El Cuchitril

—No es ninguna molestia que te acerques con preguntas concretas, así que si alguna duda te impide avanzar no dudes en pasarte por aquí. Lo peor que puede pasar es que no pueda atenderte en ese momento —clarificó Gael cuando Kimbra explicó que trataría de molestar lo menos posible. Él no se iba a cortar en decirle que mejor volviese en otro momento si no podía atenderla, así que no veía el problema. Kimbra no parecía la clase de persona que fuese a plantarse allí cada dos por tres, además.

—No hace falta que te fuerces demasiado, has hecho bastante en una ventana corta de tiempo. Te daré algunos consejos sobre la marcha y luego tal vez sea mejor seguir otro día —le dijo antes de que procediese a practicar la costura con magia.

Gael le dio los consejos que se le iban ocurriendo mientras la veía trabajar sobre las heridas, hasta que el cansancio de la rakshasa se hizo más evidente. No valía la pena seguir aquel día, pero el fuego fatuo consideraba que había sido uno muy productivo.

Al despedirse, le pidió a Kimbra que no se forzase a trabajar tanto de golpe todos los días, y le deseó suerte con sus estudios.
—¡Vuelve cuando quieras! —añadió mientras la veía alejarse con su montura.

Wen había vuelto aquella tarde y, aunque le hubiese gustado poder hablar de cosas más agradables, su primera conversación en privado no era más que una continuación de lo que habían comentado entre todos antes de cenar: le habían explicado a la vouivre lo que Jack había descubierto acerca de lo que estaba pasando en la ciudad. Era inevitable y de suma importancia que todos estuviesen al tanto de los detalles acerca de aquello.
—Melodes insistió mucho en que teníamos que ser sutiles, al parecer —le estaba repitiendo en aquel momento, ya en su cuarto—. ¿Crees que ha podido ser obra suya lo de tu pesadilla con Resizsan? —Se refería al íncubo que, al parecer, estaba causando todo aquel caos en la ciudad—. Aunque… eso seguiría sin explicar las huellas que vimos… Ni por qué alguien iba a aceptar matar tanto a Nasher como a Tsusu —Se desdijo a sí mismo y dejó escapar un chasquido frustrado. Aunque sabían mucho más que hacía tan solo unos días acerca de lo que estaba sucediendo, seguían todavía muy en la sombra respecto al asesinato de la quimera sensorial. Algo aun no terminaba de encajar—. En parte, es bueno saber que durmiendo fuera de la ciudad puedes dejar de verte afectado por lo que sea que está haciendo ese bastardo, así que en Krabelin estás a salvo en ese sentido. Pero… a Nasher no le sirvió —negó con la cabeza mientras hilaba pensamientos, soltando sin pensar demasiado en cómo pudiesen sonar sus palabras, y su tono era brusco aunque no lo pretendiese, debido al agotamiento—. ¿Estás segura de que deberías continuar con tus expediciones ahora? Esto de ni siquiera saber cuándo vas a volver no me gusta nada.  

Wen había llegado del viaje de Krabelin realmente cansada. Cada vez se le hacía más duro viajar a Krabelin sola. Irónicamente desde que se había transformado era mucho menos solitaria que antes y el contraste de estar completamente sola en Krabelin a vivir en el abarrotado Cuchitril terminaba afectándole. Y el hecho de que la situación en la ciudad estuviera tan tensa por todo lo que estaba ocurriendo y con la muerte de sus compañeros de criba tan recientes.

- No lo sé- suspiró mientras deshacía su mochila de viaje-. Vería más lógico que el espíritu de Resizsan poseyera al íncubo que que el íncubo usara mis memorias sobre él para hacerme daño. Si el íncubo quisiera hacerme daño lo tendría más fácil usando esto- dijo señalándose el pañuelo de su frente haciendo clara referencia a su gema. Al fin y al cabo, en eso se resumían sus dos grandes miedos: lo que representaba para ella el ruido y lo que representaba para otros la gema-. Y, además de para quitármela, no tendría sentido que quisiera ir a por mi.

Una vez hubo vaciado su mochila, Wen pasó a prepararse para darse un baño. Ella hubiera preferido caer a la cama y no levantarse hasta el día siguiente, pero prefería quitarse antes la sensación de suciedad que siempre dejaba un viaje.

