Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

Pues menuda fiesta, si. Una que incluía despellejar viva a la gente. "¿Y que necesidad había de contárselo? O lo haces o no lo haces. No veo la utilidad de que lo sepa."

-Hablas demasiado- Eso fue lo único que le dije al vampiro.
No sabía los detalles, y ya que ni siquiera conocía al desconocido al que Jack estaba amenazando decidí quedarme al margen, al menos hasta que Yrio Salio y comenzó la discusión; Y discusión era una forma suave de decirlo, porque parecía que fueran a matarse en cualquier momento.


-Ey, relajaos un poco No hace falta tirarse al cuello por decir cosas que todos sabemos que no van a suceder realmente.- No es que fuera a servir de mucho seguramente, pero al menos nadie me podría decir que no lo intenté.
-Se supone que el asesino descontrolado de la sede soy yo. ¿Tan mal esta la situación como para que tenga que ser yo quien se meta para intentar calmar las cosas? Lo dudo. Así que menos humos- 

Y me quedé a gusto, al menos al principio, porque tardé un segundo en comprender lo que ese último comentario podía significar en este caso concreto.

-Oh.. esto...- Miré a Ambos, ya que ambos tenían transformaciones que implicaban humo -juro que no lo he dicho por la transformación. Me ha salido solo, lo siento- Aunque por que tendría que disculparme? Ni que tuviera yo la culpa de nada -¡Gah! da igual. Ya he dicho lo que tenía que decir. Vosotros sabréis si os matáis o no, así que me voy. Estaré en mi habitación si alguien me necesita para algo-

Y a mi habitación fui, a seguir con lo que fuera que estuviera haciendo antes de que se montara todo el alboroto.

Los animos de Tap estaban por las nubes cuando llegó a la sede, de tal manera que ni lo turbia que estaba la situación en esos momentos significó nada. Buscó a Pablo, pero al encontrárselo metido en mitad del meollo, decidió hacer de espectador por un rato. <<A ver a qué repoblador le hechan ahora la culpa de que su situación sea una mierda>>. A pesar de sus buenos ánimos, los pensamientos que dedicó no fueron tan buenos. << Se merecen que los encierren a todos en cacerolas gigantes, eso es lo que se merecen. Y no veo el problema en quemar Sinhdro, solo sería un sitio menos del que traer gigantes. El mundo está lleno de ellos. Tanto dará>>. Pasó un rato y al final le estaba cogiendo el gustillo a ver sufrir a los gigantes. <<Como si el color de los ojos os volviera inteligentes, vaya desperdicio de hechizos. Y el vampiro este no sé de qué se queja, la culpa es suya por mover la mierda del sitio en el que la cagan>> y así hasta que vio que Pablo se iba y decidió ir a cazarlo.

Pasó a su habitación y poseyó la libreta con el lapicero sujeto dentro de las anillas. Buscó la puerta de Poblo por el pasillo y llamó, solo porque no podía atravesarla -por ahora-. Mientras esperaba a que le abriera, fue escribiendo lo primero que Pablo leería:

"Tengo los mejores metales irrenses para ti, pero necesito tu ayuda a cambio".

Me había puesto a planificar diseños, pensando en preparar algo con fines defensivos, pero mis conocimientos de runas aun no eran suficientes como para ello. En su lugar comencé a pensar en hacerme una versión mejorada de los guanteletes, con añadidos que me facilitaran también el combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo tenía un problema: Si quería que fuera bueno necesitaría materiales decentes y no los tenía. Tal vez fuera solo casualidad, pero lo cierto era que el ofrecimiento de Tap me vino como anillo al dedo.

Cuando escuché que llamaban a la puerta me levante a abrirla, preguntándome quien sería. Y ahí estaba el mensaje, Y naturalmente el repoblador no estaba visible. 
Ya fuera por la guerra que librábamos, o por el simple hecho de que era Tap, lo primero que pensé al abrir fue que quizás fuera una trampa, ya que la habitación estaba hechizada para impedírselo, y así tirarme algo a la cara, algo explosivo seguramente. Por suerte no fue así, pero tome nota de que debía instalar un campo de fuerza que se activara cuando la abriera y evitar disgustos.

