Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Shizel atendió en silencio a los fogonazos de imágenes que pasaron por su mente. Dudaba que Tap estuviese mostrando algunas de ellas cien por cien voluntariamente, y agradeció saber de antemano que era fácil distraerse antes de haber intentado él mismo compartir algo. El idrino tenía muchas cosas que esconder.

Sabía que la situación en Letargo había sido tensa: podía leerse en el aire las veces que había acudido de visita, verse en la actitud subyacente unos hacia otros como una especie de dentera visual. En Maciel en varias ocasiones también había sido así, pero las muertes de compañeros les habían unido en piña en lugar de al contrario.
Shizel no sabía qué había sido de Timmy después de la Luna, pero era la única persona de la que podía decir con la sinceridad propia del verdadero rencor que esperaba que estuviese muerto. Lo mismo había sucedido con el trasgo que había devorado a Marina, y la Luna Roja había podido con los instintos de Aleksei llevándole a su muerte. Siempre habían tenido un enemigo claro al que acusar y contra el que dirigir su ira, y que en ocasiones había facilitado las cosas dándose a la fuga poco después. NInguno de ellos se había visto en la tesitura de no sólo no haber podido hacer nada, sino de haber sido el causante de la muerte de otro.

Pensó en cómo se sentiría si hubiese intentado demostrar que no había olvidado esas muertes y que una mano anónima borrase su esfuerzo de un plumazo. De forma residual e incompleta como los retazos que le había mostrado el repoblador, en ese momento entendió un poquito mejor a Tap.
>>"Sí que es injusto", dijo con suavidad por el canal telepático.

Mientras el poltergeist subía de nuevo a la habitación sus pensamientos circularon en torno a su cosecha por primera vez en bastante tiempo.
De su torreón también habían muerto varios. Con alguno ni siquiera había llegado a trabar amistad, ¿pero no merecían aún así algo como lo que había hecho Tap?

Los demás macieleros eran balas perdidas a ese respecto. Algunos por independencia, otros porque ya tenían bastante con sus propios problemas y otros por despreocupación, ninguno daba ya mucho pensamiento a quienes se habían quedado por el camino. Shizel, como el único que podría querer tomarse un interés por eso, se consideraba hasta cierto punto responsable.

Saber que borrarían cualquier inscripción que pusiera le libraba del compromiso de decidir, al menos de momento. Aparcó el tema al fondo de su mente en cuanto oyó la voz física del muñeco.
-Estupendamente- confirmó con optimismo, desenredando su conciencia de la del repoblador ahora que lo tenía al alcance del oído. Recordó entonces un ejercicio que se le había ocurrido el otro día-. Oye, he estado pensando...
El resto de aquella práctica lo pasaron intentando "enganchar" su conciencia a la del otro por sorpresa, y erigiendo barreras mentales en cuanto sentían el asalto. Requería una mezcla de concentración y reflejos, de modo que Tap al tener más soltura seguía siendo el más hábil con diferencia. Sin embargo desde la transformación las dotes de póker de Shizel se habían incrementado notablemente y se cobraba su venganza las veces en que el repoblador iba a la carga y se encontraba de narices con una barrera mental.


-He leído que para compartir secuencias completas de recuerdos, no sólo imágenes, hacen falta unos básicos de mentalismo- comentó en otra ocasión-. ¿Te interesaría practicarlo?

Tap se quedó sorprendido de que le diera la razón con el asunto de la capilla. ¿Cuánta veces había ocurrido algo así durante la cosecha? De no ser por RR, el poltergeist se plantearía si no se había equivocado de torreón el primer día. Esbozó una sonrisa alegre  y continuó con ella el resto de la clase, salvo cuando se pusieron a jugar al pilla pilla mental y se llevó más de un choque contra la barreras mentales de Shizel. En aquellas ocasiones le miraba con toda la mala leche que podía, pero también duraban poco.

-

—¿Y me los tengo que aprender?—se quejó al principio. Aquel día, el repoblador había traido consigo algo de pereza acumulada—. Venga, va. Dispara—Shizel hizo gala de toda la teoría aprendida al respecto y Tap, a regañadientes, prestó atención.


