Torre Serpentaria

Neil estaba entre avergonzado y enfadado con la actitud de Guille ante Irianna y su amigo. No es que algo de aquello le sorprendiera, porque había vivido toda una criba con Guille y su transformación en brujo no había mejorado sus formas, pero al menos había esperado que se comportara frente a veteranos. Aunque probablemente aquello fuera demasiado esperar.

No le extrañó nada que el amigo de Irianna decidiera irse y el aurva esperó que esta situación no afectara negativamente si llegaba a conocer o tener relación con alguno de su grupo. Por otro lado, agradeció mucho el intento de la nebulomante de explicarle a Guille lo que había hecho mal y lo que debería haber tenido en cuenta, a pesar de que fuera a caer en saco roto.

-Contención, Guille -le corrigió Neil con un resoplido-. Ha dicho contención, no continencia. No es una enfermedad, es para evitar que destroces la habitación o hagas daño a alguien cuando estas practicando magia. ¡Tienes que tener más cuidado!

Asintió hacia Jace, dedicándole también una mirada entre resignada y divertida antes de que este se fuera. Tuvo que contener la risa cuando el niño humano preguntó si hablaban de una enfermedad, aunque Neil le sacó enseguida de su error. Estaba claro quién de los dos se tomaba verdaderamente en serio la magia. Por otro lado, tampoco sentía que pudiese juzgar tan duramente a un niño tan pequeño, pero su comportamiento distaba de ser deseable.

—Es majo, pero creo que no tiene paciencia suficiente para lidiar con determinadas cosas —le dijo tratando de no sonar demasiado directa, pero enseguida se quiso asegurar de que no malinterpretase su comentario—. Si la consideración con los demás no fuese motivación suficiente, aunque debería, piensa que puedes ponerte en peligro a ti y a tus amigos si molestas a la persona equivocada. Jace no iba a hacerte daño, pero no todo el mundo es así. Tienes que hacer más caso a Neil y tus otros amigos mayores.

Desde luego aquel niño necesitaba que alguien más firme que el brujo de la cera le dijese las cosas, porque Neil era responsable y bienintencionado, pero por lo que había tratado con él tenía la certeza de que no sabía ser duro cuando fuese necesario.

—Te puedo enseñar a conjurar el hechizo de contención y probablemente os vendría bien aprender el que he usado antes para deshacerme de las centellas ambarinas. Se llama disipación, pero es bastante más complejo.

-Vale suena genial muchas gracias…  sí que puede que a no todo el mundo le apetezca la magia tienes razón- dijo arrepentido de haberla liado en serpentaria- pero es que la magia es tan genial, que a veces se me pasa una idea por la cabeza y tengo que hacerla.

Miro a su alrededor y las cosas seguir alborotadas, guille miro a las Pendicularias y le susurro a kétchup:

-Podéis ayudar a colocar por fa- les dijo y se pondría al acabar la charla a colocar.

Neil asintió cuando Irianna le dijo a Guille que debería tener más en cuenta el ponerse en peligro o a sus amigos.

-Si, Guille, tienes que tener cuidado. No todas las personas son tan majas y agradables como Irianna y su amigo Jace -añadió el brujo, con la intención de que la repetición hiciera que se le grabara en la mente a su amigo-. Yo estoy de acuerdo con que la magia es genial, pero eso no quiere decir que no sea también peligrosa.

Cuando la idrina se ofreció a enseñarles a conjurar el hechizo, el sinhadre se animó mucho ante la idea, mirándola con los ojos iluminados y asintiendo con la cabeza, contento de tener la oportunidad de aprender cosas nuevas con una profesora experimentada.

Tuvo que reprimir un suspiro de exasperación ante las palabras de Guille: no le parecía que hubiese sacado la conclusión más adecuada de sus palabras, pero creía que debería conformarse por el momento. Al menos estaba dispuesto a aprender la contención y ordenó a su dominio que recogiese el desastre que habían provocado las centellas. Parecían criaturas bastante dóciles, porque aunque estaba segura de que el humano no era el brujo más firme le hicieron caso enseguida. Ella también ayudaría recogiendo algún libro o colocando muebles. La verdad es que podía usar un cántico del orden para que se hiciese solo, pero creía que era mejor dejar que el brujo solucionase sus errores.

