Torre Serpentaria (Archivo I)

Recuerdo del primer mensaje :

Sepalian Xila se dirigió a los allí congregados y esperó a que se hiciera el silencio.
-Esta es la Torre Serpentaria, una de las más antiguas torres de hechicería de nuestra ciudad. Acogerá a magos, brujos y criaturas con mucha magia -decía desde su máscara sin rasgos pero con raíces cruzadas por todas partes-. Los hechiceros somos pocos pero podemos hacer muchas más cosas que otros. La magia no es sólo un arma que usar en la batalla sino que también puede ayudar a crear y conservar. Y no sólo eso, pues también puede torcer y engañar, ocultar y revelar, y puede hacer cosas para las cuales no existen verbos que las describan. Yo os animo, nuevos ciudadanos, no sólo a que bebáis de las maravillosas fuentes del conocimiento mágico, sino también a que contribuyáis a este noble saber capaz de elevar a quien lo comprende. Dentro de esta torre encontraréis todo lo básico para iniciar vuestro camino por la senda de la magia y estableceros en la ciudad y colaborar en vuestras investigaciones y aprendizajes -a Sepalian le estaba gustando su discurso. Le agradaba la imagen de importancia que debía estar proyectando sobre los recién transformados.
-Este es un lugar serio de trabajo, así que rogaré a los curiosos que os abstengáis de entrar. Por eso también os daré la contraseña para sortear el hechizo de la puerta.
Con un gesto de la mano del brujo, pequeños papiros salieron de un bolsillo de su túnica para ir a manos de los allí presentes.
"Por la puerta trasera he de entrar", podía leerse en ellos.
-¡Memorizadlos! ¡Ya! -exigió Sepalian. Y al momento, cerró la mano en un movimiento enérgico que acompañó de una sílaba distorsionada. Los papiros ardieron con un fogonazo que los hizo desaparecer sin quemar las manos de los hechiceros.
-Sed bienvenidos a la Torre Serpentaria -concluyó.

Observo atentamente como Nia empieza a llevar a cabo el hechizo. Está hecha un atajo de nervios mientras le da la primera orden al lacayo grotesco. A pesar de su tono de voz, el ser respondió a su orden y fue haciendo todo lo que ella le pedía, se la veía cada vez más confiada. Asentí satisfecho a cada orden que daba, e iba a felicitarla cuando ya estaba haciéndome la siguiente pregunta sin apenas darme tiempo a hablar. Realmente está impaciente por aprender.
-Pues... no es demasiado difícil, pero hay que tener mucho cuidado con a quién se lo haces, porque se quedan como cristalizados y si caen al suelo se pueden romper...
Mi explicación se ve interrumpida cuando de pronto un mueble pequeño pasa a toda velocidad entre mis piernas. Ni siquiera lo vi venir y me hace perder el equilibrio. Me volteo en el aire y caigo con la cara hacia el suelo. Grito con la cara pegada al suelo y me levanto de nuevo frotándome la frente, abollada. Mientras aprieto los dientes veo como el reposapiés corretea alrededor de Nia, y suelto un bufido mientras lo miro fijamente. Después con la misma desaparece escaleras arriba y escuchamos un chapoteo.
-¿Qué? ¿Qué ha sido eso?
Curioso, subo detrás del mueble homicida y me encuentro abierta una puerta que da a una habitación que contenía una especie de piscina. Me quedo boquiabierto y se la señalo a Nia, que está a mi lado.

Nia escuchaba con atención a Gael describiendo el hechizo. Al parecer era más peligroso de lo que pintaba, un error, y podría salir fatal. De pronto, un reposa pies muy extraño irrumpe y derriba a Gael, para después ponerse a corretear al lado de Nia en círculos y luego vuelve a subir. Gael se levantó y se quejó. Nia se echó a reír.
-No lo se, pero parecía gracioso, ¡vamos tras él!-y dejo los libros y cogida de la mano de Gael, lo persiguieron escaleras arriba.
Llegaron a un cuarto que se habían saltado antes. Una brisa húmeda golpeó a Nia que cerró los ojos y lleno sus pulmones de aquel aire. Nia abrió la puerta lentamente y por debajo de ella el reposa pies y se perdió en la distancia, empapado. Nia contempló la sala. Podia ser...
-¿¡Puede que esto sea un milagro!?-dijo Nia mientras se lanzaba al agua. Al poco salio a la superficie y se apoyó en el bordillo, mirando a Gael.
-¿Has visto? ¿Como me he podido perder un lugar como este?-
Nia comenzó a nadar, muy feliz, por haber encontrado aquel lugar. Ya estaba echando de menos al mar, pero, aquello no tenia vida. Nia sabia que aun así tendría que volver al mar de vez en cuando.

