El Cuchitril

El sueco tuvo que hacer un poco de memoria pero no le costó mucho recordar de qué hablaba Kin. No obstante, sentía que quedarse allí charlando en la puerta no era lo más adecuado, por lo que primero le invitó a pasar para continuar la conversación dentro.
—Siéntate donde quieras —indicó haciendo un gesto que abarcaba el salón—. ¿Quieres beber algo? Te podemos ofrecer cerveza, té, café, agua…
Según lo que respondiese iría en busca de bebida o no.

Una vez listos se sentó cerca de donde hubiese elegido el irrense aposentarse.
—Si te digo la verdad no había vuelto a pensar en el asunto, pero yo al menos sí hablaba en serio —se giró hacia Gael antes de proseguir—. ¿Tú qué dices? ¿Le llevamos de turismo por tiendas de electrónica y videojuegos? Es una de las mejores partes de la Tierra —bromeó con una sonrisa sarcástica.

Kin accedió al interior de la casa de los mercenarios cuando Noel lo invitó a pasar. Le incomodaba hablar en la calle pero tampoco se sentía completamente cómodo invadiendo el espacio de los de la Brecha. Por suerte parecía no haber mucha gente en la casa y, como mínimo, Toima no debía de estar allí, así que no tenía de qué preocuparse.

Tomó asiento en el sofá, ya que parecía la opción más lógica cuando le ofrecieron literalmente cualquier lugar. Probablemente aquella no era una casa de convenciones, algo que dedujo al ver que el fuego fatuo se acomodaba en el aire como los astronautas de las películas sobre el espacio.
—No hace falta, gracias —respondió a la invitación a bebidas.
—No te cortes, ¿eh? —le dijo el fuego fatuo, sin conseguir que cediera.


Gael también recordaba aquella conversación de tiempo atrás. No había renunciado a la idea, sino que más bien habían tenido demasiadas otras cosas en las que pensar. Cosas en las que prefería no pensar ahora, así que aquel plan le parecía una oportunidad de oro para distraerse. Una vez consiguiesen aparatos electrónicos nuevos su rutina iba a cambiar bastante.
—Yo también lo decía totalmente en serio —corroboró—. Lo de la música ya se nos va quedando corto, y echo de menos otras cosas de la Tierra. Hace que no vamos por allí, ya va tocando.


El raigaurum había pensado por un momento que aquello había sido una mala idea cuando ambos mencionaron que no habían pensado en el asunto, pero parecían interesados de verdad por ir a la Tierra, lo que hizo que se disipara buena parte de su preocupación. No parecían molestos porque hubiese recurrido a ellos, al menos.
—Menos mal —soltó aliviado—. Me jodía preguntaros por si no lo habíais dicho en serio, pero ahora mismo erais mi mejor opción. También os puedo ayudar si alguna vez necesitáis conseguir algo en Irraria, a cambio.

Por supuesto Gael no tenía ninguna objeción y el draco no había esperado otra cosa. Les vendría bien distraerse con algo así y tener planes para algo que no implicase, de un modo u otro, la muerte de alguien solía ser un acontecimiento de agradecer y no muy ocurrente en los últimos tiempos.
—Tendremos en cuenta la oferta —respondió a Kin—. Pero nosotros encantados, que conste. —Permaneció callado unos instantes, asimilando la idea de lo que iban a hacer en su planeta natal—. Joder, qué de tiempo sin saber nada de videojuegos. Me está entrando nostalgia hasta de basura como Call of Duty. Es una saga de juegos de tiros bastante repetitiva de la Tierra —añadió mirando al demonio raigaurum, divertido.

Gael también se quedó pensativo unos segundos, comenzando a hacer planes en su mente. Ir a la Tierra siempre era difícil, por reencontrarse con tantísimas cosas que le producían nostalgia y en las que normalmente no podía pensar. Tampoco podía traérselo todo consigo, pero no iba a desperdiciar la ocasión para hacer una lista de cosas que quería conseguir. Aparte del ordenador quería música nueva, ropa, comida… Muchísimas cosas.

Entonces fue cuando escuchó hablar a Noel y reaccionó de forma exagerada.
—¿Call of Duty, en serio? ¿Estás enfermo? —Alargó una mano y rozó la frente del draco—. Tío, creo que estás ardiendo. Mira, se ven las llamas —añadió burlonamente antes de retirarse.