-Vaya vaya- No pude evitar sonreír al pensar lo que tendría que estar costándole al repoblador tragarse su orgullo y pedirme ayuda. -¿Y que clase de impedimento ha llevado al todopoderoso Tap a rebajarse tanto como para pedirle ayuda  a un gigante?-

Aun con todo lo que le dijo Alder, aun con todo lo que le dije yo, seguía manteniendo la compostura. Eso sí, si antes olía a presa, ahora apestaba. Pero eso tenía cierto punto a su favor. El otro punto era que no había estallado en llamas ni nada <<entra en mantener la compostura, ya, pero...>>

-Vale. ¿Sermón sobre moral, madurez o amistad? Qué divertido. Mientes como un bellaco, y crees que lo haces bien, pero las presas siempre huelen a presas.

Luego me encaminé escaleras abajo, pasé por la puerta donde se había metido Pablo, pero lo ignoré <<A la porra, otro día>> Y al llegar casi a la salida, entró el helión con cara de pocos amigos.
-¡Tú! ¿Qué ha pasado? Alder me lo ha contado, ¿ha pasado algo?
-Malditos novatos... No, no ha pasado nada. Y borra esa mirada asesina y esa sangre alterada.
-¿Eh?
-Sabes de lo que hablo, guerrero. Suficiente ya por hoy. Guarda las armas para otro momento, anda. ¡Nos vemos!

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Atol
Después de la salida del vampiro... <<Gah. Si dijo eso, sería por algo>>
-Vale. Seguiré con mis cosas entonces.-me despedí.

Y eso hice tras volver a mi dormitorio. Pero eso sí, lo primero que hice fue encantar casi todo el lugar con hechizos ignífugos, mi ropa incluida.

Antes de la Luna, esa pregunta habría sido respondida a dardazos. Ahora era más complicado. De hecho no podría responderla ni a gritos, que solían ser su segunda opción. <<Por esto necesito el cuerpo>> pensó malhumorado. En mitad del pasillo, la libreta se batía contra un temblor incontrolado. Tap trataba de calmarse dentro de sus páginas para no arrancarlas.

Cuando consiguió mantener un "pulso" estable para escribir, le respondió:

"Es obligatorio ir acompañado de un follacardos. Si no, no te dejan cruzar el portal" y para Tap esta afirmación no podría considerarse mentira. "Necesito alguien corpóreo para hacer un par de chuminadas mágicas en público" reconoció al final. "Y no eres la única persona capaz de hacer esas dos filigranas, así que si no te interesan esos metales, dímelo y me olvido de ti". No tenía ganas de perder el tiempo con alguien que no pensaba colaborar. Lo que se jugaba era demasiado importante.

Zmey vio como el dichoso vampiro se alejaba por fin. << Y luego el creido con aires de superioridad soy yo...>>

-Sabes, a veces comprendo un poco a RR...- comentó.

-¿A quien?- preguntó Yoel que seguía asomado a la puerta.

-A nadie. Tira para adentro...

Yoel picó del queso y las fresas que había traido originariamente para Zmey. El piromante no las tocó. Se metió en la cama y se echó un hechizo de sueño para quedarse inmediatamente dormido. Yoel no pudo conciliar el sueño hasta mucho después, y cuando lo logró, fue hundido en un puf hecho a remiendos con un libro de hechizos abierto sobre el regazo.

Mi sonrisa se hizo aun más amplia cuando observé que mis palabras causaban el efecto deseado. “Si no fueras tan cabroncete te ahorrarías cosas como estas” En cualquier caso no era recomendable seguir pinchándolo, o podía largarse y yo perder la oportunidad. De hecho amenazó con eso en cuanto pudo.

-Vale vale. Claro que me interesa. Bien... pues te agradeceré enormemente que me des los detalles, como por ejemplo a donde vamos, aunque si son metales irrenses imagino que a Irraria-

Zmey apareció tal cual. Sin adornos, sin protecciones, con sus ojos originales, pero enturbiados. La oscuridad que lo rodeaba era espesa y él sentía como estaba pegado a ella, hundido en un lodo.

-Este hechizo para no soñar es un timo- fue su primer comentario.

Había sido una esperanza vana, en el fondo sabía que un hechizo de nivel tan bajo no podría detener a un soñador, o tal vez lo había hecho para que no se encontrase con sus pesadillas. << Aunque de todas formas ya creen que estoy podrido...>>

-Creo que para que lo entendieras tendrías que ver bastante más que lo que ha pasado hoy... O puede que te haga falta vivir en mi cabeza, aunque no es algo seguro, yo mismo no lo entiendo muy bien. Pero si quieres intentarlo, adelante...

