Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Alder llevó mal la espera. Se paseaba alrededor de la cama, se sentaba a un lado a leer sin prestar ninguna atención a las palabras que tenía por delante, y en algun momento se fue a hacer ejercicio físico para calmarse.  Cuando Seon se despertó, la edeel bebía syv con rostro serio en el sofá, resignada ya después de varias horas.  La explicación que siguió tuvo pocas interrupciones, pero no parecía satisfacerla en absoluto. A decir verdad, no satisfacía a ninguna.

-Yo no he dado mi palabra en ningun momento de dejar a Yoel ahí.- cortó con sequedad en un momento.- Aun no he caído tan bajo.

- ¿No te das cuenta de que Yrio solo empeoraría? ¿Cuánto tiempo crees que podemos retener con nosotros a Yoel? ¿O devolverlo a Sinhdro antes de que Yrio se presente de nuevo a por él?

- Claro, pues que le escupa y le chamusque las cejas si eso le hace feliz. ¿Eso dices?

-Confío en que...

- ¡Confías! Ese es el maldito problema, Seon. Que Yrio no es digno de confianza. ¿Tiene una explicación toda esta chaladura? Vale, pero no lo hace menos malo, ni a él menos loco de atar.  Y tu quieres involucrarte, pero sin poner soluciones. Te vas a sentar de día a mirar a Yoel sufrir y darle palmaditas en la espalda como si un sueño agradable fuera todo lo que el mundo necesita.

- Es toda la paz que puedo darle.- dijo Seon con un gesto dolido.

- Si, debe ser una paz tremenda, levantarte por las mañanas y saber que tu vida es la misma mierda de siempre, y que lo único que te hace feliz es mentira. ¿No vas a tocar este tema en la vida real? Dejate de altruismos que solo te van a hacer más daño.

- Mientras la decisión recaiga sobre mi, esto es lo que creo correcto.- replicó con frialdad.  Estaban de pie, aunque no recordaban haberse levantado.

- No creo que haya nada correcto.

-No, es posible que no. No es más fácil para mi, Alder.

- Todo es más fácil para todo el mundo, desde la luna dichosa. Estoy muy lejos de poder plantarle cara a ningun habitante de esta ciudad de mierda. Ni siquiera a los luminosos “novatos”.  Yoel y yo tenemos la misma capacidad de defendernos de un abuso.  Dime si eso lo hace más fácil.

- Eso va a cambiar.- dijo en un murmullo.

- Bien, a lo mejor solo necesitaba dos lunas en vez de una. Quizas espere otro año. Total, no pensabas irte, ¿verdad?

- ¿Es esta conversación todavía sobre Yrio y Yoel? Voy a acostarme un rato. No tengo respuesta a todo lo que te preocupa Alder, pero por favor no confundas unos temas con otros. Hago  lo que puedo.

- Yo también. Excepto que no puedo hacer gran cosa.

Y como había prometido, la soñadora se marchó a su cama. Agradecía dormirse casi de inmediato, de esa manera el nudo de su garganta y el horrible malestar quedaban en otra parte, tras una puerta.


Sigue en el Burdel de Dama Espasmo. (varias horas después, en un sueño de Jack)

-Enredo subía a su habitación la última vez que le vi, pero es posible que ya no esté allí- advirtió Shizel a DL una vez llegaron a Serpentaria.
Se despidió del foner en el pasillo alegando que les dejaba solos para que discutiesen lo que fuera, y en su lugar torció por uno distinto. Aunque su destino final era su habitación para poner a buen recaudo sus nuevas ganancias, a medio camino había decidido hacer una parada en un cuarto diferente.

Antes de su primera incursión a Idris, mientras buscaba información, se había encontrado con una sorpresa extremadamente desagradable: el hechizo de memoria que se aplicaba al cosechar.
Una parte de él, la más infantil, se negaba a creer que tuviera que lidiar de verdad con ese problema. No quería admitir que pudieran olvidarle con tanta facilidad, y aun en caso de poder, confiaba ciegamente en que por la razón que fuese Miseria no había aplicado ese hechizo cuando le cosechó.
La otra, más fría y racional, le urgía que no dejase ese aspecto sin cubrir; y era ignorada sistemáticamente por la mentalidad del idrino, que no aceptaba la existencia de lo que le resultaba desagradable hasta que lo tenía delante.

