Torre Serpentaria
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Torre Serpentaria
02/08/11, 06:42 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Refugio para neotransformados de cinco plantas. La torre culmina en una cúpula. Está situada junto a la plaza de la fuente y su puerta protegida por un hechizo que solo pueden desactivar los inquilinos. En las plantas inferiores se encuentran las habitaciones, dos salas comunes con dos chimeneas centrales interconectadas y una cocina comedor. En la planta superior, bajo la cúpula, hay una sala de entrenamiento mágico que cuenta con medidas de seguridad para no dañar el edificio. A esta planta se accede mediante una runa de presión que abre una trampilla en el techo yy de la que descienden escaleras. La mayoría de los muebles están hechizados y a algunos les gusta gastar bromas.
Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.
Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Torre Serpentaria
06/11/14, 12:54 am
Archi no pareció captar la broma, pero el raigaurum tampoco se molestó en explicarla. Atendió a su explicación, en cambio, que era una versión resumida de algo que había leído en algún lado y que había entendido a medias. Tenía una cierta idea al respecto de que las capacidades mágicas de un raigaurum eran menores que la media o algo por el estilo, pues lo mencionaba el libro que le había prestado Keiria, pero ignoraba cuál era cuantitativamente esa diferencia. Él era optimista con respecto a su nueva habilidad.
Como cada uno hojeaba sus propios libros, él no fue menos. Empezó a pasar páginas, pudiendo decir que le sonaba más de un hechizo de verlos hacer a lo largo de su cosecha. ¿Pero por dónde empezar? No se le ocurría siquiera, estaba ávido por aprender –a pesar de la principal traba, que era tener que estudiar–, y le servía cualquier cosa.
—Bueno, vamos a atentar contra la propiedad intelectual —declaró, pulsando un botón en su muñeca. El primer paso era hacerse una copia. Ya tenía por donde empezar, y en cuanto se supiese más o menos aquel libro, ya buscaría otro.
Un rato más tarde, ya estaba hecho. Abrió algunos archivos al azar hasta que encontró uno de los que le habían llamado la atención de primeras. Es decir, ofensivos. Dejó esa imagen abierta, así como la de levitación.
—Voy a bajar a practicar algunos hechizos. ¿Me ayuda alguno a salir de aquí? —Además, les preguntaría si preferían quedarse o bajar con él.
Lo siguiente fue comenzar la práctica, los movimientos primero, y luego tomar soltura recitando el hechizo. El primer intento fue trabado, el segundo un poco también. Intentaba hacer la levitación sobre un pedrusco, y dio gracias a haberse concienciado de que no debía frustrarse demasiado. Distaba mucho de ser tan sencillo como simplemente pensarlo. Fueron varios intentos hasta que la magia prendió, haciéndolo sentirse del mismo modo en que lo hacía el único hechizo que conocía justo antes de llevarse a cabo. Perdió la concentración al emocionarse y el hechizo se fue a pique, pero tendría más suerte a partir de ese momento. Lo cual no quería decir que intentase siquiera levantar algo que no fuese la piedra, y tampoco que no se aburriera al cabo de escasos intentos. El movimiento era errático, y terminó por admitir que no era el mejor hechizo para ser el segundo en aprender. Le venía mejor algo más sencillo en la ejecución, si bien no fuese un hechizo tan simple. Y ahí entró el hechizo abrasivo que había dejado seleccionado.
No paró hasta desmigajar un par de cascotes cerca de la torre. Igual que en el caso anterior, le costó adquirir soltura con el proceso. Después, necesitó afinar la puntería –y eso dejó también un par de boquetes en el suelo cerca de la torre–, pero finalmente se creyó dominando el hechizo, aun si uno de los aciertos se había llevado también suelo por delante y el otro solo había fragmentado el objetivo.
Emocionado por sus pequeños avances, no se percató de que ahora podía entender de primera mano que la magia era capaz de desgastar a su usuario. En lugar de eso, y una vez reunido con los demás de nuevo, empezó a sugerir paseos como si ya no hubiera nada que temer.
—Me gustaría seguir explorando la ciudad como antes. A partir de ahora van a ser las alimañas las que van a tener que correr —sonrió con malicia—. Hey, ¿os apetece salir mañana?
Optimista ante todo, el irrense sabía que aquellos hechizos no aportaban nada nuevo, pero sobreestimaba el cambio. Esa noche entrenaría de nuevo, probablemente se iniciaría en los hechizos defensivos para estar todavía más seguro, y eso sería todo. Pero se moría por salir de nuevo allí afuera, recuperado por fin, y eso era todo en lo que podía pensar. También le resultaba tremendamente gratificante poder devolver por fin los ataques a los monstruos que los habían atormentado con la fuerza suficiente.
Sigue en el Barrio Derruido.
Como cada uno hojeaba sus propios libros, él no fue menos. Empezó a pasar páginas, pudiendo decir que le sonaba más de un hechizo de verlos hacer a lo largo de su cosecha. ¿Pero por dónde empezar? No se le ocurría siquiera, estaba ávido por aprender –a pesar de la principal traba, que era tener que estudiar–, y le servía cualquier cosa.
—Bueno, vamos a atentar contra la propiedad intelectual —declaró, pulsando un botón en su muñeca. El primer paso era hacerse una copia. Ya tenía por donde empezar, y en cuanto se supiese más o menos aquel libro, ya buscaría otro.
Un rato más tarde, ya estaba hecho. Abrió algunos archivos al azar hasta que encontró uno de los que le habían llamado la atención de primeras. Es decir, ofensivos. Dejó esa imagen abierta, así como la de levitación.
—Voy a bajar a practicar algunos hechizos. ¿Me ayuda alguno a salir de aquí? —Además, les preguntaría si preferían quedarse o bajar con él.
Lo siguiente fue comenzar la práctica, los movimientos primero, y luego tomar soltura recitando el hechizo. El primer intento fue trabado, el segundo un poco también. Intentaba hacer la levitación sobre un pedrusco, y dio gracias a haberse concienciado de que no debía frustrarse demasiado. Distaba mucho de ser tan sencillo como simplemente pensarlo. Fueron varios intentos hasta que la magia prendió, haciéndolo sentirse del mismo modo en que lo hacía el único hechizo que conocía justo antes de llevarse a cabo. Perdió la concentración al emocionarse y el hechizo se fue a pique, pero tendría más suerte a partir de ese momento. Lo cual no quería decir que intentase siquiera levantar algo que no fuese la piedra, y tampoco que no se aburriera al cabo de escasos intentos. El movimiento era errático, y terminó por admitir que no era el mejor hechizo para ser el segundo en aprender. Le venía mejor algo más sencillo en la ejecución, si bien no fuese un hechizo tan simple. Y ahí entró el hechizo abrasivo que había dejado seleccionado.
No paró hasta desmigajar un par de cascotes cerca de la torre. Igual que en el caso anterior, le costó adquirir soltura con el proceso. Después, necesitó afinar la puntería –y eso dejó también un par de boquetes en el suelo cerca de la torre–, pero finalmente se creyó dominando el hechizo, aun si uno de los aciertos se había llevado también suelo por delante y el otro solo había fragmentado el objetivo.
Emocionado por sus pequeños avances, no se percató de que ahora podía entender de primera mano que la magia era capaz de desgastar a su usuario. En lugar de eso, y una vez reunido con los demás de nuevo, empezó a sugerir paseos como si ya no hubiera nada que temer.
—Me gustaría seguir explorando la ciudad como antes. A partir de ahora van a ser las alimañas las que van a tener que correr —sonrió con malicia—. Hey, ¿os apetece salir mañana?
Optimista ante todo, el irrense sabía que aquellos hechizos no aportaban nada nuevo, pero sobreestimaba el cambio. Esa noche entrenaría de nuevo, probablemente se iniciaría en los hechizos defensivos para estar todavía más seguro, y eso sería todo. Pero se moría por salir de nuevo allí afuera, recuperado por fin, y eso era todo en lo que podía pensar. También le resultaba tremendamente gratificante poder devolver por fin los ataques a los monstruos que los habían atormentado con la fuerza suficiente.
Sigue en el Barrio Derruido.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Torre Serpentaria
06/12/14, 09:13 pm
Al cabo de unos días el biomecánico sabía conjurar algunos de los hechizos más básicos con utilidad ofensiva con una sola mano. Costaba realizarlos de aquella manera y por ello únicamente pudo aprender en aquel tiempo correctamente parálisis, impulso y petrificación. Invirtió su tiempo, además, en conocer en mayor profundidad los cambios que la luna había obrado en aquellos con los que había compartido criba, aunque todavía desconocía en qué clase de criatura se habían convertido algunos de ellos. Así mismo empezó a anclar hechizos de metrónomo de los lugares más habituales que visitaba, como la biblioteca de la Torre, la puerta de la Sede o su cuarto.
No obstante, su rutina se vio interrumpida porque el genemago fue a buscarlo para que realizasen el robo de muestras de genéticas en Irraria. El ingeniero tan solo le preguntó si disponía de medios para comprender el idioma irrense, ya que lo iba a necesitar para burlar la seguridad informatizada de las instalaciones. Quedó con el asreniano un día y una hora concretos en la explanada de los portales, lugar que visitó previamente una vez más para grabar su tempo, y se teleportó allí en el momento justo.
Sigue en Irraria.
No obstante, su rutina se vio interrumpida porque el genemago fue a buscarlo para que realizasen el robo de muestras de genéticas en Irraria. El ingeniero tan solo le preguntó si disponía de medios para comprender el idioma irrense, ya que lo iba a necesitar para burlar la seguridad informatizada de las instalaciones. Quedó con el asreniano un día y una hora concretos en la explanada de los portales, lugar que visitó previamente una vez más para grabar su tempo, y se teleportó allí en el momento justo.
Sigue en Irraria.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Torre Serpentaria
08/12/14, 04:42 pm
Con el hombre bestia intangible y levitando, así como los apuntes de las runas que había copiado, volvimos a casa. Las onyces no pararon de señalar trampas inexistentes por el camino, consiguiendo que me empezara a enfadar, tanto con ellas como con la ciudad. Por eso dirigí mi atención a Dhelian, pensando en sacar conversación de cualquier cosa agradable. Pero entonces me fijé en que parecía preocupado y pensativo. No tuve que atar muchos nudos para relacionarlo con lo que llevábamos con nosotros. Así que me pegué a él y entrelacé mi brazo con el suyo, sin dejar de andar.
—Oye, Dhelian... Si necesitas ayuda o hablar o algo... cuenta conmigo, ¿vale? Te puedo ayudar a hacer algo con el cuerpo, si te hace falta. Lo que sea.
—Oye, Dhelian... Si necesitas ayuda o hablar o algo... cuenta conmigo, ¿vale? Te puedo ayudar a hacer algo con el cuerpo, si te hace falta. Lo que sea.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Re: Torre Serpentaria
08/12/14, 05:00 pm
Consiguieron los apuntes de runas, un mapa de las zonas con hombres bestias y un cadáver. Podia considerarse que aquella excursión a lo subterráneos, aunque peligrosa, había sido fructífera. Tras salir de allí se despidieron de Valek para dirigirse a Serpentaria. Sus estirges al ver por fin cielo abierto se despegaron de su ropa y alzaron el vuelo para seguirles por aire, a excepción de aquella que había sido herida que se mantuvo en su hombro perezosa a pesar de estar ya curada. Junto a él el cadáver seguía flotando intangible, siendo aun el centro de los pensamientos de Dhelian cuando Alice se le acerco sobresaltándolo un poco.
-Intento pensar en el como en esa carne de las cestas, o las costillas de Skarog. Es un poco inhumano pensar así...pero bueno, yo ya no soy humano. O nunca lo fui realmente - añadió bromeando un poco al respecto para quitarle un poco de hierro al asunto también para el. mejor intentar bromear un poco con el tema así se le haría mas tratable- Aunque estoy preocupado sobre el tratamiento, ya sabes, los cadáveres se descomponen y eso. Pensaba buscar algún hechizo que funcione como nevera o para conservar cuerpos, me las tendré que ingeniar con hechizos térmicos por ahora, supongo. Intentare ver si lo hago mas...portátil para facilitarlo- dijo sin saber como decir que lo descuartizaría tras comer todo lo que pudiera de una vez, o lo intentaría al menos, para intentar conservarlo así sin que sonase tan horrible. Definitivamente tenia que acostumbrarse a no horrorizarse con esas cosas.
-Intento pensar en el como en esa carne de las cestas, o las costillas de Skarog. Es un poco inhumano pensar así...pero bueno, yo ya no soy humano. O nunca lo fui realmente - añadió bromeando un poco al respecto para quitarle un poco de hierro al asunto también para el. mejor intentar bromear un poco con el tema así se le haría mas tratable- Aunque estoy preocupado sobre el tratamiento, ya sabes, los cadáveres se descomponen y eso. Pensaba buscar algún hechizo que funcione como nevera o para conservar cuerpos, me las tendré que ingeniar con hechizos térmicos por ahora, supongo. Intentare ver si lo hago mas...portátil para facilitarlo- dijo sin saber como decir que lo descuartizaría tras comer todo lo que pudiera de una vez, o lo intentaría al menos, para intentar conservarlo así sin que sonase tan horrible. Definitivamente tenia que acostumbrarse a no horrorizarse con esas cosas.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: Torre Serpentaria
08/12/14, 06:21 pm
—¿Inhumano? No creo que sigamos siendo humanos... Nadie en la Tierra tiene el pelo de este color sin tintárselo ni estos rasgos... —dije pensativa, pero luego seguí hablando convencida de lo que decía—. Los humanos de mi mundo no os considerarían humanos por el mero hecho de ser de otro mundo, así que... Somos rocavarancoleses.
Por eso me había cambiado el nombre, entre otras cosas. ¿Cómo podía ver inhumano alimentarse de una criatura que había intentado matarnos para, seguramente, comernos después? ¿Acaso yo me estaba convirtiendo en rocavarancolesa demasiado rápido, pese a mi odio hacia lo que nos había hecho sufrir? <<Adaptarse o morir>> acabé pensando.
—Hmm... Creo que podríamos hacer una bolsa nevera con runas térmicas grabadas en la tela... En la Tierra, a los cuerpos se los conservaba tumbados en cámaras frigoríficas dentro de unas bolsas especiales. No creas, luego se los enterraba, pero recién muertos les hacían eso. Podríamos adaptarlo o algo similar.
Y así, andando y hablando, llegamos a casa.
—Hogar dulce hogar —dije, sincera, una vez dentro. Y una vez frente a los cuartos, añadí algo más—. Voy a comer... Y que te aproveche. Luego te cuento lo que te dije que me recordaras, ¿vale?
Antes de bajar a la cocina, dejé todas las cosas en el cuarto y me di una buena ducha. Olía a túnel, a humedad, a alimañas, a sangre, a... Cualquier cosa. No que me incomodara, que sí pero tendría que ir acostumbrándome, pero no era algo apropiado. Así sí, aseada y oliendo a limpio, me hice algo de comer en solitario, onyces incluidas, y luego subí a mi habitación. Lo primero que hice fue ordenar los apuntes que había salteados en la mesa y añadir a estos los de las runas de la trampa. Después estuve un rato anotando todo lo que había pasado hoy en una especie de diario de hojas apiladas y sujetadas por una piedra. Eso sí, no incluía nada que pudiera ser utilizado, tan solo mera descripción de lo que había hecho sin incluir nombres ni referencias a gente concreta. Lo de hoy, por ejemplo, rezaba así:
Diario de Abordo. Día 856: Hoy, Capitana Onyx ha descubierto una trampa y ha estado estudiando sus runas.
Las entradas tenían números aparentemente aleatorios. No era así: el número central era el número de días reales. Terminado eso, dejé todo en su sitio y me dirigí al cuarto del daeliciano, donde llamé suavemente. En cuanto abriera y dijera si podíamos hablar, le contaría toda la idea de destruir el circo y la casa que habían acabado con Akasha y Álvaro. A ver qué pensaba del asunto. No me importaría hacerlo sola, tampoco, pero no lo veía posible conociéndoles.