-

—Entonces... Dices que si hago esto, ¿no te puedo mandar nada que no quiera?—<<Como la otra vez..>>—. Bueno, es igual, voy a probar suerte y que sea lo que la Flora quiera.

Tap se encontraba sentado sobre la mesa, dentro de su muñeco, con las piernas cruzadas; un par de brazos apoyados a la mesa desde el hueco de sus piernas y el otro par sobre la rodillas. Trató de relajarse mirando a la negrura del interior de su figura y abrió el catálogo de los buenos recuerdos. Había más variedad de la que pudiera esperarse de él: sus jornadas de entrenamiento en la colonia, sus mil y un vuelos sobre su montura, el día que llegó a Rocavarancolia y las primeras salidas, llenas de excitación. Tap escogió la primera visita que hizo a Maciel, cuando se coló por la ventana. A pesar de que casi lo parten con un hacha, solía rememorar esa escena con diversión.

De haberlo hecho bien, un pulso telepático enviaría aquel recuerdo en movimiento a Shizel.

Shizel se mantuvo receptivo y enseguida le llegó con claridad cristalina el retazo que Tap le enviaba. Lo atrapó al vuelo y lo desplegó ante sí con avidez para comprobar si lo había recibido en su totalidad. Le resultaba excitante trabajar con algo diferente a cerebros de ratas, cuyos recuerdos más tangibles tenían que ver sobre todo con instintos diferentes a la vista y con los que, por lo tanto, era más difícil trabajar.

Reconoció enseguida de qué se trataba al distinguir por la ventana de quién acababa de colarse Tap. Quiso pasar a cámara rápida esa parte porque le abochornaba recordar que había perdido los nervios en ese momento, y para su sorpresa pudo. Se tomó su tiempo para aprender cómo rebobinar, parar el recuerdo en un momento determinado y avanzar a distintas velocidades. Se fijó en que todo aquello estaba teñido de la percepción de Tap: había detalles difuminados, sombras de rostros completadas ambiguamente y rincones en penumbra que no lo habían estado originalmente pero que en su recuerdo aparecían como huecos sin completar.

Soltó el recuerdo e inmediatamente después de dejar de manipularlo éste se hizo pedazos.
-En algún capítulo ponía que se podían guardar...- murmuró cuando hizo una señal a Tap de que había terminado-. Voy a pasarte algo para que puedas ver cómo se manipulan y mientras voy a buscarlo, ¿vale?
El capítulo en cuestión, como comprobaría más tarde, narraba cómo era posible "guardar" un recuerdo ajeno que había sido entregado por el canal telepático, pero que a menos que se hiciese uso de mentalismo para conservarlo adecuadamente éste acababa difuminándose y diluyéndose hasta perderse en aquella conciencia ajena a la suya original. De momento quedaba a su alcance lo primero: lo segundo vendría con el tiempo y con aprender el método.

Ambos necesitaban más práctica a la hora de "cortar" los recuerdos en el momento justo del principio y del final, sin dejar que se colaran escenas difuminadas de los recuerdos inmediatamente anteriores. Era lo siguiente que Shizel pensaba sacar a colación, y a continuación cómo seleccionar parte de los recuerdos, resaltando por ejemplo la parte visual pero quitando el sonido al recuerdo, según su voluntad antes de enviarlo al otro.

Tap despejó la mente para recibir el recuerdo y experimentó con él igual que lo había hecho Shizel antes. Le resultó extraño como poco, sentirse con poder sobre memorias ajenas, y aun así no pudo evitar cierto regustillo dulce mientras rebobinaba hacia atrás la imagen o la aceleraba a su antojo. De ahí que cuando soltara el recuerdo y lo viera desaparecer, acabara refunfuñando. <<¿Se podrán robar recuerdos a la gente?>>. Continuó practicando con Shizel, intentando recortar los fragmentos que pasaba con más precisión, hasta que acabó con jaqueca.

>>Creo que es mejor que lo deje por hoy—le comentó al skrýmir tras lo que le pareció su quincuagésimo intento—. O mañana no voy a ser capaz de levantar las pesas en el aire, del lastre que será mi cabeza.

Tras eso, se despidió de Shizel y se fue con su cuerpo a la sede.