- ¿Que si estoy segura?- preguntó desconcertada y algo ofendida-. A mi tampoco me gusta estar tanto tiempo fuera, pero me comprometí a hacer este trabajo y lo voy a terminar, eso no lo dudes. Además, ya hemos pasado por esto. Si tengo que dejar de hacer algo cada vez que suponga un peligro para mi, tendría que exiliarme a la Tierra a vivir como ermitaña en alguna montaña- contestó con algo de ironía.

Se había mostrado de acuerdo con las suposiciones de Wen acerca de Corann: realmente no tenía mucho sentido que si se tratase de él hubiese elegido algo que se remontaba a la criba de la vouivre cuando tenía muchas otras formas de hacerle daño sin necesidad de rebuscar tanto.

A la británica no parecía haberle gustado su pregunta y lo había notado en su tono. Noel dejó escapar un suspiro de cansancio, porque estaba convencido de que no se había hecho entender correctamente.
—Lo sé, lo sé. Sé que es tu trabajo —le aseguró—. Y también sé perfectamente el peligro que corres… que corremos todos en la propia ciudad. Pero… no sé. No me gusta ni un pelo no poder saber si te encuentras bien durante tanto tiempo, más que nada en un momento como este. No puedo evitar pensar en cómo emboscaron a Nasher… —Negó varias veces con la cabeza. Noel no tenía buena cara: no podía evitar ponerse en lo peor— Sé que no vas a dejarlo, pero no podrías quizás… no lo sé, ¿hablar con el Consejo? Para posponerlo mientras dure esta situación, quiero decir.

- ¿Y mientras hacer qué? ¿Quedarme aquí en el Cuchitril todo el día? ¿Y de qué viviría? Sé que de ser necesario vosotros podríais mantenerme, pero ¿y lo que eso me hace sentir a mi? Además, estamos en Rocavarancolia, siempre habrá algo así. Después de esto vendrá otra cosa, como siempre. No me voy a quedar aquí escondida, no soy una inútil y no estoy indefensa. Me aterra lo que pueda pasarme y lo que pueda pasarnos, y no te voy a mentir diciendo que Resizsan no es uno de mis más grandes miedos y que está anclado dentro de mi, como lo está la remota posibilidad de que lo que ocurrió con los mercenarios de Gar, todo lo que ocurrió, se vuelva a repetir. Pero si ahora simplemente me escondo, dejaré que ese miedo me domine y si lo hace ya no seré nada-. La británica suspiró sonoramente luego de haber soltado todo aquello-. Piénsalo, Noel, empiezo por posponer mi trabajo porque el viaje es difícil y peligroso, y termino no saliendo de estas cuatro paredes por la posibilidad de que al cruzar la esquina un trasgo enloquecido me devore. Tampoco me gusta no saber nada de lo que ocurre aquí cuando estoy en Krabelin, pero prefiero centrarme en terminarlo antes que abandonarlo. No es una opción.

Había escuchado atentamente todas y cada una de las palabras de Wen, algunas de ellas le dolieron porque, aunque estaba seguro de que no pensaba que él creía algunas de aquellas cosas que daba a entender que había sugerido, el simple hecho de escucharlas de su boca no le gustaba ni una pluma. Le revolvía algo por dentro ante la simple posibilidad de que la vouivre se plantease por un momento que él era alguna clase de energúmeno sobreprotector. Aunque, en cierto modo, sí tenía mucho de lo segundo con todos aquellos a los que consideraba su familia y no podía negarlo.
Aun así, posiblemente lo que más le dolió fue saber que había removido en los recuerdos del incidente con los mercenarios de Gar. Que plantease la simple idea de que algo así pudiera repetirse casi le causaba náuseas. Demasiados malos recuerdos, alguno que solo él sabía porque no se atrevía a explicar a nadie su parte más repulsiva, asociados a la peor situación en la que se habían visto envueltos nunca.
—Nunca… Nunca he sugerido que fueses inútil. Entiendo tu postura, de verdad que sí. Sobre todo porque yo en tu lugar haría exactamente lo mismo —le aseguró—. Quizás precisamente por eso sé que no es lo mejor.
No era ninguna mentira: sabía que en lo que a él mismo respectaba nunca podría fiarse de tomar las mejores decisiones.
>>Pero lo he entendido: no vas a dejarlo —se apresuró a añadir. Dejó escapar un largo suspiro—. Lo siento.

