Bosque Fantasma

No esperaba que Tawar, a quien había considerado une cobarde, sugiriera incluso que le lanzase contra el bicho, pero apreciaba aquel valor nuevo.  De momento la mariposa no parecía moverse, lo cual le daba valiosos segundos para pensar qué hacer. De momento necesitaba tener las manos lo más libres posibles, por lo que dejó las cestas en el suelo para poder usar la lanza con toda la fluidez posible.

Lo ideal era que Tawar se acordase de algún hechizo lo bastante bien como para realizarlo, pero no sabía si le repobladore habría memorizado tan bien alguno que fuera útil en aquella situación.
—Si recuerdas cómo hacer el hechizo de corte, intenta lanzárselo a un ala —a lo mejor si no podía volar era más fácil cargársela —. Si no… agárrate fuerte.
No quería que saliera volando por error.

Kalna esperaría unos segundos para darle tiempo a le repobladore a hacer el hechizo si podía, y después de que lo hubiera hecho, si era el caso, trataría de ensartar a la mariposa con la lanza.

El insecto gigante les estaba dando tregua, así que Tawar pudo pensar bien en lo que la Gigante le decía. Claro que recordaba algo de los dones que había visto con el grupo en el torreón, pero... los veía útiles para ayudar a la Flora, no para destruir su fauna. Aquella criatura no iba a pensar en términos pacifistas si tenía hambre, sin embargo, así que se resignó.
—Voy a probar... pero no prometo nada.

Volvió a afianzarse con las patas en el hombro de Kalna y preparó dos de sus manos. Sabía que tenía que conjurarlo y a continuación dirigirlo con las manos, como si cortara el aire con sus brazos. «Solo piensa que es una rama podrida que hay que cortar...». Se concentró todo lo que pudo, pues no quería ni defraudar a la chica ni demostrar que el grupo de dos estaba en realidad en desventaja por su culpa al no haber estudiado como debía con el resto tiempo atrás.

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Resultados del dado:
1-25: Tawar logra conjurar el hechizo
26-100: Fail

El miembro 'Jack' ha efectuado la acción siguiente: Número Aleatorio

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'Dado de 100 caras' : 43

Kalna no era de las que confiaban en que todo saldría según la mejor de las posibilidades y confiaba ciegamente en la suerte, por lo que Tawar no acertase a realizar o acordarse de aquel hechizo concreto no resultaba un obstáculo tan grande como podría haberlo sido. Confiaba más en si misma que en ninguna otra persona que hubiera conocido, ni siquiera se hubiera fiado de su hermana para acertarle a aquel bicho con el arco, solo por si acaso.

Se mantuvo atenta a los movimientos de la polilla, aunque dándole tiempo a le repobladore a tratar de conjurar y de agarrarse a su ropa cuando terminase, por valiosos segundos que le costase. Se giró hacia la nueva posición del insecto, tratando de evitar que este estuviera en un punto ciego, utilizando la lanza como una extensión de su brazo para mantenerle a una distancia prudencial antes de volver a intentar clavársela en un ala.

El hechizo sencillamente no le salió, como era de esperar. No hubo reacción negativa ante su intento fallido por parte de Kalna, para sorpresa del repobladore, así que quiso intentarlo una vez más.
—¡Probaré otra vez! —exclamó.

Mientras se agarraba con sus patas a la ropa de su compañera, que seguía intentando alcanzar con la lanza al insecto gigante, volvió a hacer memoria del hechizo. Volvió a recitar las palabras y a imitar los movimientos acorde a lo que mejor recordaba haber practicado... y por fin notó el destello de energía en la punta de sus dedos. No se lo esperaba, era la primera vez que lo apuntaba hacia algo vivo, y por un momento, antes incluso de saber si le acertaría o no, sintió pena por la criatura.