Una vez de vuelta a la torre subí a mi habitación y lancé mis cosas a una esquina haciendo que las cogieran mis enredaderas en el aire. Recogí el libro de medicina que había estado estudiando y la libreta en la había comenzado a apuntar cosas para tener como referencia y me pasé el resto del día así.

Los días pasaron sin mención aparte de la celebración del torneo en el cual perdí estrepitosamente en la primera ronda, pero mejor la verdad, así tenía más tiempo para estudiar, de todas formas nunca había planeado ganar. Pasaron más días en los que establecí una rutina, me levantaba, desayunaba, estaba con Yttria un rato comentando mis avances con ella y después sesión de estudio, comía e iba a dar un pequeño paseo para bajar la comida, volvía a la torre y seguía estudiando, cenaba y volvía a estudiar hasta que me quedaba dormido.

No me cansaba de estudiar, aprendía mucho y era gratificante saber que algún día podría ayudar a la gente con lo que estaba estudiando.

El día de la segunda fase del torneo ni siquiera me molesté en aparecer, estaba muy ocupado. Pero anocheciendo mientras hacía algo de cenar oí la puerta de la calle cerrándose, me asomé y vi a Shizel en la puerta.

-Buenas noches Shiz, ¿te apetece comer algo? Justo me pillas cocinando.

Preventivamente aparté el libro y la libreta de la mesa para despejarla, pero el título del libro bien visible: "101 formas de sanar huesos".

Shizel llevaba todo el día de un humor de perros, y había tratado de disiparlo con una caminata por Roca Sagrada. Sin embargo el malhumor persistía aún a un mundo de distancia, de modo que al final había acabado por regresar a Serpentaria ya que aún tenía mil tareas pendientes. Sin embargo muchas tenían que ver con la magia, y por una vez no le apetecía nada porque le recordaba al fracaso con el que acababa de darse de narices. El skrýmir estaba acostumbrado a conseguir todo lo que quería y quedar fuera del torneo le había sentado como un tiro a su ya de por sí baja tolerancia a la frustración.

Enredo le distrajo cuando llegó, por fortuna, y el idrino sabía que encerrarse en su habitación sólo le iba a poner de peor humor.
-Claro, voy- dijo, tomando asiento en la cocina. Sobre ella vio el libro y ya que el brujo había dejado la portada al descubierto dedujo que no sería una falta de educación interrogarle al respecto.
-Hasta donde yo sabía las enredaderas no tenían huesos- comentó por decir algo-. ¿O ahora vas curando a los animalitos del Macetero?

Observé al idrino entrar en la cocina y sentarse y por poco me da un ataque de risa con su primer comentario.

-No no, las enredaderas no tienen huesos y últimamente no me he paseado por el Macetero así que nada de animales.

Serví la cena y me senté para comer en frente del skrýmir.

-Estoy estudiando esto porque he decidido buscarme trabajo en la ciudad, y bueno, me parece que a esta ciudad le falta médicos así que... - sonreí tímidamente al decirlo, no era el primero al que se lo contaba, pero sabía que Yttria no me juzgaría por lo que me quisiese dedicar. Del resto de mis amigos no tenía ni idea.

-¿Y tú Shiz sabes en que trabajarás? ¿O vas a vivir toda la vida del consejo? - comenté con una sonrisa haciendo patente que me estaba burlando ligeramente de la posición de ambos en este momento, porque si el consejo no hubiese querido no estaríamos comiendo en ese momento, y si me paro a pensarlo ahora es un poco triste depender así de una institución, sobre todo en esta ciudad.

Shizel alzó las cejas.
-Vaya, médico- observó. Dudaba que en Rocavarancolia existiese una burocracia semejante a las oposiciones, pero las de Idris para esas plazas eran duras-. Desde luego aquí hacen falta, porque los hechizos de restauración no siempre te solucionan la vida y con los mercenarios podrás ganar una fortuna- el idrino había pasado más de una tarde entre compendios de sanación que le habían regalado como recompensa una migraña. Sabía que era una disciplina complicada, y que para cosas más allá de lo básico hacía falta un profesional.