Por eso me había cambiado el nombre, entre otras cosas. ¿Cómo podía ver inhumano alimentarse de una criatura que había intentado matarnos para, seguramente, comernos después? ¿Acaso yo me estaba convirtiendo en rocavarancolesa demasiado rápido, pese a mi odio hacia lo que nos había hecho sufrir? <<Adaptarse o morir>> acabé pensando.
—Hmm... Creo que podríamos hacer una bolsa nevera con runas térmicas grabadas en la tela... En la Tierra, a los cuerpos se los conservaba tumbados en cámaras frigoríficas dentro de unas bolsas especiales. No creas, luego se los enterraba, pero recién muertos les hacían eso. Podríamos adaptarlo o algo similar.
Y así, andando y hablando, llegamos a casa.
—Hogar dulce hogar —dije, sincera, una vez dentro. Y una vez frente a los cuartos, añadí algo más—. Voy a comer... Y que te aproveche. Luego te cuento lo que te dije que me recordaras, ¿vale?
Antes de bajar a la cocina, dejé todas las cosas en el cuarto y me di una buena ducha. Olía a túnel, a humedad, a alimañas, a sangre, a... Cualquier cosa. No que me incomodara, que sí pero tendría que ir acostumbrándome, pero no era algo apropiado. Así sí, aseada y oliendo a limpio, me hice algo de comer en solitario, onyces incluidas, y luego subí a mi habitación. Lo primero que hice fue ordenar los apuntes que había salteados en la mesa y añadir a estos los de las runas de la trampa. Después estuve un rato anotando todo lo que había pasado hoy en una especie de diario de hojas apiladas y sujetadas por una piedra. Eso sí, no incluía nada que pudiera ser utilizado, tan solo mera descripción de lo que había hecho sin incluir nombres ni referencias a gente concreta. Lo de hoy, por ejemplo, rezaba así:
Diario de Abordo. Día 856: Hoy, Capitana Onyx ha descubierto una trampa y ha estado estudiando sus runas.
Las entradas tenían números aparentemente aleatorios. No era así: el número central era el número de días reales. Terminado eso, dejé todo en su sitio y me dirigí al cuarto del daeliciano, donde llamé suavemente. En cuanto abriera y dijera si podíamos hablar, le contaría toda la idea de destruir el circo y la casa que habían acabado con Akasha y Álvaro. A ver qué pensaba del asunto. No me importaría hacerlo sola, tampoco, pero no lo veía posible conociéndoles.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torre Serpentaria
08/12/14, 07:14 pm
-Seré realmente rocavarancoles cuando cambie mi nombre. Creo que hasta que no lo haga no haré borrón de mi yo daeliciano....como me pasaba cuando era Lhelian, ya sabes- dijo pensando sobre eso era posible que ocurriera, en el pasado se había creado una personalidad para socializar que de algún modo había acabado siendo parte de el y uniéndose a si mismo. Cuando cambiase de nombre ya no seria Dhelian mas que para los amigos, seria el brujo ghoul.
-Me parece una buena idea, habría que esta renovando muy a menudo las runas pues ya sabes que el hechizo térmico no es eterno, pero por ahora servirá.- asintió ante la idea de Alice pues no era muy alejada a lo que buscaba, si podía hacer algo así también con un bolsa que llevase a donde quisiera y con algún recipiente en su cuarto poseería una nevera propia en el futuro. Aunque esta segunda opción de la nevera en su cuarto prefería que fuese cuando supiera hechizos de conservación, si es que existían. Ya en Serpentaria Dhelian se despidió de Alice aceptando que fuera mas tarde a sus cuarto, llevandose el cadáver flotando hacia su habitación esperando no encontrarse con nadie en el camino entro en este volviendo tangible el cuerpo. La estirge que iba junto a el se bajo de encima para subirse en la cama donde varias mas que entraron en el cuarto se le unieron, entre ellas orgullosa, divertida y pasota.
-Veo vuestras ganas de robarme la comida pero os tendréis que esperar, os daré algo luego - advirtió mentalizándose para lo que haría dejo el cuerpo en el suelo sobre una sabana, sacándose la sudadera y la camisa de abajo sin intención de ensuciarse mas de lo debido por mas hechizos de limpieza que existieran. El olor estaba haciéndole la boca agua por lo que sin esperar mucho mas y usando hechizos de corte y la propia fuerza bruta que su parte ghoul poseía empezó a trabajar con el cuerpo. El trabajo fue sucio y sin cuidado y también, sin pensar en ello, tras comer hasta que su estomago estuvo lleno pequeñas dividió porciones para las estirges, mejor que se lo comieran a desperdiciarlo pues había demasiado para el solo o para mantenerlo, y dejo aparte aquellas partes del cuerpo que intentaría conservar. Tras todo eso envolvió lo que quedaba en la sabana y lo metió en el baúl vació junto la cama con hechizos de olor falso e hizo hechizos de limpieza sobre si mismo y sobre el estropicio del cuarto. Cuando termino dejo pasar a Alice que había llamado unos momentos antes.
-Perdona, estaba terminado de limpiar el cuarto- dijo mirándola y señalando al trozo de tela envuelta con manchas rojas donde tenia aquello que iba a conservar. Se sentó en el escritorio, invitándola a sentarse donde quisiera aun desnudo de cintura para arriba- Me pondré con el diseño del circuito de runas para poder hacerlas ¿que querias contarme?- dijo con intención de ponerse a dibujar en los papeles que había conseguido obtener en ese tiempo.
Lo que le contó Alice sobre las trampas que habían matado a sus amigos le recordaron sus propios pensamientos alla en el subterráneo y la idea de que terminar con todo eso apareció d nuevo en su mente, consolidada al saber que Alice había pensado en algo similar.
-Estoy de acuerdo, pensaba en algo similar en los subterráneos. Lo que les paso...bueno, es imposible volver atrás y aun me reconcome el que no pudimos evitarlo ni ayudar- añadió sintiendo cierto malestar al recordar. Odiaba esas trampas y sentía que sus amigos no les perdonarían que no intentaran algo para vengarles por todo aquello tan injusto- Pudimos ser nosotros también. Pudo ser cualquiera, esas cosas no deberían existir ¿Por cual empezamos? El circo no sabemos donde esta o como encontrarlo. Creo deberíamos empezar por la casa que enveneno a Alvaro, aunque no sepamos donde esta....ya hemos conocidos casas que atacan antes.- añadió viendo a las estirges que seguían en el cuarto mirando fijamente a las onyces de Alice.
-Me parece una buena idea, habría que esta renovando muy a menudo las runas pues ya sabes que el hechizo térmico no es eterno, pero por ahora servirá.- asintió ante la idea de Alice pues no era muy alejada a lo que buscaba, si podía hacer algo así también con un bolsa que llevase a donde quisiera y con algún recipiente en su cuarto poseería una nevera propia en el futuro. Aunque esta segunda opción de la nevera en su cuarto prefería que fuese cuando supiera hechizos de conservación, si es que existían. Ya en Serpentaria Dhelian se despidió de Alice aceptando que fuera mas tarde a sus cuarto, llevandose el cadáver flotando hacia su habitación esperando no encontrarse con nadie en el camino entro en este volviendo tangible el cuerpo. La estirge que iba junto a el se bajo de encima para subirse en la cama donde varias mas que entraron en el cuarto se le unieron, entre ellas orgullosa, divertida y pasota.
-Veo vuestras ganas de robarme la comida pero os tendréis que esperar, os daré algo luego - advirtió mentalizándose para lo que haría dejo el cuerpo en el suelo sobre una sabana, sacándose la sudadera y la camisa de abajo sin intención de ensuciarse mas de lo debido por mas hechizos de limpieza que existieran. El olor estaba haciéndole la boca agua por lo que sin esperar mucho mas y usando hechizos de corte y la propia fuerza bruta que su parte ghoul poseía empezó a trabajar con el cuerpo. El trabajo fue sucio y sin cuidado y también, sin pensar en ello, tras comer hasta que su estomago estuvo lleno pequeñas dividió porciones para las estirges, mejor que se lo comieran a desperdiciarlo pues había demasiado para el solo o para mantenerlo, y dejo aparte aquellas partes del cuerpo que intentaría conservar. Tras todo eso envolvió lo que quedaba en la sabana y lo metió en el baúl vació junto la cama con hechizos de olor falso e hizo hechizos de limpieza sobre si mismo y sobre el estropicio del cuarto. Cuando termino dejo pasar a Alice que había llamado unos momentos antes.
-Perdona, estaba terminado de limpiar el cuarto- dijo mirándola y señalando al trozo de tela envuelta con manchas rojas donde tenia aquello que iba a conservar. Se sentó en el escritorio, invitándola a sentarse donde quisiera aun desnudo de cintura para arriba- Me pondré con el diseño del circuito de runas para poder hacerlas ¿que querias contarme?- dijo con intención de ponerse a dibujar en los papeles que había conseguido obtener en ese tiempo.
Lo que le contó Alice sobre las trampas que habían matado a sus amigos le recordaron sus propios pensamientos alla en el subterráneo y la idea de que terminar con todo eso apareció d nuevo en su mente, consolidada al saber que Alice había pensado en algo similar.
-Estoy de acuerdo, pensaba en algo similar en los subterráneos. Lo que les paso...bueno, es imposible volver atrás y aun me reconcome el que no pudimos evitarlo ni ayudar- añadió sintiendo cierto malestar al recordar. Odiaba esas trampas y sentía que sus amigos no les perdonarían que no intentaran algo para vengarles por todo aquello tan injusto- Pudimos ser nosotros también. Pudo ser cualquiera, esas cosas no deberían existir ¿Por cual empezamos? El circo no sabemos donde esta o como encontrarlo. Creo deberíamos empezar por la casa que enveneno a Alvaro, aunque no sepamos donde esta....ya hemos conocidos casas que atacan antes.- añadió viendo a las estirges que seguían en el cuarto mirando fijamente a las onyces de Alice.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Torre Serpentaria
11/12/14, 01:03 am
Mientras hablaba, me senté en el borde de la cama. Luego le llegó el turno al daeliciano. Escuché la respuesta de Dhelian y me encogí de hombros cuando dijo lo último.
—El circo tiene que estar cerca de los jardines, así que podemos empezar por ahí. Y si no encontramos la casa, quemamos una cualquiera de las que tienen trampas —respondí, decidida, pero entonces caí en algo—. Aunque esto suene a desquitarse... —pero no, quería venganza, así que recuperé el tono firme y me levanté, algo tensa—. Si nadie me acompaña, lo haré sola.
Ilusa, nunca estarás sola. Te acompañaremos y reduciremos esos sitios a cenizas—dijo la onyce del hombro a la par que movía sus quelíceros.
Qué manía con ir con estos amiguitos tuyos. Ve tú sola y no te arriesgues a que te puedan traicionar allí mismo—dijo otra con forma de hada, sentada en lo alto de una estantería.
Piénsalo de otra forma: si vas sola, no correrán peligro. Porque lo correrán. Son mucho menos hábiles que nosotras y menos poderosos que tú—añadió otra desde la ventana.
Por suerte, nada de lo que dijeron era entendible para nadie que no fuera yo. En ocasiones como esta tenía que tener cuidado con ellas más que nunca, pues a veces les prestaba más atención de la debida. Jamás me convencerían, sin embargo, de nada que pudiera atentar contra mis amigos. Pero lo de ir sola me estaba tentando...
—La trampa de Letargo solo hay que buscarla antes de la nueva cosecha y listo. Solo tenemos que hablarlo con los demás, dejar de lado la idea, entrenarnos y hacerlo cuando estemos preparados.
Y así quedó zanjada la cosa. Las onyces y yo no podíamos estar más de acuerdo en algo.
—El circo tiene que estar cerca de los jardines, así que podemos empezar por ahí. Y si no encontramos la casa, quemamos una cualquiera de las que tienen trampas —respondí, decidida, pero entonces caí en algo—. Aunque esto suene a desquitarse... —pero no, quería venganza, así que recuperé el tono firme y me levanté, algo tensa—. Si nadie me acompaña, lo haré sola.
Ilusa, nunca estarás sola. Te acompañaremos y reduciremos esos sitios a cenizas—dijo la onyce del hombro a la par que movía sus quelíceros.
Qué manía con ir con estos amiguitos tuyos. Ve tú sola y no te arriesgues a que te puedan traicionar allí mismo—dijo otra con forma de hada, sentada en lo alto de una estantería.
Piénsalo de otra forma: si vas sola, no correrán peligro. Porque lo correrán. Son mucho menos hábiles que nosotras y menos poderosos que tú—añadió otra desde la ventana.
Por suerte, nada de lo que dijeron era entendible para nadie que no fuera yo. En ocasiones como esta tenía que tener cuidado con ellas más que nunca, pues a veces les prestaba más atención de la debida. Jamás me convencerían, sin embargo, de nada que pudiera atentar contra mis amigos. Pero lo de ir sola me estaba tentando...
—La trampa de Letargo solo hay que buscarla antes de la nueva cosecha y listo. Solo tenemos que hablarlo con los demás, dejar de lado la idea, entrenarnos y hacerlo cuando estemos preparados.
Y así quedó zanjada la cosa. Las onyces y yo no podíamos estar más de acuerdo en algo.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torre Serpentaria
11/12/14, 02:01 am
La escucho atento dejando momentáneamente de lado el circuito de runas que estaba realizando. El circo era cierto que se lo encontraron en los jardines pero nunca supieron exactamente comos e adentraron en el, pero era algo para empezar.
-Puede, sino conseguimos averiguar cual es, podemos hacer eso, seria una casa menos- respondió de acuerdo con ello. Porque buscar una casa entre tantas en esa ciudad sin nada que indicase cual podía ser era un caso perdido desde el inicio. Las palabras de Alice sobre que iría sola sino iba nadie mas le extrañaron ¿como se le podía ocurrir que nadie querría acompañarla en eso? Aun mas cuando el ya había dicho que iría, no entendía la razón de volver a decir eso.
-Yo iré, ya te lo dije, esto no es solo una venganza tuya es una venganza de todos nosotros...también eran amigos míos. No se que opinaran Ozzchreanos, Surasara o Marsi, pero en mi caso si iré. Es...es una cuenta que tengo que saldar conmigo mismo y con ellos.-añadió restregándose sus manos con cierto nerviosismo. Con un gesto llamo a Orgullosa que aunque estuvo reacia al final se acero a el volando colocándose en la mesa donde Dhelian acaricio su lomo ante la mirada fiera del ave.
-Sobre lo otro estoy de acuerdo, hablemos de esto con los demás si se apuntan mejor que mejor, seria como una venganza grupal, sino aun así lo haremos nosotros- añadió pues no podía hablar sobre la decisión que tomarían sus amigos al respecto- Debemos entrenarnos a fondo y una de las cosas por la que iniciaría seria a familiarizarnos con nuestro dominios y entre ellas también, tal vez nos sea útil en el futuro.- añadió esperando que Alice estuviera de acuerdo de aquello. Sus estirges le miraron y graznaron en un claro descontento que Dhelian ignoro- Preparémonos bien para acabar con esas trampas y con lo que esta ciudad nos eche- añadió y en eso las estirges si que estuvieron de acuerdo con el, al igual que Alice que estuvo de acuerdo con todo.
-Puede, sino conseguimos averiguar cual es, podemos hacer eso, seria una casa menos- respondió de acuerdo con ello. Porque buscar una casa entre tantas en esa ciudad sin nada que indicase cual podía ser era un caso perdido desde el inicio. Las palabras de Alice sobre que iría sola sino iba nadie mas le extrañaron ¿como se le podía ocurrir que nadie querría acompañarla en eso? Aun mas cuando el ya había dicho que iría, no entendía la razón de volver a decir eso.
