El Cuchitril

Apenas se entretuvieron con el comerciante. Gael estaba más preocupado por Adara que por darle conversación a Kokos, pero no quería que se notase demasiado. Fueron correctos con él y le escucharon, pero no alargaron el trámite del pago más de lo necesario. El fuego fatuo tampoco tenía muchas ganas de saber qué pasaría con Doble y, cuanto menos tiempo pasasen allí, menos ideas se formarían.

Apenas necesitaron ponerse de acuerdo Giz y él, en cuanto pudieron salir de la tienda se teletransportaron al cuchitril, donde Adara y Noel ya debían de llevar un rato. De hecho, al llegar, vieron al draco esperándolos fuera, lo que le resultó preocupante.
—¿Y Adara? ¿Está dentro o se ha ido? —preguntó a modo de saludo. No tardaron en obtener respuestas, y el fuego fatuo puso mala cara. Pero quizá era bueno que Adara explotase de una vez, que se abriese y explicase lo que le pasaba. Siendo optimistas, la situación solo debería mejorar a partir de aquel punto. A pesar de todo, miró a sus amigos para armarse de valor antes de cruzar la puerta del cuchitril.

Giz fue, como siempre, parco en palabras antes de desaparecer de la tienda de Kokos. Como Gael, estaba preocupado y su principal interés en ese instante era volver a la taberna que era su casa. El teletransporte fue instantáneo. Los bajos fondos desaparecieron de su vista y se alzó ante ellos el cuchitril. Noel los esperaba en la puerta y, antes de escuchar lo que tenía que decirles, los pelos de la nuca se le erizaron.

Por suerte, Adara estaba dentro y estaba “bien”; bien en el sentido de que estaba viva y dispuesta a hablar de lo que le pasaba. Estaba dispuesta a hablar de que, precisamente, no se encontraba bien, lo que para Giz era el paso más difícil de dar. Quizás también el más valiente. El goliat esperaba que aquello le diera el empuje suficiente para seguir andando, para alejarse de lo que fuera que rondara su mente y abandonar así la inercia.

Entró a la casa y fue directo al salón, donde se encontró a la ángel negro dormida. Sonrió con cierta tristeza, por verla “tranquila” y se giró a Noel y Gael.

—¿Deberíamos despertarla? —susurró.

…

…

¿Eh?

Oh, vaya…

Creo… Me había dormido. Sí, seguro. Y estaba soñando algo… No sé el qué, pero algo seguro. Agh, qué rabia me da cuando no me acuerdo.

No estoy sola. Claro, me había quedado pendiente… Pero ya hay más gente. Bueno, en realidad faltan unos pocos, pero esto por ahora… servirá. No debería atrasarlo más, siento que es ahora cuando debo hablar. Me siento en el sofá, debería dejarles espacio por si quieren estar más cerca… O algo.

—Bueno- —Ay, mi garganta, que no tengo voz. Pongo una mano sobre el pecho y carraspeo. Menuda forma de empezar, qué vergüenza.

»Probando. ¿Bien? —Ahora me sale. Que iba a decir yo…— Ah, sí. Esto… Que bueno, nada que no sepáis ya. Estaba mal y…  Vaya, sigo estando mal. Me estoy explicando de culo. Lo siento.

No me había dado cuenta, pero mientras hablaba me he agarrado un mechón de pelo y lo he estado retorciendo entre los dedos. Tanto dará.

—Sí, ya sabéis que hubo la pesadilla y pasó lo que pasó y de alguna forma me afectó. Supongo que son esas cosas de sentirse derrotada e insegura de mis capacidades y todo eso… Ni yo misma sé cómo explicarme. Igual necesito unas vacaciones. O igual solo tiempo. O yo qué sé.

Me tiemblas las piernas, no puedo. Trato de respirar hondo y de paso les dejo hablar un poco. No sé, igual dejarse ayudar es bueno y esas cosas.

—Está dormida, por eso os estaba esperando aquí.
Respondió primero a la pregunta de Gael antes de comenzar a resumirles lo que había ocurrido desde que salió tras ella hasta que finalmente cedió al agotamiento en el sofá del salón. Les explicó que no había querido entrar en detalles hasta que no volviesen, pero les dijo también que no era demasiado difícil imaginarse qué le podía pasar. Prefirió no ahondar mucho en ello, no obstante, ya que debía ser la propia ángel negro la que pusiese en palabras exactas cómo se sentía. Acordaron dejar que se despertase por su propia cuenta y entraron tratando de no hacer ruido.