No obstante eso no le impedía darse cuenta de que incluso si las mentes de quienes le conocían estaban intactos, él iba a tener que implantarles un recuerdo falso de todos modos. Era ese supuesto bajo el que estaba trabajando, y tenía en común con el otro el que necesitaba conocimientos de mentalismo. El skrýmir era consciente de que era una disciplina mucho más complicada de practicar que otras, y también de que nadie iba a ofrecerse a hacerle de cobaya sin que él pudiese ofrecerle un mínimo de garantías.

Así pues golpeó tres veces la puerta de RR. Lo había estado pensando, y el foner tenía acceso a una solución a su problema.

Estuvo conversando con Shizel en la vuelta de excelente humor hasta que llegaron a Serpentaria donde finalmente se separaron y se dispuso a subir a buscar a Enredo, tal y como Shizel le había indicado. Quería preguntarle que había ocurrido esa mañana, pero finalmente se quedo medio camino ya que vio al susodicho con la cabeza metida en un libro en el salón. Curioso se le acerco y se sentó a su lado en el sofá.

-Bien, a ver , ¿que paso esta mañana? Luego de que vine con tu llamada insistente tu no estabas- dijo DL con tranquilidad mientras concentraba parte de sus atención en sus manos y se entretenía cambiando el color de la piel y la forma de los dedos para convertirlos en garras retráctiles- Si es por lo de la fiesta, porque no se me ocurre que otra cosa puede ser, no te hagas mucho lío. No me enoje ni nada, tal vez debí comentártelo esta mañana pero tenia cosas que hacer- respondió pensativo e inmerso en sus pensamientos, cuando esa conversación que tenia pendiente terminara debía volver a la Sede, debía empezar a organizarse un poco para sus días de pruebas en  el burdel "Uff, se me están acumulando cosas por hacer a una velocidad impresionante, esto me pasa por intentar abarcar tanto" pensó rascándose la nuca debería tomárselo con mas calma, pero era complicado cuando veía al nivel que todos los de su alrededor avanzaba y conseguían poco a pocos sus objetivos y el seguía medio atascado. "Debería hacer lo que me aconsejo Yip también, preguntar al bibliotecario por libros que me sirvan"  pensó, aunque eso ya lo dejaría par a los próximos días. Lo principal ahora era concentrarse en Mephis que ya de por si iba a ser un reto duro de roer.

Tras los tres golpes de Shizel, pasaron unos instantes de extraño silencio, que no consistía en simple ausencia de sonido sino más bien en una suerte de expectación y sorpresa ultrasónica que, sin tener una frecuencia audible, sí llenaba el aire y el tiempo, haciéndolo ligeramente más espeso. Seguidamente se escuchó un resorte, como un chasquido siseante que, de haber sido el visitante procedente de un mundo algo más avanzado, habría identificado sin dificultad y, a continuación, unos pasos apresurados hacia la entrada.

De sopetón, la puerta se abrió de un golpe precedido de un agudo y agónico chirrido de los viejos, herrumbrosos y ennegrecidos goznes, mostrando tras de esta a un RR ataviado con sus casi harapientos efectos personales típicos, aderezados por un a todas luces discordante delantal blanco, que apuntaba al idrino con su escopeta y con un brillo amenazador en sus ojos de desquiciado que se dejaban adivinar bajo las gafas protectoras. Sobre su hombro, Hmox contemplaba al visitante, erguido sobre sus cuartos traseros, blandiendo una mirada cargada con toda la hostilidad e intimidación que una rata más bien grande podía reunir tras unas lentes protectoras hechas a medida, que a decir verdad no ayudaban demasiado. Pero el pobre lo intentaba.

Tras ese efímero pero endiabladamente intenso instante, tanto el foner como el roedor relajaron su gesto y su postura, bajando el arma lentamente y permitiendo que otra buena cantidad de animalejos asomaran de entre los bordes del delantal.

-Sh... Shizel...-tartamudeó RR, con un tono que se deslizaba imperceptiblemente fuera de la categoría de “Sorprendido” y se colaba por debajo de la puerta en la de “Atónito”.- demonios, no te esperaba. Qué susto me has dado, coñó... y pensar que casi te vuelo la p... bueno, pasa pasa...

