El Cuchitril

El vampiro sonrió con cierto alivio cuando todos reaccionaron. No se esperaba nada, ni que se unieran ni lo contrario, pero sabía que se habría rallado mucho si hubiera sido una negativa absoluta. Es más, incluso recordó las muchas veces que se habían ayudado en los comienzos, como las runas con Adara, entrenamientos con Giz y Noel, o las "prácticas" de nigromancia con Gael y monstruos que cazaba el vampiro.

También entendía sus reservas, aparte del tiempo, pero contaba con ello. Sabía que transformarse y descubrir que la ciudad no estaba abandonada es un shock. La ley de no intervención no era algo que fuera a cambiar ni nadie tenia ganas de intentarlo. El vampiro había aceptado la ayuda del Consejo de buena gana porque su vida y las de sus amigos estaban en riesgo, así que tampoco entendía que alguien aceptara ayuda a regañadientes. O todo o nada. Su idea era para novatos como él, con menos rencor hacia la ciudad y más ganas de aprender y adaptarse a su transformación.

—No, no te preocupes por eso, Noel, los niñatos que se jodan. Pero si no lo veis del todo claro, no tenéis que hacerlo por mí, ¿eh, cabroncetes? —se rió, sobre todo por la sinceridad de Adara, a quien miró con lo último. Apreciaba el gesto de que intentasen vele lo favorable, y mucho—. Bueno, y el tiempo no debería ser problema porque lo organizaré todo con ustedes y quien se apunte. Pero vaya, que tampoco debería ser mucho más de media docena de veces, número arriba, número abajo. Y podéis negaros en el futuro, ¿eh? No me merezco que aguanteis novatos liantes por mí, que no hay necesidad, de veras.

Y... Se quedó sin fuelle. Llevaba un buen rato parloteando y, la verdad, superar la ansiedad, y el esfuerzo de ir a verles y abrirse... Consumía más energía de la que esperaba. Aprovechó la pausa para refrescarse la garganta. Se le ocurrió una broma mientras tanto. Mientras tuviera humor, significaría que no había tocado fondo, o que lo había hecho y estaba saliendo a la superficie. No sabía cuánto había caído, pero buscaba aire fresco de nuevo.
—Ahora pega que os invite a algo en la Bodega, pero no sé si podréis entrenar mañana con resaca —dijo entre risas.

Gael fue escuchando las respuestas de los demás y vio que más o menos estaban todos de acuerdo, con más o menos ganas de tratar con los novatos. Él mismo no estaba tan entusiasmado como lo había estado cuando tenía mucho menos que enseñar, pero al igual que los demás se reservaba el derecho a negarse por las razones que fuese, y Jack lo entendía perfectamente.

Tras aclarar aquel asunto les invitó a la bodega, y el fuego fatuo no pudo evitar seguirle la broma.
—Tenemos bastante rodaje tanto entrenando con resaca como bebiendo, no te preocupes.
»Aunque ahora que hablas de entrenar y de la bodega… —su tren de pensamientos había conectado el entrenamiento prometido con el momento en que habían hecho hueco en los subterráneos para su negocio, recordando el encargo que tenían entre manos para el de Wen—. ¿Le decimos que venga a los preparativos de las termas? —preguntó, mirando a sus compañeros.

Estaba claro que había un consenso general sin necesidad de hablarlo, aunque Adara fue la más directa de todos ellos en cuanto a sinceridad se refería. El propio Jack no pareció sentirse defraudado por su respuesta más bien tibia.
—No te preocupes: si estuviésemos en contra te lo diríamos —le aseguró al vampiro—. Oye, yo no le digo que no a un poco de priva gratis. Más bien a veces desearía poder emborracharme con más facilidad antes de llevar a cabo algunos encargos —bromeó tras la respuesta de Gael.

El fuego fatuo fue quien, además, les recordó que tenían un trabajo pendiente que encajaba bastante bien con el favor que les había ido a pedir el alemán.
—Es verdad. ¿Te apetece hacer un poco de limpieza de la que mola? Wen nos ha pedido ayuda para despejar cierta zona de los subterráneos para su futuro negocio, ¿te apuntas?

La broma sentó bien y sus respuestas no se hicieron esperar. Podrían incluso "intercambiar" sesiones de entrenamiento por cerveceo en la Bodega después para recuperar energía, pensó con diversión.

La conversación tomó otro derrotero, sin alejarse del tema. Tenían un plan con Wen, limpiar una zona de los subterráneos. «¡Eh, que estoy aquí!» pensó mirando a Gael. A punto estuvo de decirlo entre risas, pero Noel se adelantó para explicarle.
—Hum... Hace un montón que no bajo a esos túneles, así que...

