El Cuchitril

Giz tuvo que reprimir las lágrimas cuando Nasher... No, cuando sus restos hablaron. ¿Eso era lo último que escucharía en su voz? ¿El miedo a morirse (irónicamente)? Respiró hondo varias veces mientras sus amigos tomaban la palabra. «¿Qué te han hecho, Nasher?» se preguntó a sí mismo. Su sangre... ¿Por qué preguntaba por ella? El mordisco no era de un vampiro, no le encajaba con ninguna especie cosechable, y no parecía que se la hubieran drenado para alimentarse. «Resizsan...». Dirigió una mirada preocupada a Wen.

―Quien sea que lo ha hecho no lo habrá matado en Krabelin si tiene dos dedos de frente. Si no, que se dé por muerto ―contestó primero a Noel, luego se dirigió a Adara―. Todo es posible ahora mismo.

Suspiró. La voz le temblaba y él se lo notaba. Se lo recriminó en silencio, de manera imperceptible para ninguno de los allí presentes. Luego carraspeó y añadió:

―Necesito salir a tomar el aire. Si no os importa, creo que esperaré fuera ―porque Giz tenía claro que la siguiente parada sería la explanada, minutos más o menos tarde.

Wen se mantuvo en un segundo plano mientras le suministraban la poción al cadáver de Nasher. Que ella hubiera elegido estar ahí no quería decir que quisiera estar en primera fila cuando aquello ocurriera, pero eso no evitó que escuchara alto y claro las palabras de Nasher. No es que la británica esperara sentir alguna emoción positiva al oir como se corroboraba lo que ella había dicho en un principio sobre la implicación de Resizsan, pero tampoco esperaba que la confirmación fuera como una bofetada cuando ella había sido la primera en poner el nombre del ranta sobre la mesa. Sí, Wen había estado completamente convencida de ello, incluso se había molestado cuando sus amigos no parecían creerla, pero en el fondo deseaba que no fuera así, que Resizsan no hubiera tenido nada que ver y que su imagen, su sádica risa, su ruido y él hubieran seguido tan muertos como lo habían estado el día anterior, que no hubieran resurgido para ser, de nuevo, la pesadilla y amenaza de Wen. Y, según parecía, también de sus amigos.

- Puede que...- comenzó a decir, pero sentía la boca tan seca que tuvo que aclararse la garganta y tragar saliva antes de poder continuar-. Puede que alguna bestia salvaje le haya atacado en Krabelin antes de su asesinato. Ha dicho "muerde". A lo mejor eligió ese momento para matarlo, cuando se encontraba en otro mundo y herido,... vulnerable- aportó, aunque su voz sonaba casi como si se encontrara en trance y no como si estuviera dando una opinión real.

Su mente no podía dejar de pensar en Resizsan y cómo había decorado las paredes de su, por entonces, habitación con la sangre del nublino. ¿Para eso querría la sangre de Nasher? Por un momento Wen vio en su mente a los actuales cosechados residentes en Maciel entrando en su antigua habitación, encontrandese las paredes pintadas con la sangre de Nasher y al ranta en medio fumandose un cigarro y no pudo evitar darle una arcada.

Gael se quedó sin palabras. Empezó a respirar de forma demasiado pesada y demasiado rápida, en parte por el cansancio, en parte por la ansiedad. «Pero… ¿pero qué demonios está ocurriendo aquí?». Dirigió miradas confusas a sus compañeros, que empezaron a hablar de cómo proceder. En esencia, no había cambiado nada, tenían que hacer lo mismo, con la excepción de que ahora cabía la posibilidad, aunque fuese remota, de que no hubiese sido asesinado en la ciudad. Pero lo que sí había cambiado era que tenía que tomarse totalmente en serio las acusaciones de Wen. No era posible que fuese una casualidad, fuese lo que fuese. Incluso si Adara tenía razón. El ranta tenía que estar muerto, pero también conectado con el caso de alguna manera. Eso, o alguien se había tomado las molestias de no dejar ni un cabo sin atar a la hora de crear aquel engaño.