—Tan solo tienes que delimitar el área que quieres encapsular a tu alrededor —comenzaría a explicar una vez estuviese todo en su sitio—. Así. Y entonas el hechizo. Es simple, aunque hay que especificar con modificadores cuánto quieres que resista y si necesitas que contenga hechizos de nivel muy alto puede llegar a consumir bastante energía. Os haré una demostración y luego os lo puedo escribir para que practiquéis. Los gestos son muy simples también.
La nebulomante conjuró despacio, asegurándose de pronunciar con mucha claridad y exagerando los gestos. Enseguida apareció alrededor de los tres una barrera de energía de unos pocos metros cuadrados. La había reforzado más de lo que posiblemente fuese a ser necesario, solo por si acaso.

Guille recogió algunos libros mientras hablaba con Neil:

-Perooo Neiiil todo el mundo ha sido super majo desde que nos transformamos, ¿Por qué tengo que desconfiar de ellos?...- dijo sin estar convencido para nada

Cuando Irianna le enseñó el hechizo de contención Guillermo miró con la boca abierta y los ojos brillantes, intentando no perderse nada e intentaba simular los movimientos para recordarlos, mientras juntaba las cejas y asiente con firmeza.

-Woooooo, es muy guay, espera espera voy  a intentarlo yo también- dentro de la barrera ya invocada, apareció una de forma esférica mucho más pequeña en torno de Guille.

El gesto de Guille cambió y le vino una idea genial a la cabeza, empezó a correr como un hámster en una bola de plástico y busco chocar contra la otra barrera que le hizo rebotar mientras su barrera explotaba como un globo.

Las pendicularias que seguían recogiendo por ahí pararon para aplaudir a Guille durante unos segundos. Mientras guille se reía todo lo que podía en el suelo tras haber sido lanzado.

-¡La magia es genial!

Neil ayudó a recoger rápidamente, emocionado ante el nuevo hechizo que les enseñaría Irianna, pero aún en su emoción no pudo evitar fruncir el ceño cuando Guille habló.

-Bueno, no estoy diciendo que desconfíes de todo el mundo, eso no es amable -comenzó no sabiendo muy bien cómo explicarse-. Pero hay personas que pueden no ser amables ni majos y creo que a veces hay que ser... precavido.

El aurva a veces podía ser tachado de ingenuo, e incluso en ocasiones él mismo se había reprendido por serlo, pero incluso si esto era cierto y, como había dicho Guille, todos habían sido muy agradables con ellos desde que se transformaron, el brujo sabía que las cosas no siempre eran así y mucho menos en una ciudad como era Rocavarancolia.

El sinhadre se mantuvo tan atento como era capaz a las palabras y gestos de Irianna intentando memorizarlos antes de probar el hechizo, simulándolo primero en su cabeza para tener la seguridad de hacerlo bien, pero antes de que pudiera hacer su intento, Guille se le adelantó haciendo una barrera esférica en torno al humano. Para sorpresa de nadie, Guille comenzó a jugar con su barrera haciendo un espectáculo de rodar y explotar contra la barrera que había convocado Irianna, con un final de aplausos de las pendicularias. El aurva no pudo evitar que se le escapara una risita ante las tonterías de su amigo y mientras Neil hacia su intento creando una pequeña barrera cilíndrica a su alrededor tuvo que estar de acuerdo mentalmente con él, la magia era realmente genial.

—Neil tiene razón: es mejor excederse con la precaución en un lugar como Rocavarancolia. Mantenerse alerta no es de mala educación. Puedes ser cordial con desconocidos pero no bajar la guardia por ello.

Ambos brujos consiguieron hacer el hechizo de contención sin demasiados problemas, como cabía esperar. No obstante, por alguna razón el humano decidió cambiar el objetivo de anclaje del hechizo y, como no podía ser de otra forma, aprovecharlo para jugar. Al menos estaba su propio hechizo de contención haciendo de barrera de seguridad. Debía reconocer que había sido incluso gracioso, pero tenía claro que no debía darle demasiadas alas a Guille.

