Sede de los Taumaturgos (Archivo II)

-¿Qué más quieres que diga?-Zmey se abrazaba las rodillas-No voy a pedir perdón por lo que he hecho. He estado un año llorando a un muerto que ni siquiera está muerto, y que además me ha hecho sufrir, necesitaba ver... de alguna forma... que era consciente de lo que me había hecho... Creo que ni siquiera me echó de menos.- compuso una sonrisa triste- Hasta que no volví no me di cuenta de lo mucho que odiaba Sinhdro, en esta ciudad no me siento tan mal conmigo mismo, rodeado de bestias no soy tan malo- << Aun así me las he apañado para que las bestias me desprecien también...>> pensó. No estaba muy seguro de si allí Seon podía leer sus pensamientos. Daba igual.- Quiero formar parte de Rocavarancolia, y eso significará hacer cosas peores, pero no voy a pedir perdón por ello.

El lodo en el que estaba hundido desprendía una bruma negra que envolvía el cuerpo del piromante. Desvistió la amenaza de Seon de su naturaleza para que no le doliera tanto.

- Yo no fui a restregarle a Yoel por las narices, no he hecho esto para haceros daño a vosotras concretamente. No voy a ir a por ella, pero no quiero que intenteis separar a Yoel de mi- por primera vez, miró a Seon directamente a los ojos.

Si se llevaba a Yoel aquello no habría servido de nada. No tendría su venganza, tan extraña que ni él mismo comprendía, pero necesitaba tener al que fue su edeel bajo su control, necesitaba sentir al menos una vez que no podía volver a hacerle daño. Su última sensación era cosa de Seon, pero no era nueva. Había sentido aquello antes, pero en ese instante era como si le clavasen estacas en el corazón. No ignorarlo equivaldría a derrumbarse, por lo que dejó que el sentimiento pasara.

RR recorría los pasillos de la Sede, relativamente relajado para lo que era costumbre en él. Llevaba al hombro su vieja y aguerrida escopeta, descargada, pero imponente.  Su superficie negra estaba cubierta de rozaduras y mellas de menor importancia. Su empuñadura estaba recubierta de varias capas de algo semejante a vendajes y cinta aislante... Su aspecto se podía resumir en vetusta y amenazadora. Aquel chisme había estado al lado de RR en los momentos más duros y difíciles de su aún breve historia, y a su lado, aun a sabiendas de su actual deficiencia en cuanto a efectos mágicos se refería, se sentía mucho más seguro. Aún se sentía en deuda con Nasher por hacerle el favor de traérsela. Esperaba poder volver a verlo, tanto por motivos lúdicos como profesionales, pues su relajada conversación durante el desayuno había descubierto al foner que el pequeño muchacho tenía unas amistades de lo más convenientes, de las que podía sacar partido si jugaba bien sus cartas.

Ataviado con sus habituales ropajes, más limpios pero igual de ajados que de costumbre, y acompañado por su corte de ratas, el hechicero se encaminaba a la salida del edificio mientras se liaba un cigarro con aire relajado. Había comprobado las runas de vigilancia de su cuarto y todo se hallaba tan calmado como de costumbre. Tenía mucho trabajo, lo sabía, pero al menos lo encararía con algo de paz, y podría tomarse todo el tiempo del mundo en volver a edificar paranoias y maquiavélicos planes de contraespionaje en una mente más tranquila, calma y menos crispada por los bordes. Sí, era un buen día.

RR se llevó el cigarro a los labios con parsimonia, mientras buscaba con la mano libre alguno de los mecheros que venían acompañándolo desde su llegada a Rocavarancolia. O, al menos eso pensaba hacer cuando, en un cruce de pasillos perpendicular, una enorme monstruosidad de llamas pasó a toda prisa a escasos centímetros de su extremidad más próxima, rugiendo como salida de las entrañas del mismísimo infierno. El foner se mantuvo un instante congelado, con el brazo extendido y rígido a medio camino de sus labios, sosteniendo el cigarro, ahora encendido, y recapacitando sobre lo ocurrido. Poco después, escuchó los gritos, la discusión acalorada y ante sus ojos desfilaron los actores del barullo, sin reparar en su presencia. El muchacho, por lo pronto, dedicó un instante efímero a reprenderse por no andar más atento al mundo que le rodeaba y, con cuidado pero con celeridad, se dió media vuelta y buscó un camino más propicio y tranquilo para salir de la Sede.