En cuanto Wen vió la reacción de Noel a sus palabras y oyó su disculpa, se sintió mal. Ella sabía perfectamente que el draco nunca había pretendido ofenderla y mucho menos creía que era una inútil o que no se pudiera cuidar sola. Al final, ella estaba tan asustada como él sobre lo que podía pasar. Porque quizás ella fuera la que se pasaba días en otro mundo sin posibilidad de contacto hasta que volvía, pero aquello tenía una doble cara porque ella también pasaba todo ese tiempo sin noticias sobre si lo que estaba ocurriendo en la ciudad, porque estaba claro que algo estaba pasando, estaba afectando directamente o no a sus amigos.

- No es que... - comenzó con el tono de voz más suave, casi de disculpa-. No es que sea un trabajo que defiendo a capa y espada, no es el sueño de mi vida. Realmente es muy interesante y me encanta viajar, pero preferiría que fuera por placer y no por trabajo. Solo que... no sé. No quiero tener que esconderme. Siento que si me escondo el ruido me alcanzará. Aunque así, puesto en palabras, parece una tontería. Siento haberme puesto así, sé que no piensas que soy una inútil.

Noel dejó escapar una risa contenida en un bufido.
—Lo sé —respondió ante su disculpa—. Creo que he sido muy brusco, aunque no era mi intención… La falta de sueño me está afectando demasiado y creo que ha empeorado desde que tenemos más información sobre lo que está sucediendo. No podré evitar preocuparme, y además te echo mucho de menos todo el tiempo —le confesó acercándose más a ella para abrazarla—. Pero yo sé que en realidad hacerte caso siempre es buena idea. Harás un gran trabajo con todo lo que te estás esforzando, incluso si no es tu idea de empleo ideal.
No añadió que se sentía incluso aliviado al saber que la vouivre no estaba segura de continuar con aquellas expediciones una vez finalizado aquel encargo. Se sintió un poco mal por el pensamiento egoísta y no quería que volviesen a discutir, pero no podía evitar alegrarse ante la perspectiva de volver a poder disfrutar de su compañía con la misma frecuencia que antes.

Tiempo después, durante la tarde, Noel se encontraba en el mismo lugar y pensando, una vez más, en la ausencia de Wen. Sabía que era probable que regresase alguno de aquellos días, aunque nunca sabía con exactitud cuándo.

Una voz desconocida le sobresaltó: una voz que no presagiaba nada bueno en su tono, y que de todos modos se hizo evidente en cuanto procesó el contenido del mensaje. Habría preferido no invocar la presencia de Wen en aquel momento. Fue consciente de inmediato del porqué de aquella comunicación y salió corriendo de su cuarto para reunirse con los demás, quien sin duda también estarían escuchando lo que ocurría. Dedicó una mirada significativa a los demás al cruzarse con ellos, con el corazón latiéndole muy deprisa. No habló, pues no quería perder detalle de la conversación al otro lado del comunicador. Allí estaba la palabra clave. Debían teletransportarse enseguida a las cercanías de la explanada de los portales. El sueco esperó a que Gael o Giz lanzasen el hechizo sobre él con la mano preparada para invocar su hacha. Aquella era una buena tarde para una ejecución.

Sigue en la explanada de los portales.

Giz había completado uno de sus últimos proyectos y solo le quedaba esperar, por lo que había decidido pasar el resto de la tarde en casa, estudiando para preparar su nuevo trabajo. Estaba de piernas cruzadas sobre la cama cuando sonó el comunicador y el goliat se puso de pie en un salto, completamente alarmado. La señal que había dado Wen era inequívoca y, por lo que había creído oír... ¿Iba a verle la cara al asesino de Nasher? Algo se le removió en lo más profundo del estómago, una sensación a medio camino entre la pena y una rabia controlada.

Abrió la gola, sacó a los miriápodos cargadores de su terrario y se conjuró una protección física reforzada mientras bajaba las escaleras. En cuanto estuvieron todos listos, envió a Noel junto a Wen y él mismo se teletransportó tras él. Hora de trabajar.

