Conversación entre Rena y Rox

Recuerdo del primer mensaje :

Después de tomar un desayuno apropiado y viendo que absolutamente nadie hablaba de su incidente, buscó a los afectados por los sueños con la mirada para asegurarse de que estaban bien. Rox acababa de entrar desde el patio acompañado de Hyun, por lo que aguardó a que acabasen su conversación para acercarse a preguntar:

-¿Cómo andas?

Tampoco quería poner mucha cara triste, quería darle al humano la opción de quitarle hierro al asunto.

Rox no sabía que pensar. La calma y las palabras de Rena supusieron un alivio considerable, pero el malestar seguía sin irse. Bajo esa explicación la última pesadilla aún carecía de sentido para la coreana. Todos estaban presentes menos ella, así que ese sueño debía ser suyo, ¿no?
Asintió despacio, sonriendo de forma muy sutil. Lo único que obtendría de darle más vueltas era un dolor de cabeza, y no podía dejar pasar los esfuerzos de la irrense por mantenerse positiva.

—Sí... por no decir que todos somos alienígenas, hay casas donde nieva y cofres malditos. —su sonrisa se amplió en respuesta a la suya. En momentos como ese se sentía muy afortunada de tener compañeros como ellos—. No sé como no estamos majaras ya.
Aunque fuera un detalle menor, a Rox le reconfortaba saber que no se trataba de uno de esos sueños donde todo acaba siempre igual. Que Rena hubiera tenido esa pesadilla repetidas veces ya era perturbador de por sí.
—No.—negó a su vez con la cabeza—. No tuve tal privilegio.

Volvió a apoyar la espalda en la pared, mirando al techo. Quería sacarle tema de conversación a la irrense para poder pensar en otra cosa, pero no sabía muy bien como hacerlo sin sonar entrometida. Ya se había colado suficiente en terreno ajeno.
—No imaginé que trabajaras en una mina. Aún me parece increíble que me haya enterado a través de... en fin. —se encogió de hombros—. Ahora es cuando me doy cuenta de que sé muy poquito de ti...

Si Rena le hablaba de ella quizás Rox pudiera contarle también más cosas.

Rox no había visto al monstruo... No sabía si era algo bueno o malo, pero en cierto modo le hubiese gustado despejar esa incógnita. Era más fácil enfrentarse a algo cuando ese algo tiene medidas concretas y un jeto al que poder golpear. El comentario del humano la descolocó un poco. No había pretendido ser reservada con sus compañeros aunque sí era verdad que ninguno en el torreón hablaba mucho de sí mismo, salvo algunas excepciones.

-No es algo de lo que esté especialmente orgullosa. Quiero decir, no es que me avergüence mi trabajo ni nada, sé que es un trabajo muy importante igual que la gente que lo hace, pero me hubiese gustado tener más opciones. Reconoce que picar piedra no es la perspectiva de futuro más estimulante, mucho menos si te aseguran que es lo único para lo que vales- se echó a reir, no sin cierta amargura.

Rox prestó atención a la irrense. Rena no podría notarlo, pero la coreana estaba muy contenta por haber caído con gente como ella en un mundo tan extraño. Imponer un trabajo cuando puedes aspirar a más debió ser una experiencia desesperanzadora, y aún así ella parecía dispuesta a mantenerse firme sobre ello.

—Normal... estoy segura de que tú vales mucho más que para eso. Milo me había contado muy por encima que vuestro mundo estaba... tirando a mal, pero no me imaginaba que estuviera en ese punto. En la Tierra también hay países que están así, donde te toca lo que te toca, pero... no parece estar tan extendido.—se encogió de brazos—. También es que nací en una zona privilegiada, todo sea dicho.

Es cierto que a lo largo de su vida le habían impuesto ciertos detalles, pero no se imaginaba a nadie en Australia obligándola a trabajar de una única labor u olvidarse de sus sueños. Ni siquiera en Corea, a pesar de tener una sociedad bastante más restrictiva a sus ojos. Le costaba creer que cosas así siguieran sucediendo, incluso en mundos tan aparentemente mordernos como Irraria.

—¿Qué te hubiera gustado hacer? En la Tierra hay muchísimos trabajos geniales... Yo a mi edad no me he decidido por uno, de hecho. —rió—. Aunque eso ahora da un poco igual.