—Entonces… vayamos a la explanada ya, antes de que cambie el turno de los guardias. Podéis ir saliendo, yo me encargo de recoger.
Giz estaba fuera, y Wen tampoco parecía encontrarse nada bien. No creía que le viniese bien quedarse allí dentro mucho más. El ambiente era muy desagradable, aunque solo fuese por lo que acababa de suceder. Se encargó de apartar todo del medio y cubrir el cuerpo de Nasher con una sábana antes de salir. A la vuelta decidirían qué hacer con él, pero no quería dejarlo de cualquier manera. Al menos en el taller estaría seguro.

Gael no dijo nada ni durante el camino. Hasta que no hablasen con los guardias de los portales prefería no seguir haciendo cábalas, lo que no quería decir que su mente no bullese de ideas.

Sigue en la explanada de los portales.

Una vez de vuelta, Giz no perdió ni un segundo en comprobar si Nasher era el dueño de la sangre, lo cual se reveló como cierto. Lo comunicó a sus compañeros con voz pesarosa y guardó silencio. Mientras su mente bullía entre recuerdos dolorosos, teorías cogidas con pinza y diferentes métodos para unir las piezas y resolver el rompecabezas que se les había presentado esa noche. Su esencia de goliat le permitía mantener cierta claridad mental aun a pesar de la pena y el luto.

La siguiente vez que abrió la boca, fue para traer a colación un tema difícil:

—¿Qué haremos con su cuerpo? Nasher habría querido que lo honraramos a la manera de nuestra especie —dijo a sus amigos. Tenía un nudo en la garganta, nacido de no querer despedirse—. Pero entiendo si os resulta difícil participar en algo así.

Giz compartía cultura con Nasher, sabía los razonamientos que habían llevado a los Mirie Kitade a comerse entre ellos. Ya había comido amigos antes, de hecho, y aun así, entendía el recelo del resto de culturas con el ritual. Él mismo sentía cierto recelo a tragar su carne, acostumbrado a los entierros y a las cremaciones en Rocavarancolia, pero quería respetar los deseos de Nasher.

Es raro.

No es que nos hayamos encontrado nada que no nos esperáramos: nos hemos encontrado precisa y exactamente lo que esperábamos. Y eso me parece… ¿extraño? Y no es que Noel sea el único entre nosotros que sepa seguir un rastro, puedo confirmar yo misma que no se le ha ido la cabeza por el sueño o algo parecido. O han hecho bailar al pobre de forma muy extraña, o realmente había ahí dos asrenianos. Aunque la sangre solo pertenecía a Nasher. Y a ver, no es que fuera precisamente un niño de teta, sabía cómo vender cara su piel. Es como el perfecto asesinato imperfecto, lleno de rastros y con un asesino claro. No, aquí algo se nos escapa.

Pero bueno, estamos de vuelta. Toca retomar en lo que podamos nuestras vidas, al menos hasta mañana. Eso en caso que podamos dormir más, que lo dudo. Mientras estamos en el salón principal, juntos pero sin hablar, Giz saca algo que no se me había ocurrido. Agh, esto es complicado, mucho.

―Puedo… hacer un esfuerzo ―respondo vacilante. Él me entiende, sin duda―. Ni que sea pequeño, lo haré por él.

Noel tampoco volvió a decir nada más hasta la vuelta al cuchitril: estaba de acuerdo en que no tenía sentido seguir allí y estaba claro que ninguno tenía la cabeza como para seguir buscando pistas. Era improbable que pudiesen hacer mucho más sin sentarse y poner todas las cartas sobre la mesa e intentar dilucidar algo entre todos con los datos que tenían. Aunque, si lo pensaba fríamente, habían sacado algo en claro: fuese cual fuese la realidad, era evidente que el asesino de Tsusu tenía que ser el mismo.

