Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

-En eso pensaba... La trampa de la puerta... ¿Sabes? En el libro de hechizos leí que existía uno para aumentar la intuición mágica. Pero llevará tiempo dominarlo, y habrá que practicar mucho. Pero creo que podría ser útil... bueno, al menos para saber si hay algo o no. De haberlo no sé qué haríamos. Pero si nos dejan aquí para que aprendamos por nuestra cuenta, nuestro deber es hacerlo lo mejor posible. Me preocupa su forma de enseñarnos las cosas, a menudo por las malas... en la criba... no les importa si moríamos, ¿por qué habría de cambiar eso ahora? -Suspiro. Me doy cuenta de que en realidad estoy siendo demasiado agorero o paranoico, pero prefiero ser así. Al menos en esta ciudad-. Volvamos adentro... podemos practiar otros hechizos... y ese que digo también. Tendré que rebuscar entre los libros, hay muchos en idiomas raros...
Medio ausente me apresuro a descender y bajar hasta la puerta para entrar de nuevo diciendo la contraseña. Allí me pongo a rebuscar entre las estanterías sin percatarme de cuándo Nia entra. Voy leyendo todos los lomos, descartando aquellos que no entiendo, y veo manuales de todo tipo. Magias especializadas... pero el que yo busco es bastante básico, aunque requiera práctica. Ojalá tuviésemos aquí el libro del torreón. Después de rebuscar en varias estanterías doy por fin con un manual de magia básica. Lo abro, y es muy similar al que teníamos. Mientras rebusco en las páginas pinso en la necesidad de organizar un poco mejor las estanterías, aunque nos llevase días. Estaría bien tener los títulos catalogados y separados por idioma, al menos, separados los que nosotros podemos entender.
-¡Lo tengo, Nia! -exclamo mientras salgo a buscarla sujetando el libro con dos dedos.

Nia volvió a asentir y se dirigió adentro de la torre con Gael. Enseguida se dirigieron a la desordenada estantería de libros y se pusieron a buscar un libro de magia básica. Nia se perdió entre tantos tomos de diferentes idiomas y cogió uno que le llamó la atención, porque se encontraba en buen estado. Por suerte, estaba en un idioma que podía entender. Era más fino que los demás y era de especialización en la magia del fuego. Nia estuvo apunto de ponerse a curiosear el libro pero Gael encontró el que buscaban. Nia dejó a un lado el libro del fuego y se acercó donde Gael.
-Veamos si podemos dominarlo pronto.-dice Nia que tenia curiosidad por el hechizo.

Vamos hasta una de las salas comunes y nos acomodamos allí con el libro abierto sobre la mesa. Compruebo que están cargados todos los amuletos que llevo encima y abro por la página que marqué antes.
-Bueno, empecemos. -Levito sobre el libro leyendo las indicaciones básicas sobre el funcionamiento del hechizo. Me quedo pensativo un momento-. Es demasiado intuitivo... Deberíamos entrenar hechizando cosas y comparándolas con otras no hechizadas. Por ejemplo... Dos jarrones. -Salgo en busca de dos adornos que había visto en una cómoda al entrar. Los dejo sobre la mesa y repaso mentalmente hechizos permanentes para un objeto. No son maldiciones, pero puede servir para empezar. Rápidamente se me ocurre el que más utilizo-. ¡Claro! Espera un momento. -Realizo el hechizo que hace un objeto ignífugo sobre el primero de los jarrones-. Ahora sí son diferentes. Deberíamos notar algo distinto entre los dos jarrones. No es una maldición así que es posible que por ser magia demasiado básica apenas se note al principio. En cuando podamos disintinguir esto, pasaremos a otro hechizo, para ir probando diferentes magias, ¿qué te parece?
Inspiro profundamente y sin quitar ojo del libro realizo el hechizo que sale en él. Al principio siento que todo es igual, pero noto punzadas casi imperceptibles de otros sentimientos. Miro los jarrones y los toco, pero no veo ninguna diferencia entre ellos. Según el libro no es sencillo, no se percibe como un olor o tacto, es algo más abstracto. Lo que siento probablemente venga de todos los muebles hechizados que hay en la torre, pero tengo que centrarme en los jarrones y olvidarme de lo demás. Dos objetos iguales con una diferencia sustancial. Miro a Nia para ver si ella parece haber sacado algo en claro, pero seguramente está igual de confusa que yo.