—Normalmente deberías anclar el hechizo al suelo y no sobre ti —explicó con algo diversión en su tono—. No se me ocurren demasiados usos prácticos para lo segundo.

En realidad sus compañeros se encargaron de realizar una buena cantidad de preguntas que ella misma hubiese hecho. Por lo visto Kirés no podía decirles gran cosa sobre ellos mismos, aunque mencionó la posibilidad de que Chromsa fuese un brujo que manipulaba las hojas o algo así y el hecho de que no creía que lo de Adam fuese reversible. Le dedicó una mirada preocupada, pues no creía que se fuese a tomar demasiado bien aquella noticia, pero ya le habían asegurado el día anterior que nadie iba a abandonarlo solo por haberse convertido en un caballo alado. El otro enderth también mencionó una palabra rara que parecía hacer referencia a algún otro tipo de cambio. Sus compañeros no paraban de decir que Adam era un “pegaso”, además. ¿Es que aquellos cambios tenían algún tipo de nombre diferente para cada caso particular? ¿O solo algunos? No lo terminaba de entender, pero si Kirés tenía datos es que posiblemente hubiese fuentes de información al respecto que poder consultar.

Hablando de caballos alados, se rio internamente ante el espectáculo que acababa de dar el otro, el que de algún modo parecía pertenecer a Amira, y Xalkoth. En un principio se preocupó un poco por si le habían hecho daño, pero el clinger apenas parecía haberse inmutado a pesar de la potencia con la que el animal le propinó una patada. Ese exoesqueleto abultado, bastante diferente del de Kradko ya a simple vistas, sin duda era muchísimo más resistente de lo debería serlo su especie.

Los clinger hablaban de volar y por inercia ella levantó un brazo mirando sus nuevas alas. ¿Podría ella volar? Sintió el impulso de preguntarlo también, pero ya les habían dejado claro que no sabían mucho sobre sus cambios particulares y no quería ser una molestia. Si podía volar lo acabaría averiguando. El pensamiento le hizo esbozar una leve sonrisa que enseguida modificó a una expresión neutra.

Le alivió saber que podría volver a Dryfus cuando quisiese, al parecer, aunque por lo visto no era exactamente así con el resto de mundos. Se preguntaba por qué y estuvo a punto de formular esa pregunta, pero entonces les señalaron que habían llegado a su destino.

Una torre de aspecto recargado terminada en una cúpula parecía ser la tal Torre Serpentaria. Tenía el vago recuerdo de haber visto aquel edificio en su primer día, pero desde luego no se había fijado mucho en los alrededores primero encontrándose confusa y luego asistiendo a la lucha desenfrenada entre Setenta y siete y el otro reptil gigante. Tal y como les habían dicho, parecía haber alguien esperándoles en la puerta.

Alec cerraba la marcha hacia su destino yendo en último lugar y a pesar de estar atento a sus alrededores no le quitaba ojo a sus amigos. Sus cambios no dejaban de asombrarle, todo aquello no había dejado de pasar en una sola noche, y no dejaba de preguntarse si él se vería así desde fuera o como lo verían el resto.

Asistió a la brutal coz que le propinó el pegaso que había acompañado a Amira al torreón al amigo de Kirés. No pareció haberle hecho mucho daño y el nuevo Tremor no pudo evitar fruncir el ceño, o Xalk era más duro de lo que parecía o el caballo alado no había golpeado tan fuerte como a Alec le había parecido. El ceño se hizo más pronunciado cuando se fijó en el estado de los cascos del pegaso, estaba sin herrar. Y a Adam le pasaba lo mismo. Iban a tener que solucionar aquello rápido, Rocavarancolia era una ciudad empedrada y si se ponían al galope podían llegar a hacerse mucho daño. Se acercó a ellos y les informó de aquel dato ofreciéndose a hacerlo en cuanto les fuese posible.

-Aunque en el caso de ese otro pegaso quizá tengas que hacerlo tú - le dijo a Amira.- No tengo claras mis probabilidades contra un coz como Xalk.

Llegaron a su destino al fin, una torre grande con una cúpula de cristal que al parecer hacía de refugio a aquellos que querían aumentar sus conocimientos mágicos. Desde luego el lugar parecía más cuidado que el resto de edificios de la ciudad.

