastante seguro de que no se trataba de ninguna trivialidad, por lo que no añadió ningún comentario a nada dicho por sus compañeros.


Irianna

La nebulomante se sentó donde le indicaron y esperó a que le llevasen el té prometido
—Gracias, Gael —le sonrió al fuego fatuo.
Tras haber trabajado en diversas ocasiones con ellos, ya casi no le salía llamarle por su nombre rocavarancolés porque sus amigos nunca lo hacían. No era el caso con dama Diurna, quien creía que tal vez se lo había cambiado por completo, y a ella fue quien prestó su atención a continuación porque le presentó a la chica que desconocía.

>>Oh, encantada, dama Sobras —se levantó con la intención de estrecharle la mano si ella quería o en caso contrario realizar una pequeña reverencia—. Yo soy Irianna, nebulomante. Me hago llamar dama Enigma en mi recién abierto negocio de investigación, pero aquí todos me conocen por mi nombre original, por lo que no te cortes en usarlo —le aseguró. Si iba a mudarse con ellos estaba claro que también la iba a ver a menudo y no quería que se sintiese obligada a tratarla de forma distinta a sus amigos.
Le hubiese gustado saber más acerca de la ghoul, de quien no pudo evitar fijarse en la bonita ropa que vestía, ya que si iba a vivir con ellos tenían que ser buenos amigos, pero no era el momento.

Giz y Jack le preguntaron por el motivo de su visita, y tanto este último como dama Sobras ofrecieron dejarla a solas con los mercenarios, pero ella negó con la cabeza tras beber un poco de su té.
—No, no, por favor: podéis quedaros —desde luego no iba a ser ella quien echase del cuarto a alguien que vivía allí ni a Jack, quien sabía que era muy cercano a ellos aunque no estuviese en su casa. Tenía confianza más que de sobra con el vampiro, a fin de cuentas—. Veréis… Hace unos días vino un grupo de neo transformados a mi recién abierta agencia. Y poco después, también Sinceridad y Tayron —añadió hacia Jack, pues él sabía de quién ahblaba—. Buscaban a varias personas… Ha desaparecido mucha gente desde la salida de la Luna, sobre todo personas recién transformadas, pero también algunas que llegaron el año pasado. En cualquier caso, todas parecen tener en común que llevan poco tiempo en la ciudad… Y no hay rastro de ellas desde su desaparición.

Les resumió lo que sabía, hablándoles brevemente acerca de varios de los desaparecidos y lo poco fructíferas que habían sido sus averiguaciones hasta ese momento. Les enseñó sus apuntes y les indicó que podían consultarlos si quería: ahí venían listados los nombres y desapariciones de los desaparecidos, la huella de la wendigo y los rastros que había seguido sin éxito.
—Por eso decidí venir a hablar con vosotros: tengo algunas preguntas que haceros y además me gustaría poner sobre la mesa una de mis principales sospechas: esto podría tener que ver con lo que sea que trae de cabeza al Consejo y que ya ha resultado en la muerte de Andras Sula, entre otras cosas. No me atreví a explicarles esta hipótesis a mis clientes, porque no quería preocuparles en exceso, pero la cosa no pinta nada bien —suspiró con gravedad—. ¿Vosotros sabéis algo acerca de esto o de más personas desaparecidas?

Sus amigos empezaron a presentarle a Kaethe con su nombre Rocavarancolés a Irianna mientras él iba a por la taza, pero parecía que lo que tuviera que decirles la idrina podía ser delante de Jack y esta sin problema. Mejor así. Tampoco sería cortés con ellos tener que echarlos por asuntos de trabajo, suponía.

Irianna no tardó en ir al grano una vez terminadas las formalidades. Lo que dijo llamó su atención de inmediato por razones obvias, pero había algo que no cuadraba. «Solo gente recién transformada…». No la interrumpió a lo largo de su explicación porque quería tener todos los detalles posibles antes de decir nada, pero cuando les preguntó, específicamente al respecto de personas desaparecidas, miró a sus compañeros de uno a otro con las cejas fruncidas de preocupación. Irianna era de confianza, incluso habían pensado en pedirle ayuda con lo de Matt. Era un buen momento para hablarlo con ella.
—No sé si tiene que ver, porque tampoco sabemos mucho de las idas y venidas de consejo… —empezó, dudando un poco—, pero nosotros también hemos perdido a un amigo sin ninguna razón aparente. Él llevaba muchos años en la ciudad, así que quizá no tiene relación con el resto. Era un brujo y espectro de la arena arruinado, Matt. Llevamos tiempo buscándole, no le localizamos desde mucho antes de la desaparición de estos neotransformados, y sigue sin haber ni rastro de él. En ningún lado.
Gael enfatizó la palabra “ningún” para implicar que ya habían peinado los mundos vinculados. Mientras sus compañeros explicaban el resto de la historia, Gael atrajo hacia sí los apuntes de Irianna y estudió los nombres y descripciones de los desaparecidos, tratando de recordar si conocía a alguno o podría haberlos visto en algún lado, fuera vivos o muertos.