Seguimos un buen rato tratando de distinguir sensaciones, pero cuando empezamos a bostezar dejamos el libro de lado y los jarrones y vamos a cenar algo antes de irnos a dormir. Picamos comida que no hay que preparar y después nos vamos a dormir. La acompaño a la puerta de la habitación y veo como se sumerge en el agua. Me asomo a verla aproximarse a la cama bajo el agua y la llamo con una mano para que vuelva. Antes de que llegue a la superficie sumerjo la mano en el agua y acaricio su cabeza deslizando la mano hasta su mejilla.
-Buenas noches -murmuro antes de salir de allí a toda velocidad, sacudiendo la mano para secarla mientras aplico el hechizo térmico con la otra. Abro la puerta de mi habitación y cubo con la manta la mesita dedicándole una sonrisa pérfida. Después me acurruco en mi esquina e intento dormir.

Nia se despertó y notó algo raro en el agua. Algo le llamaba. Nia alzó los brazos y noto como el agua entorno a ellos giraba y descendía por sus brazos y luego volvía a subir. De alguna manera, el agua estaba viva. Nia bajo las manos. No. Ella estaba moviendo aquella corriente pequeña de agua. Se incorporó y lo volvió a intentar, concentrándose pero nada pasó. Parece ser que lo estaba haciendo en sueños pero, ahora, había un filtro en aquel agua, ya que no estaba en el mar, su verdadero elemento. Nia salio escopetada de la cama y se asomó al bordillo. Se meso el pelo rápida pero delicadamente y enseguida se quedó seco. Había decidido ir al mar a comprobar aquel extraño poder. La bioluz de Nia parpadeaba, emocionada y curiosa. Lanzo el hechizo de levitación y salio del cuarto.
Bajó a la cocina donde tomó un desayuno a base de pan y carne fresca y, tras dejar una nota a Gael se subió a la bañera y, animándola con un trozo de carne, se dispuso a salir. El viaje fue más o menos cómodo, tenia agua así que no habría problema con su piel pero Nia casi se da en la frente cuando la bañera frenó en seco en el umbral de la puerta.
-¿¡Pero se puede saber que pasa!?-dijo Nia, tras recuperar la compostura por el frenazo.-¿Tienes miedo de salir fuera?-la bañera reculó, gimiendo como un perro lastimado.-¿O es que no puedes salir?-Nia se quedó pensativa. Cierto era que los muebles nunca dejaban el torreón.
-¡Que le vamos a hacer!-dijo Nia en un tono conciliador mientras salia de la bañera y le daba los trozos de carne.-Tendré que ir a pie...-La bañera volvió al baño, contenta con su filete.
Finalmente, Nia preparó el atillo y salio por la puerta, de vuelta al mar.

(Continua en la playa de los naufragios)