-¿Trabajar?- repitió la palabra como si proviniese de una lengua extranjera. Claro que pensaba trabajar, pero no allí, no ahora. En cuanto arreglase las cosas para volver a casa allí le esperaba el negocio de su familia, transacciones, la vida resuelta y el futuro asegurado. Shizel se imaginaba trabajando en su momento, dentro de años, no confinado en un despacho a los dieciocho sin haberse sacado siquiera la carrera-. No, claro, estaría bien tener una casa propia aquí para cuando venga, porque esto se debe llenar de recién transformados cada Luna- reflexionó en voz alta, dándole pensamiento-. Pero para eso puedo usar dinero de casa y un cambio de moneda. No lo sé- recordó por un momento dónde estaba y le dirigió una mirada seria al italiano-. Verás, sería un poco raro tener un trabajo aquí ya que lo más probable es que... bueno, que me vaya. ¿Entiendes? Uno trabaja donde vive habitualmente.
Era la primera vez que le confiaba un atisbo de sus planes a alguien. No sabía cómo se lo tomarían los demás.

-Ya, en esta ciudad debe haber veinte mercenarios por metro cuadrado - respondí riendo entre dientes,- pero qué quieres que te diga, es una disciplina complicada por lo que he venido estudiando hasta ahora pero... salvarle la vida a alguien vale la pena - mis ojos brillaron recordando las lagrimas de felicidad de los padres de Nirael, no pude evitarlo, sonreí de oreja a oreja, me sentía bien por haber podido hacerlo, aunque hubiera sido con ayuda de Urticaria. Quería ser capaz de hacerlo por mi mismo y ese era un incentivo más que suficiente para dejarme los codos estudiando.

-Entiendo, así que te irás - me encogí de hombros,- es tu decisión, yo no puedo detenerte. Pero seguro que volverás - vaticiné,- echarás demasiado de menos mi cocina como para no volver - acabé con un guiño.- De todas formas siempre serás bienvenido a mi casa, cuando me haga con una claro.

-Yo también volveré a casa cuando se abra el portal, volveré para recoger lo último que me ata a mi mundo y después... bueno, no creo que lo eche de menos, allí no quedará nada para mí - mi voz sonaba neutra.- Oh cierto, si quieres puedes venir conmigo el día de la cosecha para conocer mi ciudad, extenderé esa invitación a Yttria y DL también. ¿Qué te parece?

Shizel estuvo a punto de suspirar de puro alivio. Ninguna mirada incrédula, ningún numerito. Se le quitó un peso de encima con la reacción de Enredo y se descubrió hablando con la lengua más suelta.
-Y vosotros siempre lo seréis a la mía- añadió con entusiasmo a la propuesta del brujo-. Ésa es la idea: siempre que queráis pasar una temporada en Idris os puedo apañar alojamiento y camuflaje. Y los días que venga aquí traeré regalos para todos- le guiñó un ojo.

-Vaya, la Tierra- como siempre que se mencionaba un mundo vinculado nuevo sus ojos relucieron con interés-. Creo recordar que ahí la seguridad es alta, pero para este Samhein tendré los hechizos de camuflaje en regla seguro. Voy a tener que usarte de modelo- miró fijamente al humano calibrando qué detalles tendría que cambiar y cuáles no.

Recordó con una punzada que con la tontería de intentar llevar al día el camuflaje, el mentalismo y el torneo había acabado por no conseguir ninguna de las tres cosas. El malhumor amenazó con volver inmediatamente y procuró distraerse de mala gana.
-¿Qué clase de lugar es tu ciudad? ¿Vas a recuperar tu idioma antes o no te va a hacer falta para guiarnos?

-Interesante, no me importaría pasar una temporada en Idris para estudiar algunas cosas, vuestros avances en medicina por ejemplo, sois distintos a nosotros y me gustaría saber exactamente cuánto. A nivel genético me refiero, a nivel físico salvo por algunas diferencias nos parecemos - mi rostro se iluminó cuando Shiz mencionó regalos.- Desde que era muy pequeño nunca he tenido regalos, salvo los que me hacía a mi mismo, pero eso no debe tener tanta gracia - mi mente se trasladó a una navidad antes de la muerte de mis padres, uno de los pocos recuerdos que atesoraba de mi infancia.