Kin se preguntaba cómo de malos podían ser para que se refiriesen a ellos así, pero eso solo hacía que tuviese más curiosidad por los juegos terrestres y por compararlos con los de su propio mundo. Había oído hablar bastante del tema y sabía un poco lo que se podía encontrar; por ejemplo, que la realidad virtual daba demasiada pena como para molestarse con ella, y que eran los videojuegos tradicionales los más interesantes. Aparte de eso, sin ayuda no sabría a qué echarle el guante, y por eso le hacían tanta falta los consejos de los de la Brecha, que parecían tener bastante buen gusto por lo que había hablado con ellos anteriormente.
—Ahora no sé si debería probarlo o no, basta que digáis que es una basura para que me entre curiosidad. ¿O es que es de esos arcaicos? Por lo que he oído solo hace unas pocas décadas que tenéis videojuegos, imagino que los controles son un poco una mierda.

Hizo ademán de apartar de un manotazo la mano del fuego fatuo en su frente mientras reía.
—No jodas, que sabes que no lo digo en serio —le recriminó divertido. A continuación se giró hacia Kin para responder a sus dudas—. En realidad no, es una saga que tiene muchos años pero siguen sacando juegos nuevos constantemente. Bueno, lo de nuevos es una forma de hablar porque normalmente hacen un refrito del anterior y se quedan tan tranquilos. Entre eso y que su temática es guerra moderna, que a muchos jugadores no nos interesa en lo más mínimo, es una especie de meme meterse con él. Pero tiene muchos jugadores, si fuese injugable no sería el caso. Los controles seguro que están bien, de hecho. Pero no te recomiendo jugar: solo es un truñaco y no es lo suficientemente malo para que tenga interés en ese sentido. Desde unos años después de que yo naciera, más o menos, diría que los controles empezaron a ser más que decentes en casi todos los juegos. No tenemos, o teníamos, controles por movimiento tan avanzados como los vuestros, hablo de control con mandos analógicos. Igual a ti te resultan infumables, claro.

Gael en realidad no tenía ni la cuarta parte de conocimientos que Noel sobre videojuegos y, muchas de las cosas que sabía, se las había dicho él. Por eso no intervino a la hora de dar explicaciones. Kin, por su parte, escuchaba con interés, comparando la situación con la de su mundo. La producción de videojuegos era claramente mucho más lenta en Irraria, pero tenían siglos de títulos a sus espaldas, y por tanto muchos remakes y refritos también.
—Supongo que no tiene por qué, en Irraria también se usan mandos y los habéis probado. Ese tipo de tecnología lleva muchísimo tiempo sin cambiar, y si aún existe es porque hay nostálgicos y porque es mejor para los ordenadores integrados en los implantes —al decir eso señaló al suyo—. La verdad es que eso de la guerra moderna también me interesa. Me refiero a conocer la Tierra a través de sus juegos y esas cosas. Si ese no es bueno, quizá me podáis recomendar otros más interesantes. Sé que no es fácil escoger y tal, tampoco os pido que le deis muchas vueltas. Intentaré pillar un poco de todo.
—¿Hasta el FIFA? —intervino el fuego fatuo.
—¿FIFA?
—No es que vayas a tener problemas para encontrar alguno, pero no sé yo. —Kin esperaba algún tipo de explicación, por lo que Gael añadió, mirando de reojo a Noel—: Entenderás por qué me hace gracia cuando lo veas por ti mismo.

Tenía sentido que Kin se interesase por todo tipo de juegos y asintió ante su reflexión.
—No soy ningún experto en determinados géneros pero creo que podré aconsejarte más o menos… Si es que me acuerdo. Aprovecharé para hacer investigación acerca de qué ha salido en estos últimos años. Algo me informé cuando usé mi antiguo ordenador hace unos años, pero si vamos con más tiempo en esta ocasión…

Rio con la intervención de Gael.
>>Un juego sobre el deporte más popular de la Tierra —no añadió nada más ya que no quería estropear el “misterio”—. Me aseguraré de que aparte de esas bazofias nos llevemos juegos buenos de verdad. Recuerdo que yo estaba jugando a Skyrim poco antes de que apareciese Doce en mi ventana. Por fin podré terminar ese juego después de todos estos años. Ese sí te lo recomiendo, mira.

Tras charlar un poco más acerca de todas las posibilidades que les ofrecería aquel viaje a la Tierra de “turismo videojueguil” el sueco se dio cuenta de que no habían tratado detalles un poco más importantes.
—A propósito, ¿tienes amuletos de idioma o te prestamos uno? En la Tierra se hablan miles de idiomas, pero solo necesitarás uno: el inglés. Yo puedo chapurrearlo un poco porque lo he vuelto a estudiar, así que te podría prestar el amuleto que tengo sin problema.