De nuevo junto al cadáver que hasta hacía tan solo unas horas había sido Nasher. Por suerte ya no tenían que volver a hacerle hablar, porque aunque no se arrepentía en absoluto de la primera vez no creía que pudiese soportar volver a escuchar su voz aterrorizada, evocando de nuevo los horrores que rodeaban su muerte. Pero lo que venía a continuación resultaba casi igual de chocante. Hasta que Giz no hizo mención a ello no había estado pensando en los ritos de paso de los asrenianos. Los conocía de sobra, incluso si el goliat ya no se aferraba a sus creencias desde hacía muchos años, había pasado su criba junto a dos asrenianos y no le era un concepto ajeno en absoluto. Tener que verse en la situación de respetar los deseos de Nasher, el que había sido un buen amigo para ellos, era algo bastante distinto. De todos modos no dudó cuando respondió a Giz.
—Lo mismo —dijo tras Adara—. Si es lo que él hubiera querido seremos la tribu que le ayude a encontrarse con Nassandra.
Tal vez el sueco fuese completamente escéptico ante cualquier tipo de creencia religiosa, pero respetar los deseos de un amigo era mucho más importante que una diferencia de opinión.

Gael estaba preparado para lo que iban a revelar las pruebas de Giz, sin embargo eso no le impidió sentir angustia. Estaban en un callejón sin salida, con la vida de más personas del grupo en juego, y necesitaban encontrar más pistas cuanto antes. Antes de proceder a ningún rito funerario debería echarle un último vistazo a Nasher, por si encontraban alguna pista, lo que fuese.

Precisamente de ritos funerarios era necesario tener una conversación. Giz expuso lo que Nasher habría deseado y a Gael se le formó un nudo en la garganta. Sentía un increíble rechazo hacia la idea, pero no podía negarse. No iba a ir contra los deseos de su amigo, pero esperaba que bastase con colaborar de forma simbólica. Tal vez a Kae no le importase hacerse cargo de la mayor parte del rito, pero no creía que ni para ella fuese a ser tan fácil.
—Cuenta conmigo. Por Nasher —añadió para convencerse a sí mismo. En aquel momento no sabía de dónde sacar fuerzas para fingir entereza. Estaba destrozado tras vivir todo lo que acababa de sucederles.

Wen siguió al grupo de nuevo al Cuchitril, cabizbaja y muy afectada por toda la situación. La vouivre solo quería echarse a dormir y despertar descubriendo al día siguiente que aquello solo había sido una terrible pesadilla. Con un respingo recordó que todo aquello había empezado precisamente con eso, con una pesadilla, con la vuelta del ruido, y se estremeció de nuevo al recordarlo.

- Sí- contestó a una pregunta que en realidad no había terminado de formularse-. Es lo que Nasher quería, es lo que Nasher tendrá. Al menos en lo que a mi respecta.

Para Wen sería la primera vez en probar carne de un ser inteligente y probablemente la simple idea debería darle asco, pero ella solo podía recordar a Nasher tumbado en el muro del patio del torreón Letargo comiendo grillos antes de una salida y comiéndose a uno de sus compañeros asesinados a la vuelta de otra.

Todos estaban de acuerdo y accedieron a participar en mayor o menor medida. En el fondo, Giz se sintió aliviado de que así fuera. Les dio las gracias y comenzó con los preparativos del ritual, que no comenzaría hasta que estuvieran todos los interesados y se hubieran asegurado de que no quedaba más información que extraer del cadáver. Lo más difícil de todo fue el cocinado. Ver cómo una de las personas a las que más quería acababa desmenuzada en un caldero, hirviendo, mezclada con especias y otros alimentos.

Cuando se sirvieron los platos (cada uno a la medida del comensal), a Giz le costaba ver la carne como veía a Nasher. Parecía solo comida. Lo más difícil lo llevaba por dentro, con los recuerdos que intentaba reprimir para no llorar o la rabia que mantenía en un segundo plano para no gritar a nadie en concreto. El goliat intentaba poner en primera fila sus proyectos genemágicos en un intento de distraer a su propia conciencia de ideas más dañinas.

Como a todos, le aguardaban días duros por delante. Giz aprovecharía cualquier excusa para mantenerse distraído y entero.

(Temporalidad: entre la incursión a Krabelin por parte de Kimbra en la que hace uso del amuleto y la muerte de Nasher).


Koval le había indicado el lugar y horario en el que podía encontrarlo cuando quisiera comenzar con sus clases de nigromancia y ella le había tomado la palabra, así como sus recomendaciones y por ello se encontraba aquella mañana en la puerta de su taller con Ámarok tras ella cargando con cadáveres y miembros de distintos animales a los que ya les había sustraido los fluídos, más como práctica que por necesitarolos.