“Ni un segundo de descanso se puede conceder uno.” Pensó el brujo mientras daba un par de caladas largas a su cigarro y franqueaba la entrada del edificio, en dirección a su trabajo. Quedaba tiempo todavía para comenzar su jornada laboral, pero el muchacho tenía que echar mano del taller. Tenía muchos planes en mente, y atender la tienda y fabricar cartuchos le ayudaría a organizar sus ideas.

Al parecer, la inestabilidad emocional propia de los piromantes y los subidones de poder no eran suficientes a ojos de la soñadora para ser un monstruo, ni siquiera para querer sentirse uno. << No es solo la transformación, es todo lo demás ¿Es que no os dais cuenta?>> se abrazó las rodillas con más fuerza << No es tan malo si soy un monstruo ¿también quereis quitarme eso? Habeis invalidado mi dolor, ¿también vais a invalidar lo único que tengo para sentirme bien?>>

-Sé perfectamente lo que hacen las palabras, y Alder también lo sabe, por eso las usó tanto como las usé yo...

Como no podía ser de otra forma, Seon venía a remarcar lo horrible que era que no maltratase a cualquiera, sino que maltratase a su edeel.

-El roce no hace el cariño, Seon, por mucho que te lo hayan dicho en tu casa. Tu religión y tu mundo han escupido sobre mi toda mi vida, esta es mi venganza personal.- en realidad, había disfrutado el morbo que había sentido al realizar algo tan sencillo y estúpido como cambiarse el color de ojos. Era como una travesura a gran escala- No voy a hacerlo delante de ti ni sobre tu unión, pero no todos los aurva pueden presumir de una Alder y una familia comprensiva, ¿o te crees que esta cicatriz me la hice haciendo ganchillo?- señaló el corte del labio, que aunque en profundidad y tamaño no podía rivalizar con las otras que tenía, había escocido más que todas las demás juntas. -No quiero hablar más, Seon. Estoy cansado.

La expresión de Seon era impenetrable.
-No me has entendido. No se trata de si lo haces en mi cara. Pero yo ya he dicho todo lo que tenía que decir.
Desapareció sin más.
***

Sueño de Yoel.

Para Yoel, Seon creó una sala agradable y de aspecto sinhadre. No le importaba su pasado con Yrio, había venido solo a intervenir en lo que podía permitírselo.

- Te he visto preguntar a todo el mundo por una explicación. No puedo ayudarte a volver a casa, pero puedo hacerte sentir menos perdido aquí.
La soñadora llevaba ropa sencilla, y a Azazel sobre el hombro.

Yoel soñaba, estaba completamente seguro de ello, pero algo no iba bien.Nunca había estado en esa sala, aunque estaba claro que era sinhadre, y nunca había visto a la chica de pelo azul. Una aurva, que parecía más o menos de la misma edad que la peliverde que había ido a gritarle a Zmey aquella mañana.

-Eres la aurva de Alder- comprendió.- El... dragón gigante... no era dañino... Cuando Zmey se durmió le quité uno de sus libros de hechizos... era como, de especátulo...

Había creido que venía a pedir explicaciones, pero en su lugar le ofrecía explicaciones a él. No sabía si todo aquello era real o solo estaba teniendo alucinaciones, si aquella chica existía fuera de su sueño o no, pero tal vez lograse sacar algo en claro.

-¿Cómo has entrado en mi cabeza? ¿Vas a explicarme qué le ha pasado a mi aurva? Desapareció un día y un año después me lo encuentro, y me trae a este lugar, me dice que lleva un año aquí sobreviviendo, que una Luna Roja le ha dado poderes... Esta más raro de lo que ya era. Antes era temperamental, ¿pero esto?

Había un punto de desesperación en su voz. Lo que más miedo le daba era ese odio que el piromante había demostrado hacia él, como si llevase guardándoselo mucho tiempo. Le repetía una y otra vez que era el principal objetivo de su venganza.

-¿Por qué?