Nia se adelantó hacia la habitación y se sumergió en el agua de golpe. Estaba realmente contenta de encontrar un sitio así, y no me extraña. Me aproximo para verla nadando por debajo del agua mientras sonrío distraído, contagiado por su alegría. Aunque todavía tenía la frente dolorida. La observo durante un rato y cuando me empieza a entrar el sueño llamo su atención.
-¡Nia! -llamo. Al instante ella sale del agua para escucharme-. Creo que me voy a ir ya a dormir. Espero que pases una noche mejor aquí -digo riendo, recordando la cabalgada sobre la bañera de antes-. ¡Hasta mañana!

Busco mi habitación temiendo equivocarme de puerta pero llego a la primera. Me doy cuenta de que he dejado los libros en la cocina y para que no estorben por ahí voy a por ellos de nuevo y los dejo en la habitación. Mientras cojo la manta le dirijo una mirada de reproche a la mesita de noche, y termino por cubrirla con ella.
-¡Fuera manta! No la necesito. Me aso todas las noches.
No sé por qué le hablo a una mesita, es lo único aquí que creo que podría escucharme. Y lo de la manta era cierto, me empeñaba en echármela por encima porque siempre había dormido cubierto... al menos un poco, con algo. Pero de qué sirve aferrarse al pasado. Me río y miro hacia la mesita de noche con picardía. Que se mueva esta noche si puede. Me acerco entonces a la cama y rozo la sábana manchándola de hollín. Retiro la mano y decido pasar de la cama, yéndome a levitar a una esquina donde poder quedarme dormido. Mientras lo hago pienso en hechizos y en los muebles de la torre. Antes de dormirme me imagino camas que engullían a sus huéspedes y eso me hace estremecer. Miro los mubles con desconfianza y, al igual que la otra noche tardo bastante en lograr pegar ojo.

-¡Hasta mañana!-dijo Nia y se volvió a zambullir al agua. Miró y hasta el lugar tenia muebles y todo así que tuvo una idea. Convocó al lacayo grotesco que hizo una reverencia y volvió a formular aquella pregunta. Nia le respondió en su idioma y el lacayo salio del cuarto y bajo las escaleras. Nia se acomodó sobre el bordillo esperando a que volviera. El lacayo volvió portando el atillo de Nia y lo dejó en la pared. Tras eso, desapareció. Nia hizo el hechizo de levitación y cogió el libro del dominio de la luz y comenzó a estudiarlo, seriamente. Cuando el cansancio le sobrevino, se recostó y comenzó a hundirse lentamente en el agua, nado un poco y se metió en la cama debajo del agua y durmió, bastante más cómoda que de costumbre.