Siguiendo el protocolo de visitas que le habían enseñado, la demonio tocó la puerta y esperó pacientemente a que Koval le abriera.

- No sabía que miembros o partes del cuerpo serían las adecuadas para una primera clase, por lo que he traído una variedad- le informó una vez le recibió.

Gael tarareaba mientras le tiraba al cerdo los pedazos que le iban sobrando del proyecto que tenía entre manos. Estaba tan centrado en su trabajo que lo sobresaltó que llamasen a la puerta. Imaginó que no sería ninguno de los cuchitrileros porque, una de dos, o habrían entrado sin llamar o lo habrían hecho ir al cuchitril usando el comunicador. Por eso se limpió las manos rápidamente antes de abrir la puerta.

Puso cara de sorpresa al ver a la hija de lunas al otro lado de la puerta, no tanto por su visita como por la pila de carne que traía consigo. Gael estaba seguro de que aquella novata no era de las que hacían las cosas a medias, así que seguramente le iría bien en la ciudad.
—¡Hola! —la saludó efusivamente—. Pasa, pasa. Ahora mismo hay bastante sitio dentro, aunque sí que te has pasado un poco con la cantidad —bromeó.

En parte, Gael estaba encantado de que alguien quisiese aprender de él y por eso había recibido la visita de Kimbra con euforia. Pero otra parte de él era un mar de dudas. ¿Era capaz de enseñar, para empezar?
—¿Qué te parece el taller? Puedes preguntarme qué es cualquier cachivache que veas —le dijo, intentando romper el hielo—. No sé por dónde querrías empezar, pero ya tengo preparada la lista con mis libros de cabecera. — Tras decir aquello se puso a revolver en los cajones de una cómoda, hasta que sacó un papel con varios títulos escritos que le tendió a la rakshasa.

Kimbra lanzó un hechizo de intangibilidad sobre Ámarok y su carga cuando vio que el taller tenía espacio suficiente como para que su montura cupiera sin problema y le hizo pasar por la puerta, la cual no era lo suficientemente grande. El kerlax ya se había acostumbrado a recibir aquellos hechizos puesto que vivía en una habitación a la que no tenía otra manera de entrar, pero al principio si que había resultado algo dificil para él, ya que no encontraba ningún tipo de lógica animal a intentar atravesar una pared sin tocarla para salir de una habitación.

- Es bastante adecuado. El espacio y la proximidad a tu hogar lo convierten en un buen lugar de trabajo. Si en algún momento decido mudarme de la torre, lo más probable es que siga tu ejemplo.

Con agradecimiento recibió el papel con los nombres de los libros de Koval y lo guardó en su morral, para luego comenzar a liberar a su montura de su carga.

- Espero poder encontrarlos todos en la biblioteca de la torre. Todavía estoy poco familiarizada con los libros y me resulta más costoso la búsqueda en la gran biblioteca. No puedo disponer del tiempo de Irianna más de lo que ya lo hago que es quien me suele ayudar- comentó mientras trabajaba. Normalmente sería un tipo de pensamiento que se hubiera guardado para sí misma, pero según lo que había estado aprendiendo, era común exponer pensamientos poco profundos a las personas conocidas cuando se sentía comodidad con ellos y desde hacía un tiempo Kimbra había comenzado a dejar de reprimirlos intencionalmente hasta el punto en el que a veces surgían de forma natural-. Por el momento, además de los cuerpos, he traído algunas notas que tomé de los libros sobre el tema que he tenido la oportunidad de leer y comprender hasta cierto punto. Son ideas bastante vagas y la mayoría de ellas no creo haber llegado a comprenderlas del todo, por lo que he pensado que quizás podría ser un buen punto de partida.

De el mismo bolsillo en el que había metido la lista, la demonio sacó un fajo de papeles cuidadosamente doblados por la mitad, pero cuyas puntas se habían arrugado considerablemente, y se lo entregó a Koval esperando que pudiera guiarle y explicarle los puntos que le habían resultado más complejos.