Tenía la absoluta certeza de que por mucho que se explicase, Seon iba a repudiarle igual que habían hecho Alder y Jack, pero al no dar explicaciones al menos guardaba cierta esperanza. Podía decirse que había sido a propósito, que él habia hecho que lo odiasen voluntariamente, que con todo dolía mucho menos que si pedía comprensión y nadie se la daba.

-¿Has venido a castigarme o algo así? ¿Vienes a darne el sermón sobre lo patético que soy?- preguntó con amargura. No era el estilo de Seon, pero si todo el mundo había creido que de verdad había intentado matar a Alder, era comprensible que su aurva hiciese algo al respecto.

"Lee atentamente" escribió antes de darse cuenta de que le podía dar la hoja para que la repasara. "Saldremos lo antes posible. Dama Umbria no me supo dar direcciones, así que creo que iremos a la aventura. Tenemos que encontrar a un... Irrariano, hacerle magia y pedir los metales en nombre de rocavarancolia. Yo además querría pedir otras cosas. Hay que tener MUCHÍSIMO cuidado, pero eso ya lo verás cuando te pase la hoja con lo que me explicó la portera".

Si por tap fuera, ya habrían salido. La única razón por la que no metía prisa era para que Pablo no se echara atrás. <<Mejor gigante conocido... >>.

Leí atentamente lo que el repoblador iba escribiendo, asintiendo y planteándome qué hacer a continuación.
-Vale. Entonces lo mejor será averiguar cosas sobre el mundo. No se tú pero yo no tengo ni idea de como es. ¿Biblioteca? Allí tiene que haber algo. En fin, si no tienes objeciones podemos salir ya. Tampoco tengo nada mejor que hacer.

Una vez todo aclarado volví a mi cuarto para recoger mis cosas y prepararme. No me llevó mucho y enseguida estuve listo. “Bueno, otro mundo... uno que no conozco. Espero que no haya problemas”
Realmente lo pensaba más por la que pudiera montar Tap que por lo que pudiéramos encontrarnos allí, pero si los metales eran buenos merecería la pena, o eso esperaba.


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-¿Qué más quieres que diga?-Zmey se abrazaba las rodillas-No voy a pedir perdón por lo que he hecho. He estado un año llorando a un muerto que ni siquiera está muerto, y que además me ha hecho sufrir, necesitaba ver... de alguna forma... que era consciente de lo que me había hecho... Creo que ni siquiera me echó de menos.- compuso una sonrisa triste- Hasta que no volví no me di cuenta de lo mucho que odiaba Sinhdro, en esta ciudad no me siento tan mal conmigo mismo, rodeado de bestias no soy tan malo- << Aun así me las he apañado para que las bestias me desprecien también...>> pensó. No estaba muy seguro de si allí Seon podía leer sus pensamientos. Daba igual.- Quiero formar parte de Rocavarancolia, y eso significará hacer cosas peores, pero no voy a pedir perdón por ello.

El lodo en el que estaba hundido desprendía una bruma negra que envolvía el cuerpo del piromante. Desvistió la amenaza de Seon de su naturaleza para que no le doliera tanto.

- Yo no fui a restregarle a Yoel por las narices, no he hecho esto para haceros daño a vosotras concretamente. No voy a ir a por ella, pero no quiero que intenteis separar a Yoel de mi- por primera vez, miró a Seon directamente a los ojos.

Si se llevaba a Yoel aquello no habría servido de nada. No tendría su venganza, tan extraña que ni él mismo comprendía, pero necesitaba tener al que fue su edeel bajo su control, necesitaba sentir al menos una vez que no podía volver a hacerle daño. Su última sensación era cosa de Seon, pero no era nueva. Había sentido aquello antes, pero en ese instante era como si le clavasen estacas en el corazón. No ignorarlo equivaldría a derrumbarse, por lo que dejó que el sentimiento pasara.

RR recorría los pasillos de la Sede, relativamente relajado para lo que era costumbre en él. Llevaba al hombro su vieja y aguerrida escopeta, descargada, pero imponente.  Su superficie negra estaba cubierta de rozaduras y mellas de menor importancia. Su empuñadura estaba recubierta de varias capas de algo semejante a vendajes y cinta aislante... Su aspecto se podía resumir en vetusta y amenazadora. Aquel chisme había estado al lado de RR en los momentos más duros y difíciles de su aún breve historia, y a su lado, aun a sabiendas de su actual deficiencia en cuanto a efectos mágicos se refería, se sentía mucho más seguro. Aún se sentía en deuda con Nasher por hacerle el favor de traérsela. Esperaba poder volver a verlo, tanto por motivos lúdicos como profesionales, pues su relajada conversación durante el desayuno había descubierto al foner que el pequeño muchacho tenía unas amistades de lo más convenientes, de las que podía sacar partido si jugaba bien sus cartas.

