Torre Serpentaria

El picnic en los lagos entusiasmó rápidamente a todo el grupo, y los sinhadres se sintieron aliviados de saber que no eran los únicos que no sabían nadar. Por supuesto que no era un problema, ya que no tenían por qué meterse en el agua más allá de donde daban pie. Los lagos no eran como el mar de Rocavarancolia o de Varmania, los únicos que habían conocido, y no habría peligro de que la corriente o el oleaje los arrastrasen.

—Si no es molestia a lo mejor podemos intentar aprender a nadar, pero a mí tampoco me gustaría quitaros mucho tiempo con eso —dijo Eara, que al igual que Kimbra no quería importunar a quienes se habían ofrecido a darles lecciones. Ayne asintió, dando a entender que se metía en el mismo saco que ella.

Ninguno parecía preocupado por invertir tiempo en ello, así que aquel punto enseguida dejó de ser una preocupación. Pensar en qué actividades hacer o qué llevar era más importante. El ofrecimiento de bañadores de Isis era muy generoso, algo que ambos le agradecieron con ganas, ya que nunca habían tenido la necesidad de ponerse uno. Su idea de los flotadores también era algo a tener en cuenta, aunque los sinhadres todavía no sabían que aspecto tenían esos artefactos.

Las diferentes sugerencias de sus amigos sonaban bien, aunque los sinhadres no supieran en qué consistían los juegos que proponían. Como eran de diferentes mundos, era imposible que todos participasen en los mismos sin necesidad de explicar las reglas de antemano, así que tampoco había que preocuparse demasiado por aquel punto. En cuanto a la comida, cualquier opción les servía.
—¿Puedo hacerme cargo del postre? —preguntó Eara, ilusionada por encontrar algo que aportar a la excursión. Su mente ya bullía de ideas fáciles de comer y que no manchasen demasiado.
—Si pones esa cara no creo que nadie se pueda negar —bromeó el anima, divertido por su expresión determinada.

Dama Isis se llevó el índice a los labios y le dedicó una sonrisa misteriosa a Jace.

-No, nunca me has visto en bañador, y ya estoy pensando en qué ponerme para impresionarte… -le dijo en tono sugerente.

En Frivo tenía una enorme colección de bañadores, pero tras su vuelta todos los diseños le habían parecido horteras y pasados de moda. Salvo algunas prendas y calzado que consideraban obras maestras del diseño o demasiado útiles para prescindir de ellas prácticamente había tenido que rehacerse todo el armario.

Tuvo un pequeño pinchazo de culpa al oir a Kimbra ofrecerse para ayudar a Samika con su proyecto. Ella tenía todos sus ahorros y algo más volcados en su negocio y no podía hacer el mismo ofrecimiento, y eso le daba un poco de rabia.

Cuando Irianna dijo que no tenía ningún problema en enseñar a nadie a nadar la veela asintió con entusiasmo.

-No perdemos el tiempo, ¡es una forma de pasar el tiempo con vosotros! Puede ser divertido. Y también voto a favor de cualquier juego. Salvo las carreras…

No tenía la más remota idea de qué era el voley ni conocía ningún juego de mesa o de cartas, pero estaba dispuesta a aprender (dentro de ciertos límites). Las carreras prefería evitarlas, por el momento. El pescado a la brasa le pareció una idea magnífica y durante un instante compartió la expresión hambrienta de Sekk, que no pudo si no hacerse más patente tras la intervención de Eara.

-¡Magnífico! -exclamó, dando palmas con entusiasmo -Entonces yo me ocupo de los trajes de baño y los flotadores, Eara y Sekk de la comida, Irianna buscará el sitio ideal… ¡Va a ser todo perfecto!

Continuaron la conversación discutiendo los distintos preparativos y alimentándo la expectación. Dama Isis llevaba una racha de mucho estrés y un evento así era justo lo que necesitaba para recargar las pilas. No podía esperar.

La demonio asintió en dirección a Samika cuando esta aceptó el aporte monetario ofrecido y prometió su ayuda para cualquier cosa que necesitara en el futuro y luego asintió también en dirección a Irianna un poco cohibida cuando la bruja la alabó por haberse ofrecido a ayudar a Samika. Kimbra consideraba su ofrecimiento como un acto adecuado a las circunstancias dado que la evaki era su amiga y tenía una necesidad y agradeció la confirmación de la idrina de que había sido un a proposición correcta, a pesar de que no había pesando en ella como generosa.