-En efecto, la seguridad es ridículamente alta pero completamente comprensible, al fin y al cabo los humanos somos peligrosos. ¿Usarme de modelo? De acuerdo, ya me dirás que hay que hacer - mi sonrisa se ensanchó al ver que la posibilidad de llevar amigos se incrementaba.

-Roma... podriamos decir que es una ciudad bonita, en su momento hace unos dos mil años terrestres fue el centro del mundo, teníamos el mejor ejército del mundo y conquistamos muchos países, hoy en día es el centro de la religión mayoritaria del mundo. Es una ciudad grande, mucho, para recorrerla entera necesitarías horas, pero eso ocurre con la mayoría de capitales. Dentro de mi mundo yo he viajado y he visto lugares bonitos, pero algunos lugares de Roma son mágicos, no en el sentido estricto de la palabra pero ya sabes qué quiero decir - hice una pausa y con la otra pregunta del skrýmir me reí.- No, no necesito mi idioma para nada, ¿tú necesitarías el idioma idrino para guiarme por tu ciudad natal? No lo creo, además no vamos a hablar con nadie y si alguien nos oye digamos que pensará que somos extranjeros sin más, en la Tierra hay muchísimos idiomas distintos, sin contar con que algunas cosas que tengo que hacer allí son ilegales. Además, paso de comprar un colgante para hablar italiano, antes me lo conseguiría de inglés.

-¿Quieres algo de postre? ¿Queso, fruta, alguna otra cosa que te apetezca?? - ofrecí mientras me levantaba con mi plato.

-¿No te hacían regalos los parientes lejanos?- preguntó Shizel con curiosidad, dando cuenta de la cena-. Ya sabes, esos que llenan las habitaciones vacías de tu mansión en año nuevo, te tiran de los mofletes y te plantan un cheque o un regalo en las manos antes de irse al buffet y nunca llegas a saber quiénes son.

>>Ah, creí que tendríais un dialecto común- el skrýmir escuchó pensativo la descripción de Roma. Era lógico que no lo tuvieran, por otra parte: no había visto a ningún compañero de cosecha en sus inicios hacer uso de ninguna base gestual-. Espera, ¿cosas ilegales?- alzó una ceja, interrogante, mientras señalaba el cuenco de la fruta con un hechizo de atracción para traerlo ante sí.

Negué con la cabeza ante las palabras del idrino.

-No Shiz, no tenía más parientes que mis tíos. También es cierto que yo era una niño difícil, apenas hablaba y me gustaba más estar en mi habitación que aguantar a mi prima y sus tonterías, al menos en mi habitación nadie me molestaba, y después de un tiempo el ala este se había convertido en mi casa por así decirlo. Así que no, nunca me han dado regalos ni tirado de los mofletes como tú dices, aunque no sé, suena cálido, algo que haría alguien que te tuviese cariño.

Mi voz se fue apagando en las últimas palabras y al final guardé silencio. Cuando preguntó por las cosas ilegales sonreí, aunque no fue una sonrisa alegre.

-Si bueno - dije con voz amarga,- sabes que hay mundos en los que se borra la memoria ¿no? Así pues desde el punto de vista de un terrestre si yo entro en mi casa que ya no es mía es allanamiento de morada, algo ilegal. Si me llevo mis cosas se consideraría robo, otra cosa ilegal. Y además tengo un encargo que cumplir de parte de Giz y colarse en un zoo para conseguir muestras de animales creo que se considera ilegal también - poco a poco fui recuperando el humor a medida que iba diciendo esas cosas.- Por no hablar de que necesito ropa y echo algunas cosas de menos, así que no me importaría pasar por un supermercado, y aunque deje dinero en compensación por las cosas que me lleve... se sigue considerando ilegal. Dicho todo esto parezco una persona cuya compañía no es muy recomendable. Pero bueno, no desentono con el resto de la ciudad y dudo que nadie de aquí vaya a condenarme por hurto - un pensamiento de lo irónico que sería cruzó mi mente pero no lo expresé en voz alta.