-Quizá sea hora de separarnos... - anunció cuando se estaban acercando.- Seamos sinceros dudo que con este cuerpo y los temblores que provoco vaya a tener suerte en el tema de la magia - comentó con una sonrisa en los labios.- De todas formas podemos ir esta tarde a la biblioteca para buscar información, una vez nos hayamos acomodado claro. Así también le devolvemos los libros a Biblios.

Kolja andaba a la altura de Kirés mientras escuchaba la respuesta a las preguntas que le habían formulado. Por desgracia dijo no poder ayudarles con el tema de descubrir en que se habían transformado, solo les pudo decir que en la biblioteca deberían poder encontrar esa clase de información, por lo menos había un lugar a donde podían ir. Solo supo decirle al chico nutria-cabra que su control sobre las hojas mustias esas podía significar que era un "brujo", lo cual provocó que la imaginación del alemán le pintase una imagen del ochrorio echando colas de ratón y ancas de rana a un caldero mientras se reía histericamente. La imagen le pareció tan equivocada que sacudió la cabeza con fuerza para sacarsela de la mente. Y otro problema era que por lo que Kirés sabía, la transformación del rusky en un equino alado era permanente, Kolja esperaba de verdad que los libros en la biblioteca les pudiesen desmentir aquello, en los últimos tiempos se había distanciado de Adam, pero aquello era algo que no deseaba que le pasase a nadie, menos a aquel esqueleto mocoso de Ataulfo quizás.

Lo que le ayudó a sacarse de la cabeza aquellos pensamientos fue el nuevo niño bicho. El hecho de que se confundiese de pegaso e intentase confortar al nuevo animal de compañia de Amira ya era en si gracioso, pero la monumental coz que le soltó el equino y la reacción del tal Xalk le hizo soltar un bufido divertido que intentó acallar poniéndose una mano ante la boca. Cuando el chico bicho se acercó, esta vez si, a Adam dejó de prestarle atención y devolvió su atención al hombre pájaro.

El hecho de que fuesen a compartir refugio con gente de otras "cosechas" le animó más, igual había alguien que entendiese de metalurgia y pudiese contratarle como alumno. Además, de el hecho de que Kirés residiera también en el edificio al que se dirigían, estaba demostrando estar dispuesto a ayudarles y le alegraba conocer ya a alguien.

Aunque sus siguientes palabras le bajaron la moral.

-Entonces me temo que yo estoy al lugar equivocado, porque como ves- empezó a recitar el hechizo de levitación dirigiéndolo a unas piedras al borde del camino- yo no puedo hacer ...

Con los ojos como platos vio como las piedras empezaban a flotar y una extraña sensación recorría su cuerpo hasta la punta de sus dedos. La mandíbula se le cayó y se miró las manos, luego volvió a mirar a las piedras y de nuevo a sus manos. Había hecho magia, no cabía duda.

-Pues parece que no voy al lugar equivocado- dijo, todavía un poco impactado.

No le prestó más atención a lo que sucedía a su alrededor hasta llegar a la torre. Allí les esperaba una mujer con una venda sobre los ojos. Escuchó su discurso hasta el repentino final. La mayoría de lo que les había dicho ya lo sabían por Kirés.

Lo que Kolja sacó en claro era que había otro sitio donde aprender magia, que ahora eran ciudadanos, que tenían cinco años para buscarse su propio sitio y que efectivamente la transformación que les había provocado la luna y la ciudadanía era todo el "premio" que recibirían por haber sobrevivido los pasados meses, a parte de alojamiento gratis por cinco años, claro.

Tras unos momentos, en los que pensó en las palabras de la mujer, Kolja dio un paso adelante, cogió la pluma y firmó su nombre en el libro.

Esperaría antes de entrar a que el resto hiciese lo mismo.