Estaban sentados en la mesa de salón cuando escucharon a Adara revolverse en el sofá. A la ángel negro le llevó varias horas despertar finalmente y no les había quedado más remedio que esperar con paciencia. Cuando la ángel negro se sentó con intención de hablar, Noel volvió al sillón que había ocupado inicialmente.
—Tranquila, tómate el tiempo que necesites —le dijo cuando ella aseguró no estarse explicando bien.
Sabía perfectamente lo complicado que podía ser contar algo así y lo último que necesitaba la ángel negro era presión.

Aunque su explicación seguía siendo un tanto imprecisa y casi parecía que no quería darle importancia, a Noel le bastó para sentir un ardor en el pecho, acordándose de todas las ocasiones en las que se había sentido de forma parecida. Después se fijó en el temblor de las piernas de Adara y la sensación aumentó. El draco se llevó inconscientemente un puño al pecho y dejó escapar una exhalación más fuerte de lo normal. Cuando fue consciente de sus propios gestos trató de relajar su lenguaje corporal. No sabía muy bien cómo responderle. Nunca hubiera imaginado que Adara pudiese sentirse de aquella forma. Siempre parecía segura de sí misma, al menos mucho más que él, algo que había envidiado con frecuencia de ella. ¿Qué habría cambiado para la ángel negro para que en ese momento estuviese al borde de un ataque de ansiedad y expresando aquella clase de dudas?

—Adara, yo… —consiguió encontrar su voz de nuevo, no queriendo prolongar un silencio incómodo y malinterpretable—. Creo que sé lo que quieres decir. Probablemente tengas razón y necesitas tiempo o despejarte. Solo quiero que sepas que no hay ningún motivo real para que te sientas así.
No se vio capaz de seguir hablando, se sentía demasiado frágil tocando aquel tema y temía que si elaboraba demasiado le fallarían las fuerzas. Tras haber tocado fondo y haber podido desahogarse en su momento el draco no había vuelto a sentirse de aquella forma, centrándose en vivir en el momento con sus seres queridos para no volver a caer en ese pozo. Pero sabía que en su cabeza las dudas seguían acechándole día tras día y a veces el esfuerzo para evitar que campasen a sus anchas tenía que ser mucho mayor.

No era de recibo despertar a Adara. Probablemente estaba agotada. Esperaron, sin hacer ruido, a que ella misma diese señales de querer levantarse, y solo entonces volvieron a acercarse a ella. Le preocupaba que volviese a cambiar de opinión y encerrarse en sí misma, pero no fue así, y habló con ellos como había prometido.

Gael no quería mirarla como si sintiese lástima. No era eso, y no quería que lo percibiese así. Lo que estaba era preocupado, pero pensaba que Adara acababa de dar un paso positivo, que reconocer su problema le vendría bien.
—No hace falta que sepas como explicarlo, lo importante es que lo entiendas tú— añadió él—. No te presiones, tómate tu tiempo y haz lo que tengas que hacer, lo importante es que encuentres la forma de superarlo. Sabes que tienes nuestro apoyo, y que puedes alejarte del trabajo o de casa el tiempo que haga falta si es lo que necesitas. Sé que vas a superar este bache, conozco a pocas personas más fuertes que tú —dijo sonriéndole a Adara. No quería decirlo en voz alta, no todavía, pero aquella experiencia seguramente la haría todavía más fuerte en el futuro.

Adara era una persona tan resuelta que resultaba especialmente duro verla tan vulnerable. Al asreniano no le sorprendió nada de lo que les dijo, por desgracia, era algo de esperar. Ella fue quien salió más herida de la pesadilla, de entre todos los del grupo, pero aquello no significaba todo lo que Giz sospechaba que ella creía. Había muerto gente del consejo de aquella manera. Adara no estaba en baja forma, ni le fallaban sus capacidades, pero eso era algo que la propia ángel negro debía descubrir por sí misma. Recuperarse. Adara era un ángel negro ejemplar y terca en el mejor de los sentidos, tanto que no le sorprendería que acabara por ganar magia matando sus propios pensamientos nocivos.