No les diría que le preocupaba tal o cual cosa de acompañarles. Se harían una idea, seguramente. Y se dejaría de gilipolleces y piruetas. Más de una vez había subestimado esa zona de la ciudad y se había visto en un buen aprieto. No olvidaba que había sido capaz de salir de esos apuros, ojo, pero no quería arriesgarse tanto.

Al carajo, claro que se apuntaba.
—Menos comerme la cabeza y más abrir cráneos, ¿no? Me apunto. Avisadme cuando sea —dijo finalmente.

Pasaría por el herrero antes, también, para poner a punto sus cosas.

No si relax, si se me cruza un gilipollas lo echo a patadas. Bueno, eso si ni siquiera empiezo a dar clases a alguien, aunque mi cerebro poco más que ya asume que voy a dar clases en algún punto. Espero que eso me ayude a que me apetezca más si me llega el momento. Aunque eh, un poco de buena priva también es un aliciente, para qué mentir.

¡Ah sí! También está lo de la limpieza de los subterráneos para las termas. Esa mierda no debería llevar mucho, pero por supuesto no nos iría mal tener alguna mano extra.

—Of course, dude! —Exclamo a Jack en un impulso—. Tranqui, va a ser solo un poco por las capas superiores y derrumbar unos cuantos túneles si bajan muy abajo. Nada con lo que no puedas.

»Piensa en ello como si fuera tu primer examen… O espera, no, creo que eso es aún peor —remato para meterme con él un poco.

A Giz le gustaba el cariz que estaba tomando la visita. La parte más oscura, la relacionada con las consecuencias de la torre de los soñadores, quedaba atrás a pasos agigantados, perdiéndole espacio al buen humor que era habitual en el cuchitril que tenían por casa. Incluso se le pasó por la cabeza un comentario que tal vez no se esperara de él, por no tener un precio… Complicado. <<Abrir cráneos, cerrar túneles. Lo de siempre>>. Sonrió por aquella broma que no vería la luz.

—Siempre puedes sobornar a los examinadores —propuso tras el comentario de Adara.

De repente le tenía ganas al paseo por los subterráneos, puede que incluso encontrara alguna criatura nueva con algo interesante que exprimir.

El vampiro se reía con ganas con sus ocurrencias. ¡Vaya dos, don Lagartijo y doña arpía!
—¡Lo que me faltaba, un examen! Pues sí, siempre puedo seducir, sobornar o emborrachar a los examinadores, no es mala idea —bromeó en la misma línea.

>>Vaya tela, de verdad —seguía riendo, pero carraspeó acto seguido—.En fiiiin, mejor me marcho ya, que tengo que visitar alguna herrería y poner algunas cosas a punto —dijo mientras se estiraba.

Tenía que organizarse él y al personal de la bodega. Y también tenía ganas de volver y poner al día a Erika. Por fin había podido abrirse con alguien más y soltar un poco. O pedir ayuda sin avergonzarse demasiado. Y encima se habían reído de lo lindo. «Malditos sean, podrían hacer terapia de bromas y risas... ¿"Risoterapia" o algo así?»

Finalmente, se despidió de ellos con unos buenos abrazos o apretones de manos y se puso en marcha hacia la Bodega de nuevo.

Enredo se encontraba frente al edifico que era la sede de los mercenarios de la brecha. Ciertamente eran un grupo famoso y solo había tenido que pedir indicaciones para que le dirigieran al edificio. Debía de haber pasado por aquella calle muchas veces en los últimos años pero nunca se había fijado.

El día de la apertura de la boutique había tenido que irse con prisa por una urgencia y al final no había podido quedar con los mercenarios. Para disculparse y como muestra de cortesía les había hecho una caja de pastas caseras que llevaba dentro de su zurrón.

Iba vestido de negro con su bata verde oscuro sobre la ropa, aquella era una reunión de negocios al fin y al cabo. Iba solo, sin Irdil que se había quedado en casa cuidando de Wyck, que había comido algo que no debía y estaba malo del estómago.

Llamó a la puerta con resolución y esperó pacientemente a que alguien le abriera la puerta.

Gael se encontraba encendiendo las brasas de la chimenea del cuchitril, pensando en darles un uso más tarde para asar carne, cuando escuchó una llamada a la puerta. No esperaban a nadie, por lo que lo más probable a aquellas horas era que se tratase de un trabajo. Los que estuviesen disponibles no tardarían en acercarse a la puerta, y Gael hizo lo mismo, dejando las brasas de la chimenea a su suerte.