Shizel hizo una mueca ante la identificación de los pellizcos en las mejillas con algo "cálido". Era más bien molesto y hasta cierto punto doloroso, pero dado que el tema familiar apenaba a ojos vista al italiano no insistió más en ello y dejó que la conversación fluyera a otro lado.

Escuchó pensativo el resto de lo que tenía que decir el brujo mientras daba cuenta del postre. Ofrecerse para restituir los recuerdos perdidos merced al hechizo de borrado que aplicaron al cosecharle era superfluo, ya que el mismo Enredo había hecho hincapié en que no pretendía regresar.
-¿Quieres un recuento de todo lo ilegal que hemos hecho desde que hemos puesto un pie en esta ciudad?- preguntó burlón cuando el brujo se señaló como "poco recomendable"-. Consumo de droga nada más llegar, amenaza a mano armada, intentos de asesinato, allanamientos de morada constantes, destrucción de la propiedad pública... Todo eso siendo cosechados- hizo, haciendo recuento de lo movidita que había sido la criba en Maciel.

-¿Un supermercado es un mercado pero más grande?- preguntó un poco mosca. Tenía toda la pinta, pero ya que sonaba exactamente como una palabra frivy prefería asegurarse aunque tuviera que hacer una pregunta estúpida.
Charlaron un rato más antes de marcharse a dormir, en el que Enredo hizo mención a una casa a la que le había echado el ojo en Luna Alta. A Shizel también le había llamado la atención ese barrio cuando había ido a hacerle una visita a dama Puente, y quedaron en que al día siguiente se darían un paseo por allí. Shizel lamentaba en parte no quedarse, porque ciertamente de haberse puesto a elegir él también habría querido establecerse en aquella zona.

Las palabras de Shiz me hicieron reír, desde luego sabía como animar a uno.

-También tienes razón, es irónico que ahora siendo ciudadanos seamos más formales, quizá porque ahora sabemos que no somos intocables. Sí, debe de ser por eso - comenté riendo.

-¿No sabes lo que es un supermercado? - pregunté alzando las cejas con sorpresa, entonces caí en la cuenta.- Ay perdona Shiz, a veces se me olvida que hablo con gente de otro mundo. Podrías decir que sí, sólo que es más grande y tiene de todo, comida, ropa, cosas de limpieza, si se da la ocasión te pasearé por uno en Roma, todo depende de como andemos de tiempo - le sonreí y nos quedamos hablando un rato más, mencioné donde me gustaría tener mi casa y que ya le había echado el ojo a una en concreto y quedamos en ir a verla.

Subí a mi habitación y pensé que quizás a DL también le apeteciese dar una vuelta así que le mandé un mensaje vía lacayo grotesco. Antes de dormirme estuve un rato tomando apuntes y después apagué las luces.

Al día siguiente me levanté cargado de energía y antes de reunirme como me sobraba un poco de tiempo seguí estudiando. A la hora acordada me reuní con Shiz en el vestíbulo y le comenté por el camino que también había quedado con el foner en Luna Alta.

Sigue en Luna Alta.

Andaba tranquilamente por las calles cercana a la Torre Serpentaria. Gracias a las visitas que hacía a mis amigos y antiguos compañeros de torreón conocía bastante bien la zona que rodeaba a ambos refugios, pero no era a ellos a los que iba a visitar. No, el objeto de mi visita era una chica a la que debía de hacía un tiempo algún contacto fuera del mundo de los sueños. Si no la había visitado antes era, en parte, por no haber tenido demasiado contacto con ella. A decir verdad (y, en mayor o menor medida, igual a todos los habitantes de Letargo) era algo que se podía extender a la mayoría de letarguinos de mi criba.

Quizás por eso estaba algo inseguro cuando llamé a la puerta de la residencia mágica. No había estado traído tarta alguna, aunque suponía que había sido dicho más en broma que en serio. En un sueño estas cosas, a veces, eran algo confusas, aunque ladeé algo la boca. «De todas maneras no creo que le hubiese entusiasmado una tarta de carne de varmano».

Seon, como era habitual, dormía, aunque esta vez se había quedado en el sofá, hecha un burruño. La que si estaba era Alder, que le abrió con el pelo despeinado y recién cambiada del trabajo.

-¿A que debemos la visita, Bran?