-Voy a ir por partes.-dijo con dulzura.- soy soñadora, que significa que los sueños son mi dominio, igual que Yrio controla el fuego. Asi que soy real, todo lo que puede serlo una imagen en tu cabeza.
Seon explicó la cosecha como quien cuenta una historia infantil. A sus palabras, se alzaban imágenes de torreones y personas. Le mostró algunas muertes, le enseñó sus horas con Yrio tras libros de runas. Y luego le enseñó el caos de la Luna, mientras lo explicaba con despreocupación. Muchas de esas imágenes no eran suyas, sino una mezcla de recuerdos de sus compañeros. Le dijo el propósito de todo aquello, igual que Melodes se lo había explicado a ella.
-Hay algo que quiero que veas en lo que te he explicado. Yrio no estaba solo, se sentía solo, que es distinto. Si ha negado en algun momento nuestra amistad, no ha sido una decisión que nosotras tomásemos. Ahora sin embargo, sí.- Seon lo miró a los ojos.-por ti, en parte. En la medida en la que eres parte de lo que sucede.
-Respecto a tu última pregunta...- suspiró. –Yrio te odia si, pero ahora mismo odia Sinhdro y todo lo que se incluye en él. No entiende en que consiste realmente vuestra relación, pero sinceramente, tú tampoco. En su forma retorcida de verlo, solo esta cambiando papeles, y quiere de ti lo que tu querías de él.  

Yoel vio las imágenes, y algo en la forma de narrar de Seon le puso la piel de gallina. Aquello había pasado de verdad, todas las muertes, los monstruos, el astro rojo y terrible, la desesperación y el éxtasis... Era todo real. E Yrio había formado parte de ello.

-¿Qué es esta ciudad?

Estaba sentado, pero si estuviera de pie las piernas le temblarían. Aun consternado por la información, atendió a las palabras de la soñadora. No era nada nuevo, se lo habían dicho antes, pero nunca se había parado a pensar detenidamente. Lo había tenido todo mascado, las palabras de los sacerdotes, la de sus padres... hacía lo que ellos le decían, siempre, sin dudar ni replantearse sus acciones. Ahora era diferente.

-Yo... no he sido un buen edeel... Siempre le echaba la culpa a Yrio por no ser un buen aurva. Tenía que comportarse de una forma, tenía que hacer su papel, pero no quería. Era terco como una mula- apretó los puños- Una vez montó un número en una cena familiar y nos peleamos. Luego me dijo que era el peor edeel del mundo... Estaba tan enfadado que golpee una taza y la lan´ce contra él... No pretendía darle, pero le di... Desde entonces pasó varios días sin hablarme, no me miraba, y yo no lo podía soportar, por eso le picaba para llamar su atención.- gruesas lágrimas caian por las mejillas de Yoel, miraba al suelo muy fijamente.- Y ahora me odia... No, me odiaba de antes, pero no podía hacer nada contra mi, y ahora puede- el poco autocontrol que tenía desapareció, empezó a llorar- En el fondo sé que me merezco toda esta mierda, joder, pero no sabía que iba a ir tan lejos, siempre pensé que todo estaba justificado, mi madre tenía mano de hierro con su aurva, pero no había problemas porque el suyo se portaba bien, era perfecto joder, ¿Por qué no podría Yrio haber sido así?

Yoel creyó una vez, tras una pelea que tuvo con Yrio, que los sacerdotes se habían equivocado al emparejarlos. Nunca lo dijo en voz alta, incluso trató de apartar la idea de su mente, pero Yrio se la gritó poco tiempo después. Agradeció las palabras cálidas de Seon, aunque una parte de él se sintiera, en cierto modo, incómoda con ellas.

-¿Significa que lo de Yrio es permanente? ¿Va a ser así para siempre, no se puede arreglar?- por mucho refugio que le ofreciera la soñadora, la idea de vivir para siempre con la bomba de relojería en la que el piromante se había convertido se le hacía insoportable- ¿Y si hablas con él también? Puedes hacer eso que has hecho conmigo, lo de lo sentimientos.

Yoel llevaba mucho tiempo cometiendo errores de los que ni siquiera era consiente, y se le hacía un nudo en el estómago al pensar que le iban a pasar factura toda su vida. Yrio le traia novelas y cuentos de fantasía para que se entretuviera, y en muchos aparecían maldiciones, pero había contramaldiciones, hechizos que las rompían, caballeros que mataban dragones... Claro que no las había en todas,y Rocavarancolia no parecía una ciudad donde fuesen frecuentes los finales felices.