Aceleró sus pasos para situarse más cerca del enderth y oírle mejor, tan interesada como una buena alumna. Le gustaban sus cambios físicos, aunque echaría de menos el color de sus ojos y tendría que acostumbrarse igual a su nuevo reflejo. Que Adam fuera una bestia -quizás para siempre- explicaba su terrible comportamiento en el último mes, y la varmana no pudo evitar pensar que no podía pegarle más. Como ejemplo de que tan brutal podía ser (y obvio ya no solo de puñetazos iba el asunto), el otro cuadrúpedo alado hizo una demostración de su fuerza con Xalkoth. Kahlo profirió un grito de la impresión, pero por fortuna los quejidos del clinger no fueron proporcionales a la coz. No sabía ella que tan bien parado habría salido otro con tamaño golpe: otro motivo para alejarse todo lo posible de ellos.

Las noticias de Kirés fueron buenas y malas. Compartir casa con aún más gente no le gustaba nada, volver a casa sí. Que hubiera normas de regreso lo hizo un 50-50, y que no conociera a Wheem… bueno, no esperaba que conociese a todos en la ciudad. La espina que había sido pequeña al saber que la torre a la que iban estaba especializada en magia se hizo más grande al verla de cerca. Iba a vivir en un sitio que no podría disfrutar. Aunque tuviera un nuevo aspecto, alas, la compañía de la luna y una supuesta inmunidad a magia borra-memorias, la varmana se sentía incompleta. Por mucho que intentara tragárselo aquel dolor seguiría clavado en su garganta.

Se puso recta al ver a la desconocida que les esperaba en la entrada, algo más al conocer su título. Esperaba causar una buena impresión, incluso si la mujer no podía verla. Le gustó su tono, su explicación extendida, chocando con la incipiente molestia que le causaba que fuese un pez gordo. Igual que le había hecho ilusión el mensaje de la reina, era inevitable que pasado el éxtasis inicial de la Luna la joven experimentase cierto rechazo; a fin de cuentas, si alguien les había hecho secuestrar y malvivir eran los de arriba. Aún así dio las gracias de buena gana antes de que dama Aroma se desvaneciese. Prefería quedarse con los buenos gestos, que malos ya habían tenido bastantes. Lo cual le hizo pensar…

—Hm, Kirés, perdona, y no conocerás a una tal… —el silencio fue breve gracias a su mejorada memoria—. ¿Zarpa? Una varmana, balera. O sea, una blanca. Con orejas y cola de…
Su pregunta en seguida desvarió al oír a Alec y a Kolja.
—¿Pero no habéis oído? No hace falta que- —“nos separemos aún”. Iba a convencer a sus compañeros de ello, pero el hechizo de Kolja le dejó callada in situ. Hasta él, que no había sido capaz de lanzar un solo hechizo en todo ese tiempo había hecho uno con soltura. La espina se hizo estaca. La granta agachó la cabeza, enterrando la barbilla en su propia pelusa mientras remataba su orgullo. De lo que sería capaz de tener ambas manos…

Kahlo firmaría de las últimas. Ya se sentía lo bastante inútil como para encima tener que demostrar delante de nadie que no podía ni escribir bien su nombre con la zurda.

El camino, a diferencia del día anterior, ocurrió con bastante calma, si bien Chromsa no quiso ir demasiado rápido para no forzar sus nuevas piernas. Aunque la lluvia azotaba al ciudad con fuerza, verla desde el campo mágico de Kirés, con la Luna Roja de fondo, era todo un espectáculo. Era curioso como en una ciudad tan peligrosa y terrible como aquella pudiera haber sitio para tantas cosas magníficas y bellas. El palacete, los Jardines de la memoria y ahora aquello. El ochrorio no podía negar que tenía sentido con lo que la Acromía le había revelado, al fin y al cabo era una muestra de equilibrio.

Kirés comenzó a responder todas las preguntas del grupo, comenzando por la que había formulado él y Adam. Afirmó a la pregunta del enderth y éste le hablo de una bruja que controlaba la niebla de manera similar. -Entiendo. Muchas gracias.- dijo para a continuación fantasear sobre aquellas implicaciones. -Un brujo- se dijo a si mismo. Alguna vez había escuchado hablar a los terrestres del grupo de las historias de brujos en su mundo, que hacían magia y pociones y le había llamado la atención aquel concepto. Con la información de Kirés, ahora tenía más ganas aun de buscar en la biblioteca sobre los cambios de todos y, de paso, conocer a aquella bruja de la niebla por si podía darle algunos consejos sobre su nuevo poder.