Sigue en la explanada de los portales.

Gael se encontraba trabajando en el taller cuando empezó a sonar la retransmisión. En los tiempos que corrían jamás se separaba del comunicador. Las herramientas que usaba cayeron abandonadas sobre la mesa; el fuego fatuo no perdió tiempo ni cerrando la puerta de su taller. Cuando entró en el cuchitril ya se habían reunido varios abajo, listos para teletransportarse y acudir a Wen.

El fuego fatuo no estaba pensando, sino llanamente actuando. Si dejaba que su cerebro  se imaginase todos los posibles escenarios en que algo saliese mal, probablemente no sabría ni recitar un hechizo a derechas. Estaba acostumbrado a la presión, pero aquello era excesivo. Corrían malos tiempos, y la muerte de sus amigos estaba demasiado fresca. No se podían permitir cometer un solo error, y el asesino de Nasher no podía escapárseles de nuevo. Gael se preparó para la batalla que estaba por venir y se desvaneció junto a sus amigos.


Sigue en la explanada de los portales.

Giz aun sentía electricidad por todo su cuerpo debido al chute lunar. Había aprovechado la fecha para llevar a cabo su proyecto más ambicioso, con cuya realización solo quería dos cosas: olvidar y comprobar sus límites. La recarga de energía le sirvió para reforzar su hechizo de crecimiento acelerado y su bebé ballena había aumentado de tamaño a una velocidad de vértigo sobre el barrio de los gigantes, haciendo palidecer sus edificios. Ahora el goliat cruzaba el cielo sobre su mamífero flotante, de pie sobre su lomo y con la gola abierta para dar la bienvenida al astro rojo.

La ballena azul proyectaba su sombra sobre la ciudad, vetando a las calles de la luz carmesí a su paso. Una sombra similar a la que producirían tres camiones flotando en línea recta. Casi doscientas toneladas autolevitantes, suspendidas en el aire de tal forma que el animal parecía hasta gracil, tanto como le permitía su inmenso tamaño. Giz no solía ponerles nombres, pero Miloslava y Lean le habían insistido en esta ocasión. La ballena azul se debía llamar Eclipse.

Cuando Giz y su creación sobrevolaban el barrio del mercado, el goliat le ordenó parar y encendió su comunicador.

—Chicos, ¿os habéis enterado de que hay eclipse lunar? Asomaos por la ventana.

No había nada como la Luna Roja para devolverle un poco del humor perdido.

Después de haberse deshecho de Esparto no habían vuelto a saber nada más. Intentaron averiguar algo, en vano. No hubo más ataques, que ellos supieran. Habían intentado contactar con Matt, pero el brujo de la arena llevaba tanto tiempo desaparecido que la falta de respuesta no significaba nada realmente. El propio cambiante había dicho que no pudo encontrarlo, al fin y al cabo. Se aseguraron de que Kaethe tampoco corría peligro, aunque el burdel estaba tan bien protegido como el Cuchitril y eso resultaba tranquilizador. No volvieron a saber nada sobre Resizsan en todo aquel tiempo, y eso posiblemente era lo más desconcertante de todo. Nada tenía ningún sentido, las posibilidades que se les ocurrían para explicar aquel desarrollo de los acontecimientos siempre tenían unos agujeros que dejaban en ridículo a la Cicatriz en tamaño.

Pero ni siquiera eso, ni la falta de sueño, podía conseguir que la salida de la Luna se convirtiese en un acontecimiento trivial. Y de hecho Giz parecía tener un plan para asegurarse de que así era.
—¿Un eclipse? ¿Qué has hecho? ¿Has experimentado con la propia Luna?
Sabía que el asreniano tenía alguna clase de proyecto secreto entre manos, aunque había querido mantener el misterio “hasta que llegase el momento”, por lo que no estaba preparado para lo que venía a continuación.