Me desperté por la mañana con los rayos del sol colándose por la ventana. Me encontraba por fin descansado y recuperado, pero aburrido después de haber estado todo el día practicando el hechizo que aumenta la sensibilidad mágica. Me levanté y salí de la habitación para tomar un desayuno rápidamente y seguir con el hechizo a falta de nada mejor que hacer. Leo la nota que ha dejado Nia y lamento no haber ido con ella. Sin otra cosa mejor que hacer seguí practicando, pero me aburría continuar con aquello. Quería practicar otras cosas, descubrir otros poderes nuevos, pero no sabia ni por donde empezar. Además me parece útil poder detectar hechizos, tal vez sirva para prevenir. Con que me ayude una sola vez ya habrá valido la pena. Después decidí salir afuera para examinar el hechizo de la puerta. Ese debe de ser una maldición, y además complicada. Los muebles hechizados y las cosas que yo hechizo son demasiado simples. Pero ante la puerta puede que cambie algo. Algo puede que cambie, pero necesito centrarme y dar una vuelta alrededor de la torre, sintiendo, centrándome en el hechizo. Algo cambia ante la puerta, es como la sensación que precede a tener un nudo en el estómago... o apenas. Es un poco inquietante, no sé si tiene que ver o me estoy confundiendo con mi propia inquietud. Empiezo a estar paranoico y necesito descansar un poco. De todas formas no me queda demasiada magia en los talismanes y tal vez debería hacer otra cosa durante un rato.
Entro y, dándome cuenta de que ya es tarde, me preparo un pedazo de carne planchado en la sartén de hierro mientras voy a buscar los libros a la habitación. Cojo solo el de fuegos mágicos, que es más curioso y me cuesta menos centrarme en él, y sigo leyendo mientras me como la carne. Echo de menos la comida de Vacuum, o la de Cain... Me hubiera gustado ir a verlos estos días. ¿Dónde estarán? Mañana intentaré ir al burdel. Todavía tengo mucho que estudiar sobre la torre y la magia, pero tengo que ir a hacerles una visita... porque también necesito su ayuda. Empiezo a hacer planes, pero todavía no sé qué y cómo llevarlos a cabo. Al terminar dejo las cosas en el barreño para fregar los platos, dejándolos para mañana, y vuelvo al libro. Debería hechizar el libro para pasar las páginas sin dañarlas, pero el libro es de la biblioteca y no sé si debería. No creo que nadie se entere de esto, así que trato de recordar el hechizo y lo aplico al libro. Compruebo que por suerte ha funcionado. Hacía tiempo que no lo usaba y creía que había dicho mal una parte.
Estudio hasta algo tarde en la sala común y cuando me empieza a aburrir el libro me lo pongo bajo el brazo y me marcho. De camino a mi habitación paso por el cuarto de Nia y compruebo que sigue vacío. Todavía no ha vuelto, pero no creo que le pase nada. Sabe defenderse sola... el mar es su medio, a fin de cuentas. Entro a mi habitación, un poco preocupado, y suelto el libro sobre la mesa. Hechizaría los otros dos, pero creo que ya no me queda energía suficiente en los amuletos, así que lo dejo para mañana. Intento dormir, pero le sigo dando vueltas a la cabeza sobre varias cosas. Planes de futuro, qué hacer ahora, Nia que todavía no ha vuelto... Tardo bastante en quedarme dormido, aunque cuando estoy a punto de hacerlo siento a la mesita de noche husmeando a mi alrededor, pero la ignoro.

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Me despierto temprano por la mañana. Últimamente estaba durmiendo más que de costumbre. Aunque los últimos días habían sido un caos y me merecía un descanso, empecé a sentir que no estaba haciendo nada productivo. Me yergo con determinación y me dirijo hacia la puerta. La mesita me sale al paso pero la esquivo dando un bote hacia el techo. Después me vuelvo hacia ella y con expresión triunfal exclamo "¡Já!". Hago levitar los tres libros hacia mí y cojo en la mano solo el que hechicé anoche. Después salgo de la habitación con los otros dos flotando a mi espalda. Ya en la cocina los dejo sobre la mesa y hechizo los dos que faltaban, para poder cogerlos a todos sin problemas.
Saco pan y lo tuesto en una sartén para untarle después mantequilla... que resultó ser más amarga y grasienta de lo que yo creía. Tal vez ni siquiera sirviera para untar en pan, pero una vez hecho me lo como de todas formas poniendo mala cara. Me tomo una fruta cítrica de color rojo después y decido que es hora de lavar los platos atrasados. Haciendo un esfuerzo sobrehumano hago la tarea y después seco y caliento las manos con un trapo mientras me pregunto si Nia habrá vuelto. Antes de volver a abrir los libros subo a comprobarlo, pero su habitación sigue vacía. Esperaré un poco más... pero si no aparece tal vez debería salir a dar una vuelta por la ciudad. Decidido a salir en cuanto el sol estuviese más alto, me puse a releer el libro que más ameno me parecía, el de las criaturas y ritos del pantano.

Cuando llega el mediodía siento hambre, pero no tengo ganas de seguir aquí encerrado. Cierro los libros dejándolos de nuevo en mi habitación y salgo por la puerta dispuesto a ir a hacer una visita al burdel.