Mientras decía esto, dejó que el muchacho accediera al caótico habitáculo, mientras el foner corría a la otra punta de este, en dirección a un pequeño hornillo sobre el que una sartén humeaba en silencio. El brujo se pasó la escopeta a la mano derecha, mientras que con la izquierda empuñaba el mango del utensilio de cocina, para luego verter su contenido con suma cautela en el interior de una cazuela metálica y llena de agua que, al contacto con la sustancia, que terminó por ser plomo, comenzó a evaporarse con violencia. Tras esto, dejó la sartén a un lado y tomó asiento con aire cansado en la silla del escritorio, dejando su arma sobre este y permitiendo que buena parte de las ratas que lo acompañaban pasaran al suelo y a los muebles de la habitación.

-Siento que... en fin, que todo esté tan desordenado. Como te imaginarás, no esperaba visitas.-comentó el foner con una voz que se confundía fácilmente con un suspiro de cansancio.

En efecto, costaba creer que en tan poco espacio cupiera tanta mierda. Los trozos de pared que estaban cubiertas por caminos y pasarelas de madera para ratas o por papeles con las más diversas anotaciones, planos o gráficos, se desvelaban partes de un entramado bastante complejo de runas y hechizos defensivos. El suelo estaba cubierto por trozos de tela, pedacitos de comida, restos pegajosos e inidentificados de líquidos de diversa índole, trozos de tela y basura varia. Toda superficie susceptible de ser cubierta estaba tapada por papeles y libros que se apilaban hasta desafiar la gravedad, platos, tazas y cubertería varia que o pugnaban por un espacio marginal o coronaban las torres anteriores, botellas, plumeros y artefactos inidentificados o partes inacabadas de estos, así como herramientas varias. La cama estaba deshecha, y se intuía que llevaba así desde hacía tanto tiempo que posiblemente hubiera desarrollado en las manchas de café que la cubrían una vida lo suficientemente inteligente como para sindicarse y ir a huelga en masa ante la más mínima tentativa de rehacerla. Un arma de fuego bastante más tosca que la que blandía el foner aparecía apoyada en ella.

Realmente no se podía decir que la habitación oliera mal. Simplemente se podía afirmar que no olía a habitación. De hecho, si había un aroma equivalente, debía de ser el de bar: El sudor y la suciedad estaban enmascarados con el perfume de la comida variada y variopinta, el café, la cerveza y el tabaco.

-Bueno... y... eh...- comenzó a vacilar el foner, retirándose las gafas hasta la cabeza y rascándose el cogote, dejando ver sus ojos enormes y carmesíes, que ahora temblaban como exquisitas y finas obras de vidrio bailando en frágil equilibrio al borde de un estante, dejando ver la mezcla de timidez y desequilibrio mental severo. Su media sonrisa insegura y su mirada hacia la esquina superior derecha del cuarto, que fingía de forma horrenda un interés repentino por este punto para disimular sus pocas ganas de mirar a su invitado a los ojos, no ayudaban en absoluto a contradecir la impresión de adolescente en apuros que rebosaba por los cuatro costados.- ¿Qué te ha... traído por aquí?

La puerta se cerró tras sus palabras con un sonoro golpe que, sin ser estrepitoso, sonó excesivamente contundente y dramático para el gusto de RR, que ya bastante abochornado estaba de por sí con la situación. No le había cogido en buen momento, desde luego. Aunque no le sorprendía tanto el hecho de tener visita, ya de por sí brutalmente inusual, como que fuera precisamente Shizel el que lo buscara. Quizá fuera casualidad, pero en aquellos momentos anteriores había estado pensando en él...

Muy fuerte.

El brujo se sonrojó ligeramente y deseó con vehemencia que su pelo escondiera este hecho. O que conjuntara, a ser posible.

A pesar del reconocible chasquido al otro lado de la puerta, la nueva sangre fría de Shizel no le impidió dar un respingo al encontrarse el cañón de una escopeta frente a sus narices. En respuesta instintiva a su alarma la escarcha sobre su piel empezó a solidificarse, y ya había cubierto la mitad de su cuerpo en los escasos segundos que tardó RR en abandonar su postura de amenaza.