A Yoel se le cayó el alma a los pies. Tenía que haber alguna forma, no podía ser así por siempre. Fue a decir algo, y al mismo segundo se olvidó de lo que iba a decir, pues alguien lo arrancó del mundo de sueños y lo llevó de vuelta a la realidad.

Era noche cerrada. Zmey le miraba desde arriba, de pie ante su puff, con el pelo mojado y una toalla sobre los hombros. Le comentó que había estado gimoteando en sueños, y le había hecho tanta gracia que no había querido despertarle. Todo dicho sin ningún rastro de humor en la voz.

-¿Quieres... que te prepare el desayuno?- ofreció Yoel, temeroso de haber hablado en sueños, pero Zmey no sospechaba nada.

-Lo he preparado yo. Cocino mejor que tú, así que es poco práctico pedirte que me hagas la comida.- respondió el piromante mientras se secaba el pelo.

Había pasado el comienzo de la noche entrenando, y parecía tener intención de seguir entrenando hasta el amanecer. Yoel se quedaría en la habitación, pero le había despertado para acompañarle a la cocina a por comida. No iba a arriesgarse a que nadie se le acercara, ni iba a permitirle hablar con nadie después de lo ocurrido.

Tenia cosas por hacer pero se le había ocurrido algo, una idea por demás estúpida probablemente, pero que era mejor que nada dada su situación. En su momento había querido preguntarle a Enredo pero dado como termino la conversación prefirió no insistir así que su otra opción mas cercana era Skarog, la cual era potencialmente mas peligrosa de acabar rodando escaleras abajo. La idea se la había ocurrido gracias a Yip por ello allí estaba llamando ala puerta del helión esperando que le dejara pasar, DL se adentro en el cuarto no pudiendo evitar alzar una ceja con cierta confusión al ver huesos repartios por el suelo y a Skarog trabajando con estos.

-¿A quien has matado para quitarle sus huesos?- pregunto no sin cierto humor al ver la peculiar escena, adentrándose en la habitación y sentándose en el suelo mirando los huesos con atención, no todos parecían ser de persona a juzgar por la forma. ya había hablado con Skarog un poco del tema y tenia una idea aproximada de lo que quería hacer, pero el verlo usar huesos para ello lo había desconcertado- Tal vez me equivoque ¿pero no te seria mas útil usar metal?- pregunto un poco curioso desviándose del tema inicial por el que había ido al tomar atención en algo mas. Definitivamente ea incapaz de concentrarse en una sola cosa a la vez-Siento la interrupción, pues estas ocupado, pero quería preguntarte algo, que te sonara estúpido pero tiene su importancia, espero. ¿Sabes preparar dulces?- pregunto mirándolo con una sonrisa inocente.

-¡Pasa!-exclamé cuando llamaron a la puerta, sin despegar la mirada de lo que estaba haciendo.

Vi al cambiante por el rabillo del ojo, pero no paré de moldear el hueso hasta que quedó como quería: hombreras.
-Son de la Cicatriz.-respondí, seco.-Claro. Pero hay más huesos que metal en la Cicatriz. Cuesta más conseguirlo y esto es solo una medida temporal.

Dejé la pieza terminada en un montoncito y cogí otra para lijarle los bordes. Pero DL no había venido para hablar de corazas, sino de pasteles. Detuve mis movimientos y parpadeé varias veces, molesto. Esa pregunta tendría alguna intención detrás y, como él había dicho, estaba ocupado. Y por mucho que supiera, no tenía ni los ingredientes ni los ánimos <<¿Qué celebramos?>>
-Claro que sé. Pero me faltan ingredientes. Y necesito mi tiempo, no puedo patearme la ciudad buscando sin saber dónde buscar. Busca y yo cocino. ¿Para qué son, además?

Una parte de mí quería trabajar y trabajar... Pero cocinar era algo que me encantaba, un poco de ocio no me vendría mal, ¿no? <<¿Pero para qué? Los ánimos entre grupos no están para eso... ¿Para qué es?>>

Observo con cierto interés el trabajo de Skarog, viendo el resultado final de las hombreras al menos hasta que su atención volvió al tema que el mismo había iniciado.

-Con que sepas me vale, si me dices que ingredientes te faltaría intentaría buscarlos o decirme como prepararlo- añadió DL mirando atentamente como lijaba el hueso con cierta dificultad a causa de las uñas- Serian un regalo, algo personal -respondió de forma un poco escueta. A unas malas buscaría algo en la biblioteca que seguro algo habría que fuera con un contenido medio decente y no con criaturas extrañas como ingredientes. Eso haría al final del todo ademas en esos momentos otra cosa estaba acaparando su atención que como siempre se dividía a varios temas diferentes.