La respuesta que dio al ruso no le cayó tan bien sin embargo. Todavía recordaba sus "palabras" del día anterior y, previendo como podía tomarse aquello, lo acarició en un intento de reconfortarlo. Xalkoth también quiso animarlo y hasta cierto punto sus palabras eran convincentes (Chromsa pensó en lo duro que tuvo que ser su cambio según lo contaba) pero hubo un detalle que mandaba un poco al traste aquello. Estaba hablando con uno de los pegasos, sí, pero justo con el que no era antes un humano. La coz le cogió por sorpresa y no habría dudado en acercarse por si el clinger necesitaba que lo curaran si no fuera porque, al fijarse cuando se acercaba a Adam, vio que no tenía ni un solo rasguño. Tras los ánimos de Xalk, el ochrorio lo intentó también diciendo: -Tranquilo. Si hay alguna posibilidad de que puedas ser como antes, aunque sea pequeña, ten por seguro que la encontraremos, ¿vale?-

Ya cerca de su destino, un torreón más grande que en el que vivían y que recordaba muy difusamente del primer día, Kirés continuó respondiendo. Que otros habitantes con más experiencia vivieran en aquellos refugios era una buenísima noticia ya que, al fin y al cabo, podrían ayudar a los recién llegados, aunque la idea de hablarles le daba un poco de respeto. Era un alivio por ello que, eligieran el torreón que fuera, ya conocían al menos a un veterano en cada uno. El poder volver a sus mundos le subió el ánimo a Chromsa, aunque le intrigaba aquello de las restricciones. Debería enterarse de cuales tenía él antes de volver a Ochroria.

Nada más encontrarse a las puertas de la Torre Serpentaria, una mujer que se presentó como Dama Aroma les dio la introducción y explicaciones de las que Kirés y Xalk les habían hablado. Su tono de voz ya le agrado y el hecho de que fuera también una bruja, en su caso de los olores, hizo que le prestara aun más atención. Buena parte de lo que les explicó se los habían dicho por el camino el enderth, aunque por supuesto no todo. Al parecer, su estancia en cualquiera de los dos torreones iba a ser mucho más cómoda que hasta ahora, lo cual era bastante bueno. La mención de la Torre Doce como un lugar útil para aprender sobre magia hizo que la apuntara mentalmente como un sitio al que tenía que ir en algún momento. Justo cuando la bruja se disponía a marcharse, Chromsa comenzó a decir: -Muchísimas gracias por...- Antes de que pudiera terminar la frase, Dama Aroma había desaparecido.

Quedando el grupo solo de nuevo, algunos empezaron a comentar sobre en qué torreón vivirían a partir de ahora. Alec tenía bastante claro que iría a la Sede y la noticia le resultaba extraña a Chromsa. Que se fuera vivir a otro sitio no quería decir que no fueran a verse nunca más, de hecho por lo que habían explicado podrían visitarlo cuando quisieran, pero después de tanto tiempo conviviendo juntos lo echaría de menos. Kolja parecía que seguiría sus mismos pasos, pero de repente ocurrió algo insospechado que dejó al ochrorio sorprendido: -Kolja, ¿a-acabas de hacer...? ¡Felicidades!- dijo bastante animado. El terrestre no había sido capaz de hacer ni el hechizo más sencillo desde que visitaron por primera vez la biblioteca y ahora, de repente, lo había logrado. Estaba convencido casi con toda seguridad de que debía ser cosa de los cambios de la Luna.

Chromsa se quedó esperando hasta que una buena parte hubiera decidido donde iba a vivir. No tenía demasiadas dudas sobre cual escoger, pero no quería separarse de todo el mundo y mucho menos de Adam. Viendo el panorama, terminó por acercarse al libro y firmó su residencia en la Torre. Después, siendo consciente de la situación de su pareja, le preguntó al enderth: -Kirés, ¿alguien puede firmar en tu nombre si tiene tu consentimiento o tienes que hacerlo tú mismo?- En el caso de que pudiera, y si su pareja estaba de acuerdo, firmaría por el pegaso. Si por el contrario debía hacerlo él, le dejaría sitio para que decidiera.