Ataviado con sus habituales ropajes, más limpios pero igual de ajados que de costumbre, y acompañado por su corte de ratas, el hechicero se encaminaba a la salida del edificio mientras se liaba un cigarro con aire relajado. Había comprobado las runas de vigilancia de su cuarto y todo se hallaba tan calmado como de costumbre. Tenía mucho trabajo, lo sabía, pero al menos lo encararía con algo de paz, y podría tomarse todo el tiempo del mundo en volver a edificar paranoias y maquiavélicos planes de contraespionaje en una mente más tranquila, calma y menos crispada por los bordes. Sí, era un buen día.

RR se llevó el cigarro a los labios con parsimonia, mientras buscaba con la mano libre alguno de los mecheros que venían acompañándolo desde su llegada a Rocavarancolia. O, al menos eso pensaba hacer cuando, en un cruce de pasillos perpendicular, una enorme monstruosidad de llamas pasó a toda prisa a escasos centímetros de su extremidad más próxima, rugiendo como salida de las entrañas del mismísimo infierno. El foner se mantuvo un instante congelado, con el brazo extendido y rígido a medio camino de sus labios, sosteniendo el cigarro, ahora encendido, y recapacitando sobre lo ocurrido. Poco después, escuchó los gritos, la discusión acalorada y ante sus ojos desfilaron los actores del barullo, sin reparar en su presencia. El muchacho, por lo pronto, dedicó un instante efímero a reprenderse por no andar más atento al mundo que le rodeaba y, con cuidado pero con celeridad, se dió media vuelta y buscó un camino más propicio y tranquilo para salir de la Sede.

“Ni un segundo de descanso se puede conceder uno.” Pensó el brujo mientras daba un par de caladas largas a su cigarro y franqueaba la entrada del edificio, en dirección a su trabajo. Quedaba tiempo todavía para comenzar su jornada laboral, pero el muchacho tenía que echar mano del taller. Tenía muchos planes en mente, y atender la tienda y fabricar cartuchos le ayudaría a organizar sus ideas.

Al parecer, la inestabilidad emocional propia de los piromantes y los subidones de poder no eran suficientes a ojos de la soñadora para ser un monstruo, ni siquiera para querer sentirse uno. << No es solo la transformación, es todo lo demás ¿Es que no os dais cuenta?>> se abrazó las rodillas con más fuerza << No es tan malo si soy un monstruo ¿también quereis quitarme eso? Habeis invalidado mi dolor, ¿también vais a invalidar lo único que tengo para sentirme bien?>>

-Sé perfectamente lo que hacen las palabras, y Alder también lo sabe, por eso las usó tanto como las usé yo...

Como no podía ser de otra forma, Seon venía a remarcar lo horrible que era que no maltratase a cualquiera, sino que maltratase a su edeel.

-El roce no hace el cariño, Seon, por mucho que te lo hayan dicho en tu casa. Tu religión y tu mundo han escupido sobre mi toda mi vida, esta es mi venganza personal.- en realidad, había disfrutado el morbo que había sentido al realizar algo tan sencillo y estúpido como cambiarse el color de ojos. Era como una travesura a gran escala- No voy a hacerlo delante de ti ni sobre tu unión, pero no todos los aurva pueden presumir de una Alder y una familia comprensiva, ¿o te crees que esta cicatriz me la hice haciendo ganchillo?- señaló el corte del labio, que aunque en profundidad y tamaño no podía rivalizar con las otras que tenía, había escocido más que todas las demás juntas. -No quiero hablar más, Seon. Estoy cansado.

La expresión de Seon era impenetrable.
-No me has entendido. No se trata de si lo haces en mi cara. Pero yo ya he dicho todo lo que tenía que decir.
Desapareció sin más.
***

Sueño de Yoel.

Para Yoel, Seon creó una sala agradable y de aspecto sinhadre. No le importaba su pasado con Yrio, había venido solo a intervenir en lo que podía permitírselo.

- Te he visto preguntar a todo el mundo por una explicación. No puedo ayudarte a volver a casa, pero puedo hacerte sentir menos perdido aquí.
La soñadora llevaba ropa sencilla, y a Azazel sobre el hombro.