-Yo iré, ya te lo dije, esto no es solo una venganza tuya es una venganza de todos nosotros...también eran amigos míos. No se que opinaran Ozzchreanos, Surasara o Marsi, pero en mi caso si iré. Es...es una cuenta que tengo que saldar conmigo mismo y con ellos.-añadió restregándose sus manos con cierto nerviosismo. Con un gesto llamo a Orgullosa que aunque estuvo reacia al final se acero a el volando colocándose en la mesa donde Dhelian acaricio su lomo ante la mirada fiera del ave.
-Sobre lo otro estoy de acuerdo, hablemos de esto con los demás si se apuntan mejor que mejor, seria como una venganza grupal, sino aun así lo haremos nosotros- añadió pues no podía hablar sobre la decisión que tomarían sus amigos al respecto- Debemos entrenarnos a fondo y una de las cosas por la que iniciaría seria a familiarizarnos con nuestro dominios y entre ellas también, tal vez nos sea útil en el futuro.- añadió esperando que Alice estuviera de acuerdo de aquello. Sus estirges le miraron y graznaron en un claro descontento que Dhelian ignoro- Preparémonos bien para acabar con esas trampas y con lo que esta ciudad nos eche- añadió y en eso las estirges si que estuvieron de acuerdo con el, al igual que Alice que estuvo de acuerdo con todo.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Torre Serpentaria
14/12/14, 08:24 pm
Conocer a Nana Fina había sido un regalo para la ordesa. La vieja de los bajos fondos había resultado ser la salvación de Saria Omen. Tras su primer encuentro, la anciana la había invitado a volver. La ordesa necesitaba espaciarse de todo lo que le había sucedido durante la cosecha y no se lo pensó dos veces. Nana Fina era tan vieja como buena compañía y los días que la veía eran más agradables, más suaves.
—No soy más que una maga mediocre —le respondió acerca de su transformación, cuando la mala sombra se atrevió a preguntar en una de sus muchas conversaciones—. Apenas tuve tiempo de ser Dama Fina antes de arrugarme y convertirme en el esperpento que soy ahora.
Saria Omen la creyó solo a medias. Era cierto que los años habían pasado factura en ella, a veces la anciana se quedaba absorta mirando al vacío y perdía con facilidad el hilo de las conversaciones, pero si bien no hacía trucos arcanos extravagantes, la maga tenía un don artístico innegable que lejos estaba de ser mediocre. Y tampoco era una anciana inválida. Vivía segura en una de las peores zonas de la ciudad y tenía a varios pordioseros encargados de traerle chatarra y objetos viejos. “Cualquier trasto inútil es valioso”, solía decirle a Saria “Baratijas abolladas, abalorios desgastados. Todo vale si lo miras desde la perspectiva correcta y este sitio es perfecto para encontrar deshechos”. De alguna forma, la mala sombra entendió que también hablaba de ella aquel día.
Apenas habían pasado un par de semanas cuando Saria Omen abandonó por fin la torre Serpentaria y se mudó a la casa de Nana Fina. No avisó a nadie, ni dejó notas; no porque no quisiera a aquellos que estaba dejando atrás, sino porque no quería involucrarles en lo que vendría. Si bien su ánimo se había templado, las decisiones que había tomado tras la luna seguían vigentes. Lara quería desatar el caos en la ciudad, quería reducir a polvo a aquellos que habían provocado la muerte de sus cinco pequeñas ilusiones en la vida. Quería matar, quería sangre. Pero antes tenía que aprender a hilar con precisión. Tenía una red de desgracias que coser y sus antiguos compañeros no debían entrar al trapo.
La vieja maga aseguraba tener mucho tiempo libre y sabía lo peligrosos que eran los ojos de la muchacha, por lo que no dudó en ofrecerle su ayuda. Entrenar la mirada de la mala sombra se convirtió una prioridad en su pequeña casa y, para cada avance, Nana Fina se aseguró de tener una recompensa: había convencido a la ordesa para que le dejara trabajar con los restos fúnebres de sus criaturas y poco a poco había bendecido aquel puñado de huesos con su arte, transformándolos en algo digno para Saria Omen.
Cinco vertebras se habían convertido en pendientes, dos para su oreja derecha y tres para su izquierda. El resto de huesos habían sido ensamblados a una vara de hierro irrense para crear un bastón de bruja como Lara no había visto una. La vieja Nana había unido los huesos alargados al tiempo que labraba el metal para dar forma a una garra de hueso y hierro en la punta del bastón. Una mano esquelética, cerrada, en cuyo interior descansaban las costillas y las clavículas de cuatro de los retoños así como los dos únicos cráneos que la madre conservaba. Dentro de estos dos últimos siempre brillaban sendas luces tenues de color turquesa.
—Ahí irán tus viejos ojos —le había explicado Fina—, para que recuerdes lo que fuiste y lo que fue. Para que nunca olvides —. La ordesa pudo percibir cierto rencor en aquellas palabras, pero no quiso preguntar. <<Nadie se salva en esta ciudad. Ni la gente buena>> había pensado.
Finalmente, el único hueso que había conservado del bebé que se llevó Siloco se convirtió en un precioso colgante. Nana Fina lo había imbuido en magia para que le confiriera a Saria Omen aquel hechizo sensorial que tanto le gustaba. Convencida por los regalos y la amabilidad de la Nana, Saria Omen no pudo, o no quiso, advertir segundas intenciones. Sentía gratitud hacia la vieja y eso, la cegaba.
Vivió durante casi cuatro meses a su merced sin preocuparse de nada. La mala sombra se dedicó por completo a conocerse: descubrió sus límites con la magia, descubrió sus límites físicos y desarrolló su habilidad para gafar, lo único que le había dado la luna en condiciones. Lo único en lo que nadie podría superarla nunca. La llave que le abriría las puertas a aquello que deseaba.
Fue por ese entonces cuando se encontró con la primera cerradura. Nana Fina la llamó a su habitación una noche y le explicó que no podría estar más orgullosa de haberla ayudado a poner su vida en orden durante todo ese tiempo, pero no podía mantenerla indefinidamente sin más. Pasó sus manos arrugadas por la cabeza de la niña vengativa que había acogido y sugirió con tino de qué maneras podría colaborar con ella. La clave estaba en sus ojos amarillos y la respuesta no podía ser menos que afirmativa, porque Saria Omen estaba ciega.
Seguirá en las calles, un mes antes de la cosecha.
—No soy más que una maga mediocre —le respondió acerca de su transformación, cuando la mala sombra se atrevió a preguntar en una de sus muchas conversaciones—. Apenas tuve tiempo de ser Dama Fina antes de arrugarme y convertirme en el esperpento que soy ahora.
Saria Omen la creyó solo a medias. Era cierto que los años habían pasado factura en ella, a veces la anciana se quedaba absorta mirando al vacío y perdía con facilidad el hilo de las conversaciones, pero si bien no hacía trucos arcanos extravagantes, la maga tenía un don artístico innegable que lejos estaba de ser mediocre. Y tampoco era una anciana inválida. Vivía segura en una de las peores zonas de la ciudad y tenía a varios pordioseros encargados de traerle chatarra y objetos viejos. “Cualquier trasto inútil es valioso”, solía decirle a Saria “Baratijas abolladas, abalorios desgastados. Todo vale si lo miras desde la perspectiva correcta y este sitio es perfecto para encontrar deshechos”. De alguna forma, la mala sombra entendió que también hablaba de ella aquel día.
Apenas habían pasado un par de semanas cuando Saria Omen abandonó por fin la torre Serpentaria y se mudó a la casa de Nana Fina. No avisó a nadie, ni dejó notas; no porque no quisiera a aquellos que estaba dejando atrás, sino porque no quería involucrarles en lo que vendría. Si bien su ánimo se había templado, las decisiones que había tomado tras la luna seguían vigentes. Lara quería desatar el caos en la ciudad, quería reducir a polvo a aquellos que habían provocado la muerte de sus cinco pequeñas ilusiones en la vida. Quería matar, quería sangre. Pero antes tenía que aprender a hilar con precisión. Tenía una red de desgracias que coser y sus antiguos compañeros no debían entrar al trapo.
La vieja maga aseguraba tener mucho tiempo libre y sabía lo peligrosos que eran los ojos de la muchacha, por lo que no dudó en ofrecerle su ayuda. Entrenar la mirada de la mala sombra se convirtió una prioridad en su pequeña casa y, para cada avance, Nana Fina se aseguró de tener una recompensa: había convencido a la ordesa para que le dejara trabajar con los restos fúnebres de sus criaturas y poco a poco había bendecido aquel puñado de huesos con su arte, transformándolos en algo digno para Saria Omen.
Cinco vertebras se habían convertido en pendientes, dos para su oreja derecha y tres para su izquierda. El resto de huesos habían sido ensamblados a una vara de hierro irrense para crear un bastón de bruja como Lara no había visto una. La vieja Nana había unido los huesos alargados al tiempo que labraba el metal para dar forma a una garra de hueso y hierro en la punta del bastón. Una mano esquelética, cerrada, en cuyo interior descansaban las costillas y las clavículas de cuatro de los retoños así como los dos únicos cráneos que la madre conservaba. Dentro de estos dos últimos siempre brillaban sendas luces tenues de color turquesa.
—Ahí irán tus viejos ojos —le había explicado Fina—, para que recuerdes lo que fuiste y lo que fue. Para que nunca olvides —. La ordesa pudo percibir cierto rencor en aquellas palabras, pero no quiso preguntar. <<Nadie se salva en esta ciudad. Ni la gente buena>> había pensado.
Finalmente, el único hueso que había conservado del bebé que se llevó Siloco se convirtió en un precioso colgante. Nana Fina lo había imbuido en magia para que le confiriera a Saria Omen aquel hechizo sensorial que tanto le gustaba. Convencida por los regalos y la amabilidad de la Nana, Saria Omen no pudo, o no quiso, advertir segundas intenciones. Sentía gratitud hacia la vieja y eso, la cegaba.
Vivió durante casi cuatro meses a su merced sin preocuparse de nada. La mala sombra se dedicó por completo a conocerse: descubrió sus límites con la magia, descubrió sus límites físicos y desarrolló su habilidad para gafar, lo único que le había dado la luna en condiciones. Lo único en lo que nadie podría superarla nunca. La llave que le abriría las puertas a aquello que deseaba.
Fue por ese entonces cuando se encontró con la primera cerradura. Nana Fina la llamó a su habitación una noche y le explicó que no podría estar más orgullosa de haberla ayudado a poner su vida en orden durante todo ese tiempo, pero no podía mantenerla indefinidamente sin más. Pasó sus manos arrugadas por la cabeza de la niña vengativa que había acogido y sugirió con tino de qué maneras podría colaborar con ella. La clave estaba en sus ojos amarillos y la respuesta no podía ser menos que afirmativa, porque Saria Omen estaba ciega.
Seguirá en las calles, un mes antes de la cosecha.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Torre Serpentaria
21/12/14, 05:34 pm
Al día siguiente se dirigió al antiguo mercado que le había recomendado el asreniano como lugar donde vender los metales que había comprado en Irraria. Archime al principio tan solo recorrió las calles, mucho más concurridas de lo que había visto en ningún otro lugar de Rocavarancolia hasta el momento, sin saber qué hacer. La mayoría de bendecidos por la Luna llamaban su atención ya que contaban con características que no había visto antes, pero no se atrevía a posar la mirada sobre ellos más que tres segundos exactos. Erró de un lado a otro, indeciso e incómodo debido a encontrarse rodeado de tal cantidad de gente desconocida, aunque notando el efecto positivo que el ambiente que lo rodeaba tenía sobre su recarga mágica. Y, finalmente, encontró un puesto en el que se encontraban expuestos diversos materiales, entre ellos metales, y preguntó al mercader que lo atendía cuánto le daría por lo que llevaba encima. El hombre le dio un precio y el ingeniero permaneció en silencio durante seis segundos, parpadeando cada dos, antes de musitar un “gracias” y darse la vuelta. En aquellos instantes había decidido que no podía precipitarse de esa forma, pues realmente no tenía ni idea de si lo que le ofrecían era un precio justo o tal vez trataban de timarlo.
Por ello, esa misma tarde se dirigió al barrio gigante en busca del único rocavarancolés con el que tenía alguna clase de trato: regresó al laboratorio del genemago para pedirle consejo con la transacción. Giz se ofreció a acompañarlo y el ingeniero aceptó tras asegurarse de que no sería una molestia para el genemago. Así pues, al día siguiente regresó al mercado en su compañía y advertido acerca del pésimo negocio que hubiera hecho en caso de haber aceptado lo que el mercader le había ofrecido. El goliat le guió y aconsejó acerca de dónde vender y a qué precio, y para cuando ambos abandonaban el bullicio el biomecánico había intercambiado una parte de su metal irrense por monedas rocavarancolesas. El resto lo vendería una vez sus planes de futuro estuviesen más afianzados ya que en aquel momento tampoco sabía cómo debía almacenarlo, no acostumbrado en absoluto a tratar con dinero físico. Se despidió de Giz asegurándole que podía contar con él si necesitaba su ayuda en alguna ocasión, tras explicarle brevemente cuáles eran sus planes de futuro para que lo tuviera en cuenta si alguna vez necesitaba de los servicios que ofrecería una vez se hubiera establecido.
Los días a partir de ese no se salieron tanto de la rutina del biomecánico. Realizaba las comidas excepto el desayuno en la Sede de los Taumaturgos, a la que se desplazaba teletransportándose a pocos metros de su puerta, y el resto de horas del día se lo podía encontrar o bien encerrado en su cuarto de Serpentaria o encerrado en la biblioteca de la Torre, estudiando en cualquiera de los dos casos magia o leyendo acerca de los dones de la Luna y en ocasiones sobre la ciudad en general. Debido a la marcha de Lara de la Torre, hecho del cual se dio cuenta tras haber llamado a su puerta varios días consecutivos sin respuesta alguna, el kairós apenas se relacionaba con el resto de habitantes del refugio, ya que los demás ex integrantes del torreón Maciel se encontraban en la Sede y eran los únicos con los que tenía confianza.
No obstante, a pesar de ello no se encontró falto de compañía pues a menudo acudían sus compañeros de la Sede, a los que el irrense había comenzado a sospechar que probablemente podría considerarlos sus amigos aunque solo lo supiese con certeza de Keiria, para estudiar magia en la torre de hechicería, buscando su consejo y ayuda en diversas ocasiones. El biomecánico aprendió una buena cantidad de hechizos nuevos, aunque no su perfecta realización, así como adquirió mayor conocimiento sobre otros que ya conocía, centrándose especialmente en utilizar más eficientemente los sortilegios curativos. Entre los sortilegios que habían llamado su atención se encontraba el de dispersión, de mayor dificultad a lo que había intentado hasta el momento y por ello consumió buena parte de su tiempo el proceso de su aprendizaje. Aprendió a conjurar una ráfaga de viento y a electrificar superficies, así como a invocar una llama más potente que las que había podido realizar hasta ese momento y a aturdir los sentidos mediante un pulso mágico.
Mención aparte merece la ocasión en la que descubrió que existía un hechizo de utilidad superior al despejante que aprendió durante las primeras semanas: el kairós practicó con ansia el hechizo de vela de tal forma que incluso él perdió la noción del tiempo y dejó de prestar atención al tic-tac que marcaba el paso del tiempo en su cabeza. El resultado del aprendizaje de dicho hechizo resultó en que el ingeniero dejó de dormir en pos de lanzarse el sortilegio cada vez que el sueño le impedía continuar. El cansancio mágico, no obstante, le obligó de todos modos a dormir algunas horas de vez en cuando, ya que de la fatiga provocada por el gasto continuo de magia no tenía forma de librarse y le impedía realizar ninguna otra actividad en su lugar. Aun así, sus horarios de sueño se alteraron por completo y pasaba muchas horas despierto, su mente siempre ocupada con algo. Algo que en ocasiones se trataba de prácticas para mejorar su manejo de la traslocación, así como de ejercicios mentales que fomentaban su capacidad de concentración. Se hizo con trozos de pergamino en los que anclar diversos hechizos de metrónomo que contenían el tempo de los diferentes lugares a los que le interesaba teleportarse, aunque enseguida vio que necesitaba de una solución alternativa pues si quería ampliarlos llevar encima tal cantidad de cosas no era práctico.