Tuvo que reprimir un resoplido a medias de incredulidad y alivio cuando pasó al interior. Murmuró un hechizo térmico para derretir de nuevo la capa de hielo, costumbre que había adquirido para evitar ir dejando esquirlas por el suelo siempre que la fragmentaba.
-Tienes que dejar de hacer eso- no pudo evitar recriminarle a RR-. Si alguna vez vengo a intentar asesinarte, descuida que no llamaré a la puerta.

>>No pasa nada- contestó cuando el otro hizo referencia al desorden general.
Sí, sí que pasaba. El habitáculo necesitaba una limpieza con tanta urgencia que Shizel tenía ganas de gritar, pero no estaba en su lugar recalcarlo. De nuevo había sentido la tentación de caminar levitando ligeramente sobre el suelo, pero al contrario que en el faro el ocupante de la habitación no estaba loco y se daría cuenta. Así pues el idrino avanzó hacia el centro y ahí se quedó con los brazos cruzados y un cierto aire incómodo, dirigiendo una discreta mirada circular mientras RR preparaba sus cosas y dando gracias al reflejo de que existiesen cosas como los criados y los hechizos de limpieza.

"¿Por qué todo el mundo aquí sabe cocin...? Ah", se corrigió sobre la marcha al ver lo que en realidad trajinaba el foner con la sartén. Aunque seguía dejándose alimentar descaradamente, un año entero fuera de su mansión había dado sus frutos y el skrýmir ahora sentía un desagradable cosquilleo al fondo de su mente cuando veía a alguien cocinando y recordaba que en eso él no sabía apañárselas.

La incomodidad del foner era tan evidente que empezaba a contagiársele sin saber por qué. De forma subyacente la actitud de RR le recordaba un poco a DL desde hacía un tiempo para allá. "¿Es que tengo algo en la cara últimamente?", se preguntó Shizel.
-Espero no haber llegado en mal momento... Tengo que pedirte un favor- dijo, volviendo al tema que le había traído allí-. ¿Me prestarías algunas de tus ratas?

Sentí que alguien se acercaba pero no le di mucha importancia, aquel lugar era comunal y no podía evitar que la gente fuese y viniese a su antojo. Hasta que oí la voz claro, en ese momento deseé varias cosas a la vez, la primera sí poder evitar que la gente fuese y viniese, la segunda que se me tragase la tierra y la tercera que la Luna me hubiese bendecido a mi para ser poltergeist y ser invisible casi siempre.

Con un suspiro y la cara roja levante la cabeza del libro de magia.

-Yo..... lo siento, lamento mi comportamiento de ayer, es inexcusable.- a cada palabra me iba poniendo más rojo.

Observo de reojo al brujo al escuchar su disculpa observandolo atentamente, resultaba un poco peculiar ver a alguien como Enredo, que tenia una apariencia física que destacaba tanto por su altura como por la anchura comportándose tan tímido con un palillo blancuzco como el.

-¿Por que te disculpas? Si me hubiese sentido ofendido entonces vale, pero no es el caso. ¿A quien no le gusta que intenten coquetearle? Es un halago- añadió un poco divertido quitandole hierro al asunto mientras jugueteaba con sus uñas sobre la mesa- Ademas, mejor que fuese conmigo que hay confianza, a que hicieras eso con alguien mas en la taberna.

Realmente no se hacia mucho problema con esos temas, al menos cuando dichos temas no tenían que ver con cierto idrino, que entonces se volvía un poco dolor de cabeza, ya empezaba acostumbrarse a la peculiar sensación aunque no se decidiera ahondar en ella por simple seguridad. Igual su cabeza estaba llena con todas las cosas que tenia en su lista de pendientes, por lo estaba ya un poco agobiado.

-Pues me disculpo por que por mucho que tu no te hayas enfadado no deja de ser vergonzoso. Entiéndelo, yo no me comporto así, y haberlo hecho....No sé, debería tener mil y una cosas mas en la cabeza y últimamente no dejo de pensar en.... bueno, ya me entiendes.- Enterré la cara entre las manos y el contraste en el calor de mi cara y la frialdad de mis manos fue bastante agradable.