No fue hasta que Jace nombró las plumas que la engendro consideró que no sería la única en llevar a sus animales, pensando rápidamente que quizás fuera conveniente solo llevar a Ámarok puesto que era el que mejor se llevaba con la montura del dullahan y eso permitiría que ambos pudieran correr a sus anchas sin tener a ninguno de los animales en todo momento encima como claramente podría pasar si llevaba a Ratatouille, quien en su hombro pareció percibir su exclusión y lanzó un chillido.

Kimbra no tuvo problema en estar de acuerdo en todos los planes que se hicieron, tanto en las actividades de ocio propuestas como en el plan de comida picnic que se propuso, incluso si tenía cierta preferencia por otras carnes, pensando que el pescado, al igual que el postre de Eara, casaría con su visión de novedoso y poco habitual que tenía sobre toda la salida.

Así, rápidamente las tareas fueron repartidas y Kimbra se limitó a ofrecer su ayuda para quien la necesitara, ya que no se le había sido asignada ninguna en concreto dado su desconocimiento sobre el proceso de planeación, pero aún así estaba dispuesta a ayudar en lo que hiciera falta.

Ruth quedó en silencio escuchando a sus compañeros, a medida que iban pensando parecía que el plan iba cobrando forma de manera más sólida. Se empezó a hablar de la comida, de quiénes estarían dispuestos a aprender a nadar y a hacer de profesores, y hasta de encargarse de los bañadores. Ruth no tenía mucho que ofrecer pero estaría bastante agradecida en todos los aspectos. Al menos si se hacía alguna barbacoa o comer esponjitas a la luz de una fogata podía echar una mano, o dos.

Al final se despidió de todos más entusiasmada de lo que había llegado a Serpentaria y con la ilusión de visitar otro mundo que no fuera el suyo. Tenía gracia que fuera a Idris antes que a la Tierra, pero es que no tenía muchas razones por las que volver.

A Rasqa cada vez le hacía más ilusión aquella escapada, incluso con toda la cantidad de agua a la que tendría que enfrentarse. Pensó que, tal vez (Y solo tal vez) podría intentar darle una oportunidad a lo de remojarse, realmente no se iba a morir ni nada, ni ocurriría nada en Idris que los fuera a poner en peligro si luego no podía encender sus llamas. Tampoco iba solo, iba a estar la manada entera (e incluso alguno más a quien aún no sentía tan cercano, como Kirés).

—Oye, Ruth, nosotros nos encargamos del fuego, ¿no? —le diría a la demonio con una sonrisa de lado a lado, antes de que la conversación derivase y se diese por finalizada.

Se fue de Serpentaria contento, como siempre que la visitaba, despidiéndose con su efusividad característica.

El humo de Jace tuvo una pequeña pausa, habiéndose perturbado su respiración al oír el tono en la voz de su novia. Se abstuvo de mandar una risa lerda a los allí presentes, acomodándose con cierta inquietud en su sitio.  Estaría feo repetir lo que había pasado en la bahía estando de excursión con sus amigos, pero...
Si hubiera tenido cabeza la habría sacudido para espabilarse.

«¡El voley consiste en reventarte las muñecas dándole a una pelota!» le explicó con una ilusión muy poco acorde a Irianna; luego se rio. «Nah, en serio, mola bastante. Ya veréis.»

«¿Los vas a pescar con las manos desnudas o vaporizando el agua directamente?» preguntó a Sekk con un tonillo de burla, sospechando en realidad que la pregunta no era nada descabellada.

El plan se cimentó con la asignación de tareas para la excursión. Jace tampoco tenía un rol fijo pero prometió ayudar en lo que hiciera falta, por mucho que bromease con que “hacer gala de su maravillosa presencia” ya era algo. El dullahan se despidió de sus compañeros, deseando que llegase el día de romper la monotonía de su rutina.

Devoss escuchó el resto de la conversación con expresión sonriente. Hacía mucho que no le hacía tanta ilusión hacer algo tan simple como jugar al voley con sus amigos o echar unas carreras. En su criba habría pensado que esas cosas habían quedado atrás, con su antigua vida en la Tierra. Pero ahora todo era mucho más diferente y por suerte podían permitirse pasárselo bien.