[Sigue en el Antiguo Mercado].

Despierto. Me levanto de un salto, y miro a mí alrededor. Parece que nada ha cambiado. Mejor así. Me pongo un kimono blanco con detalles en dorado. Dejo la ropa que llevaba puesta encima de la cama. La lavaré luego, ahora voy a comer algo, porque tengo hambre después de estos días dormida. Voy a la cocina y busco algo que comer. Hace mucho que no como carne... Encuentro una sartén desgastada. Me encojo de hombros. <<Servirá>>. Rebusco por la cocina en busca de aceite. Encuentro una especie de grasa. La unto en la sartén para que la carne no se pegue. Pongo la sartén al fuego y empiezo a dar vueltas al filete. Cuando más o menos veo la carne bien hecha, la saco. Apago el fuego y me sirvo el filete en un plato. Doy un mordisco. <<No está mal, un poco crudo, pero se puede comer… >>. Hace mucho que no cocino, pero por lo visto no me he olvidado del todo. Me acabo la carne y sumerjo el plato y la sartén en un barreño con agua. Cojo la esponja y la froto con el jabón. En el Burdel me tenían muy mimada, pero en la tierra lavar los platos era algo que hacía a menudo... En fin, a lo que iba... Saco el plato y lo froto con la esponja. Cuando quito toda la suciedad, lo aclaro y lo dejo a parte. Hago lo mismo con la sartén. Con un trapo, seco lo que he lavado y mis manos. Debería seguir estudiando los hechizos que apunté, pero no me veo con ganas. Salgo a la calle, y empiezo a andar, recargando el amuleto que, por manía, llevo siempre encima. No sé a dónde ir, por lo que empiezo a andar en una dirección al azar.

(Continúa en el Barrio Quemado [siento volver a editar, pero con la nueva cosecha no me apetace ir a la plaza u.u])

Nia llegó cansada al torreón. Pronto, fue a su cuarto a decorarlo con todas las cosas que había cogido del mar y decoró con conchas, caracolas, piedras algas. Así su cuarto se parecía más a su querido mar. Nia suspiró y salio a la cocina. Cogió algo de carne y fue al baño a compartirlo con la bañera. La bañera le recibió contenta y feliz y se puso aún más feliz cuando descubrió el filete que llevaba. Mientras comían, Nia probó sus nuevos conocimientos. Se concentró y lentamente, fue convirtiendo la toalla en transparente.
-Bien...-dijo casi en un suspiro. Estaba muy cansada. Lentamente los parpados comenzaban a pesar y Nia se quedo sumida entonces en un sueño profundo.
Cuando desperto, se encontro acomodada sobre la fria bañera que, al parecer, tambien dormia. Nia lanzo el hechizo de levitacion sobre si misma y se dirigio a la cocina donde devoro unos peces pequeños con sumo gusto. Al terminar abrio el libro de magia de luz y siguio practicando, preguntandose a ratos donde estaba Gael. A lo mejor mas tarde se animaria a pasarse por el burdel, hacia mucho que no veia a los demas y aun no sabia de la transformacion de elliot...

Después de un largo viaje por las oscuras calles de Rocavarancolia consigo llegar a la torre. Llegué a perderme en un par de ocasiones, pero ascendiendo por encima de los edificios colindantes conseguí volver a encontrar el rumbo, orientándome por los edificios que veo en la distancia, como la gran catedral con el foso de lava alrededor. Atravieso la puerta dando la contraseña y disfruto del ambiente del interior, más cálido y ya sin el fastidioso viento que hay fuera. Feliz de tener el estómago lleno y cansado de la caminata, solo tengo fuerzas para irme a dormir, pero antes debo comprobar si Nia ha vuelto ya a la torre. Me pongo ante su puerta y apoyo la mano en el pomo, sin saber si llamar o no. Dentro no se escuchaba ningún ruido, ni siquiera el movimiento del agua. Temí que todavía no hubiera vuelto y abrí la puerta sin pensarlo. Me asomé con cautela al agua y entorné los ojos... allí no había ningún resplandor. Bajé de nuevo preocupado, buscándola por la casa. En el baño de la bañera con la que ahora pasaba más tiempo tampoco estaba. Revisé una sala común y después fui a la cocina. Me quedé parado de golpe al verla allí. Me dio un tumbo el corazón, pero enseguida sentí tal alivio que dejé de notar esa sensación opresiva que me acompañaba mientras la buscaba.
-Ho... hola... -empecé mintras me aproximaba-. Te he estado buscando... estaba preocupado, ¿dónde has estado? Yo... yo... tardabas en volver...
Menos mal que estaba bien y a salvo, no parecía herida ni nada por el estilo... aunque tampoco es fácil herirla. Aun así no puedo evitar inquietarme si no sé dónde está ni cómo...