Solucionar aquel problema no iba a ser demasiado complicado, pero requería de un elemento del que no disponía y no estaba seguro de si debería gastar parte de su dinero en ello. Hasta que otra decisión que el paso del tiempo le llevó a tomar hizo necesario el hacerse con ello. Necesitaba regresar a Irraria una vez más, y por tanto requería de un amuleto que le permitiese comprender el lenguaje irrense como el que había utilizado prestado de Giz, lo cual era preciso también para poder programar con mayor rapidez en el ordenador de su implante y poder almacenar tempos virtualmente. Pero la creación de dicha utilidad debía esperar por el momento, ya que en cuanto tuviese el amuleto en sus manos lo prioritario era volver a su planeta de origen y dar un paso importante hacia la creación de su propio negocio en Rocavarancolia.
El primer paso lo había dado semanas antes, tras conocer la costumbre rocavarancolesa de cambio de nombre tras haber experimentado el cambio que los dones de la Luna producía en aquellos que nacían con esencia, la resolución al misterio que se había probado irresoluble durante el tiempo de criba. Algunos de sus compañeros de cosecha habían decidido darse a conocer por un nombre diferente y el ingeniero supo que debía adoptar aquella tradición en vistas a su proyecto de futuro. Era un nombre adecuado, simple pero efectivo. El tiempo y el metal, dos elementos ligados a su naturaleza. A partir de aquel momento, Archime se convertiría en Krono Rádem para aquellos que preguntasen su nombre.
Sigue en la Biblioteca Mágica.
Por ello, esa misma tarde se dirigió al barrio gigante en busca del único rocavarancolés con el que tenía alguna clase de trato: regresó al laboratorio del genemago para pedirle consejo con la transacción. Giz se ofreció a acompañarlo y el ingeniero aceptó tras asegurarse de que no sería una molestia para el genemago. Así pues, al día siguiente regresó al mercado en su compañía y advertido acerca del pésimo negocio que hubiera hecho en caso de haber aceptado lo que el mercader le había ofrecido. El goliat le guió y aconsejó acerca de dónde vender y a qué precio, y para cuando ambos abandonaban el bullicio el biomecánico había intercambiado una parte de su metal irrense por monedas rocavarancolesas. El resto lo vendería una vez sus planes de futuro estuviesen más afianzados ya que en aquel momento tampoco sabía cómo debía almacenarlo, no acostumbrado en absoluto a tratar con dinero físico. Se despidió de Giz asegurándole que podía contar con él si necesitaba su ayuda en alguna ocasión, tras explicarle brevemente cuáles eran sus planes de futuro para que lo tuviera en cuenta si alguna vez necesitaba de los servicios que ofrecería una vez se hubiera establecido.
Los días a partir de ese no se salieron tanto de la rutina del biomecánico. Realizaba las comidas excepto el desayuno en la Sede de los Taumaturgos, a la que se desplazaba teletransportándose a pocos metros de su puerta, y el resto de horas del día se lo podía encontrar o bien encerrado en su cuarto de Serpentaria o encerrado en la biblioteca de la Torre, estudiando en cualquiera de los dos casos magia o leyendo acerca de los dones de la Luna y en ocasiones sobre la ciudad en general. Debido a la marcha de Lara de la Torre, hecho del cual se dio cuenta tras haber llamado a su puerta varios días consecutivos sin respuesta alguna, el kairós apenas se relacionaba con el resto de habitantes del refugio, ya que los demás ex integrantes del torreón Maciel se encontraban en la Sede y eran los únicos con los que tenía confianza.
No obstante, a pesar de ello no se encontró falto de compañía pues a menudo acudían sus compañeros de la Sede, a los que el irrense había comenzado a sospechar que probablemente podría considerarlos sus amigos aunque solo lo supiese con certeza de Keiria, para estudiar magia en la torre de hechicería, buscando su consejo y ayuda en diversas ocasiones. El biomecánico aprendió una buena cantidad de hechizos nuevos, aunque no su perfecta realización, así como adquirió mayor conocimiento sobre otros que ya conocía, centrándose especialmente en utilizar más eficientemente los sortilegios curativos. Entre los sortilegios que habían llamado su atención se encontraba el de dispersión, de mayor dificultad a lo que había intentado hasta el momento y por ello consumió buena parte de su tiempo el proceso de su aprendizaje. Aprendió a conjurar una ráfaga de viento y a electrificar superficies, así como a invocar una llama más potente que las que había podido realizar hasta ese momento y a aturdir los sentidos mediante un pulso mágico.
Mención aparte merece la ocasión en la que descubrió que existía un hechizo de utilidad superior al despejante que aprendió durante las primeras semanas: el kairós practicó con ansia el hechizo de vela de tal forma que incluso él perdió la noción del tiempo y dejó de prestar atención al tic-tac que marcaba el paso del tiempo en su cabeza. El resultado del aprendizaje de dicho hechizo resultó en que el ingeniero dejó de dormir en pos de lanzarse el sortilegio cada vez que el sueño le impedía continuar. El cansancio mágico, no obstante, le obligó de todos modos a dormir algunas horas de vez en cuando, ya que de la fatiga provocada por el gasto continuo de magia no tenía forma de librarse y le impedía realizar ninguna otra actividad en su lugar. Aun así, sus horarios de sueño se alteraron por completo y pasaba muchas horas despierto, su mente siempre ocupada con algo. Algo que en ocasiones se trataba de prácticas para mejorar su manejo de la traslocación, así como de ejercicios mentales que fomentaban su capacidad de concentración. Se hizo con trozos de pergamino en los que anclar diversos hechizos de metrónomo que contenían el tempo de los diferentes lugares a los que le interesaba teleportarse, aunque enseguida vio que necesitaba de una solución alternativa pues si quería ampliarlos llevar encima tal cantidad de cosas no era práctico.
Solucionar aquel problema no iba a ser demasiado complicado, pero requería de un elemento del que no disponía y no estaba seguro de si debería gastar parte de su dinero en ello. Hasta que otra decisión que el paso del tiempo le llevó a tomar hizo necesario el hacerse con ello. Necesitaba regresar a Irraria una vez más, y por tanto requería de un amuleto que le permitiese comprender el lenguaje irrense como el que había utilizado prestado de Giz, lo cual era preciso también para poder programar con mayor rapidez en el ordenador de su implante y poder almacenar tempos virtualmente. Pero la creación de dicha utilidad debía esperar por el momento, ya que en cuanto tuviese el amuleto en sus manos lo prioritario era volver a su planeta de origen y dar un paso importante hacia la creación de su propio negocio en Rocavarancolia.
El primer paso lo había dado semanas antes, tras conocer la costumbre rocavarancolesa de cambio de nombre tras haber experimentado el cambio que los dones de la Luna producía en aquellos que nacían con esencia, la resolución al misterio que se había probado irresoluble durante el tiempo de criba. Algunos de sus compañeros de cosecha habían decidido darse a conocer por un nombre diferente y el ingeniero supo que debía adoptar aquella tradición en vistas a su proyecto de futuro. Era un nombre adecuado, simple pero efectivo. El tiempo y el metal, dos elementos ligados a su naturaleza. A partir de aquel momento, Archime se convertiría en Krono Rádem para aquellos que preguntasen su nombre.
Sigue en la Biblioteca Mágica.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torre Serpentaria
26/12/14, 01:58 am
Durante el tiempo siguiente tras aquella conversación, Dhelian se metió de lleno en cada una de las cosas que tenía pendientes por hacer. La presencia del cadáver en su habitación fue lo que lo motivó a buscar un hechizo que pudiera conservar cadáveres como lo primordial, por lo que no tuvo más remedio que buscar en la biblioteca. En sus apuntes tenía el diseño de cómo grabar el circuito entero, aunque en sui tiempo de cosechado solo había hecho de tres runas, necesitaba encontrar el hechizo que quería grabar y evidentemente su runa correspondiente.
Para ello y dado que no poseía mucho tiempo hasta que el cuerpo empezara su proceso normal de descomposición, visito la biblioteca, pidiéndole ayuda a Biblios para encontrar algo entre los millones de libros que había en aquel lugar. Fue así que encontró magias en idiomas que ni siquiera eran comprensibles en rocavarancoles, hechizos que rozaban la nigromancia aunque con resultados no tan buenos. Y entre la montaña de libros que leyó, que encima estaba en una estantería equivocada, encontró uno con el título de “Como mantener tú comida siempre a punto. Magia culinaria”, donde inexplicablemente había un hechizo de conservación que podría servirle.
Gracias a aquel libro de inquietante procedencia, fue que pudo iniciar con el aprendizaje del hechizo de conservación al tiempo que buscaba el diseño correspondiente al hechizo para el circuito que empezó a diseñar en su habitación.
Mantener la comida no le salvo de tener que volver a cazar de nuevo al cabo del tiempo, pues esta no era eterna. Era un ajuste temporal hasta aprender otro tipo de runas, las que comenzó a buscar y practicar a partir de ese momento con Alice. No se olvido de los entrenamientos físicos tampoco pues debía aprender a controlar la nueva fuerza que poseía la cual podía ser un poco peligrosa sino se cuidaba. El hecho de poder descuartizar un cadáver con pura fuerza, lo dejaba claro, debía cuidarse pues no quería dañar a sus amigos.
A las runas también se le uno los entrenamientos mágicos y runas junto con Alice y Ozzchreanos, junto ala búsqueda y práctica de nuevos hechizos que había estado fuera de su alcance cuando era aun cosechado. Todos los hechizos que nunca había podido realizar cuando era cosechado fueron siendo aprendidos durante aquellos meses junto con alguno otros que encontraron y que ni como cosechados habrían sido capaces de realizar.
Durante ese primer mes también busco información sobre el nuevo nombre. Sabía como deseaba llamarse pero quería encontrar el término en daeliciano para este, por lo que intento buscar algún diccionario de su idioma natal. En un inicio y durante días de búsqueda, no creyó que fuese a encontrar nada pero sorprendentemente encontró algo hecho por alguien de su mundo que había intentado recuperar su idioma por su cuenta sin necesidad de hechizos. Allí buscando en el diccionario que traducía palabras en daeliciano a su contraparte en rocavarancoles fue que encontró lo que buscaba.
El resultado final fue, tras darle muchas vueltas, el nombre ideal para lo que él era actualmente: Evelhan Kaw. La palabra 'evelhan' significaba espantapájaros en su idioma natal. Ese nombre en conjunto con el sonido que las estirges usaban para comunicarse, formaba su nombre. Le presento este a sus estirges cuando volvió al torreón y ellas estuvieron de acuerdo, al parecer satisfechas de que usara en este un sonido de su propio vocabulario.
Durante una de las salidas con sus compañeros para un picnic que improvisaron en la bahía, entre otras muchas otras que hicieron pues mantuvieron una seria comunicación, fue que se presento con su nuevo nombre, junto con la explicación de lo que significaba. En aquellas salidas también comentaron e intentaron buscar sobre el circo, la trampa que mato a Neith y la casa de Alvaro, entrenándose para cuando estuvieran preparados para acabar con ellas.
Junto con su cambio de nombre y viendo el cambio que empezaba tener Alice y el hecho de que su pelo era ya mas una molestia que otra cosa, decidió el mismo cambia un poco su estilo. Para ello se cortó la melena aguamarina que ya le llegaba por debajo de los hombros a algo más corto y manejable, el resultado final se salía un tanto del estilo ambiguo que había poseído hasta el momento. Se corto el pelo de un lado de la cabeza tan corto que casi parecía tenerlo rapado, dejándose el resto del pelo corto a excepción de flequillo que era un poco más largo y mantenía su ondulación natural. Junto al alivio de no poseer una enredadera por cabeza donde todas las estirges se enganchaban se unió el cambio de indumentaria, prefiriendo llevar tonos verde y azul oscuro, grises y negros; y en muy contadas ocasiones y casi como una especie de broma interna, blanco. Así como ropa con capucha, anchas y botas.
Con su nuevo nombre y el cambio de aspecto a uno más relajado, Dhelian intento ya mentalizarse de que formaba parte de la ciudad, el cambio de nombre no era solo por el hecho de cambiarlo, era algo simbólico. Ya no era ese pequeño daeliciano sin confianza que llego por primera vez a la ciudad. Ahora era un brujo con poder aun en desarrollo, con un pequeño ejército, que iría creciendo bajo sus manos, de aves de picos serrados y con una dualidad que lo hacía más fuerte físicamente a cualquier otro brujo.
El hecho de tener que comer cadáveres era un mal a pagar por poseer aquella ventaja física, debía acostumbrarse a ello poco a poco, así como al hecho de que él era quien debía tomar el liderazgo de sus estirges y no dejar que fuese al contrario. “¿Qué brujo que se precie se deja mangonear por su dominio? No puedo dejar esto así, porque si una de mis armas y escudos no sigue mis órdenes en una ciudad como esta puedo salir mal parado. Debo ordenarles cuidadosamente y entrar en ese círculo social y ser el dominante en el grupo” pensó observando a las estirges en su habitación.
Para ello empezó a un lento proceso de conocer a todas le estirges de la ciudad así como a conocer un poco cual era esa aparente pirámide de poder que había, como también investigo sobre aves en los libros que había tomado tiempo atrás de biblioteca donde venían también datos sobre mitología del mundo de Alice. Intentar hablar con las estirges era un proceso lento donde el preguntaba, ellas respondían y el debía interpretar en palabras que intentaban transmitirle, a pesar de que en su cabeza lo sonidos eran directamente traducidos y le eran comprensibles. Así fue como fue averiguando que en la ciudad no todas las estirges formaba parte de una misma bandada, eso sin contar aquellas que solo estaba en parejas, y que en cada grupo había algunas que tenían en liderazgo por sobre las demás y eran por tanto a las que las otras seguían.
Así supo que algunas de las estirges que formaba el grupo más cercano a él, aquellas con las que más había tratado y que mejor seguían sus ordenes, eran en cierto modo las que poseían mayor rango en la bandada, como era el caso de Orgullosa y de Pasota. A las cuales les puso otro nombre de Hugin y Munin respectivamente, gracias a la mención de dos cuervos en el libro que tenía donde decía algo de que eran mensajeros de algún tipo de deidad del mundo humano. Y teniendo en cuenta lo importante que era para comunicarse con el resto del grupo de estirges, ser sus mensajeras, ojos y oídos, les quedaba, pues era a las que más unido estaba aparte de Divertida.
Saber eso le facilito mucho más el control sobre ellas porque sus órdenes eran dadas a las dos líderes, con el extra de que debían trasmitirlas a las demás, y estas eran comunicadas a las otras estirges formándose así una red donde sus órdenes llegaban a todas. Evidentemente aquel proceso fue increíblemente lento y apenas conseguía que dicha red de información llegase máximo cinco o seis estirges antes de que la información se perdiera o la orden simplemente fuese desobedecida o interpretada y realizada como les daba la gana. Pero era un comienzo.
A pesar de eso aquel método de control le ayudo cuando llegaron los intentos de que onyces y estirges trabajasen juntas, y aunque al principio costo que congeniaran sin intentar matarse, consiguieron resultados decentes por lo que pudieron iniciar los entrenamientos de dominio conjunto en las Calles. Hugin y Munin estaba siempre junto a él, y en algunas ocasiones Divertida también, las otras estirges siempre estaba en los alrededores o se acercaban de una forma intermitente dependiendo de la situación.
El hecho de que su cuarto cambiara en esos días fue ya el culmine de todo. Fue algo que casi provoco que se muriera de nuevo y que hizo que pensara seriamente que se había equivocado de habitación. El susto que se llevo no se paso hasta que Skarog le informó que aquella era la magia de aquel torreón que permitía que las habitaciones se acomodaran a las necesidades de su dueño. El cambio fue gradual pero paso prácticamente desapercibido para Dhelian, pues se la pasaba entrenando con las estirges en el patio o en la bahía, con su magia, metida la cabeza en runas, o simplemente estaba con Alice en los entrenamientos dobles.