-Esto no tiene que volver con los dulces pero ¿necesitas ayuda?- pregunto viendo trabajar con cierta curiosidad-Cada vez te manejas mejor con esas uñas tuyas- añadió viéndolo con verdadera atención, no podía evitar recordar al helión al principio que parecía incluso andar con un cuidado extremo. Sus ojos se posaron en las hombreras de huesos atentamente y se le ocurrió algo repentino- Supongo que ya tendrás una imagen final de lo que quieres crear, ¿no? ¿Quieres que sea tu modelo? Me refiero, ya sabes, convertirme en ti y recrear la imagen final de lo que tu intentas crear, así podrías ver si tienes que hacerle algún arreglo a tu modelo mental o como podría quedarte- dijo mirándolo sonriendo, los huesos seguían siendo huesos al fin y al cabo, serviría de cierta ayuda y le serviría a el también como una practica mas.

-Depende. Hay miles y miles de tipos de dulces.-respondí, algo cansado.

Entendía que el foner no supiera nada de pastelería pero... <<¡Es obvio! ¡Es comida! ¡Hay de todo! ¡Y más en una ciudad donde confluyen varios mundos!>> Por culpa de la frustración y de callarme esto último, partí un trozo de hueso sin darme cuenta.
-Sencillamente genial, Skarog, genial.

Mientras lo reparaba, decidí que ese hechizo de soldar sería el último en el día de hoy por el cansancio que llevaba encima. No volví a fijarme en el foner, es más, si no hubiera hablado no me habría percatado de que seguía en el cuarto. O quizá ni aun habiendo hablado... Pero lo que dijo era interesante y de beneficio mutuo.

-Hmm... Vale, buena idea.-tras decir eso, me levanté del suelo y sacudí los restos de hueso y polvo.-Cuando quieras.

Sonrió de buen humor y algo entretenido, teniendo a Skarog enfrente o le era difícil copiar sus rasgos y dado que ya tenia practica tranformandose en otros humanoides solo tenia que asegurarse los rasgos. Por ello empezó a cambiar justo enfrente del helión, llevándolo un poco el poder forma adecuadamente los rasgos para verse igual a este aunque siguiera teniendo su propia ropa. Cuando termino se miro a si mismo y sonrió entretenido.

-Bien, creo que con eso bastara- su voz seguía siendo la suya, el aparato fonador necesitaba mas practica y dado que solo necesitaba crear una imagen física igual no le hacia falta en aquellos momentos- No puedo leerte la mente, pero a juzgar por las hombreras supongo es alguna especie de armadura de huesos así que iré probando y tu ya corriges con lo que tengas en mente. Se especifico en detalles- le pidió antes de imaginarse una armadura simple. Había visto armaduras de metal antes así que la forma la tenia bastante clara, solo tenia que sustituir el metal por huesos y estos los tenia mas que conocidos ya y sino, tenia algunos ejemplos esparcidos por el suelo. Le llevo algunos minutos, dado que era la primera vez que cambiaba de forma e intentaba crear algo mas sobre su propio cuerpo, aparte de la ropa, pero dado que eran solos huesos no le llevo tanto como si hubiese sido algo desconocido. Al cabo de un rato tuvo unas hombreras de huesos muy similares a las de Skarog y a su espalda, lo que le costo mas porque no podía verse, tuvo que usar un espejo para ello. Pudiendo verse pudo crearse la parte trasera de la armadura de huesos, que mas parecía un solo hueso formado por varios huesos unidos entre si por magia. Por delante a falta de mas información que ya tendría que darle el helión, se formo un costillar, con los huesos de las costillas mas unidos entre si para no dejar huecos entre estas.

-Bueno, tengo esto, ahora tu ya verme diciendo que cambios tenias en tu modelo mental y yo iré cambiando o añadiendo. Contra mas detalles me des mas exacto lo haré, ten en cuenta que tal vez tarde un poco, que aun estoy aprendiendo- dijo mirando al Helión parándose frente a el para estar atento a lo que fuera a decir, para el solo suponía un esfuerzo de concentración para mover sus hilos y crear la forma deseada, eso le servia como una practica también.