Nia dio un respingo al oír a Gael entrar en la torre. Una luz azulada le llegó y, alegre, pensó en ir a recibirle, pero algo dentro de Nia hizo que se quedara en la cocina, dándole la espalda a la puerta. No podía evitar sentirse mal por volver a esa soledad que tanto odiaba. Gael entró en la estancia y Nia hacia que recogía. El chico la saludó, algo preocupado.
-Me voy un día y cuando vuelvo no estas...Ni una nota...Yo...No sabia donde estabas o que te había pasado. Y aquí me he quedado, sola esperando a que vuelvas...-dos lagrimillas se asomaron a sus ojos.
De pronto se giró en seco y se quedó mirando a Gael, enfadada.
-¡Me dejaste sola! No me esperaste ni...ni me dijiste donde estabas...¡Ahora estoy enfadada!-Nia se acercó a Gael para pellizcare las mejillas pero se acordó como solía actuar cuando se tocaban. Así que se quedó en una postura muy extraña, a mitad de camino. Después, sonrojada, se agarró el brazo izquierdo y, desviando la mirada, hizo una pregunta tímida.
-¿Dónde has estado?-

-Yo... yo... lo... lo siento -farfullo cuando me recrimina que me haya ido sin avisar. Cuando se gira y veo que se le saltan las lágrimas no puedo más y me quedo mirando el suelo, sin poder sostenerle la mirada-. Lo siento, lo siento, lo siento -repito en un murmuro mientras sigue hablando. Parece que trata de acercarse pero de pronto se para en seco. Me siento idiota a más no poder por haberla hecho enfadar de nuevo. Parece que se tranquiliza un poco, pero tengo que darle explicaciones.
-Yo... salí a dar una vuelta, y... de paso tal vez te podría encontrar por ahí... -jugueteé con las manos todavía sin poder mirarla a los ojos- llegué al burdel y estaban Jack, Cain, Vac, Elliot... tenía que hablar con Jack y me invitaron a cenar. No quería haber tardado tanto... lo siento mucho. -Levanto la mirada con timidez, solo viéndola de reojo.
Tengo demasiadas preocupaciones en la cabeza... y ahora esto. Tengo ganas de darme de cabezazos contra algo.

Nia escuchó atentamente a lo que le contestó el chico.
-¿Elliot? ¿Qué ha sido de ella?-Nia tragó saliva.-¿En que...¿en que se ha transformado?...- Empezó a sentirse mal por ver a Gael tan apenado.
-Pero ahora todo cambia porque estás de vuelta.-Y Nia intentó sonreír todo lo que pudo, alejando la soledad pasada. Quería abrazar al chico, al menos, solo eso. Pero no quería que reaccionase como lo hizo la ultima vez así que todo se quedó en deseo. De pronto se formó un silencio incomodo que Nia rompió cuando ya no pudo más, buscando un tema de conversación.
-¡Ah! ¿Sabes que? He estado descubriendo más cosas de mi magia...Puedo...Puedo mover el agua...-Y enseguida corrió a demostrarlo. En la pila, se concentró y un par de gotas se quedaron suspendidas en el aire, delante de ella. Nia se giró y se lo mostró a Gael.
-Estuve practicando en el mar...-le explicó y al poco rato, la magia se quebró y las gotas cayeron al suelo.
-Y aun me queda mucha práctica...-