Kin tenía curiosidad, pero no insistió, ya que tal como habían dicho ellos, lo vería por sí mismo cuando llegase el momento. Como tantas otras cosas que le producían curiosidad de la Tierra. Aquel planeta era como un viaje al pasado para un irrense, como ver su planeta natal antes de que todos tuviesen que refugiarse en túneles bajo tierra.

Aceptó la recomendación y siguieron hablando un rato de diferentes videojuegos y del propio mundo, hasta que el tema volvió a los preparativos para la incursión.
—Había pensado en comprar uno en el mercado para entender los juegos —respondió a Noel—, estaba esperando a preguntaros a vosotros en qué zona los íbamos a conseguir precisamente por el tema del idioma. Lo que sí me vendría bien es un amuleto para parecer humano, ¿por casualidad tenéis alguno extra? —preguntó, ante el ofrecimiento.
—Le preguntaremos a nuestros amigos, si alguno no va a la Tierra seguramente nos preste el suyo —respondió Gael.
—Eso me ahorraría una pasta, la verdad. Gracias.
—No creo que haya problema. En principio no necesitarías nada más. Abrigarte, porque el portal da a una zona fría, y supongo que nos moveremos por Suiza. Lo mejor va a ser que te pases por aquí otra vez un par de días antes de la cosecha y hablamos de cómo hacemos y ponemos la hora para quedar en el portal. Ya verás qué colas para ir a la Tierra —añadió riendo.
—Quedamos así, entonces —confirmó el raigaurum.

Bueno… Aquí estamos de nuevo, Rocavarancolia. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que decidí tomarme este tiempo sabático? Creo que igual dos o tres meses. O igual no. Tengo una ligera sensación de saber cuánto ha pasado, y sé perfectamente que la cosecha aún no ha pasado —alguien ya me hubiera encontrado de ser así—, pero no podría decirlo con exactitud. La verdad es que si llego a pasarme la fecha ahora mismo estaría muy jodida. Menos mal que no se me ha ido tanto la olla con el tiempo.

Podría estar volando hacia el Cuchitril, pero estoy demasiado cansada para eso y me apetecía andar un ratito más. Igual en realidad solo quiero atrasar un poco mi llegada, no tengo ni idea de qué decirles o qué hacer cuando lo haga. ¿He aprendido algo en este tiempo que he estado fuera? Bueno, sí, un montón de cosas prácticas y esas mierdas por espabilarme por mi cuenta. Pero vamos, no hablo de eso… No he tenido momentos zen ni revelaciones místicas ni nada que me hayan hecho cambiar radicalmente mi punto de vista de la vida ni nada. En general he hecho lo que he querido, he llorado, he reído, he matado, me he maravillado ante algunas vistas y descubierto muchas cosas que no conocía sobre otros mundos. No soy una persona distinta de cuando me marché ni nada de eso, pero supongo que todo en general… me ha venido bien.

Mentí, en realidad sí que sé qué es lo que quiero hacer nada más entrar por la puerta. Estoy hecha un asco, quiero un baño ya mismo. Creo que soy tonta por no haberlo hecho con magia, pero… ¿Supongo que me apetecía descuidarme un poco? Además, se me ocurren pocas cosas más placenteras que pegarse un buen baño y quitarse de encima toda la mugre y la mierda. Espera, Wen estaba montando unas termas… Mierda, no sé si me habré perdido la inauguración. Si las ha abierto ya iré a visitarla. Y como me conozco, diré ya que eso de “visitarla” lo haré unas cuantas muchas veces.

Bueno, aquí estamos. Venga, no te lo pienses, simplemente abre la puerta, pasa y saluda… O algo. Lo que sea. Adentro que vamos.

Oh… No parece que haya nadie.

Esto es… un poco triste y todo. ¿Dónde está my socially awkward moment?

—Me siento engañada. —Esto no era lo que me habías prometido, cerebro estúpido—. Bah, me voy a por ese baño..

Pero primero a dejar el saco este y pillar una muda de ropa. Pero eh, sin duda voy a guardar la que llevo. Es la mejor a la que le he echado el guante este viaje, perfecta para los días en que necesitaba moverme más. Estos pantalones especialmente son la polla. Debo darles un buen lavado y cuidarlos, me han servido muy bien y aún me pueden servir mejor. Por ahora, los dejo aquí en esta silla…

Bueno, creo que llegó la hora. Síiii, agua calentita y lista ideal para…

—Ahhhhhhhh —suspiro. Joder, cómo necesitaba esto.