Al cosquilleo en los dedos le siguió el impacto invisible del hechizo en su objetivo. El ala se rasgó de golpe y el insecto cayó al suelo. Tawar no se lo creía, y por un momento se tensó tanto que le dio miedo hacer daño a Kalna con sus pies. «¡Funcionó!» Por suerte para el grupo y por desgracia para la criatura, que ahora se esforzaba penosamente en huir. Quería gritar, irse de allí, dejarla a su suerte, pero su cuerpo de repobladore estaba paralizade.

El insecto se debatía entre una muerte rápida en ese momento o perder contra el hambre más adelante. Si no se le reparaba el ala, estaba condenado. Y eso lo había causado le misme Tawar. No importaba que fuera un depredador o que hubiera intentado agredirles. No podían dejarlo así, con semejante crueldad. Bastante sufrimiento se habría llevado con el corte en el ala y los esfuerzos que estaba pasando en el suelo.
—¿Puedes...? ¿Matarlo? Que no sufra más, por favor.

Sus pensamientos estaban volcados en que no sería capaz de hacerlo elle misme (solo podría con magia y no sabía si volvería a acertar), pero no quería irse sin más. No se le ocurrió que podría haber criaturas esperando al desenlace para dar buena cuenta de los cuerpos que quedaran, por ejemplo, o esperando a que se distrajeran para atacar a la pareja de cosechades. Nada le importaba más en ese momento que arreglar el estropicio con el insecto. La próxima vez apuntaría su magia a algún punto definitivo, vital.

Kalna sonrió con cierto orgullo cuando Tawar volvió a probar el hechizo y esta vez sí salió. No era una mujer de muchas palabras, y menos cuando tenía puesta toda su concentración en algo, pero que le repobladore hubiera sido de ayuda facilitaba mucho las cosas.
—Bien —se limitó a decir, y era más de lo que solía hacer.

El hechizo hizo su trabajo de manera limpia, cortando el ala de la criatura y dejándola moribunda en el suelo. Sería cruel dejarla así, tratando de alejarse. Si hubiera visto a Tawar capaz de apuntar a una zona vital, tal vez se lo hubiera pedido, pero siempre le había visto como un ser blando, a quien no le podía pedir que matase. Prefería ser ella la que se manchase las manos, y es que era su deber como mujer y como guerrera.

Las palabras de Tawar le confirmaron que también veía que aquella polilla siguiera viva era algo innecesario, pero prefería cerciorarse antes. No era la primera vez que tenía visiones del mundo muy distintas a las de sus compañeros, y quería evitar confrontaciones en aquel momento. Se acercó al bicho y clavó su lanza en lo que supuso un punto vital de la polilla, asegurándose de que dejase de moverse antes de coger las cestas de nuevo.
—Ya no sufrirá más —confirmó. No era buena dando consuelo, y no sabía si decirle a le repobladore que volvería a la tierra sería una mentira demasiado obvia cuando el bosque en el que estaban era falso.

Se limitó a emprender el viaje de vuelta al nuevo torreón en silencio, alerta por si algo más aparecía en su camino.

Su compañera actuó sin titubear y Tawar se obligó a mirar. Debía acostumbrarse a esas situaciones si quería acompañarle en ocasiones venideras, aunque le costaría lo suyo. Debía endurecerse como sus manos de escaladore. Debía aprender junto a a libense para poder sobrevivir les dos por su cuenta.
— Gracias.

Cuando la chica emprendió el camino de vuelta, Tawar se permitió un momento para sentarse en su hombro y descansar de toda la tensión. Se despidió de la criatura con una última mirada. «Al menos ya ha terminado todo y podrá volver a la Flora», pensó.

El camino de vuelta lo encaró en silencio, nuevamente atendiendo al camino que quedara a las espaldas de la Gigante mientras ella caminara de vuelta al torreón. Agradecía el silencio pues aún seguía afectade por el encontronazo y la muerte de la criatura. Ojalá no tuvieran que matar a nada más. Ojalá elle misme no tuviera que defenderse ni herir a nada más... Y ojalá no tuviera los medios para matar con sus dones, pero los tenía y definitivamente eso acarreaba una gran responsabilidad.

Sigue en el Torreón Silente