—Estoy con ellos dos —. Giz esbozó una sonrisa cómplice—. Contarás con nuestro apoyo hagas lo que hagas. ¿Hay algo que podamos hacer nosotros por ti? Lo que sea.

Giz no se refería a cosas de gran magnitud, que también, sino que le valdrían respuestas como "la colada" o "la cena". Gestos más grandes o más pequeños que la humana pudiera necesitar.

Supongo que este sería el momento de conmoverse. De echarse a llorar, dejarse abrazar y… Vaya, que me están diciendo cosas preciosas, y sé que me entienden, y son mis queridos amigos y-y-y-. Como sea, el caso es que las lágrimas no vienen. Aunque ya tuve una buena ración antes.

En cambio, agacho la cabeza y sonrío… o bueno, hago algo con la boca que debería recordar a eso. La verdad, dejando mi malestar general aparte, creo que me ha venido bien soltarlo y hablar. O lo que sea que haya hecho ahora.

—No lo sé, la verdad —respondo en general—. Igual cojo y me voy por ahí un tiempo, no sé. Es una idea que se me acaba de pasar por la cabeza, algo tal vez un poco loco y… Ya sabéis, como irme de retiro espiritual, que tengo mundos para elegir a patadas, si me pongo a ello… Pero yo sola, a espabilarme. No sé, pero tal me ayudaría a desconectar. Creo…

No había realmente más que añadir y Adara se había tomado sus palabras de forma positiva, sin réplicas de ningún tipo, por lo que solo restaba saber qué decisión iba a tomar la ángel negro.
—Lo que creas que te convenga estará bien. Tan solo… si una vez allí no estás cómoda no tengas ningún reparo en volver sea cuando sea. —Se rascó un brazo con aire ausente y un poco inseguro. No quería decir nada que le pudiera sentar mal o parecer demasiado obvio—. Quiero decir… tú haz siempre lo que necesites que a nosotros nos va a parecer bien.

No esperaba que fuese a animarse de golpe, pero aun así le preocupaba no saber qué le pasaba por la cabeza a Adara. Se la veía insegura con sus propias palabras, ni siquiera ella tenía muy claro lo que le vendría bien o no. Pero lo que importaba era que iba a intentar cambiar las cosas, y que tenía tiempo para buscar qué era lo que necesitaba. Ellos no iban a presionarla, y si llegaba a surgir un trabajo donde la necesitasen, ya sería mala suerte no poder contratar ayuda puntual.
—No te preocupes por nada, solo por lo que tú necesites —dijo tras Noel—. Vete a donde quieras y el tiempo que te haga falta. No vas a tener la habitación ocupada cuando vuelvas, ni te vamos a sustituir por otro ángel negro —bromeó, al haberse ido relajando el ambiente.

Kin se dirigía al lugar que alguna vez había sido la posada de la Brecha. Aunque nunca antes la había visitado, sabía dónde encontrarla. Ya no le preocupaba particularmente, pero según se acercaba no podía evitar pensar en si estaría el ulterano en casa y si tendría problemas por presentarse allí. Se había molestado incluso en descargarse considerablemente para que su presencia no pillase al argos por sorpresa. Lo lógico era que no fuese a pasar nada, o el grupo habría dejado de tener clientes hacía mucho tiempo. El único problema era que él no tenía negocios en mente.

Se detuvo delante de la puerta y miró hacia arriba antes de dar un par de golpes usando la aldaba. La posada era lo suficientemente grande como para dar la impresión de que eran gente de bien, pero aunque estaba arreglada no tenía ningún añadido para alardear de estatus social. Algún día, y esperaba que pronto, también tendría su propia casa, aunque mucho más pequeña. Todavía no había decidido a dónde mudarse.


Gael se encontraba en su cuarto examinando el lomo de Pirita cuando escuchó los toques en la puerta. Cada vez le caía más pelo y, dado que estaba muerta, era una faena. Dejó a la gata, que huyó de su regazo a toda velocidad, y se asomó a la ventana para ver quién era.
—¡Anda, Kin, hola! Ahora bajo —le dijo al irrense, que le devolvió el saludo levantando una mano. Mientras bajaba las escaleras se preguntaba qué lo habría llevado hasta allí.