Después de despedirse de todos el licántropo tigre se fue de allí con una creciente sensación de nervios y curiosidad en el estómago. ¿Cómo sería estar en el mundo de Irianna? ¿ Y cómo sería el de los demás? Se preguntó con todala certeza de que tendría que ir a visitarlos en el fututo para saberlo. Y lo haría de muy buena gana.

La invitación de Irianna no pasó desapercibida y Samika se emocionó al escucharlo ¿Nadar? Siempre le había dado mucho respeto el nadar, sabía si, lo suficiente para no ahogarse, pero había aprendido siempre teniendo al alcance un suelo firme donde apoyarse para sentirse segura aún bajo el agua. Jamás había nadado más allá donde perdiera pie.

Samika entonces pensó en un pequeño inconveniente más, mientras tocaba sus propios brazos y con ellos la unión de sus alas, mientras escuchaba como Isis se emocionaba especialmente con la idea y pronto todos comenzaron a decir como organizarse para aquella salida. Sobre quienes se encargaría de llevar la comida o como los trajes de baño seria cosa de Isis y evidente Irianna se encargaría del lugar que para algo hablaba de visitar Idris.

- No tengo ni idea de como nadan los murciélagos, pero me apunto sin duda, puede ser bastante gracioso comprobarlo- rio Samika ante la idea, porque bañarse en un lago le intimidaba un poco no iba echarse atrás con tan poco, especialmente cuando no iba a estar sola e iban a estar todos divirtiéndose en un lugar que por cómo se describía a Idris, era como un lugar soñado.

Siendo tantos organizarse no era difícil, aunque en su caso tendría que cuadrar un poco el tiempo por estar en el ejército pero no era especialmente problema. Cuando decidieron el día y como se haría, finalmente, Samika decidido que ya era tiempo de marchar, dado que su horario era ligeramente diferente al del resto, pues ella solía dormir entre muy entrada la madrugada y la mañana, finalmente se despedido de sus amigos, para ponerse en marcha hacia la Sede con aquellos que como ella no habitaban en el torreón. La idea de visitar Idris, en un picnic junto al lago, con animales incluidos, porque escuchar que probablemente monturas también asistirían, le dejó claro que iba a ser un viejecito digno de recordar.

Su idea de pescar en Idris fue bien recibida y enseguida se ofrecieron Irianna y Eara para encargarse de los acompañamientos y del postre respectivamente. Poco a poco el plan iba tomando forma, consiguiendo que al igual que sus compañeros el berserker se emocionara con la idea del picnic.
—A mano suena divertido, pero podemos llevar varias cañas y así tú también haces algo. —le respondió al americano, devolviéndole el tornillo burlón con una sonrisa afilada.

Tras ultimar los detalles y fijar una fecha el grupo empezó a disolverse, pues todos tenían cosas que hacer, y con mejor humor del que tenía al despertar aquella mañana Sekk acompañó a sus amigos de la Sede hasta la entrada. Se despidió de ellos junto a la puerta y tomó una ruta distinta, pues antes de la reunión tenía pensado salir a correr, y tras ponerse los cascos del mp3 se perdió trotando entre las calles vacías con expresión relajada.

Guille hoy estaba muy concentrado.

Eso es lo que mostraba la enorme cantidad de papeles arrugados a su alrededor y los distintos utensilios de escritura en su mesa. Sus apuntes eran indistinguibles de garabatos, es más si alguien se fijase podría distinguir monigotes y figuras animales. Pero fuese como fuese Guillermo se entendía, además estaba apunto de hacer un descubrimiento impresionante, al menos para él.

Las personas a su alrededor tal vez ya le habrían notado, al arrugados papeles y el sonido que hacen en un sitio silencioso, cortar papel o quizás por ese lapicero que utilizaba que claramente tenia que sacarle punta porque estaba chirriando. A su lado dos Pendicularias jugaban tremendamente aburridas con una bola de papel, Guille ya les había tenido que llamar la atención por hurgar entre las cosas de la gente.

Pero nada realmente podría servir como pista del pequeño incidente que estaba por comenzar, excepto quizás el inquietante silencio que de repente había dado comienzo, ni se escuchaba a Guille respirar, estaba mirando fijamente un hechizo de un gran libro de magia de colores dorados y miel.