El grito de Adara a través del comunicador le hizo asomarse a la ventana de inmediato.
—Hostia pu… ¡Está como una cabra! —Se deshizo en carcajadas mientras hacía señas a Wen para que se asomase—. ¡Como un jodido cencerro, adoro a ese lagarto!
El draco no podía parar de reír. La euforia y el subidón que siempre otorgaba la luna se habían mezclado con aquella visión de proporciones épicas. Sin pensarlo mucho y sin previo aviso, el sueco alzó a la vouivre entre sus brazos, besándola fugaz pero pasionalmente en medio de la maniobra, y echó a volar desde la ventana para reunirse con Giz y el resto, que ya se acercaban también.
>>¡La madre que te trajo! —El sueco posó a Wen al lado de Giz, para poder gesticular en condiciones, sin dejar de reír ante el evidente entusiasmo que compartía con la ángel negro—. Cuando dijiste que era un proyecto grande no me imaginaba que ibas a plantarte en casa con un fucking Wailord.
Era perfecto, era adecuado. La Luna Roja había llegado.

No estaban siendo tiempos fáciles, y mucho menos tras todo lo que habían vivido y la incertidumbre por lo que quedaba sin resolver. Pero si algo bueno tenía la salida de la Luna Roja es que podía hacer olvidar todo eso, al menos por un día, hasta que se acostumbrasen a su presencia.

Gael había intentado trabajar toda la tarde, pero estaba descentrado, y los terremotos de anticipación a la Luna no le ayudaban. Terminó por mandar su trabajo a tomar viento y volvió al cuchitril, donde estuvo moviéndose inquieto hasta que salió la Luna. Se encontraba en la azotea cuando Giz llamó. La suerte había querido que estuviese de espaldas a lo que el goliat anunciaba, pero cuando se giró, su mandibula casi se desprende del asombro.

Tal como le pasó a sus amigos, el fuego fatuo se echó a reír, sin reservas. Ni siquiera apagó el comunicador, y todos podrían escucharle.
—Me encanta… ¡me encanta! —exclamó. Acto seguido, se hizo levitar hasta la ballena, por lo que tardó un poco más que sus compañeros en llegar.

—¿Dónde demonios has tenido esto escondido, Giz? —gritó para hacerse oír mientras se acercaba—. No sé cómo has conseguido mantener vivo… ¿de dónde sacabas tanta comida? No, espera… ¿también come plancton?
Gael se moría de curiosidad y no dejaba de sonreír. La luz de la Luna los bañaba a todos por fin tras meses interminables de espera, y Giz había creado un animal que daba por extinto en aquella ciudad. La noche no podía haber empezado mejor.
»Pero dime… ¿planeas tirarla sobre Sendar o sobre Letargo? —añadió dándole un toque con el codo a Giz cuando llegó a su lado.

Frustrada y cabreada era poco para definir cómo se encontraba Wen aquellos días. Se habían deshecho de Esparto, sí, pero Resizsan, o aquella representación onírica de Resizsan que había planeado todo aquello seguia suelta y libre en un lugar en el que la vouivre no tenía el mínimo control. Y lo más desconcertante de todo aquello es que parecía que había desaparecido. Después de haberla torturado con pesadillas y muertes, se había volatilizado como si nada de aquello hubiera pasado. Pero la ausencia de Nasher en sus vidas decía lo contrario. Wen no podía dejar de pensar que seguramente el ranta estaba buscando otro titere que terminara con su trabajo sucio o alguna otra forma de llegar a ella. Mientras tanto, Wen se aseguró que Kae siempre estuviera protegido e intentó buscar a Matt, el cual también estaba desaparecido. Hacía tanto tiempo que no veía al brujo que tristemente no le extrañaría que este hubiera encontrado su muerte en el desierto o en algún otro lugar. A Wen solo le quedaba el consuelo de saber que si esto había ocurrido, no había sido a manos de Resizsan o Esparto, pues alguno de ellos habría encontrado la forma de hacerla sufrir con ello y el mismo cambiante había reconocido ser incapaz de encontrarlo.

Moviéndose entre el miedo por un posible contratiempo y la emoción que siempre suscitaba, Wen esperaba impaciente la salida de la Luna. La británica sabía que entre los cosechados transformándose y el chute de magia las cosas más dispares podían ocurrir. Aunque nadie le había preparado para lo que se encontraron en el exterior.