Rox se había relajado con la conversación. Sumado a la confianza interiorizada de que en Irraria existía un término similar al de su género (según le había dicho el moreno), es posible que se le escaparan inconscientemente más pronombres femeninos a lo largo de esta. Ya había hablado de eso con Milo y sobre como poder contárselo a Rena, pero no era algo de lo que estuviera percatándose en ese momento.

Rena ni siquiera se dio cuenta del cambio de pronombres, no era algo a lo que prestase atención normalmente. De lo que sí se dio cuenta fue del cambio de ánimo de Rox. Estaba más animado (o menos aterrorizado) La confianza que mostró en sus capacidades para Rena fue como recibir un piropo, y no supo muy bien cómo responder aparte de con una carcajada.

-¿Qué quiero hacer? Pues...

No lo había pensado. Había estado mucho tiempo lamentándose por lo que le había tocado y repitiéndose que cualquier otra posibilidad de trabajo que no fuera ese ya sería una mejora... pero nunca se había planteado seriamente qué profesiones le gustaban o qué era lo que le apetecía hacer con su vida si le dejasen elegir. La magia se había convertido en una opción pero ¿qué trabajos se podían hacer con magia? ¿Era hechicero una profesión en Rocavarancolia?

-Puede que me hubiese gustado entrar en el cuerpo de protección y rescate.Ya sabes, los que rescatan a otra gente en caso de accidentes. También protegen a los trabajadores que tienen que salir a la superficie. De cría me gustaba, era un trabajo muy guay.

Había desechado la idea hacía tanto tiempo que se había olvidado de ella. Las pruebas de acceso eran brutales, tanto las teóricas como las físicas, y siendo de pueblo las posibilidades para ser seleccionada eran prácticamente nulas.

-¿Y a tí que te habría gustado hacer?

La expresión de Rox se iluminó al saber lo que le hubiera gustado a Rena. No estaba muy lejos de las cosas que le gustaban a ella.
—¿En serio? Entonces no somos tan diferentes. Bueno, en mi mundo salir a la superficie no te gana una hipotermia, pero la idea es la misma. —soltó una carcajada, asintiendo un par de veces—. Algo similar, supongo. Policía, bombero, guarda forestal... me gustaban mucho de peque. Luego pasé a algo más... asequible, tipo socorrista, dedicarme a algún deporte de forma profesional o meterme a una academia de baile, en plan serio. —se llevó las manos a la cabeza y dejó salir otra risa—. Dioses, ¡hasta estuve a punto de convencer a mis padres para que me dejaran ir a la academia que quería si terminaba los estudios obligatorios!

Cerró los ojos e inspiró profundamente, cruzándose de brazos y soltando el aire en un suspiro. La sonrisa que había en su rostro era una mezcla de ilusión y decepción.
—Peeeero, ellos querían que estudiase. —no pudo contenerse el tono burlón—. Que hiciera algo "de provecho". En el país en el que viví más años no me habrían puesto muchas quejas, pero en mi país de origen era otra cosa. Los trabajos físicos no están ni la mitad de bien vistos como el resto, a menos que seas una eminencia, y ya ni te cuento con mi caso... —miró a la irrense de reojo, evaluando como decirlo—. Incluso en los deportes la barrera del género era un engorro. Siendo una tía parece todo más complicado.

Rezaba porque Rena hubiera pillado aquello. No esperó demasiado a su reacción: a la coreana no le convenía guardar silencio, ya que de aguantar mucho tiempo probablemente se quedara sin voz, o los nervios le harían tartamudear.

—Milo me dijo que en Irraria teníais un término parecido al de la Tierra. Género fluido... ¿te suena? —ahora sí, la miró directamente. Tenía el corazón en un puño, pero mantenía la compostura, sobre todo en comparación a cuando se lo contó al otro irrense—. Si no, te lo explico... pero espero que no pienses que soy un bicho raro.

Aquel sube y baja de emociones resultaba casi ridículo, pero las esperanzas de que Rena no reaccionara de forma negativa le mantenían estable. Rox buscó de nuevo apoyo en la pared y, aprovechando que colocó las manos detrás, cruzarse de dedos.

los goals:

A Rena se le hacía raro algo así, sus padres eran bastante conformistas y les daba exactamente igual lo que hiciera Rena con tal de que lo hiciera bien, si bien tampoco es que hubiesen mostrado nunca muchas esperanzas en que ninguno de sus hijos saliese del pueblo. Los trabajos que Rox mencionó le sonaron genial, guarda forestal en especial. Por si no quedaba ya claro: la irrense estaba loca por ver un bosque real.