El resultado final de la remodelación que el propio torreón dio a su cuarto fue una jaula. Dhelian ya había estado pensando desde los inicios que debía buscar una forma de acomodar a las estirges, pues tenerlas pululando siempre por todo el cuarto era incomodo, pero sobretodo sucio. El hecho de que su propia habitación se acomodara a sus problemas, fue un milagro agradecido. La enorme jaula se encontraba contra la pared opuesta adonde se encontraba su cama y escritorio, cubierta por una red metálica cuyo interior llegaba desde el suelo hasta el techo y donde superficies y nidos artificiales para que las estirges se posaran podían verse. Una puerta en medio de la jaula permitía que las estirges entraran y salieran por la ventana y tuviera un lugar donde acomodarse sin tener que invadir su escritorio o cama para ello.
-A partir de ahora esa es vuestra casa cuando esteis en el torreón, no podéis pasearos por el resto del cuarto a no ser que os de permiso. - advirtió a toda la cohorte de estirges a las que había hecho llamar, siendo la primera orden dada en referente a aquella jaula. Eso no le salvo de tener percances durante los siguientes días pero la mejoría fue realmente a mejor así como el limpiar se hizo mucho más fácil. El tener también la jaula con nidos en su cuarto facilitaba la crianza cuando sus estirges empezaran emparejarse y a poner huevos. Las crías se familiarizarían con él desde pequeñas con lo que luego darle órdenes sería más fácil. Solo le quedaba ver cómo protegerlas pues seguían siendo aves pero para eso iba necesitar dinero y más conocimiento en runas.
De aquella forma el momento para que la siguiente criba llegara se fue acercando. Al ghoul aquello le era un poco ajeno, sentía cierta lastima por aquellos que habían llegado bajo a saber que engaños, y les deseaba la mayor de las suerte. Iban a necesitarla.
Al igual que en el último tiempo, ese día Evelhan Kaw escogió salir junto con sus estirges a hacer un pequeño recorrido por la ciudad para intentar descubrir nuevos lugares de esta. Para eso se vistió llevando una camiseta sin mangas y con capucha negra, unos pantalones grises algo desgatados y sus botas.
Sigue en Calles
Para ello y dado que no poseía mucho tiempo hasta que el cuerpo empezara su proceso normal de descomposición, visito la biblioteca, pidiéndole ayuda a Biblios para encontrar algo entre los millones de libros que había en aquel lugar. Fue así que encontró magias en idiomas que ni siquiera eran comprensibles en rocavarancoles, hechizos que rozaban la nigromancia aunque con resultados no tan buenos. Y entre la montaña de libros que leyó, que encima estaba en una estantería equivocada, encontró uno con el título de “Como mantener tú comida siempre a punto. Magia culinaria”, donde inexplicablemente había un hechizo de conservación que podría servirle.
Gracias a aquel libro de inquietante procedencia, fue que pudo iniciar con el aprendizaje del hechizo de conservación al tiempo que buscaba el diseño correspondiente al hechizo para el circuito que empezó a diseñar en su habitación.
- Runas:
- El circuito comenzaba con una rúnica portadora de tacto, que se unía a la runa que poseía el hechizo de conservación que aun tardo uno días en grabar, pues tuvo que aprenderlo antes. Terminando esos pasos siguió grabando las siguientes runas del circuito, enlazándolas entre si con extremo cuidado, coloco una runa de dirección que aun de nada servía en apariencia para su hechizo tenía que enlazarla igual. Tras esta y en el mismo día, intentando no ser molestado por las estirges en el proceso, conectó el circuito con otra runa de vínculo y otra de interruptor.
Tras todo el proceso grabo y influjo magia al circuito esperando que funcionara. Era un trabajo simple hasta que aprendiera runas de mayor nivel. Las prisas no daban para más y tras terminar la bolsa con las runas metió las partes del cadáver que había dejado para reservar en esta.
Mantener la comida no le salvo de tener que volver a cazar de nuevo al cabo del tiempo, pues esta no era eterna. Era un ajuste temporal hasta aprender otro tipo de runas, las que comenzó a buscar y practicar a partir de ese momento con Alice. No se olvido de los entrenamientos físicos tampoco pues debía aprender a controlar la nueva fuerza que poseía la cual podía ser un poco peligrosa sino se cuidaba. El hecho de poder descuartizar un cadáver con pura fuerza, lo dejaba claro, debía cuidarse pues no quería dañar a sus amigos.
A las runas también se le uno los entrenamientos mágicos y runas junto con Alice y Ozzchreanos, junto ala búsqueda y práctica de nuevos hechizos que había estado fuera de su alcance cuando era aun cosechado. Todos los hechizos que nunca había podido realizar cuando era cosechado fueron siendo aprendidos durante aquellos meses junto con alguno otros que encontraron y que ni como cosechados habrían sido capaces de realizar.
Durante ese primer mes también busco información sobre el nuevo nombre. Sabía como deseaba llamarse pero quería encontrar el término en daeliciano para este, por lo que intento buscar algún diccionario de su idioma natal. En un inicio y durante días de búsqueda, no creyó que fuese a encontrar nada pero sorprendentemente encontró algo hecho por alguien de su mundo que había intentado recuperar su idioma por su cuenta sin necesidad de hechizos. Allí buscando en el diccionario que traducía palabras en daeliciano a su contraparte en rocavarancoles fue que encontró lo que buscaba.
El resultado final fue, tras darle muchas vueltas, el nombre ideal para lo que él era actualmente: Evelhan Kaw. La palabra 'evelhan' significaba espantapájaros en su idioma natal. Ese nombre en conjunto con el sonido que las estirges usaban para comunicarse, formaba su nombre. Le presento este a sus estirges cuando volvió al torreón y ellas estuvieron de acuerdo, al parecer satisfechas de que usara en este un sonido de su propio vocabulario.
Durante una de las salidas con sus compañeros para un picnic que improvisaron en la bahía, entre otras muchas otras que hicieron pues mantuvieron una seria comunicación, fue que se presento con su nuevo nombre, junto con la explicación de lo que significaba. En aquellas salidas también comentaron e intentaron buscar sobre el circo, la trampa que mato a Neith y la casa de Alvaro, entrenándose para cuando estuvieran preparados para acabar con ellas.
Junto con su cambio de nombre y viendo el cambio que empezaba tener Alice y el hecho de que su pelo era ya mas una molestia que otra cosa, decidió el mismo cambia un poco su estilo. Para ello se cortó la melena aguamarina que ya le llegaba por debajo de los hombros a algo más corto y manejable, el resultado final se salía un tanto del estilo ambiguo que había poseído hasta el momento. Se corto el pelo de un lado de la cabeza tan corto que casi parecía tenerlo rapado, dejándose el resto del pelo corto a excepción de flequillo que era un poco más largo y mantenía su ondulación natural. Junto al alivio de no poseer una enredadera por cabeza donde todas las estirges se enganchaban se unió el cambio de indumentaria, prefiriendo llevar tonos verde y azul oscuro, grises y negros; y en muy contadas ocasiones y casi como una especie de broma interna, blanco. Así como ropa con capucha, anchas y botas.
Con su nuevo nombre y el cambio de aspecto a uno más relajado, Dhelian intento ya mentalizarse de que formaba parte de la ciudad, el cambio de nombre no era solo por el hecho de cambiarlo, era algo simbólico. Ya no era ese pequeño daeliciano sin confianza que llego por primera vez a la ciudad. Ahora era un brujo con poder aun en desarrollo, con un pequeño ejército, que iría creciendo bajo sus manos, de aves de picos serrados y con una dualidad que lo hacía más fuerte físicamente a cualquier otro brujo.
El hecho de tener que comer cadáveres era un mal a pagar por poseer aquella ventaja física, debía acostumbrarse a ello poco a poco, así como al hecho de que él era quien debía tomar el liderazgo de sus estirges y no dejar que fuese al contrario. “¿Qué brujo que se precie se deja mangonear por su dominio? No puedo dejar esto así, porque si una de mis armas y escudos no sigue mis órdenes en una ciudad como esta puedo salir mal parado. Debo ordenarles cuidadosamente y entrar en ese círculo social y ser el dominante en el grupo” pensó observando a las estirges en su habitación.
Para ello empezó a un lento proceso de conocer a todas le estirges de la ciudad así como a conocer un poco cual era esa aparente pirámide de poder que había, como también investigo sobre aves en los libros que había tomado tiempo atrás de biblioteca donde venían también datos sobre mitología del mundo de Alice. Intentar hablar con las estirges era un proceso lento donde el preguntaba, ellas respondían y el debía interpretar en palabras que intentaban transmitirle, a pesar de que en su cabeza lo sonidos eran directamente traducidos y le eran comprensibles. Así fue como fue averiguando que en la ciudad no todas las estirges formaba parte de una misma bandada, eso sin contar aquellas que solo estaba en parejas, y que en cada grupo había algunas que tenían en liderazgo por sobre las demás y eran por tanto a las que las otras seguían.
Así supo que algunas de las estirges que formaba el grupo más cercano a él, aquellas con las que más había tratado y que mejor seguían sus ordenes, eran en cierto modo las que poseían mayor rango en la bandada, como era el caso de Orgullosa y de Pasota. A las cuales les puso otro nombre de Hugin y Munin respectivamente, gracias a la mención de dos cuervos en el libro que tenía donde decía algo de que eran mensajeros de algún tipo de deidad del mundo humano. Y teniendo en cuenta lo importante que era para comunicarse con el resto del grupo de estirges, ser sus mensajeras, ojos y oídos, les quedaba, pues era a las que más unido estaba aparte de Divertida.
Saber eso le facilito mucho más el control sobre ellas porque sus órdenes eran dadas a las dos líderes, con el extra de que debían trasmitirlas a las demás, y estas eran comunicadas a las otras estirges formándose así una red donde sus órdenes llegaban a todas. Evidentemente aquel proceso fue increíblemente lento y apenas conseguía que dicha red de información llegase máximo cinco o seis estirges antes de que la información se perdiera o la orden simplemente fuese desobedecida o interpretada y realizada como les daba la gana. Pero era un comienzo.
A pesar de eso aquel método de control le ayudo cuando llegaron los intentos de que onyces y estirges trabajasen juntas, y aunque al principio costo que congeniaran sin intentar matarse, consiguieron resultados decentes por lo que pudieron iniciar los entrenamientos de dominio conjunto en las Calles. Hugin y Munin estaba siempre junto a él, y en algunas ocasiones Divertida también, las otras estirges siempre estaba en los alrededores o se acercaban de una forma intermitente dependiendo de la situación.
El hecho de que su cuarto cambiara en esos días fue ya el culmine de todo. Fue algo que casi provoco que se muriera de nuevo y que hizo que pensara seriamente que se había equivocado de habitación. El susto que se llevo no se paso hasta que Skarog le informó que aquella era la magia de aquel torreón que permitía que las habitaciones se acomodaran a las necesidades de su dueño. El cambio fue gradual pero paso prácticamente desapercibido para Dhelian, pues se la pasaba entrenando con las estirges en el patio o en la bahía, con su magia, metida la cabeza en runas, o simplemente estaba con Alice en los entrenamientos dobles.
El resultado final de la remodelación que el propio torreón dio a su cuarto fue una jaula. Dhelian ya había estado pensando desde los inicios que debía buscar una forma de acomodar a las estirges, pues tenerlas pululando siempre por todo el cuarto era incomodo, pero sobretodo sucio. El hecho de que su propia habitación se acomodara a sus problemas, fue un milagro agradecido. La enorme jaula se encontraba contra la pared opuesta adonde se encontraba su cama y escritorio, cubierta por una red metálica cuyo interior llegaba desde el suelo hasta el techo y donde superficies y nidos artificiales para que las estirges se posaran podían verse. Una puerta en medio de la jaula permitía que las estirges entraran y salieran por la ventana y tuviera un lugar donde acomodarse sin tener que invadir su escritorio o cama para ello.
-A partir de ahora esa es vuestra casa cuando esteis en el torreón, no podéis pasearos por el resto del cuarto a no ser que os de permiso. - advirtió a toda la cohorte de estirges a las que había hecho llamar, siendo la primera orden dada en referente a aquella jaula. Eso no le salvo de tener percances durante los siguientes días pero la mejoría fue realmente a mejor así como el limpiar se hizo mucho más fácil. El tener también la jaula con nidos en su cuarto facilitaba la crianza cuando sus estirges empezaran emparejarse y a poner huevos. Las crías se familiarizarían con él desde pequeñas con lo que luego darle órdenes sería más fácil. Solo le quedaba ver cómo protegerlas pues seguían siendo aves pero para eso iba necesitar dinero y más conocimiento en runas.
De aquella forma el momento para que la siguiente criba llegara se fue acercando. Al ghoul aquello le era un poco ajeno, sentía cierta lastima por aquellos que habían llegado bajo a saber que engaños, y les deseaba la mayor de las suerte. Iban a necesitarla.
Al igual que en el último tiempo, ese día Evelhan Kaw escogió salir junto con sus estirges a hacer un pequeño recorrido por la ciudad para intentar descubrir nuevos lugares de esta. Para eso se vistió llevando una camiseta sin mangas y con capucha negra, unos pantalones grises algo desgatados y sus botas.
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Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Torre Serpentaria
06/01/15, 07:43 pm
Salto
Día último del salto
Me desperté con energías suficientes para lo que hiciera falta, fuera practicar magia, ir a los subterráneos o a “pasear” para reponer onyces o hacer cualquier cosa. Pero eso era una cosa. Otra era abandonar la comodidad del dormitorio, salir de la cama, con sus sábanas opresoras y tan calentitas. Me quedé un rato más mientras bebía de los familiares comentarios mañaneros de las onyces. Y digo bebía porque la distancia entre las sombras y mi cuerpo era nula. A veces confundía las sábanas con ella por lo similares que eran. Si al principio su abrazo me asfixiaba, no lo recordaba. Ahora eran algo más propio de mi cuerpo, mío. Destapada a medias, desnuda con lo justo, parecería una más si no fuera por la piel morena. Alguna vez me habían sugerido modificar el color de la piel para que fuese como los ángeles negros, pero me quedaría como estaba de momento. Despierta, mirando al mural a través de las sombras –pues sabían que tenían que dejar el hueco justo para eso– se me posaban en los hombros, en el pecho, se entrelazaban con el pelo de un color más oscuro que ellas, los brazos... Pero dejaban la cara libre. Y yo escuchaba.
Sal y conquista el mundo. Quien gobierne Rocavarancolia...
Los gobernará a todos. Sabes que puedes...
No necesitas un trono de hierro; nosotras te daremos uno de tinieblas...
Y de muerte. Cuanto más matemos...
Más seremos. Contigo podemos engullir todos los mundos y cubrirlos de sombras...
Y doblegarlos a nuestra voluntad. Juntas los gobernaremos bien...
Eres inteligente y conoces otros mundos. La gente ya cae a tus pies...
Sabes que no mentimos... Pero esto solo sucederá si te levantas.
Era como una nana para dormir, pero para despertar en mi caso. Y era muy tentadora. Siempre lo era. Por la noche me dormía escuchándolas y soñaba con sus fantasías. Las muy... habían tenido suerte de que me gustara la fantasía o la ciencia ficción. Podía pasarme horas recreando batallas en mi cabeza, épocas de gloria gobernando mundos al ritmo de sus voces. Podría dar a mis amigos todo lo que necesitasen, todo lo que sus precios mágicos exigieran. Cadáveres, cabezas, muertes, miedos... Lo que fuera. Quizá incluso podría traer de vuelta a los caídos, o eso decían las sombras.