Pasaron unos veinte segundos hasta que Guille volvió a moverse y fue para soltar por primera vez centella ambarina, pero sin duda no estaría sola pronto la seguirían otra veces y otras veces, pues al verla sintió un especie de jubilo compartido, pudo sentir las peculiarias alegrarse y sabía que otras nuevas vendrían.

La centella ambarina no es un proyectil poderoso pero si caótico, difícil de desviar y con muchas ganas de rebotar por todas partes, en unos segundos la sala de estudio de Serpentaria seria un caos ámbar por culpa de un niño que parecía muy contento pero sin ningún tipo de conciencia del problema que estaba originando.

La llegada de aquellos chavales había molestado a Saria más allá de tener que espantar una mano extraña intentando hurgar en su bolso. La molestia vino con el cambio numérico a su alrededor, los porcentajes parecían volverse locos porque uno de los niños traía consigo demasiadas variables (quizás más que manos) y, si bien no parecían preocupantes en el sentido de que Saria temiese por su vida, sí que fueron suficientes para que temiese por su concentración. La mala sombra suspiró, se mesó el pelaje de las mejillas y decidió recoger todas sus cosas para bajarse el libro a su habitación. No quería comerse ningún marrón y estaba segura de que alguien se acabaría zampando uno (probablemente el sinhadre que le acompañaba).

Lo que sí hizo, por pura diversión y alevosía, fue lanzar brevemente un vistazo al chiquillo y echarle mal de ojo a sus pendicularias, porque ya que iba a sembrar el caos, ¿qué más daba un poco más? La mala sombra se movió un par de pasos a la derecha para evitar la trayectoria de la centella ambarina y se escurrió intangible, suelo abajo, abandonando la biblioteca.

Quizás, si Neil hubiera sido otro tipo de persona, habría empezado a arrepentirse de acompañar a Guille a estudiar magia desde el momento en el que salieron por la puerta de la Sede. Pero Neil no era ese tipo de persona y, dentro de su confianza ingenua, había dejado unos minutos al otro brujo sin supervisión mientras se adentró entre las estanterías buscando un libro particular de magia del que le había hablado Eara que contaba con algunos hechizos aplicables a la cocina que, aunque sencillos, tenía muchas ganas de aprender. Esta negligencia por su partes, por supuesto, fue fatal. Dentro de su profunda concentración en las estanterías, pudo oir el bullicio que comenzó a formarse a su al rededor y en seguida supo el motivo.

-Oh, no -susurró alarmado perdiendo el color del rostro y al momento corrió hacia donde había dejado a Guille seguido por el montón de velas encendidas que le rodeaban siempre que se disponía a estudiar magia.

Sus ojos se abrieron con horror al ver el caos que había generado el humano pensando frenéticamente en la bronca que les iba a caer y la posibilidad de que ya no tuvieran permitido volver a poner un pie en la torre.

-¡Luces, Guille! ¿Qué has hecho? ¡No! -exclamó alarmado, intentando que su amigo anulara el hechizo a la vez que las velas a su alrededor se apagaban en preparación para que el brujo las usara para contener de alguna manera la centella ambarina, si es que eso era posible.

Charlaba animadamente con Jace, ya que ambos se dirigían a la sala de entrenamiento con el fin de estudiar y poner en práctica algo de magia, cuando les recibió el caos absoluto. La idrina intercambió una mirada de sorpresa con el dullahan e inmediatamente centró su atención en lo que tenía ante sí: centellas ambarinas, totalmente descontroladas y que cada vez aumentaban su número, y varios pares de manos que emergían del suelo. Por suerte para la nebulomante reconoció aquellas manos como un dominio, porque Neil le había hablado de las transformaciones de sus amigos en el trabajo. Y hablando del brujo de la cera…

—¡Neil! ¿Qué…?
No pudo decir mucho más, pues en el transcurso de aquellos segundos las centellas habían aumentado aún más, y un estruendo que provenía de un mueble siendo derribado por ellas la interrumpió.
>>Oh, por el Reflejo… —musitó.
Y a continuación empezó a conjurar.

Pocos segundos después ocurrieron dos cosas: la temperatura de la sala se elevó considerablemente y una ola de magia se expandió por toda ella, deshaciendo por completo las centellas ambarinas y deteniendo el caos. Volvió a girarse hacia el sinhadre.
—¿Cómo ha sucedido esto?
No sonaba acusatoria, ya que sabía que el aurva no era asío de irresponsable, pero tenía cierta sospecha.