Irianna no perdió el tiempo en explicar la razón que le había llevado al Cuchitril. La muerte de nuevos transformados durante su primer año era el pan de cada día en Rocavarancolia, pero la desaparición era algo a tener en cuenta. Wen todavía recordaba perfectamente cuando Karime les había hablado de la desaparición de Saren y todo lo que ocurrió después. En este caso ella no conocía personalmente a ninguno de estos nuevos ciudadanos, pero dado todo lo ocurrido últimamente con la muerte del rey y los ataques en distintos mundos vinculados, a Wen no le parecía tan descabellada la idea de que tuviera que ver con la desaparición de Matt, tal y como sugería Gael.

-También era humano -añadió la vouivre a la descripción de su amigo que estaba haciendo el fuego fatuo mientras también se acercaba para mirar las notas de la nebulomante intentando encontrar un patrón en sus transformaciones, mundos de origen o algún aspecto que la idrina hubiera recogido en sus apuntes.

En el momento en que la chica mencionó a Sinceridad y al amigo desconocido de esta, el vampiro se sorprendió y envaró un poco. ¿Estaba relacionada su visita con la preocupación que rondaba a la roquense? No tuvo que esperar mucho para confirmar que se trataba de eso mismo. Guardó silencio, no obstante, hasta que Irianna terminó de hablar. Se sentía fatal porque había subestimado los miedos de la roquense, dadas las circunstancias. ¿Podían estar relacionadas todas las desapariciones? ¿Y por qué cebarse con gente recién llegada, si no tenían nada de valor?
—Joder, no me esperaba que estuvieran así las cosas, asumí que la amiga de Sinceridad podría haberse largado a algún mundo o yo qué sé...

Se rascó la cabeza y dio un trago a su petaca. Se disculparía con ella la próxima vez que se cruzaran en el trabajo, sin lugar a dudas, pero aquel no era el momento de seguir hablando de ello. Giz y Wen habían hablado de Matt y precisamente su desaparición rompía el denominador común de las otras. Se acercó también a mirar los apuntes mientras aportaba sus palabras sobre su amigo.
—Y no era un cualquiera. Matt sabía defenderse. Además, viviendo en el desierto, en su dominio, no me imagino rival para él, no con facilidad. Podría estar todo relacionado, con independencia de la antigüedad en la ciudad? Si es alguien capaz de ir a por alguien de tanto tiempo, unos cuantos neotransformados no supondrían ningún problema...

Pero por qué? Acababan de transformarse, qué querría nadie de ellos? Ni siquiera compartían transformación, sería una especie de coleccionista de sus rasgos de transformación?
—Sabemos de algún precio que pudiera provocar que alguien vaya... ¿A por tanta gente? —aventuró. No quiso decir todo lo que pensaba: si les secuestraba, o si cogía un cacho relevante de su transformación y luego se deshacía del resto, o si simplemente les mataba.

No se imaginaba ningún precio así, de todas maneras, porque incluso de existir, supondría muchas molestias saciarlo de esa manera. Él lo sabía, que más de una vez había fantaseado con tener chusma transformada atada en su sótano para exprimir, pero no había que ser muy inteligente para ver que eso era un follón de narices y podía salir mal por demasiadas razones. Pero si no era para eso, ¿por qué cebarse con neotransformados y no con ciudadanos de transformación plena como Matt?
—¿Quizá se trata de alguien que subestimó a Matt y luego ha ido a por los más nuevos para recargar energías antes de enfrentarse a alguien más antiguo? Pero joder, asusta que haya alguien capaz de borrar todo rastro de la gente. Que le hemos buscado con ganas, joder... No me lo explico —terminó, visiblemente frustrado.

Era una mierda. Nada tenía sentido. También le rondaba otra frustración pero esta era ya familiar. La certeza de que el consejo no haría nada o bien hasta que no les afectara directamente a alguno de esos gilipollas, o bien hasta que no amenazara al funcionamiento o estabilidad de la ciudad. Nunca alcanzaba a entender cómo un mundo que tanto poder había amasado ahora tenía un gobierno de inútiles incapaces de defender sus límites. Menuda mierda de gente, no podían excusarse con el declive de la ciudad e ignorar sus problemas así como así.