Gael fue a echar al cerdo al patio para que no molestase y después observó cómo Kimbra manejaba a su montura para meterla en el interior del taller. Era una suerte que se hubiera encargado de hacerlo amplio.
—Si te dedicas a esto lo mejor es tener tu propio sitio. Cuando empecé, en Serpentaria, había quejas de malos olores —rió—, y en la posada lo mismo, por eso acabé trabajando aquí. Pero tener espacio es importante, también. Por cierto —añadió—, imagino que este… que tu animal sabe comportarse, ¿no?
Tenía varias de sus quimeras donde se encontraban, y también su estantería con libros. Pero suponía que la hija de lunas no lo habría metido allí de no ser así.

—Es una lástima que no te entiendas con la biblioteca —dijo después—. Porque todos los libros de la lista, o casi, están allí. En Serpentaria puede que tengas alguno, y yo puedo prestarte los que he comprado, si no los necesito en ese momento.

Lo siguiente que le mostró Kimbra fueron los frutos de sus estudios hasta el momento. Gael cogió los papeles y los hojeó deteniéndose en las cosas más complicadas que había revisado. Se veía que sabía ponerle empeño a lo que hacía, aunque había estudiado teoría más compleja de lo que debería, tal vez.
—Algunas cosas que has estado leyendo son algo avanzadas para empezar. A mí me resultó de mucha ayuda asentar primero unas bases y a partir de ahí complicar cada vez más la cosa. En la lista que te he dado los grimorios están ordenados por dificultad, es mi orden de lectura recomendado.
»Pero no te habría dicho lo de traer cuerpos si no creyese que es más importante la práctica que la teoría. ¿Prefieres empezar por devolver a la vida a animales pequeños sin cláusulas específicas de comportamiento o prefieres aprender a manipular los cadáveres? Puedo resolver tus dudas a medida que surjan si pones en práctica lo que sabes.

Koval le preguntó si Ámarok sabía comportarse y el kerlax guñó como si se sintiera ofendido, auqnue bien podía haber sido por desagrado hacia el desconocido.

- Ámarok es disciplinado y, si bien sigue siendo un animal, es más inteligente que otros de su misma categoría- le indicó con la intención de evitar que viera a su montura como una amenaza-. Y no creo que haya problemas con los libros, creo poder defenderme si la ocasión lo requiere.

Koval comentó sobre el nivel de sus notas y le indicó que algunas eran demasiado avanzadas por el momento, algo que Kimbra ya sospechaba debido a la complejidad de los conceptos.

- Si no fuera mucha molestia, querría comenzar con las partes de devolver a la vida a una criatura, ya que es lo que más me intriga del proceso. Ha diferencia de manipular cadáveres, es algo que nunca he tenido la oportunidad de hacer.

Una vez solventada la duda sobre la montura, a la que tuvo la impresión de que había ofendido, por extraño que pareciese, se dispusieron a pasar a la práctica. A Kimbra le interesaba especialmente la parte más divertida, para el fuego fatuo, pero también la que podía costar un poco más. Si bien ambas requerían ser metódico, cortar y coser terminaba por ser mucho más lento. El encantamiento que iba a llevar a cabo la rakshasa era realmente simple, pero Gael sabía que no le había parecido así la primera vez que se había enfrentado a él.
—Tengo una habitación habilitada para trabajar, vamos ahora para allí. —Mientras decía aquello se impulsó en el aire y alcanzó un libro de la parte superior de la estantería, un grimorio que hacía ya tiempo que no consultaba por contener solo hechizos de iniciación y sus cláusulas. Después, se acercó a los cuerpos que había traído Kimbra y escogió un pequeño roedor para la prueba—. Cuanto menor es el animal, menos magia consume y mejor es para hacer pruebas. Que sea muerto reciente también ayuda, aunque seguro que todo eso ya lo sabes.

Instó a la hija de lunas a que lo siguiese con un gesto de cabeza y la guió a la parte del taller donde tenía el material específico para manipular cadáveres: había una mesa grande en el centro de la habitación, y pegados a las paredes armarios con artefactos de corte y sutura, un par de jaulas, una mesa de menor tamaño y un cubo de basura considerablemente grande. La mesa central estaba ocupada por una quimera en construcción, que el fuego fatuo apartó con cuidado hacia la segunda mesa haciéndola levitar y luego limpió la primera con un hechizo.
—Listo. —Tendió el cuerpecillo delante de Kimbra y abrió el libro directamente en el hechizo—. La teoría ya la has estudiado, pero para este hechizo concreto se reduce a poca cosa.