La luz que se cuela por la ventana me hace despertarme poco a poco. Parpadeo varias veces acostumbrándome y después me estiro y bostezo. Me llevo la mano a la frente, que ya he retomado su forma habitual y la froto recordando el golpe de anoche. Espero no encontrarme al mueblecito hoy, porque puede acabar un poco chamuscado. Sonrío de forma pérfida y retiro la manta de encima de la mesita de noche.
-Buenos días -murmuro. Dejo la manta hecha trizas doblada sobre la cama y, cogiendo el libro de nigromancia, salgo de la habitación rápidamente. Arrojo el libro sobre la mesa y voy a prepararme algo para desayunar. Empiezo a masticar na de las peras amargas, mientras la mirada se me escapa hacia las reservas de carne fresca. Vacuum ni está aquí y no creo que venga, ni Cain, así que habrá que empezar a cocinar las cosas y no comer siempre fruta y pan. Rebusco y encuentro una sartén de hierro bastante rascada y desgastada, pero servirá. No parece haber aceite, pero como no quiero que se pegue acabo utando un poco de sebo... o eso espero que sea esta masa informe de grasa. Pongo la sartén al fuego y mientras la observo y doy vueltas al pedazo de carne insistentemente recuerdo que le haría falta algo de sal o especias. Rebusco y encuentro aquella cosa parecida a perejil, o perejil directamente. El caso es que su olor me gustaba y echo un poco picado sobre el filete. Olisqueo el aire, cargado de vapor de la carne. Su aspecto se está tornando muy seco, ¿habré hecho algo mal?
Me sirvo en un plato y empiezo a cortar la carne, que parece la suela de un zapato. Tardo un montón en mascarla, pero me consuelo pensando que es nutritivo al menos. Cuando termino dejo el plato dentro de un barreño con agua... e iba a retirarme cuando me doy cuenta de que tengo que ser yo el que lave los cacharros que he utilizado. Me tenían demasiado mimado. Alargo una mano con una mueca de disgusto y la hundo en el agua con un escalofrío. Las llamas se extinguen donde la mano se sumerje y esta se blanquea de hollín al ser remojada. Alcanzo una esponja que parece natural y la froto en una pastilla de jabon que parece algo mohosa por los laterales antes de hundir también la otra mano y sacar el plato y la sartén para frotarlos y enjabonarlos. Aclaro los utensilios y me seco las manos con un trapo. Poco a poco van recuperando temperatura y empezando a chispear, así que no pienso en ello y abro el libro sobre la mesa, pasando las hojas para retomar la lectura donde la había dejado. Hoy me siento con mucho más ánimo para leermelo.
Sigo pasando hojas sin darme cuenta de que en algunas empieza a aparecer una pequeña quemadura que no llega a extenderse cuando paso la página, pues se confunde un poco con el pequeño rastro de hollín que van dejando mis dedos.

Abro los ojos, echando de menos el cuerpo de Alex junto al mío. Miro alrededor, desorientada.
Anoche llegamos aquí y.. cierto, me quedé totalmente dormida, con la impresión extraña e imposible de que las cosas se movían a mi alrededor...
Me incorporo, con lentitud, sintiéndome bastante bien. Voy a la cocina, aunque no tengo mucha hambre...
Y cojo una pieza de fruta, notando un olor que aún no ha terminado de desaparecer del aire. Olor a carne. Mordisqueo la fruta despreocupadamente.
Entonces, camino hacia la mesa, y veo a Koval con un libro entre las manos. Vaya, yo también debería buscar algo para leer, quizás empezar a aprender magia...
-Buenos días -canturreo.

Que blandita la almohada, que blandita la cama, que blandito me siento...

Si de mi dependiera me quedaría tumbado para el resto de la eternidad, pero mi vejiga no está de acuerdo con el plan y acaba por convencerme de que necesito levantarme de cama.

Un rato después bajo y me encuentro con la chica cornuda y al niño llama.

-Buenos dias... o tardes... lo que sea...

Me busco algo de comer, no tengo mucha hambre así que me contento con una pieza de fruta, de esas que nadie sabe como se llaman... algún día podría dedicar un poco de tiempo a averiguar de donde vienen.

-Hoy he tenido un sueño rarísimo, estaba corriendo por el espacio, tenía una especie de tostada rosa pegada al cuerpo y me salían arco iris del... bueno, dejaba arco iris por donde pasaba jejeje

Después de dar cuenta de la fruta decido salir a buscarme algún humano de una vez por todas.

-Bueno chicos, voy a ir a buscarme unos cuantos... "amigos"- Sonrío ampliamente al decir esa palabra. -Posiblemente tarde algun tiempo en volver, no os asustéis.

Me dirijo a la puerta y salgo a la calle, tengo una lijera idea de por donde buscar, durante mis días por las calles vi a un mono horrible con unos cuantos humanos, podría dialogar con él.