El sueco estaba en su habitación dibujando un rato, tomándose un descanso de su estudio de runas cuando escuchó a Gael hablar desde su ventana, saludando a un visitante inesperado. Dejó el lápiz enseguida sobre el cuaderno y salió también de su cuarto poco después que el fuego fatuo, bastante intrigado por lo que pudiese querer el demonio raigaurum.
—Espero que no venga a ofrecernos cambiar de compañía eléctrica —bromeó para su amigo cuando se encontraron por el camino.

Pronto recibirían al irrense abriéndole la puerta y saludándole.
—¿Qué te trae por aquí?

Gael se encontró con Noel en las escaleras y lo miró para saber si había escuchado la puerta. Resultó que no solo había escuchado llamar sino también la voz del invitado, por su comentario al respecto. El fuego fatuo soltó una risotada.
—Me acabas de recordar otra de las razones por las que se vive más tranquilo en Rocavarancolia. Y si acaban viniendo comerciales puedes sacarles el hacha —decía mientras bajaban.


Cuando le abrieron la puerta a Kin, este se quedó donde estaba y les devolvió el saludo.
—No sé si os cojo en un mal momento —dijo, y al ver cómo el fuego fatuo negaba con la cabeza prosiguió—. Quería continuar aquella conversación que empezamos mientras construíamos la clínica de Archi. No sé si recordáis que dije que quería viajar a la Tierra para conseguir algunos aparatos electrónicos y algunos mencionasteis que os gustaría hacer lo mismo. No sé si lo decíais en serio o no, pero si vais a hacerlo quería preguntaros si os podría acompañar. Me vendría bien la ayuda de nativos.
No tenía por qué explicarles que los nativos de su grupo no estaban pasando por sus mejores momentos, pero sentía la necesidad de dar alguna excusa para haber recurrido a ellos. A veces se sorprendía sintiendo inferioridad respecto a los de la brecha, por ser veteranos y por su fama, pero habría sido estúpido descartarlos por algo así. Incluso habían jugado a videojuegos juntos. No iba a pedirles como favor que hiciesen algo que no querían, solo juntarse para hacer algo que habrían hecho de todos modos por separado, si es que era el caso.

El sueco tuvo que hacer un poco de memoria pero no le costó mucho recordar de qué hablaba Kin. No obstante, sentía que quedarse allí charlando en la puerta no era lo más adecuado, por lo que primero le invitó a pasar para continuar la conversación dentro.
—Siéntate donde quieras —indicó haciendo un gesto que abarcaba el salón—. ¿Quieres beber algo? Te podemos ofrecer cerveza, té, café, agua…
Según lo que respondiese iría en busca de bebida o no.

Una vez listos se sentó cerca de donde hubiese elegido el irrense aposentarse.
—Si te digo la verdad no había vuelto a pensar en el asunto, pero yo al menos sí hablaba en serio —se giró hacia Gael antes de proseguir—. ¿Tú qué dices? ¿Le llevamos de turismo por tiendas de electrónica y videojuegos? Es una de las mejores partes de la Tierra —bromeó con una sonrisa sarcástica.

Kin accedió al interior de la casa de los mercenarios cuando Noel lo invitó a pasar. Le incomodaba hablar en la calle pero tampoco se sentía completamente cómodo invadiendo el espacio de los de la Brecha. Por suerte parecía no haber mucha gente en la casa y, como mínimo, Toima no debía de estar allí, así que no tenía de qué preocuparse.

Tomó asiento en el sofá, ya que parecía la opción más lógica cuando le ofrecieron literalmente cualquier lugar. Probablemente aquella no era una casa de convenciones, algo que dedujo al ver que el fuego fatuo se acomodaba en el aire como los astronautas de las películas sobre el espacio.
—No hace falta, gracias —respondió a la invitación a bebidas.
—No te cortes, ¿eh? —le dijo el fuego fatuo, sin conseguir que cediera.


Gael también recordaba aquella conversación de tiempo atrás. No había renunciado a la idea, sino que más bien habían tenido demasiadas otras cosas en las que pensar. Cosas en las que prefería no pensar ahora, así que aquel plan le parecía una oportunidad de oro para distraerse. Una vez consiguiesen aparatos electrónicos nuevos su rutina iba a cambiar bastante.
—Yo también lo decía totalmente en serio —corroboró—. Lo de la música ya se nos va quedando corto, y echo de menos otras cosas de la Tierra. Hace que no vamos por allí, ya va tocando.