- ¡No me jodas!- exclamó cuando vio aquello que Noel le indicaba por la ventana. Giz les saludaba desde lo alto de una ballena gigante voladora y aquello era lo más impresionante que había visto en un largo tiempo y teniendo en cuenta que vivía en Rocavarancolia, aquello era decir mucho.

Wen echó a reir en los brazos de Noel cuando este la llevó volando hasta lo alto de la ballena, eufórica por la sorpresa y la sensación de la Luna.

- ¡Guau! Es impresionante- exclamó fascinada con el animal-. Tú nunca haces nada a medias, ¿eh, Giz?

Unos días después de la salida de la Luna Roja...

Wen se encontraba enroscada en su poste mientras Noel practicaba con la batería. A la vouivre le gustaba disfrutar de la percusión de esa manera por la forma particular de escuchar en su forma de serpiente a través de las vibraciones. Suavemente, la serpiente se desenroscó del poste y se deslizó hasta la cama sobre la que se subió para finalmente volverse a transformar en humana.

- Deberíamos hacer otro viaje a Idris, a bañarnos en los lagos. Incluso podríamos decirles a todos y hacer una excursión conjunta con un picnic o algo. Estoy un poco harta de tener que andarme con ojo aquí y la Fuente de los Nacimientos en Krabelin es un lugar demasiado concurrido-. La británica suspiró poco después de soltar su sugerencia-. En realidad, es un poco molesto tener que salir de la ciudad para poder disfrutar del agua, pero cada vez la población aumenta más y más y ya no me atrevo tanto como al principio a ir a los pozos. Además, Krabelin también está dejando de ser una opción para ello. Es decir, me caen bastante bien Irianna y Kimbra no está mal, pero no voy a mostrarme ante ellas, eso está fuera de discusión, y pasan bastante tiempo en el mundo. Además de que, probablemente, una vez terminemos la investigación y el libro sobre Krabelin se haga de dominio público ya será más común que la gente viaje ahí. Supongo. Krabelin sigue siendo un lugar bastante difícil, pero dudo mucho que, aunque pocos, los que vayan no visiten la fuente. Será el destino turístico principal seguramente y adiós a mi oportunidad de privacidad de nuevo. Así que cuando termine esto me voy a quedar sin trabajo y sin agua, yuju-. La vouivre agitó su puño en alto con la efusividad de una piedra mientras seguía recostada en la cama mirando hacia el techo-. Quiero decir, respecto al trabajo, bueno, podría seguir siendo explorando e investigando mundos vinculados, pero creo que ha quedado demostrado que, si bien no soy mala en ello, afecta bastante mi día a día. Me gusta el trabajo, pero no tanto como para que tolere pasar tanto tiempo fuera de casa.

>>En fin, todavía tengo tiempo para decidir qué hacer con mi vida después de esto, pero estoy igual que cuando me mudé. Y respecto al agua, bueno, no es que tenga nada en contra de la bañera de aquí, pero siendo sinceros soy grande y no quepo. En ese sentido el burdel estaba realmente bien surtido para mi. Es lo que más echo de menos de vivir en el burdel, supongo. Porque a la gente la sigo viendo y no es como si estuvieran viviendo en otro mundo, no me cuesta más que un paseo corto acercarme al burdel. Pero claro, una cosa es ir a visitarlos y otra cosa es apropiarme de su lugar siempre que quiera que al fin y al cabo no es un servicio exclusivo, es un complemento del lugar. De hecho, sería tan increíble que sí que existiera como servicio exclusivo. Con ciertas precauciones, claro, sigue existiendo el riesgo. Si tuviera una para mi sola sería lo ideal, pero no es como si yo pudiera.... - De repente algo se encendió en la mente de Wen y de un salto se levantó de la cama- ¡Eso es! ¿¡Cómo no se me había ocurrido antes!?

Rápidamente, la vouivre dió una vuelta a la habitación cogiendo cuadernos, papeles y plumas, además de un par de libros, eufórica por lo que fuera que se le había ocurrido. Antes de salir por la puerta, dio un salto como si se hubiera acordado de algo muy importante y se dio la vuelta en dirección al draco.

- Noel, eres brillante, gracias- le dijo mientras sujetaba su cara fuertemente con las dos manos y le daba un fuerte beso antes de desaparecer por la puerta cargando con todo lo que había cogido.