(Continua en el barrio de los callejones sin salida)

Mientras estudiaba el libro sentí personas andar a mi alrededor, pero las saludé sin más y seguí leyendo. No por ser descortés, pero apenas las conocía. Pasé páginas y páginas hasta que me di cuenta de que necesitaba un desacanso. Pero antes de cerrar regresé a las primeras páginas para releer algunas cosas sobre las que me habían entrado dudas más adelante. Al pasar las páginas vi las quemaduras que había ido produciendo sin darme cuenta en el libro. Aparto la mano de las hojas asustado. Antes podía leer libros sin quemar las páginas durante el poco tiempo en que las rozaba. Me toco la piel de la cara y la frente inconscientemente, no soy capaz de darme cuenta de si mi temperatura está subiendo o algo parecido. Supongo que así es, a fin de cuentas las transformaciones todavía se están completando mientras la luna sigue en el cielo. Pero me preocupa no poder tocar los libros... tal vez podría hechizarlos... o tocarnos a través de otra prenda hechizada... como un guante o algo así.
Cierro el libro de golpe y decido que necesito salir a tomar el aire, aunque fuera ya se había levantado algo de viento, no era más que una brisa de momento. Dejo el libro sobre la cama, temiendo verlo arder de un momento para otro, y me dirijo a la cocina para hacerme con una fruta. Dándole pequeños mordiscos salgo por la puerta principal para dar un paseo. Cuando ya he dado unos pasos alejándome de la torre me vuelvo para contemplarla. Arriba, en el último piso, está esa zona a la que no parece poder accederse desde el interior. Tal vez debería probar levitando, haciéndome intangible, o algo así. Pero no ahora. Estoy cansado de magia, me salen hechizos por las orejas. El ambiente fuera es agradable y necesito relajarme un poco. Antes ya veía doble mientras leía. Sigo avanzando por las calles sin tener claro a dónde dirigirme, pero aunque vaya a cualquier lugar al azar trato de recordar el camino para poder volver sin perderme.

(Sigue en Mazmorras de la Cosecha).

Nia se despertó, metida en la cama subacuatica. Se estiró y nadó un poco. Se subió al bordillo. Ladeo la cabeza mientras se secaba el pelo. Había sido un sueño tranquilo y muy reparador. Al fin, decidió que hoy saldría al mar, a la busca del algún tesoro, a ser posible, de otros como ella. Preparó su atillo para llevar cosas y, tras lanzarse el hechizo de levitación, rastreó la casa en busca de Gael. Al no encontrarle, invocó al Lacayo y le escribo una nota a Gael diciendo a donde va, que se la puso en la boca del lacayo y le mandó vigilar la entrada y, finalmente salio, al mar a donde todo iba a parar.
(Continua en la Playa de los naufragios)

Llegamos a la torre sin incidentes, mi nuevo humano alado sigue sin decir nada, pero ahora que estamos cerca de la puerta tengo que decirle algo.

-No sé si te has dado cuenta, pero tengo el poder de controlar a los humanos durante la noche.

No respondió, supongo que no es muy hablador...

-Solo quería que lo supieras, por que ahora mismo tengo que usar mis poderes sobre ti, por seguridad, para cerciorarme de que no reveles la contraseña de la puerta.

-Como desees...

Bueno, al menos ahora ha hablado...
-Bien. Crathos, te prohíbo que le transmitas a nadie la contraseña que ahora te voy a revelar.

Después de decir esto, me acerco a su oído y susurro las palabras que permiten acceder a la torre y entramos al edificio.
Buscamos una habitación vacía cerca de la mía y le digo que puede usarla como propia.

-Gracias, señor...

-¿Señor? Jejeje, no me llames así, mejor solo Demoleo.

-De acuerdo, Demoleo...

Veo que se tumba en la cama y se acomoda, siento la tentación de tumbarme junto a él para dormir agarrados, pero la desecho inmediatamente.

De vuelta en mi propia cama, en mi cabeza solo hay lugar para ojos azules, alas blancas y pelo rubio...

¿Porqué estoy tan obsesionado con este humano? Será mejor que me duerma, o mañana me costará un mundo levantarme...