-¿Barrera de género? ¿Qué cojones es eso? ¿En serio en tu mundo te ponen pegas por ser un...? Espera, ¿qué?

A lo mejor había oído mal o Rox había tenido un desliz, aunque su confusión no le duró mucho. Cuando la humana le dió explicaciones todas las piezas encajaron.

-¡Aaaaaaah, vale! Sí que lo conozco. En mi pueblo somos cuatro gatos y no ha caído nadie así pero sí que tengo algún colega de internet que lo es. No entiendo muy bien como va, pero da igual, eh... ¿quieres entonces que te hable en femenino, sigo como siempre, alterno?

Si Rena no terminaba de entender como funcionaba en su propio mundo no podía ni pensar a cuántos niveles podría cagarla con Rox. Hacer un cambio tan nimio como ese no le iba a suponer ningún problema, solo quería asegurarse de que funcionaba igual en la Tierra.

-Espera, ¿Milo lo sabe?

Quizá fuera por los nervios mezclados con la reacción progresiva de Rena, pero Rox no pudo evitar echarse a reír. Saber que la irrense, efectivamente, conocía el término y parecía darle igual por completo era un todo un alivio. Posiblemente en Irraria estuviera más normalizado. Si seguía así, poco a poco todo el torreón sabría su género sin ningún altercado serio. Al menos tenía esperanzas por parte de los no-humanos.

—Menos mal... me quitas un peso de encima. Muchas gracias Rena. —le dedicó una sonrisa sincera. Luego miró al techo y tamborileó con los dedos en la pared—. Lo suyo sería alternar, pero mientras que no lo sepa el resto prefiero que me trates de él y ya. Al menos de momento. Aún tengo que apañármelas para contárselo a los demás.—suspiró—. Sobre todo a los de mi especie. Va a ser un fastidio.

Ya estaba todo dicho. El tema de intercambiar sueños seguía siendo una incógnita, pero lo mejor era no darle más vueltas por ahora. Ya estaba dispuesta a dar aquel tema por zanjado y pasar a otro (o bien reunirse con el resto abajo), cuando Rena preguntó aquello.
—Sí... —se rascó una mejilla. La pregunta le había pillado por sorpresa—. Se lo conté hace ya tiempo. Cuando nos separamos por los encapuchados. De momento solo lo sabéis vosotros dos.

No iba a mentirse, le dolió un poco que se lo hubiese contado a Milo y no a ella, pero tampoco iba a montar un número al respecto. Rox tendría sus razones, puede que no hubiese encontrado un momento adecuado hasta entonces, aunque tampoco entendía qué tenía de momento adecuado estar huyendo de unos monstruos.

-Bueh, da igual- dijo, haciendo un gesto con la mano para quitarle importancia. Se acercó al humano y le revolvió el pelo, empujándole la cabeza a un lado- Y no te comas la cabeza, no se lo diré a nadie. Y si cuando lo digas a alguien te hace sentir mal al respecto le salto los piños.

Sacó la lengua entrelos dientes con una sonrisa pícara y se le acabó escapando una carcajada.

-Será mejor que bajemos ya o alguien subirá a buscarnos.

Rox no entendía el motivo de la pregunta, pero dio por hecho que no sería de mucha importancia. Cuando Rena le revolvió el pelo y le empujó se quedó unos breves segundos como un ciervo en la carretera. Hacía mucho tiempo no le hacían un gesto similar, y lo que le sorprendía era lo mucho que echaba de menos una confianza y detalles como esos. De por sí toda la conversación con la irrense le había animado, pero algo tan simple como despeinarle fue lo que realmente le puso la guinda al pastel.
Hizo un ademán de peinarse, aunque no se molestó en tapar una sonrisa cada vez menos tímida, la cual acabó directamente en risa acompañando a la de su amiga.

—¡Rena! No, violencia no, eh. —miró a ambos lados, como asegurándose de que nadie les oía. Cuando volvió a hablar, lo hizo en voz más baja—. Aunque si de verdad tienes ganas, fijo que con el brazo mecánico el golpe queda más espectacular.

Le dio un empujón suave con el hombro, riendo. Asintió finalmente, sin dejar de considerar que tanto iba en serio su compañera. Esperaba no tener que recoger ningún diente en un futuro.
—Sí, mejor. Como suban y nos pillen hablando de reventar bocas va a ser muy extraño.