El raigaurum había pensado por un momento que aquello había sido una mala idea cuando ambos mencionaron que no habían pensado en el asunto, pero parecían interesados de verdad por ir a la Tierra, lo que hizo que se disipara buena parte de su preocupación. No parecían molestos porque hubiese recurrido a ellos, al menos.
—Menos mal —soltó aliviado—. Me jodía preguntaros por si no lo habíais dicho en serio, pero ahora mismo erais mi mejor opción. También os puedo ayudar si alguna vez necesitáis conseguir algo en Irraria, a cambio.

Por supuesto Gael no tenía ninguna objeción y el draco no había esperado otra cosa. Les vendría bien distraerse con algo así y tener planes para algo que no implicase, de un modo u otro, la muerte de alguien solía ser un acontecimiento de agradecer y no muy ocurrente en los últimos tiempos.
—Tendremos en cuenta la oferta —respondió a Kin—. Pero nosotros encantados, que conste. —Permaneció callado unos instantes, asimilando la idea de lo que iban a hacer en su planeta natal—. Joder, qué de tiempo sin saber nada de videojuegos. Me está entrando nostalgia hasta de basura como Call of Duty. Es una saga de juegos de tiros bastante repetitiva de la Tierra —añadió mirando al demonio raigaurum, divertido.

Gael también se quedó pensativo unos segundos, comenzando a hacer planes en su mente. Ir a la Tierra siempre era difícil, por reencontrarse con tantísimas cosas que le producían nostalgia y en las que normalmente no podía pensar. Tampoco podía traérselo todo consigo, pero no iba a desperdiciar la ocasión para hacer una lista de cosas que quería conseguir. Aparte del ordenador quería música nueva, ropa, comida… Muchísimas cosas.

Entonces fue cuando escuchó hablar a Noel y reaccionó de forma exagerada.
—¿Call of Duty, en serio? ¿Estás enfermo? —Alargó una mano y rozó la frente del draco—. Tío, creo que estás ardiendo. Mira, se ven las llamas —añadió burlonamente antes de retirarse.


Kin se preguntaba cómo de malos podían ser para que se refiriesen a ellos así, pero eso solo hacía que tuviese más curiosidad por los juegos terrestres y por compararlos con los de su propio mundo. Había oído hablar bastante del tema y sabía un poco lo que se podía encontrar; por ejemplo, que la realidad virtual daba demasiada pena como para molestarse con ella, y que eran los videojuegos tradicionales los más interesantes. Aparte de eso, sin ayuda no sabría a qué echarle el guante, y por eso le hacían tanta falta los consejos de los de la Brecha, que parecían tener bastante buen gusto por lo que había hablado con ellos anteriormente.
—Ahora no sé si debería probarlo o no, basta que digáis que es una basura para que me entre curiosidad. ¿O es que es de esos arcaicos? Por lo que he oído solo hace unas pocas décadas que tenéis videojuegos, imagino que los controles son un poco una mierda.

Hizo ademán de apartar de un manotazo la mano del fuego fatuo en su frente mientras reía.
—No jodas, que sabes que no lo digo en serio —le recriminó divertido. A continuación se giró hacia Kin para responder a sus dudas—. En realidad no, es una saga que tiene muchos años pero siguen sacando juegos nuevos constantemente. Bueno, lo de nuevos es una forma de hablar porque normalmente hacen un refrito del anterior y se quedan tan tranquilos. Entre eso y que su temática es guerra moderna, que a muchos jugadores no nos interesa en lo más mínimo, es una especie de meme meterse con él. Pero tiene muchos jugadores, si fuese injugable no sería el caso. Los controles seguro que están bien, de hecho. Pero no te recomiendo jugar: solo es un truñaco y no es lo suficientemente malo para que tenga interés en ese sentido. Desde unos años después de que yo naciera, más o menos, diría que los controles empezaron a ser más que decentes en casi todos los juegos. No tenemos, o teníamos, controles por movimiento tan avanzados como los vuestros, hablo de control con mandos analógicos. Igual a ti te resultan infumables, claro.