Pocas veces se alegraba Jace de no tener cabeza: al jugar al póker con Sekk, cuando Isis se ponía uno de sus conjuntos de espanto y cuando la ausencia de esta evitaba que recibiera un centellazo en el ojo.

Había usado pocas veces la sala de entrenamiento, y desde luego nunca en semejantes condiciones. El paso de una de las centellas disolvió momentáneamente el humo a su paso, dejándole con el mareo y una maldición para el culpable de aquello. Lo primero que vio al recuperar la vista fue una mano sin cuerpo desatándole los cordones de las botas y otra rebuscándole en los bolsillos de la sudadera.

«¿¡Pero qué cojones es esto!?» acertó a “gritar”, apartándose para evitar las manos al tiempo que evitaba otra dichosa centella. ¿Por qué le sonaban tanto?

Irianna actuó deprisa, anulando el hechizo mientras él intentaba patear la mano a sus pies. Se había fijado en los dos enanos de la sala, el de pelo azul que parecía estar teniendo un ataque de ansiedad mientras otro, más enano aún vivía el momento. Les reconoció; eran del grupo de novatos que había estado en la inauguración de la boutique. Aparentemente su amiga conocía al de azul por su nombre, el único motivo por el que el dullahan no se lanzó a comérselos con patatas.

No diría nada, pero a los dos les llegaría un constante runrun molesto, como el sonido de un torrente en el fondo de sus cráneos.

Guille estaba dando saltitos cuando vio que derrepente las bolas que había creado habían desaparecido y un ambiente cálido lo sustituyó.

Fue entonces cuando pudo darse cuenta del pequeño desastre que había montado, los libros y papeles se habían desperdigados y algunos muebles le guardarian evidente rencor.

Busco corriendo la mirada de Neil que se encontraba claramente en pánico. Guille le miró encogiendose de hombros y seguido de una mirada y sonrisa inocente que claramente decía "por favor no te enfades no sabia lo que estaba haciendo soy pequeño e ignorante perdoname yo no quería hacer nada malo pensaba que era divertido"

Neil estaba en absoluta crisis, tan nervioso que no se le ocurría ninguna forma de contener la centella, por lo que la cerca a su alrededor tomó varias formas aleatorias como si no pudieran ser capaces de tomar una decisión entre todas ellas.

La visión de Irianna entrando a la habitación le llenó de alivio, pero en seguida volvió el pánico cuando se dio cuenta que la idrina no solo iba a poder ayudarle, sino que también podría enfadarse por el desastre.

-¡Guille! -volvió a exclamar con más alarma que advertencia a pesar de sus intenciones, más nervioso si cabía por la presencia del amigo sin cabeza de Irianna, el cual estaba claramente molesto con la situación-. ¡Lo siento mucho, Irianna! ¡Lo siento! -exclamó esta vez dirigiéndose hacia la nebulomante y su amigo notando que mientras hablaba Irianna ponía solución al problema-. ¡Es culpa mía! Me distraje. Fui a por un libro y lo deje solo. ¡Solo fue un par de minutos! Parecía tan concentrado... ¡Incluso había reprendido a las manos para que se comportaran! No pensé... Lo siento mucho, de verdad -intentó disculparse entre balbuceos apurados. Luego se giró hacia Guille, quien le miraba de vuelta con expresión inocente-. ¡Guille! -exclamó de nuevo sin saber mucho cómo reprender al humano delante de personas desconocidas.

Jace estaba molesto, era muy obvio por el mensaje telepático que había enviado. Lo cierto es que ella misma no le veía tampoco la gracia al asunto, muy a pesar del lenguaje corporal del niño rubio que se acercó ¿intentando dar pena? Por suerte estaba Neil, quien tenía bastante más cabeza que su amigo.
—Neil: tranquilo —le dijo añadiendo gestos con el mismo mensaje—. No eres el responsable de todo lo que hagan los demás y tampoco ha ocurrido nada grave. —A continuación se giró hacia el otro niño— . Hola, eres amigo de Neil, ¿verdad? Yo soy Irianna, su compañera de trabajo. ¿Has sido tú el que conjuró las centellas?
Lo primero era tantear el terreno, por muy molesta que estuviese con la situación no dejaba de estar tratando con un niño pequeño.