Y las onyces tenían razón, por descontado, en que podría conseguirlo y en que sería buena gobernante... pero olvidaban algunos detalles. Por si sus palabras fueran poco, el ambiente del dormitorio en el que todo, absolutamente todo excepto un importante detalle, era de color negro, las ayudaba. Sin embargo, el detalle disonante dejaba bien clara la línea. Este era un mural colorido, aunque de tonos oscuros, sobre el cabecero de mi cama, que representaba a mis amigos con sus transformaciones. Me había propuesto modificarlo de vez en cuando, como si fueran retratos de Hogwarts, pero de alguna forma, al igual que con el resto de cosas, la habitación se encargaba de eso cada poco tiempo. Nos habían avisado de que la habitación se adaptaba a nosotros con el tiempo, pero aun así me sorprendió cuando sucedió. Los muebles y las paredes, el techo, todo, se fue oscureciendo cada vez más hasta parecerse a mis sombras y mi pelo. Las sábanas y demás, por ejemplo, no solo eran de un negro penetrante sino que parecían hecha de jirones arrancados del cielo nocturno sin estrellas, aunque fuera solo una ilusión. También, donde ahora estaba el mural, había aparecido al principio un denso mural de un bosque, el típico de las películas de miedo. A las onyces les gustaba porque las ramas se torcían hacia mi cama, por la pared y el techo, o hacia mí, como si quisieran atraparme. Tuve que “podar” algunas de esas ramas huesudas para encajar en el centro a mis amigos y desde entonces eran lo primero que veía al despertarme.
Hoy no sería solo eso sino que iría a por ellos, porque habíamos quedado para ir a la Bahía y Dhelian y yo teníamos que ir a la Sede. A las onyces aún les hacía gracia el nombre Khaw, pero no lo comentaban con el brugho o sus estirges delante. Hace cinco meses no habría creído que las iba a controlar tan bien con el paso del tiempo, con su carácter tan... tan cabezotas todas, engreídas, con ganas de meterse y meterme en líos o de fastidiar a mis amigos o a mí. Pero eso era historia. Me hacía gracia recordar cuando me amenazaban con que no me atreviera a tratarlas de esclavas, porque ahora lo eran. Las trataba de compañeras, pero en el fondo lo eran. Sabía de su odio innato hacia mí por controlarlas y lo mejor para todas era esto. Les tenía el aprecio de la costumbre y las echaría de menos si perdiera el dominio sobre ellas, pero no dudaba en juntar a varias decenas y lanzarlas a muerte contra alguna criatura. Y si no esclavas, al menos domesticadas. Tanto como para que con un gesto, lo que quedaba de sábanas las llevaran a los pies de la cama y varias abrieran el armario para ver qué me pondría. A continuación destaparían el espejo y prepararían las botas. Otras se encargaban de mantener a raya a los muebles bromistas mientras otras hacían la cama. Había sido sencillo, convencerlas de hacer algo así porque así saldríamos todas mucho más antes del dormitorio, pues eso era lo que siempre querían. Órdenes de este tipo, tan cotidianas, ya no necesitaban palabras sino gestos. Y a veces, ni eso.
Ropa en mano y parte llevada por las onyces, toalla y demás, pasé por la ducha y luego bajé a desayunar. Ahí sí que me apañaba yo sola, pues solía haber alguien más y dejaba a las onyces fuera. Al principio no estaba segura de si era costumbre o parte del dominio, pero luego descubrí que tenía cierto vínculo o algo así con ellas... Las sentía moverse alrededor de Serpentaria en la dirección que yo fuera: al dormitorio, al baño, a la biblioteca, a la cocina...
O a la puerta de Dhelian. Pero no estaba, así que miré a... Bueno. Meses atrás solo permitía a una o dos onyces que me acompañaran físicamente, pero últimamente podía llevar encima más de cuatro. O más si iba a la calle. Como iba diciendo, lo pensé rápido: envié a varias a buscarle y entregarle el mensaje “voy a la Sede a ver a la gente. ¿Vienes?” Se lo encargué a dos onyces, una con forma de mantis de medio metro y otra con forma de mariposa dullahan (o algo así). Algunas, aunque raras veces, me intentaban recordar el detalle de que Marsi no hubiera contado lo de su precio, pero cada vez menos. Era comprensible, aunque las onyces no lo entendieran. Y bien que lo incluían en la lista de cosas que podríamos conseguir si conquistábamos mundos... Qué bien les caían mis amigos para unas cosas y qué mal para otras.
Después, terminé de arreglarme y salí de Serpentaria. Por costumbre llevaba siempre la espada y el escudo colgados, pero creo que era mucho más imponente las dos moles humanoides de onyces que me acompañaban, una a cada lado. Las había moldeado pensando en los golems de manufactura enana de algunos juegos y, aunque no fueran igual de resistentes, bastaban para lo básico. El resto nos seguía por todas partes, pues cuando la calle la cortaba un edificio, rápidamente hacían un camino de sombras y lo sorteábamos. Así llegaba volando a cualquier sitio.
Sigue en la Sede de los Taumaturgos
Salto Atol
El único cambio en la rutina del helión en esos cinco meses fue su asistencia como herrero rocavarancolés (con permiso del Consejo) a algunas ferias y festividades de Libo, tanto de la Capital como de otras ciudades. Primero tuvo que "alquilar" el viejo puesto ambulante de su maestro herrero, pero en cuanto tuvo la posibilidad, se hizo con el suyo propio. Vendió desde armas y armaduras encantadas hasta instrumentos y herramientas de lo más sencillas, algunas con runas y otras sin estas. Podía vender siempre que fuera de la lista que el Consejo permitía y siempre que no demostrara cómo hacía las runas o los hechizos. Con esto de fondo, se aseguraba buenas ganancias pues lo que vendía tenía su cierta duración y debía volver de vez en cuando a recargar las runas. Era como quien iba por los pueblos afilando cuchillos en épocas pasadas. Además, ya que estaba de paso, disfrutaba de estancias breves allí, aprovechando para hacer turismo y volver a los sitios que conocía de antes. También pensó en dedicar parte de sus ganancias, de vez en cuando, al orfanato donde creció. Ganancias que también aumentaban con las visitas a la Bodega como catador usual. En una de esas, acordaron que Skarog hiciera también un poco de publicidad de los vinos y licores rocavarancoleses y, de vez en cuando, el helión hacía intercambios: productos libenses por productos rocavarancoleses. No le veía más uso a su dinero que el de guardar gran parte de este y el resto dedicarlo a pequeñas compras. No pensaba independizarse aún ni le veía uso: en Serpentaria estaba cómodo y un poco de compañía no le hacía mal.
Más tarde, pensó en llevar su puesto ambulante a otros mundos vinculados, además de visitar estos para conseguir otros metales que trabajar. Había oído de buena mano que en Irraria los había de calidad, así que los últimos meses los empleó en investigar sobre dicho mundo y aprender hechizos que le valieran para camuflarse allí. Por suerte, la política en cuanto a enseñar objetos era como la que mantenía en Libo. Mientras tanto, en Serpentaria había oído conversaciones de novatos sobre visitas a mundos vinculados. Se planteó ir con ellos, pero el detalle de tener que ser responsable de estos le echó para atrás. Sin embargo, había un novato irrense en Serpentaria y otro en la Sede, así que pensó en sondearles a ver si querían ir a su mundo. Prefería visitar mundos con alguien nativo, realmente.
- Spoiler:
- No fueron cinco meses tranquilos, aunque lo parecieran desde fuera. Alice, u Onyx como se llamaba ahora, los dedicó a uno de los elementos que más le gustaban en cualquier mundo: la magia. En segundo lugar y no menos importante estaban sus onyces. Y luego sus amistades. No concebía echar a perder sus lazos con otros por encerrarse en Serpentaria para aprender magia y afianzar su dominio, así que se organizó para poder darle a cada parte el debido tiempo. Lo consiguió, aunque no como planeaba.
Los entrenamientos mágicos continuaron como siempre con adquisiciones recientes como Sura o Cío, quien luego pasó a llamarse Kin, mientras que las runas las trabajaba solo con Dhelian y Ozz. Apuntes y libros de hechizos curativos, defensivos, físicos, ofensivos y de otros tipos empezaron a cubrir su escritorio. En ocasiones, las onyces hacían de tablón de notas tras haberles ordenado que cogieran algunas hojas independientes y las suspendieran en el aire delante de la bruja para que pudiera practicar algunos hechizos. También, aunque le costó, fue haciéndose a la idea de que las onyces se sentían atraídas por la violencia, así que tendría que provocarla ella misma si quería tener más a su disposición o reponer las bajas. En este convencimiento ayudó el hecho de que así podía probar sus nuevos hechizos con dianas móviles. También ayudaba el plan de ir al circo a destruirlo o el de destruir otras trampas: solo con teoría mágica pura y dura, y sin haber practicado con enemigos reales no conseguirían nada allí.
O sí. Pese a haber planeado hacerlo todo juntos, los que quedaban vivos y dispuestos a hacerlo, las onyces lograron convencer a Onyx de que se encargara ella misma de la trampa de Letargo. Realmente fue sencillo: si ninguno de ellos era capaz de ocuparse de un pequeño asunto como aquel por su cuenta, si nadie tenía el mínimo “entrenamiento de verdad”, el plan del circo podría fracasar. Así pues, una noche, Onyx salió de la torre a escondidas con sus onyces, buscaron la trampa en cuestión y la destruyeron. Las onyces pidieron que la destrucción alcanzara tanto las calles aledañas como a los edificios cercanos, pero su bruja acalló sus voces con un gesto y volvieron.
En efecto, el dominio sobre sus sombras fue mejorando con el tiempo y la costumbre. Cada día, semana que pasaba les costaba más y más encontrar huecos en sus órdenes que aprovechar, así como la chica, quien se crecía en su idea de onycemante, y su voz era mucho más firme y fría que al principio. Dejaron de importarle sus lloriqueos, sus muertes y sus comentarios tóxicos sobre sus amistades. Puso ahínco en este aspecto en el momento en que le revelaron la verdad sobre Marsi: podía hacer magia... siempre y cuando cumpliera su precio: decapitar a sus víctimas. Las onyces le vinieron con ese conocimiento con intención de volver a su bruja contra la varmana, pero no lo consiguieron. En parte por el lazo que las unía y en parte porque no todas las onyces estaban de acuerdo, pues había algunas que preferían una alianza con criaturas poderosas como dullahans y se pusieron de parte de Onyx. La bruja, por su parte, se decantó por la vía más coherente: si Marsi no lo había contado, sus motivos tendría. Y, si no se equivocaba y estaba bastante segura de que no, estos motivos estaban bastante claros y no eran precisamente criticables. Ni siquiera cuando, al final de esos meses, Onyx se había vuelto mucho más fría a la hora de luchar: solo le importaban su supervivencia y el crecimiento de su hueste de sombras.
Con el tiempo, las órdenes que solían ser cotidianas se volvieron innecesarias: las onyces realizaban esas tareas casi automáticamente o movidas solo por gestos que Onyx les dedicaba. Una mirada, un dedo apuntando a algo, un gesto con los brazos, un entrecejo apretado..., o acciones concretas como despertarse, salir de la cama, sacar apuntes de los cajones, ordenarlos, recoger el cuarto... Todo esto y más era más que suficiente.
Tampoco tenía que gritarles que la cubrieran cuando salían a practicar magia con dianas vivas. Y mucho menos para que atacaran a dichas dianas. No solo su dominio sobre ellas mejoró sino también su capacidad para que tomaran formas precisas rápidamente. Ya no salía de caza sin su escolta formada por dos golems (de dos metros y uno de ancho), por ejemplo. Al principio se esmeraba en dar a los grupos de onyces formas detalladas, decoradas, muy vistosas, a veces incluso recargadas, pero poco después se decantó más y más por dejar el aspecto estético de lado y centrarse en su eficacia. Después recordaría mentalmente el sinsentido de vestir así a sus defensores. Solía dividir a sus onyces en dos grupos, y precisamente por esto llevaba dos escoltas: uno para defenderla y otro para el ataque. El defensivo mantendría su forma hasta que se le indicara lo contrario o una alternativa, mientras que el otro tomaría la forma que la bruja considerase oportuna. Las que les seguían levitando cerca pasarían a uno u otro grupo según la situación lo requiriera. Si hubieran sido seres mucho más sólidos, Onyx sencillamente las lanzaría en bandada contra lo que se atreviera a atacarles. Pero como dicha solidez dependía del número de onyces que formaban las figuras, la bruja soñaba con el día en que tuviera un número decente de estas. Le habían asegurado que podrían formar un buen ejército y que podrían dañar la ciudad si se lo ordenaba, y si podían hacer esto, ¿qué no podrían? Más razones para rodearse de violencia.
Sin embargo, no todo era aprender magia y ponerla en práctica mientras ponía a prueba a sus criaturas, o entrenar con los demás y las estirges de Dhelian, o pasar horas con sus amistades estrechando lazos. También tenía tiempo solo para ella y sus sombras. Quizá ya no daba formas esmeradas a sus onyces cuando salían a la calle, pero sí lo hacía en el dormitorio con la ropa, por poner un ejemplo. Tocados, volantes, golas, vestidos con cola, con anchas mangas hasta el suelo, humeantes máscaras con diseños venecianos... o incluso alas. Se le había ocurrido un día volviendo a casa caminando sobre ellas por el aire. Si podían aguantar su peso, ¿podrían tomar forma de alas y llevarla? No sabía cómo sería la sensación de volar con tus propias alas, como sabía de algunas transformaciones de la ciudad, pero si se parecía a lo que consiguió con su “traje volador” de onyces, no lo envidiaba. Sin embargo, tuvieron que pasar meses de convivencia con las onyces hasta que pudiera confiar en ellas para no ir pendiente de formular un hechizo de levitación por si decidían soltarla, cosa que hicieron en los primeros intentos a unos centímetros del suelo de la calle.
Otro ejemplo en el que se esmeraba era en los uniformes de ejércitos amenazantes, o en levantar edificios vistosos, o idear calles y ciudades de cuento... A veces, encendía una débil luz en el centro del dormitorio y las onyces tomaban las paredes y el techo, excepto el mural que era lo único del dormitorio descubierto e intocable. Alrededor de este representaban la conquista de diversos mundos como si fuera un teatro de sombras sobre sombras. Hacían el papel tanto de onyces guerreras como de orgullosos nobles, fieros antagonistas, pobres plebeyos..., que luchaban hasta la muerte o se rendían. Mientras tanto, Onyx, su emperatriz, su reina, su señora, su bruja, montada en un escorpión de sombras, del tamaño de la cama, recitaba hechizos de los que estuviera aprendiendo en aquellos días como si fueran poderosos conjuros capaces de quemar reinos enteros. En muchas de esas ocasiones solía ordenar que varias hicieran el papel de algunas de sus amistades, pero por mucho que las onyces pudieran imitar sus cuerpos, no eran ellos. Tampoco los del mural, claro, pero esa representación era muchísimo más fiel y evocadora. Había representado decenas de situaciones con ellos en aquel escenario de destrucción de mundos, pero con la inalterable certeza de que sus amigos no estaban en aquel lugar. Y, en algunas ocasiones, esa certeza incluía que no la acompañarían en sus delirios de grandeza.
Las representaciones eran veloces y crueles, agotadoras mental y físicamente para todas, onyces y bruja. Con el dormitorio envuelto en una burbuja insonorizada, podían permitirse gritar, corretear, mover o incluso volcar muebles que simulaban edificios... Había leído de sobra como para poder recrear mil situaciones y poder estar horas así, pero normalmente se limitaban a una hora o menos. Aun así, a veces echaba en falta un detalle. O, mejor, le sobraban otros muchos: demasiadas onyces, ningún amigo. Quería poder compartir con ellos aquellas fantasías, vivirlas. Sabía de soñadores que podían hacerlo posible, pero aun así dudaba que accedieran. Y también echaba en falta una compañera inseparable, una amiga, o algo más con quien bailar entre aquellos espantos. Sabía quién podía ocupar ese puesto a la perfección.Las onyces también lo sabían, igual que sabían y le hacían saber lo terrible que podían ser los dullahan. Aprovechaban la danza salvaje para volcar sus palabras empozoñadas sobre la bruja, quien se dejaba llevar durante lo que durase aquella locura.