Koval procedió a resumir los preparativos previos necesarios. Había que asegurar el cuerpo por si se despertaba agresivo, cosa que no era infrecuente, y había que asegurarse de que el cadáver no tenía daños internos graves, que era un requisito de aquel hechizo. Los libros tendían a darle demasiadas vueltas a las cosas para su gusto, por lo que a veces le entraban ganas de tachar párrafos enteros y resumirlos en una única línea.
—¿Alguna duda antes de proceder? —preguntó a la vez que retrocedía un poco para cederle espacio en la mesa a Kimbra.

Mientras Koval levitar para coger un libro, Kimbra observó el taller anotándose mentalmente todas las características y detalles que podían ser útiles para un futuro taller del que sería propietaria, pero en seguida las palabras del fuego fatuo la distrajeron. Koval comenzó a explicarle que el tamaño del animal tenía que ser menor para que fuera más fácil y requiriera menos magia el hechizo, además de que el cadáver resultaba más útil cuanto más reciente fuera su muerte. Aunque Kimbra ya conocía dichos detalles, no consideró prudente hacer referencia a ello aunque Koval sí lo hizo. Puede que conociera aquellos detalles, pero sabía que había otros muchos que no y prefería repasar aquellas cuestiones o perder alguna por pasarla por alto.

Koval le guió hacia otra zona y, tras despejar y preparar la mesa de trabajo, comenzó a explicarle el procedimiento a seguir y los pormenores. El nigromante abrió el libro enseñándole el hechizo y se alejó para dejarle espacio antes de preguntarle si tenía alguna duda y Kimbra expuso alguna de estas, más por corroborar la respuesta que por desconocerla.

Concentrándose, la engendro repitió algunas palabras y movimientos y solo cuando estuvo segura de haberlos dominado se dispuso a intentarlo. Tras el primer intento, no ocurrió nada y Kimbra frunció el ceño confundida. Miró a Koval como buscando respuestas y luego miró de nuevo el libro y releyó el hechizo. Sin desanimarse, volvió a intentarlo de nuevo. En el segundo intento el pequeño animal revivió chillando y Kimbra hizo un amago de sonrisa ante su logro.

Gael observó expectante el primer intento de Kimbra, y se dio cuenta del error que había cometido al recitar el hechizo, pero no la interrumpió y la dejó terminar. La práctica venía bien, y si no la dejaba terminar de recitar no practicaría el resto del hechizo. Además, ella misma debía darse cuenta de en qué parte de había equivocado. El fuego fatuo creía que era más útil aprender por prueba y error que a partir de teoría pura.

Cuando terminó de recitar y no funcionó pareció confusa, pero sin que Gael llegase a decir nada, ella misma encontró el error. El fuego fatuo sonrió.
—Prueba de nuevo. —Quitando aquello, lo había hecho realmente bien. Era muy probable que su siguiente intento resultase exitoso, pero pensaba que era mejor no decir nada al respecto y dejarla trabajar sin meter presión.

Fue exactamente así como salieron las cosas. El estudio previo de la rakshasa había dado sus frutos, se notaba que estaba familiarizada con los hechizos y los conceptos. Gael volvió a sonreír. Admiró la rapidez con que aprendía Kimbra, con una pizca de envidia al olvidar tener en cuenta que él había sido más joven cuando había empezado.
—¡Enhorabuena! No sé otros, pero desde luego yo no lo conseguí a la segunda precisamente. A veces te engaña el estado del cadáver, ese fue uno de mis problemas, de hecho. —El fuego fatuo se acercó a examinar el roedor. Su vitalidad quería decir que había sido un cadáver bastante fresco, y sus instintos parecían intactos. Existía una modalidad tremendamente simple que dejaba a los animales en estado vegetal al devolverlos a la vida, pero su utilidad era mera práctica y Kimbra no necesitaba empezar por algo tan básico después de todo lo que había estudiado—. ¿Quieres seguir practicando o prefieres hacer otra cosa? Por experiencia, no conviene realizar muchos hechizos seguidos, pero de momento solo ha sido uno.