DL era una de las personas mas abiertas que había visto hasta ahora pero yo no sabía como tratar ese tema. Aunque por lo visto no es que fuera un tema tabú por que la gente no solo no se avergonzaba de ello, si no que se sentían orgullosos. Aun así esperaba que mi mejor amigo pudiese darme algún consejo, principalmente por que no tenia confianza con mas gente para hablarlo. Sí, tenía mas amigos pero.... Shiz demasiado frío, y ademas hablar con él de eso seria como intentar salir de Hogwarts mediante la aparición. Y con Yttria.... No, antes me tiraba por el abismo que hablar con ella de aquel tema.

Se quedo pensativo unos minutos mas sin responder a Enredo. Cuando comenzó a hablar lo hizo con un tono un poco divertido.

-Te preocupas demasiado, hazme el favor de no copiarme. No te quieres volver un paranoico estresado como yo, créeme- añadió mirándolo con cierta distracción antes de hablar de nuevo- No entiendo tu preocupación, aunque si que entiendo lo de esos pensamientos tuyos, tienes dos opciones: seguir dejándolos como simples pensamientos o hacerlos realidad. Bueno también esta el ignorarlo, pero es mas difícil- añadió distraidamente mientras iba cambiando el color de pelo de forma aleatoria como simple distracción, al final su costumbre no iba a a ser muy diferente a los cambios espontáneos de Yip- Tu eres diferente de mi, así que tal vez mi consejo no te funcione igual, simplemente deja de agobiarte pasara cuando tenga que pasar y ya. Aich, estas conversaciones no se me dan bien, yo no me complico con estos temas...-murmuro rascándose la cabeza y enredando los dedos en su recién adquirido cabello azulado.

Escuché atentamente las palabras del foner aún con la cara entre las manos. <<No preocuparse y dejarlo como pensamientos, que fácil suena>>. Sacudí la cabeza rechazando todos mis pensamientos. En los próximos días estaría lo suficientemente ocupado como para olvidarme de ello, al menos por un tiempo.

-¿Necesitas algo más?,- escondí todo lo que sentía y traté de parecer inexpresivo, seguramente Shiz me habría pillado, pero DL no contaba con la ventaja del idrino.- No quiero parecer desagradable ni que te esté echando, pero lo cierto es que estoy ocupado. En pocos días me ire y necesito estar preparado para todo lo posible. Y no me cabe duda de que tu también estarás ocupado con tus cosas como para cargarte con preocupaciones innecesarias.- dije con actitud despreocupada ya que sabía que el foner también estaba ocupado.

Ya lidiaría más adelante con el resto de cosas. Primero iba mi supervivencia en un mondo hostil, y si salía vivo ya haría las cosas pendientes.

El gesto de RR cambió drásticamente ante la pregunta del idrino, tornándose de golpe serio y sorprendido, como quién sin mayor motivo recibe un golpe bajo durante una amistosa charla. Se giró hacia él, claramente desconcertado.

-¿Prestarte a mis ratas? ¿”Prestarte”?-reiteró, poniendo aún más énfasis en el término, apoyándolo no sólo con su voz sino también con su gesto, inclinándose hacia su interlocutor.- No son juguetes, Shizel, no puedo ir dejándolas sin más. Además, ¿qué demonios quieres hacer con ellas? Comprenderás que no me hace especial gracia que la gente las use sin mi permiso...

Mientras su contestación avanzaba, abandonó su postura inicial, comenzando a realizar otras labores mientras hablaba. Aquello le ayudaba a hacer girar los engranajes mentales. Así, tomó un cazo, que introdujo en el interior de la cacerola aún vaporosa, removiendo su interior y provocando una serie de amortiguados tintineos metálicos. Finalmente, extrajo el cucharón, lleno de pequeñas esferas de plomo, que fue depositando con cuidado en una balanza que se encontraba camuflada entre los papeles.

-...aunque me alegro de que hayas venido a consultármelo. Además, supongo que eres lo suficientemente listo como para tener un motivo de peso para querer utilizarlas. Así que...

Y mientras decía esto, comenzó a quitar postas con aparente atención, cuidando de que su peso fuera igual al de las pesas del otro brazo.