Parece que Nia se relaja un poco y yo hago lo mismo. Cuando me pregunta por Elliot me quedo pensando qué contestar, ¿habrá la misma leyenda en su planeta?
-Elliot ahora es... un caballero Dullahan, ¿sabes lo que son? Bueno... en vez de tener la cabeza sobre los hombros ahora... sé que es complicado, pero es cierto... ya no la tiene, la lleva consigo a todas partes... y está como muerta... no puede usarla, no puede hablar. Pero... bueno, ella está bien... creo. Lo sobrelleva.
No era algo fácil de explicar pero esperé que lo entendiese. La cocina se queda en silencio entonces durante un rato, hasta que Nia lo rompe, mostrándome sus avances en magia.
-¡Genial! Me alegra que el entrenamiento haya sido productivo... Yo aún tengo mucho que hacer. Mañana mismo empezaré a practicar, estoy harto de leer tanta teoría. Mañana intentaré entrar al piso de arriba, sin falta. No domino la magia que hemos estado practicando, pero algo podré sacar en claro.
Empecé a emocionarme con todo lo que podía hacer. Tenía ganas de ponerme a ello, pero no esa noche. Llevaba muchas horas despierto y había caminado mucho. Estoy tan cansado que casi solo puedo pensar en irme a dormir.

Nia se quedó alucinada cuando escuchó que Elliot había perdido la cabeza y que ahora la tenia que llevar a rastras, como un despojo inútil. Al principio no Podia creerlo, pero luego reflexiono y se acordó de la ciudad en la que se encontraba: Tenia lógica. Nia río en voz alta.
-¡Le esta bien empleado por tener esa bocaza!- dijo hipócritamente, notandosele tanto, que Gael fue capaz de percibir su mentira.
Pero en verdad Nia se sentía muy triste porque no podría volver a escuchar la voz de Elliot nunca más. Aunque la tratara mal e incluso la pegara, podía negarse a si misma una y otra vez el hecho que había desarollado afecto por ella, al vivir en el mismo espacio pero siempre le perseguía su verdaderos sentimientos, como en muchas otras cosas. Pero ahora todo había cambiado. Los viejos compañeros ni parecían acordarse de ella. Estaba destinada al olvido, como en su mundo. Nia se quedó tristona unos instantes.
-Suena bien lo de entrar en el piso de arriba. A saber que tipo de tesoros podremos encontrar ahí.-dijo Nia creando un ambiente de misterio. Nia entonces notó a Gael cansado.
-Antorchita se te ve con sueño.-dijo Nia inventándose un sobrenombre.-¿Quieres irte a la cama?-dijo entonces, acercandose más a él.

Me quedo sin saber qué decir cuando Nia se burla de Elliot... aunque en el fondo sé que no lo dice en serio, ella no es así. Atiendo malamente a lo siguiente que dice, de tan cansado que estoy. Solo reacciono cuando se inventa un mote.
-¿Antorchita? ¿Qué clase de nombre es ese? -pregunto con fingida indignación. Luego me río con cansancio-. La verdad es que estoy agotado, ¿tú no? -Bostezo abriendo la boca todo cuando da de sí y luego me froto los ojos con cansancio-. Será mejor que me vaya... mañana intentaremos hacer cosas más productivas, ¿de acuerdo? Y... no volveré a irme sin dejar al menos una nota, lo prometo. -Trato de sonreír con convencimiento-. Buenas noches.
Hago ademán de acercarme a ella pero me detengo y me vuelvo de forma disimulada. Subo las escaleras y entro en mi habitación directamente, mirando de reojo la mesita de noche, a la que cubro con la manta para que me deje descansar en paz esta noche. Después me voy a mi rincón y me hago un ovillo allí, quedándome dormido casi al instante, pensando en tartas de chocolate, cabezas cercenadas y notas nunca escritas.