El fuego fatuo seguía en forma expuesta cuando abrió la puerta, encontrándose a Enredo al otro lado.
—Buenas… ¡Anda, si eres tú! ¿Quieres pasar? —ofreció, haciéndose a un lado—. Había olvidado que teníamos una conversación pendiente —admitió. Habían hablado con muchas personas en la inauguración de la boutique, y sabiendo que se encargaría el brujo de contactar con ellos había acabado dejando de pensar en ello.

Enredo miró a Koval con extrañeza mientras aceptaba la invitación del fuego fatuo para entrar.

-No me lo digas, no os he enviado un mensaje de que venía hoy ¿verdad? - preguntó estando casi seguro de la respuesta.- Dios, lo siento, últimamente he estado con mucho trabajo y se me debe de haber pasado - se disculpó pasándose una mano por la cara.

>>Sí, lamento lo del otro día, me salió una urgencia y tuve que atenderla - explicó una vez dentro del edificio.- Espero que hoy no me salga nada - comentó esperanzado.

Miró a la gente reunida en el salón y los saludó a todos.

-Me alegro de que te hayas recuperado de forma adecuada y no hayan quedado secuelas - le dijo a Adara mirando el brazo de la ángel negro. Por lo que sabía la regeneración de que disponían aquellos seres era altísima pero bueno, siempre podía surgir una complicación en los casos de amputación. Normalmente por causa externa a la persona claro.- Os he traído unas pastas caseras como disculpa por dejaros el otro día con la palabra en la boca, o quizá prefiráis que sean por no haberos avisado hoy... Sea como sea acompañan bien el té y el café - dijo dándole la caja de pastas cuidadosamente envuelta a Koval ya que era el más cercano, no sin antes hacerla ignífuga discretamente.

No hizo ademán de sentarse ya que le parecía de mala educación si los anfitriones no le invitaban expresamente a ello.

El draco se encontraba en su habitación cuando llamaron a la puerta y salió de ella para bajar, ya que no sabía si había alguien más cerca para abrir. Gael ya se había ocupado de ello, pero al oír de quién se trataba no se dio la vuelta: sin duda Enredo estaba allí por negocios.

—Ey, no pasa nada —le aseguró después de saludar—. No recibimos solo con cita, lo peor que hubiera podido pasar es que tuvieses que volver otro día.

Le iba a ofrecer sentarse donde quisiera, pero al ver que traía pastas le indicó que lo hiciese en la mesa.
>>¿Y tú eres más de té o café? Enseguida preparo algo para todos —dijo dirigiéndose a la cocina.

Pues no me encuentro yo aquí… Tratando de poner en marcha esta… Pedazo de mierda. Pues no, que no quiere tirar. Joder, pues aún falta para poder volver a la Tierra a pillar otro. O lo que sea que se haga servir hoy en día, que estas mierdas cambian enseguida. Tendría que haber pillado otro MP3 cuando arramblé con este, menuda mierda. Aunque igual… ¿Tendremos alguno de sobra? Igual pillaron más en Samhein.

—Voy a ver si hay alguien —digo para mí misma. Y en lo que tardo en soltarlo, se oyen unos golpes—. Si es que es pensarlo y llaman a la puerta.

Me pregunto quién será a estas horas. No creo que estuviéramos esperando visitas. O quién sabe, igual alguien las esperaba. Tengo curiosidad… O igual solo me aburro. Sea como sea, ya estoy bajando las escaleras.

Ostras sí, es el pavo este… ¿Emrollo? ¿Maraña? Como fuera que… ¡Enredo! El que tiene una clínica. ¿A qué habrá venido? ¿A quién se le ha roto algo? Venga, deja de decir chorradas y atiende a lo que te dicen.

—¡Hombre buenas! Pues ya lo ves, está como nuevo. —Agito el brazo para enfatizar—. Te diría que igual lo tengo hasta mejor que antes.

Me encamino hacia la cocina también, aunque para sacar un platito para las pastas. Sería una pena no tomarlas ahora.

—A mí un cafelito por favor —pido a Noel en la cocina.

La llegada de Enredo pilló a Giz en pleno descanso, así que se levitó a sí mismo hasta la entrada poco después de que el brujo hubiera pasado. Inmediatamente pensó en Wyck y en cómo estaría, aunque sospechaba que el animal se encontraba estupendamente.