Qué relax, qué descanso. Estoy en la gloria. Creo que me voy a sobar aquí mismo del gustillo, pero… Me la pela.

Regresaban de llevar a cabo un encargo, haciendo comentarios y compartiendo sus impresiones como cualquier otro día, cuando se dieron cuenta de que había algo extraño en el cuchitril. Un rastro de arenisca y algo de barro seco conducía desde la puerta hasta unos zapatos bastante sucios que estaban tirados al lado de las escaleras. Nada de aquello estaba allí cuando se habían marchado. Por la talla, no podían pertenecer a Toima o Tania, no eran lo suficientemente grandes ni pequeños, y Wen tampoco iba a regresar hasta mucho más tarde.
—Espera, no me digas que… —dijo, sorprendido, mirando a sus compañeros—. ¿Adara?

Al subir las escaleras se veía la puerta de su cuarto entornada, pero no estaba allí.
—¿Adara? —repitió, escrutando el interior de la habitación. Había ropa y equipaje repartidos por el cuarto, y los ojos del fuego fatuo se iluminaron.

El sueco entró después que Gael y se descubrió tropezando con algo en medio del salón que no debería estar ahí. Tuvo que hacer una cabriola muy poco elegante para evitar saludar el suelo de la casa desde demasiado de cerca, llevándose por delante una silla que provocó un estruendo considerable. Una vez consiguió detener lo que podía ser una cadena de catástrofes se quedó mirando qué era lo que había provocado aquel pseudo accidente doméstico con el ceño fruncido. Su expresión se suavizó al entender qué significaba el equipaje allí tirado y lo recogió antes de subir escaleras arriba. Se reunió con Gael, que parecía estar buscando lo mismo que él.
—Adara, está bien que aprovechases la ausencia para conseguir magia, pero poner trampas a tus propios amigos y compañeros de casa está un poco feo —dijo alzando la voz para asegurarse de que le oía estuviera donde estuviese.

Giz entró el último, abriendo la gola en el mismo momento en el que notaron que algo no andaba bien. No se había esperado el tropezón de Noel y tuvo que frenar a duras penas para no acabar provocando una caída en cadena. Entre aquello y que no percibía nada grave (nada que indicara allanamiento, vaya), se permitió una carcajada. Como a los humanos, al asreniano no le costó mucho unir los puntos para intuir lo que de verdad ocurría. Hacía mucho tiempo desde que dejó de confiar en el olfato como su sentido primario (desde que le creció la gola), pero en este momento aspiró y recibió un aroma familiar.

No pronunció el nombre de la ángel negro porque ya lo habían hecho otros, pero en la sonrisa que se le dibujó quedaba claro lo mucho que se alegraba por su vuelta. Subió tras Gael y Noel, flotando a sus espaldas gracias a un hechizo recién activado.

¿Eh? ¿Qué? Shhhit… al final me quedé sopa. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Bueno, el agua aún está calentita, así que imagino que no mucho.

Es esa la voz… ¿está hablando Noel? Ya me parecía a mí que había oído mi nombre antes. Bueno, supongo que debería levantarme y no sé, salir a saludarles y eso. Pero primero…

—Uugnhhh —mierda, no me sale la voz—. ¡Un momento, estoy en el baño!

Agh, me duele la cabeza. Creo que la siesta me ha sentado más mal qué bien, tengo la sensación de que necesito tirarme en la cama e hibernar hasta el día de cosecha. Venga, para de quejarte, lávate de una puta vez y vístete. Dejé la ropa ahí cerca… Algo sencillo de vestir, no es plan de complicarse la vida ahora. Joder, menudos bostezos suelto.

En fin, ya está hecho, vamos allá. No parece que estén esperándome fuera, supongo que estarán abajo…

—Bueno, aquí me tenéis —digo al llegar.

La verdad es que no sé qué más hablar. Me han pasado cosas, claro, y hay anécdotas que contar por un tubo, pero no creo que lo mejor sea empezar a hablar de eso ahora mismo. Casi prefiero que me empiecen a preguntar ellos primero. Giz, Noel y Gael, todos me miran directamente. No sé qué ven en mí, igual nada nuevo, igual una persona totalmente distinta. Igual estoy más potentorra ahora con todo eso de vivir por mi misma, medio en la naturaleza y todo eso. No es como si pudiera decirlo por mí misma. Al menos no creo que haya perdido peso, que bastante delgada estaba antes.