-¡Es tu nuevo mote!-exclamó Nia riéndose.-¡Antorchita porque alumbras y calientas!-Nia volvió a reír una ultima vez. El chico bostezó y a la niña se le contagio.
-No tenia hasta hace poco...-admitió la chica.-Vayámonos a dormir si...-
Finalmente Gael propuso hacer cosas más productivas para el siguiente día y, además, prometió dejar una nota a Nia la próxima vez que se fuera. Nia sonrió felizmente. Y se despidió del chico, deseándole las buenas noches.
Al entrar en el agua, Nia canceló el hechizo de levitación y se sumió, con sumo gusto, en el agua. Se mesaba el pelo, distraída y cansada y, tras practicar con las corrientes de agua que creaba desde la palma de su mano, se metió en la cama, cansada y, al cerrar los ojos, lo único que veía era su luz tiliteante. Cerró los ojos y soñó consigo misma, haciendo cosas que ella nunca se atrevería a hacer o que nunca se había planteado hacer. Pero aquella no era ella. Nia se parecía a ella, pero no lo era. Se trataba de Dama Urticaria. La ella misma que la ciudad había creado. Nia se retorcía en la cama, y, bajo el agua, por primera vez, sudó, recordando su antiguo cuerpo.

Abro los ojos y parpadeo varias veces. Me pongo derecho y me estiro bostezando. Un nuevo día, mucho trabajo que hacer. Había jurado que hoy me pondría en marcha a hacer cosas más interesantes que seguir releyendo y releyendo los libros de la biblioteca. Retiro la manta de la mesita y sonrío con suficiencia mientras pido perdón de forma poco sentida. El mueble se revuelve y me encojo de hombros mientras salgo de la habitación. Creo que esto me va a acabar costando caro.
Ya en la cocina cojo un par de frutas y veo con sorpresa que hay huevos hoy. Me preparo uno en la sartén, que acaba pareciendo más un huevo revuelto que planchado, y me lo como sin quejarme con un poco de pan. Al fin y al cabo el sabor no cambia tanto, aunque parece una tortilla francesa. Después me como las frutas y ya con el estómago lleno decido que es hora de seguir practicando. Aunque hoy, después de lo de la puerta, decido que es hora de tantear los alrededores del último piso.
Me sitúo debajo de lo que sería el suelo de la última planta y me elevo hacia él. Lo rozo con la mano, dejando sin querer un rastro de cenizas, y después realizo el hechizo que llevaba practicando todos estos días. Con los ojos cerrados me paseo por el techo, tratando de apartarme de todas las sensaciones que traen mis sentidos normales. Tengo la sensación de que allí hay algo, pero no como lo de la puerta, o tal vez sí. Lo que más me aterraría sería encontrarme con un hechizo que deshiciera el hechizo de intengibilidad y me atrapase en la pared... Aunque me parecía excesivo. Abro los ojos de golpe y desciendo buscando algún objeto que hechizar. Rebusco entre los muebles y cajones pero no hay demasiadas cosas inútiles entre todo ello. Al final me decanto por una pieza de fruta con una pequeña zoña reblancecida, tal vez por un golpe durante su transporte. Decido que haré una prueba con esa misma, y si no pasa nada, dejaré de lado mis paranoias. Prefería que otro hubiera sido el primero en subir, pero, de todas formas, así tal vez pueda quedarme con los mejores objetos que encontrara arriba... juraría haber visto un talismán de aspecto poderoso cerca de las vidrieras, junto a muchos otros.
Vuelvo al techo y preparo el hechizo de intangibilidad mientras estoy listo para lanzar la fruta con la otra mano. La suelto y mientras vuela en el aire termino el hechizo. La manzana se dirige a la pared y de repente desaparece, engullida por la misma. Espero con expectación que pase algo más... cuando de repente la forma se vuelve hacia mí a toda velocidad, apareciendo a través de la pared, y atravesándome después a mí para perderse al otro lado del suelo.
-¡Ahí va! -exclamo en voz alta sin poder evitarlo.
No tengo ninguna garantía de que haya algo raro en esa pared, pero por otro lado, todo lo que estoy haciendo es por suposiciones mías sin sentido. Me hechizo a mí mismo para ser intangible son decisión y aproximo mis dedos a la pared. Con la yema del dedo índice me acerco a rozar la pared, aún a sabiendas de que si pasaba algo daba igual si solo estaba metiendo un dedo. Sacudo la cabeza, enfadado con mis paranoias y me impulso para atravesar la pared de golpe, cerrando los ojos fuertemente.
No siento nada. Muevo los brazos a mi alrededor y abro los ojos lentamente, observando la habitación que me rodeaba. La luz del día atraviesa la cúpula de cristal iluminando las hileras de estanterías repletas de libros, con mesas que parece estar aquí para estudiar, como si esto fuera una pequeña biblioteca, en la que también hay artilugios repartidos en baúles y estantes. Vuelvo a hacerme tangible y exploro la estancia toqueteando todo. Los lomos de los libros estan, como abajo, en diferentes idiomas. Algún día me gustaría clasificarlos para poder encontrar mejor los que sí podemos entender, como en las estanterías de abajo. Abro un polvoriento baúl y curioseo los objetos que hay allí. Algunos parecen amuletos para cargar, pero otros no tengo ni idea de para qué son, aunque me gustaría averiguarlo. Después me voy en busca del amuleto que había visto desde el otro lado de la cristalera. Era una muñequera metálica con un dibujo grabado, había visto una parecía en el torreón, solo que esta parecía tener un tallado más cuidado. Jugueteo con ella mientras la examino y después me la pongo en el brazo. Por el momento llevo encima esta y los tres colgantes que me traje del torreón. Me gustaría tener alguno más, así que busco otro que me guste entre lo que hay por allí. Un arcón contiene un buen montón de cristales, y entre ellos hay otros amuletos, como anillos, brazaletes y colgantes. Los anillos me parecen algo incómodos, y colgantes ya llevo demasiados. Cojo uno de los brazaletes, que parece de bronce o algo parecido. No es más que una lámina fina tallada y con piedras adornando, pero me parece bonito y me lo pongo en el brazo contrario al que me puse la pulsera metálica. Satisfecho por el momento me acerco de nuevo a los libros y curioseo los tipos de magia que se mencionan en ellos, hay cosas muy interesantes. También mantengo el oído alerta por si alguien se despierta abajo, tengo que enseñarles todo lo que he descubierto aquí arriba.