Nia volvió a la torre. Tuvo que tomar aire al entrar. Simplemente sentía aun los dientes del ser sobre su garganta. Le costaba respirar, aunque su garganta a estas alturas estaba perfectamente bien. Finalmente, entró y vio que el lacayo estaba ahí aun, con la nota. Nia frunció el ceño. ¿Qué estaba haciendo Gael solo a estas horas? Negó con la cabeza y se obligó a arrastrase hasta el lacayo y cancelar su invocación. Quemó la nota y se movió, lentamente, hacia su cuarto. Anuló el hechizo y se metió en el agua, cansada. Sacó de su atillo la concha y la dejó en la pared, colgando. Nia se crujió el cuello. No sabia que había criaturas tan violentas. Cierto que algunas eran territoriales pero no tanto como para lanzarse así contra alguien. Nia se llevó las manos una última vez al cuello, incrédula que hubiera salido viva y suspiró. Se metió en la cama y se quedó dormida. Soñó que caía a un vació eterno, negro e infinito, como un abismo.

EDIT:

Nia se despertó de su pesadilla. Se quedó reflexionando los hechos ocurridos ayer y negó con la cabeza. Salio del agua y lanzó el hechizo de levitación sobre si misma. Bajó a la cocina donde comio algo de carne fresca y luego se encaminó al baño.
-Hoy. ¡Eres mi meta! ¡Bañera!-
Un rugido metálico resonó detrás de la puerta del cuarto de baño. Nia tomó aire y entró dentro, decidida a domar al mueble.
Durante horas se escuchan golpes, gruñidos, rugidos y otros ruidos alarmantes pero, poco a poco van cesando.

EDIT 2 (¬¬):

La puerta se salio de sus gozones y Nia también salio despedida. Aterrizó duramente en el suelo. Cuando se levantó se frotó la cabeza. Un rugido metálico salio del cuarto de baño.
-¡Pues mañana pienso volver, que lo sepas!-
Nia colocó la puerta en su sitio y lanzó el hechizo reparador. Bostezó y tras comer algo en la cocina volvió a su cuarto donde quedó profundamente dormida.

Llego a la torre agotado y un poco confuso, parecía que se había hecho de día, y no recordaba haber estado fuera tanto tiempo. Cuando llego ante la puerta casi olvido mencionar la contraseña, y aún no tenía claro qué pasaba si no lo hacía, pero prefería no averiguarlo. Me voy directamente a mi habitación y allí me acurruco en una esquina sin tocar nada más, solo deseando dormir profundamente.

Horas después, no puedo saber cuantas, solo que ya anochecía, siento un roce duro y frío que hace que me despierte antes de haber conseguido deshacerme de mi agotamiento. Abro los ojos y busco qué es lo que noto toqueteando mis brazos. A mi lado la mesita de noche parece husmear el aire. Ambos retrocedemos al establecer contacto visual (si es que se puede llamar así a como quiera que sienta un mueble hechizado) y retrocedemos. La mesa se vuelve trotando a su sitio y me la quedo mirando perplejo.
-¿Qué husmeas? -le digo con un poco de brusquedad. Me doy cuenta de que no es necesario ser así y me relajo un poco-. ¿Es que ahora te doy miedo? -Ahora que lo pienso, es un mueble, por mucho que se mueva no sé por qué hablo con él. Al pasar a su lado alargo una mano y rozo su superficie-. Si te preocupa que sea peligroso puedes estar tranquila, no arderás tan fácilmente.
A pesar de que lo dije en tono amable, el siguiente movimiento de la mesita me cogió por sorpresa. Se adelantó rápidamente y me embistió en las rodillas para después volver a su sitio. Si tuviera boca la muy canalla estaría riéndose. Y encima me tengo que guardar las ganas de propinarle un puntapié por culpa de ir descalzo. Anque dudo que le hiciese nada. Lo único que le importaba era saber si podía tocarme o algo así para seguir tomándome el pelo.
Enfadado con el mueble me doy la vuelta y salgo de la habitación dando un portazo, que pensándolo mejor, solo hará que la mesita se sienta la ganadora esta vez. De mal humor me dirijo a la cocina y empiezo a masticar una fruta de mala gana.

Nia se despertó con un ruido repentino, dio un respingo y salio a la superficie. Sonaba como si alguien estaba muy enfadado. Lanzó el hechizo de levitación sobre si misma y salio del cuarto, con el atillo en mano. Mientras descendía las escaleras, se acariciaba la garganta, nerviosa. Pasó por delante del baño y le hizo una mueca, sacando la lengua. La bañera respondió con su característico rugido metálico e, indignada, se dirigió a la cocina, que era donde parecía salir aquel ruido.
Se sorprendió de encontrar a Gael dentro, malhumorado. Nia ladeó la cabeza y le saludó.
-¡Hola! ¿Pasa algo, Gael?-
No sabia que le pasaba al chico, pero si estaba triste por algo, ni en broma le iba a contar su encontronazo con las sirenas. A lo mejor le apetecía dar un paseo...