Mientras el resto se movían entre el salón y la cocina, Giz decidió sentarse para no dejar al brujo a solas por cuestiones de educación. Aun así, no era un goliat de muchas palabras y lo que quería saber no lo podía preguntar hasta que no estuvieran todos sentados. Lo que sí hizo, en parte para redimirse de lo que pasó tiempo atrás, fue alargar la mano al plato y ser el primero en probar las pastas. Una vez tragadas le hizo un gesto de aprobación con la mano.

—Están muy buenas —le dijo.

El intercambio de palabras sobre el brazo de Adara le hizo esbozar una sonrisa.

Enredo sonrió a las palabras del draco de estínfalo, al menos no se habían tomado a mal la aparición del brujo aunque seguro que había interrumpido alguna actividad. Sabía que faltaba más gente de los mercenarios por estar allí pero quizá no se encontrasen en la casa siquiera.

Aceptó la invitación a sentarse en la mesa, se quitó la bolsa y la dejó colgada de la silla.

-Personalmente me gusta más el té - respondió a Noel,- pero puedo tomar café, no te molestes en hacer otra cosa solo por mí - no quería tampoco resultar una molestia.

>>Seguro que sí - sonrió a la ángel negro.- Gracias a la Luna los ángeles negros tenéis una regeneración y una resistencia notables. Por curiosidad médica, y solo si quieres responder, ¿cúanto tardó en volver a crecer? - no todos los días podía uno hablar con un ángel negro que hubiese regenerado el brazo y estaba seguro que los datos que le pudiese ofrecer Adara serían más fiables que los de algunos libros.

Devolvió una sonrisa a Giz cuando alabó las pastas.

-Gracias, son muy fáciles de hacer - dijo restándole importancia al hecho.- Si queréis la receta puedo pasárosla - ofreció cruzando las manos enfrente suyo.

Gael le quitó importancia a las excusas del brujo con un gesto de mano. Parecía pensar que era una molestia aparecer sin avisar, pero aquello era Rocavarancolia, no les podían llamar por teléfono antes de ir exactamente. Entre tanto sus amigos ya habían ido apareciendo y saludando al recién llegado. Este había traído unas pastas que, aunque no eran necesarias, se agradecían.
—Tienen pintaza, Enredo —le dijo el fuego fatuo después de echar un vistazo rápido al interior de la cajita—. Pero no hacía falta que te disculpases por eso, a todos nos surgen imprevistos.

Cuando Noel se ofreció a preparar bebidas y Adara pidió café, Gael añadió rápidamente que ya que estaba él también quería uno. Si nadie más hubiese pedido café no habría dicho nada, pero un poco más de agua en la cafetera no era molestia. Y aunque quería esperar a tomar las galletas con su taza caliente delante, no se pudo resistir a probar una después de que Giz abriese la veda cuando se sentaron a la mesa.
—¡Riquísimas! —corroboró tras el goliat—. No te preocupes, tenemos un montón de recetas —le respondió luego a Enredo, mirando de reojo a Giz, su principal repostero—. Pero si no te importa compartirla a nosotros no nos importa tener más variedad.

—Pues marchando café para todo el mundo —alzó la voz desde la cocina mientras empezaba a sacar las tazas y el resto de utensilios.

Al cabo de un rato una bandeja con cinco tazas, una jarra de leche y un tarro con azúcar salió levitando de la cocina, seguida del propio draco. Normalmente lo hubiese hecho sin magia, pero no quería tardar tanto en llegar hasta la mesa, ya que no se fiaba mucho de sus aptitudes como camarero. Por supuesto también había puesto el hechizo tapón en todos los recipientes, que deshizo una vez estaban estables sobre la mesa. Cogió una taza para sí y le echó un poco de leche y de azúcar. Mientras removía probó una de las pastas que les había llevado el brujo.
—Están buenas. Gracias por el detalle.

>>Bueno, cuéntanos —añadió al cabo de unos instantes—. Según nos dijiste aquel día, tenías un trabajo para nosotros, ¿no?

—¿Qué cuánto tardó? Buah… —¿La verdad? No lo recuerdo muy bien—. Creo que fueron como unas semanas o algo así… ¿Dos o tres? Por ahí irá.

Mientras digo esto, vamos esperamos el café mientras vamos disponiendo las pastas. Buah, la verdad es que tienen una pintaza. Casi no puedo esperar…

—¡Eeey, muy ricas! —Digo cuando por fin el café sale y podemos probarlas—. No hagas caso a Gael, sí que queremos la receta.

Finalmente, Noel saca los negocios, que es al fin y al cabo para lo que ha venido Enredo. Vamos a ver qué nos ofrece el tío.