Al principio, en las primeras ocasiones en que la bruja decidió organizar estas sesiones, las onyces a veces se descontrolaban y fingían atacar la “fortaleza”, que no era más que la porción de pared que ocupaba el mural. Lo hacían para desatar la ira de su bruja, y lo conseguían. También en estas primeras, algunas onyces decidían hacer de esa compañera que echaba en falta y se colaban en la fantasía consciente de su bruja quien, al percatarse del engaño y según lo hiciera más temprana o tardíamente, disolvía la forma a órdenes, golpes o magia, a lo que respondían con siseos o desplantes. Con el tiempo logró evitar que hicieran esas dos cosas, entre otras como desarrollar la escena para poder representar la muerte de sus amistades. Onyx se entregaba conscientemente a la locura, pero a su locura, no a una dirigida por onyces.
Día último del salto
Me desperté con energías suficientes para lo que hiciera falta, fuera practicar magia, ir a los subterráneos o a “pasear” para reponer onyces o hacer cualquier cosa. Pero eso era una cosa. Otra era abandonar la comodidad del dormitorio, salir de la cama, con sus sábanas opresoras y tan calentitas. Me quedé un rato más mientras bebía de los familiares comentarios mañaneros de las onyces. Y digo bebía porque la distancia entre las sombras y mi cuerpo era nula. A veces confundía las sábanas con ella por lo similares que eran. Si al principio su abrazo me asfixiaba, no lo recordaba. Ahora eran algo más propio de mi cuerpo, mío. Destapada a medias, desnuda con lo justo, parecería una más si no fuera por la piel morena. Alguna vez me habían sugerido modificar el color de la piel para que fuese como los ángeles negros, pero me quedaría como estaba de momento. Despierta, mirando al mural a través de las sombras –pues sabían que tenían que dejar el hueco justo para eso– se me posaban en los hombros, en el pecho, se entrelazaban con el pelo de un color más oscuro que ellas, los brazos... Pero dejaban la cara libre. Y yo escuchaba.
Sal y conquista el mundo. Quien gobierne Rocavarancolia...
Los gobernará a todos. Sabes que puedes...
No necesitas un trono de hierro; nosotras te daremos uno de tinieblas...
Y de muerte. Cuanto más matemos...
Más seremos. Contigo podemos engullir todos los mundos y cubrirlos de sombras...
Y doblegarlos a nuestra voluntad. Juntas los gobernaremos bien...
Eres inteligente y conoces otros mundos. La gente ya cae a tus pies...
Sabes que no mentimos... Pero esto solo sucederá si te levantas.
Era como una nana para dormir, pero para despertar en mi caso. Y era muy tentadora. Siempre lo era. Por la noche me dormía escuchándolas y soñaba con sus fantasías. Las muy... habían tenido suerte de que me gustara la fantasía o la ciencia ficción. Podía pasarme horas recreando batallas en mi cabeza, épocas de gloria gobernando mundos al ritmo de sus voces. Podría dar a mis amigos todo lo que necesitasen, todo lo que sus precios mágicos exigieran. Cadáveres, cabezas, muertes, miedos... Lo que fuera. Quizá incluso podría traer de vuelta a los caídos, o eso decían las sombras.
Y las onyces tenían razón, por descontado, en que podría conseguirlo y en que sería buena gobernante... pero olvidaban algunos detalles. Por si sus palabras fueran poco, el ambiente del dormitorio en el que todo, absolutamente todo excepto un importante detalle, era de color negro, las ayudaba. Sin embargo, el detalle disonante dejaba bien clara la línea. Este era un mural colorido, aunque de tonos oscuros, sobre el cabecero de mi cama, que representaba a mis amigos con sus transformaciones. Me había propuesto modificarlo de vez en cuando, como si fueran retratos de Hogwarts, pero de alguna forma, al igual que con el resto de cosas, la habitación se encargaba de eso cada poco tiempo. Nos habían avisado de que la habitación se adaptaba a nosotros con el tiempo, pero aun así me sorprendió cuando sucedió. Los muebles y las paredes, el techo, todo, se fue oscureciendo cada vez más hasta parecerse a mis sombras y mi pelo. Las sábanas y demás, por ejemplo, no solo eran de un negro penetrante sino que parecían hecha de jirones arrancados del cielo nocturno sin estrellas, aunque fuera solo una ilusión. También, donde ahora estaba el mural, había aparecido al principio un denso mural de un bosque, el típico de las películas de miedo. A las onyces les gustaba porque las ramas se torcían hacia mi cama, por la pared y el techo, o hacia mí, como si quisieran atraparme. Tuve que “podar” algunas de esas ramas huesudas para encajar en el centro a mis amigos y desde entonces eran lo primero que veía al despertarme.
Hoy no sería solo eso sino que iría a por ellos, porque habíamos quedado para ir a la Bahía y Dhelian y yo teníamos que ir a la Sede. A las onyces aún les hacía gracia el nombre Khaw, pero no lo comentaban con el brugho o sus estirges delante. Hace cinco meses no habría creído que las iba a controlar tan bien con el paso del tiempo, con su carácter tan... tan cabezotas todas, engreídas, con ganas de meterse y meterme en líos o de fastidiar a mis amigos o a mí. Pero eso era historia. Me hacía gracia recordar cuando me amenazaban con que no me atreviera a tratarlas de esclavas, porque ahora lo eran. Las trataba de compañeras, pero en el fondo lo eran. Sabía de su odio innato hacia mí por controlarlas y lo mejor para todas era esto. Les tenía el aprecio de la costumbre y las echaría de menos si perdiera el dominio sobre ellas, pero no dudaba en juntar a varias decenas y lanzarlas a muerte contra alguna criatura. Y si no esclavas, al menos domesticadas. Tanto como para que con un gesto, lo que quedaba de sábanas las llevaran a los pies de la cama y varias abrieran el armario para ver qué me pondría. A continuación destaparían el espejo y prepararían las botas. Otras se encargaban de mantener a raya a los muebles bromistas mientras otras hacían la cama. Había sido sencillo, convencerlas de hacer algo así porque así saldríamos todas mucho más antes del dormitorio, pues eso era lo que siempre querían. Órdenes de este tipo, tan cotidianas, ya no necesitaban palabras sino gestos. Y a veces, ni eso.
Ropa en mano y parte llevada por las onyces, toalla y demás, pasé por la ducha y luego bajé a desayunar. Ahí sí que me apañaba yo sola, pues solía haber alguien más y dejaba a las onyces fuera. Al principio no estaba segura de si era costumbre o parte del dominio, pero luego descubrí que tenía cierto vínculo o algo así con ellas... Las sentía moverse alrededor de Serpentaria en la dirección que yo fuera: al dormitorio, al baño, a la biblioteca, a la cocina...
O a la puerta de Dhelian. Pero no estaba, así que miré a... Bueno. Meses atrás solo permitía a una o dos onyces que me acompañaran físicamente, pero últimamente podía llevar encima más de cuatro. O más si iba a la calle. Como iba diciendo, lo pensé rápido: envié a varias a buscarle y entregarle el mensaje “voy a la Sede a ver a la gente. ¿Vienes?” Se lo encargué a dos onyces, una con forma de mantis de medio metro y otra con forma de mariposa dullahan (o algo así). Algunas, aunque raras veces, me intentaban recordar el detalle de que Marsi no hubiera contado lo de su precio, pero cada vez menos. Era comprensible, aunque las onyces no lo entendieran. Y bien que lo incluían en la lista de cosas que podríamos conseguir si conquistábamos mundos... Qué bien les caían mis amigos para unas cosas y qué mal para otras.
Después, terminé de arreglarme y salí de Serpentaria. Por costumbre llevaba siempre la espada y el escudo colgados, pero creo que era mucho más imponente las dos moles humanoides de onyces que me acompañaban, una a cada lado. Las había moldeado pensando en los golems de manufactura enana de algunos juegos y, aunque no fueran igual de resistentes, bastaban para lo básico. El resto nos seguía por todas partes, pues cuando la calle la cortaba un edificio, rápidamente hacían un camino de sombras y lo sorteábamos. Así llegaba volando a cualquier sitio.
Sigue en la Sede de los Taumaturgos
Salto Atol
El único cambio en la rutina del helión en esos cinco meses fue su asistencia como herrero rocavarancolés (con permiso del Consejo) a algunas ferias y festividades de Libo, tanto de la Capital como de otras ciudades. Primero tuvo que "alquilar" el viejo puesto ambulante de su maestro herrero, pero en cuanto tuvo la posibilidad, se hizo con el suyo propio. Vendió desde armas y armaduras encantadas hasta instrumentos y herramientas de lo más sencillas, algunas con runas y otras sin estas. Podía vender siempre que fuera de la lista que el Consejo permitía y siempre que no demostrara cómo hacía las runas o los hechizos. Con esto de fondo, se aseguraba buenas ganancias pues lo que vendía tenía su cierta duración y debía volver de vez en cuando a recargar las runas. Era como quien iba por los pueblos afilando cuchillos en épocas pasadas. Además, ya que estaba de paso, disfrutaba de estancias breves allí, aprovechando para hacer turismo y volver a los sitios que conocía de antes. También pensó en dedicar parte de sus ganancias, de vez en cuando, al orfanato donde creció. Ganancias que también aumentaban con las visitas a la Bodega como catador usual. En una de esas, acordaron que Skarog hiciera también un poco de publicidad de los vinos y licores rocavarancoleses y, de vez en cuando, el helión hacía intercambios: productos libenses por productos rocavarancoleses. No le veía más uso a su dinero que el de guardar gran parte de este y el resto dedicarlo a pequeñas compras. No pensaba independizarse aún ni le veía uso: en Serpentaria estaba cómodo y un poco de compañía no le hacía mal.
Más tarde, pensó en llevar su puesto ambulante a otros mundos vinculados, además de visitar estos para conseguir otros metales que trabajar. Había oído de buena mano que en Irraria los había de calidad, así que los últimos meses los empleó en investigar sobre dicho mundo y aprender hechizos que le valieran para camuflarse allí. Por suerte, la política en cuanto a enseñar objetos era como la que mantenía en Libo. Mientras tanto, en Serpentaria había oído conversaciones de novatos sobre visitas a mundos vinculados. Se planteó ir con ellos, pero el detalle de tener que ser responsable de estos le echó para atrás. Sin embargo, había un novato irrense en Serpentaria y otro en la Sede, así que pensó en sondearles a ver si querían ir a su mundo. Prefería visitar mundos con alguien nativo, realmente.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Torre Serpentaria
10/03/15, 09:10 pm
-Yo también soy un novato en todo esto DL, pero desde fuera puedo ver como actuaría yo e intentar aconsejarte en la medida que puedo. Pero no creas que por que te doy algún consejo soy un experto en la materia, de hecho nunca he tenido ningún tipo de relaciones, aunque si te soy sincero ahora mismo no tengo ni tiempo - comenté riéndome un poco.
-Sí, podemos hacer alguna cosa, siempre que no suponga mucho desgasto que estoy cansado y si no te importa quiero pasar por la torre a dejar algo de peso - dije mientras seguía rumbo a Serpentaria. El camino fue tranquilo y sin sobresaltos cosa que agradecí enormemente. Entramos en la torre e intentando que el foner no me viese me lancé un hechizo contra el cansancio tanto físico como mental. Ya más despejado busqué dos platos y en uno eché leche, en el otro desmenucé algo de carne y luego los subí a mi habitación, ofrecí a DL venir y éste me siguió.
Dejé en el suelo la jaula y el resto de cosas encima del escritorio. Cerré la puerta y antes de abrir la jaula y retirar el hechizo que había lanzado sobre el gato me acerqué a la ventana abierta de mi habitación. En su día había puesto tanto en la puerta de mi habitación como en la ventana hechizos barrera contra insectos para que no pudieran entrar a la habitación y en ese momento decidí ampliarlo a todo. No quería que por cualquier tontería Sombra decidiese salir a dar una vuelta, dudaba mucho de que el gato pudiese sobrevivir mucho tiempo sólo en la ciudad, no porque Sombra no hubiese demostrado que podía sobrevivir sin mí, si no por que la ciudad era peligrosa.
Levanté el hechizo y esperé pacientemente con DL a que Sombra decidiese levantarse. No tardó mucho, nunca había sido un gato muy perezoso. Salió de la jaula con la cola en alto, verlo andar un tanto vacilante y tan delgado como estaba me dolió. Sombra se sentó en el suelo y contempló las cosas a su alrededor, en cuanto clavó en mi sus ojos amarillos se le erizó el lomo, me bufó y se alejó lo más posible. Lo cierto era que no podía culparlo, había sido yo el que lo había abandonado, pero que ahora me rechazase me dolió aún más.
Me acerqué a él y deposité la comida cerca. Sombra me dedicó una mirada en la que interpreté varias cosas, la primera fue "Si te acercas más te la juegas", la segunda "¿Intentas comprarme con comida?" y la tercera era básicamente odio puro. Me alejé y cuando me hube puesto a una distancia que para él debía ser segura lo vi acercarse a comer.
-Por norma general era un gato muy cariñoso. Creo que dos años de abandono lo han cambiado mucho, y es mi culpa - una lágrima silenciosa se deslizó por mi mejilla. Apenas hube terminado de decir esas palabras Sombra se acercó a donde estábamos y se rascó el lomo contra la pierna de DL.- Ok, capto el mensaje, a quién no soportas es a mí.
Como si solo hubiera querido dejar eso claro el gato volvió a donde estaba su comida y siguió comiendo hasta terminarlo todo, acto seguido se acurrucó contra las enredaderas y se durmió.
-Dejémoslo así de momento, ¿nos vamos a algún sitio? - conduje al foner fuera y aseguré la puerta con un hechizo.- ¿Tenías pensado algún lugar para visitar?
Esperaba que sí que lo tuviese, necesitaba despejarme un rato.
-Sí, podemos hacer alguna cosa, siempre que no suponga mucho desgasto que estoy cansado y si no te importa quiero pasar por la torre a dejar algo de peso - dije mientras seguía rumbo a Serpentaria. El camino fue tranquilo y sin sobresaltos cosa que agradecí enormemente. Entramos en la torre e intentando que el foner no me viese me lancé un hechizo contra el cansancio tanto físico como mental. Ya más despejado busqué dos platos y en uno eché leche, en el otro desmenucé algo de carne y luego los subí a mi habitación, ofrecí a DL venir y éste me siguió.
Dejé en el suelo la jaula y el resto de cosas encima del escritorio. Cerré la puerta y antes de abrir la jaula y retirar el hechizo que había lanzado sobre el gato me acerqué a la ventana abierta de mi habitación. En su día había puesto tanto en la puerta de mi habitación como en la ventana hechizos barrera contra insectos para que no pudieran entrar a la habitación y en ese momento decidí ampliarlo a todo. No quería que por cualquier tontería Sombra decidiese salir a dar una vuelta, dudaba mucho de que el gato pudiese sobrevivir mucho tiempo sólo en la ciudad, no porque Sombra no hubiese demostrado que podía sobrevivir sin mí, si no por que la ciudad era peligrosa.
Levanté el hechizo y esperé pacientemente con DL a que Sombra decidiese levantarse. No tardó mucho, nunca había sido un gato muy perezoso. Salió de la jaula con la cola en alto, verlo andar un tanto vacilante y tan delgado como estaba me dolió. Sombra se sentó en el suelo y contempló las cosas a su alrededor, en cuanto clavó en mi sus ojos amarillos se le erizó el lomo, me bufó y se alejó lo más posible. Lo cierto era que no podía culparlo, había sido yo el que lo había abandonado, pero que ahora me rechazase me dolió aún más.