Kirés fue respondiendo a cada una de sus preguntas. La que le dio a Adam fue descorazonadora. A Luci se le encogió el pecho al saber que esos aullidos monstruosos que habían estado oyendo noche tras noche los hacían chicos como ellos cambiados por la Luna. Quiso acercarse a Adam para ofrecerle consuelo pero no tenía claro si lo quería. La coz que el otro caballo que no era Adam le propinó al clinger veterano le hizo saltar en el sitio del susto. Aunque sintió alivio de que no se hubiese hecho daño, también pensó que era merecida por la poca delicadeza con la que había pretendido tratar al humano. Por alguna razón el entusiasmo y la positividad del clinger le causaba rechazo y cuando volvió a acercarse a Kradko se alejó de los dos. Así también evitaba hablar de sus propias alas.

La respuesta de Kirés a su propia pregunta le dejó un regusto agridulce. Podían volver, con restricciones, pero podían volver a sus mundos… ¿Entonces por qué el enderth no había vuelto? Había dicho que su mundo casi no tenía restricciones, y no tenía ningún cambio físico visible como tenía su compañero o la mayoría de los del grupo. ¿Por qué seguía en la ciudad? Quería preguntarle, pero no se atrevía. Tenía miedo de la respuesta.

La torre Serpentaria resultó ser una torre estrambótica que ya habían visto, en los alrededores de la plaza donde recibieron el discurso nada más llegar. Su diseño tenía algo más de adorno que los torreones, pero seguía siendo fea a sus ojos daelicianos. No tenía ningunas ganas de dedicarse al entrenamiento físico, y como sus últimos intentos fallidos de hechizos los había atribuido al estrés supuso que ese sería el lugar en el que se quedarían, aunque estuvo atento a las respuestas de sus compañeros. El comentario de Alec le preocupó.

-¿Y si le das una oportunidad antes? Aún no sabemos nada de los cambios -le dijo. No sabía si estaba preparado para separarse de sus compañeros de torreón, por mucho que le asegurasen que los refugios estaban cerca.

Una persona del Consejo, que no era ninguna de las que se les habían presentado el primer día, les esperaba en la puerta. Aunque Kirés les había dicho que podría responder sus dudas, la tal dama Aroma se limitó a darles información genérica y a esfumarse después, dejándoles con muchas preguntas en la boca. Al menos a Luci. Había usado frases que ya había leído en el libro ilustrado; ‘’Hijos de las Tinieblas’’, ‘’Parte de la ciudad’’ Daba por hecho que iban a quedarse, que esa sería su nueva casa como antes lo había sido el torreón. ¿Y si no querían ser parte de la ciudad? ¿Cuánto de verdad había en eso de que les dejaban volver?

La demostración de magia de Kolja los pilló a todos por sorpresa. Luci miró a Alec de reojo como para decirle ‘’¿Ves?’’ No tenían que separarse, no todavía. Firmó junto a sus compañeros, aceptando a regañadientes que ese sitio sería su hogar por el momento. Al menos, por primera vez desde que los escupieron en esa asquerosa ciudad, parecía que por fin tenían formas de conseguir información.

El pegaso atendió otorgando toda su atención al hombre pájaro durante el camino. De primeras habló del ochrorio sopesando la posibilidad que su pareja pueda manipular a su antojo las hojas y sin magia. Desde luego levantar tantísimas hojas conllevaría un inmenso esfuerzo y la magia que drena el hechizo de levitación es de considerar sobre todo en número cosa que Adam sabía de experiencia propia. No eran dos, ni cinco, ni siquiera decenas, poder levantar cientos de hojas con tal habilidad y control trascendía las reglas mágicas que conocía.

Finalmente llegó su turno. De una vez por todas le contarían lo que pasaría con él y, por desgracia y aunque Kirés fuese cortés, el golpe le llegó y no estuvo preparado para recibirlo. Siguió caminando, pensando, pensando y no haciendo otra cosa que sopesar para sí mismo las consecuencias, los cambios que traería a su vida, sus entrenamientos, sus amistades, su relación con Kolja, Alec, Kradko, Luci, todos. No tuvo el valor de mirar a Chromsa por obvias razones. El shock, sin embargo, hizo que el ruso se encerrase literalmente en una burbuja mental no emitiendo esta vez absolutamente ningún sonido o palabra telepática. Al fin y al cabo, eran sus pensamientos de pánico, solo suyos.