—Os veo igual que siempre. Supongo que eso es bueno —no puedo evitar sonreír ligeramente.

Gael tuvo que contener la risa al ver la casi caída de Noel. Aunque no estaba bien que Adara hubiese sido tan descuidada, al menos les había dejado un indicativo de que había vuelto. La ángel negro respondió desde el baño, y Gael recordó los zapatos llenos de tierra.
—¡Luego nos lo cuentas todo! —Alzó la voz para que los oyese, y luego se dirigió a las escaleras. Era mejor esperar abajo—. ¿La habéis oído? Parecía sobada. Espero que esté mejor.

Gael fue a la barra y se sirvió una cerveza. Pronto tendrían que empezar a hacer la cena, pero prefería esperar a la ángel negro para que escogiese el menú. Esa noche celebraban su vuelta.

—¡Adara! —exclamó en cuanto ella bajó las escaleras. No se la veía diferente, pero a la vez sí. No había sido mucho tiempo, a fin de cuentas. Lo importante era que se sentía lo bastante bien como para regresar.
»Bueno, es que por aquí no han pasado muchas cosas dignas de mención —le respondió—. ¿Quieres algo de beber? —Contenía las ganas de atosigarla a preguntas. Quería dejarle espacio y ver cómo reaccionaba, saber cómo se sentía realmente la ángel negro.

Siguió al fuego fatuo escaleras abajo, todavía cargando con parte del equipaje de Adara que finalmente dejó en una esquina para evitar más accidentes como el suyo.
—No sería la primera vez que se echa la siesta en remojo —respondió con una leve risa.

Le pidió a Gael que sacase otra cerveza para él y esperaron con paciencia a que la ángel negro decidiese presentarse ante ellos por fin. Una vez la tuvo delante le dedicó una breve mirada examinadora: estaba como siempre, pero no como cuando se había ido. Estaba seguro de que Adara había vuelto en más de un sentido, pero primero debía oírlo de su propia boca. Compuso una sonrisa socarrona ante su observación.
—La familia nunca cambia. Verdad, ¿don Lagartone? —señaló a Giz con un gesto vago, que todavía no se había pronunciado—. Tal y como dice Gael, seguro que tú tienes muchas más anécdotas que compartir que nosotros. Tuvimos algún que otro encargo, acabamos de llegar de uno, de hecho. Un robo por aquí, un asesinato por allá, que si torturad a este individuo para que me devuelva lo que me debe: ya sabes, el negocio de siempre.

—IPA —respondo a la pregunta de Gael.

Una buena cervecita es lo que me apetece después de un buen baño, sin duda.

—Sí, puedo imaginar que por aquí lo de siempre… Que no es algo malo. En cuando a mí, bueno, un montón de cosas como os podéis imaginar. Os las iré contando según vaya viendo. Ahora mismo podríamos decir que estoy demasiado cansada para eso. —Respiro hondo unos segundo antes de seguir—. Pero, la verdad, creo que en general me ha venido bien.

Podríamos decir que eso es algo de lo que me acabo de dar cuenta, de alguna forma. Me he marchado cuando debía, he vuelto cuando me apetecía… Y en el proceso han pasado muchas cosas que de alguna manera… Bueno, no sé, pero creo que me ha ayudado a crecer y todas esas mierdas. Cómo sea, no se me da bien pensar en estas cosas. Aquí estoy y estoy bien, de alguna forma.

—¿Qué me decís de un abrazo de bienvenida?

Giz no había hablado, pero no se le iba la sonrisa de la cara. Finalmente soltó una carcajada al escuchar a Noel llamarle por su apodo de mafioso y trató de poner gesto solemne.

—En absoluto —la seriedad no apareció en su tono, por mucho que quiso.

Cuando se acomodó en el salón, a la espera de la ángel negro, se sentía lleno de positividad. Miraba a Gael y a Noel con entusiasmo, con la alegría de volver a ver a una persona a la que has echado de menos. Rocavarancolia no solía andarse con medias tintas y, muchas veces, las personas que se iban no volvían nunca. Sabía que no sería el caso de Adara,  pero le gustaba comprobarlo de primera mano.

La humana parecía contenta, revitalizada, y su gesto apagado y perdido quedaba, en parte, en el pasado. No sabía si se había recuperado del todo (tampoco sabía si aquello era posible), pero la mejora era evidente. Suficiente por ahora.

Se levantó en cuanto oyó la mención al abrazo y dio un paso hacia ella con los brazos abiertos.

—Cuidado con las alas —bromeó.