Me acerqué a él y deposité la comida cerca. Sombra me dedicó una mirada en la que interpreté varias cosas, la primera fue "Si te acercas más te la juegas", la segunda "¿Intentas comprarme con comida?" y la tercera era básicamente odio puro. Me alejé y cuando me hube puesto a una distancia que para él debía ser segura lo vi acercarse a comer.
-Por norma general era un gato muy cariñoso. Creo que dos años de abandono lo han cambiado mucho, y es mi culpa - una lágrima silenciosa se deslizó por mi mejilla. Apenas hube terminado de decir esas palabras Sombra se acercó a donde estábamos y se rascó el lomo contra la pierna de DL.- Ok, capto el mensaje, a quién no soportas es a mí.
Como si solo hubiera querido dejar eso claro el gato volvió a donde estaba su comida y siguió comiendo hasta terminarlo todo, acto seguido se acurrucó contra las enredaderas y se durmió.
-Dejémoslo así de momento, ¿nos vamos a algún sitio? - conduje al foner fuera y aseguré la puerta con un hechizo.- ¿Tenías pensado algún lugar para visitar?
Esperaba que sí que lo tuviese, necesitaba despejarme un rato.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torre Serpentaria
10/03/15, 10:45 pm
No tuvo muchos problemas en seguirlo, sin olvidarse de deshacer las alas en el trayecto para mayor comodidad, al fin de cuentas hasta el día siguiente no tenia otra vez que ir al trabajo. Aunque bien le tocaría ir como a Heiss le diera por enviarle un aviso a la pulsera que llevaba como su comunicador, harta de lidiar con clientes que no se decidía. Aun se preguntaba como la asreniana había conseguido abrir la tienda y hacerse mas o menos famosa con esa actitud.
Siguió a Enredo hacia su cuarto mientras dejaba a un lado el intentar descifrar a su jefa, mas curioso en ver como Sombra finalmente se levantaba y mostraba claros signos de no estar nada feliz de ver a su compañero. El no tenia mucha idea de animales y ya ni decir de mascota, lo mas cerca que había estado de tener una era el mono volador que ahora pertenecía a su jefa. Es ma,s el tenia la firma de creencia de que no se llevaba nada bien con los animales a pesar de que por algún motivo estos pensaran lo contrario como descubrió con cierta sorpresa al ver a sombra acercarse y frotarse contra su pierna ignorando su dueño.
-Sino fuera porque es imposible, empezaría a sospechar que expulso hormonas que atraen a los animales. Primero el mono y ahora el gato-añadió DL con una risa al ver al gato volver a su lugar y dormirse, saliendo del cuarto tras Enredo observando sus manos distraidamente con sus pensamientos en otra parte- Solo necesita tiempo para acostumbrarse y sobre ir a algún sitio, pensaba en llevarte a donde trabajo. ¿No lo has visto nunca cierto?- pregunto observandolo pues no recordaba haberlo llevado nunca ni a el ni a nadie realmente- Pero creo que mejor lo posponemos, ha sido un día larguísimo y ademas, seguro que si vamos me hará hacer horas extras. No le gusta tratar con la clientela- añadió con un escalofrió antes de echarse a reír- Pero bueno me esta sirviendo para conseguir dinero y conocer a mucha gente, te sorprenderías la de transformaciones raras que puedes toparte en la tienda, que me toca imitar como el maniquí que soy- añadió bajando hacia la primera planta. acompañándolo durante un rato mas antes de decidirse finalmente ir a dar una vuelta por cuenta propia, le vendría bien despejarse un poco y estar un rato a solas con su cabeza, por muy insano que fuera. Ya volvería si eso luego a la Sede.
Sigue por ahi
Siguió a Enredo hacia su cuarto mientras dejaba a un lado el intentar descifrar a su jefa, mas curioso en ver como Sombra finalmente se levantaba y mostraba claros signos de no estar nada feliz de ver a su compañero. El no tenia mucha idea de animales y ya ni decir de mascota, lo mas cerca que había estado de tener una era el mono volador que ahora pertenecía a su jefa. Es ma,s el tenia la firma de creencia de que no se llevaba nada bien con los animales a pesar de que por algún motivo estos pensaran lo contrario como descubrió con cierta sorpresa al ver a sombra acercarse y frotarse contra su pierna ignorando su dueño.
-Sino fuera porque es imposible, empezaría a sospechar que expulso hormonas que atraen a los animales. Primero el mono y ahora el gato-añadió DL con una risa al ver al gato volver a su lugar y dormirse, saliendo del cuarto tras Enredo observando sus manos distraidamente con sus pensamientos en otra parte- Solo necesita tiempo para acostumbrarse y sobre ir a algún sitio, pensaba en llevarte a donde trabajo. ¿No lo has visto nunca cierto?- pregunto observandolo pues no recordaba haberlo llevado nunca ni a el ni a nadie realmente- Pero creo que mejor lo posponemos, ha sido un día larguísimo y ademas, seguro que si vamos me hará hacer horas extras. No le gusta tratar con la clientela- añadió con un escalofrió antes de echarse a reír- Pero bueno me esta sirviendo para conseguir dinero y conocer a mucha gente, te sorprenderías la de transformaciones raras que puedes toparte en la tienda, que me toca imitar como el maniquí que soy- añadió bajando hacia la primera planta. acompañándolo durante un rato mas antes de decidirse finalmente ir a dar una vuelta por cuenta propia, le vendría bien despejarse un poco y estar un rato a solas con su cabeza, por muy insano que fuera. Ya volvería si eso luego a la Sede.
Sigue por ahi
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Torre Serpentaria
10/04/15, 04:56 pm
Dhelian se encontraba en su habitación intentando moldear unos trozos de metales en pequeños anillas para las patas de las estirges, cuando apareció por su cuarto el lacayo, dándole un susto de muerte. Munin llevaba un par de segundo avisándole con graznido de la presencia del ente pero él, concentrado en el hechizo no se había dado ni cuenta. El ente al ver que le prestaban atención al fin procedió a darle el mensaje con una voz que Dhelian no tardo en identificar como la de Archi.
Las palabras escuchadas en frases cortas y precisas, que daban información mas que suficiente inquietaron enormemente al brugho, que aun intentaba procesar cada palabra esperando que fuese una broma de muy mal gusto. Algo imposible tan siquiera de valorar viniendo de Archi.
-No puede ser....- murmuro Dhelian con toda la inquietud y el miedo en el cuerpo, el bromeaba mucho con la muerte por que el ya la había vivido y estaba muerto, de algún modo. Pero no era lo mismo el pensar que algo así podría pasarle a alguno de sus amigos. Y el hecho de que Kud estuviese siendo tratado por alguien desconocido implicaba que era mucho mas serio que algo tratable con un simple hechizo de curación. Dejando todo lo que estaba haciendo mando un orden muda a sus estirges de que se pusieran en movimiento saliendo del cuarto rápidamente con Munin sobre su hombro. Encontró a Tsusu en la cocina, al que no dudó en interrogar con nerviosismo sobre la dirección de la botica a la que Archi se refería. Con los nervios a flor de piel dibujó a toda velocidad el lugar lo mas claramente posible tal y como Tsusu le describió el edificio, también le dijo como llegar, pero nunca había estado por la zona y lo que menos quería, era perderse. Por ello apurado, le mostró el dibujo a las estirges indicándole que buscaran un edificio que luciera igual que ese. Ya había entrenado eso con las aves, tenían buena memoria y facilidad para encontrar cualquier cosa que se les enseñara antes con real precisión.
Dicho eso y viendo a una bandada de estirges salir volando con su orden, fue a buscar a Alice para avisarla de lo que había pasado. A pesar de la ansias que tenía por ir y ver que habían podido curarlo, la humana no se lo perdonaría si se iba sin decirle que había ocurrido con Kud. Ella también era su amiga.
La reacción de la humana tras decirle, agitado y aun mas gris de lo que su piel ya de por si permitía, no tardo en llegar y salieron rápidamente del torreón siguiendo el rastro de Munin que volaba por encima de sus cabezas. Este tenia acceso a todo lo que el resto de estirges se graznaban entre si por lo la zona, a un nivel que el oído de Dhelian sin magia activa no alcanzaría a oír, igual que una red de comunicación. La localización del edificio no tardo en llegar a el, que echo a volar en la dirección indicada siendo seguido rápidamente por los transformados.
"Tienes que esta bien, idiota. No estaremos completos en este condenado zoo si nos falta el mono" pensó Dhelian con los nervios tan en tensión que incluso correr por mitad de las calles siendo guiado por sus estirges, le resultaba doloroso. No quería perder a ningún amigo mas.
Botica de la Náyade
Las palabras escuchadas en frases cortas y precisas, que daban información mas que suficiente inquietaron enormemente al brugho, que aun intentaba procesar cada palabra esperando que fuese una broma de muy mal gusto. Algo imposible tan siquiera de valorar viniendo de Archi.
-No puede ser....- murmuro Dhelian con toda la inquietud y el miedo en el cuerpo, el bromeaba mucho con la muerte por que el ya la había vivido y estaba muerto, de algún modo. Pero no era lo mismo el pensar que algo así podría pasarle a alguno de sus amigos. Y el hecho de que Kud estuviese siendo tratado por alguien desconocido implicaba que era mucho mas serio que algo tratable con un simple hechizo de curación. Dejando todo lo que estaba haciendo mando un orden muda a sus estirges de que se pusieran en movimiento saliendo del cuarto rápidamente con Munin sobre su hombro. Encontró a Tsusu en la cocina, al que no dudó en interrogar con nerviosismo sobre la dirección de la botica a la que Archi se refería. Con los nervios a flor de piel dibujó a toda velocidad el lugar lo mas claramente posible tal y como Tsusu le describió el edificio, también le dijo como llegar, pero nunca había estado por la zona y lo que menos quería, era perderse. Por ello apurado, le mostró el dibujo a las estirges indicándole que buscaran un edificio que luciera igual que ese. Ya había entrenado eso con las aves, tenían buena memoria y facilidad para encontrar cualquier cosa que se les enseñara antes con real precisión.
Dicho eso y viendo a una bandada de estirges salir volando con su orden, fue a buscar a Alice para avisarla de lo que había pasado. A pesar de la ansias que tenía por ir y ver que habían podido curarlo, la humana no se lo perdonaría si se iba sin decirle que había ocurrido con Kud. Ella también era su amiga.
La reacción de la humana tras decirle, agitado y aun mas gris de lo que su piel ya de por si permitía, no tardo en llegar y salieron rápidamente del torreón siguiendo el rastro de Munin que volaba por encima de sus cabezas. Este tenia acceso a todo lo que el resto de estirges se graznaban entre si por lo la zona, a un nivel que el oído de Dhelian sin magia activa no alcanzaría a oír, igual que una red de comunicación. La localización del edificio no tardo en llegar a el, que echo a volar en la dirección indicada siendo seguido rápidamente por los transformados.
"Tienes que esta bien, idiota. No estaremos completos en este condenado zoo si nos falta el mono" pensó Dhelian con los nervios tan en tensión que incluso correr por mitad de las calles siendo guiado por sus estirges, le resultaba doloroso. No quería perder a ningún amigo mas.
Botica de la Náyade
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Torre Serpentaria
11/04/15, 06:36 pm
Estaba recogiendo cuando Dhelian me avisó. Había pasado prácticamente todo el día leyendo y tomando notas sobre lo que pudiera averiguar sobre la telepatía en los libros de Serpentaria, tarea para la cual las onyces eran algo efectivas pues podía mandarles buscar palabras clave y que me trajeran lo que encontrasen. Para animarlas nada mejor que "cuanto antes y mejor encontréis, antes acabaremos". Pero también algo liantes, porque algunas decían que no necesitaba el hechizo para hablar con ellas porque algunas insistían en que con práctica podría hacerlo con ellas "por la transformación". Al principio no les creí mucho porque no recordaba que hubieran sacado el tema anteriormente, pero haciendo memoria sí que lo habían mencionado, así que quizá fuera cierto... Si lo era, tendría que explotarlo al máximo y pronto. La de burbujas de silencio que me ahorraría en el futuro. Y quizá me ayudara en el estudio del hechizo de telepatía en sí... O quizá no. Lo que sí tenía claro era que tanto una cosa como la otra, separadas o juntas, tomarían tiempo por lo abstracto del asunto. <<Piensa en lo que hace Marsi>>. No era solo enviar "frases" sino también sensaciones o tonos de voz. Y con las onyces... no necesitarían todo eso, o quizá sí, dependiendo. Y lo mismo con quien recibiera mis mensajes telepáticos... <<¡Esto es un lío! Pero lo desenredaré como sea. ¿Se podrá vender almas al diablo para conseguir cosas o algo así aquí? Bah, céntrate; si se puede no es que parezca muy sano>>
Pues eso, que mientras recogía, apareció Dhelian con el aviso de que a Kud le había pasado algo grave y dejé las cosas tal cual y salí volando, literalmente. No servía de nada hacer preguntas o preocuparse si lo que sabíamos era solo eso y la única forma de saber más y preocuparse con razón era personarse en el lugar (desconocido, por cierto) y enterarse.
Sigue en la Botica de la Náyade
Pues eso, que mientras recogía, apareció Dhelian con el aviso de que a Kud le había pasado algo grave y dejé las cosas tal cual y salí volando, literalmente. No servía de nada hacer preguntas o preocuparse si lo que sabíamos era solo eso y la única forma de saber más y preocuparse con razón era personarse en el lugar (desconocido, por cierto) y enterarse.
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No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torre Serpentaria
12/04/15, 09:41 pm
Era por la mañana cuando Bran se encaminó hacia Serpentaria, listo para atar el otro cabo suelto de aquel tema. Había sido la casualidad, de una de las pocas noches que se permitía salir a tomar algo (a expensas de la secta y los esclavos de su bilis) la que había permitido que se enterara del plan de silenciar a Shizel... O Desidia, como al parecer era conocido por sus clientes. Los cinco contrabandistas de pacotilla estaban ideando un plan para matarlo sin dejar los cabos sueltos que habían provocado que un grupo diferente que también había intentado acabar con su amigo acabase muy mal. Y de ese primer intento de asesinato el sacerdote no se había enterado.
Tsusu fue el que le abrió la puerta. Le dijo que ni siquiera avisase a Shizel: sabía dónde estaba su dormitorio, y era allí donde quería hablar con él. Aquella charla debía ser privada.
No era el intento de borrar al idrino del mapa lo que le molestaba. Aquello era normal y esperable en Rocavarancolia, donde una mirada de hartura podía provocar que veinte monstruos distintos intentaran arrancarte la cabeza. Pero a Bran no le gustaba haberse enterado de que casi pierde un amigo y a alguien de su criba por terceras personas. Terceras personas que, precisamente, habían estado discutiendo cómo cortar la garganta del skrymir.
Cuando entró en su cuarto comenzó a pasear de un lado a otro, mirando a su compañero con el ceño fruncido. Tras unos momentos le dirigió la pregunta a bocajarro.
—Imagino que el intento de asesinato que sufriste hace poco te lo guardaste porque nunca casaba del todo con las comidas del almuerzo, ¿verdad?
Tsusu fue el que le abrió la puerta. Le dijo que ni siquiera avisase a Shizel: sabía dónde estaba su dormitorio, y era allí donde quería hablar con él. Aquella charla debía ser privada.
No era el intento de borrar al idrino del mapa lo que le molestaba. Aquello era normal y esperable en Rocavarancolia, donde una mirada de hartura podía provocar que veinte monstruos distintos intentaran arrancarte la cabeza. Pero a Bran no le gustaba haberse enterado de que casi pierde un amigo y a alguien de su criba por terceras personas. Terceras personas que, precisamente, habían estado discutiendo cómo cortar la garganta del skrymir.
Cuando entró en su cuarto comenzó a pasear de un lado a otro, mirando a su compañero con el ceño fruncido. Tras unos momentos le dirigió la pregunta a bocajarro.
—Imagino que el intento de asesinato que sufriste hace poco te lo guardaste porque nunca casaba del todo con las comidas del almuerzo, ¿verdad?
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