-...te escucho.

RR sabía que debía centrarse. Fuera Shizel o el rey el que hubiera acudido a él, estaba tratando sobre un tema demasiado íntimo y delicado como para que sus sentimientos personales se entremezclaran con su decisión. Y si algo le impedía dar una negativa taxativa y rotunda no era ni mucho menos su libido, sino su instinto táctico. Sabía que el idrino era un mago competente y que, además, poseía habilidades comerciales destacables. Y, si sus planes no rozaban la inmoralidad en lo que a sus ratas se refería y podía sacar algún tipo de beneficio sustancial, quizás estuviera dispuesto a colaborar.

Al idrino poco le faltó para poner morros ante la negativa inicial. No estaba acostumbrado a que le denegaran las cosas cuando las pedía.
"Sólo son ratas", se quejó en su fuero interno. No obstante había tenido ocasión de comprobar por medio de Enredo lo unido que podía estar un brujo a su dominio, y por el bien de la conversación no exteriorizó sus pensamientos.

Reprimió una mueca antes de empezar a hablar. Habría preferido con mucho no explicar en absoluto para qué necesitaba a los animalillos, porque hacerlo podía dar lugar a más preguntas, pero no haberse esperado ese obstáculo habría sido pecar de ingenuidad. Esperaba que RR achacase sus motivos a su habitual curiosidad mágica.
-Necesito meterme a mentalismo- admitió de mala gana-, y no es algo que pueda practicar solo- en realidad sí podía, pero no estaba dispuesto a hacerlo-. Pero difícilmente puedo pedirle a la gente que se deje utilizar como cobaya sin garantizarles que no haré un estropicio en su mente, ¿no te parece?- sacudió la cabeza contrariado. Aun así tenía pensado probar suerte una vez tuviese cierta seguridad. Si en Rocavarancolia las posibilidades de que alguno de sus conocidos se fiara de él y se dejase eran bajas, en Idris habrían sido sin lugar a dudas nulas por muy estrecha que fuese la amistad. Aquella apertura de mente de sus compañeros, que le había resultado rara en otros momentos, le podía venir bien.
Pero antes, claro, tenía que convencer al dueño de las ratas.

-Los textos que he consultado recomiendan empezar con sujetos más simples. Sería cosa de hacerles pruebas- la palabra "experimentos" sonaba muy mal y Shizel era consciente de eso-. Comprobar si recuerdan el camino a su jaula después de haberles desmemorizado esa parte, o implantarles recuerdos distintos sobre una cosa u otra... Cosas así- le aclaró-. También activar y desactivar la parte de su mente que almacena recuerdos sobre mí, por ejemplo- aquella parte era el objetivo principal del ensayo, ya que era la que iba a repetir sobre sujetos idrinos-. Entiende que me interesa tan poco como a ti dejarte taradas a las ratas: significaría que estoy haciendo algo mal- añadió para evitar tirar piedras contra su propio tejado.

-En líneas generales eso es todo -clavó la mirada en RR-. ¿Qué me dices?

Se podía decir de el que no tenia mucho tacto y que no era tan perceptivo a la señales como algunos de sus compañeros, Shizel y Karime principalmente aunque fuese por motivos distintos, pero incluso él pudo notar el cambio de actitud de Enredo. Había pasado de ser extrañamente accesible y abierto a prácticamente echarlo de buenas maneras. "¿Dije algo malo y no me entere?" pensó un tanto confundido por el cambio, pero para bien o para mal, no era alguien que se callara.

-Lo estas siendo para que mentir, no se que esperabas que te dijera Enredo, no existe un manual para estas cosas cada uno va a su ritmo, solo tomatelo con calma y si tienes pensamientos, o fantasías que es casi lo mismo, tenlas y ya. Ya tendrás tu momento de hacerlas realidad. No hay necesidad de comerse la cabeza por eso- añadió osbervandolo antes de levantarse del sofá tras terminar de hablar, debía empezar a ir volviendo a la Sede, que cada vez parecía mas que vivía en Serpentaria- Ahora si me voy, que a este paso me voy a tener que hacer hueco en alguna habitación de tantas veces que vengo- bromeo mientras se estiraba ya dispuesto a marcharse se despidió de Enredo antes de irse finalmente.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

RR sopesó durante unos instantes las palabras del idrino, mientras iba distribuyendo las postas en el interior de cartuchos abiertos. Desde luego, debía velar por el bienestar de sus ratas, pero no podía negar que los conocimientos que el estudio pudiera reportar sobre los hechizos en lo referente a la memoria dejaran indiferente al brujo. De hecho, en aquellos momentos las posibilidades que aquel poder mágico le podría brindar comenzaban a desfilar ante los atentos y desquiciados ojos del foner.