Nia se despertó, revolviéndose, por la pesadilla que acababa de tener. ¿De verdad tenia que ser así? ¿Porque iba a cambiar tanto? No, no iba a dejar que cambiara. Aun estaba obstinada a seguir siendo como era, sin importar lo que la ciudad, el consejo, o la vida le echase encima. Entre todos los golpes, se levantaría otra vez y sonreiría. Nia sonrió para sus adentros. Tenia que ser aun más positiva de ahora en adelante. Nia recogió su cuarto y salio del tanque de agua. Se mesó el pelo mientras seguía planeando.
A partir de ahora, aprender nueva magia iba a ser su primer objetivo. Si bien, encontrar algo para poder defenderse, y para poder hacer daño. Las criaturas marinas con forma de mujer aun eran muchas como para que Nia, con su nivel se enfrentara a ellas solas. Eran demasiado territoriales y, dentro de ella, le urgía la necesidad de hacer algo: El mar era de todos.
Cuando el pelo absorbió el agua se lo echó para un lado y cogió una de sus nuevas conchas, con forma que recuerda a una mano con membranas y se la puso en el pelo, acabando el recogido. No era habitual la costumbre de recogerse el pelo en Ulterania, pero Nia ya no era solo una Ulterana, era algo más y quería destacar. Toda la masa de pelo larga que comprendía la cabellera de Nia estaba recogida en un moño al lado. Nia se miró al espejo con su nuevo peinado y rugió, dispuesta a comerse el mundo. Era así su optimismo que hoy tenia el presentimiento de que encontrarían la entrada a la cuarta planta.
Nia lanzó el hechizo de levitación sobre sí misma y salio del cuarto. Lo primero que hizo fue ir a la cocina a por carne para la bañera y pescado para ella. Comieron en silencio y se puso a practicar unos cuantos hechizos básicos. Pasó la pagina tras el último hechizo que había aprendido y ahí apareció el hasta ahora más difícil con el que se había enfrentado: Intangibilidad. Nia respiró hondo y comenzó a aprenderse el hechizo.