Xalkoth, el otro clinger, intentó apoyarlo a su manera pero, ¿de qué servía? ¿Una palmadita en la espalda le devolvería su cuerpo? Encima se confundió. Adam sí que estuvo cerca de caer en la locura, no pudo asumirlo así de fácil. El bicho, al menos, conservaba algo, un atisbo de humanidad que el desgraciado pegaso perdió, de golpe, sin previo aviso. La rabia interna creció, mezclada con impotencia.

Hablaban de volver, cosa que poco le importó. Reglas, más cosas que no les contaron. Ahora sí que lo entendió bien: sabían de todo aquello desde un principio. Adam no quería pensar así pero imaginarse a algunos de los dos presentes mencionar su caso que probablemente ya sabían lo hundieron. ¿Kirés sabía de su condición cuando se lo encontraron en los Jardines de la Memoria? Ahora no era momento de eso pero ya se encargaría de cruzar palabras con el hombre pájaro, suficiente agobio era asumir su destino.

Llegando al destino que era su nuevo refugio lo miró, algo sorprendido del tamaño pese a su reciente duelo. Allí una bruja los recibió, parecía buena persona y bienintecionada. Ella hizo una explicación de lo que eran los refugios en sí, enfocados cada uno en cultivar cuerpo o magia. El pegaso se confundió en qué decisión tomar. Alec se le adelantó prefiriendo marchar de la Torre, cosa de la que no le hizo gracia y sus compañeros tampoco. Kolja también expresó sus dudas pero para sorpresa de todos logró realizar un hechizo en frente de todos. En el fondo no pudo alegrarse más por la hazaña de su amigo, quien decidió estar en Serpentaria.

Lo tuvo claro: se quedaría en la Torre Serpentaria. Solo pensaba en problemas con su nuevo cuerpo pero, ¿quién sabe? Quizás haya secretos escondidos en su nuevo poder. Además, seguiría a Chromsa allá donde fuese. Ante su ofrecimiento extendió las comisuras en señal de que estuvo sonriendo.

—<<Gracias por la ayuda Chromsa. Puedes firmar por mí, me quedaré en Serpentaria contigo>>

Esta vez logró trasmitir su voz solo al ochrorio, ignorando la psique de todos los demás haciendo por primera vez un “canal privado” inconscientemente.

Ciertamente el discursillo de la tal dama Aroma no había aclarado mucha de sus dudas más principales, así como tampoco lo había hecho el clinger que les acompañaba. A pesar de ello, al menos en el segundo notaba un cierto esfuerzo por ayudarles en algo.

Parecía que cada uno de los refugios estaban divididos por un criterio de especialización, aunque fuera uno muy genérico. Kradko veía claro que, a menos que de repente recuperara la capacidad de realizar conjuros, no encajaría muy bien en el edificio que tenía enfrente. Por instinto, volvió a intentar el más sencillo que le vino a la cabeza, pero el resultado de este fue como el de agitar una hucha vacía. De donde no hay, no mana.

Las palabras de Alec le habían preocupado un poco, pero otros ya se encargaron de contradecirle suficientemente. También le sorprendió como a otros ver la demostración súbita de magia que Kolja protagonizó.

—Vaya, unos con tanto y otros con tan poco —dijo en tono desenfadado. Aunque no lo creía menos verdad por ello.

»Peeero como sea —prosiguió—. —Igual es un poco pronto para pensar ya en… dónde se va a quedar quién, ¿no os parece? ¿Por qué no miramos en el otro sitio? La Sede de los… Traumaduros. ¿Traumagudos? ¡Ya sabéis!

La verdad, a la joven clinger le daba miedo la potencial separación del grupo. Tantos meses de convivencia habían hecho que tomara como normal el estar todos juntos, así que le costaba aceptar la repentina idea de que las cosas no fueran a ser iguales. Parecía que la Luna Roja iba a quitarle mucho más de lo que ya se había llevado.