-Vale, te explicaré mi postura...-comenzó a responder, con la mirada aún atenta al trabajo manual en el que se encontraba ocupado.- Me interesa tu objeto de estudio, para qué mentir, y entiendo que puedes necesitar sujetos de prueba. Por esto, estoy dispuesto a permitirte usar a mis ratas con ciertas condiciones:

>>Primera: Habrás de compartir todo lo descubierto conmigo. Sin restricciones. Segundo: Me permitirás estar presente en las pruebas, para velar porque no se cometan abusos sobre mi gente.Tercera: Evitarás a toda costa causar daños innecesarios e irreversibles en ellas.Y cuarta... Ya se me irá ocurriendo.

Hizo una pequeña pausa, en la que se concentró en cerrar los cartuchos uno por uno. Necesitaba tener las manos ocupadas para mantener la mente fría. Había sido así toda su vida, y aquello había quedado más que constatado durante la cosecha. Mientras estuviera atareado, los mecanismos de su mente funcionarían como era debido. Y, si quería hacer un pacto que llegara a buen puerto con Shizel, debería mantenerse así.

-Creo que estoy siendo coherente y que no te estoy pidiendo nada desmedido. Ahora está en tu mano aceptar o no.

"Yo te ayudé con las runas", estuvo a punto de quejarse Shizel. Entonces recordó que a cambio el cacharro-escopeta que habían manufacturado durante la cosecha ya se había amortizado a base de bien durante ésta cuando el grupo lo había necesitado. Y aquélla había sido una condición que le había puesto entonces él a RR.
"Vale, te escucho, pero mírame al menos mientras me hablas", pensó el skrýmir frunciendo el ceño algo molesto.

El enfurruñamiento era más por costumbre que por otra cosa: las condiciones en sí no le parecían demasiado restrictivas. Contarle a RR cómo funcionaba el mentalismo no era ningún secreto que el foner no pudiese encontrar rebuscando lo suficiente en la biblioteca, y lo de supervisar las pruebas se lo había ido imaginando a medida que el foner hablaba. Le hizo gracia cómo el brujo se refirió a los roedores como "su gente", pero no hizo ningún comentario al respecto más allá de sonreír un poco en ese momento.

-De acuerdo- asintió dando la negociación por finalizada-. Te avisaré cuando tenga la tarde libre, entonces. Y en mi habitación mejor: hay más espacio- frase que venía a equivaler a la forma políticamente correcta de decir "hay menos mierda por el suelo". Tras un último saludo de despedida el skrýmir salió al pasillo, con la intención de, esta vez sí, ir a su cuarto a dejar lo que llevaba encima. Tuvo que pasar por el salón antes, y allí se encontró a Enredo.
-DL te buscaba- le informó-. ¿Has hablado ya con él?

Despedí al foner y me centré otra vez en mi lectura hasta que alguien me interrumpió de nuevo, esta vez Shizel. Miré en su dirección y lo vi cargado de bártulos.

-Sí, hablé con él, aunque creo que me he pasado de seco.- y ya por pura curiosidad.- ¿De donde vienes tan cargado?,- el idrino contestó y su respuesta me dejó pensativo.- El mercado.... pensándolo bien tengo que pasar por allí para ver unas cosas. ¿Me acompañarías? Seguramente necesite consejo sobre algunos temas relacionados con el comercio.- pedí con cortesía, sabía que tratando así a Shizel tendría más oportunidades que de otra forma. El chico parece conforme y digo.- Dame un segundo voy a buscar mi dinero.

Subí a mi habitación y pille todo el dinero que me había dado Jack, no parecía mucho, pero de momento me serviría.

Sigue en el Antiguo Mercado.