Una presencia silenciosa se adentra en la cocina, pero la veo acercarse por el rabillo del ojo. Nia levita hacia mí y por eso no me di cuenta de que venía hacia aquí. Trago rápidamente el bocado de fruta que tenía en la boca en ese momento y le devuelvo el saludo.
-Hola... no me pasa nada. Es que tengo sueño, eso es todo.
Suspiro y termino la fruta, tirando a la basura los restos que me quedaron en la mano. No sé por qué me pongo de tan mal humor por un dichoso mueble pesado. Me sirvo un vaso de agua y me vuelvo hacia la niña mientras me lo bebo. Me fijo en que lleva un hatillo en la mano, y la miro extrañado.
-¿Es que vas a algún lado? -pregunto señalándolo.
Dejo el vaso en el fregadero y me alejo de él unos pasos. Ya lo lavaré en otro momento, solo me faltaba meter las manos en agua por un simple vaso.

-¿Una mala noche?-preguntó Nia, que aun no sabia donde había estado ayer, pero le quitó importancia y entonces Gael le preguntó por el atillo. Nia se quedo algo perpleja al ver que lo llevaba en la mano.
-¿Qué? Ah, no...Es que me preguntaba si te apetecía salir a dar un paseo...-decía Nia mientras se paseaba por la sala y finalmente pivotaba sobre si misma y sonreía al chico.-Pero si estas muy cansado déjalo, ya saldremos otro día.-se apresuró a añadir.

-No... no importa -me apresuro a responder-. Por mí salimos, me vendrá bien un paseo. Aunque... no sé, no sé ni a dónde ir. ¿Tienes algún sitio en mente?
La perspectiva de salir no era tan mala, seguro que podía despejar un poco la mente al aire libre... y después del paseo, dormir todavía más y mejor. Me pregunto para qué querrá Nia las cosas que lleva para el paseo, pero no le digo nada al respecto y salgo de la cocina, esperando que me siga. Ante la puerta de la torre me vuelvo hacia ella.
-Tú guías -le digo tratando de sonreír-. A ver qué cosas nos encontramos hoy. -Cuando se adelanta hacia el exterior recuerdo algo más-. Ah, y a ver cuando continuamos con la magia... tenemos mucho por aprender los dos todavía. ¿Sabes lo que deberíamos hacer? Intentar subir a la última planta de la torre, a ver qué encontramos.
Mientras nos alejamos del edificio sientoo la brisa fría dispersando un poco mis llamas. El frío y el bailoteo inestable de las llamas me desagradan, pero realmente siento que me vendrá bien dar un paseo.

(Sigue en la Cicatriz de Arax).

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Nia y yo llegamos agotados de nuestro larguísimo paseo por la ciudad. Mi ropa ya se ha secado completamente después de toda la caminata y llameaba como siempre. Estábamos tan agotados que de haber tenido un percance en la calle a saber qué nos habría pasado. Me arrastro hasta la cocina y saco pan y queso para llevarnos algo a la boca antes de ir a dormir. Comemos en silencio mientras se nos cierran los párpados y luego lo guardamos todo otra vez. La acompaño a su habitación y veo como se sumerge en el agua con alivio, hacía tiempo ya que habíamos salido del río.
-Buenas noches Nia -murmuro. Me dirijo a la cama casi con ganas de apoyar la cabeza en las paredes y dormirme allí mismo.
Cuando entro en la habitación algo se mueve entre las sombras y se acerca a mí trotando. Atontado como voy, no la esquivo a tiempo y me choco inevitablemente con la mesita de noche, que después se pone a corretear a mi alrededor, satisfecha. Con los pies doloridos paso hacia la esquina, ignorándola, y allí me elevo casi hasta el techo para poder dormir por fin tranquilo. No me da tiempo ni a pensar en cómo hacérselas pagar a la mesita cuando ya he caído rendido.